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de Catcquesis
LIBRO para el
despertar a la fe
en la familia
en la par
Los primeros
CONFERENCIA
pa«fe
EPISCOPAL
ESPAÑOLA
y a compartir con todos los cristianos la alegría de celebrar la
presencia de Jesús, que siempre está entre nosotros.
Al introducir a los niños en el camino cristiano les estamos ayu
dando a ser cada vez más libres para que, en el futuro, puedan
responder por sí mismos a la llamada del Señor. La gran tarea
de educar a los niños no puede dejar de lado su dimensión reli
giosa.
Tanto en la familia, como en la parroquia y en la escuela -según
las características y posibilidades propias de cada ámbito- se
les ayuda en el desarrollo pleno de su ser. El acompañamiento
que realizan en este proceso padres y catequistas se convier
te en un tiempo de gracia para ellos mismos en donde descu
bren o renuevan su propia experiencia de fe. No podemos olvi
dar que al transmitir la fe crecemos en ella.
Este libro es una presentación ampliada del catecismo Padre
Nuestro para la catcquesis del despertar religioso de los niños
que aprobó, en su día, la Conferencia Episcopal Española. Hoy
continúan teniendo valor las palabras que introducían aquel
catecismo:
«Dios se alegra mucho cuando lo llamamos Padre, con toda
confianza. Esta es la Buena Noticia que ha venido a traernos
Jesús. Y para los que creemos en Él, esta Noticia es el gozo y
la fuerza de nuestra vida».
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ORIENTACIONES PARA
EL USO DE ESTE LIBRO
Los niños aprenden a través de la observación y la imitación.
Por su corta edad, no saben leer, pero se dejan impresionar
por los dibujos y los colores y, sobre todo, por la palabra y por
el gesto entrañable de quienes los acompañan.
La primera parte del libro presenta a Dios Padre, que nos quie
re mucho y cuida de nosotros. Todo se desarrolla en un diálo
go afectivo entre Dios y los niños. En este sentido, la influencia
de los padres y catequistas es decisiva, pues los niños, para
llegar a comprender y gustar que Dios nos ama, necesitan
sentirse amados y reconocidos.
Los padres y catequistas encontrarán en este libro múltiples
posibilidades y recursos para despertar la sensibilidad religio
sa de los niños. En muchas de sus páginas ellos son la voz
que representa a Dios Padre, que quiere que los más peque
ños lo conozcan, lo amen y confíen en Él como Padre.
De ahí el valor fundamental no solo de las palabras, sino tam
bién del testimonio de los adultos. Un niño aprenderá a hablar
con Dios, a rezar, si lo hace en compañía de sus padres y
catequistas. El ejemplo es la puerta que abre el camino hacia
Dios. En este sentido, la comunidad cristiana es el ámbito fun
damental para poder vivir y crecer en la fe.
Los niños tienen derecho a saber, a comprender y a conocer
la historia de Dios con los hombres, cuya plenitud es Jesús, y
que la Iglesia ha recibido y transmite desde ios Apóstoles.
Este libro ofrece una pequeña muestra de toda esta historia,
fijándose sobre todo en algunos personajes importantes. Al
leerles estas historias, mientras ellos contemplan los dibujos,
aprenderán, de una manera muy sencilla, a conocer cómo
5
Dios se hace amigo de los hombres y cómo actúa, también
hoy, entre nosotros.
Al escuchar la Historia de la Salvación seguro que los niños
harán muchas preguntas, y hay que tener en cuenta que lo
importante no es darles respuestas complicadas, lo importan
te es ayudarles a descubrir que Dios nos ama y que espera
de nosotros una respuesta de amor. Abrahán, Moisés, David,
Isaías y María serán como un espejo en el que mirarse para
decirle a Dios que lo queremos y que confiamos en Él.
