Está en la página 1de 2

PASIÓN POR LOS PERDIDOS

“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su

Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se

pierda, más tenga vida eterna”.

Juan 3.16

Nos acercamos a aquello que amamos. Si quieres alcanzar a alguien, primero debes preguntarte
cuánto lo amas. Y cuando amamos mucho, damos todo. Ambas cosas hace Dios con la iglesia y con
los perdidos. Acercarse y darlo todo. Todo, para el Padre, es Jesucristo.

Es tan grande e intensa la magnitud del amor de Dios por el mundo perdido, que hizo que Jesucristo
deje su divinidad para meterse en el cuerpo de uno de la especie contaminada para purificarla. El
Ilimitado elige un ámbito limitado para romper los límites que el pecado causó. Y lo hace porque

siente pasión. El corazón de Dios es celoso. Ese ardor atrae a sus escogidos a la intimidad; a su Novia,
a la restauración para las bodas; y a los perdidos, al Padre.

“Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo


aún pecadores, Cristo murió por nosotros”.
Romanos 5.8

¿Qué hace Dios cuando ve gente perdida? Se entrega por ellos. ¿Qué hacemos nosotros?

Si queremos amar lo que Dios ama y ser una generación conforme al corazón de Dios, necesitamos
desarrollar este amor que nos hace caminar cerca de los pecadores y entregarnos por ellos para
verlos restaurados.

Recuerda que el amor inmaduro es egoísta. Hay personas que se identifican con la pasión
por la intimidad, otros con la pasión por la iglesia y otros con los perdidos. Sin embargo, si
quieres que tu amor por Él madure, no puedes elegir.
Es tiempo de que ames todo lo que Dios ama.

Tal vez tengas a tu familia dentro de la Iglesia, o quizás no, pero todos conocemos a alguien que
amamos que está perdido. La pregunta para cada uno de nosotros es ¿Qué estamos haciendo para
que ellos lleguen a conocer y creer en Cristo? No podemos negar que somos responsables de cada
persona que se pierde. Dios nos ha puesto como sus representantes aquí en la tierra, por tanto, cada
uno tiene la autoridad de amonestar a los pecadores para que se arrepientan. Es nuestro deber
presentar a Cristo como la única persona quien perdona pecados y dar la vida eterna. Si no
corregimos a la persona perdida y muere en esa condición se irá a la condenación eterna, y a
nosotros nos juzgará Dios y seremos culpables de su sangre. Estas palabras deberían motivarnos a
ocuparnos más y entrar en ese estado de URGENCIA en la misión de evangelizar. Podemos hacer
esto de muchas formas: compartiendo el Evangelio, o enviando misioneros a los lugares donde falta
que llegue el Evangelio, orando para que la gente se arrepienta y encuentre Salvación.

Deberíamos dejar oraciones egoístas y que nuestra oración de cada día sea que la iglesia tome
conciencia y empiece con su verdadera tarea, y las palabras del apóstol Pablo esté en cada corazón
“Ay de mí sino predicare el Evangelio” (1 Cor 9:16).

También podría gustarte