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DESARROLLO UNIDAD lll DERECHO ROMANO

“DERECHO ROMANO PRIVADO”


X: DELITOS Y CUASIDELITOS

Equipo 8

Becerril Pérez Walter Leobardo


Bueno Vielma Blanca Patricia
García Espinoza Jacqueline
Languren Prado Kevin Alejandro
Martínez García Edwin Arturo

Carrera: Derecho Semiescolarizado

Grupo: 1° C

Materia: Derecho Romano

Maestro: José Alfredo Plascencia García


10.1 INTRODUCCIÓN

En los manuales de Derecho romano suele hacerse la distinción entre crimen y delictum
a) Se dice que los crimina ofenden a la comunidad como tal, son ilícitos que afectan
directamente la seguridad y convivencia de la República, por lo que dan lugar a un juicio
público, que se inicia a petición del magistrado o de cualquier otro ciudadano, pero que
representa el interés de la colectividad.

b) Los delicta son ilícitos que lesionan fundamentalmente a un particular en su persona, en


su familia o en su patrimonio, dan lugar a un juicio privado que se inicia a petición de la
víctima y se castigan con una pena (vid. supra §88, 3); la pena es una cantidad de dinero en
que se tasa el daño causado, frecuentemente un múltiplo: duplum (doble), triplum (triple),
quadruplum (cuádruple) que el delincuente debe pagar al ofendido. Sin embargo, como
hace notar
Álvaro D’Ors “la distinción terminológica entre delictum y crimen, de todos modos no es
muy rigurosa, se trata de términos del lenguaje corriente que los juristas utilizan en un
sentido u otro tan sólo preferentemente”11.
Están exentos de responsabilidad penal el loco y el infante12, es decir, el menor de siete
años, ya que por su inconsciencia, ni uno ni otro es doli capax y como consecuencia, no se
puede considerar que actúen con scientia dolo malo

10.2 CONCEPTO DEL DELITO.

Delito

Es un hecho contrario al derecho y castigado por la ley.

Los delitos son actos ilícitos de los que se derivan obligaciones que se sancionan con una
pena. En la época primitiva regía la llamada ley del Talión, más tarde una composición
voluntaria, y después una composición impuesta por la Ley de las XII Tablas.
CARACTERES DE LAS ACCIONES PENALES:

a) INTRANSMISIBILIDAD: tanto activa como pasivamente. La acción penal se


extingue con la muerte del autor del delito, no se transmite acción contra los herederos.
b) NOXALIDAD: si el delito lo comete un sometido a la potestas, la acción penal se
ejercita contra el paterfamilias; éste puede liberarse de la responsabilidad entregando al que
cometió el delito.
c) CUMULATIVIDAD: si son varios los autores del delito cada uno de ellos cumple
la totalidad de la pena.
d) PERPETUIDAD: las acciones civiles o reipersecutorias no tienen plazo para su
ejercicio
e) PECUNIARIA: la consecuencia de una obligación nacida del delito es el pago de
una pena pecuniaria a diferencia de las obligaciones civiles (dare, facere, praestare)

10.3 ORIGEN DEL DELITO EN ROMA.

El primer concepto de delito surge en roma, considerando delito a todo acto ilícito
castigado por una pena, a estos delitos les dieron dos categorías. Los públicos, llamados
crimina, que lesionaban a la comunidad como tal y que el estado perseguía y sancionaba
como una pena publica, y los delitos privados, denominados delicta o maleficia, que eran
hechos antijurídicos que provocaban lesión a un particular, a su familia o su patrimonio, y
que se castigaban con una pena privada de carácter pecuniario.

Según la teoría de Bonfante, la obligación romana nació – en tiempos arcaicos – dentro del
terreno de los delitos. Originalmente, la comisión de un delito hacía surgir, a favor de la
víctima o de su familia, un derecho de venganza – eventualmente limitado por el principio
del talión – el cual, mediante una “composición”, podía transformarse en el derecho de la
víctima o su familia a exigir cierta prestación del culpable o de su familia. Como garantía
del cumplimiento de tal prestación, un miembro de la familia de culpable quedaba ob-
ligatis, o sea, “atado” en la domis de la víctima como una especie de rehén. Por tanto, la
obligación antigua era una “atadura” en garantía del cumplimiento de prestaciones nacidas
de delitos.

