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¿Cuál es la tensión/obra?

Ceni n´est pas un analysee de texte

Por Guillermo Cacace

Si comparamos los procesos de análisis de una pieza escénica con los procesos de
identificación de tensiones, al igual que en la obra de Cezanne, unx tiene la impresión
de estar frente a algo que se parece mucho a otra cosa pero no es literalmente “esa” otra
cosa. Así como en el cuadro aquello no era una manzana, esto tampoco es una
observación externa e intelectual de análisis. Se trata más de una lectura en sentido
amplio. Dirá Alexandra Kohan sobre el leer en Un cuerpo al fin (Kohan, 2022):

(…) Porque la lectura a la que llama ese cuerpo es la lectura como acontecimiento. No hay saber del
cuerpo, no hay sentido del síntoma, sino hasta que la lectura se produce -y, aun así, ese sentido es sentido
en fuga-. No hay escritura, no hay letra, no hay borde literal, sino hasta que la lectura acontezca.

La dirección desde el cuerpo implicado en la elección de una textura quiere leer lo in-
quieto, lo que hace o hará un acontecimiento vivo.
Unx parece estar haciendo un análisis de texto…
Pero, esto no es un “análisis de texto”, se parece más a inferir cómo algo me afecta. O al
menos no es un análisis de texto tal como, muchas veces, lo estudiamos.
Rastrear (leer) la tensión de una obra no es hacer un análisis semántico sobre la
significación de un material, sobre sus temas.
No es interpretarlo. Escuchemos a Susan Sontag en Contra la interpretación (Sontag,
2012)

Ninguno de nosotros podrá recuperar jamás aquella inocencia anterior a toda teoría, cuando el arte no se
veía obligado a justificarse, cuando no se preguntaba a la obra de arte qué decía, pues se sabía (o se creía
saber) qué hacía. Desde ahora hasta el final de toda conciencia, tendremos que cargar con la tarea de
defender el arte. Sólo podremos discutir sobre este u otro medio de defensa. Es más: tenemos el deber de
desechar cualquier medio de defensa y justificación del arte que resulte particularmente obtuso, o costoso,
o insensible a las necesidades y a la práctica contemporáneas.

Proponemos pensar en las condiciones de existencia escénica de un disparador de


dirección para guiar a un colectivo de trabajo en función del desarrollo de su tensión.
Muchas veces esta tarea se ejecuta intuitivamente… Otras, y sobre todo a la hora de
desplegar diálogos, necesita explicitarse.
También la tarea formativa podrá demandar poner en palabras la tensión para construir
herramientas y estudiar intervenciones.

Encontrar la tensión es más un proceso creativo que puramente analítico (no es una
racionalización de la pieza a jugar) porque aún implicando ponerse a pensar necesita,
no obstante, de nuestra percepción sensible de aquello ahora pensado.
La tensión se instala sobre una ausencia y su potencial presencia.
O bien podría decirse: en lo que no existe aún y se querría que exista.
Es el presente de una inestabilidad, de un desequilibrio, de un problema…
Pero, además, la tensión crece porque eso que no existe, no se tiene, falta, estará
expuesto a una duración en la que sigue sin resolverse esa ausencia.
Toda obra transcurre, ocurre en un tránsito de tiempo.
Ausencia de una respuesta, ausencia de un ser añorado, prohibición de lo que se desea
que también genera la ausencia de concreción de dicho deseo…
Es un trabajo de orfebrería des-cubrir la tensión latente en un material, un trabajo
minucioso. Y nada nos salva de tomar caminos engañosos… inconvenientes. Hay que
encontrar la/las tensión/es y cada uno de los factores que las sostienen y hacen a su
desarrollo.
Toda tensión es interjuego de fuerzas. Toda obra es un síntoma más que un signo,
si el síntoma es el tenso interjuego entre el deseo y la defensa. Lo que podría suceder y
su impedimento por circunstancias de todo tipo: humanas, naturales, artificiales,
políticas, etc.
Hay que descubrir cómo se encarnan esas fuerzas en tensión en la obra que no es lo
mismo que decir que hay que descubrir EL CONFLICTO – sí, ese con mayúsculas- de
la obra como si existiese, tal como ya lo hemos expuesto, en un solo lado, en una parte
de la pieza y desde ahí quisiese organizar todo el acontecimiento. Estamos
descendiendo la jerarquía del conflicto como organizador estructural y herramienta de
intervención principal.
Identificar la tensión o las tensiones de un material, identificar sus declinaciones, no nos
dice qué representar, nos “organiza” en relación a -alrededor de- lo irrepresentable que
siempre se restará a su captura y por eso dará siempre presente/presencia a la obra.

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