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S A N C I O N E S EN LA I G L E S I A

LIBRO VI: cc« 1311-1399

INTRODUCCION:

A) Criterios que orientaron la reforma del Derecho penal:

1 En tomo al derecho penal de la Iglesia, en los años de la reforma del Código se desarrolló un amplio
debate que puso en discusión todo el sistema penal canónico. No faltó quien propusiera la abolición del derecho penal
canónico en cuanto tal, para reducirlo a una simple disciplina penitencial, que prescindiera de los conceptos de delito y de
pena. Sin llegar a tales extremos, se pusieron en discusión los principales institutos del derecho penal canónico. Así, no
pocos lanzaron la propuesta de abolir las penas latae sententiae; otros propusieron la abolición de la distinción entre las
penas medicinales y las vindicativas o expiatorias. El debate más intenso se tuvo en tomo a la naturaleza del fuero
interno y su relación con el fuero externo, como también su coordinación. En el debate fue sometida a revisión la noción
de excomunión

2 .- Cuantos llevaron sobre sí la responsabilidad de la reforma del Código de derecho canónico, vieron de
inmediato la necesidad de iniciar ios trabajos valiéndose de criterios orientadores (directivos) bastante precisos, para no
correr el riesgo de trabajar en el vacío. Se sabe cómo el Papa Paulo VI señaló desde el comienzo, como claro e indispensable
punto de referencia para la Comisión reformadora, el Vaticano II. El primer compromiso de la gran Comisión era el hacer
una lectura apropiada del Concilio y establecer principios directivos para la reforma del Código, de modo que ésta fuera en
verdad fruto del Concilio. El fruto no tardó en producirse; se establecieron los principios directivos, que más tarde por
iniciativa del Pontífice fiieron sometidos a la aprobación del Sínodo de Obispos, constituyéndose tales principios en las líneas
a través de las cuales se movió toda la reforma del Código (Cfr. Communicationes, 1969, p. 85).

Entre tales principios directivos hay algunos que se refieren explícitamente al derecho penal, otros hacen referencia
implícita o general.

3. - En cuanto a los criterios que se refieren a la reforma del derecho penal, encontramos sobre todo
que aparece en el n.9. Se establece abiertamente la necesidad de un derecho penal en ia Iglesia que, Hcomo derecho coactivo
propio de toda sociedad perfecta no puede desterrarse de la Iglesia". Se afirma sí el criterio de reducción de las penas. Se
establece también 1a tendencia a que "ias penas, en lo posible, sean ferendae sententiae”. Sin embargo, no se pueden abolir
las penas LS, las cuales "han de reducirse a pocos casos, más aún a poquísimos y gravísimos delitos" (Cornm., 1969. p. 85).

En lo que se refiere al fuero interno, el principio n. 2 afirma su necesidad "en cuanto que en la Iglesia por siglos ha
florecido como óptimo derecho. En el nuevo Código, por tanto, se han de dar normas "que se ocupen del fuero interno". De
modo muy particular se ha de procurar la mejor coordinación posible entre el fuero interno y el externo en el derecho penal;
se deberá adoptar el principio general en base al cual las penas "se impongan o remitan sólo en el fiiero externo".

4. - Además de estos principios que se refieren directamente a la materia del derecho penal canónico,
pueden recordar brevemente otros principios que, aunque válidos para todo el Código, dicen también referencia al derecho
penal. Hagamos mención del primero de los principios directivos que hace relación a la índole jurídica del nuevo Código,
exigida por la misma naturaleza social de la Iglesia; el principio n 3, que se refiere a los diversos medios que están al servicio
de la atención pastoral, para hacer evidente el espíritu: "por lo tanto, en las leyes del CIC debe sobresalir el espíritu de
caridad, temperancia, humanidad y moderación, virtudes sobrenaturales que distinguen nuestras leyes de cualquier derecho
humano o profano", de modo que "emeija enormemente la índole pastoral del derecho canónico". El principio n. 5, sobre la
aplicación del principio de subsidiaridad que exige "la conveniencia o la necesidad de contribuir a la utilidad principalmente
de las instituciones singulares, tanto por los derechos particulares creados por ellas como por la sana autonomía del régimen
1
de potestad ejecutiva a ellas encomendado. Señalemos, finalmente, el principio n. 6, sobre la tutela de los derechos de las
personas: "han de definirse y defenderse los derechos de las personas", de modo que no se presente ei uso arbitrario de la
potestad en la Iglesia.

5.- Dispensándonos de recorrer el camino que el nuevo derecho penal debió recorrer, antes de llegar a su
conclusión definitiva, nos limitaremos a examinar cómo tales principios directivos influyeron en la redacción final del Libro
VI de Código.

a) La brevedad:

La primera característica que aparece inmediatamente es la brevedad del nuevo ordenamiento penal si se
confronta con el Código precedente y, más aún, si se pone en relación con las legislaciones penales de la sociedad secular.
Con la nota de la brevedad se consigue también la simplificación y la claridad. Es útil hacer ver las razones que han hecho
posible tal brevedad:

- Ante todo la aplicación del principio de reducción de las penas canónicas. No se trata solamente de la
disminución de la tipificación de los delitos y de sus consiguientes penas. Hay algo más de fondo e importante. Se trata ante
todo de reducir el espacio de la coercitividad en la vida de la Iglesia y de ampliar el campo de la libertad. Sin pretender
adherimos a la teoría de quienes ven una contradicción entre libertad de conciencia y potestad coercitiva en la Iglesia, para
quienes no está permitido hablar de un derecho penal en la Iglesia, no se puede negar que la potestad coactiva en la Iglesia
tiene un particular significado y que la vida en la Iglesia no tiene sentido, si no es vivida en la adhesión libre de la fe. La dis­
ciplina en la Iglesia, antes que ser un problema de derecho penal, es ante todo y sobre todo un asunto de convicción, de fe y
de libertad. Así la misma potestad coactiva tiene sentido sólo en esta perspectiva. Ella, en efecto, no tiene eficacia alguna, si
en el fiel cristiano se viene a menos la fe y no hay la adhesión a la Iglesia como comunidad de salvación.

- Una segunda razón se encuentra en la aplicación del principio de subsidiarídad. La nueva legislación, en
efecto, "deja muchas cosas a las leyes particulares y preceptos penales, principalmente cuando se trata de las penas para cada
uno de los delitos.

Se proponen en forma cuidadosa y técnica los principios generales sobre los delitos y las penas, pero reducidos
solamente a algunos principios generales; se extiende ei campo para dar oportunidad a las normas particulares, que no
contradigan la ley universal. Además, los cánones sobre las penas para cada uno de los delitos son al máximo esquemáticos,
dando lugar así a los preceptos, que han de determinarse por las legislaciones particulares y los superiores, y poco es el
espacio otorgado a la ley general. De ahí que no pocos delitos tipificados en el C.I.C./1917 ya no encuentran lugar en el
nuevo Código. En este sentido ha de entenderse la norma del c. 1316 que solicita a ios Obispos diocesanos que "actúen de
modo que en la misma ciudad o región, arando se deban dar normas penales, lo hagan en lo posible con uniformidad.

- Una tercera razón es de orden técnico. En el Libro sobre las sanciones no hay definiciones. Esto responde a
una opción precisa: 'Téngase el máximo cuidado para omitir definiciones y otras cosas que competen más al oficio de los
doctores que al legislador". No pocos institutos han sido simplificados o suprimidos. Señalemos algunos: los cánones acerca
de la imputabilidad del delito y las causas eximentes o atenuantes se reducen a unos pocos cánones; no se encuentran ahora
los cánones que daban las definiciones y las divisiones de los delitos. El intento para el delito y el concurso para delinquir son
tratados en apenas dos cánones; desapareció la noción de penas y sus distinciones. A las penas medicinales sólo se les
dedican cinco cánones, de los cuales uno solo trata de la excomunión, otro del entredicho y un tercero sobre la suspensión.
Para las penas expiatorias sólo se dedican tres cánones.

Prueba palpable de la brevedad del actual derecho penal en la Iglesia, si se le compara con el antiguo, es que de los
219 cánones del Código caducado, sólo quedaron 89.

Desde un punto de vista técnico, además de la brevedad, ha ganado también la claridad. La Comisión se esforzó
para que las palabras y las locuciones se utilizaran con significación constantemente uniforme.

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- La brevedad resulta en particular de la reforma de algunos institutos importantes del derecho penal. Señalemos
algunos:
* El de la reserva de las penas. Se redujo y simplificó al máximo. La única autoridad competente para
reservar penas es la Sede Apostólica. En el CIC/83 sólo quedaron cinco penas medicinales reservadas a
la Santa Sede;
* El de las penas laiae sententiae;
* El de la excomunión: un solo canon;
* El de la remisión de las penas;
* El de la relación entre fuero interno y fuero externo.

b) Pastoralidad y misericordia:

Una segunda característica que resulta patente en el nuevo Código es la preocupación pastoral que se encuentra
en el nuevo derecho penal, en aplicación del tercer principio directivo, acerca de los medios pastorales para la búsqueda de la
salvación de las almas, que debe animar el derecho canónico. Leemos en las prenotanda del esquema de 1973: HSe ha dado
el máximo lugar a la misericordia cristiana, se han procurado al máximo las razones pastorales y se ha cuidado con todas las
fuerais para que el castigo nunca haga daño, y para que se tenga en cuenta la dignidad de la persona humana y la tutela de
los derechos. Numerosos son los cánones que demuestran tal preocupación:

- c. 1317: A las penas sólo se debe recurrir en casos de verdadera necesidad para preservar la disciplina de la
Iglesia. La expulsión del estado clerical no se puede establecer mediante ley particular;

- c. 1321 § 2 : Sólo queda sujeto a la pena el que haya delinquido con dolo (no simplemente con culpa), a no ser
que la ley expresamente diga otra cosa;

- c. 1321 §: No se da en la nueva ley la presunción de dolo, sino sólo la presunción de imputabilidad;

- cc. 1319 $ L 1334 § 2 v 1317: mediante el precepto no pueden establecerse penas expiatorias perpetuas. No
puede darse una suspensión latae sententiae. Por ley particular no puede establecerse la pérdida de estado clerical;

- Del análisis de las penas medicinales y expiatorias se observa que los efectos de las mismas fueron enormemente
mitigados;

- Las censuras o penas medicinales, que atañen a la intimidad de la vida del fiel y que son penas gravísimas, sobre
todo la excomunión, no se establecen, sino con la máxima moderación y solamente contra ios delitos más graves: c. 1318.

La templanza y la mansedumbre aparecen especialmente en la aplicación de las penas. Recordemos sobre todo el
c. 1341: se enuncian algunos criterios de suma importancia, ante todo la necesidad de proceder con medios pastorales no
penales. Sólo cuando estos resulten insuficientes, se puede recurrir a los medios penales. Aunque la pena prevista por la ley
sea obligatoria, el juez o el superior pueden diferirla, sustituirla por una más benigna o abstenerse de la pena ”según la
conciencia y su prudente discreción” (c. 1344).

c) Defensa y promoción de la justicia: En lo que respecta a la defensa y garantía de los derechos del fiel cristiano es
necesario recordar el c. 1399:

*A parte de ¡os casos establecidos en ésta u otras leyes, la infracción externa de una ley divina o canónica sólo pu ede ser castigada
con una pen a ciertam ente ju sta cuattdo a sí lo requiere la especial gravedad de la infracción y urge ¡a necesidad de preven ir o de
reparar escándalos

La discusión sobre el principio de legalidad en el derecho canónico viene desde tiempos antiquísimos. Con ocasión
de la reforma del Código se ha acentuado particularmente. No pocos propusieron que otro punto crucial de la reforma del

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derecho penal debía ser la introducción del principio de legalidad, de modo que ningún fiel pudiera ser castigado en la
Iglesia si el castigo no estuviera previsto anteriormente por la ley. Se pusieron asimismo de presente las dificultades para la
introducción del principio de legalidad en el derecho penal canónico. La solución fue un compromiso. La enunciación se dio
en el c. 221 § 3: M Los fieles tienen el derecho a no ser castigados con penas canónicas, sino de acuerdo a la ley* El c. 1399
precisa cuál ley. El fiel por tanto no puede ser castigado, en principio, si el castigo no está previsto en la norma. Se admite
una excepción fe. 1399). No se podía esperar razonablemente una solución diversa. No por esto parece haber en la Iglesia
peligros particulares de cometer injusticias, habida cuenta del sistema penal canónico, donde las penas son generalmente de
orden espiritual y se infligen solamente cuando se consideren inevitables para conseguir sus objetivos: restitución de la
justicia violada, reparación del escándalo y enmienda del reo. 4 - Je

En conclusión, el Libro VI del nuevo Código responde en gran parte a las expectativas y a los principios
directivos. Nos ofrece un verdadero derecho penal, acorde a las exigencias del Vaticano II y distinto de la disciplina peni­
tencial, particularmente de la sacramental. Su campo es el fuero externo. Se han tenido en cuenta las particulares
características del derecho canónico y las relaciones con el fuero interno, también el sacramental. El espacio del derecho
penal resulta enormemente restringido y sobre todo imbuido del espíritu de la misericordia y de la pastoral. Hasta tal punto,
que alguno pudiera preguntarse si la excesiva flexibilidad y la discrecionalidad del Superior o del juez puedan perjudicar la
eficacia d d derecho penal. La objedón pudiera tener sentido si d derecho penal canónico debiera regular la vida, no de una
comunidad de fieles, sino de simples dudadanos. Ninguna norma en la Iglesia sería sufidente si faltase la adhesión de la fe y
d convencimiento d d fiel cristiano. Donde, por d contrario, hay tal adhesión, pocas normas son suficientes, como además lo
demuestra la historia plurisecular del ordenamiento canónico.

B) Estructura y contenido:

El Libro VI del Código de derecho canónico se refiere a los delitos que tienen que ver con la Iglesia universal. Los
delitos que mdderi y tienen relevancia en las Iglesias Particulares^ en otras estructuras d d mismo o menor d v d se dejan a la
legislación particular de tales Iglesias o estructuras. Pero las normas generales que regulan el derecho penal de la Iglesia
universd constituyen también las normas reguladoras de la ley particular, la cual debe acomodarse a la norma general
contenida en el Código para todo tipo de legisladón sea general o particular. Las leyes particulares son más bien la apli­
cación-a las circunstandas-de Jos-tiempos y: lugares -de las-disposiciones -generales de la -legisladón penal universal, con las
particularidades propias de toda ley particular cuando están permitidas por la ley universal.

El título de Sanciones en la Iglesia es nuevo. En el Código de 1917 el libro correspondiente estaba intitulado
como "De los delitos y penas". El término sanción es mucho más amplio que el de penas, ya que contiene todo tipo de
penas, remedios penales y penitencias. El término sanciones se utilizaba con frecuencia en el Código caducado.

La materia d d Código vigente, como ya lo anotamos ampliamente, está sensiblemente redudda con respecto al
Código anterior.
A 2- .
El concepto de pena medicinal ha sido clarificado. Las tres penas medicinales o censuras; excomunión, entredicho
y suspensión no pueden ser en adelánte utilizadas, ni por ley universal m por ley particular, como penas expiatorias (antes
vindicativas), como sucedía en el pasado, sino sólo de acuerdo a su naturaleza, como penas medicinales encaminadas a la en­
mienda d d reo.

