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También durante esta etapa, la industria rural empezó a ser fomentada


por el Estado. Contaba con el favor oficial de las escuelas patrióticas y
5. EL COMERCIO INTERIOR YEXTERIOR.
de hilar, fundadas por distintas Sociedades Económicas de Amigos del
País, con el Discurso sobre el fomento de Út industria popuúir, publicado por
Campo manes en 1774, y con el Discurso sobre Út educación popuúir de los
artesanos y su fomento --de 1775-, contrarios todos ellos a los intereses
gremiales.
El sector textil mantuvo su supremacía, sobre todo el subsector lanero,
destinado al consumo masivo y, por tanto, caracterizado por la baja calidad
del paño y su reducido precio. La sedería vivió también una etapa de desa-
rrollo continuado como consecuencia de la coyuntura alcista de las rentas.
Sin embargo, el aspecto más importante de esta etapa fue la introducción
del algodón. Su despegue inicial, incluso, provocó cierto descenso de la ac-
tividad de los sectores textiles clásicos. Primero se introdujeron las fábricas
de «indianas» en Cataluña, encargadas de las fases de tejido y estampado, Hasta bien entrado el siglo XVIII, la esfera de la circulación ganó siempre
y posteriormente se acabó incorporando todo el proceso productivo algo- la partida a la producción propiamente dicha. Su evolución, alcista o no,
donero. Debido a su éxito, se consolidaría como la base de la expansión dependió de la situación internacional y de los distintos signos provenientes
posterior de la industria catalana. tanto del interior como de la coyuntura americana. Tendencia demográfica
Por último, también debe destacarse cómo la siderurgia sufrió un pro- (demanda), renta de la tierra y precios de los productos (capacidad adquisi-
ceso de expansión, principalmente después de incorporar nuevas técnicas de tiva) determinaron la marcha comercial española: por eso, al crecimiento del
producción, así como tras integrar todas las fases productivas en un solo pro- siglo XVI, le siguió una profunda crisis durante el XVII y la recuperación de
ceso y ámbito físico. De esta forma disminuyeron los costes, y el hierro pasó las actividades comerciales en el XVIII.
a ser un producto de demanda creciente, tanto por la agricultura como para Además, se diferenciaba la mayoritaria demanda popular de la mino-
la fabricación de bienes de equipo e intermedios. Asimismo, el Estado con- ritaria privilegiada, condicionando ambas los circuitos comerciales de in-
tribuyó en gran medida al desarrollo de su demanda, a través de la construc- tercambio y la mayor o menor dependencia de las importaciones.
ción de fábricas de armamento y de navíos de guerra, en los que se utilizaban
productos siderúrgicos nacionales. Por tanto, también se observa una gran
recuperación en la construcción naval (destacando la labor impulsora de Pa- J. El tráfico te-rrestre y la navegación mercantil.
tiño y Ensenada en los astilleros de Cartagena, La Carraca o El Ferrol), con-
virtiéndose, además, en uno de los objetivos estratégicos estatales de mayor El comercio (junto con las actividades agregadas, como la bancaria)
importancia y para la defensa general de la economía del Imperio. constituía en el Antiguo Régimen la única forma de acumulación de ca-
Con todo, y pese a la intervención del Estado mediante «manufactu- pital; por eso, sólo después de la revolución industrial se podrá hablar
ras reales» o «reales fábricas», la industria dispersa siguió primando sobre de predominio del capital industrial frente al comercial, fundamental y
la concentrada. Se respondió al aumento de la demanda interior y ame- previo. En España, el comercio garantizaba el crecimiento económico
ricana, pero sin un auténtico desarrollo industrial. Casi siempre, el cre- en todos sus ciclos. Al igual que en Europa, el Estado, la Iglesia, los
cimiento de la producción sólo sirvió para igualar las cifras conseguidas propietarios señoriales y los rentistas actuaban como canalizadores de la
durante el siglo XVI y hasta esa tendencia expansiva se frenó antes de actividad comercial, al situar en el mercado los excedentes generados por
finalizar el Setecientos. En todo caso, siempre se produjo de forma ex- tributos, fiscalidades y rentas. Sin embargo, el capital comercial nacio-
tensiva, multiplicando los talleres artesanales pero sin una concentración nal era más bien escaso y poco proclive a la inversión en ámbitos de la
paralela. Se fomentó la industria popular pero sin verdaderas transforma- producción agraria o industrial. Se orientaba, principalmente, hacia su
ciones técnicas, laborales o de organización del trabajo. Cataluña (por empleo en las finanzas y el crédito al Estado, a través de juros. Aunque
cuestiones arancelarias, del desarrollo textil algodonero, etc.) fue la única el cálculo del valor de la actividad comercial es muy difícil de realizar,
rt'gión española que pudo iniciar entonces el complejo proceso de cam- a grandes rasgos, se estima que el porcentaje representado por esta acri-
bio hacia la industrialización. vidad c:n d producto interior hruto (PIB) no supc:rarfa d YYci, aunque
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en algunos momentos, ciudades y áreas geográficas concretas pudiese ser tuarios y artísticos. La balanza comercial era a todas luces deficitaria para el
mucho más elevado. tráfico nacional, demostrando la debilidad del sector secundario español.