Luego, al irse desarrollando la comunidad con el aumento de los contactos económicos


entre las domus, se presentaba, a veces, la necesidad de que un paterfamilias prestara
valores a otro; en tal caso, el acreedor quería tener una garantía y así esta “atadura” se
trasladaba del campo delictual al incipiente derecho privado.
Un miembro de la domus del deudor se ofrecía entonces al acreedor; éste pesaba, en
presencia de cinco testigos y de un portabalanza, el bronce que servía de dinero, entregaba
el valor convenido al deudor y se llevaba al rehén. Este negocio se llamaba el nexum – o
sea, el nudo, y era, por tanto, un préstamo per aes el libram.

Según se fue intensificando la vida comercial, se simplificó el nexum: el deudor se ofrecía a


sí mismo como responsable, pero el acreedor posponía la “atadura” hasta el momento del
incumplimiento. Si el deudor no pagaba puntualmente, entonces seguía la manus iniectio,
descrita en las XII Tablas. El acreedor se llevaba entonces al deudor a una cárcel privada,
donde lo retenía durante sesenta días, mostrándolo tres veces en el mercado, para ver si
alguien quería liberarlo, pagando la suma debida. Después de sesenta das, el acreedor podía
vender al deudor como esclavo, fuera de Roma; también tenía el derecho de matarlo.

Pero en el año 326 a. de J.C., este duro sistema fue severamente atacado por la Lex Poetelia
Papiria, en la cual se suprimió el encarcelamiento privado por deudas civiles, dejándolo
subsistente, empero, para cuestiones surgidas a consecuencia de delitos privados.
(DERECHO ROMANO, 2015)

EVOLUCIÓN:
a) Venganza privada
(Ley del Talión), los miembros de la gens a la que pertenecía el ofendido castigan al
culpable con la misma ofensa causada.
b) Composición voluntaria: el ofendido renuncia a la venganza mediante el pago de
una cantidad convenida.
c) Composición legal.
De la posesión de la cosa por el mismo propietario).

LEY DE LAS XII TABLAS:


Distingue entre furtum manifestum en el cual si era libre se le azotaba y se entregaba a la
víctima y si fuera esclavo se le azotaba y se le tiraba por una roca. Si concurren
circunstancias como nocturnidad o defensa con armas se le daba muerte pero había que
hacer la ENDOPLORATIO
En la evolución se sustituye con una pena consistente en el
REQUISITOS:

a) CONTRECTATIO REI ALIENAE o desplazamiento material de la cosa mueble


hurtada.

b) DOLO MALO / ANIMUS FURANDI o intención de hurtar, de realizar la conducta


ilícita
Al considerar el pretor que las penas pecuniarias eran insuficientes crea la actio iniuriarun ,
que se concedía para la protección de la integridad física e incluso a supuestos de ofensa
moral (contumelia).

Se amplía a otros supuestos tales como:


a) injurias proferidas a un esclavo para ofender a su dueño (se legitima al dueño para el
ejercicio de la acción).
b) Difamación en lugar público (foro o teatro).
c) Ofensa a cargos: senadores y magistrados.

ACCIONES:

LEX AQUILIA DE DAMNO está compuesto por tres capítulos.

I CAPITULO:
Dar muerte a esclavo o animal cuadrúpedo implica una condena al valor máximo que la
cosa hubiera tenido en aquel año en el mercado.

II CAPITULO:
Hace referencia al daño que causa al acreedor el acreedor adjunto o adstipulator cuando se
queda con el crédito cobrado.

III CAPITULO
Entiende daño como sinónimo de destrucción (materiales, cosas inanimadas).
Condena: valor máximo de la cosa en ese mes

 Acción contra el juez que obra dolosamente al dictar sentencia. (Prevaricación)


 In factum contra nautas, caupones y stabularios

 Contra aquellos que tienen colocada una cosa que puede caer a lugar de tránsito.

 Contra los que habían vertido o arrojado cosas a la calle.


(ULPGC)
10.4 RELACIÓN ENTRE LA APARICIÓN DEL DELITO Y LA FORMACIÓN DEL
CONCEPTO DE OBLIGACIONES.

Fuentes de las Obligaciones

Se llaman fuentes de las obligaciones a aquellos hechos a los cuales el ordenamiento


jurídico romano atribuía eficacia de hacer surgir un vínculo obligatorio entre dos o más
personas. Se entiende por fuentes de las obligaciones a los hechos jurídicos de donde ellas
emanan.

Fuentes según Gayo

Señala dos fuentes: el Contrato y el Delito.

