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Había una vez un hombre pobre llamado Pedro y un

hombre rico que vivían cercanos.

El hombre pobre tenía una gran familia y se la

pasaba llorando continuamente, al ver las comidas

tan exquisitas que hacía la gente rica.

Un día como cualquier otro, Pedro se fue a la

montaña y fue allí cuando se le apareció un viejito

que le dijo:

- Buen hombre ¿por qué lloras?

Él le responde con lágrimas en sus ojos:


- ¿Cómo no voy a llorar al ver que en mi familia no

tenemos para comer, no tenemos trabajo y vernos

tan pobres que estamos en casa?

El viejito le contestó:

- Yo te voy a dar una vasija que te dará comida y

todo lo que necesites cuando lo pidas. ¿Te parece?

Pedro le respondió muy emocionado:

- ¡Por supuesto que sí! cuando el hombre pobre

llegó a su casa, comenzó a pedirle a la vasija que le

diera mucha comida para él y toda su familia, ya que

habían pasado muchos días sin comer y la vasija le

concedió todo lo que pedía.

Pero no conforme con esto le pidió también que le

diera ¡mucho dinero! y que nunca le faltara, para que

con el pudieran comprar muchas cosas…


Pedro siguió pidiéndole y pidiéndole a la vasija,

hasta que se hizo mucho más rico que su vecino.

Hasta que llegó el día en que la vasija simplemente

desapareció, desesperado subió nuevamente a la

montaña en busca de aquel anciano, para que le

diera una vasija nueva, sin embargo aquel señor ya

no estaba.
Era tanta la ambición que comenzó a pedir dinero a

otras personas, y como nadie le ayudaba la única

solución que encontró fue robar.

Pasaron los días, y él siguió en esa mala vida, hasta

que un día cayó en manos de la justicia.

Su familia quedó totalmente desamparada, sus hijos

mayores tuvieron que dejar de ir a la escuela para


salir a trabajar y poder mantener a los más

pequeños, pues habían perdido todo lo que habían

adquirido por medio de aquella vasija.

Después de un largo tiempo en el que este hombre

estuvo encarcelado por todos los daños que había

ocasionado, por fin le dieron la libertad quedándole

solo la lección recibida.

Fue entonces cuando él y toda su familia

comprendieron que lo material se adquiere, con

esfuerzo, trabajo y perseverancia.


Moraleja

“Quien todo lo quiere, todo lo pierde.”

Autor: Neyva Mina


Unidad Educativa Fiscal “Réplica Guayaquil”
Año: 2022

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