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La Inteligencia Artificial (IA) ha malogrado sus interpretaciones mediante las

falencias del aprendizaje automático, Lumbreras (2021) menciona que “Sabemos qué
responde la máquina ante cada caso, pero nunca por qué. A medida que la IA expande
su ámbito de aplicación, este proceder «ciego» está generando problemas cada vez más
serios”, es por eso, que es trascendental las apreciaciones del factor humano en adición
a la información otorgada por la IA, en lugar de la dependencia de esta última.

La IA ha penetrado de manera rotunda en la cotidianeidad de la sociedad, es por


eso que sus acciones e interpretaciones afectan de manera abrupta en el convivir del ser
humano, por esta razón los errores que comete la IA, no se deben considerar superfluos
si no de gran importancia, con respecto al origen de estos errores Lumbreras (2021)
señala que:

El primer problema de estas herramientas es su mismo nombre. Por muy útiles


que sean sus aportaciones, es imprescindible reconocer que no existe en ellas
ningún sujeto inteligente y tampoco nada que aprenda, ya que se basan en
técnicas meramente mecánicas. El aprendizaje automático no es nada más —y
nada menos— que un proceso de identificación de patrones en unos datos de
entrada y su aplicación a casos nuevos. A la máquina se le entregan datos en
forma de ejemplos de problemas resueltos, y después generaliza a otros nuevos
empleando los patrones identificados.

Así que los problemas de las apreciaciones de la IA, recaen en la escasez de


rigurosidad de las interpretaciones de los patrones, ya que estos se hacen de manera
sistemática, lo que reflejaría un error notorio en las conclusiones de la IA.

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