Está en la página 1de 12

Capítulo 2.

Reformas políticas:
fisiocracia jurisdicciones e impuestos
(1776-1810).

:
Una nobleza de comerciantes
La historiadora norteamericana Susan Socolow afirmó hace muchos
años al referirse a la sociedad de la Buenos Aires colonial que “La
nobleza de Buenos Aires eran los comerciantes” (Socolow, 1978). Es
cierto que en la ciudad no existía una nobleza de cuna y que esta
ciudad tuvo en el comercio su actividad preponderante ¿Pero se
refería a todos los comerciantes de la ciudad? Socolow se refiere a
un grupo de ellos, a los mercaderes, los grandes comerciantes, los
comerciantes mayoristas, los vinculados al mercado exterior y con
una densa red de negocios al interior del espacio económico
peruano-rioplatense.
Ilustración 1 Susan Migden
Socolow

Uno de ellos fue Don Domingo Belgrano Peri, padre de Manuel y tío
de Juan José Castelli. Jorge Gelman ha seguido su trayectoria de
negocios (Gelman, 1987) en la que pudo medir y evaluar los
mecanismos mediante los cuales Belgrano maximiza el intercambio
para acumular "metálico" en el puerto para el comercio exterior.

Don Domingo tenía 12 hijos, uno de los cuales fue muy famoso.
Como casi todos los hijos de comerciantes no siguió el negocio de los
padres. Estos practicaban el “yernismo”, lo que significaba que
casaban a una de sus hijas con un comerciante o aspirante a tal
peninsular (preferentemente sobrino) y los hijos seguía una carrera
Ilustración 2 Jorge Daniel profesional liberal.
Gelman

El investigador Jorge Gelman analizó el sistema de negocios de Domingo Belgrano y de su


estudio surge el esquema de la figura 1. En él se puede apreciar como este comerciante, desde
Buenos Aires, construyó una red de intercambios comerciales que se extendía a todo lo que
sería el territorio argentino. Pero la particularidad de estos intercambios está en que Belgrano
intercambiaba productos generados en algunas áreas (como la yerba mate del Paraguay por los
vinos y aguardientes de Cuyo) tratando de maximizar la cantidad de efectivo (“metálico”) en oro
(Au) y plata (Ag) como retorno y de utilizar la menor cantidad de dinero en las compras. De esta
forma Belgrano se aseguraba poder comprar los “efectos de Castilla”, es decir los productos que
ingresaban obligatoriamente desde el exterior y los esclavizados, que necesariamente debía
pagar en metálico, salvo una muy pequeña parte que podía pagar con la muy apreciada lana de
vicuña en el exterior.

A su vez, Belgrano debía hacerse de cueros para exportar. Dado que las naves necesitan navegar
con un lastre (peso) suficiente para su seguridad y la plata tiene un alto valor por unidad de
volumen, las embarcaciones se lastraban con cueros que se adquirían baratos en la campaña de
Buenos Aires. Belgrano no producía ganado ni cueros, por lo cual debía comprarlos a los
“barraqueros”, sus acopiadores, como condición necesaria para poder desarrollar su comercio
exterior. De esta forma, el dominio del capital comercial sobre la producción (de cueros en este
caso) era exterior e indirecta (Fradkin, 1995), algo que cambiará con la independencia, dado que
esta práctica fue generando un mercado de cueros en el exterior vital para la región al
desestructurarse el modelo de la economía colonial.

Figura 1 Circuito de intercambios del comerciante Domingo Belgrano Peri (Au=oro; Ag= plata)

Del mercantilismo a la fisiocracia


Belgrano y su primo, Juan José Castelli estudiaron derecho. Juan José lo hizo en la progresista
universidad de Charcas (hoy Sucre) en el Alto Perú y Manuel en Salamanca, España. Allí el
paradigma económico no era ya el mercantilismo sino la “fisiocracia”. Este fue el modelo
económico que rigió en el reino de España desde la llegada al trono de la casa de Borbón, sobre
todo durante el reinado de Carlos III (1759-1788).