Contrato: Acuerdo de voluntades sancionado por el derecho civil; se manifiesta mediante:

Verbis Litteris Re Consensu Delito: Se agrupan en un solo género.

Modestino: Actos que traen como consecuencia obligaciones: Recibir una cosa Por unas
palabras Por el consentimiento Ley Derecho Honorario Necesidad Cometer una falta.

Según Gayo, las obligaciones derivan de dos fuentes: el contrato y el delito, pero en la res
cottidianae, surge una clasificación tripartita de las causas de las obligaciones: las
obligaciones nacen del contrato o del delito, o por un cierto derecho peculiar de varias
especies de causas, la doctrina se inclina hoy por creer que tal división no es clásica y que
las Res Cottidianae que atribuyen a Gayo no son de éste.

Los jurisconsultos romanos al referirse al tercer término, indicaban a veces que la


obligación se desarrollaba en ellos de un modo parecido como se desenvolvía la procedente
de un contrato determinado o de los delitos.

Fuentes según Justiniano

Es en las Instituciones de Justiniano donde se observa una sistematización en la


clasificación de las fuentes de las obligaciones. Clasificación Justinianea:

Contrato: Acuerdo de voluntades entre varias personas.

Delito: Hecho contrario al derecho.

Cuasicontrato: Semejante al “contrato”; pero carece del consentimiento de los sujetos.


Cuasidelito: Hecho ilícito no clasificado entre los delitos.

En las instituciones justinianeas, la tripartición de las fuentes de las obligaciones se


transformó en cuatripartición:

Por lo tanto provienen las obligaciones de un contrato o de un cuasicontrato, o de un delito


o de un cuasidelito. Científicamente, la cuatripartición, que puede considerarse justinianea,
tuvo el solo mérito de reafirmar de una vez y para siempre el concepto de contrato como
acuerdo de voluntades productivo de obligación.

Otras fuentes:

Los Pactos: Dos o más personas se ponen de acuerdo respecto de un objeto determinado. Se
distinguen:

Nudos: Producen obligaciones de carácter natural, y no se encuentran protegidos por


ninguna acción.

Vestidos: Gozan de una acción para su protección jurídica.

Adyectos: Aquellos casos en los que el juez, dotaba de protección procesal al pacto
celebrado entre los sujetos.

Pretorios: Casos en los que el pretor concedía la protección procesal a través de acciones y
excepciones.

Legítimos: Aquellos que se encuentran protegidos procesalmente por disposición expresa


de alguna constitución imperial.

La ley: El sujeto se encuentra en el supuesto previsto por determinada disposición legal.

La Sentencia: Desde el litigio, las partes involucradas quedan obligadas a cumplir con la
sentencia que en el dicte la autoridad.

Declaración Unilateral: Es aquella promesa hecha espontánea y libremente por una persona,
de forma unilateral.
10.5 DIFERENCIA ENTRE DELITO PÚBLICO Y PRIVADO

Delitos públicos en Derecho romano

Los delitos públicos eran actos ilícitos que se consideraban lesivos del interés de la
comunidad, y las penas corporales (muerte, exilio, mutilación, trabajos forzados, etc.) o
pecuniarios, no se imponían por principio a favor de sus víctimas. Son delitos que podían
dar lugar a una acusación pública y se perseguían mediante un procedimiento especial, el
procedimiento criminal, que se sustancia ante tribunales especiales, esto es, los tribunales
represivos.

Delitos privados romanos

Los delitos privados eran aquéllos que hacen surgir  una obligación, en el estricto sentido
del término, entre el autor de acto ilícito y la víctima, en virtud de la cual, esta última puede
pretender el pago de una suma de dinero como pena, y el autor está constreñido a pagarla.
Así, en los delitos privados sólo se tiene en cuenta el interés privado lesionado, y la pena se
establecía exclusivamente en provecho de la víctima, la cual persigue el pago de ésta
mediante una acción privada en un juicio civil, como cualquier otro crédito.

De delitos privados a delitos públicos

Ahora bien, cuando el Estado se mostró interesado y tuvo el poder suficiente para ello,
comenzó a perseguir y reprimir directamente, no sólo aquellos delitos que atentaban contra
su soberanía (traición, conjura, etc.), sino también aquellos otros que afectaban al ámbito
privado (homicidio, hurto, injuria, etc.), elevando así los delitos privados a la categoría de
delitos públicos. Así hacen los Estados modernos, y así procedió el Estado romano,
admitiendo paulatinamente la acción pública para algunos delitos que siempre había
considerado como privados.

