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◆ Bruno Hernández Piché: La casa pierde ◆ Leonardo Tarifeño: El trip de la muerte ◆ Jorge

Fernández Granados: Poesía de Tomás Segovia ◆ Julio Patán Tobío: Y Dios entró en La Habana

LiBROS
E N R I Q U E V I L A - M ATA S

Bolaño en la distancia
viene a la memoria el título de un bole- A propósito de todo esto, Juan Villo-
Roberto Bolaño, Los detectives salvajes,
Anagrama, Barcelona, 1998. ro, y lo cambio ahora maliciosamente pa- ro añadía por su cuenta: “En artes
ra escribir esto: Bolaño en la distancia. plásticas la figura del Gran Fantoche –la

E
l crítico Juan Antonio Ma- Una precisión ahora en relación con construcción de una personalidad deli-
soliver ha escrito en La Vanguardia lo de que soy un defensor de la extrava- beradamente engañosa– aún fue posible
acerca de Los detectives salvajes, la gancia. Masoliver no está haciendo sólo en Dalí o Warhol. En literatura hay que
novela de Roberto Bolaño: “propone un referencia a que defienda yo la rareza li- volver a la antigüedad de la bohemia
nuevo orden literario en el que entren teraria o lo excéntrico. Creo que no está para dar con quienes hicieron del des-
Monterroso, Ibargüengoitia o Monsiváis. hablando únicamente de esto. Más bien caro una estética y de la gestualidad una
Sus lectores ideales serían Luis Maristany, Masoliver está haciendo un guiño a un estrategia. Entre ellos el campeón abso-
Juan Villoro o Enrique Vila-Matas, es de- artículo que publiqué hace unos años en luto es Valle-Inclán”.
cir los defensores de la extravagancia”. la prensa madrileña y en el que me hacía Extravagancia, pues, entendida como
Es posible –me digo ahora– que haya eco de unas palabras de Juan Villoro, que la transformación de uno mismo en “un
acertado al considerarme un lector idó- a su vez se hacía eco de otras palabras, las personaje literario”. Vida y literatura
neo para la novela de Bolaño. De hecho, del escritor argentino César Aira, que bien abrazadas como el toro al torero y com-
me siento muy cercano a toda la obra del podría ser también un lector ideal de poniendo una sola figura, un solo cuer-
escritor chileno. Es posible incluso que Bolaño. Decía yo en este artículo: “Me en- po. Algo así como aquello que le decía
sea el escritor que más se parece a mí, o tero por Juan Villoro de las palabras del Kafka a Felice Bauer: “Mi manera de
viceversa: soy el escritor que más se pa- escritor argentino César Aira que, en una vivir está organizada únicamente en fun-
rece a Bolaño. La causa tal vez resida reciente entrevista, se refiere al mito lite- ción de escribir”. O esto otro, también
en la a veces casi aplastante coincidencia rario que domina nuestro fin de siglo, el dirigido a la pobre Bauer: “No es que ten-
en cuanto a gustos y rechazos literarios. del escritor gentleman, profesional, que no ga una cierta tendencia a la literatura, es
La verdad –si lo pienso bien– es que confunde los libros con su persona y des- que soy literatura”.
todo esto es muy nuevo y muy extraño deña el carisma como prolongación de la Extravagancia, por otra parte, enten-
para mí. Desde que empecé a escribir y obra. Eduardo Mendoza, Muñoz Molina, dida –se me ocurre ahora– como una
a publicar, nunca que yo recuerde me Juan José Millás y Javier Marías, por ejem- militancia alegre en el mundo de los es-
he encontrado con algún escritor que plo, ilustran a la perfección entre nosotros critores que no quieren tener pasaporte:
me recordara a mí. Sólo en estos dos este modelo de fin de milenio. Están ale- artistas del alma nómada, enemigos de los
últimos años se ha producido este extra- jados de Gómez de la Serna, que recitaba viajes obligados, que no siguen más rum-
ño fenómeno. desde el lomo de un elefante, o de Valle- bo que el de su propia estrella, aunque
Escribo esto y siento la repentina ten- Inclán, que se quejaba de que no le per- ésta sea distante como la estrella distan-
tación de alejarme un poco de Bolaño. Me mitían subir al tranvía con dos leones”. te de Bolaño. Artistas que no quieren pa-

