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y de la imaginabilidad en la memoria
de oraciones negativas
Fernando Cuetos Vega
Universidad de Oviedo
Los estudios sobre memoria verbal han utilizado durante mucho tiempo
listas de palabras como material experimental, debido a que se consideraba a
la palabra como la unidad básica del lenguaje. Hasta los años sesenta el apren-
dizaje de pares asociados constituía el tipo de trabajo más frecuente de los
realizados sobre este campo. Pero con la aparición de la teoría generativista
se produjo un cambio importante en este área al pasar el objeto de estudio
de la palabra a la oración. Una de las aportaciones principales a Chomsky re-
side en considerar a la oración como unidad lingüística básica por ser en ella
donde aparece la supuesta creatividad del sujeto. Otra aportación importante
es la de haber especificado las reglas de derivación de cada uno de los dife-
rentes tipos de oraciones (interrogativas, negativas, pasivas, etc.), pues para
Chomsky todas son generadas a partir de las nucleares mediante la aplicación
de unas reglas de transformación.
La teoría generativista fue llevada prontamente a la Psicología con el fin
de probar si estas reglas establecidas por Chomsky para generar oraciones en
el lenguaje eran las mismas que seguían los hablantes durante los procesos
de comprensión y producción de oraciones. Miller (1962), pionero de estos
estudios, defendía el argumento de que un hablante, para emitir una oración
compleja, lo primero que hace es generar la oración básica correspondiente,
para ir luego aplicando las transformaciones opcionales sucesivas que le lle-
ven a la oración deseada. Inversamente, quien escucha una oración compleja
le desmonta las transformaciones opcionales hasta llegar a la oración nuclear.
Este supuesto parecía verse confirmado por los datos experimentales puesto
que las oraciones pasivas y negativas requerían más tiempo para su compren-
sión que las activas-afirmativas (Miller y McKean, 1964; Gough, 1965; Slo-
bin, 1966; etc.).
También en el terreno de la memoria, en el que trabajaron algunos au-
tores transformacionalistas, parecía funcionar esta hipótesis puesto que las
oraciones complejas resultaban más difíciles de recordar. Mehler (1963), si-
guiendo las directrices derivacionales, decía que sólo almacenamos oraciones
básicas y cuando tenemos que retener una oración compleja la almacenamos
como nuclear acompañada de unos marcadores sintácticos en los que se indi-
can las transformaciones necesarias que en ella hay que realizar cuando se
vaya a recuperar. Puesto que los marcadores suponen un esfuerzo adicional,
se puede esperar que las oraciones nucleares se recuerden con más precisión
que todos los demás tipos de oraciones. Y así parecía ocurrir, ya que en un
experimento de memoria de frases de Mehler comprobó que las oraciones bá-
sicas se recordaban mejor, y además había una tendencia mucho más acusada
a recordar las oraciones complejas en forma de nucleares que a la inversa. A
similares conclusiones llegaron File y Jew (1973) al comprobar que las ins- 83
trucciones en forma activa-afirmativa eran mejor recordadas que cuando se
presentaban en pasiva, negativa o pasiva-negativa.
Otros autores generativistas también trataron de confirmar esta hipótesis
en el terreno de la memoria, pero se decidieron por el almacén de memoria
a corto plazo. Savin y Perchonock (1965) partían del supuesto de que las ora-
ciones complejas, al estar codificadas junto con sus marcadores sintácticos, te-
nían que ocupar mayor espacio en la memoria a corto plazo y para compro-
barlo presentaban frases de distinta estructura sintáctica seguidas de cierto nú-
mero de palabras hasta completar la capacidad de este almacén. Tal como es-
peraban, hallaron que los sujetos recordaban más palabras cuando se trataba
de oraciones nucleares que si se trataba de negativas o pasivas. Sin embargo
este resultado fue puesto en tela de juicio por Epstein (1969) al demostrar
que el efecto era más bien consecuencia del almacenamiento, ya que cuando
se cambiaba el orden de presentación apareciendo las palabras primero y las
frases en último lugar, no se obtenían esos resultados. También se ha criti-
cado a esta metodología el hecho de que los datos se pueden producir por la
longitud de las oraciones más que por sus transformaciones, es decir, el que
una oración pasiva se recuerde peor que una nuclear puede deberse a que sim-
plemente es más larga. Así Glucksberg y Danks (1969) afirman que los re-
sultados de Savin y Perchonock pueden explicarse en función del tiempo de
una manera más parsimoniosa que de la forma sintáctica de la oración, ya
que las oraciones consideradas complejas son más largas y por lo tanto pro-
ducen mayor retraso hasta el momento del recuerdo de las palabras. Mat-
thews (1969) también afirma que es la longitud y no los factores transfor-
macionales la variable decisiva en el recuerdo.