Las penas que antes se llamaban vindicativas ahora se llaman expiatorias, de acuerdo con el lenguaje de San
Agustín (De Cívitate Dei 21,13). El adjetivo vindicativo fue considerado como inapropiado ya que hace pensar en una
venganza de la Iglesia contra el reo.

Como ya lo señalamos atrás, la nueva legislación penal de la Iglesia tiene una orientación pastoral más acentuada
que en el pasado. Todo en la Iglesia seencamina al fin do la Iglesia, que es la salvación d e las almas. El nuevo Código, sin
duda, traduce muy bien en normas de derecho canónico y, en especial, en normas de derecho penal, las orientaciones y
expectativas del Concilio Vaticano H.
4
El Libro VI del Código, SANCIONES EN LA IGLESIA, está dividido en dos grandes partes:

I - DELITOS Y PENAS en general íce, 1311 - 1363);

Tit. 1 Castigo de los delitos en general (c.. 1311-1312);


Tit. 2 Ley penal y precepto penal (cc. 1313 -1320);
Tit. 3 Sujeto pasivo de las sanciones penales (cc. 1321 - 1330);
Tit. 4 Penas y castigos ( cc. 1331 - 1335):
Cap. 1 Censuras (cc. 1331 - 1335);
Cap. 2 Penas expiatorias íce. 1336 - 13381:
Cap, 3 Remedios penales (cc. 1339 - 1340):
Tit. 5 Aplicación de las penas (cc. 1341 - 1353);
Tit. 6 Cesación de las penas (cc. 1354 - 1363).

II. - PENAS PARA CADA UNO DE LOS DELITOS (cc. 1364- 1399):
Tit. I Contra la religión y la unidad de la Iglesia (cc. 1364 - Q69L
Tit. 2 Contra las autoridades eclesiásticas y contra la libertad de la Iglesia (cc. 1370 - 1377);
Tit. 3 Usurpación de funciones eclesiásticas y deíitus en el ejercicio de las mismas (ce. 137% - 1389),
Tit. 4 Crimen de falsedad (cc. 1390 - 1391):
Tit. 5 Delitos contra obligaciones especiales (cc. 1-392 -1396;
Tit. 6 Contra la vida y la libertad del hombre (cc. 1397 - 1398.
Tit. 7 Norma general.

************** **********************************

Primera parte

DELITOS Y PENAS EN GENERAL:


cc. 1311 - 1363?

I- LA NORMA PENAL

1) Sujeto activo o autor de la norma penal:

- Solamente es sujeto de la norma penal quien tiene potestad legislativa.

Anotaciones:

* Pueden dar leyes penales:

- El Romano Pontífice para toda la Iglesia Universal. Se vale normalmente de la Curia Romana, que obra en su
nombre y con su autoridad. Ningún Dicasterio de la Curia Romana tiene potestad legislativa independientemente
del RP. El Pontificio Consejo para la interpretación de los textos legales, cuando interpreta la ley, obra por
mandato del Romano Pontífice. Ni los decretos generales ejecutivos ni las Instrucciones de los Dicasterios de la
Curia Romana tienen carácter de ley.
5
- El Colegio de Obispos, en unión con el Romano Pontífice, para toda la Iglesia, ya en el Concilio ecuménico, ya
mediante acción conjunta de todos los Obispos esparcidos en el mundo, sí tal acción ha sido pedida o libremente
recibida por el Romano Pontífice.

- Los Concilios Particulares;

- Las Conferencias Episcopales, para el ámbito de su territorio. Las Conferencias Episcopales dan decretos
generales que tienen fuerza de ley si han sido autorizados o por el mismo derecho universal o por el Romano
Pontífice "motu proprio” o a petición de los Obispos.
&
- Los Obispos diocesanos y sus equiparados, en el ámbito de su territorio.
— = &
- Los Capítulos y los Superiores mayores de Institutos Religiosos clericales de derecho pontificio.

* La potestad legislativa de la cual gozan los legisladores inferiores al Romano Pontífice es indelegable, a no ser
que expresamente se les faculte por el derecho

* No ha de confundirse la autoridad que puede dar leyes penales y la autoridad que inflige o declara la pena o que
las hace cumplir. Infligir una pena, declararla o hacerla cumplir es u n acto de potestad judicial o ejecutiva, según
el procedimiento utilizado, a saber, judicial o administrativo. hx e

2) Variedad de las normas penales: cc. 1315 y 1327:

a) Ley universal penal: vale para toda la Iglesia. Sólo puede provenir del R P o del Colegio de Obispos.

La ley universal penal se constituye como tal de diversas maneras:

- Creando la ley penal: conformando como delito un comportamiento antieclesial y estableciendo la pena
respectiva, determinada o indeterminada, obligatoria o facultativa (c, 1382; 1377);

- Agregando una pena a una ley divina: ex.gr. el confesor que viola el sigilo sacramental: excomunión LS,
reservada a la Sede Apostólica (c. 1388);

- Agregando una pena a una ley eclesiástica: ex.gr. poner una pena a quien no asista a la Santa Misa (caso
hipotético).

b) Lev particular penal: Vale para el ámbito de un territorio, como la Diócesis, un Instituto Religioso, etc.

También, como la universal, puede hacerse de diversas maneras:

- Creando la ley penal;


- Agregando una pena a una ley divina;
- Agregando una pena a una ley eclesiástica;
- Agregando «na o más penas a una ley universalo particular;
- Determinando como obligatoria una ley penal facultativa;
- Determinando una ley penal indeterminada;
- Estableciendo circunstancias eximentes, atenuantes o agravantes a las ya establecidas por la ley universal
(can. 1327).
6
c) El precepto:

- Estableciendo una pena determinada (c. 1319);


- Previendo circunstancias eximentes, atenuantes o agravantes (c. 1327).

3) El precepto penal:

- En la medida en que alguno pueda imponer preceptos en el fuero externo en razón de la potestad de régimen, el
mismo puede también conininarcon un precepto pena! determ inado.

Anotación:

Se trata de un precepto penal, que por su naturaleza es un decreto singular, que ha de distinguirse de los decretos
generales, que son dados a una comunidad capaz de recibir leyes.

El precepto singular, por el contrario, se refiere a una persona singular o a personas determinadas, y ordena hacer u
omitir algo, particularmente para urgir el cumplimiento de una ley universal o particular, o de un decreto general.

El precepto singular es un acto de potestad de régimen y, por tanto, no puede provenir sino de quien tenga tal
potestad, aunque sea vicaria o delegada. Algunos tienen la potestad de régimen global o total: legislativa, judicial y ejecutiva.
Otros la tienen la una o la otra, pero no toda. Otros tienen toda pero en forma vicaria o delegada. La delegada siempre se
refiere y solamente a la potestad ejecutiva, en cuanto ni la legislativa ni la judicial puede delegarse, si la ley no lo prescribe
expresamente.

Pueden dar preceptos los que tienen potestad de régimen o de jurisdicción, ya propia, ya vicaria, ya delegada.
Por consiguiente, pueden dar preceptos:

1 - El Romano Pontífice;
- El Colegio Episcopal;
- Los Concilios regionales;
- LasConferencias Episcopales;
- Los Obispos diocesanos y sus equiparados;
- Los Obispos Coadjutores y los Obispos Auxiliares;
- Los Vicarios generales y episcopales;
- El Administrador Apostólico;
- Los Capítulos generales y Superiores mayores de Institutos Religiosos Clericales de derecho pontificio;
- Los Superiores de casas "sui iuris";
- Los Superiores locales de Institutos Religiosos Clericales de derecho pontificio ? Es dudoso.

4) Limitaciones:

a) A la ley penal en general

- Las penas han de establecerse en la medida en que sean verdaderamente necesarias a fin de garantizar
eficazmente la disciplina eclesiástica (c1317);

- Las penas LS sólo pueden establecerse:

—*> . para algunos delitos dolosos,


. q[ue causen especial escándalo y
y-, que no puedan ser eficazmente castigados mediante penas FS (c j 3 ] 8);
7
Las censuras, especialmente la excomunión, sólo pueden establecerse con la máxima cautela y sólo para los
delitos de mayor gravedad (c. 1318),

Anotación:
Se trata de una monición válida para los autores de la norma o precepto penal. El juicio concreto se deja a la
autoridad competente.

b) A la ley particular:

- El añadir otras penas a las ya establecidas por la ley universal, ha de hacerse sólo por motivos de gravísima
necesidad fe. 1315 § 3);

- La pérdida del estado clerical no puede establecerse en la ley particular (c Í3 17)

Anotación:
La pérdida del estado clerical sólo puede imponerse en los casos taxativamente contemplados en la ley universal,
ya que se trata de una pena gravísima. Ni siquiera lajey universal la impone como pena LS (c. 1336 § 2), ni puede
ser infligida o declarada por decreto (can. 1342 § 2), sino sólo mediante proceso judicial de un tribunal de tres o
cinco jueces (c. 1425 § 1 n. 2, § 2).

Las leyes penales de una misma nación o región deben darse con uniformidad;

c) Al precepto:

- Las penas indeterminadas no pueden establecerse mediante precepto. El precepto sólo admite penas
determinadas fe 1319 S 11;

- Tampoco puede la ley particular establecer penas expiatorias perpetuas (c. 1319 § 11;

- No puede establecerse mediante precepto la suspensión general LS con los efectos del c. 1333 § 1;

- El precepto penal sólo puede imponerse después de diligente reflexión y observadas las prescripciones y límites
establecidos por la ley particular, en los cc. 1317-1318 fe. 1319 § 21.

Anotaciones:
* Las penas expiatorias son las estableadas en los cc. 1336 - 1358. Entre ellas hay algunas que por su naturaleza
son perpetuas, como la dimisión del estado clerical;

• Con el_precepto penal se puede imponer la suspensión solamente de algunas o todos los actos de potestad de
orden, o de potestad de gobierno, o de todos o algunos derechos y funciones del oficio. Cabe aquí la pena LS.

5) Otras disposiciones:

- Cuiden los Obispos diocesanos de que, cuando han de establecer leyes penales, en la medida de lo posible éstas
seanuraformespara unmismo estado oregión fe. 1316).

En todo lo que los religiosos dependen del Ordinario del lugar, puede éste castigarles con penas.
8
EL- EL DELITO:

1) Concepto de delito:

En el Código actual, como se comentó en la introducción, no hay definiciones. Pero, los elementos esenciales del
delito pueden encontrarse en el contenido de varias normas que tienen que ver con la materia y particcdarmente en
e l e. 1321:

"Nadie debe ser castigado, a no ser que la violación externa de una ley o precepto que ha com etido le sea gravem ente im putable
p o r dolo o culpa".
-1 / > * ~ 2
EL DELITO ENTONCES ES LA VIOLACIÓN GRAVE Y EXTERNA, POR ACCIÓN U OMISIÓN, DE UNA LEY
O PRECEPTO PENAL, IMPUTABLE POR DOLO O CULPA

El delito consiste en un comportamiento antieclesial, es decir lesivo de algún bien propio de la Iglesia. Contra estos
comportamientos anormales, ía Iglesia reacciona de modo diverso, proponiéndose alcanzar diversas finalidades. La pena es
una de estas reacciones: consiste en la privación de un bien ectesial.

- Violación: hacer lo que la norma o el precepto prohibe, u omitir lo que estos prescriben;

- Norma o precepto penal: No toda violación de la ley es delito, sino sólo cuando se viola una ley o precepto penal:
una ley a la cual se ha añadido una pena o sanción. No hay que confundirel delito con el pecado.

El delito es siempre un comportamiento antieclesial que tiene grave incidencia en la comunidad eclesial. A tal
comportamiento ía Iglesia le impone una pena;

Violación grave:

Objetivamente: en materia grave o sea que cause un mal grave. El mal grave se valora con relación a la
sociedad edesiaí. El autor de la ley o precepto es quien juzga de la gravedad objetiva en sí misma y en sus
circunstancias.

Subjetivamente: que sea moralmente imputable al sujeto. El delito ha de ser atribuido no sólo al autor
material, sino también moral, esto es, al autor que sabe y quiere violar la ley o el precepto penal. Se requiere,
por tanto, que haya pecado mortal: deüberaciónt

C ~ Violación externa:

Los actos internos no tienen relevancia jurídica, aún en el caso de que sean graves. El acto es externo cuando es
perceptible por los sentidos. Es externo aunque nadie lo conozca o perciba.

Una acción externa puede ser:

- Conocida por toda la comunidad: pública;


- Conocida por una o algunas personas: notoria; i
- No conocida por nadie: oculta (ex. el aborto)

En cualquiera de estos casos hay delito: la falta por su naturaleza es perceptible. Pero hay delitos, que para ser
tales, requieren el conocimiento de al menos una persona: e 1330.

9
4"
2) Concepto de imputabiüdad:
-, . i n
Es la imputabiüdad una cualidad del acto humano (el que se realiza sabiendo y queriendo, libremente).

La imputabiüdad se refiere al sujeto en cuanto autor de un determinado acto. No ha de confundirse con la


responsabilidad que significa dar cuenta de los actos propios y de sus consecuencias a Dios, a la conciencia y a la
sociedad.

La imputabiüdad puede ser: FISICA, MORAL Y JURIDICA:

Física: el sujeto, con certeza, es el autor material del acto criminal.

Moral: el sujeto es autor consciente y libre del acto criminal. Esto quiere decir que el sujeto obra con DOLO O
CULPA

Jurídica: el sujeto, autor material, consciente y libre de su acción, debe responder en el fuero externo ante los
hombres, por haber violado uria nurnra penal.

Para la configuración del delito se requiere que la imputabiüdad sea al mismo tiempo física, moral y jurídica.

Según el c. 1321 $ 3 :

"Com etida la violación externa, se presu m e la im putabiüdad, a no ser que conste lo contrario".

De aquí se sigue que solamente para los,actos criminales ocultos, externos se entiende, la falta de grave
imputabiüdad moral o la ausencia de pecado grave pueden hacer que el deüto no se configure y que el sujeto no sea
responsable, aún jurídicamente. En los crímenes externos no ocultos, sin embargo, la imputabiüdad moral se presume, y la
ausencia de culpa moral grave hay que probarla.

Se tiene, sin embargo, solamente la presunción, pero no la certeza de la imputabiüdad moral. La presunción puede
ser superada o destruida mediante prueba contraria.

HL-DOLO Y CULPA:

Las fuentes de la imputabiüdad son el dolo y la culpa. Este es el principio fundamental de todo derecho penal ya
civil y a canónico.

A.- DOLO:

a) Definición:

En el actual no hay definición. Sus elementos se deducen del c. 1321 § 2 :

"Queda sujeto a la pen a estableada p o r una ley o precepto quien los infringió deliberadam ente..".

Én el CIC/17 se definía así, en el can. 2200 § 1: "Voluntad deliberada de violar la ley".

La raíz del dolo está en la voluntad deliberada, pero la voluntad no puede obrar sin el previo conocimiento de la
realidad. De ahí que los elementos esenciales del dolo sean:

- Conocimiento por parte del entendimiento;


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- Deliberación por parte de la voluntad.

* De parte del entendimiento se requiere el previo conocimiento de la ley penal o del precepto penal de manera
global y específica al mismo tiempo; se requiere entonces no sólo que una acción u omisión estén prohibidas o
prescritas, sino que a tal acción u omisión se ha anexado una pena determinada.