Destacan el delito de hurto, rapiña, daño causado a las personas y el daño ocasionado a las
cosas

Estudiaremos sólo los delitos privados, y de ellos los cuatro más importantes citados por las
Instituciones de Gayo y Justiniano: furtum (hurto), rapina (rapiña), iniuria (daño causado a
las personas) y damnum iniuria datum (daño ocasionado a las cosas).
10.6 CARACTERÍSTICAS DE LAS ACCIONES PENALES

Las características de las acciones penales son:

a) Cumulatividad. Significa que si son varios los autores del delito, cada uno de
ellos responderá por la totalidad de la pena. También puede hablarse de
comulatividad de acciones; por ejemplo, cuando la víctima de un robo ejercita la
actio furti para reclamar la indemnización y además la rei vindicatio para recuperar
el objeto hurtado.

b) Intransmisibilidad pasiva. Solamente es responsable el autor del delito, no sus


herederos, excepto cuando el delincuente muere después de fijada la litis
contestatio.

c) Noxalidad. Cuando el delincuente es un alieni iuris la acción se dirige contra el


paterfamilias o dominus que lo tuviera bajo su potestad en ese momento, éste puede
liberarse de la responsabilidad entregando al delincuente.

10.7 EFECTOS CIVILES DEL DELITO

Existen en Derecho romano una serie de delitos contra los cuales el orden jurídico
reacciona valiéndose de los medios que procura la ley privada, y a esto deben su nombre de
delitos privados. Engendran todos ellos obligaciones a favor del lesionado y a cargo del
delincuente. Generalmente, estas obligaciones tienen carácter de pena, y consisten en una
suma expiatoria que el culpable debe abonar a la víctima. El Derecho romano primitivo no
comparte la idea moderna del delito privado como fuente de un derecho de indemnización
para el que lo sufre. La ley prescribe una pena pecuniaria de la que sale, o ha de salir, la
reparación de los daños ocasionados por el delito.

Este carácter estricta y primordialmente penal que presentan los derechos nacidos de delito,
determina y explica que sean pasivamente intransmisibles a los herederos; al morir el
delincuente, desaparece el sujeto penado, y con él, justo es que desaparezca el derecho a
infringir la sanción, a menos que ya se hubiera deducido en juicio la actio poenalis,
adquiriendo estado procesal mediante la litis contestatio. En su aspecto activo, por el
contrario, las acciones de delito se incorporan a la herencia, salvo en aquellos casos en que
el delito se considera como una ofensa personalísima, de las que después de morir el
ofendido no admiten sanción; tal acontece, por ejemplo, con el delito de injuria; estas
acciones se denominan vindictam spirantes, y respecto de ellas ha de hacerse la misma
salvedad anterior de la sustanciación procesal y la litis contestatio. A fines de la República,
sin embargo, la intransmisibilidad pasiva de las acciones penales sufre ciertas limitaciones;
pues el pretor, en dicha época, tomando por modelo las "leyes repetundarias", acostumbra a
conceder contra los herederos del delincuentes una actio in factum, con el fin de obligarles
a restituir aquello en que se lucrasen por efecto del delito de su antecesor, llegando a sus
manos por ministerio de la herencia –in quantum ad eos pervenit–; para calcular el lucro, se
atiende al momento de la adquisición de dicha herencia, y no al de la demanda.

A pesar de la citada evolución que este punto atraviesa el Derecho romano, y que no
concluye hasta el Corpus iuris, no llega a fijarse con caracteres definitivos e indelebles una
distinción entre las acciones delictuales reipersecutorias que versan sobre la reparación
material del daño, las penales encaminadas a un fin expiatorio y las mixtas,
que participan de ambas cualidades.

El derecho sanciona, en sus diferentes épocas, las figuras de delito privado.

Hurto (furtum)

El hurto furtum, que consiste en la apropiación de una cosa mueble ajena, a sabiendas de la


ilicitud del acto; bien arrancándola violenta o subrepticiamente de manos de su poseedor
como en el robo y el hurto del Derecho moderno, o sin necesidad de que exista sustracción
material que es lo que hoy constituye el delito de estafa. Del hurto nacen dos acciones. Una,
estrictamente penal, la actio furti, que versa sobre una pena privada expiatoria la cual es del
cuádruplo del valor de la cosa contra el fur manifestus o ladrón sorprendido in fraganti, y
del doble en los demás casos. Otra, meramente persecutoria, la condictio furtiva, que tiene
por fin la reparación del daño. La primera produce efectos infamantes, y en el Corpus iuris 
se concede a quien quiera que resulte perjudicado por el hurto –cujus interest, rem non
subripi, rem salvam esse–. La condictio, en cambio, sólo compete al propietario de la cosa
robada.