Toda esta historia alcanza su plenitud en Jesús, el Hijo Único
de Dios, enviado por el Padre para salvar a los hombres. Esta
primera aproximación a Jesús es muy importante, es el cora
zón de todo, pues es Jesús quien nos conduce a Dios, su
Padre. Por Él podemos vivir de forma nueva nuestra relación
con los demás y hablar con Dios con las palabras que Él
mismo nos enseñó.
Para aprender a vivir y para crecer en la fe todos necesitamos
estímulos que nos ayuden. La familia y también la comunidad
parroquial son el contexto vital en el que los niños crecen en
su seguridad interior y en la valoración y comprensión del vivir
cristiano. El amor a los demás, el perdón, la alabanza a Dios y
la alegría de pertenecer a la gran familia de los hijos de Dios
encuentran, en las grandes celebraciones de la fe, un momen
to fundamental de su desarrollo.
La tarea educativa de padres y catequistas despertará en
ellos mismos un deseo de renovación personal y de conoci
miento de las verdades de la fe cristiana. El último apartado
del libro ofrece una síntesis de la fe de la Iglesia dirigida exclu
sivamente a los adultos.
Transmitir la vida es tarea propia de la familia; transmitir la Vida
nueva del Evangelio es tarea de la comunidad cristiana y, en
ella, de la familia.
6
«Desde mi nacimiento yo oí en mi tribu y en mi
familia que tú, Señor, escogiste a Israel entre
todas las naciones y a nuestros padres entre todos
sus antepasados para que fueran por siempre tu
heredad. Realizaste en favor suyo todo
lo que prometiste» (Ester 4, 17).
Juan Pablo II
Famih'aris consortio, 60
7
Todos nacemos a la vida y al amor en una familia. En ella
aprendemos a amar, a perdonar y a convivir en paz, a
compartir nuestras cosas y a ayudar.
En la familia aprendemos el nombre de las cosas, en la
familia damos los primeros pasos en la fe: «aprendemos
a llamar a Dios, Padre».
La familia de los esposos cristianos es una pequeña
comunidad del Pueblo de Dios que nace por el sacra
mento del Matrimonio.
Para un matrimonio cristiano, su familia es como una
iglesia doméstica donde los hijos encuentran a Dios
desde su nacimiento. Antes, incluso, de participar en la
vida parroquial o en la catcquesis.
El nacimiento de un hijo en la familia ofrece a los padres
nuevas posibilidades para crecer en el amor y en el don
de sí mismos.
Ellos, que le han dado la vida, le ofrecen también la
nueva Vida de hijos de Dios, por el Bautismo.
/VueAbwA 'padlteA, mjM, (yudeten mulita
túaa-,
10
jUa (Hel í$a¿4Ít¿m&
Nuestros padres nos han contado
que, cuando éramos muy pequeños,
nos llevaron a bautizar.
Ellos hicieron, entonces, «Id, pues, y haced discípulos a todos
lo que ha mandado Jesús: los pueblos, bautizándolos en el
nombre del Padre y del Hijo y del
12
Al bautizarnos, Dios Padre nos dio un regalo muy grande:
el Espíritu Santo, que está dentro de nosotros.
Él nos ayuda a ser buenos, nos da alegría y nos enseña
muchas cosas sobre Jesús. Desde el día del Bautismo,
Dios vive en nuestro corazón.
13
Los niños hacen preguntas que a los adultos nos interro
gan: ¿qué es esto?, ¿para qué?...
Con ellas nos invitan a ir más allá de las cosas, nos llevan
a preguntarnos por el misterio de la vida. Hablarles de
Dios es responder a sus preguntas.
Los cristianos hablamos de Dios apoyados en el testimonio
y la belleza del misterio de la creación y en la fe de la
Iglesia. Ella nos dice que Dios, a quien nadie ha visto, se
ha revelado en una historia de amor cuyo centro es
Jesucristo.
Él nos ha anunciado la Buena Nueva de que Dios es
nuestro Padre y todos los hombres somos hermanos. La
confianza, la alegría y el amor siempre acompañarán nues
tra vida.
