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✞ ✞ ✞ Padre, en Tus manos abandono mi vida y todo mi ser, para que me vacíes de todos
los pensamientos, palabras, obras, deseos e imágenes que me separan de Ti.
Calma mi sed y sacia mi hambre, lléname de Ti. Con humildad te entrego mi intención de
consentir tu Presencia y acción en mí, sáname, transfórmame, hazme de nuevo.
Ahora mismo anhelo y te pido a nombre de tu Hijo Jesús que me des al Espíritu Santo;
pues ya dispuesta mi alma, por tu gracia y misericordia; espera la luz que abra mi mente
y mi corazón para escucharte y ahí en mi meditación dejarme encontrar, sorprender,
seducir, tocar, y guiar por Ti.
Dime lo que quieres de mi para hacer Tu voluntad y no la mía. Dame el don de la
contemplación y la gracia para ver, aceptar y perseverar sin apegos, en este camino hacia
la Gloria.
✞ ✞ ✞ Señor Jesús, que tu Espíritu, nos ayude a leer las Sagradas Escrituras en el mismo
modo con el cual Tú la has leído a los discípulos en el camino de Emaús.
Con la luz de la Palabra, escrita en la Biblia, Tú les ayudaste a descubrir la presencia de
Dios en los acontecimientos dolorosos de tu condena y muerte. Así, la cruz, que parecía
ser el final de toda esperanza, apareció para ellos como fuente de vida y resurrección.
Crea en nosotros el silencio para escuchar tu voz en la Creación y en la Escritura, en los
acontecimientos y en las personas, sobre todo en los pobres y en los que sufren.
Tu palabra nos oriente a fin de que también nosotros, como los discípulos de Emaús,
podamos experimentar la fuerza de tu resurrección y testimoniar a los otros que Tú estás
vivo en medio de nosotros como fuente de fraternidad, de justicia y de paz. Te lo pedimos
a Ti, Jesús, Hijo de María, que nos has revelado al Padre y enviado tu Espíritu. Amén
✞✞✞
Jesús, enséñame a gustar la infinitud del Padre. Háblame, Señor Jesús, acerca del Padre.
Hazme niño para hablarme de él como los padres de la tierra conversan con sus pequeños;
hazme amigo tuyo para hablarme de él como hablabas con Lázaro en la intimidad de
Betania; hazme apóstol de tu palabra para decirme de él lo que conversabas con Juan;
recógeme junto a tu Madre como recogiste junto a ella a los doce en el Cenáculo..., lleno
de esperanza para que el Espíritu que prometiste me hable todavía de él y me enseñe a
hablar de él a mis hermanos con la sencillez de la paloma y el resplandor de la llama (G.
CANOVAI, Suscipe Domine).
“YA NO SON DOS, SINO UNO SOLO”
«Fronteras de Samaria, Judea. Los fariseos: ¿es lícito al marido
separarse de su mujer?».
«Dios los creó varón y hembra. De manera que ya no son dos, sino uno
solo. Por tanto, lo que Dios unió, que no lo separe el hombre».
«Si uno de los dos se separa y se casa nuevamente comete Adulterio».
«Dejad que los niños vengan a mí; no se lo impidáis, porque de los que
son como ellos es el Reino de Dios».
1 RITOS INICIALES
✞ ✞ ✞ Antífona de entrada Cf. Est 4, 17
A tu poder, Señor, está sometido el mundo entero; nadie puede oponerse a ti. Tú creaste
el cielo y la tierra y las maravillas todas que existen bajo el cielo. Tú eres Señor del
universo.
Nos reunimos en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espiritu Santo. Amén.
✞ ✞ ✞ Saludo al altar y pueblo congregado
La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo esté
siempre con nosotros.
Demos toda alabanza y gloria a Dios nuestro Padre por crear al hombre a su imagen y
semejanza y hacerle capaz de ser fiel por medio del amor de donación de tu Hijo y del
poder unificador del Espíritu. Que el Señor, con su amor, esté siempre con nosotros.
✞ ✞ ✞ Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Jesús, gracias por este momento que me regalas para poder estar contigo. Sólo Tú sabes
lo mucho que he tenido que pasar para poder llegar a estar en tu presencia. Conoces bien
todas mis batallas, victorias y derrotas. Conoces bien todo lo que me pasa, pues jamás te
has alejado de mi lado. Ayúdame a darme cuenta que eres el amigo que nunca me
abandona, el Papá más amoroso que me espera y anima siempre. Aumenta mi fe en Ti,
Señor. Ayúdame a saber escuchar tu voz en este momento de oración y jamás permitas
que pierda de vista que Tú siempre estás a mi lado. Amén.
✞ ✞ ✞ Acto penitencial
Pedimos al Señor perdón porque nuestro amor no ha sido fuerte y duradero. (Pausa)
Tú nos trajiste el amor del Padre. Por las veces en que el amor humano se aparta del
amor de Dios. Ten misericordia, Señor Jesús, de los hogares donde el amor se está
marchitando y muriendo, donde el esposo y la esposa se van distanciando hacia una
separación el uno del otro, roguemos al Señor.
R/ Señor, ten piedad de nosotros.
Tú has fundado el matrimonio como sacramento cristiano. Por las veces que los cristianos
no han respetado este gran sacramento. Ten misericordia, Señor de las familias rotas por
la infidelidad, de las parejas que ya no pueden perdonarse mutuamente.
R/ Cristo, ten piedad de nosotros.
Tú amas a la Iglesia como el esposo ama a su esposa. Por las veces que los esposos faltan
a su compromiso de amor y fidelidad. Ten misericordia, Señor, de los hogares donde hay
ya poco o nada de amor, de los esposos que no tienen tiempo para sus hijos.
R/ Señor, ten piedad de nosotros.
• Señor Jesús, Tú que eres el eterno presente, el hoy, el ahora, y que nos llamas a la
Eucaristía dominical, tiempo de renovacion perpetua. Tu que no eres historia, sino, Pan
Vivo bajado del Cielo. Acéptanos indignos, pero prosternados humildemente, y
perdónanos por no aceptar tu cuerpo, tu sangre, tu alma y tu divinidad en muchas de las
misas en las que nos congregamos. O por recibirte aún sin haber perdonado a nuestros
hermanos. O comerte y beberte consciente de que no hemos tenido una verdadera
contriccion en nuestro propio corazón, una confesión sincera. !Dios Padre! en el nombre
de tu Hijo amado, instrúyenos y concédenos por tu infinita gracia Aceptar a Cristo como
nuestro Señor y Salvador, nuestro alimento que da Vida; para morir con Él, caminar por
Él y gozar en Él. Amén.
Ten misericordia de todos nosotros, Señor, y perdona nuestros pecados contra el amor.
Que nuestros hogares y comunidades reflejen tu amor siempre fiel y llévanos a la vida
eterna.
✞ ✞ ✞ Gloria a Dios.
Gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor. Por tu inmensa
gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te damos gracias. Señor
Dios, rey celestial, Dios Padre todopoderoso. Señor, Hijo único, Jesucristo. Señor Dios,
Cordero de Dios, Hijo del Padre. Tú que quitas el pecado del mundo, ten piedad de
nosotros; Tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra súplica. Tú que estás
sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros. Porque solo Tú eres Santo, solo
Tú Señor, solo Tú Altísimo, Jesucristo. Con el Espíritu Santo, en la gloria de Dios Padre.
✞ ✞ ✞ Oración Colecta:
2 LITURGIA DE LA PALABRA
✞ ✞ ✞ Primera lectura: Génesis 2,18-24
Creados para amar. El hombre y la mujer están destinados no para una soledad
egoísta, sino para construir comunidad en fidelidad y amor que unifica. Y serán
los dos una sola carne.
18 Después, el Señor Dios pensó: No es bueno que el hombre esté solo; voy a
proporcionarle una ayuda adecuada.
19 Entonces el Señor Dios formó de la tierra toda clase de animales del campo y aves del
cielo, y se los presentó al hombre para ver cómo los iba a llamar, porque todos los seres
vivos llevarían el nombre que él les diera.
20 Y el hombre fue poniendo nombre a todos los ganados, a todas las aves del cielo y a
todas las bestias salvajes, pero no encontró una ayuda adecuada para sí.
21 Entonces el Señor Dios hizo caer al hombre en un letargo y, mientras dormía, le sacó
una costilla y llenó el hueco con carne.
22 Después, de la costilla que había sacado al hombre, el Señor Dios formó una mujer y
se la presentó al hombre.
23 Entonces éste exclamó: Ahora sí; esto es hueso de mis huesos y carne de mi carne;
por eso se llamará mujer, porque del varón ha sido sacada.
24 Por esta razón deja el hombre a su padre y a su madre y se une a su mujer, y los dos
se hacen uno solo.
PALABRA DE DIOS. R/TE ALABAMOS, SEÑOR
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• El relato del capítulo 2 del libro del Génesis presenta al hombre, creado por Dios, en la
soledad de los albores. Dios, que ha visto que era «bueno» todo lo que había creado (cf.
Gn 1), vio que «no es bueno que el hombre esté solo» (v. 18). Los animales, con toda la
variedad de sus especies, no están en condiciones de colmar el vacío existencial del
hombre. Éste ejerce sobre ellos discernimiento y autoridad, determinando sus funciones
en la tierra, pero no son «semejantes a él» (vv. 19ss). La creación de la mujer a partir de
la parte del hombre considerada más noble -el tórax, sede del corazón- está presentada
con elementos comunes a otras mitologías del Oriente medio. El sueño que cae sobre el
hombre es extraordinario (v. 21; cf. Gn 15,12) y es preludio de la obra extraordinaria que
YHWH va a realizar.
Dios presenta la mujer creada al hombre (v. 22), del mismo modo que al comienzo le
había presentado los animales (v. 19a), pero el resultado es muy distinto. El hombre
reconoce en la mujer a una criatura igual a él en dignidad (v. 23). Está unido a ella con
un vínculo más fuerte que con cualquier otro ser, para estrechar el cual hasta las
relaciones con los padres se transforman (v. 24).
El hombre y la mujer han sido creados para ser una sola cosa. El nombre de mujer, que
el hombre da a la criatura plasmada a partir de su costilla, expresa la identidad de
naturaleza entre los dos y la diversidad de sus tareas. De este modo es como manifiestan
la imagen y la semejanza del Dios creador (cf. Gn l,26ss).
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✞ ✞ ✞ Salmo
Sal 127,1-2.3.4-5.6
R/. Que el Señor nos bendiga todos los días de nuestra vida.
Dichoso el que teme al Señor y sigue sus caminos. Comerás del fruto de tu trabajo, serás
dichoso, te irá bien.
R/. Que el Señor nos bendiga todos los días de nuestra vida.
Tu mujer, como parra fecunda, en medio de tu casa; tus hijos, como renuevos de olivo,
alrededor de tu mesa.
R/. Que el Señor nos bendiga todos los días de nuestra vida.
Ésta es la bendición del hombre que teme al Señor. Que el Señor te bendiga desde Sión,
que veas la prosperidad de Jerusalén todos los días de tu vida.
R/. Que el Señor nos bendiga todos los días de nuestra vida.
Que veas a los hijos de tus hijos. ¡Paz a Israel!
R/. Que el Señor nos bendiga todos los días de nuestra vida.
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• La carta a los Hebreos presenta la persona de Jesús y su misión, sacando a la luz sus
características únicas. Jesús es el Hijo (cf. Heb 1,1-4) y su dignidad no es comparable a
la de ningún otro ser. El autor de la carta lo demuestra desarrollando en particular la
comparación con los ángeles, a los que ciertos medios judíos reconocían un papel de
mediación entre Dios y los hombres.
Jesús, en cuanto hombre y tras haber renunciado a las prerrogativas divinas (cf. Flp 2,6-
8), se encuentra en una condición inferior respecto a la de los ángeles (v. 9a); sin
embargo, en virtud de la pasión y de la resurrección, vive ahora glorioso para siempre y
se le tributa todo honor (v. 9b; cf. Flp 2,9-11). Precisamente por el sufrimiento y la muerte
que ha padecido, obedeciendo al Padre, Jesús se ha convertido en fuente de salvación
para todos (v. 9c). Él, por quien todo ha sido creado y en quien todo subsiste (v. 8; cf.
Col 1,16c-17), ha compartido la condición histórica del hombre y, llevando a cumplimiento
en sí mismo su vocación, se ha convertido en guía autorizado de la humanidad (v. 10) en
el camino de retorno al Padre.
