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El papel de las organizaciones y delegades sindicales en la recuperación de fábricas:

análisis de dos casos del sector industrial

María Luciana Nogueira (CEIL/CONICET


– GESMar – CITTA)

nogueiramluciana@gmail.com

Resumen

En este artículo se desarrollará una discusión sobre el papel de las organizaciones y


delegades sindicales en dos fábricas recuperadas ubicadas en la provincia de Buenos Aires:
Engraucoop, fábrica de la industria pesquera conservera ubicada en el interior de la provincia
y compuesta por más del 90% de trabajadoras; y la gráfica Madygraf situada en zona norte,
en la que tras la recuperación se incorporaron mujeres al sector de la producción, previamente
masculinizado.

Analizaremos cómo actuaron las dirigencias del Sindicato de Trabajadores de la Industria


Alimenticia (STIA) y les delegades fabriles en el caso de Engraucoop, y la Federación Gráfica
Bonaerense (FGB) y la Comisión Interna en el caso de Madygraf- durante los conflictos por la
recuperación. Para ello, caracterizaremos el rol que cumplieron en la lucha, su participación
en las acciones de protesta y el vínculo con les obreres una vez constituidas las cooperativas
de trabajo. También incluiremos la perspectiva de género y evaluaremos su incidencia en el
desarrollo de los conflictos.

Nuestras fuentes de información provienen de datos construidos mediante la Encuesta Obrera


aplicada entre octubre de 2018 y enero de 2021, entrevistas efectuadas a referentes de ambos
casos y fuentes secundarias (documentos sindicales, notas periodísticas, archivos de las
fábricas recuperadas).

Los resultados obtenidos muestran la centralidad de la conflictividad al interior del lugar de


trabajo y de la organización gremial como factores explicativos del tipo de intervención sindical
en los conflictos por la recuperación.

Palabras clave: organizaciones sindicales – fábricas recuperadas – sector industrial


1. Introducción

El papel de las organizaciones sindicales en los conflictos motivados por la recuperación de


empresas por parte de sus trabajadores ante situaciones de quiebra y/o retiro patronal, ha
sido objeto de indagación en numerosos trabajos durante las últimas dos décadas en
Argentina. Una coincidencia entre los resultados de distintos estudios es la variabilidad del
accionar gremial en estos casos, que contempla un abanico de posicionamientos que incluyen
el apoyo, la indiferencia y el boicot a las luchas obreras (Ruggeri, 2009 y 2014; Arias, 2008;
Dávolos y Perelman, 2003; Marti, 2006; Figari, 2007; Bentosela, 2018). Esta variabilidad es
uno de los fundamentos de la necesidad de los estudios de caso para definir y analizar la
intervención política sindical y su incidencia en la lucha por la recuperación y posterior gestión
obrera.

De acuerdo al Tercer Relevamiento de Empresas Recuperadas por sus Trabajadores del


Programa Facultad Abierta correspondiente al período entre los años 2002-2010, que incluyó
205 casos de empresas recuperadas, el 42% de les trabajadores encuestados afirmó que la
organización gremial que los nucleaba no jugó ningún rol en el conflicto y abandonó a su
suerte a los trabajadores, y un 8% refirió que su rol se basó en un apoyo directo a la patronal.
Del total que sostuvo que el sindicato intervino con algún grado de apoyo a la lucha por la
recuperación (44%), un 20% rescató un rol de apoyo activo, el 6% sostuvo que fue
“oportunista”, un 9% declaró que se basó en asesoramiento legal, un 4% indicó un apoyo
parcial (a través de comida y logística durante el conflicto y el mantenimiento de derechos de
seguridad social), y un 5% señaló que obtuvieron respaldo sindical al comienzo del proceso
pero que luego se discontinuó (Ruggeri, 2010).

Comparando este dato con el Cuarto Relevamiento efectuado por este mismo grupo de
investigadores, que comprende los años 2010 a 2013 y 63 nuevas empresas recuperadas
constituidas durante ese período, se observó que aumentó el porcentaje de trabajadores de
empresas recuperadas afiliades al sindicato que los nucleaba mientras eran asalariades de la
firma en quiebra, del 36% en 2010 al 47% en 2014. Esto puede ser indicador del mayor
involucramiento de los sindicatos en los conflictos, aunque esta línea de acción coexiste con
la indiferencia y oposición a las luchas obreras por la recuperación. Según este último
relevamiento, se registró un 64% de respuestas que indicaron el apoyo del sindicato, mientras
que un 22% afirmaron que fue indiferente y el 14% manifestó que actuaron en oposición al
conflicto (Ruggeri, 2014: 44).

Dávolos y Perelman (2003) distinguen tres tipos de trayectorias de la intervención sindical en


luchas por la recuperación:
1) Aquellas donde el sindicato acompañó tanto los conflictos anteriores como la
recuperación. (encontramos aquí experiencias tan diversas como la de las
metalúrgicas La Vaskonia y Polimec, el frigorífico Yaguané, Cerámicas Zanón y
Supermercado Tigre, entre otras).
2) Aquellas donde el sindicato acompañó los conflictos anteriores, pero no visualizó,
no apoyó o directamente se opuso a formas alternativas de acción como la
recuperación. En estos casos, frente al cierre de los establecimientos la intervención
sindical se limitó a la negociación o presentación de acciones judiciales para que los
trabajadores pudieran cobrar lo que marca la ley de empleo. (Por ejemplo, las
metalúrgicas Los Constituyentes y Unión y Fuerza, o diferentes experiencias dentro de
la UTA).
3) Aquellas recuperaciones de empresas que tuvieron lugar, aun cuando la
intervención sindical fue muy limitada, e incluso actuó en connivencia con la patronal
(como los casos de la textil Brukman o la alimenticia Grissinópoli). Esta situación
debiera leerse como el correlato de una debilidad histórica: gremios con escasa
presencia en la organización de los trabajadores en las plantas o incluso una diferencia
que siempre estuvo presente, la debilidad organizativa en establecimientos de escasa
envergadura. (2003: 10)

En referencia a la tercera trayectoria, la intervención “limitada” de la organización gremial o su


connivencia con la patronal se explica por su escasa presencia en los lugares de trabajo o por
la debilidad organizativa de los mismos, con relación a su historia de luchas y organización
previas. En cuanto a la primera trayectoria, Antivero, Elena y Ruggeri (2012), señalan que la
mayoría son “seccionales o agrupamientos de base, a veces en dura lucha con sus estructuras
mayores” (2012: 28).

Por su parte, Arias (2008) distingue dos modalidades principales de actuación sindical en los
procesos de recuperación: un sindicato implicado, que participa activamente del proceso de
lucha por la recuperación y posteriormente continúa prestando asistencia y/o afiliación a les
trabajadores bajo gestión obrera; y un sindicato no implicado, que se mantiene ausente del
conflicto y luego no reconoce a les obreres como potenciales miembros del gremio.

Cabe resaltar que Ruggeri (2004), aunque señala la falta de involucramiento de la mayoría de
las conducciones gremiales en este tipo de conflictos, plantea que “es necesario reconocer
que, en muchos casos, las experiencias gremiales previas de los principales referentes del
Movimiento de Empresas Recuperadas fueron fundantes del tipo de lucha encarada y, sobre
todo, en el aporte de experiencias organizativas que son parte de la memoria de la lucha
sindical y popular argentina” (2004: 6). Esto le permite concluir que, a pesar del accionar
indiferente y/o contrario de las dirigencias gremiales, las experiencias previas de militancia
sindical de quienes se configuraron como conducciones de organizaciones que nuclearon a
fábricas recuperadas, como el MNER, se reconoce como factor fundamental para que se
produzca un proceso de lucha en una empresa en contexto de cierre, y también para que esa
lucha se configure como una recuperación del lugar de trabajo bajo gestión obrera.

Asimismo, a partir de este reconocimiento de la militancia sindical previa como factor


influyente en las luchas por la recuperación, se ha estudiado también el rol de les delegades
fabriles y se demostró que en muchos casos su papel fue decisivo en la concreción de las
fábricas recuperadas (Ruggeri, 2004 y 2014; Antivero, Elena y Ruggeri, 2012; Arias, 2008;
Brunet y Pizzi, 2011; Perez Obregón, 2017; Nogueira, 2019). Finalmente, Aiziczon (2019)
aporta al estudio del papel de las Comisiones Internas (CI) fabriles con el caso de Zanón,
emblemática fábrica recuperada neuquina. Esta CI no solo fue fundamental para el
reanudamiento de la producción bajo gestión obrera, sino también en la disputa sindical contra
la dirigencia sindical anterior, que derivó en que obreres de Zanon (integrantes de la CI) fueran
parte de la conducción gremial del Sindicato de Obreros y Empleados Ceramistas de Neuquén
(SOECN) al momento del conflicto por la recuperación (Aiziczon, 2019), y por ello “la
recuperación del sindicato y la de la fábrica están estrechamente unidas” (Antivero, Elena y
Ruggeri, 2012: 31). Esto se vincula con la tipología propuesta por Dávolos y Perelman, que
incluyen a la ceramista neuquina entre los procesos en los que el sindicato apoyó activamente
las recuperaciones y su relación con agrupaciones de base. La orientación de la CI en defensa
de los puestos de trabajo se trasladó a la conducción del SOECN, y desde allí se materializó
su apoyo al conflicto fabril tras la quiebra fraudulenta de la firma en 2001.