El conocimiento vago y genérico de la existencia de la ley o del precepto no es suficiente; para quien, sin culpa,
ignora que a la ley o precepto penal se ha anexado una pena no incmre en la pena LS fijada por la ley o el
precepto, como establece el c. 1324. §§ 1 y 3.

De igual modo se requiere que el sujeto conozca cuál es la pena determinada y específica anexa a la violación.
Quien conoce que hay una pena, pero no sabe cual, o quien erróneamente cree que hay anexa una pena, cuando
en realidad está anexa otra pena, no incurre en la pena establecida, según el mismo c. 1324 § 1 n. 9 y $ 3).

* De parte de la voluntad se requiere ante todo la libertad de obrar, esto es de poner o no poner un acto
determinado (criminar). Y, además, se requiere la voluntad actual positiva de poner aquel acto o como fin en si
mismo o como medio, para buscar un fin.

Tal libertad de obrar supone necesariamente el proceso deliberativo, mediante el cual la voluntad, ya iluminada
por el entendimiento, compara los motivos en pro o en contra d e la acción delictiva. En este proceso también
intervienen, además de la inteligencia y de la voluntad, las facultades inferiores del hombre: sensaciones,
percepciones, memoria, asociación, instintos, afectos, sentimientos, etc.

b) Clases de dolo:

d - En razón de la intención:

Genérico: El autor no tiene motivos determinados para violar la ley deliberadamente. Es una actuación
escasa.

Específico: El autor tiene un motivo determinado: odio, venganza, etc.

V - En razón del efecto buscado por el sujeto.

i Determinado: La voluntad se dirige a obtener la lesión de un bien específico: ex. gr. incendiar una casa
para destruirla;

0 Indeterminado: Se prevén y quieren los efectos. Cuando se apalea a ciegas al enemigo, previendo una
mutilación, lesión o muerte.
/y
Directo: El sujeto, dándose cuenta del nexo de causalidad entre la acción u omisión y el efecto criminal,
positivamente quiere tal efecto prohibido;

Indirecto: Lo mismo, pero en el caso no se persigue el efecto. No se busca directamente.

B.- CULPA:

o Definición: El Código vigente no define la culpa, pero en el c. 1321 § 2. leemos:

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"Queda sujeto a la pena establecida p o r una ley o precepto quien los infringió deliberadam ente; quien lo hizo por om isión de la
debida diligencia, no debe ser castigador, a n o se rq u e la le y o e l precepto dispongan otra cosa".

O / LA CULPA es, por tanto, LA OMISION DE LA DEBIDA DILIGENCIA

La culpa se diferencia del dolo por el hecho de que el evento delictivo no es querido directamente ni como fin ni
como medio, sino que es causado indirectamente por la falta, precisamente, de ia debida diligencia en su previsión, mientras
se podía preverlo, y se estaba obligado a evitarlo, o, previsto al menos confusamente o como probable, no se hizo nada para
impedirlo, cuando se estaba obligado a evitarlo.

Si no fue previsto, ni siquiera confusamente o como probable, el efecto delictivo debe considerarse más bien como
fortuito, y por tanto no imputable del todo.

El fundamento de la imputabilidad por culpa es el deber general de respetar las leyes y las reglas de la convivencia
social. Esto exige que se ponga la diligencia necesaria o debida, a fin de que los efectos prohibidos no se sucedan como
consecuencia de la propia acción u omisión, ni fuera de la propia voluntad.

La diligencia es debida si se usa en la medida que el caso lo requiera. Más aún, las circunstancias pueden exigir más
diligencia. Un médico que hace operaciones de alta cirugía n o sólo deber tener la competencia específica y necesaria,
proporcionada a la operación que se realiza, sino que debe poner gran diligencia, proporcionada también a las operaciones y
a los peligros a los cuales está sometido el paciente.

La debida diligencia es aquella que normalmente tienen los hombres en circunstancias semejantes.

Por omisión de la debida diligencia se entienden: la negligencia, la inobservancia de las normas específicas, la im­
prudencia, la incompetencia, la incapacidad e ineptitud en ciertas inaterias, la ignorancra de la ley .

2) Condiciones para que la omisión de la debida diligencia se vuelva culpa jurídica:

Por parte del objeto, es necesario que el efecto criminal nazca de la acción o de la omisión con nexo de
causalidad (causa-efecto). Puede tratarse de acción u omisión. Ex.gr.: no cerrar el tabernáculo con llave, como está
prescrito, da ocasión a los malintencionados para profanar las especies sagradas.

No basta que la acción u omisión sea una simple ocasión. Ninguno está obligado a responder de los efectos que no
dependen de la propia voluntad.

De parte del sujeto, se requiere:

- El efecto criminal, previsto, se debe impedir positivamente. El sujeto, previsto el efecto, debe tener
obligación, originada en cualquier fuente, de impediría Si, por d contrario, d sujeto no estaba obligado, simpiemente se ha
servido de su derecho de hacer u omitir una acción. El efecto, en el caso, está legítimamente permitido y, por tanto, no se le
pueée imputar por culpa.

Para que el sujeto no tenga ninguna obligadón de impedir positivamente el efecto criminal que, en su previsión,
seguirá fuera de su intención, se requiere:

- Que la acdón u omisión sean buenas o al menos indiferentes; que no sean, por tanto, intrínsecamente
ilícitas, o no estén prohibidas; el aborto, por ejemplo, es intrínsecamente ilícito;

- Que la acción u omisión no estén ordenadas únicamente a producir el efecto malo, sino que por su

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naturaleza produzcan también un efecto bueno, el que precisamente busca el sujeto;

- Que el efecto bueno se siga de la acción u omisión con al menos igual nexo de causalidad que el efecto
criminal, en otros términos, que el efecto bueno no se siga mediante o a través del efecto malo. Ejemplo típico es aquel de la
muchacha que aborta para evitar la deshonra: el efecto bueno, o sea la conservación del honor, se obtiene a través del efecto
malo, el aborto, intrínsecamente malo. Otro ejemplo podría ser aquel de la mujer que aborta para quitar una
descompensación cardíaca. Es sin embargo lícito a una mujer tomar una medicina directamente curativa de una enfermedad
grave, aunque se prevea que pueda seguir el aborto. Pero si la curación se tiene solamente por el hecho de! aborto o a través
o como consecuencia del aborto, la medicina no se podría decir curativa de la enfermedad, sino sería causa directa del
aborto; en este caso se daría el delito;

- Que haya un motivo suficiente para permitir el efecto malo. Tal motivo debe ser tanto más grave cuanto
peor sea el efecto malo, cuanta mayor sea la certeza que se tenga, cuanto más inmediatamente se siga, cuanto más graves
sean las obligaciones personales (piedad, contrato, etc.) que imponen evitar el efecto, y cuanto más sea probable que,
dejando la acción o evitando la omisión, el efecto no se sucederá. En la práctica, normalmente basta el mismo efecto bueno
para constituir el móvil que justifique la permisión del efecto malo;

El efecto criminal se puede prever, al menos confijsamente o como probable, usando la debida diligencia
normalmente utilizada por los hombres prudentes en similares circunstancias.

Si no se podía prever, se da el caso fortuito. Es evidente entonces que no puede achacarse por culpa del sujeto;

-Que el efecto criminal, una vez previsto, pueda ser impedido por el sujeto. Si no tiene ninguna
posibilidad de impedirlo, es evidente que el efecto criminal se sucede fuera de la voluntad y, por tanto, se ha de hablar de
caso fortuito, no de culpa.

Hay que considerar finalmente un elemento importante que mira a la vez el grado del nexo de causalidad entre la
acción u omisión y el efecto criminal, también la previsión de! mismo efecto.

Si el sujeto prevé tal efecto como cierto e inevitable, y, no obstante, obra u omite obrar, sin ninguna precaución
para impedirlo, la violación de la iey o del precepto no es culposa, sino dolosa, ya que se dan los elementos del dolo,
previsión por parte del entendimiento y decisión por parte de la voluntad que, no obstante tal previsión, obra o deja de obrar.

Si el efecto criminal es por el contrario previsto solamente como posible o probable, y evitable, y el sujeto errónea­
mente estima poderlo evitar, sin utilizar remedios preventivos particulares, o, si los usa, lo hace insuficientemente, se tiene la
culpa, no el dolo. Por ejemplo, un accidente de tránsito causado por exceso de velocidad. Con tal velocidad se puede causar
o no causar un accidente. El sujeto piensa que no pasará nada, porque nunca le ha sucedido nada en las mismas condiciones.
O puede pensar que pondrá atención, etc.
*
En todos estos casos se da la culpa, no el dolo.

El efecto criminal, que podía ser previsto al menos confusamente o como probable utilizando la acostumbrada
debida diligencia de los hombres en parecidas circunstancias, no fue de hecho previsto, porque no fue utilizada la debida
diligencia (por pereza, incuria, facilonería, etc.); o, si previsto, no fueron empleados para evitarlo o impedirlo los
acostumbrados medios o las acostumbradas precauciones, normalmente tomadas por los hombres prudentes en
circunstancias semejantes. Aquí se tiene la culpa plena.

3) Títulos para la inmutabilidad

Siendo dos las fuentes de la imputabilidad, el dolo y la culpa, el c.1321 $ 2 requiere la imputabilidad por dolo para
incurrir en la pena, no siendo suficiente la imputabilidad por culpa, a no ser que expresamente lo diga la ley: prescribe el
13
canon citado:
*Queda sujeto a la pena establecida p o r una ley o precepto quien los infringió deliberadam ente; quien lo hizo por om isión de la
debida diligencia , no debe ser castigado , a no ser que la ley o e l precepto dispongan otra cosa'.

En razón de esta norma, una persona incurre en la pena prevista por la ley o el precepto solamente cuando viola la
ley o el precepto con dolo. Incurre también en la pena cuando viola la ley o el precepto por culpa cuando la ley o el precepto
lo contemplan expresamente.

Es por esto que para la configuración del delito se requiere que la violación de la ley o del precepto sea gravemente
imputable. Si hay delito por culpa, ésta debe ser grave. En la práctica un delito se da a título de culpa si la culpa es máxima o
próxima al dolo. En este caso, sin embargo, es difícil distinguir si el delito se dio con culpa o con dolo. En la duda, se debe
estar por la culpa.

La culpa leve o la levísima no son suficientes.

4) La presunción de la imputabilidad:

- "puesta la violación externa - recita e l c. 1321 § 3. se presum e la im putabilidad, a no ser que conste otra cosa".

En el CIC/83, a diferencia del antiguo, se habla de la presunción de imputabilidad y no de la presunción del dolo.

Pero, puesto que las fuentes de la imputabilidad son el dolo y la culpa, debe deducirse que, sucedida la violación
externa de la ley o del precepto, se presume tanto el dolo como la culpa, según el caso.

Sin embargo, en la norma vigente, para que se incurra en la pena, se requiere generalmente la imputabilidad por
dolo, y no por culpa, a menos que la ley diga otra cosa. De ahí que haya que concluir que también en el actual ordenamiento
jurídico se presume el dolo o la imputabilidad por dolo, una vez sucedida la violación de la ley o el precepto, con excepción
de los casos establecidos por la ley, en los cuales, al bastar sólo la culpa para configurar el delito, ha de presumirse la culpa o
la imputabilidad por culpa.

La presunción de la imputabilidad puede ceder frente a la prueba contraria. Se trata de una presunción solamente
de "derecho”, que admite prueba contraria.

5) Grados de la culpa:

En la doctrina se distinguen varios grados de culpa, ordinariamente: gravé, leve, levísima.

- La culpa es grave, si no se ha utilizado de ninguna manera la debida diligencia, la que acostumbran los hombres
prudentes en circunstancias semejantes.

Én la culpa grave pueden darse varios grados, hasta llegar a la máxima o próxima al dolo. A esta culpa
generalmente se refiere la ley cuando prevé la imputabilidad por culpa.

En el ámbito de la culpa grave tiene especial importancia la impericia en la actividad profesional. El sujeto no tiene
ios principios, la doctrina o la técnica requerida para ejercer su profesión. Si se da cuenta de sus límites, no debe ejercer la
profesión. Si la ejerce es responsable por culpa de cuanto pueda suceder en el ejercicio de su profesión.

Más grave es todavía la temeridad profesional o imprudencia cualificada, sin duda próxima al dolo. Un cirujano
común no puede realizar una operación de alta cirugía (del cerebro, del corazón, etc. Si la hace es responsable por culpa de
todo lo que pueda suceder. Salvo el caso de extrema necesidad.

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La culpa es leve, si ha sido utilizada la diligencia común, pero no aquella que suelen utilizar los hombres prudentes.
Esta culpa tiene poca relevancia jurídica.

La culpa es levísima cuando ha sido utilizada la diligencia que normalmente utilizan los hombres prudentes en
circunstancias parecidas. No tiene relevancia jurídica.

IV.- CIRCUNSTANCIAS DEL DELITO (Sujeto pasivo de las leyes penales):

Las leyes penales en la Iglesia no obligan sino a los bautizados en ella o a aquellos ya bautizados que hayan sido recibidos
formalmente en ella. Pero, además ue este principio general, para incurrir en la pena se requiere la inmutabilidad por dolo, o,
si la ley lo dice, también por culpa. Por otra parte, para la aplicación de las penas, hay circunstancias que eximen de su
aplicación o la atenúan.

1) Delito e inmutabilidad:

El delito una vez cometido subsiste independientemente de su imputabilidad. Las circunstancias eximente o atenuantes u
otras condiciones no lo hacen desaparecer, sino que solamente impiden que la persona sea castigada o que sea castigada con
la máxima pena prevista o con una mayor. En otras palabras, la persona que violó la ley o el precepto, cometió el delito,
pero no es castigado, o si es castigado, lo es en medida reducida. Así por ejemplo, un menor de 16 años que comete un
homicidio, no puede ser castigado con penas canónicas, pero esto no quiere decir que no haya cometido el delito.

El derecho considera un único caso en no hay delito aunque se haya producido materialmente la violación de la ley
penal: los niños menores de 7 años, y los habitualmente desprovistos de razón, que son incapaces de delinquir:

"Se consideran incapaces de com eter un delito quienes carecen habitualm ente de uso de razón, aunque hayan infringido una
ley o precepto cuando paredón estar san osrt (c. 1322).

El canon no dice que están exentos de la pena, sino que son incapaces de delitos.

"Quien carece habituabnente de uso de razón se considera que no es dueño de s í m ism o y se equipara a los infantes" (c, 99).

"El m enor, antes de cum plir los siete años, se llam a infante, y se le considera sin uso de razón.» ”(c.97 § 2).

De estos cánones se deduce que también el niño menor de siete años, a quien se presume sin uso de razón, es
incapaz de cometer delitos.

En estos casos hace falta un elemento esencial para la configuración del delito, el subjetivo. Quien está privado del
uso de la razón, no es capaz ni de dolo ni de culpa.

La ley, en el c. 1323 a 6. prevé también el caso de una persona momentáneamente privada del uso de la razón,
pero, si bien lo exime de toda pena, no considera el caso en la misma medida de la persona habitualmente privada del uso de
la razón. El delito subsiste, pero al reo se le exime de la pena.