¿Cuál era la diferencia central con el modelo anterior? Para la fisiocracia la riqueza no era finita:
se podía crear riqueza NUEVA ¿Cómo es eso?:

• Una semilla nos da 30 o más semillas nuevas que a su vez pueden reproducirse a sí
mismas.
• Una vaca nos da varios temeros a lo largo de su vida.
• Un pez se reproduce en cientos de peces "natural" e "inagotablemente" (cosa que
años después se vería que no es así).
Para la fisiocracia existían tres clases (así las denominaban) económicas productoras:

a) Los ganaderos.
b) Los agricultores.
c) Los pescadores.

A su vez, para la fisiocracia existían dos clases estériles:


a) Industriales y artesanos (que modificaban la naturaleza, pero sin crear riqueza nueva).
b) Los comerciantes (que intercambiaban productos por dinero o por otros productos,
pero sin crear nada)

Estas son las ideas con la cuales Belgrano volvió de Salamanca y las explayó en artículos en el
Semanario de Agricultura y en el Correo de Comercio (Belgrano, 1985).

El término pertenecía a François Quesnay. Diderot y D'Alembert le permitieron a Quesnay


redactar los artículos sobre “Granos” y “Agricultores” de su Enciclopedia.

Para la fisiocracia, a diferencia del mercantilismo, la participación del


Estado en la economía, sin desaparecer, era muy limitada. La frase
Laizes-fair, Laizes-pazer (dejar hacer, dejar pasar), es propia de la
fisiocracia. ¿Cómo participaba el Estado?: a través de un complejo
sistema de impuestos.

El sistema de impuestos colonial de las reformas requería un aparato


burocrático militar profesional, numeroso y complejo. La América
borbónica lo tuvo y Belgrano fue uno de ellos como secretario del
Consulado de Comercio.

Este verdadero “aparato burocrático del Estado” estuvo formado


Ilustración 3 François por un ejército de funcionarios de carrera, no ya reclutados por sus
Quesnay (1664-1774)
servicios a la corona o por la compra de cargos, sino formados
académicamente para su función.

El objetivo central de esta hueste de funcionarios estaba más allá de las cuestiones religiosas,
militares y judiciales. Su propósito era la disciplina fiscal de las colonias.

¿Sobre qué recaudaba?

Recaudaban sobre el comercio y la producción colonial y sobre el trabajo indígena (tributo).


Además, el Estado conservó algunos monopolios que administraba directamente como los
“estancos” de tabaco y naipes, el mercurio (insumo central para la minería de plata) y el papel
sellado (solicitado para todo trámite oficial).

Los impuestos principales se repartían entre:

a) Los impuestos a la producción minera.


b) Los impuestos sobre la acuñación de plata.
c) El tributo indígena.
d) Alcabalas (impuesto al comercio al interior del espacio colonial).
e) Almojarifazgo (impuesto al comercio hacia y desde el espacio colonial)
f) Quinto real (20% de la plata acuñada).
g) Impuesto sobre la venta de mercurio.
h) 2/9 del “diezmo”.
i) Estancos de tabaco, naipes y papel sellado.

A éstos se sumaban algunos ingresos eventuales tales como:

a) La “media anata” (el 50% del salario de los funcionarios durante su primer año de
ejercicio.
b) Venta de tierras públicas.
c) “Temporalidades” (producto de la subasta de propiedades de los jesuitas expulsados en
1767).

Estos últimos se cobraban una sola vez.

El tributo indígena:

La “controversia de Valladolid” fue un célebre debate que tuvo lugar en 1550 y 1551 en el
Colegio de San Gregorio de Valladolid, dentro de la llamada polémica de los naturales
(indígenas americanos o indios). En él se enfrentaron dos formas antagónicas de concebir la
conquista de América, interpretadas como la de los defensores de los indios (personificada
por Bartolomé de las Casas) y la de sus enemigos (representada por Juan Ginés de
Sepúlveda). La resolución fue que los aborígenes americanos eran seres humanos, por lo
tanto, pasibles de pecar y ser salvados, pero en un estado de maduración que los asimilaba
a niños. La monarquía era la responsable de completar esa formación y hacerlos cristianos.
Indios y cristianos se transformó en dos estados del individuo y desde allí los indios debían
pagar un impuesto (el “tributo”) para completar su formación, es decir, convertirse en
cristianos y dejar de ser indios (Mateo, 1994).