Aquí nos proponemos retomar algunas de las preguntas ya formuladas en investigaciones


precedentes y también incluir otras referidas al rol de las dirigencias sindicales y la militancia
sindical de base en estos casos: ¿En qué se sustenta esta variabilidad del accionar dirigencial
en los conflictos por recuperación? ¿Por qué en algunos casos las organizaciones sindicales
intervinieron activamente y en algunos casos no participaron de los mismos? ¿Qué es lo que
explica la diversidad de formas y de posicionamientos ante los conflictos aún dentro de un
mismo gremio y una misma seccional? ¿Por qué en algunos casos les trabajadores, una vez
iniciada la gestión obrera, continúan afiliados a sus sindicatos de origen, y en otros casos se
produjo una ruptura definitiva con la organización sindical que les había nucleado mientras
fueron asalariades de la empresa en quiebra? ¿Qué características asume el rol de la
Comisión Interna y les delegades fabriles?

Para intentar resolver estos interrogantes nos valdremos del estudio en profundidad de dos
casos del sector industrial, que se distinguen entre sí tanto por su localización como por su
rama, su composición de género y su tradición de lucha sindical previa a la recuperación. Por
un lado, la gráfica Madygraf, ubicada en Zona Norte del AMBA y recuperada en 2014, en la
que se incorporaron mujeres al sector de producción tras la recuperación, que estaba
previamente masculinizado. Por otra parte, la fábrica de conservas de anchoas Engraucoop,
situada en el interior de la provincia de Buenos Aires cuya recuperación inició en el año 2011,
compuesta por más de 160 trabajadores de les cuales el 94% son mujeres.

Presentaremos características centrales de ambos casos tomando en cuenta, por un lado, el


rol de las dirigencias gremiales ante el cierre y los despidos (en estos casos, de la Federación
Gráfica Bonaerense y del Sindicato de Trabajadores de la Industria Alimenticia) y también de
las organizaciones de base fabriles (la Comisión Interna para el caso de Madygraf y les
delegades fabriles para el caso de Engraucoop). Abordaremos su participación en las
acciones de protesta y el vínculo con el colectivo obrero una vez constituidas las cooperativas
de trabajo, y a la vez, nos interesa rastrear los cruces entre género y clase que se desprenden
del análisis de estas experiencias de militancia.

Nuestras fuentes de información provienen de la aplicación combinada de tres instrumentos


de recolección de datos: por un lado, resultados de la Encuesta Obrera efectuada en ambas
fábricas en los años 2018 y 2021, respectivamente. Por otra parte, entrevistas
semiestructuradas a algunos de sus referentes obreros realizadas entre 2011 y 2021. En
tercer lugar, empleamos fuentes escritas, entre las que se incluyen notas de la prensa,
archivos judiciales y documentos sindicales.

2. Militancia sindical en contexto de cierre de empresas y despidos masivos: entre


el abandono, el acompañamiento y la reactualización de las luchas previas

Para analizar el papel de dirigencias gremiales, organizaciones y delegados sindicales en los


casos tratados, reconstruiremos su rol en luchas previas y en la lucha por la recuperación
fabril. Específicamente, para analizar la intervención de las conducciones gremiales en los
conflictos por recuperación, consideraremos tres dimensiones centrales: por un lado, el
acompañamiento en las acciones legales y judiciales que forman parte de los momentos
iniciales de la lucha; por otro lado, el acompañamiento en las acciones directas emprendidas
por les obreres, fundamentalmente en la ocupación de los lugares de trabajo y las
movilizaciones; y, en tercer lugar, la continuidad o no de los derechos sindicales, es decir la
afiliación gremial, la obra social y otros derechos vinculados con la participación obrera en la
organización gremial.

Para analizar la intervención de la CI y delegades de base, nos centraremos en su rol en


conflictos previos en el lugar de trabajo, su vínculo con la organización gremial, su
participación y promoción de acciones directas en la recuperación y la orientación política de
las mismas.

2.1 Engraucoop (Ex – Engraulis)

Engraucoop proviene de la empresa Engraulis, firma dedicada a la producción y


comercialización de conservas de anchoas desde el año 1973 en la localidad de Quequén,
ubicada al sudeste de la provincia de Buenos Aires. Esta empresa, propiedad de dos italianos
(los hermanos Giorgo y Roberto Nasari) se caracterizó en sus casi 50 años de funcionamiento
por la contratación de fuerza de trabajo mayoritariamente femenina, lo cual es moneda
corriente en este rubro de la producción pesquera a nivel nacional e internacional. La
minuciosidad, dedicación, paciencia y el trabajo manual con los pequeños especímenes de
esta especie ictícola son las características señaladas por las propias obreras como
fundamentos de su contratación por parte de las patronales pesqueras, que las consideraban
más “aptas” que los varones para este tipo de trabajo. Estas características han sido
descriptas en numerosos estudios sobre la “división sexual del trabajo” (Hirata y Kergoat,
1997) como parte de las calificaciones y tareas propias de los puestos atribuidos a las mujeres
en el ámbito productivo fabril, por su semejanza con las que caracterizan al trabajo
reproductivo no remunerado, mayormente feminizado1.

Al momento de la recuperación, el plantel obrero era de 69 trabajadores efectivos de los cuales


el 85% eran mujeres (59 mujeres y 10 varones). Una cantidad similar se desempeñaba como
trabajadores temporales durante los meses de zafra2 (entre agosto/septiembre y
diciembre/enero de cada año).

La recuperación de esta empresa inició en el año 2011, pero fue anticipada por un intenso
conflicto contra 32 despidos iniciado sobre los últimos días del mes de mayo del año anterior,
cuando les trabajadores respondieron con huelgas, movilizaciones, bloqueo de materia prima
y la ocupación de la planta durante un mes. El empresariado fundamentaba que los despidos
eran producto de la situación de “crisis económica”3 que atravesaba Engraulis, y por ello las

1
Con relación a la contratación de mano de obra femenina en la rama, ver Molinari (2008), Ruocco (2010) y
Nogueira (2020).
2
Se denomina “zafra” a la temporada en la que, por la mayor extracción de pescado, aumenta la producción en las
plantas pesqueras y, por ende, se contratan trabajadores temporarios durante ese tiempo. En el caso del
procesamiento de anchoas, esta temporada transcurre entre los meses de agosto/septiembre y diciembre/enero.
3
Ecos Diarios, edición del día 6 de junio de 2010.
negociaciones con el Estado implicaron el pedido de subsidios y préstamos, que finalmente
se obtuvieron.

En este conflicto les delegades de planta cumplieron un rol central en la coordinación y


difusión de las acciones directas. La dirigencia del STIA local intervino mediante la
participación en audiencias con representantes empresariales en la sede del Ministerio de
Trabajo local y también entregó petitorios y notas a Daniel Scioli, el entonces gobernador de
la provincia de Buenos Aires. La presión ejercida por les obreres con las numerosas acciones
emprendidas, en particular con la toma sostenida de la planta procesadora y la retención de
materia prima que el empresariado quería trasladar a Perú,4 logró revertir los despidos y que
-tras la asistencia económica estatal- se reanude el trabajo en la planta.

Sin embargo, luego de la temporada de zafra emergió un nuevo conflicto a raíz del retraso e
incumplimiento salarial por parte de los empresarios, desde los primeros meses del año 2011.
Esto motivó a les obreres a emprender una serie de huelgas que se extendieron
progresivamente. Finalmente, el 19 de agosto inició la segunda y definitiva ocupación de la
planta como respuesta al anuncio de ingreso a concurso de acreedores que efectuó la
patronal5. Un mes después, les trabajadores recibieron los telegramas de despido6.

La lucha por la recuperación fue encabezada por dos de les tres delegades sindicales de
planta que se encontraban en funciones en el año 2011, Analía y Gonzalo (que además son
madre e hijo). Ambos contaban con reconocimiento por parte del colectivo obrero por haber
emprendido numerosas luchas previas contra la patronal a causa de retrasos o
incumplimientos salariales, a través de manifestaciones, huelgas o retención de tareas que
paralizaban la producción de la planta7. En forma similar a otros casos,8 vemos que esta
trayectoria previa como luchadores sentó las bases para que se constituyeran como
conductores del conflicto por la recuperación de la fábrica y que, más adelante, cumplieran
este mismo papel en la cooperativa de trabajo constituida, ya que ambos integraron el consejo
de administración de Engraucoop (Nogueira, 2018). Sobre esta trayectoria de lucha, una de
las trabajadoras administrativas que forma parte de la cooperativa comenta:

Antes de que se cerrara [Engraulis] ellos estuvieron defendiendo al grupo de


trabajadoras de la planta, cosa que acá en la parte administrativa y de recursos

4
Ecos Diarios, edición del día 2 de junio de 2010.
5
Ecos Diarios, edición del día 31 de agosto de 2011.
6
Ecos Diarios, edición del día 15 de septiembre de 2011.
7
Entrevista a Claudia, trabajadora de Engraucoop, realizada en marzo de 2018.
8
De acuerdo a Ruggeri (2014), a partir del Cuarto Relevamiento de empresas Recuperadas por sus Trabajadores,
el 43% de quienes fueron delegados sindicales durante la gestión patronal participaron activamente en los
conflictos, y ocupan el 35% de los cargos en el Consejo de Administracion de la cooperativa fundada en el marco
de la recuperación (2014:49).
humanos no les gustaba. Pero ellos igual se manifestaban, demostrando que tenían
todo su derecho como trabajadores a preservar su puesto de trabajo y también a cobrar
en tiempo y forma (Entrevista a Claudia, trabajadora de Engraucoop, 2018).

