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Caudillismo: 

es un fenómeno social y político surgido durante el sigo XIX en América Latina,


consistente en la aparición en cada país de líderes carismáticos cuya forma de acceder al
poder estaba basada en mecanismos informales de reconocimiento del liderazgo por parte de
las multitudes que depositaban en el caudillo los intereses del conjunto y la capacidad para
resolver los problemas comunes.

En la historia argentina del siglo XIX, se llamó caudillos a los distintos jefes de los ejércitos de
las provincias, que combatían entre sí, y en particular a los que enfrentaron a Buenos Aires. Se
trata, en general, de un término de uso militar. Éstos jefes militares utilizaban grados militares
convencionales, sobre todo el de general o coronel. Tenían arraigo popular, y lograban reunir
numerosos ejércitos por su carisma y por la identificación con los intereses populares.

Tras la Independencia de las Provincias Unidas de Río de la Plata, comenzaron los conflictos
entre las provincias. Habían quienes querían centralizar todo el poder en Buenos Aires, y
quienes creían que las provincias debían mantener su autonomía. Esto provocó graves
conflictos y enfrentamientos, que llevaron a la disolución del poder central en 1820. Esto
significó que ya no existía un gobierno único para todo el territorio, sino que cada provincia se
gobernaba a si misma por medio de un gobernador.

Las figuras destacadas de este período fueron los caudillos. La mayoría de estos hombres
había luchado en la guerra de la Independencia y eran propietarios de grandes extensiones de
tierra. Su prestigio y su poder los convirtieron en verdaderos líderes y contaban con el apoyo de
numerosos sectores de la población de sus provincias.
Con el correr de los años, las opiniones políticas se dividieron en dos grandes grupos: los
unitarios y los federales.

Los unitarios opinaban que la mejor solución para organizar un país era crear un gobierno
central fuerte, que elaborara las leyes y nombrara los gobernantes para todas las provincias.
Aunque este grupo tenía apoyo en algunas provincias del interior, los unitarios eran, en su
mayoría, porteños.

Los federales también apoyaban la creación de un gobierno central, pero que sólo se ocupara


de algunas cuestiones. Por ejemplo, las relaciones con los demás países. Aunque todos los
federales defendían el derecho que tenía cada provincia de dictar sus propias leyes y designar
a sus propias autoridades, se diferenciaban entre si según los intereses económicos
regionales. Estos mismos intereses terminaron enfrentando a distintos grupos federales.

Entre los caudillos más relevantes de la época (1820-1825) encontramos a:

 Francisco Ramírez, Jordán López y Justo José de Urquiza en la provincia de Entre


Ríos.

 Estanislao López en Santa Fe

 Facundo Quiroga y Chacho Peñaloza en la provincia de La Rioja

 Juan Bautista Bustos en la provincia de Córdoba

 Martin de Güemes en la provincia de Salta

 Felipe Varela en la provincia de Catamarca.

 Juan Manuel de Rosas en la provincia de Buenos Aires

 Antonio Taboada en la provincia de Santiago del Estero.

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