Jesús cumple, por consiguiente, las condiciones de la mediación sacerdotal: autoridad
ante Dios en virtud de su obediencia salvífica (v. 10); compartimiento de la naturaleza
humana marcada por el límite y por el sufrimiento (v. 11; cf. Heb 2,14-17). Jesús, Hijo
de Dios y hermano de los hombres, no pierde a ninguno de los que el Padre le ha dado,
sino que es camino de salvación para todos.
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En tiempos de Jesús se pensaba que los ángeles regían el cosmos y el destino del hombre
aquí abajo. En cambio, el hombre moderno no hace intervenir a los ángeles en su
comprensión de las leyes del universo, pero está convencido que una cierta comprensión
de estas leyes mantiene la humanidad en un estado de alienación. Para salvar al hombre
de sus alienaciones, el Salvador debía necesariamente «abajarse un momento por debajo
de los ángeles», a fin de asumir totalmente la condición humana, viniendo a ser así el
hermano de una muchedumbre.
✞ ✞ ✞ Aleluya:
Aleluya 1Jn 4, 12
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
V. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros, y su amor ha llegado en
nosotros a su plenitud.
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
✞ ✞ ✞ “Padre, dame tu bendición”: “El Señor esté en tu corazón y en tus labios, para que anuncies
dignamente su Evangelio en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”
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2 Reflexión. ¿Qué nos dice Dios en el Texto? La palabra me ilumina.
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1. Oración inicial
Señor Jesús, envía tu Espíritu, para que Él nos ayude a leer la Biblia en el mismo modo
con el cual Tú la has leído a los discípulos en el camino de Emaús. Con la luz de la Palabra,
escrita en la Biblia, Tú les ayudaste a descubrir la presencia de Dios en los acontecimientos
dolorosos de tu condena y muerte. Así, la cruz, que parecía ser el final de toda esperanza,
apareció para ellos como fuente de vida y resurrección.
Crea en nosotros el silencio para escuchar tu voz en la Creación y en la Escritura, en los
acontecimientos y en las personas, sobre todo en los pobres y en los que sufren. Tu
palabra nos oriente a fin de que también nosotros, como los discípulos de Emaús, podamos
experimentar la fuerza de tu resurrección y testimoniar a los otros que Tú estás vivo en
medio de nosotros como fuente de fraternidad, de justicia y de paz. Te lo pedimos a Tí,
Jesús, Hijo de María, que nos has revelado al Padre y enviado tu Espíritu. Amén.
2. Lectura
a) Clave de lectura:
En el texto que la liturgia pone ante nosotros, Jesús da consejos sobre la relación entre el
hombre y la mujer y sobre las madres y los niños. En aquel tiempo mucha gente era
excluida y marginada. Por ejemplo, en la relación entre hombre y mujer existía el
machismo. La mujer no podía participar, no había igualdad de derecho entre los dos. En
la relación con los niños, los “pequeños”, existía un “escándalo” que era la causa de la
pérdida de la fe de muchos de ellos (Mc 9,42). En la relación entre hombre y mujer, Jesús
pide el máximo de igualdad. En la relación entre las madres y los niños, él pide la máxima
acogida y ternura.
b) Una división del texto para ayudar en la lectura:
Marcos 10,1: Indicación geográfica;
Marcos 10,2: La pregunta de los fariseos sobre el divorcio;
Marcos 10,3-9: Discusión entre Jesús y los fariseos sobre el divorcio;
Marcos 10,10-12: Conversación entre Jesús y los discípulos sobre el divorcio;
Marcos 10,13-16: Jesús pide ternura y acogida para con las madres y los niños
c) El texto: Marcos 10, 2-16
3. Un momento de silencio orante para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros
e iluminar nuestra vida.
4. Algunas preguntas para ayudarnos en la meditación y en la oración.
a) ¿Cuál es el punto que te gustó más o llamó más la atención?
b) ¿Cual es la situación de la mujer que aparece en el texto?
c) ¿Cómo desea Jesús la relación entre el hombre y la mujer?
d) ¿Cuál es la preocupación de las madres que traen a los niños ante Jesús?
e) ¿Cuál es la reacción de Jesús?
f) ¿Qué enseñanza se saca para la vida sobre los niños?
5. Una clave de lectura para aquéllos que quieran profundizar más en el tema.
a) Comentario:
Marcos 10,1: Una indicación geográfica.
El autor del Evangelio de Marcos tiene la costumbre de situar el acontecimiento con éstas
y otras breves informaciones geográficas, dentro del conjunto de la narración. Después,
para el que escucha una larga narración sin tener el libro en las manos, tales informaciones
geográficas ayudan en la comprensión de la lectura. Son como postes o hitos que
sustentan el hilo de la narración. Es muy común en Marcos dar información: “Jesús
enseñaba” (Mc 1,22.39; 2,2.13; 4,1; 6,2.6.34).
Marcos 10,1-2: La pregunta de los fariseos sobre el divorcio.
La pregunta es maliciosa. Trata de poner a Jesús a prueba: “¿Es lícito al marido repudiar
a su mujer?” Señal de que Jesús tenía una opinión diferente, pues de lo contrario los
fariseos no le preguntarían sobre este tema. No preguntan si es lícito a la esposa repudiar
al marido. Esto no pasaba por su cabeza. Señal clara de una fuerte dominación masculina
y de marginación de la mujer en la convivencia social de aquella época.
Marcos 10,3-9: La respuesta de Jesús: el hombre no puede repudiar a la mujer.
En vez de responder, Jesús pregunta: “¿Qué dice la Ley de Moisés?” La Ley permitía al
hombre escribir una carta de divorcio y repudiar a su mujer (Dt 24,1). Esta permisión
revela un machismo. El hombre podía repudiar a su mujer, pero la mujer no tenía este
mismo derecho. Jesús explica que Moisés actuó así a causa de la dureza de corazón del
pueblo, pero la intención de Dios era otra cuando creó al ser humano. Jesús vuelve al
proyecto del Creador (Gén 21,27 y Gén 2,24) y niega al hombre el derecho de repudiar a
su mujer. Echa por tierra el derecho del hombre frente a la mujer y pide el máximo de
igualdad.
Marcos 10,10-12: Igualdad hombre y mujer.
En casa, los discípulos le hacen preguntas sobre este mismo tema del divorcio. Jesús
extrae conclusiones y reafirma la igualdad de derechos y deberes entre el hombre y la
mujer. El evangelio de Mateo (cf. Mt 19,10-12) aclara una pregunta de los discípulos sobre
este tema. Ellos dicen:“«Si tal es la condición del hombre respecto de su mujer, no trae
cuenta casarse”. Prefieren no casarse, antes que casarse sin el privilegio de continuar
mandando sobre la mujer. Jesús va hasta el fondo de la cuestión. Pone tres casos en los
cuales una persona no se puede casar: (1) impotencia, (2) castración y (3) a causa del
Reino. Sin embargo, no casarse porque alguien no quiere perder el dominio sobre la mujer,
esto ¡es inadmisible en la Nueva Ley del Amor! Tanto el matrimonio como el celibato,
deben estar al servicio del Reino y no al servicio de intereses egoístas. Ninguno de los dos
pueden ser un motivo para mantener el dominio machista del hombre sobre la mujer.
Jesús propone un nuevo tipo de relación entre los dos. No permite el matrimonio en el
que el hombre pueda mandar sobre la mujer, o viceversa.
Marcos 10,13: Los discípulos impiden acercarse a las madres con sus niños.
Algunas personas trajeron a los niños para que Jesús los tocase. Los discípulos tratan de
impedírselo. ¿Por qué se lo impiden? El texto no lo aclara. Según las costumbres rituales
de la época, los niños pequeños junto con sus madres, vivían en un estado casi
permanente de impureza legal. ¡Jesús quedaría impuro si los tocaba! Probablemente, los
discípulos quieren impedir que los toque para que Jesús no quede impuro.
Marcos 10,14-16: Jesús reprende a los discípulos y acoge a los niños.
La reacción de Jesús enseña lo contrario: “¡Dejad que los niños vengan a mí. No se lo
impidáis!” El abraza a los niños, se los acerca y pone las manos sobre ellos. Cuando se
trata de acoger a personas y promover la fraternidad, a Jesús no le importan las leyes de
pureza legal, no tiene miedo de transgredirlas. Su gesto nos trae una enseñanza: “Quien
no recibe el Reino de Dios como niño, ¡no puede entrar en él!” ¿Qué significa esta frase?
1) Un niño recibe todo de los padres. Él no merece lo que recibe, sino que vive del amor
gratuito. 2) Los padres reciben los hijos como un don de Dios y cuidan de ellos con cariño.
La preocupación de los padres ¡no es dominar sobre los hijos, sino amarlos y educarlos
para que se realicen!
b) Ampliando las informaciones para poder entender el texto
• Jesús acoge y defiende la vida de los pequeños
Jesús insiste varias veces en la acogida que se debe dar a los pequeños, a los niños.
“Quien acoge a uno de estos pequeños en mi nombre, me acoge a mí” (Mc 9,37). Quien
dé un vaso de agua a una de estos pequeños, no perderá su recompensa (Mt 10,42). Él
pide no despreciar a los pequeños (Mt 18,10). En el juicio final los justos serán recibidos
porque dieron de comer a “uno de estos más pequeños” (Mt 25,40).
En los evangelios, la expresión “pequeños” (en griego se dice elachistoi, mikroi o nepioi),
algunas veces indica “niño”, otras, los sectores excluidos de la sociedad. No es fácil
discernir. Algunas veces, el que es “pequeño” en el evangelio es el “niño”, y no otro. El
niño pertenecía a la categoría de los “pequeños”, de los excluidos. Dicho esto, no siempre
es fácil discernir lo que viene del tiempo de Jesús y lo que viene del tiempo de las
comunidades para que fuera escrito en los evangelios. A pesar de esto, lo que resulta
claro es el contexto de exclusión que regía en la época y la imagen que tenían de Jesús
las primeras comunidades: Jesús se coloca del lado de los pequeños, de los excluidos, y
asume su defensa. Impresiona cuando se ve todo lo que Jesús hizo en defensa de la vida
de los niños, de los pequeños:
Acoger y no escandalizar. Es una de las palabras más duras de Jesús contra aquéllos que
causan escándalo a los pequeños, o sea, que sean motivo para que los pequeños dejen
de creer en Dios. Para éstos, mejor les sería tener una piedra de molino atada al cuello y
ser arrojados a lo profundo del mar (Mc 9,42; Lc 17,2; Mt 18,6).
Acoger y tocar. Las madres con sus niños en brazos se acercan a Jesús para pedir una
bendición. Los apóstoles tratan de apartarlas. ¡Tocar significaba contraer impureza! Jesús
no se incomoda como ellos. Corrige a los discípulos y acoge a las madres y a los niños.
Los toca y les da un abrazo. “¡Dejad que los niños vengan a mí, no se lo impidáis!” (Mc
10,13-16; Mt 19,13-15).
Identificarse con los pequeños. Jesús se identifica con los niños. El que recibe a un niño,
“a mí me recibe” (Mc 9,37). “Todo lo que hiciéreis a uno de estos más pequeños, conmigo
lo hicísteis” (Mt 25,40).
Volverse como un niño. Jesús pide que los discípulos se vuelvan como niños y acepten el
Reino como un niño. Sin esto, es imposible entrar en el Reino de Dios (Mc 10,15; Mt 18,3;
Lc 9,46-48). ¡Hace que un niño sea el profesor de los adultos! Lo que no era normal.
Estamos acostumbrados a lo contrario.
Defender el derecho del que grita. Cuando Jesús entró en el templo y derribó las mesas
de los cambistas, eran los niños los que más gritaban. “¡Hosanna al Hijo de David!” (Mt
21,15). Criticado por los jefes de los sacerdotes y por los escribas, Jesús los defiende y
en su defensa cita las Escrituras (Mt 21,16).
Agradecer por el Reino presente en los pequeños. La alegría de Jesús es grande cuando
percibe que los niños, los pequeños, han comprendido las cosas del Reino que él anunciaba
al pueblo. “¡Te doy gracias, Padre!” (Mt 11,25-26) ¡Jesús reconoce que los pequeños
entienden mejor las cosas del Reino que los doctores!
