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I SAMUEL 8:6-22.

Advertencia sobre los reyes

En la entrada anterior leímos sobre la petición de Israel por un rey. Al profeta Samuel le
ofendió esta petición, pues lo vio como un rechazo a su liderazgo. Aun así, él no tomó una
decisión emocional, sino que le consultó a Dios. 
(1 Samuel 8:6) Pero no agradó a Samuel esta palabra que dijeron: Danos un rey que nos
juzgue. Y Samuel oró a Jehová.

El Señor aclaró que, en esencia, el rechazo no era hacia Samuel sino a Dios mismo.
(1 Samuel 8:7-8) Y dijo Jehová a Samuel: Oye la voz del pueblo en todo lo que te digan;
porque no te han desechado a ti, sino a mí me han desechado, para que no reine sobre
ellos. Conforme a todas las obras que han hecho desde el día que los saqué de Egipto
hasta hoy, dejándome a mí y sirviendo a dioses ajenos, así hacen también contigo.

Este rechazo a Dios como su Rey no era nada nuevo, sino que venía sucediendo desde
que salieron de Egipto. En realidad, esa fue la esencia del problema en todo el tiempo de
los jueces.

El pueblo pensaba que no tenía rey, pero en realidad no estaban reconociendo que sí
tenían al mejor rey: Jehová. Aun así, Dios nunca obliga a nadie a someterse a Él. Por lo
tanto, si Israel quería otro rey, Dios lo iba a permitir. Pero le pidió a Samuel que les
advirtiera sobre las implicaciones de esa decisión.
(1 Samuel 8:9) Ahora, pues, oye su voz; mas protesta solemnemente contra ellos, y
muéstrales cómo les tratará el rey que reinará sobre ellos.

La palabra “protestar”, en hebreo es "Ud”, que también puede traducirse como: repetir,
regresar, testificar una y otra vez. Esta palabra está escrita dos veces en el hebreo.

Tener rey suena elegante y distinguido, pero el costo es alto, y eso fue lo que Dios mandó
a advertir a través del profeta. A continuación, están delineadas tales advertencias:   
(1 Samuel 8:10-17) Y refirió Samuel todas las palabras de Jehová al pueblo que le había
pedido rey. Dijo, pues: Así hará el rey que reinará sobre vosotros: tomará vuestros hijos, y
los pondrá en sus carros y en su gente de a caballo, para que corran delante de su
carro; y nombrará para sí jefes de miles y jefes de cincuentenas; los pondrá asimismo a
que aren sus campos y sieguen sus mieses, y a que hagan sus armas de guerra y los
pertrechos de sus carros. Tomará también a vuestras hijas para que sean perfumadoras,
cocineras y amasadoras. Asimismo, tomará lo mejor de vuestras tierras, de vuestras viñas
y de vuestros olivares, y los dará a sus siervos. Diezmará vuestro grano y vuestras viñas,
para dar a sus oficiales y a sus siervos. Tomará vuestros siervos y vuestras siervas,
vuestros mejores jóvenes, y vuestros asnos, y con ellos hará sus obras. Diezmará
también vuestros rebaños, y seréis sus siervos.

El Señor les provocó un despertar a la realidad (“reality check”). Lo que ellos estaban
pidiendo no era tan glamoroso como se lo imaginaban. Lo que ellos estaban escogiendo
era quién iba a ser su señor y a quien iban a servir…no quién les iba a servir a ellos.

La advertencia más fuerte viene en el siguiente versículo:


(1 Samuel 8:18) Y clamaréis aquel día a causa de vuestro rey que os habréis elegido,
mas Jehová no os responderá en aquel día.
Si Israel va a escoger a un rey humano sobre el Rey celestial, Dios se hará a un lado y
dejará que ello carguen con las consecuencias de su decisión.

ELECCIÓN DEL PUEBLO

Uno imaginaría que la advertencia del Señor haría entrar en razón al pueblo.
Lamentablemente no fue así...
(1 Samuel 8:19-20) Pero el pueblo no quiso oír la voz de Samuel, y dijo: No, sino que
habrá rey sobre nosotros; y nosotros seremos también como todas las naciones, y
nuestro rey nos gobernará, y saldrá delante de nosotros, y hará nuestras guerras.

Es curiosa la explicación que dieron los israelitas, porque en pocas palabras expresaron
lo que ellos esperaban de un rey: un juez, una autoridad política y un jefe del ejército.
Pero, ¿acaso Dios no llenaba ya esas expectativas? El problema no era que Dios no
cumpliera con su parte, sino que el pueblo no sometía a Él. 

¿Por qué Israel prefirió un rey humano en lugar de reconocer a Dios como Su Rey?
En el fondo, este rechazo se debía a que ellos querían hacer su propia voluntad. Pero
esto es sólo una ilusión, ya que el rey los sometería a una esclavitud virtual. De la misma
forma es el pecado—uno tiene la ilusión que uno hace lo que quiere, pero la realidad es
que uno termina siendo “esclavo del pecado”. 

Otro de los problemas de Israel es que preferían ser “como las demás naciones”, es decir,
como el mundo. Esa ha sido la gran debilidad del pueblo de Dios a lo largo de la historia. 

Más adelante en la historia, el profeta Oseas hace referencia a esta decisión del pueblo:
(Oseas 13:9-11) Te perdiste, oh Israel, mas en mí está tu ayuda. ¿Dónde está tu rey, para
que te guarde con todas tus ciudades; y tus jueces, de los cuales dijiste: “Dame rey y
príncipes”? Te di rey en mi furor, y te lo quité en mi ira.

Israel está poniendo su fe en un rey humano, y éste le fallará—mientras que Jehová


nunca falla (Deu. 31:8).

A pesar de las advertencias, el pueblo siguió necio con su decisión. La Biblia dice que
Samuel llevó las palabras del pueblo ante Dios:
(1 Samuel 8:21-22) Y oyó Samuel todas las palabras del pueblo, y las refirió en oídos de
Jehová. Y Jehová dijo a Samuel: Oye su voz, y pon rey sobre ellos. Entonces dijo Samuel
a los varones de Israel: Idos cada uno a vuestra ciudad.

El Señor respeta nuestra voluntad, aunque no sea la mejor ni lo que más nos conviene.
La elección es nuestra…y también lo serán las consecuencias de nuestras decisiones.

Como veremos en los próximos capítulos, Dios le dará a Israel el tipo de rey que ellos
deseaban: “un rey conforme al corazón del pueblo” (Saúl); pero después el Señor
levantará a un rey “conforme al corazón de Dios” (David).

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