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Fontana: Por el bien del imperio. Una historia del mundo desde 1945.

Introducción:

Josep Fontana redacto su libro como la espera de la esperanza del cumplimiento de las
promesas hechas al finalizar la primera guerra mundial que tuvo como inicio "La carta del
Atlántico", cuando tan solo tenía 14 años al finalizar la guerra, con ayuda de sus propios
conocimientos heredado de su profesión como historiador y otros documentos.
Presenta la verdadera realidad acerca las intenciones de los países potencias de ese
entonces: la URSS y Estados Unidos, promesas que cambiarían el modo de vida de las
personas para bien. Como evidencia de esto se tenía las distintas intervenciones, por
parte de la URSS que buscaba una sociedad socialista igualitaria y Estados Unidos que
tenía como propósito la lucha por las libertades individuales y un gobierno democrático.
Norteamérica apoyo a varios países como Indonesia donde apoya un golpe de estado
contra el gobernante de este país, en ese entonces era Suharto, conflicto que solo dejó
millones de muertos y miles de presos políticos y que luego fue invitado a Washington
como si nada; otras de sus intervenciones como apoyo fueron dadas a las monarquías
absolutas como la de Arabia Saudí , repúblicas vitalicias en África , América Latina o Asia
Central que tuvieron como consecuencias enfrentamientos dejando miles de muertes y
generando más desorden social dentro de los mismos y supuestamente estas
intervenciones fueron para poder dar a los pueblos una mejor forma de vida que en
realidad solo les trajo dolor, perdidas, desconfianza hacia sus representantes, pobreza.
La URSS utilizo su ideología como pretexto para supuestamente brindar también una
buena vida a los pueblos que estaban en apoyo de este, pero al igual que Estados
Unidos, solo trajo consigo problemas internos como protestas, pobreza, pérdidas
humanas, etc. Hasta llevo sacar provecho de las supuestas intenciones como mano de
obra barata, recursos naturales, nuevos mercados entre otros.
En todo el periodo desde el inicio de la guerra fría en 1947 hasta la caída de URSS en
1989,tras la caída del muro de Berlín , Estados Unidos, siempre estuvo enfrentándose con
los soviéticos en una carrera de quien sería la única potencia mundial y de paso que
extendía su ideología hasta poder tomar control por ciertos periodos de varios países
aprovechándose de sus recursos para bien de sí mismos y también influenciar, en el caso
de USA que hasta en la actualidad influencia en las decisiones políticas y económicas de
países de América del Sur en su mayoría y otros con ayuda de estrategias creadas por
los distintas gobiernos sin impórtales las consecuencias.
Por lo tanto las ideas presentadas en el libro mediante pruebas recopiladas de una larga
investigación por Fontana son ciertas acerca de cómo los países potencias lucharon entre
sí, utilizando como excusa "es lo mejor para las naciones".

Capítulo 10: la guerra fría en América Latina

Acabada la 2 GM los Estados Unidos ayudaron económicamente a Europa, con el fin de


evitar una catástrofe social de la que podían haber sacado provecho los partidos
comunistas locales. Pero no iban a hacer lo mismo en América Latina, en la novena
conferencia Interamericana, celebrada en Bogotá en 1948, se creó la Organización de los
Estados Americanos (OEA) como organismo de coordinación política, gracias al cual,
decía el poeta salvadoreño Dalton “el presidente de los Estados Unidos es mas
presidente de mi país que el presidente de mi país”.

Y es que en 1948, a diferencia de lo que ocurría en Europa, el comunismo no era


seriamente peligroso en América Latina, según opinaba el Departamento de Estado. Lo
que explica que Dean Acheson dijera en privado: puesto que de todos modos van a estar
con nosotros, ¿para qué molestarnos en ayudarles? Pasado los años de la segunda
guerra mundial en que los comunistas latinoamericanos habían colaborado en el esfuerzo
colectivo, con la ilusión de participar después en una vida política más democráticas, los
gobernantes norteamericanos se ocuparon de eliminar cualquier riesgo, consiguiendo que
se prohibieran los partidos comunistas de Chile y de Brasil.

