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La propuesta lumínica y sonora consiste en tres filas de tubos LED que iluminan el escenario de manera flotante y difuminan los límites entre el escenario y la sala. La iluminación revela el artificio teatral e incluye al público. La propuesta sonora ejecuta el sonido desde el escenario a través de parlantes manejados por los intérpretes para recordar que el público está presenciando el espectáculo de manera revelada.
La propuesta lumínica y sonora consiste en tres filas de tubos LED que iluminan el escenario de manera flotante y difuminan los límites entre el escenario y la sala. La iluminación revela el artificio teatral e incluye al público. La propuesta sonora ejecuta el sonido desde el escenario a través de parlantes manejados por los intérpretes para recordar que el público está presenciando el espectáculo de manera revelada.
La propuesta lumínica y sonora consiste en tres filas de tubos LED que iluminan el escenario de manera flotante y difuminan los límites entre el escenario y la sala. La iluminación revela el artificio teatral e incluye al público. La propuesta sonora ejecuta el sonido desde el escenario a través de parlantes manejados por los intérpretes para recordar que el público está presenciando el espectáculo de manera revelada.
La propuesta lumínica consta de tubos led encastrables que generan piezas de
iluminación flotantes sobre el espacio escénico. Son tres filas de tubos led: una sobre el proscenio, otra en el centro del espacio escénico y la última sobre el fondo, cerca del telón. La idea o el concepto de iluminar con tubos es exponer todo lo que ocurre en la sala. De esa manera el espacio escénico, el espacio obsceno y el espacio de los espectadores comparten la misma luz. La diferencia de los espacios se desvanece o se hace más confusa. Otra arista fundamental de esta propuesta lumínica es develar el artificio escénico. Al exponer la convención le agrega una capa de significación que lejos de separar al espectador con la escena lo incluye aún más, puesto que aquello que ve el espectador, también lo ven quienes actúan. Difuminando el límite entre quien mira y quien hace, acercándonos a la imagen o sensación de que lo que está aconteciendo pertenece al tiempo presente y no de la representación. Los tubos no pueden dirigirse como los fresneles, entonces las sombras en los cuerpos y en definitiva la materia iluminada no es recortada de un fondo, ni elegida para ser vista desde una posición de privilegio; todo lo contrario, será iluminada más aleatoriamente desde arriba en todas las direcciones. Esto esta alineado con la propuesta estética, de puesta en escena y el concepto o valor buscado desde la actuación. El guion de las luces es simple. Los tubos no son dimerizables. Hay pocos apagones y no hay nada que ocultar. Los tubos si titilaran en los momentos más álgidos de la narración y en la escena final, hace su entrada la luz de la parrilla del teatro, cerrándose sobre el personaje de Federico y dándole fin a la pieza.
La propuesta sonora en concordancia con la luz se ejecuta desde la escena. Los
intérpretes tienen un parlante y un micrófono que está dentro de la escena. No hay sonido que no salga de la escena. Recordándonos que estamos frente al espectáculo, pero que no se oculta y es revelado ante los oídos de los espectadores. Son los intérpretes quienes manejan el dispositivo para que suene. La composición de pistas de sonidos ambientales que nos recuerdan a las composiciones de Alva Noto o Brian Eno, funcionan como un colchón de sostén sonoro más plano que se opone a la musicalidad barroca del texto.