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Parece importante adelantar una de las principales medio de un caño de barro, con materiales que solici-

conclusiones de Palerm, quien, luego de revisar cuidado- taron a los tepaneca de Azcapotzalco, a quienes estaban
samente muchas fuentes históricas, escribió: “Toda esta entonces sujetos, en uno de esos desafíos tributarios de
inmensa y compleja obra hidráulica está relacionada pri- provocación previa a independizarse de éstos, cosa que,
mordialmente con la agricultura de chinampas [que] en sucedió en 1428, en tiempo de Itzcóatl, su cuarto tlatoa-
el periodo anterior a la Conquista […] había conquista- ni (1427-1440). Los tepanecas, al rendirse, prometieron
do la casi totalidad de los lagos de Chalco y Xochimilco, a los mexica “tierras y de hacelles y labralles casas y si-
y una parte desconocida de los lagos de la zona septen- menteras y de ser sus perpetuos tributarios; de dalles
trional, sobre todo alrededor de Jaltocan y Zumpango”. piedra, cal y madera y todo lo que para su sustento uvie-
sen menester de maíz, frisoles, chía y chile y todas las
legumbres y semillas quellos comen”.
Obras hidráulicas en el tiempo En los dos años siguientes, los tenochca y sus
de los tlatoanis mexicas aliados políticos, Tacuba y Texcoco, continuaron con
la conquista de los reductos tepanecas en la cuenca de
El establecimiento y la expansión de Tenochtitlan en el México. También sujetaron a Cuitláhuac y Xochimilco,
ambiente palustre están razonablemente documenta- pero poco antes pidieron a este último, como provoca-
dos y ello permite exponer las principales obras hidráu- ción, que les permitiera tomar “alguna piedra pesada
licas de acuerdo con la secuencia de sus huey tlatoani, y alguna madera de pinos albeares” para “edificar un
grandes señores, basándonos en fray Diego Durán, Fer- aposento al dios Uitzilopochtli”. A los derrotados de
nando Alvarado Tezozómoc, Chimalpahin, fray Juan de Coyoacan (tepanecas) y Xochimilco les impusieron la
Torquemada y los códices Durán y Ramírez (recogidos pesada carga de construir una calzada (dique), cono-
en Rojas Rabiela, 1979). cida en la literatura como calzada México-Iztapalpa o
Célebre es el pasaje escrito por Durán sobre los México-Xochimilco (más tarde San Antonio Abad, ac-
inicios de la construcción de la ciudad y del templo: tual calzada de Tlalpan), a cuya obra acudieron “todos
los de sus provincias”, “no tardando en ella muchos
Y aunque la piedra y madera era pequeña, con todo días, por la innumerable gente que en ella andaba”..
eso, aunque con trabajo, empezaron a hacer esta casa En el Códice Durán se observa la nivelación, medición
de aquellos morillos y hacer poco a poco plancha y y construcción de la calzada-dique, a los mandones y
sitio de ciudad, haciendo cimiento encima del agua a los trabaja­dores, coas en mano, y al lado otra esce-
con tierra y piedra que entre aquellas estacas echa- na en la cual se ve al soberano mexica Itzcóatl y a los
ban, para después fundar sobre aquella plancha y dos señores sojuzgados. El texto agrega: “De cómo
trazar su ciudad. Y a la ermita, que de solo barro y ta- después de hecha la calzada por los xuchimilcas y te-
pia habían hecho, encima de la mesma tapia, por de panecas, mandó el rey Itzcóatl de México ir a repartir
fuera, pusiéronle una capa de pedrecillas, muy labra- las tierras de Xuchimilco”. Esto último se advierte al
das todas, revocadas con cal, que, aun chica y pobre, fondo de la imagen. La nueva calzada-dique permi-
con aquello quedó la morada de su dios algo galana tió el tránsito a pie desde el sur, así como, más ade-
y vistosa y de algún lustre y parecer. lante, conectar otros cuatro diques perpendiculares y
formar nuevos compartimentos en las ciénegas, pro-
Otra noticia se refiere a Chimalpopoca, el tercer bablemente para la expansión chinam­pera. Fue por
tlatoani (1417-1427), cuando los tenochca-mexica aún esta larga calzada, que medía alrededor de 9 km de lar-
vivían en “chozas y casas de poco valor”, pero ya habían go y 3 m de ancho (Palerm, 1973), por donde Cortés y
empezado a edificar con piedra, madera, cal y adobe, ob- sus huestes arribaron a Tenochtitlan por primera vez,
tenidos por comercio con los pobladores de tierra firme desde el sur.
a cambio de productos lacustres, así como ampliando el En los dos años que duraron estas guerras, los
terreno y “cegando la laguna” con céspedes y estacadas. mexica emprendieron numerosas obras en Tenoch-
Fue entonces cuando condujeron a la ciudad el agua de titlan, bajo la dirección de Nezahualcóyotl, tlatoani de
los manantiales de Chapultepec, en la tierra firme, por Texcoco, refugiado ahí mientras recobraba su ciudad,

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Lámina 9. Mapa de Upsala, ca. 1550. Extraordinario mapa pictográfico de mediados del siglo XVI con el registro de ríos, manantiales, canales,
albarradas, calzadas-dique, poblaciones, actividades y otra infinidad de elementos cuyo centro es la ciudad de México-Tenochtitlan-Tlatelolco.
aun en poder de los tepanecas. Este personaje aparece En el propio gobierno de Moctezuma el viejo se
una y otra vez dirigiendo las empresas hidráulicas en amplió el basamento del templo mayor, dedicado a Huit-
la cuenca de México. Entre las de ese periodo destacan la zilopochtli, para lo cual él y Tlacaélel, el cihuacóatl, lla-
“cerca” o muro para represar los manantiales, y el acue- maron a los señores de Texcoco, Culhuacan, Xochimilco,
ducto por atarjea o canal (que hasta entonces iba por Cuitláhuac, Mízquic, Coyoacan, Azcapotzalco y Tacuba
zanja), algunos palacios y la calzada-dique Tenoch­ti­ —a través de cuatro mensajeros de la nobleza—, a quie-
tlan-Tepeyacac. Igualmente, se comenzaron los templos nes, al decir de Durán, una vez en su presencia, les recor-
de Cihuacóatl y de Huitzilopochtli. daron su compromiso de servir a los mexicanos: “Yo os
A raíz de la inundación de Tenochtitlan en 1449, mando que luego que lleguéis a vuestras ciudades, man-
el primer Moctezuma (1449-1469) pidió auxilio a déis a todos vuestros vasallos que acudan a esta obra con
­Nezahualcóyotl, por “ser hombre de mucha razón y los materiales necesarios, que son piedra, cal, madera, y
buena iniciativa para cualquier cosa que se ofrecía”, todo lo demás que esta obra requiere [...] —todos pon-
quien le aconsejó hacer una “cerca de madera y piedra”, gan sus hombros a que se acabe muy en breve”.
conocida más tarde como la “albarrada vieja” o alba- Y fue precisamente esta construcción el pretex-
rradón de Nezahualcóyotl. El objetivo aparente de esta to para obligar a todos esos señoríos a trabajar para Te-
gigantesca obra de contención, de aproximadamente nochtitlan, al mismo tiempo que se provocó una guerra
12 km de largo, fue proteger a la ciudad por el oriente, con el aún independiente Chalco, al solicitarle diver-
pero tuvo otros efectos, como la separación de las aguas sos materiales (bloques de piedra pesada para escul-
salobres propias del lago de Texcoco y con ello el ini- turas, tezontle y cal, según Durán y Tezozómoc; vigas
cio de su de­salinización al recibir las aguas dulces de o piedra, según Chimalpahin). La guerra que se desató
ríos y manantiales del sur y del poniente, y la posibili- a raíz de esta exigencia se prolongó por años, entre 13
dad de expandir la chinampería en la superficie palus- y 20 según dos versiones (Durán y Chimalpahin), has-
tre del nuevo “lago” de México —donde se asentaban ta que los chalcas fueron sojuzgados, reducidos sus tér-
Tenochtitlan y Tlatelolco— y en las zonas adyacentes minos territoriales y obligados a servir a los mexicanos
hacia el sur. con materiales (madera, piedra y tierra), canoas labra-
Al llamamiento laboral para la magna obra del al- das, terrazgueros, peones para sus obras y gente valero-
barradón acudieron los señores y macehuales (gente co- sa y bastimentos para sus guerras.
mún) de Tlacopan, Culhuacan, Iztapalapa, Tenayucan, A las peticiones hechas a los señores de la cuenca
Texcoco y la propia ciudad. El fraile Torquemada lo con- de México arriba mencionados sucedieron varias con-
signó así: “Mostróse en esta obra Nezahualcóyotl muy quistas (Tepeaca y Tecamachalco, Tziccoac y Tuxpan,
valeroso, y no menos esforzado Motecuhzuma, porque la Huasteca) y con ello novedades respecto del templo
ellos eran los primeros que ponían mano en esta obra, mayor. De las campañas de Cuextlan y Tuxpan se traje-
animando con su ejemplo a todos los demás Señores ron numerosos cautivos para el sacrificio en el templo,
y Maceguales que en ella entendían”. Los tepanecas, pero antes tuvieron que trabajar durante dos años. En
coyo­huaques y xochimilcas aportaron las estacas, mien- ese lapso se hicieron también la barda de la plaza del
tras las enormes piedras fueron traídas de tres y cuatro mercado, contigua al templo, y un tajón o piedra de sa-
leguas de distancia. crificios, para esculpir la cual emplearon a los “excelen-
Nezahualcóyotl dirigió también las nuevas obras tes albañiles” de Azcapotzalco y Coyoacan, mientras que
en el acueducto de Chapultepec —evidencia de la cre- las piedras para recubrir el basamento del templo y sus
ciente necesidad de agua en Tenochtitlan—, iniciadas escalinatas fueron pedidas a los pueblos comarcanos.
en 1454 y concluidas 13 años después. Al gran tlatoani En la víspera de la campaña mexica contra Oaxa-
acolhua se le observa en el Codex Mexicanus dirigiendo ca volvió la actividad alrededor del templo mayor, para
las obras con un uictli o coa de hoja en la mano, mien- una nueva estructura cuya descripción es una de las
tras los Anales de Cuauhtitlan sitúan entonces el comien- más interesantes y significativas en torno del coatequitl
zo del coatequitl (trabajo forzoso en obra pública) en o trabajo forzoso en obra pública. Fue así que Moctezu-
Tenochtitlan: “En el mismo año se comenzó por vez ma, por consejo de Tlacaélel, llamó a todos los señores
primera la obra pública en Tenochtitlan México”. de las provincias y a los “reyes” (huey tlatoani) de Tex-

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coco y Tacuba, sus aliados de la Triple Alianza, a quie- ban los seis cuerpos de los “tenedores y sustentado-
nes les repartió el trabajo: al de Texcoco y su provincia la res del cielo”, ni sus altares y sentaderas, a pesar de que
parte ­delantera del templo; a Tacuba la trasera; a Chalco 100 canteros trabajaban en ello y de que Tlacaélel an-
uno de los lados; a la chinampa, “ques la nación xuchi- daba personalmente “con el ojo largo dándoles prisa a
milca”, el otro lado; a los maçauaques, “ques la nación los albañiles y canteros”. En la tercera relación de Chi-
otomí [...] mandó que su oficio no fuese otro sino traer malpahin se recoge un comentario que resulta de gran
arena para el edificio” (chapanecas, xiquipilcas, xoco­ interés para conocer las condiciones de trabajo que pri-
tlancas, cuauhhuanecas, mazauacanecas (“los que lla- vaban en estas obras:
man cuauhtlaca”); a los de “tierra caliente” mandó
sirviesen “con cal y lo que le fuere mandado” (Durán). También para este año (1452, 12 tecpatl) por segun-
Al despedir a todos los señores, Moctezuma les obse- da vez echaron la guerra los mexicas a los culhua-
quió mantas y joyas. La gente común de las diferentes cas, a la gente de Huexotla, a los de Cuauhnahuac, a
provincias, “no perezosa de hacer lo que sus señores los xochimilcas, a los tepanecas de Azcapotzalco,
les mandaban, porque eran extrañamente obedecidos”, a los cuyuaques; éstos se aconsejaron con el Chalca.
acudieron con piedra, tierra, arena, cal y madera. Y ya Hallábanse disgustados por la imposición de trabajo
con todo reunido en la ciudad forzoso para Tenochtitlan en la construcción que se
hacía de la casa del diablo Huitzilopochtli, así como
fueron llamados los maestros para que midiesen el de las casas reales que estaban levantándose desde
sitio y hiciesen y mirasen la traza y asiento del edifi- hacía dos años; y también porque los mexicas sólo
cio, y dieron por respuesta que sería acertado hacer querían dar de comer una vez al día a la caída de la
sobre estacas una plancha y cimiento de cien brazas tarde a los diversos pueblos que tenían aposentados
en cuadro, donde se fundase lo del edificio y circun- para la obra.
ferencia del templo [...] y luego, midiendo las cien
brazas en cuadro, hicieron la estacada, y haciendo so- El patrón adoptado en la ejecución de las siguien-
bre ella una plancha de argamasa siguieron el edifi- tes construcciones fue similar al descrito hasta aquí. Así,
cio, y empezó a crecer con tanta presteza que en muy cuando Moctezuma el viejo mandó esculpir su efigie y
poco espacio lo subieron en gran altura [...] dice la la de Tlacaélel, así como el registro del inicio de la gran
historia que andaba gente de todas las provincias, hambre (1454) en las peñas de Chapultepec, llamó a
casi como hormigas [Durán]. “los más primos entalladores y canteros que en todas
las provincias se pudieron hallar” y, en pago por su tra-
Otra versión, recogida por Alvarado Tezozómoc, bajo, les obsequió ropa y preseas honrosas.
difiere un tanto, pues comienza con la convocatoria a Cuando Axayácatl, sexto tlatoani (1469-1481), go-
Azcapotzalco, Coyoacan, Tacuba, Mecoatlan, Toluca, bernó, se hizo el asiento y basamento de la “piedra del
Mazahuacan, Chiapa, Xiquipilco, Matlatzinco y Xoco- sol”, para lo cual se llamó de nueva cuenta a Texcoco,
titlan, mientras el obsequio tocó sólo a los señores de Tacuba y las demás provincias para que aportaran los
Texcoco y Tacuba. Pero lo más importante se refiere al materiales (piedra, cal y arena) y el trabajo, el cual se or-
propósito de esta etapa constructiva, que era más bien ganizó por tramos o tareas: “tomando cada nación su
decorativa: labrar “los bultos de cada dios sujeto a parte que le cabía”.
Huitzilopoch­tli”, hacer una casa de una pieza y los es- El mismo patrón se repitió en la bien documenta-
calones de la parte superior del cu [templo] y decorar da “aventura” de Ahuízotl (octavo tlatoani, 1486-1502)
con piedras preciosas a los dioses que acompañarían al conducir los manantiales de Acuecuexco (en Coyoa-
a Huitzilo­pochtli. Los canteros y albañiles acudieron can) a Tenochtitlan, en cuatro fases: conducción propia-
de Texcoco, Tacuba, Coyoacan, Azcapotzalco, Chalco y mente dicha, clausura de los ojos de agua, medidas para
Xochimilco. salvaguardar a los habitantes de la ciudad por la inun-
Mientras se realizaban estas tareas, los mexi- dación ocasionada y reconstrucción de ésta a causa del
cas conquistaron Oaxaca, de donde llevaron cautivos desastre que provocó en la infraestructura y en los bie-
para sacrificar en el templo. Pero aún no se termina- nes materiales en general.

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Detenernos en este episodio trágico nos permite trabajando con mucha vocería y contento [...] andaba en
conocer cómo se construyó el acueducto, siguiendo esta esta obra gente como hormigas en hormiguero, que no
secuencia (basada en fray Diego Durán): 1. La conduc- tienen número”.
ción: Texcoco, Tacuba, Xochimilco y Chalco, así como La conducción del agua provocó una grave inun-
todas las ciudades de las “provincias”, tanto de “tierra dación en Tenochtitlan, que arruinó las chinampas y
caliente como de tierra fría”, acudieron al llamado de todas las casas y edificios, para remediar lo cual Ahuí-
México, con gente y materiales para hacer la presa y el zotl tomó cinco medidas: convocó a las ciudades y pue-
caño para el acueducto. Entre ellos vinieron especialis- blos cercanos para que construyeran una albarrada,
tas en manejo del agua: “grandes maestros y buzos que “un quarto de legua más acá del Peñol, por todos los
bajaban a los manantiales del agua para limpiallos y arravales de México”; ordenó a 15 expertos buzos cerrar
alegrallos y a cerrar todos los desaguaderos y venas por el ojo de agua, recompensándolos luego con 10 cargas
donde desaguavan”. 2. Los materiales: cada región acu- de mantas y otras riquezas y esclavos; ordenó a las pro-
dió con los suyos y fue así que los de Texcoco llevaron vincias de Chalco, Texcoco, Tacuba, Xochimilco y Tierra
piedra pesada y liviana; los tepanecas, piedra pesada; los Caliente llevar como tributo el mayor número posible
de Chalco, morillos y estacas de madera para el cimien- de canoas y balsas que pudieran labrar, que luego re-
to y arena de tezontle; los xochimilca, “instrumentos partió entre los habitantes de Tenochtitlan, fueran se-
para sacar céspedes y con muchas canoas de tierra para ñores o gente común. Alvarado Tezozómoc precisa que
cegar el agua”; la gente de “tierra caliente”, “innume- Ahuízotl impuso a Aculhuacan, Chalco, Xochimilco y
rables cargas de cal”; los otomíes (Xilotepec y Cuauht- Coyoacan la obligación de reunir un total de 32 000 ca-
lalpa), probablemente con piedra. 3. El trabajo también noas. A los afectados en la ciudad les pidió que echaran
estuvo dividido por “provincias”, y cada provincia por junto a sus casas céspedes y repartió entre ellos ropa
“pueblos”, cada uno a cargo de tareas o tequios específi- de los tributos reales; hizo traer, por tributo, de lugares
cos, y su participación fue de menos de ocho días: “Des- cercanos, 800 000 cargas de maíz y tomate, chile y ani-
de la fuente de Acuecuexco hasta la entrada de México males diversos. Por último, mandó acudir a la reedifi-
estavan todas las provincias y pueblos repartidos a tre- cación de la ciudad a la gente “de toda la redondez de
chos en sus tareas, cada uno en las brazas que le cabían, la tierra”.

Lámina 10. Rescate arqueológico de chinampas y canales de un antiguo barrio de México-Tenochtitlan, en el llamado Predio Lorenzo Boturini (INAH/DSA).

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La reedificación de la ciudad se hizo cegando el la tarde), a los canteros y a los principales que dirigían
agua que inundaba la ciudad por todos lados con cés- toda la operación.
pedes, tierra y estacas que todos los convocados apor- El problema se presentó cuando al intentar mo-
taron, pero muchos de los viejos edificios quedaron ver la gran piedra en Iztapalapan para continuar el via-
arruinados bajo el agua. La naturaleza de la mano de je, no pudieron por más que “tiraban” de ella con las
obra que participó contrastó con la de la ciudad origi- maromas y por más de haberse ya roto 10 de éstas. Se
nal: “Tornaron a reedificar a México, de mejores y más llamó entonces a más gente: tecpanecas, serranos, mon-
curiosos y galanos edificios porque los que tenía eran tañeses, Ciapan, Xilotepec, Xiquipilco, Huautitlan y Ma-
muy antiguos y edificados por los mesmos mexicanos, zahuacan, con la cual lograron llevarla hasta junto a la
en tiempo de su pobreza y poco valor [...] empero des- albarrada de San Esteban y luego al puente de Xoloc,
ta vez edificaron los señores y los que no lo eran, a su pero al pasarlo, y a pesar de “que era de unas planchas
voluntad a causa de que edificavan por mano agena, de cedro de siete palmos de grueso y nueve de canto de
dando a cada principal un pueblo y dos de repartimien- gordo”, la piedra cayó “y llevó tras de sí a los que la ti-
to para edificar su casa” [Durán]. Alvarado Tezozómoc raban”. Se mandó entonces llamar a los buzos de Xo-
describe algo similar, al indicar que primero se hicieron chimilco, Mízquic y TIacochcalco, “los encantadores [...]
los reparos de los edificios públicos y luego el de las ca- que sean buenos buzos, que suelen entrar en las hon-
sas, “a costa y sudor de los forasteros, sin premio algu- duras y cuevas cavernosas, de ojos y manantiales”. Pero
no”. La ciudad se rehízo a lo largo de dos años, a costa no encontraron ni hombres ni piedra, que estaba en su
de los que no la habitaban: “porque cada día decían los sitio original, lo cual Moctezuma tomó como designio
mexicanos que ellos no lo habían de hacer, que no era divino. Les dijo luego a los tezozonque: “No por eso
su cargo ni oficio, sino conquistar, cortar pedernales, hermanos míos habréis de perder vuestro trabajo, que
hacer navajas y enderezar varas para dardos y saetas”. os lo mandaré gratificar muy bien”, enviándolos ense-
Según Durán, Ahuízotl sí recompensó a los trabajadores guida a buscar otra piedra a Chapultepec para que en
forasteros con ropa, cacao, chile, frijol y esclavos prove- ella esculpieran su efigie y un aposento. Al concluirlos
nientes de “sus tesoros”. y quedar satisfecho con el resultado, el petlacalcatl (ma-
Moctezuma Xocoyotzin, noveno tlatoani mexica yordomo) recompensó a cada uno de los canteros con
(1502-1520), quiso que se labrara una piedra de sacri- mantas del tributo de la Huasteca, cargas de cacao, dos
ficios mayor que la existente en el templo de Huitzi- esclavos cautivos de Tuxpan y Xiuhcóacatl “para que les
lopochtli. Fue el cihuacóatl el que llamó a los canteros trajesen leña y maíz de sus camellones que labraban”,
tezozonque de los cuatro barrios de México (Teopan, pepita, chile, tinajas y sal. Una de las cargas de mantas
Moyotlan, Atzacualco y Cuepopan) para que fueran a y de cacao se les dio por el trabajo de 30 días. La pre-
buscar una piedra del tamaño necesario, que encon- sencia de buzos no debe extrañarnos dado que estos es-
traron en Acalco, adelante de Ayotzinco (Chalco). Para pecialistas están presentes desde tiempo atrás, como lo
sacarla y bajarla al llano fueron necesarios de 10 000 demuestra el mural de los buceadores en el conjunto re-
a 12 000 hombres, y 30 oficiales canteros la labraron sidencial de Tetitlan en Teotihuacán.
con sus picos de pedernal, alimentados por los chal-
ca mientras trabajaban. Una vez terminada la escultu-
ra, hubo que acarrearla, a lo cual acudieron “todos los Recapitulación
chalca y todos los chinampaneca [Xochimilco] y to-
dos los de Nauchteuctli”, armados con “maromas muy A partir de los registros históricos anteriores y otros
gruesas” (sogas) hasta llevarla a Ixtapalapan, en don- muchos, así como de los estudios sobre las obras hi-
de todos descansaron dos o tres días. Mientras tanto, dráulicas relacionadas con Tenochtitlan y su entorno,
en México estaban ya listos el recibimiento y las re- presento la siguiente recapitulación:
compensas a los canteros (mantas, cotaras y cactles). 1. “Reclamación” de suelo urbano en los pantanos y
El cihuacóatl ordenó a los “mayordomos” mexicas que lagos de poco fondo para formar plataformas ar-
llevaran de comer “muy escogidamente” (y tres veces tificiales, con un método que combinó drenaje
al día: al alba, a las nueve de la mañana y a las tres de (con zanjas) con empalizadas (estacadas) rellenas

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con tierra, piedras y céspedes (tiras de vegetación ver del todo. Algunos indicios son dos glifos
lacustre o de pasto con suelo, sacadas de las ori- toponímicos de compuertas en los códices Men-
llas lacustres). Este método se empleó en la funda- docino-Matrícula de Tributos y Cozcatzin, ade-
ción y ampliación del terreno en aldeas, poblados más de otros nombres de lugar para la acción de
y ciudades, fuera en islotes naturales o en las cié- abrir y cerrar el agua (Atzacoalco, por ejemplo).
negas y lagos de poco fondo. La transformación del agua del vaso de Mé-
2. Cimentación de edificios en el suelo pantanoso xico de salobre a dulce y su conservación como
de Tenochtitlan, documentada arqueológicamen- tal tuvo como objetivo central la construcción y
te en el edificio del Tlillancalco, en la parcialidad el cultivo de chinampas. Los diques y el constan-
de Atzacoalco, barrio de Teocaltitlan, por ejemplo, te flujo de agua dulce de los manantiales y ríos del
con métodos “consistentes en tierra compactada poniente y sur de la cuenca fue “endulzando” las
para colocar de manera horizontal sobre ella vi- aguas donde florecieron las chinampas.
gas de madera con un orificio en los extremos que Veamos ahora los tres tipos de diques en-
permitía fijarlas por medio de estacas al suelo y de tonces existentes:
esta manera obtener “flotabilidad”, impidiendo el a) Dos grandes diques o albarradones (sin calzadas)
hundimiento de los muros que se desplantaban existieron en el lago central, además de otros me-
a partir de las vigas” (Sánchez Vázquez, Sánchez nores de carácter local. La mayor y más antigua de
Nava y Cedillo, 2007). las albarradas fue la de Nezahualcóyotl, que sub-
3. Construcción de chinampas agrícolas, parcelas a dividió en dos el lago central de Texcoco, el más
manera de islotes, largos y angostos, de alta pro- bajo y al que confluía el agua de todo el sistema,
ductividad, con un método consistente en exca- la cual sirvió para proteger a Tenochtitlan y Tlate-
vación de zanjas (futuros canales chinamperos), lolco y para el proceso de desalinización del vaso
adición de tierra y céspedes (lacustres y de gra- de México. Esta “albarrada vieja”, como se le lla-
míneas), plantación de estacas vivas de ahuejotes mó en la colonia, iba desde un punto en la tierra
o estacadas con varas entrelazadas en las orillas. firme del norte (Atzacoalco, cerca de Tepeyacac) a
Las chinampas existieron primero en la subcuen- Iztapalapa en el sur (12 km aproximadamente).
ca meridional (Chalco y Xochimilco) y luego se El segundo albarradón, el de Ahuízotl, rodeó Te-
propagaron por casi toda la extensión del estre- nochtitlan por el oriente y el norte, entroncando
cho entre Xochimilco y Tenochtitlan, en los alre- con la calzada-dique de Tepeyacac y con otra cal-
dedores de Tenochtitlan y en la zona de “pantanos zada-dique que corría por el sur, de poniente a
y lagunajos” de Xaltocan, en el norte de la cuenca oriente (mapa de Upsala).
de México. Es muy probable que hubiera chinam- b) Los diques-calzada fueron más numerosos, en-
pas también en el vaso de Zumpango y en la zona tre ellos el de Cuitláhuac, que subdividía el vaso
de los manantiales de Teotihuacan, ya comentado meridional (Chalco y Xochimilco) e iba de Tlalten-
páginas atrás. co a Tulyehualco, pasando por Cuitláhuac (4 km)
4. Creación de compartimentos en los vasos lacus- (Palerm, 1973). Otros fueron los tres radiales a Te-
tres mediante diques (calzadas-dique, albarra- nochtitlan: Tepeyacac (6 km), Tlacopan (8 km) y
das-dique y acueductos-dique), para separar los Xochimilco (o Iztapalapa) (9 km). De interés re-
vasos y desalinizar, regular sus niveles (por las sulta el cálculo hecho por Palerm (1973) sobre la
fuertes fluctuaciones entre la temporada de se- posible inversión laboral en la construcción de
cas y de lluvias) y controlar el drenaje (contener esta última (de Tenochtitlan a Iztapalapa), supo-
o expulsar el agua). Las calzadas-dique y algu- niendo que medía 9 km de largo, 3 m de ancho y
na de las albarradas tenían puentes que se qui- 3.60 m de profundidad, a partir del cálculo del tra-
taban para permitir el paso de las canoas, pero bajo invertido en la excavación del canal para bo-
no hay referencias a compuertas o esclusas para tar los bergantines de Cortés con el propósito de
abrir y cerrar los canales. Este es un tema de mu- sitiar Tenochtitlan, hecho a partir de una acequia
cha importancia que no se ha podido resol- de riego en Texcoco. Palerm concluyó que para la

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calzada se habrían invertido cuatro millones de muros, luego por un caño de barro o por una atar-
jornadas-hombre. jea o canal de cal y canto colocado sobre taludes o
Otras calzadas-dique menores fueron las diques, sencillos o dobles (para poder limpiarlos).
que entroncaban con la calzada México-Iztapa- Se registra también una red de canales de distri-
lapa, como las siguientes: Coyoacán-Ixtapalapa bución, con estanques (Palerm, 1973).
(2.5 km aproximadamente), Culhuacan, Iztapala- Los acueductos mejor documentados son
pa e Iztacalco. Otra entroncaba con la albarrada de tres: Chapultepec, Acuecuexco en Coyoacan y Tla-
Ahuízotl, y otra más era una “interior, de la ciudad telolco. El de Chapultepec tuvo al menos dos eta-
de Tenochtitlan al puerto oriental de canoas” (Pa- pas, en la primera de las cuales el agua corrió por
lerm, 1973). un caño de barro, y en la segunda, construido bajo
c) Las calzadas-acueducto mejor documentadas la dirección del propio Nezahualcóyotl durante 13
son las de Chapultepec-México y la de Churubus- años (1454 a 1466), lo hizo por una doble atarjea
co-México. En Tlatelolco hubo otra que salía de de cal y canto, una para limpiar mientras la otra
Azcapotzalco. servía. Este acueducto contó “con un sistema de
5. Canalización y desvío de ríos tributarios de las distribución de agua a los estanques, palacios y vi-
vertientes montañosas del poniente, norte y viendas, etcétera” (Palerm, 1973). Medía unos 2.5
oriente de la cuenca de México, cuyo objetivo fue km. de largo. El acueducto del Acuecuexco se hizo
disminuir el flujo hacia los vasos lacustres centra- también con “presa y caño”, y “andava en esta
les a causa de la disminución de su capacidad, de- obra, gente como hormigas en hormiguero, que
bido al crecimiento tanto de la ciudad como de la no tienen número”, y aunque frustrado porque
chinampería hecha en sus alrededores y en el sur produjo una severa inundación de Tenochtitlan
(Chalco, Xochimilco, Mexicaltzinco). Para realizar en tiempo del tlatoani Ahuízotl, ilustra muy bien
estos desvíos se excavaban canales para los nue- la necesidad de agua de la gran urbe.
vos cauces y se colocaban estacadas en los cursos 7. Excavación de profundos canales-acequias de na-
originales para elevar el agua y desviarla hacia los vegación en medio de las ciénegas, la chinam­
nuevos cursos. pería y la ciudad, para facilitar el tráfico de los
En la vertiente poniente del vaso de México-­ miles de canoas por todo el sistema lacustre, in-
Texcoco se canalizaron los ríos Tacubaya, Tacu- cluyendo por supuesto las partes habitadas de
ba, Azcapotzalco y Tenayuca (Palerm, 1973), y ciudades y poblados. Hubo acequias primarias y
en el oriente se desviaron cuatro, con el objeti- secun­darias, ramificadas luego en innumerables
vo de evitar el ingreso de sus corrientes al vaso canales de servicio situadas entre las chinampas
de Texcoco, entre ellos el río Teotihuacan. Y fue y las viviendas. Estas “calles de agua” permitían
Nezahualcóyotl quien lo “sacó de su vía y trujo el acceso por agua a casas y edificios por la parte
a unas casas de placer como a una legua de esta de atrás, mientras que las puertas principales de
ciudad [Texcoco], que llaman Acatetelco” (Po- las casas salían a las calles de tierra, que eran muy
mar, Relación de Tezcoco, 1580). Este y otros tres angostas (Torquemada).
ríos de su vecindad se registran en el Mapa de Entre los muchos ejemplos de las supervías
­Upsala de 1550, cuyos cursos desembocan en un de navegación (acalotl) destaca el canal de Chal-
gran depósito cuadrangular, cercano a la orilla co, originado en dos canales de la zona oriente
del lago de Texcoco. Otros ríos posiblemente des- de Chalco, que atravesaban luego la calzada-di-
vi dos para evitar su ingreso a la subcuenca meri­ que de Cuitláhuac, se unían cerca de Culhuacan
dional fueron “los ríos de Amecameca”, de su y así seguían hasta entroncar en la calzada-di-
desagüe natural hacia los altos de Morelos (Ro- que central Tenochtitlan-Tlatelolco. Hay nume-
jas ­Rabiela, 1974). rosas descripciones de la navegación por canales
6. Captación y canalización de manantiales para sur- y lagunas en todas las subcuencas, de gran va-
tir de agua potable a la gran ciudad, primero por lor económico, en el contexto de una sociedad
medio de una obra para represar con “cercas” o sin animales de carga ni carretas para transportar

217
mercancías y personas. Otra acequia honda sirvió mente similares a los descritos para Teotihua-
de lindero entre Tenochtitlan y Tlatelolco (mapa can y Chichén Itzá, pero poco documentados para
de Upsala). ­Tenochtitlan.
8. Puertos de canoas o embarcaderos en los po- 10. Baños de vapor o temazcales.
blados lacustres y en las orillas de los cana- 11. Irrigación de jardines y huertas recreativas de la
les de navegación primarios. El de Ayotzinco es nobleza, con canales subterráneos o abiertos, re-
uno de los más conocidos, situado en la ribera presas, estanques y pilas.
sur del lago de Chalco, descrito por Hernán Cor-
tés cuando arribó por primera vez a la cuenca de
México. Otro puerto importante se situó en la Palabras finales
albarrada de Nezahualcóyotl, en el punto don-
de desaguaban dos acequias profundas que an- Esta breve revisión sirva para evidenciar la necesi-
tes atravesaban la urbe de poniente a oriente. A dad de realizar una obra sobre el manejo del agua en
partir de ahí se navegaba por el lago de Texcoco las ciudades de Mesoamérica, en la cual se analicen la
(mapa de Upsala), y fue en ese punto donde Cor- cronología, las similitudes, las diferencias y el contex-
tés construyó las atarazanas que se observan en to de las obras en el tiempo y en el espacio, en el marco
el mapa citado. de las diferencias ambientales. A partir de ese resumen
4. 9. Drenaje del agua de lluvia de edificios y pla- analítico será posible proponer no sólo una termino-
zas urbanos, con impluvios, ductos subterráneos logía común, sino identificar lo que nos falta investi-
y abiertos, coladeras y alcantarillas, probable- gar y entender.

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220
Kabah, Yucatán (INAHMEDIOS/MM).

Toluquilla, Querétaro (INAHMEDIOS/MM).

221
Pulidor con asa, Teotihuacan, Estado
de México, Clásico (200-650 d.C.),
Museo Nacional de Antropología,
INAH, 10-81813 (INAH/ADMNA).