Las circunstancias del delito están clasificadas en el c. 1327 como eximentes, atenuantes o agravantes. Todas se
refieren al elemento subjetivo del delito, esto es a la persona y la imputabilidad Algunas se refieren a la esfera intelectiva,
otras a la voluntad, influyen de modo que quiten, disminuyan o aumenten la imputabilidad.
^ 2 ) Circunstancias eximentes:

Son aquellas circunstancias que eximen de toda pena, pero, como ya anotamos, no hacen desaparecer el delito:

c. 1323: No queda sujeto a ninguna pena quien,


cuando infringió una ley o precepto:

1. - A ún no había cum plido 16 años;


2. - ignoraba sin culpa que estaba infringiendo una ley o precepto; y a la ignorancia se equiparan la inadvertencia y e l error;
3. ~obró p o r violencia, o p o r caso fortu ito, que no pudo preverse o que, una vez previsto no pudo esitar;
4. - actuó coaccionado p o r m iedo grave, aunque lo fu era sólo relativam ente, o p o r necesidad o para evitar un grave perjuicio, a
íto ser que e l acto fu era intrínsecam ente m alo o redundase en daño de las alm as;
5. - actuó en legítim a defensa contra un injusto agresor de s í m ism o o de otro, guardando la debida m oderación;
6. - carecía de uso de razón , sin perjuicio de lo que se prescribe en los cc. 1324 § 1, 2 y 1325;
7. -ju zg ó sin culpa que concurría alguna de las circunstancias indicadas en los nn. 4 o 5".

Anotaciones:

* M ENOS DE 16 AÑOS: el sujeto por debajo de los 16 años no está sujeto a pena alguna por los delitos cometidos.

* IGNORANCIA DE LA LEY O DEL PRECEPTO : si no hay culpa en el estado de ignorancia de la ley o


precepto penal, no se incurre en pena alguna. A la ignorancia se equiparan la inadvertencia y el error.

Sin culpa: que se haya puesto la debida diligencia. Se presume aquí la buena fe de la persona.

Cuando se ignora no la ley, sino que ésta incluye una pena: si se trata de pena FS, no se exime de la pena
establecida por la ley, pero ia pena debe ser mitigada o sustituida por una penitencia; si se trata de una pena LS, hay
exención de toda pena fe. 1324 S 1 n. 9: § 31.

* VIO LEN CIA FÍSICA Y CASO FORTUITO: quien obra por violencia física o por caso fortuito, que no pudo
prever o, previsto, no pudo remediar, no incurre en pena alguna:

La violencia física para obrar u omitir, es una fuerza que proviene del exterior y a la que no se puede resistir. Tal
violencia se ejerce sobre el cuerpo.

El caso fortuito se tiene cuando de la acción u omisión de la persona, se origina un efecto antijurídico o criminal
que la misma persona no pudo prever, ni siquiera confusamente o como probable, o, previsto, no pudo aportar ningún
remedio válido. Falta en el caso totalmente el elemento subjetivo del delito, la imputabilidad en su doble fuente: dolo o
culpa.

El can. 125 § 1 considera viciado, sin valor, el acto puesto bajo violencia física externa, a la cual la persona no
pudo resistir.

* M IED O G RA V E (también grave necesidad y grave incomodidad): quien obra en estas circunstancias, a no ser
que el acto fuese intrínsecamente malo o causase daño a las almas, queda exento de las penas.
El miedo o coacción moral es la perturbación de la mente ante un mal grave inminente inferido por un agente
externo racional para sí mismo o sus aüegados^i obra o deja de hacer algo.
El miedo, lo hemos de recordar no quita la voluntariedad del acto, pero sí la altera: "Coacta voluntas est semper
voluntas”.
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El temor puede ser grave o leve. Es grave cuando normalmente es suficiente para influir en un hombre prudente y
fuerte. Puede ser absoluto o relativo. Absoluto si el mal con el cual se amenaza es por su naturaleza grave, como la muerte,
la mutilación, la lesión grave, la cárcel, el exilio, la infamia, la pérdida del honor, la pérdida de la posición social, etc. Este
mal influye gravemente en toda persona normal. Es relatívt), si lo es para una persona determinada teniendo en cuenta sus
circunstancias concretas: edad, sexo, educación, posición, temperamento, salud, etc.

Ahora bien la gravedad del miedo ha de valorarse siempre teniendo en cuenta los elementos objetivos: el mallen
sí; y subjetivo, la persona a quien se amenaza en sus circunstancias concretas.

El can. 125 $ 2 establece que el acto puesta por miedo grave e injusto es válido, a menos que el derecho disponga
otra cosa. En el caso que nos ocupa, el derecho dispone otra cosa: el miedo exime de la pena.

La necesidad: es una situación objetiva, no dependiente de la voluntad de la persona, que hace imposible, aunque
sólo sea moralmente, esto es, con gran dificultad, la observancia de la iey, si se quiere evitar un mal grave inminente:
"Necessitas non habet legem”.

Para que la necesidad sea una circunstancia eximente de la pena se requiere:

- que la situación no sea dolosamente causada por la persona;

- que sea inminente y no pueda ser evitada sin violar la ley;

- el mal debe ser grave o notable y puede referirse a la persona o a terceros: pérdida de la vida o la integridad
física, pérdida de la libertad o el honor, etc.;

- que haya proporción entre el hecho y el mal con el cual se amenaza;

- que la persona no esté obligada, por cualquier título, a afrontar el peligro: Ejemplo: el policía; el sacerdote
confesor.

Todas estas condiciones han de verificarse simultáneamente; si falta alguna, no hay grave necesidad.

Grave incomodidad : la grave incomodidad o necesidad relativa se tiene cuando a la observancia de la ley se une
un daño proporcionaimente grave y extrínseco a la observancia de la ley.

Es suficiente el peligro grave de tal daño.

La incomodidad ha de ser extrínseca a la ley, o sea que se allegó ocasionalmente, "per accidens". Si es
intrínseca, esto es ligada por su naturaleza a la observancia de la ley o está comprendida por la ley, hace parte moralmente de
la ley o del precepto: Ex.gr., la incomodidad que surge por el ayuno hace parte de la ley.

La incomodidad debe ser inevitable, en el sentido de que no se puede evitar sin violar la ley.

El grave incómodo puede estar constituido por un daño emergente o por un lucro cesante,j y puede ser de orden
material, moral, espiritual o mixto. Grave incómodo puede ser una enfermedad, aunque sólo futura Ejemplo: asistir a la
Misa cuando hay peligro de enfermarse. El evitar un escándalo, un pecado, el perder el honor.

Actos intrínsecamente ilícitos o contra el bien de las almas:

El miedo grave, la necesidad y el grave incómodo no eximen de la observancia de la ley cuando el acto es
intrínsecamente malo o causa daño a las almas:

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Los actos malos intrínsecamente (o por naturaleza): prohibidos por la ley divina o natural, se oponen a los que son malos
o ilícitos por estar prohibidos por la ley positiva.

Los actos intrínsecamente malos en general y los que son tales por su naturaleza, pero también prohibidos por la ley
positiva, no se hacen nunca lícitos o permitidos o no punibles, cualquiera sea el miedo, ia necesidad o el incómodo. Lo
mismo puede decirse de los actos, que no siendo intrínsecamente malos, se vuelven contra el bien de las almas.

Son actos intrínsecamente malos, por ser contrarios a la ley natural o divina, los actos contra la vida (aborto); los
que conllevan desprecio de la fe (apostasía, herejía, cisma, profanación de las especies sagradas, ci perjurio, el sacrilegio; los
actos que conllevan desprecio a la autoridad eclesiástica.

Causan daño a las almas los actos que ponen en peligro la salvación eterna o crean condiciones que inciden en la fe
y las sanas costumbres. ¡Así, ningún miedo, necesidad o incómodo puede justificar que el párroco no administre los
sacramentos al cristiano en peligro de muerte, si éste lo pide.

* LEG ITIM A DEFENSA es una reacción violenta e inmediata, mediante la cual la persona se defiende de una
agresión violenta e injusta, que pone en peligro la vida, ia integridad física u otro bien de orden material o moral, como el
pudor o la integridad virginal, para sí o los suyos, no pudiéndose valer de la tutela de la autoridad: "Licet vim vi repeliere".

- La agresión debe ser actual, cuando es imposible acudir a la autoridad competente.

También se puede acudir a la defensa cuando la agresión no es actual pero sí inminente.


Debe ser injusta, es decir, contraria al derecho. No es lícito oponerse a quien ejerce un derecho o cumple con
el deber.

Debe ser proporcionada a la ofensa o agresión: "debitum servans moderamen".

La valoración de las circunstancias ha de hacerla quien está enfrentado a la agresión

* FALTA DE USO DE RAZON: se trata del caso en el cual alguien está privado momentáneamente del uso de
la razón. Esta condición exime de ia pena sólo en el caso de que no hubiera habido culpa; luego hay límites:

- Pérdida del uso de razón por embriaguez o perturbación de la mente (con culpa) = c. 1324 §§ 1 n 2 :

"El infractor no queda exim ido de ia pena, pero se debe atenuar la pen a establecida p o r la ley o e l precepto , o em plear una
penitencia en su lugar, cuando e l delito se ha c o m e tid a Z- p o r quien carecía de uso de razón a causa de em briaguez u otra
perturbación sem ejante de la m ente , de la que no fu era culpable".

Sin duda, se trata de situaciones originadas por causas exógenas (alcohol, droga, hipnosis), o sea, que no
provienen del interior del hombre ni de su constitución psicofisica, pero que son capaces de quitar el uso de la razón, si bien
sólo temporalmente.

En estos casos no hay exención de la pena prevista, sino que ésta puede atenuarse o sustituirse.

- Quien se embriaga o provoca la perturbación de la mente para perpetrar el delito:

En este caso no hay exención de la pena, ni atenuante alguno.

* VALORACION INCULPABLE acerca de la concurrencia de alguna de las circunstancias indicadas en los


nn.4 o 5 (c. 1323).

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No se incurre en la pena, siempre y cuando se esté en las circunstancias anotadas.

ja3) Circunstancias atenuantes:

c. 1324 §1

E l infractor no queda exim ido de la pena, pero se debe atenuar la pen a establecida en la ley o en el precepto , o em plear una
penitencia en su lugar, cuando e l delito ha sido com etido:

1. - p o r quien tem a sólo uso im perfecto de razón;


2. - p o r quien carecía de uso de razón a causa de em briaguez u otra perturbación sem ejante de la m ente, de la que fu era
culpable;
3. - p o r im pulso grave de pasión, pero que no precedió , im pidiéndolos, a cualquier deliberación de la m ente y consentim iento de
la voluntad, siem pre que la pasión no hubiere sido voluntariam ente provocada o fom entada;
4. - p o r un m enor de edad que hubiera cum plido dieciséis años;
5. - p o r quien actuó coaccionado p o r m iedo gra\'e, aunque lo fu era sólo relativam ente, o p o r necesidad, o para evitar un
perjuicio grave, si e l delito es intrínsecam ente m alo o redunda en daño de las alm as;
á - p o r quien actuó en legítim a defensa contra un injusto agresor de s í m ism o o de otro, pero sin guardar la debida
m oderación;
7. - contra el que provoca grave e injustam ente;
8. - por quien errónea pero culpablementejuzgó que concurría alguna de las circunstancias indicadas en ele. 1.123, 4 o 5.
9. - p o r quien, sin culpa, ignoraba que la ley o e l precepto llevaban aneja una pena;
10. - p o r quien obró sin plena im putabilidad, con ta l de que esta siga siendo grave;
§ 2 Puede e l ju ez hacer lo m ism o, si concurre cualquier otra circunstancia que dism inuya la gravedad del delito;
§ 3 En las circunstancias que se enum eran en e l § 1, e l reo no queda obligado p o r la pen as latae sententiae.

Anotaciones:

Se trata de circunstancias que no eximen completamente de la pena, pero exigen que sea reducida o sustituida por
una penitencia.

Se trata en gran parte de las mismas circunstancias eximentes, privadas de algún elemento necesario para
configurarse como circunstancia eximente.

En general, las circunstancias atenuantes disminuyen la imputabilidad.

Anótese de|antemang que:


. si se trata de una violación que implique una penal LSjjel reo está exento de ésta.

. si se trata de una violación que implica una pena FS, la pena establecida ha de mitigarse o reemplazarse por una
penitencia;

. Si se trata de una pena JLS y FS, simultáneamente, se exime de la primera y la segunda ha de mitigarse o
reemplazarse.

Cuando se trate de penas l j ¡ |e s la persona misma quien ha de juzgar de las circunstancias-eximentes.

Cuando se trata de penas FS, el juicio queda a la discreción del Ordinario o del Juez;

Pero si hay pena LS y la violación de la ley se hizo pública, puede la autoridad declarar la pena que considere
conveniente.

19
*|U S(^IM PER FEC TO DE RAZON (debilidad mental):

Puede provenir de algún problema mental por diversos factores; Ex.gr.: la embriaguez no total o perturbación no
total de la mente, derivada de estupefacientes, etc. Corresponde a ios peritos establecer el grado de uso de razón.

* D EFECTO DE USO DE RAZON POR EM BRIAGUEZ U OTRA PERTURBACION DE LA MENTE:

Se trata de una pérdida total transitoria del uso de la razón y no de la falta de uso! imperfecto o parcial de la razón;
no se trata aquí de la habitual falta del uso de la razón, que hace a la persona incapaz ue delito.

En el caso la pérdida total del uso de la razón es transitoria. No se exime de la pena sino que la pena ha de
mitigarse o sustituirse por una penitencia.

La pérdida del uso de la razón en el caso es en cierta forma culpable, ya que la causa de la pérdida fue voluntaria.
No nos referimos aquí al hecho de haber provocado la situación para cometer el delito. Si así fuere, la
imputabilidad se aumenta y la circunstancia sería agravante.

* GRAVE IM PETU DE LA PASION

La pasión puede ser circunstancia eximente, atenuante o agravante:

Es eximente cuando la pasión quita del todo el uso de la razón, con tal de que no haya sido excitada y nutrida a
propósito para cometer el delito (cJL323j5).

Es atenuante cuando la pasión debilita el uso de la razón, con tal de que no haya sido voluntariamente excitada
para provocar el delito fe. 1324 § 1. n. 3).

Es agravante cuando la pasión ha sido voluntariamente excitada para cometer el delito (c. 132$).

* M E N O R DE EDAD (entre los 16 y los 18 años):

El menor de siete años, no es capaz de cometer delito;


El menor de 16 años no incurre en penas,
El menor de 18 años: se atenúa la imputabilidad y por tanto hay que mitigar o sustituir la pena.

* M IED O GRAVE, así sea relativo, NECESIDAD E IN CO M O D O , GRAVES:

Son eximentes cuando el acto no es en sí intrínsecamente malo o perjudique la salvación de las almas.
En el caso, se trata de actos intrínsecamente malos o que perjudiquen la salvación de las almas: se disminuye la
imputabilidad y por tanto la pena ha de mitigarse o sustituirse.

* EX CESO DE LEG ITIM A DEFENSA: Disminuye la imputabilidad: ha de mitigarse la pena.

