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¿Qué es la sencillez?

La sencillez (también llamada llaneza o modestia) es un valor moral que implica la falta


de arrogancia, vanidad o ambición, es decir, un concepto cercano a la humildad. Las personas
dotadas de sencillez no suelen hacer alarde de lo que poseen o de lo que hicieron, ni se
piensan en un peldaño superior al resto.

El origen de la palabra “sencillez” está en la palabra “sencillo”, proveniente del


latín singellus (“simple”), con la que se expresaba antiguamente aquello que es uno solo. Este
uso de la palabra se conserva hoy en día de manera figurada, pues por “sencillo” también se
puede entender aquello que es menudo, fácil o de pocas complejidades (por ejemplo, un
camino sencillo  es un camino con pocas ramificaciones y accidentes).

Numerosas religiones y códigos morales promueven la sencillez como un rasgo deseable en la


feligresía. Las enseñanzas de profetas como Jesús de Nazaret, por ejemplo, promulgaban
distintas formas de sencillez, como la renuncia a la ambición y los grandes placeres, para
encontrar el contento en la cotidianidad y en la vida dada. Por lo tanto, una persona sencilla
es aquella que vive la vida con simpleza, o sea, con espontaneidad y sin hacer alardes,
pensándose a sí misma como una más del rebaño.

Vivir una vida de ambiciones, vanidades y excentricidades, es exactamente lo contrario de la


sencillez. Una persona sencilla tampoco es la que hace votos de pobreza, sino la que lidia con
la propia vida y las propias oportunidades a gusto y sin olvidar quién se es y de dónde viene.

Por otro lado, existe una diferencia semántica importante entre “sencillez” y “simpleza”, dos
términos que en ciertos contextos pueden ser sinónimos. Con el primero se indica que alguien,
teniendo los recursos para ello, elige una vida sencilla y de gustos simples, sin muchas
pretensiones. Con el segundo, en cambio, se suele indicar que una persona no tiene las
capacidades para aspirar a mucho o para entender la vida en sus complejidades, y por ende
debe conformarse con lo fácil; esto es, una persona simple (o, para reforzar el sentido
peyorativo, una persona simplona).

Sencillez y humildad
La sencillez y la humildad son términos a menudo equivalentes en lo que a los aspectos
morales se refiere. Una persona humilde, esto es, que no se cree mejor que los demás, es a
menudo una persona sencilla, capaz de disfrutar de situaciones cotidianas y sin mucho lujo. Sin
embargo, en un sentido estricto, la humildad tiene que ver con la comparación que una
persona establece entre sí y el resto de la gente, mientras que la simpleza tiene que ver con
las necesidades, las exigencias, los apetitos y las ambiciones, o sea, con la manera de vivir.

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