Vemos que el impulso y la participación en conflictos previos a la recuperación actuaron como


“escuelas de guerra” en el sentido en que lo desarrolla Lenin para referirse a las huelgas
(2013). Tal como desarrollamos en otra oportunidad, las luchas parciales, como escuelas de
guerra, se constituyen como reservorio de experiencias que se actualizan en luchas futuras.
Su consecución y proceso tienen la potencialidad de actuar en tanto “caja de herramientas”
de un acervo de prácticas y de conclusiones, y de constituirse como bagaje de experiencias
colectivas que persisten como sedimentos en la memoria obrera (Nogueira, 2019). En este
caso, esta trayectoria previa favoreció la consolidación de “lazos de solidaridad” (Aiziczon,
2019: 2020) al interior del colectivo obrero, también su disposición a la lucha y a la articulación
con otros sectores, que en este caso fueron obreres de otras plantas pesqueras que se
encontraban en conflicto, como el caso de “La Recuperada”, ex – Industrial Pesquera, cuya
lucha por la recuperación inició en diciembre de 2010, pocos meses antes del proceso de
Engraucoop.

En este caso, las obreras de Engraucoop apoyaron activamente la lucha por la recuperación
de la ex Industrial Pesquera, con su presencia en la planta durante los primeros tiempos de la
ocupación, en los compartían -entre mates y tortas- vivencias sobre el conflicto ante los
despidos) y su participación en peñas y festivales que La Recuperada emprendía a fin de
recaudar un fondo de lucha para sostener la fábrica bajo gestión obrera. Estos lazos de
solidaridad retornaron hacia las obreras en su propio conflicto ante el cierre de Engraulis,
recibiendo un apoyo similar por parte de les trabajadores de la Recuperada.

El colectivo obrero que emprendió la recuperación de la procesadora de anchoas, encabezado


por les delegades de planta, realizó numerosas y diversas acciones durante la lucha, tales
como: huelgas, bloqueos, manifestaciones, ocupación del establecimiento, asambleas,
reuniones entre partes y acciones en organización con otros sectores.

Como motivación fundamental para emprender el conflicto, la articulación entre la dimensión


de género y la condición obrera de las mujeres de la fábrica es clave. Como vimos, la fuerza
de trabajo de la fábrica es mayoritariamente femenina, y gran parte contaba con muchos años
de trabajo en el sector y en la fábrica al momento del cierre y los despidos. La antigüedad
laboral es un aspecto que se reitera en las voces obreras, y es señalada como un factor de
peso para que tanto la delegada como otras obreras tomaran la determinación de permanecer
en la planta para retener los puestos de trabajo. Esta decisión era confrontada con otras
opciones laborales evaluadas como más perjudiciales, porque implicaban el abandono de sus
extensas trayectorias en la rama y puesto de trabajo, la incertidumbre del cobro efectivo de
una indemnización, las escasas posibilidades de reinserción en otras ramas y las peores
condiciones de los puestos de trabajo que consideraban plausibles de obtener, en gran
medida vinculados con el trabajo reproductivo doméstico remunerado.

La revalorización de sus trayectorias laborales en el ámbito de la producción se enlazó con


otro factor de peso que fundamentó la perspectiva de lucha por la recuperación de fábrica: la
esfera de la reproducción social y el papel protagónico que las mujeres cumplen en cuanto a
garantizar la subsistencia propia y de les hijes mediante el trabajo doméstico y de cuidados
(Arruzza y Bhattacharya, 2020; Varela, 2019). Este lazo se reforzó en aquellas que eran
también jefas de hogar y, por ello, también eran las únicas adultas que garantizaban la
subsistencia familiar en términos de ingresos salariales. Así como en otros casos estudiados,
el hecho de ser trabajadoras asalariadas y madres operó como factor decisivo para llevar a
cabo la lucha por la recuperación, tal como expresa Ana Fernández, las mujeres “defendieron
la fábrica con la misma firmeza con la que defienden sus hogares” (Fernández y col., 2008:
177).

Por otra parte, este caso expresa un aspecto que no ha sido frecuentemente analizado por
las investigaciones en este campo temático, referido a que además de la disputa contra la
patronal en el curso de este conflicto se generó una disputa hacia el interior del lugar de
trabajo, dado que se constituyeron dos agrupamientos obreros que entraron en confrontación.
Un primer grupo proponía la continuidad laboral estaba conducido por les delegades de planta
y también cobraron protagonismo dos trabajadoras del sector administrativo y control de
calidad. El segundo grupo estaba liderado por una trabajadora administrativa que era a su vez
apoderada legal de la patronal durante el conflicto de 2010 y también al momento del ingreso
al concurso de acreedores9. La postura de este segundo agrupamiento fue la del rechazo a la
propuesta autogestiva e incluso al uso de las instalaciones tras el retiro patronal, alegando
que su mejor opción era dejar de concurrir a la planta procesadora y luchar por el pago de las
indemnizaciones correspondientes. Entre las razones para su propuesta resaltaba la idea de
que el uso continuado de los bienes de la empresa acarrearía el deterioro de los mismos y,
por ende, se perdería capital para abonar las indemnizaciones y salarios adeudados a les
obreres10. De esta manera, situaba al otro agrupamiento como enemigo de los propios
intereses, bajo la premisa de que el cobro de las indemnizaciones y la recuperación de la
empresa eran destinos mutuamente excluyentes.

9
Ecos Diarios, edición del 24 de junio de 2010 y Causa judicial ENGRAULIS s/quiebra, Nº3574-7011,
expediente Nº37489, Nº/fj 268 y 299.
10
Causa judicial ENGRAULIS s/quiebra Nº3574-7011, expediente Nº37489 Fs. 535.
Ambos grupos convivieron en permanente disputa en la planta procesadora durante varios
meses. Tanto en las entrevistas como en las encuestas efectuadas a integrantes de
Engraucoop surgen repetidas menciones a acciones de “boicot” efectuadas por el grupo
dirigido por la apoderada empresarial:

“teníamos que cuidar el trabajo que habíamos hecho porque nos saboteaban, nos llenaban
de agua las botas, nos insultaban” (entrevista a trabajadora de Engraucoop, 2012);

“el otro grupo de mujeres que no querían que haya cooperativa, cuando nosotras entrábamos
a la fábrica un día nos tiraron piedras, piedras grandes. Ellas decían que no se podía”
(encuesta a trabajadora de Engraucoop, 2021).

El grupo que impulsaba la continuidad laboral bajo gestión obrera mantuvo la ocupación
permanente de la fábrica y reanudó el proceso de producción para la entrega de algunos
pedidos que habían quedado pendientes, con materia prima que habían retenido en la planta
tras el retiro de la patronal. Este grupo estaba compuesto por 21 obreres, 18 trabajadores
efectuaban tareas de producción (carga, descarga, lavado, fileteado y envasado de anchoas)
de los cuales 15 eran mujeres y 3 varones, y 3 trabajadoras que realizaban tareas
administrativas y de control de calidad en Engraulis. Al igual que en muchos casos expuestos
en la literatura académica sobre este tipo de experiencias, en Engraucoop se dio una
autogestión “de hecho” antes de que sus protagonistas tomaran “concientemente” la decisión
de conformarse como una cooperativa de trabajo. De acuerdo a Analía, esta determinación
fue tomada una mañana de enero de 2012, cuatro meses después de haber mantenido la
producción autogestiva en la planta, durante una recorrida por el edificio central de la
municipalidad de Necochea en búsqueda de bolsones de alimentos y garrafas para las
familias obreras:

Estábamos recorriendo la municipalidad y leí un cartel que decía ‘Producción’, y pensé


que era para nosotras, que lo que hacemos es producir. Entramos y nos atendió
Samprón [el Secretario de Producción municipal, N. del A.], le dejamos nuestro
contacto y nos comunicó con el INAES. Y ahí empezamos a armar la cooperativa
(entrevista a Analía, 49 años, filetera de Engraucoop).11

A partir de esta reunión entre les obreres y los funcionarios de la Secretaría de producción se
efectuó un contacto con el INAES, que fue el puntapié para la formalización del grupo
autogestivo como cooperativa de trabajo. Dos empleades de esta agencia estatal (una de
elles, oriunda de la localidad) se radicaron en Necochea durante dos meses a fin de asesorar
a les trabajadores y cumplimentar requisitos legales para la conformación de la cooperativa

11
Entrevista grupal a Engraucoop, realizada en octubre de 2012.
de trabajo. En el transcurso de este tiempo el agrupamiento liderado por la apoderada legal
se retiró de la planta, pero continuó con la disputa en el ámbito judicial.

