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Ética II Samuel Cosano Lucena

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Asignatura: Ética II

Comentario de texto de Freud

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“Debido a esta primordial hostilidad entre los hombres, la sociedad civilizada se ve


constantemente al borde de la desintegración. El interés que ofrece la comunidad de trabajo
no bastaría para mantener su cohesión, pues las pasiones instintivas son más poderosas que
los intereses racionales. La cultura se ve obligada a realizar múltiples esfuerzos para poner
barreras a las tendencias agresivas del hombre, para dominar sus manifestaciones mediante
formaciones reactivas psíquicas.”

S. Freud, El malestar en la cultura

El presente fragmento pertenece a la obra “El malestar de la cultura” de Sigmund Freud.

Sigmund Freud (1856-1939) fue un médico neurólogo austriaco de origen judío, padre del
psicoanálisis y una de las mayores figuras intelectuales del siglo XX. Se graduó en medicina y se
especializó en el sistema nervioso de los peces trabajando como investigador. Más tarde,
comenzó a trabajar en el Hospital General de Viena y empezó a desarrollar la teoría del
psicoanálisis. Algunas de sus obras más importantes son “La interpretación de los sueños”,
“Estudios sobre la histeria” o “El malestar de la cultura.”

Sigmund Freud nace en una época donde los avances científicos y tecnológicos no dan espera.
Por tanto, el desarrollo filosófico de ninguna manera se estanca y comienzan a fluir
pensamientos de revolución filosófica que desestabilizan otros existentes. Algunos de los
pensadores que más marcaron la época justo posterior a Freud podrían ser Hegel, Kierkegaard,
Schopenhauer o Marx, figuras imprescindibles en la filosofía contemporánea.

El fragmento trata sobre la cultura. La idea central del texto es que la cultura modera la conducta
instintiva del ser humano, una conducta que es asocial y que no está orientada a mantener una
cohesión social.

En el texto podemos resaltar los términos cultura y pasiones instintivas. Podríamos definir la
cultura en el contexto de Freud como un conjunto de normas restrictivas de los propios
impulsos humanos para mantener el orden social relacionado con el principio de realidad, el
cual pone límites y barreras al principio de placer, y que, en sus dimensiones o aspectos, se
encuentra la moral, que se correspondería con esa instancia del yo, el superyó, cuya función es
vigilar, controlar y poner límites al yo. Las pasiones instintivas serían los impulsos que están
relacionados con el ello, inconscientes y que van a determinar las pulsiones.

El problema filosófico del texto es la relación que existe entre las pulsiones o pasiones y el
orden social o cultural que le pone barreras.

Freud postula en su teoría psicodinámica que la conducta actual de una persona es motivada
por: fuerzas internas, recuerdos y conflictos, de los cuales el individuo no tiene conciencia ni
control. Muchos de nuestros conflictos, se basan en represiones sexuales, según Freud. Este
plantea un primer modelo que va a llamar primera tópica, y a partir de 1920 propone un
segundo modelo o tópica.

El término tópicas proviene de la palabra griega topos, lugar, y en psicoanálisis alude


inicialmente a los “lugares” y luego a la “instancias” en que ocurren los procesos psíquicos. La
primera tópica habla del consciente, el preconsciente y el inconsciente, y la segunda tópica
habla del super yo, el yo y el ello.

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En la primera tópica Freud va a desarrollar una teoría del aparato psíquico en donde habría
lugares para cada una de las instancias, con reglas y modos de funcionamiento propios
(aunque no sea un lugar “físico” que pueda observarse)

El consciente es el sistema que nos hace relacionarnos de forma directa con la realidad a
través de todo lo que percibimos. Las representaciones conscientes son todo lo que
registramos ya sea afuera nuestro (lo que vemos, escuchamos, hacemos) como lo que pasa
dentro (lo que recordamos, deseamos, sentimos…). El consciente es temporal (respeta las
leyes lógicas de la temporalidad), predomina el principio de realidad y tiene la lógica de la
realidad (los contenidos tienen un significado en sí mismos, sin significados ocultos).

El preconsciente es el sistema situado entre el inconsciente y el consciente (separándole de


este está la censura). Está formado por aquellos sentimientos, pensamientos, fantasías que no
están presentes en la conciencia, pero que pueden hacerse presentes de manera fácil. Por
ejemplo, cuando nos preguntan por el nombre de nuestra madre es algo que no tenemos
presente en el consciente, por tanto, debemos recurrir a nuestro preconsciente para dar
respuesta a lo que nos han preguntado. Este tiene las mismas características que el consciente,
es temporal, predomina el principio de realidad y la lógica de la realidad. Por último, el
inconsciente, el cual está separado, exiliado del pensar consciente.

El inconsciente es el nivel donde se encuentran todos los contenidos, emociones, deseos,


ideas, vivencias y conflictos reprimidos que no tienen lugar en la conciencia, debido a que la
intensidad que poseen produce displacer (sufrimiento) a la persona cuando los recuerda, por
ello los reprime y permanecen por fuera de la consciencia. Las características del inconsciente
son totalmente opuestas a las anteriores, este es atemporal (no respeta los tiempos lógicos,
por ejemplo, coexisten los recuerdos infantiles con los adultos), predomina el principio de
placer, y tiene un carácter alógico (pueden coexistir sentimientos de algo que nos gusta y nos
disgusta al mismo tiempo, por ejemplo). Por aclarar los términos los utilizados, el principio de
realidad es el principio que contrapesa al de placer. Así como este tiende a la satisfacción
inmediata, el de realidad se apoya en la realidad externa y en la experiencia personal,
buscando el equilibrio por caminos distintos a la satisfacción inmediata.

