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En el caso de las traducciones (Técnica Expresiva) solemos pedirle al


paciente que use su cuerpo de una manera que aumente su compromiso
emocional.

Eso mismo que le decís con palabras, ¡decíselo con el cuerpo!

El trabajo de los sueños incorpora la representación corporal de los


objetos oníricos.

Sé, con todo tu cuerpo, ese barco del sueño…

Preparados…listos… ¡Acción! Abordaje psicodramático


La actuación permite explorar un sinfín de posibilidades de aspectos des-
conocidos de nuestra personalidad. Nuestra identidad está basada en las
identificaciones y alienaciones que hemos realizado a lo largo de nuestra
vida: Esto soy… Esto no soy.
La posibilidad de actuar en el “como si” nos da el permiso necesario
para desplegar conductas atípicas para nuestros hábitos. Esto nos permi-
te inaugurar modelos de interacción novedosos que podemos incorporar
como recursos propios en nuestra vida social. La práctica teatral de per-
sonajes lejanos a nuestra identidad más conocida nos permite flexibili-
zarnos y construir una autoimagen más liviana, menos rígida.
Este abordaje nos posibilita actuar los roles y crear escenas para
interactuar y descubrirnos de un modo diferente al habitual.
Hay dos ejes fundamentales:

UÊ La técnica de identificación y actuación


UÊ El armado de escenas

La técnica de la identificación y actuación


Nos permite ponernos en el lugar del otro; tomar su forma y descubrir las
características de esa existencia. Puedo representar objetos oníricos, as-
pectos internos, partes de mi cuerpo o roles. En la representación de roles
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exploramos, además, la polaridad contenida en cada rol, la transforma-


ción en el opuesto de lo conocido. La representación teatral nos permite
sacudir la imagen rígida que tenemos de nosotros mismos. Nos ponemos
el traje de otro. En definitiva, la identidad que usamos habitualmente es
uno de los posibles trajes, es el más conocido y habitual. En la actuación
vamos construyendo el personaje y en la espontaneidad de la creación
aparece el darse cuenta. Puede ser que se dé después, pero no a priori de
la experiencia. Es darse permiso a inventar respuestas nuevas. La idea es
permitirse ser el no habitual, lo que también soy. La identidad es uno de
los personajes que elijo y así como soy ese puedo ser otro distinto.
La representación de roles opuestos también es una forma clásica
de integración de aspectos opuestos de la personalidad. El “ir y venir”
gestáltico se lleva muy bien con esta posibilidad teatral.
Un ejemplo de un trabajo de roles:
Damos la consigna: Conéctense con el aspecto que menos conocen,
el menos mostrable, o el rechazado. Busquen imágenes que sean repre-
sentativas de ese aspecto… construyan el personaje, su postura, su movi-
miento, cómo interactúa con los otros.
Luego, hagan el opuesto… ¿De qué se dan cuenta?

En síntesis apuntamos a:

1. El darse cuenta, ampliando la conciencia del conflicto y desple-


gándolo.
2. Ensayar una respuesta nueva, con fines resolutivos.

En el rescate de las reflexiones vemos qué pueden tomar o aprender


de este personaje realizado por primera vez, para la propia vida.
En el teatro comunitario los miembros del grupo crean el argumento
de la obra, diseñan el escenario, reparten los personajes y luego los ac-
túan. Cada una de estas instancias permite que aparezcan potencialida-
des y habilidades desconocidas o inexploradas.
Los disfraces se suman a las posibilidades actorales que se experi-
mentan en los grupos de terapia. Una determinada ropa o un sombrero
antiguo pueden facilitar la identificación del paciente con el personaje
que está explorando. Esto desinhibe y allana el camino de la expresión de
lo nuevo. Es conveniente tener un arcón con disfraces, elementos, telas,
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sombreros, que ayuden a corporizar al personaje, ponerse en la piel con


sus características, vivirlo más plenamente.