¿Cómo actuó la dirigencia sindical luego del retiro patronal? Su postura en este caso fue
ambivalente. Como vimos, había participado del conflicto previo fundamentalmente a través
de reuniones entre partes con la patronal y funcionarios del Ministerio de Trabajo. La última
intervención sindical señalada por la prensa se encuentra en una nota del día 25 de octubre
de 2011, en la cual se citan palabras textuales del Secretario Gremial, Juan Pablo Moreno,
que reproducimos a continuación. En las mismas se critica al empresariado ante la falta de
pago de las indemnizaciones y los salarios atrasados, pero no se menciona la posibilidad de
recuperar la fábrica bajo gestión obrera:

Necesitamos una urgente solución para nuestros compañeros y mañana habrá una
nueva audiencia en la sede del Ministerio de Trabajo, Delegación Necochea, donde se
tratará de encontrar una salida (…) La situación es desesperante, de un día para el
otro nos dijeron que no hay plata para nada, ni para abonar el mes de agosto y tampoco
para cubrir las indemnizaciones por despidos (…) Estos inversores están llenos de
plata en España y desde el sindicato esperamos que la Justicia Local entienda el
momento que atraviesan los trabajadores afectados para que se pueda encontrar
rápido una salida favorable para las 120 familias perjudicadas (…) nosotros
entendemos a los demás acreedores de la empresa Engraulis, pero hay que priorizar
a los operarios que necesitan una urgente solución porque el impacto económico ha
sido muy importante (Juan Pablo Moreno, Secretario General del STIA sede Necochea,
citado en Ecos Diarios)12.

El accionar gremial en este caso condice con lo que Ruggeri (2004) y Bentosela (2018)
identificaron como la carencia de una estrategia de lucha e incluso de una respuesta
“asistencial” desde los sindicatos hacia les trabajadores que quedaban sin empleo tras el
cierre de empresas. Esto es parte de lo que explica que en muchos casos no fue la iniciativa
de la organización gremial la que promovió las recuperaciones, sino la experiencia colectiva
de la clase obrera con los miles de firmas cerradas a partir de los 90 junto con el aumento del
desempleo. La necesidad de continuidad laboral, ante una situación de inminente
desocupación y carencia de otras opciones laborales, generó en les obreres de las empresas
en proceso de cierre la necesidad de nuevos formatos de lucha ante la resignación de la
mayor parte de las organizaciones sindicales, que capitulaban ante los cierres de empresas
o se limitaban a la acción judicial por el pago de las indemnizaciones. Tal como plantea
Ruggeri:

la recuperación de empresas se dio al margen de las respuestas tradicionales


del movimiento sindical que, más allá de las claudicaciones y traiciones de los
gremios alineados con la burocracia sindical en todas sus variantes, no tuvieron

12
Ecos Diarios, edición del día 25 de octubre de 2011.
otra respuesta al problema que la lucha salarial y por el pago de las
indemnizaciones correspondientes (Ruggeri, 2004: 5).

Esta respuesta mayoritaria de las dirigencias de los sindicatos ante los cierres de empresas,
aun cuando un grupo de obreres estaba decidido a luchar por la continuidad de la producción
en los lugares de trabajo bajo su propia gestión, fue la adoptada por el STIA local en el caso
de Engraucoop, a excepción de las etapas iniciales del proceso en donde efectuó la
representación legal en la causa judicial de la quiebra.

Una pista para resolver el interrogante sobre el carácter ambivalente de la participación del
gremio en este caso aparece en los archivos jurídicos, donde constatamos que el abogado de
la STIA, Ernesto Daniel, representó al grupo de trabajadores que proponía la autogestión
hasta que el Juez que llevaba la causa decretó la quiebra de la firma, en abril de 2014. A partir
de ese mes una nueva abogada, María Fernanda Villar, fue la representante de este colectivo
obrero; mientras que otro abogado, Mariano Dufau, representó al grupo que proponía el
abandono del lugar de trabajo como estrategia para cobrar más rápidamente las
indemnizaciones. Por intermedio de este abogado, el grupo conducido por Patricia Ortega (la
apoderada empresarial) realizó numerosas presentaciones solicitando al juez que anule el
permiso para continuar trabajando en la planta que sucesivamente había otorgado al grupo
autogestivo. Estas presentaciones fueron infructuosas y el juez falló a favor de Engraucoop
en todas las ocasiones13.

De acuerdo al abogado gremial, la posición de la dirigencia sindical en este conflicto fue


retirarse de la situación a fin de no tomar parte en este “conflicto de intereses” intraobrero. En
esto se sustentó su desvinculación del conjunto de ex-empleades de Engraulis desde 2014.
No obstante, durante la entrevista y en la propia causa judicial, Daniel dio muestras de apoyo
hacia la salida autogestiva, mostrando su conveniencia para el conjunto de trabajadores,
incluso para quienes rechazaban la recuperación:

El grupo que no quiso la autogestión no entendió que la permanencia en la planta y el


uso de las instalaciones las favorecía igualmente en su reclamo por las
indemnizaciones, ya que esto genera la conservación y el mantenimiento de la planta.
De lo contrario, el edificio se deteriora por el abandono y se corre el riesgo de rotura
del inmueble o saqueo del mobiliario, licuándose de esta forma el monto que la
empresa en quiebra obtendría de la subasta, disponiendo de menos activos para pagar
las indemnizaciones (Entrevista a Guillermo Daniel, abogado del STIA seccional
Necochea, 2017).

Que sin perjuicio de que no es interés de esta parte polemizar con el grupo liderado
por la apoderada de la firma ENGRAULIS S.A., Sra. Patricia Ortega, sobre cuál es la

13
Causa judicial ENGRAULIS s/quiebra, Nº3574-7011, expediente Nº37489, Nº/fj 383 a 385; 601 a 603; 624-
626 y 648-650.
agrupación de trabajadores que se encuentra legitimada para peticionar a V.S. el
permiso para continuar con la producción y la tenencia de la fábrica, manifestó que la
Ley 26.684 es bien clara en cuanto a que el Juez, una vez decretada la quiebra, debe
permitir la continuidad de la empresa en manos de los trabajadores organizados en
cooperativa de trabajo aún en formación, y precisamente quienes han acreditado en
autos ser una Cooperativa de Trabajo en formación, con la documentación
respaldatoria pertinente son mis representados y no los comandados por la Sra.
ORTEGA (Fragmento de una presentación escrita ante el Juez firmada por el abogado
Ernesto Daniel, Causa judicial ENGRAULIS s/quiebra, Nº3574-7011, expediente
Nº37489, Nº/fj 644 a 646, la cursiva es nuestra).

A pesar de simpatizar con la salida autogestiva, de haber realizado junto con las obreras de
Engraucoop las primeras presentaciones en la causa judicial solicitando el uso de las
instalaciones para continuar con la producción vía autogestiva y de confrontar inicialmente
con el grupo obrero contrario a la recuperación, la conducción gremial finalmente se retiró del
conflicto en general y también del acompañamiento a cada trabajadora en particular. La falta
de explicaciones para este viraje en su accionar quedaron como incógnita para les
trabajadores de Engraucoop, y observamos referencias a la idea de un “abandono gremial”
en sus discursos sobre el cierre de la fábrica. Algunos ejemplos se observan en las siguientes
respuestas, ante la pregunta de la encuesta ¿Qué función debería cumplir un sindicato?:

“El sindicato nunca se ocupó acá cuando se fue Engraulis” (trabajadora encuestada);

“Nos dejaron re tirados” (trabajadora encuestada);

“No te defienden una miércoles, nada, no sirve, a nosotras nos abandonaron” (trabajadora
encuestada);

“Hasta ahora no tenemos nada del sindicato” (trabajadora encuestada).

El abogado sindical manifestó que la primera intención de la dirigencia fue acompañar a


Engraucoop, pero la persistencia de la disputa con el otro agrupamiento modificó su decisión
y decidieron “hacerse a un lado”.

Al comparar los hechos con el proceso de “La Recuperada”, que como vimos inició pocos
meses antes del conflicto de Engraucoop y pertenece a la misma ciudad, consideramos que
aquí se encuentra otra de las pistas para entender cómo y por qué les obreres de la Ex
Engraulis experimentaron este “abandono sindical”.

En el caso de La Recuperada, el STIA local continuó brindando representación legal durante


todo el lapso en que transcurrió la causa de la quiebra, participó en acciones directas y
también mantuvo un vínculo asiduo con les obreres, a quienes visitaban en la planta y asistían
con bolsones de alimento. Este grupo de trabajadores, al contrario de Engraucoop, al narrar
su lucha por la recuperación fabril expresan repetidamente “el sindicato siempre nos
acompañó” y sitúan al gremio como fundamental para la promoción de esta lucha (Nogueira,
2018). Esto fue constatado por les obreres de Engraucoop a partir de su solidaridad y
participación en el conflicto de La Recuperada. Por ello, la pérdida de contacto y apoyo de la
dirigencia gremial hacia Engraucoop contrastó con su desigual accionar en el otro caso, y por
ello generó mayor rechazo por parte de les obreres de la fábrica procesadora de anchoas.
Ahora bien, ¿qué podría explicar esta diferencia en la posición del STIA y en su accionar en
ambas fábricas pesqueras de la misma localidad, además del “conflicto de intereses”
enunciado por la dirigencia?

Vemos dos factores fundamentales que a nuestro entender permiten acercarnos a este
interrogante. Por un lado, el tipo de relación que el delegado de planta de “La Recuperada”,
Darío, mantenía con la dirigencia sindical. Darío había adquirido un “perfil militante por
derechos sindicales” como producto de su propia experiencia de luchas fabriles14. La defensa
de los derechos laborales en los lugares de trabajo fue el eje sobre el que se asentó la
construcción de este perfil, que además incluyó confrontaciones directas con la patronal, a la
que no tenía temor de golpearle la puerta de sus oficinas en la fábrica y reclamar a viva voz
demandas sobre las condiciones de trabajo, los salarios y el tipo de contratación. En este
punto, vemos que este perfil -aunque individual- puede ubicarse en torno a la tendencia a la
militancia sindical post 2003 que señala Varela (2015) referida a trabajadores jóvenes que “se
vuelven militantes de sus derechos”.