El diezmo

Se trataba del 10% de la producción agraria sobre los “granos”, como el trigo y la “cuatropea”
(animales de cuatro patas, como los vacunos y ovinos). Quedaban excluidos los productos
originarios de América (como las llamas, la coca, el maíz, etc.). Lo cobraba la iglesia secular y
generalmente los “remataba”, es decir privatizaba su recaudación (Amaral & Ghio, 1990). El
producto de la recaudación se dividía en 9 partes y se repartía de la siguiente manera:

7/9 Para mantener el culto, hospitales, escuelas, expósitos, templos, etc.

2/9 Para rentas generales.

¿Cómo se organizó administrativamente la región?

Cuatro reformas políticas redefinieron las instituciones virreinales. La primera, en 1776 fue la
creación del nuevo virreinato del Río de la Plata con capital en Buenos Aires. La segunda, en
1778 fue “Reglamento y Aranceles Reales para el Comercio Libre de España a Indias” que definía
con precisión los aranceles de cada mercancía comercializada entre las diferentes zonas del
imperio colonial entre sí y con la metrópoli. La tercera, en 1779 habilitada la aduana de Buenos
Aires, dejando de ser desde entonces contrabando o comercio irregular los que ingresaba o salía
por ese puerto. Finalmente, en 1784 fue promulgada la “Real Ordenanza de Intendentes”, que
redefinía las jurisdicciones en la américa colonial. Fueron creadas siete intendencias y una
superintendencia.

¿Cómo se organizó administrativamente la región?


El Virreinato del Río de la Plata se organizó en siete gobernaciones-intendencias y una
superintendencia. La superintendencia se encontraba en la capital del virreinato, Buenos Aires.
Cada una de las gobernaciones tenía como ejecutivo a un “gobernador-intendente”. Bajo su
jurisdicción quedaban los “cabildos”, corporaciones vecinales de las “villas” o ciudades
principales. En la región del Chaco y la Patagonia la mayor superficie todavía estaba bajo control
de las sociedades originarias.
Mapa 1 El virreinato del Río de la Plata
Figura 2 Jurisdicciones del Virreinato del Río de la Plata

1 Potosí
2 Chuquisaca (Charcas, La Plata, Sucre).
3 Cochabamba.
4 La Paz
7 intendencias 5 Salta del Tucumán
6 Córdoba del Tucumán
7 Paraguay

Misiones
1 superintendencia
Montevideo
Buenos Aires
Malvinas

El circuito de los impuestos


Según Herbert Klein, (1999), en cada capital de intendencia había mía caja “principal” que recibía
lo recaudado en las cajas “subordinadas” y remitían a las cajas “centrales”. Todo el excedente
luego de cubrir los gastos de cada caja terminaba en Buenos Aires donde se encontraba el
Tribunal Mayor de Cuentas.

Por ejemplo:

Tarija Chuquisaca Alto Perú


Potosí
(Casa subordinada) (Caja principal) (Caja central)

Santiago del Estero Salta del Tucumán Buenos Aires


(Casa subordinada) (Caja principal) Río de la Plata
(Caja central)

Tribunal Mayor de Cuentas

Figura 3 Circuito de los impuestos recaudados

Una vez ingresado el dinero a cada caja se dividía:

a) Ramos de Real hacienda (costo colonial, es decir el pago de los salarios de los
funcionarios, a los proveedores, las obras realizadas, etc.).
b) Ramos particulares (la renta colonial, el excedente que América pagaba a la metrópoli
por el mero hecho de ser su colonia).

La evasión era baja, se calcula en un 6%.

¿Cuánto se recaudaba?
Los impuestos regulares más importantes eran los gravámenes sobre la producción minera y
sobre la acuñación de plata; el tributo indígena (entre 1 y 20 pesos por año según la región), y
los impuestos al comercio (“alcabalas” y “almojarifazgos”).