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saporte alguno, como decía Jacques Au- la exhibición de dominio de tantos regis- más bien fatigo los anaqueles de los es-
diberti de sí mismo. Y añadía: “Mejor no tros lingüísticos, la novela de Bolaño critores de la levedad.
buscar./ Mejor lanzarse así, con la cabe- merece ocupar un lugar destacado en la No está mal, vuelvo a respirar alivia-
za baja./ ¡Y que suceda!”. narrativa contemporánea. Es tan sober- do. Cada vez tengo a Bolaño a más
Al artista del alma nómada que es Bo- bio el trabajo de lenguaje de Bolaño que distancia. Ahora lo veo muy claro: para
laño –del que ahora vuelvo a sentir la ten- este escritor se me aparece como un cla- Bolaño, artista del alma nómada y aficio-
tación de alejarme aún un poco más– ro extraterritorial dotado de puntos de nado a la multiplicidad (en lo primero
los versos de Audiberti seguro que le vista convincentes respecto al desorden coincidimos, en lo segundo no tanto), el
acompañan a muchos lugares en su del Universo y la manera de transformar- hombre se halla en el centro de todos esos
extravagancia radical: esa extravagancia lo en materia narrativa. múltiples sistemas interrelacionados de
que fluye serena a lo largo de las 447 pá- Yo diría que el autor de Los detectives los que he hablado. Y sospecho que, pa-
ginas de Los detectives salvajes. Tengo con salvajes ve el mundo como un complica- ra él, ese hombre se erige en su doloroso
Bolaño una gran afinidad con todos esos do sistema de relaciones, que es pro- paradigma. (De hecho, Los detectives salva-
seres errantes que aparecen en su nove- ducto a la vez de múltiples sistemas jes es una inteligente alegoría del destino
la: seres que a mí me parece que vagan en interrelacionados. Es decir que ve el mun- humano). Creo que el artista de la multi-
lugares extraños, en unas afueras que no do de un modo más o menos parecido a plicidad que es Bolaño sabe que lo
poseen un interior, como astillas a la –por citar a un gran escritor que seguro único que puede hacer el individuo para
deriva supervivientes de un todo que que Bolaño admira– como lo veía Carlo asimilar el caos que lo envuelve y que re-
nunca ha existido (las múltiples voces de Emilio Gadda. fleja en su propia naturaleza consiste en
la parte central del libro). Esas voces yo Es muy probable, por tanto, que Bo- abrir bien los ojos y tratar de registrarlo
diría que son astillas supervivientes laño pertenezca a la familia literaria que todo para luego intentar ordenarlo. Pero
extrañas a cualquier órbita –es decir, al- reúne Italo Calvino en torno a una de sus está claro que un hallazgo le conduce a
go parecido a los volátiles del Beato propuestas para el próximo milenio: la de otro y que estamos ante aquella flaca que
Angélico que inmortalizara Antonio la multiplicidad. pintaba a una gorda que a su vez pintaba
Tabucchi–, astillas que navegan en espa- Escribo esto y respiro aliviado y me a una flaca que pintaba a una gorda que
cios familiares que, sin embargo, son de distancio un poco más de Bolaño. No so- pintaba a una flaca, y así hasta el infini-
una geometría desconocida. mos –ahora me doy cuenta– ni mucho to, palabra que, por cierto, conoce muy
En Los detectives salvajes, a veces algu- menos tan parecidos como creía que lo bien Bolaño, que sabe que el infinito es
nas de las voces de la parte central me han éramos. Yo más bien soy un escritor de cierto, tan cierto como infinitos son los
parecido ya no sólo extravagantes sino otra sección del libro de Italo Calvino. Yo ruidos de los vecinos.
excéntricas a sí mismas, prófugas incluso
de la idea bolañiana –un adjetivo, por
cierto, de nuevo cuño– que las pensó. Y
una causa más que posible de que esto
ocurra reside en el impresionante traba-
jo de Bolaño sobre el lenguaje. De esta
novela tal vez lo más deslumbrante sea ese
trabajo de lenguaje, la cantidad de dife-
rentes registros de voces que Bolaño va
acumulando. Hay una extensa y brillan-
te utilización semántica de las diversas
voces que en la parte central de la nove-
la intervienen a modo de testimonio aza-
roso del misterioso destino de los dos pro-
tagonistas, de los dos detectives salvajes,
Ilustraciones: LETRAS LIBRES / Cees van der Hulst

Arturo Belano y Ulises Lima. Esas voces


o testimonios emitidos por los más diver-
sos personajes en fechas y lugares muy
alejados, de 1976 a 1996, pertenecen a
lenguajes muy diversos: coloquiales o
intelectuales, españoles o mexicanos…
Estamos ante un efervescente magma lin-
güístico de una gran variedad. Sólo ya por

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Li B ROS
E n r i q u e Vi l a - M ata s : B o l a ñ o e n l a d i s ta n c i a

Algo ahora sobre los ruidos de los Leopardi –me refiero a su deseo de qui- fotógrafo en La Plata de Bioy Casares (uno
vecinos: un texto del ya citado Carlo tar al lenguaje su peso hasta que se ase- de los autores más familiares al mundo
Emilio Gadda está dedicado a la tecno- mejara a la luz lunar– y sin embargo literario de Bolaño). Entre ese diario que
logía de la construcción, que desde la heme aquí convertido en un hombre que abre y cierra el libro –que es en definiti-
adopción del cemento armado y de los la- ha quedado enredado en el mundo de la va, según se nos dice en el texto, “una
drillos huecos ya no preserva las casas del multiplicidad de Bolaño, ese escritor que historia de poetas perdidos y de revistas
calor y de los ruidos. Gadda se extiende ve el mundo como un enredo, una mara- perdidas y de obras sobre cuya existencia
en este texto de una forma que revela en ña o un ovillo. nadie conocía una palabra”–, la historia
él a un gran maniático: se dedica a hacer Drama. Al querer alejarme de Bolaño de una generación –la mía y la de Bolaño
una minuciosa descripción grotesca de su he acabado acercándome aún más a él. Me y que, por nombrarla de alguna forma,
vida en un edificio moderno y de su queda una última oportunidad o tentati- podríamos llamarla “la generación de Ma-
obsesión por todos los ruidos de los veci- va para desenredarme del ovillo de mis yo del 68”–, una generación desastrosa
nos que llegan a sus oídos. divagaciones sobre Los detectives salvajes: co- –como muy bien él y yo sabemos–, una
En Los detectives salvajes las múlti- generación deplorable que a sus su-
ples voces o ruidos de los vecinos de pervivientes los ha dejado –nos ha
las historias de Arturo Belano y Uli- dejado– “confundidos a todos en un
ses Lima parecen inagotables. De mismo fracaso” y que conserva sin
hecho, esta novela tiene una estruc- embargo cierta dosis de humor y
tura que tiende a lo infinito, a algo melancolía, lo que no deja de ser un
tan infinito como el intento de re- desastre añadido al desastre gene-
producción de Gadda de todos los ral… En fin, entre ese diario que abre
ruidos de sus vecinos. Cualquiera, y cierra el libro, nos encontramos
además, que sea la historia que los con 400 páginas –casi pues el libro
mismos testigos de la misma cuen- entero– en el que el lector repara –lo
tan, el discurso siempre se ensancha diré con palabras del crítico Igna-
y se ensancha para abarcar horizon- cio Echevarría:
tes cada vez más vastos, y si pudiera
seguir desarrollándose en todas di- ...en que todas las voces, todas las
recciones llegaría a abarcar el uni- palabras, todo el tiempo transcurri-
verso entero. do durante el intermedio tiene el
En el Bolaño de Los detectives valor exacto de un instante de lu-
salvajeshay algo de desesperación ma- cidez, de un pliegue (el subrayado es
niática. Escribo esto y me pregunto mío) abierto de pronto para que
si en realidad el desesperado maniá- todos los personajes puedan ser
tico no seré yo. Quería hablar con la contemplados en su común huma-
máxima agilidad de la extravagancia nidad, y pueda deducirse así, del
y del efervescente magma lingüísti- absurdo tragicómico de sus vidas
co de la novela de Bolaño para no la constatación –escribe Bola-
poder pasar rápidamente al tercer ño– de nuestra ociosa culpabilidad
apartado interesante de este libro –el sino la marca de nuestra milagrosa
de la estructura originalísima– y aho- e inútil inocencia.
ra me doy cuenta de que llevo ya cinco mentar con rapidez la original estructura
folios y que el desesperado maniático soy del libro. Veamos. Una leve intriga –lo Ese pliegue bien podría ser también una
yo, que escribiendo sobre Bolaño me he único leve del libro: las investigaciones de grieta, una brecha. El tema de Los detec-
convertido en un escritor del casillero cal- Ulises Lima y Arturo Belano acerca de una tives salvajes bien podría ser una brecha,
viniano de la multiplicidad. escritora desaparecida hace tiempo en el el mundo infernal de una generación
Lo que son las cosas. He vuelto a acer- desierto mexicano de Sonora– sirve de te- agrietada, boca de sombra sibilina por la
carme a Bolaño. Creía haberme distan- lón de fondo o de pretexto para presentar que habla el infierno. Me recuerda esa
ciado algo de él, pero vuelvo a estar muy la historia, a lo largo de veinte años, de una brecha a una que aparece en uno de mis
cerca. Drama. Al escribir la primera lí- serie de poetas vanguardistas mexicanos. libros preferidos, la novela vanguardis-
nea de este comentario al libro de Bola- El diario de uno de ellos abre y cierra el ta Petersburgo, de Andrei Biely, una de las
ño me había propuesto ser ágil, seguir la libro. El ingenuo diarista tiene una voz con cuatro mejores novelas del siglo según
estela de aquello que siempre persiguió ecos del protagonista de La aventura de un Nabokov. En ella leemos:

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Ignorado, insensible, privado de pron- algo de él. Me acerco, me alejo, parezco acercarse. En fin, que ahora me voy de
to de gravidez y de la percepción de encontrarme en un círculo infernal en el Bolaño, pero me quedo, pero me voy, pe-
su propio cuerpo, el senador Apolón desierto de Sonora cuando viene de pron- ro me quedo. En fin, ese tipo de relación
Apolonovich elevó la vista; sus senti- to en mi auxilio un verso de Goethe, que literaria entre Bolaño y yo que parece ha-
dos no podían dar fe de que había ele- un personaje de la novela de Bolaño, Jor- ber dispuesto para los dos y para siem-
vado la vista hacia el parietal y vio que di Llovet, me enseñó ayer a pronunciar pre un destino común. Habrá que
no tenía parietal; allí donde el cerebro en correcto alemán: Alles Nahe werde fern. desafiar a ese destino cuanto antes.
está cubierto de recios huesos, donde Es decir, “Todo lo cercano se aleja”. Goet- La experiencia dice que no hay dos ca-
ya no hay visión, allí Apolón Apolo- he lo escribió refiriéndose al crepúsculo minos iguales. Opto por decir una frase
novich sólo vio en Apolón Apolono- de la tarde. Todo lo cercano se aleja, es que Bolaño ya no podrá decir nunca, es
vich un boquete redondo (en lugar del verdad, tengo que pensar que es verdad. mi desesperada forma de emprender
parietal); el boquete era un redondel De nuevo, respiro aliviado. Goethe me ha a última hora la búsqueda de un destino
azul; en este momento fatídico […], al- permitido volver a alejarme algo de Bo- diferente al suyo. Escribo esto: “Tu
go, con un rugido semejante al del laño. Sólo así, además, mi generación de- escepticismo, Bolaño, es el principio de
viento en la chimenea, succionó rápi- sastrosa, en su crepúsculo hoy hundida, la fe”. Y esta vez sí que me voy. Lejos que-
damente la conciencia a través del bo- podrá volver a resurgir. ¿Y por qué no da el pasado, todo está por venir, atrás
quete azul del parietal: hacia más allá pensar que Los detectives salvajes tiene algo para siempre han quedado nuestros
del infinito. de la literatura por venir? Con esta pre- destinos gemelos. En cuanto a los presa-
gunta cierro estas líneas sobre Bolaño. La gios, ya decía Wilde que simplemente
La grieta –tema y bloque central de Los verdad es que la pregunta la he formula- no existen. El destino no manda heral-
detectives salvajes– es un conjunto de cua- do por mi propio bien, la he formulado dos. Es demasiado sabio o cruel para
trocientos golpes o cuatrocientas páginas para amar y odiar al mismo tiempo su no- hacerlo. Por eso ahora me voy. Pero
con una casi infinita participación de múl- vela; la he formulado para acercarme lo me quedo. ~
tiples voces que comentan los trazos de máximo posible al mun-
las huellas de los dos detectives salvajes do de Bolaño y así de
y a la vez comentan cómo lo desastroso una vez por todas poder
se instaló en el centro de gravedad de la alejarme y hacerlo a ser
historia de una generación extravagante. posible en el crepúsculo
Los detectives salvajes –vista así– bien po- de esta misma tarde en
dría ser el boquete azul de un parietal trá- la que ya para mí todo lo
gico, la historia cómica de una brecha: una cercano se está alejando,
novela que bien podría ser –ahí donde la y lo que han sido unas
ven– una fisura, una rotura muy impor- cuantas palabras sobre el
tante para lo que hasta ahora ha ido ha- mundo novelesco de
ciendo una generación de novelistas: un Bolaño ya no son ahora
carpetazo histórico y genial a Rayuela de más que el boquete azul
Cortázar y de la que Los detectives salvajes de mi parietal trágico,
bien podría ser su revés, en el amplio sen- también el parietal de
tido de la palabra revés. Arturo Belano (con las
Los detectives salvajes –vista así– sería una mismas letras de Belano
grieta que abre brechas por las que habrán puede escribirse la pala-
de circular nuevas corrientes literarias del bra “nobela”), ese perso-
próximo milenio. Los detectives salvajes es, naje que, al igual que
por otra parte, mi propia brecha; es una tantos otros en Los detec-
novela que me ha obligado a replantear- tives salvajes, camina ha-
me aspectos de mi propia narrativa. Y es cia atrás, “de espaldas,
también una novela que me ha infundido mirando un punto pero
ánimos para continuar escribiendo, inclu- alejándose de él en línea
so para rescatar lo mejor que había en mí recta hacia lo desconoci-
cuando empecé a escribir. do”, tal vez hacia un
Decir esto me ha llevado a sentirme infinito limitado, allí
de pronto más cerca que nunca de Bola- donde todo lo cercano se
ño. Será prudente que vuelva a alejarme aleja para luego volver a

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Li B ROS
B RU N O H E R N Á N D E Z P I C H É vaje metáfora de un destino intransferi-
ble, pero en el que la salvación también

La mano del tahúr está a la mano.