El comercio interior se incrementó a lo largo del siglo XVI, como con- Esta zona de intercambio mantuvo una intensa actividad a lo largo de
secuencia del desarrollo demográfico, el crecimiento urbano, el aumento todo el siglo y hasta la década de 1560. Después de esa fecha, y como con-
de las producciones agrarias e industriales y la monetarización de la socie- secuencia de la multiplicación de los problemas políticos, la actividad comer-
dad. Este comercio tenía como objetivo el abastecimiento de productos bá- cial prácticamente se colapsó, lo que se tradujo, a su vez, en un serio dete-
sicos en un marco geográfico cercano y se desarrollaba en un doble circuiro rioro de la economía y de las estructuras comerciales del norte peninsular,
que, siempre que las condiciones en las zonas agrarias fueran óptimas, con- destacando el declive de Burgos y del sistema ferial de Medina del Campo.
tribuía al intercambio de los excedentes agrarios por productos manufac- Por su parte, la actividad comercial castellana convirtió a los puertos de
turados. Asimismo, estos ciclos relacionaban los ámbitos mercantiles inte- Alicante y Cartagena, entre otros, en los puntos de salida fundamentales
riores y exteriores. En ese contexto, el sistema de ferias fue esencial para para el comercio con Italia; también los puertos de Barcelona y de Valencia
el desarrollo de la estructura y las actividades comerciales en la España in- vivieron una etapa de reactivación, sobre todo durante la segunda mitad
terior, destacando varios núcleos feriales, entre los que sobresalían el ciclo del siglo XVI. Pero, en conjunto, la Corona de Aragón se vio perjudicada
de las grandes ferias castellanas de Medina del Campo, Medina de Rioseco por la política económica y los tratados comerciales acordados entre Car-
y Villalón. En un nivel inferior se situaban los mercados de tipo regional los V y los genoveses (la política otomana y francesa dificultó asimismo la
(superaban los sesenta), jugando un papel destacado en la redistribución navegación comercial por el occidente mediterráneo). Por eso, solamente
local de los productos comerciales. después de la paralización del mercado norteeuropeo pudo reactivarse la
Durante esa centuria las grandes ferias castellanas también se fueron es- economía catalano-aragonesa, una vez que las exportaciones castellanas (de
pecializando en materia financiera, de forma paralela al incremento de sus lana y saca de moneda -hierro y especias en menor medida-) se reorien-
actividades comerciales de importación y exportación, hasta convertirse en taron hacia Italia, de donde llegaban a la Península Ibérica cereales, prendas
ferias de «pagos y cambios», en las que predominaban las operaciones espe- textiles de alta calidad y sedas, objetos artísticos y libros. El incremento del
culativas, los efectos escriturados y las letras de cambio. A esta evolución volumen de estos tráficos fue considerable, como demuestra la elevación
contribuyó en gran medida la Hacienda Real, al utilizarlas para efectuar del precio de los arrendamientos de las aduanas (por encima de un 30% en
operaciones financieras de gran proyección y con importantes repercusio- la segunda mitad de la centuria).
nes comerciales y políticas. Fue la razón de su dinamización, pero que tam- El comercio del sur de España con Europa sólo se entiende a partir del
bién provocó su excesiva asociación con el devenir de la deuda y las dificul- papel desempeñado por Andalucía en el comercio americano. Desde el si-
tades estatales, causantes de su crisis final. · glo XIII se había establecido ya como un área de paso que integraba los cir-
Los grandes mercaderes castellanos y extranjeros fueron los protagonis- cuitos comerciales europeos septentrionales, mediterráneos y norteafricanos-
tas del comercio en esas ferias principales, donde negociaban con todo tipo Canarias, pero fue desde entonces cuando alcanzó su verdadero esplendor.
de productos, entre los que destacaban la lana, las especias, los metales pre- En las ciudades de Sevilla y Cádiz se asentaron numerosos comerciantes,
ciosos, el hierro y los productos textiles. destacando los italianos, flamencos, alemanes e ingleses. A raíz de la conso-
Por su parte, las áreas del comercio exterior español no diferían de las lidación del mercado indiano, la estructura del comercio andaluz se estabi-
establecidas durante la baja Edad Media. El comercio con el norte de Europa lizó, desarrollando una importante actividad importadora de todo tipo de
tenía una larga tradición, y a tenor de los controles aduaneros y de las cifras manufacturas, que posteriormente se reenviaban hacia América. También
de imposición fiscal, su importancia creció durante el siglo XVI. En general, destacaba la exportación de sus productos agrícolas (vinos, aceites o lanas),
los intercambios se llevaban a cabo con toda la costa francesa e Inglaterra, así además de reexportar la plata y las especias hacia Europa. A partir de las
como sobre todo con Flandes, donde destacaba la presencia de un numeroso cifras del Almojarifazgo Mayor de Sevilla se comprueba el crecimiento es-
grupo de mercaderes hispanos en las ciudades de mayor relevancia industrial pectacular del valor de las mercancías que pasaban por dicha aduana.
y comercial. Así, son significativos los casos de Brujas, Amberes, Nantes y Se entraría así en ese espacio comercial americano, a caballo entre el
Rouen, o Londres. El producto fundamental de esta área de intercambio mercado interior y el internacional. Su trascendencia impone que sea ana-
mercantil era la lana mesteña merina. Los metales preciosos, la moneda, el lizado individualizadamente y en profundidad en el siguiente apartado.
hierro vasco o el vino también formaban parte de aquellas exportaciones es- Entre otros aspectos que luego resaltaremos, el comercio americano
pañolas hacia el norte de Europa. Por el contrario, desde esas latitud<.'s llega- tuvo un papel destacado en el proceso inAacionario de la «revolución d<.' los
han productos textiles, metálicos, armas, alimentos, ma(kra.~ y ohjl"tos sun- precios». Las cons<.'cucncias para los S<.'ctorcs productivos l'Spafíolt's fi.tl·ron
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muy negativas ya que, ante la abundancia de plata, era más barato impor- Mientras los escenarios del comercio exterior español tampoco cambia-
tar y reexportar que invertir en la mejora de las producciones propias. Por ban, lo que sí se produjo fue un descenso sistemático de las actividades hasta
eso, aunque se dominase monopolísticamente dicho mercado colonial, la 1660 (reactivadas ya desde 1680 y sólo frenadas por la Guerra de Sucesión).
acumulación de capital mercantil en España fue muy escasa. De esta situa- El comercio castellano tendió a paralizarse. Por su parte, el catalán también
ción tuvieron conciencia muy pronto distintos pensadores del siglo XVI y sufrió un serio retroceso, como consecuencia de la inseguridad política de
posteriormente otros ilustres arbitristas. Así, el contador Luis Ortiz, en un mediados de siglo y la preponderancia francesa en la región; este hecho fue
Memorial dirigido a Felipe II en 1558, alertaba ya sobre los problemas y aprovechado por Valencia y Alicante, que se constituirían desde entonces en
peligros producidos por el imprescindible mercado indiano. la puerta de entrada de los productos extranjeros hacia la capital, Madrid.