Acoger y curar. Son muchos los niños y jóvenes que Él acoge, cura o resucita: la hija de
Jairo de 12 años (Mc 5,41-42), la hija de la mujer cananea (Mc 7,29-30), el hijo de la
viuda de Naím (Lc 7, 14-15), el pequeño epiléptico (Mc 9,25-26), el hijo del Centurión (Lc
7,9-10), el hijo del funcionario público (Jn 4,50), el pequeño de los cinco panes y de los
peces (Jn 6,9).
• El contexto en el que se encuentra nuestro texto dentro del Evangelio de
Marcos
Nuestro texto (Mc 10,1-16) forma parte de una larga instrucción de Jesús a sus discípulos
(Mc 8,27 a 10,45). Al comienzo de esta instrucción, Marcos sitúa la curación del ciego
anónimo de Betsaida en Galilea (Mc 8,22-26); al final, la curación del ciego Bartimeo de
Jericó en Judea (Mc 10,46-52). Las dos curaciones son símbolo de lo que ocurría entre
Jesús y los discípulos. También estaban ciegos los discípulos que “teniendo ojos, no veían”
(Mc 8,18). Necesitaban recuperar la vista; debían abandonar la ideología que les impedía
ver claro; debían aceptar a Jesús tal como Él era y no como ellos querían que fuese. Esta
larga instrucción tiene como objetivo curar la ceguera de los discípulos. Es como una
pequeña cartilla, una especia de catecismo, con frases del mismo Jesús. El siguiente
gráfico presenta el esquema de la instrucción:
Curación de un ciego 8,22-26 1° anuncio 8,27-38
Instrucciones a los discípulos sobre Mesías Siervo 9,1-29 2º anuncio 9,30-37
Instrucciones a los discípulos sobre la conversión 9,38 a 10,31 3º anuncio 10,32-45
Curación del ciego Bartimeo 10,46-52
Como se puede ver en el gráfico, la instrucción consta de tres anuncios de la Pasión: Mc
8,27-38; 9,30-37; 10,32-45. Entre el primero y el segundo hay una serie de instrucciones
para ayudar a comprender que Jesús es el Mesías Siervo (Mc 9,1-29). Entre el segundo y
el tercero, una serie de instrucciones que aclaran la conversión que debe darse en los
distintos niveles de la vida de los que aceptan a Jesús como Mesías Siervo (Mc 9,38 a
10,31). El conjunto de la instrucción tiene como fondo la marcha desde Galilea hasta
Jerusalén. Desde el comienzo hasta el final de esta larga instrucción, Marcos dice que
Jesús está en camino hacia Jerusalén (Mc 8,27; 9,30.33; 10,1.17.32), donde encontrará
la cruz.
Cada uno de los tres anuncios de la pasión está acompañado de gestos y palabras de
incomprensión por parte de los discípulos (Mc 8,32; 9,32-34; 10,32-37), y de palabras de
orientación por parte de Jesús, que comentan la falta de comprensión de los discípulos y
enseñan cómo deben comportarse (Mc 8,34-38; 9,35-37; 10,35-45). La comprensión
plena del seguimiento de Jesús no se obtiene por la instrucción teórica, sino por un
compromiso práctico, caminando con Él por el camino del servicio, desde la Galilea hasta
Jerusalén. Áquel que desee mantener la idea de Pedro, esto es, la de un Mesías glorioso
sin cruz (Mc 8,32-33), no entenderá nunca, jamás llegará a tener la auténtica actitud del
verdadero discípulo. Continuará ciego, viendo a la gente como árboles (Mc 8,24). Sin cruz
es imposible comprender quién es Jesús y lo que significa seguir a Jesús. El camino del
seguimiento es un camino de entrega, de abandono, de servicio, de disponibilidad, da
aceptación del conflicto, sabiendo que habrá una resurrección. La cruz no es un accidente
casual, sino una parte de este camino. En un mundo organizado a partir del egoísmo, ¡el
amor y el servicio sólo pueden existir crucificados! El que hace de su vida un servicio a los
otros, incomoda a los que viven atados a los privilegios, y sufre.
6. Salmo 23 (23) El Señor es mi Pastor, subiendo al Calvario.
Yahvé es mi pastor, nada me falta. En verdes pastos me hace reposar. Me conduce a
fuentes tranquilas, allí reparo mis fuerzas. Me guía por cañadas seguras haciendo honor
a su nombre. Aunque fuese por valle tenebroso, ningún mal temería, pues tú vienes
conmigo; tu vara y tu cayado me sosiegan.
Preparas ante mí una mesa, a la vista de mis enemigos; perfumas mi cabeza, mi copa
rebosa. Bondad y amor me acompañarán todos los días de mi vida, y habitaré en la casa
de Yahvé un sinfín de días.
7. Oración final
Señor Jesús, te damos gracia por tu Palabra que nos ha hecho ver mejor la voluntad del
Padre. Haz que tu Espíritu ilumine nuestras acciones y nos comunique la fuerza para seguir
lo que Tu Palabra nos ha hecho ver. Haz que nosotros como María, tu Madre, podamos no
sólo escuchar, sino también poner en práctica la Palabra. Tú que vives y reinas con el
Padre en la unidad del Espíritu Santo por todos los siglos de los siglos. Amén
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Nuestra Señora la Virgen del Rosario.- La liturgia de Nuestra Señora la Virgen del
Rosario forma parte de las memorias que, celebradas originariamente por familias
religiosas particulares, pueden ser consideradas verdaderamente eclesiales por la difusión
que han alcanzado (Marialis cultus, 8). El rosario apareció y se difundió entre los siglos
XV y XVI. La orden dominicana se erigió en paladina del mismo. La memoria -en un primer
momento fiesta- fue instituida por el papa san Pío V en el día aniversario de la victoria
obtenida por la flota cristiana sobre la turca, más poderosa, en la batalla naval de Lepanto
(1571), victoria atribuida a la Madre de Dios, invocada por la oración del rosario y
denominada entonces «conmemoración de Nuestra Señora la Virgen de la Victoria». La
celebración de este día es una invitación para todos a meditar los misterios de Cristo, en
compañía de la Virgen María, que estuvo asociada de un modo especialísimo a la
encarnación, la pasión y la gloria de la resurrección del Hijo de Dios. «El mes de octubre
-dice Juan Pablo II- es el mes de María, mes del rosario. Hubo un tiempo en que esta
plegaria sencilla y profunda, rezada en particular y en familia, se hallaba muy difundida
en el pueblo cristiano. ¡Cuánto beneficiaría, si también hoy se redescubriera y valorara,
especialmente en el seno de los hogares! Ayuda a contemplar la vida de Cristo y los
misterios de la salvación; aleja los gérmenes de la disgregación familiar, gracias a la
incesante invocación a la Virgen; y es vínculo seguro de comunión y de paz. Exhorto a
todos, y de modo especial a las familias cristianas, a encontrar en el santo rosario el
consuelo y el apoyo diarios para avanzar por el camino de la fidelidad».
Oración: Derrama, Señor, tu gracia sobre nosotros, que, por el anuncio del ángel, hemos
conocido la encarnación de tu Hijo, para que lleguemos, por su pasión y su cruz, y con la
intercesión de la Virgen María, a la gloria de la resurrección. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
••• ¿Cómo escuchar y acoger la Palabra de Dios que habla de la unidad entre el hombre
y la mujer y del carácter inseparable del vínculo matrimonial cuando, en nuestro tiempo,
la fidelidad y la indisolubilidad de la pareja parecen algo utópico y, lo que es más, son
consideradas un valor cultural del pasado? ¿Cómo no relegar entre los mitos fantásticos
el relato del libro del Génesis, insertando también las palabras de Jesús como un
complemento de la fábula?
La Palabra de Dios, en su integridad, «es viva y eficaz»; es Palabra para este momento,
para nosotros. La fatiga concreta que los hombres y las mujeres experimentan al vivir su
unión de una manera estable, constructiva, fecunda, es iluminada y sostenida por la
Palabra de Dios. Jesús sigue siendo siempre el hermano que ha experimentado el
sufrimiento y la angustia del límite humano y de sus consecuencias; él, el Hijo de Dios. Y,
vencedor del mal, acompaña a todos, a cada uno con su propia fatiga personal, al
encuentro con el Padre, al abrazo de su misericordia.
Dios lo ha creado todo para la vida. La suya es una ley de vida que promueve al hombre,
no una ley que le oprime. La unión indisoluble entre el hombre y la mujer es una verdad
inscrita en el ser humano, una verdad que libera y hace auténtica su capacidad y su
necesidad de amar y de ser amado. Es la celebración de la dignidad suprema del hombre
y de la mujer, «imagen y semejanza» de Dios.
www.Dioscadadía.Bastin,Pinkers,Teheux
No hay reflexion.
www.fraynelson.com
2. El Plan de Dios
2.1 Por eso el relato bíblico es preciso: el encuentro entre el hombre y la mujer no se da
en una especie de "terreno intermedio", como si cada uno saliera de "lo suyo" al encuentro
del otro. Es el varón quien se pone en movimiento. Lo dice la Biblia y lo confirma la
experiencia. En aquellos lugares y ambientes en que la mujer se siente más amada y
donde el hombre se siente más feliz de ser hombre, siempre el movimiento se da en la
dirección de la búsqueda de él hacia ella, y en eso encuentran ambos felicidad: él por la
casa de amor que halla; ella por sentirse valorada y preciosa ante él.
2.2 En el encuentro de esas dos miradas cada uno se descubre como un "incompleto
completable". A él le falta sentir el prístino murmullo de la vida, que se esconde en las
entrañas blandas de ella; a ella le falta descubrirse a sí misma como posibilidad de vida
en su sentido pleno... que comprende gozarse de la contagiosa alegría de Adán. El gozo
de él es encontrarla; el gozo de ella es haber sido encontrada.
2.3 Pero ese encuentro no puede limitarse a un instante. De suyo, el encuentro de la vida
que se trasvasa en ese abrazo de miradas clama eternidad. Y quien dice eternidad dice
fidelidad. Por eso Cristo apela con toda naturalidad y firmeza al plan original de Dios
cuando le preguntan sobre el divorcio. De poco vale y muy poco significa sentir que la
vida llena de su energía un beso de miradas o un abrazo de palabras dulces, si ello va a
durar sólo una noche o sólo unos meses. Un amor así, un amor que se rompe, que se deja
doblegar y reventar, no es "imagen de Dios".
2.4 Cristo, pues, está abogando por los intereses de Dios, ¡y también por los del ser
humano! Lejos de la playa de la fidelidad sólo existen las tormentas de las pasiones. Y en
esa vorágine tumultuosa naufraga el sentido mismo del amor, y con él, toda posibilidad
de dicha, de gratitud y de lucidez. Por eso Cristo sale en defensa de la gloria divina, que
es salvación del hombre, y en defensa de la felicidad humana, que es alabanza a su
Creador.
2.5 Bello espectáculo nos presenta aquí el Señor Jesús, tan dispuesto a sufrir incluso la
desaprobación de nosotros para no tener luego que reprobar nuestra vida y nuestra
eternidad.
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Oración en familia
Sacerdote: De acuerdo al proyecto de Dios, la pareja está llamada a vivir unida y a ser
feliz todos los días de su vida. Oremos para que este proyecto se realice en todos nuestros
matrimonios. Digamos todos juntos:
Todos: Señor, cumple en nuestros matrimonios tu proyecto de amor.
Papá: Te pedimos por el Santo Padre, el Papa Francisco, para que le des sabiduría en
estos tiempos difíciles en los que se cuestiona la vida de la pareja y su fidelidad.
Todos: Dale la plenitud de tu Espíritu para que pueda continuar guiando a tu Iglesia de
acuerdo a lo que tu Palabra nos ha enseñado.
Todos: Señor, cumple en nuestros matrimonios tu proyecto de amor.
Mamá: Te pedimos amado Jesús, que ayudes también a todos los pastores de la Iglesia
para que sean fieles a tus enseñanzas sobre el matrimonio y la familia :
Todos: Protégelos de la corriente de corrupción del mundo para que puedan orientar a
adecuadamente a su grey y no se dejen amedrentar por los poderes de este mundo y
prediquen la verdad.
Todos: Señor, cumple en nuestros matrimonios tu proyecto de amor.
Hijo(a): Te pedimos, Señor, por las nuevas parejas de esposos de nuestra comunidad:
Todos: Para que tu gracia las sostenga y recuerden que la alianza que han hecho entre
ellos y contigo es para toda la vida.