En el caso de Darío este perfil militante también se observó en su cuestionamiento hacia el


sindicato. Luego de ser elegido como delegado de planta en el año 2005, a raíz de su
participación activa en un conflicto previo cuya demanda fue el pase a planta permanente de
trabajadores de una cooperativa fraudulenta (Nogueira, 2019), por su propia cuenta
emprendió la lectura de la Ley de Contrato de trabajo Nº20744 y se dirigió a la sede gremial
a denunciar un conjunto de situaciones de incumplimiento, configuradas como injusticias, y a
la par denunció la falta de involucramiento gremial en el lugar de trabajo en torno a estas
demandas. Como resultado de esta presión, que se sustentaba en el apoyo obtenido por parte
de un grupo de compañeres de fábrica, obtuvo un compromiso de la dirigencia y su apoyo en
luchas por reclamos que anteriormente no se habían conformado como tales en la agenda
sindical.

Esta relación previa entre delegado fabril y dirigencia gremial, caracterizada por una búsqueda
activa de la intervención del sindicato a favor de les trabajadores, se conjugó con un segundo

14
Este caso y el papel del delegado de planta en el proceso de recuperación fue analizado en Nogueira, M. L.,
2019.
factor explicativo de su participación en este conflicto por la recuperación: la presencia de una
organización externa a la fábrica, Cruz del sur, integrante del Frente Popular Darío Santillán,
que también buscó la implicancia sindical en la salida autogestiva. Desde las primeras
movilizaciones contra los despidos y el cierre de la empresa, integrantes de Cruz del sur
(dentro de los cuales varios se inscribían en una tradición autonomista) formaron parte de
acciones de lucha, asambleas y reuniones dentro y fuera de la fábrica, en las cuales
presentaron y promovieron la propuesta de recuperar la fábrica como salida favorable a les
trabajadores (Nogueira, 2018). Esta propuesta encontró rápido eco en quienes no querían
resignarse a perder su fuente de trabajo, entre los cuales se hallaba Darío. A partir de su
adhesión a esta propuesta y desde su perspectiva de obtener apoyo de la dirigencia gremial
en los conflictos obreros, impulsó al STIA a adherir a esta perspectiva en la lucha por la
recuperación, que no estaba de antemano presente en el repertorio de acciones del gremio.
Asimismo, militantes de Cruz del sur plantearon esta propuesta directamente al secretario y
abogado gremial, con quienes mantenían asiduas charlas cuando se encontraban en la
planta15.

En el caso de Engraucoop, en la segunda y definitiva toma de la fábrica en 2011 no se


involucró ninguna organización externa que jugara este papel con respecto a la dirigencia del
STIA. Esto es expresado por las obreras como característica de los primeros meses de la
ocupación de la planta: “estábamos solas, y no sabíamos qué iba a pasar con nosotras”
(Entrevista a Engraucoop, 2012), y también explica el rol preponderante que el Estado cumplió
en este proceso, fundamentalmente a través del INAES y funcionarios municipales.

Otro hecho que sustenta la hipótesis de que la recuperación de empresas con autogestión
obrera no formaba parte de la línea de intervención sindical de la conducción gremial del STIA,
fue su actuación en un tercer cierre de otra empresa pesquera de Necochea, Incoop, en el
año 2012. En este caso, la dirigencia fue parte del acuerdo con el empresariado que pautó el
compromiso del pago de las indemnizaciones a la totalidad de empleados al momento del
cierre de la planta, bajo la condición de que les obreres se retiren inmediatamente del lugar
de trabajo16. El STIA, entonces, actuó en pos de evitar una tercera recuperación fabril en la
ciudad.

Si consideramos los tipos de trayectorias sindicales en procesos de recuperación que


efectuaron Dávolos y Perelman (2003) o la tipología que propone Arias (2008), vemos que el

15
Aún así, este mayor involucramiento de la dirigencia gremial no implicó que los trabajadores de La Recuperada
continúen formando parte de la organización gremial una vez efectuados los despidos en la empresa en proceso de
quiebra, ya que fueron desafiliados del gremio y dejaron de gozar de derechos sindicales una vez iniciado el
proceso de recuperación.
16
Ecos Diarios, edición del día 1º de febrero de 2012.
caso de Engraucoop no puede enmarcarse en ninguna de estas tipologías, sino que comparte
rasgos de varias: fue un sindicato no implicado, en cuanto a que no acompañó a las obreras
en la cotidianeidad fabril luego del retiro patronal y fueron desafiliadas del gremio y sin
derechos sindicales una vez efectuados los despidos. A la vez, fue un sindicato implicado en
el acompañamiento a las obreras en los primeros meses de la causa judicial, aunque luego
también retiró su apoyo en este espacio.

Entonces, considerando las tres dimensiones propuestas para analizar su intervención, vemos
que este caso se caracteriza por un rol ambivalente de la dirigencia gremial que contempló:
un apoyo acotado en el tiempo en las acciones que les obreres emprendieron por la vía
judicial, indiferencia en cuanto a la mayoría de las acciones directas que formaron parte de la
lucha por la recuperación y la subsistencia diaria de las obreras, y, a su vez, ataque a los
derechos sindicales de les obreres mediante su desafiliación.

2.2 Madygraf (Ex – Donnelley)

Donnelley es una empresa norteamericana de servicios de impresión que se instaló en


Argentina en 1992 al comprar la editorial Atlántida. El origen de la empresa se remonta a 1864,
cuando Richard R. Donnelley conformó en Chicago la imprenta RR Donnelley & Sons, que
rápidamente multiplicó sus ganancias con la impresión de las revistas Time y Life. Para el año
2013 contaba con más de 40 plantas en todo el mundo,17 empleaba 57 mil trabajadores y su
facturación anual ascendió a 218 millones de dólares (Meyer, 2014). De acuerdo a Fortune
Magazine, para 2013 se ubicaba entre las 500 empresas más grandes a nivel internacional
(Randi, 2018).

La planta argentina está ubicada en el Parque Industrial Garín, en la zona norte del Gran
Buenos Aires. Manuales escolares, folletos, libros y revistas como Para Ti, Gente, y Billiken
son algunos de los productos que allí se imprimían. Al momento del conflicto por la
recuperación, la composición obrera era predominantemente masculina, de los 400
trabajadores solo 5 eran mujeres, ubicadas en los sectores de limpieza, comedor, enfermería,
administración y calidad (Meyer, 2014).

17La empresa actualmente cuenta con más de 120 filiales en Barbados, Canadá, China, Costa Rica, República
Checa, El Salvador, Guatemala, Honduras, Hungría, India, Irlanda, Japón, México, Filipinas, Polonia, Puerto Rico,
Singapur, corea del sur, Sri Lanka, Taiwan y Estados Unidos [extraído de https://www.rrd.com/locations].
El conflicto inició el 11 de agosto de 2014, cuando al llegar a la planta les trabajadores la
encontraron cerrada y con un cartel en la puerta en el que la empresa comunicaba la quiebra
de la firma en Argentina y despidos masivos:

Lamentamos tener que comunicarle que, afrontados (sic) a una crisis insuperable y
habiendo considerado todas las alternativas viables, estamos cerrando nuestras
operaciones en Argentina y solicitando la quiebra de la empresa, luego de 22 años de
actividad en el país (Extraído de Meyer, 2014)

Esto motivó la ocupación de la planta y el inicio de un largo proceso de lucha que fue dirigido
por la Comisión Interna (CI) de la fábrica, que venía dando combates años anteriores y tenía
una referencia obrera previa al conflicto.

La militancia de la CI en este caso se retrotrae a los primeros tiempos de la fábrica durante


los años 90. Desde sus inicios estuvo vinculada al trotskismo y conducida por la lista naranja,
dirigida por Néstor Pitrola del Partido Obrero. En 1996 se desarrolló una toma que se extendió
por más de un mes en oposición a despidos masivos y altos ritmos de productividad impuestos
por la nueva firma, que finalmente fue derrotado con una fuerte represión que implicó un
desalojo con cientos de efectivos policiales de infantería y el encarcelamiento de varies
trabajadores.

En 2001 se produjo un nuevo conflicto ante el despido de 50 empleades y el intento por parte
de la empresa de imponer el sistema de turno americano denominado “6 X 2”, que obligaba a
trabajar durante los fines de semana. Nuevamente, el conflicto terminó en una derrota y
disolución de la Comisión Interna, en la que varios de sus integrantes pactaron los despidos
con la patronal (Cambiasso, Longo y Tonani, 2016).

Entre el año 2003 y el 2004 comenzaron a ingresar nuevos trabajadores jóvenes a Donnelley.
Sobre la base de este recambio generacional, en 2005 comienza a conformarse una nueva
CI opositora a la dirección del sindicato, en la que se incluían delegades de la Agrupación
Bordó que eran militantes o afines al Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS), otres que
eran independientes y también delegades que, sin formar parte de agrupaciones políticas, se
identifican como peronistas (Cambiasso, Longo y Tonani, 2016).