Durante el siglo XVII cambió el signo de las actividades comerciales. También el área cantábrica se vio perjudicada por la mencionada ines-
El comercio interior sufrió las consecuencias del marasmo económico de tabilidad política y la inseguridad en el transporte provocadas por los rei-
los sectores primario y secundario, por lo que la crisis fue más profunda y terados conflictos navales. Así, la lana dejó de venderse, debido a la de-
prolongada aquí. El declive de la población, el proceso de desurbanización cadencia de la pañería tradicional y su sustitución por las new draperies
y el empobrecimiento provocaron que los campesinos no pudieran comer- (de menores costes e integradas en las condiciones de los nuevos merca-
cializar sus excedentes, y al no monetarizar las cosechas no podían acceder dos). No obstante y aunque descendiendo, la estructura de este comercio
al mercado de las manufacturas. De esa forma, muchos centros mercantiles se mantuvo, tanto en importación como en exportación, y también desde
comarcales y regionales desaparecieron, y la propia estructura del comer- las últimas décadas del XVII sus puertos retomaron con brío la actividad
cio se vio prácticamente desarticulada. Asimismo, las ferias internacionales comercial, ante la nueva demanda europea de lana y hierro.
y otros mercados de primer orden también se vieron reducidos, descen- Por su parte, Andalucía occidental mantuvo su posición predominante
diendo, consecuentemente, la población activa dedicada al sector terciario. en las actividades comerciales españolas. Las exportaciones no eran dema-
Solamente el desarrollo de Madrid marcó el mantenimiento de cierto co- siado representativas, pero las importaciones, como consecuencia del mo-
mercio en el interior destinado al abastecimiento de la corte. nopolio del abastecimiento del mercado indiano, siguieron siendo muy
Además, disminuyeron las relaciones comerciales con América (me- importantes. Se estructuró así como un centro de redistribución entre
nos productos, y cada vez menos castellanos partían hacia las Indias, América y Europa (y sólo mínimamente hacia el interior de Castilla): más
mientras las fabulosas remesas de plata, todavía elevadas en 1610, descen- del 85% del valor del comercio andaluz se reexportaba hacia América,
dieron de forma brusca desde 1630) y la paralización de los intercambios siendo sus principales beneficiarios los mercaderes ingleses, franceses, geno-
exportadores con el resto de Europa también fue muy importante. Con- veses y holandeses a través de sus testaferros castellanos.
solidada, la estructura del comercio exterior era similar a la de la centu- El conjunto del mercado indiano vivió una etapa de recesión, acorde
ria precedente: las exportaciones se seguían centrando en productos se- con la crisis económica del siglo. El descenso en el registro de entrada de
mielaborados, materias primas, productos agrícolas y «coloniales», cuyo metales preciosos superó el 80%; y lo mismo sucedía con el volumen de
destino era principalmente el norte y el centro de Europa (reduciéndose barcos y su tonelaje. Este hecho incluso se agravaría entre 1640 y 1690,
hacia el Mediterráneo); y se seguían importando cada vez más productos aunque la constatación del fraude generalizado en las flotas (alentado por
textiles y una gran variedad de manufacturas (junto con alimentos de los mercaderes extranjeros para no pagar impuestos) y una cierta elevación
primera necesidad). Así, este sector presentaba un grave desequilibrio, re- de las remesas en las últimas décadas de la centuria desmientan, en parte,
flejado en una balanza de pagos negativa, y compensada cada vez peor tan penosa evolución.
debido al descenso del volumen de las remesas de plata procedentes de Sí se aprecia, en cambio, un cambio en su estructura. Los alimentos y
América: la situación de las actividades productivas nacionales agravó el productos manufacturados españoles dejaron paso a mercancías europeas
grado de dependencia de este comercio respecto a las potencias occiden- de mayor valor unitario. Asimismo, las exportaciones americanas se diversi-
tales, al mismo tiempo que facilitaba la independencia del mercado co- ficaron, como consecuencia del grado de complejidad alcanzado por los sis-
lonial, cada vez más autosuficiente o reorientado hacia el consumo de temas de producción coloniales, aunque la plata siguió siendo el producto
productos europeos. A la situación anterior se unía también la debilidad prioritario, ya que suponía más del 80% del valor de las mismas. No obs-
política española, reflejada en la firma de tratados de paz con unas con- tante, descendió el valor de dichas remesas pertenecientes a la Corona.
diciones económicas que favorecieron claramente a las potencias rivales: En definitiva, el comercio colonial durante el siglo XVII profundizó
paradójicamente, la paz se traducía en una balanza comercial todavía más aún más la dependencia de la economía española frente a las potencias
emergentes noreuropeas, al no emprender la profunda reforma que hubiera
deficitaria y dependiente para España.
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permitido aprovechar los recursos coloniales en su beneficio, a partir de la (1757) y su política de obras públicas y de mejora de la infraestructura vial,
reinversión en el desarrollo de sus propios sistemas productivos. con canales y construcciones portuarias.
