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Pero, no podemos pensar que estas constituciones y símbolos patrios reunieron a todos los
metros cuadrados de nuestro país siempre, ya que para principios de siglo XIX y cuando se
implementaron todas estas nuevas medidas soberanas solo se incluyo a desde Coquimbo a
Concepción, y “Chiloé no pertenecía administrativamente al reino de Chile”(Pinto,
Valdivia, 2009) , y a la vez el pueblo chilote se mantuvo ajeno a las medidas republicanas
del “país del Mapocho”. Sin embargo, luego de invasiones militares y el Tratado de
Tantauco en 1826, Chiloé finalmente se incorporo al “Estado de Chile”. Dentro de este
tratado, “quedo estipulada la incorporación a Chile de la “provincia y archipiélago de
Chiloé con el territorio que abraza”.
Esta incorporación de Chiloé genero grandes cambios, administrativos y culturales que se
pueden asociar a la expansión de la soberanía de nuestro país. Pero también continuaciones
del periodo colonial, donde Elvira López nos muestra que los constructores del Estado
chileno, debieron vincularse a las elites locales, reconocer funcionarios monárquicos, pactar
territorios para poder desarrollar su programa institucional.
Con respecto a los cambios, en primer lugar, se delimito la correspondencia geográfica de
la región, ya que “es significativo que todas las constituciones y reglamentos orgánicos de
Chile entre 1822 y 1833 confundían la provincia de Chiloé con el archipiélago homónimo”
(Catepillan, 2020), ahora con un Chile republicano, “en la década de los años 1850, podría
decirse que Chiloé, como muchas otras provincias sometidas al país del Mapocho, comenzó
a ser cercenada y subdividida” (Catepillan, 2020).
Con respecto a la división administrativa, “siguió convergiendo con las antiguas capillas
del periodo monárquico para el cobro de impuestos” (Catepillan,2020).
Si bien podemos ver como se planteo anteriormente un cambio con respecto a la división
territorial de la región, no hubo muchos cambios con respecto a antes de 1826, además de
un aumento en las autoridades presentes en la provincia. Por lo tanto existió una
continuidad en la división administrativa, pero también lo fue en la organización
republicana, dado que “Luego del tratado de Tantauco solo el ministro de la tesorería
procedía del Norte,” (Catepillan 2020), mientras que los demás funcionarios permanecían
en sus cargos desde antes de 1826. Sin embargo, en temas de Hacienda publica si hubo
cambios, y desde 1831 fue intervenida directamente desde el “País del Mapocho”. Donde la
planta de Tesorería y Aduana unidas de Chiloé se encargo de administrar la región en
múltiples sentidos y podemos caracterizarla como un éxito de la presencia del “Estado
chileno” en la provincia, sin embargo, la oficina tenia poco presupuesto y aun así pudo
trabajar de buena manera.
En el mismo contexto de la Chilenización de Chiloé, podemos encontrar la “Chilenización
de Tacna y Arica” pero esto ocurrio mucho tiempo mas tarde que la de Chiloé, posterior a
la Guerra del Pacifico (1879-1883). Donde el Estado chileno busco la soberanía en la zona
a través de medidas para poder controlarla. “El Estado chileno según la Ley de 1884 le dio
forma y denominación a la provincia de Tacna” (Díaz, Ruz, 2010), donde a través de la
división en departamentos (Arica y Tacna), se dividieron cargos administrativos como
Intendentes, gobernadores, alcaldes, secretarios, oficiales y auxiliares con el fin de poder
lograr una buena administración. Y con respecto a esto, “la organización política y
administrativa impuesta durante los primeros años de ocupación permitía el nombramiento
de vecinos de cada localidad” (Díaz, Ruz, 2010), este hecho, se puede conectar
directamente con el caso de Chiloé dado que en esa región, como permanecieron casi los
mismos cargos de antes de 1826, se podría decir que también fueron cargos al mando de los
mismos miembros de la comunidad.