“El extremo fantasma” es otro cuento
de tema deportivo en La casa pierde. Esta
vez la figura de un entrenador le sirve a
nio de los personajes que pueblan su obra Villoro para consagrar a la derrota como
Juan Villoro, La casa pierde,
Alfaguara, México, 1998. narrativa y cuyos destinos se cumplen una forma personal del triunfo. Después
siempre y solamente en forma accidenta- de recorrer una temporada exitosa

Q
uien tenga la dudosa afi- da, esos seres que recuerdan a Scott Fitz- con su equipo de futbol en el fin del
ción por enterarse de cuanto se gerald gritando aterrado ante una ciudad mundo, el técnico Irigoyen vuelve a en-
dice de sus escritores preferidos, que se deslizaba cada vez más lejana y di- frentarse, fuera del área chica, con esa
habrá escuchado ya la misma vie- fusa, cada día menos prometedora: “he barrera infranqueable que llegan a ser las
ja canción respecto a Juan Villoro: que ha perdido mi espléndido espejismo”. demasiadas lesiones y los marcadores
llegado a la deseada madurez después de Precisamente ahí, en la destrucción de desfavorables.
algunos escarceos juveniles demasiado un pasado que obliga, es donde Nacho Una tensión gemela anima “Correc-
prolongados; que su obra muestra, por fin, Barrientos encuentra su propia ruina. En ción”, un relato sobre las costumbres, usos
síntomas incuestionables de haber deja- “Campeón ligero”, relato con el que Juan y taras de la fauna literaria, pero también
do atrás la estación adolescente de la Villoro abre La casa pierde, el boxeador que una visión a contraluz de las fibras más re-
literatura mexicana. La categorización pe- liquidaba a sus contrincantes a fuerza de cónditas y los engranajes más finos que
rentoria, estrecha, está peleada a muerte masacrar a un viejo fantasma es noquea- mueven a un individuo hacia su particu-
con la condición cambiante de lar forma de decadencia. Quien
la literatura que realmente vale busque en este cuento material
la pena. Menos sujeta a moles- para documentar sus fobias en
tas revisiones en las aduanas de contra de los escritores u otros
la academia, lejos de los retenes materiales que sirvan para armar
donde se exige cartilla de iden- una exacta comparación del gre-
tidad y más atractivamente mio con ciertas mafias y cuerpos
apta para la aventura, es la tri- policiacos, se llevará una sorpre-
bu literaria que Enrique Vila- sa: el gran tema de este cuento
Matas ha proclamado como la es la compasión, lo mismo hacia
verdadera casa de Juan Villoro: las desavenencias personales
una caravana internacional de que ante el infortunio de los
narradores sin pasaporte, artis- otros; eso, más la prosa precisa
tas de alma nómada y enemigos de Villoro (“la mano de Laura
de los viajes obligados. duraba muy poco en la suya, sus
Lo dice Gombrowicz en al- miradas apenas se cruzaban, ella
gún lado: “Cuando escribo no empezaba a sobrarle y él a seguir
soy chino ni polaco”. No veo por qué el do por su propia sombra: el amigo de la una estrella que arruinaría su vida”).
lector esté obligado, él también, a ser tai- infancia que luego, hecho periodista, se Queda al lector hacer el recorrido
landés o mayor de 28 años al abandonar- convirtió hasta el final en su cronista más completo por las diez entradas de La
se a los agrados de lo narrativo. Además fiel. Como en otras historias de Villoro casa pierde. Refiero por último el que me
de los asombros que provoca la buena pro- –pienso sobre todo en “Espejo retrovisor” parece uno de los cuentos más logrados
sa, yo he encontrado en los libros de Juan y “Pegaso de neón”, ambas de su libro e inquietantes del volumen: “La estatua
Villoro un valeroso recuento de fracturas Albercas–, el fracaso como experiencia descubierta”. El relato es una defensa de
íntimas, felicidades y descalabros igual- límite otorga siempre una nueva, última la verdad a medias como método de su-
mente formidables. Más que un expe- esperanza. El ejecutor del campeón, un pervivencia, un alegato contra quienes
diente literario, algunos lectores hemos tránsfuga de la droga y las mesas de creen que en una relación, del tipo que
descubierto en los cuentos y novelas que redacción de un tabloide deportivo, de- sea, hay que decirlo todo y no quedarse
publica Villoro una extensión personalí- cide sacarse del cuerpo algunos golpes de- con nada en la chistera. Esa es, precisa-
sima de los afanes y las emociones pro- masiado duraderos y empieza su relato mente, la apuesta narrativa que estos re-
pias, un cúmulo de imágenes y atmósfe- junto a una ventana en la que los pájaros latos ponen en juego; esta es también, qué
ras perdurables en el indeleble testimo- se estrellan irremediablemente como sal- duda cabe, la mejor mano del tahúr. ~

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L E O N A R D O TA R I F E Ñ O ja se condenaba al infierno de la culpa y


el autocastigo. Después, entre la deten-

La muerte del ción en Texas y la muerte de Susan, pasó


lo que podría ser un buen material para
Hollywood: la difusión del LSD a partir
de la experimentación consigo mismo, la

Doctor Lisérgico condena a prisión por posesión de mari-


huana, su cinematográfica huida de una
cárcel de California, el rechazo de los Pan-
teras Negras a su pedido de asilo en
Argelia, su captura a manos de la DEA en
vard Psychedelic Drug Research Program Kabul, la acusación de tráfico de drogas
Timothy Leary, El trip de la muerte, Kairós,
Barcelona, 1998, 252 pp. y la declaración de ilegalidad de la psilo- y conspiración, los 42 meses que pasó en-
cibina. En el laberinto en llamas de su fa- carcelado, la liberación en 1976 y su pos-
ma como contraseña lisérgica, Timothy terior trabajo como asesor de empresas de