Todos: Señor, cumple en nuestros matrimonios tu proyecto de amor.
Hijo(a): Bendice a todos los novios de nuestra comunidad parroquial y dales sabiduría y
fortaleza.
Todos: Ayúdales a vivir intensamente su amor, y protégelos de todo pecado. Dales tu
gracia desde esta etapa para que puedan renunciar a ellos mismos y entregarse
mutuamente.
Todos: Señor, cumple en nuestros matrimonios tu proyecto de amor.
Hijo(a): Bendícenos como familia.
Todos: Para que unidos por el amor, los esposos, en comunión con sus hijos, vivan en
paz y alcancen la felicidad.
Todos: Señor, cumple en nuestros matrimonios tu proyecto de amor.
Sacerdote: Escucha Padre Santo todas estas súplicas, y haz que viviendo de acuerdo a
tus mandamientos podamos ser fuente de alegría y felicidad para los que nos rodean. Te
lo pedimos por Cristo Nuestro Señor.
Todos: Amén.
www.evangeliodeMarcos.GiorgioZevini
Lo que Dios a unido. Hoy, Jesús, me dices que lo que Tú has unido, no lo separe el
hombre.
Al escuchar tus palabras me viene inmediatamente la realidad del matrimonio, pero creo
que hoy me invitas a ampliar mis horizontes, a ver que el matrimonio no es la única cosa
que Tú has unido y no quieres que nadie lo separe.
Justo después de explicar la grandeza del matrimonio a tus discípulos, te intentaron
acercar unos niños, pero los discípulos lo impedían. Te enojaste, ¡y con razón! Tú habías
ya unido el Reino de los cielos, tu infinito amor, con aquellos pequeños, y los discípulos
intentaban separarlos.
¡Qué gran verdad me revelas en este pequeño gesto! Tú quieres estar conmigo, a mi lado,
y no quieres que nada, ni nadie, me separe de Ti. Jamás me has abandonado y jamás lo
harás. Siempre estarás a mi lado, si yo te lo permito.
Has querido unir tu vida a la mía... lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre.
Jesús, ayúdame a nunca separarme de tu lado, así como Tú nunca te separas del mío.
• La pregunta es sobre el divorcio, sobre el matrimonio: para ellos, el matrimonio parece
que fuera "se puede o no se puede"; hasta qué punto debo ir adelante, hasta qué punto
no. Jesús va arriba y llega hasta la creación y habla del matrimonio que tal vez es la cosa
más hermosa: "Desde el inicio de la creación Dios les hizo hombre y mujer; por eso, el
hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer y los dos se convertirán en
una sola carne. Así ya no son dos, sino una sola carne". Es fuerte lo que dice el Señor.
Dios les creó desde el inicio así y no dice "son solo un espíritu, un solo amor", no: "una
carne", ¡precisamente no se puede dividir eso! Pero, deja el problema de la separación y
va a la belleza del matrimonio, a la belleza de la pareja que debe estar unida. (Homilía de
S.S. Francisco, 25 de mayo de 2018, en santa Marta).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con
Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que
es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
El día de hoy, voy a buscar mantenerme unido a Dios rezando alguna jaculatoria a lo largo
del día y haré una oración especial por los matrimonios que tienen dificultades.
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11 s. Contra la primera: hay un bello matiz de caridad en esta clara definición que condena
el desorden de nuestra época, en la que una legislación civil se cree autorizada para
separar “lo que Dios ha unido”.
14. Este llamado de Jesús es el fundamento de toda educación. Los niños entienden muy
bien las palabras del divino Maestro, porque Él mismo nos dijo que su Padre revela a los
pequeños lo que oculta a los sabios y prudentes (Lc. 10, 21).
http://www.ciudadredonda.org
Unidos a Cristo y apoyados en su gracia los matrimonios pueden ser fieles al plan
de Dios.
Todo aquello que configura la vida de cada persona no es ajeno al seguimiento de Cristo.
Es lo que sucede con la realidad del matrimonio que encontramos en el evangelio del
domingo vigésimo séptimo (10,2-16). En realidad, al rechazar el divorcio lo que hace
Jesús es remitir al proyecto originario de Dios (1ª lectura: Gen 2,18-24). Él viene a hacer
posible la vivencia del matrimonio tal como el Creador lo había pensado y querido, “desde
el principio de la creación”.
La Buena Noticia que es el evangelio abarca a toda la existencia humana. También el
matrimonio. Pero, como siempre, Cristo va a la raíz. No se trata de que el evangelio sea
más estricto o exigente. “Si Moisés les dio esta prescripción fue debido a la dureza del
corazón de ustedes”, es decir, como mal menor por el pecado y sus consecuencias.
Cristo manifiesta que los matrimonios pueden vivir el plan de Dios porque viene a sanar
al ser humano en su interior, viene a dar un corazón nuevo. Cristo viene a hacerlo nuevo.
Al renovar el corazón del hombre, renueva también el matrimonio y la familia, lo mismo
que la sociedad, el trabajo, la amistad... todo. En cambio, al margen de Cristo sólo queda
la perspectiva del corazón duro, irremediablemente abocado al fracaso. Sólo unidos a
Cristo y apoyados en su gracia los matrimonios pueden ser fieles al plan de Dios y vivir a
la verdad del matrimonio: ser uno en Cristo Jesús.
“Carne” en sentido bíblico no se refiere sólo al cuerpo, sino a la persona entera bajo el
aspecto corporal. Por tanto, “ser una sola carne” indica que los matrimonios han de vivir
una unión total: unión de cuerpos y voluntades, de mente y corazón, de vida y de afectos,
de proyectos y actuaciones... Jesús insiste: “ya no son dos”. La unión es tan grande que
forman como una sola persona. Por eso el divorcio es un desgarrón de uno mismo y
necesariamente es fuente de sufrimiento. Pero, por lo dicho, se ve también que un
matrimonio vive como divorciado, aunque no haya llegado al divorcio de hecho, si no
existe una profunda unión de mente y corazón entre los esposos.
••• Abordando aquí la cuestión del divorcio, el Maestro recuerda que el Creador los hizo
hombre y mujer y que la tendencia más profunda del amor, inscrita en la naturaleza de
las cosas es la indisolubilidad. En el matrimonio el ideal del Creador es la unión perpetua
del hombre y la mujer. El hombre y la mujer, tienen, en materia de amor, los mismos
derechos y las mismas obligaciones. Así la aventura conyugal es presentada como uno de
los terrenos privilegiados donde toma cuerpo la venida del Reino, por tanto, que ella sea
vivida en fidelidad a la iniciativa original del Creador.
1. Jesús fue a la región de Judea y al otro lado del Jordán.
Después de una breve indicación geográfica, san Marco recoge la escena en que “algunos
fariseos” ”Se acercaron a Jesús” y le preguntan, tentándole, “para ponerlo a prueba”
sobre la licitud del divorcio. Era tema discutido en las escuelas rabínicas. A San Marcos le
interesa enseñar la absoluta indisolubilidad del matrimonio como también en otras
ocasiones señalan los evangelistas, intentan tender una trampa a Jesús para demostrar
su culpabilidad como violador de la ley y para el presente caso, le plantean la cuestión de
la posibilidad del divorcio
San Marco trae como propio las preguntas que sobre el tema le hacen los discípulos en
casa. Igualmente plantea el divorcio desde el punto de vista de la mujer — derecho greco-
romano —, que también estaba algún tanto en uso, mientras que san Mateo se atiene a
la iniciativa del hombre, conforme a la ley judía.
2. ¿Es lícito al hombre divorciarse de su mujer?
Como ya sabemos, los fariseos se caracterizaban por su rigor y austeridad en el
cumplimiento de la letra de la ley y en la atención a los aspectos externos de los preceptos
religiosos se acercaron a Jesús para ponerlo a prueba, entonces le preguntaron: “¿Es lícito
al hombre divorciarse de su mujer?”. Cuando hablamos de algo lícito, es porque está
permitido por la ley, pero aquí esta pregunta la orientación es, si es justo desde el punto
de vista de la razón o de la moral, la pregunta es hecha de manera queriendo obligar a
Jesús a que opine sobre esta disputa que permitía el divorcio literalmente por cualquier
razón o causa, o sólo por causa de adulterio.
“Qué es lo que Moisés les ha ordenado?”. La contra pregunta de Jesús pone de manifiesto
que las prescripciones de la Ley de Moisés no constituyen el principio absoluto, sino una
derogación de la más importante ley originaria de la creación, derogación motivada por la
dureza del corazón de los hombres; “Si Moisés les dio esta prescripción fue debido a la
dureza del corazón de ustedes”, reiteradamente desobedientes a los mandamientos
divinos.
Con todo, Jesús afirma categóricamente sobre lo indisoluble del vínculo matrimonial,
revalidando la dignidad del matrimonio, rechazando la teoría del repudio, y restaura el
derecho en su sentido original, sin dejar de recordar que Moisés les permitió divorciarse
de su mujer, debido a la “dureza del corazón”, pero además deja en claro que; “desde el
principio de la creación”, Esto es, al principio no era así y luego destaca que; “Dios los
hizo varón y mujer”.
3. Un amor para siempre
El amor que nos prometemos al casarnos, es un amor para siempre, de lo contrario no
estaríamos siendo honestos y sinceros, por tanto el amor tampoco sería verdadero. Como
humanos, por lo general somos inconstantes, y tenemos facilidad para el cambio, en
especial con el carácter de persona, y esta forma de ser voluble, es una amenaza para la
permanencia del amor. Entonces la intervención de Dios en nuestra unión como esposos,
es garantía de indisolubilidad de este sacramento. Esta es una obra de la creación, es obra
de Dios, en la que los hombres no podemos intervenir.
Sin embargo, muchas veces conscientes que la unidad y la indisolubilidad del matrimonio
son dos cualidades establecidas por Dios, se le exige intervención a la Iglesia e incluso se
le hace ver que es demasiado terca, firme, perseverante o excesivamente tenaz en este
propósito, pero con lo que nos dice Jesús, significa que ni la misma Iglesia puede
intervenir, por tanto, lo que debemos comprender que lo que está haciendo es ser fiel a
lo mandado por Dios.
4. El que se divorcia de su mujer y se casa con otra comete adulterio
Por otra parte, Jesús, no está contra la ley de Moisés. Con todo, en los puntos en que se
distancia de ella lo hace para volver a poner en primer plano la voluntad de Dios tal como
se manifestó en el acto creador. Esto es lo que da su sentido a las citas del Génesis; “pues,
Dios al ser humano a imagen suya, a imagen de Dios le creó, macho y hembra los creó”.
(Génesis 1,27) y la otra cita de la lectura de hoy; “Por eso el hombre deja a su padre y a
su madre y se une a su mujer, y los dos llegan a ser una sola carne” (Gn 2,24): el hombre
y la mujer han sido creados con una diferenciación sexual masculina-femenina, pero están
llamados a la unidad en la complementariedad, en la unión inseparable, que tiene que ver
con todo su ser personal.
Jesús quiere devolver a la ley divina, su primitivo vigor, y dice: “El que se divorcia de su
mujer y se casa con otra, comete adulterio contra aquélla; y si una mujer se divorcia de
su marido y se casa con otro, también comete adulterio”.
Es cierto que muchas veces el matrimonio no es algo fácil, en otras palabras tiene su cruz
y en ocasiones muy pesada, más aún si se mira como algo del cuerpo y de sus instintos,
o relacionado con ellos, esto es carnal, pero si al contrario, si lo miramos con algo más de
espíritu, y tomamos conciencia de que es un gran sacramento, descubriremos la riqueza
del matrimonio.
5. No todos entienden este lenguaje
“Cuando regresaron a la casa, los discípulos le volvieron a preguntar sobre esto”. La
enseñanza dispensada a los discípulos cuando regresaron a la casa, acentúa la afirmación
del carácter inescindible (esto es algo que no se puede cortar o dividir) del vínculo
matrimonial y, poniendo en el mismo plano de responsabilidad al hombre y a la mujer,
subrayando la validez del mandamiento; “no cometerás adulterio” (Ex 20,14), cuyo
cumplimiento vino a proclamar Jesús; “No penséis que he venido a abolir la Ley y los
Profetas. No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento”. (Mt 5,17).
