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El latifundio y sus problemas en la Banda Oriental.

Los orígenes del latifundio.

“Fundada la ciudad de Montevideo, a partir de 1724…..comenzó el repartimiento de las tierras


entre sus primitivos pobladores….según las Leyes de Indias…

A partir de 1728 comienzan a distribuirse las primeras estancias algo más alejadas, sobre el
arroyo Pando…

Para las tierras destinadas al procreo de ganado, la unidad fue llamada “suerte de estancia”[1]
……Si hoy, con alambrados, aguadas y pastoreos artificiales, vigilancia estricta y auxilio
veterinario, los campos reciben en promedio una cabeza por hectárea, con mucho optimismo
corresponde suponer para entonces una receptividad de medio vacuno o sea 900 cabezas en la
“suerte de estancia” que produciría no más de 90 cueros por año, cantidad bien insignificante...
[El latifundio colonial…nació por la concentración de gran número de lotes en pocas manos, no
por el tamaño excesivo de las unidades; estas eran reducidísimas de acuerdo con la capacidad
productiva]…

Como el colono recibía, además, una chacra en zona cercana a Montevideo, parece posible
afirmar que los ingresos globales, de ambas fuentes, permitieran a los noveles pobladores un
nivel decoroso…

El hacendado civilizador del medio rural se afincó en él con su familia, levantó su vivienda , en
muchos casos verdadero atalaya, pobló la estancia con rodeo de ganado manso cuyo procreo
vigilaba, cuidándolo de las pestes y de la devastación de los perros cimarrones que devoraban
las crías. Este estanciero colonizador, propulsor de la riqueza, debió poseer la fortaleza
necesaria para afrontar la soledad y la rudeza del medio, expuesto a las acechanzas del
bandolerismo...(Pivel Devoto)

Junto a este establecimiento de dimensión ajustada, y de notable así como dificultosa tarea
civilizadora, aparecen dos formas complementarias de propiedad, ambas de un sentido
completamente distinto a la primera; por un lado, los bienes del “realengo”, es decir “estancias
del Rey”…….

La tercera forma de propiedad estaba constituida por los latifundios que comenzarías aparecer,
desde muy temprano en la campaña oriental…Tienen su origen en concesiones o “mercedes”
otorgadas por las autoridades, tanto bonaerenses como montevideanas…así como en la simple
ocupación también ilegal…junto a estas simples “mercedes” logradas por influencias a muy alto
nivel, aparecerá además el latifundio, obtenido por denuncias de tierras hechas por ocupantes
ilegítimos que basados en su poder económico, en su prestigio social y en sus influencias,
lograba por esa vía perpetuarse en extensiones importantes de tierras…sin cumplir con la
totalidad de los requisitos…sin lograr el título definitivo de propiedad…”
Textos tomados de Williman, José Claudio, Panizza Pons, Carlos, “La Banda Oriental en la lucha de los imperios 1503-
1810” Historia Uruguaya Tomo1, Ediciones d e la Banda Oriental, 1988

Latifundio y propietarios ausentistas


“Con frecuencia se daba el caso de que el... [beneficiado] con grandes extensiones de tierras
(...), permanecía radicado en la ciudad, no realizaba obra alguna en el campo, no lo poblaba
con rodeos ni levantaba un rancho. Era un poseedor que detentaba la tierra no para colonizar,
sino para utilizarla como lugar de faena del ganado cimarrón que allí penetraba en busca de
pastos y aguadas y que quedaba encerrado en las rinconadas formadas por la confluencia de
los ríos y arroyos caudalosos. (...) Cuando llegaba la primavera, el propietario comisionaba
desde la ciudad a un capataz para que con una partida de changadores contratados al efecto,
se trasladara al campo que él, por lo general, no conocía ni de vista, a fin de realizar la matanza
del ganado que encontrara, con el exclusivo objeto de extraer el cuero. La carne flaca e insípida
del ganado cimarrón sólo la comían los perros (...). En algunos casos (ese propietario) era a la
vez un comerciante radicado en la ciudad que entre otras actividades mercantiles despachaba
los cueros obtenidos a su nombre, sin mayor esfuerzo, sin criar ganados, sin correr riesgos...”
BARRÁN, J. P y NAHUM, B. Bases económicas de la revolución artiguista. Montevideo, Ediciones de la Banda
Oriental, 1968

Los problemas del latifundio.