* PROVOCACION:

Se tiene cuando se cometen acciones u omisiones injustas (injurias verbales o escritas, falta de intervención de
quien debía intervenir, etc.,), que excitan el estado emocional de la persona, la cual, movida precisamente por la
pasión, reacciona mediante actos antijurídicos.
20
Se disminuye la imputabilidad, siempre y cuando la provocación haya sido grave e injusta y la pasión del
provocado se haya excitado.

* JU IC IO ERRONEO CULPABLE

La ¡persona obra u omite algo creyendo erróneamente que en su caso hubo miedo grave, necesidad o incómodo
grave, o que era necesaria la legítima defensa.

Aquí no se trata de error sin culpa (eximente), sino culpable: no se utilizó la debida diligencia. Se trata, por tanto,
de circunstancia atenuante.

* IGNORANCIA INCULPABLE DE LA PENA


La ignorancia de la ley: exime, pero la ignorancia de sólo la pena, es atenuante, pero debe ser inculpable.

* FALTA DE PLENA IMPUTABILIDAD: Siempre que no haya plena imputabilidad, hay atenuante. Se trata
de imputabilidad grave.

* PO D ER DISCRECIONAL DEL JU EZ O DEL SUPERIOR:

Siempre que se configure una circunstancia atenuante, distinta a las ya indicadas, que disminuya la gravedad del
delito, el juez o el Superior tienen el poder discrecional de disminuir la pena o de sustituirla con una penitencia.

* CIRCUNSTANCIAS ESPECIALES:

Atrás nos hemos referido a la ignorancia, embriaguez, perturbación de la mente, el ímpetu de la pasión, como
circunstancias eximentes o atenuantes, excluyendo asimismo los casos en los cuales tales circunstancias hayan
sido provocadas a propósito para cometer el delito.

Pero, qué pasa cuando estas mismas circunstancias o parecidas son provocadas o favorecidas a propósito para
cometer el delito ?

El c. 1325. establece:
i — -— j
"Al aplicar las prescripciones de los ca 1323 y 1324, nunca pu ede tenerse en cuenta la IGNORANCIA CRASA, SUPINA O
AFECTADA u otras perturbaciones m entales que se hayan provocado intencionalm ente p a ra com eter e l delito o com o
circunstancia excusante; e igualm ente la pasión, s i se ha excitado o fom en tado voluntariam ente".

En tal virtud, tales circunstancias ni disminuyen ni agravan las penas. Por tanto, las penas han de ser aplicadas
como está previsto en la ley o el precepto.

La ignorancia , fuera de la afectada de la que ya hemos hablado, tiene una particular gravedad cuando es crasa o
supina. Esta se tiene cuando no se ha hecho nada para liberarse de ella, ni en su conjunto, ni en aquello que debería saber de
ordinario. Tal forma de ignorancia ha de considerarse con relación al estado de la persona, a su profesión u oficio, teniendo
en cuenta los lugares y los tiempos. Toda persona debe de hecho conocer al menos lo que es corriente u ordinario de su
oficio, de su profesión, y saber dudar de las circunstancias extraordinarias, de modo que se sienta obligado a consultar
textos, documentos, personas competentes.

21
Para dudar con ñmdamento (no cualquier duda), es necesario que la persona tenga algún conocimiento de la
materia, no suficiente para resolver la duda, pero en grado de ponerse en guardia. Ex.gr.: un confesor debe conocer la
problemática del aborto, aún desde el punto de vista jurídico; debe conocer la problemática de las parejas que viven sin
matrimonio.

No es fácil Reducir jsi en el caso, la fiiente de imputabilidad es el dolo o la culpa. Parece que sea la culpa, en cuanto
que los actos cometidos en tales circunstancias no parecen del todo responsables. Aunque se trate de culpa, el Código aplica
lo dispuesto en el can. 1321 § 2, según el cual las violaciones por culpa no son punibles, a menos que la ley expresamente
disponga otra cosa. Aquí se dispone otra cosa: ia culpa se equipara ai dolo, en razón de la particular malicia.

4) Circunstancias agravantes:

Según el c. 1326 se aumenta la imputabilidad y, por tanto, la pena por el delito cometido:

"§ 1. E lju ez pu ede castigar con m ayor gravedad que la establecida en la ley o en e l precepto;

1 a quien, después de una condena o declaración de pen a, continúa delinquiendo de ta l m anera, que p o r las
circunstancias pueda prudentem ente inferirse su pertin acia en ¡a m ala voluntad

2.~ a quien está constituido en alguna dignidad, o abusó de su autoridad u oficio para com eter el delito;

5.- a l reo que, cuando se haya establecido una pena p ara un delito culposo, previo lo que habría de suceder, y sin
em bargo om itió las cautelas para evitarlo que hubiera em pleado cualquier persona diligente.

§ 2. En los casos de los que se trata en e §1, s i la pena estableada es latae sententiae, se pu ede añadir otra pen a o penitencia

Anotaciones:

La facultad del juez o del Superior de aumentar las penas es facultativa.


2
3Las circunstancias agravantes son: REINCIDENCIA, DIGNIDAD DE LA PERSONA, FALTA DE
PRUDENCIA O DILIGENCIA:

i
* REINCIDENCIA:

Se tiene cuando el sujeto comete un nuevo delito. Puede ser entendida en sentido genérico o en sentido
específico. Es genérica cuando el sujeto comete un delito de género o especie distinto al precedente. Es específica cuando se
trata del mismo delito. Para que se configure la reincidencia, hay duda si basta la genérica o si se requiere la específica. En
caso de duda hay que favorecer al reo, o sea, que se requiere la específica.

Para que haya reincidencia se requiere:

- El nuevo delito debe sucederse después de una sentencia o decreto referente al mismo delito;
- Debe tratarse de reincidencia específica,
- Hay que demostrar que el reo es contumaz, que perseveró en su mala voluntad. Por tanto, el juez ha de valorar
las circunstancias;
- La repetición del crimen no siempre es prueba de la contumacia de la voluntad;
- No hay reincidencia cuando el segundo delito no es completo. No se da cuando se trata de un delito continuado:
Ex. gr.: el concubinato.

22
* ABUSO DE LA DIGNIDAD, DE LA AUTORIDAD O DEL OFICIO

Quien ostenta una dignidad, tiene autoridad y ejerce un oficio, tiene el deber de cumplir y hacer cumplir la ley.
Debe promover el bien común. Tai persona si delinque, si se vale de su condición, comete un abuso: se da escándalo, se
perturba gravemente el orden social. Entre más alta la dignidad, mayor la autoridad o más relevante el oficio, más agravante
es la circunstancia.

* OMISION DE LA DEBIDA DILIGENCIA

La violación de la ley o del precepto hecha por omisión de la debida diligencia o delito culposo no es punible, a
no ser que la ley diga otra cosa, como reza el can. 1321 § 2. De esto ya se ha tratado antes. Aquí la norma prevé que cuando
la ley o el precepto establecen una pena para un delito culposo, si el reo ha previsto el hecho criminal como posible o
probable y evitable, y haya omitido adoptar las precauciones encaminadas a evitarlo que toda persona diligente hubiere
adoptado, se tiene una circunstancia agravante. El caso se verifica también cuando el sujeto haya adoptado remedios no
idóneos o insuficientes, puesto que la persona diligente no recurre a estos medios.

* PENAS LATAE SENTENTIAE:

Normalmente las penas LS no pueden ser aumentadas. Sin embargo la norma prevé que, cuando se dan las
circunstancias agravantes, de las que hemos hablado atrás, la ley o el precepto pueden agregar otras penas FS, a las ya
establecidas.

* LEY PARTICULAR Y PRECEPTO

Según el c. 1327. Las leyes particulares pueden agregar otras circunstancias eximentes, atenuantes o agravantes
fuera de las ya establecidas en los cc. 1323 - 1326. Lo mismo el precepto.

Las circunstancias por ley universal son taxativas. No son taxativas las establecidas por la ley particular. Aquí se
trata de una aplicación del principio de subsidiariedad.

5) Delito no consumado, c* 1328

Anotación:

El delito no consumado se tiene cuando el "iter criminis" se ha iniciado, pero no ha llegado a término. El sujeto
comenzó el comportamiento delictivo, pero el camino criminal se interrumpió por alguna razón: o por causa del mismo
sujeto o por una causa externa.

- Por causa del sujeto: éste voluntariamente abandonó la acción por cualquier motivo (arrepentimiento, miedo,
angustia, etc.). También puede sucederse la interrupción porque el sujeto no puso los medios adecuados para conseguir el
propósito criminal, idependientemente de su voluntad, ya que él tal vez los creyó suficientes. De todas maneras la no
consumación del delito dependió del sujeto.

Cuando no se ponen los medios suficientes y adecuados, se presume que el sujeto no tenía seria intención criminal,
ya que no hay nexo de causalidad entre medios y efecto. Aquí estamos ante el delito intentado (atentado).

- Por causas externas:

El delito no se concluyó por causas externas al sujeto, no obstante haber éste puesto los medios suficientes y
23
adecuados. En la no consumación del delito no intervino la voluntad del sujeto ni directa ni indirectamente. Aquí estamos
ante un delito frustrado.

Entre los medios, por tanto, hay que distinguir aquellos que por su naturaleza, objetivamente, pueden llevar a la
consumación dei delito, porque son suficientes y adecuados, de aquellos que no lo son y que han de ser valorados en sus cir­
cunstancias. Por ejemplo, apuntar una pistola cargada contra una persona es acto suficiente y adecuado por su naturaleza
para consumar el delito.

Los actos que no están dirigidos por su naturaleza a cometer un delito, o son indiferentes, pueden interpretarse
como encaminados a otros fines; con mayor razón si son ineficaces e inadecuados. Ejemplo: la profanación de la Eucaristía:
quien, no autorizado, sube al altar, pone un acto dirigido a la comisión del delito, pero tal acto por su naturaleza es
indiferente, en cuanto que el sujeto puede subir al altar para otros fines. Si abre el tabernáculo y extrae las formas, comete un
acto no indiferente, sino por naturaleza dirigido a la comisión del delito, aunque después desista de la consumación. No hay
consumación del delito.

En todo delito no consumado, sea intentado (atentado) o frustrado, hay dolo, esto es la voluntad de cometer el
crimen. Pero la voluntad no basta si no se liega a la ejecución, aunque se hayan puesto los medios.

Por tanto, resumiendo, para cometer un delito no consumado, ya atentado, ya frustrado, se requiere:

- dolo o voluntad inicial de cometer el delito;


- la puesta a i acto de los medios de ejecución, que lleven al delito por su naturaleza o por voluntad del sujeto, no
bastan los actos preparatorios;
- la no consumación del delito: delito atentado o frustrado;

A) Quien hizo u om itió alguna cosa para la com isión del delito, que sin em bargo Juera de su voluntad, no se consum ó, no está
obligado a la pen a establecida p o r e l delito consum ado, si la ley o e l precepto no disponen otra cosa (C. 1328 1 ).

Este parágrafo del canon se refiere al delito frustrado (friera de la voluntad del sujeto) y exime al autor de las penas
previstas para tal delito. Si la ley dispone otra cosa, se debe aplicar la pena prescrita para el delito consumado. En este caso
no hay exención. La ley puede prever esta situación ya que los actos preparatorios para el delito ya son comportamientos
antijurídicos: ex.gr.: disparar contra una persona y no dar en el blanco.

La ley canónica universal no prevé casos en los cuales para el delito frustrado sean conminadas las penas
establecidas para el delito consumado. Pero, la ley particular o el precepto pueden preverlo teniendo presente el c. 1399. en
razón de la especial gravedad de la violación o de la necesidad de prevenir casos similares, etc.

B ) "Sipor e l contrario los actos u om isiones p o r su naturaleza conducen a la ejecución d el delito, e l autor pu ede ser som etido
a una penitencia o a un rem etió penal, a m enos que haya espontáneam ente desistido de la ejecución y a em prendida d el delito.
S i se sigue escándalo u otro daño grave o peligro, el autor, aunque haya desistido espontáneam ente, pu ede ser castigado con
una pen a ju sta , que ha de ser m ás leve de la establecida para el delito consum ado ft (c 1328 § 2).

La primera parte de este parágrafo se refiere al delito atentado, cuya no consumación depende de la voluntad del
sujeto, que desiste espontáneamente de la acción criminal.

El juez o el Superior escogen la penitencia o el remedio penal. No se trata de una obligación.

El segundo párrafo del mismo parágrafo se refiere a cualquier delito no consumado, ya atentado, ya frustrado. El
arrepentimiento no opera en estos casos, porque el escándalo, el grave daño o peligro ya se causaron por los actos
realizados u omitidos, actos que por su naturaleza conducen a la ejecución del delito.

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Anótese que en el caso se trata de la conminación de una pena y no de un remedio penal o penitencia. El juez no
está obligado a infligir la pena.

6) Concurso para delinquir: c. 1329:

Se da cuando dos o más personas participan en la ejecución del delito, aunque en grado y modos diversos.

Se requiere:

- La participación de dos o más personas. No se configura cuando el delito por su naturaleza requiere de dos
personas: el adulterio, para el mismo delito;

- El acuerdo previo para cometer el delito. Si no hay acuerdo previo, se tiene tan sólo una participación material,
casual. No hay participación formal y, por tanto, no hay concurso delictivo; ex.gr., en una riña se mata a alguien. El acuerdo
previo implica que cada uno obra dolosamente;

La participación se puede dar también omitiendo una acción cuando para impedir el crimen se está obligado a
actuar (cx.gr., un policía). Si la persona no está obligada a actuar, no hay concurso delictivo.

- Cada uno de los participantes debe contribuir eficazmente al efecto criminal.

La participación puede ser: física o moral (orden, instigación, consejo).

Puede ser también total o parcial. En la primera todos participan físicamente (coautores); en la parcial, cada uno
tiene su parte (cómplices).

La complicidad puede ser principal, si es necesaria para cometer el delito, o accesoria, si solamente facilita el crimen.

La participación moral puede asumir las formas de: mandato, de instigación, sociedad.

A) "Los que con la m ism a intención delictiva concurran en la com isión de un delito, y no son m encionados expresam ente en
la ley o e l precepto p o r hallarse estableadas las pen as F S contra e l autor principal, quedan som etidos a las m ism as pen as, o a
otras d e la m ism a o m enor gravedad " (can, 1329 § 1).

La norma se refiere al concurso de un delito para el cual ha sido prevista la pena FS por la ley o el precepto.

El Juez o el Ordinario infligen la pena. La ley no obliga a aplicar la misma pena establecida para el autor principal a
los correos o cómplices. Pero sí obliga a aplicarles penas de menor gravedad. Esto se deja a la discreción del Juez o el
ordinario.

La medida es justa, pues no todos tienen igual imputabilidad. No siempre es fácil al Juez o al Ordinario valorar la
imputabilidad de cada uno. Al efecto pueden servir de ayuda la diversas hipótesis del canon 2209 del Código de Í9Í7:

- El que ordena el delito ha de considerarse autor principal del mismo. El ejecutor material tiene igual
imputabilidad del mandante. En un homicidio, uno y otro son asesinos.

- Igual imputabilidad tienen todos los cómplices sin cuya ayuda no hubiera sido posible el delito.

Por tanto, todos los anteriores tienen la misma imputabilidad, salvo circunstancias especiales.

25
Todos los restantes cómplices están en un grado inferior de imputabilidad: quien se retira antes de la comisión del
delito: en este caso no cabe imputabilidad.