La primera amenaza comunista, en la sesgada percepción norteamericana, que se


combatió fue la de Guatemala, la consecuencia de esta y otras actuaciones contra los
gobiernos reformistas fue la de desviar la lucha de las nuevas generaciones
latinoamericanas hacia programas más extremistas, convencidos de que los caminos para
conseguir la implantación de los cambios sociales necesarios pasaban necesariamente
por el enfrentamiento contra la alianza de los Estados Unidos con las fuerzas inmóviles de
sus países. En cuba la revuelta de Castro, que se había iniciado en 1953, con el fallido
asalto al cuartel Moncada, comenzó a consolidarse en 1957 con la guerrilla de Sierra
Maestra. De momento Castro les preocupaba poco a los norteamericanos, que se
limitaban a ayudar a batista. A comienzos de 1955, en un viaje a Cuba, donde sus amigos
de la mafia tenían grandes intereses, Nixon elogio a Batista como un hombre que
compartía ideales democráticos norteamericanos y estaba preocupado por el progreso
social. Los dirigentes norteamericanos comenzaban, sin embargo, alarmarse antes los
cambios que percibían en su patio de atrás.

Los métodos que utilizaba EE.UU para mantener el orden eran diversos, en el ámbito más
cercano de América Central y del Caribe los norteamericanos seguían utilizando los viejos
procedimientos de intervención directa de la política del garrote, actualizados desde la
intervención de Guatemala con los nuevos de las operaciones encubiertas de la CIA.
Aunque tal vez el lugar en que la política del garrote se ha aplicado en su forma más
cruda sea Haití, uno de los países más pobres y más desestructurados del mundo, que
había vivido durante veinte años (1915-1934), en un régimen de tutela y ocupación de los
Estados Unidos. De 1957 a 1986 el país obtuvo bajo el sangriento dominio de la familia
Duvalier. Francois Duvalier, que se proclamó más adelante presidente vitalicio, subió al
poder con el apoyo del voto popular de los negros, que intentaban romper el dominio
tradicional de la política por las elites mulatas. Tenía inicialmente la oposición de los
Estados Unidos, que cambiaron de actitud cuando “Papa Doc”, además de jugar
hábilmente la carta del anticomunismo (vendió su voto para la expulsión de Cuba de la
OEA cambio de la financiación de un aeropuerto), acepto entrar por el camino de convertir
a Haití en una economía dependiente de la norteamericana, produciendo frutas para la
exportación y proporcionando trabajo barato a empresas industriales estadounidenses.
En 1986, cuando la crisis económica amenazaba producir un estallido social, los
norteamericanos, que habían asumido que tenían el derecho a decidir quién había de
gobernar el país, se encargaron de sacar del país al hijo de Papa Doc. El presidente
norteamericano Reagen prometió ayudar a Haití en su avance hacia la democracia, un
salesiano partidario de la liberación, Aristide, gano las elecciones democráticamente, pero
su intento de realizar reformas llevo a que fuese derrocado al siguiente año, y a que se
viese obligado a marchar al exilio como consecuencia de un golpe militar organizado por
la CIA, cuyos actividades en la isla estaba confusamente ligadas al tráfico de drogas.

Después de 1961, tras el fracaso de la operación Kennedy contra la Cuba castrista, que
demostró que era inviable repetir el fácil éxito alcanzado en Guatemala contra Árbenz, se
opto por establecer alianzas permanentes con los militares de estos países, a los que les
proporcionaban armas y apoyo. Se organizaron cursos para latinoamericanos en las
escuelas militares del norte y sobre todo en la conocida como “School of the Americas”.
De esta escuela salieron el general Galtieri, Manuel Callejas (Guatemala), y un gran
número de los responsables directos de muchos crímenes cometidos en estos años en
nombre de la contrainsurgencia. En estas escuelas se preparaban, además, los cuerpos
especiales que se usarían para actuar contra las guerrillas.

De 1961 a 1963, con Kennedy al frente de los EE.UU, seis gobiernos latinoamericanos
elegidos fueron derribados por golpes militares, la ley y el orden de los dictadores eran
mejores que la confusión que engendraba la lucha por la democracia.