En fin, y como consecuencia del nuevo momento vivido por el resto de La libertad del comercio interior de granos data de 1765, poniendo fin
los sectores productivos, la recuperación mercantil también puede situarse en- provisional a la tradicional política de protección de la Corona a los consu-
tre 1680 y 1690. Así, durante el reinado de Carlos II el comercio americano midores (tratando de frenar las subidas de precios del cereal imponiendo
se reactivó rápidamente. Y, sin embargo, los beneficios de dicho tráfico colo- una «tasa» general permanente). Esta liberalización comercial y de precios
nial fueron muy escasos para la economía nacional, puesto que la plata rápida- intentaba fomentar la producción, constituyéndose en otra de las piezas del
mente se dirigía hacia Europa, debido a la escasa capacidad de producción de programa carolino de reforma agraria. No obstante, los resultados no fue-
la manufactura española y a la propia orientación de la demanda indiana. ron positivos a corto plazo, debido, entre otros motivos, a la especulación y
Básicamente, durante la segunda mitad del siglo XVIII ascendieron el a sus consecuencias sociales.
volumen y el ritmo de los intercambios. El pujante comercio ligado a la En esa línea de mejora económica general, durante el siglo XVIII los
demanda exterior intensificó la actividad mercantil interior; sin embargo, Borbones introdujeron otras numerosas reformas: desde 1714, la Casa de
las repercusiones positivas del crecimiento de la población sobre el comer- Contratación empezó a perder importancia y su monopolio comercial se
cio eran cada vez más limitadas, en la medida en que el aumento de los trasladó a Cádiz en 1717; desapareció el sistema de flotas en 1748; y se
precios de los productos alimenticios mermaba la capacidad adquisitiva. aprobó la «libertad de comercio» en 1778. Además, con el fin de fomen-
No obstante, el incremento de las familias dependientes del mercado, por tar el comercio, se crearon diferentes compañías privilegiadas y monopo-
proletarización y crecimiento urbano, determinaba el desarrollo de los ca- listas. Por otra parte, Carlos III promulgó una serie de medidas reformis-
nales de distribución comercial. tas y liberalizadoras, autorizando el comercio entre más de veinte puertos
La inexistencia de un mercado nacional integrado (incluso los regionales españoles, además de Cádiz y Sevilla, y un gran número de puntos en las
no eran totalmente estables) seguía caracterizando al comercio interior es- Indias, y permitiendo el comercio intercolonial anteriormente prohibido.
pañol durante esta centuria. Subsistía una amplia serie de mercados comar- Las razones de tales cambios se relacionaban con la decadencia comercial
cales, pequeños y fragmentados, que, más que dinamizar, obstaculizaban el española precedente. Además, el constante control estatal, los combates
progreso mercantil general y acelerado. La inarticulación de los mercados navales, los ataques de los corsarios y la necesidad de protección para los
no sólo se debía a trabas geográficas o legales, al mal estado caminero o al cargamentos hacía que el sistema de flotas escoltadas por barcos de gue-
rudimentario sistema de transportes, sino que también se relacionaba con rra (una anualmente procedente de Nueva España, la flota, y otra desde
una escasa división social del trabajo y con un mal reparto de las rentas. Perú, los galeones, reunidas en La Habana y navegando juntas hacia Se-
No obstante, sí se produjo un indudable incremento de los intercambios villa) ya no fuese efectivo.
interiores. La disminución del autoconsumo, el alza del precio de los arren- En 1778 Carlos III sancionó el Reglamento para el libre comercio
damientos de las aduanas interiores, el auge de la arriería y de la carretería, colonial entre España y América, culminando un largo proceso de refor-
el aumento del número de las ferias y mercados y la mejora de la infraestruc- mas comerciales. Sustituyó al «sistema de flotas y galeones» precedente.
tura vial así lo confirman. De esa manera, productos agrícolas junto a géne- Se suspendían el monopolio gaditano y, ya desde 1765, quedaban habi-
ros caros, algodones catalanes, lienzos gallegos, paños castellanos, sederías va- litados para comerciar con San Juan de Puerto Rico, Santo Domingo,
lencianas o remesas siderúrgicas vascas trascendían los mercados de ámbito Santiago de Cuba, La Habana, Cartagena de Indias, Portobelo, Monte-
estrictamente regional. En este sentido, el caso de Madrid es paradigmático. video, Valparaíso, Guayaquil, El Callao o Buenos Aires, los puertos es-
La dinámica comercial tendió a crecer debido también a la extensión pañoles de Sevilla, Cádiz, Málaga, Cartagena, Alicante, Barcelona, Gi-
de una cada vez más amplia, densa y surtida red de tiendas estables por jón, Santander y La Coruña (luego Almería, Palma de Mallorca, Los
todo el ámbito urbano peninsular. En muchos casos se convirtieron en Alfaques y Santa Cruz de Tenerife), ampliándose posteriormente a otros.
centros distribuidores de la producción industrial catalana (con géneros ex- Esas disposiciones liberalizadoras buscaban reactivar dicho tráfico colo-
tranjeros y artículos coloniales). Con ellas se fueron consolidando circuitos nial, aunque sólo sirvieran para los mercaderes españoles. En conjunto,
de intercambio muy diferentes a los existentes en el siglo XVI, centrados estas medidas provocaron el crecimiento cuantitativo y cualitativo del
fundamentalmente en las grandes ferias castellanas, y a partir de entonces comercio indiano.
en los puertos marítimos y en Madrid. Aquel intento de recuperar el comercio colonial, mediante la apertura
Entre las actuaciones gubernamentales a favor del comercio destacaron portuaria, las compañías privilegiadas y los navíos de registro, concluyó con
la supresi1)n de aduanas interiores, la libertad de circuhKi<'m dt· mercancías la ruptura del propio monopolio exclusivista del tdfü:o atlántico.