En nuestro Código, como en el precedente, todo lo que sucede después del delito (alabanza del crimen,
participación de utilidades, ocultamiento del delincuente) no tiene relevancia para la configuración del delito por concurso, a
no ser que haya sido acordado antes o que la ley considere que se trata de nuevos delitos.

B) "L os cóm plices no citados en la ley o en e l precepto incurren en la pen a LS correspondiente a un delito, siem pre que éste no
se hubiera com etido sin su ayuda y la pen a sea de ta l naturaleza, que tam bién a eüos les pueda afectar; en caso contrario,
pueden ser castigados con penas F S'\

Este segundó § del can. 1329 se refiere al concurso de un delito para el cual está prevista una pena LS, y establece
que en ella incurren todos los cómplices necesarios, aunque no estén expresamente nombrados.

No incurren los cómplices accesorios o no necesarios, o sea, los solamente facilitan el crimen.

Se requiere también que las penas sean de tal naturaleza que puedan ser aplicadas a los cómplices necesarios.
Algunas, de hecho, se aplican solamente a una categoría de personas, por ejemplo, la suspensión de los clérigos. En tal caso,
incurren en la pena solamente los cómplices a los cuales la pena es aplicable, más no si no es aplicable. Para que estos,
siendo reos del mismo delito y con la misma imputabilidad, no queden sin pena, la norma preve que el Juez o cí Ordinario
puedan facultativamente infligir otras penas.

Naturalmente, el delito debe ser público; si es oculto, escapa a la competencia y a la acción judicial del juez o del
Ordinario. Pero, los cómplices necesarios incurren en las penas aunque el delito sea oculto, porque en las penas LS se
incurre automáticamente, una vez cometido el delito.

7) Delito ideológico: c. 1330:

"No se considera consum ado e l delito que consiste en una declaración o en otra m anifestación de la voluntad de doctrina o de
den cia, s i nadie p e r a be la m anifestación o deciaradán ”

En la norma se incluyen todas las declaraciones que constituyen delito, como la herejía, y todas las otras
manifestaciones de voluntad, de doctrina o de ciencia, que constituyan asimismo delito, como la proclamación de un cisma,
la voluntad expresa de recurrir al Concilio Ecuménico contra el Romano Pontífice, etc.

La declaración y las otras manifestaciones pueden ser hecha de viva voz, por escrito, por signos, con instrumentos,
o de otra manera apta. Se requiere que ninguno haya percibido la declaración o manifestación. Basta una sola persona que
haya percibido para que se pueda hablar de delito oculto consumado. Sin duda, debe tratarse de una persona que haya no
sólo percibido la declaración, sino entendido la misma.

Aunque el delito haya sido totalmente oculto (ninguna persona percibió), existió el delito, pero se considera no
consumado por prescripción de la misma ley.

V- DERECHO PENAL EN LA IGLESIA:


/
1) Derecho de la Iglesia:

- "La Iglesia - recita el c. 1311 tiene el derecho nativo y propio de castigar con sanciones penales a los fieles que han
cometido delitos".

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Anotaciones:

* Este canon es fundamental para nuestra materia, pues del principio enunciado nace el derecho penal de la Iglesia,
Se establece que la Iglesia tiene potestad ue imponer sanciones penales a sus propios fieles, pero indirectamente se establece
también que la Iglesia tiene el poder de determinar lo que es delito y lo que no es: Los dos aspectos son necesarios. El uno
sin el otro no tiene sentido.

El derecho de la Iglesia a castigar con sanciones penales a los fieles que cometen delitos deriva de la naturaleza
misma de la Iglesia, que "fue fondada por Cristo y organizada como sociedad visible y social en este mundo y dotada de los
medios convenientes para el logro de sus fines'* (GS 40; LG 8).

A toda sociedad humana, visible, externa, en su orden perfecta e independiente, compete, en efecto, el derecho
innato de establecer sanciones penales para ios propios miembros culpables, a fin de proteger el orden jurídico social.

* A la Iglesia le compete no sólo dar leyes, sino además, obligar a los reacios al cumplimiento del orden por ella
establecido. La Iglesia ha de tener por tanto poder en el fuero externo de refrenar y cohibir por medio de sanciones o penas
las violaciones de ese mismo orden, social y jurídico. El que en determinados casos la Iglesia se abstenga de la aplicación de
las penas no quiere decir que esté renunciando a ese derecho que le asiste, divino, propio e independiente, como lo expresa
el Código.

Se trata en consecuencia de constatar que nos encontramos ante un verdadero derecho penal y no ante una mera
disciplina eclesiástica. Su fundamento, por extraño que pueda parecer en la actualidad, es eí carácter de sociedad perfecta de
la Iglesia. Así, pues, la Iglesia puede imponer toda clase de penas, materiales o espirituales, en cuanto sean necesarias para
conseguir su fin y tutelar el orden social.

Al ser establecida la ley penal para velar y conservar el orden social y jurídico, quedan fuera de su esfera la
acciones puramente morales al igual que aquellas de orden jurídico a cuya violación no se haya aplicado en el derecho una
sanción.

No sería prudente, ni tampoco posible, que la Iglesia castigara todas las transgresiones públicas de la ley tanto
divina como eclesiástica. De aquí que no todo pecado público, mucho menos d privado, constituye delito, sino solamente
aquel al que el derecho le haya impuesto una sanción.

* Ahora bien, lo que se propone la Iglesia en la aplicación de las penas lo podríamos concretizar en tres puntos:

~ Procurar que por ese medio el fíe! cristiano se enmiende;


j y - Conservar la disciplina y el orden social;
- Reparar los males causados con el delito y tos escándalos producidos,

* El derecho de la Iglesia a ejercer la potestad coactiva es:

- Nativo: conferido desde su inido por e! fundador;


- Propio: no concedido por otros;
- Independiente: sin sujeción a ninguna autoridad humana.

El derecho de ia Iglesia se extiende a la conminación de penas espirituales y también temporales, entendidas


como privación de un bien temporal, ya anejo a un bien espiritual ya puramente temporal. Este derecho de la Iglesia es
doctrina cierta, defendida a veces con definidones de los Pontífices, de los Concilios y del consenso común de los doctores.
Es doctrina, además, confirmada por la práctica de la Iglesia.

27
* Clases de sanciones penales:

En el derecho actual de la Iglesia hay las siguientes categorías de sanciones:

- Penas medicinales o censuras, contenidas en los ce 1|31 - 1J33;

- Penas expiatorias: de ellas se trata en el c. 1336;

- Remedios penales o penitencias: c. 1339 - 1340.

De cada una de estas categorías trataremos más adelante. Subrayemos sí que las penas medicinales y expiatorias
son taxativas y nadie puede inventar otras. Solamente el legislador universal o particular puede establecer algunas penas
expiatorias, "que privan a lfie l del algún bien espiritual o tem poraly estén en conform idad con e lfin sobrenatural de la Iglesia " (can. 1312 §2).

Hay que anotar también que los remedios penales o penitencias, si bien hacen partes de las sanciones penales, no
son penas canónicas propiamente dichas. Las penas canónicas en sentido estricto son solamente las medicinales y las
expiatorias.

2) Fundamento teológico del derecho penal en la Iglesia:

El derecho de la Iglesia de castigar a los fieles con sanciones penales se prueba sobre todo teniendo en cuenta la
naturaleza misma de la Iglesia, que, siendo sociedad jurídicamente perfecta e independiente, tiene el derecho innato de
imponer sanciones penales a los fieles que cometen delitos.

- Esto se demuestra, en primer lugar en la Sagrada Escritura:

Clara es al respecto la voluntad del Divino Fundador de la Iglesia:

"Si tu hermano comete una falta, amonéstalo a solas; si te hace caso, has ganado a tu hermano; si no te hace caso,
repréndelo ante una o dos personas, de modo que el caso se decida por boca de dos o tres testigos. Si se niega a
escucharlos, díselo a la Iglesia reunida. Y si tampoco escucha a la Iglesia, será para ti como un pagano o un publicano"
(Mat. 18, 15-18).

Las palabras "sea para ti como un pagano o un publicano" han sido entendidas como excomunión o exclusión del
reo de la Iglesia. Los paganos y publícanos en el Antiguo Testamento eran gente que había que evitar y alejar.

Juan XXII, en la Const. Licet, 23 de octubre de 1927, contra Marsilio de Padua, interpretó tales palabras del
Evangelio como entrega a la Iglesia por parte de Cristo del poder coactivo.

Los pasos previos, caritativos o fraternos, para obtener la corrección del delincuente antes de la expulsión, son
característicos de ia nueva religión, fundada sobre la caridad y sobre el amor, y la misma convocación de una o dos
personas, que parece tener ya algún carácter legal, hecha en ese tiempo, revela esa característica de la nueva religión.

El Apóstol San Pablo reivindica para sí la potestad de aplicar sanciones a los fieles que cometan delitos: "Por eso
os digo de lejos todo esto: así, presente, no tendré que mostrarme severo, con la autoridad que el Señor me dio para
construir y no para destruir" (2 Cor., 10); y se sirvió varias veces de tal poder, alejando a los culpables de la comunión de la
Iglesia (2 Tesal, 3,14; 1 Cor., 5,2); Y de modo particular contra Imeneo y Alejandro, apóstatas de la fe (1 Tim., 1,19-20).

La excomunión ha sido por siglos la única pena en la Iglesia, entendida como alejamiento de la Eucaristía o como
suspensión de la comunión de los fieles.

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- Se demuestra también en el Magisterio de la Iglesia:

La Iglesia en el curso de los siglos más de una vez ha reivindicado para sí la potestad de imponer penas espirituales
y temporales a los fieles que cometen delitos, independientemente de la autoridad civil, en razón del poder conferido por su
Fundador. No pocas veces ha condenado a quienes le atribuyen el poder de imponer penas espirituales o de valerse de la
persuasión, pero íc niegan el poder de imponer penas temporales:

* Juan XXII, Const. Licet, 23 octubre de 1327;


* Martín V, Const. Inter Cunetas, 22 de febrero de 1418;
* Concilio de Trento, Sesión VII, can. 3;
* Pío VI, Constit. Auctorem Fidei, 28 de agosto de 1794,
* Pío IX, Sillabus, Prop. 24 DS n. 2924;
* Pío IX, Encíclica Quanta Cura, 8 de diciembre de 1964.

En todos estos documentos se condena a quienes niegan a la Iglesia el poder de imponer sanciones temporales.

- Se demuestra también por la práctica constante de la Iglesia:

El sistema penal ha tenido en la Iglesia, desde sus comienzos, una lenta evolución, que se concreta en la toma de
conciencia de que la Iglesia en su constitución es una sociedad externa, perfecta, independiente, centralizada.

Causa de la lenta evolución del derecho penal ha sido también el hecho de que la Iglesia de Roma no impuso nunca
un sistema penal para todos, si se exceptúan los últimos tiempos.

Un impulso de cierta trascendencia tuvo la Iglesia al respecto después del Edicto de Constantino del año 213 y
después del Edicto del 380, mediante el cual el cristianismo fue proclamado como religión del Estado, con las consecuencias
de que las penas canónicas adquirieron relevancia aún en lo civil y social.

No se olvide que los conceptos de delito, distinto del pecado, y de pena, referida al delito, que son fundamentales
en todo el derecho canónico, y para nosotros, al final de una larga evolución, más claros, no se han afirmado de improviso,
sino que han tenido un largo período de elaboración.

Lo mismo se puede decir de las diversas c a t ^ o r í ^ m e d ie m ^ e s ^ ^ expiatorias, etc.; de las


diversas penas: excomunión, entredicho, suspensión, etc.; de los diversos procedimientos para la aplicación de las penas; y
de otros varios conceptos relativos al derecho canónico y en particular al derecho canónico penal.

En una mirada de conjunto, se podría decir que el período más lento, que presenta oscuridad e incertidumbres, es
aquel que va de los orígenes hasta el siglo XU, cuando aparecieron los Decretales que dieron al derecho canónico de la
Iglesia Romana una organización más definitiva, que ha llegado hasta nuestros días y que está más o menos presente en los
Códigos de Derecho Canónico de 1917 y 1983.

3) Breve historia del derecho penal:

a.- Desde el comienzo de la Iglesia hasta el Edicto de Milán: 3 1 5

En este período se empezó a poner en práctica el sistema penitencial. No hay colecciones ni decretos ni mucho
menos Códigos.

Los delitos que se castigaban eran los más graves: apostasía de la fe, idolatría (los caídos), el homicidio, la
impureza. Para ser objeto de sanción, debían ser pecados públicos.

29
La pena principal aplicada era la exclusión de la comunidad que podía ser perpetua cuando había reincidencia en
el delito; temporal, si se daba ia reconciliación. Esta implicaba el ayuno, oración, abstinencia conyugal, penitencias publicas.

Contra los clérigos, había privación de los frutos y la destitución.

La autoridad competente era el Obispo, a veces solo, a veces junto con el presbiterio.

Con relación al procedimiento, para los pecados más graves, la práctica era el proceso penitencial, que incluía la
confesión pública. No se podía repetir. Para los otros pecados, el Obispo imponía penas, como ia exclusión de la Eucaristía,
ayunos, oraciones, abstinencia conyugal. Eran repetibles.

b - Siglos IV - VII:

Comenzaron a formarse las primeras líneas sumarias y generales de un sistema penal eclesiástico, en el cual se
definen ya los conceptos de delito como distinto del pecado, y se precisaban las penas para cada uno de los delitos. El
procedimiento para su aplicación eran las prácticas de la reconciliación y las penitencias públicas. Aparecieron los
términos "anatema" y "anatematizar". Más tarde aparecieron por primera vez los términos "excomunión” y "excomulgar":
con los cuales se daba a entender la separación de la comunión y la exclusión de los actos de culto. La exclusión de la Iglesia
aparecía también como exclusión de la vida social.

Se impusieron penas menores: privación de bienes espirituales y prohibición de ingreso a la Iglesia, cárcel, exilio,
confiscación de bienes. Para los clérigos: reducción al estado laical, destitución, retroceso a un estado inferior, inhabilidad
para un grado superior o un traslado.

La potestad la ejerce el Obispo solo o con el presbiterio. Los emperadores y reyes reconocían la autoridad del
obispo con relación a los delitos eclesiásticos cometidos por clérigos o laicos. Algunos delitos religiosos, como la herejía, la
idolatría, el cisma, la simonía y algunos delitos propios de los clérigos se castigaban también con penas civiles. La
excomunión o la exclusión de la comunidad eclesial comportaba el exilio.

Nota particular de este período fue la introducción en el s. VI de la penitencia privada y la absolución del
confesor. Era reiterable.

Como fuentes se tienen los cánones conciliares, las cartas de San Basilio, los escritos de San Gregorio de Niza.

c.- S. VD - XB:

Es un período fecundo para la formación del derecho canónico y en especial para el derecho penal.

Se precisaron los conceptos de pena medicinal y vindicativa. A las sentencias ferendae sententiae se agregaron
las latae sententiae que se contraían "ipso iure" o automáticamente una vez cometido el delito, sin intervención de la
autoridad. Se perfeccionó el procedimiento para aplicar las penas.