A la par que emprendía luchas sindicales en la fábrica, la política de la CI incluyó la


organización de actividades sociales realizadas en forma independiente de la patronal, como
las “fiestas de fin de año”, cuyos objetivos fueron la construcción de vínculos entre las familias
obreras, a fin de disponer de esos “lazos de solidaridad” (Aiziczon, 2019: 202) para potenciar
las luchas en momentos de ataques patronales. Esto tomó forma concreta durante un conflicto
contra los despidos en 2011, donde se produjo un fuerte involucramiento de esposas y
familiares de obreres que decantó en la conformación de una Comisión de Mujeres impulsada
por miembros de la CI e integrantes de la organización Pan y Rosas, cuya militancia fue clave
al momento del conflicto por el retiro patronal, como veremos más adelante.

Entonces, la CI desarrolló luchas al interior de la fábrica con el objetivo de crear unidad entre
les trabajadores, buscando activamente cuestionar o combatir discriminación entre obreres a
causa de desigualdades en cuanto a los tipos de contratación -apoyando la unidad con
trabajadores tercerizados por la patronal en la fábrica- (Cambiasso, Longo y Tonani, 2016), el
origen social y la identidad de género (Cilurzo, 2019; Chaves, 2015). También impulsaban la
solidaridad con otros sectores en lucha por fuera de la fábrica, con su activa participación en
acciones impulsadas por los mismos.

En referencia a los objetivos de las luchas previas, un referente de la CI puntualiza que “lo
importante” no era la conquista del reclamo puntual (aumento salarial, por ejemplo) sino crear
esta unidad entre les trabajadores:

lo más importante no era el aumento que se consiguió, sino la unidad de las filas de
los trabajadores, efectivizando a los tercerizados. Y lo otro es que tampoco se podría
entender con toda esta batalla y la militancia que tuvo la agrupación, de ligarse a los
otros conflictos obreros, no se podría entender cómo es la única fábrica de todo el país
que paró por la libertad de los petroleros de Las Heras. La pelea por unir las filas
obreras y considerar al trabajador que tiene menos categoría, o que es tercerizado, o
que es de agencia o lo que sea, como un trabajador más. Todas esas peleas, fueron
las que después dan como fruto la unidad de la fábrica para todas estas cuestiones
(Entrevista colectiva UBACYT).

En esta cita observamos que las prácticas de CI se enlazan con concepciones ligadas al papel
de las organizaciones obreras propuesto por Marx y Engels, en tanto “el verdadero resultado
de sus luchas no es el éxito inmediato, sino la unión cada vez más extensa entre los obreros”
(Marx y Engles, 2010). En este sentido, la orientación política de la CI y su historia de luchas
previas a la recuperación también posibilitaron que las mismas se constituyeran como
“escuelas de guerra”, y que su cúmulo de experiencias se reactualice durante el conflicto por
la recuperación, cuando la CI hizo uso de la politización acumulada durante los años previos
en términos de organización, lazos de solidaridad, disposición a la lucha y toma de decisiones
colectiva vía asambleas.

Retomando aquel 11 de agosto de 2014, vemos que una de las particularidades del caso de
Madygraf fue su rápido desarrollo, debido a que el Juez Comercial Gerardo Santicchia decretó
la quiebra 6 horas después de que el pedido fuera presentado por la patronal. Debido a ello,
les trabajadores decidieron que era crucial permanecer en la fábrica e intervenir también por
la vía judicial, a fin de anular dicha resolución:
…al juez comercial Gerardo Santicchia le bastaron 6 horas para decretar la quiebra de
la multinacional norteamericana, un verdadero monopolio mundial de la industria
gráfica. Sin analizar los estados contables, a partir de los propios dichos de la empresa
de un supuesto estado de “cesación de pagos”, el juez Santicchia se “convenció” de
que la empresa estaba quebrada, conllevando ello al inmediato cierre y desguace del
establecimiento que está ubicado en la localidad de Garín. (Agustín Comas, abogado
de les trabajadores de Madygraf).18

La patronal intentó por diversas vías boicotear la lucha obrera por la autogestión fabril, que no
se limitaron solo a la vía judicial sino también se produjeron en el mismo lugar de trabajo. Por
ejemplo, al efectuar un bloqueo del uso de la maquinaria por la vía virtual/informática desde
Estados Unidos e intentar retirar materia prima que había quedado en la planta:

Una de las impresoras que está conectada a la red también la bloquearon desde
Donnelly Estados Unidos, y ahí vino un compañero medio hacker y amablemente la
desbloqueó. Hizo un laburo terrible. Yo lo vi, bajaba las hojas de datos de la máquina
de una página rusa que después tenían que traducirlo. Un laburo terrible que
seguramente valdría fortunas y el tipo lo hizo solidariamente. (Entrevista colectiva
UBACYT)

De hecho, Donnelley quiso vaciar el galpón del papel, pero hubo compañeros que
estábamos anunciando el vaciamiento, había compañeros que se paraban adelante
del camión y le decían al camionero ‘Dejá el camión y andate solo, si querés, pero de
acá el papel no se mueve. Y bueno, llegaban cartas documentos, amenazas de
despido, pero obviamente esos compañeros estaban respaldados por toda la
asamblea, lo hacían concientes de que había todo un sector, toda la fábrica los iba a
defender porque sabíamos que era una necesidad no dejar que se vaya el papel,
porque si no la empresa iba a justificar cada vez mas que no era viable. (Entrevista
colectiva UBACYT)

Estos ataques fueron resistidos por les trabajadores con acciones concretas de lucha tanto
en el lugar de trabajo como fuera del mismo, a través de piquetes, movilizaciones al Juzgado
Civil y Comercial Nº9 de la CABA, a las sedes del INAES y del Ministerio de Trabajo de la
Nación y a la Legislatura Bonaerense, para reclamar el pago de los salarios atrasados, la
aprobación de la cooperativa o la liberación de fondos que se encontraban en el expediente
de la quiebra. También efectuaron reuniones entre partes y asambleas conforme se
desarrollaba el conflicto.

La derrota de la patronal en su intento de boicotear la lucha no solo se explica por la


organización y combatividad obreras -que ya eran características del lugar de trabajo y se
expresaron con fuerza en la recuperación-, sino también porque organismos estatales
emprendieron una disputa con el empresariado en base a deudas de la empresa con la AFIP.
Incluso el fiscal federal Patricio Evers encabezó una investigación ante el Juzgado Federal
Nº3 de CABA y una causa penal contra los directivos de Donnelley por el pedido fraudulento

18
Extraído de La Izquierda Diario, 6 de noviembre de 2014.
de la quiebra mediante maniobras ilegales.19 Por ello, tanto los abogados representantes del
gobierno como los que representaban a les trabajadores solicitaron que el magistrado anule
el pedido de quiebra patronal y lo transforme en “quiebra fraudulenta”. Esta posición
gubernamental se sustentaba en la disputa contra “los fondos buitres” que en el contexto de
la recuperación se emprendió desde la presidencia de Cristina Fernández20, quien denunció
a los propios empresarios de Donnelley en cadena nacional dos días después del cierre de la
fábrica. Esta disputa gubernamental se conjugó con el gran desarrollo de la lucha de les
obreres de la fábrica y con un tercer factor: la solidaridad que obtuvieron de diversos sectores,
tales como trabajadores de las fábricas Lear, EmFer, Pepsico, WorldColor, Zanón, estudiantes
de la UBA, de la UNR, el Instituto de Educación Superior Nº9 Alicia Moreau de Justo, la
seccional de SUTEBA Tigre, entre otros.

Entonces, la combatividad de la fábrica y de su CI, la disputa de intereses entre el gobierno y


la patronal y la configuración del conflicto como “lucha de las familias” y en articulación con
otros sectores, fueron todos los factores que provocaron que el conflicto alcance una
masividad y difusión nacional poco frecuente entre las recuperaciones de fábricas durante
esos años, alejados de la primer gran oleada de recuperaciones entre 2001 y 2004.
Consideramos que esta masividad y sus causas fueron la base para que el juez Santicchia
otorgue finalmente la tenencia temporaria de la fábrica a la cooperativa constituida para
recuperar la fábrica.

La consolidación de lazos de solidaridad y conformación de nuevos vínculos entre “la fábrica


y el barrio” no puede entenderse, en este caso, desligada de la militancia de la Comisión de
Mujeres (CM) y la configuración de la lucha como “lucha de las familias obreras” bajo el lema
“Familias en la calle nunca más”. Tal como se desarrolló en otra oportunidad, la incidencia de
la CM en el conflicto fue crucial en tres planos: el “apoyo moral” y el sostén emocional de les
trabajadores de Donnelley, el fortalecimiento de los vínculos con otros sectores, y el desarrollo
de las numerosas acciones directas en el marco de la recuperación (Cambiasso, Nogueira y
Calderaro, 2020). Aquí vemos que entraron en juego aspectos ligados al rol y los saberes de
las mujeres provenientes del ámbito de la reproducción social que se pusieron en juego en su
militancia al calor del conflicto, y tuvieron expresión concreta en acciones impulsadas por
ellas, como la recaudación de fondos de lucha en recorridas por establecimientos laborales y

19
Ídem.
20
De acuerdo a Val (2017: 164-165): “los llamados ‘fondos buitre’ son fondos de inversión especializados en
hacer negocios en economías altamente endeudadas. En general, tienen la forma institucional de hedge funds o
fondos de cobertura dedicados a la realización de inversiones sofisticadas y altamente riesgosas, lo que es posible
debido a que están sometidos a una escasa regulación gubernamental. Aunque también adquieren deuda
corporativa, su accionar más controversial se relaciona con los títulos de deuda pública (Nemiña, 2014).
estudiantiles de la zona para la compra de alimentos, el armado y la distribución de bolsones
entre las familias obreras (Goldman, 2015). Esto se conjuga con lo planteado por Varela
(2019) como “ubicación anfibia de las mujeres de la clase trabajadora” que, en tanto
garantizan la reproducción de la fuerza de trabajo, actúan como “puentes” que enlazan el
ámbito de la producción con el de la reproducción social y, por ello, pueden cumplir un rol
fundamental en el desarrollo y fortalecimiento de los conflictos obreros. Esto se puso de
manifiesto en el caso de Madygraf, y a su vez la militancia de la CM generó una revalorización
del rol de las mujeres en el conflicto y en cuanto a su rol en el sostén de las familias obreras,
a partir de la nueva valoración que adquirieron los trabajos de reproducción social realizados
en el hogar en el contexto de la lucha por la recuperación, históricamente invisibilizados y
desvalorizados (Nogueira, Salazar y Calderaro, 2020).