Plomada, Altiplano Central, Preclásico Plomada, Tlatilco, Estado de México, Preclásico


superior (400 a.C.-200 d.C.), Museo superior (400 a.C.-200 d.C.), Museo Nacional de
Nacional de Antropología, INAH, Antropología, INAH, 10-522188 (INAH/ADMNA).
10-357230 (INAH/ADMNA).
Algunos aspectos sobre tecnología constructiva
en las ciudades y la arquitectura monumental mesoamericanas
A l ejan d ro V i l l a lo b os
enah-inah/fa-unam

Emplazamientos arqueológicos
del México antiguo

Hablar de pirámides mesoamericanas nos obliga a seña-


lar algunas premisas útiles para la mejor comprensión
de los procesos por los cuales las sociedades extintas
llegaron a resultados que hoy conmueven nuestros sen-
tidos y nos estimulan a tener sobre ellos siempre más
preguntas que respuestas. Con la llegada del presente
siglo, el notable incremento y la divulgación de las in- Lámina 1. Tikal, Guatemala; Centroamérica. Perspectiva
aérea del núcleo urbano desde el Oriente. Dibujo
vestigaciones arqueológicas, arquitectónicas y de con- y acuarela digital de Alejandro Villalobos.
servación realizadas en los sitios monumentales y zonas
de monumentos arqueológicos en nuestro pais, han
motivado a muchos autores a privilegiar la investiga- versible abandono. Respecto de su posible origen, es
ción específica de escala sistemática e intensiva que ha menester señalar que existen asentamientos contem-
dejado de lado la proliferación de estudios monográfi- poráneos sobrepuestos a aquellos de la época prehispá-
cos o generales que, más bien, parecen ser ya cosas del nica; nuestro país dispone de notables ejemplos en este
pasado reciente… Cosas del siglo pasado. género urbano de “ciudades palimpsesto”;1 territorios
Nuestra noción de la arquitectura monumental edificados por encima de lo ya construido, como papel
prehispánica mesoamericana se asocia de manera casi sobreescrito en manuscritos previos o lienzos sobre-
insensible con los grandes ejemplares que señorean pintados que cubren obras previas; el caso más conmo-
el entorno construido por los remotos habitantes de vedor es, sin lugar a dudas, el de la Ciudad de México.
nuestro país; así, hablar de pirámides mesoamericanas Resultado de un prodigio, la deidad ancestral: el mismo
nos remonta a la definición misma del concepto Me- Huitzilopochtli, señala el punto exacto donde habrá de
soamérica que incluyó a estos ejemplares como uno de ser construido su templo y en torno de él la gran ciudad
esos componentes inobjetables que han dado vigencia, que será orgullo de su pueblo hasta el fin de los tiem-
a la fecha, a este concepto procedente de mediados del pos. Una idea o conjunto de ideas que, no obstante el
siglo xx y cuyo antecedente hemos referido líneas arri- alto nivel de seducción y complacencia que nos genera,
ba (lámina 1). no puede menos que tratarse de una leyenda inventa-
Una línea del tiempo histórico se refiere al con- da por quienes no presenciaron los procesos sociales de
tinuo de sucesión de días, semanas, meses y años que selección del sitio. La posición de semejante suceso en
convencionalmente nos refiere a los eventos, ocurren- la línea del tiempo (haber presenciado al águila que, so-
cias y recurrencias de determinadas actividades inscri- bre un nopal, devora una serpiente) puede efectivamen-
tas en el proceso de producción arquitectónica (PPA). te proceder del origen de los tiempos de la ciudad o bien
Nuestra línea de tiempo no pretende llegar hasta tratarse del argumento social e históricamente acep-
nuestros días, sino que se ciñe al tiempo de la ciudad, 1
Manuscrito antiguo que conserva huellas de una escritura anterior
desde el momento en ésta aún no existe, hasta su irre- borrada artificialmente.

223
tado, por tratarse de la incontrovertible voluntad de la dad del asentamiento de que se trate. De hecho, elegir
deidad —por voz de sus interlocutores— como inobje- un determinado punto del territorio para la fundación
table mandato para asentarse en el único lugar posible de un asentamiento debió incorporar numerosas ac-
en una cuenca lacustre previa y beligerantemente ocupa- ciones indagatorias, donde la configuración y los estí-
da por otros grupos humanos. Cualquiera que haya sido mulos del entorno debieron desempeñar un papel de
la idea original que condujo a la fundación de la Ciudad primordial importancia. Si el asentamiento es la sede de
de México-Tenochtitlan, debemos reconocer la existen- la continuidad generacional, multiplicación y supervi-
cia de un conjunto de actos deliberados cuya argumen- vencia del grupo, entonces su proximidad a las fuentes
tación fue históricamente exitosa; nunca por virtud de de recursos vitales no requirió de mayor argumenta-
la decisión misma, sino por la inquebrantable volun- ción. La cátedra de los enclaves y posiciones exactas de
tad de las generaciones de habitantes del islote, quienes gran cantidad de núcleos urbanos mesoamericanos in-
invirtieron su trabajo en la labor de someter al entorno volucran no solamente el contexto físico de los hechos
mediante la recuperación de una experiencia ancestral o entorno envolvente inmediato, sino que sus compo-
aplicada en la configuración de complejos sistemas de nentes arquitectónicos más significativos dialogan con
expansión superficial o chinampas, que lo mismo sos- eventos celestes en una armoniosa correlación de fenó-
tuvieron una eficiente red de comunicaciones acuáticas menos contenidos por el firmamento. La selección del
como territorios segmentados de escala uni y multifa- sitio puede equipararse a un acto colectivo de apropia-
miliar con unidades productivas que incluyen la agri- ción, una plural e incluyente adjudicación voluntaria
cultura intensiva y de gran variedad de especies. Existen, que detona el proceso de transformación del suelo na-
por otra parte, sitios arqueológicos que no fueron some- tural en el ahora suelo de la comunidad, el acto inaugu-
tidos a la sobreposición de otros ocupantes durante la ral del proceso de conversión de determinada superficie
época virreinal (lámina 2). original en suelo útil y espacio comunitario. Sin entrar,
La selección del sitio es el punto cero coma cero de por el momento, en la discusión sobre la división social
nuestra línea de tiempo. Este punto inicial es el resulta- del trabajo, el diseño urbano y arquitectónico nos su-
do de argumentaciones y convocatorias colectivas que giere la existencia y utilización de conocimientos ances-
probarán su éxito o fracaso en la medida de la longevi- trales y tradicionales como ejes en la toma de decisiones

Lámina 2. Mexico-Tenochtitlan. Perspectiva aérea del núcleo urbano desde el suroeste.


Original de Ignacio Marquina, trazo de Estanislao Labra y acuarela digital de Alejandro Villalobos, 2002.

224
dentro del sinnúmero de posibilidades que orientan el decisiones dentro del sinnúmero de posibilidades que
acto de selección del sitio. Este conocimiento es priva- orientan al acto de selección del sitio” (Villalobos Pé-
tivo de un determinado sector, quizá selecto y no muy rez, 2012: 353). Este principio de confiabilidad es com-
numeroso, de la sociedad en cuestión. prendido desde la óptica del conocimiento plenamente
La progresiva incorporación de acciones que la so- comprobado por remotos actores quizá desaparecidos:
ciedad emprende en aras de instrumentar los procesos el equivalente a los saberes ancestrales consagrados en
de apropiación del territorio y su espacio aún natural, la los “tratados” del mundo occidental.
materia y la transformación de éstos en objeto útil, en- ¿Dónde asentarse? Es la pregunta esencial. Los
cuentra en el esfuerzo humano desde la elemental apor- romanos responden evocando la leyenda de Rómulo
tación de energía, o bien desde una relación de trabajo y Remo con las siete colinas enmarcando el río Tíber y
directa entre los individuos organizados y el medio, has- evocando su resonancia de la Jerusalem celeste. Maho-
ta complejas formas de organización social donde los ma, en Medina, la respondió a sus discípulos con senci-
instrumentos de labor revelan un determinado estado llez: “Donde mi camella se postre (arrodille) y remueva
de conocimiento tecnológico aplicado, desde luego, al la arena con sus patas, allí construiremos la primera
propósito original de modificar las condiciones del terri- mezquita del Islam”.2 Nada más útil para ubicar agua
torio como objeto de esa inversión de voluntades colec- freática en el desierto que una camella sedienta, quizá
tivas que conducen a la conformación de una elemental más eficaz que la horqueta o vara de “zahorí”3 del mun-
infraestructura urbana, es decir, a la configuración de un do occidental.
sistema básico de modificación territorial cuyo propósi- Como ya dijimos, un caso siempre controvertido
to es el sostenimiento físico y la permanencia del núcleo es, por ejemplo, la leyenda de la fundación de Tenoch­
urbano o futuro asentamiento. Al resultado de este tra- titlan, retratada en nuestros símbolos patrios. Éstos
bajo invertido lo denominamos “emplazamiento”, con- expresan un hecho improbable y cuya verificación ar-
tinente donde la identidad de sus constructores yace en queológica parece no preocupar a los colegas especia-
el espacio por ellos capturado e idealmente en la me- lizados en el fenómeno mexica. La razón es tan sencilla
moria de los futuros habitantes (lámina 3). como resulta la complacencia y certeza que produce
asumir un dogma, colectivo o individual. Así pues, la se-
lección del sitio como tema de discusión, puede tomar
El debate de la selección del sitio dimensiones insospechadas o concluir en la explicación
esencial de un dogma de fe: “Allí está la ciudad porque
Recientemente se publicó un debate sobre el papel que siempre ha estado allí…” y con ello concluir nuestra
juega la selección del sitio como fundamento del de- charla para dejar de cuestionarnos cosas dadas e ir por
sarrollo urbano y arquitectónico en los asentamientos la vida sin más tormento (lámina 4).
prehispánicos, a propósito de la relación que guardan la Como un intento de remontar la indefensión y el
arqueología y la arquitectura como disciplinas comple- síndrome de desamparo que recientemente nos ha pro-
mentarias en las tareas de conservación del patrimonio ducido la erradicación del uso de los conceptos “evolu-
monumental de nuestro país (Villalobos Pérez, 2012: ción arquitectónica”, “evolución cultural” y “evolución
347-353). de las ciudades” en nuestros textos sobre urbanismo y
En el trabajo citado ampliamos, con la convenien- arquitectura mesoamericanos,4 recurriremos a la idea
cia del caso, cada uno de los componentes mínimos del “gradiente de complejidad” como la progresiva in-
necesarios que actúan en el sistema de producción de corporación de acciones que la sociedad emprende en
infraestructura urbana y estructuras arquitectónicas, aras de instrumentar los procesos de apropiación del
desde una perspectiva de resultados progresivos en la
2
Recuperado de: http://www.alim.org/library/biography/stories/con-
línea del tiempo y su paulatina complejidad. Igualmen- tent/SOP/33/pdf/30/Muhammad%20(Muhammad)/Medina. Última
te señalamos: “El principio de confiabilidad como re- consulta: 20170303.
curso del diseño urbano y arquitectónico nos sugiere 3
Zahorí: persona con el don de descubrir mantos de agua bajo
­tierra. DP.
la existencia y utilización [aplicación] de conocimien- 4
Andrews, Gendrop, Marquina y Pollock, entre otros autores, se
tos ancestrales y tradiciones como ejes en la toma de ­sugieren como lecturas al respecto.

225
Lámina 3. Monte Albán, Oaxaca; México. Plaza Mayor, Sistema M: perspectiva aérea desde el noreste, diversos aspectos de su geometría
arquitectónica y sistemas constructivos. Sistema IV: perspectiva aérea desde el noreste. Dibujos y edición digital de Alejandro Villalobos.

espacio, el territorio, su materia y la transformación de vos comunitarios que trascienden en el tiempo sin ver
éstos en objetos útiles o socialmente necesarios, es de- modificados sustancialmente sus programas de uso y
cir, la configuración de un sistema de modificación te- funcionamiento básicos o elementales; de hecho, estas
rritorial cuyo propósito es materializar el sostenimiento agrupaciones pueden llegar a generar tempranos sub-
físico del futuro núcleo del asentamiento, en su condi- centros urbanos donde el pensamiento, la política y la
ción de concreto satisfactor de escala colectiva. A la línea ideología del grupo tienen sede, sitios desde donde flu-
de producción inicial o inversión de trabajo colectivo ye el mando e instrucción puntual respecto de las obras
organizado, que culmina con la conversión del suelo de infraestructura en proceso.
natural y su disponibilidad como suelo útil o urbano, le Este género de edificación resuelve temprana-
hemos denominado infraestructura urbana.5 mente sus programas, procesos constructivos y come-
Ésta no es explicable en ausencia de espacios ha- tidos funcionales y arriba a soluciones arquitectónicas
bitables para los núcleos y grupos sociales que intervie- que satisfacen las necesidades específicas del espacio
nen en el proceso, así como de la presencia y consumo habitable y trascienden en el tiempo sin modificacio-
de sus recursos elementales de subsistencia; por lo que, nes sustanciales. La arquitectura habitacional popular
paralelamente a esta línea de producción, el desarrollo es el escenario de la vida cotidiana de los núcleos so-
de la arquitectura habitacional popular, aquella de esca- ciales básicos o familiares, es el conjunto organizado de
la temporal o transitoria, genera satisfactores igualmen- las casas habitación y sus respectivas unidades produc-
te colectivos, pero de una escala y funcionamiento más tivas domésticas; más allá de su condición de elemen-
elementales que igualmente permanecerán ­durante tal vivienda de los trabajadores en las tempranas obras
y más allá de culminadas las tareas de ocupación te- de infraestructura, la casa habitación popular es el con-
rritorial. La arquitectura habitacional popular acom- tinente de las unidades “bio-psico-socio-culturales” de
paña a esta línea de producción infraestructural; sus las relaciones de parentesco o reproducción y espacio
agrupaciones y conjuntos producen espacios colecti- vital de todo asentamiento (lámina 5).
5
Constantes de Diseño; en: https://www.academia.edu/3096647. Últi-
Una vez modificado el entorno y habiendo provis-
ma consulta: 20170515. to en él las condiciones de idoneidad para la edificación

226
Lámina 5. Cerro del Tepalcate, Tlatilco, Naucalpan; Estado de México. Perspectiva de reconstitución frontal
de estructura doméstica-monumental. Dibujo y edición digital de Aejandro Villalobos.

de estructuras más allá de contenciones, plataformas, Trazo y nivelación


superficies y vías de acceso, la línea de tiempo señala el
emplazamiento como primer resultado de la labor co- Las labores de infraestructura tienen en su interior tres
lectiva no especializada; en consecuencia, las formas de etapas sustanciales: el ya descrito proceso de conversión
organización social para la producción de satisfacto- del suelo natural a suelo útil, como segmento inicial; la
res espaciales comunitarios se tornan progresivamente correspondiente al proceso relleno-contención-nivela-
más complejas: la experiencia acumulada en las labores ción que ocupa las etapas preliminares a la edificación,
de infraestruc­tura provee nuevas y mejores condicio- y, finalmente, la provisión de condiciones de utilidad y
nes para un trabajo colectivo dirigido con mayor efica- habitabilidad de los inmuebles que se ciñe a la conser-
cia y puntualidad. vación y mentenimiento preventivo del entorno físico
directo de accesos, andadores, calzadas, patios, vestíbu-
los y plazas, en la proximidad de las áreas que ocuparán
Procesos de producción arquitectónica las estructuras posteriormente edificadas.
El proceso RCN (relleno-contención-nivelación)
Suponer a la planificación como actividad contenida como siguiente fase de las acciones infraestructurales del
por los sitios arqueológicos y su relación contextual de emplazamiento urbano es el preámbulo a la progresiva
visuales o fenómenos astronómicos con el entorno en- complejidad y continuidad de los procesos que culmi-
volvente no es ya un tema que nos ocupe tanto como nan con la edificación, porque rellenar, contener y nive-
hace algunos años. La arqueoastronomía, como rama lar no solamente son acciones recurrentes en las labores
de la arqueología, ha dado buena cuenta de ese episo- que progresivamente elevan y erigen los pisos ­superiores
dio fascinante en la explicación de las ciudades meso­ para cualquier edificación, sino que constituyen el dis-
americanas. Asumir y reconocer la existencia del diseño curso, perceptible a la distancia, del emplazamiento.
planificado en las zonas de monumentos arqueológicos Las acciones de relleno se refieren al transporte y
compromete la indagación sobre la posible aplicación colocación de materiales que pueden ir desde el simple
de conocimientos de astronomía y geometría conteni- depósito por gravedad a granel (secos, no cohesionados
dos en las acciones subsecuentes a la hasta ahora des- o compactados) sobre el terreno, hasta la acumulación
crita apropiación y uso del espacio. de grandes volúmenes de materiales que, combinados,

227
bien pueden elevarse considerablemente del suelo. La
figura resultante del depósito de los materiales describe
una forma tridimensional similar a un cono, cuya pro-
porción de base y altura está dada por cuánto debe ele-
varse un monton de material y la cantidad de suelo que
se requiere para ello. De acuerdo con la granulometría
y el estado (seco o húmedo) del material así deposita-
do, el plano inclinado que esta figura describe respecto
de la línea horizontal tiene variaciones angulares y de
dimensión no muy significativas, pero sumamente im-
portantes en lo que a su estabilidad y permanencia se
refiere. El volumen de tierra o material así depositado
comprime y ejerce todo su peso vertical sobre el suelo,
desde el vértice del cono hasta los límites del contacto Lámina 6. Proceso “relleno-contención-nivelación”
(RCN). Perspectiva de reconstitución (AV, 1992).
del ma­terial sobre el terreno; no se desplaza ni se des-
liza. Por tratarse de un sistema estable y por sí mismo
sustentado, donde la principal actuación corresponde a Esparcidos los materiales, el cono original desa-
la fuerza de gravedad, por el tipo de cargas generadas parece para dar las formas, extensión y volumen que
(solicitación) y por su ejercicio eminentemente gravita- el constructor requiere, generando lo que conocemos
cional, las denominamos cargas normales o de compre- como “núcleos constructivos”. Las fronteras o lin­
sión. A la línea recta imaginaria que une el punto más deros del material extendido o núcleo pueden perma-
alto del cono con el suelo, a través del material, lo lla- necer describiendo sus ángulos naturales de reposo y,
mamos “vertical”, por su procedencia precisamente del en principio, cualquiera que sea el volumen de una de-
vértice, y “recta”, porque describe un ángulo de 90º res- terminada plataforma o elevación de alguna calzada, se
pecto de la horizontal. En términos estructurales, esta mantiene en condiciones estables en lo que a transmi-
línea recta vertical marca gráficamente el “eje de acción sión de cargas verticales se refiere. Aparecen entonces
de la fuerza de compresión” sobre el terreno. El material nuevos efectos como la compresión horizontal o em-
así depositado “reposa” sobre el suelo y, en condiciones puje lateral: los embalses de presas contemporáneas
normales, su geometría es indeformable; este amplio son ejemplo de ello; sin embargo, cuando un núcleo re-
cono de material no cohesionado o compactado, a gra- cién esparcido queda expuesto a la intemperie, se pro-
nel, describe inclinaciones variables con respecto de la duce la súbita evaporación del agua contenida por los
línea horizontal que se conocen como “ángulo natural
de reposo del material”, cuya variación no excede, para
guijarros angulosos de piedra o gravas, por encima de
45º o 50º, y para arenas finas, no es menor a 17º (20º
en promedio).
El adecuado confinamiento de estos materiales,
es decir, las faenas necesarias para su permanencia en
el sitio de su colocación, incluyen labores y materiales
como la compactación seca o con agua y agregados ar-
cillosos o cementíceos, que darán la cohesión necesaria
no sólo para esparcir el material así preparado sino para
el llenado de espacios vacíos que proveen solidez a la
forma resultante o deseada. En el caso de calzadas o pla-
taformas, el propósito es elevar el suelo adecuadamente Lámina 7. Proceso de producción arquitectónica (PPA).
Perspectiva de reconstitución aplicada en un tablero sobre talud
nivelado, en resumen: producir y mejorar el suelo artifi- teotihuacano. Dibujo y edición digital de Alejandro Villalobos.
cial. (Láminas 6 y 7).

228
materiales que, de manera casi inmediata, tienden a La adecuada guarnición y acorazado de los nú-
dislocar su cohesión y comprometen la estabilidad del cleos, cualesquiera que sean sus volúmenes o dimen-
sistema entero. Por ello es necesario guarecerlos; de ahí siones, garantiza que los materiales o cuerpos de agua
el nombre de “guarnición” a toda acción de proteger la se conserven en su posición original, sin más solici-
integridad de las fronteras o linderos de los materiales tación de carga que su peso propio, es decir, sus com-
depositados, compactados o no, para evitar su desliza- presiones sobre el terreno y aquellas horizontales. No
miento o desplazamiento más allá de los límites pre- obstante, el siguiente desafío es contener lo ya guare­
vistos o permisibles. En ocasiones, cuando el núcleo cido o acorazado cuando los núcleos, en apariencia
constructivo es un cuerpo de agua, a los linderos o lí- estables, comienzan a deslizarse o desplazarse de su po-
mites les denominamos “embalses o diques”, de acuer- sición, por virtud del incremento de peso, de sus empu-
do con sus dimensiones y el volumen de agua que son jes laterales o por los agentes activos de deterioro que
capaces de contener. conducen a su disfunción estructural.
Cuando lo que se pretende es conservar confinado Cuando el propósito es mantener confinados los
en su sitio determinado material de un núcleo, cuerpo grandes volúmenes de material compactado o no, el
de agua o base de preparación para el desplante de un sistema estructural siguiente, en la compleja secuencia
edificio monumental, la sola compactación, cohesión o de descubrimientos y aplicaciones de procedimientos
consolidación de los materiales en los límites o su perí- constructivos, es la “contención”. Podríamos decir que
metro no es suficiente; para ello es necesario contener- la contención es el sistema envolvente de las acciones
lo y elevar sus ángulos; de ser necesario, por encima de propias tendientes a proveer estabilidad a los volúme-
sus inclinaciones originales de reposo. A la elevación o nes de materiales de los núcleos, pero, como veremos
abatimiento de los ángulos originales de reposo se le más adelante, los subsistemas o componentes comple-
conoce como “peralte”. Peraltar los ángulos de repo- jos de guarnición, encofrado o acorazado, aun cuando
so fue el primer paso e inicial desafío a la gravedad que conforman una estratigrafía horizontal de progresiva
descubrieron los constructores mesoamericanos cuan- resistencia, no constituyen por sí mismos un conjunto
do guarecer no fue una acción duradera o eficiente para eficiente del todo en el logro de esta tarea.
el confinamiento de los materiales. Descubrieron y apli- Las plataformas así edificadas muestran trabajo
caron el acorazado de piedra con el objeto de contener estructural y deformación desde el momento mismo
eficientemente los volúmenes de materiales de los nú- de su construcción, y de acuerdo con la conducta gra-
cleos o de extensiones de cuerpos de agua. Existen ca- vitacional de acomodo de los volúmenes de materiales
sos donde es perceptible la edificación intermedia de confinados o colocados como parte de los rellenos, los
­muros verticales o auténticos cuartos dentro de los nú- operarios son testigos del trabajo diferencial de rellenos
cleos y que excavadores no experimentados pueden y volúmenes de material que se asienta o desplaza por
confundir con fases previas de ocupación; en realidad virtud de su peso propio o la exposición a los agentes
se trata de contenedores de materiales que descargan o erosivos del medio; el intemperismo puede bien darse
previenen desplazamientos horizontales de materiales por humectación: escorrentía, lluvias constantes o to-
en los núcleos confinados. rrenciales, o por extrema sequedad debida a la conti-
nua insolación o acción de los vientos dominantes. La
previsión de esos fenómenos forma parte de esta fase
Sistemas constructivos del proceso y requiere del adecuado y eficiente confina-
miento de estas fuentes “isostáticas” de deterioro de lo
Los constructores de la Mesoamérica prehispánica no hasta entonces construido. De la misma manera, la de-
recurrieron, en general, a la excavación para desplantar formación por virtud del aforo o tránsito de las perso-
edificios o estructuras como lo hacemos en nuestros nas, desde el momento mismo de la obra en proceso,
días; el desplante de los grandes edificios tiene por sus- actúa tempranamente en la identificación de sectores
tentación auténticas y vastas extensiones niveladas de del emplazamiento que requieren de refuerzo en su
plataformas artificiales escasamente perceptibles al vi- capacidad de carga y estructural. El agente “antrópi-
sitante contemporáneo. co” es aquel deterioro producido por el uso ordinario

229
Lámina 8. San José Mogote, Etla, Oaxaca; México. Sistema
constructivo de estructura monumental cuyo aparejo
sigue el modelo de deposición natural de estratos de “Filo
de Monte” en los Valles Centrales de Oaxaca (AV).

o ­extraordinario de contingentes de personas en los es- Hasta este momento nos hemos referido a los
pacios colectivos. Por su parte, la acción de los agen- procedimientos en que tierras, piedras y agua en combi-
tes “hiperestáticos” referidos a movimientos telúri­cos nación con el esfuerzo humano juegan un papel predo-
o sismos infringen imprevistas solicitaciones de cargas minante, resta el conjunto de consideraciones en torno
o peso que afectan directamente la estabilidad, eficien- de las argamasas que, más allá del barro (tierra + agua),
cia y permanencia de los componentes de la inrfaes- cuentan con agregados orgánicos que no solamente
tructura. Existen notables ejemplos en zonas de alta emulsionan estas mezclas, sino que les aportan manio-
sismicidad, donde reconocemos la aplicación de princi- brabilidad y facilidad en la aplicación o colocación, con
pios estructurales de estabilidad que, tempranamente, la consecuente provisión de dureza y resistencia nece-
incorporan y ponen en juego grandes bloques de pie- sarias, siempre en aras de la permanencia del sistema
dra como sistema de guarniciones que, por compresión constructivo.
en los extremos de las plataformas, mantienen al siste- Para cerrar el esquema de la ciudad, los subcentros
ma estable. Al llevar a cabo análisis gráficos de esfuerzos urbanos son asentamientos consolidados —la arquitec-
con estimación de cargas, resulta sorprendente descu- tura habitacional suntuaria se reserva una conveniente
brir que las fuerzas se mantienen equilibradas y así han cercanía al futuro núcleo de la ciudad— e intermedian
persistido por siglos enteros (lámina 8). entre las zonas de extracción de materiales, la transpor-
La temprana identificación de las diversas tareas tación de los mismos y los puntos específicos planifi-
que llevarán a cabo los materiales pétreos en su ma­ cados para las futuras edificaciones. Identificamos dos
yoría condiciona la selección y extracción de las fuentes líneas para este género a­ rquitectónico:  ­aquella que,
o mantos naturales. Ésta es una labor propia de quienes desde la arquitectura habitacional popular, incor­pora
han acumulado el conocimiento y la experiencia, directa nuevas funciones y componentes de corte c­ olectivo al
o transmitida, tanto de las características mecánicas y de sistema arquitectónico (accesos controlados, patios y
durabilidad como de resistencia de los materiales y sus pórticos, entre otros), como núcleos periféricos al prin-
desempeños diferenciados dentro de los procedimien- cipal, en proceso de edificación, y los denominados
tos constructivos. Para comprender con objetividad el “palacios” tempranos, que se insertan y coexisten con
trabajo estructural de las plataformas y, posteriormente, las estructuras monumentales dentro de los núcleos
de los edificios, es menester el reconocimiento e iden- urbanos. En algunos casos, la datación por asociación
tificación de los tres principales sistemas estructurales de los materiales y los procesos constructivos ubican
que actúan sobre ellos: la compresión (cuando es ver- los núcleos periféricos en momentos más tardíos, ha-
tical), el empuje (compresión lateral) y la contención ciéndolos aparecer como consecuentes a la acumula-
(para cargas inclinadas). ción y reproducción de recursos procedentes del núcleo

230
urbano y en servidumbre de sus suburbios o su “hin-
terland”.6 No obstante, debemos señalar que los proce-
sos de edificación de las obras monumentales exigen la
movilidad de grandes volúmenes de materiales y per-
sonas que hacen de esos espacios no solamente lugares
insalubres, sino de un alto riesgo para la integridad fí-
sica de las personas y, por tanto, en muchas ocasiones,
inhabitables.
Sin demérito, como hemos dicho, de la permanen-
cia de la arquitectura habitacional popular y de las ac-
ciones necesarias para la continuidad de las labores de
infraestructura, este género arquitectónico cede su papel Lámina 9. Tikal, Guatemala; Centroamérica. Perspectiva aérea
del núcleo urbano desde el oriente (detalle de Acrópolis Norte,
protagónico a una más compleja, organizada y especia- edificios I y II). Dibujo y acuarela digital de Alejandro Villalobos.
lizada forma de producción, que dispone del emplaza-
miento como escenario de estas acciones colectivas.
La precisión en el trazo de los edificios monumen-
tales es un capítulo que bien merece cruzar las fronteras
Pirámides de la arqueología analítica y penetrar en la experimen-
tación de procesos bajo condiciones de control que
Los nuevos y colosales habitantes del espacio urbano permitan, confiablemente, reproducir éstos con la apli-
serán las edificaciones monumentales. Las formas de cación de tecnología computarizada de frontera bajo
organización social y el trabajo colectivo es ahora más esquemas de simulación digital como instrumentos
complejo que aquel requerido por las tareas y jorna- de verificación. Los elementos del trazo, fundamenta-
das aplicadas a la infraestructura. La diversificación en les para los procesos extensivos de nivelación del em-
las tareas constructivas y la progresiva división social plazamiento entero, conforman una naciente geometría
del trabajo establecerá sistemas jerárquicos similares, que se aplica con previsión de los hechos constructivos
en su complejidad, a sistemas castrenses que garanticen que están por ocurrir. Es decir no podemos hablar de
puntualmente la adecuada aplicación de los recursos geometría mesoamericana con base en un mero análisis
materiales, humanos y tecnológicos. No obstante que gráfico o lineal de los resultados, sino de su papel como
parezca temeraria esta afirmación, debemos reconocer instrumento de la planificación. Con gran respeto y re-
en el factor de eficiencia un rol esencial en las tareas de conocimiento a los trabajos de corte analítico que sobre
edificación. Sobran ejemplos al respecto: en actividades la geometría mesoamericana existen en la literatura ac-
diurnas, la acción de la temperatura y asoleamiento de cesible al público,7 nos permitimos tan sólo señalar que
determinados procedimientos donde las argamasas no es posible llegar a conclusiones contundentes acer-
humectadas requieran de pronta aplicación, las condi- ca de esta materia con la simple sobreposición de es-
ciones de clima constituyen un factor que exige de los cuadras o compases comerciales encima de los planos
constructores tanto previsión de suministro como efi- del libro de Marquina (1990); porque el mismo arqui-
cacia en la colocación. Si hablamos de considerables vo- tecto solía enfatizar que no existe precisión milimétri-
lúmenes de materiales, por ejemplo para núcleos de ca en la arquitectura prehispánica, al grado de que deje
basamentos o plataformas específicas de edificaciones de lado u omita los sistemas de razones y proporciones
monumentales, las faenas de los operarios se convierten dominante sobre los de pesos y medidas. La geometría
en auténticas “evoluciones de conjunto”, similares a la nace en el momento en que el grupo humano es capaz
rítmica simultaneidad y ordenada sincronía que exige el de planificar su futuro desarrollo, disponibilidad orde-
estratégico avance de tropas sobre objetivos definidos. nada del territorio y, complementariamente, desde la
ubicación y elevación de sus edificios hasta los espacios
6
Hinterland: área convenientemente distante de las grandes concen-
traciones urbanas, pero relacionada con éstas. Se sugiere consultar: 7
Se sugiere la lectura de textos sobre “Geometría mesoamericana” de
http://dictionary.cambridge.org. una famosa casa editorial.