“La creación de grandes latifundios fue uno de los principales problemas de la Banda Oriental
en el siglo XVIII. Entre otros inconvenientes, no contribuían al poblamiento de la campaña ya
que, por su forma de explotación, necesitaban poca mano de obra y la mayoría de su
propietarios eran ausentistas; no colaboraban con la definición clara de las fronteras frente al
imperio portugués; no favorecían el desarrollo económico, ya que la mayoría se dedicaban a la
“vaquería”, en una forma claramente depredatoria de la riqueza ganadera; además,
provocaban un fenómeno de “indefinición de la propiedad”, con los consiguientes litigios, ya
que por regla general no estaban claramente establecidos sus límites.

A raíz de estos problemas, las autoridades idearon varios planes (llamados “arreglos de los
campos”) para solucionar la situación, sin mayor resultado. El más famoso de ellos fue el
elaborado por Félix de Azara, con la colaboración de José Artigas (Memoria sobre el estado
rural del Río de la plata de 1801), que proponía un reparto más racional de las tierras, el
poblamiento de la frontera y de la campaña general y la eliminación de los factores de
inseguridad.”
Texto tomado de Historia II. Ed. Santillana

Proyecto para el Arreglo de los campos. Félix de Azara. 1777.


Primero: Dar libertad y tierras a los indios cristianos: pues de continuar la opresión en que
viven, se irá a Portugal la mayor parte, como sucede ya.

Segundo: Reducir a los infieles minuanes y charrúas, ya sea pronta y ejecutivamente si hay
bastante tropa, o si esta es poca, adelantar nuestras estancias cubriéndolas siempre.

Tercero: Edificar en los terrenos que ocupan los infieles contenidos entre los ríos Negro e
Ibicuy, y entre el Uruguay y la frontera del Brasil, capillas distantes de diez y seis a veinte leguas
una de otra, y repartir las tierras en moderadas estancias de balde y con los ganados alzados
que hay allí, a los que quieran establecerse cinco años personalmente, y no a los ausentes (…)

Sexto: Dar título de propiedad de las tierras que tuviesen pobladas a los que no las tienen, y
son los más desde el Río Negro a Montevideo, quitándoles las que no tengan bien pobladas
para darles a otros siempre con la condición de vivir cinco años en ella y tener armas listas.

Séptimo: Anular las compras que se hubiesen hecho fraudulentas, las de enormes extensiones
y las que no se hubiesen poblado en tiempo, repartiéndolas a pobres.

Octavo: Admitir en todas partes a los portugueses que vengan voluntariamente.

Noveno: Precisar a los pobladores desde el Rio Negro a Montevideo a que edifiquen en cada
diez y seis o veinte leguas una iglesia, por el estilo de la de Batovi, y a que pongan un maestro
de escuela en recompensa de darles el título de propiedad que no tienen, yo he tanteado a
varios y he visto que condescenderían con gusto.

Decimo: Señalar linderos fijos en todos los títulos, demarcándolos algún facultativo para evitar
los pleitos que apestarían el país.

Undécimo: Establecer dos ferias anuales hacia la frontera del Brasil, y establecer fiestas en las
capillas, prohibiendo usen los campestres las indecentes botas que hoy hacen sacando entero
el cuero de las piernas de las vacas y yeguas, matando para esto a treinta mil reses anuales, y
perdiéndose su proceso y el cuero.

Duodécimo: Exterminar los perros cimarrones, lo que no se conseguirá por los medios que se
practican, sino trayendo de Cataluña la fruta silvestre llamada Mataca, para echar sus polvos
sobre reses muertas, porque así perecerían todos sin remedios, y lo mismo los tigres y leones.

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