El Derecho antiguo concede también una actio furti concepti contra aquél en cuyo poder se
descubriese, mediante pesquisa domiciliaria, la cosa furtiva; una actio furti oblati contra el
que la hubiese ocultado en casa de otro; una actio furti prohibiti, contra el que se resistiera
al registro, y, finalmente, otra furti non exhibiti, contra el que se negase o entregar la cosa
descubierta; todas ellas, acciones de carácter penal, basadas en el derecho que antiguamente
se concedía al robado para penetrar en cualquier casa previas ciertas formalidades de rigor
y practicar un registro domiciliario: es la pesquisa lance licioque, llamada así porque ha de
efectuarse con una bandeja en la mano y sin más vestido que un mandil. Al desaparecer
esta costumbre, desaparecen igualmente aquellas acciones.

Hasta aquí nos hemos contraído a tratar del hurto de cosa -furtum rei ipsius–. Pero en
Derecho romano existe, asimismo, un furtum possessionis –que es el que comete
el propietario que arrebata la cosa a su legítimo poseedor, por ejemplo, al acreedor
pignoraticio y un furtum usus, consistente en la apropiación de la cosa sin otra finalidad que
la de usarla momentáneamente. En ambos casos se conceden también la condictio
furtiva mediante la cual se reclama la reintegración de la posesión el uso y la actio furti, que
versa sobre la indemnización por el doble del valor de cualquier de esos dos bienes
sustraídos.

 Robo (rapina)

El robo –rapina– o despojo violento de una cosa, engendra la actio vi bonorum raptorum,
creada por el pretor, y mediante la que se reclama el cuádruplo del valor de la cosa robada,
una cuarta parte del cual se destina a reparar los daños efectivos. Se trata, pues, de una
acción mixta; mas, transcurrido un año útil, queda reducida al valor escueto de la cosa.
Puede ejercitarla cualquiera que resulte perjudicado por el robo.

Damnum injuria datum: daño causado culposamente en cosa mueble

Damnum injuria datum es el daño causado culposamente en una cosa mueble –tratándose
de inmuebles se aplica el interdictum quod vi aut clam–. El propietario perjudicado dispone
de la actio legis Aquiliae, que posteriormente se hace extensiva a cuantos tengan sobre la
cosa un derecho real. La finalidad de esta acción es lograr que el culpable indemnice, no
escuetamente los daños originados, sino el valor máximo que la cosa tuviese en el año
anterior, siempre que se trate de la muerte de un esclavo o de un cuadrúpedo [quadrupedes,
quae pecudem numero sunt et gregatim habentur, veluti oves, caprae, boves, equi, asini,
muli; – canis inter pecudes non est: o en el mes precedente, si se trata de otro género de
daños . La actio legis Aquiliae es, pues, una acción reipersecutoria, aunque por el carácter
especial que en ella adopta la tasación del daño, ofrece un cierto matiz penal. El mismo que
entraña la norma según la cual la condena asciende al doble –"litiscrescencia"– si el
demandado –el culpable– niega el hecho: lis infitiando crescit in duplum.

La actio legis Aquiliae presupone necesariamente la existencia de culpabilidad por parte del