Del total de obreres de Donnelley, 100 trabajadores continuaron en la cooperativa de trabajo.


El resto de quienes luego integraron Madygraf son en su mayoría familiares de les obreres,
muchas de ellos mujeres que ingresaron a la fábrica en parte para acrecentar los ingresos de
las familias obreras, y en parte como reconocimiento a su militancia en el conflicto por la
recuperación (Cambiasso, Nogueira y Calderaro, 2020). Al momento de aplicar la Encuesta
Obrera, la fábrica estaba integrada por 154 trabajadores de los cuales un 23% eran mujeres
(35 trabajadoras en total). A diferencia de la masculinización del sector de la producción que
caracterizaba a la gestión patronal, en la gestión obrera muchas mujeres ingresaron al área
de encuadernación. También se incluyeron en la Juegoteca, sector fabril remunerado y
destinado al cuidado de les hijes de les trabajadores durante la jornada laboral que fue creado
por la cooperativa, impulsado por la CM (Nogueira, Salazar y Calderaro, 2021).

Integrantes de la CI comentan lo difícil que fue durante los primeros meses reanudar la
producción en una fábrica cuyo rubro se encuentra en caída a nivel internacional, y cómo fue
crucial para sostenerse inicialmente el acompañamiento de otros sectores que aportaron
solidaridad y apoyo tanto económico como “moral”:

Había compañeros que estaban muy mal, muy entristecidos, tenías que levantar a
algunos que estaban llorando abrazados a la máquina porque la situación era terrible...
Habían quedado en la calle, de tener un trabajo en blanco, obra social y todo y un buen
salario, pasaron a estar en una fábrica que no sabían... aparte una desolación porque
nosotros teníamos no sé, qué se yo, dos revistas, La valijita, Billiken y ya está ... y una
Para tí, no te daban trabajo. Atlántida como para mantener una relación y la posibilidad
de que nosotros siguiéramos produciendo con ellos nos dejaron un par de revistas que
son chicas, y el pago lo hacían con un cheque que retenía el juez de la firma... (…) Acá
con máquinas apagadas, después por ahí un día se laburaba, no se cobraba lo que se
trabajaba y dependíamos de un bolsón de comida... Entonces era una situación que
más bien te llevaba a irte de la fábrica (...) y la verdad que muchos compañeros se
sostuvieron, se fueron quedando, apostaron a esto y eso tuvo mucho que ver con toda
la moral que se dio desde afuera, la colaboración de trabajadores, estudiantes y todos
para poner en funcionamiento la fábrica y también para darnos una ayuda concreta en
lo económico y demás. (Trabajador de Madygraf, entrevista realizada en octubre de
2018)

La organización generada al calor del conflicto, el conocimiento de otros casos como Zanón
y la necesidad de interceder rápidamente por la vía legal para garantizar la permanencia en
el lugar de trabajo ante los boicots patronales, fueron todos factores que conllevaron a que se
plantee la necesidad de luchar por la expropiación de la planta. Por ello, luego de la
recuperación el colectivo obrero continuó emprendiendo movilizaciones a la Legislatura
Bonaerense en vistas de obtener el voto positivo por la expropiación. La misma se obtuvo en
forma temporaria durante el año 2017 mediante un proyecto presentado por la banca del
Frente de Izquierda, y continuó a partir de allí la lucha por la expropiación definitiva. Les
obreres también emprendieron acciones contra los tarifazos impuestos durante los gobiernos
de Cambiemos y del Frente de todos, y también por la Juegoteca, a fin de obtener subsidios
para la infraestructura, materiales y salarios de les docentes.

Este contexto de lucha “permanente” expresa cómo, en este y muchos otros casos, la
conformación de la cooperativa no marca la culminación de estos conflictos sino un momento
particular del mismo (Nogueira y Schulze, 2018: 212), luego del cual les obreres de Madygraf
efectuaron nuevos reclamos hacia el Estado y continuaron en articulación con otros sectores
en lucha.

Ahora bien, ¿cuál fue la posición de la dirigencia de la Federación Gráfica Bonaerense en la


lucha por la recuperación? Hector Amichetti, secretario gremial de la lista verde, de tradición
peronista, se pronunció inicialmente contra los empresarios de Donnelley:

Lo que había comenzado con una maniobra oportunamente denunciada por nuestra
FEDERACION GRAFICA BONAERENSE, con la presentación de un absurdo
“procedimiento de crisis” ante el Ministerio de Trabajo para justificar el despido de 123
trabajadores, se ha transformado en un provocativo look out patronal que desnuda otro
tipo de intenciones que en forma directa afecta a más de 400 familias pero que, a su
vez, se suma a una serie de acciones que parecieran estar planificadas por un conjunto
de multinacionales pertenecientes a distintas ramas de la industria con
establecimientos en nuestro país y por algunos elementos del sector patronal nativo,
que contribuyen con su conducta a la acción de quienes pretenden desestabilizar el
equilibrio económico nacional, encadenando situaciones de conflicto en un momento
en que más que nunca debería primar la responsabilidad social empresaria. (Mundo
papelero, 2014)

Al analizar notas de la prensa y el periódico de la FGB Patria Grande, vemos que la propia
FGB especifica que sus acciones de apoyo a este conflicto fueron puntualmente una
declaración pública y una “contribución solidaria del gremio”.21 Sin embargo, de acuerdo a los
testimonios obreros estas acciones no tuvieron como correlato la presencia gremial en las
decenas de acciones directas emprendidas por les obreres de Madygraf en el marco del
conflicto, que incluyeron marchas, concentraciones y cortes, que en ocasiones tuvieron como
respuesta la represión policial22. Un referente de la cooperativa sintetiza el rol de la dirigencia
sindical en el siguiente fragmento, donde señala la falta de participación en el conflicto y el
quite de la obra social sindical una vez efectuados los despidos:

El sindicato tuvo una política que fue terrible con nosotros, ya desde la época en que
estaba la patronal en general siempre se borraba de todos los conflictos, y tiene la
actitud, es un sindicato que no aparece como si fuese una patota, ¿cuál es la actitud
que tiene? (..) te acompañan no sé, al Ministerio de Trabajo a hacer la denuncia de que
despidieron. Punto. Acá cuando eran muy evidentes los despidos, porque la patronal
misma ya había presentado el plan en el Ministerio de Trabajo para resolver la crisis
que tenían, estábamos haciendo una asamblea ahí y el secretario adjunto del sindicato
hizo el compromiso de que ante el primer despido iba a parar el gremio, el conjunto del
gremio. Después cerraron la fábrica y dijo: ‘No, no vamos a hacer el paro en el gremio’.
‘¿Pero cómo, no dijiste que ante el primer despido...?’ ‘No, pero la fábrica ahora no
existe más’. Entonces no paró el gremio. (…) Lo más brutal fue sacarnos la obra social
inmediatamente. Eso fue brutal porque nosotros estábamos en una situación terrible y
los pibes, no tenían... No vos, uno ya está curtido... pero ¿y los pibes? No tenías dónde
hacer atender a los hijos, entonces era una situación terrible. Y las mujeres también
jugaron un rol muy importante, apretamos mucho para volver a conseguir la obra social.
(trabajador de Madygraf, entrevista realizada en octubre de 2018)

Algunas de las acciones comunicacionales emprendidas por les obreres también denunciaron
la falta de participación gremial, y a la vez plantearon la exigencia de su involucramiento en el
conflicto:

“Convocamos a todas las organizaciones políticas, sindicales y estudiantiles para que nos
sigan acompañando. Exigimos a nuestro sindicato, la Federación Gráfica Bonaerense, que
tome medidas de lucha en todo el gremio” (Comunicado de les obreres de Madygraf del día
25 de septiembre de 2014).23

“Desde todos lados quieren ponernos palos en la rueda para quebrar nuestra lucha. Por eso
llamamos a toda la comunidad a rodearnos de apoyo. Convocamos a todas las organizaciones
políticas, sindicales y estudiantiles para que nos acompañen. Exigimos a nuestro sindicato, la

21
Patria Grande Nº18, noviembre de 2014.
22
La Izquierda Diario, edición del día 30 de septiembre de 2014, disponible en:
https://www.laizquierdadiario.com/Fuerte-operativo-policial-contra-los-obreros-de-Donnelley
23
Extraído de La Izquierda Diario, edición del día 25 de septiembre de 2014, disponible en:
https://www.laizquierdadiario.com/Los-trabajadores-de-Donnelley-se-movilizaron-al-Ministerio-de-Trabajo-de-
Alem
Federación Gráfica Bonaerense, que tome medidas de lucha en todo el gremio” (Comunicado
de la Comisión Interna y trabajadores de Madygraf del día 30 de septiembre de 2014).24

Esta posición de indiferencia ante la lucha por la recuperación y ataque a los derechos
sindicales de les obreres por parte de la dirigencia de la FGB en el caso de Madygraf,
contrasta con la apreciación de varios autores que lo señalan como uno de los principales
sindicatos impulsores de procesos de recuperación en la rama, destacando que aunque “en
un primer momento no brindaron su apoyo a estas experiencias, en la actualidad se
convirtieron en promotores de las empresas recuperadas (Bentosela, 2018: 110) “a través de
la ayuda en los conflictos y el asesoramiento legal a los trabajadores” (Ruggeri, 2014: 43).
Este aspecto señalado por las investigaciones precedentes tiene como correlato la promoción
y el apoyo desde la FGB a la Red de Cooperativas Gráficas creada en el año 2009 (Huergo,
Muñoz y Dalinger, 2011), cuya sede funciona en la FGB e incluye una decena de fábricas
recuperadas del sector gráfico ¿Qué explica la diferencia entre esta tendencia al apoyo hacia
otras recuperaciones y su falta de participación en el conflicto de Donnelley?