Para 1790 (Klein, 1999) existen datos bastante completos. Ese año se recaudaron 3,7 millones
de pesos de 8 reales cada uno. La aduana de Buenos Aires y la producción minera de Potosí
sumados recaudaron 3,2 millones de pesos, es decir el 86% de la recaudación provino de estos
dos rubros.
Figura 4 Recaudación porcentual

a) Impuestos sobre la producción minera.


b) Impuestos sobre la acuñación de plata.
c) Tributo indígena (de 1 a 20 $ por año de
18 a 50 años)
d) Impuestos al comercio
72%
= alcabalas (internos). ($2,6 millones)
= almojarifazgos (externos).

a) Quinto real (20% de la


acuñación). 28%
b) Venta de mercurio. ($1,7 millones)
c) 2/9 del diezmo.
d) Estancos y sellos

Los investigadores estiman que la evasión impositiva era baja, en torno a no más del 6%.

¿Cuál era el aporte del Rio de la Plata al imperio?

En el año 1789, el naturalista Alexander von Humboldt pudo calcular el aporte que hicieron ese
año los diferentes espacios del territorio colonial americano. Nueva España (actual México)
había recaudado ese año 19,2 millones de pesos y el Río de la Plata apenas 4,2 millones ¿Cuánto
de esa recaudación se remitía como aporte colonial al imperio?
Tabla 1 Distribución del aporte colonial al imperio en 1789

Virreinato Aporte
Nueva España $ 6.000.000
Perú (sin Potosí) $ 1.000.000
Río de la Plata (con Potosí) $ 700.000
Nueva Granada (Gran Colombia) $ 400.000

Como podemos ver, Nueva España fue ese año casi diez veces más rentable que el Río de la Plata
a pesar de contener en su territorio los yacimientos mineros de Potosí. El 32% de la recaudación
fue para la metrópoli en 1789 desde Nueva España, mientras que solo el 17% del Río de la Plata.

Mirando al interior de las cajas Klein hizo una clasificación de acuerdo a su rentabilidad para el
Virreinato platense.
Tabla 2 Rentabilidad de diferentes cajas del Virreinato del Río de la Plata en 1789

Rentabilidad % Regiones
Alta 40 a 60 La Paz/Oruro/Potosí
Media 20 a 40 Carangas/La Plata
Baja 0 a 20 Cochabamba/Paraguay/Salta

Como puede verse, los centros mineros del Alto Perú seguían siendo los espacios más rentables
para la corona, y esta rentabilidad se reducía a medida que se alejaba de ellos. Esto nos lleva a
otra pregunta: ¿Cuál era la rentabilidad de Buenos Aires?
Tabla 3 Balance de la caja de Buenos Aires en 1789

Ingresos 2.264.816
Egresos 3.032.288
Rentabilidad -818.763

Los centros mineros y agrícolas del Alto Perú fueron los que aportaron mayor excedente. Buenos
Aires era la caja con mayores ingresos, pero también la que más gastos generaba para mantener
su burocracia civil, militar y religiosa.

El déficit de Buenos Aires era pagado por el superávit del resto de las regiones. El virreinato del
Río de la Plata apenas se sostenía a sí mismo.

¿Era una empresa rentable para la corona mantener esta vasta colonia?

La respuesta es: Si

a) Era autosuficiente y no producía gastos a la metrópoli.


b) La producción y el comercio enriquecía a mineros y comerciantes (criollos y españoles).
c) La región era un mercado cautivo para colocar manufacturas europeas y el mercurio de
Almadén (España).
d) Era una fuente de cueros baratos llevados como lastre (Moutoukias, 1990).
e) La industria naviera se beneficiaba del tráfico.
f) La corana cobraba impuestos (almojarifazgos) a la entrada y salida de productos de
colonia y de la metrópoli.

El Rio do la Plata no era México, pero tampoco era deficitario (la utilidad marginal de sostener
la colonia era superior al coste marginal de mantenerla)

Otra pregunta: ¿Era el virreinato rentable respecto de las regiones que lo integraban?