E
l inquietante laberinto vi- Leary no siempre ha salido vivo. Y no es computación, entre otras cosas. Pero fue
tal de Timothy Leary, prócer del sino la muerte la que lo revive con El trip un año después de aquel suicidio, tal vez
LSD y “el hombre vivo más peligro- de la muerte, texto definitivo y feroz en el como una forma biológica de expiación
so” según el entonces presidente nortea- que late la auténtica dimensión filosófica íntima, cuando al propio Leary se le de-
mericano Richard Nixon, comienza antes de quien ya no es, solamente, otro icono tectó un cáncer de próstata irreversible,
de su nacimiento y termina más allá de del tumulto contracultural de los sesenta. doloroso y fatal. Así, con los días conta-
su muerte. Destinado a difundir mundial- Esa muerte comenzó tres décadas dos y la angustia en el alma de sus ex
mente “la potencia creativa y antiautori- antes de que, a fines de 1996, un cohete esposas, hijos y amigos, quien fuera el des-
taria de las drogas psicodélicas”, sus desparramara las cenizas de Leary por el velo de Richard Nixon (y, también, par-
padres lo concibieron la noche del 17 de espacio, entre estrellas y satélites, hasta te del coro del “Give peace a chance” de
enero de 1920, apenas unas pocas horas convertirlas en hollín cósmico. Casi po- Lennon y Ono) despertó a la que sería su
antes de que Estados Unidos convirtiera dría decirse que su caso sirve para adver- última y más insolente paradoja: la ale-
al alcohol en una droga ilegal “y comen- tir cómo la muerte llega por contagio de gría ante la muerte inminente. “Incluso
zaran en este siglo los problemáticos in- otras: en 1966 Leary fue arrestado en La- en el caso de que hayas vivido como un
tentos oficiales por regular los tóxicos y las redo, estado de Texas, por posesión de palurdo irredento, puedes morir con tre-
sustancias que alteran la mente”. Como unos gramos de marihuana que no lleva- mendo estilo”, escribe en El trip de la muer-
psicólogo, en sus libros Interpersonal Diag- ba él, sino su hija Susan, de 18 años; casi te, su último libro y el mayor manifiesto
nosis of Personality y The Existencial Transac- 25 años más tarde, en 1990, los efectos de jamás escrito a favor de “una muerte de
tion sugirió la necesidad de un trabajo en aquella culpa latente y rozagante complo- diseño, inteligente”.
equipo entre el terapista y el paciente, taron para que Susan, detenida tras ¿Estilo para morir? Por cierto, en es-
explicitado en una “teoría de la terapia pegarle un tiro a su pareja mientras éste tas páginas no se trata de cómo palmarla
grupal” que se desarrolló rápidamente en dormía, se ahorcase en una celda de Los con alguna elegancia o misterio, de la ma-
todo el mundo menos en su país, Estados Ángeles con el cordón de una bota. no de frases célebres como el mehr licht!
Unidos, donde la Asociación de Psicólo- Rosemary, madre de Susan y segunda es- con el que Goethe despistó a la posteri-
gos Norteamericanos (APA) sólo la adop- posa de Leary, recordó tras semejante des- dad (“¿más luz?”, “¿más Lichtenberg?”)
taría casi 45 años después de enunciada. gracia que, efectivamente, Susan jamás o el igualmente enigmático rosebud de Wi-
Sus investigaciones acerca del consumo volvió a ser la misma después del inciden- lliam Randolph Hearst en Citizen Kane,
experimental de la psilocibina –el princi- te de Texas. “A Tim lo condenaron a 30 de Orson Welles. Para este Leary
pio activo de ciertos hongos alucinóge- años de prisión y 630,000 dólares de mul- moribundo, que escribe El trip de la muer-
nos– le permitieron concluir que “la ta, mientras que a ella le cayeron cinco te mientras piensa en un suicidio perso-
ignorancia acerca de las drogas psicodé- años. La de Tim fue la máxima pena en nal transmitido y comentado en directo
licas es la misma que se mantiene con la historia por posesión de marihuana. Y desde su homepage en Internet (www.leary-
respecto a la conciencia”, pero también im- Susan se sintió tan culpable por implicar .com), lo importante es resistirse al rol de
plicaron su expulsión del departamentode a su padre en algo que era de ella, que “paciente pasivo y/o víctima” de la agonía
psicología de la Universidad de Harvard nunca pudo reponerse”, señaló en una en- en la sociedad fabril para “abordar la
(él y Richard Alpert, su asistente, fue- trevista publicada en la revista Rolling muerte de forma semejante a como se vi-
ron los únicos docentes echados de Stone. Por rescatarla del purgatorio social, ve la vida: con curiosidad, esperanza, en
Harvard en este siglo), la clausura del Har- el psicólogo Leary no advirtió que su hi- una actitud de experimentador y con la

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Li B ROS
L e o n a r d o Ta r i f e ñ o : L a m u e rt e d e l D o c t o r L i s é r g i c o