demandado, ya sea constitutiva de dolo o de simple culpa leve, pero ha de tratarse, en todo
caso, para que pueda darse este delito, de una culpa in faciendo; la simple negligencia –
el non facere– no constituye delito nunca, aunque en ciertas condiciones pueda equipararse
a una culpa comisiva, teniendo entonces carácter delictuoso. Además, se requiere que se
produzca daño en una determinada cosa perteneciente al que demanda. No basta la mera
lesión de un interés, si el quebranto no afecta a una cosa corporal. La letra de la ley Aquilia
exige asimismo que el daño haya sido causado directamente por obra del
demandado: damnum corpore corpori datum . Sin embargo, el pretor concede la actio legis
Aquiliae–como utilis actio– aun cuando el daño sólo se produzca indirectamente, con tal de
que el demandado sea culpable. Supóngase, por ejemplo, que cualquiera corta la amarra
que sujeta el barco y éste, arrastrado por el oleaje, se estrella contra las rocas. Valiéndose
de la actio legis Aquiliae directa –es decir, según la letra de la ley–, sólo se le podría exigir
que indemnizase el valor material de la amarra, mientras que acudiendo a la actio utilis, se
le puede obligar asimismo a que abone el valor del barco. Y el pretor, en ciertos casos, llega
a más, como es a conceder una actio in factum "inspirada en la ley Aquilia" –accommodata
legi Aquiliae–, sin necesidad de que exista verdadero daño material de la cosa, por el mero
hecho de verse el interesado privado de ella, entendiendo que, para él, esto equivale a su
destrucción. Figurémonos, por ejemplo, que el culpable arroja al mar una sortija ajena o
que pone en libertad a un esclavo que no es suyo, y el esclavo se da a la fuga. Avanzando
un paso más, el pretor entra de lleno en la esfera del interés, fundamentando sobre él la
indemnización, al aplicar la responsabilidad aquiliana a las lesiones corporales causadas a
un hombre libre, concediendo a éste la acción correspondiente, para resarcirse de los gastos
de curación y de los jornales perdidos. Esto no obstante, la actio legis Aquiliae se
mantienen, en principio, limitada a los daños causados en las cosas.

Injuria

Injuria es todo acto que envuelve un desprecio intencionado y manifiesto hacia la persona
de alguien. El concepto de injuria, en el Derecho primitivo, es torpe y limitado. Las XII
Tablas solamente conceden acción contra las ofensas personales, sin preocuparse de la
intención injuriosa, en casos taxativamente determinados, como los de membrum ruptum,
los fractum o injuria factum –incluyendo bajo este último concepto toda lesión y violencia
corporales, en general–. Una ley Cornelia –promulgada por Sila, en el año 81 a.C.– añade el
caso de allanamiento de morada –domum vi introire–, a la par que crea, para ventilar los
litigios civiles por injuria, un procedimiento especial seguido ante un tribunal de jurados,
presidido por una autoridad pública, análogo a los procesos criminales. Más tarde, la
reglamentación jurídica de la injuria pasa a manos del pretor, el cual toma en cuenta la
intención injuriosa y extiende la sanción a las ofensas de palabra, instituyendo una actio
injuriarum aestimatoria, acción privada que se encamina a imponer al culpable una multa
en dinero proporcional a la importancia del delito, y que es aplicable a todos los casos y
puede ejercitarse dentro de un año útil; en ella se le deja al juez margen para reducir la
multa reclamada, si la cree excesiva. En los casos de injuria civil, está el pretor obligado a
conceder la acción; en los demás, procede ateniéndose a su libre arbitrio . Estos principios
sirven de base a las normas a que se ajusta la jurisprudencia; en el régimen seguido por
ésta, todo desprecio intencionado y manifiesto hacia la persona puede constituir injuria;
razón por la cual cabe recurrir a la actio injuriarum cuando ningún otro recurso jurídico sea
aplicable, siempre que alguien conscientemente falte al Derecho, ofendiendo a la persona
de otro.

La acción de injurias en una de las acciones que se dicen vindictam spirantes.


 Dolus y fraus

Acto causante, el primero, de un daño patrimonial intencionado, y el segundo amenaza que


origina asimismo un perjuicio en los bienes, son hechos que obligan a quien los comete a
resarcir el quebranto originado. La indemnización se hace valer, respectivamente, por
medio de la actio de dolo y de la actio quod metus causa. La primera entraña efectos
infamantes, y, por tanto, sólo se concede como subsidiaria; es decir, a falta de otra aplicable
–si qua alia actio non erit–. Además, pasados dos años –esto, en Derecho justinianeo; en
Derecho pretorio, post annum utilem– únicamente puede tramitarse como actio in factum,
para reclamar aquello que el demandado conserve como adquisición dolosa. Como la
amenaza de la que se infiere un daño patrimonial –el metus– no es sino una variante
especial del dolo, resulta que el mero daño o lesión de intereses patrimoniales engendra,
siempre que exista dolo, una acción de resarcimiento. En efecto, los juristas clásicos acaban
por convertir la actio doli en una acción de equidad, de alcance general y carácter
subsidiario, mediante la cual se suplen las lagunas del sistema romano de contratación,
cuando no haya acción civil exactamente aplicable ni se descubra propósito malicioso
o dolus preateritus, estimándose deshonroso, sin embargo, que el demandado se niegue a
cumplir con su obligación.