Dentro de la variabilidad presentada por la región post-guerra, se puede entonces
determinar que hubo una reestructuración administrativa y burocrática por parte del Estado
de Chile hacia la región. También, como es el caso de Chiloé, se definieron limites de los
nuevos departamentos creados a través de la “Ley Nº 2261 del 31 de octubre de 1884”
(Díaz, Ruz, 2010), por lo tanto podemos encontrar otro elemento en común con la
Chilenización de Chiloé que corresponde a la división de la región y nombramiento de
cargos administrativos para cada una de esas nuevas subdivisiones, elegidos por el
Presidente. Si bien estos nombramientos de cargos sirvieron para darle una participación al
Estado de Chile dentro de esta nueva comunidad que estaban anexando, estos cargos
sirvieron mas como mediación entre el estado y los nuevos “compatriotas”, y mediante
ellos se pudieron resolver series de conflictos con respecto a demandas sociales y lo mas
importante, la agricultura.
Un caso similar ocurre con la anexión de la Patagonia Chilena, y llama la atención ya que
hoy en día sabemos que es un sector rico en recursos naturales y muy atraído
turísticamente, si nos remontamos a los inicios de la inclusión del sector al Estado de Chile,
podemos ver que los únicos motivos de para fomentar este establecimiento fueron para
proteger la soberanía. “Chile inicio la ocupación militar del Estrecho de Magallanes en
1843” (Harambour,2019) , y como bien sabemos, a manos del general Manuel Bulnes. Esta
ocupación consistió en el reconocimiento de canales y posibles puertos para que el
gobierno pudiese operar en el sector, y “ante la posibilidad de encontrar <<una o mas
posesiones extranjeras>> en la zona se debía presentar una reclamación de soberanía
basándose en la pretensión territorial contenida en la Constitución de 1833”
(Harambour,2019), A fin de cuentas, esta expedición buscaba posibilidades de generar
líneas comerciales en el sector. La ocupación militar genero el levantamiento del Fuerte
Bulnes en el mismo año, posterior a esto, “el gobernador y la presidencia decidieron el
traslado de la población a una zona mas baja y protegida” (Harambour,2019), con respecto
a la población. Mas adelante el Estado de Chile se preocupo de atraer inmigrantes al sector,
donde “Estos tímidos esfuerzos resultaron vanos hasta la década de 1870”
(Harambour,2019) dado que en esa fecha, “el estado chileno legislo a favor de la Pacific
Stream Navigation Company, que comenzó a recalar en Punta Arenas en sus viajes entre
Liverpool y Callao en 1868” (Harambour,2019). Con esto de por medio, se legislo a favor
de facilitar el trabajo de los vapores en la region, además de una segunda medida que
“intento regularizar, con el aval de Estado, una situación de hecho: la internación libre de
impuestos de productos por particulares a los que ningún gravamen se le aplicaría por
décadas” (Harambour,2019). En ese sentido podemos encontrar otro punto en común con la
Chilenizacion de Chiloé, dado que como dijimos anteriormente en ese sector, si bien se
intento la cobranza de impuestos, estos llevaron al empobrecimiento del sector y con eso
cambiaron la forma de pago, hasta incluso llevándolo a un sector libre de impuestos.
Volviendo a la Patagonia, “La ausencia de aduana, hasta 1911, funcionaria como registro,
impreciso, y sin cobro de derechos de importación o exportación” (Harambour,2019), y
como vimos anteriormente se cumplió el objetivo del Estado de utilizar la región solo con
fines económicos. En consecuencia, podemos ver que la colonización realmente produjo
cambios en la región, no como en las mostradas anteriormente (Chiloé y Arica), en primer
lugar, aumento la población del sector, incluyendo también la atracción de colonos de
Chiloé con el fin de proveer mano de obra en el lugar. Esto en general provoco que dado
los intentos de atraer población al sector, genero olas de prejuicios clasistas por parte de los
distintos tipos de clases que llegaron a habitar. Otro tema relevante en este caso
corresponde a la definición de limites soberanos presentes, que genero una pugna por la
soberanía entre Chile y Argentina y que fue resuelta en 1881 “con la firma del Tratado de
Limites entre Argentina y Chile” (Harambour,2019).
Díaz, Alberto, Luis Galdames y Rodrigo Ruz, Nación e identidad en Los Andes.
Indígenas de Arica y Estado chileno (1883-1929) (Arica: Ediciones Universidad de
Tarapacá, 2010)