Un problema serio de todos estos trabajos generativistas, puesto de ma-
nifiesto en numerosas ocasiones, es el de no tener en cuenta el componente
semántico de las frases, pues, al menos en estos primeros autores, se centra-
lp
ban únicamente en la estructura sintáctica de las oraciones prescindiendo por
completo de * gnificado. De hecho, cuando los investigadores comenzaron a
considerar '` 5specto semántico en los experimentos, los resultados variaron
significativaihente, dejando de ajustarse tan perfectamente a la hipótesis de
la complejidad derivacional. Especialmente el factor semántico tenía efectos
considerables en las oraciones negativas porque, a diferencia de las demás fra-
ses consideradas complejas, éstas suponen un cambio no solamente en la es-
tructura superficial, sino también en la profunda. Es factible que las oraciones
pasivas se recuerden en forma de nucleares porque siguen manteniendo el
mismo significado y además de una forma más simple, de acuerdo con la ten-
dencia natural de nuestra memoria de recordar la información de manera sim-
plificada, como puso de manifiesto Barttlet hace tiempo. Pero cuando la trans-
formación se hace desde una frase negativa, no solamente se produce un cam-
bio sintáctico, sino que también se produce un cambio de significado. En con-
secuencia, si almacenamos las negativas como afirmativas más unos marca-
dores sintácticos, estamos cambiando el significado de la información que te-
nemos que recordar. Si luego se olvidan los marcadores, como suele ocurrir
con bastante frecuencia según el trabajo de Mehler, entonces recordaremos
la información equivocadamente, de forma totalmente opuesta a la verdade-
ra. Esto, sin embargo, no parece que ocurra normalmente, pues, como los tra-
bajos sobre memoria y nuestra experiencia nos muestran, olvidamos fácil-
mente la estructura superficial de la información pero no su significado.
Por otra parte, las frases utilizadas en estos experimentos eran frases ais-
ladas, sin ningún tipo de contexto. Esto difícilmente ocurre en el lenguaje na-
tural en que las frases se encuentran inmersas dentro de contextos, no sola-
84 mente lingüísticos, sino también extralingüísticos, tales como gestos, movi-
mientos, etc., que facilitan su codificación profunda. Cuando se aíslan las fra-
ses de su contexto, pueden perder su sentido, pueden hacerse incluso incom-
prensibles. De ahí que se objetase a los estudios sobre frases aisladas falta de
validez ecológica y que actualmente se tienda más hacia las unidades natura-
les del lenguaje tales como los párrafos y las historias cortas que a la frase
en sí. Pero si el contexto es importante para comprender y memorizar cual-
quier tipo de oración, en las negativas es fundamental. Sin un contexto pre-
vio las afirmativas aún pueden cumplir su función normal, que es la de trans-
mitir nueva información; en cambio las negativas difícilmente pueden cum-
plir su papel de corregir información si ésta no se ha dado previamente. La
misión de las negativas consiste en actuar sobre afirmativas anteriormente
enunciadas o presupuestas para corregirlas o rechazarlas, y por lo tanto re-
sulta absurdo negar una proposición si antes no ha sido afirmada. No tiene
sentido decir «Hoy no llegó el tren con retraso» si alguien no hubiese dicho
que el tren llegaría tarde, o existiese tal presuposición. Diversos experimen-
tos han comprobado que la mayor dificultad de comprensión de las negativas
con respecto a las afirmativas se reducía sensiblemente al introducir un con-
texto adecuado que hiciese a las negativas plausibles (Wasoil, 1965; De Vi-
llier y Tager-Flusberg, 1974; Valle Arroyo, 1982). Puede incluso suceder, como
afirmaba Wason, 1972), que la dificultad encontrada en las negativas sea con-
secuencia de la artificialidad con que se vienen realizando los experimentos
y si se proporcionase el correspondiente contexto no fuesen más difíciles que
las afirmativas. De hecho en la vida cotidiana, cuando existe ese contexto, no
parece que presenten mayores dificultades. Y si la presencia del contexto es
importante en la comprensión de las frases negativas, cabe pensar, aun cuan-
do no se hayan realizado estudios en este sentido, que también lo será para
su memorización.