231
o plazas públicos, explicar los ciclos astronómicos del la leemos en el sentido de su diacronía, es decir, a lo lar-
firmamento; la geometría es la gran aventura intelec- go de su tiempo histórico; aun cuando a cada eslabón
tual de nuestra especie, nace de la abstracción lineal de corresponde un proceso sincrónico propio e irreprodu-
la realidad contenida por el entorno físico y es instru- cible, pero concatenado con sus inmediatos anterior y
mento definitivo de la planeación territorial, habitacio- posterior. La progresiva acumulación de experiencias en
nal, urbana, arquitectónica y ornamental. La geometría la ancestral tarea de desafiar a la gravedad recuerda más
es un lenguaje universal y, por tanto, muchas coinci- a la compleja construcción o invención de las tradicio-
dencias encontraremos entre civilizaciones distantes nes que a la evolución de los microorganismos más ele-
que aplicaron este sistema de abstracción de su reali- mentales (lámina 10).
dad próxima y remota. Y nos referimos a su universa- Los atributos de progresiva y objetiva comple-
lidad porque su unidad de medida es orgánica: procede jidad en la organización de los grupos humanos y la
de nuestra condición como especie individual o colecti- forma como resolvieron sus demandas y necesidades
va (lámina 9). por medio de satisfactores concretos, constituyen hoy
La edificación de arquitectura monumental es una sugerente visión como instrumento útil en la ex-
el punto, en la línea del tiempo, que sigue al emplaza- plicación de los hechos arquitectónicos, por medio
miento, mientras el gradiente de complejidad en la so- de su identificación y caracterización en un espacio y
ciedad reporta el tránsito entre las acciones colectivas tiempo determinados; sin demérito de sus progresi-
no especializadas hacia el trabajo colectivo coordina- vas contribuciones en la conformación de tradiciones
do y/o debidamente especializado. Los debates en tor- constructoras de los habitantes ancestrales de nuestro
no de la condición de satisfactor como atributo de los territorio.
espacios comunitarios y de los complejos arquitectó- En el terreno de los ejemplos: en la ciudad ar-
nicos, en su condición de sitios de inversión del traba- queológica de Teotihuacán existen ejemplares de arqui-
jo colectivo, han conferido a nuestra materia de estudio tectura monumental y obras hidráulicas que revelan a
un carácter progresiva y porporcionalmente más com- cabalidad el estado de avance de su tecnología y de la
plejo. Se ha comprobado que la visión neoevolucionis- voluntad colectiva conjuntada en aras de la producción
ta o procesual tampoco resuelve la explicación objetiva de obras de utilidad pública. Es innegable que el cons-
de la sucesión de los hechos en los contextos de los ha- tructor teotihuacano dominó su territorio a partir del
llazgos, porque las obras de la humanidad pertenecen profundo conocimiento de sus materiales de construc-
inamoviblemente a un tiempo y espacio determinados ción y la invención o innovación de tecnologías apli-
cuya sucesión, como eslabones de una cadena histórica, cadas a ese propósito específico, pero los hechos que
materializan esos procesos no son explicables en ausen-
cia de la acumulación de ancestrales experiencias que se
remontan por lo menos, a 600 años atrás de las fechas
convenidas para los ejemplares mostrados. Por su parte,
en otro tiempo, los constructores mexicas dispusieron
de tan sólo 250 años para la ocupación completa del is-
lote donde asentaron su capi­tal: Tenochtitlan, y escasos
150 para la producción de los edificios que cautivaron a
los europeos, que bien dieron cuenta de su sobrecoge-
dora monumentalidad (láminas 11 y 12).
La tradición constructora es la conjunción de los
saberes ancestrales aplicados a propósitos concretos de
producción de satisfactores de escala colectiva; en ella
tienen cabida el conocimiento de los materiales y el de-
Lámina 10. Tikal, Guatemala; Centroamérica. Perspectiva aérea sarrollo de los procesos sociales necesarios que pro-
del núcleo urbano desde el oriente (detalle del Edificio IV).
Dibujo y edición digital de Alejandro Villalobos.
gresivamente se convierten en sistemas constructivos,
componentes arquitectónicos y discursos contenidos

232
Lámina 11. Teotihuacán, México. Pirámide del Sol desde la Calzada de los Muertos. Perspectiva
ángulo suroeste. Dibujo y edición digital de Alejandro Villalobos.

de su ideología. Éstos conforman un sistema apropiado,


apropiable y expresivo de los más altos valores de la so-
ciedad que los produce. Espacio y tiempo se entretejen
como dimensiones envolventes de estos procesos, de-
jando a la sociedad la tarea de agente transformador del
entono en la producción de sus satisfactores colectivos
específicos y progresivamente más complejos. Así, los
conjuntos arquitectónicos y las estructuras configuran
el escenario cotidiano y significativo de esa sociedad.
Los procesos de producción arquitectónica son las
versiones particulares de cada grupo humano en la rela- Lámina 12. Teotihuacán, México. Pirámide de la Luna
desde la plaza. Perspectiva desde el sureste. Dibujo
ción con su contexto. Éstas ocupan el cuerpo central de y edición digital de Alejandro Villalobos.
nuestra discusión; se exponen las condicionantes tec-
nológicas de cada material y proceso constructivo, las
condiciones provistas por las diferentes regiones geo- ción o calibración cronológica: sabemos que una sigue a
gráficas de nuestro país y, naturalmente, los magníficos la otra, pero es difícil saber cuánto tiempo transcurre en-
resultados arquitectónicos y monumentales producto tre el momento en que la infraestructura cede su lugar a
de la acción humana concertada y dirigida por quienes la edificación. No es inmediato, como tampoco automá-
han trascendido por medio de estas obras. tico, que la disponibilidad del suelo urbano produzca
Los procesos de producción arquitectónica (PPA) sobre él alguna estructura o edificio monumental. Esta
son resultantes de la acumulación de conocimientos so- consideración surge debido a que existen ejemplos, en
bre las cualidades y atributos de las materias primas, sus el interior de núcleos urbanos, donde es posible percibir
fuentes de extracción, los tiempos y movimientos de la con claridad la transformación del suelo y la nula apari-
fuerza de trabajo en las tareas de suministro, transporte, ción de estructuras en su superficie, próximas o dentro
habilitado, colocación y acabado de los progresivamen- de las demarcaciones ocupadas por conjuntos arquitec-
te más complejos sistemas constructivos. La experiencia tónicos cuya inversión de trabajo les confiere un atribu-
obtenida por la generación de constructores ocupada en to de valoración significativo en el contexto original de
las labores de infraestructura se vierte en este siguiente edificación. Algunas excavaciones arqueológicas repor-
momento de la historia urbana y arquitectónica del si- tan la aparición de acumulaciones caóticas de materia-
tio, protagonizada por la edificación. La distancia en el les o bien progresivas sedimentaciones limo-arcillosas
tiempo entre emplazamiento y edificación es una situa- colindantes a los complejos arquitectónicos, que bien
ción que hasta la fecha presenta problemas para su data- pueden estar referidas a rellenos o fondos de cuerpos de

233
agua o reservorios vinculados con las tareas de conten-
ción espacial, propia de la diversidad de géneros funcio-
nales contenidos por el núcleo urbano o simplemente
ancestrales espacios vacíos.
El gradiente de complejidad atribuido al traba-
jo colectivo coordinado o especializado se refiere a la di-
ferenciación de tareas directamente relacionadas con la
edificación y que pueden o no desempeñarse en lo que
denominamos “pie de obra”, es decir, en el sitio ­directo
de la erección de determinada estructura. En este mo-
mento aparecen jornadas, labores o tareas cuyas eviden-
cias materiales hacen dirigir nuestra atención sobre un
posible subsistema de prefabricación, más bien próxi-
mo a las fuentes de extracción de agua, arenas, cemen-
tantes, madera, piedra o tierra, que al sitio directo de las
obras en proceso. La obtención de preformas en los ma- Lámina 13. Mesa Verde, Colorado; Estados Unidos. “Tower House”
desde el sureste. Dibujo a lápiz de Alejandro Villalobos.
teriales de construcción revela y confirma no solamente
las consideraciones de complejidad cualitativa y cuanti-
tativa en los componentes del sistema edificatorio in situ
o de la coordinada prefabricación en puntos distantes a bemos con certeza que si bien el suministro generoso
la obra misma, sino que nos hace cruzar el umbral de las de agua limpia y útil debe ser garantizado para los pro-
consideraciones sobre rendimientos y desempeños ca- cesos constructivos propios de cada obra, el principal
librables en términos del esfuerzo humano necesario y componente del sistema que no debe sufrir deshidra-
ejercido por la fuerza de trabajo. Esta circunstancia provee tación es el operario, el albañil en todas sus escalas je-
elementos que nos colocan en posibilidades de medir no rárquicas, porque de ello depende que los factores de
solamente el habilitado y la colocación, que son tareas rendimiento permitan arribar en tiempo y avance al tér-
propias del desempeño a pie de obra y, por tanto, referen- mino de determinada edificación. Atribuimos, pues, a
cias a tan sólo un segmento del proceso general de edifi- las jornadas nocturnas un papel equiparable a las diur-
cación, sino que nos involucran en el complejo mundo nas en lo que a procesos constructivos se refiere y las
que va más allá de los límites del propio núcleo urbano y privilegiamos en este texto como tiempo idóneo para el
relativo a la identificación de fuentes de estos materiales, trazo y la nivelación.
cuyas cualidades de durabilidad y resistencia son normal- Una obra arquitectónica en lo particular o un con-
mente superiores a aquellos de la infraestructura. junto arquitectónico en lo general se obtienen por al
Es este el momento del texto donde conviene cen- menos cuatro factores sustanciales que revelan formas
trar algunas consideraciones en torno de los tipos de complejas del estado que guarda el conocimiento, tec-
jornadas, faenas o tareas de edificación que llevaron a nología y pensamiento de la sociedad que las produce:
cabo los constructores indígenas y que no siempre son Primero: la planificación que presume la aplica-
materia de reflexión arqueológica tradicional, pero que ción de ancestrales y profundos conocimientos sobre el
algún día tendrán que ser sometidas a discusión en los espacio físico donde habrán de ser erigidas estas obras
espacios académicos y profesionales correspondientes. en combinación con las labores simultáneas o consecu-
En virtud del alto consumo energético que presume la tivas dirigidas a la apropiación y conversión del espacio
actividad de construcción, no solamente por virtud de natural, ya referidas como parte sustancial de la infraes-
la inversión de trabajo colectivo, sino por las altas tem- tructura urbana. Su resultado concreto se materializa en
peraturas que en determinada época del año registran el emplazamiento.
las regiones donde se ubican los sitios arqueológicos, Segundo: la identificación y selección de los ma-
es de alta probabilidad que algunas tareas fueran ejecu- teriales y procedimientos constructivos que, a la par de
tadas durante jornadas nocturnas. Los constructores sa- las progresivamente más complejas formas de organi-

234
zación del trabajo, conforman un proceso de produc- tados Unidos; son componentes del paisaje que no de-
ción arquitectónica donde tienen sede la acumulación bieron pasar inadvertidos si hablamos de permanencia
de conocimientos aplicados, la continuidad generacio- en el tiempo. Por su parte, los conos truncados espar-
nal de los constructores y su consecuente división es- cidos por el vasto eje neovolcánico de la mesa central
pecializada por tareas específicas que, coordinadas, de nuestro país se concentran en las tierras altas centra-
conducen a la eficiente obtención de un satisfactor con- les como conos cineríticos (volcánicos) que fracturan el
creto y de escala colectiva. horiz­onte, por ejemplo, de las centrales tierras mexica-
Tercero: la función social de los objetos arquitec- nas y particularmente las del Altiplano Central. Estos
tónicos que, previstos desde el momento mismo de edificios naturales son, a su vez, el resultado de la mile-
su trazo y nivelación, están destinados a entablar una naria acumulación de materiales pétreos incandescen-
intermediación física y, por qué no, simbólica con el tes expulsados por las acciones eruptivas y depositados
entorno donde se encuentran. En su condición de es- por gravedad en torno del cráter o base del tiro solidifi-
cenarios de la vida cotidiana y significativa del grupo cado de determinado volcán o fumarola; por tanto, sus
social en extenso de que se trate, el espacio urbano y planos inclinados, escarpas y taludes siguen el princi-
arquitectónico juega un papel sustancial como nuevo pio de reposo natural (lámina 13).
contexto, ahora urbano, donde la ideología se refuerza y En las extensiones territoriales de nuestro país y
reproduce por virtud del conjunto de atributos, incluso Centroamérica existen ejemplares contemporáneos y
escénicos, que definen el rumbo de uso y de las estruc- correspondientes al Horizonte Preclásico en sus perio­
turas que señorean el espacio urbano. dos Medio y Superior (del 800 a.C.-hacia principios
Cuarto: en el terreno conceptual, los paisajes sel- de la nuestra era), cuya edificación fue resuelta gracias
váticos y desérticos de nuestra latitud muestran la for- a una eficiente aplicación del elemental sistema cons-
ma como los materiales se comportan cuando quedan tructivo de compresiones y contenciones. Desde el más
a merced de la gravedad. Los progresivos derrumbres temprano ejemplar de arquitectura monumental ubica-
que a lo largo de miles o millones de años consolidan do en San Rafael Chamapa (Tlatilco, Estado de ­México)
las bases de los diques sólidos en cañones y profundas hasta los grandes conjuntos de edificios conocidos
barrancas del noreste y llanuras del suroeste de los Es- como Tepalcayo en la actual población de Totimehua-

Lámina 14. Uxmal Yucatán; México. Palacio del Gobernador y Pirámide del Adivino. Perspectiva desde el sur;
corte constructivo del palacio. Dibujo y edición digital de Alejandro Villalobos.

235
cán, Puebla, el conjunto arquitectónico Xochitécatl y el cleo hacia el terreno, antes de su contacto con la coraza
Alcoyo en Tlaxcala, la arquitectura de tradición Teuchit- exterior de cada uno de sus progresivos cuerpos ascen-
lán y el basamento de Tlapacoya, junto con su contem- dentes (lámina 14).
poráneo más significativo, el Gran Basamento Circular
de Cuicuilco, Ciudad de México, entre otros, son mues-
tras de la aplicación y utilización de estos principios ele- Los constructores
mentales de estabilidad estructural.
Un indicador concreto de desarrollo en materia Los antiguos constructores mesoamericanos debie-
de tecnología constructiva está cifrado en la homoge- ron de conferir a los núcleos de sus edificios una sin-
neidad y proporcional estabilidad que uno de ambos gular importancia porque a partir de ellos se desarrolla,
componentes del binomio núcleo-coraza guarda res- sea en forma radial o espiral, el resto de componentes
pecto del otro: la solidez del núcleo confiere a la coraza o cuerpos sobrepuestos. En la medida en que se ele-
una demanda o compromiso estructural de segundo van del suelo, confieren al sistema una escala progre-
­orden y viceversa. Esta situación no pudo ser previs- sivamente monumental a la vista de toda la población
ta sino como resultado de la experiencia que los siste- cirundante y, por qué no, participativa del proceso. Tan-
mas constructivos más tempranos presentaron ante la to en sus dimensiones de altura como en los sucesivos
incidencia de los agentes deteriorantes del medio. Las planos horizontales, los edificios avanzan sobre los es-
primeras mamposterías son el resultado de la com- pacios colectivos públicos o plazas que ceden superficie
binación de piedra y tierra humectada (barro) en una progresiva y proporcionalmente al avance de las obras.
relación heterogénea y proporcional de ductilidad y Como hemos dicho en otras ocasiones, no obstante su
resistencia, es decir: mayor proporción de barro que elemental principio gravitacional, los sistemas de edi-
piedra en los núcleos y mayor cantidad de piedra que ficación mesoamericanos desafían la lógica constructi-
barro en las corazas, generando así una granulometría va occidental, debido a que se revelan ante el visitante
graduada conforme más cercanos al exterior son estos como una geometría resultante de un proceso no siem-
sistemas. Las corazas anteceden a la aplicación de pie- pre evidente a simple vista; como el caso de las estruc-
dra cortada y hendida, comúnmente llamada “de cha- turas monumentales de El Tajín, cuyos edificios fueron
peo”, que dará la figura final o acabado de determinada construidos de “arriba hacia abajo”, donde el cuerpo su-
estructura. perior o más elevado antecede al resto de los cuerpos
Cuando hablamos de edificios de dimensiones y sucesivos, hasta llegar al cuerpo basal que concluye el
elevación considerables, como el Nohoch Mul de Cobá, proceso general de edificación (Villalobos, 2010: 56-63).
Quintana Roo, el Templo IV de Tikal en Guatemala o Una vez consumada o concluida una estructura,
las pirámides de Cholula y la del Sol en Teotihuacán, la sobreviene el uso, entendido como la operación y con-
composición heterogénea de los núcleos constituye un sumo de estos atributos de legibilidad e inteligibili-
alto factor de riesgo en su estabilidad por virtud de su dad; las labores colectivas incorporan un nuevo género
alta permeabilidad a los agentes del medio y la suscep- de actividad destinado a los trabajos de conservación y
tibilidad de su fluidez ante la presencia de humedad ex- mantenimiento de los edificios que garanticen la per-
cesiva perceptible por los constructores, tal como ocurre manencia del objeto arquitectónico. La primera historia
con los núcleos de plataformas, incluso durante el pro- concluye cuando un determinado edificio debe ser so-
ceso mismo de edificación. Ante semejantes circuns- metido a una reproducción parcial o total del proceso
tancias, se hizo necesaria la aplicación de sistemas de original de producción, ensanchando y expandiendo su
confinamiento de la fluidez o ablación de los núcleos cometido o programa, o bien extendiendo los límites
húmedos mediante secuencias paralelas de corazas in- de su función social. Las ampliaciones o sobreposicio-
teriores, como del ahogamiento de pilotes (postes) nes de las estructuras, una conducta reiterada y alta-
de madera o bien de la construcción de muros inter- mente utilizada en la Mesoamérica prehispánica, hace
nos que denominamos cajones de mampostería y cuya acto de aparición para cerrar un primer ciclo de vigen-
esencial función estructural, en los tres casos, es trans- cia del objeto. Una estructura arqueológica tendrá cuan-
mitir los esfuerzos genera­dos por el gran peso del nú- tas historias requiera la extensión de su vigencia o el

236
abatimiento de su caducidad u obsolescencia. El uso “primera historia del edificio”. Se establecen así los pa-
del espacio capturado por virtud de la presencia de las rámetros de diseño, la expresión arquitectónica que
estructuras es la magnitud o distancia entre la vigen- define al grupo mismo, y posiblemente se generen op-
cia resultante de su acción como satisfactor de esca- ciones regionales próximas a estos discursos del núcleo
la colectiva y la obsolescencia definitiva que indica no urbano, produciéndose los ejemplares de arquitectura
sólo el abandono de las labores de conservación asocia- regional, que reproducen a la arquitectura central en sus
das a estos edificios sino el agotamiento de la capaci- formas diagnósticas y su contenido programático, aun
dad constructora o edificatoria del grupo, así como de la cuando distinto quizá en su ejecución técnica.
irreversible pérdida de su legibilidad. Un papel fundamental y concluyente del proce-
La legibilidad e inteligibilidad del discurso arqui- so de producción arquitectónica lo juegan tanto los re-
tectónico consisten en la percepción directa del con- lieves ornamentales, la escultura arquitectónica, como
junto de estímulos que las estructuras generan en los los recubrimientos o aplanados superficiales (llanos o
habitantes de un determinado núcleo urbano; su lectura modelados). En el primer caso, las corazas son modi-
y comprensión refuerzan los vínculos de relación social ficadas en su plano inclinado para servir de soporte a
entre los miembros de un colectivo organizado e identi- planos verticales, paneles, tableros, esculturas monu-
ficado con sus predecesores y sucesores gracias a la pre- mentales, incrustaciones prefabricadas o nichos, cu-
sencia de los complejos arquitectónicos y sus edificios yas variantes formales y constructivas han sido materia
componentes. El espacio así contenido reitera o ratifi- de minuciosos análisis constructivos y estilísticos. El
ca el sentido de la diacrónica inversión de trabajo como principio de discontinuidad lineal entre la sucesión de
realidad concreta, confiriendo a las estructuras una fun- planos verticales o taludes en determinada mamposte-
ción social o uso que materializa lo que denominamos ría no significa riesgo alguno para la estabilidad de las

Lámina 15. Templo de la Serpiente Emplumada, Teotihuacán; México. Arriba: perspectiva desde el suroeste. Acuarela, Marquina,1922. Abajo:
alzado frontal de reconstitución. Acuarela digital con base en Villaseñor. Dibujo y edición digital de Alejandro Villalobos, 2002.

237
corazas que ofrecen blindaje al núcleo de determina- gresiva sucesión que confiere mayor monumentalidad
do ­edificio. Con este propósito incluso pueden incor- en proporción directa al incremento de su volumen. En
porarse grandes volúmenes de piedra labrada tanto en el propio Teotihuacán, la subestructura del Templo de
escultura como en relieves prefabricados, con el conse- la Serpiente Emplumada se suma a los casos de edifi-
cuente incremento deliberado de carga y peso previstos cios monumentales cuya sobreposición tuvo por objeto
en el sistema constructivo. Su presencia en el contex- la erradicación de su presencia en la memoria colecti-
to de determinada estructura resulta de un alto costo y va de las generaciones sucesivas y tardías que habi­taron
consumo en lo que a inversión de trabajo especializado la ciudad.
y esfuerzo humano se refiere, pero, no obstante, el re-
sultado le confiere un discurso conmovedor y altamen-
te significativo. Uso y desuso
Las argamasas, cales, morteros y recubrimien-
tos superficiales de estuco, así como las aplicaciones de Los objetos arquitectónicos están siempre a merced de
pintura mural, no solamente cierran el proceso de edi- la acción erosiva del medio desde el momento mismo
ficación, sino que en virtud de su presencia en el con- de su edificación; los edificios presentan deformaciones
texto constructivo concluye el primer ciclo o primera mecánicas propias de las condiciones de intemperismo
his­toria del edificio que permite el uso y puesta en fun- y heterogeneidad de sus sistemas constructivos, de im-
cionamiento de determinada estructura. Su cometido, previsiones de resistencia del terreno o de la diferencial
más allá de ser la superficie idónea para la aplicación participación de sectores sociales no especializados en
de motivos pictóricos de alto sentido social, ideológico, las jornadas de edificación. La conservación y manteni-
político o simbólico, constituye la piel de la arquitec­tura miento arquitectónicos son acciones que intentan aba-
y como tal juega un papel de primordial importancia tir a los agentes activos del deterioro. El sometimiento
como superficie impermeable, térmica, confortable e, de las estructuras a regímenes de cargas no previstos
igualmente, como indicador del trabajo estructural o desde su edificación acelera el proceso de transfigura­
mecánico del edificio. Los recubrimientos constituyen ción de los edificios para convertirlos finalmente en
el medio por el cual se evidencia oportunamente cual- montículos. Los agentes del medio, entre los que desta-
quier deformación del núcleo o coraza que exija labores can la lluvia, los sismos, los vientos o la invasión vegetal
de conservación y mantenimiento (lámina 15). y animal, actúan discretamente en términos del tiem-
La vida útil de una determinada estructura es di- po necesario para convertir un edificio en un montón
rectamente proporcional al desempeño de su tarea aparente de escombros. Ante estos agentes, las reaccio-
original. A este binomio funcional elemental le deno- nes mecánicas de los edificios tienen conductas y resis-
minamos vigencia, y hablamos de obsolescencia cuan- tencias previsibles. No obstante, frente al conjunto de
do esta función inicial debe ser ampliada, diversificada, acciones destructivas deliberadas de las personas (co-
suplantada o erradicada de la memoria colectiva, te- nocidas también como agentes antrópicos), una edifica-
niendo como base lo ya edificado. Así, el hecho mismo ción es totalmente vulnerable y ante ellos se encuentra
de sobreponer un edificio a otro previo, desde esta ópti- a merced absoluta, toda vez que se trata de un proceso
ca, se explica como un principio de economía construc- de desmantelamiento o desintegración diametralmente
tiva que fundamenta la progresiva monumentalidad y opuesto al que debe su existencia.
permanencia de una estructura en la solidez de la que Sin intenciones de atentar contra nuestro senti-
le antecede, a­ hora como núcleo de aquella que la en- do común, uno de los indicadores concretos de obso-
vuelve parcial o totalmente, una cátedra de continui- lescencia o caducidad de las estructuras es el cese de las
dad generacional: de la probada solidez de su antecesor, acciones de conservación que consumen recursos impor-
un edificio superpuesto está llamado a permanecer en tantes del grupo que las edificó y, por tanto, el cese de sus
el tiempo. Decenas de ejemplares monumentales de las funciones y uso del espacio que evidencian su absoluto
Tierras Bajas Mayas dan muestra de ello y, más cercanas abandono. No sobra decirlo: un edificio o un conjunto
al centro, como resultado de recientes exploraciones, arquitectónico entero pueden convertirse en la cantera o
la Pirámide de la Luna en Teotihuacán revela esta pro- fuente de aprovisionamiento de materiales prefabricados

238
Lámina 16. Chacmultún, Yucatán; México. Perspectiva digital con base en fotografía de Teobert Maler; reconsitución
del sistema constructivo y estructural de bóvedas. Dibujo y edición digital de Alejandro Villalobos.

para otras estructuras, ocasionalmente de menor escala. ción de bienes patrimoniales, desde una sólida plata-
La demolición también tiene un gradiente de compleji- forma científica y social (lámina 16).
dad debido a que exige también una determinada orga-
nización social, en tanto requiere de esfuerzo humano
coordinado para ser llevada a cabo adecuadamente. In- Concluyamos
vocamos de nuevo el caso del Templo de la Serpiente
Emplumada en Teotihuacán como uno de los ejemplos Termina nuestra exposición con una breve presentación
donde la demolición fue suspendida una vez que la es- que, más allá de haber intentado una respuesta exhaus-
tructura inicial había perdido su carácter y contenido dis- tiva a la pregunta inicial, propone una siguiente cade-
cursivo, para convertirla en un montículo de materiales na de cuestionamientos en torno de la temática que nos
al que le fue sobrepuesta otra edificación de mucho me- ocupa. Concluimos entonces con la primera de muchas
nor volumen y mucha menor calidad constructiva, su- preguntas más.
pliendo deliberada e históricamente a la primera. Muchas páginas están por escribirse al respecto
El proceso de deterioro de una determinada edifi- de uno de los más conmovedores fenómenos culturales
cación es irreversible: convierte al objeto arquitectóni- universales, como lo es la arquitectura y los procesos de
co en objeto arqueológico y los indicadores materiales producción del hábitat de las remotas civilizaciones del
de sus condiciones de producción original quedan se- planeta. Ya lo señalaban nuestros maestros: “Estamos
pultados en los, no siempre explorables, estratos pro- apenas ‘arañando’ la superficie de un profundo y vasto
fundos de los edificios. Es necesaria entonces la acción universo de hechos…” En este territorio intelectual, la
de prospección continuada como sustento esencial de arqueología y la arquitectura tienen un papel sustancial,
la investigación arqueológica, en tanto ésta integra los cuyos avances recientes resultan altamente significati-
parámetros teóricos y metodológicos necesarios para vos en aras de escudriñar esos procesos comunitarios,
la adecuada intervención de los objetos en su condi- técnicos y mecánicos necesarios en la obtención de sa-

239
Lámina 17. Tula, Hidalgo; México. Edificio B o de Tlahuizcalpantecuhtli: perspectiva de reconstitución desde el Edificio C; sección
longitudinal de reconstitución hipotética del sistema constructivo del edificio y templo superior con base en Jorge R. Acosta; perspectiva
de reconstitución del sistema constructivo en columna serpentina del templo superior y perspectiva del sistema constructivo del
denominado “Tablero en Placa” con base en los muros oriente y norte del Edificio B. Dibujos y edición digital de Alejandro Villalobos.

tisfactores colectivos de espacio habitable y útil para la La conservación del patrimonio edificado es una
contención física de la sociedad. tarea colosal, como colosal sin duda es el proceso de
Llegará el día en que podamos saber con una pre- producción de ejemplares urbanos y arquitectónicos
cisión próxima a la realidad extinta no solamente la ubi- monumentales de la Mesoamérica preshipánica, cosa
cación exacta de las fuentes de provisión de materiales que hemos intentado explicar aquí: señalar solamente
de construcción, su extracción, preformas, transportes, algunas de las inconmensurables tareas que debieron
suministro y colocación a pie de obra, así como también desarrollar las sociedades extintas de nuestra latitud, en
el número de personas y sus jerarquías, jornales y labo- aras de concebir, planear, producir, conservar y, even-
res en el proceso general. Lo que quedará siempre en el tualmente, sobreponer nuevas historias a sus emplaza-
misterio serán sus afanes, causas, pensamientos, volun- mientos y estructuras, que comprometen el conjunto
tades y sueños de ver concluida una obra de arquitec- de acciones, labores y tareas profesionales especializa-
tura monumental que da buena cuenta objetiva de su das actuales para explorar, proteger, conservar y multi-
paso por la vida. plicar su conocimiento, porque en las obras del pasado
La capacidad de delación es ese atributo que se materializa la sabiduría, el esfuerzo y el trabajo acu-
confluye a las fuentes objetivas del conocimiento ar- mulado de las generaciones ancestrales. Eso lo hemos
queológico y arquitectónico; es la posibilidad de re- aprendido bien. Sólo el trabajo genera valor, valor ob-
velar la mayor cantidad de información sobre sus jetivo e irreproducible. Los complejos urbanos y arqui-
constructores y habitantes. Los potenciales informa- tectónicos atribuidos a nuestros remotos ancestros son
tivos que resguardan esos objetos, que para muchos objetos continentes del ahorro social contenido en edi-
no han dejado de ser “montones de piedras”, consti- ficaciones que señorean el paisaje, monumentos que
tuyen el núcleo duro de un segmento sustancial de la han desafiado a la gravedad y han derrotado al tiempo,
investigación interdisciplinaria contemporánea, cuyas pero que, no obstante esta aparente fortaleza, son alta-
fronteras hoy se antojan ilimitadas; de ahí el enorme mente vulnerables ante la creciente especulación terri-
compromiso de estudiarlas y resguardarlas para las torial e inmobiliaria de ciertos sectores de la sociedad
futuras generaciones. contemporánea (lámina 17).

240
Bibliografía

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Zona arqueológica de Tancama, Querétaro (INAHMEDIOS/MM).


Uxmal, Yucatán (INAHMEDIOS/MM).
La transformación del espacio natural en espacio
humano: el caso de las ciudades mayas
J os é H u c h i m He r r e r a
Centro INAH Yucatán
Lo u r d e s Tos can o He r n á n d ez
Centro INAH Yucatán

Sin duda, uno de los rasgos más reconocidos de las cul- cio tanto horizontal como vertical y con ellos construir
turas mesoamericanas son sus ciudades; cualquiera de el espacio sagrado. La materialización de estos concep-
ellas da fe de la habilidad de los antiguos pobladores tos debió de haberse efectuado primero en edificios de
para conocer su medio ambiente natural y transformar- materiales perecederos, y ya con el perfeccionamiento
lo hasta crear un hábitat puramente humano. Al con- de la albañilería los petrificaron.
templar obras tan impresionantes como las pirámides El concepto de espacio maya está basado en la ob-
del Sol y de la Luna en Teotihuacán, o aquellas de las servación de la bóveda celeste y de los astros principales.
ciudades mayas, famosas por sus elaboradas decoracio- De acuerdo con David Freidel y Linda Schele (1990), “el
nes, nos surgen innumerables preguntas: ¿cómo las hi- universo de los mayas estaba estructurado, verticalmente,
cieron?, ¿qué materiales usaron?, ¿qué conocimientos en tres reinos: la bóveda celeste, la tierra o mundo medio
de ingeniería y de arquitectura fueron necesarios para y el inframundo. Estos planos se encontraban estrecha-
construirlas?, ¿para qué sirvieron? Y son los arqueólo- mente ligados y gente extraordinaria, como los chamanes,
gos quienes, a través de sus estudios, se han dedicado a podía acceder del plano medio a cualquiera de los otros”.
dar respuesta a todas estas dudas. Poco a poco, los avan- En el plano horizontal, continúan Schele y Freidel,
ces en las exploraciones nos han permitido no sólo co- “el mundo maya se encontraba delimitado por los pun-
nocer el aspecto material de los monumentos, sino ir tos cardinales, y a cada uno de éstos correspondía un
más allá y asomarnos al mundo de conocimientos que color, un ave, y un árbol, así como dioses y rituales espe-
está detrás de cada muro y de cada piedra, es decir, los cíficos”. Lo característico de esta manera de ver el mun-
procesos de los que derivan. do es que para los mayas el eje principal estaba marcado
Generalmente nos acercamos a los edificios pri- por el trayecto que recorría el sol, es decir, de este a oeste.
vilegiando el estudio de sus formas y diseños, pero en Esto quiere decir que en un mapa de los antiguos mayas,
este caso intentaremos proporcionar una noción de el este, y no el norte, se señalaría en la parte de arriba.
cómo se lograron concretar las ideas que el hombre Finalmente, “en el centro de todo se encontraba el
concibió, qué materiales utilizó y cómo los obtuvo. árbol sagrado, conocido como Wacah Chan. Este árbol
recorría por completo la creación: su tronco atravesaba la
tierra, mientras sus raíces se extienden por el inframun-
El concepto de espacio entre los mayas do y sus ramas llegan a lo más alto de la bóveda celeste”.
Hacia el periodo Preclásico Medio y Tardío este
Para entender cómo los mayas construyeron su espacio, cosmograma se reproducía utilizando la ciudad ente-
su hábitat, es necesario pensar que todas las formas ar- ra, dando como resultado patrones de organización
quitectónicas y sus significados tuvieron su génesis en en ejes: este-oeste o norte-sur. En México, un ejemplo
la mente, en la imaginación de algún individuo; pero de esta organización lo vemos en la ciudad de Yaxuná,
para poder cristalizarse en forma de espacio construido cerca de Chichén Itzá, o en Kabah, en la región Puuc.
fue preciso que la sociedad en su conjunto estu­viera de Para periodos posteriores, toda esta cosmovisión que-
acuerdo con esas formas, símbolos y significados. dó plasmada a nivel de conjunto, como sucede con el
Es así que antes de realizar cualquier obra física, Cuadrángulo de las Monjas, en Uxmal (láminas 1 y 2)
los mayas tuvieron que desarrollar su concepto de espa- (Kowalski, 1998).

243
Lámina 1. Vista área central de la ciudad de Uxmal, Yucatán (JH).

El origen por los mayas sin haber sido alterados por construccio-
nes posteriores, y gracias a ello se han obtenido las me-
¿Pero cómo surgió la ciudad maya? Sería lógico pensar jores evidencias de este fragmento de la historia maya
que las primeras modificaciones que los mayas hicieron precolombina (Forsyth, 1993).
a su medio ambiente fueron para solucionar problemas La estructura 51L-1 de Nakbé, fechada alrededor
básicos, como cualquier grupo humano, tales como la del 800 a.C., se considera la mejor documentada de esa
alimentación y el abrigo, y no propiamente para crear época; sus rasgos constructivos, aun cuando son rudi-
una ciudad. Sin embargo, los claros que abrieron en el mentarios, demuestran que ya existía un conocimiento
monte para poder cultivar la tierra y las viviendas que de los materiales de construcción, producto de la expe-
establecieron en sus alrededores fueron modificando riencia acumulada durante varios años. La estructura al-
el ambiente natural, creando áreas abiertas que, tiempo canza una altura de dos metros, tiene muros de perfil
más tarde, con la formalización de los conceptos de es- vertical elaborados con sillares de piedra tallados tosca-
pacio, dieron origen al binomio plaza-templo, presen- mente, que fueron pegados con morteros de cal y arci-
te desde las más antiguas ciudades mayas (Andrews, lla. Las juntas, es decir, el espacio que queda entre las
1979). piedras del muro, eran muy gruesas. Además, se encon-
Diversos investigadores coinciden en marcar el traron evidencias de que los muros estuvieron recu-
Preclásico Medio (900/800-250 a.C.) como el periodo en biertos con una capa gruesa y burda de argamasa de cal.
que se inició la arquitectura compleja, aunque las evi- Sobre la superficie del basamento se colocó un piso de
dencias son difíciles de obtener, ya que la mayoría de estuco (Hansen, 1998).
ellas quedaron cubiertas por construcciones posteriores. El Grupo Oriental de ese mismo sitio, formado
A principios de la década de 1990 las investigacio- por las estructuras 47, 49, 51 y 53, muestra una secuen-
nes desarrolladas en la Cuenca del Mirador dictaban la cia de construcción que se desarrolló entre los horizon-
pauta sobre el conocimiento de los inicios de la ciudad tes cerámicos conocidos como Mamón (600-350 a.C.) y
maya (Hansen, 1998; Forsyth, 1993). Chicanel (350 a.C.-250 d.C.). Gracias al estudio de este
Algunos grupos de la ciudad de Nakbé, fechados proceso de cerca de 800 años se pudieron establecer al-
para inicios del Preclásico Medio, fueron abandonados gunos rasgos que atestiguan el avance de la tecnología

244
constructiva (Forsyth, 1993). Así, sabemos que alrede- cavaciones realizadas en las entrañas de la Estructura II
dor del 600 a.C. los mayas fueron capaces de construir dejaron al descubierto una larga secuencia de construc-
enormes basamentos que sirvieron para sostener otras ción. De los primeros tres periodos no se tiene mucha
construcciones piramidales de grandes dimensiones y información, pues fueron destruidos por los mismos
con alturas que rebasaban los 14 m. Las evidencias re- habitantes prehispánicos. Para maravilla de propios y
gistradas durante la exploración del Grupo Oriental de extraños, la denominada Subestructura IIc no tuvo el
Nakbé indican que desde su génesis el conjunto fue mismo fin, ya que los mayas la enterraron ritualmente
planeado tal y como se encuentra ahora. En él se ha re- y se conservó bajo toneladas de piedra, hasta que fue ex-
conocido un arreglo típico de las ciudades preclásicas, cavada por el arqueólogo Ramón Carrasco Vargas, quien
conocido en la literatura arqueológica como Grupo  E menciona que para ese momento la Subestructura II
porque el primero de este tipo que se reportó fue el estaba formada por al menos tres edificios dispuestos
Grupo E de Uaxactún. Este conjunto arquitectónico tuvo sobre un gran basamento. La fachada principal estaba
variaciones a través del tiempo y según las distintas re- orientada hacia el norte, donde una escalera enmarca-
giones en las que se construyó; sin embargo, se carac- da por mascarones conducía al interior de la pirámide,
teriza por que los principales edificios siempre están que en este caso está representando el Witz, o “Monta-
dispuestos uno frente a otro, en los costados oriente y ña”, que en la cosmovisión maya simboliza el lugar de
poniente. Recordemos que en la cosmovisión maya es- origen y la morada de los ancestros. La esca­lera conduce
tos puntos son los más importantes, ya que marcan el a un pasadizo con un arco de punto rebajado con el que
inicio y el fin de la trayectoria del sol. se recreó la cueva de acceso a Xibalbá, o el inframundo
Ya en la segunda mitad de la década de 1990 las (Rodríguez, 2004; Carrasco, 2014), lugar donde habi-
exploraciones en Calakmul, en el actual estado mexi- taban los dioses de la muerte, pero también donde la
cano de Campeche, aportaron grandes conocimientos muerte es vencida, dando paso al renacimiento (­Schele
acerca de las primeras etapas de la ciudad maya. Las ex- y Freidel, 2000).

Lámina 2. Edificio oriente del Cuadrángulo de las Monjas de Uxmal, Yucatán (HB).