Las páginas que siguen, inspiradas en la Sagrada Escritura,
nos hablan del amor entrañable de Dios en un tono de
oración, y no son solo una información sobre Dios.
Dar a conocer a los niños este amor de Dios es importante.
Pero sobre todo se necesita que oremos con ellos.
En el fondo del corazón escuchamos a Dios que nos dice
17
Nosotros, los mayores,
tenemos una buena noticia que daros:
18
Al escuchar esta noticia, siento la misma alegría
que cuando estoy con mis padres, con mis abuelos,
o con las personas que me quieren mucho y digo:
¡Cuánta (ffúe/ie-
19
Pcdlte eiiá ¿¿etn/psia can noAj&bi&i
20
No estoy solo. Me gusta saber que, cuando estoy en el colegio
o en la calle con mis amigos, alguien piensa en mí.
Sé que el Señor me dice:
21
Jesús, para enseñarnos cómo nos quiere nuestro Padre Dios, dijo:
22
Porque sé que Dios Padre está siempre conmigo, le digo:
23
tuteúbia Pcdlte, h&L eAcucka
4f p&ulxMa táempJia
24
Con el corazón alegre y agradecido, oramos:
Venid comnáfO-.
uno¿ a obioA
como- qo- o¿ tyüeoo-.
25
Jesús dijo un día a la gente:
26
Con esta parábola Jesús nos enseña
que Dios, nuestro Padre, nos quiere siempre
y nos busca cuando nos alejamos de Él.
27
2)¿a¿ Padte la Iva oteadla tadla <pjM,
28
Dios lo ha creado todo para nosotros
y, al contemplar las maravillas que ha creado,
descubrimos que todas las cosas nos hablan de Él.
Por eso rezamos llenos de alegría:
29
Este mundo tan bonito que tenemos,
ha salido de las manos de Dios.
Pero después de crearlo todo,
aún faltaba lo mejor.
Y dijo Dios:
30
I
2)¿o¿ /tai ha dadla cabai ma>uwdiobab
Para Dios Padre lo más importante del mundo
somos nosotros, Él nos ha dado la vida
y nos invita a vivir y a crecer.
iQ^aciaá paa la oída!
32
Nuestros padres se ponen contentos
al ver cómo crecemos. Dios Padre,
que nos ha dado la vida y nos hace crecer,
se alegra más todavía de que vivamos y nos hagamos mayores.
33
Dios Padre también nos ha dado el mundo para que vivamos, y quiere
que trabajemos y colaboremos con Él en la obra de la Creación.
«Dios los bendijo y les dijo:
“Sed fecundos y multiplicaos, llenad la tierra y sometedla;
dominad los peces del mar, las aves del cielo
y todos los animales que se mueven sobre la tierra”» (Génesis 1, 28).
Agradecidos por las cosas maravillosas que Dios nos ha dado, decimos:
La vida es el gran regalo de Dios, pero hay cosas difíciles de entender:
los árboles se duermen en invierno, las vacaciones se acaban,
hay personas queridas que tienen que marchar y dejarnos...
¿La vida también se acaba? Jesús nos ha prometido que:
PiiamoÁ amiente^
y uiuiwaÁ ^eljceá, Pjeñ&i,
en di.
¡Qlaclad-, Padie, (¿saciad, Pbl&d!
35
NoAobu&i ¿Lasnai (f^aciaÁ a Podóte
Hemos descubierto y contemplado
todas las maravillas que Dios ha hecho
36
Necesitamos la comida para vivir y crecer.
En la tierra se siembra el trigo y se plantan las viñas.
Los hombres hacen del trigo, pan, y de las uvas, vino.
38
U-&
39
Los padres cristianos, para ayudar a crecer a sus hijos en
todas sus dimensiones, no pueden dejar de contarles lo
que Dios ha hecho con nosotros.
Los cristianos creemos en Dios, que, en su sabiduría y
bondad se ha revelado a los hombres a través de una
historia que la Iglesia nunca ha dejado de narrar y que
acogemos con fe y gratitud.