LAS GUERRAS EN AMERICA CENTRAL: las consecuencias de esta política resultaron


patentes en América central, Guatemala, en concreto, se convirtió en el laboratorio de
experimentación para la represión. Luego de la muerte de Armas, se sucedieron
gobiernos de predominio militar, brutales y corruptos, en medio de protestas populares y
de la formación de las primeras guerrillas de inspiración catrista, que el ejército domino
fácilmente. El auge de las exportaciones agrarias guatemaltecas condujo a una serie de
acciones destinadas a arrebatar las tierras a los campesinos, que dieron lugar a un
movimiento de resistencia indígena, y a una nueva guerrilla esencialmente campesina. En
1978 se inicio una oleada de torturas y asesinatos por parte del gobierno, con el fin de
liquidar el sindicalismo urbano, mientras en 1981 el ejercito emprendía una campaña de
masacres e incendios en el medio rural, con una política de tierra quemada que provoco
una autentica guerra popular. Estas campañas estaban movidas para el celo
anticomunista y por el odio racial hacia los mayas.

En 1982 un nuevo golpe militar llevo al poder a Efraín Ríos Montt, quien derogó la
constitución, y reforzó las actuaciones de contrainsurgencia. Las investigaciones de una
comisión de la verdad patrocinada por las Naciones Unidas, han revelado que en los 34
años de conflicto armado hubo en Guatemala 161.500 asesinatos y 40.000
desaparecidos.

El caso de Honduras muestra la naturaleza de la implicación norteamericana en la fuera


sucia de Centroamérica. Los EE.UU prepararon al personal militar local para realizar
funciones policiacas, agentes norteamericanos colaboraban con los militares hondureños
en los interrogatorios y en la eliminación de sospechosos, además creo un escuadrón
secreto de la muerte del ejército hondureño, se conoció como Batallón 3-26, y durante los
años 80 realizo una campaña sistemática de secuestrar, torturar y asesinar a supuesto
subversivos. El presidente Carter quiso hacer de Honduras un ej, de su política de
democratización, ofreciendo a los militares ayuda a cambio de elecciones.

Con Reagen la política de intervención de América Central, iba a llegar al paroxismo, el


presidente se empeño en lo que consideraba que era una batalla decisiva de la guerra fría
en que se necesitaba obtener una victoria total, aplastando al enemigos.

México: el precio de la estabilidad

México aparece habitualmente en el panorama latinoamericano como un caso


excepcional de estabilidad política. Una apariencia falaz, que se ha conseguido sobre la
base del esfuerzo de sus gobiernos por mantener a cualquier precio el orden social en las
ciudades y ocultar al público los casi constantes conflictos agrarios. La política de los
gobiernos de PRI (Partido Revolucionario Institucional), tras la 2GM, estuvo caracterizada
en el exterior por su fiel seguimiento a los Estados Unidos en la guerra fría, encubriendo
con una retorica izquierda, que llego a incluir la defensa puramente verbal de la revolución
cubana, de Allende o del sandinismo, pero iban acompañadas por la marginación interior
de los sectores izquierdistas del propio partido y del movimiento obrero. Lo que permitió
que los Estados Unidos, no tuvieran que preocuparse en realidad por la situación de
México, ya que el PRI se encargaba de hacer todo el trabajo represivo, sin ni siquiera
necesitar la ayuda de la CIA. En el interior la política del PRI estuvo caracterizada por un
proyecto de industrialización, cuyo coste se hizo pagar inicialmente a los pequeños
productores agrícolas, al mantener artificialmente bajo los precios de sus productos, lo
que permitirá sostener el nivel de vida de la población urbana, y proporcionaba
excedentes para la exportación. Esta política implico, un creciente desequilibrio territorial
a favor del norte del país, que se industrializaba y comerciaba con los Estados Unidos, a
expensas del sur, donde la población campesina, en buena parte indígena, era
mayoritaria.