245
Lámina 3. Casa maya tradicional (JH).

El edificio está decorado con un elaborado friso poco a poco las piezas del rompecabezas se van recu-
que en el área central tiene un personaje en posición de perando.
reptar y a sus costados dos aves con las alas abiertas, de Como podemos ver, las bases para el desarro-
cuyos picos emergen figuras antropomorfas. Dos oreje- llo de los periodos posteriores estaban puestas desde
ras en forma de serpientes rematan la escena (Carras- el Preclásico Medio, tiempo en el que ya existía un en-
co, 2014). tramado ideológico complejo que requirió de espacios
Indudablemente, al paso de los años nues- construidos en los que pudieran efectuarse las ceremo-
tro conocimiento se va incrementando y ahora sabe- nias que legitimaban el poder de los gobernantes. Entre
mos que en fechas tan tempranas como el 600 a.C. los los primeros conjuntos reconocidos tenemos la Monta-
mayas erigieron majestuosos edificios, y podríamos ña-Cueva, el Juego de Pelota y el Arreglo Triádico; todos
suponer que imponentes ciudades. Esto implicó ne- esos lugares sirvieron de escenografía para llevar a cabo
cesariamente un gran desarrollo en el conocimiento elaboradas ceremonias, como las que se hacían para lo-
de técnicas y materiales de construcción. Así también, grar el favor de los dioses, o de ascensión al trono; tam-
la “arquitectura de poder”, es decir, aquella erigi- bién se edificaron las residencias de la élite, conocidas
da por la clase gobernante para legitimar su domi- como palacios. Estos conjuntos estuvieron enlazados
nio, evidencia una gran complejidad social y política. por espacios abiertos, entre los que destacan las plazas,
Desafortunadamente, los vestigios son escasos, pero los patios y los caminos.

246
Los materiales Las estructuras registradas en el Preclásico Medio
han arrojado importante información que nos permite
Podemos decir que si bien las primeras construccio- asomarnos a los conocimientos sobre materiales y téc-
nes mayas estaban hechas con materiales perecederos, nicas que los mayas usaron con el fin de transformar el
que quedaban al alcance de cualquier grupo domésti- ambiente natural y crear un espacio para desarrollar sus
co, su uso también requirió de una serie de conocimien- actividades cotidianas.
tos que debieron de derivarse de la experiencia. Los Entre los materiales usados tenemos principal-
antiguos habitantes fueron aprendiendo qué maderas mente la piedra, cortada de distintas maneras según el
eran las idóneas para construir y dónde debían ponerse, lugar donde se fuera a colocar. Las que formaron par-
qué tipos de palma podían servir para hacer los techos te de los rellenos tuvieron distintos tamaños y formas;
y cuál era el ángulo de inclinación adecuado para facili- unas sirvieron como cuñas, otras como muros de con-
tar la caída de la lluvia y evitar la pronta degradación de tención internos y otras más para dar volumen. Todas
la palma. También fueron conociendo las características ellas presentan caras irregulares y sólo fueron cortadas
plásticas de los diferentes tipos de tierra que, mezclados hasta lograr la forma deseada. Las piedras que se usa-
con materiales vegetales, les permitieron recubrir el en- ron en los muros exteriores en un principio tuvieron ta-
tramado de madera con que formaron sus muros; en la llados burdos, aunque se notaba la intención de crear
actualidad a este sistema constructivo se le llama baja- bloques rectangulares; tiempo después el corte de las
reque (lámina 3). piezas fue más regular y se lograron tamaños estan-
Si bien los restos de estos materiales no ­perduraron darizados. El trabajo de cantería nos permite atisbar el
hasta nuestros días, contamos con pinturas mura­les y complejo mundo que está detrás de cada piedra. En pri-
fachadas de edificios en los que encontramos repre- mer lugar, tenemos que pensar en los lugares de don-
sentaciones de esta clase de construcciones. Podemos de se extrajo, es decir, las canteras, las cuales no siempre
conocer la sabiduría implícita en ellas a través de las estaban cerca de los sitios donde se utilizaba la roca.
casas de bajareque y paja que aún se conservan en los Luego tenemos que suponer que existía un n ­ úmero
asentamientos rurales de varios estados del sures-
te mexicano y en Guatemala. Por supuesto, el princi-
pal material fue la madera, pero de diferentes clases.
Para los horcones, sobre los cuales recae la carga del te-
cho, son necesarias maderas fuertes y resistentes a la
humedad, tales como el kopte (Cordia dodecandra) y el
jabín (Ichthyomethia comunis). Para hacer el entramado
de los muros se emplean maderas flexibles y delgadas,
como sutup (Helicteres baruensis), y para los amarres
se utiliza el bejuco (Mikania glomerata). Para recubrir
el esqueleto de los muros se emplean arcillas mezcla- Lámina 4. Horno de cal a cielo abierto (JH).
das con fibras vegetales, en tanto que para los techos
se utiliza palma o paja.
En cuanto a la arquitectura de poder, es posible que
las primeras manifestaciones tangibles hayan sido de
materiales perecederos que no han llegado hasta nues-
tros días o que no se han localizado aún; recordemos
que en Calakmul se detectaron tres etapas anteriores a
la Subestructura IIc, la estructura completa más anti-
gua registrada en el área maya (Carrasco, 2014). Sin em-
bargo, no fue sino hasta la aparición de la mampostería
cuando las formas concebidas en las mentes de los ar-
quitectos mayas pudieron materializarse libremente. Lámina 5. Horno de cal a cielo abierto (JH).

247
i­mportante de personas dedicadas a la extracción, el ta-
llado y el traslado de este material. La estandarización
de formas, tamaños y diseños nos permite suponer
que había artesanos especializados, quienes con instru-
mentos de piedra que hoy nos parecen rudimentarios,
dieron forma a esos enormes bloques que finalmente se
convir­tieron en los edificios que ahora nos maravillan.
La madera también fue un gran aliado en la cons-
trucción de edificios de mampostería, ya fuera para ins-
talar la infraestructura necesaria para fabricarla, como
rampas, poleas, andamios, cimbras, puntales, rodillos
y palancas, o para formar parte de elementos estructu-
rales, como fue el caso de los dinteles o las jambas. Al-
gunos de ellos estuvieron bellamente esculpidos, como
los que se encontraron en Dzibanché, Quintana Roo,
cuyo nombre significa precisamente “escritura en ma-
dera”. Entre los árboles reconocidos para elaborar estas
piezas están el chicozapote (Achras zapota) y el ciricote
(Cordia dodecandra).
Otros materiales de gran importancia fueron los
morteros; de acuerdo con las investigaciones realiza-
das hasta ahora se sabe que en las etapas tempranas
se utilizaron mezclas con barros o arcillas, las cuales, al
combinarse con agua, proporcionaban la adherencia su- Lámina 6a. Ejemplo de mampostería de recubrimiento (JH).
ficiente para muros de poca altura (Guerrero, 2013). El
cuatrapeado de las piedras y la colocación de cuñas en
las uniones ayudó en gran medida al buen funciona-
miento de este tipo de morteros.
Sin lugar a dudas, uno de los grandes protago­
nistas de la arquitectura maya son los morteros de
cal-arena. Suponemos que el descubrimiento de  las
propiedades de la piedra caliza, que sometida a ­altas
temperaturas da como resultado la cal, fue obra del
azar, sí, pero también de la observación detallada
de  este fenómeno. Es lógico pensar que este descu- Lámina 6b. Corte del edificio del Cuadrángulo de los Pájaros que muestra
la aplicación de la mampostería de recubrimiento. Dibujo de Arturo Valle.
brimiento ocurrió durante el proceso de la quema del
monte, necesaria en la preparación de la tierra para la
siembra. Es ahí donde la cantidad de árboles incen-
diados permite alcanzar temperaturas arriba de los de cal y transportarla desde el lugar de producción has-
1000º  C necesarios para deshidratar la piedra caliza, ta el sitio donde se iba a usar. El transporte de la cal re-
abundante en muchos montes del área maya, y de ahí presentó todo un reto, ya que los antiguos mayas no
a que se mezclara con el agua sólo era cuestión de que tenían contenedores livianos que permitieran su tras-
cayera un aguacero. Pero de su descubrimiento acci- lado fácil y seguro, pues la cal viva es muy irritante. Es
dental a su producción intencional debió transcurrir posible que ésta fuera transportada sin hidratar y como
un buen tiempo, pues producir esas temperaturas no si se tratara de tamales, es decir, envuelta con hojas ve-
es cualquier cosa, como tampoco lo es seleccionar la getales de gran tamaño, como aún se observa en algu-
piedra adecuada, y mucho menos convertirla en pasta nas comunidades de Tabasco.

248
En 2011, en Uxmal se hizo un horno de cal a cielo Elementos arquitectónicos
abierto con la finalidad de documentar el procedimien- de los edificios mayas
to (láminas 4 y 5). Para ello recurrimos a personas de
comunidades cercanas que conocían el proceso; ellas se Si bien cada uno de los elementos que constituyen los
dieron a la tarea de seleccionar la piedra caliza idónea, edificios mayas fueron adquiriendo particularidades a
que en maya se conoce como ’sace’elbach, la cortaron en través del tiempo y el espacio, dando pie a lo que se co-
forma de cuñas y éstas las pusieron en la parte su­perior noce como estilos arquitectónicos, podemos generali-
de una pila de madera verde. Con 100 piedras de tama- zar la manera en que eran construidos.
ño regular (30 cm de diámetro aproximadamente) se
obtuvieron 750 kg de cal.
Una vez que los mayas dominaron los morteros Basamentos
de cal y con ello la durabilidad de sus obras, estuvieron
en condiciones de producir cualquier tipo de construc- Un elemento característico de la arquitectura maya es el
ción para crear su medio ambiente a la escala deseada. basamento, o terraplén, que proporcionó una superficie
plana y firme a los edificios de mampostería.
Los basamentos están formados por un muro de
La técnica de construcción contención externo hecho con piedras talladas; los hay
con piedras toscas y otros con piedras bien labradas.
Los mayas utilizaron dos técnicas constructivas, que se Los rellenos fueron elaborados con una serie de “cajo-
conocen como “mampostería verdadera” y “mampos- nes” o “celdas de construcción” fabricados con muros
tería de recubrimiento” (Pollock, 1980: 571-572). En la de piedra, afianzados con cuñas únicamente. Estos ca-
primera, los muros tenían un núcleo central limitado jones se sobreponían en capas cuatrapeadas hasta al-
por dos caras de bloques de piedra labrados en forma de canzar la altura deseada, técnica que se ha reportado por
laja; parte de estos bloques se introdujo en el núcleo del toda el área maya desde tiempos preclásicos hasta pos-
muro de tal manera que constituyeron una unidad que clásicos. Estos cajones fueron rellenados con materiales
sostuvo el peso de los techos. Esta técnica se usó en la diversos; hacia el Preclásico Medio los rellenos fueron
mayoría de las ciudades mayas (Andrews IV, 1973: 301). poco compactos y se utilizaban distintos materiales,
La otra técnica constructiva también se conoce como desde materiales arcillosos hasta piedras burdas (Han-
“encofrado perdido” (Prem, 1995: 29), en ella el núcleo sen, 1990: 156; Forsyth, 1993). En etapas posteriores los
es el que sostiene toda la carga del edificio, mientras rellenos se hicieron de manera más homogénea, utili-
que las piedras que dan el acabado final a la construc- zando piedras de diferentes tamaños bien acomodadas
ción no tienen ninguna función estructural y sólo sirven y afianzadas con cuñas. Por lo general, los mayas pre-
para revestir el núcleo (lámina 6). A través de los años hispánicos ponían sobre el terreno natural las piedras
el tallado de la piedra de recubrimiento se perfeccionó, más grandes y, a medida que alcanzaban la altura de-
y en las últimas manifestaciones se produjeron compli- seada, disminuían el tamaño hasta tener como acabado
cados mosaicos de piedra, como los que se observan en final una cama de piedras pequeñas, que sirvió de base
el Cuadrángulo de las Monjas o en el Palacio del Gober- al aplanado de estuco que formó la superficie.
nador en Uxmal (lámina 7). Aun cuando esta técnica se
des­arrolló en la región Puuc, se han encontrado edificios
construidos de esta manera en otros sitios de los esta- Muros
dos mexicanos de Yucatán, Campeche y Quintana Roo.
Con estas dos maneras de construir, los mayas hi- Los muros fueron construidos con las dos técnicas des-
cieron las distintas partes de los edificios, tales como critas anteriormente: la mampostería verdadera y la de
basamentos, escalinatas, muros cargueros y perime- recubrimiento. Para fabricar los muros, los mayas deli-
trales, bóvedas, techos planos y, por supuesto, las ela- mitaron su perímetro y grosor y colocaron hiladas para-
boradas fachadas y cresterías que complementaban el lelas de piedras labradas, cuyo centro rellenaron con
arreglo de los edificios. piedras amorfas y cuñas “amarradas” con morteros-

249
Lámina 7. Palacio del Gobernador de Uxmal, Yucatán (JH).

de cal. Este procedimiento se hizo capa por capa de la quinas se separen (Gendrop, 1997). La moldura media
siguiente manera: se colocaban las piedras que delimi- marca también el inicio del friso, sitio donde iba la de-
taban las caras del muro, se vertía el relleno, nivelándolo coración de los edificios.
a la altura de la piedra, y se colocaba la siguiente hilera.

Techos
Molduras
Los mayas tuvieron dos maneras de cubrir sus edificios
La moldura es una saliente que rodea al edificio, for- de mampostería: la más conocida es la bóveda, la cual
mando una banda horizontal; recibe distintos nom- se forma con dos mitades que trabajan como unidades
bres, dependiendo de la parte en que se encuentre: en independientes, lo que impide una transmisión mu-
la base se llama zócalo o rodapié; en el centro, moldu- tua de las cargas (Loten y Pendergast, 1984; Prem, 1999;
ra media, y cornisa en la parte superior; la más frecuente Roys, 1934). Los antiguos constructores fueron colo-
es la moldura media. Algunos investigadores la consi- cando hiladas de piedras largas, conocidas como lajas,
deran un simple adorno, pero Paul Gendrop, experto en sobre los muros longitudinales de un recinto. La prime-
arquitectura maya, propuso que funcionaba de manera ra hilada sobresalía pocos centímetros de la vertical del
similar a las “cadenas” de los edificios actuales, es decir, muro, ésta se afianzaba con mortero de cal-arena y se
sujetan las paredes de los edificios, evitando que las es- ponía otra hilada, que sobresalía pocos centímetros de

250
la ­anterior, intentando así cubrir el ancho del cuarto; un neral se usaron en las entradas múltiples, aunque en
extremo y otro nunca se tocaron y fue necesario utilizar algunos casos, como en Chichén Itzá, hicieron las veces
una piedra plana para cubrir el claro central; a ésta se le de muro central.
denomina “piedra-tapa”.
Por su diseño inclinado, la bóveda maya presen-
ta un equilibrio inestable y por lo tanto tiene una ten- Comentarios finales
dencia natural al desplome, ya que el intradós traslada
el centro de gravedad del muro hacia el interior del re- A la llegada de los españoles la mayoría de las princi-
cinto, donde no existe ningún punto de apoyo, de ahí pales ciudades mayas estaban deshabitadas desde ha-
que su estabilidad radique en el buen funcionamiento cía varios siglos. Recordemos que para que existiera
del núcleo y el mortero, los cuales forman casi una uni- la arquitectura de poder era necesaria una comunidad
dad monolítica con los muros de carga (Roys, 1934). próspera y organizada, que destinara sus esfuerzos a la
Después del 1200 d.C. en la región que ahora se construcción de esas grandes obras. Al colapsar esa so-
conoce como la Riviera Maya, en el estado mexicano de ciedad dejaron de levantarse edificios monumentales,
Quintana Roo, se empieza a utilizar el techo plano, que y la técnica necesaria para crearlos, como todo conoci-
representa un gran avance tecnológico, ya que dismi- miento que no se utiliza, cayó en el olvido.
nuye la cantidad de material de construcción utilizado Sin embargo, los sitios, lejos de desaparecer de la
y permite cubrir claros más amplios. Fue fabricado con memoria de los pobladores, se convirtieron en lugares
un entramado de madera sobre el que se colocaba una de culto ocasional, e incluso el imaginario colectivo em-
mezcla de mortero de cal-arena y piedras pequeñas, co- pezó a tejer leyendas para explicar su existencia, pues
nocida en la actualidad con el nombre de calcreto. ciudades tan impresionantes sólo podían ser obra de
dioses o de criaturas míticas, como magos o hechiceros.
Saber y entender cuáles fueron las motivaciones
Apoyos que los antiguos pobladores del área maya tuvieron
para modificar los entornos naturales a escalas que, aun
Se denomina “apoyo” a la parte del edificio que sostie- hoy, nos parecen imposibles, es una labor titánica, no
ne el peso del techo en las partes donde no hay muros. cabe duda de que la aventura que los arqueólogos he-
Los apoyos eran de dos formas principalmente: la cilín- mos emprendido en un afán por conocer nuestro pasa-
drica o columna, y la cuadrangular o pilastra. Por lo ge- do apenas está iniciando.

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252
Dzibanché, Quintana Roo (INAHMEDIOS).
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Chicanná, Campeche (INAHMEDIOS).

254
Hormiguero, Campeche (INAHMEDIOS).

Santa Rosa Xtampak, Campeche (INAHCAMP/RLZ).

255
Maqueta, Calpan, Puebla, Posclásico Tardío (900-
1200 d.C.), Museo Nacional de Antropología,
INAH, 10-496915 (INAH/ADMNA).
Pirámides pintadas. El color en la arquitectura
de El Tajín, Veracruz (ca. 800-1100 d.C.)
A r t u ro Pa s c ua l S oto
Instituto de Investigaciones Estéticas/UNAM

El color en las ciudades del México antiguo periodo de su máximo esplendor para examinar el ca-
rácter singular de los murales que produjo esta gran
Hubo un tiempo en que las ciudades de Mesoamérica ciudad de la costa norte del Golfo de México. Se trata de
lucían enteramente pintadas. El color rojo de los edificios una época marcada por toda clase de innovaciones, que
contrastaba con el verde intenso del bosque. Templos y se acompaña de cambios sustanciales en el terreno de
pirámides se hallaban recubiertos con aplanados de cal, las artes plásticas. La arquitectura experimentó un sin-
era raro ver la piedra en su estado natural, salvo por cier- fín de transformaciones, se rediseñaron sus espacios y
tos relieves. Con todo, estos últimos también podían surgieron nuevos grupos de edificios que se convirtie-
estar pintados con brillantes colores: verde, azul, rojo, ron en la sede política y religiosa de los últimos gober-
amarillo y negro. Las urbes de aquel distante p ­ asado en nantes. Por más que se perciba un énfasis constructivo
realidad poco tenían que ver con lo que ha quedado de en el complejo arquitectónico del Edificio de las Co-
ellas, con lo que hoy es posible mirar en sus plazas y lumnas y en El Tajín Chico, ambos en el punto más alto
templos. Ahora desnudas de repellos y carentes de co- de la ciudad, esto no significa que el resto del asenta-
lor sólo ofrecen el aspecto de su albañilería de piedra y miento dejara de figurar en los planes de tan poderosos
no la voluntad decorativa que alguna vez se hizo patente soberanos. La Pirámide de los Nichos había sido y con-
en ellas. No sólo hemos perdido la inmensa mayoría de tinuaría siendo el testimonio más elocuente de su anti-
sus murales; faltan prácticamente todas las esculturas y gua civilización (lámina 1).
los objetos que decoraban el interior de los edificios. En
fin, es mucho lo que todavía hay necesidad de reponer en
presencia de tan extraordinarias pirámides. La ciudad de El Tajín y el impulso a las artes
El Tajín ofrece aquí la excepcional oportunidad de
descubrir el aspecto de una de las más importantes ciu- Si hay algo que define el estatuto cultural del periodo
dades del oriente de Mesoamérica, explorando sus mu- Epiclásico (ca. 800-1100 d.C.) en El Tajín es un mode-
rales sin dejar de lado el estudio de la materialidad de lo de gobierno que enfatiza la figura del gobernante
estas singulares obras de arte, como su valor narrativo como el centro indiscutible de las relaciones sociales.
y sus alcances simbólicos. En este caso, como ocurrió Si bien el culto al soberano no podría expresar de me-
con todas las ciudades de la antigüedad, su aparien- jor manera el carácter sagrado que se le confería de anti-
cia no siempre fue la misma. Es cierto que hoy en día guo y el extraordinario poder que se concentraba en su
conservan hasta cierto punto la extensión y aun la for- persona, es en este momento singular de la civilización
ma que tenían cuando finalmente fueron abandonadas, cuando se advierte su evolución hacia formas de autori-
pero son estas ciudades el resultado de muchos siglos dad que no sólo se apoyan en una ideología de recien-
de historia, de la visión de no pocas generaciones de so- te adquisición, sino que habrán de promover el rápido
beranos y de la notable capacidad creadora de los pue- ascenso de una suerte de aristocracia guerrera indiscu-
blos que las construyeron. tiblemente ligada con una tradición cultural que se ex-
Aunque los orígenes de El Tajín se remontan a los tenderá a partir de ahora, siguiendo las playas del Golfo
primeros siglos de nuestra era, hemos elegido aquí el de México (cfr. Pascual, 2009).

257
Lámina 1. Plano de la zona de monumentos arqueológicos de El Tajín (Dibujo de Arturo Reséndiz Cruz sobre plano de R. Cervantes, 1990.)

Los primeros años del Epiclásico (ca. 800-900 volverse característico de esta época no tendría explica-
d.C.) fueron de particular importancia en la llanura cos- ción si lo desvinculáramos del propio sustrato cultural.
tera. Fue una época de renovación cultural marcada por Es justo ahora cuando se desarrolla localmente el culto
cambios en la conducta ritual de las clases políticas de a Venus, a Tlahuizcalpantecuhtli, y cuando se introdu-
buena parte de México y Centroamérica. Ligadas al co- ce el uso de un sistema calendárico. Este complejo ritual
mercio, experimentaron una clara transformación en su favorecerá la aparición de toda una serie de temas nue-
accionar político y un profundo ajuste del propio pen- vos en las artes, como fueron el registro de los ciclos si-
samiento simbólico. Si bien la cultura material de El nódicos de Venus y una relación de orden geométrico
Tajín estaba cambiando, es posible descubrir en ella ele- entre el cómputo de sus avistamientos como lucero de
mentos suficientes como para entenderla en el marco la mañana y su carácter guerrero.
de una misma civilización. Es mucho lo que hay de nue- Es a estos nuevos grupos políticos de El Tajín a los
vo, no hay duda de ello, pero aquello que terminará por que debemos atribuir la construcción del Edificio de las

Lámina 2. Relieves escultóricos en el Edificio de las Columnas de El Tajín (ca. 1000 d.C.) (Dibujo de Jimena Forcada, 2006.)

258
Columnas y su fantástico conjunto arquitectónico. Úni- como escombro, alguna vez formaron parte de la de-
co en la región, estaba enteramente pintado con brillan- coración interior de dos amplias galerías. Antes de su
tes colores. Los pórticos y los aposentos de sus edificios remozamiento, las paredes se hallaban pintadas con es-
alojaban los más diversos murales, además de una serie cenas de guerreros colocadas con la misma lógica com-
de columnas de piedra hermosamente labradas con re- positiva que conocemos en las columnas del edificio
lieves historiados. Veamos en detalle estas modificacio- homónimo. Los personajes ocupan registros horizonta-
nes. Por una parte, la arquitectura se enriqueció con la les, forman procesiones y se muestran en grupos. Si hay
adopción de las columnas y con los conocimientos ne- algo que los distingue, es que todos visten yelmos de
cesarios para techar con losas fabricadas con morteros jaguar y muestran los cuerpos pintados de color ama-
de cal y arena. Por otra, los relieves del Edificio de las rillo con manchas rojas, en un intento por aparentar el
Columnas conmemoran en forma de crónica una serie pelaje de este temible animal (lámina 4). Los guerreros
de eventos relacionados con la guerra, en los que parti- empuñan lanzas y están parados sobre bandas colorea-
cipan individuos concretos. Con el nombre calendárico das de azul y amarillo, las cuales sirven para dividir los
de 13 Conejo fue consignado uno de los últimos gober- espacios de la representación. Como parte de la decora-
nantes de El Tajín (cfr. Caso, 1953; Wilkerson, 1980 y ción de las bandas y sobre el fondo azul pueden verse
1984; Pascual, 2006 y 2009); sin embargo, es muy pro- las deidades, entre ellas una versión local de Tláloc es-
bable que por “13 Conejo” en realidad se entendiera trechamente relacionada con las expresiones dinásticas
el linaje al que pertenecían varios individuos de la éli- de los gobernantes. La misma deidad, aunque mostran-
te, incluido el soberano en turno (lámina 2). El arte del do sólo el rostro, aparece de frente, formando parte de
Epiclásico proclamaba que sólo los actos del gobernan- magníficos arreglos de bandas entrelazadas (lámina 5).
te y no los del pueblo en su conjunto resultaban ser ver- Los murales del Edificio 40, todavía en proceso de es-
daderamente eficaces. Es revelador que en los relieves tudio, son excepcionales no sólo por su evidente va-
del Edificio de las Columnas la representación de la co- lor artístico, sino porque en ellos aparece plasmado el
munidad sólo estuviera por medio de la figura simbóli- lenguaje de las élites de su tiempo, fragmentos de una
ca del soberano. Sus enemigos aparecen aquí como una ideología y de un sistema de creencias sobre los que se
pluralidad de individuos cuyo desconcierto e ineficaz construyó la etapa final de una de las civilizaciones más
oposición al señor de El Tajín sólo sirve para resaltar su importantes del México antiguo (cfr. Pascual, 2015).
naturaleza sobrehumana. Los datos concretos enmude-
cen frente al vigor del gobernante. No obstante, subyace
un contexto social preciso, por más que resulte pres- Canoas y “panes de color”
cindible en la perspectiva de la crónica. La historia de la en la costa del Golfo de México
ciudad no pudo haber sido más rica y compleja que la
que atestiguaron sus habitantes en los últimos siglos de Mientras que la influencia política y comercial de El Ta-
su desarrollo. jín se dejaba sentir en las tierras frías del norte de Pue-
En esta época los relieves se poblaron de perso- bla, en Yohualichan y otros sitios de la vertiente oriental
najes, lo que era insólito a juzgar por la composición de la Sierra Norte, junto al mar es posible que sus do-
imperante en las esculturas de épocas anteriores. La minios se extendieran hasta alcanzar la sierra de Chi-
pintura mural no se quedó atrás; muy pronto olvidó la conquiaco, no lejos del puerto de Veracruz. En aquel
filigrana de entrelaces que la había caracterizado, pin- inmenso territorio, cuya magnitud podría sorprender
tados con una línea negra muy suelta sobre muros en- frente al tamaño mucho más reducido de las unida-
tonados en color azul. Ahora el fondo no sería otro que des políticas que caracterizan al Epiclásico en el centro
el blanco del aplanado de cal, y sobre él, sin que media- de México, podían reconocerse los rasgos de un mismo
ra color alguno, se pintaron verdaderas procesiones de modelo cultural. Las ciudades recreaban los elementos
guerreros siguiendo la manera de los relieves del Edifi- característicos de la arquitectura de El Tajín, las cornisas
cio de las Columnas (lámina 3). Este género de la pin- voladas, su inconfundible estilo artístico y hasta las va-
tura también aparece en el Edificio 40, cuyos murales, jillas domésticas. En algunos sitios se construyeron edi-
arrancados de las paredes y usados en la antigüedad ficios con piedra de río, en otros con lajas de a­ renisca,

259
Lámina 3. Un guerrero pintado en el Edificio de las Lámina 4. Guerrero con yelmo de jaguar y el cuerpo
Columnas de El Tajín (ca. 950 d.C.) (APS, 2005). pintado de color amarillo. Edificio 40 de El Tajín,
Subestructura III (ca. 800 d.C.) (ZMM, 2014).

tal como solía hacerse en la metrópoli, pero a pesar de cultura material. Es distinta la arquitectura, como tam-
sus evidentes diferencias, en realidad todo gira­ba en bién las cerámicas. Pero el asunto va mucho más allá
torno del mismo modelo. Hubo una época en que Las del aspecto general de las vajillas: las diferencias apun-
Higueras participaba del universo cultural de El Tajín; tan hacia tradiciones culturales que se desarrollaron con
sus contados edificios se hallaban junto al mar, a un cierta independencia. Más allá de este punto se abre
lado de la desembocadura del río Colipa, y entre ellos un “mundo” distinto cuyas coincidencias culturales lo
destacaba una edificación dedicada al juego de pelota y acercaban al sur de Veracruz. Era un territorio con ciu-
una pirámide cuajada de murales. La piedra era escasa, dades hechas enteramente de adobe, también pintadas,
había que arrancársela a la montaña, aunque su falta se aunque prácticamente exentas de esculturas de piedra,
compensaba con la abundancia de guijarros de gran ta-
maño que podían recogerse en los lechos de los ríos. La
gente del Epiclásico pescaba y había visto tiburones. Sa-
bía de lo temible que resultaba su encuentro y los re-
presentó pintados de azul nadando junto al cuerpo sin
vida de una víctima del sacrificio. Era el “mundo” de El
Tajín. Las motivaciones internas de los relieves del Edi-
ficio de las Columnas y sus estructuras de representa-
ción son las mismas que constituyen el paradigma de
una buena parte de los murales de Las Higueras. Es de-
cir, no hay nada en ellos que sea ajeno a esta civiliza-
ción. De hecho, las tierras bajo su control terminarían
inmediatamente al sur, justo en la sierra de Chicon-
quiaco. Al atravesarla e internarse en el territorio es po- Lámina 5. Mascarón de Tláloc entre los arreglos de bandas entrelazadas.
Edificio 40 de El Tajín, Subestructura III (ca. 800 d.C.) (ZMM, 2013).
sible reconocer un rompimiento real en términos de la

260
Aun tratándose de tierras que en principio no re-
velan cambios importantes en el paisaje, la costa del
Golfo de México bien puede presentar diferencias aten-
dibles. Ciertamente no es la vegetación la que cambia,
tampoco la fauna, puesto que es prácticamente la mis-
ma a lo largo de todo el litoral marino. Los contrastes
surgen en función de su potencial aprovechamiento
cultural, es ahí donde cambian las lecturas, donde re-
saltan los matices y donde lo que podría parecer igual
termina por adquirir plena individualidad. Aun así, no
hay que perder de vista que aquello que hace singular
a un territorio desde la posición de un referente cultu-
ral concreto, no necesariamente lo hace verdaderamente
distinto en términos del ambiente natural. Su excepcio-
nalidad reside en la percepción que se genera en torno
de las posibilidades de su aprovechamiento, en la can-
tidad y la diversidad de los recursos naturales disponi-
bles, en su relación con los grandes ríos, con los lugares
donde es posible cruzarlos y hasta con los caminos que
Lámina 6. El Grupo del Cenote Xtoloc, Chichén Itzá (APS, 2014). antiguamente bajaban de la montaña para internarse
en tierra caliente. Por supuesto que esta condición de-
pendería en buena medida del modelo económico de
pero capaces de desarrollar la ­alfarería más asombrosa. cada época y de las circunstancias políticas del momen-
Aunque fragmentada en lo político, puede reconocerse to. Es decir, la construcción cultural del territorio, esta
a todo lo largo de la costa una misma identidad simbó- suerte de percepción filtrada de los rasgos geográficos y
lica. En tan vasto territorio ciertamente había lugar para medioambientales, incidió directamente en la selección
las expresiones regionales; la cuenca del Papaloapan y de los lugares donde se asentaron las distintas pobla-
su permanente exposición a las tradiciones culturales ciones y en la manera de construir una expresión propia
de Oaxaca es un claro ejemplo de ello, pero aun así es de la civilización.
mucho más en términos de la cultura material lo que la Los más de mil kilómetros de litoral marino que
mantenía unida que aquello que en todo caso hubiera separan a El Tajín de la costa de Campeche, toda tie-
servido para separarla. rra de “grandes calores” (Sahagún, 1979), muy húme-
da y marcada por rasgos culturales y lenguas distintas,
fueron objeto de múltiples contactos comerciales. Si-
guiendo las playas del Golfo, llegaron a la ciudad de El
Tajín toda una variedad de productos: probablemen-
te jade de Guatemala, corales y pintura azul de Yucatán
y las más finas vasijas elaboradas en el valle de Córdo-
ba (cfr. Daneels, 1996), además de cerámicas de un raro
acabado marmoleado procedentes de la cuenca del Pa-
paloapan (cfr. Stark, 1989). Por la montaña bajaron ca-
nastos repletos de obsidiana, basalto para la fabricación
de metates, piedra pómez, etcétera El río Tecolutla y la
antigua provincia de El Tajín encaminaron toda la ob-
Láminas: 7. Mascarón de Tláloc labrado en la base de una columna sidiana de los yacimientos de Zaragoza-Oyameles que
del Grupo del Cenote Xtoloc, Chichén Itzá (APS, 2014). 8. El rostro de
Tláloc en el Templo Alto de los Jaguares de Chichén Itzá (APS, 2017).
ha sido hallada por Cobos en sus excavaciones en isla
Cerritos (1998), el antiguo puerto comercial de Chichén

261
Itzá. El mar tuvo un papel no menos importante en el
intercambio comercial a larga distancia; se navegaba en
grandes cayucos fabricados de una sola pieza de madera
(cfr. Delgado, 2008). Las canoas tocaban tierra buscan-
do el abrigo de puertos bien establecidos en la costa o
en pequeños islotes servidos de muelles. Las rías de Yu-
catán ofrecen magníficos ejemplos de islas con instala-
ciones portuarias, Cerritos al norte de Tizimín y Uaymil
en la costa de Campeche (Cobos, 2012; Pascual, 2016).
Todas ellas formaban parte de una bien pensada red de
escalas comerciales que, comenzando en isla de Sacrifi-
cios, justo frente a la ciudad de Veracruz, se extendían
hacia el sur del Golfo de México. En lo que hace al co-
mercio de objetos terminados, además de hachas y yu-
gos, productos invariablemente relacionados con la
civilización de El Tajín, llama la atención el caso de las
cerámicas de la región central veracruzana, hasta cierto
punto frecuentes en Campeche, y el extraordinario ha-
llazgo de una figurilla sonriente de manufactura veracru-
zana en la ofrenda funeraria de un entierro de la isla de
Jaina (cfr. Cook de Leonard, 1971; Benavides, 2012).
Lámina 9. Escenas de guerra en el Templo Alto de
los Jaguares de Chichén Itzá (APS, 2017).