Otro factor que también puede ser relevante y que tampoco se ha tenido
en cuenta en los experimentos llevados a cabo sobre memoria de frases ne-
gativas es la imaginabilidad de la frase, es decir, la posibilidad que presentan
las frases de representar su contenido mediante imágenes mentales, ya que
se ha comprobado que aquellas que son factibles de ser representadas me-
diante imágenes se recuerdan mejor (Paivio, 1971). Así las frases concretas,
que son fácilmente imaginables, se recuerdan mejor que las abstractas, que
no se pueden ayudar de la imaginación. Esto ocurre, según los defensores de
la hipótesis dual, porque las frases abstractas, al no poder utilizar las imáge-
nes, se codifican únicamente en el sistema verbal, mientras que las concretas
además del verbal utilizan el sistema de imágenes. El uso de dos códigos en
vez de uno aumenta la probabilidad de recuerdo, aparte de que las imágenes
son superiores a las palabras en la facilitación del recuerdo (Paivio, 1971). Si
realmente el recuerdo de las frases depende de su facilidad de ser imaginadas,
las negativas se encontrarían en inferioridad de condiciones cuando se utiliza
material concreto, puesto que en este caso las afirmativas pueden hacer uso
de los dos sistemas de codificación (verbal y de imágenes) mientras que las
negativas, sean concretas o abstractas, sólo pueden utilizar el código verbal.
Las frases negativas son en todos los casos, cualquiera que sea el material que
maneje, difíciles de imaginar, tanto en las frases concretas (El perro no mor-
dió al hombre), como en las abstractas (El trabajo no dignifica al hombre),
puesto que en ninguna de las dos describe eventos que permitan el uso de
imágenes. De manera que para compararlas con las afirmativas habría que
utilizar material abstracto en los dos tipos de frases para que ambas se codi-
ficasen únicamente en el sistema verbal. Los trabajos con negativas han uti-
lizado frases referidas a hechos concretos (El niño golpeó al balón, El niño
no golpeó al balón), que posibilitaban la formación de imágenes en las afir- 85
mativas y no en las negativas, y ésta puede haber sido la causa de las dife-
rencias descritas. En los pocos trabajos en que se controló esta variable no se
encontraron diferencias. Así, por ejemplo, Smith (1981) demostró que las afir-
mativas eran mejor recordadas cuando la información era concreta, pero en
las frases abstractas no existía ninguna diferencia entre las afirmativas y las
negativas. Engelkampf y Wirmann (1974) también obtuvieron resultados que
parecen apoyar esta hipótesis, ya que sus sujetos únicamente tenían dificultad
en el recuerdo de oraciones negativas cuando se presentaban de forma verbal,
por ejemplo si sólo se le decía que recordara oraciones tales como «El policía
no paró al camión». Pero esta dificultad desaparecía cuando se presentaba la
oración junto con un dibujo desambiguador, por ejemplo de un policía dán-
dole paso a un camión o de un policía parando a un coche mientras el camión
continúa su trayecto, etc.
De todo lo anteriormente expuesto podemos entonces concluir que las va-
riables que parecen incidir en la memoria para las frases negativas, o dicho
de otra forma, que explican la mayor dificultad de recordar frases negativas,
se pueden resumir a tres, a saber:
a) Complejidad gramatical. Las frases negativas son más difíciles de re-
cordar porque son más complejas. Esta postura es defendida por los seguido-
res de la teoría generativista.
b) Ausencia de contexto. Las negativas no son intrínsecamente más difí-
ciles que las afirmativas y los resultados encontrados en los diversos experi-
mentos se deben a la utilización de negativas implausibles, fuera de su con-
texto natural. Esta es la postura iniciada por Wason sobre la plausibilidad de
las negativas.
c) Dificultad de utilizar imágenes. Las negativas son más difíciles cuando
se utiliza material concreto porque, contrariamente a las afirmativas, no se
pueden ayudar de la imaginación. Pero cuando se trata de material abstracto
en que ambos tipos de oraciones son igualmente difíciles de imaginar, las di-
ferencias desaparecen. Esta postura corresponde a los defensores de la hipó-
tesis dual.