Cortines (presidente de 1952 a 1958), rebajo el precio al por menor del maíz, y de los
frijoles a la vez que devaluaban el peso, lo que iba a repercutir en el descenso del poder
adquisitivo de los salarios y dio pie a las huelgas ferroviarias.

Durante esta época, hubo represión, asesinatos, y un desastre económico, que llevo al
hundimiento de PRI.

Los países andinos: a diferencia de los países de América Central y del Caribe,
sometidos a la injerencia constante de los Estados Unidos, los dos grandes países
andinos, Colombia y Venezuela, alcanzaron una cierta estabilidad política a partir de los
años 70, con una formula basada en la alternancia pacifica de dos partidos que
representaban, más o menos verosímilmente, a la derecha tradicional y a una izquierda
liberal, con el apoyo del ejército para mantener a raya a los disidentes. Con ellos se
buscaba evitar el riesgo de que la continuidad de dictaduras como las de Pinilla en
Colombia (1953-1957) o la de Pérez Jiménez en Venezuela (1952-1958) pudiera acabar
desencadenando una protesta social incontrolable, pero de este modo se cerraba al
propio tiempo el acceso al poder de los otros grupos y se alimentaba una cultura
insurrecional.

Las soluciones arbitradas en ambos países fueron coetáneas y tienen rasgos parecidos,
en Venezuela fue el pacto punto fijo, firmando en 1958, el que hizo posible la alternativa
entre el partido de acción democrática, presidido por Betancourt que estaba ya de vuelta
de viejas actitudes izquierdistas, y el partido social cristiano COPEI, dirigido por Caldera,
que representaba a la derecha tradicional. En Colombia el acuerdo surgió del pacto de
Sitges-Benidorm, acordado en 1956 entre Laureano Gómez y Lleras Camargo, que hizo
posible que el régimen del frente nacional que durante 16 años (1958-1974) aseguró la
alternativa en el poder de los dos partidos, liberal y conservador. Con la estabilidad
alcanzada, ambos países se convirtieron en el modelo de sociedades latinoamericanas
con las que los Estados Unidos aspiraban a colaborar. Kennedy visito a Betancourt, y a
Lleras Camargo en 1962, e hizo un discurso que reconocía los errores cometidos por los
EE.UU en el pasado y anunciaba su decisión de colaborar con el programa de la alianza
para el progreso a mejorar el bienestar de estos países, a la vez que pedía a empresarios
y terratenientes que reconocieran también sus errores y asumiesen responsabilidades,
porque sin una política de reforma agraria y de reforma fiscal, las esperanzas de progreso
podrían consumirse en unos pocos meses de violencia.

Ecuador vivio una etapa de constante agitación política entre 1947 y 1979, con una
sucesión de breves periodos de normalidad constitucional, dominados por la figura de
Velasco Ibarra, y una serie de golpes militares (1947,1961, 1963, 1972), que acabaron
estableciendo una junta miliar dirigida por el general Rodríguez Lara que se proclama
“nacionalista y revolucionario”, en un periodo que se ha caracterizado como “estabilidad
dictatorial”. Se da un cambio en la economía ecuatoriana luego de 1960, orientándose a
un intento de creación de una industria de sustitución de importaciones, favorecidas por la
producción del petróleo, que se vio estimulada por el aumento del precio crudo en los
años 70. Estos cambios fueron acompañados por grandes migraciones de población
campesina a las ciudades y por un desplazamiento del peso político de la Sierra,
dominada por los propietarios agrarios conservadores hacia la costa, tradicionalmente
liberal, y más avanzada desde el punto de vista económico.

En Bolivia y Perú se produjeron dos movimientos revolucionarios que se aceptaron con


tranquilidad de Washington, porque no parecían presentar riesgo de contagio comunista.
En Bolivia los enfrentamientos de terratenientes y campesinos indígenas, asociados en
muchos casos a los mineros, tenían como justificación no solo el expolio de la tierra, sino
el hecho de que se mantuvieran abusos como el de las prestaciones forzosas de trabajo.