Los azules de Chichén Itzá

Si miramos en Chichén Itzá los primeros años del Clá-


sico Terminal descubriremos, bajo la vitalidad de su
parte tardía, una interesante mezcla de rasgos cultura-
les que, sin renunciar a sus antecedentes, son expresio-
nes de su rápida transformación. Con una arquitectura
todavía de estilo Puuc, pronto se haría de un universo
mucho más dilatado que terminaría por llevarla a su
apogeo. El Grupo del Cenote Xtoloc, un pequeño con-
junto arquitectónico que se halla justo en el borde de
este cenote, es clave para entender la manera en que
Chichén Itzá termina por expresar en las obras de arte
su nuevo estatuto cultural. Comunicado con el Grupo
del Osario, el edificio principal consta de un templo de Lámina 10. El Trono del Jaguar Rojo en la Subestructura
de El Castillo de Chichén Itzá (INAH).
doble crujía y un pórtico de techo plano sostenido por
dos filas de columnas (lámina 6). El acceso al templo
se reparte en tres vanos separados por columnas cua- personajes. Por debajo de cada uno de éstos, ocupan-
dradas, labradas con figuras de guerreros. Las jambas se do la sección inferior del relieve, cobran forma intere-
hallan igualmente esculpidas con sus efigies, condición santes representaciones del rostro de Tláloc (lámina 7).
que se repite en la puerta que comunica con el estrecho Se trata de la misma deidad que conocemos bien para
aposento interior. Los relieves ocupan todas las super- esta época en el arte de El Tajín. En Chichén Itzá aparece
ficies disponibles de las columnas, y aunque erosiona- con un tocado de plumas, lleva anteojeras y orejeras. En
dos, todavía pueden distinguirse los ricos atavíos de los la boca destacan sus dientes y colmillos. Probablemen-

262
te ligada con la guerra y con las expresiones dinásticas la forma que se le daba a los colores para su comercio.
de los gobernantes, tal como ocurre en la costa del Gol- Si recordamos que parte de la obsidiana que se utiliza-
fo de México, guarda diferencias evidentes en cada una ba en Chichén Itzá venía de la Sierra Norte de Puebla,
de las columnas. Sus discrepancias formales en realidad entonces no tendrá por qué sorprendernos el que es-
parecen obedecer a problemas en la ejecución de los re- tos mismos comerciantes se hubieran hecho acompa-
lieves, y no necesariamente a cambios en el programa ñar por barras o “panes” de color en sus viajes de ida.
iconográfico. Sin embargo, es claro que en el Templo Se trata de pintura preparada que fue desecada inten-
Alto de los Jaguares se ha acumulado con el tiempo un cionalmente para facilitar su traslado. El uso local de
capital artístico tal que ya permite una realización im- estos azules traídos del área maya es comprobable en
pecable del rostro de la deidad (lámina 8). En este úl- murales pintados entre los años 790 y 810 d.C. Sin em-
timo lugar se definen los trazos, que ahora revelan la bargo, existe la posibilidad de que dicho comercio se
identidad de los colmillos, y una nariguera que adquie- extendiera a lo largo del tiempo. De hecho, no creemos
re el aspecto de aquellas de construcción tubular utili- que fuera excesivo suponer que el cinabrio (cfr. Juárez,
zadas por los gobernantes mayas del Clásico Tardío. En 2016) usado en la subestructura de El Castillo de Chi-
varios casos las orejeras se resuelven en pie de igualdad chén Itzá para pintar el Trono del Jaguar Rojo, sólo por
con las que son distintivas de las representaciones de citar aquí un ejemplo, hubiera llegado al centro de Yu-
Chaac, la inmemorial deidad acuática del mundo maya. catán desde Querétaro siguiendo estos mismos cami-
Al fondo del templo, pintadas sobre los muros, se ha- nos (lámina 10).
llan varias escenas de guerra. Sus episodios tienen lu-
gar en los poblados, en presencia de campesinos que
abandonan sus sencillas casas. Los guerreros llevan es-
cudos circulares y largas lanzas que emplean en el com-
bate. Hay una verdadera multitud de soldados que se
distribuyen en grandes secciones de los muros, pero
hay otras partes del mural que sugieren un arreglo del
espacio distinto (lámina 9). Las pinturas han sido ob-
jeto de numerosos estudios. Los colores usados son
particularmente brillantes, especialmente el azul, que
alcanza valores cromáticos equivalentes a los mura-
les recuperados en El Tajín. De hecho, son tan simila-
res que decidimos examinar el uso compartido de las
mismas arcillas, es decir, la posibilidad de que el Saca- Lámina 11. Pirámide pintada representada
en un mural del Edificio 40 de El Tajín, Subestructura
lum (paligorskita) de la región de Ticul, Yucatán, hubiera III (ca. 800 d.C.) (ZMM, 2013).
sido objeto de intercambio comercial. Además, el gusto
por los colores tan brillantes —azul, verde y amarillo—
es algo que comparten ambas ciudades en el mismo
momento de su historia.
En suma, dos muestras de color azul que proce-
den de nuestras excavaciones en el Edificio 40 del com-
plejo arquitectónico del Edificio de las Columnas, el
famoso azul maya, es probable que provengan de la pe-
nínsula de Yucatán. No se trata, al parecer, de un inter-
cambio comercial que se limitaba al Sacalum, a la arcilla
necesaria para su manufactura; aquello que en reali-
dad pudo estar viajando regularmente a lo largo de la Lámina 12. Edificios decorados con grecas
en el mismo mural del Edificio 40 de El Tajín,
costa son los “panecillos de color”, tal como los descri- Subestructura III (ca . 800 d.C.) (ZMM, 2011).
ben Sahagún (1979) y Hernández (1943) al referirse a

263
que esta práctica de entrelazar o retorcer las formas era
propia de las expresiones plásticas de esta civilización,
aunque no exclusiva. En el caso de El Tajín parece ate-
nerse a normas concretas de una producción simbóli-
ca que emana de la clase dirigente y que por definición
señala el carácter autorizado de las obras que se reali-
zan bajo su auspicio. No es casual que las fachadas de
los edificios se hallaran cubiertas con ellas indepen-
dientemente de los colores usados. Con todo, muchas
de las pirámides de El Tajín no siempre las mostraron,
por lo menos no a finales del Epiclásico, cuando se pre-
Lámina 13. Una pirámide adornada con entrelaces firió pintarlas de un solo color. Es el caso de los edifi-
en los relieves del Edificio de las Columnas de El Tajín
(ca. 1000 d.C.) (Dibujo de Jimena Forcada, 2006).
cios 3 y 23, enormes pirámides pintadas enteramente
de azul, mientras que el Edificio 5 sería de color rojo (lá-
mina 16). Por otro lado, los murales del Edificio 40 tam-
Pirámides pintadas. bién se encargaron de representar varias plataformas
Los tiempos de 13 Conejo piramidales de su tiempo. Suelen ser rojas con las cor-
nisas y molduras pintadas de azul. El templo con el que
Hemos dicho que la ciudad de El Tajín se hallaba com- rematan se muestra provisto de un techo muy grueso
pletamente pintada. La infinidad de murales que ocu- que aparece coloreado de modo que aparente la piel del
paban los más variados espacios de los edificios jaguar, con las manchas características del pelaje de este
compartían con otros sitios de Mesoamérica técnicas animal (lámina 11). Sin embargo, aunque los datos ar-
de ejecución y materias primas. La costa del Golfo había queológicos coincidan en gran medida con el color rojo
encaminado el comercio de pinturas, particularmente de los edificios, tal como se muestran aquí, sabemos
aquellas de color azul, acercando con ello las coinciden- que hubo otros que estuvieron pintados con múltiples
cias formales en el trabajo de los artistas. El oficio de los grecas y que quizá incorporaban en las fachadas colores
pintores no era de ningún modo ajeno a lo que suce- distintos. Es justo el caso del Edificio C, al que ya nos
día en otros lugares de la llanura costera. Labrar y pin- hemos referido, y seguramente de muchos otros que se
tar habían sido hasta cierto punto lo mismo en lo que encuentran representados tanto en los relieves del Edi-
hace a los temas, al manejo de los espacios y a las pro- ficio de las Columnas como en otras secciones de este
porciones de las figuras. Toda la pintura se asentó sobre mismo mural (láminas 14 y 15).
los muros de los edificios; no hubo lugar que se ­dejara
sin color. Para mediados del Epiclásico dominaba el rojo,
mientras que las cornisas y las grecas escalonadas que La ausencia de color
decoraban los tableros serían de color azul. Sin embargo,
tiempo atrás, el amarillo y varios tonos de verde habrían A esta época es probable que debamos referir la esplén-
alternado en las elaboradas fachadas de la ciudad. Es el dida escalera de piedra que se sobrepuso a la fachada
caso de la escalera oriente del Edificio C de El Tajín Chi- oriente de la Pirámide de los Nichos. Su singular armo-
co, donde los escalones habían sido amarillos y verdes. nía es fruto de la regularidad del corte de cada uno de
Sin faltar alguno, se les trazó un marco de color azul y los escalones. En el centro de la escalinata y distribuidos
en el interior se dibujaron toda clase de líneas retorcidas. por tramos aparecen varios grupos de nichos remata-
Los entrelaces, las volutas y las grecas fueron en dos por espectaculares cornisas voladas, y en las alfar-
toda época esenciales para los programas decorativos das se ven sucesiones de grecas escalonadas en mosaico
de los edificios. Su arraigo resulta tanto de orden deco- de piedra. La escalera no parece haber sido revestida con
rativo como simbólico. Pintados, labrados en la piedra los usuales aplanados de mortero y menos aún cubier-
o modelados en argamasa de cal son los elementos que ta con varias capas de pintura. Puesto que el uso del co-
identifican el estilo artístico local. Es oportuno señalar lor respondía a propósitos simbólicos específicos es

264
Lámina 14. Escalera y alfarda con grecas escalonadas de la Pirámide de los Nichos de El Tajín (ca. 1000 d.C.) (APS, 2006).

muy probable que su deliberada omisión respon­diera región desde época temprana. De hecho, para el tercer
aquí a una voluntad distinta de significar, que sólo se siglo de nuestra era prácticamente todas las ciudades de
solventaría a través de la piedra misma y no del estu- la periferia tenían uno o más juegos de pelota construi-
co finamente pintado (lámina 14). La roca, ciertamen- dos con paramentos formados con grandes sillares de
te, cumplía con una función simbólica que no obviaba piedra y decorados con figuraciones de serpientes en-
su origen telúrico. Algo muy similar estaría ocurriendo trelazadas o con representaciones del imponente ros-
en varios de los edificios consagrados al juego ritual de tro frontal de Tláloc (lámina 15). Las propias columnas
pelota, en aquellos que mostraban relieves escultóricos historiadas del edificio homónimo no ofrecen indicios
y en el Gran Juego de Pelota, obra emblemática de los de haber sido preparadas en la antigüedad para recibir
soberanos del Epiclásico. Esta práctica, que permitía la color. Lo que, por supuesto, no significa que la produc-
convivencia de la piedra desnuda con la asombrosa po- ción de murales tuviera un papel de menor importancia
licromía de los murales, no parece ser propia sólo de El en los pórticos y aposentos del Edificio de las Colum-
Tajín, sino que es probable que fuera introducida en la nas. Por el contrario, aunque se halla muy fragmentada,

Lámina 15. El rostro de Tláloc en uno de los sillares del Juego de Pelota de Cerro Grande (ca. 450 d.C.) (APS, 2005).

265
Lámina 17. Una mano cruzada por gotas de sangre
en un ritual de sacrificio humano. Edificio de las
Columnas de El Tajín (ca. 950 d.C.) (APS, 2005).

Lámina 16. Paño blanco manchado de sangre en un ritual de sacrificio Lámina 18. Improntas de caña en el interior
humano. Edificio de las Columnas de El Tajín (ca . 950 d.C.) (APS, 2005). de una figura modelada en pasta de cal. Edificio 40
de El Tajín, Subestructura IV (ca. 750 d.C.) (ZMM, 2017).

es justo en este edificio donde se conserva una escena


pintada de sacrificio humano. Aunque son comunes
en los relieves de El Tajín, sólo aquí es posible obser-
var el tratamiento que dieron los pintores a las víctimas
de estos rituales. Literalmente bañados en sangre, escu-
rre de los brazos de la víctima con tal profusión que el
pintor muestra la manera como se manchaban con ella
los paños blancos de los oficiantes (lámina 16). Aunque
no es posible restablecer la posición en la que se halla-
ba este personaje, como tampoco dar cuenta del acto
mismo de decapitación, no hay fragmento que aparezca
sin mostrar salpicaduras de color rojo (lámina 17). Hay
que tener en cuenta que el ritual del juego de la pelo-
ta, cuando menos en el contexto de la civilización de El
Tajín, llevaba implícito el sacrificio humano y constituía
el punto culminante de un ceremonial en el que proba-
ble que tomara parte el soberano. El juego de pelota y la
ceremonia de decapitación alternaban en la misma ce- Lámina 19. Un tablero de la Pirámide de los Nichos
de El Tajín con los cuerpos entrelazados de dos serpientes
lebración. Había una estrecha relación simbólica entre (ca. 650 d.C.) (dibujo de Fátima Nava May, 2016).
la pelota y la cabeza cercenada. Pero no sólo hay figura-

266
ciones de cráneos humanos vueltos pelota, tal como se
muestra en uno de los relieves de la Pirámide de los Ni-
chos o en los murales de Las Higueras; también se re-
presentaron individuos decapitados donde los chorros
de sangre adquieren la forma de serpientes entrelaza-
das. La decapitación ritual se aparejaba con la noción de
la cabeza trofeo, lo que remite a prácticas que son típicas
de pueblos que conferían a la guerra y a la toma de pri-
sioneros una importancia crucial para el mantenimien-
to de su civilización. El que fueran reorganizadas en el
Epiclásico no significa que hubieran perdido su esencia
cultural. Es decir, persistía entre las clases dominantes
un sentido ritualizado de la guerra y un alto aprecio por
las virtudes individuales de los guerreros.

El modelado en argamasa de cal y la miniatura

Un tema importante en la producción plástica del Epi-


clásico y del cual sabemos todavía muy poco es sin
duda el modelado en argamasa de cal. Tiene tiempo que
en el patio del Edificio de las Columnas se encontró la
representación de varios pies humanos cubiertos por
el piso de la última etapa constructiva (cfr. Lira López, Lámina 20. Grecas modeladas en argamasa de cal
del Edificio Y de El Tajín (ca. 950 d.C.) (APS, 2005).
1995). Enterrados en el mortero, quedaron los vestigios
de cuatro personajes que habrían sido modelados de
cuerpo entero sobre la pared. Los pies pintados de color tad del Epiclásico, fueron muy comunes en varios ám-
verde olivo y calzados con sandalias provistas de talo- bitos de la ciudad y siguieron haciéndose hasta finales
neras pisaban sobre una superficie de color rojo. Si so- del siglo XI d.C., no sin experimentar cambios, en par-
brevivieron embebidos en el mortero es por que nunca ticular una notable disminución en el tamaño de las re-
fueron removidos de su posición original, lo que cierta- presentaciones, lo que hizo innecesario continuar con el
mente no ocurrió con el resto de las figuras, puesto que uso de armazones rígidos. Reservadas para la ornamen-
es de suponerse que en algún momento estorbaron a la tación de las fachadas y de los pórticos, no sólo se limi-
obra de albañilería y en consecuencia fueron destruidas taron a recrear formas humanas. El Edificio Y, excavado
hasta los tobillos. por el arqueólogo Juan Sánchez, mostró, junto con nue-
Esta clase de figuras de pasta de cal solían sobre- vas representaciones de guerreros, un arreglo figurati-
pasar el metro de altura y para su elaboración los arte- vo sobre una de las paredes, probablemente aquella que
sanos se valían de un armado de cañas que servía para sirve de fondo a una banqueta explorada en el centro
darles el soporte necesario en tanto fraguaba el mor- de este imponente edificio. Se trata de un ejemplo úni-
tero. Las primeras capas daban forma al cuerpo, mien- co, revestido del mayor simbolismo, puesto que se or-
tras que las últimas servían para agregar los detalles, ganiza en torno de la representación de dos serpientes
los elementos del tocado o los rasgos de las sandalias. cuyos cuerpos entrelazados describen un círculo per-
Las improntas de caña todavía son visibles en el interior fecto. No hay en el lugar una expresión simbólica que
de brazos y piernas se observan las capas de argama- mejor represente el poder que se concentraba en la fi-
sa que fueron adheridas, una a una, hasta lograr el vo- gura de los gobernantes. Los círculos en la iconografía
lumen deseado (lámina 18). Estas grandes esculturas de El Tajín pueden documentarse sin problema algu-
modeladas en cal son características de la primera mi- no en el entorno simbólico de los gobernantes, particu­

267
larmente en las obras de arte surgidas después del año
600 d.C. Con todo, su significado resulta todavía oscu-
ro, a pesar de su evidente relación con las anteojeras
de Tláloc. Es esta función simbólica la que perdura en
el tiempo y la que se incorpora en la escultura del Epi-
clásico. Sin embargo, por más que su estructura la co-
nozcamos bien desde el Clásico Tardío, se trata de un
pacto simbólico que parece ser muy antiguo si tenemos
en cuenta la solidez de la convención icónica y el nivel
de abstracción del signo que materializa el concepto de
poder. En los tableros de la Pirámide de los Nichos las
serpientes no tuvieron un papel menos importante, en
Lámina 21. Miniatura en un mural del Edificio 40 particular la representación de sus cuerpos entrelazados
de El Tajín, Subestructura II (ca. 900 d.C.) (ZMM, 2017).
formando un círculo perfecto, donde las cabezas se en-
tretejen en la parte alta de la circunferencia y las colas de
ambos reptiles caen a los lados o se anudan en la parte
baja. Es común que haya un banco decorado con grecas
bajo las serpientes y que la imagen del soberano aparez-
ca en el interior del círculo en posición sedente (lámina
19). El significado de todo ello podría correr en el senti-
do de un emblema: el de la investidura del gobernante.
En suma, los elementos estables de esta asociación de
signos, más allá de las soluciones temporales de la ima-
gen, son el trono, las serpientes entrelazadas y el retra-
to conceptual del gobernante, si es que dicha función
simbólica no se completaba con la participación del so-
berano, esto es, cuando hallándose presente se colocaba
en el trono, dejando tras la propia espalda la representa-
Lámina 22. Miniatura en un mural del Edificio Co14 ción de estas enormes serpientes hechas en pasta de cal.
de El Tajín, Subestructura II (ca. 900 d.C.) (ZMM, 2017).
Es importante decir que todas estas figuras estaban pin-
tadas, delineadas las escamas de la piel y los rasgos de la
cabeza y coloreadas de amarillo.
Con todo, sabemos que hubo un periodo muy cor-
to, siempre en el rango cronológico del Epiclásico, en el
que se dejó aparente el color blanco de los aplanados y
de las figuras modeladas con argamasa de cal. Esta prác-
tica se materializó en fachadas y pórticos de varios edi-
ficios de El Tajín Chico, en coincidencia con el traslado
de la sede de gobierno a este grupo arquitectónico, lo
que ocurrió ya muy tarde en la historia de El Tajín, ge-
nerando un interesante efecto de luces y sombras sobre
los muros de los edificios (lámina 20). Son tiempos que
siguieron a la época de los soberanos de signo 13 Cone-
jo y que vieron el surgimiento de la miniatura como me-
dio de representación; en un principio se trató de formas
Lámina 23. Guerreros en un fragmento de mural muy pequeñas resueltas con verdadero lujo de detalles,
procedente del Edificio K de El Tajín (ca. 1000 d.C.).
como es el caso de los ejemplos hallados por nosotros

268
en el Edificio 40 y en otras edificaciones ubicadas en los
límites del área monumental de El Tajín (láminas 21 y
22). Con el paso del tiempo, el dibujo terminó siendo
desplazado por el uso directo del color. Sobre el fondo
blanco del aplanado de cal, a manera de apunte, se pin-
taron personajes que no alcanzan los 20 cm de altura.
Desapareció la línea de contorno y se perdieron los de-
talles de la figuración. Del Edificio K procede un cono-
cido fragmento encontrado por García Payón en lo alto
de la construcción y que muestra un conjunto de silue-
tas, todas de individuos en procesión. La piel es de co-
lor marrón, y el cabello, arreglado de maneras distintas,
fue pintado de color negro. Uno de ellos, hoy en día el
primero de esta comitiva de guerreros, parece llevar una Lámina 24. Guerreros en un fragmento de mural procedente
del Edificio A de El Tajín (ca. 1000 d.C.) (APS, 2005).
tela blanca anudada sobre la frente y el pelo rapado en
partes. Los otros tres personajes portan largas lanzas
pintadas de color café oscuro que rematan en festones
idénticos (lámina 23). Del cercano Edificio A procede
otro fragmento con la representación de dos guerreros,
los que en realidad debieron formar parte de una lar-
ga procesión. El primero de ellos luce una larga cofia de
plumas verdes y sostiene con la misma mano dos lan-
zas. El que lo sigue tiene el cabello recogido con un paño
rojo y empuña un número igual de lanzas. Un segun-
do fragmento muestra a otro grupo de individuos, entre
los que destacan dos guerreros que sujetan lanzas muy
gruesas pintadas de rojo y verde (lámina 24).
El azul se reservó para unas pocas pinceladas de
color o terminó por desaparecer de la paleta de los pin-
tores. Es evidente que El Tajín del siglo XII de nuestra
era ya no tenía acceso a los itinerarios comerciales de la
costa del Golfo de México que antes lo proveían de es- 25. Representación de un ave en un fragmento de mural
del Edificio A de El Tajín (ca. 1000 d.C.) (APS, 2005).
tos “panes” de color. Buena parte de la pintura fue pre-
parada usando sólo óxidos de hierro como pigmento. Si
bien es cierto que los murales se volvieron menos colo- que se acompañara de un replanteamiento formal de
ridos, quizá más oscuros a causa del uso de colores que las escenas, convirtiéndose en el medio por excelencia
se encuentran en la gama del rojo al café, la transforma- para narrar acontecimientos de particular trascenden-
ción que había experimentado la ciudad en el terreno de cia social. Con este sentido evolucionó en la península
la pintura mural, llevándola al campo de la miniatura, de Yucatán y de esta misma manera fue transformándo-
pudo proponer una manera muy distinta de construir se en El Tajín. Se trata en lo fundamental de un cambio
las escenas. Hemos dicho que en Chichén Itzá, donde en el punto de observación del espectador, mientras que
ocurre algo similar con los murales, se componen esce- tradicionalmente se hallaba formando parte del ámbi-
nas de gran dinamismo con la representación de batallas to de los murales, mirando las escenas como si ocurrie-
entre grupos rivales, como es el caso del Templo Alto de ran prácticamente a su alrededor; ahora hay un ejercicio
los Jaguares y del Edificio de las Monjas, o el asalto a un de perspectiva que al subir el punto de observación hace
pueblo costero en un conocido mural del Templo de los que el espectador mire desde arriba, como si estuviera
Guerreros. La tendencia hacia la miniatura es probable colocado en un sitio alto desde el cual domina la esce-

269
na completa. Esta nueva propuesta no elimina el que los se perseguía este propósito. El fondo solía ser rojo,
personajes sigan siendo representados de perfil, pero sí mientras que para las figuras se reservaba el empleo de
habrá de prescindir de la organización de los muros en varios tonos de verde, amarillo y azul. Uno de estos frag-
registros horizontales. Sólo este cambio hace que se in- mentos hallado en el Edificio A es en verdad notable, no
corporen áreas mucho más amplias, que son precisa- sólo en cuanto a la forma y a su excepcional colorido,
mente el lugar donde ahora se alojan varias decenas de sino también en lo que corresponde al tema mismo de
personajes. A diferencia de Chichén Itzá, no hay en El Ta- la figuración. Con unos cuantos centímetros por lado,
jín murales de esta época que se hayan conservado com- apenas más grande que una mano, muestra el rostro de
pletos. Sin embargo, contamos con varios fragmentos perfil de la deidad tutelar de los gobernantes de El Ta-
de ellos que permiten avanzar esta idea. En los hallados jín. Pintado con la piel de color verde, el rostro de Tlá-
en los edificios A e I de El Tajín Chico no sólo se obser- loc queda señalado por un imponente ojo bordeado
van procesiones de guerreros, sino que también se les por una ceja prominente. La nariz es humana y bajo ella
ve formando grupos, caminando entre animales o al- se reparte una banda de trazo sinuoso que termina en
ternando con otros personajes que realizan actividades ganchos. Este último elemento hace las veces tanto de
distintas (lámina 25). Por momentos se antoja la exis- bigotera como de labio superior de la deidad, puesto
tencia de una percepción circular del espacio, como ocu- que de allí surgen los dientes y un poderoso colmillo.
rre en los mapas indígenas de la colonia, pero hay que La mandíbula inferior apenas se conserva, así como la
reconocer aquí que, dada su actual condición, el alto gra- mitad de un vistoso tocado que originalmente se dis-
do de dispersión de sus fragmentos, todavía estamos tribuía a ambos lados de la cabeza y que no reparaba en
muy lejos de poder afirmarlo. abundancia de plumas. Había un ­marco formado por
una banda azul seguida de otra más delgada pintada
de amarillo. Del lado izquierdo se ve otra banda de co-
Colores, murales y pintores… lor verde que describe formas ondulantes y un motivo
de ganchos azules. Es i­ nteresante observar el manejo de
La metrópoli de los inicios del Epiclásico no sólo estaba la línea negra del contorno, la que puede ser sencilla y
decorada con magníficos relieves; su enriquecimiento de mediano grosor, o doble y de un trazo finísimo, tal
por la vía del tributo y su incuestionable derecho a go- como aparece sobre el rostro de la divinidad. Esta solu-
bernar sobre otras ciudades de la región la convir­tieron
en una gigantesca urbe donde flore­cieron las artes. Pero
si las esculturas de este periodo han llegado hasta no-
sotros en pedazos, qué decir de los frágiles murales que
alguna vez recubrieron sus edificios.  Fue una misma
conducta cultural aquella que determinó el reúso de la
piedra labrada en tareas de albañilería y que se propuso
el reaprovechamiento de prácticamente todo lo que es-
tuviera al alcance, la que decidió la fortuna de las obras
pictóricas del ­pasado. Así, vueltos pedazos, han apare-
cido desde mediados del siglo xx en los rellenos cons-
tructivos de varias pirá­mides de El Tajín. Pintados con
brillantes colores, aquellos que datan del siglo VII de
nuestra era reivindican el mismo estilo artístico de los
tableros de la Pirámide de los Nichos, donde las figuras
se representaron entre estrictos límites, para ser desbor-
dados sólo cuando las larguísimas plumas de los ador-
nos o alguna parte del cuerpo no alcanzaba a someterse Lámina 26. Tablero de la Pirámide
de los Nichos de El Tajín con la representación
a su enmarcamiento (lámina 26). Los tocados sobrepa- de un gobernante (ca. 650 d.C.) (APS, 2016).
saron frecuentemente las bandas de color con las que

270
El lector podrá imaginar qué tan bella sería esta
magnífica ciudad. Evidentemente el gusto por el co-
lor era distinto al nuestro, pero no hay que olvidar que
en aquella época hubiera sido inconcebible mostrarse
frente a un templo sin que apareciera decorado de esta
manera. La carga conceptual que se atribuía de antiguo
a los colores explicaría bien su presencia sobre los mu-
ros, y si sumamos a esto la participación de los caracte-
rísticos diseños entrelazados, los que solían vincularse
con los manifiestos políticos de los gobernantes, podre-
mos entender mejor los complejos significados cultura-
les que se manifestaban en los edificios.
Aunque hay lenguas indígenas que por lo regular
no distinguen entre los colores verde y azul, no deja de
ser interesante que en el habla de los totonacos de la re-
Lámina 27. Tláloc representado en un fragmento de mural gión de Papantla se haga diferencia entre ambos. Por un
procedente del Edificio A de El Tajín (ca. 650 d.C.).
lado, la palabra xtacni sirve para designar el verde, aun-
que en realidad se refiere más a las plantas cuando bro-
ción es sin duda paralela a la que era común en los bajo- tan o verdean y sólo por extensión al color del follaje,
rrelieves de la época, y en los murales su uso es idéntico mientras que sp’up’oko se usa para dar nombre al color
(lámina 27). azul (Aschmann, 1973: 99 y 136). Los totonacos distin-
Los cuartos de los templos y palacios debieron ser guen perfectamente entre sus valores tonales, de tal ma-
en toda época lugares magníficos, y las escenas pinta- nera que cuando es muy claro se dice sp’up’ucu, y si se
das prácticamente saltarían al paso de los asistentes, en trata de un azul más bien grisáceo se preferirá el térmi-
un ambiente más bien oscuro, pues la única fuente de no lhp’up’oko (Aschmann, 1973: 57 y 99). A la bruma o a
luz era la puerta de entrada. No había ventanas, tam- las nubes se les llama de esta manera, e incluso el puma
poco las hubo en las casas de la gente común, puesto —una clase de felino americano— adquiere su nom-
que no se le hallaba sentido calar los muros para acla- bre a partir de la coloración de su piel (lhp’up’okon). Evi-
rar el interior de las habitaciones. De hecho, si se desea- dentemente el ámbito del significado del azul es muy
ba la luz del día bastaba con salir de ellas, así que no complejo. Hoy en día se tiñen de este mismo color las
sería extraño que se favoreciera un ambiente de recogi- figuras de papel picado que se emplean en la celebra-
miento. En los templos de la ciudad incluso se buscaba ción de distintos rituales. Además, puede valer aquí
que los techos se ahumaran y que las paredes queda- como prueba de la diferente identidad de ambos co-
ran completamente ennegrecidas por causa de los nu- lores el hecho de que en la Sierra Norte de Puebla los
merosos braseros que se tenían encendidos. Recuerdo cuatro truenos principales, uno alojado en cada punto
el caso de un interesante templo de la Plaza Sur de Mor- cardinal, tenga su propio color: “rojo al este, amari­llo al
gadal Grande, un sitio cercano a El Tajín, donde se optó norte, azul al oeste y verde al sur” (cfr. Ichon, 1973), lo
por pintar de color negro el interior del aposento para que introduce una diferencia en relación con los va­lores
lograr este efecto inmediatamente después de concluir cromáticos que dominaban el cosmos en la versión
su renovación arquitectónica (cfr. Pascual, 2006). No de los mexicas, donde el verde o el azul no se asocian
obstante, se pintaron murales en estas sombrías edi- con rumbos específicos del universo. A pesar de la na-
ficaciones y fue este ambiente siempre enrarecido por turaleza deductiva de este párrafo y siendo que su úni-
la combustión de resinas de olor el que produjo que co acicate son las reminiscencias que puedan quedar
hubiera necesidad de reponerlos con cierta frecuen- de un pensamiento simbólico ancestral revelado en la
cia y que los de épocas más tempranas terminaran in- palabra de los totonacos, no es remoto pensar que en
variablemente enterrados como escombro en el relleno la memoria de esta lengua pudieran guardarse vesti-
constructivo de los templos de factura más reciente. gios de una manera muy antigua de percibir y razonar

271
Lámina 28. Entrelaces en un mural del Edificio 14 Lámina 29. Mascarón de Tláloc entre los arreglos de bandas entrelazadas.
de El Tajín, Subestructura III (ca. 800 d.C.) (ZMM, 2017). Edificio 40 de El Tajín, Subestructura III (ca. 800 d.C.) (ZMM, 2013).

el ­mundo. Sin que ello implique que la civilización de lagunas en lo que hace a la composición y al tema de las
El Tajín fue un producto cultural totonaco, sería un gra- escenas que se daban cita en lo profundo de los cuartos,
vísimo error suponerlo así, el único propósito de estas y lo poco que sabemos de ellas corresponde más bien
analogías es ilustrar aquí otras formas de explicar la rea- al Epiclásico, que es el momento en que hemos dicho
lidad perceptible y el uso del color en los edificios de que se experimentan cambios en todos los ámbitos de
tan antigua ciudad. la cultura. El imponente pórtico del Edificio I de El Ta-
Ahora bien, si nos dirigimos al interior de los tem- jín Chico podría ayudarnos aquí a imaginar el aspecto
plos, a los pórticos y a los salones de los edificios de El de los murales que se reservaban para los lugares priva-
Tajín Chico, podremos observar que los pintores en- dos de los templos, sólo que a diferencia de los ­muros
contraron espacios adecuados para llevar a cabo verda­ de una habitación, las pinturas de un pórtico suelen ha-
deras obras de arte cuyas figuraciones debían vincularse llarse perfectamente acopladas a la identidad de los ele-
con la función de cada uno de los edificios. La ejecu- mentos arquitectónicos presentes, como son taludes,
ción de los entrelaces impuestos por el estilo artístico tableros, cornisas, escaleras y alfardas, sólo por pasar re-
vigente desembocó en un juego de líneas propio de “ca- vista de los más significativos. En cambio, dentro de los
lígrafos”, al ocultar la identidad de las figuras entre una cuartos los únicos límites que se imponen a la obra del
verdadera proliferación de espirales, ganchos y líneas pintor son en realidad el techo y el piso, puesto que el
retorcidas (lámina 28). El color de fondo no sería distin- mural puede y debe ocupar la totalidad de la superfi-
to al usado sobre los aplanados exteriores. Las figuras cie de las paredes. Aquí el espacio no aparece determi-
fueron dispuestas sobre paredes entonadas de rojo, azul nado por las formas arquitectónicas. Su ordenamiento
o verde y repartidas en secciones horizontales. en la pared es resultado de un ejercicio intelectual que
En este momento de su historia, los verdes y los exige su división en registros horizontales, con excep-
amarillos estarían desapareciendo gradualmente de las ción de los límites que prácticamente con el sentido de
fachadas y el azul habría perdido espacios frente al color márgenes establecen verticalmente las esquinas de los
rojo. Sin embargo, hasta finales del siglo VIII de nues- aposentos. Desde el punto de vista de la concepción de
tra era los motivos se pintaban sobre paredes comple- los murales, los pórticos eran considerados más como
tamente entonadas de rojo, azul o verde, repartidas en espacios exteriores que como el inicio real de los apo-
secciones o registros horizontales y separadas por me- sentos, lo que resulta especialmente interesante, pues-
dio de bandas de color. Todavía hoy tenemos grandes to que la temática de los murales podría anunciar desde

272
aquí su función por razón de su obvia integración cere­ teriales, no sólo de pinturas, que rodeaba el trabajo de
monial con las plazas y no con aquellos espacios in- estos artistas. Cada uno de los murales era en realidad
teriores que por apartados sólo resultaban propicios una obra colectiva; no sólo es evidente la participación
para los rituales privados. de varias manos en su ejecución, también se percibe la
En suma, lo que aún queda de la producción pic- intervención de todo un grupo de individuos encarga-
tórica del Edificio I es suficiente como para advertir su dos de acercar las pinturas en vasijas de barro, de alis-
consagración al culto de una deidad específica. Si nos tar varias clases de pinceles o de teñir de rojo madejas
atenemos a las imágenes que sobreviven de esta épo- de hilo que eran usadas a manera de “reventones”
ca, descubriremos en el pórtico que una de ellas exhi- para trazar sobre las paredes encaladas las distin-
be el cuerpo descarnado de un mamífero, al que se le tas áreas en las que se dividiría el mural. Había quie-
sobrepuso un rostro de perfil. El ojo es idéntico al que nes acarreaban el agua, quienes recogían en el monte
hemos descrito en párrafos anteriores a propósito del el óxido de hierro tan necesario para elaborar la pin­
fragmento hallado en el Edificio A de El Tajín Chico, tura roja o quienes lo calentaban en comales para os-
mientras que el ejemplo del Edificio I sólo es distinto curecer el pigmento y así obtener distintas tonalidades
en lo que hace a la solución de la nariz y de la boca, las de café. Otros se internarían en el bosque para hacer-
que parecen ajustarse a convenciones que claramente se de cortezas de árboles cuya resina era usada como
se alejan de los propósitos del “retrato” —si es que ha- aglutinante en la pintura para lograr que el pigmen-
cemos valer el término— para solidarizarse con la esti- to se incorporara de mejor manera y tuviera mayor po-
lización propia de los patrones de bandas entrelazadas der cubriente. En fin, los pintores no trabajaban solos:
que participan en la obra. Es decir, la nariz queda ex- eran parte de un gremio de talleres con tareas perfec-
presada por una banda que surge de la cara a ma­nera tamente diferenciadas. Los artistas más experimenta-
de un apéndice de color verde, que más recuerda el dos se encargarían de pintar el contorno negro de cada
hocico de un animal, aunque la boca se resuelve por una de las figuras; la fluidez del trazo y el control del
­separado a través de la figura elemental de un gancho pincel es excepcional en todos sentidos. El perfilado de
pintado de azul. Es interesante notar que este incierto las imágenes correspondía a la mano probada de unos
personaje cuenta en el mismo pórtico con una versión pocos artistas, los mejores del grupo, o incluso quizá
contraria que se inscribe en el tablero opuesto, y cuyo los encargados de las obras, mientras que sus allega-
antagonismo queda manifiesto por intermedio de un dos podían colorear las figuras como parte de un pro-
torso provisto de carnes y ataviado con un pectoral for- ceso gradual de enseñanza que sin duda tomaba forma
mado por varias hiladas de cuentas azules. De hecho, como parte de la relación de grupo. Si hay algo que es
alcanza a verse una fajilla de tela blanca que sugiere la propio de los murales de El Tajín es la ausencia de la
presencia imaginaria de un faldellín que excede los lí- técnica del estarcido, la falta de esténciles o de planti-
mites del área pintada. llas que permitieran repetir ciertos dibujos de manera
El Edificio I es sin duda una obra mural de mecánica en el mural, particularmente aquellos que
gran virtuosismo y uno de los ejemplos más valio- ocupan el interior de las cenefas y que observan una
sos que tenemos de los contados murales que toda- fuerte vocación decorativa. Con todo, estos artistas te-
vía se conservan en la antigua ciudad. Sin embargo, la nían una absoluta claridad de los modelos requeridos
excepcionalidad del trazo y la variedad de los recur- en el mural, una admirable capacidad de reproducir los
sos materiales disponibles para su ejecución no son dibujos hasta en los más mínimos detalles sin valer-
carac­terísticas inmutables de la producción pictóri- se de molde alguno. Es justo el caso de los mas­carones
ca de El  Tajín. Hemos dicho que la obra de estos ar- frontales de Tláloc en el Edificio 40 o de las deidades
tistas de la antigüedad era particularmente sensible a de los tableros en el pórtico del Edificio I de El Tajín
los cambios políticos y sociales. No sólo a causa de su Chico (lámina 29). Se trata de artistas con destrezas y
obligada adaptación a las exigencias figurativas de los habilidades sorprendentes cuyo trabajo tomaba for-
nuevos tiempos, sino por su dependencia de la ofer- ma en el seno de talleres distintos y que resolvieron
ta de los “panecillos de color” venidos de otras tierras. de modo admirable cada una de las obras que empren-
Por otro lado, hay que considerar la variedad de ma­ dieron en los muros de decenas de edificios de El Tajín.

