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CONSTITUCIÓN APOSTÓLICA
EX CORDE ECCLESIAE
DEL SUMO PONTÍFICE
JUAN PABLO II
SOBRE LAS UNIVERSIDADES CATÓLICAS
CONSTITUCIÓN APOSTÓLICA
EX CORDE ECCLESIAE
DEL SUMO PONTÍFICE
JUAN PABLO II
SOBRE LAS UNIVERSIDADES CATÓLICAS
Nacida del corazón de la Iglesia, la Universidad Católica se ha revelado siempre como un centro
de creatividad y de saber para el bien de la humanidad. Por su vocación la Universitas
magistrorum et schilarium se consagra a la investigación, enseñanza y formación de los
estudiantes, animados todos por el veritae, tienen el gozo de buscar la verdad, descubrirla y
comunicarla en todos los campos del conocimiento. Su tarea es la de <<unificar la búsqueda de
la verdad y la certeza de conocer ya la fuente de la verdad >>.
Juan Pablo II, mediante sus diversos viajes apostólicos, dio fe que la Universidad Católica es el
signo vivo y prometedor de la fecundidad de la inteligencia cristiana en el corazón de cada
cultura, siendo símbolo de esperanza en nuestro tiempo cambiante, convirtiéndose así en
portador de grandes promesas, bajo la acción del Espíritu de verdad y amor.
La Universidad Católica teniendo como convicción de que <<la verdad es su verdadera aliada …
y que el saber y la razón son fieles servidores de la fe >>, se consagra a la causa de la verdad,
siendo esta, su manera de servir.
El mundo de hoy, está caracterizado por los rápidos progresos en la ciencia y de la tecnología,
los que conllevan al crecimiento económico e industrial, así como a la búsqueda del significado
para garantizar el bien de cada persona y aunque es responsabilidad de cada Universidad
buscar esto, la Universidad Católica está llamada de modo especial a valorar las conquistas de
la ciencia y la tecnología en la perspectiva de la persona humana, pues <<está en juego el
significado de la investigación científica y de la tecnología, de la convivencia social, de la
cultura, pero, más profundamente todavía, está en juego el significado del mismo hombre >>.
2. La comunidad universitaria:
La universidad católica, forma una comunidad animada por el espíritu de Cristo. Cada
miembro promueve la unidad y contribuye en las decisiones para mantener y reforzar el
carácter católico de la institución.
Juan Pablo II, llama a los docentes a mejorar su competencia y a dar fe de la lograda
integración, entre competencia profesional y sabiduría cristiana. Asimismo, los estudiantes,
tienen el deber de poder ser el día de mañana, líderes calificados y testigos de Cristo.
El futuro de las Universidades Católicas depende, en gran parte, del empeño de los laicos
católicos, tanto así, que la Iglesia los ve con esperanza y confianza en el ejercicio de su
misión.
Toda Universidad Católica mantiene vínculos con la Iglesia por su identidad institucional.
Además, de los miembros no católicos se espera el respeto al carácter de la institución,
mientras que la Universidad a su vez, respeta su libertad religiosa.
Los obispos tienen la legítima autonomía de la cultura humana y especialmente de las
ciencias, es decir, reconoce la libertad académica de cada estudioso dentro de las
exigencias de la verdad y del bien común.
También la teología, como ciencia, tiene un puesto legítimo, pues los teólogos sirven a la
Iglesia mediante la investigación llevada a cabo respetando el método teológico. Ellos
estudian también los caminos a través de los cuales la teología puede proyectar luz a la
cultura actual, la cual busca compresión total de la verdad revelada.
La Universidad Católica está llamada a ser instrumento eficaz de progreso cultural para las
personas y la sociedad, por tanto, sus actividades de investigación incluyen los graves
problemas contemporáneos, prestando especial atención a las dimensiones éticas y
religiosas.
2. Pastoral universitaria:
3. Diálogo cultural:
4. Evangelización:
NORMAS GENERALES:
Una universidad aprobada por la Santa Sede, por una Conferencia Episcopal o por alguna
Asamblea de la Jerarquía Católica, debe incorporar las presentes Normas Generales en los
documentos relativos a su gobierno y someterlos a aprobación de la Autoridad eclesiástica
competente.
Puede ser aprobada por la Santa Sede, por una Conferencia Episcopal o por otra Asamblea de
la Jerarquía Católica. Con el consentimiento necesario, una Universidad Católica puede ser
eregida por un Instituto Religioso o por otra persona jurídica pública.
Al momento del nombramiento, todo el personal debe ser informado sobre la identidad
católica de la institución. Además todos los profesores deben respetar la doctrina y moral
católicas en su investigación y enseñanza. Todo el personal tiene la obligación de reconocer y
respetar el carácter católico de la Universidad. La educación de los estudiantes debe integrar la
dimensión académica y profesional con la formación necesaria en moral y religión.
Toda Universidad Católica debe mantener la comunicación con la Iglesia universal con la Santa
Sede. Esta institución contribuye a la acción evangelizadora de la Iglesia. Así como, todo Obispo
tiene la responsabilidad de velar por la buena marcha de las Universidades Católicas en su
diócesis para que mantengan su carácter católico. Así también se sabe que cada Universidad
Católica debe enviar periódicamente un informe de sus actividades a la autoridad.
Debe promover la atención pastoral de los miembros de la comunidad, así como el desarrollo
espiritual de los que profesen la fe católica.
Artículo 7. Colaboración:
CONCLUSIÓN:
La misión que la iglesia confía en las Universidades Católicas reviste un significado cultural y
religioso de vital importancia, pues concierne al futuro mismo de la humanidad, la tarea de
llevar el mensaje de cristo al hombre, a la sociedad y a las culturas. La acción salvífica de la
iglesia sobre las culturas se cumple ante todo mediante las personas las familias y los
educadores pues Jesucristo nuestro salvador ofrece su luz y su esperanza a todos aquellos que
se cultiven. Todos debemos tomar conciencia de su misión y descubrir cómo la fuerza del
Evangelio puede penetrar y regenerar las mentalidades y los valores que inspiran a las culturas.