Economía política de la droga: Un factor que iba a tener una importancia creciente en la
evolución política de los países andinos, y en su relación con los Estados Unidos, sería el
auge de la producción y tráfico de drogas, primero la marihuana y después, muy
especialmente, de cocaína. Este del narcotráfico, cuyo motor fundamental es la demanda
de los consumidores norteamericanos, es un asunto difícil de explicar, donde no todo es
lo que parece, puesto que los esfuerzos de prohibición, destinados a disminuir el tráfico
de drogas en los Estados Unidos, han sido asociados en muchas ocasiones a la
necesidad por parte de la CIA, de tolerar el tráfico, para tener el apoyo de determinados
grupos, en una actitud semejante a la que practico en el Sudeste asiático.

La lucha contra el narcotráfico permitió además encubrir otras formas de intervención. El


plan Colombia, en el que EE.UU invirtió millones de dólares, no parece haber servido para
disminuir la producción de drogas, pero si para hacer más eficaz su lucha contra la FARC.

Las dictaduras del cono sur: a medida que la revolución cubana extendía el pánico, no
solo hacia los Estados Unidos, sino entre los grupos dominantes de los países de América
Latina, se vio que los métodos que se habían aplicado a América. Central y el Caribe
podían no bastar en los grandes países del sur, con partidos de izquierda importantes y
unos sindicatos poderosos.

Brasil: la secuencia de estas dictaduras comenzó en 1964, un país que los cincuenta
había crecido económicamente a tasas muy altas, aunque seguia habiendo de en él una
gran pobreza rural, que desde 1955 se expresaba a través de la “ligas de campeones”.

La llegada de la crisis económica condujo a una agitación obrera y campesina, que


alarmo a los terratenientes, y que se extendió incluso a los suboficiales del ejército, lo que
asusto a su vez a los militares. La combinación del movimiento de los suboficiales de la
marina (con apoyo de los sindicatos, estudiantes), de una agitación campesina se
manifestaba con fuerza creciente, de unos sindicatos en plena actividad y de la difusión
de las ideas de un nacionalismo antiimperialista parecía apuntar en la dirección de una
posible confluencia revolucionaria que había de asustar a la derecha. Ante el aparente
giro a la izquierda del presidente Joao Goulart, a quien el embajador norteamericano
consideraba un comunista, Johnson dio instrucciones de prestar un apoyo total a los
militares que se disponían a echarlo del poder, para lo cual Estados Unidos financiaron
toda una serie de actos de desestabilización e incluso enviaron un portaviones para dar
cobertura aérea a los sublevados si era necesario.

El gobierno de los militares duro en Brasil 21 años, de 1964 a 1985. Al principio se


mostraron relativamente moderados. Pero a medida que la izquierda comenzó a
responder con guerrilla urbana, la represión se fue endureciendo y se extendió de los
trabajadores sindicados, que fueron su primer objetivo, a los estudiantes y a los miembros
de la propia burguesía.

Mientras tanto, la nueva oleada de crecimiento económico, el milagro brasilero, 1969 a


1973, acabo de consolidar a los militares en el poder, de hecho, las eliminaciones fiscales
y los desaparecidos no se produjeron sistemáticamente hasta 1971, con Médici, y fue a
partir de 1974, después de la toma de posesión como presidente de la republica del
general Geisel, cuando la represión se hizo mas brutal.

Uruguay: considerado habitualmente como un país estable, “la Suiza de América”, con su
vida política dominada por los dos partidos tradicionales, Blanco /tradicional), y colorado,
la crisis económica favoreció desde 1960 que se produjese un avance en el apoyo
popular a los partidos de izquierda.
El gobierno, respondía a la brutalidad policiaca, se secuestraron, se torturaba. La
situación política de Uruguay había alarmado a los EE.UU y el temor de que el frente
amplio pudiera conseguir un triunfo electoral, movió a Washington.

