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Muela del juicio

Las muelas del juicio (también, cordales o terceros molares) son el


tercer molar de los seres humanos. Erupcionan generalmente entre
los 17 y 25 años de edad,1 si bien pueden aparecer a una edad más
temprana o más avanzada, y en ocasiones, no hacerlo nunca, por estar
retenidas (impactadas) o por no haberse formado en absoluto
(agenesia).
Se llaman muelas del juicio ya que a la edad en que aparecen las
personas tienen un juicio más desarrollado y completo que cuando
aparece el resto de la dentición definitiva.2
Existen cuatro muelas cordales (una por cada cuadrante bucal) y se
encuentran en la última posición de la línea de la dentadura, al fondo
de la boca. En ocasiones, puede existir una patología específica
relacionada con el desarrollo y la erupción de estos dientes. No
obstante, en la mayoría de los casos, las muelas del juicio presentan
un desarrollo asintomático, estén o no impactadas, esto es, parcial o
totalmente retenidas.3
Su anatomía varía mucho, pueden tener entre una y cuatro raíces y
entre uno y seis conductos radiculares, y además pueden tener
conductos en forma de «C». Pueden estar significativamente
inclinadas en sentido distal y/o vestibular.4
Etimología
Las muelas del juicio tomaron su nombre de la idea de que, dado que
aparecen tan tardíamente, a esa edad las personas tienen más juicio
que cuando son niños, edad en que aparece el resto de la dentición.
Muchas otras lenguas llaman a esta muela de manera parecida a como
se conoce en español. En italiano se la llama dente del giudizio, en
portugués y en gallego dente do siso, en griego φρονιµίτης
(fronimitis) y en francés dent de sagesse («diente del juicio»), todas
significando literalmente «muela del juicio» o «del entendimiento».
En latín se las conocía como dens sapientiae (diente de la sabiduría),
con un origen muy parecido al término en español. Este mismo matiz
de sabiduría le dan otros idiomas como el inglés, donde se les llama

wisdom tooth («diente de la sabiduría»); en alemán, Weisheitszahn


(«diente de la sabiduría»); en neerlandés, verstandskies («diente de
la sabiduría» o «diente del entendimiento»), y en polaco, ząb
mądrości («diente de la sabiduría»). En ruso se les dice зуб
мудрости (zub múdrasti, «diente de la sabiduría»). En chino, se
conocen como zhi ya (智⿒), de zhi (sabiduría) y ya (diente). En persa
se llaman dandan-e aghl (‫ )دندان عقل‬y en hebreo, shen bina (‫)שן בינה‬, y
ambas significan «diente de la sabiduría». En maltés toma el nombre
de darsa ta' l-għaqal, que significa «diente de la sabiduría», aunque
también puede tomar el nombre de darsa ta' l-għaqad, con el sentido
de «diente que complementa».
En árabe se le llama ders-al-a'qel (‫)ضرس العقل‬, que significa
literalmente «muela de la mente».
Otros idiomas hacen referencia a otros aspectos. En gallego se le
llama también moa cabeira, que quiere decir «la muela del extremo».5
En turco se llama 20 yaş dişi («diente de los 20 años»), en
referencia directa a la edad en que suele aparecer. En coreano es sa-
rang-nee (사랑니), que significa literalmente «diente del amor», en
referencia a la juventud y el dolor del primer amor. En japonés se le
llama oyashirazu (親知らず), literalmente «desconocido para los
padres», dado que a la edad en que aparece se supone que el hijo ya
se ha independizado.6 En indonesio el término utilizado es gigi
bungsu, derivado de bungsu («hijo más joven»), que viene del hecho
de que, al aparecer tan tarde, estos dientes son «más jóvenes» que
el resto. En tailandés se le llama fan-jut ( น ด), literalmente
«diente apretujado», en referencia a la falta de espacio en el que
aparece.
Exodoncia

Su exodoncia se realiza en los casos en los que dan sintomatología


(dolor grave o agudo, infecciones de repetición, caries en los
segundos molares por mala higiene, etc.) o se encuentra algún signo
radiológico patológico (algún quiste o erosión de raíces de otras
piezas). También, cuando no se puede realizar un tratamiento más

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คุ
conservador de otras patologías, por falta de espacio o dificultad de
acceso.
Puntualmente, puede estar recomendada su extracción por motivos
ortodóncicos, antes de la realización del tratamiento de ortodoncia,
para permitir ciertos movimientos dentales, como la distalización de
segundos molares. Tradicionalmente, se indicaba también la
extracción tras el fin de los tratamientos ortodónticos, con el fin de
prevenir la recidiva. Sin embargo, no existe evidencia alguna que
apoye la conveniencia de esta práctica. No se ha demostrado que las
muelas del juicio tengan capacidad para mover otros dientes, ni
siquiera cuando están impactadas horizontalmente.3
Algunos autores propugnan la exodoncia de los cordales
asintomáticos con fines preventivos, aunque esto no tiene beneficios
científicamente probados.7
La exodoncia del tercer molar es un procedimiento complejo y con
ciertos riesgos, incluyendo daño nervioso permanente. En la
actualidad, siguen realizándose numerosas extracciones no
justificadas de terceros molares, por lo que algunos autores han
llegado a calificar a la situación de peligro para la salud pública.3
El profesional mejor cualificado para realizar la exodoncia es el
cirujano oral y maxilofacial.
Variación
La postulación general es que las calaveras de los primeros homínidos
tenían mandíbulas más largas, con más espacio para las muelas del
juicio. Sin embargo, no poseían más dientes, ya que todos los
primates del viejo mundo (Catarrhini) tienen 32.8
Diferentes poblaciones humanas difieren mucho en el porcentaje de
población que desarrolla muelas del juicio. Según al menos un estudio,
la agénesis de las muelas del juicio va de un 0,2 % entre los
habitantes de Tasmania hasta casi 100 % entre los indígenas
mexicanos.9 La diferencia está relacionada con el gen PAX9, y quizás
con otros genes.10
Otros hallazgos sugieren que la dureza de la dieta habitual durante
el crecimiento es un factor más importante que la genética en el

desarrollo mandibular (y, consiguientemente, del espacio disponible


para las muelas del juicio).11

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