A las penas espirituales se agregaron otras menores, como la excomunión parcial, el entredicho local, la
suspensión parcial, la prohibición de la sepultura eclesiástica

La autoridad civil reconocía las sentencias eclesiásticas y ofrecía su brazo secular para ejecutarlas. En base al
principio "pecado público, penitencia pública" se pusieron en marcha dos tipos de penitencia pública: ia solemne para los
pecados más graves y escandalosos de parte de los laicos, que no era reiterable; la no solemne: para los pecados menos
graves de los clérigos. Era reiterable.

30
Como fuentes se tienen: colecciones de libros penitenciales: penas para cada delito.

Al final del período apareció el muy importante DECRETO DE GRACIANO (a. 1140), que arrojó las bases
para la ciencia del Derecho canónico. El actor recoge lo que estaba disperso en ios diversos documentos y ordena en forma
sistemática. El Decreto de Graciano constituyó la primera gran colección universal, que tuvo gran resonancia.
Encontramos también otros célebres decretistas como los maestros Rolando (Summa Decreti 1157 - 1159) y
Rufino (Summa Decretorum: 1160).

d - s. XIII - XIX:

El período de los Decretales dio estabilidad al derecho canónico, cuyos pilares se encuentran en los Códigos de
1917 y 1983.

Como delitos se consideraron no solamente los crímenes estrictamente eclesiásticos, como la apostasía, la idolatría,
sino también los actos externos que herían la moral cristiana. INOCENCIO III (a. 1200): "A nuestro oficio corresponde
corregir de cualquier pecado a cualquier cristiano”.

Sejprecisaron las penas, especialmente aquellas contra los clérigos. Fueron descritos mejor y más profundamente
los principios fundamentales del delito y de la pena, especialmente el elemento subjetivo de la necesidad de la culpa moral o
grave o del pecado mortal, y las circunstancias atenuantes o eximentes de la imputabilidad, y los diversos modos de cesación
de las penas.

Como fuentes: Los decretales o colecciones auténticas de las disposiciones o decretos: Decretales de Gregorio IX
(a. 1234); Bonifacio VER (a. 1298); Clemente V (a. 1317); Extravagantes de Juan XXII y los Extravagantes comunes. Las
más importantes fueron las primeras de Gregorio IX.

La materia penal fue recogida en el Libro V que fue objeto de estudio y de divulgación por parte de muchos
comentaristas, principalmente en las escuelas durante varios 3Íglos.

e - s. XV - Códigos de 1917 v 1983:

No hay asuntos de trascendencia en lo que respecta a la materia de los delitos y de las penas, cuyos conceptos, sin
embargo, fueron elaborados posteriormente. Pero hay acontecimientos y documentos de especial importancia: el Concilio de
Trento, que trató del proceso penal y dio numerosos decretos con relación a los delitos y penas. La célebre Bula In Coena
Domini, de Urbano VII (a. 1627); el Bulario de Benedicto XIV; la Const., Apostolicac Scdis de Pío IX (a. 1864), que
recoge y organiza todas las censuras LS impuestas a ciertos reos.

Se llega, así, al Código de 1917 y posteriormente al de 1983, que ha recogido la inspiración pastoral del Vaticano
EL aligerando en gran parte el derecho penal. Antes de estos Códigos no hubo nunca un Código de derecho canónico o de
derecho penal. La materia estaba dispersa en varios documentos. Por eso la materia del derecho penal era materia difícil y
fatigosa, aún para los canonistas.

-------- / ^drc\ al ----- -


VI.- LAS PENAS:

1) Conceptos fundamentales: El Código no trae definición por la razón ya anotada antes. Sin embargo, en algunos
cánones encontramos los elementos para llegar a una definición:

- Del c. 1312 § 1, se deduce que las penas son medicinales y expiatorias; las primeras, como lo sugiere la
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expresión, están dirigidas a la corrección del reo; las segundas, a la restauración de la justicia y del orden social.

- Del mismo c. 1312. en el §_2, se constata que las penas expiatorias son aquellas que privan a los fieles de algún
bien espiritual o temporal, con tai de que sea consecuente con el fin sobrenatural de la iglesia.

- Del c. 1341 surge indirectamente cuáles son los fines de la pena:


r
* Conversión o enmienda del reo;
* Reparación del escándalo;
* Restablecimiento del orden social (justicia).

La recomendación de no recurrir a las penas si sólo en el caso de que tales fines no puedan conseguirse por otros
medios pastorales, revela el espíritu pastoral que anima el sistema penal canónico fe. 1317).

Pero todo esto está en la tradición y en la doctrina de la Iglesia. El actual sistema canónico, sin duda, aligerado y
atenuado por el espíritu del Vaticano II, es sustancialmente el mismo sistema del CIC/Í917. Y mirando más atrás, es sus­
tancialmente el mismo sistema vigente en la Iglesia desde los Decretales. Es, por tanto, una doctrina fundada sobre una larga
y consolidada tradición, que el CIC/1917 ha retomado en la definición dada por el c. 2215:

"La pen a eclesiástica es la privación de algún bien , infligida p o r la legítim a autoridad para buscar la corrección del delincuente
y e l castigo d el delito "

Por tanto, aplicando los c. 6 § 2 y 21, se puede sostener que la definición contenida en el mencionado canon del
Código de 1917, tratándose de doctrina tradicional retomada por el Código actual, se puede mantener en la actualidad.

Sin embargo, el concepto de la segunda categoría de penas, las expiatorias, es nueva con relación al Código de
1917. El concepto actual ha sido tomado de San Agustín y expresa mejor el fin de la Iglesia y del mismo sistema penal, la
"salus animarum".

Se dejó a un lado la expresión "pena vindicativa", demasiado dura y equívoca, dando lugar a pensar en una
venganza contra el reo.

El bien del cual priva la pena puede ser espiritual (sacramento), o temporal (restricción de la libertad con la obli­
gación de permanecer o no permanecer en un lugar determinado).

En general, se trata de la privación de bienes de los que la Iglesia puede disponer. La Iglesia, por ejemplo, no
puede disponer de los bienes puramente internos, como la Gracia. Pero puede disponer de bienes espirituales externos o
mixtos, con tal que sean acordes con su fin sobrenatural. Generalmente, las censuras son privaciones de bienes espirituales
externos o mixtos* y, secundariamente, de bienes temporales, mientras las expiatorias son privaciones de bienes temporales
solamente.

2) Modos de aplicar las penas:

Hay dos modos de aplicar las penas en el derecho de la Iglesia: latae sententiae y ferendae sententiae:

En las penas LS se incurre automáticamente una vez cometido el delito, siempre y cuando haya la imputabilidad
requerida.

En las penas FS no se incurre automáticamente, sino, como lo sugiere la misma expresión, se incurre cuando son
infligidas por la autoridad competente.

32
Los modos de infligir una pena, a su vez, son dos: mediante un proceso judicial, y en este caso es el juez quien
irroga la pena, siempre y cuando ésta esté prevista por ía ley universal o particular; o mediante decreto administrativo; en
este caso es el Ordinario del lugar quien inflige la pena, siempre y cuando esté prevista por la ley.
El Código prefiere que se utilice el proceso judicial y que no se recurra a un decreto fuera del juicio, sino cuando al
proceso judicial se opongan causas justas. En todo caso, no se pueden infligir nunca por decreto penas perpetuas.

Las penas FS constituyen la mayoría de las penas:

C. 1314: "La pena es generalm ente ferendae sententiae, de m anera que sólo obliga a l reo desde que ha sido im puesta ",

En la pena LS se incurre "ipso facto" o automáticamente, sin que intervenga la autoridad, una vez cometido el
delito. Sin embargo puede intervenir la autoridad para declarar que la persona ha incurrido en la pena prevista (declaración
de la pena en la que ya se incurrió). Esto puede hacerlo el juez mediante sentencia declarativa, o el Ordinario con decreto
declaratorio.

c. 1314: ” pero es latae sententiae, de m odo que incurre ipso fa cto en ella quien com ete e l delito, cuando la ley o e l precepto
lo establecen a sí expresam ente "

Las penas LS en general se conminan sólo para los delitos más graves o atroces y deben estar expresamente
previstas por ía ley universal o particular, o por el precepto. Las penas previstas por ía ley universal son muy pocas: ía
excomunión está prevista solamente en siete casos. Esto revela el espíritu pastoral que anima el derecho penal de la Iglesia.

Las penas LS son una particularidad del derecho canónico. No se contemplan en ningún ordenamiento civil.

El c. 1318. precisamente por la singularidad y la seriedad de este tipo de penas, recomienda que, a imitación de la
ley universal, tampoco las establezca el legislador particular sino en medida limitada y cuando no se pueda recurrir eficaz­
mente a las penas FS.

El modo penal LS se aplica solamente para las penas canónicas en sentido estricto (censuras y penas expiatorias),
no para los remedios penales y las penitencias, que siempre han de ser FS.

3) Modo de fijar las penas a los reos:

C. 1315 § 2 '. "La ley m ism a pu ede determ inar la pen a, o dejar su determ inación a la prudente
valoración delju ez

Por tanto, las penas pueden ser: determinadas o indeterminadas:

Determinadas cuando la misma la ley las establece. Ejemplo: el que incurre en el delito de simonía ha de ser
castigado con entredicho o suspensión (c. 1380). El recurso contra un acto del Romano Pontífice al Concilio ecuménico, se
castiga con una censura (c. 1372).

La ley generalmente determina las penas, pero deja su elección al Juez o al Ordinario. A veces establece penas LS,
dejando al juez la libertad de agregar otras FS.

Indeterminadas cuando la ley prescribe que sea irrogada una pena, pero deja su determinación a la prudente
valoración del juez o del Ordinario: "Sea castigado con una pena justa", "puede ser castigado, según la gravedad del delito",
"pueden agregarse otras penas", son fórmulas usuales en el Código.

33
Las penas pueden ser también.

Obligatorias: el juez o el Ordinario deben infligir una pena. No hay libertad.

Facultativa: la ley da libertad al juez o al Ordinario para infligir o no la pena.

Pueden darse estas hipótesis:

- Determinadas y obligatorias: promover un complot contra la Iglesia: entredicho (c. 1374),

- Indeterminada y obligatoria: violencia física contra un clérigo o un religioso: sea castigado con una pena justa (c.
1370 § 3). Esta combinación es la más utilizada en el Código.

- Determinada y facultativa: El clérigo que profana las sagradas Especies, además de la excomunión, puede ser
castigado con otras penas, no excluida la pérdida de estado clerical (c. 1367).

- Indeterminada y facultativa: quien impide la libertad del misionero o de las elecciones o de la potestad de
gobierno, puede ser castigado con una pena justa.

A veces la pena puede ser obligatoria, pero indeterminada, con la advertencia de utilizar varias penas hasta una
máxima, que se determina, pero permanece facultativa, como es el caso del abuso de poder o del oficio (c. 1389).

Todo lo anterior se aplica sólo a las penas FS, porque las LS por su naturaleza están determinadas y son
obligatorias.

VIL LAS CENSURAS:

1) Conceptos fundamentales:

- El término "censura” viene del verbo latino "CENSERE" que significaba la acción del "censor", empleado
público encargado de clasificar las personas para la imposición de los impuestos. Posteriormente pasó a significar la
"amonestación" a que se hacía acreedor por parte del censor, quien no se comportaba según las normas de la convivencia
civil. La persona censurada perdía los privilegios y recibía un grave daño moral.

En el derecho de la Iglesia, la censura era la "crítica moral" para quien no se comportaba de acuerdo a las
normas de la Iglesia. Poco a poco la nota de censura se convirtió en sanción penal.

Inocencio III estableció que por censura se había de entender sólo la excomunión, el entredicho y la
suspensión. Así se mantuvo esta disciplina hasta el Código vigente.

Antes del actual Código no había claridad sobre si la censura era pena medicinal o vindicativa. En el Código de
1917, la suspensión y el entredicho podían ser conminados como penas medicinales o vindicativas.

En los siglos pasados las censuras se multiplicaron en exceso, tanto que el concilio de Trento debió advertir:” Re­
cuerden ios Obispos y demás Ordinarios que son pastores y no perseguidores". Tal amonestación se repitió sucesivamente
hasta el Código de 1917 (c. 2214 § 2).

- El Código vigente, fiel a su propósito, no da definición de la censura. Pero la doctrina tradicional sobre la censura
34
está expresada en el c. 2241 § 1 del Código de 1917:

"La censura es la pena m ediante la cual el bautizado , delincuente y contum az, queda privado de algunos bienes espirituales o
anejos a estos hasta que, abandonando la contum acia, sea absuelto".

Tal definición, por ser doctrina tradicional, puede mantenerse (cfr. cc. 6 § 2; 21).

- Para incurrir en la censura se requiere:

* que el sujeto esté bautizado en la Iglesia católica o haya sido recibido formalmente por ésta (ya bautizado en
otra comunidad no católica). Por tanto, la norma no se aplica a ios herejes, cismáticos bautizados en otra comunidad. Pero sí
a los herejes y cismáticos que después del bautismo en la Iglesia, se hayan apartado de esta;

* Los bienes de los cuales priva la censura, son espirituales (sacramentos) o anejos a estos (ejercicio de la
potestad de régimen) Tales bienes son taxativos: los expresamente enumerados en cada una de las censuras;

* La contumacia es elemento esencial para incurrir en la censura. Las censuras son penas medicinales que
buscan ante todo la enmienda del reo, mediante el abandono de la contumacia. Por tanto, para liberarse de la censura el
sujeto ha de abandonar la contumacia.

Además de la enmienda, el sujeto debe reparar los daños y el escándalo o por lo menos tener el serio propósito
de hacerlo.

Las censuras, en razón de su naturaleza, no pueden ser conminadas en forma perpetua.

2) LA EXCOMUNION:

- La excomunión se encuentra en el derecho penal de la Iglesia desde sus orígenes y ha significado siempre
exclusión o separación de algo. Era el alejamiento o exclusión del fiel, delincuente, de la comunión eciesiai, más
concretamente de los actos de culto, de los sacramentos, o de cualquier acto comunitario de la vida cristiana.

Durante varios siglos la excomunión mantuvo un sentido muy amplio, considerándose como la única pena.

- En el derecho de los Decretales se hablaba de excomunión mayor y menor: la primera excluía de los sacramentos,
mientras la segunda solamente de los beneficios. Tal distinción se conservó hasta el año de 1869 (Const Apost, Apostolicae
Sedis). No se encuentra la distinción en el Código de 1917.

Uno de los efectos de la excomunión era el que los fieles no podían comunicarse con los excomulgados, ni
siquiera en lo profano, bajo pena de incurrir en excomunión menor.

- En el Código de 1917, c. 2257 § 1. se daba la siguiente definición:

"La excom unión es la censura p o r la cual alguien es excluido de la com unión de los fieles con los e-
fecto s que se siguen y se encuentran en los cánones. v que no pueden separarse".

La única censura que separaba de la comunión de los fieles era la excomunión, no las otras dos. Los efectos de la
excomunión son inseparables: contraida la excomunión, se siguen todos y cada uno de los efectos.

- Como es usual el Código vigente no ofrece definición de la excomunión. Pero, la definición del Código de 1917
puede aceptarse por ser doctrina tradicional.

35
Los efectos en la nueva legislación con algunas variantes accidentales son los mismos de la norma caducada.

- La excomunión es fundamentalmente exclusión de la comunión de la Iglesia o de los fieles.