Esta historia que narra la Sagrada Escritura se hace viva
y actual en la vida de la Iglesia, por la acción del Espíri
tu Santo.
En la Biblia leemos que Dios elige a un Pueblo, Israel,
para hacer con él una Alianza de amor y cumplir así su
promesa: hacer a los hombres partícipes de su Vida
divina.
A través de la obra de la Creación y de la historia de Dios
con Israel, se va dibujando la historia de amor de Dios con
los hombres, cuyo corazón será Jesucristo, en quien se
cumplen plenamente todas las promesas.
Los padres, al contar a sus hijos esta historia, desperta
rán en ellos la alegría de saberse «amigos de Dios», y la
certeza de que siempre estamos en sus manos.
2)ioA Padsie. eA cmuxfG-
de loA liamhteA
J!.a íiMla, PalaJpia de 2)¿ad
a ItfM'nlmeA
La Biblia es el libro más hermoso de todos los libros.
Ella nos cuenta lo que Dios ha dicho
y ha hecho por amor a los hombres.
Cuando la leemos, es Dios quien nos habla.
Es mucho más que un cuento,
es una historia real, la historia
del amor de Dios con los hombres.
UNA BIBLIOTECA DE LIBROS
La Biblia es más que un libro,
es la biblioteca de Dios:
un conjunto de 73 libros
divididos en dos partes:
Antiguo Testamento y Nuevo Testamento.
El Antiguo Testamento habla
de las promesas de Dios.
Algunos de sus personajes
son: Abrahán, Jacob, Moisés,
David, Isaías... Cada uno de ellos
prepara la venida de Jesús.
El Nuevo Testamento nos presenta
el cumplimiento de las promesas de Dios,
su centro es Jesucristo.
42
Pedite otea al k&níte
'¡zote, cute tea tec amlaa
El cielo, la tierra, las plantas y los animales,
los hombres: todo es obra de Dios (leer Génesis 2).
Dios puso al hombre y a la mujer en el jardín del Edén
para que lo cultivasen y les dijo lo siguiente:
44
Pero Adán y Eva se dejaron convencer por el demonio,
representado en una serpiente, y desobedecieron a Dios (leer Génesis 3).
Rompieron la amistad con Él; entonces el dolor,
la tristeza y la muerte entraron en su corazón;
pero Dios quería que los hombres volvieran
a su lado y así fueran felices,
por eso les hizo una promesa:
45
Aítoltastf tei asnúf&r te de
46
Según la promesa de Dios,
Sara y Abrahán, en su vejez,
tuvieron un hijo, Isaac,
que quiere decir “Dios sonríe”.
47
MaiAÓLf el «¿ña tolvada de IgA GxjxxaÁ
48
«El Señor dijo a Moisés: “Y ahora marcha, te envío al faraón
para que saques a mi pueblo, a los hijos de Israel"» (Éxodo 3, 10).
49
^bauidf elegida- 'p&u* ten, tey
50
El elegido fue el más pequeño,
David, que era pastor. El Señor promete a David:
51
anuncia
al Me¿ía¿ pAGmeÍu!a
Han pasado muchos años.
Poco a poco, el Pueblo de Israel
se olvida de las promesas de Dios.
Pero Dios no los abandona.
Envía profetas, que hablan
en su nombre, para recordarles
su amor y sus promesas.
El profeta Isaías
les dice:
«Puede una madre olvidar al niño
que amamanta? Pues, aunque ella
se olvidara, yo no te olvidaré» {Isaías49, 15).
52
Juan el Bautista también anunció que el Mesías esperado ya habitaba
entre los hombres.
Alionad el camina del ^>eña^.
53
2)¿od Podte ela^e a Manía
teA, la Madlte, de fleAÚk
54
La Virgen María es Madre de Jesús y Madre nuestra. A ella le decimos:
María es la hija más querida por Dios Padre. Ella llena de gozo exclamó:
55
Conocer y amar a Jesús es la tarea permanente de todo
cristiano, pero una suerte muy grande es haberlo conoci
do desde niño.