Creemos que la explicación reside fundamentalmente en el hecho de que la CI de la planta


haya desarrollado una militancia en oposición a la línea política de la conducción, la cual
incluyó la disputa por la dirigencia del gremio mediante su participación en las elecciones
sindicales años anteriores a la recuperación (Varela, 2015). Entonces, la dirigencia gremial
actuó desde lo que se puede explicar con el concepto de “burocracia sindical” (Varela, 2010,
s/n), en defensa de sus propios intereses por perpetuarse en los cargos directivos del sindicato
dando la espalda a un sector de obreres que ponía en riesgo dicha continuidad, aunque el
conflicto no se tratara de una disputa intrasindical sino del cierre de una fábrica, con la
consecuente pérdida de más de 400 puestos de trabajo. Esta práctica también explica su
accionar previo en la fábrica, que de acuerdo a les trabajadores se caracterizaba por
“borrarse” de los conflictos y limitarse al acompañamiento a reuniones entre partes en el
Ministerio de Trabajo. Entonces, en el conflicto por la recuperación les trabajadores de
Madygraf no solamente debieron disputar contra la patronal, sino también contra la dirigencia
sindical, por la restitución de sus derechos sindicales (afiliación gremial y obra social sindical)
y por el involucramiento del gremio en las acciones en vistas a obtener los permisos para
ocupar la fábrica, ponerla a producir y lograr la expropiación.

Retomando las tipologías de Arias (2008) y Dávolos y Perelman (2003), en el caso de


Madygraf observamos la lucha contra un sindicato no implicado en la recuperación, pero no
por no existir una organización sindical al interior de la fábrica (criterio según el cual estas

24
Extraído de La Izquierda Diario, edición del día 30 de septiembre de 2014, disponible en:
https://www.laizquierdadiario.com/Donnelley-movilizacion-al-juzgado-y-campana-solidaria
últimas autoras explican la falta de involucramiento de las dirigencias), sino porque, al
contrario, había una importante organización sindical en la fábrica opositora a la línea de
conducción gremial. A pesar de que en los últimos años la FGB se convirtió en uno de los
principales sindicatos impulsores de la constitución de cooperativas en el marco de la
recuperación de fábricas ante el cierre de las firmas, la organización gremial opositora en el
lugar de trabajo fue el fundamento de su no implicación en el conflicto a pesar del apoyo
discursivo en declaraciones públicas.

Retomando las tres dimensiones que ubicamos para analizar la intervención de las
conducciones gremiales en los conflictos por recuperación de fábricas, vemos que en
Madygraf el sindicato no apoyó a les obreres en ninguno de los tres planos: ni los representó
legalmente en las acciones judiciales, ni formó parte de las acciones directas emprendidas
por les obreres, y a su vez sustrajo los derechos sindicales al proceder la desafiliación gremial
inmediatamente luego de efectuados los despidos.

En síntesis, lo que ambos casos de recuperaciones abordadas aquí expresan es que el


involucramiento del sindicato en el conflicto por la recuperación no se vincula tanto con una
“línea de intervención sindical previa”, sino más bien con la propia dinámica de la lucha al
interior del lugar de trabajo y la relación de les trabajadores, delegados y CI con la dirigencia
gremial al momento del cierre de la empresa.

Asimismo, vemos que en ambos casos las dos conducciones gremiales presentaron
intervenciones que reforzaron la opresión de género en cuanto a los derechos sindicales de
las obreras. En el caso de Madygraf, porque el curso de esta lucha por la restitución de su
afiliación gremial y reinscripción a la obra social sindical, el sindicato comenzó cediendo a la
“re” afiliación de los varones, pero se opuso a que las mujeres cuenten con la obra social por
no provenir de Donnelley al haberse incorporado luego de la lucha por la recuperación. Fueron
necesarias nuevas luchas para que las obreras finalmente accedan a este derecho, que está
vinculado directamente con el trabajo reproductivo de cuidados. Aquí la FGB actuó
desconociendo el rol de las mujeres como garantes del cuidado de les niñes de las familias
obreras, y en lugar de favorecer recursos necesarios para poder llevarlo a cabo, persistía en
su posición de que a las mujeres no les correspondía este derecho por no haber sido
asalariadas en la gestión patronal previa. En el caso de Engraucoop, esta opresión se expresa
en el hecho de que aunque el secretario gremial reconocía en declaraciones en medios que
“la mayoría eran mujeres de edad y muchas de ellas jefas de hogar”, la dirigencia se mantuvo
indiferente durante la mayor parte del conflicto post retiro patronal, no apoyó la gestión obrera
y quitó derechos sindicales.
3. A modo de conclusión

Como resultado general del análisis de ambos casos, vemos que en los mismos permiten
ubicar la relevancia del lugar de trabajo, su conflictividad interna y las disputas intrasindicales
entre agrupaciones, delegados y la conducción gremial como factores explicativos del tipo de
intervención de la dirigencia sindical en los conflictos por la recuperación.

Tanto la seccional local de la STIA como la FGB fueron gremios que en otras luchas por la
recuperación intervinieron activamente a favor de las mismas, pero en Engraucoop y Madygraf
actuaron mayormente con indiferencia, cuando brindaron apoyo el mismo fue parcial y se
discontinuó al poco tiempo de consolidada la gestión obrera, y a la vez sustrajeron derechos
sindicales. En síntesis, ambos casos exponen coordenadas concretas de la premisa que
señala que la intervención de los sindicatos de la rama no es necesaria ni para que se
produzcan ni para que triunfen luchas por la recuperación de fábricas. Además, recalcan la
necesidad de estudios de caso en profundidad para evaluar la modalidad de participación
gremial, imposible de predecir a partir de una “línea de intervención sindical previa”.

Como contracara, estos casos nos permiten ubicar y analizar las formas en que la militancia
sindical en el lugar de trabajo y organizaciones sindicales como las comisiones internas y les
delegades de planta pueden constituirse como promotores y “motores” de las recuperaciones,
y cobrar un carácter decisivo en las mismas. Ligado a ello, observamos cómo estos conflictos
se construyeron sobre los sedimentos de luchas previas emprendidas en las fábricas por esta
militancia de base. Desde estos sedimentos, entendidos como materiales construidos que
decantaron de combates precedentes, se reemprendió y reconstruyó la unidad obrera en las
acciones de combate contra el empresariado por el reanudamiento de la producción bajo
gestión obrera, y también la solidaridad de clase, en términos de establecimiento de intereses
y acciones comunes para alcanzar objetivos comunes.

Si bien no en todos los casos de empresas recuperadas por sus trabajadores se observaron
luchas fabriles preexistentes a la lucha por la recuperación, estos casos son nuevos ejemplos
de experiencias en los que estas trayectorias de lucha previas fueron retomadas y
reactualizadas, y resultan fundamentales para entender el proceso de recuperación, el
accionar de las organizaciones sindicales y los devenires de ambos casos.

Por otra parte, vimos que la subsistencia de las familias obreras y el papel de las mujeres
como garantes de la reproducción social de sus familias son factores claves para entender el
impulso a la militancia en las trabajadoras de Engraucoop y Madygraf, y fueron parte de las
motivaciones centrales para el emprendimiento de acciones de lucha a pesar de la indiferencia
gremial en los meses posteriores al retiro de la patronal.

En el caso de Engraucoop, la amenaza concreta a la posibilidad de reproducción de la familia


obrera, producto de la pérdida del empleo remunerado en el sector industrial pesquero y de
sus precarias perspectivas de volver a emplearse en otros sectores, muestra el papel
mutuamente influyente de la esfera productiva y la reproductiva para la determinación de
tomar la fábrica y su recuperación por parte de las obreras.

En el caso de Madygraf, la organización de una Comisión de Mujeres, su lazo con la CI y les


trabajadores de la fábrica permitió configurar esta lucha obrera como “lucha de las familias
obreras”, en la que las mujeres aportaron recursos materiales para sostener el conflicto,
saberes y prácticas relativas al trabajo de reproducción social, construyeron lazos de
solidaridad entre “la fábrica y el barrio” y lograron su inclusión como trabajadoras en la planta,
tras lo cual disputaron derechos sindicales en el gremio junto a los varones.

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