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Los seres humanos carecen de instintos en el mismo sentido que otros animales debido a nuestra capacidad única de aprendizaje y desarrollo cultural. Nuestro cerebro altamente plástico nos permite alejarnos del mundo natural e influenciarnos mutuamente a través de la cultura, en lugar de depender de instintos innatos. Aunque algunos niños criados por animales muestran comportamientos similares, no pueden adaptarse completamente al mundo humano debido a los drásticos cambios requeridos.
Los seres humanos carecen de instintos en el mismo sentido que otros animales debido a nuestra capacidad única de aprendizaje y desarrollo cultural. Nuestro cerebro altamente plástico nos permite alejarnos del mundo natural e influenciarnos mutuamente a través de la cultura, en lugar de depender de instintos innatos. Aunque algunos niños criados por animales muestran comportamientos similares, no pueden adaptarse completamente al mundo humano debido a los drásticos cambios requeridos.
Los seres humanos carecen de instintos en el mismo sentido que otros animales debido a nuestra capacidad única de aprendizaje y desarrollo cultural. Nuestro cerebro altamente plástico nos permite alejarnos del mundo natural e influenciarnos mutuamente a través de la cultura, en lugar de depender de instintos innatos. Aunque algunos niños criados por animales muestran comportamientos similares, no pueden adaptarse completamente al mundo humano debido a los drásticos cambios requeridos.
Es complejo responder a esta pregunta porque nosotros como especie
somos bastante diferentes a las demás que habitan este planeta. Pero aun así vamos a intentarlo. Nosotros a diferencia de las demás especies poseemos un cerebro lo suficientemente complejo como para que se dieran los factores necesarios para que apareciera la cultura. Uno de estos factores clave es la plasticidad del cerebro humano. La plasticidad es la capacidad que tiene nuestro cerebro a la hora de adaptarse a los cambios, esto es la capacidad de aprender y adaptarse a ese aprendizaje. Sin esto, el ser humano no podría haber desarrollado la cultura. El ser humano, en general, ha dejado de vivir en entornos naturales para vivir en entornos urbanos en los que constantemente estamos influenciados por nuestra cultura. En antropología nos explican que la cultura es opuesta a la naturaleza. El ser humano ha creado un entorno propio ajeno a la naturaleza en el que nos desarrollamos como personas. La cultura nos ha permitido alejarnos del mundo natural en el que necesitábamos saber cazar, qué frutos poder comer y cuáles no o la necesidad de estar físicamente ágiles para poder sobrevivir en nuestro día a día. Imagino que la mayoría conocemos la historia de Tarzán, el bebé que creció entre monos y aprendió de ellos para sobrevivir. Tarzán aprendió a ser mono por imitación. Él les imitaba en todo lo que hacían. Se protegía como ellos, comía lo que comían ellos, vivía donde vivían ellos hasta que acabó aprendiendo a ser mono. Existen al menos dos casos documentados de niños que fueron criados por animales. En el S. XVIII en Francia el médico y pedagogo Jean Marc Gaspard Itard intentó introducir a uno de ellos al mundo cultural y estudiar su comportamiento para poder resolver algunas de las incógnitas como por ejemplo, si somos realmente seres sociales por naturaleza, si tenemos instintos y cuales son. El chico fue incapaz de adaptarse completamente al mundo humano porque el cambio de hábitos era demasiado drástico. Cuando crecemos, con la edad perdemos neuronas y nuestra plasticidad cerebral se reduce, nuestra capacidad de aprender y adaptarnos a los cambios no es tan grande y según qué cambios se exijan no se pueden asimilar. Existe una película sobre el tema titulada El pequeño salvaje.