ayuda de los amigos”. Preguntarse por la lucha por la soberanía individual en el cionamiento de nuestros cerebros”, escri-
muerte, qué es y cómo sobrellevar aque- mundo contemporáneo, caracterizado be el autor, quien aconseja adoptar como
llo de lo que es imposible relatar su ex- por la masificación cultural y la vigilan- buenas banderas para la vida –y la muer-
periencia, conduce al psiconauta y neu- cia política. No se trata, por ejemplo, de te– los lemas “Piensa por ti mismo” y
rofilósofo Leary a rastrear el sentido de defender la elección de la eutanasia ante “Desconfía de la autoridad”.
la vida y el futuro de la especie. Así, en un sufrimiento pavoroso e inútil; en la Con un optimismo tan alejado de los
primer lugar, el autor subraya que “el perspectiva del autor, la eutanasia es tan tabúes como próximo a la ingenuidad, el
objetivo de la existencia es evolucionar y sólo una elección posible, quizá la más propio Leary pensaba que todo esto
mutar en armonía con el mensaje del có- drástica del menú de muertes a disposi- podía ponerse en marcha a través del
digo genético”; en su visión de científico, ción del individuo del siglo XXI. “Qué pa- ejemplo de su tecnomuerte. Hasta había
descree de la existencia de un Dios úni- sos hay que dar, en lo político-cultural- contratado a una firma privada –Cryo-
co y creador –aunque concede que la vi- social, para proteger y reanimar los cere- Care Foundation– que se ocuparía de su
da en la Tierra tiene “un propósito y bros en hibernación”, se cuestiona Leary, cuerpo y cerebro. Sin embargo, apenas
un rumbo”– para reivindicar al biólogo y esa pregunta vuela sobre un cielo de le- dos semanas antes de su muerte, un ami-
sueco Svante Arrhenius, quien fue el pri- galidad incipiente, religiosidad desnuda go suyo descubrió que los encargados de
mero en enarbolar la teoría de la “pans- y ciencia voraz. El autor cree que si hay ese peculiar mantenimiento tenían un
permia dirigida”. Según Arrhenius, este un alma, esa alma es la mente, por lo cual acuerdo para escribir sobre ello en la re-
planeta habría sido sembrado con espo- vista Wired. A Leary le pareció que se iba
ras del espacio exterior, toda la corteza a comerciar con lo que él creía era un ex-
terrestre convertida en una inmensa perimento de efecto más cultural que pe-
granja galáctica de “semillas” de ADN cu- riodístico, así que finalmente se decidió
ya función sería “desarrollar sistemas ner- por la cremación y el vuelo interestelar
viosos capaces de descifrar la misión del en forma de cenizas. La anécdota quizás
ADN del mismo modo que el objetivo de sirva para saber qué grado de relación
la vida es mirar adentro y afuera y desci- hay entre las sugestivas profecías y de-
frar el objetivo de la vida”. Las estructu- seos del autor y una realidad que acos-
ras y piruetas del ADN, ciertamente, tumbra a manipular las teorías para sus
indican que la especie humana estaría propios fines.
hecha para mutar, sospecha que Leary En el límite de la psicoverborrea, es-
transforma en convicción y cuyo último condido tras un código de citas que va
ejemplar sería la llamada generación de de Isaac Newton a George Harrison y de
la red, “un nuevo estadio de inteligencia Aleister Crowley (el mago a quien se con-
neurológica, con cerebros electrónica- sideró “el hombre más malo del mundo”,
mente unidos”. Excesivo y contundente, desaparecido en un raro episodio que in-
el autor profetiza sobre algunas de las cluyó el testimonio de Fernando Pessoa)
transformaciones que vendrán (“la belle- habita en el cerebro; y con el cerebro, en a David Bowie pasando por Aldous
za de las tecnologías de la información- algún futuro no del todo incierto, podrían Huxley e Ilya Prigogine, Leary vuelve a
comunicación” estaría en ampliar las llegar a hacerse muchas cosas: congelar- anticiparse a su época con un libro vi-
fronteras del yo –proceso que se inicia con lo y activarlo tiempo después, mantener brante, un documento futurista pero no
Internet, donde la computadora es la pro- sus recuerdos o cambiarlos, ponerlo en de ciencia-ficción, un arrebato intelec-
longación humana en un espacio virtual– comunicación con otros cerebros igual- tual y moral en el que la metafísica, la
y permitir que “un individuo se extienda mente gélidos pero activos. Alerta ante el política, la cibernética, la biología y las
a través del tiempo y del espacio a la ve- debate ético que seguramente desperta- matemáticas se combinan para pensar el
locidad de la luz”, esto es, con la posibi- rá este póquer de posibilidades (discusión porvenir de la humanidad en tiempos
lidad de estar vivo en muchos sitios a la que comienza a surgir alrededor de la que seguramente serán más complejos y
vez y no sólo “en un diminuto pináculo inminencia de la clonación humana), El mejores. Bajo un punto de vista literario,
de espacio y tiempo”) y anuncia la que trip de la muerte aprovecha para colocarse El trip de la muerte es la primera autobio-
será la mutación más sorprendente: aque- del lado de la libertad individual: “qui- grafía intelectual escrita desde la tumba.
lla en la que se podrá decidir sobre la pro- zás seamos capaces de apaciguar nuestros Y del otro lado de la literatura, estas pá-
pia mortalidad o inmortalidad. temores ancestrales mediante el sentido ginas dibujan el mapa de un laberinto,
La conquista del derecho de decisión común, familiarizándonos con las dili- el último por el que se perdió el autor y
con respecto a la muerte aparece, en el dis- gentes partes de nuestro cuerpo y asu- del que hasta la muerte sale transforma-
curso de Leary, tan importante como la miendo con dignidad el control del fun- da en otra cosa. ~

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J u l i o Pat á n To b í o pinta de ser una apuesta política, no siem-


pre congruente, por la moderación y la
tolerancia. En efecto, Y Dios entró en La

Entre la fe Habana es un rastreo de posiciones fres-


cas (esas que hace algunos años se hubie-
ran llamado “revisionistas”) destinadas a

y la inocencia hacer posible una eventual Cuba posterior


a Castro anclada en una nueva izquierda,
capaz de sobrevivir a la vorágine del mer-
cado global sin necesidad de hacer pactos
con el diablo. Este acto de fe les cuesta no
dad de las lesbianas. Con este panorama, la excomunión, pero sí algo parecido al os-
Manuel Vázquez Montalbán, Y Dios entró en La
Habana, Planeta, Madrid, 1998, 713 pp. un lector de los procesos revolucionarios tracismo, lo que ya es mucho decir, a per-
del siglo XX se planteará, casi instintiva- sonajes tan variados como Carlos Franqui
mente, preguntas de no fácil respuesta y o Guillermo Cabrera Infante. Que valga

