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LA COMPAÑÍA DE DIOS

Éxodo 33:12-23; Efesios 5:22-33; Juan 2:1-11

En el nombre de Jesús. Amén.


Matrimonio
El santo matrimonio es un estado creado y diseñado por
Dios, donde el hombre y la mujer dejan a sus padres para vivir
juntos, amarse, honrarse, respetarse, servirse uno al otro. Es
un viaje, una travesía. Es de las responsabilidades más
grandes que alguien puede tener en su vida. De hecho, para
algunas personas, es tan grande que no quieren saber de él.
Aunque sí desean los beneficios, no así el compromiso
firmado y sellado.
Muchos miedos vienen a la mente al pensar en este
asunto. Algunos hasta no le llaman matrimonio sino
matricidio o cárcel. Es claro que para algunos es un paso que
no se debe dar, aunque es por cierto bueno y es la voluntad de
Dios.
Cuando Dios vio a Adán solo, dijo: “no es bueno que
esté solo, le haré una ayuda, una compañera” (Gn 2:18). Tener
compañía es una bendición, y aunque poder permanecer
soltero es un don (el don de la continencia, como dice San
Pablo) no todos lo tienen.
Éxodo 33
Como escuchamos hoy a Moisés, él estaba
preguntando a Dios por compañía. Compañía para el viaje
que emprendería junto al pueblo que ya había salido de
Egipto. Sería una travesía de años, una vida realmente.

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La promesa de Dios a Moisés es que su presencia irá
con él y le hará descansar. Moisés va más lejos y pide ver la
gloria de Dios de tal forma que esto confirme que realmente
ellos tienen el favor de Dios. Pero Moisés no puede ver el
rostro de Dios puesto que nadie puede ver el rostro de Dios y
seguir viviendo.
Dios el esposo
Este pacto que asumió Dios con su pueblo tenía las
características de un matrimonio: Dios sería como un esposo
para su pueblo, y ellos serían como una esposa honrándolo a
Él.
Dios siempre fue fiel a su pacto, el esposo perfecto.
Pues donde Dios da su Palabra él no falla, sino que cumple.
El pueblo muchas veces sí abandonó a su esposo, a Dios, se
fueron muchas veces buscando otros esposos, otros dioses.
Con lo cual sabemos que sin Dios comienza el fracaso.
Las bodas de Caná
Las bodas de Caná, la ciudad famosa y gloriosa por su
vino y sus fiestas, no fue la excepción para que una pareja que
celebraba su matrimonio casi cayera en la vergüenza y el
fracaso. En esta boda el esposo estaba muy cerca de fracasar
y pasar una vergüenza, pues si no era capaz de proveer para
una fiesta ¿cómo sería capaz de proveer para su familia?...
Esto siempre era como un adelanto de la vida que le esperaba
a los dos, así que no pintaba bien.

Todo estaba listo para que fuese una vergüenza y un


fracaso si no es porque el Señor salvó la fiesta. Salvó la fiesta
con vino, el mejor vino. Hay que decir después de esto, que
la familia sin Dios está destinada al fracaso. Puede parecer

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que comienza bien como la fiesta en Caná, pero al final no va
a estar bien si no está Jesús.
Si nos fijamos detenidamente, fue la presencia de
Jesús, el verdadero Dios quien acompañó e hizo descansar de
la preocupación a los que estaban por emprender un viaje
juntos, casados. Lo que Moisés pedía a Dios, “muéstrame tu
gloria, muéstrame que vas con nosotros, que nos acompañas”,
es lo que Jesús muestra… Dice el versículo 11, que este fue
el principio de las señales de Jesús en Caná de Galilea, y
manifestó su gloria… la gloria que quería ver Moisés.
La compañía de Dios
La gloria que queremos ver nosotros, es Cristo. En
nuestro viaje por la vida, casados o solteros, Dios es la mejor
compañía. Aunque muchos dicen que “es mejor estar solo que
mal acompañado”, la verdad es que alguien solo no puede
salvarse, necesita a Jesús. Así que en vez de decir que es
mejor estar solo, lo mejor es estar con Dios, acompañado de
Él.
La soledad solo revela vacío, ni Adán antes de caer en
pecado se sintió bien. Mas bien, estar solo es peligroso,
porque la casa vacía no queda limpia, y el diablo anda
buscando como habitarla (Lc 11:24-26). Sin embargo, cuando
la casa es habitada por Dios permanece limpia, en paz, hay
protección. Porque Él es un buen esposo que no falla. Él no
es negligente, con Él nada va a faltar.