Y así Jesús no aprobó la conclusión de no conviene casarse, “¿Puede uno repudiar a su
mujer por un motivo cualquiera?..... Lo que Dios unió no lo separe el hombre.” (Mt 19, 3-
6) y alaba la castidad consagrada, entonces responde: “No todos entienden este lenguaje,
sino aquellos a quienes se les ha concedido”. (Mt 19,11) En efecto, algunos no se casan,
porque nacieron impotentes del seno de su madre; otros, porque fueron castrados por los
hombres; y hay otros que decidieron no casarse a causa del Reino de los Cielos. ¡El que
pueda entender, que entienda!.(Mt 19,12)
Esta es una invitación a la continencia perpetua a los que quieran consagrase
exclusivamente al Reino de Dios, pero este ideal no es válido para todos, sino para
aquellos a los Dios llama a tal estado y que tienen una firme voluntad de guardarla.
Entonces nosotros tenemos que saber cuál es el estado de vida que Dios nos ha señalado
en el puesto que hemos de servir, sea este el camino del matrimonio cristianos, o la
soltería o la virginidad consagrada.
6. Dejen que los niños se acerquen a mí
El relato evangélico prosigue presentando un encuentro de Jesús con los niños; “Le
trajeron entonces a unos niños para que los tocara”. A la actitud intolerante y hostil de
los discípulos; “pero los discípulos los reprendieron” y se opone la actitud acogedora y
cálida de Jesús. Los discípulos ven cómo Jesús les reprocha su dureza contra quienes
ocupaban de modo decidido uno de los peldaños más bajos de la escala social de aquel
tiempo; “Al ver esto, Jesús se enojó y les dijo: “Dejen que los niños se acerquen a mí y
no se lo impidan”. Se capta la intención del evangelista, que no es otra que comunicar a
la comunidad cristiana una enseñanza que Jesús repite constantemente: el que no tiene
pretensiones, el que es considerado incapaz o indigno por su aparente poquedad, ése es
quien está en mejores condiciones para acoger, mejor que los llamados poderosos, el
Reino de Dios; “porque el Reino de Dios pertenece a los que son como ellos”.
Era costumbre bendecir los niños por los jefes de la sinagoga, los Judío tenían por
costumbre presentar sus hijos a los rabinos, de ellos los niños recibían la bendición con
imposición de las manos. Lo mismo que los hijos y discípulos se hacían bendecir por sus
padres y maestros. Así fue, como la gente trajo sus hijos para que Jesús les impusiera las
manos, pues veían en Jesús la facultad de realizar milagros o actos extraordinarios. En
ese momento Jesús estaba enseñando, y los apóstoles no miraron con buenos ojos este
proceder de los padres y los niños, entonces ellos reprendieron a los muchachos, quizás
pensaron que molestarían al Maestro, también los niños deben haber actuado como son
hasta hoy, donde ellos ven cariño, se acercan con mucha confianza.
La imposición de manos, si les evocaba la bendición de Jacob sobre sus hijos (Gen 48:14),
también podríamos pensar en su necesidad para un efecto prodigioso, como la
hemorroísa.
7. El Reino ha de recibirse como los niños lo reciben.
Conforme a las ideas del medio ambiente, no se refiere tanto a la inocencia como a lo casi
nada que para un judío significaba un niño. Frente al orgullo y exigencia farisaicos, el reino
es simple don del cielo.
Si los apóstoles querían impedir su acceso a él, aparte de lo que podría haber de alboroto
por acercarlos a Jesús, podrían pensar el que eran niños: cosa sin gran valor para un
judío.
Cuando veamos a los niños acercarse al presbiterio, dejémoslo, “no se lo impidan”, esa
confianza que a ellos les inquieta se les confirma en el corazón, la presencia de Cristo en
el altar, allí está su cuerpo y sangre en cada eucaristía, aún más invitemos a los niños al
sagrario, digámosle que es el tabernáculo, enseñemos a nuestros muchachos a orar, a
hacer sus plegarias frente al santísimo, acostumbremos a nuestros niños a ofrecer sus
oraciones por ellos y por sus familia al Señor Sacramentado, es justo eso lo que Jesús no
está pidiendo, “Dejen que los niños se acerquen a mí y no se lo impidan” “porque el Reino
de Dios pertenece a los que son como ellos”.
8. La sencillez de corazón es reclamada con insistencia
Jesús no solo quiere demostrarnos su gran amor por nuestros niños, en los Evangelios la
sencillez de corazón es reclamada con insistencia, la limpieza y la humildad e espíritu es
un requisito indispensable para llegar al Reino de los Cielos y Jesús quiere que todos
lleguemos, por esa razón nos invita a ser como niños, porque en ellos las virtudes no
están contaminadas, siempre está presente la docilidad, y la buena disposición.
Cuando un niño asiste a una catequesis, oye, presta atención, pregunta y lleva a su
corazón lo aprendido y lo hace con sencillez, es así, como Jesús ve en los niños el prototipo
de sus discípulos, igual como los niños abren sus corazón, sin contradicciones al espíritu,
sin juzgar el plan Salvador de Dios, así quiere nuestra disposición a oír los Evangelios.
Fomentemos en nosotros y nuestros niños las virtudes de los infantes, inocencia, sencillez
de corazón, sinceridad, credibilidad, docilidad y buena disposición, especialmente para
descubrir en los Evangelios el camino para participar en la pertenencia del Reino de los
Cielos.
http://mividaenxto.com
2 Te pido, Señor, por cada hombre y por cada mujer que, un día, se reconocieron hechos
el uno para la otra y decidieron compartir toda la vida. Te doy gracias por su coraje, por
su determinación, sobre todo por su decisión de convertir el amor en alimento de sus
jornadas. Te doy gracias por el don que son recíprocamente: es algo que también a mí
me habla de tu amor. Te doy gracias por su entrega, renovada día a día: algo que me
habla también de tu fidelidad. Te doy gracias por su apertura a la vida: algo que me habla
también de tu desbordante paternidad y maternidad.
No les dejes solos y ayúdales a no dejarte nunca. Sé tú la fuerza de su unión. Y si han de
vivir tiempos oscuros, en los que el amor parezca estancarse y cerrarse en los sacos del
«dado por descontado» y de la falta de creatividad, haz que encuentren de nuevo aquella
mirada transparente en la que se reconocieron entregados el uno a la otra y, atreviéndose
a ser juntos don para los hermanos, den nuevo vigor a aquel amor que los hace una sola
cosa, como tú, Dios, eres uno en la comunión trinitaria. www.santaclaradeestella.es
3 Señor Jesús, te damos gracia por tu Palabra que nos ha hecho ver mejor la voluntad del
Padre. Haz que tu Espíritu ilumine nuestras acciones y nos comunique la fuerza para seguir
lo que Tu Palabra nos ha hecho ver. Haz que nosotros como María, tu Madre, podamos no
sólo escuchar, sino también poner en práctica la Palabra. Tú que vives y reinas con el
Padre en la unidad del Espíritu Santo por todos los siglos de los siglos. Amén www.ocarm.org
4 ¡Padre Creador, Padre de la Alianza nueva y eterna! Tú amado Padre, que nos has creado
Hombre y Mujer; todo por amor, y que nos has dado a tu Hijo el Mesías; todo por amor:
te damos gracias porque tus bendiciones y dones son para una eternidad. Y todo lo que
sale de tus manos va hasta el final de los siglos; porque solo tu eres fiel y bondadoso con
nosotros. Ruego en Nombre del Esposo Salvador de la Iglesia y de Maria esposa del
Espiritu Santo, para que los matrimonios en problemas tengan un feliz final, y que los
matrimonios que aún permanecen en una alianza verdadera de amor a Ti, permanezcan
hasta que la muerte los separe; porque «Lo que Dios ha unido, no lo separe el Hombre.
Amén. www.dario.res
5 Padre santo, que hiciste a los hombres a imagen tuya y los creaste varón y mujer para
que, unidos en la carne y en el espíritu, fueran colaboradores de tu creación. Señor, tú
que para revelarnos el designio de tu amor, quisiste dejarnos en el amor de los esposos
un bosquejo de la alianza que hiciste con tu pueblo, a fin de que, completado con el
sacramento, en la unión conyugal de tus fieles quedara patente el misterio nupcial de
Cristo y de la Iglesia, extiende sobre estos hijos tuyos tu mano amorosa. Concédeles,
Señor, que en la comunidad sacramental que hoy inician se comuniquen los dones de tu
amor y, siendo el uno para el otro signo de tu presencia, sean un solo corazón y un solo
espíritu. Amén. (De la liturgia.)
¡Señor, Dios nuestro, qué admirable es tu nombre en toda la tierra! Tu majestad se alza
por encima de los cielos. De los labios de los niños de pecho levantas una fortaleza frente
a tus adversarios para hacer callar al enemigo y al rebelde. Al ver el cielo, obra de tus
dedos, la luna y las estrellas que has creado, ¿qué es el hombre para que te acuerdes de
él, el ser humano para que de él te cuides? Lo hiciste inferior a un dios, coronándolo de
gloria y esplendor; le diste el dominio sobre la obra de tus manos, todo lo pusiste bajo
sus pies: rebaños y vacadas, todos juntos, y aun las bestias salvajes; las aves del cielo,
los peces del mar y todo cuanto surca las sendas de las aguas. ¡Señor, Dios nuestro, qué
admirable es tu nombre en toda la tierra! www.evangeliodeMarcos.GiorgioZevini
5 Contemplación. ¿Cómo interiorizamos la palabra de Dios? La palabra en el
corazón de los Padres.
El matrimonio es un misterio y figura de una gran realidad. ¿De qué modo es un misterio?
Convienen juntos y los dos se hacen uno solo. Llegan a convertirse en un solo cuerpo.
Éste es el misterio del amor. Si los dos no se convirtieran en uno, no reproducirían a
muchos mientras siguieran siendo dos, pero, cuando llegan a la unidad, entonces se
reproducen.
¿Qué aprendemos de aquí? Que la fuerza de la unión es grande. ¿Has visto el misterio del
matrimonio? De uno hizo uno y de nuevo, hechos estos dos uno, de este modo hace uno:
de modo que también ahora el hombre nace de uno. En efecto, la mujer y el hombre no
son dos seres, sino uno solo (Juan Crisóstomo, Sulla lettera ai Colossesi, en id., Vanitá.
Educazione dei figli. Matrimonio, Roma 31997, pp. 123ss [edición española: Sobre la
vanguardia, la educación de los hijos y el matrimonio, Ciudad Nueva, Madrid 1997]).
www.santaclaradeestella.es
Todas estas cosas y muchas otras aún puso juntas Marcelo para negar al Hijo de Dios, sin
considerar, a causa de su ignorancia, que semejante enseñanza se habia dado a los judios
a causa de la dureza de su corazon. En efecto, no era posible que el Espiritu Santo
transmitiera por medio de los profetas la palabra del culto de Dios a hombres imperfectos
e incapaces de comprender cosas perfectas. Asi pues, les prescribio tambien sacrificios,
la circuncision del cuerpo, la observancia del sabado, la abstinencia de ciertos alimentos,
las abluciones del cuerpo, las bendiciones corporales, y les prometio una tierra que
«manaba leche y miel» (Sal 80,9-11), pero no el Reino de los Cielos.
Nuestro Salvador y Señor, interrogado sobre como es que Moises, al prescribir que quien
lo deseara diese el acta de repudio y despidiera a su mujer, habia impartido disposiciones
contrarias a la ley, dio una enseñanza universal diciendo: «Por la dureza de vuestro
corazon os permitio eso Moises, pero al principio no fue asi» (Mc 10,5). Asi transmitió
Moises a su pueblo un conocimiento imperfecto a causa de la imperfeccion de su mente
(Eusebio de Cesarea, Teologia ecclesiastica, II, Roma 1998, 146s).
••• Hagamos también nosotros como la mujer que tiene un niño pequeño: cuando su
marido, enfurecido, quiere golpearla, ella, teniendo al niño entre los brazos, lo pone
delante del hombre y le dice: «¡Pégale a éste, golpea a éste!».
