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A partir de la lectura del estudio de la OCDE acerca del acceso a las zonas verdes y parques se

precisa visibilizar las limitaciones que surgen a partir del acotamiento conceptual de lo que se
considera “parque” o “zona verde”. Pese a que los autores hacen uso de una amplia gama de
localizaciones que tienen cabida en estos conceptos, y reconocen las limitaciones de la métrica
empleada, puede ser altamente provechoso hacer una revisión cuantitativa de la calidad, el tipo de
parque o zona verde en estudio, y las demás limitaciones para su accesibilidad que pueden estar
asociadas a aspectos como seguridad (por ejemplo, para la prevención de acoso callejero hacia las
mujeres), vigilancia (por ejemplo, cuando constituye una barrera para personas históricamente
perseguidas como las poblaciones racializadas), y el mantenimiento (cuando a este se pueden
asociar restricciones de movilidad para personas con movilidad reducida).

En una aplicación empírica sobre la ciudad de Los Ángeles y sus condades, se hacen explícitas las
barreras de acceso que tendría implementar una medida de mejorar la cantidad de zonas verdes
en la ciudad. Son varias cosas, primero que la infraestructura es desigual en cada espacio urbano,
por lo que tal democratización de espacios verdes tendería a deteriorarlos en aquellos espacios
donde tal desigualdad incide; segundo, las posibilidades de gentrificación que se generan al
valorizar los terrenos cercanos a estos espacios, produciendo desplazamientos por encarecimiento
del nivel de vida; por último, este tipo de iniciativas requieren un financiamiento continuo el cual
está sujeto a la vez a las predisposiciones institucionales que cada condado presenta, es decir, no
se asegura que vaya a haber un mantenimiento de estos espacios

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