10.8 EFECTOS DEL DELITO EN EL PROCESO PRIVADO.

(DELITOS Y SUS ACCIONES)

En los manuales de Derecho romano suele hacerse la distinción entre crimen y


delictum
Se dice que los crimina ofenden a la comunidad como tal, son ilícitos que afectan
directamente la seguridad y convivencia de la República, por lo que dan lugar a un juicio
público, que se inicia a petición del magistrado o de cualquier otro ciudadano, pero que
representa el interés de la colectividad.
Para juzgar de estos crimina se instituyeron tribunales públicos permanentes llamados
quaestiones perpetuae, que al principio se integraban de senadores y posteriormente de
ciudadanos del orden ecuestre, bajo la dirección del magistrado.
La primera fue la quaestio de repetundis para castigar el crimen repetundarum, consistente
en un principio, en las concusiones de los gobernadores provinciales, en perjuicio de una
comunidad o de un individuo en particular. “La ley Julia de concusión se refiere a aquellas
cantidades que alguien cobró siendo magistrado o teniendo alguna potestad, administración
o legación, o algún otro oficio, cargo o servicio público, o estando en la comitiva de alguno
de ellos”, es de este tenor como inicia la lex Iulia repetundarum de César del año 59 a. de
J.C., al tiempo que era cónsul. Si el acusado resulta culpable, se le condenará a resarcir al
doble lo substraído y si el acusador es extranjero, obtendrá la ciudadanía.
Se instauró otra quaestio para sancionar el ambitus que es la corrupción electoral,
obteniendo votos a través de banquetes o espectáculos; varias leyes se ocuparon de este
crimen, entre ellas, la lex Calpurnia de ambitu del 67 a. de J.C. que castigaba con pérdida
del ius honorum, exclusión del Senado y pena pecuniaria; la lex Tullia de ambitu, votada
durante el consulado de Cicerón en el 63 a. de J.C. que sancionaba los casos graves con la
relegación por 10 años; otra posterior fue la lex Iulia ambitus de Augusto del 18 d. de J.C.
Otro crimen muy grave es el crimen maiestatis, la denominación viene de maiestas populi
Romani (majestad del pueblo romano), que significa la soberanía ciudadana.
La soberanía se ve lesionada por cualquier abuso de autoridad o extralimitación de poder, y
así se incluyen la alta traición, la sedición, el ataque criminal contra un magistrado,
etc. En época imperial, también las ofensas al Emperador o su familia. De este delito se
ocupó la lex Cornelia de maiestate de Sila en el 81 a. de J.C. que originalmente estaba
dirigida contra los tribunos de la plebe, frecuentemente acusados por abuso.
Un crimen que desde entonces se cometía con mucha frecuencia y no poca ambición, era el
peculatus, consistente en la substracción del dinero sagrado, religioso o público, o en la
retención de dinero público destinado para algún uso y no invertido en él, por ello también
llamado furtum pecuniae publicae, sancionado por una lex Iulia peculatus et de sacrilegis et
de residuis (ley Julia del peculado, de los robos sacrílegos y de los remanentes retenidos).
Originalmente se castigaba con la interdictio aquae et ignis y posteriormente con la
deportatio, que implica pérdida de la ciudadanía y confiscación de los bienes.
La lex Cornelia de sicariis et veneficis 81 a de J.C. de Sila que trata de los sicarios y
envenenadores, reprimía principalmente las cuadrillas de bandoleros con fines homicidas,
así como a quienes elaboraban o vendían medicamentos nocivos; también para este caso se
integró una quaestio perpetua. La pena es la deportatio, si son honestiores o ser arrojados a
las bestias si son humiliores.
La lex Fabia de plagiariis, de fecha incierta (s. ii o i a. de J.C.), reprimía el plagium, esto es,
la privación ilegal de la libertad de las personas, ahora llamado sin técnica jurídica alguna
“secuestro”. Solían ser condenados a las minas.
La pena máxima (poena maxima o summum suplicium) era de muerte, aunque parece que
nunca se aplicó, pues el magistrado daba la oportunidad de escoger el exilio para
substraerse a la muerte. Algunas de las penas impuestas con más frecuencia son, la
flagelación que puede ser agravada con puntas de plomo en el látigo (plumbatae).
Con la crucifixión (ad crucem) se castiga a los esclavos, por eso se dice que es servile
supplicium y en época del Imperio también para ciudadanos de clase social muy baja
(humiliores). La decapitación por hacha, después reemplazada por espada.
La deportatio in insulam (deportación a una isla) con carácter perpetuo, lleva consigo la
pérdida de la ciudadanía y de los bienes; sólo el príncipe y el prefecto de la ciudad pueden
deportar, el gobernador de provincia no. La relegatio es el confinamiento temporal o
perpetuo en un determinado lugar, que también puede ser una isla, o igualmente, la
prohibición de residir en el lugar o lugares que se determinaran, aunque en cualquier caso,
ya sea temporal o perpetua, no se pierde la ciudadanía, los bienes, ni la testamenti factio,
esto es, conserva todos sus derechos, por lo que el relegado conserva también la patria
potestas sobre sus descendientes; la condena puede ser emitida por el príncipe, el Senado,
los prefectos y los gobernadores de las provincias. En la provincia de Egipto se les relega
en algún oasis del desierto del Alto Egipto.
Los delicta son ilícitos que lesionan fundamentalmente a un particular en su persona, en
su familia o en su patrimonio, dan lugar a un juicio privado que se inicia a petición de la
víctima y se castigan con una pena (Las acciones reipersecutorias son las que sirven para
reclamar una res (cosa). En tanto que por medio de las penales se consigue que el
delincuente pague una cantidad a su víctima (poena), que suele consistir en un múltiplo del
daño causado
(Duplum, triplum, quadruplum).
Las características de las acciones penales son:
a) Cumulatividad. Significa que si son varios los autores del delito, cada uno de ellos
responderá por la totalidad de la pena. También puede hablarse de comulatividad de
acciones19; por ejemplo, cuando la víctima de un robo ejercita la actio furti para reclamar
la indemnización y además la rei vindicatio para recuperar el objeto hurtado.
b) Intransmisibilidad pasiva. Solamente es responsable el autor del delito, no sus herederos,
excepto cuando el delincuente muere después de fijada la litis contestatio.
c) Noxalidad. Cuando el delincuente es un alieni iuris la acción se dirige contra el
paterfamilias o dominus que lo tuviera bajo su potestad en ese momento, éste puede
liberarse de la responsabilidad entregando al delincuente.); la pena es una cantidad de
dinero en que se tasa el daño causado, frecuentemente un múltiplo: duplum (doble), triplum
(triple), quadruplum (cuádruple) que el delincuente debe pagar al ofendido. Sin embargo,
como hace notar
Álvaro d’Ors “la distinción terminológica entre delictum y crimen, de todos modos no es
muy rigurosa, se trata de términos del lenguaje corriente que los juristas utilizan en un
sentido u otro tan sólo preferentemente”.
Están exentos de responsabilidad penal el loco y el infante, es decir, el menor de siete años,
ya que por su inconsciencia, ni uno ni otro es doli capax y como consecuencia, no se puede
considerar que actúen con scientia dolo malo.