El niño, con lágrimas en los ojos, sufre junto con su madre. El padre, en cambio, que
siente que se le revuelven las vísceras por dentro por las lágrimas del hijo al que ama
intensamente, perdona a la mujer a causa del hijo. Así, ofrezcamos también nosotros a
Dios Padre, airado por nuestros pecados, a su Hijo Jesucristo en el sacramento del altar
como pacto de nuestra reconciliación; y Dios Padre, si no por consideración con nosotros,
al menos en consideración a su Hijo amado, alejará de nosotros los justos latigazos que
habíamos merecido y nos perdonará recordando sus lágrimas, sus sufrimientos y su
pasión. El Hijo mismo dice por boca de Isaías: « Yo he hecho y yo regiré, llevaré y libraré»
(Is 46,4). Presta atención a los verbos: «he hecho» al hombre y lo «regiré» sobre mis
hombros como una oveja descarriada y cansada; le «llevaré» como la nodriza lleva a un
niño en sus brazos (Antonio de Padua, «V domingo de Pascua», Sermoni, Padua 1994,
315 [edición española: Sermones dominicales y festivos, Publicaciones del Instituto
Teológico de Murcia 0.F.M.]). www.evangeliodeMarcos.GiorgioZevini
6 Acción. ¿A qué me comprometo con Dios? Para custodiar y vivir la palabra.
Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra: «Tú nos guías, Señor Jesús, por el camino
de la salvación» (cf. Heb 2,10).
Repite a menudo y vive esta Palabra: «Pero desde el principio Dios los crea varon y
hembra» (Mc 10,6).
Repite a menudo y medita esta Palabra: «De los labios de los niños de pecho levantas
una fortaleza frente a tus adversarios» (Sal 8,3).
7 Para la lectura espiritual. Caminar con la palabra.
Una pareja de esposos tiene derecho a acoger y celebrar el día de su matrimonio
viviéndolo como un triunfo incomparable. Si las dificultades, las resistencias, los
obstáculos, las dudas y las vacilaciones no han sido simplemente orillados, sino lealmente
afrontados y vencidos - y es ciertamente un bien que las cosas no discurran de una manera
demasiado suave-, entonces ambos esposos habrán obtenido efectivamente el triunfo
decisivo de su vida; con el «sí» que se han dicho recíprocamente han decidido con toda
libertad dar una nueva orientación a toda su vida; ambos han desafiado con serena
seguridad todos los problemas y las perplejidades que la vida hace nacer frente a cada
vínculo duradero entre dos personas y han conquistado, mediante un acto de
responsabilidad personal, una tierra nueva para su vida.
El matrimonio es más que vuestro amor recíproco. Posee un valor y un poder mayores,
porque es una institución santa de Dios, a través de la cual quiere conservar a la
humanidad hasta el fin de los días. Desde la perspectiva de vuestro amor, os veis solos
en el escenario del mundo; desde la perspectiva del matrimonio, sois un eslabón en la
cadena de las generaciones que Dios hace nacer y morir para su gloria, llamándolas a su
Reino.
Desde la perspectiva de vuestro amor veis solo el cielo de vuestra alegría personal; el
matrimonio os inserta de una manera responsable en el mundo y en la responsabilidad de
los hombres; vuestro amor os pertenece a vosotros solos, es personal; el matrimonio es
algo suprapersonal, es un estado, un ministerio. Dios hace vuestro matrimonio indisoluble,
lo protege de todo peligro interior y exterior; Dios quiere ser el garante de su
indisolubilidad.
Ésta es una alegre certeza para cuantos saben que ninguna fuerza en el mundo, ninguna
tentación, ninguna debilidad humana, puede desatar lo que Dios mantiene unido; más
aún, quien sabe esto puede decir con confianza: «Lo que Dios ha unido no lo puede separar
el hombre». Libres de todas las ansias que el amor lleva siempre consigo, podéis deciros,
con seguridad y confianza total: no podremos perdernos nunca más, pues nos
pertenecemos recíprocamente hasta la muerte por voluntad de Dios.
Vivid juntos perdonándoos recíprocamente vuestros pecados, sin lo cual no puede subsistir
ninguna comunidad humana, y mucho menos un matrimonio. No seáis autoritarios entre
vosotros, no os juzguéis ni os condenéis, no os dominéis, no echéis la culpa el uno a la
otra, sino acogeos por lo que sois y perdonaos recíprocamente cada día, de corazón. Desde
el primero al último día de vuestro matrimonio, debe seguir siendo válida esta
exhortación: acogeos... para la gloria de Dios. Habéis oído la palabra que Dios dice sobre
vuestro matrimonio. Dadle gracias por ella, dadle gracias por haberos guiado hasta aquí
y pedidle que funde, consolide, santifique y custodie vuestro matrimonio: de este modo
seréis «algo para alabanza de su gloria» (D. Bonhoeffer, Resistenza e resa, Cinisello B.
21996 [edición española: Resistencia y sumisión, Ediciones Sígueme, Salamanca 1983]).
www.santaclaradeestella.es
✞ ✞ ✞ Profesión de Fe
Creo en Dios, Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo, su
único Hijo, nuestro Señor,
Se inclina levemente la cabeza en señal de respeto.
Que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen.
Se finaliza la inclinación de la cabeza.
Padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a
los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a los cielos y está sentado
a la derecha de Dios, Padre todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y
muertos. Creo en el Espíritu Santo, la santa Iglesia católica, la comunión de los santos, el
perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna. Amén.
3 LITURGIA EUCARISTICA
✞ ✞ ✞ Oración sobre las Ofrendas
*** Se llevan al altar los dones; el pan y el vino. *** Acepta, Señor, nuestro corazón contrito y nuestro
espíritu humilde; que éste sea hoy nuestro sacrificio y que sea agradable en tu presencia, Señor, Dios
nuestro. *** Lava del todo mi delito, Señor, limpia mi pecado.
Oh Dios y Padre nuestro: Confirma tu Alianza con nosotros por medio del pan y del vino
que ahora te presentamos. Que tu Hijo esté siempre con nosotros y que nos haga
guardianes de nuestro amor y felicidad. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Acepta, Señor, el sacrificio establecido por ti y, por estos santos misterios que celebramos
en razón de nuestro ministerio, perfecciona en nosotros como conviene la obra
santificadora de tu redención. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Con alegría y gratitud alabamos al Padre en el cielo por el gran amor que nos ha mostrado.
Él es la fuente y origen de todo amor entre nosotros, y el Espíritu Santo guarda ese amor
vivo en nuestros hogares y en nuestras comunidades.
a) Acción de gracias
El Señor esté con vosotros. R/ Y con tu espíritu. Levantemos el corazón R/ Lo tenemos
levantado hacia el Señor. Demos gracias al Señor, nuestro Dios. R/ Es justo y necesario.
Prefacio del Matrimonio. La dignidad de la alianza nupcial
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en
todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Que con el yugo suave del amor y el vínculo indisoluble de la unidad, hiciste más fuerte
la alianza nupcial, para que aumenten los hijos de tu adopción por la honesta fecundidad
de los esposos. Tu providencia, Señor, y tu amor lo dispuso así de modo tan admirable,
que el nacer llena la tierra y el renacer aumenta tu Iglesia, por Cristo, nuestro Señor.
Acción de Gracias de los Esposos
Los esposos pueden rezar juntos la siguiente oración, tomada del cuarto prefacio para
matrimonios, en el misal francés.
Oh Dios y Padre nuestro: Es justo y bueno darte gloria y ofrecerte nuestra alabanza.
Porque has hecho al hombre y a la mujer a tu imagen y semejanza y has puesto en sus
corazones el amor que los vincula íntimamente el uno al otro, para que sean siempre uno.
Tú les dices que en las penas y alegrías de su vida, en días de cansancio o de maravilla,
tú estás fielmente cerca de ellos. Por medio de la comunión de su amor y destino haz que
tu misma vida crezca en ellos, hasta el día en que colmes todas sus esperanzas en tu
amado Hijo Jesucristo. Amén.
Prefacio VII dominical del tiempo ordinario. La salvación, fruto de la obediencia
de Cristo.
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en
todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Porque tu amor al mundo fue tan misericordioso que nos enviaste como redentor a tu
propio Hijo, Y en todo lo quisiste semejante a nosotros, menos en el pecado, para poder
así amar en nosotros lo que amabas en él. Con su obediencia has restaurado aquellos
dones que por nuestra desobediencia habíamos perdido.
•• Gracias Jesús por concederme este momento de encuentro y diálogo contigo. Gracias
porque te hiciste hombre, para que podamos alcanzar la salvación, la plenitud de nuestra
vida humana. No dejes, Buen Señor, que el temor me haga flaquear y que se debilite mi
fe. Que siempre encuentre en Ti la fortaleza; como Pan Vivo bajao del Cielo, para afirmar
tu verdad y pueda iluminar al mundo entero con tu Palabra de vida.
Por eso, con los ángeles y los santos, cantemos sin cesar el himno de tu gloria:
b) Santo: con esta aclamación toda la asamblea, uniéndose a las jerarquías celestiales, canta o recita las
alabanzas a Dios.
Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del Universo. Llenos están el cielo y la tierra de tu
gloria. Hosanna en el cielo. Bendito el que viene en nombre del Señor. Hosanna en el
cielo.
c) Epíclesis Se implora el poder divino para que los dones se conviertan en el Cuerpo y la Sangre de
Cristo, y para que la víctima inmaculada que se va a recibir en la comunión sea para salvación de quienes
la reciban.
Santo eres en verdad, Padre, y con razón te alaban todas tus criaturas, ya que por
Jesucristo, tu Hijo, Señor nuestro, con la fuerza del Espíritu Santo, das vida y santificas
todo, y congregas a tu pueblo sin cesar, para que ofrezca en tu honor un sacrificio sin
mancha desde donde sale el sol hasta el ocaso. Por eso, Padre, te suplicamos que
santifiques por el mismo Espíritu estos dones que hemos separado para ti, de manera que
se conviertan en el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo, Hijo tuyo y Señor nuestro, que nos
mandó celebrar estos misterios.
d) Narración de la institución y consagración. Con las palabras y gestos de Cristo, se realiza
el sacrificio que él mismo instituyó en la última cena. Momento más solemne de la Misa; es la
transubstanciación: pan y vino desaparecen al convertirse en el Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Cristo.
Dios se hace presente ante nosotros con todo su amor. ¡Bendito Jesus en el Santísimo sacramento del Altar!
Porque Él mismo, la noche en que iba a ser entregado, tomó pan y dando gracias te
bendijo, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo: "Tomen y coman todos de él, porque
esto es mi Cuerpo, que será entregado por ustedes".
Del mismo modo, acabada la cena, tomó el cáliz, y, dando gracias te bendijo, y lo pasó a
sus discípulos, diciendo: "Tomen y beban todos de él, porque éste es el cáliz de mi Sangre,
Sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por ustedes y por muchos para
el perdón de los pecados. Hagan esto en conmemoración mía".
e) Anámnesis. La Iglesia, al cumplir este encargo que, a través de los Apóstoles, recibió de Cristo
Señor, realiza el memorial del mismo Cristo, su Reactualización, recordando principalmente su
bienaventurada pasión, su gloriosa resurrección y la ascensión al cielo.
Atiende los deseos y súplicas de esta familia que has congregado en tu presencia, en el
domingo, día en que Cristo ha vencido a la muerte y nos ha hecho partícipes de su vida
inmortal. Reúne en torno a ti, Padre misericordioso, a todos tus hijos dispersos por el
mundo.
A nuestros hermanos difuntos y a cuantos murieron en tu amistad recíbelos en tu reino,
donde esperamos gozar todos juntos de la plenitud eterna de tu gloria, por Cristo, Señor
nuestro, por quien concedes al mundo todos los bienes.
h) Doxología final. Se expresa la glorificación de Dios y se concluye y confirma con el amen del pueblo.
Por Cristo, con Él y en Él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo,
todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos. T. Amén.
✞ ✞ ✞ Rito de la comunión
Significa "común unión". Al acercarnos a comulgar, además de recibir a Jesús dentro de nosotros y de
abrazarlo con tanto amor y alegría, nos unimos a toda la Iglesia en esa misma alegría y amor.
a) Introducción al Padrenuestro
Con las palabras de Jesús nuestro Señor oremos al Padre de todos para que su reino venga a cada persona
de la tierra.
Tenemos un Padre amoroso en el cielo. A él nos dirigimos en oración con las palabras del
mismo Jesús.
R/ Padre Nuestro...
b) Rito de la Paz
Los fieles imploran la paz y la unidad para la iglesia y para toda la familia humana y se expresan mutuamente
la caridad antes de participar de un mismo pan.