El virreinato del Río de la Plata estaba integrado por dos centros económicos importantes:

• Alto Perú.
• Área pampeana.
El Alto Perú tenía:

• Su propio alto tribunal de justicia (Charcas).


• Su propia casa de moneda y funcionarios del tesoro.
• Su propio ejército y milicias.
• Su propio arzobispado y universidad.
• Los puertos de Lima y Chile más cercanos.

Es decir, la anexión de la zona al nuevo virreinato le generó gastos de los que preferiría
excusarse. Por ejemplo, el Alto Perú, con su recaudación, contribuía económicamente a la
defensa costera atlántica en momentos en que otras potencias comenzaban a disputar el
poderío español y a la lucha contra el indio en las fronteras al sur de la Quebrada de Humahuaca
(el Chaco y la Patagonia).

Quizás para el Alto Perú formar parte del Río de la Plata era una relación costosa y desigual. La
respuesta a esta última pregunta puede ayudar a entender la balcanización del virreinato en los
procesos de independencia.

La sociedad virreinal
La creación del virreinato del Río de la Plata, si bien no modificó sustancialmente la estructura
social en el espacio que será la Argentina, si lo hizo en Buenos Aires, la ciudad escogida para su
capital. La ciudad fue inundada por funcionarios desde el virrey y sus acólitos hasta funcionarios
judiciales de las audiencias, y un fuerte aparato burocrático y militar ante la coyuntura política
y bélica mundial —la Guerra de los Siete Años— y la consecuente necesidad de proteger los
territorios americanos de esta amenaza. La nueva estructura política venía también a solucionar
los problemas administrativos que la gran extensión del Virreinato del Perú acarreaba. Esto se
hizo sentir en la ciudad.

El aumento del flujo de bienes desde y hacia el Río de la Plata se incrementó considerablemente,
aunque signado por las crisis consecuencia de las sucesivas guerras en las que se vio involucrada
España a lo largo de la segunda mitad del siglo XVIII (Garavaglia, 1985). Estas crisis son las que
permitieron a las industrias locales subsistir a pesar de la política borbónica de desaliento a las
manufacturas como vimos en el capítulo anterior.

En los actos escolares suele representarse a la ciudad recorrida por vendedores ambulantes de
velas, plumeros, escobas, aguateros, etc., una sociedad donde el comercio había tenido un
fuerte desarrollo que había impactado en su población. Buenos Aires había dejado de ser
espectadora de la economía colonial para transformarse en protagonista. En 1764 la corona creó
un servicio de correos que vinculaba a este puerto con España cuatro veces al año. 1778, Buenos
Aires pasó a integrar la lista de ciudades portuarias con permiso para comercializar con España
y otras colonias españolas y pocos años después fue autorizada su aduana, implicando con ello
la unificación de impuestos. Si bien este comercio estaba limitado a propietarios españoles, a
causa de las sucesivas guerras se amplía el permiso a los americanos a comerciar con colonias
extranjeras en 1795 y a utilizar barcos de bandera neutral en 1797, lo que fue poblando su
territorio de catalanes, vascos, valencianos e incluso hombres de negocios ingleses, franceses y
norteamericanos. Las migraciones desde Europa correspondían generalmente a hombres
solteros, muchos de ellos funcionarios que venían a ocupar los cargos recién creados o
comerciantes y artesanos que aprovechaban la nueva coyuntura planteada.
A mediados del siglo XVIII esta ciudad adoptó desde épocas tempranas características de colonia
moderna, poblada por inmigrantes libres del interior del viejo virreinato (Mateo, 1993). La
ciudad y su campaña que la alimentaba tuvieron el más rápido crecimiento de la américa
española (Moreno & Mateo, 1997). También se modificó la composición de la población debido
a las migraciones forzadas (el “asiento de negros”). Para 1810 al menos un tercio de la población
de Buenos Aires era negra o mulata (Goldberg, 2013), sin embargo, la movilidad social existía en
la sociedad colonial porteña, una movilidad que, a partir de la riqueza, pero también de las
actitudes y comportamientos, permitía a ciertos individuos ser recategorizados en otra casta
que la de origen en un proceso que se ha denominado “blanqueamiento” (Canedo & Mateo,
2019).