En la segunda tópica Freud lo que postula son las instancias del ello, el yo y el superyó. El ello
es la instancia más antigua y original de la personalidad y la base de las otras dos. Comprende
todo lo que se hereda o está presente al nacer, se presenta de forma pura en nuestro
inconsciente. Representa nuestros impulsos o pulsiones más primitivos. Constituye, según
Freud, el motor del pensamiento y el comportamiento humano. Opera de acuerdo con el
principio del placer y desconoce las demandas de la realidad.

El superyó es la parte que contrarresta al ello, representa los pensamientos morales y éticos
recibidos de la cultura. Consta de dos subsistemas: la «conciencia moral» y el ideal del yo. La
«conciencia moral» se refiere a la capacidad para la autoevaluación, la crítica y el reproche. El
ideal del yo es una autoimagen ideal que consta de conductas aprobadas y recompensadas. El
yo es una parte del ello modificada por su proximidad con la realidad y surge a fin de cumplir
de manera realista los deseos y demandas del ello de acuerdo con el mundo exterior, a la vez
que trata de conciliarse con las exigencias del superyó.

El yo evoluciona a partir del ello y actúa como un intermediario entre este y el mundo externo.
El yo sigue al principio de realidad, satisfaciendo los impulsos del ello de una manera
apropiada en el mundo externo. Como ejecutor de la personalidad, el yo tiene que medir entre

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las tres fuerzas que le exigen: las del mundo de la realidad, las del ello y las del superyó, el yo
tiene que conservar su propia autonomía por el mantenimiento de su organización integrada.

En el malestar de la cultura Freud trata el irremediable antagonismo entre las exigencias


pulsionales y las restricciones impuestas por la naturaleza. En los capítulos VII y VIII se dedica a
indagar sobre la naturaleza del sentimiento de culpa, el cual coloca como el problema más
importante del desarrollo cultural. La cultura es necesaria para evitar la tendencia agresiva que
rompería nuestra sociedad, y por eso la cultura se alimenta de esta herramienta, formaciones
químicas como el sentimiento de culpa.

Este sentimiento de culpa es un conflicto emergido por el complejo parental y expresa una
tensión entre la instancia del yo y el superyó. También se deriva de la instancia moral frente a
los deseos pulsionales de orden sexual y agresivos accedidos en la vida infantil. Para Freud, la
culpa es la consecuencia de un conflicto edípico y está determinada por el grado en que se
experimentan deseos o impulsos inaceptables sobre seres queridos que, tras ser reprimidos,
son puestas sobre el yo bajo el título de condena moral. Para el padre del psicoanálisis, cuanto
más se ceden a las demandas morales, más culpable se siente el sujeto. Es por eso por lo que
esto va a moderar la conducta en una sociedad, ya que si hacemos algo que nos causa
malestar, no lo volveremos a hacer, y así se mantiene la estabilidad cultura. Así pues, Freud
sitúa al sentimiento de culpa como el problema más importante del desarrollo cultural.

Otro filósofo con gran influencia en el desarrollo del modelo psicodinámico fue Carl Jung,
alumno (que no discípulo) de Freud. De hecho, los desacuerdos entre ambos autores
modelaron la evolución de este paradigma durante el siglo XX. Comentaré algunas de las
diferencias principales entre los dos autores, para ver dos enfoques muy relacionados pero
muy opuestos.

Freud opinaba que el inconsciente es específico para cada persona puesto que se desarrolla en
función de las experiencias tempranas, pero Jung en oposición describió además un
inconsciente colectivo que se transmitiría a través de la herencia genética.

Mientras que Freud popularizó el término de la libido y amplió su concepción a medida que
desarrolló su obra, para Jung, este concepto no tenía un carácter predominantemente sexual,
sino que lo usaba para hacer referencia a cualquier tipo de energía psíquica. En esta misma
línea, los procesos psicológicos no estarían determinados sólo por impulsos sexuales sino
también por otros distintos.

El complejo de Edipo es algo fundamental en la teoría de Freud, este decía que entre los 3 y los
5 años los niños desarrollan sentimientos ambivalentes (propios de la combinación de las
pulsiones de vida y las de muerte) hacia el progenitor de su mismo sexo. Jung propuso la
existencia del complejo de Electra, que consistiría en la rivalidad de las niñas hacia sus madres
por el amor del padre, frente al Edipo masculino. Además, hablando de esta pulsión de
muerte, la cual Freud en oposición a la pulsión de vida (para él se trata de una tendencia hacia
la muerte y la autodestrucción que se contradice, a la vez que convive, con los impulsos hacia
la supervivencia, el sexo y la creación), para Jung la energía psíquica tiene un carácter
inespecífico, de modo que no estaba de acuerdo con la idea.

La última crítica de Jung que mencionaré, que me parece crucial, es que este consideraba que
el tipo de análisis de sueños que llevaba a cabo Freud era demasiado restrictivo y se focalizaba
en exceso en la sexualidad. Para este autor los símbolos oníricos no podían ser interpretados

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mediante reglas fijas, sino que había que tener en cuenta el mundo externo de la persona, así
como el interno.

Para finalizar, quiero hacer un breve apunte con respecto al tema tratado en relación con la
actualidad, y es que creo que la cultura sigue poniendo barreras a la tendencia del ser
humano, pero no estoy seguro de si esto es algo negativo tal como pensaba Freud, ya que
pretender que de nada sirva toda nuestra historia para nuestro desarrollo en sociedad me
parecería un retraso en muchas cuestiones, sobre todo éticas.

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