Líbranos, Señor. Líbranos, Señor, de todos los males y danos capacidad para amar sin
condiciones ni componendas. Danos un amor que permanezca fiel y crezca más profundo
en los días de prueba y sufrimiento. Líbranos siempre de todo temor a entregarnos
generosamente con amor los unos a los otros, mientras esperamos con alegría la venida
gloriosa de nuestro Salvador Jesucristo.
R/. Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria, por siempre, Señor.
Señor Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles: "La paz les dejo, mi paz les doy", no tengas
en cuenta nuestros pecados, sino la fe de tu Iglesia y, conforme a tu palabra, concédele
la paz y la unidad. Tú, que vives y reinas por los siglos de los siglos. R/. Amén.
La paz del Señor esté siempre con ustedes. R/. Y con tu espíritu.
Dense fraternalmente la paz.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo. R. Ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo. R. Ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo. R. Danos la paz.
Invitación a la Comunión
Este es el Cordero de Dios cuyo amor fue fiel hasta el fin. Se sacrificó a sí mismo para
darnos el valor para amar sin medida. Felices nosotros, llamados a esta santa cena del
Señor.
• Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Dichosos los invitados a la
cena del Señor.
R. Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una Palabra tuya bastará para
sanarme.
c) El gesto de la fracción del pan: Significa que nosotros, que somos muchos, en la comunión de
un solo pan de vida, que es Cristo, nos hacemos un solo cuerpo (1 Co 10,17)
d) Inmixión o mezcla: el celebrante deja caer una parte del pan consagrado en el cáliz.
Antífona de la comunión Cf. Lam 3, 25
El Señor es bueno para quienes esperan en él, para quien lo busca.
O bien: Cf. 1Cor 10, 17
Porque el pan es uno, nosotros, siendo muchos, formamos un solo cuerpo, pues todos
comemos del mismo pan y participamos del mismo cáliz.
Oh Dios y Padre nuestro: Nos has confiado tu amor no como un producto acabado, sino
como una tarea de por vida. Que el amor de tu Hijo enriquezca nuestro amor con
inquebrantable fidelidad y generosidad, para que pueda resistir todas las tormentas y
seguir creciendo en profundidad, hasta que lo corones con tu alegría que perdura para
siempre, por los siglos de los siglos.
Concédenos, Dios todopoderoso, que nos alimentemos y saciemos en los sacramentos
recibidos, hasta que nos transformemos en lo que hemos tomado. Por Jesucristo, nuestro
Señor.
4 RITO DE CONCLUSION
Consta de saludo, bendición sacerdotal, y de la despedida, con la que se disuelve la asamblea, para que
cada uno vuelva a sus honestos quehaceres alabando y bendiciendo al Señor.
✞ ✞ ✞ Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos
de los siglos. R/ Amén.
¡Cristo, Rey nuestro! R/ ¡Venga tu Reino!
Consagración a María
Salve, Reina de los Cielos y Señora de los ángeles; salve raíz, salve puerta, que dio paso
a nuestra luz. Alégrate, Virgen gloriosa, entre todas la más bella; salve, agraciada
doncella, ruega a Cristo por nosotros. Que con el auxilio de tan dulce intercesora, seamos
siempre fieles en el terreno caminar. Amén
✞ ✞ ✞ Bendición
DIRECTORIO HOMILÉTICO
Ap I. La homilía y el Catecismo de la Iglesia Católica.
Ciclo B. Vigésimo séptimo domingo del Tiempo Ordinario.
La fidelidad conyugal
EL MATRIMONIO EN EL PLAN DE DIOS
1602 La Sagrada Escritura se abre con el relato de la creación del hombre y de la mujer
a imagen y semejanza de Dios (Gn 1, 26-27) y se cierra con la visión de las "bodas del
Cordero" (Ap 19, 7. 9). De un extremo a otro la Escritura habla del matrimonio y de su
"misterio", de su institución y del sentido que Dios le dio, de su origen y de su fin, de sus
realizaciones diversas a lo largo de la historia de la salvación, de sus dificultades nacidas
del pecado y de su renovación "en el Señor" (1Co 7, 39) todo ello en la perspectiva de la
Nueva Alianza de Cristo y de la Iglesia (cf Ef 5, 31-32).
El matrimonio en el orden de la creación
1603 "La íntima comunidad de vida y amor conyugal, fundada por el Creador y provista
de leyes propias, se establece sobre la alianza del matrimonio… un vínculo sagrado… no
depende del arbitrio humano. El mismo Dios es el autor del matrimonio" (GS 48, 1). La
vocación al matrimonio se inscribe en la naturaleza misma del hombre y de la mujer,
según salieron de la mano del Creador. El matrimonio no es una institución puramente
humana a pesar de las numerosas variaciones que ha podido sufrir a lo largo de los siglos
en las diferentes culturas, estructuras sociales y actitudes espirituales. Estas diversidades
no deben hacer olvidar sus rasgos comunes y permanentes. A pesar de que la dignidad
de esta institución no se trasluzca siempre con la misma claridad (cf GS 47, 2), existe en
todas las culturas un cierto sentido de la grandeza de la unión matrimonial. "La salvación
de la persona y de la sociedad humana y cristiana está estrechamente ligada a la
prosperidad de la comunidad conyugal y familiar" (GS 47, 1).
1604 Dios que ha creado al hombre por amor lo ha llamado también al amor, vocación
fundamental e innata de todo ser humano. Porque el hombre fue creado a imagen y
semejanza de Dios (Gn 1, 2), que es Amor (cf 1Jn 4, 8. 16). Habiéndolos creado Dios
hombre y mujer, el amor mutuo entre ellos se convierte en imagen del amor absoluto e
indefectible con que Dios ama al hombre. Este amor es bueno, muy bueno, a los ojos del
Creador (cf Gn 1, 31). Y este amor que Dios bendice es destinado a ser fecundo y a
realizarse en la obra común del cuidado de la creación. "Y los bendijo Dios y les dijo: "Sed
fecundos y multiplicaos, y llenad la tierra y sometedla'" (Gn 1, 28).
1605 La Sagrada escritura afirma que el hombre y la mujer fueron creados el uno para el
otro: "No es bueno que el hombre esté solo". La mujer, "carne de su carne", su igual, la
criatura más semejante al hombre mismo, le es dada por Dios como una "auxilio",
representando así a Dios que es nuestro "auxilio" (cf Sal 121, 2). "Por eso deja el hombre
a su padre y a su madre y se une a su mujer, y se hacen una sola carne" (cf Gn 2, 18-
25). Que esto significa una unión indefectible de sus dos vidas, el Señor mismo lo muestra
recordando cuál fue "en el principio", el plan del Creador: "De manera que ya no son dos
sino una sola carne" (Mt 19, 6).
El matrimonio bajo la esclavitud del pecado
1606 Todo hombre, tanto en su entorno como en su propio corazón, vive la experiencia
del mal. Esta experiencia se hace sentir también en las relaciones entre el hombre y la
mujer. En todo tiempo, la unión del hombre y la mujer vive amenazada por la discordia,
el espíritu de dominio, la infidelidad, los celos y conflictos que pueden conducir hasta el
odio y la ruptura. Este desorden puede manifestarse de manera más o menos aguda, y
puede ser más o menos superado, según las culturas, las épocas, los individuos, pero
siempre aparece como algo de carácter universal.
1607 Según la fe, este desorden que constatamos dolorosamente, no se origina en la
naturaleza del hombre y de la mujer, ni en la naturaleza de sus relaciones, sino en el
pecado. El primer pecado, ruptura con Dios, tiene como consecuencia primera la ruptura
de la comunión original entre el hombre y la mujer. Sus relaciones quedan distorsionadas
por agravios recíprocos (cf Gn 3, 12); su atractivo mutuo, don propio del creador (cf Gn
2, 22), se cambia en relaciones de dominio y de concupiscencia (cf Gn 3, 16b); la hermosa
vocación del hombre y de la mujer de ser fecundos, de multiplicarse y someter la tierra
(cf Gn 1, 28) queda sometida a los dolores del parto y los esfuerzos de ganar el pan (cf
Gn 3, 16-19).
1608 Sin embargo, el orden de la Creación subsiste aunque gravemente perturbado. Para
sanar las heridas del pecado, el hombre y la mujer necesitan la ayuda de la gracia que
Dios, en su misericordia infinita, jamás les ha negado (cf Gn 3, 21). Sin esta ayuda, el
hombre y la mujer no pueden llegar a realizar la unión de sus vidas en orden a la cual
Dios los creó "al comienzo".
El matrimonio bajo la pedagogía de la antigua Ley
1609 En su misericordia, Dios no abandonó al hombre pecador. Las penas que son
consecuencia del pecado, "los dolores del parto" (Gn 3, 16), el trabajo "con el sudor de tu
frente" (Gn 3, 19), constituyen también remedios que limitan los daños del pecado. Tras
la caída, el matrimonio ayuda a vencer el repliegue sobre sí mismo, el egoísmo, la
búsqueda del propio placer, y a abrirse al otro, a la ayuda mutua, al don de si.
1610 La conciencia moral relativa a la unidad e indisolubilidad del matrimonio se desarrolló
bajo la pedagogía de la Ley antigua. La poligamia de los patriarcas y de los reyes no es
todavía prohibida de una manera explícita. No obstante, la Ley dada por Moisés se orienta
a proteger a la mujer contra un dominio arbitrario del hombre, aunque ella lleve también,
según la palabra del Señor, las huellas de "la dureza del corazón" de la persona humana,
razón por la cual Moisés permitió el repudio de la mujer (cf Mt 19, 8; Dt 24, 1).
1611 Contemplando la Alianza de Dios con Israel bajo la imagen de un amor conyugal
exclusivo y fiel (cf Os 1-3; Is 54. 62; Jr 2-3. 31; Ez 16, 62), los profetas fueron preparando
la conciencia del Pueblo elegido para una comprensión más profunda de la unidad y de la
indisolubilidad del matrimonio (cf Ml 2, 13-17). Los libros de Rut y de Tobías dan
testimonios conmovedores del sentido hondo del matrimonio, de la fidelidad y de la
ternura de los esposos. La Tradición ha visto siempre en el Cantar de los Cantares una
expresión única del amor humano, en cuanto que éste es reflejo del amor de Dios, amor
"fuerte como la muerte" que "las grandes aguas no pueden anegar" (Ct 8, 6-7).
El matrimonio en el Señor
1612 La alianza nupcial entre Dios y su pueblo Israel había preparado la nueva y eterna
alianza mediante la que el Hijo de Dios, encarnándose y dando su vida, se unió en cierta
manera con toda la humanidad salvada por él (cf. GS 22), preparando así "las bodas del
cordero" (Ap 19, 7. 9).
1613 En el umbral de su vida pública, Jesús realiza su primer signo - a petición de su
Madre - con ocasión de un banquete de boda (cf Jn 2, 1-11). La Iglesia concede una gran
importancia a la presencia de Jesús en las bodas de Caná. Ve en ella la confirmación de
la bondad del matrimonio y el anuncio de que en adelante el matrimonio será un signo
eficaz de la presencia de Cristo.
1614 En su predicación, Jesús enseñó sin ambigüedad el sentido original de la unión del
hombre y la mujer, tal como el Creador la quiso al comienzo: la autorización, dada por
Moisés, de repudiar a su mujer era una concesión a la dureza del corazón (cf Mt 19, 8);
la unión matrimonial del hombre y la mujer es indisoluble: Dios mismo la estableció: "lo
que Dios unió, que no lo separe el hombre" (Mt 19, 6).
1615 Esta insistencia, inequívoca, en la indisolubilidad del vínculo matrimonial pudo causar
perplejidad y aparecer como una exigencia irrealizable (cf Mt 19, 10). Sin embargo, Jesús
no impuso a los esposos una carga imposible de llevar y demasiado pesada (cf Mt 11, 29-
30), más pesada que la Ley de Moisés. Viniendo para restablecer el orden inicial de la
creación perturbado por el pecado, da la fuerza y la gracia para vivir el matrimonio en la
dimensión nueva del Reino de Dios. Siguiendo a Cristo, renunciando a sí mismos, tomando
sobre sí sus cruces (cf Mt 8, 34), los esposos podrán "comprender" (cf Mt 19, 11) el sentido
original del matrimonio y vivirlo con la ayuda de Cristo. Esta gracia del Matrimonio
cristiano es un fruto de la Cruz de Cristo, fuente de toda la vida cristiana.