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2. La importancia económica americana. de encontrar riquezas fácil y rápidamente, impulsó la búsqueda de metales
preciosos en el nuevo continente. Así, como el oro de aluvión antillano
Junto a la recuperación económica europea, el tema de los descubri- tuvo una corta vida, los yacimientos de plata pronto se convirtieron en el
mientos geográficos americanos ha constituido el nexo de enlace o de rup- centro de las explotaciones mineras. A partir de 1560, el oro cedió su pro-
tura entre los períodos históricos de las Edades Media y Moderna. Res- tagonismo a las pesquerías de perlas de Cubagua e isla Margarita (Nueva
pecto al descubrimiento de América, destacan las causas motrices de su Granada) y, fundamentalmente, a los grandes centros argentiferos, que in-
expansión y la formación del imperio colonial castellano (y portugués) crementaron notablemente su producción.
consiguiente. Sin embargo, lo más relevante desde la óptica planteada, re- En Nueva España, las minas de Pachuca, Zacatecas, Guanajuato y San
side en las distintas formas de explotación colonial que se llevaron a cabo y, Luis Potosí fueron las más importantes, aunque, desde su descubrimiento
sobre todo, en las repercusiones que produjo en la economía europea y que en 1545, perdieron protagonismo frente a la abundancia y el progresivo
condujeron al paso hacia el capitalismo, la revolución de los precios, la ex- auge de la plata del Potosí, en el virreinato peruano, donde, entre 1575
tensión de las bases del comercio internacional y la acumulación primitiva y 1600, se extraía la mitad de toda la obtenida en Hispanoamérica. Así,
de capital, puesto que todo ello propició el nacimiento de la denominada además de las desarrolladas actividades agrícolas y pastoriles y del fomento
economía mundo y la aparición de diversos centros financieros vinculados al de la industria local de tejidos o de las plantaciones de azúcar y tabaco,
comercio y a los empréstitos de las haciendas estatales. la explotación de la plata (más que del oro), fomentada por la Corona,
Tras la conquista, la minería y la extracción de plata fue el motor im- se convirtió muy pronto en el sector más importante de las colonias
pulsor del comercio entre Castilla (España y Europa) y las Indias. No obs- españolas. Su incorporación a la economía castellana favoreció tanto a
tante, tampoco debe olvidarse el relativo protagonismo del resto de las ac- la Monarquía como a los banqueros prestamistas extranjeros, por lo que
tividades económicas en América. los tesoros registrados en Sevilla y su entrada e influencia efectiva en la
Así, en la agricultura, destaca el rápido incremento en distintas zonas economía española no pueden considerarse equivalentes.
americanas de la producción del trigo, el viñedo y la seda, en función de su En el incremento de los envíos de metales preciosos hacia Sevilla jugó
buena aclimatación y su desarrollo dentro del sistema de encomiendas. Por un gran papel la introducción de la «amalgama» desde mediados del siglo
su parte, en los mercados castellanos -y europeos- aumentaba de forma XVI. Pero para el desarrollo de aquella minería también era necesaria una
veloz el tráfico comercial de cacao -los españoles eran muy aficionados abundante mano de obra. Esclavos, el sistema de repartimiento (estable-
al chocolate- y de numerosas plantas tintóreas para los tejidos, como el ciéndose una cuota de trabajadores indígenas para el laboreo en las minas)
añil (índigo) -azul-, el palo campeche -morado-- o la grana --color y la utilización de la «mita» peruana (obligación de prestación de trabajo
grana- (azúcar, tabaco y algodón después). Si en todo aquel intercambio territorial, más o menos forzado) constituyeron las claves para contar con
de productos agrícolas ambas partes salieron beneficiadas, en la ganadería mineros suficientes.
las importantes aportaciones de caballos, cerdos, mulas y ovejas -la Mesta En paralelo, el tráfico comercial atlántico -y no sólo de plata- se
se creó siguiendo el modelo castellano, aunque sólo en Nueva España, a convirtió en el principal sector de la actividad económica americana. Así,
partir de 1537- a las grandes estancias indianas fueron también muy de- durante los reinados de Carlos I y Felipe II (también después durante el
cisivas, impulsando enormemente su desarrollo pecuario. siglo XVIII), y ante el incremento del valor de aquel comercio marítimo,
Además, junto a los astilleros y la construcción naval en La Habana, se dictaminó una amplia normativa para su desarrollo.
Cartagena de Indias o Guayaquil, fue desarrollándose paralelamente una La activa presencia del corso, pronto mostró la inoperancia de las em-
creciente producción manufacturera. Entre los más importantes centros de barcaciones que realizaban la travesía sin defensa alguna (como se hacía ini-
elaboración textil destacaban los «obrajes». Éstos adaptaron el sistema arte- cialmente), impulsando el que se navegase a partir de 1543 «en conserva»,
sanal castellano (en sus talleres se realizaban todos los pasos del proceso de con protección de dos navíos de la Armada de la Real Guardia de la Ca-
elaboración de tejidos laneros para su posterior confección) a las condicio- rrera de Indias y saliendo de la península en un único convoy, que se di-
nes socioeconómicas propias de las Indias. No obstante, básicamente sólo vidía en las Antillas en dos grupos con destino a Nueva España y Tierra
destinaban sus productos al consumo de los centros donde se fabricaban, Firme; el retorno se efectuaba conjuntamente desde el puerto de La Ha-
comercializándolos en un radio muy reducido. bana. Este sistema acabó de regularizarse en 1561 (en 1564 se dictaron las
Como señalábamos, sin duda alguna, y máxime desde una óptica eu- ordenanzas que reglamentaron la Carrera de Indias hasta la época de los
ropea, la miru:rfa y d tráfico comercial atlántico constituyeron las fuer1,as Borboncs) con el establecimiento <ld «régimen de flotas». Desde entonces,
mo1rkcs impulsoras de la t'conomfa americana. El mito de «El Dorado» y aunque seguían rt•tornando unidas antes de ahril, desde La Habana y tras
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pasar el invierno en el Caribe, se determinó la salida anual desde Sevilla Desde 1560 se retomó el proceso de expansión del tráfico colonial, gra-
de dos flotas individualizadas: la de Nueva España y la de los Galeones de cias a la estabilidad proporcionada por los convoyes y por el desarrollo de:
Tierra Firme. La primera se dirigía a Veracruz, tras recalar y separarse en nuevas técnicas de explotación de las minas de plata, a partir del «sistema.