10.9 LOS CUASIDELITOS.

Es un hecho ilícito no clasificado entre los delitos.


En Roma se decía que el cuasidelito era una nueva figura delictiva, creada por el Derecho
Honorario, y que había sido contemplado como delitos.
Los cuasidelitos se dividen en cuatro:
1) Del iudex qui litem suam fecit (Torpeza o deshonestidad judicial): El juez que desde un
principio llevaba el juicio, y dictaba una sentencia injusta, sea por simple falta o dolo, y
volvía el pleito contra él, estaba obligado a reparar el daño causado, por lo que se le
condenaba al pago de una indemnización.
2) Effusum et Deiectum: Cuando un líquido arrojado o un objeto sólido caído desde un
edificio sobre la vía pública causaba algún daño, el habitante principal del edificio
respondía por el doble del valor del daño causado.
3) Positum et suspensum: Cuando se ha colocado o colgado sobre la vía pública un objeto
que podía causar un daño, cualquier ciudadano podía denunciar el peligro, y recibía
entonces en recompensa, una multa privada de 10 mil sestercios.
4) La actio adversus nautas, caupones et stabularios (Robos y daños sufridos en naves,
hoteles y establos): cuando se ha cometido un robo o se ha causado un daño sobre un navío
o en una posada u hotel, la víctima puede escoger entre la persecución al culpable si le
conoce, o una acción contra el dueño, quien es responsable, a menos que exista una
convención en contrario.

Bibliografía

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