1616 Es lo que el apóstol Pablo da a entender diciendo: "Maridos, amad a vuestras
mujeres como Cristo amó a la Iglesia y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla"
(Ef 5, 25-26), y añadiendo enseguida: "`Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre
y se unirá a su mujer, y los dos se harán una sola carne'. Gran misterio es éste, lo digo
respecto a Cristo y a la Iglesia" (Ef 5, 31-32).
1617 Toda la vida cristiana está marcada por el amor esponsal de Cristo y de la Iglesia.
Ya el Bautismo, entrada en el Pueblo de Dios, es un misterio nupcial. Es, por así decirlo,
como el baño de bodas (cf Ef 5, 26-27) que precede al banquete de bodas, la Eucaristía.
El Matrimonio cristiano viene a ser por su parte signo eficaz, sacramento de la alianza de
Cristo y de la Iglesia. Puesto que es signo y comunicación de la gracia, el matrimonio
entre bautizados es un verdadero sacramento de la Nueva Alianza (cf DS 1800; CIC, can.
1055, 2).
LOS BIENES Y LAS EXIGENCIAS DEL AMOR CONYUGAL
1643 "El amor conyugal comporta una totalidad en la que entran todos los elementos de
la persona - reclamo del cuerpo y del instinto, fuerza del sentimiento y de la afectividad,
aspiración del espíritu y de la voluntad - ; mira una unidad profundamente personal que,
más allá de la unión en una sola carne, conduce a no tener más que un corazón y un
alma; exige la indisolubilidad y la fidelidad de la donación recíproca definitiva; y se abre
a fecundidad. En una palabra: se trata de características normales de todo amor conyugal
natural, pero con un significado nuevo que no sólo las purifica y consolida, sino las eleva
hasta el punto de hacer de ellas la expresión de valores propiamente cristianos" (FC, 13).
Unidad e indisolubilidad del matrimonio
1644 El amor de los esposos exige, por su misma naturaleza, la unidad y la indisolubilidad
de la comunidad de personas que abarca la vida entera de los esposos: "De manera que
ya no son dos sino una sola carne" (Mt 19, 6; cf Gn 2, 24). "Están llamados a crecer
continuamente en su comunión a través de la fidelidad cotidiana a la promesa matrimonial
de la recíproca donación total" (FC, 19). Esta comunión humana es confirmada, purificada
y perfeccionada por la comunión en Jesucristo dada mediante el sacramento del
matrimonio. Se profundiza por la vida de la fe común y por la Eucaristía recibida en común.
1645 "La unidad del matrimonio aparece ampliamente confirmada por la igual dignidad
personal que hay que reconocer a la mujer y el varón en el mutuo y pleno amor" (GS 49,
2). La poligamia es contraria a esta igual dignidad de uno y otro y al amor conyugal que
es único y exclusivo.
La fidelidad del amor conyugal
1646 El amor conyugal exige de los esposos, por su misma naturaleza, una fidelidad
inviolable. Esto es consecuencia del don de sí mismos que se hacen mutuamente los
esposos. El auténtico amor tiende por sí mismo a ser algo definitivo, no algo pasajero.
"Esta íntima unión, en cuanto donación mutua de dos personas, como el bien de los hijos
exigen la fidelidad de los cónyuges y urgen su indisoluble unidad" (GS 48, 1).
1647 Su motivo más profundo consiste en la fidelidad de Dios a su alianza, de Cristo a su
Iglesia. Por el sacramento del matrimonio los esposos son capacitados para representar y
testimoniar esta fidelidad. Por el sacramento, la indisolubilidad del matrimonio adquiere
un sentido nuevo y más profundo.
1648 Puede parecer difícil, incluso imposible, atarse para toda la vida a un ser humano.
Por ello es tanto más importante anunciar la buena nueva de que Dios nos ama con un
amor definitivo e irrevocable, de que los esposos participan de este amor, que les conforta
y mantiene, y de que por su fidelidad se convierten en testigos del amor fiel de Dios. Los
esposos que, con la gracia de Dios, dan este testimonio, con frecuencia en condiciones
muy difíciles, merecen la gratitud y el apoyo de la comunidad eclesial (cf FC, 20).
1649 Existen, sin embargo, situaciones en que la convivencia matrimonial se hace
prácticamente imposible por razones muy diversas. En tales casos, la Iglesia admite la
separación física de los esposos y el fin de la cohabitación. Los esposos no cesan de ser
marido y mujer delante de Dios; ni son libres para contraer una nueva unión. En esta
situación difícil, la mejor solución sería, si es posible, la reconciliación. La comunidad
cristiana está llamada a ayudar a estas personas a vivir cristianamente su situación en la
fidelidad al vínculo de su matrimonio que permanece indisoluble (cf FC; 83; CIC, can.
1151-1155).
1650 Hoy son numerosos en muchos países los católicos que recurren al divorcio según
las leyes civiles y que contraen también civilmente una nueva unión. La Iglesia mantiene,
por fidelidad a la palabra de Jesucristo ("Quien repudie a su mujer y se case con otra,
comete adulterio contra aquella; y si ella repudia a su marido y se casa con otro, comete
adulterio": Mc 10, 11-12), que no puede reconocer como válida esta nueva unión, si era
válido el primer matrimonio. Si los divorciados se vuelven a casar civilmente, se ponen en
una situación que contradice objetivamente a la ley de Dios. Por lo cual no pueden acceder
a la comunión eucarística mientras persista esta situación, y por la misma razón no pueden
ejercer ciertas responsabilidades eclesiales. La reconciliación mediante el sacramento de
la penitencia no puede ser concedida más que aquellos que se arrepientan de haber
violado el signo de la Alianza y de la fidelidad a Cristo y que se comprometan a vivir en
total continencia.
1651 Respecto a los cristianos que viven en esta situación y que con frecuencia conservan
la fe y desean educar cristianamente a sus hijos, los sacerdotes y toda la comunidad deben
dar prueba de una atenta solicitud, a fin de que aquellos no se consideren como separados
de la Iglesia, de cuya vida pueden y deben participar en cuanto bautizados:
"Se les exhorte a escuchar la Palabra de Dios, a frecuentar el sacrificio de la misa, a
perseverar en la oración, a incrementar las obras de caridad y las iniciativas de la
comunidad en favor de la justicia, a educar sus hijos en la fe cristiana, a cultivar el espíritu
y las obras de penitencia para implorar de este modo, día a día, la gracia de Dios" (FC,
84).
El divorcio
2331 "Dios es amor y vive en sí mismo un misterio de comunión personal de amor.
Creándola a su imagen… Dios inscribe en la humanidad del hombre y de la mujer la
vocación, y consiguientemente la capacidad y la responsabilidad del amor y de la
comunión" (FC, 11).
"Dios creó el hombre a imagen suya… hombre y mujer los creó" (Gn 1, 27). "Creced y
multiplicaos" (Gn 1, 28); "el día en que Dios creó al hombre, le hizo a imagen de Dios.
Los creó varón y hembra, los bendijo, y los llamó "Hombre" en el día de su creación" (Gn
5, 1-2).
2332 La sexualidad afecta a todos los aspectos de la persona humana, en la unidad de su
cuerpo y su alma. Concierne particularmente a la afectividad, la capacidad de amar y de
procrear y, de manera más general, a la aptitud para establecer vínculos de comunión con
otro.
2333 Corresponde a cada uno, hombre y mujer, reconocer y aceptar su identidad sexual.
La diferencia y la complementariedad físicas, morales y espirituales, están orientadas a
los bienes del matrimonio y al desarrollo de la vida familiar. La armonía de la pareja y de
la sociedad depende en parte de la manera en que son vividas entre los sexos la
complementariedad, la necesidad y el apoyo mutuos.
2334 "Creando al hombre 'varón y mujer', Dios da la dignidad personal de igual modo al
hombre y a la mujer" (FC, 22; cf GS 49, 2). "El hombre es una persona, y esto se aplica
en la misma medida al hombre y a la mujer, porque los dos fueron creados a imagen y
semejanza de un Dios personal" (MD 6).
2335 Cada uno de los sexos es, con una dignidad igual, aunque de manera distinta,
imagen del poder y de la ternura de Dios. La unión del hombre y de la mujer en el
matrimonio es una manera de imitar en la carne la generosidad y la fecundidad del
Creador: "el hombre deja a su padre y a su madre y se une a su mujer, y se hacen una
sola carne" (Gn 2, 24). De esta unión proceden todas las generaciones humanas (cf Gn 4,
1-2. 25-26; Gn 5, 1).
2336 Jesús vino a restaurar la creación en la pureza de sus orígenes. En el Sermón de la
montaña interpreta de manera rigurosa el plan de Dios: "Habéis oído que se dijo: `no
cometerás adulterio'. Pues yo os digo: `todo el que mira a una mujer deseándola, ya
cometió adulterio con ella en su corazón'" (Mt 5, 27-28). El hombre no debe separar lo
que Dos ha unido (cf Mt 19, 6).
La Tradición de la Iglesia ha entendido el sexto mandamiento como una regulación
completa de la sexualidad humana.
La fidelidad, fruto del Espíritu
1832 Los frutos del Espíritu son perfecciones que forma en nosotros el Espíritu Santo como
primicias de la gloria eterna. La tradición de la Iglesia enumera doce: "caridad, gozo, paz,
paciencia, longanimidad, bondad, benignidad, mansedumbre, fidelidad, modestia,
continencia, castidad" (Ga 5, 22 - 23, vulg.).
La fidelidad de los bautizados
2044 La fidelidad de los bautizados es una condición primordial para el anuncio del
evangelio y para la misión de la Iglesia en el mundo. Para manifestar ante los hombres su
fuerza de verdad y de irradiación, el mensaje de la salvación debe ser autentificado por el
testimonio de vida de los cristianos. "El mismo testimonio de la vida cristiana y las obras
buenas realizadas con espíritu sobrenatural son eficaces para atraer a los hombres a la fe
y a Dios" (AA 6).
2147 Las promesas hechas a otro en nombre de Dios comprometen el honor, la fidelidad,
la veracidad y la autoridad divinas. Deben ser respetadas en justicia. Ser infiel a ellas es
usar mal el nombre de Dios y, en cierta manera, hacer de Dios un mentiroso (cf 1Jn 1,
10).
2156 El sacramento del Bautismo es conferido "en el nombre del Padre y del Hijo y del
Espíritu Santo" (Mt 28, 19). En el bautismo, el nombre del Señor santifica al hombre, y el
cristiano recibe su nombre en la Iglesia. Este puede ser el de un santo, es decir, de un
discípulo que vivió una vida de fidelidad ejemplar a su Señor. Al ser puesto bajo el
patrocinio de un santo, se le ofrece un modelo de caridad y se le asegura su intercesión.
El "nombre de bautismo" puede expresar también un misterio cristiano o una virtud
cristiana. "Procuren los padres, los padrinos y el párroco que no se imponga un nombre
ajeno al sentir cristiano" (CIC, can. 855).
2223 Los padres son los primeros responsables de la educación de sus hijos. Testimonian
esta responsabilidad ante todo por la creación de un hogar, donde la ternura, el perdón,
el respeto, la fidelidad y el servicio desinteresado son norma. El hogar es un lugar
apropiado para la educación de las virtudes. Esta requiere el aprendizaje de la abnegación,
de un sano juicio, del dominio de sí, condiciones de toda libertad verdadera. Los padres
han de enseñar a los hijos a subordinar las dimensiones "materiales e instintivas a las
interiores y espirituales" (CA 36). Es una grave responsabilidad para los padres dar buenos
ejemplos a sus hijos. Sabiendo reconocer ante sus hijos sus propios defectos, se hacen
más aptos para guiarlos y corregirlos:
"El que ama a su hijo, le azota sin cesar… el que enseña a su hijo, sacará provecho de él"
(Si 30, 1-2).
"Padres, no exasperéis a vuestros hijos, sino formadlos más bien mediante la instrucción
y la corrección según el Señor" (Ef 6, 4).
2787 Cuando decimos Padre "nuestro", reconocemos ante todo que todas sus promesas
de amor anunciadas por los Profetas se han cumplido en la nueva y eterna Alianza en
Cristo: hemos llegado a ser "su Pueblo" y El es desde ahora en adelante "nuestro Dios".
Esta relación nueva es una pertenencia mutua dada gratuitamente: por amor y fidelidad
(cf Os 2, 21-22; Os 6, 1-6) tenemos que responder "a la gracia y a la verdad que nos han
sido dadas en Jesucristo (Jn 1, 17).