Algunas veces, en las sesiones individuales, los pacientes no se sien-


ten cómodos con la técnica de la silla vacía y les resulta más fácil interac-
tuar los personajes con el terapeuta. Por ejemplo, mientras el paciente le
habla a su hermana, el terapeuta hace de hermana y le contesta. Luego
intercambian personajes y continúan el diálogo. Los cambios de la silla
caliente a la silla vacía son representados por un intercambio de lugares
entre el paciente y el terapeuta.

Las máscaras
Es una posibilidad muy estimulante para adquirir y ensayar las caracte-
rísticas del personaje expresado en la máscara. Además de su significado
simbólico, cada persona le agrega una significación singular.
Hay, por lo menos, tres tipos de máscaras:

1. La mueca: Es la expresión de la cara; a partir de ahí construyo


el personaje. Jugamos a inventar muecas con la cara, a pasarlas
de unos a otros a transformarlas, etc.
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2. La pintura artística: La persona se hace la máscara pintándose


la cara o puede ser que se pinten entre los compañeros; se usan
crayones acuarelables o pintura teatral, teniendo en cuenta que
sean hipoalergénicas y chequeando si los participantes son alér-
gicos al material.
3. Máscaras hechas: Pueden realizarse como construcción de cada
persona a partir de disparadores para explorar sus aspectos en
sombra, sobre papel maché, plásticos, goma eva, etc. También
pueden elegirse de máscaras ya hechas. Asume el personaje a
partir de esa máscara, pueden intercambiarse las máscaras con
los compañeros y vivenciar qué les proponen distintos persona-
jes. Elijan la que más les asustó, la que rechazaron, etc.

Los títeres son otra herramienta muy interesante. Es un objeto in-


termedio que posibilita que la expresión sea proyectada al personaje del
títere y menos responsablemente pueda mostrar lo que de otra manera
no se animaría.
Los podemos representar con el cuerpo. Una persona hace de titiritero
y la otra se deja guiar como títere manipulado e irresponsable. También los
podemos construir con diferentes materiales o bien comprarlos ya hechos.
El trabajo con títeres es muy motivador, no solo en los grupos de
niños, sino también con adultos.
El uso de técnicas teatrales es muy útil en las sesiones de parejas,
cuando observamos que están rigidizados en sus roles, o cuando quere-
mos que inviertan sus lugares en el conflicto. Ejemplo: si él es el domi-
nante y ella la dominada, se les pide que ahora ella sea la dominante y él,
el dominado.
La otra opción es que crucen las identidades, se les pide que cambien
de lugar espacialmente: Ahora vos vas a ser ella y vos él, y hablen del
motivo por el cual vinieron. Hablan entre ellos enfrentados, cada uno se
mete en la existencia del otro… ¿Cómo es ponerte en el lugar del otro?...
Amplía el darse cuenta. Se coteja si la actuación de él coincide con la
imagen que tiene ella y viceversa. Es interesante ver las distorsiones, los
imaginarios y las proyecciones.
En el caso de la presentación cruzada hablan con el terapeuta cam-
biando de lugar y de existencia como en el anterior.
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El armado de escenas
Otra forma del abordaje psicodramático o teatral es la construcción de
escenas que representen al conflicto del paciente.
Trabajamos con un escenario. Es decir, una zona del salón que defini-
mos como “el escenario”. Le pedimos al paciente que imagine una escena
donde está representada la conflictiva y sus personajes. Plantear la escena
es conocer las múltiples fuerzas emocionales dadas en ese conflicto. En-
tonces, le pedimos al paciente que imagine ser un director de teatro, que
describa la escena, los personajes y vea quién puede representar el papel de
cada personaje. Elige a los compañeros. Luego se ubica en la escena siendo
él mismo, les explica a los compañeros cómo es su personaje y les da texto.
Repetimos la escena para que experimente los otros lugares (ponerse en la
escena siendo el padre, el hermano, etc.). Luego, colocamos a otro compa-
ñero para que ocupe su lugar y el paciente pasa a un lugar de testigo para
que pueda mirar la escena desde afuera. Luego, le preguntamos: Viendo la
escena desde ahí ¿Hay algo que te des cuenta?
Hasta aquí todavía sigue siendo el planteo del conflicto, lo más im-
portante es abrir pistas y desplegarlo.
Luego viene la fase de resolución, se ensayan las diferentes respues-
tas, recursos distintos. Si se traba o no puede dar otra respuesta, vuelve
al lugar de observador y se le pregunta al grupo: ¿Quién quiere ensayar
otra respuesta en su lugar? La creatividad grupal le aporta alternativas.
También se le pregunta a los compañeros si se dieron cuenta de algo
en la escena, o que aporten lo que sintieron haciendo de ese personaje.
Cualquier armado de escena o constelación de una situación familiar o
representación teatral de un sueño constituyen el abordaje psicodramático
de la Terapia Gestáltica. Junto con la técnica de identificación y actuación,
son recursos muy poderosos para amplificar la mirada de la conflictiva del
paciente y generar un espacio de creatividad en el ajuste correspondiente.