María Marschoff, (2014) destaca que “la mayoría de los cronistas y viajeros que pasaron por
Buenos Aires resaltaron la informalidad, siempre amable, de los porteños, aunque les chocaba
el grado de confianza implicado en ese trato y la promiscuidad de grupos sociales, es decir, la
escasa diferenciación espacial y por vestimenta de los estratos, particularmente patente
durante los espectáculos públicos. La elite porteña aparecía como más abierta que otras
contemporáneas donde las jerarquías de poder y de nobleza jugaban un papel central, sin
embargo, esto no la hacía más débil, aunque sí más autónoma del dominio metropolitano. Esta
fortaleza se manifestará luego de la independencia, cuando ella se transformará en patricia de
una revolución independentista que tuvo la fortaleza suficiente para contener gran parte del
viejo virreinato, no dar marcha atrás en ningún momento —la única de todas que no lo hizo— y
transformar a Buenos Aires como la nueva metrópoli de un estado independiente en formación.

Bibliografía
Amaral, S., & Ghio, J. M. (1990). Diezmos y produccion agraria. Buenos Aires, 1750–1800.
Revista de Historia Económica, 8(3), 619-647.
Belgrano, M. (1985). Escritos económicos. Buenos Aires: Hyspamérica.
Canedo, M., & Mateo, J. (2019). La colonización de la campaña de Buenos Aires. Un ensayo
acerca de su práctica a partir de la población y los hogares. San Nicolás de los Arroyos y
Lobos en 1815. EJES de economía y sociedad, 3(5).
Fradkin, R. (1995). Antigüedad de asentamiento, orientaciones productivas y capital comercial
en la conformación de una estructura regional: Buenos Aires, XVIII y XIX. Revista de
Historia, 35, 223-244.
Garavaglia, J. C. (1985). Economic Growth and Regional Differentiations: The River Plate Region
at the End of the Eighteenth Century. The Hispanic American Historical Review, 65(1), 51-
89.
Gelman, J. (1987). El gran comerciante y el sentido de la circulación monetaria en el Rio de la
Plata colonial tardío. Revista de Historia Económica, V(3), 485--508.
Goldberg, M. B. G. (2013). La población “negra”, desde la esclavitud hasta los
afrodescendientes actuales. En H. Otero (Ed.), Historia de la Provincia de Buenos Aires I.
Población, ambiente y territorio (pp. 279-308). Buenos Aires: Edhasa.
Klein, H. S. (1999). Las finanzas reales en el Rio de la Plata, 1630-1809. En Nueva Historia de la
Nación Argentina (pp. 13-303). Buenos Aires: Academia Nacional de la Historia, &
Editorial Planeta.
Marschoff, M. (2014). La sociedad virreinal en Buenos Aires: un análisis desde la cultura
material y la alimentación. Revista de Indias, 74(260), 67-100.
Mateo, J. (1993). Migrar y volver a migran. Los campesinos agricultores de la frontera
bonaerense a principios del siglo XIX. En J. C. Garavaglia & J. L. Moreno (Eds.), Población,
sociedad, familia y migraciones en el espacio rioplatense. Siglos XVIII y XIX (pp. 123–148).
Buenos Aires: Ed. Cántaro.
Mateo, J. (1994). La imagen del indio en la mentalidad colonizadora. Actitudes para un buen
gobierno.(Buenos Aires a principios del siglo XVII). Cuadernos del Instituto Nacional de
Antropología, 15, 97–112.
Moreno, J. L., & Mateo, J. (1997). El ’redescubrimiento’de la demografía histórica en la historia
económica y social. Anuario iehs, 12, 35-55.
Moutoukias, Z. (1990). Comercio colonial y espacio económico. 30 años de historiografía. En
AA VV (Ed.), Historiografía Argentina (1958-1988) (p. 1990). Buenos Aires: Comité
Internacional de Ciencias Históricas.
Socolow, S. (1978). The Merchants of Buenos Aires, 1778-1810. Cambridge: Cambridge
University Press.

También podría gustarte