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Efesios 5:22-33
Así como Cristo salvó con vino el matrimonio que iba
destinado a la vergüenza, también salva nuestra vida con un
vino mejor, porque es el vino que no es solo vino sino también
su verdadera sangre, su cuerpo que fue dado en la cruz.
Fue en la cruz donde Él mostró su gloria para nosotros,
donde perdonó nuestros pecados. Ahora la Iglesia teniendo a
Él como su esposo no tiene posibilidades de fracasar. El
nació, murió y resucitó para salvarnos de la muerte, así Él
santificó a su Iglesia y la purificó en el lavamiento del agua
por la Palabra, en el Bautismo, para presentársela a sí mismo
como una Iglesia gloriosa, santa e intachable, sin mancha ni
arruga. Una Iglesia pecadora pero amada por Él.

Dios no solo mostró su gloria, sino que ha hecho a su


Iglesia participar de su gloria, la gloria de Él es tu gloria, eres
glorioso querido cristiano por causa de Jesús. Porque como
en un matrimonio todo lo que es de uno es del otro, así Cristo
es tuyo y tú eres de Él. Todo lo que es de Él es tuyo, su vida
santa, su muerte, su resurrección, su gloria, todo ahora es
tuyo. Asimismo, tu soledad, tu vergüenza, tu pecado, todo
ahora es suyo y todo queda anulado porque nada de esto tiene
lugar en Él.

Vida matrimonial
Así los esposos amen también a sus esposas como Él
que dio su vida por la iglesia. Y la esposa honra a su esposo
como a Cristo.

La madre de nuestro Señor nos enseña a poner nuestra


fe en su Hijo Cristo. Ella sabe que el único que puede hacer
algo para salvar la boda es Él. Ella no podría salvar la boda,
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ella no puede salvar a nadie, pero ella si sabe que Él es Dios
y no va a dejar que el matrimonio que Él creó, que Él diseñó
y bendijo ahora fracase. Somos su cuerpo, Él es la cabeza,
carne de su carne y hueso de sus huesos, Él no nos va a fallar,
pertenecemos a Él.

Él estuvo presente en el primer matrimonio donde


Adán y Eva fracasaron, pero fracasaron porque despreciaron
la compañía de Dios. Y hoy día el mundo quiere destruir la
unión y el concepto de matrimonio que Dios creó, lo quiere
destruir el diablo y hasta nosotros mismos.
María dijo: “hagan todo lo que Él les diga”. En otras
palabras, hagan su voluntad. Porque así hay seguridad y
certeza.
Por eso escuchamos su Palabra predicada, porque es Su
voluntad; por eso fuimos bautizados, porque es Su voluntad;
por eso tomamos en serio el matrimonio, porque Él lo creó
para nuestro bien, por eso recibimos Su cuerpo y sangre,
porque es Su última voluntad: “Hagan esto en memoria de
mí” y así lo hacemos, es para nuestro bien cada cosa que Él
quiere.
No despreciamos su compañía. Porque vivir
acompañado de Dios, con Él como el esposo de nosotros su
Iglesia, es vivir bajo su voluntad. No es como algunos
pretenden: “Que Dios me acompañe, pero vivo por mi lado,
vivo sin seguir su voluntad, por mi cuenta”. Una vida cristiana
significa más bien una vida de matrimonio con Él.

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Y con Él, al lado de Él, en su compañía oramos: ten
misericordia y bendícenos, haz resplandecer tu rostro. Y esto
es lo que hace Dios con su presencia en su Palabra y su
sacramento. La iglesia ora para que todos los que viven
errantes, solos, en un viaje sin Dios, conozcan que es mucho
mejor estar acompañado por Él. Para que también se llenen
de gozo por la vida eterna que él ha dado. Él es el pastor de
las naciones, que cuida de todos.
Él ya ha preparado la morada para su iglesia, su novia.
Ven Señor Jesús, ven pronto. Amén.

Votum
Y la paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento
humano guardará sus corazones y mentes en Cristo Jesús.
Amén.

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