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También se pueden combinar medidas, como en el caso del oleoducto que atraviesa Alaska de
norte a sur que se apoya sobre termopilotes; su función, además de sujetar los conductos a una
cierta altura, es disipar el calor del suelo ayudando a evitar la fusión del permafrost.
Termosifones Son extractores pasivos del calor del suelo que actúan cuando la temperatura del
aire es inferior a la del terreno (Wagner, 2014). Las formas originales se desarrollaron en Alaska
en 1965 con el fin de preservar los cimientos en un permafrost templado. En el oleoducto que
une el Océano Ártico con el golfo de Alaska, que con 1287 km atraviesa todo el estado, se
colocaron más de 124 000 termosifones para estabilizar el permafrost. El gas del interior del
termosifón está encerrado bajo presión, pudiendo coexistir dos fases: líquido y gas .
En invierno, cuando la temperatura del aire es inferior a la del suelo, el gas que se encuentra en
la parte alta se condensa y desciende. El aire frío hace que disminuya la presión del gas,
provocando que el fluido de la parte baja se evapore. Este intercambio de calor se produce
mientras la temperatura del aire se mantiene inferior a la del suelo. Además de su relativa
fragilidad, los termosifones necesitan un especial cuidado durante el transporte y colocación,
presentan el inconveniente de que, una vez colocados y pasado un tiempo, requieren
mantenimiento (se realiza un seguimiento de su funcionamiento mediante imágenes térmicas).
Pero no solo se utilizan en el enfriamiento del suelo alrededor o a lo largo de una infraestructura,
también sirven para construir barreras artificiales en zonas frías, creando balsas de residuos que
impiden la circulación de contaminantes, de origen industrial o minero