Chile: el caso de este país, es aquel que aparece con más claridad la responsabilidad
norteamericana en el triunfo de las sangrientas dictaduras del cono sur. (KLEIN)

Argentina: a la muerte de Perón, el primero de julio de 1974, le sucedió su espesa Isabel,


cuyo gobierno llevo al país al caos, gravemente afectado por la crisis del petróleo. En
1976 la inflación era galopante y el orden publico inexistente “cada cinco horas ocurría un
asesinato político y cada tres estallaba una bomba”. Que la situación acabase en un
nuevo golpe militar era poco menos que inevitable. El golpe del 24 de marzo de 1976,
que inicialmente fue recibido con alivio, nombro a la Junta integrada por Videla y Agosti, y
por el almirante Massera, con Videla como presidente. Lo que se llamo el proceso, había
sido planeado con mucha anticipación, las cámaras de tortura estaban preparadas, el
personal asignado para torturar había sido entrenado para efectuar sus tareas, los presos
políticos eran unos 18.000 a fines del 77, los muertos por el terror militar se calculaban
entre 10º.000 y 20.000, mientras los exiliados fueron incontables.

Sabemos hoy que los EE.UU recibieron inicialmente el golpe como “el más civilizado de la
historia argentina”, pero que cuando las noticias que transmitía la embajada de BS. AS
comenzaron a revelar la magnitud de los crímenes que cometían los militares. Optaron
por tolerarlos y expresar a sus autores su simpatía.

El fracaso del centrismo: con el final de la guerra fría, y el avance de la globalización la


política norteamericana respecto del sur definió un programa de integración económica
entre “democracias librecambistas”, con el NAFTA (acuerdo de libertad de comercio entre
Canadá, los Estados Unidos y México) como modelo que había de generalizarse a todo el
continente con el ALCA (área de libre comercio de las América) propuesta en la cumbre
de las Américas en Miami en 1994. Con la amenaza de la izquierda vencida, si dejamos a
un lado Cuba, y con los militares de vuelta a los cuarteles, los dirigentes de los países
latinoamericanos adoptaron el llamado “consenso de Washington”, con un entusiasmo
triunfalista, convencidos de que les aguardaba un futuro de libertad y progreso, como
pareció que sucedía en los noventa. Pero las ilusiones duraron poco.las formulas
centristas fracasaron, la crisis economía reapareció, y con ella la pobreza, hasta el pinto
que, de acuerdo con los informes del Banco Mundial, el año 2002 habría sido el peor en
dos décadas para la economía latinoamericana.

En argentina, el retorno del peronismo en la persona de Menem (1989-1999) pareció


iniciar una etapa de bonanza económica, con la paridad peso-dólar, gracias a los ingresos
obtenidos con privatizaciones ruinosas de empresas públicas, como YPF, que dejaron
fortunas inmensa en los bolsillos de quienes las gestionaban. Tras la etapa de corrupción
de Menem llego al poder en 1999 una alianza del radicalismo y la izquierda (Unión cívica
radical y Frepaso), con Fernando de la Rúa como presidente, que continuo con la
desestructuración económica con una reforma de las leyes laborales que se aprobó
sobornando a los senadores para que la votaran. Cavallo, a quien De la Rúa llevó a
Hacienda para poner orden en la situación, provoco la catástrofe final de diciembre de
2001 y enero de 2002 con su invento del “corralito”, que bloqueaba las cuentas bancarias
y las devaluaba, a lo que la población respondió con saltos a supermercados,
cacerolazos, cortes de carreteras. La marcha de De la Rúa dio paso a un periodo en que
el país tuvo cinco presidentes en doce días, con especímenes tan pintorescos como
Rodriguez Saa, Duhalde, que se hizo cargo de la presidencia interina e inicio el
restablecimiento de la normalidad económica, que iba a completarse tras la elección en
2003 de un nuevo presidente peronista, Kirchner, que comenzó con gestos positivos
como la anulación de la amnistía de los militares.

La era del centrismo fue también la edad dorada de los negocios norteamericanos en
América Latina. Según Petras, de 1990 a 200 los bancos y las empresas estadounidenses
habrían obtenido un billón de dólares en concepto de beneficios, intereses de la deuda t
regalías en América Latina. La realización del ALCA, que hubiera sido la culminación de
este segundo proyecto de conquista, se vio frenada por el giro a la izquierda en la primera
década del siglo XXI.

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