273
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I van Š p r ajc
Centro de Investigaciones de la Academia Eslovena de Ciencias y Artes (ZRC SAZU), Eslovenia
P e d ro F r anc i s co S á nc h ez N ava
Instituto Nacional de Antropología e Historia

El templo piramidal es, sin duda alguna, uno de los ras- su horario. Al percibir estas regularidades, las sociedades
gos más emblemáticos de las antiguas culturas me- antiguas pudieron predecir los cambios estacionales en
soamericanas. Simbolizando la montaña sagrada, la naturaleza y ordenar sus actividades en el tiempo. Por
materializando episodios de los mitos cosmogónicos, consiguiente, la observación de los cuerpos celestes llegó
y siendo escenario de complejos rituales, las pirámi- a ser particularmente relevante con el surgimiento de la
des tenían múltiples funciones y significados. Uno de agricultura. Debido a que este modo de subsistencia re-
sus aspectos, el astronómico, es de los menos eviden- quiere una eficaz programación de las labores en el ciclo
tes y pasó casi inadvertido —o malentendido— hasta anual, el saber astronómico ofrecía ventajas adaptativas
épocas recientes, ya que la información que al respecto a las sociedades que contaban con mejores especialistas
ofrecen las fuentes escritas es escasa y ambigua. Apenas en la materia y, por lo tanto, adquirió gran importancia
las investigaciones sistemáticas, realizadas en las últi- en los estados tempranos: haciendo más eficientes las
mas décadas y basadas en la medición y el análisis de estrategias de subsistencia, contribuyó a la legitimación
las orientaciones, han mostrado que los criterios astro- del poder de la clase gobernante.
nómicos eran muy importantes en los conceptos invo- Las observaciones astronómicas resultaron, por
lucrados en el diseño y construcción de estos edificios. una parte, en un corpus de conocimientos exactos y úti-
No cabe duda de que la antigüedad de la astrono- les en términos prácticos. Por la otra, el sublime orden
mía, así como su gran importancia atestiguada en to- celeste, que parece inmutable, hermoso y perfecto, fue
das las civilizaciones antiguas, se deben a las funciones concebido como manifestación de la divina armonía,
prácticas de la observación del movimiento de los cuer- dando origen a las creencias según las cuales los aconte-
pos celestes. Los rumbos del universo, determinados cimientos en la tierra se ven afectados por los fenóme-
por las direcciones de orto y ocaso del Sol, la Luna y los nos observados en el cielo. Los conocimientos que hoy
demás astros, así como por la ubicación del polo celes- en día calificaríamos como correctos o científicos esta-
te —punto en torno al cual aparentemente gira el fir- ban en Mesoamérica, así como en otras civilizaciones
mamento—, son referencias básicas para orientarse en arcaicas, inextricablemente entrelazados con la religión,
el espacio, mientras que los movimientos cíclicos de los el ritual y la mitología, formando parte de la cosmovi-
astros permiten la orientación en el tiempo. Recorde- sión, es decir, de una conceptualización estructurada y
mos que las importantes unidades de tiempo que se- relativamente coherente del universo.
guimos usando —el día, el mes y el año— derivan de Fray Toribio de Benavente o Motolinía (1971: 51)
los ciclos astronómicos. escribe, en su obra Memoriales, que la fiesta mexica de
Más aún, ya en épocas remotas, el ser humano de- Tlacaxipehualiztli “caía estando el sol en medio del
bió de haber percibido que diversos cambios observados Uchilobos, que era equinoccio, y porque estaba un
en el cielo se repiten con el mismo ritmo que los cambios poco tuerto lo quería derrocar Mutizuma y endereza-
cíclicos en el medio ambiente, pero que la periodicidad llo”. La información complementaria se encuentra en
de los eventos celestes es mucho más exacta y estable: el mapa de Tenochtitlan atribuido a Cortés, donde se
mientras que los fenómenos climáticos anuales —como muestra el rostro del Sol entre los santuarios geme-
el comienzo de la época de lluvias— se pueden adelan- los del Templo Mayor. Aunque éstas, junto con algu-
tar o retrasar, los cambios cíclicos celestes nunca alteran nos dibujos en los códices (Aveni, 2001: 19ss., 236ss.;

277
Lámina 1. Distribución de los azimuts norte-sur y este-oeste de los edificios medidos en varias subáreas mesoamericanas. Cada columna
representa el número de azimuts cuyos valores se encuentran en el rango de 1° centrado en el valor indicado en la escala horizontal.

Šprajc, 2001: 404ss.), parecen ser las únicas fuentes orientaciones y ciertos rasgos del paisaje circundan-
documentales que aluden a la orientación astronó- te (Aveni, 2001; 2008; Aveni y Hartung, 1986; Broda,
mica de los templos mesoamericanos, hoy sabemos 1993; 2000; Carlson, 1981; Dowd y Milbrath, 2015; Fu-
que la práctica de orientar edificios cívicos y ceremo- son, 1969; Galindo, 1994; 2008; Tichy, 1991).
niales de acuerdo con principios astronómicos era co- El presente resumen se basa en gran medida en
mún en Mesoamérica. Las mediciones en los vestigios un estudio sistemático que realizamos recientemente
arquitectónicos y los análisis de los datos resultantes en varias subáreas de Mesoamérica: con mediciones en
han mostrado que la distribución de los azimuts (án- campo determinamos las orientaciones de más de 500
gulos en el plano horizontal, medidos desde el norte estructuras en 206 sitios arqueológicos (37 en el centro
astronómico en el sentido de las manecillas de reloj) de México, 106 en las tierras bajas mayas, 15 en O­ axaca,
de sus ejes principales no es uniforme, como lo sería 27 en la Costa del Golfo y 21 en el Occidente y el Norte).
si las orientaciones hubiesen sido fortuitas o supedi- Los datos detallados sobre los alineamientos, los análi-
tadas a los factores geomorfológicos propios de cada sis y las discusiones sobre los sitios y regiones particu-
localidad, sino que exhibe concentraciones alrededor lares se han presentado de manera exhaustiva en varias
de ciertos valores, reflejando la existencia de grupos de monografías (Sánchez y Šprajc, 2015; Sánchez et al.,
orientaciones. La presencia de los mismos  grupos 2016; Šprajc, 2001; Šprajc y Sánchez, 2015; Šprajc et al.,
en sitios diferentes y durante periodos prolongados 2016), donde también se expone la metodología que
sólo puede explicarse con el uso de referencias astro- hemos empleado. En las siguientes secciones discuti-
nómicas sobre el horizonte. También se han notado mos los grupos más prominentes de orientaciones, sus
las relaciones aparentemente intencionales entre las relaciones con los eventos astronómicos y el paisaje cir-

278
Lámina 2. Distribución de las fechas registradas por las orientaciones solares en los horizontes este y oeste. Las fechas anotadas en la
escala horizontal aparecen en intervalos de tres días; cada columna representa el número de fechas centradas en la indicada abajo.

cundante y, finalmente, los usos y significados que te- mente los templos los que predominan en la muestra y
nían en la vida de las sociedades mesoamericanas. en cuyo diseño los conceptos cosmológicos tenían es-
Es importante señalar que las orientaciones que pecial relevancia.
pertenecen a los grupos que hemos identificado están
materializadas en edificios de diferentes tipos; no sólo
en los templos piramidales, sino también en las cons- Grupos de orientaciones
trucciones palaciegas de uso residencial y administrati- y sus referentes astronómicos
vo. En otras palabras, en la muestra de datos analizados
no se observa que, para orientar los edificios de un tipo, En virtud de que los edificios son, en su mayoría, de
existieran referentes astronómicos preferidos y diferen- planta aproximadamente rectangular, sus orientacio-
tes de los que regían la orientación de los de otro tipo. nes pueden definirse con sus ejes de simetría norte-sur
No obstante, siendo las pirámides el tema focal del pre- y este­-oeste, por lo que cada estructura contiene cua-
sente libro, cabe puntualizar que las interpretaciones tro direcciones con un posible significado astronómico.
que resumiremos a continuación son válidas sobre Los histogramas en la lámina 1 presentan la distribución
todo para los edificios de este tipo, ya que son precisa- de frecuencias de los azimuts de los ejes norte-sur y es-

279
te-oeste de todos los edificios medidos (cada alineamien- largo del horizonte representan los momentos natural-
to puede definirse con dos azimuts, que difieren por 180°, mente significativos del año trópico. A diferencia de los
por lo que sólo se indican los azimuts hacia el norte y el solsticios, sin embargo, los equinoccios no son directa-
este). Podemos observar que los dos histogramas mani- mente observables y sólo pueden determinarse con mé-
fiestan distribuciones algo diferentes, ya que muchas es- todos relativamente sofisticados. Contrario a la opinión
tructuras no son de planta exactamente rectangular. Las común, no hay evidencias contundentes de que los edi-
concentraciones de los azimuts este-oeste son más pro- ficios mesoamericanos fueran orientados hacia las po-
nunciadas que las de los azimuts norte-sur, indicando siciones del Sol en los equinoccios astronómicos (21 de
que las orientaciones eran astronómicamente funciona- marzo y 23 de septiembre, ± 1 día). Entre las fechas casi
les ante todo o exclusivamente en dirección este-oeste. equinocciales en la lámina 2 llaman la atención las re-
Una característica de las orientaciones mesoameri- gistradas en el horizonte poniente y centradas en el 23
canas, notable en la lámina 1 y conocida desde que se ini- de marzo y el 21 de septiembre; se trata de los llamados
ciaron las investigaciones sistemáticas, es que prevalecen días de cuarto del año, que caen dos días después/antes
las desviaciones en el sentido de las manecillas de reloj del equinoccio de primavera/otoño y que, junto con los
respecto a los rumbos cardinales (al sur del este o, vis- solsticios, dividen el año en cuatro partes de igual dura-
to de otra manera, al norte del oeste). De los motivos que ción (de aproximadamente 91 días). Los análisis de los
probablemente propiciaron esta tendencia —pese a las datos han mostrado que las orientaciones correspon-
excepciones que son relativamente comunes en algunas dientes (con azimuts centrados en 91° [lámina 1]) han
áreas, por ejemplo a lo largo de la Costa del Golfo y en de referirse precisamente a estas fechas (lámina 3).
el Occidente y el Norte— nos ocuparemos más adelante. Uno de los fenómenos “equinocciales” más co-
nocidos es, sin duda, el efecto de luz y sombra que se
produce, antes de la puesta del Sol, sobre la alfarda nor-
Orientaciones solares te del Castillo en Chichén Itzá, dando la impresión del
descenso de una serpiente de cascabel con triángulos
Como se observa en la lámina 1, la mayoría de los azi- dorsales iluminados (Arochi, 1976; Carlson, 1999). Sin
muts este-oeste se encuentra entre los valores de apro- embargo, la idea de que los constructores del Castillo
ximadamente 65° y 115°, es decir, dentro del ángulo quisieran registrar los equinoccios, no obstante su po-
que, en latitudes mesoamericanas, recorre el Sol en su pularidad, resulta difícil de sostener. Cabe destacar que
desplazamiento anual por el horizonte. El porcenta- el fenómeno no cambia mucho durante unos días an-
je de los azimuts que se encuentran dentro de este án- tes y después del equinoccio y que la iluminación más
gulo es mucho mayor del que hubiera resultado de atractiva de la alfarda se produce aproximadamente una
una distribución uniforme, en lo que podemos ver un hora antes del ocaso solar, por lo que resulta imposible
primer indicio de que las orientaciones se refieren, en —aun suponiendo la intencionalidad del efecto— de-
su mayoría, a las salidas y puestas del Sol en ciertas terminar la fecha que los constructores habrían querido
fechas. Los histogramas en la lámina 2 presentan la dis- conmemorar; incluso para ellos habría sido imposible
tribución de frecuencias de las fechas registradas por las fijar cualquier fecha tan sólo mediante la observación
orientaciones solares en los horizontes este y oeste. de este fenómeno. Si el juego de luz y sombra es resul-
Una idea que sigue siendo muy popular es que, tado de un diseño arquitectónico consciente, sólo pudo
para los antiguos mesoamericanos, los momentos haber tenido una función simbólica, pero en tal caso
más importantes del año trópico (o de las estaciones) —considerando la ya mencionada ausencia de orien-
eran los solsticios y los equinoccios. Las concentracio- taciones equinocciales— resulta más probable que el
nes de los azimuts cerca de 65° y 115° en la lámina 1, así fenómeno fuera destinado a celebrar los días de cuarto
como de las fechas alrededor del 22 de diciembre y el del año (Sánchez y Šprajc, 2015: 130ss.).
22 de junio en la lámina 2, indican que diversas orienta- Otra opinión popular es que muchas orientacio-
ciones efectivamente marcaban las posiciones del Sol en nes mesoamericanas registraban las puestas del Sol en
los solsticios, que por ser marcados por los extremos fá- los días de su paso por el cenit. Los datos, sin embar-
cilmente perceptibles del desplazamiento del astro a lo go, no apoyan esta idea que, propuesta por primera vez

280
mismos grupos de fechas e intervalos en áreas exten-
sas y durante periodos prolongados indudablemen-
te refleja la preocupación por monitorear el desfase
del año calendárico respecto al año trópico y la necesi-
dad de determinar los momentos clave en el ciclo es-
tacional. Cabe recordar que en el sistema calendárico
mesoamericano no se empleaban mecanismos de
intercalación o ajustes regulares que permitieran
mantener la concordancia permanente entre el año ca-
lendárico de 365 días y el de las estaciones (trópico) de
365.2422 días, por lo que las observaciones astronómi-
cas nunca dejaron de ser necesarias. Los alineamientos
que registraban las salidas y puestas del Sol separadas
por múltiplos de periodos básicos del calendario me-
soamericano permitían el uso de calendarios observa-
cionales fácilmente manejables, de cuyas funciones nos
ocuparemos más adelante.
Las orientaciones más numerosas son las que
marcan las salidas del Sol alrededor del 12 de febre-
ro y el 30 de octubre. Aunque en el histograma pode-
mos observar una dispersión de fechas alrededor de
este par, hay que tomar en consideración que, debido
al estado actual de conservación de los edificios, las fe-
chas que calculamos con base en los datos de las medi-
ciones no siempre representan exactamente las que los
Lámina 3. La Estructura CA-14 de Oxkintok, Yucatán, constructores querían registrar, por lo que a cada orien-
México, está orientada hacia las puestas del Sol en los días
de cuarto del año, 23 de marzo y 21 de septiembre (IŠ).
tación le asignamos el posible error, estimado a partir
de las incertidumbres derivadas de la disposición actual
del edificio. Los análisis de los datos mostraron que,
hace muchas décadas, ha sido fomentada con base en tomando en consideración estos errores, las fechas de
datos escasos y poco precisos. Cabe agregar, empero, orto solar están centradas precisamente en el 12 de fe-
que el Sol cenital, cuya importancia en Mesoamérica es brero y el 30 de octubre y, además, que este grupo de
sugerida ante todo por los datos etnográficos, pudo ha- orientaciones debió de ser funcional únicamente hacia
berse observado en dipositivos que permitían el paso el oriente. El significado especial de estas fechas ha de
vertical de los rayos solares a mediodía (Morante, 1995); deberse a que un intervalo que las separa es exactamen-
los datos sobre los alineamientos tan sólo indican que te de 260 días. Se trata del intervalo que, siendo múlti-
no se prestaba atención a las posiciones del Sol en el plo tanto de 13 como de 20 días, equivale a la duración
horizonte en estos días. del ciclo calendárico sagrado. Por lo tanto, los eventos
Los histogramas de la lámina 2 muestran que separados por este intervalo ocurrían en las mismas fe-
la distribución de las fechas manifiesta concentracio- chas de la cuenta de 260 días.
nes en cuatro épocas del año que —como veremos Las orientaciones que marcan este par de fechas,
más adelante— pueden explicarse en términos del ci- más ampliamente distribuidas en las tierras bajas ma-
clo agrícola. Además, al realizar diferentes análisis de yas, pero frecuentes también en otras partes (lámina
los datos, detectamos que las fechas señaladas por las 2), pertenecen a la llamada “familia de 17°”. Aunque
orientaciones solares tienden a estar separadas por in- esta designación, cuyos orígenes se remontan a la eta-
tervalos que son múltiplos de 13 o de 20 días. La con- pa pionera de los estudios arqueoastronómicos en
sistencia con la que las orientaciones registran los ­Mesoamérica (Marquina y Ruiz, 1932), se refiere a la

281
desviación  de los rumbos cardinales en el sentido de dos en la tabla 1 estaban en uso simultáneamente. En
las manecillas de reloj, las orientaciones correspon- otros sitios del centro de México, tales como Teotihua-
dientes manifiestan variaciones considerables, no sólo can, Las Pilas y Tenayuca, es posible que se haya usa-
por diferentes alturas del horizonte local y las latitu- do solo uno de los dos esquemas. Un caso único es la
des geográficas, sino también porque no todas fueron Estructura 57 de Toluquilla, en Querétaro, alineada
destinadas a marcar las mismas fechas. En el centro de hacia las salidas del Sol el 30 de abril y el 13 de agos-
México y en el Occidente y el Norte, esta “familia” de to y a la vez hacia sus puestas el 9 de febrero y el 1º de
orientaciones integra dos grupos ligeramente diferentes, noviembre; el uso del esquema 2 en la tabla 1, por ende,
aunque funcionalmente relacionados. Uno incorpora las fue posibilitado con una misma orientación, cuya im-
orientaciones que marcan ya sea las salidas del Sol el 12 portancia es recalcada por el hecho de que la reprodu-
de febrero y el 30 de octubre, o bien sus ocasos el 30 de ce no sólo el adyacente Juego de Pelota 2 sino también
abril y el 13 de agosto. Ambos pares de fechas están se- el Juego de Pelota 1, ubicado a unos 200 m hacia el nor­
parados por un intervalo de 260 días. El otro grupo se- o­este (Šprajc, 2001; Šprajc et al., 2016).
ñala los ortos del Sol el 9 de febrero y el 1º de noviembre Se ha sugerido que la Pirámide del Sol de Teotihua-
o sus puestas el 3 de mayo y el 11 de agosto; cada par de can, así como otros edificios orientados hacia las puestas
fechas delimita un intervalo de 100 (= 5 × 20) días. solares el 13 de agosto, conmemoraban la fecha base de
Los alineamientos de ambos grupos aparecen la Cuenta Larga maya en 3114 a.C. (Malmström, 1997).
juntos en varios sitios, sugiriendo el uso de dos es- Hay que advertir, sin embargo, que el caso más temprano
quemas observacionales compuestos por interva- de esta orientación, conocido al momento, es el de Teo-
los calendáricamente significativos (tabla 1). Un caso tihuacan, mientras que en el área maya los alineamien-
particularmente interesante es Xochicalco, donde la tos que registran esta fecha son relativamente escasos y,
sección central y más alta de la Acrópolis registraba a juzgar por los datos disponibles, no aparecen antes del
tanto las salidas del Sol el 12 de febrero y el 30 de oc- Clásico Temprano (Sánchez y Šprajc, 2015: tabla 1).
tubre como sus puestas el 30 de abril y el 13 de agos- Varios autores han asociado las orientaciones ha-
to (lámina 4; es significativo que el 30 de abril y el 13 cia los ortos solares el 12 de febrero con el inicio del año
de agosto son también las fechas de la primera y la úl- calendárico, argumentando que fray Bernardino de Saha-
tima entrada de los rayos solares en la cueva de Xo- gún menciona en su Códice Florentino y la Historia general
chicalco artificialmente modificada: Morante, 1995), que el año mexica empezaba el 2 de febrero del calendario
mientras que las secciones este y oeste de la Acrópolis juliano (equivalente al 12 de febrero en el gregoriano). La
marcaban, respectivamente, los ortos solares el 9 de fe- idea no es conciliable con evidencias abrumadoras de que
brero y el 1º de noviembre (lámina 5) y los ocasos el 3 los mesoamericanos no conocían ningún sistema de in-
de mayo y el 11 de agosto. Considerando que todas las tercalaciones que hubiese mantenido una correlación per-
estructuras involucradas fueron construidas durante manente entre el año calendárico de 365 días y el trópico
un lapso relativamente corto (ca. 700-900 d.C.), y en (Caso, 1967; Prem, 2008; Šprajc, 2000).
vista de su emplazamiento relativo, es muy proba- Las orientaciones de otro grupo ampliamente di-
ble que los dos esquemas observacionales reconstrui- fundido están desviadas alrededor de 11° de los rum-

Fecha Intervalo Fecha Fecha Intervalo Fecha


(días) (días)
105 105
feb 12 oct 30 feb 12 oct 30
80 80 80 80
may 3 ago 11 may 3 ago 11
100 100
Esquema Esquema

Tabla 1. Dos calendarios observacionales reconstruidos para las orientaciones de la “familia de 17°”. Las fechas y
los intervalos en cada esquema se suceden en el sentido contrario al de las manecillas de reloj.

282
bos cardinales en el sentido de las manecillas de reloj
(lámina 1). Aunque, obviamente, a cada orientación le
corresponden dos pares de fechas, uno en el horizon-
te oriente y otro en el poniente, los análisis también en
este caso mostraron que las orientaciones eran funcio-
nales hacia el oriente, marcando las salidas del Sol el 22
de febrero y el 20 de octubre (lámina 2), separadas por
un intervalo de 240 (= 12 × 20) días.
Además de los grupos referidos de orientaciones
solares se han identificado otros, de los que algunos
pudieron ser funcionales en ambas direcciones. Pese a
las variaciones regionales y temporales, los patrones de
orientación en toda el área mesoamericana están evi-
dentemente basados en los mismos criterios: al me-
nos uno de los intervalos marcados por cada uno de los
grupos identificados tiende a ser un múltiplo de 20 o de
13 días (láminas 6 a 11). La intencionalidad de estas re-
gularidades se ve apoyada también por análisis estadís-
ticos (González-García y Šprajc, 2016).

Orientaciones hacia los extremos


de la Luna y Venus

Entre los alineamientos fuera del ángulo de desplaza-


miento del Sol por el horizonte llaman la atención dos
grupos que pueden relacionarse con los extremos de la
Luna y del planeta Venus.
Si la observamos en los momentos de su salida o
puesta, la Luna cada mes recorre el horizonte entre los
puntos extremos, que varían en un ciclo de 18.6 años,
abarcando ángulos distintos. Las variaciones se deben a
que la órbita de la Luna está inclinada respecto a la de la
Tierra (eclíptica) por el ángulo de poco más de 5° y que Láminas 4a y 4b. La sección central de la Acrópolis de
Xochicalco, Morelos, México, está orientada hacia las salidas
las intersecciones de las dos órbitas (los nodos) se van del Sol en las fechas 12 de febrero y 30 de octubre (a) y a
desplazando a lo largo de la eclíptica. En latitudes me- sus puestas el 30 de abril y el 13 de agosto (b) (IŠ).
soamericanas, la Luna en sus extremos llega a los pun-
tos que se encuentran a unos 5° o 6° al norte y al sur de unos 20° al norte y al sur del este y el oeste verdaderos.
los puntos alcanzados por el Sol en los solsticios. Es de- A partir de estos momentos, la distancia entre los pun-
cir, una vez en cada ciclo de 18.6 años la Luna llega a sa- tos extremos de sus ortos y ocasos vuelve a crecer y, al
lir y ocultarse a aproximadamente 30° al norte y al sur transcurrir otro periodo de 9.3 años, pueden observarse
de la línea este-oeste; se trata de sus extremos o para- nuevamente los extremos mayores.
das mayores, cuando el ángulo entre los puntos extre- Las desviaciones alrededor de 30° al sur del este
mos sobre el horizonte es el más ancho. En los meses verdadero que se observan en la lámina 1 (azimuts cer-
y años siguientes este ángulo va disminuyendo has- ca de 120°) corresponden al grupo de orientaciones que
ta volverse el más angosto después de 9.3 años, cuan- ha de referirse a los extremos mayores de la Luna. Un
do la Luna alcanza sus extremos menores, situados a hecho significativo que apoya tal conclusión es que la

283
Lámina 5. La Pirámide de las Serpientes Emplumadas y la sección oriente de la Acrópolis de Xochicalco. Morelos, México,
comparten la orientación hacia el Cerro Jumil, que marca los ortos solares el 9 de febrero y el 1º de noviembre (IŠ).

mayor concentración de las orientaciones de este gru- ca —recordando que la Luna llena siempre sale apro-
po se encuentra en la costa nororiental de la península ximadamente en los momentos de la puesta del Sol y
de Yucatán, es decir, precisamente en la región ­conocida se pone al amanecer— que las posiciones extremas del
por la importancia del culto a la diosa Ixchel, asocia- Sol y de la Luna llena se observan casi simultáneamen-
da con la Luna (Freidel y Sabloff, 1984; Milbrath, 1999: te en los lados diametralmente opuestos del horizonte,
147s; Miller, 1982: 85s; Thompson ,1939). Asimis- además de que el tiempo durante el cual la Luna llena
mo, llama la atención que los edificios orientados ha- alumbra la noche es el más largo justamente en la épo-
cia los extremos lunares mayores se encuentran, por lo ca del año cuando los días son los más cortos, y vice-
regular, asociados a los que manifiestan orientaciones versa; obviamente, el lapso durante el cual la Luna llena
solsticiales. Aquí hay que advertir que los extremos lu- permanece arriba del horizonte es particularmente lar-
nares ocurren en intervalos de 18.6 años, pero en estos go/corto durante sus extremos mayores. Son precisa-
momentos la Luna no siempre está en la misma fase. mente estas contraposiciones de los dos astros las que
Es posible que las más llamativas fueran las salidas y probablemente motivaron el interés por los extremos
puestas de la Luna llena. Debido a la mecánica celes- lunares en varias culturas antiguas, en las que la exis-
te, las salidas y puestas extremas de la Luna llena siem- tencia de alineamientos hacia estos fenómenos ha sido
pre ocurren cerca de los solsticios, cuando también el demostrada.
Sol llega a sus posiciones extremas, pero además se ob- La frecuente asociación de las orientaciones solsti-
serva un interesante contraste: la Luna llena llega a sus ciales con las que corresponden a los extremos mayores
extremos norte siempre cerca del solsticio de invierno, de la Luna sugiere, por lo tanto, que estos fenómenos
cuando el Sol sale y se pone en su punto más alejado se observaban durante el plenilunio. Los análisis de los
hacia el sur, mientras que cerca del solsticio de vera- datos también mostraron que las orientaciones lunares
no, cuando el Sol alcanza sus puntos extremos de sa- eran funcionales predominantemente hacia el poniente,
lida y puesta hacia el norte, la Luna llena sale y se pone marcando los extremos máximos norte, mientras que
en los puntos más alejados hacia el sur. Esto signifi- los alineamientos solsticiales asociados registraban, en

284
la mayoría de los casos, las salidas del Sol más alejadas ta es visible como estrella de la tarde, siempre alcanza
hacia el sur, en el solsticio de diciembre. sus extremos algún tiempo antes de los solsticios: entre
La orientación de varios templos corresponde a abril y junio (extremos norte) y entre octubre y diciem-
los extremos menores de la Luna. Sin embargo, la in- bre (extremos sur). Es decir, los extremos de Venus ves-
tencionalidad de estas correspondencias es más dudo- pertino aproximadamente delimitan la época de lluvias
sa, ya que el otro referente de estas orientaciones pudo y, por lo tanto, el ciclo agrícola en Mesoamérica, y fue
haber sido el Sol. precisamente esta coincidencia la que parece haber sido
También los puntos de salida y puesta del plane- la base observacional de la ampliamente documentada
ta Venus se desplazan a lo largo del horizonte, llegan- asociación conceptual entre Venus, lluvia y maíz en la
do a los extremos norte y sur. Como ya fue explicado cosmovisión mesoamericana (Šprajc, 1996a). Además,
con detalle en otras partes (Šprajc, 1996a: 23ss.; 1996b: es notable la asimetría de los extremos de Venus visi-
32ss.; 2015a), los extremos del planeta exhiben (así bles en los horizontes oriente y poniente; mientras que
como los demás fenómenos venusinos) patrones la estrella de la mañana nunca rebasa considerablemen-
de ocho años, ya que el periodo de cinco revolucio- te los puntos de los extremos solsticiales del Sol, el lu-
nes sinódicas de Venus es casi igual a ocho años tró- cero vespertino, cada ocho años, alcanza sus extremos
picos (5 ×  583.92  días  = 2919.6 días; 8 × 365.2422 máximos, llegando a ponerse hasta más de 3° de los
días = 2921.9376 días). Aunque sus fechas y magnitu- puntos solsticiales. Es decir, la diferencia entre los ex-
des varían considerablemente, todos los extremos son tremos mayores de la Luna y de Venus es relativamen-
fenómenos estacionales, siendo particularmente in- te pequeña, pero los análisis de los datos sugieren que,
teresantes los de Venus vespertino: cuando el plane- aparte de las orientaciones lunares, existían algunas que
marcaban los extremos mayores de Venus. Para algunos
edificios orientados de esta manera tenemos datos in-
dependientes que apoyan su relación con Venus; tal es
el caso, por ejemplo, del Circular de Huexotla, estado de
México, que es un templo dedicado a Ehécatl-Quetzal-
cóatl, asociado con Venus, y del Palacio del Gobernador
en Uxmal, Yucatán, donde la decoración de la facha-
da contiene diversos elementos que aluden al planeta
(Šprajc, 1996a: 75ss.; 2015b).

¿Orientaciones estelares?

Es probable que algunos edificios fueran o ­ rientados


hacia los puntos de salida o puesta de ciertas estre-
llas. Sin embargo, varios factores hacen difícil es-
tablecer el referente estelar de una orientación. La
dificultad principal consiste en que, si bien las fuen-
tes escritas mencionan varias estrellas que, por tanto,
eran importantes, son pocas las que pueden identifi-
carse con seguridad. Por ello, aunque prácticamente
Figura 6. La Pirámide de los Nichos en El Tajín, Veracruz, México, para cualquier orientación podemos encontrar algu-
orientada hacia un cerro cercano, señala las salidas del Sol el 16
de marzo y el 28 de septiembre, con un intervalo intermedio de 169
na estrella (incluso si sólo consideramos las brillan-
(=‌ 13 × 13) días. Nótese que la foto fue tomada el 18 de marzo de 2013 tes) como su posible referente, en la gran mayoría de
(cortesía de Patricia Castillo Peña), por lo que el Sol se encuentra
ligeramente al norte de la dirección marcada por el paramento (PCP).
los casos faltan datos independientes que sugieran la
intencionalidad de una u otra correspondencia. En
otros estudios mencionamos algunas estrellas que, se-

285
gún los argumentos expuestos, probablemente motiva-
ron un grupo de orientaciones en el área maya (Sánchez
y Šprajc, 2015: 67ss.; Sánchez et al., 2016: 39ss.), pero la
hipótesis tendrá que verificarse.

