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Un padre y sus dos hijos buscan un lugar donde levantar una casa.

Después de equivocarse al
escoger, encuentran un lugar al pie de un acantilado. Con lo que encuentran y lo que sacan del
mar van construyendo su casa. Algunos perros se acercan, a pesar de que son rechazados,
otros logran ser aceptados. Bañistas comienzan a llegar y así poblándose el lugar. Un hombre
raro llega al lugar y se ofrece a arreglar cosas. Parecía un mago. Y todo a cambio de que le den
una troncha de pescado y no le pregunten nada. El hijo mayor se ahoga y el padre pide que lo
ayuden a sacarlo "antes que lo muerdan los toyos”, nunca lo encontraron. El hijo menor no
quiso saber ya nada con el mar. Las discusiones con su padre porque no le haya enseñado
algún oficio. El padre lo golpea; el hijo se va. Pero luego regresa: estaba en amores. El padre de
la chica hace algo de bulla, pero luego se contenta con le manden un poco de sopa en un tarro.
El hijo va a la ciudad con el hombre raro. Al poco tiempo apresan al tipo, había cometido un
crimen.

Mientras, el lugar ya crecido mucho y ya había llamado la atención de la municipalidad. La


amenaza del desalojo comienza. La gente le pide al padre que interceda y busque un abogado.
Todo parece ir bien, pero la orden de desalojo llega, el abogado les ha mentido y dice que nada
más se puede hacer. El padre, al comienzo se ve muy decidido a defender sus pertenencias,
pero las casas de madera y esteras van cayendo ante la acción de los tractores y entonces el
rendido abandona su casa.

Luego de ser desalojados buscan otro lugar, junto a su hijo que justo regresaba con su mujer
encinta. El padre le ve las manos, ya curtidas y callosas, "son manos de hombre", le dice. Tras
una caminata por la playa, ubican un lugar, y escarbando entre las piedras encuentran una
nueva higuerilla, donde deciden levantar su morada.

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