J
uan Pablo II combatió a las de muy distinta naturaleza. Primero, pre- como recordatorio de que el camino de la
dictaduras de la Europa socialis- guntas de orden local: ¿es posible que una fe tiene muchos finales, y de que uno de
ta con el fervor de un misionero dictadura como la castrista haya oculta- ellos, el más frecuentado, es el ridículo.
dispuesto a implantar la fe en el corazón do tan bien el fervor católico del pueblo En un sentido estricto, no debe pen-
mismo de la herejía materialista; Fidel cubano o, al contrario, ese fervor es una sarse en este libro como en uno más
Castro no se ha decidido a abandonar del reacción social ante el orden establecido? de los muchos cantos a la “mística revo-
todo el uniforme verde olivo y aún es El despliegue de cordialidad y tolerancia lucionaria”, hoy tan en boga. Vázquez
posible escucharle alguna nueva confir- exhibido por Castro, ¿es, en efecto, sólo Montalbán teje un retrato, no carente de
mación de la esencia marxista-leninista una muestra de pragmatismo político o acidez, de Fidel Castro y toda la nomen-
de la Cuba revolucionaria. Periódicamen- nace también de afinidades inconfesa- klatura cubana, al tiempo que ofrece un
te, el Papa nos recuerda que la Iglesia no bles, nacidas quizá en sus años de estu- foro a la facción menos destemplada de
transigirá en su defensa de la vida, es de- dio con los jesuitas? ¿Qué tan buenas, o la intelectualidad local –Eliseo Alberto y
cir, no cejará en sus condenas a la pena malas, han sido las relaciones entre el go- Jesús Díaz, entre otros. Este es, probable-
de muerte, el aborto o el uso de anticon- bierno y la Iglesia local desde el triunfo mente, el aporte más valioso de su traba-
ceptivos; en la isla del Comandante, bu- de los “barbones” en el 59? Y Dios entró en jo, si lo que se pretende es comprender
rocrática como es, no parece mucho más La Habana es, para empezar, una búsque- mínimamente las complejidades de un
difícil tramitar un fusilamiento que una da de las respuestas correspondientes. universo político mucho más sinuoso de
interrupción del embarazo. El líder del El libro se desarrolla con base en una lo que suele suponerse.
catolicismo institucional tiene 78 años; el suerte de coctel genérico hecho de ensa- Pero Y Dios entró en La Habana no ve li-
baluarte del socialismo latinoamericano, yo, crónica y reportaje. Con un pie en la mitado su espectro a los pocos kilómetros
71. Juntos, suman más de cinco décadas isla y otro en España, Vázquez Montal- cuadrados de la isla. El caso cubano per-
de gobierno y defensa de la fe o, propia- bán glosa la historia cubana de las últimas mite a Vázquez Montalbán especular en
mente, de dos gobiernos y dos fes que se cuatro décadas al tiempo que da voz a di- torno a otro tipo de preguntas, ya de or-
dirían incompatibles, férreos y, si de su versos actores políticos de todas las etapas den continental, que son las relacionadas
gusto se trata, incontestables. de la era revolucionaria. Y es la selección con las opciones y asignaturas pendien-
Así las cosas, del encuentro de los de entrevistados lo que le ha granjeado tes de la izquierda latinoamericana. De-
detentadores de semejantes curricula no más ataques de la crítica. Un comentaris- mostrado el fracaso de las guerrillas de
podría esperarse más que una verdadera ta habló de la “Cuba ausente” de Y Dios corte ortodoxo, y dados el peso específi-
colisión. Y no. Juan Pablo II llegó a Cu- entró en La Habana, que es la de los ciuda- co de las espiritualidades del continente
ba y, lejos de la hostilidad de las autori- danos de a pie, esos que no tienen capa- –piénsese en la teología de la liberación–
dades, se encontró con que éstas habían cidad alguna de decisión sobre el devenir y las sólidas raíces de las identidades
hecho hasta lo indecible para dar apoyo político de su país, y la del exilio de Mia- étnicas, la izquierda debe revisar crítica-
a una recepción masiva más que digna de mi, al que se cita largamente, pero no se mente su pasado y ofrecer una alternati-
sorpresa, si se toma en cuenta no sólo la le entrevista. Convendría añadir a otros va practicable al llamado “nuevo discurso
escasa tolerancia de Castro a muestras de dos grupos: el de los integristas de la único”, el del neoliberalismo. Parece una
fervor fuera del guión, sino también la vi- Revolución y a la Iglesia Católica. Median- conclusión llena de sentido común; la-
da religiosa isleña, sincrética al grado de te esta labor de rastrillo, Vázquez Mon- mentablemente, no es fácil apreciar en
incluir, por ejemplo, el culto a una dei- talbán se involucra en lo que tiene toda la qué premisas se fundamenta. Vázquez

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Li B ROS
Montalbán recurre a un buen número de JORGE FERNÁNDEZ GRANADOS
autores del continente –García Márquez
el primero–, revisa brevemente la actua-
lidad de varios países de América Latina
y reproduce un intercambio de correspon-
dencia –lleno de la más prístina inocen-
Tomás Segovia,
cia– con el Subcomandante Marcos,
pero no supera el nivel de la mirada a
vuelo de pájaro. Queda incumplido el
objetivo de crear desde Cuba una nueva
don del canto
propuesta de análisis para la realidad con-
tinental, demasiado ambicioso para un acrobático de la intuición auditiva pro-
Tomás Segovia, Poesía (1943-1997), FCE,
libro escrito a partir de enero de 1998, Madrid, 1998. ducen en sus versos una continuada cla-
cuando la visita del Papa, y publicado a rividencia: la clara visión que lo pasea, lo
fines de año. dirige entre las malezas y neblinas del len-

S
Después de militar en la oposición co- i tomamos al pie de la letra una guaje hasta su propia combustión sono-
munista al franquismo y ser expulsado del certidumbre acerca de la obra ra. Entra y sale de su melodía con la gra-
Partido Comunista, este escritor “todote- poética como unidad infragmen- cia de un delfín nadando. Incluso, en sus
rreno” se ha dado tiempo para publicar, table, sinfónica, que deja asentada Tomás primeros libros (Luz de aquí, El sol y su eco)
en catalán y en español, lo mismo poesía Segovia en uno de sus ensayos, cuando parece haber, un poco gasificado por la
y teatro que ensayo, crítica literaria, co- afirma: estética de la poesía pura, más canto que
mentarios deportivos (sigue al Barcelona sentido. O quizá, justamente, su sentido
con una lealtad incomprensible), cuento, Siempre he pensado que la poesía, con- es el canto.
novela, textos sobre gastronomía o, como trariamente a una idea muy difundi- Ahora bien, el canto para él tiene que
ahora, largas incursiones en el nuevo pe- da, es un arte de grandes conjuntos, y ver con la música, con la cadencia y con
riodismo. Lo mejor de Y Dios entró en La que sus fragmentos aislados sólo reve- la lírica, pero también con cierta pureza
Habana se encuentra en la herencia de esa lan su pleno sentido por relación a una del impulso que da sus vértebras al poe-
riqueza polígrafa, construida, como todas, vasta organización de la “Obra”. Lo ma. Sin dicho impulso, fisiológico e ini-
sobre el noble vicio de la lectura. En cam- cual no quiere decir que no se pueda, cial, el canto no pasaría de un ejercicio
bio, su otra herencia, la de la clandestini- a partir de un fragmento, de un poe- lingüístico. A este peculiar estado o dis-
dad y la rigidez del comunismo de mitad ma, inferir más o menos intuitivamen- posición se refiere en varios poemas (“So-
del siglo, desbarata sus mejores propósi- te el conjunto orgánico que supone. plo nocturno”, “Divinidad próxima”,
tos. Cuando se trata de fe, las tentaciones “Encuentro”, “Sitio pleno del día”), en los
de la prédica iracunda suelen vencer a la Si leemos con esta certidumbre, digo, su que ese ánimo toma cuerpo y aparece ba-
vocación de dialogar. ~ propia obra poética que ahora reúne por jo distintas formas y lugares, sin que sea
segunda vez (la primera se publicó en susceptible, no obstante, de un método
1980, por la misma casa editorial, y pre- para prever o fijar su visita. Este “invisi-
sentaba la obra reunida hasta 1976), no ble latido del pensamiento”, esta “desme-
sería infundado considerar que este vas- moriada lumbre”, entonces, es un ánimo
to conjunto efectivamente es eso, una ten- y también un don: “Un imán que no exis-
tativa sinfónica. te / mi brújula embrujaba, / un imposible
Hay más de una razón para aproximar- dardo deslumbrante / por mi bien me
la a este adjetivo. Por un lado, es sinfóni- punzaba el corazón”. Se trata de un don
ca por esta voluntad constructiva de desde el momento en que no es previsi-
“grandes conjuntos” y de “vasta organi- ble ni visible la llegada de este ánimo, las
zación de la obra” a la que él mismo se maniobras de este imán. Sólo sus frutos,
refiere; pero también lo es porque si una sus testimonios quedarán al alcance del
entidad rige la poesía de Tomás Segovia testigo. Estos testimonios de su visita son
esa entidad es la música. los poemas; más exactamente, el canto
En efecto, una de las columnas sobre que habita los poemas.
las que se levanta esta poesía está asenta- La noción del canto como un don pa-
da en su noción de canto. El canto, la con- rece evolucionar a lo largo de su obra. Si
fianza en la música, un dispositivo casi al principio sugiere que el canto es el re-