Orden espacial y relaciones


con el paisaje circundante

En varios sitios mesoamericanos la orientación astro-


nómica de la pirámide principal fue reproducida por
los edificios adyacentes o, en algunos casos, por partes
extensas de la traza urbana. Por ejemplo, la traza de Te-
nochtitlan fue ajustada a la etapa temprana del Templo
Mayor; en Teotihuacan, dos orientaciones ligeramente
diferentes que dominan el arreglo urbano fueron im-
puestas por la Pirámide del Sol (o por su subestruc-
tura, que manifiesta la misma orientación: Sugiyama
et al., 2013: 415) y la Ciudadela (Šprajc, 2001: 201ss.);
en La Campana, Colima, muchos edificios imitan las
orientaciones de dos templos principales (Šprajc et al.,
2016: 33). Los paisajes culturales prehispánicos, domi-
nados por ciertos alineamientos, han sobrevivido, en Lámina 7. La Estructura II de Calakmul, Campeche, México, la pirámide
más alta del sitio, está orientada hacia los ocasos del Sol el 10 de abril y
parte, hasta nuestros días, como se observa en las orien- el 2 de septiembre, separados por un intervalo de 220 (= 11 × 20) días (IŠ).
taciones de los planos cívicos, campos de cultivo e igle-
sias coloniales en los valles de México, Puebla-Tlaxcala
y Oaxaca (Faulseit, 2015; Galindo, 2013; Šprajc, 2001; el 30 de octubre, mientras que la extensión de su eje
Šprajc y Sánchez, 2015; Storck, 1980; Tichy, 1991). norte-sur pasa por la gigantesca pirámide Danta de El
En algunos casos, no sólo las orientaciones de los Mirador, visible en el horizonte sur a unos 40  km de
edificios sino también su ubicación relativa obedecían a distancia. La Estructura II, la pirámide más alta de Ca-
los criterios astronómicos. Esto es particularmente evi- lakmul, era astronómicamente funcional hacia el po-
dente cuando una estructura está orientada tanto hacia niente (lámina 4), pero a la vez está alineada hacia la
la posición del Sol en una fecha significativa como ha- Estructura VII, en el lado norte de la plaza principal,
cia otro edificio localizado en la misma dirección. Ejem- así como hacia el cerro distante que sostiene el sitio
plos de ello se han detectado en varios sitios, siendo arqueológico de Chanarturo (lámina 12; Sánchez y
particularmente frecuentes en El Mirador, Petén, Gua- Šprajc, 2015: 122ss.).
temala (Šprajc et al., 2009). Las relaciones de este tipo Este último caso ejemplifica otra práctica co-
existen incluso entre edificios en sitios di­ferentes. El Pa- mún, que refleja la complejidad de los criterios que
lacio del Gobernador en Uxmal, orientado hacia los ex- dictaban el diseño arquitectónico y la planeación ur-
tremos mayores norte de Venus vespertino, está a la bana en Mesoamérica: muchos edificios importan-
vez alineado hacia la pirámide principal de C ­ ehtzuc, tes fueron orientados no sólo astronómicamente sino
que se localiza a unos 4.5 km al sureste (­Šprajc, 1996a: también hacia las cumbres prominentes en el paisa-
75ss.; 2015b). Por otra parte, algunas estructuras orien- je circundante (Broda, 1993; Malmström, 1997; Ponce
tadas astronómicamente en la dirección este-oeste se de León, 1982; Tichy, 1991). Estos casos son particular-
alinean a otros edificios hacia el norte o el sur. En Ca- mente frecuentes en el centro de México, pero también
lakmul, la Estructura I, la segunda pirámide más gran- se han documentado en otras regiones (Šprajc, 2001;
de del sitio, marca los ortos solares el 12 de febrero y Sánchez y Šprajc, 2015; Šprajc y Sánchez, 2015; ­Šprajc

286
et al., 2016) y, en vista de su gran número, no pueden micamente significativos, representados también en
atribuirse al azar (láminas 5 y 6). Resulta evidente, des- los sitios lejanos de la costa. Por consiguiente, es muy
de luego, que los lugares para la construcción de estos probable que estos edificios fueran deliberadamente
edificios debieron de ser cuidadosamente premedi- construidos en los lugares que cumplían con criterios
tados, permitiendo que una orientación astronómica tanto astronómicos como topográficos (Sánchez et al.,
coincidiera, además, con un rasgo en el paisaje circun- 2016: 43ss.). Una analogía interesante la representan los
dante. Es probable que las plantas romboidales, que antiguos templos egipcios, erigidos en los puntos don-
caracterizan varias estructuras mesoamericanas, en al- de las direcciones astronómicamente relevantes eran
gunos casos resultaron del propósito de los construc- perpendiculares al Nilo (Belmonte, 2012).
tores de orientar el eje este-oeste hacia un evento celeste
y, al mismo tiempo, el eje norte-sur hacia una promi-
nencia en el horizonte; dos ejemplos notables son la Usos y significados de las orientaciones
Ciudadela de Teotihuacan y la Acrópolis de Xochicalco
(Šprajc, 2001). Los análisis de los datos sobre las orientaciones han
Los alineamientos hacia las cúspides en los ho- revelado la existencia de patrones de distribución in-
rizontes este y oeste nos llevan a considerar el papel tencionales, que indican el papel de los motivos as-
de estos marcadores naturales en los llamados calen- tronómicos y de los rasgos del paisaje en el diseño
darios de horizonte. La salida o puesta del Sol en cier- arquitectónico y la planeación urbana en Mesoaméri-
ta fecha puede ser marcada ya por un rasgo natural, ca. Pero, ¿cuáles fueron los conceptos y los objetivos que
ya por un alineamiento incorporado en la arquitectu- dictaron esta práctica? ¿Qué significado tenían las orien-
ra, por lo que las orientaciones de los edificios pueden taciones y cuáles eran sus usos? A continuación resumi-
comprenderse como marcadores artificiales de los ca- remos los datos independientes que arrojan luz sobre
lendarios de horizonte. Éstos con mucha probabilidad estas cuestiones.
eran la forma más sencilla de observaciones precisas El hecho de que tanto los templos como otros edifi-
del movimiento del Sol, pero su uso no fue abando- cios fueron alineados respecto al Sol indudablemente re-
nado por completo cuando las direcciones astronómi- fleja la utilidad práctica de este astro. Para monitorear la
camente significativas empezaron a ser plasmadas de alternancia de las estaciones, las referencias más elemen-
manera común en la arquitectura. Sobre todo para el tales debieron de ser los solsticios, marcados por los ex-
centro de México, se ha mostrado que en muchos si- tremos fácilmente perceptibles de la trayectoria anual del
tios, observando del templo más importante, los picos Sol a lo largo del horizonte, y los días de cuarto del año.
prominentes del horizonte local corresponden a las po- Otras fechas frecuentemente registradas (lámina 2)
siciones del Sol en las fechas frecuentemente registra- pueden interpretarse en términos agrícolas. A pesar de
das por las orientaciones arquitectónicas (lámina 13). las diferencias ecológicas en Mesoamérica, que condi-
En varias localidades, las fechas marcadas tanto por los cionan la variabilidad en la programación de activida-
cerros como por las estructuras pudieron integrarse en des particulares, las cuatro concentraciones de fechas
un solo esquema observacional, compuesto de interva- coinciden con las cuatro estaciones importantes en el
los calendáricamente significativos. Resulta obvio, por ciclo de cultivo del maíz, ya que corresponden a la pre-
lo tanto, que muchos edificios importantes fueron no paración de los campos de cultivo (febrero-marzo), el
sólo orientados sino también localizados a partir de inicio de la época de lluvias y de la siembra (abril-ma-
consideraciones astronómicas, con el objetivo de usar yo), la aparición de los primeros elotes (agosto-sep-
las cumbres prominentes como marcadores de salidas tiembre) y la época de la cosecha (octubre-noviembre).
y puestas del Sol en las fechas relevantes. Aunque son múltiples los datos sobre el impor-
Otro caso interesante se ha documentado en la tante papel de los conocimientos astronómicos en la
costa noreste de la península de Yucatán. Las orienta- estrategia adaptativa de las sociedades antiguas, sobre
ciones de varios templos costeros aproximadamen- todo de las basadas en la agricultura, también encontra-
te coinciden con las orillas del mar adyacentes y, a la mos opiniones diferentes. Algunos investigadores han
vez, pertenecen a los grupos de orientación astronó- argumentado que los campesinos actuales regulan sus

287
Lámina 8. A lo largo del eje de simetría del Castillo de Tulum, Quintana Roo, México, el Sol se pone
en las fechas 20 de mayo y 24 de julio, separadas por los intervalos de 65 (= 5 × 13) y 300 (= 15 × 20) (IŠ).

actividades a partir de la observación de diversos fenó- un almanaque impreso en Mérida. Si los campesinos
menos en la naturaleza, por lo que tampoco en la an- actuales, no obstante su conocimiento de los cambios
tigüedad había necesidad de determinar las fechas con cíclicos en el medio ambiente, se rigen por un almana-
base en la observación de fenómenos astronómicos. En que, resulta obvio que en tiempos prehispánicos, al no
realidad, es precisamente la información etnográfica haber un calendario que mantuviera la concordancia
la que contradice tales aseveraciones, indicando que la permanente entre los años calendárico y trópico, la re-
realidad no es tan sencilla y que los cambios estaciona- gulación de los trabajos agrícolas debe de haberse basa-
les en la naturaleza no son indicadores suficientemente do en observaciones astronómicas.
exactos y confiables de los momentos en que conviene Varias fechas reportadas como particularmente
emprender ciertas actividades. significativas en las comunidades actuales manifiestan
Entre los quichés y los chortís en Guatemala, los una correspondencia muy cercana con las frecuente-
sacerdotes calendaristas determinan las fechas impor- mente registradas por las orientaciones. En vista de que
tantes para la agricultura mediante la observación de las son importantes en diferentes partes de Mesoamérica,
posiciones del Sol y de otros cuerpos celestes (Fought, pueden interpretarse como momentos canónicos, críti-
1972: 386, 435; Girard, 1948; 1949; B. Tedlock, 1991). cos para realizar las ceremonias destinadas con el fin de
Entre los ixiles de Nebaj, también en Guatemala, Lincoln asegurar un desenlace apropiado de las etapas particu-
(1945) encontró el llamado observatorio solar, lugar en lares de ciclo agrícola.
el que los sacerdotes observaban el Sol para determinar Los tzotziles de San Pedro Chenalhó, en los al-
las épocas de siembra y de cosecha. Según Villa Rojas tos de Chiapas, inician su ciclo agrícola ritual el 14
(1978: 315s.), los campesinos mayas de Quintana Roo, de ­febrero, fijando esta fecha a partir de su año ca-
preocupados por quemar sus milpas antes de las pri- lendárico de origen prehispánico (Guiteras-Holmes,
meras lluvias, consultan a sus escribas, quienes los in- 1961: 33s.). Según los reportes de la primera mitad
forman sobre el tiempo en los meses venideros, usando del siglo xx, tanto los mayas de San Antonio, en Beli-

288
ce, como los chortís en Guatemala empezaban el año que en ciertas regiones marcan los momentos canóni-
agrícola con las ceremonias realizadas el 8 de febre- cos del ciclo agrícola, manifiestan una corresponden-
ro (Thompson, 1930: 41ss.; Girard, 1948: 21ss.; 1949: cia aproximada con las fechas frecuentemente señaladas
411ss.). En los casos referi­dos, las fechas menciona- por las orientaciones (Šprajc, 2001; Šprajc y Sánchez,
das no tienen relación alguna con el cristianismo, por 2015; Šprajc et al., 2016; Sánchez y Šprajc, 2015). No hay
lo que su relación con el bagaje cultural prehispánico que olvidar que, a la luz de los datos etnográficos, los
es difícilmente negable y su significado, documentado momentos exactos de siembra y cosecha varían consi-
etnográficamente, ofrece la explicación para las orien- derablemente, dependiendo tanto de las circunstancias
taciones que constituyen uno de los grupos más pro- climáticas en cada región como de las variedades del
minentes (“familia de 17°”) y que registraban los ortos maíz sembradas. Es probable que la relativa diversidad
solares el 9 y el 12 de febrero (lámina 2). En la mayoría de las fechas que registraban las orientaciones refleje las
de los casos, sin embargo, los momentos importantes variaciones regionales y locales en las observancias ri-
en el ciclo anual de las comunidades actuales corres- tuales, análogas a las que permanecen en la actualidad.
ponden a ciertas festividades cristianas, cuyo simbolis- Ahora bien, los resultados de los análisis de los da-
mo agrícola evidentemente representa la fusión de los tos sobre las orientaciones solares indican que no sólo
rituales prehispánicos con el ceremonial católico. Mu- eran importantes e intencionalmente logradas las fechas
chas se celebran en las fechas marcadas por los grupos señaladas, sino también los intervalos entre ellas. Hoy
prominentes de orientaciones. Los ejemplos más so- en día resulta dificil imaginar la importancia que debe de
bresalientes son las fiestas dedicadas a la Virgen de la haber tenido el conteo por intervalos entre los antiguos
Candelaria (2 de febrero), que comúnmente incluye la mesoamericanos. Recordemos que, por falta de ajustes
bendición de las semillas; a la Santa Cruz (3 de mayo), regulares, el año calendárico de 365 días no mantenía la
cuando se realizan plegarias por la lluvia; a la Virgen concordancia perpetua con el año trópico, que es ligera­
de la Asunción (15 de agosto), asociada con la canícu- mente más largo. Por lo tanto, una fecha importante del
la, época del año en la que se interrumpen las lluvias año trópico, al no tener un nombre calendárico, sólo
durante unas semanas (ocasionando el temor de que pudo expresarse mediante el intervalo que la separaba
la prolongación excesiva de este periodo perjudique el de algún momento astronómicamente identificable, tal
crecimiento del maíz y fomente la proliferación de las como el solsticio o el paso del Sol por el cenit. Contando
plagas) y en la que se recolectan los primeros elotes del días a partir de una de estas fechas hasta algún momen-
maíz tierno; y a Todos los Santos y Fieles Difuntos (1º to o época del año que era importante desde el punto
y 2 de noviembre), cuya celebración incluye los ritua- de vista práctico —por ejemplo, hasta el inicio de la épo-
les de agradecimiento relacionados con la cosecha y la
terminación del ciclo agrícola (Albores, 2001; Broda,
1993; 2003; Girard, 1948; Good, 1996: 280s; Gui­teras-
Holmes, 1961: 33; Hémond y Goloubinoff, 2008; La
Farge y Byers, 1931: 174; Neuenswander, 1981; Quintal
y Rejón, 2005; Reina, 1967; Ruz, 2006: 44; Thompson,
1930: 55; Villa Rojas, 1978: 229; Vogt, 1997; Wisdom,
1940: 437ss., 453, 466). Las fechas de estas fiestas, su-
mamente populares y ubicuas en el territorio meso-
americano, son muy cercanas a las marcadas por las
orientaciones de la “familia de 17°” (9 y 12 de febrero,
30 de abril y 13 de agosto, 11 y 13 de agosto, y 30 de oc-
tubre y 1º de noviembre [véase tabla 1], cuyo significado Lámina 9. La fachada principal (norte) del santuario superior del
Castillo en Chichén Itzá, Yucatán, México, marca las puestas del
en la época debe de haber sido, por ende, análogo al de Sol en las mismas fechas que el Castillo de Tulum (lám. 8), pero
las fiestas correspondientes en la actualidad. nótese que la foto fue tomada el 21 de mayo de 2011, por lo que el
disco solar se encuentra ligeramente al norte de la fachada (IŠ).
En publicaciones anteriores hemos mostrado
que también otros días festivos del santoral cristiano,

289
sacerdotes-calendaristas de algunas comunidades de los
altos de Guatemala (B. Tedlock, 1985). La Farge y Byers
(1931: 158) reportaron que los jacaltecas de Guatema-
la designaban los periodos de 40 días como yoc ­habil
(“pies” o “pasos del año”), seguramente porque las fe-
chas consecutivas en intervalos de 40 días conservan el
mismo signo de veintena (40 = 2 × 20), mientras que los
números de trecena avanzan por 1 (40 = 3 × 13 + 1). Ob-
viamente, los sacerdotes-astrónomos en la época pre-
hispánica, especialistas de tiempo completo, deben de
haber tenido conocimientos mucho más sofisticados al
respecto, además de que llevaban registros escritos.
La importancia que tenía en Mesoamérica el
cómpu­to del tiempo mediante intervalos está atestigua-
Lámina 10. El Templo Superior de los Jaguares da en varios códices; algunos de estos cómputos están
en Chichén Itzá, Yucatán, México, registra las puestas del Sol el 7 de
mayo y el 6 de agosto, separadas por un intervalo de 91 (= 7 × 13) días (IŠ).
explícitamente relacionados con la agricultura. Además,
el uso del ciclo de 260 días y de los múltiplos de 20 o
de 13 días para fines agrícolas ha sido etnográficamente
ca de lluvias— era posible determinar el intervalo que, reportado en varias comunidades indígenas (B. Tedlock,
una vez conocido, podía usarse para predecir este mo- 1985; Guiteras-Holmes, 1961: 32ss; Neuenswander,
mento. El paso siguiente fue marcar las posiciones del 1981; Girard, 1948; 1949; Wisdom, 1940: 433; Lehmann,
Sol en las fechas relevantes; para este fin pudieron servir 1928: 768, 790).
los rasgos prominentes del horizonte o marcadores arti- Las evidencias que acabamos de resumir sugieren
ficiales, incluyendo los alineamientos arquitectónicos. El que las fechas más frecuentemente registradas por las
mismo procedimiento era necesario siempre cuando se orientaciones marcaban los momentos ritualmente im-
fundaba un nuevo asentamiento con un nuevo punto de portantes del ciclo de cultivo del maíz, pero la determi-
observación. nación exacta y el significado canónico de estas fechas
Desde luego, si los diferentes alineamientos en un debió de haberse derivado de los intervalos interme-
mismo sitio marcaban fechas separadas por múltiplos dios. Recordando que los múltiplos de 13 y de 20 días
de los periodos elementales del sistema calendárico eran periodos constitutivos del calendario sagrado de
formal (13 y 20 días), no sólo permitían la determina- 260 días, es concebible que también las fechas separa-
ción de ciertas fechas con base en observaciones direc- das por estos intervalos llegaron a ser sacralizadas. Por
tas, sino también facilitaban su predicción, eliminando otra parte, la función de algunas orientaciones debe de
el peligro de que las observaciones directas en estos haber sido simplemente la de facilitar la predicción de
días fueran impedidas por la nubosidad: a  partir de las fechas más importantes mediante los intervalos fá-
los intervalos calendáricamente significativos era re- ciles de manejar. Los detalles del manejo de los calen-
lativamente fácil anticipar las fechas relevantes, cono- darios observacionales quedan oscuros, pero es de
ciendo la estructura del calendario observacional y la suponer que, al poder valerse de varios alineamientos,
mecánica del calendario formal. Recordemos que, en los sacerdotes-astrónomos tenían mayores posibilida-
la cuenta de 260 días, los múltiplos de 20 días conec- des para predecir con exactitud los momentos ritual-
tan fechas con el mismo signo de veintena, mientras mente importantes del ciclo agrícola: recordemos que
que las fechas separadas por múltiplos de 13 días tie- las ceremonias tuvieron que ser preparadas con debida
nen el mismo numeral de trecena. Los conocimien- anticipación y que las observaciones pudieron ser fre-
tos sobre la mecánica calendárica del ciclo de 260 días, cuentemente obstaculizadas por las nubes.
así como algunas ayudas mnemotécnicas que facilitan Las variaciones regionales y temporales en los pa-
la determinación de las fechas con base en intervalos trones de orientación reflejan el uso de distintas ver-
que las separan, persisten hasta la actualidad entre los siones de calendarios observacionales que, aunque

290
basados en los mismos principios y sirviendo a los
mismos fines prácticos, tuvieron estructuras y fechas
canónicas ligeramente diferentes. Hablando de los es-
quemas observacionales en el área maya, Aveni y Har-
tung (1986: 57) comentan que las variantes locales
pueden comprenderse en términos de la relativa auto-
nomía de las entidades políticas, así como en función
de las diferencias ambientales.
Ciertamente, el uso observacional no era el úni-
co propósito de las orientaciones. El simple objetivo de
medir el tiempo mediante la observación del Sol hubie-
se podido lograrse sin construcciones monumentales,
incluso sin artefactos arqueológicamente recuperables.
Es decir, las orientaciones no pueden interpretarse úni-
camente en términos utilitarios. Aunque diversos casos
examinados demuestran que los templos piramidales
marcaban ciertas fechas con precisión, no podemos ca-
lificarlos como observatorios, o como dispositivos que
hayan servido únicamente para satisfacer las necesida-
des prácticas, ya que su función primaria era religiosa:
eran los espacios destinados para rendir culto a las dei-
dades y para realizar los rituales asociados.
Debido al paralelismo observado, ya desde épocas Lámina 11. Un intervalo de 91 días separa también
las fechas 4 de febrero y 5 de noviembre, en las que el Sol
remotas, entre el movimiento de los cuerpos celestes y sale a lo largo del eje central de la pirámide de El Osario en
la alternancia de los cambios estacionales en la natu- Chichén Itzá, Yucatán, México (INAHMEDIOS/HM).
raleza, y porque los intervalos entre los fenómenos as-
tronómicos recurrentes son mucho más constantes desplazamiento anual. Varias comunidades indígenas
que los que separan otros eventos cíclicos en el me- actuales colocan las esquinas del mundo en los pun-
dio ambiente, el orden celeste, aparentemente inmu- tos solsticiales del horizonte (Villa Rojas, 1986: 133ss.;
table y perfecto, llegó a considerarse superior al orden Vogt, 1997: 111; Milbrath, 1999: 19), concepto que se-
terrenal y humano. Esta noción debe de haber sido la guramente es de origen prehispánico, si recordamos
causa principal de la divinización de los astros, resul- que las direcciones solsticiales están plasmadas en
tando en una gran variedad de mitos y creencias según el signo calendárico ollin (“movimiento”), en el glifo
las cuales los acontecimientos en el cielo condiciona- maya del Sol (kin), así como en las imágenes en las pá-
ban las transformaciones estacionales en la naturaleza. ginas 75 y 76 del Códice Madrid y en la página 1 del Có-
Por consiguiente, si estos cambios eran provocados, se- dice Fejérváry-Mayer (Aveni, 2001: 148ss.; Köhler, 1982).
gún las creencias, por el arribo de ciertos astros a los La desviación prevaleciente de las orientacio-
puntos específicos del horizonte, el objetivo de los ali- nes en el sentido de las manecillas de reloj respecto a
neamientos que reproducían las direcciones hacia estos los rumbos cardinales puede explicarse con el simbo-
fenómenos debe haber sido el de asegurar, de acuerdo lismo de los rumbos del universo. El hecho de que, a
con los principios del pensamiento mágico, su regular consecuencia de esta tendencia, las fechas marcadas por
secuencia. las orientaciones solares en los horizontes este y oeste
Respecto a las orientaciones solares, es ilustrati- caen mayormente en la época seca y lluviosa, respecti-
va la información concerniente a los solsticios, instan- vamente, es congruente con diversas evidencias, según
tes que parecen ser particularmente críticos; en muchas las cuales la época seca estaba conceptualmente relacio-
partes del mundo inspiraron diversos rituales, desti- nada con el oriente y la temporada de lluvias con el po-
nados para lograr que el Sol cambie la dirección de su niente. Particularmente reveladores son el simbolismo

291
y las asociaciones direccionales del Sol, la Luna y Venus: ponden a los extremos mayores norte de la estrella de la
el Sol, presidiendo el oriente, se relacionaba con el ca- tarde, ­heraldos de esta transición estacional.
lor, el fuego y la sequía, mientras que la Luna y Venus, De manera análoga, el significado de las orienta-
sobre todo su aspecto vespertino, estaban asociados ciones lunares puede entenderse a la luz del simbolis-
con el poniente y, por otra parte, con el agua, el maíz y la mo de la Luna. Sus asociaciones con la tierra, el agua y la
fertilidad (Šprajc, 2001: 88ss.; 2004). fertilidad, prácticamente universales, parecen haber te-
La importancia de Venus en Mesoamérica pue- nido bases observacionales. Algunos estudios han mos-
de atribuirse no sólo a su brillo, sino también a la es- trado que las lluvias tienden a ser más abundantes en
tacionalidad de sus extremos. El hecho de que, como el primero y el tercer cuarto del mes sinódico (Adderley
ya mencionamos, los extremos de la estrella de la tar- y Bowen, 1962; Brier y Bradley, 1964), lo que concuer-
de delimitan la época de lluvias debió de ser la causa da con la información etnográfica obtenida en los altos
principal de la asociación conceptual de Venus, particu- de Guatemala de que durante la temporada de lluvias
larmente de su manifestación vespertina, con la lluvia, “llueve más cuando la luna está tierna que cuando está
el maíz y la fertilidad (Šprajc, 1996a; 1996b). Si conside- madura” (Remington, 1980: 112), y también con el co-
ramos la preponderante importancia de la llegada opor- mentario del obispo Diego de Landa (1973: 4) de que
tuna de las lluvias, resulta notable que casi todas las “por fines de enero y febrero hay un veranillo de recios
orientaciones venusinas que se han identificado corres- soles y no llueve en ese tiempo sino a las entradas de las

Lámina 12. Calakmul, Estructura II, vista hacia el norte a través de la entrada central
de la Estructura II-B, construida sobre el nivel intermedio del basamento; nótese la Estructura VII y el
cerro al fondo, ambos ubicados a lo largo del eje de simetría de la entrada (IŠ).

292
lunas”. Más aún, el significado de las orientaciones ha-
cia los extremos lunares podría explicarse a la luz de la
correlación que, según varios estudios recientes, existe
entre el ciclo lunar de 18.6 años, periodo en que se repi-
ten los extremos, y el régimen pluvial y las temperaturas
(Agosta, 2014; Currie y Vines, 1996; Haigh et al., 2011).
Como ya mencionamos, las orientaciones lunares
están frecuentemente asociadas a las solsticiales. Este he-
cho, sugiriendo que el referente de las primeras f­ueron
los extremos de la Luna llena, puede comprenderse en
términos de la cosmovisión mesoamericana: puesto que
las orientaciones se referían a las posiciones del Sol en el
horizonte, concebibles como fases de transición entre los
aspectos diurno y nocturno del astro, recordemos que
el Sol nocturno estaba estrechamente relacionado con
la Luna y que ambos se asociaban con el agua, la tierra y
la fertilidad (Klein, 1980; Milbrath, 1999: 105ss.; ­Šprajc, Lámina 13. Observando desde lo alto de la Pirámide
del Sol en Teotihuacan, un cerro prominente en el horizonte
1996a: 61). Asimismo cabe mencionar que Xbalanqué, oriente marca los ortos solares en los días de cuarto
uno de los héroes gemelos del Popol Vuh, representa- del año, 23 de marzo y 21 de septiembre (IŠ).
ba tanto al Sol nocturno como la Luna llena (D. Tedlock,
1996: 43, 361; Milbrath, 1999: 130; Baudez, 1985: 33ss.). Por último, en vista de que los responsables del
La complejidad de las reglas que dictaban la orien- diseño y la construcción de los templos principales,
tación y la localización de los edificios importantes, par- orientados hacia los eventos celestes, fueron los go-
ticularmente de los templos, se refleja también en sus bernantes, resulta evidente que tanto los usos prácti-
relaciones con los rasgos prominentes del paisaje. Los cos del conocimiento astronómico como los conceptos
alineamientos hacia los montes conspicuos pueden ex- cosmológicos relacionados formaban parte importante
plicarse con la importancia que tenían las montañas en de la ideología del poder. No cabe duda de que el sa-
la cosmovisión, en particular con su simbolismo acuá- ber esotérico, que incluía la capacidad de determinar las
tico y de fertilidad (Broda, 1993; 2000). El papel que te- fechas relevantes y de diseñar los alineamientos preci-
nían la astronomía y otros factores en la selección de los sos, era reservado para la élite. Por ende, una programa-
lugares adecuados para la fundación del núcleo ceremo- ción adecuada de las labores agrícolas y de los rituales
nial de un nuevo asentamiento es aludido en algunos correspondientes, requerida para mantener la debida al-
documentos coloniales tempranos estudiados por Gar- ternancia de los cambios cíclicos en la naturaleza y, con
cía-Zambrano (1994), quien describe el paisaje concebi- ello, garantizar abundantes cosechas, contribuía a la le-
do como ideal y en el que la ubicación de las montañas, gitimación del poder de la clase gobernante, sanciona-
cuevas y cuerpos del agua era de importancia primordial. ba su ideología y reforzaba la cohesión necesaria para
Considerando que las cuevas fueron a veces excavadas conservar el existente orden político. Si ciertas posicio-
manualmente, podemos recordar que la cueva bajo la Pi- nes de los astros más prominentes y divinizados des-
rámide del Sol en Teotihuacan es artificial (Sugiyama et encandenaban importantes cambios estacionales en
al., 2013) y que su excavación en lo que aparentemente la naturaleza, las direcciones correspondientes segura-
fue el punto más sagrado de la ciudad fue condiciona- mente llegaron a ser sacralizadas. Los alineamientos
da por una combinación de los criterios astronómicos arquitectónicos que las materializaban, por consiguien-
y topográficos (Šprajc, 2001: 234ss.). El significado del te, pueden interpretarse como una manifestación mo-
mundo acuático es adicionalmente ilustrado por la con- numental de la ideología del estrato gobernante, que
formidad de las orientaciones de varios templos a lo lar- pretendía ser responsable de perpetuar el debido fun-
go de la costa noreste de la península de Yucatán con las cionamiento del universo (Aveni, 2001: 148ss., 219ss.;
orillas del mar adyacentes (Sánchez et al., 2016: 43ss.). Iwaniszewski, 1989).

293
Reflexiones finales el crecimiento de las plantas de cultivo y la abundancia
de la cosecha, seguramente no eran menos importantes
Las investigaciones arqueoastronómicas que se han que la debida programación de las labores agrícolas.
efectuado en recientes décadas permiten concluir que Por consiguiente, al estudiar las orientaciones en
la orientación y, en varios casos, también la ubicación la arquitectura, la disposición de los edificios y su rela-
de las pirámides mesoamericanas fue, por regla gene- ción con los fenómenos astronómicos y ciertos rasgos
ral, dictada por principios astronómicos, en combina- del paisaje, es posible dilucidar diversas ideas que in-
ción con conceptos acerca del paisaje circundante, en los tervenían en el diseño arquitectónico y la planeación
que las montañas tenían un papel preponderante. Si a la urbana y que, a juzgar por las funciones de las construc-
luz de los datos y argumentos presentados aceptamos, ciones que reflejan estos conceptos, debieron de tener
por una parte, que los alineamientos solares permitían un papel sobresaliente en la ideología política.
la predicción de los cambios estacionales, la programa- Finalmente, no sobra enfatizar que las orienta-
ción de las actividades agrícolas y las ceremonias corres- ciones son atributos importantes de los vestigios ma-
pondientes, y por la otra, que las orientaciones lunares y teriales, por lo que tienen implicaciones obvias para la
venusinas se referían a los astros con evidentes connota- historia cultural. Como hemos mostrado en obras an-
ciones acuáticas, y por último, que los templos orienta- teriores, que presentan los datos, los análisis y las in-
dos hacia los cerros —o ubicados en lugares apropiados terpretaciones de manera exhaustiva, los patrones de
para que las fechas significativas fueran marcadas por orientación en distintas áreas de Mesoamérica reflejan
alguna prominencia en el horizonte— reflejan el sig- el uso de los mismos principios básicos durante perio-
nificado de las montañas, también relacionadas con el dos prolongados, pero también son evidentes las varia-
agua y la fertilidad en la cosmovisión mesoamericana, ciones regionales y temporales que, al ser estudiadas
podemos concluir que todas las consideraciones que in- en un contexto más amplio, arrojan luz sobre las rela-
tervenían en la orientación y la ubicación de los edificios ciones entre diversas regiones en periodos particulares.
más importantes manifiestan algunas preocupaciones Es decir, al aportar datos que permiten entender de ma-
fundamentales de las sociedades mesoamericanas, ba- nera más adecuada los patrones de asentamiento y di-
sadas en la agricultura. Se trata, por lo tanto, de motivos versos aspectos de la construcción y conceptualización
prácticos, en el sentido más amplio de la palabra, ya que del paisaje, así como los procesos de interacción cultu-
—desde el punto de vista prehispánico— las fuerzas ral, las investigaciones arqueoastronómicas contribu-
sobrenaturales que regían en el universo y los rituales yen a la solución de las cuestiones de amplio interés en
que aseguraban la debida alternancia de las estaciones, la arqueología mesoamericana.

Detalle de una lámina del Códice Colombino (INAH-BNAH).

294
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297
Comalcalco, Tabasco (INAHMEDIOS/MT).
Las pirámides mayas
A nto n i o B enav i d e s C .
Centro INAH Campeche

En Mesoamérica hemos llamado pirámides a los basa- dos, los más elevados rondan los 50 m de altura, como
mentos monumentales formados por uno o por varios es el caso de la Estructura I de Calakmul (Folan et al.,
cuerpos. Por lo general, dichas construcciones son las 1995a: 316) en el sur de Campeche. Su base tiene un
más elevadas de un asentamiento, contaron con un re- promedio de 180 m en el eje este-oeste por 75 m en el
cinto sagrado o templo en la parte superior y cons- otro eje.
tituyen la principal referencia visual de toda ciudad A 200 m al noroeste de la anterior se erige la es-
prehispánica. tructura II de Calakmul. En este caso la base mide unos
De hecho, si miramos con cuidado, observaremos 120 m en sentido norte-sur por 110 m en el eje este­
que las pirámides se encuentran alineadas con otras oeste. Esta colosal edificación también se levanta por
edificaciones grandes de ese mismo sitio, conforman- encima de la vegetación circundante, pero ahora alcan-
do ejes importantes que nos hablan del amanecer o del zando los 55 metros de altura (lámina 1).
ocaso en determinadas fechas, ayudándonos a entender Es importante comentar que esas enormes cons-
la relevancia que tuvieron los astros en la vida y el pen- trucciones no fueron erigidas en un solo episodio. En
samiento de quienes allá vivieron siglos atrás. realidad, nos muestran el final de su existencia, es de-
Las pirámides mayas fueron construidas cuan- cir, la imagen congelada de sus últimos días tras la
do las ciudades-estado constituían las entidades políti- intervención de los estudiosos del pasado. Las investi-
cas más fuertes y mejor organizadas de sus respectivas gaciones arqueológicas han detectado que en realidad
regiones. Ello también nos habla de su ingenio y crea- crecieron a lo largo del tiempo. Una serie de túneles ex-
tividad. Se erigieron en tiempos de prosperidad y es- cavados dentro de la Estructura II, por ejemplo, llevaron
tabilidad política, cuando los gobernantes eran los a conocer parcialmente una secuencia de eventos cons-
mediadores entre los seres humanos y las deidades. tructivos o fases arquitectónicas (Rodríguez, 2012: 118)
Hoy sabemos que la mayoría de esos basamentos pira- que aquí intentaremos resumir.
midales fue construida como tumbas de los máximos Alrededor del año 300 antes de nuestra era los ha-
dirigentes y personal asociado. Con ellos fueron ente- bitantes de Calakmul conformaban una sociedad con
rrados objetos que en ese tiempo eran considerados varios estamentos y el grupo dirigente encomendó
suntuarios y que, al mismo tiempo, tenían una fuerte construir un edificio de varios niveles coronado por un
carga simbólica en su manera de ver el mundo. Entre templo. Con el trabajo de buen número de personas se
esos bienes precolombinos se han registrado más­caras acarrearon miles de toneladas de piedra que fueron con-
de mosaico de jadeíta, espejos de pirita, grandes sarta- formando alineaciones, muros y cuerpos constructivos;
les  de concha, caracol y piedra verde; orejeras, anillos uno sobre otro hasta alcanzar la altura planeada. Esa
y figurillas de jadeíta; vasijas con decoración de varios construcción hoy casi no se aprecia porque está oculta
colores —algunas reproducen imágenes de anima- detrás del sector norte de la gran edificación. Pudo ha-
les reales o fantásticos, otras con escenas de lugares ex- ber tenido nueve cuerpos escalonados a los que se acce-
traordinarios—; punzones de hueso labrado; piezas de día por tres escalinatas (dos laterales y una al centro de
pedernal tallado con formas excéntricas, etcétera. su costado norte). El cálculo de nueve cuerpos obedece
En el mundo maya existen muchas pirámides, la a la proyección que hemos efectuado en gabinete de los
mayoría aún por explorar. De los basamentos conoci- vestigios hoy visibles, así como a la información deriva-

299
Lámina 1. Estructura II de Calakmul, Campeche (INAH).

da de otras grandes pirámides del mundo maya como Una década más tarde, otro grupo de arqueólogos
el Tempo I de Tikal (Guatemala), El Tigre en El Mirador y restauradores, ahora del INAH y coordinados por Ra-
(Guatemala), el Templo de las Inscripciones en Palen- món Carrasco Vargas, continuó las labores de investi-
que (Chiapas), el Edificio de los Cinco Pisos en Edzná gación y conservación en esa y en otras construcciones
(Campeche) (lado oriente) o la estructura más elevada del sitio. En esos años se practicaron varios túneles y se
de Chacchoben (Quintana Roo). descubrieron nuevas tumbas de altos dignatarios.
El basamento piramidal que vemos como Es- Pero volvamos al desarrollo de la Estructura II a lo
tructura II en realidad está formado por dos grandes largo de los siglos. En sus orígenes, alrededor del año
construcciones, una detrás de la otra. Y justamente esa 300 a.C., los constructores trazaron un gran cuadrado que
característica es la que llevó a los chicleros campecha- fueron rellenando con gran cantidad de piedras amor-
nos de fines del siglo xix a denominarle Calakmul, es fas cortadas de canteras vecinas. Los lados del cuadrado
decir “montículos juntos o adyacentes”. Con ese nom- fueron orientados meticulosamente en relación a las ob-
bre, los vestigios arqueológicos fueron mostrados en servaciones astronómicas registradas y también toman-
1931 al biólogo estadounidense Cyrus Lundell, quien lo do en cuenta algunas elevaciones naturales circundantes.
popularizó. La magna obra fue creciendo en altura y su relleno
Medio siglo después, ya en la década de 1980, la fue distribuido en cajones constructivos para asegurar
Universidad Autónoma de Campeche efectuó las pri- su estabilidad. En la parte exterior se colocaron muros
meras excavaciones arqueológicas en la Estructura II. de mampostería que después serían recubiertos de es-
Un equipo de especialistas encabezado por William Fo- tuco. La edificación prosiguió ganando altura, las esqui-
lan fue descubriendo la mole arquitectónica para lue- nas fueron reforzadas mediante su remetimiento y los
go consolidar los hallazgos. De esa manera surgió la cuerpos fueron reduciendo su volumen conforme as-
imagen que hoy apreciamos, así como las de otras edi- cendían. Hoy sabemos que la Estructura II está orienta-
ficaciones de la antigua ciudad como las llamadas es- da de manera precisa y desde su templo superior señala
tructuras III y VII. las puestas del Sol los días 10 de abril y 2 de septiem-