Uno de los mayores servicios que los padres pueden pres
tar a sus hijos es enseñarles a conocer y amar a Jesús, por
que Él es la luz de nuestra vida.
Las páginas que siguen presentan una sencilla narración,
siguiendo los Evangelios, de los momentos fundamenta
les de la vida de Jesús y de su significado salvador.
Jesús, que nació en Belén, vivió en Nazaret con sus padres.
Cuando Jesús tenía unos treinta años fue bautizado en el
Jordán por Juan el Bautista. Recorrió pueblos y ciudades
de Palestina haciendo el bien, predicando la llegada del
Reino de Dios y realizando signos y prodigios.
Lo condenaron a morir y fue crucificado; después de su
muerte y sepultura, Jesús resucitó de entre los muertos y
sus discípulos proclamaron que Dios lo había resucitado
y ellos lo habían visto vivo.
Ahora Jesús vive en la Iglesia, que es la gran familia de
los hijos de Dios, que creen en Jesús y se aman como Él
les ha enseñado.
Paate. envía a An
cJlijo- fleAúi, al mundo-
fleiÚA nadé en Reten y c^eeiá
en Nayatet
Jesús nació en Belén.
Su Madre era María de Nazaret.
Un ángel le había anunciado, de parte de Dios,
que iba a tener un hijo, por obra
del Espíritu Santo. Ella lo creyó.
María y José, su esposo, eran pobres,
y cuando nació Jesús lo acostaron en un pesebre.
José lo cuidó como un padre cuida de sus hijos.
Un ángel del Señor anunció
a los pastores el lugar la Buena Noticia:
58
Los pastores fueron y encontraron al niño,
como les había anunciado el ángel.
El tan esperado descendiente de David
nació en la humildad de un establo.
Unos Magos, venidos de Oriente
guiados por una estrella, se postraron ante Él
y lo adoraron. Le ofrecieron oro, incienso y mirra.
59
Jesús vivió en Nazaret.
Aprendió a trabajar como carpintero,
en el hogar de María y de José.
También aprendió a orar a Dios, su Padre,
creador del cielo y de la tierra.
En Nazaret permaneció
durante unos treinta años.
Allí convivió con las gentes del lugar
y fue creciendo en la presencia de su Padre Dios.
En una ocasión, se quedó en el Templo de Jerusalén
hablando con los entendidos de la Ley.
María y José fueron a buscarlo.
Él les dijo:
60
Cuando tenía treinta años, Jesús
marchó de Nazaret al río Jordán.
En sus aguas Juan bautizaba a los pecadores
que querían ser amigos de Dios.
Jesús, aunque no tenía pecado,
también quiso bautizarse como uno más.
Apenas salió del agua, se oyó una voz que decía:
61
fleA&A t^ae una Huena Noticia
(te 'p&ite de 2)iod
Jesús recorría pueblos y ciudades anunciando esta Buena Noticia:
«Dios viene a reinar en medio de vosotros».
Mucha gente se llenaba de alegría porque, con lo que hacía
y decía Jesús, el amor de Dios crecía entre los hombres.
Jesús curó a los enfermos, perdonó a los pecadores, a todos mostró su amor.
Acogió a los niños y los bendijo. Para explicar cómo era su amor,
les decía:
«Como un grano de mostaza: al sembrarlo
en la tierra es la semilla más pequeña, pero después
de sembrada crece, se hace más alta que las demás hortalizas
y echa ramas tan grandes que los pájaros del cielo
pueden anidar a su sombra» (Marcos 4, 31-32).
62
Jesús se retiraba a orar; hablaba confiadamente con Dios, su Padre.
A todos pedía que acogiesen su amor.
A algunos les invitaba a que viviesen como Él,
que lo dejasen todo y lo siguieran para ser sus amigos,
sus discípulos.
63
jjeAÚA, muete esv la Gn&sfr
ubiai Padlte la teAu&iia
64
La noche en que lo iban a entregar para crucificarlo,
Jesús cenó con sus Apóstoles, fue la Última Cena.