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sultado de un encuentro epifánico con Segovia en otro lugar–, según la etimo- cuerdo o deseo dan nacimiento a un nú-
una divinidad, un estado o una visión (en logía, ser encerrado afuera). El nómada es cleo radiante, mítico, en la posibilidad de
todo caso, se trata de un encuentro con quien está en todo lugar menos en su ca- la escritura: la operación poética de
lo otro), poco a poco afina esa fe y lo con- sa, porque no la tiene. Por eso ha de cons- reconstruir –o construir– con ella la in-
sidera algo que, más que estar en él, atra- truirla y ese trabajo le llevará la vida y termitente patria de la belleza. La casa de la
viesa al poeta, en forma de experiencia, será, también, una obra. La casa tiene que belleza. La casa del nómada. Hay que su-
de reconocimiento y de anagnórisis. Hay ver con la intemperie, es lo opuesto a ella. brayar aquí que para Segovia dicha be-
que tener en cuenta que una de sus tesis Cuando esa casa (esa obra) exista, el nó- lleza emana siempre del mundo, el cual es
es que el poema no es una categoría ni un mada dejará de estar en la intemperie, su fuente y único ámbito posible.
objeto sino un movimiento, una “unidad vi- dejará de estar encerrado afuera: “…unas Dice William Carlos Williams que
vida”. Es decir, que la poesía sería sus- pocas palabras / desde las cuales recomen- “El poeta piensa con su poema. Ahí resi-
ceptible de una fenomenología pero no de zar la pertenencia / reconstruir la trama de su pensamiento”. Intraducible, me te-
una lógica, por ejemplo, y que el poema del sitio donde aparecemos / del espacio mo, a otro lenguaje u otra codificación.
no puede ser separado de una estricta re- donde somos más mutuos que nuestros”. Sí, la obra de Tomás Segovia, su poesía,
latividad vital. Homenajes a lo vivido y Tal vez por eso el nómada se recono- es un largo meditar intraducible. ¿De
unidades de movimiento del ánimo, sus ce en el canto, porque los dos no tienen qué? De innumerables cosas que abarcan
poemas persiguen esa intemperie que les casa. Los dos han de levantarla en cada una vida. Por eso es intraducible. Pero
permite ser atravesados por la sustancia lugar y en cada día. Esa errancia lumino- acaso cultivan cierta continuidad (aquí se
del mundo, puesto que toda epifanía pro- sa aparece en numerosas ocasiones como acostumbra decir destacan, pero no es el
viene en última instancia de él. Es así la búsqueda de algo que de una u otra ma- caso), en mi opinión, las que acabo de es-
como la noción acerca del canto enfren- nera obliga al movimiento, a la exposi- bozar: las dos errancias, la del canto y la
ta sutiles reacomodos y ya para “El ción a la intemperie. Búsqueda de cierta del nómada, al fin semejantes en ese im-
poeta en su cumpleaños”, un poema me- primitiva pureza (no necesariamente de perativo de movimiento. Los encuentros
morable de su libro Terceto, es ahora el la inocencia) y la intuición que lleva o y desencuentros con la plenitud, ese “rei-
tiempo, el mundo, la vida, lo que atravie- devuelve a ella, a través de un itinerario no virginal de luz terrestre” que también
sa al poeta, en forma de don y de canto. de encarnaciones, de ofrecimientos es- es errante, y la posibilidad de la obra
El reconocimiento del don pero tam- pontáneos en la naturaleza o en la per- como casa. Este gran poeta, quien es un
bién de la identidad, la Anagnórisis que cepción de la naturaleza, que a la vez vitalista en actitudes y creencias, más de
vive es quizá –hasta en el título– un mo- caducan y emigran, que se disuelven al una vez ha afirmado que, si fueran cosas
mento central. No porque sea un vasto cabo de un tiempo y destierran una y otra distintas y hubiera que escoger entre la
poema orgánico y de compleja estructu- vez así al hombre de esa pureza, entre pos- poesía y la vida, se queda de todas todas
ra (como algunos han afirmado y se sue- tergada y perdida, cuya inminencia o re- con esta última. ~
le suponer; yo confieso tener mis dudas),
sino porque a partir de aquí Tomás Se-
govia identifica sus imanes embrujados.
Uno de ellos, capital, se relaciona con la
condición errante.
Lugar sin lugar, ámbito provisional:
por naturaleza, lo bello es efímero. Toda
belleza, como el canto, existe y luego no.
Se mueve o extingue de un lugar y de un
tiempo. Emigra. Tal vez por ello guarda
alguna semejanza con lo trashumante,
con la errancia de lo indetenible: “Pues
toda permanencia te condena. / Del tiem-
po es tu destierro”. La belleza también es
nómada. Está condenada a errar de un si-
tio a otro y a no quedarse en ninguno.
A estas alturas la identidad entre el
poeta y su canto, el nómada y la belleza,
ya está consolidada. El nómada ha naci-
do; o, más bien, ha sido expulsado (ser
expulsado quiere decir –nos dice Tomás

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