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LA FOCA DE COLA ROJA

Había una vez un niño llamado Tomás, de rizos ensortijados, mirada dulce, pies
pequeños y vivía cerca al mar, era muy alegre y observador, muchas veces
andaba solo, se tenía así mismo. Siempre le gustaba caminar por la playa y jugar
con las olas.
Un día, mientras paseaba por la orilla, vio algo muy extraño en el agua, saltaba
continuamente, miró fijamente al mar y era una foca, pero no como las que él
había visto antes, esta tenía una cola roja brillante, lo que la hacía única y
especial.
Tomás se acercó lentamente a la foca, tratando de no asustarla. La foca lo miró
con curiosidad y se acercó a él. Tomás se sintió abrumado por la emoción de
estar tan cerca de un animal tan hermoso y raro.
Después de unos minutos, la foca se sumergió en el agua y desapareció. Él se
quedó allí, mirando el lugar donde se había ido, y se sintió un poco triste, pero,
entonces para su sorpresa, la foca reapareció justo frente a él y lo miró con
curiosidad.
Tomás, sonrió de felicidad y solo quería ser amigo de la foca de cola roja. Se
acercó a ella y comenzó a hablarle en voz baja. La foca parecía entender lo que
decía, y pronto estaban juntos en el agua.
Los días pasaron y Tomás visitaba a su nueva amiga todos los días, jugaban y
se divertían en la playa por horas, muchas veces hasta la muerte del sol, la foca
se convirtió en una amiga y cómplice de nuevas aventuras.
En una mañana como todos los días, Tomás estaba en la orilla del mar, observó
a lo lejos un grupo de hombres que llevaban una mochila y red que estaban
llegando al lugar. Estos estaban cazando animales en la zona y al ver a la foca
de cola roja, pensaron que sería una presa interesante.
Tomás se dio cuenta de que la foca estaba en peligro, no sabía qué hacer para
ayudarla y protegerla, corrió hacia ella y la llevó lejos de ellos, corriendo tan
rápido en medio de las olas, la foca andaba detrás de él, muchos podrían creer
que era como un perro y su dueño. Los cazadores se enfurecieron al ver que
Tomás los había detenido.
Buscando perder a los cazadores , volteó al verlos y no los encontraba ,salió del
mar muy cansado se sentó en la arena y al frente de él con una mirada vivaz
estaba la foca, después de descansar un poco ,pensó tengo que llevarla a un
lugar seguro, ellos le quieren hacer daño por su color de cola, él no se rindió ,
buscó ayuda y encontró en el camino a un pescador era un hombre fornido de
ojos cansados y manos lleno de arrugas, estaba sentado frente al mar , sintió
que podía confiar él , le recordaba mucho a su abuelo que había fallecido años
atrás.
El señor lo escuchó atentamente y se sorprendió de la valentía de este niño que
podría enfrentarse a unos cazadores por una foca.
Los dos se dirigieron hacia la embarcación del hombre y lograron perder a los
cazadores, la foca perseguía por mar a Tomás y él pidió que debes irte a otros
mares donde puedas estar segura.
Llegaron a una bahía hermosa como ninguna, con el agua cristalina y con
muchos peces revoleteando, aquí vieron que había familias de focas, gaviotas,
pingüinos y lejos de personas.
Aquí está segura, aquí podrás nadar con libertad y hasta familia podrás tener.
Tomás tenía el corazón un poco triste por la despedida de su amiga, pero era lo
mejor para ella, fuera de maltratos y casería.
Se acercó hacia ella la miró a los ojos, la foca pataleo muy fuerte y brillaba como
nunca, su cola relucía tanto que hasta la marea teñía su color.
Mi foca, mi cola roja, serás amada y apreciada acá, aunque mis lágrimas
demuestran mi tristeza. Mi felicidad será verte feliz.
La foca lamió su mano, y de un chaputazo se perdió lentamente en la bahía.
La embarcación se retiró de la bahía y de regreso a casa agradeció al buen
hombre por ayudarle a encontrar un lugar ideal para su amiga, la foca de cola
roja. Él hombre lo miró y sobó su cabeza y atinó a darle un abrazo. Tomás se
echó a llorar, recordó mucho a su abuelo y a su amiga.
Cuando llegaron a tierra, se fue lentamente mirando el mar, pensando en la foca
de cola roja con una sonrisa dibujada en su rostro.
Pasaron los días y años y me preguntaré cómo estarás vieja amiga, aún pienso
en tu color y tu mirada vivaz llena de curiosidad, yo me acordaré cada día de ti y
serás mi mejor recuerdo
Aquí estaré en la orilla del mar esperando tu regreso, seré ese niño que jugaba
sin descanso alguno con una amiga del mar con el sol cubriendo nuestra piel y
aventuras soñadas lejos de todos y sonrisas sin fin.

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