2ª Timoteo 4.13: “Trae, cuando vengas, el capote que dejé
en Troas en casa de Carpo, y los libros, mayormente los pergaminos.”
1. INTRODUCCIÓN
El apóstol pablo estaba preso cuando escribió su segunda carta a
Timoteo. es probable que su arresto haya sido tan sorpresivo que no le fue posible regresar a su casa para recoger sus efectos personales. por hallarse prisionero en un calabozo húmedo y frío, pablo pidió a Timoteo que le trajera su capa. Pero más que su capa, él quería sus libros y pergaminos. estos quizás incluían partes del antiguo testamento, los evangelios, copias de sus propias cartas u otros documentos importantes. La Palabra de Dios no es un asunto de poca importancia. Muchos tienen esta Palabra contenida en una vieja y olvidada Biblia debajo de las revistas de programación de TV. Muchos cristianos y cristianas desconocen casi por completo el potencial que tienen en sus manos. La Biblia es un libro olvidado por muchos; sin embargo… 2. LA PALABRA DE DIOS ES PODEROSA a. Ella tiene el poder de crear. “Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía.” Hebreos 11.3. Dios habló y se creó de la nada el universo; declaró que sería y fue. “Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz.” Génesis 1.3. Nuestra fe está puesta en el Dios que creó el universo con su palabra. La palabra de Dios tiene un poder impresionante. b. Tiene el poder de limpiar: “Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado.” Juan 15.3. Jesús nos dice que su Palabra nos limpia igual que un labrador poda las ramas de un árbol frutal, para que produzca más fruto. La Palabra “poda” aspectos de nuestro carácter que impiden nuestro crecimiento en la fe. c. La Palabra tiene el poder de sanar: “Entrando Jesús en Capernaum, vino a él un centurión, rogándole, y diciendo: Señor, mi criado está postrado en casa, paralítico, gravemente atormentado. Y Jesús le dijo: Yo iré y le sanaré. Respondió el centurión y dijo: Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; solamente di la palabra, y mi criado sanará.” Mateo 8.5-8. Si un soldado romano, mayormente ignorante de las cosas de Dios, logró comprender que una palabra de Jesús era suficiente para sanar a su criado, ¿cuánto más nosotros hemos de confiar en su Palabra en la hora de necesitar sanidad? d. La Palabra es poderosa para convertir y salvar: “Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá, sino que riega la tierra, y la hace germinar y producir, y da semilla al que siembra, y pan al que come, así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié.” Isaías 55.10-11. “Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios.” Romanos 10.17. “Pues ya que en la sabiduría de Dios, el mundo no conoció a Dios mediante la sabiduría, agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación.” 1ª Corintios 1.21. Así que la Palabra hace lo que Dios quiere, produce fe en sus oyentes y salva al creyente cuando es predicada con unción. ¿Cómo oímos la palabra nosotros y de qué manera respondemos a ella? e. La Palabra discierne y llega a lo profundo del alma: “Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.” Hebreos 4.12. f. La Palabra de Dios es alimento para todos: “[Jesús] respondió y dijo: Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.” Mateo 4.4.
g. Ella infunde vida: “Afligido estoy en gran manera; vivifícame, oh
Jehová, conforme a tu palabra.” Salmos 119.107. Cuando David estuvo abatido, recurrió a la Palabra de Dios para recuperar las fuerzas. h. Es poderosa para reprender al diablo: “Otra vez le llevó el diablo a un monte muy alto, y le mostró todos los reinos del mundo y la gloria de ellos, y le dijo: Todo esto te daré, si postrado me adorares. Entonces Jesús le dijo: Vete, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás. El diablo entonces le dejó; y he aquí vinieron ángeles y le servían.” Conclusión ¡Qué pérdida tan grande que hoy en día muchos hermanos y hermanas hayan dejado de lado la palabra de Dios, ignorando este gran poder que ella posee! Existe una tendencia bastante preocupante, que se da muy especialmente en ministerios cristianos grandes y sobre todo entre los más jóvenes; consiste en que muchos han puesto en primer lugar la música, el video, el teatro, las artes, el internet… y la Biblia ha quedado (en el mejor de los casos) en un segundo plano. Pero lo vibrante de la música y lo espectacular de una presentación, pasan. En cambio la Palabra de Dios, además de las cosas extraordinarias que ya hemos visto que puede hacer, permanece para siempre: “El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán” Mateo 24.35. El que alguien deje de recurrir periódicamente a la Biblia, indica falta de fe. Que abandonemos muchas veces su lectura, reemplazándola por otras cosas, sólo demuestra que no confiamos realmente en su poder, y que tristemente no nos interesa conocer mejor a su Autor