En ella lavó los pies a los discípulos
para mostrarles su amor y les dijo:
65
Acabada la Cena, Jesús y sus Apóstoles
fueron a orar a un huerto; allí arrestaron a Jesús.
Lo llevaron ante las autoridades
y, después de azotarlo y maltratarlo, lo condenaron a morir.
Clavado en la Cruz, decía palabras de amor y perdón:
«Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen» {Lucas 23, 34).
66
Bajaron su cuerpo de la Cruz
ante la mirada dolorosa de su Madre, María,
y lo depositaron en un sepulcro.
N&iabi&i, na te vernal am
67
Los cristianos, ante la pregunta: ¿qué hacer para ser
feliz y hacer felices a los demás?, escuchamos nuestra
conciencia, en la que Dios ha grabado aquella ley que
nos hace buscar el bien y alejarnos del mal.
Dios también nos ha dado un camino de vida, el Decá
logo, o Diez Mandamientos, que son como una lámpara
que nos ayuda a encontrar a Dios y a vivir en paz y jus
ticia con todos los hombres.
Jesús resumió los Diez Mandamientos: «Amarás a Dios
sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo».
Con la ayuda del Espíritu Santo podemos vivirlos como
Jesús, con alegría.
Aquí se presentan los temas fundamentales de la vida
cristiana, del seguimiento de Jesús. Son los más cerca
nos a la vida de los niños, y también a la vida de los
adultos.
Para enseñar el arte de vivir no hay nada mejor que el
buen ejemplo de los padres. Ayudar a los hijos a crecer
en libertad y responsabilidad, para realizar el bien, es
una tarea propia e ineludible de los padres, de la fami
lia, fuente y garantía de armonía y felicidad.
Soft MmmjoA amújjtá <He> 2)io¿
70
71
Jesús es el Maestro que nos enseña
a amar a Dios y a los demás.
Él nos ha dicho:
72
A Dios le gusta que yo haga con los demás
las cosas buenas que Él hace conmigo.
Jesús nos enseña:
«El que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro
servidor, y el que quiera ser primero entre vosotros, que sea
vuestro esclavo» (Mateo 20, 26-27).
73
74
A Dios le gusta que seamos amigos,
estemos juntos y nos queramos.
Cuando los cristianos nos reunimos,
Jesús está con nosotros,
por eso nuestra reunión es muy alegre
Cuando estamos reunidos en familia,
Jesús está con nosotros.
JbujÁiÁ la u&uHadl
«Señor, ¿quién
puede hospedarse
en tu tienda y
habitar en tu
monte santo?
El que procede
honradamente y
practica la
justicia, el que
tiene intenciones
leales y no
calumnia con
su lengua»
{Salmo 15, 1-2).
76
can nn
77
ApJwulledl a <M4e¿bui¿ cg4o4
78
Jesús mismo explicaba a sus amigos
que las cosas que hacemos con los demás
se las hacemos a Él mismo.
Él dijo así:
«Estuve desnudo y me vestísteis,
enfermo y me visitasteis,
en la cárcel y venisteis a verme.
Señor, ¿cúando te vimos con hambre y te alimentamos,
o con sed y te dimos de beber?
En verdad os digo que cada vez que lo hicisteis con uno de estos,
mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis» (Mateo 25, 35-36 y 40).
79
&AÍa/iÁU> cjo*iie¿itoA> A¿ ItacáiA La¿ paced,
A veces los amigos nos enfadamos,
a veces, reñimos, a veces nos pegamos...
Esto nos pone tristes y nos preguntamos:
¿Qué podemos hacer?
80
En nuestra vida de cada día, queremos
hacer lo que Jesús nos ha enseñado:
81
Mi Pacite escucha
ua&iitek Icduai no luM&n
Dice Jesús:
82
83
Gualdo- tec¿i¿r decid: «Padte nacítnc»
84
Un día Felipe le dijo:
-Señor, enséñanos a orar...