Vale aclarar: la unión de los fíeles puede ser:

* Ontológica: derivada del bautismo, que es indeleble. Nadie la puede quitar;

* Mística: derivada de la Gracia santificante: unión con Dios. Nadie la puede quitar. Sólo la rompe cuando el
sujeto peca mortalmente;

* Externa o jurídica: vínculo externo del fiel con la Iglesia. A esta desvinculación o pérdida de la unión se refiere
ía excomunión.

Los efectos enunciados en el c. 1331 son de naturaleza jurídica. Son tantos y tales, al menos después de que la
pena haya sido declarada o irrogada. Tales efectos son indivisibles:

§ 1. S e p ro h íb e a l excom u lgado:
I o ten er cu alqu ier participación m in isteria l en la celebración d el S acrificio E u carísiico o en cu alesquiera otras
cerem on ias de cu lto ;
2 o celebrar los sacram en tos o sacram en tales, y recib ir los sacram en tos;
3 odesem peñ ar oficios, m in isterios o cargos eclesiásticos, o realizar actos
de régim en ;

§ 2. C uando la excom unión ha sido im pu esta o declarada, e l reo :


I os i qu iere actu ar con tra lo que se p rescrib e en e l § I o, n. 1 ha de ser rech azado o debe cesar la cerem on ia litú rgica, a
no se r que obste una causa grave ;
2 orealiza in válidam en te los actos de régim en, que según e l § I o, n 3 o
son ilícito s ;
3 o se le p ro h íb e g o za r de los p rivileg io s que an teriorm en te le hubieran
sid o con cedidos ;
4 o no p u ed e obten er válidam en te una dignidad, oficio u otra fu n ción en la
iglesia
5° no h ace su yos lo s fru to s de una dignidad, oficio, Junción alguna, o
pen sión que ten ga en la iglesia.

Anotación:

Hay dos grupos de efectos. Los primeros se refieren a la pena LS simple, la segunda a la pena LS declarada y a la
pena FS infligida.

- Cuando se trate de pena LS simple, al excomulgado se le hace una serie de prohibiciones que, sin embargo, no
habiendo cláusula irritante o inhabilitante, de acuerdo al can. 10, ios actos en contra son ilícitos pero no inválidos;

* Se prohibe la participación ministerial en la Eucaristía y los demás actos de culto: la que se tiene como ministro
ordenado ( Obispos, presbíteros, diáconos), instituido (acólitos y lectores) o extraordinario (distribución de la comunión,
asistencia al matrimonio, etc).

A éstos no se les prohibe asistir como simples fieles, excepto recibir la comunión u otros sacramentos.

* Se prohibe la celebración de los sacramentos y la recepción de los mismos;

* Se prohibe desempeñar oficios, ministerios o cargos eclesiásticos o de poder de régimen. Oficio Eclesiástico: can.
14$: cualquier oficio constituido establemente por disposición divina o eclesiástica, que ha de ejercerse para un

36
fin espiritual. Cargo: enseñanza en los seminarios, la catequesis. Participación en los consejos de consultores,
presbiteral, de asuntos económicos, etc. Régimen: legislativa, judicial, ejecutiva.

Ejemplo: Asistir al matrimonio es ilícito, pero válido, a no ser que la excomunión haya sido declarada
- Si la excomunión es FS y ha sido irrogada, o LS declarada, los efectos:

* A los Obispos, presbíteros, diáconos, acólitos, lectores, si pretenden participar como ministros en la Santa Misa o
actos de cuito, deben ser alejados, o se debe interrumpir la ceremonia litúrgica, a no ser que una causa grave lo
impida: un tumulto;

* Los actos de gobierno, que según el c. 1331 § 1, n. 3 son ilícitos, se hacen inválidos: Ejemplo: la celebración del
matrimonio;

* Prohibición de hacer uso de privilegios ya concedidos;

* No pueden adquirirse válidamente dignidades, oficios y cargos en la Iglesia;

* No se puede hacer dueño de los frutos de la dignidad, oficio o cargo, pensión. Si se percibe, hay que restituir.

3) EL ENTREDICHO
'— I r) CK (O ' V v v a .-A ;
- Esta pena medicinal o censura no es tan antigua como la excomunión. Entra en el Derecho canónico hacia el s.
X: durante muchos años no tuvo un sentido preciso y característico. Se acudía a ella en pocas ocasiones. Había entredichos
personales y locales, generales y particulares.

El entredicho tuvo entrada en el Código de 1917, pero fiie escaso el uso que posteriormente se hizo de él. Se
utilizaba como pena medicinal o vindicativa. En el Código vigente se considera como pena medicinal, por tanto, no
perpetua. Por tratarse de pena medicinal no puede ser ni perpetua ni territorial. Sólo afecta a la persona y cesa cuando cese
la contumacia del delincuente.

- En el Código vigente no encontramos definición. En el Código de 1917 se definía así:

"El entredicho es una censura p o r la cu al a los fieles, perm aneciendo en com unión con la Iglesia, se les prohíben algunos
bienes sagrados que se enum eran en los cánones sagrados"

Tal definición puede mantenerse por tratarse de una doctrina tradicional, pero sólo con el elenco de bienes
prohibidos por el vigente Código.

El can. 1332 establece:

"Quien queda en entredicho, está sujeto a las prohibiciones enum eradas en el can. 1331 §, 1 y 2; y s i e l entredicho ha sido
im puesto o declarado, se ha de o b sen a r la prescripción del can. 1331 §2,1" .

El que está en entredicho incurre en las prohibiciones establecidas para el excomulgado:

- No puede tener alguna participación ministerial en la celebración eucarística ni alguna otra ceremonia de culto;
- No puede celebrar sacramentos ni sacramentales ni recibir los sacramentos,

Si en entredicho ha sido declarado o infligido:

- la persona en entredicho que quiera participar como ministro (ordenado, instituido) en la celebración de la
Eucaristía u otra ceremonia de cuito, debe ser alejado o debe suspenderse la acción litúrgica, a no ser que obste
37
alguna causa grave.

Los actos prohibidos son ilícitos, pero inválidos. La celebración del matrimonio, sin embargo, si el entredicho ha
sido ya infligido o declarado, es inválida, según lo dispuesto en el c. 1109.

- La particularidad del entredicho está en dos puntos:

* No se pierde la comunión con la Iglesia,


* Sus efectos son divisibles.

4) LA SUSPENSION

- Es una pena antiquísima, aunque no tanto como la excomunión. De ella se encuentran vestigios en los escritos de
San Clemente y de San Cipriano. Ya en el s. IV se consideraba la suspensión ueí ejercicio del orden sagrado y la suspensión
del ejercicio del oficio. El concilio de Nicea (a. 325) y otros concilios de la época aplicaron la suspensión del oficio epis­
copal.

La terminología en el transcurso de los siglos no fue constante. Pero, desde el s. XII se tenía ya la suspensión del
oficio, del beneficio y del orden. Con el tiempo, la doctrina y la práctica desarrollaron su tipología y, puesto que los efectos
de la pena fueron siempre divisibles, todo tipo de suspensiones se definieron y desarrollaron. El concilio de Trento no aportó
modificaciones ni tampoco la Constitución Apostólica "Apostolicae Sedis" de 1869. Parte de la extensa tipología
desarrollada en el curso de los siglos estaba presente en el Código de 1917. Poco quedó en el Código vigente.

- El Código actual no da definición. La daba el Caducado, en el c, 2278 $ 1:

"La suspensión es la censura por la cual al CLERIGO el oficio o el beneficio o ambos.

La definición puede mantenerse por tratarse de doctrina tradicional.


La suspensión sólo se aplica a los clérigos.

9*— Can. 1333 § 1: "Im suspensión que sólo pu ede afectar a los clérigos, prohíbe:

L - Todas o algunos de los actos de la potestad de orden;


2. - Todos o algunos de los actos de la potestad de régim en;
3. - E l ejercido de todos o de algunos derechos o fu n don es inherentes a l oficio;

§ 2. En la ley o en e l precepto se pu ede establecer que, después de la sentencia condenatoria o declaratoria, no pueda e l que ha
sufrido suspensión realizar válidam ente actos de régim en;

§ 3 , La prohibición nunca afecta:

L -A los oficios o a la potestad de régim en que no están bajo la potestad del superior d el superior que establece la pena;
2. - A l derecho de habitación que tenga d reo p o r razón de su oficio;
3. - A l derecho de adm inistrar ¡os bienes que puedan pertenecer a l oficio de quien ha sufrido la suspensión, si la pen a es latae
sentendae;

§ 4. L a suspensión que proh íbe percibir los fru tos, e l sueldo, las pensiones u otra rem uneración, üeva consigo la obligación
de restitu ir lo que se hubiera percibido ilegítim am ente, aun de buena fe .

- La destinación de la pena sólo a los clérigos es, sin embargo, de derecho positivo, pero no se deriva de la
naturaleza misma de la suspensión. En realidad tal pena podría aplicarse a los laicos, porque también los laicos después del
vaticano II han sido hechos partícipes del algún oficio eclesiástico (conjuez, acólitos, lectores, etc.), pero la Iglesia la ha
reservado a los clérigos.

38
- La suspensión implica una serie de prohibiciones que hacen ilícitos los actos, más no inválidos. Los actos son
inválidos si la ley o el precepto prescriben que, después de una sentencia de condena a esta pena o declaratoria de la misma,
los actos prohibidos son inválidos, esto sólo se aplica para los actos de potestad de régimen, no para los actos de potestad de
orden u otros actos prohibidos.
- Según el c. 1334 § 1:

"Dentro de los lím ites establecidos en el canon precedente, el alcance de la suspensión se determ ina o por la m ism a ley o
precepto, o p o r la sentencia decreto p o r los que se im pone la pena".

Y en el ^ 2 de mismo canon:

"La ley, pero no e l precepto, pu ede establecer una suspensión LS sin añadir ninguna determ inación o lím ite; ta l produce todos
los efectos enum erados en e le 1333 § 1".

Como se puede apreciar los efectos de la suspensión son muchos y, al ser divisibles, la pena puede ser aplicada a
este o a aquel acto de la potestad de orden o de régimen. Por tanto, puede haber una suspensión general, sin limitación,
que comprende todos los efectos con templados en el c. 1333 § L o una suspensión parcial, determinada y limitada.

Sin duda alguna, la suspensión general es una pena gravísima.

5) SUSPENSIÓN DE LAS CENSURAS:

En el c. 1335. leemos:

"Si la censura proh íbe celebrar los sacram entos o sacram entales, o realizar actos de régim en, la prohibición queda suspendida
cuantas veces sea necesario para atender a losfieles en peligro de m uerte; y , s i la censura L S no ha sido declarada, se suspende
tam bién la prohibición cuantas veces un fie l p ide un sacram ento o sacram ental o un acto de régim en; y es lícito pedirlos p o r
cualquier causa justa".

- La Iglesia se preocupa para que las censuras no vayan a poner en peligro la "salus animarum", que es el fin
supremo de la legislación canónica.

En el canon se hipotéticamente se consideran dos casos:

* El peligro de muerte: se suspenden todas las censuras, aún las declaradas o infligidas;

* Petición del fiel: se suspende la censura sólo en el caso de que la pena no haya sido declarada, o sea, que se trate
de una censura LS. Pero, si la censura LS fiie declarada, los efectos no se suspenden y no es lícito al censurado acceder a la
petición, ni al fiel solicitar atención pastoral.

- Los actos puestos, si la censura es una excomunión declarada o infligida, son inválidos (can. 1331 § 2 n. 2); Si la
censura es una suspensión, los actos son ilícitos, a no ser que en la ley o el precepto se haya establecido que después de la
sentencia condenatoria o que declara la pena, quien está suspendido no puede poner válidamente actos de gobierno, según el
c. 1333 §§ 1 y 2.

La celebración del matrimonio cuando la excomunión, el entredicho y la suspensión han sido infligidas o declaradas
es inválida (c. 1109).

- Cuando la censura se suspende, la pena no desaparece. Se suspenden los efectos en la medida en que sea
necesario para el bien espiritual de los fieles.
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v m - PENAS EXPIATORIAS:

- Consisten en la privación de un bien espiritual o temporal, acorde al fin sobrenatural de la Iglesia.

Se llaman así porque, como el mismo término lo expresa, están encaminadas principalmente a la reparación de!
daño causado a la sociedad cclesial y por tanto a la restauración de! orden violado Este es su fin primario y directo
Indirectamente buscan también la enmienda del reo y su salvación.

El término expiatorio ha sido tomado de San Agustín, en sustitución del "vindicativo”, utilizado y conservado en el
Código de 1917.

- En el c. 1336. leemos:

§ 1. A dem ás de otras que pu d iera establecer ¡a ley, las pen as expiatorias, su sceptibles de afectar a l delin cu en te perpetu am en te o
p o r un tiem po determ inado o indeterm inado, son la sigu ien tes :
I o la proh ibición o m andato de resid ir en un determ inado lugar o territorio
2 o la privación de la p o testa d , oficio, cargo, derecho, p rivileg io , fa cu lta d ,
gracia, títu lo o d istin tivo, aun m eram ente honorífico ;
3 o la proh ibición de ejercer los actos que se enum eran en e l n.2°, o la proh ibición de ejercerlos en un determ inado lugar
o fu e ra de un lu gar determ in ado; p ero estas proh ibicion es nunca son bajo p en a de n u lid a d :
4 o e l traslado p en a l a otro oficio ;
5° la expulsión d el estado c le ric a l;

§ 2. S ólo pu eden ser latae sen ten tiae ¡as p en a s expiatorias que se enum eran en e l § I o, n.3°.

- Las penas expiatorias pueden ser perpetuas o para un tiempo determinado o indeterminado. Algunas penas
asumen una u otra modalidad, por ejemplo la prohibición de permanecer en un determinado lugar. Algunas son perpetuas
por naturaleza, como la pérdida del estado clerical.

- Las penas expiatorias deben establecerse por ley universal o particular. No pueden constituirse mediante decreto.
Generalmente son FS, pero pueden ser también LS.

1) Penas expiatorias de derecho universal:

a) Restricción de la libertad de residencia:

Esta pena tiene dos aspectos: prohibición de permanecer en un determinado lugar o territorio; o, mandato
de permanecer en un lugar o territorio determinado. El lugar indica un sitio definido (convento, país, ciudad); el
territorio indica un espacio más amplio (diócesis, provincia, etc).

- Según el c. 1337:

§ 1. La proh ibición de resid ir en un determ in ado lu gar o territo rio se pu ede im pon er tan to a los clérigos com o a los religiosos, e l
m andato de resid ir a los clérigos secu lares, y , dentro de los lim ites de su s con stitu cion es, a lo s religiosos.

§ 2. P ara im pon er la p rescripción de resid ir en un determ in ado lu gar o territo rio se requ iere e l con sentim ien to d el O rdinario de ese
lu gar, a no se r qu e se tra te de una casa destin ada a que hagan pen iten cia o se corrijan tam bién clérigos extradiocesan os

- La pena es un residuo del exilio o de la cárcel, utilizada en el pasado para los clérigos y los monjes, rara vez para
los laicos.

- Se trata de una pena FS y puede ser impuesta ya por tiempo determinado ya por tiempo indeterminado ”ad
nutum”, o perpetua.

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