¡Descubramos al artista! Abordaje artístico


La creatividad es una fuente infinita de descubrimientos personales. Las
expresiones verbales y corporales dejan un espacio muy interesante a la
expresión artística. No todos las personas encuentran las palabras que
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puedan describir lo que están sintiendo o les está pasando y la psicotera-


pia debe darles las mismas posibilidades que a los pacientes que pueden
conceptualizar los conflictos. Por otro lado, las intelectualizaciones es-
conden conflictos o imponen distancias afectivas que impiden el acceso
a la conciencia. La incorporación de las artes plásticas en el marco tera-
péutico es una forma maravillosa de enriquecimiento del darse cuenta.
Lo consciente deja paso a lo más oculto de nuestro ser y afloran aspectos
de nuestra sombra con suma facilidad. La proyección de aspectos poten-
ciales y conflictivos de nuestra personalidad se manifiesta en la creación
y nos permite transformar el lodo en oro. Nuestros rasgos más oscuros
pueden alumbrar contornos y figuras insólitas. Nuestras torpezas se atre-
ven a salir a la luz de maneras inimaginables y posibilitan que conozca-
mos zonas nuestras que habitualmente ocultamos.
La pintura, con crayones, pasteles o acuarelas… en papeles indivi-
duales o compartidos con el resto del grupo… en rayas, manchas o di-
bujos…, nos devela y nos permite acercarnos a nosotros mismos de una
manera no habitual.

La arcilla nos da la posibilidad de trabajar con las manos, de explo-


rar lo sensual y el armado y desarmado miles de veces. También deja que
otros transformen nuestras creaciones y genera interacciones entre los
miembros de un grupo.
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Los títeres, su armado y las diferentes representaciones teatrales


permiten que afloren nuevos personajes que manifiestan otros aspectos
desconocidos. En la terapia de niños, ocupan un lugar muy importante
como objetos sustitutos de otras interacciones.
La música acompaña estas actividades, ya que es movilizadora de
sentimientos que pueden ser traducidos a la expresión plástica que ha-
yamos elegido. Muchas veces, una música adecuada facilita que afloren
emociones que jamás aparecerían en otras condiciones. Cada tipo de mú-
sica transmite una energía particular. Los tambores tribales, las melodías
suaves y la música electrónica producen distintos estados anímicos. Esto
es muy específico en la realización de caldeamientos y trabajos grupales.
Las máscaras, su creación y su uso ayudan a la representación teatral
y a la aparición de personajes internos que emergen casi mágicamente.

¿Y si jugamos a…? Abordaje lúdico


La incorporación de los juegos en los consultorios ha sido aplicada es-
pecialmente en los tratamientos infantiles. Los niños disfrutan del juego
como un lenguaje conocido y facilitador de la expresión y de la resolu-
ción de conflictos.

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