Posiblemente con estos tres no se agoten los factores que inciden en el
recuerdo de las frases negativas, ya que de hecho en los trabajos de compren-
sión se han apuntado otras posibles causas tales como los factores emociona-
les (Eifferman, 1961), la frecuencia en el habla espontánea (Goldman-Eisler
y Cohen, 1970), etc. Sin embargo, no se ha evidenciado su influencia en el
campo de la memoria y por lo tanto nos limitaremos únicamente a aquellos
factores que se ha demostrado su incidencia, que son en definitiva los tres se-
ñalados.
El objetivo que aquí nos propusimos era el de comprobar los tres factores
conjuntamente en un solo diseño, para poder cuantificar el peso real de cada
uno. De manera que las variables que manipulamos en este experimento eran:
el tipo sintáctico de frase (afirmativa-negativa), la imaginabilidad (concreta-
abstracta) y la plausibilidad (con contexto-sin contexto).
La confección del material experimental la realizamos a partir de las fra-
ses utilizadas por Holmes y Langford en un experimento realizado en 1976.
Estas frases nos parecieron muy útiles porque estaban objetivamente clasifi-
cadas como concretas y abstractas y además emparejadas sintácticamente en-
tre sí, de tal manera que cada frase concreta tenía una abstracta similar en
cuanto a estructura externa. Por otra parte, estas frases tenían la particulari-
dad de haber sido tomadas por Schwanenflugel y Shoben (1983) en un tra-
bajo sobre la eficacia del contexto y habían preparado para cada una de ellas
tanto concretas como abstractas un contexto, consistente de un párrafo de
86 tres oraciones. Mediante escalas objetivas, estos autores controlaron el grado
de ajuste de la frase con su párrafo, la comprensibilidad y la plausibilidad de
las frases cuando se tomaban de forma aislada. También tuvieron en cuenta
la estructura superficial y longitud de la frase, así como la longitud del párrafo.
METODO
Frase La : En la fábrica han colocado una máquina nueva para hacer los re-
gistros.
Frase 2. a : Los padres de Juan son gente hogareña que disfruta de las cosas
más simples.
Frase 3. a : Cuando el millonario murió, mucho de su dinero quedó para la
viuda.
Frase Experimental: El rebelde estudiante ofendió al profesor. 87
Aunque en los ejemplos expuestos la frase experimental que aparece está
en afirmativa, también podía ser negativa. Para ello hubo que cambiar el sen-
tido de alguno de los párrafos para que la negativa resultase plausible. En
otros casos no fue necesario modificar nada porque el contexto encajaba la
frase tanto si estaba en forma afirmativa como negativa.
Aparatos.—Las frases eran presentadas mediante un microordenador
Spectrum ZX 48 sobre la pantalla de un televisor Philips situado a 1,20 me-
tros del sujeto.
Diseño y procedimiento.—Se utilizó un diseño factorial mixto 2 x 2 x 2 con
un factor intergrupo y dos intragrupo. El factor intergrupo es el contexto con
dos niveles (con-sin contexto) y los factores intragrupo, también con dos ni-
veles cada uno, son el tipo sintáctico de frase (afirmativa-negativa) y el tipo
de material (concreto-abstracto).
Como variable dependiente se tomó el rendimiento de los sujetos (acier-
tos y errores) en una prueba de reconocimiento.
La ejecución de la prueba se hacía de forma individual en una de las salas
del laboratorio de la Facultad de Filosofía y CE de Oviedo, con una duración
de veinticinco segundos aproximadamente con cada sujeto.
Cuando el sujeto entraba en la sala, recibía una breve descripción de la
tarea que iba a realizar por parte del experimentador. A continuación se le
sentaba frente a la pantalla del televisor y el microordenador se encargaba
de explicar el cometido del ejercicio con más detalle. Las instrucciones eran
iguales para las dos condiciones experimentales y en ellas se indicaba que iba
a recibir una serie de frases a través de la pantalla del televisor para que las
leyese con atención y las tratase de recordar lo mejor posible puesto que a
continuación se le pasaría una prueba de recuerdo.
Después que el sujeto había comprendido la tarea aparecía el aviso de pre-
parado que indicaba el comienzo de la prueba y en ese momento el experi-
mentador abandonaba la sala dejando solo al sujeto hasta el final de la prue-
ba. El sujeto no tenía que apretar ninguna tecla del ordenador, sino limitarse
únicamente a leer las frases que le iban apareciendo. Cada frase permanecía
ante la vista del sujeto durante cuatro segundos y después desaparecía, ha-
ciendo su aparición medio segundo más tarde y en el mismo lugar (centro
de la pantalla) la frase siguiente.