las Antillas Mayores -Puerto Rico, Santo Domingo, Cuba y Jamaica- de amalgama» y tras el descubrimiento de mercurio (o azogue) en Huan-
y Honduras; por su parte, «los galeones» tenían como destino la costa sep- cavelica. Estos hechos contribuyeron a elevar la producción de plata y, con-
tentrional de América del Sur (Cartagena de Indias) y la zona panameña secuentemente y a medida que se intensificaba la producción agraria bajo
de Nombre de Dios -o Portobelo, desde 1593-. Así, Acapulco, Veracruz el sistema de plantaciones, a incentivar los intercambios. Sin embargo, los
o Portobelo se convirtieron, además de en nudos comerciales claves, en los problemas creados desde 1570 por las bancarrotas estatales, la acción de la
principales modelos feriales para toda la zona, dado el volumen de mercan- piratería inglesa, la derrota de la Armada Invencible o la propagación de
cías que movían. epidemias entre los indígenas, contribuyeron a que el final del siglo fuese
A su vez, en las costas mexicanas del Pacífico, fundamentalmente en otra etapa de grandes dificultades. No obstante, hasta 1585 y a lo largo
Acapulco (durante algún tiempo también desde El Callao -puerto de de todo el siglo, el ritmo de crecimiento del comercio americano fue muy
Lima-, hasta que se restringió a un único muelle y un viaje al año), se elevado: se produjo un gran incremento en el tonelaje, en el número de
concentraba, desde 1579, el arribo anual del «galeón de Manila» o «nao barcos y, sobre todo, en el valor de los intercambios, como se observa en el
de la China» procedente de Filipinas. Aquel «galeón de Manila o de importante alza de las remesas de metales preciosos (multiplicadas por más
Acapulco» cruzaba el océano entre el puerto mexicano de Acapulco y de cuarenta, sin contar las posibles ocultaciones ni el contrabando).
las islas Filipinas. Manila se fundó en 1570 y el primer «galeón» surcó En suma, el comercio hispanoamericano produjo grandes acumulacio-
los mares en 1573, recalando finalmente en la Sevilla metropolitana: nes de capital, y paralelamente benefició a áreas industriales y comerciales
transportaba valiosos cargamentos de especias, sedas, porcelanas, artículos europeas, aunque en su origen se diseñó para que Castilla se enriqueciese
de lujo y otras manufacturas asiáticas de elevado precio a cambio de la de forma casi exclusiva. En un principio, las exportaciones se basaban en
plata americana. Este tráfico marítimo (prohibido varias veces entre El productos peninsulares, pero dada la debilidad de los sectores primario y
Callao peruano y Manila) alcanzó su cenit hacia 1616-1620, descendiendo secundario, de Sevilla partían, cada vez en mayor medida, manufacturas
con rapidez desde 1635. En 1785 fue controlado por la Real Compañía europeas que rompían el monopolio español de ultramar. Además, pese a
privilegiada de Filipinas, pudiéndose comerciar desde entonces directamente toda la legislación restrictiva, el contrabando aumentó. La consecuencia fue
con la Península Ibérica, y hasta que en 1815 se realizó el último viaje así que casi nunca la repatriación de beneficios acababa en Castilla, sino en
controlado. otros grandes centros financieros y mercantiles de Europa.
Desde Sevilla, la estructura de las relaciones comerciales con las colo- Tras esa larga etapa de crecimiento ininterrumpido llegó una prolon-
nias americanas parecía, para mercaderes y autoridades, un entramado es- gada fase de estancamiento en los años veinte del XVII. Así, las importa-
table e imperecedero, como si aquellos recursos fuesen inagotables, dado ciones de plata comenzaron un firme descenso en la tercera década, en pa-
que, salvo pequeños ciclos recesivos, las etapas de expansión se sucedían. ralelo al volumen de las exportaciones a América. Además, por entonces, la
Desde el inicio de la conquista hasta 1550 el volumen de los intercam- piratería inglesa y holandesa interrumpía cada vez más activa y frecuente-
bios creció por encima del 800%. Esta etapa se caracterizó por la exten- mente las rutas comerciales castellanas. Por todo ello, durante el Seiscien-
sión de las conquistas, la organización del territorio y por la llegada de tos fue configurándose un nuevo sistema colonial, que reemplazó al mé-
las primeras remesas de metales preciosos (destacando el valor del oro), todo puramente extractivo de las potencias ibéricas (Holanda, Inglaterra y
mientras que los productos enviados desde la metrópoli eran agrícolas Francia perturbaban dicho comercio con América y Asia, a la vez que desa-
(cereales, vino y aceite), manufacturados (textiles o armas) y bienes de rrollaban su propio sistema comercial mercantilista). En este proceso parti-
equipo para la explotación de la minería. Una cierta recesión a media- ciparon holandeses, franceses e ingleses, siendo estos últimos quienes tuvie-
dos del siglo XVI, como consecuencia del alto precio de los fletes, el ma- ron más éxito en la reorientación de su economía hacia el tráfico comercial
rasmo de los precios y el inicio de la piratería, obligó a reorganizar la extraeuropeo. Así, en poco tiempo, el imperio portugués en Oriente y el
Carrera de Indias. Las dificultades financieras de la Corona, que desem- español en el Nuevo Mundo se vieron suplantados por las agresivas prácti-
bocaron en la bancarrota de 1557, profundizaron aún más la crisis de cas comerciales de holandeses e ingleses. El objetivo político de sus compa-
este sistema comercial, al afectar a los mercaderes de ambos lados del At- ñías era intervenir el tráfico sevillano-atlántico de la plata.