Y Jesús le respondió:
-Cuando oréis decid:
Pcdbie. 4<ui>e¿bia...
86
Padne nueAlno <^ue ellál en el cielo,
lanl^icada lea tu nomine,
06^ a nOlol>lOl tu PeinO,
90
En la Biblia, leemos cómo el profeta
invitaba al pueblo a celebrar el día de fiesta:
91
Hay una casa común
en la que se reúne la gran familia
de los cristianos: la iglesia.
Es Jesús quien nos convoca,
todos estamos invitados.
92
En el centro hay una gran mesa, el altar,
para celebrar la Eucaristía.
93
” Gelelrtam&k la ¿e: l&i Scu^atnenlai
La Eucaristía es el más
grande de todos
los Sacramentos,
Jesús nos alimenta
con su Cuerpo
y con su Sangre.
94
Por el sacramento
de la Confesión,
Jesús nos perdona
todos los pecados
que hayamos cometido.
95
¿Cómo está Jesús entre nosotros?
El día de Pentecostés, Jesús
envió al Espíritu Santo para que sus amigos
pudieran seguir su obra y cumplir sus mandatos.
98
99
H.a IjieAÍa dle Ncaúdladl
100
El Hijo de Dios ha venido a vivir
con nosotros para darnos la Buena Noticia:
101
Jesús nació en Belén:
102
Dios quiso que su Hijo naciese pobre
y viniese a nuestra tierra para estar con nosotros.
El día que Jesús nació los ángeles alababan a Dios.
Nosotros, llenos de alegría, cantamos a Dios Padre
con el mismo canto de los ángeles:
C/laúa, a Ibices, en, el cíela
día 25 de dícíemlvie
celclaam&L el /!/'acimienta de fleiúd,. &Ó, /íauádad.
103
Jda y&Ua de, PaAcua
DOMINGO DE RAMOS
Con palmas y ramos de olivo,
aclamamos a Jesús,
que va a Jerusalén.
Decimos juntos:
¡Bendito el que viene
en el nombre del Señor!
¡Hosanna en el cielo!
104
JUEVES SANTO
Al atardecer, nos reunimos para recordar
el Mandamiento del Amor y celebrar lo que
Jesús hizo, antes de morir, li __
en la Última Cena. Ú
VIERNES SANTO
En este día, vemos por las calles
muchas procesiones
que nos muestran la Pasión
y Muerte de Jesús.
En la iglesia nos reunimos para adorar
la santa Cruz, porque en ella murió Jesús
por amor a los hombres.
105
DOMINGO DE PASCUA DE RESURRECCIÓN
Es el domingo más importante del año.
Vamos a la iglesia para celebrar que Jesús,
que había muerto, vive con Dios Padre
para siempre. Un ángel anunció:
£2
(X
¡dUc te el día eu actuó el dtexa,
n
tea nueátaa alecpta y uutette-
dbad aaacúte al dente pteaue te lucua-,
p-tec^ue- te- eteona tet, wúteteatedía. ¡dllelaya!
106
Para los cristianos cada domingo es Pascua.
Es el día más importante de la semana.
Nos reunimos con el sacerdote
y los demás cristianos para hacer
lo que Jesús hizo en la Última Cena,
y nos alegramos porque sabemos
que Él ha resucitado. Celebrar el domingo
es una de las señales del cristiano.
108
Hay muchas fiestas de la Virgen María,
que se celebran en nuestros pueblos y ciudades
con gran alegría, con romerías y cantos.
La Virgen María recibe muchos nombres:
la Inmaculada, la Asunción, la Virgen del Pilar,
del Carmen, de Montserrat, del Rocío,
de los Desamparados...
Con estos nombres los cristianos veneran
a la misma persona, la Virgen María,
Madre de Jesús y Madre nuestra.
¡Cuántas imágenes,
cuántas pinturas nos hablan de Ella!
En nuestra casa, en nuestros libros,
también tenemos algún cuadro
o estampa de la Virgen.