300
bre. Estas fechas están separadas por un intervalo de En ocasiones, los especialistas les llaman grupos triádi-
220 días (11 veintenas) (Sánchez y Šprajc, 2012, II: 100). cos e incluso se han interpretado como la recreación del
También debemos decir que la fachada princi- fogón primordial, que los mayas creían ver en la cons-
pal de la Estructura II está orientada hacia la cumbre de telación de la Tortuga, por nosotros identificada como
un cerro que se encuentra a 13.5 km al norte. Ese eje vi- Orión y en la que resaltan tres estrellas alineadas.
sual atraviesa también el centro de la Estructura VII, en Continuando con la cosmovisión maya de tiem-
el costado norte de la Plaza Principal de Calakmul. Otro pos antiguos, es interesante dedicar algunas líneas a
eje relevante registrado en la Estructura II se encuentra la Subestructura II-c arriba comentada. Señalamos los
mirando hacia el oriente, donde vemos otro cerro ubica- mascarones saliendo de picos de aves, pero a los lados
do a 11.3 km de distancia (idem: 101). también se aprecian las grandes orejeras cuadradas pro-
Por alguna razón que hoy desconocemos, los diri- pias de todo elevado funcionario de ese tiempo y que
gentes de Calakmul decidieron construir también otra los hallazgos funerarios demuestran que eran de jadeí-
gran obra justo al norte de la anterior y eso llevó a am- ta. Encima de las orejeras vemos una vasija decorada
pliar los trabajos, de modo que se creó otra amplia pla- con un lirio acuático de la que brotan volutas que quizá
taforma cuadrangular, de unos 100 m por lado, sobre la indican el agradable olor del copal.
que erigieron, a su vez, varios edificios. Cuatro de ellos Ese par de mascarones son muy parecidos a algu-
conformaron el núcleo; el más grande tuvo una sola nos de los que se hallaron en el basamento piramidal
entrada mirando al norte. Esa edificación hoy se cono- Nohochbalam de Chakanbakán, Quintana Roo (Cor-
ce como Subestructura II-c y cuenta con un basamento tés, 2000), también con rasgos olmecoides y propios
cuya escalinata está flanqueada por dos mascarones an- del Preclásico Tardío, en este caso fechados alrededor de
tropomorfos de estuco modelado que surgen del pico los años 100 a.C. y 100 d.C. Algo similar encontramos
de un ave fantástica. en los mascarones de El Mirador, Guatemala (Matheny,
Encima de la subestructura antes comentada, al- 1987), o bien en uno de los personajes principales de
rededor de los años 350 a 500 de nuestra era, los mayas las pinturas murales preclásicas del sitio San Bartolo, en
agregaron nuevos elementos constructivos y formaron el Petén guatemalteco (Saturno, 2009).
un basamento de mayores dimensiones. Es muy posi- Tras ascender la escalinata de la subestructu-
ble que ello coincidiera con la entronización de un nue- ra de Calakmul se llega al nivel del inmueble con una
vo rey, dado que en la base de la Estructura II se colocó sola entrada; esa cavidad captura la atención por ser el
la Estela 114, fechada en el año 435 de nuestra era y único espacio abierto. Sobre ese vano se despliega una
donde se alude a un importante evento ocurrido en el gran escena en cuya parte superior, simbólicamente, se
año 411 (Martin y Grube, 2000: 102-103). muestran los dientes curvos de las fauces del Monstruo
Además, se amplió la escalinata central y a sus la- de la Tierra. En los extremos de esa gran boca nueva-
dos se colocaron grandes mascarones de mampostería mente hallamos orejeras cuadrangulares, pero ahora de
usando gruesos bloques de piedra recubiertos de es- ellas cuelgan grandes cabezas de reptil, reforzando así el
tuco. Al siglo siguiente, la edificación fue nuevamente carácter terrestre de la entidad sobrenatural.
cubierta con otros agregados laterales, con nuevas esca- A cada lado y dentro de la gran boca se escul-
linatas al oriente y al poniente del eje central; amplian- pió, también en estuco, un ave con las alas extendidas,
do así la anchura y la altura del inmueble. En la parte y dentro de su pico vemos una cabeza humana. La del
superior se erigieron luego tres templos, cada uno con lado derecho del espectador muestra la lengua de fuera
su propia escalinata, si bien el central fue de mayores di- y la de la izquierda parece portar una máscara bucal. En
mensiones. A su vez, el basamento piramidal próximo, ambos casos se trata de la representación de un pájaro
ubicado al sur, también fue remodelado y agrandado. fantástico que, además, tiene otras dos cabezas: una se-
La distribución de tres templos cimeros ha sido gunda cabeza está delante del rostro humano y una ter-
interpretada como la sede de espacios consagrados a cera cabeza está viendo hacia atrás y de ella sale una
tres deidades, siendo la central dedicada a la resurrec- lengua bífida (como las de los reptiles), detrás de la cual
ción del dios del maíz, idea que algunos autores aso- hay volutas de fuego o de humo. La orejera entre estas
cian al renacimiento mítico del jerarca allá sepultado. dos últimas cabezas zoomorfas es circular.

301
Lámina 2a. Friso de la Subestructura II-c de Calakmul, Campeche (INAH).

Lámina 2b. Trazo del friso de la Subestructura II-c de Calakmul, Campeche, basado en el dibujo de Simon Martin.

Ese animal mítico de triple cabeza ha sido llama- rres están en las muñecas, las corvas y los tobillos; pero
do monstruo cósmico y se ha representado en otros si- también hay dos amarres en la orejera, otro tras el cin-
tios como Palenque: recuérdese el tablero del Templo turón y uno más en el mechón de cabello que hay sobre
del Sol, donde la barra o trono sostenido por los perso- la cabeza (lámina 2). Algunos autores los han llamado
najes sedentes presenta dos fauces abiertas a los lados y “nudos reales” y existen ejemplos similares en los per-
una más al centro, correspondiente a una cabeza de ja- sonajes de las pinturas de San Bartolo, Guatemala, o en
guar. En Palenque también vemos el motivo central del mascarones de estuco tempranos como los de Chakan-
sarcófago de Pakal: una cruz de cuyos tres extremos su- bakán, Edzná, Acanceh (los tres en la península de Yu-
periores salen cabezas con lo que semejan dentaduras catán) y Cerros (Belice). El personaje central del friso
extendidas. Un tercer ejemplo de esa fantástica entidad estaría así próximo a entrar al inframundo, a ese mun-
fue labrado en el tablero del Templo de la Cruz. Ahí se do oscuro y acuoso de donde después renacería al igual
ve que en los extremos de la cruz hay flores de las que que ocurría con los gobernantes mayas y con la propia
surgen esas cabezas, pero en la flor superior brota un planta del maíz.
ave completa de amplio plumaje. Otro ejemplo de esas
míticas imágenes concebidas por la cosmovisión maya
prehispánica es el Altar M de Copán (Honduras), donde Algunas pirámides de Tikal
vemos una cabeza de serpiente, el cuerpo de una tortu-
ga y las patas de un jaguar. En otro paraje del mundo maya, prácticamente a 100
Retornando al friso de Calakmul, entre ambas km al sureste de Calakmul, se encuentra otra relevan-
aves hay una figura antropomorfa que posiblemen- te ciudad antigua: Tikal (Guatemala), cuyo imponen-
te representa al dios del maíz y que desciende hacia el te Templo IV alcanza los 64.60 metros de altura. Se ha
vano de entrada. Lo caracteriza una serie de diez ama- calculado que en esta mole arquitectónica se invirtieron
rres o nudos que indican su alta jerarquía. Los ama- 190 000 m³ de piedra. Fue construida en el año 741 d.C.,

302
durante el reinado de Yikin Chan Kawiil, para honrar da de 1970, otros investigadores como Bruce Dahlin y
a su padre Jasaw Chan Kawiil. La fecha proviene de una Ray Matheny (1987) prosiguieron el registro y análisis
inscripción jeroglífica en uno de sus dinteles de ma­dera de las características del sitio. En años recientes se han
y ha sido corro­borada con radiocarbono (720 +/−60) incrementado las excavaciones y trabajos de consolida-
(Harrison, 1999). ción, en especial bajo la dirección de Richard Hansen
Se conocen dos dinteles de chicozapote del Tem- (Suyuc y Hansen, 2013; Hansen, 2006).
plo IV, ambos celebrando la victoria bélica y la captura Los gigantes de El Mirador son de origen preclási-
de palanquines o tronos portátiles de distintas ciuda- co y se hallan en tres grupos arquitectónicos: La Danta,
des. El rey viste con lujosa indumentaria, porta lanza en cuya base mide unos 80 metros por lado y alcanza los
la diestra y rodela en la mano izquierda; está flanquea- 72 m de altura; El Tigre, con 55 m de alto, y Los Monos,
do por cabezas de deidades, le cubre un vistoso arco de que llega a la cota de los 48 m. Sus proporciones asom-
plumas largas y encima atestigua la escena la deidad bran, al imaginar la gran cantidad de personas organi-
ave principal. zadas para acarrear y colocar adecuadamente miles de
El Templo IV mira hacia el oriente, cuenta con siete toneladas de piedra que hoy conforman las estructuras.
cuerpos escalonados y el primero de ellos mide 88 m en La existencia de esos basamentos piramidales nos ha-
el eje norte-sur por 65 m de ancho. El cuerpo más eleva- bla de una densidad de población varios siglos antes de
do tiene 38.5 m de largo por 19.6 de ancho. El santuario nuestra era y de un gobierno capaz de conjuntar mate-
tiene muros rectos que contrastan con los planos incli- riales y esfuerzos suficientes para cristalizar tales proe-
nados de los cuerpos del basamento y sus paredes. Los zas arquitectónicas.
muros laterales alcanzan los 12 m de grosor. En su friso Desde esas fechas tempranas comenzaron a usar-
los albañiles de antaño formaron la imagen del rey Jasaw se bloques megalíticos, esculturas monumentales de
Chan Kawiil, sentado en su trono, sobre el único acceso. estuco modelado, amplias calzadas de piedra y patro-
En el corazón de Tikal también se encuentra otra
elevada construcción, el Templo III, ahora con nueve
cuerpos en su basamento, denominado Templo del Sa-
cerdote Jaguar y que mide 55 m de altura. A diferencia de
otras edificaciones del sitio, ésta sólo cuenta con dos ha-
bitaciones en lugar de tres. Fue construida en el Clásico
Tardío y se ha fechado en el año 810 de acuerdo con el
texto jeroglífico de la Estela 24, que fue hallada en la base
de su escalinata de acceso, que mira al oriente. Los inves-
tigadores suponen que el Templo III contiene la cámara
funeraria del gobernante Sol Oscuro, un rey del que sabe-
mos muy poco por falta de investigación (Harriso, 1999).
Pocas décadas después, el poderoso gobierno de Tikal se
desvaneció antes de finalizar el siglo IX (lámina 3).
Lámina 3. Pirámides de Tikal, Guatemala, en 1882; foto
tomada por Alfred P. Maudslay. El Templo II en primer plano;
el Templo III a la izquierda. Al fondo, el Templo IV.
Los monumentos de El Mirador

Por otra parte, a unos 40 km al sur de Calakmul se ha- nes triádicos en concordancia con las orientaciones as-
lla el antiguo asentamiento prehispánico de El Mirador tronómicas. Es evidente la cohesión social, además de
(Guatemala). Desconocemos cuál fue su nombre origi- una atinada serie de conocimientos de arquitectura, in-
nal y el actual alude a la vista espectacular que se obtie- geniería y astronomía.
ne desde la cima de sus edificios más elevados. El Mirador se caracteriza por la abundante cons-
El Mirador se conoce desde 1926, pero comen- trucción masiva de inmuebles en cuya área central se
zó a estudiarse en 1962 (Graham, 1967). En la déca- ubican varios complejos arquitectónicos de gran monu-

303
Lámina 4. Fachada principal del Nohoch Mul de Cobá, Quintana Roo (INAHMEDIOS/MM).

mentalidad como los ya mencionados y otros denomi- El norte peninsular


nados la Gran Acrópolis Central, el complejo Cascabel,
el complejo León, la Acrópolis Chicharras, el grupo Tres Vayamos ahora al norte de la península yucateca, don-
Micos, el grupo Guacamaya y otros donde seguramente de también existen grandes basamentos piramidales, si
vivían los gobernantes. Alrededor de los anteriores se bien no de la magnitud de aquellos existentes en la re-
edificaron otros conjuntos de edificios como los grupos gión del Petén. En el norte de Quintana Roo se halla el
Puma, Barba Amarilla, Venado y Guacamaya. Práctica- Nohoch Mul de Cobá, edificación compuesta por siete
mente todos ellos presentan una secuencia estratigrá- cuerpos de esquinas redondeadas. Su base mide prácti-
fica que comenzó varios siglos antes de nuestra era y camente 60 m por lado y alcanza una altura total de 42
muchos fueron reocupados en el periodo Clásico Tardío m, constituyendo así la pirámide más elevada del norte
(600-800 d.C.). peninsular (lámina 4).
Tal parece que la concentración de plataformas Seguramente el Nohoch Mul contiene una o más
masivas y de construcciones agregadas fueron con- subestructuras, pero aún no se han efectuado explora-
cebidas para privilegiar un dominio escénico, ya que ciones en su interior. El templo que lo corona es de fac-
normalmente están relacionadas con amplios espa- tura posclásica (1250-1450 d.C.), con dintel remetido y
cios públicos que seguramente estuvieron vinculados tres nichos en el friso conteniendo imágenes de estuco
con actividades ceremoniales. También debemos decir que representan a deidades descendentes.
que en las fachadas principales de muchos edificios los A poca distancia al noroeste del Nohoch Mul se
mascarones de estuco modelado representaban a seres encuentra la Gran Plataforma, una enorme construc-
sobrenaturales, divinizados, que hacían patente la fuer- ción cuya base mide unos 125 por 110 m y con una al-
za y el dominio del ámbito religioso. Las obras logradas tura promedio de 30 m. Cuenta con dos cuerpos de
en El Mirador nunca fueron reproducidas en la misma esquinas redondeadas, ancha escalinata en su lado sur
escala en ningún otro lugar del área maya. y alguna vez tuvo recubrimiento de estuco. Un cálcu-

304
lo rápido de los materiales invertidos en su construc- embarazo de la Virgen María. De ahí surgió la costum-
ción nos indica unos 412 500 m³, cifra intermedia entre bre de realizar novenas para las fiestas marianas y de di-
las que se usaron para erigir la estructura Caaná de Ca- versos santos. Estas tradiciones pasaron a América en el
racol, Belice (400 000 m³) y el Kinich Kak Moo de Iza- siglo XVI, fusionándose con las tradiciones indígenas,
mal (563 550 m³) (Benavides, 2012: 122). Sobre la Gran de modo que los rezos y ceremonias durante nueve días
Plataforma sólo se han registrado cimientos de casas buscan obtener gracias especiales. Un buen ejemplo de
sencillas, lo cual indica que posiblemente fue pensada ello en nuestro tiempo son las posadas decembrinas o
para erigir una acrópolis monumental, pero por lo visto bien los novenarios por los difuntos.
nunca terminó de construirse. Pero volvamos a Cobá. Los primeros registros de
Otra pirámide importante de Cobá es La Iglesia, esta importante ciudad quintanarroense fueron publi-
formada por nueve cuerpos de esquinas redondeadas, cados por Eric J. Thompson, Harry Pollock y Jean Char-
que alcanzan una altura total de 24 m. Desde su cima lot (1932), si bien el sitio fue reportado desde la segunda
pueden observarse las lagunas Cobá y Macanxoc (al mitad del siglo xix. Las excavaciones y labores de con-
oeste y al sur, respectivamente), así como el grupo ar- solidación iniciaron en Cobá a mediados de los años
quitectónico Nohoch Mul al noreste (Benavides, 1981: setenta, con investigadores del INAH coordinados por
34-36) (lámina 5). Norberto González Crespo. Con él participaron numero­
La cantidad de cuerpos en los basamentos pirami- sos especialistas como Piedad Peniche R., Fernando
dales, siete y nueve antes comentados, no son fortuitos. Robles C., Ricardo Velázquez V. (†), Jaime Garduño, Fer-
Para los mayas precolombinos tenían significados espe­ nando Cortés B. y Tomás Gallareta N. A fines del siglo xx
ciales. El 7 era considerado como fin de la secuencia de las labores en Cobá fueron reiniciadas por la arqueóloga
los 13 dígitos de la cuenta del tzolkín (calendario sagrado María José Con, quien ha proseguido el estudio y conser-
maya de 260 días). Además, el 7 se encuentra justo a la mi- vación del sitio en el nuevo siglo, explorando más edifi-
tad de la secuencia de 13. Para Eric Thompson, el 7 parece cios prehispánicos, pero también dando mantenimiento
haber estado asociado con el nivel terrestre (Thompson, a los muy visitados basamentos piramidales del sitio.
1984: 280), idea que quizá deriva de la relación del nú-
mero con representaciones del Monstruo Terrestre o It-
zam, dato que registra el Ritual de los Bacabes y un pasaje
del Chilam Balam de Chumayel (Roys, 1973: 159), donde
se habla de Siete Montañas, si bien en otro apartado del
mismo texto se mencionan Nueve Montañas.
Por su parte, el 9 nos recuerda a los Nueve Seño-
res del Inframundo o a los Nueve Señores de la Noche.
Estas entidades o sus contrapartes fueron representadas
en estuco modelado sobre las paredes de criptas como
las de Comalcalco y Palenque. Son comunes las ofren-
das prehispánicas de objetos (vasijas, excéntricos de pe-
dernal, pequeños metates y manos, conchas o caracoles,
etcétera) que suman nueve y éste es un número que aún
hoy día utilizan con frecuencia los hmenes o sacerdotes
tradicionales en sus ceremonias.
Es interesante comentar que los antiguos griegos
y romanos ofrecían oraciones por sus difuntos durante
nueve días. Los primeros cristianos siguieron la cos-
tumbre en cuanto al número de días, si bien lo hicieron
fundamentados en la nueva religión. Después, en Eu-
ropa se introdujo la “novena de preparación” para ce- Lámina 5. Al pie de la pirámide conocida como La Iglesia, en
Cobá, Quintana Roo, se encuentra la Estela 11 (INAH).
lebrar la Navidad en memoria de los nueve meses de

305
El Nohoch Mul (nohoch = grande; mul = montícu- del Petén nos da idea de los masivos volúmenes arqui-
lo) de Cobá es equiparable en altura al Nohochbalam de tectónicos logrados por el trabajo organizado en tiem-
Chakanbakán (Cortés, 2000), también en Quintana Roo, pos antiguos (lámina 6).
a la estructura Caaná de Caracol o al Castillo de Xunantu- Por lo que toca al norte de Campeche, el Edificio
nich, estos dos últimos localizados en Belice. En Lama- de los Cinco Pisos de Edzná también debe considerar-
nai, otro sitio beliceño con fuerte ocupación preclásica, se entre los basamentos piramidales mayas más eleva-
existe otra alta pirámide, el Templo Elevado, si bien este dos. En realidad, desplanta desde un nivel inferior al de
cuenta con 33 m de elevación (Shelb, 2000). la Gran Acrópolis (se construyó antes que ésta) y origi-
En contraste, a unos 275 km al poniente de Lama- nalmente tuvo nueve cuerpos. Su altura es de 36.50 m,
nai se encuentra Moral-Reforma, Tabasco, cuyo Edificio incluyendo la crestería (Benavides, 2014: 96) (lámina 7).
14A mide 20 m de alto, y su acompañante, el Edifi- En el sector oriental de la base de la península yu-
cio 14B, alcanza los 23.50 m. Ambas pirámides tabas- cateca encontramos otros gigantes de tiempos preté-
queñas miran hacia el sur. Cerca de esas construcciones, ritos: el Edificio 4 de Ichkabal, con 45 m de altura, y el
al poniente, otro conjunto de edificios cuenta con otra Edificio 1 del mismo sitio, con 40 m (Sandra Balanzario,
pirámide de 21 m de altura, pero aún no ha sido excava- comunicación personal, 2017). Ichkabal se encuentra a
da (Cuevas, 2010: 79-81). 40 km al suroeste de la laguna de Bacalar, o bien a sólo
En Yucatán, por su parte, El Adivino de Uxmal, El 9 km al noreste de Dzibanché.
Castillo de Chichén Itzá y la Acrópolis de Ek Balam mi- Otras pirámides de grandes dimensiones en el sur
den, cada uno, poco más de 30 metros de altura, prácti- peninsular son la Acrópolis de Kinichná, que llega a los
camente la misma cota alcanzada por el Templo de las 35 m; luego tenemos la Estructura IX de Becán, con una
Inscripciones de Palenque. Otra construcción equipara­ elevación de 32 m (lámina 8). Su cota es mayor a la del
ble es el gran basamento Kinich Kak Moo, de Izamal, Templo del Búho, en Dzibanché, que frisa los 22 m. En
que no conserva el templo pero que pudo alcanzar la la parte central de la base de la península, a varios kiló-
­altura del inmueble cobaense. metros al noreste de Xpuhil, se encuentra Payán, cuya
Una rápida comparación de varias grandes pirá- estructura más alta es considerable, pero aún no ha sido
mides existentes en la península yucateca y en la región registrada con precisión (Ruppert y ­Denison, 1943: 78).

Lámina 6. Comparación de algunas pirámides mayas.

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Lámina 7. Edificio de los Cinco Pisos de Edzná, Campeche, visto desde el noroeste (INAHMEDIOS/HM).

Significados de la pirámide En la mente indígena, las pirámides eran consi­


deradas como montañas sagradas en las que confluían
Hoy los basamentos piramidales son una invitación a poderosas fuerzas sobrenaturales. Prácticamente todo
subir, en especial para los jóvenes y quienes gustan de basamento piramidal precolombino tiene una larga
admirar paisajes novedosos desde los sectores elevados. historia, en el transcurso de la cual ha ido acrecentando
Es un buen ejercicio, que debe realizarse con cuidado, su volumen y, por ende, su sacralidad. Dentro de esas
especialmente cuando hay que descender. También po- montañas creadas por el hombre, a lo largo de varias
demos ver qué hay en la parte superior del basamento, generaciones se depositaron objetos como regalo a las
cómo es el templo o lo que queda de él, además de to- deidades, incluso inhumando los cadáveres de quienes
mar las fotografías de lo allá visto y de los amplios pa- gobernaron y fueron vistos como ilustres personajes
noramas que en suerte podamos apreciar. asociados a lo divino.
Pero, ¿qué significaban las pirámides para quie- En nuestra mente occidental estamos acostum-
nes vivían en los asentamientos prehispánicos? Eviden- brados al derrumbe de las edificaciones que han dejado
temente, mostraban el poder de los gobernantes, que de tener utilidad, para así poder construir un inmue-
eran capaces de conjuntar esfuerzos físicos y materiales ble nuevo, más moderno y con mejores servicios. En
para lograr esas grandes construcciones. Aquí debemos contraste, en la mentalidad mesoamericana, los basa-
recordar que los edificios que hoy vemos carecen de los mentos piramidales eran obras con una elevada carga
­acabados que alguna vez lucieron. Los sillares grisáceos simbólica que era importante mantener e incluso for-
de nuestros días en aquellos siglos estaban recubiertos de talecer mediante su crecimiento vertical y el depósito de
estuco y pintados de varios colores, en especial de rojo. más bienes suntuarios.
Esas obras majestuosas contaban, además, con in- Y precisamente en los templos residía el poder di-
censarios en la base y en lugares específicos, con guar- vino. En esos espacios separados del suelo, elevados por
dias que aseguraban el paso de quienes estaban varios cuerpos de mampostería, allá donde sólo unos
autorizados para ello, con pendones y adornos diversos cuantos podían pasar, había una atmósfera especial, sa-
según las ceremonias a realizarse. grada, que permitía entrar en contacto con las deidades.

307
sión: estaba dividida en cuatro sectores, era una copia
del universo mítico.

Los templos

Estas construcciones coronan los basamentos pirami-


dales; brindan un poco más de altura y no cualquier
persona podía acceder o llegar hasta ese punto. Por ello
los templos eran considerados espacios con gran sacra-
lidad, dado que allá residían las deidades y los máximos
poderes sobrenaturales. De esa manera, esos espacios
especiales brindaban solidaridad, seguridad y cercanía
con los ancestros y con las indomables fuerzas de la na-
turaleza.
Lámina 8. Estructura IX de Becán, Campeche (INAHCAMP). Los sacerdotes eran los únicos seres humanos que
podían entrar en los templos y acercarse a lo divino, al
Esa noción de espacio sagrado es común a todas conocimiento que permitiría estar al tanto de los días
las religiones, a todas las creencias de nuestros días y a de los eclipses, los inicios de la lluvia o los tiempos para
todos los credos que el hombre ha desarrollado en dis- emprender batallas. De esa manera el ámbito religioso
tintos tiempos y latitudes. Baste preguntar a quienes era preservado por unos cuantos especialistas que ha-
asisten a una sinagoga, a una mezquita o a una iglesia; cían las veces de intermediarios entre el hombre común
todos ellos son espacios especiales. Los mayas no fue- y las entidades divinas.
ron la excepción y tuvieron la necesidad de entrar en co- En diversas ceremonias de añeja tradición, esos
municación directa con entidades sobrenaturales en un lugares santificados habían sido importantes para las
espacio o un lugar de carácter sagrado. generaciones de antaño. Allá se habían depositado
La construcción de una pirámide era, al mismo ofrendas propiciatorias en múltiples ocasiones e inclu-
tiempo, la conversión o la transfiguración de un espacio so allá se habían sepultado los cuerpos de los fundado-
profano en un ámbito sagrado. Como agudos observa- res y de sus herederos. Por eso los basamentos crecieron
dores de la naturaleza, los mayas utilizaron sus cono- con el transcurrir de los siglos, y por eso eran espacios
cimientos de astronomía para identificar los lugares y cargados de sacralidad y de gran relevancia para la so-
las orientaciones en las que debían erigirse los templos. ciedad en su conjunto.
Por eso prácticamente siempre encontramos que las en- Desde el periodo Preclásico, varios siglos an-
tradas de los templos miran hacia puntos del horizon- tes de nuestra era, los templos con arquitectura esti-
te asociados con el Sol o con la Luna. Otras veces existen lo Petén fueron engalanados con grandes imágenes de
alineaciones de las construcciones monumentales con mascarones de mampostería y estuco colocados a los
rumbos astrales específicos. lados de las escalinatas o bien sobre el friso o zona su-
Cabe aquí recordar que las pirámides se encuen- perior de la fachada. Varios buenos ejemplos han sido
tran formando parte del corazón de los asentamien- documentados en Uaxactún, El Mirador y Nakbé en
tos mayas y su distribución en cuadrángulos no es otra Guatemala, Cerros (Belice), El Tigre y Edzná (Campe-
cosa que un ordenamiento del mundo. En otras pala- che), Chakanbakán (Quintana Roo) (lámina 9) y Acan-
bras, fuera del asentamiento humano reinaba el desor- ceh (­Yucatán), por citar algunos.
den de la selva, ese espacio poblado de flora y de fauna La tradición continuó en los siglos siguientes, y a
a veces terrible (pumas, jaguares, serpientes venenosas, lo largo del Clásico Temprano (250-600 d.C.) los arte-
avispas), así como de seres malévolos (“vientos”, enfer- sanos mayas comisionados por la élite lograron otros
medades, “espíritus”). La creación de una ciudad maya mascarones de estuco modelado con rostros más pa-
estaba entonces acorde con el modelo de su cosmovi- recidos a los seres humanos, pero también encarnando

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deidades. Algunos ejemplos pueden verse en Kohun- Naah) (Bernal, 2015) y que fue erigido bajo el reinado de
lich (Quintana Roo), Palenque (Chiapas), Lamanai (Be- Kinich Janab Pakal o Pakal el Grande (603-683 d.C.), quien
lice) y Tikal (Guatemala). fue sepultado en su interior (Ruz, 1973) (lámina 10).
Después, en los siglos siguientes del Clásico Tardío Por otra parte, el Castillo de Chichén Itzá cuenta
(600-900 d.C.) la arquitectura fue modificada y las masi- con un templo de planta casi cuadrangular. La fachada
vas cresterías o remates de los templos se hicieron más principal mira hacia el norte y cuenta con tres accesos
ligeras, incluso con caladuras, pero continuaron mos- formados por dos columnas serpentinas. En su interior
trando alegorías humanas y divinas logradas en estuco hay un salón de poco más de 12 m de largo por 2 m de
modelado. Así ocurrió en sitios como Palenque (Chia- ancho y en su sector central hay otra entrada a un espa-
pas); Edzná, Okolhuitz, Dzehkabtún y Hochob (Cam- cio rectangular en cuyo interior hay dos columnas. Ese
peche), o Labná, Sayil y Sabacché (Yucatán), entre otros. aposento tiene unos 24 m². Pero, además, los otros la-
El interior de los templos mayas podría pensarse dos del templo también tienen entradas y ellas condu-
reducido, pero existen varios casos en los que hay bas- cen a un salón que en planta adopta la forma de una
tante espacio e incluso diversas habitaciones. Veamos letra C y que rodea al aposento antes comentado.
tres ejemplos: Palenque, Chichén Itzá y Edzná. En el En cuanto al templo de la cima del Edificio de los
Templo de las Inscripciones de Palenque hay cinco en- Cinco Pisos de Edzná, también cuenta con cinco aposen-
tradas que dan paso a un largo aposento de casi 21 m de tos, si bien presentan una distribución muy peculiar. La
longitud por 2 m de ancho. Desde ahí hay luego otras fachada principal mira al poniente y tiene una clara rela-
tres entradas; la principal al centro y dos de menores di- ción con la puesta del Sol. Existen tres vanos de acceso a
mensiones a los lados. Las cuatro habitaciones están te- una cámara alargada en cuya pared interior hay otra en-
chadas con arco falso y su altura es cercana a los 6 m. En trada a una habitación angosta y en sus extremos norte
esos espacios se hallaban tres tableros de piedra con re- y sur se accede a sendos cuartos de planta irregular. En
lieves e inscripciones jeroglíficas (de ahí el nombre del el otro lado del eje este-oeste, en el oriente, también hay
templo) que narran la vida del gobernante y la idea del una entrada, pero sólo comunica con un aposento.
tiemplo cíclico, es decir, que lo ocurrido en el pasado se En conjunto y vistas en planta, las cinco habitacio-
repetirá en la misma fecha calendárica futura. nes del templo más elevado de Edzná forman un mo-
Hoy sabemos que el Templo de las Inscripciones era tivo cuadrangular que representa un símbolo. Se trata
llamado la Casa de las Nueve Lanzas Afiladas (Bolón Yej Te del Ol (otras veces Hol) o espacio liminar, es decir, la

Lámina 9. Uno de los mascarones de estuco modelado que flanquean la escalinata principal
del Nohochbalam (Gran Jaguar) de Chakanbakán, Quintana Roo (FCB).

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Lámina 10. Templo de las Inscripciones de
Palenque, Chiapas (INAHMEDIOS/MM).
Lámina 11. Planta del templo superior del Edificio Lámina 12. Marcador central del juego de pelota de Copán,
de los Cinco Pisos de Edzná, Campeche. Honduras. Nótese el diseño que forma cuatro lóbulos.

e­ ntrada al inframundo maya. Esta asociación entre una dad, temor, dolor, etcétera) y a la muerte. De manera
construcción elevada y un concepto mítico que remite a que sorprende, esas entidades esqueléticas estaban ac-
un ámbito subterráneo es interesante (lámina 11). tivas y así eran mostradas en escenas de vasos policro-
En la cosmovisión maya, el Ol era concebido como mos o bien en relieves escultóricos.
un acceso de cuatro lados porque representaba los rum- Algunos autores han identificado ese portal mí-
bos del universo más el centro. El símbolo fue creado tico con la cruz de Kan: la cueva primordial relaciona-
desde tiempos previos a la era cristiana, desde la civili- da con las cuatro direcciones del mundo. En ocasiones
zación olmeca. De ahí fue retomado por los mayas e in- los mayas también asociaron ese símbolo con las plazas
tegrado a su forma de concebir el mundo. monumentales de los grandes sitios, como ocurrió en
La representación de ese portal sagrado aparece Seibal, sitio guatemalteco en cuya estela 8 el gobernan-
con frecuencia en las obras pictóricas y escultóricas te conmemora el final de un año y la inscripción jeroglí-
prehispánicas. Una de sus primeras imágenes fue do- fica muestra un signo de cuatro pétalos conteniendo un
cumentada unos 100 años antes de nuestra era en las lirio acuático (naab), lo cual habla de un espacio similar
pinturas murales de San Bartolo, en el Petén guatemal- al océano o a un amplio paisaje acuático, indicando que
teco, donde se recrearon las figuras de tres dioses. Tam- las plazas eran consideradas como un mar mítico (cfr.
bién podemos verlo en las estelas 2 y 15 de Edzná; en el Schele y Mathews, 1998: 191-193).
Tablero de la Creación de Palenque, en los altares 3, 13 Además, las deidades mayas tenían el poder de
y 19 de Caracol (Belice), o en los marcadores del juego cuadruplicarse o desdoblarse en cuatro. Las remi-
de pelota de Copán (Honduras) (lámina 12). De m ­ anera niscencias de esa capacidad hoy perduran cuando
más estilizada y formando parte de la indumentaria de recordamos la invocación de los chamanes, de las co-
la élite, ese mismo motivo cuadriforme puede verse en munidades rurales tradicionales, que en las ofrendas
las estelas 8, 11 y 14 de Piedras Negras (Guatemala), en mencionan a entidades como los cuatro arcángeles o
la estela 24 de Naranjo (Guatemala) o en los dinteles 17, bien los cuatro dioses Chaac (de la lluvia), cada uno con
24 y 25 de Yaxchilán (Chiapas). un color asociado: rojo para el este, negro para el po-
En la jamba poniente del Templo de la Cruz de Pa- niente, blanco para el norte y amarillo para el sur. Esos
lenque, bajo la representación de Kan Balam II, la ima- mismos colores fueron consignados en el siglo XVI por
gen de una deidad atraviesa con su brazo un Ol, que Diego de Landa, quien fuera obispo de Yucatán y escri-
lleva las marcas de piedra para indicar que es una cavi- bió la Relación de las cosas de Yucatán, útil documento
dad en la superficie terrestre (Schele, 1976: fig. 6). para los estudiosos de la antigua cultura maya. De igual
Ese elemento de cuatro lóbulos era la entrada a un modo, así se indican los colores de los cuatro rumbos
mundo subterráneo, oscuro y húmedo (muchas veces en el Popol Vuh, documento que llegó a nosotros gra-
concebido como acuoso) donde reinaban las deidades cias al registro del dominico Francisco Ximénez, quien
asociadas al sufrimiento humano (hambre, enferme- escribió a principios del siglo XVIII (Recinos, 1971).

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