lántico y a las remesas americanas, que de forma total o parcial fueron Mientras tanto, las instituciones peninsulares que supervisaban sus mo-
embargadas con frecuencia por Felipe II. nopolios comerciales sólo eran ya meramente: burocráticas, y a comic:m.os
MÁXIMO GARCÍA FERNÁNDEZ LA ECONOMÍA ES PAÑOLA EN LOS SIGLOS XV!, XY ll Y XV!ll 9
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del XVIII, por ejemplo, Lisboa había transmitido prácticamente todo su al contar con la exclusividad del tráfico comercial con aquella isla, privile-
comercio brasileño a los ingleses; por su parte, en España el nacimiento gios fiscales y patente de corso. Entre sus objetivos, sobresalía el garantizar
de las Juntas de Comercio (junto a las de Moneda, Hacienda, Medios y el abastecimiento de Cuba y fomentar en ella otros cultivos, como el azú-
otras muchas) fue el típico recurso empleado por la estructura política y car, además del tabaco. Tras su fuerte crecimiento inicial, perdió su mono-
administrativa castellana del siglo XVII para hacer frente, aunque con muy polio en 1760, languideciendo lentamente hasta finales de siglo.
poco éxito efectivo, a la crisis económica en sus distintos sectores. Por último, en 1785 nacía la privilegiada en tareas comerciales Real
Además, el sistema colonial español y portugués fue asolado aún más Compañía de Filipinas, para reconvertirse y fusionarse con la maltrecha
por la crisis dado que las formaciones coloniales comenzaron a autonomi- Guipuzcoana (con serias dificultades para adaptarse a la libertad de comer-
zarse. cio de 1778). Junto a otros monopolios, ésta contaría con la exclusiva del
Ante la decadencia española desde 1620 y la extraordinaria reducción tráfico mercantil entre España y América con Filipinas durante 25 años. Su
del volumen y la regularidad de este comercio, los Barbones tuvieron que cometido principal era el fomento y desarrollo del comercio, la industria
introducir numerosas reformas: desde 1714, la Casa de Contratación em- y la agricultura de las islas Filipinas, copiando el exitoso modelo aplicado
pezó a perder importancia hasta ser abolida en 1790; su monopolio comer- en Venezuela. Hasta comienzos del siglo XIX repartió discretos beneficios,
cial se trasladó a Cádiz en 1717; y desapareció el sistema de flotas en 1748. para empezar después el camino de su decadencia, aumentando progresi-
Además, con el fin de fomentar el comercio, se crearon compañías privi- vamente sus pérdidas hasta su disolución en 1834.
legiadas y monopolistas: la de Honduras (en 1714), la Guipuzcoana o de En suma, el conjunto de la política económica española en América
Caracas (1728), la de La Habana (1740) o la de Santo Domingo (1757). estuvo basada en la doctrina mercantilista. El comercio era un monopolio
Por otra parte, Carlos III promulgó una serie de medidas reformistas y libe- de la metrópoli bajo control regio directo, prohibiéndose la actividad eco-
ralizadoras, autorizando el comercio entre más de veinte puertos españoles, nómica extranjera. La Corona asumió la intervención en todas las opera-
además de Cádiz y Sevilla, y un gran número de puntos en las Indias y per- ciones, autorizando el comercio privado sólo bajo su licencia. La Casa de
mitiendo el comercio intercolonial (1764-1782) anteriormente prohibido. Contratación, a la vez junta de comercio, tribunal comercial y banco de
Fruto de esa nueva política intervencionista, durante el siglo XVIII, liquidación para el comercio americano (además de tener atribuciones ju-
poco a poco, volverían a revitalizarse los tráficos indianos con España. Un diciales, emitir las licencias de emigración y ser una verdadera escuela de
buen ejemplo de esa nueva situación lo constituye el constante incremento navegación), fue establecida en Sevilla en 1503, concentrando todas las
de las llegadas de plata a lo largo de la centuria, la «libertad de comercio» competencias relativas al tráfico comercial con Indias, la organización y
en 1778, las grandes inversiones realizadas en las fortificaciones caribeñas o aprovisionamiento de las flotas y las expediciones de colonización, la fisca-
la proliferación de distintas compañías comerciales privilegiadas. lización de las entradas de metales preciosos, la administración de los bie-
Entre las últimas, cabe destacar la importancia de las siguientes. La Real nes procedentes de América, tanto de particulares como de la Corona, o
Compañía Guipuzcoana de Caracas fue creada como privilegiada (privada el registro de los barcos. A partir de 1557 un presidente coordinaba las
y por acciones) en 1728, bajo la protección de Patiño. Con sede en San funciones del tesorero, el factor y el contador. Por eso, Sevilla monopoli-
Sebastián, su principal objetivo era apropiarse del comercio de cacao (mo- zaba todo el comercio americano con Veracruz, Cartagena de Indias y Por-
nopolizado entonces por los holandeses desde la isla de Curac;:ao), junto tobelo, vía Cuba.
a otros productos coloniales de amplio consumo, a la vez que trataba de Las principales fuentes de ingresos de la Corona española en América
recuperar y monopolizar el comercio venezolano. Así, desde el puerto vasco fueron el quinto (un quinto de los productos del subsuelo, oro, plata y
de Pasajes podían salir dos barcos anualmente hacia Caracas, apoyados por piedras preciosas), debido a su propiedad sobre el subsuelo, los tributos
embarcaciones militares que defendiesen el convoy en las costas america- de los nativos (un impuesto personal como vasallos libres), la media an-
nas. Su éxito fue notable hasta 1752, consiguiendo abastecer de productos nata de los cargos civiles y eclesiásticos y la venta de la Cruzada. Se cal-
manufacturados (y hierro vasco) de la metrópoli a la zona colonial asig- cula que, en conjunto, no superaban el 25% de todos los ingresos de la
nada. No obstante, desde entonces empezó su hundimiento y fracaso: la Real Hacienda.
sede se trasladó a Madrid, y aunque incorporó a accionistas venezolanos, El monopolio territorial y comercial de España en las Indias, las gue-
sobre todo, tras la liberalización comercial inició una lenta decadencia, que rras internacionales y los conflictos religiosos originaron que tanto Inglate-
concluyó con su incorporación a la de Filipinas en 1785. rra como Holanda y Francia atacaran a la navegación española. Sobre todo,
La Real Compañía de Comercio de La Habana fue aprobada en 1740, en y desde la segunda mitad del siglo XVI, piratas, filibusteros y corsarios,
también como privilegiada (con las mismas prerrogativas qm· la anterior) , muchos ingleses, y en numerosas ocasiones con aprobación tácita o explí-
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cita (oficial) de la Corona, iniciaron sus actividades en el Atlántico, el Pací- tada en barcos holandeses o ingleses a América, era mandado a Amsterdam
fico y el Caribe. Las incursiones de Drake entre 1577 y 1580 -lo mismo en embarcaciones de esos mismos países para su refino y posterior reenvío
que las de Hawkins o Cavendish- son un ejemplo relevante de tal acti- y venta a todos los mercados europeos en crecimiento).