En el camino de la vida,
la Virgen María
nos acompaña siempre.
Ella, mejor que nadie, nos enseña
a amar a Jesús, su Hijo.
109
da lo¿ SgmÍ&í
Los cristianos también celebramos una fiesta para recordar a los Santos.
Ellos son los amigos de Dios para siempre.
Con las cosas buenas que hicieron nos enseñan a amar a Dios y a todos.
También a rezar. Nosotros confiamos en su ayuda.
Al bautizarnos nos ponen el nombre de un Santo.
¡Qué bueno si conocemos su historia! Así le pediremos
su ayuda e intentaremos parecemos a él.
Hay muchos Santos, porque son muchos los
hombres y mujeres que aman a Dios.
Algunos son más conocidos: san Francisco Javier,
san Ignacio, san Juan Bosco, santa Teresa,
santa Catalina, san Antonio, san Francisco de Asís...
Hay una gran fiesta que los celebra a todos:
la fiesta de Todos los Santos.
I.
ORACIONES DEL CRISTIANO
Ha Señal de la
En el nombre del Padre, y del Hijo,
y del Espíritu Santo. Amén.
PadtetiaeAbia
Padre nuestro que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre,
venga a nosotros tu Reino,
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Daños hoy nuestro pan de cada día,
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.
Qlc^üa al Padte.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
112
Auetnasúa.
Dios te salve, María, llena eres de gracia;
el Señor es contigo. Bendita Tú eres entre todas las mujeres,
y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Atújela^
El Ángel del Señor anunció a María,
y Ella concibió por obra y gracia del Espíritu Santo.
Dios te salve, María...
He aquí la esclava del Señor,
hágase en mí según tu palabra.
Dios te salve, María...
Y el Verbo se hizo carne,
y habitó entre nosotros.
Dios te salve, María...
Salve fíeaina
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra; Dios te salve.
A Ti llamamos los desterrados hijos de Eva;
a Ti suspiramos, gimiendo y llorando
en este valle de lágrimas.
Ea, pues, Señora, abogada nuestra,
vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos;
y después de este destierro, muéstranos a Jesús,
fruto bendito de tu vientre.
¡Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce Virgen María!
Ruega por nosotros, santa Madre de Dios,
para que seamos dignos de alcanzar las promesas
de nuestro Señor Jesucristo. Amén.
113
OnacMH, a la Ui/Kyest
María, Tú eres la Madre de Jesús, Tú eres nuestra Madre
y nos quieres como quisiste a Jesús.
Ayúdanos a parecemos a Él, a confiar siempre en Él,
a ser hermanos unos de otros. Amén.
(Ó^aciá^ de la mañana
Buenos días, Padre nuestro.
Te damos gracias por esta tierra
tan hermosa que nos has dado,
por los hombres que la habitan
y porque nos has dado el regalo de la vida.
Señor, Tú nos amas y eres bueno
y haces maravillas por nosotros.
Gracias, Dios mío.
(9nación de la noche
Señor Dios, Tú pones paz en mi corazón,
no te cansas de estar siempre conmigo.
Siempre me perdonas. Confío en Ti.
Quédate junto a mí en la noche.
Buenas noches, Dios mío. Gracias.
114
Ángel de la guarda, dulce compañía,
no me desampares ni de noche ni de día,
no me dejes solo, que me perdería.
115
ESTA ES NUESTRA FE,
ESTA ES LA FE DE LA IGLESIA
116
Una historia de amor
Dios, en un designio de pura bondad, ha creado libremente al hombre y a
la mujer para que tengan parte en su vida bienaventurada (leer Ef, 3-14).
Dios ha revelado este designio a través de la historia que narra la Sagra
da Escritura, que la Iglesia ha recibido y nunca ha dejado de transmitir,
y que los cristianos acogemos con fe y gratitud.
117
Indice
Presentación............................................................................................................................. 3
I. La familia cristiana
131
V. Con Jesús vivimos como hijos de Dios
132