El procedimiento era el mismo para ambas condiciones (con/sin contex-
to) y la única diferencia radicaba en que cada cuatro frases de la condición
con contexto formaban una unidad lingüística, estaban relacionadas entre sí.
En cambio en la condición sin contexto cada frase era independiente de las
demás.
Para que las frases no apareciesen de ambas formas, afirmativa y negati-
va, en un mismo sujeto se separaron los ítems en dos pruebas paralelas, cada
una de ellas con igual número de frases afirmativas y negativas así como de
concretas y abstractas, pero si en una prueba aparecía la afirmativa, en esa
prueba ya no se repetiría la negativa correspondiente y viceversa.
Cada sujeto leía un total de 48 frases de las cuales 12 eran experimentales
y las otras 36 de acompañamiento, y aunque solamente se le iba a requerir
información sobre las experimentales, los sujetos, lógicamente, no tenían co-
nocimiento de ello.
El orden de presentación de las frases, así como el tipo de frase (afirma-
tiva/negativa) y de material (concreto/abstracto), fue aleatorizado para cada
sujeto mediante un programa del ordenador.
Una vez terminada la presentación de las frases, se le entregaba una hoja
al sujeto con 48 frases, de las que únicamente había leído 12, las experimen-
88 tales, para que intentase rconocerlas. Las 36 de relleno estaban construidas
de la siguiente forma: 12 cambiando el tipo de frase, es decir a negativa si
estaba en afirmativa y a afirmativa si estaba en negativa; 12 alterando el or-
den de las palabras para que, teniendo la misma estructura superficial, tuvie-
se distinto significado; y 12 igual que las anteriores pero en forma negativa.
De esta manera, para cada ítem, dos frases estaban en forma afirmativa y dos
en negativa.
RESULTADOS
TABLA
Afirmativas Negativas
Concretas Abstractas Concretas Abstractas
Resumen
Las investigaciones sobre memoria de frases han encontrado que las negativas se recuerdan
peor que las afirmativas. Entre las posibles causas de este resultado están: a) la mayor comple-
jidad gramatical de las negativas, b) la dificultad que tienen estas frases de ayudarse de imágenes
mentales y e) la ausencia, en estos experimentos, de un contexto que ayude a comprender las
frases.
En este trabajo se investigaron las tres variables en un solo diseño factorial, utilizando como
sujetos 32 estudiantes universitarios. De forma individual, se les presentaban las oraciones, una
a una, en la pantalla de un televisor y después de la presentación se les pasaba una prueba de 91
reconocimiento. Los resultados demostraron que las negativas se recuerdan peor solamente si
no existe un contexto que posibilite su codificación profunda. Cuando se presentan las frases for-
mando parte de un párrafo no aparecen tales diferencias entre afirmativas y negativas.
Summary
Research in memory for sentences has found that negatives are remembered worse than af-
firmatives. Three types of explanations have been proposed: a) the bigger grammatical com-
plexity of negatives, b) the difficulty in making use of mental inzages, and c) consequence of
the experiments lacking a context.
This paper researched into ah there three explanatory factors within a single design. The
results obtained with 32 subjects (university students), showed that negatives are remembered
worse than affirmativer only if there ir not a context allowing deep encoding. When both typer
of sentences belong to a paragraph, no such difference between affirmative and negative arises.
Résumé
Les retherches sur la mémoire de phrases ont trouvé qu'on rappelle par les phrases négati-
ves que les phrases affirmatives. Parmi les posibles causes de ce résultat se trouvent: a) la plus
grande complexité grammaticale des phrases négatives, b) la difficulté qui ont ces phrases de
s'aider d'images mentales, et c) á ces expériences, il n'y a pa: de contexte qui aide conzprendre
les phrases.
A ce travail, on a fait les recherches avec les trois variables dans un seul dessin factoriel. Les
sujets de l'expérience ont été 32 étudiants universitaires. D'une ft:Ion individuelle, on leur pré-
sentait les discours, un á un, sur l'écran d'une télevision et aprés la présentation on leur passait
une épreuve de reconnaissance. Les résultats ont niontré qu'on ne rappelle par les phrases né-
gatives que cuand il n'y a par de contexte qui possibilite son codification profonde. Quand on
présente les phrases dans un paragraphe, ces differences entre les phrases affirmatives et néga-
tives n'existent par.
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