vidad y de las nefastas consecuencia para el tráfico regular de mercancías Desde comienzos de la conquista y la colonización, el comercio de
hacia Sevilla. El comercio español se resintió profundamente hasta empe- esclavos fue monopolio de los comerciantes portugueses, debido a que se
zar a marcar su decadencia posterior, máxime cuando muchas ciudades les concedieron los «asientos españoles» -monopolio para el aprovisio-
portuarias empezaron a ser saqueadas periódicamente (Cartagena, Santo namiento de esclavos negros: contratos mediante los cuales los reyes de
Domingo, Valparaíso ... ). A partir de sus saqueos, intensificados durante el Castilla autorizaban a extranjeros el suministro de africanos a las colonias
siglo XVII, dichas potencias del norte pudieron empezar a ocupar y con- españolas hasta 1750- (además del «navío de permiso»: derecho concedido
trolar diversas posiciones estratégicas en las Antillas españolas y la costa por España a otros países para poder mantener un barco mercante cada
brasileña. El dominio inglés del mar hizo cada vez más difícil la protección año anclado en Portobelo, para comerciar con los puertos atlánticos de las
de nuestras colonias y el control y monopolio comercial castellano con colonias españolas), ocupando siempre la primacía en las ventas. No obs-
América no pudo mantenerse. Además, Inglaterra saldría muy beneficiada tante dicha importación de africanos por Portugal de forma monopolística,
del Tratado de Utrecht. en 1637 Holanda conquistó Elmina y en 1641 Luanda (los principales
En definitiva, el comercio americano (en virtud de las razones endóge- puertos negreros en la Costa de Oro y Angola), compitiendo entonces la
nas y exógenas señaladas) fue rompiendo paulatinamente las viejas estruc- Compañía Holandesa de las Indias Occidentales con los portugueses, al
turas que le eran propias en sus inicios, como demuestra el hecho de que, controlar ya un 20% del mercado -segundo puesto-- (entre esa fecha y
ya desde la década de los años setenta del siglo XVI, casi la mitad de la 1645, tras Heeyn, se apoderaron también de la principal zona productora
plata embarcada hacia Castilla se emplease en el pago del transporte de de azúcar en el noroeste del Brasil, dedicándose a continuación a mandar
mercancías hacia América. Se trataba de un mercado mundial asimétri- esclavos allí para aumentar el rendimiento de sus plantaciones, enviándolo
camente constituido y de «intercambio desigual». No obstante, ese creci- inmediatamente a Amsterdam para su comercialización). Desde 1675 se-
miento espectacular de la nueva economía colonial tuvo como consecuen- rían relegados al tercero por los ingleses, y a comienzos del XVIII al cuarto
cia más significativa un fuerte impacto sobre la economía europea. Los por Francia.
comercios coloniales produjeron unos beneficios y una acumulación pri- Desde 1640 España dejó de garantizar el «asiento» y su tráfico a Por-
mitiva de riqueza que, al llegar a Europa, actuaron como punto de partida tugal, y todo ese amplio mercado quedó abierto a unos holandeses que lo
para una verdadera producción capitalista. controlaron desde su base corsaria de barcos negreros de Curac;:ao. Entre
En ese contexto y una vez señalados los extremos fundamentales, sin 1650 y 1660 los holandeses dominaron dicha trata de esclavos, junto al
duda, un tema clave de esta economía -y muy comprometido-- se vin- transporte de mercancías (azúcar) entre Brasil, el Caribe y Europa. Por eso
cula al inicio del comercio de esclavos. Ésa fue la principal actividad de la y ante su gran éxito, en 1672 se crearía Real Compañía Africana inglesa,
Compañía Holandesa de las Indias Occidentales, asentada desde que en para aumentar la participación de ese país en el comercio esclavista: entre
1628 Piet Heeyn capturó toda la flota de Indias, once millones de florines, 1672 y 1712 envió a Africa quinientos barcos, llevó más de cien mil escla-
y cuando materias primas tan importantes como la caña de azúcar pasaron vos a las plantaciones del Caribe e importó 30.000 toneladas de azúcar a
a procesarse en la metrópoli. Inglaterra.
La producción americana de azúcar y tabaco crecía, pero para seguir Aunque Luis XIV logró su concesión para la Compañía de Guinea
aumentando sus rendimientos era necesaria una creciente fuerza de trabajo. francesa en 1701, desde 1713, por el Tratado de Utrecht, España se lo
Lo mismo ocurría en la minería extractiva. Por eso, durante el XVII el otorgó a Inglaterra, junto al derecho del «navío de permiso». Por todas esas
sistema colonial más novedoso fueron las plantaciones explotadas con tra- concesiones hispanas, desde comienzos del siglo XVIII Inglaterra pronto
bajo esclavo, tanto en Brasil como en las islas de las Indias Occidentales y se convirtió, amparada también en el asiduo recurso al contrabando, en
en todo el Caribe. El cultivo de la caña de azúcar sólo podía desarrollarse la potencia mejor preparada para introducir sus mercancías en la América
mientras continuaran las premisas de precios competitivos y una oferta su- española.
ficiente de mano de obra esclava. Se trataba del «Triangular Trade», es de-
cir: una coordinación funcional de las diferentes regiones de producción y
venta, relacionada con un control del comercio y de la fuerza de trabajo (el
azúcar recogido en Brasil o el Caribe con mano de obra esclava, transpor-

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