Historia 01. Paula La insurrección no es sólo un asesinato; es como un vasto incendio que arrasa y destruye el país. La revuelta inunda a un país de crímenes y sangre, siembre viudas, huérfanos y destruye todo como la más terrible de las calamidades. Por eso, aquel a quien le sea posible debe abatir, estrangular, matar a palos, en público o en privado, igual que hay que matar a palos a un perro rabioso, y pensar que no puede hallarse nada tan venenoso, nada tan diabólico y nocivo como un sedicioso. Si tú no le matas, será él quien te mate a ti, y todo un país contigo. Pero, la autoridad que es cristiana y tolera el Evangelio, lo que priva a los campesinos de cualquier excusa para atacarla debe aturar en este caso sin temor (...) en estas circunstancias un príncipe tiene que considerarse como agente de dios, como servidor de su cólera y como depositario de la espada contra estos canallas; si no castiga ni se opone y deja cumplir su función, peca a los ojos de Dios gravemente como el que asesina sin haber sido confiada la espada (...) Suplico que quien pueda hacerlo, huya de los campesinos como del mismo demonio”
Historia 02. Isa
Por decreto del 9 de octubre próximo fui servido decir que habiendo con la asistencia divina y justicia de mi causa pacificado enteramente mis armas el Principado de Cataluña tocaba a mi soberanía establecer gobierno a él y dar providencias para que sus moradores vivan con paz, quietud y abundancia; por cuyo bien, habiendo precedido madura deliberación y consulta de ministros de mi mayor confianza he resuelto que en el referido Principado se forme una Audiencia, en la cual presida el Capitán General o Comandante General de mis armas de manera que los despachos, después de empezar con mi dictado, prosigan en su nombre: el cual Capitán General o Comandante ha de tener voto solamente en las cosas del gobierno y esto hallándose presente en la Audiencia; debiendo en motivaciones de oficios y cosas graves el Regente avisarle un día antes de lo que ha de tratar. [...] 4.: Las causas en la Real Audiencia se sustanciarán en lengua castellana y para que por la mayor satisfacción de las partes los incidentes de las causas se traten con la mayor deliberación mando que todas las peticiones presentación de instrumentos y lo demás que se ofreciere se haga en las salas; para la corriente y público se tengan audiencia pública lunes, miércoles y viernes de cada semana en una de ellas por turno de mesas. " [...] 37.: Todos los demás oficios que había antes en el Principado, temporales, perpetuos y todos los comunes no expresados en este mi Real Decreto quedan suprimidos y extintos; y lo que a ellos estaba encomendado, si fuese pertinente a Justicia o Gobierno correrá en adelante a cargo de la Audiencia, y si fuese perteneciente a Rentas y Hacienda ha de quedar a cargo del Intendente o de la persona o personas que yo disputare para esto. [...] 39.: Por los inconvenientes que se ha experimentado en los somatenes y juntas de gente armada mando que no haya tales somatenes ni otras juntas de gente armada so pena de ser tratados como sediciosos los que concurrieren o intervinieren. [...] 40.: Han de cesar las prohibiciones de extranjería porque mi Real Intención es que en mis reinos las dignidades y honores se confieran recíprocamente a mis vasallos por el mérito y no por el nacimiento en una u otra provincia de ellos. (...)
Historia 03. Alfonso
¿Cuánto tiempo hace, señores, que sufrimos? Desde 1626 este nuestro país sirve de cuartel de soldados. Pensamos que en 1632, con la presencia de nuestro príncipe, las cosas mejorarían, y nos dejó con mayor con mayor confusión y tristeza: en suspenso la república, imperfectas las cortes. Antes de finalizar los suaves medios, largos días rogamos, lloramos y escribimos. Pero ni los ruegos encontraron clemencia, ni las lágrimas consuelo, ni respuesta las cartas (...). Decidme: si es verdad que en toda España son comunes las fatigas de este imperio, ¿cómo dudaremos que también sea común el dolor de todas sus provincias? Una tiene que ser la primera que se queje y una la primera que rompa los lazos de la esclavitud; a esta seguirán las otras (...) Castilla, soberbia y miserable, no consigue un pequeño triunfo sin largas opresiones (...) ¿Qué es lo que os falta, catalanes, si no es la voluntad? (...) ¿No guardáis todavía reliquias de aquella sangre famosa de vuestros antepasados que vengaron las injurias del imperio oriental que subyugaba Grecia? ¿Y de los mismos que después, contra la ingratitud de los Paleólogos, en reducido número os extendisteis dando por segunda vez leyes a Atenas? (...). Pienso que sois los mismos y no tardaréis a parecerlo en lo que tarde la fortuna en dar justa ocasión a vuestro enfado. ¿Y cuál más justa podéis esperar que la de redimir vuestra Patria?
Gutiérrez de Estrada, 1840, Sobre La Necesidad de Buscar en Una Convención El Posible Remedio de Los Males Que Aquejan A La República y Opiniones Del Autor