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EN TIEMPO
HETEROGÉNEO
y otros estudios subalternos
partha chatterjee
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siglo veintiuno
CLACSO ^ ^ 1 editores
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siglo veintiuno editores argentina s.a.
T ucum án 1 6 2 1 7 ° N ( C 1 0 5 0 A A G ) , B u en os Aires, A rgentina
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La ed ición del presente volum en lia contado con el apoyo del South-South
E xchange Program m e for Research on History o f D evelopm ent (SEPHIS).
w w .c la c so .o r g / www.asdi.org / www.sephis.com
C h a tteijee, Partha
La n a ció n en tiem p o h etero g én eo : y otros estudios subalternos -
l a ed . - B u en o s Aires: Siglo XX I Editores A rgentina, 2008.
296 p.; 21x 1 4 cm . (S ociología y política)
ISBN 978-987-629-040-1
ISBN 978-987-629-040-1
I. A P E R T U R A
II. N A C IÓ N Y N A C IO N A L IS M O
4. La utopía de Anderson
III. M O D E R N ID A D , S O C IE D A D , P O L ÍT IC A Y D E M O C R A C IA
JliBUOTECA - FLACSO - E C
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IV. E P ÍL O G O
9. H im no de batalla
como espacio, de form a que deberíam os más propiam ente hablar del
espacio-tiempo de la modernidad. La política, en este sentido, habita en
el espacio-tiempo hom ogéneo y vacío de la modernidad.
Estoy en desacuerdo con este enfoque. Creo que esta visión de la
m odernidad, o más precisam ente del capitalismo, está equivocada
porque la problem ática es vista desde u n solo lado. Esta concepción
observa únicam ente u n a dim ensión del espacio-tiempo de la vida mo
derna. Porque, aunque las personas p uedan im aginarse a sí mismas
en u n tiem po hom ogéneo y vacío, no viven en él. El espacio-tiempo
hom ogéneo y vacío es el tiem po utópico del capitalismo. Lineal
m ente conecta el pasado, el presente y el futuro, y se convierte en
condición de posibilidad p ara las im aginaciones historicistas de la
identidad, la nacionalidad, el progreso, etc., con las que A nderson y
otros autores nos han familiarizado. Pero el tiem po hom ogéneo y va
cío no existe com o tal en n inguna parte del m undo real. Es utópico.
El espacio real de la vida m od ern a es u n a heterotopía (en este punto,
mi d euda hacia Michel Foucault es obvia, a pesar de que no estoy
siempre de acuerdo con el uso que hace de ese concepto) .5 El tiem po
es heterogéneo, disparm ente denso. No todos los trabajadores indus
triales interiorizan la disciplina de trabajo del capitalismo, e incluso
cuando lo hacen, esto no ocurre de la misma m anera. En este con
texto, la política n o significa lo mismo para todas las personas. Creo
que ignorar esto implica desechar lo real p o r lo utópico.
H om i B habha, al d escribir el lugar de la n ación en el m arco de
la tem poralidad, señaló hace años que la narrativa de la nación se
en cu en tra obligada a afro n tar u n a inevitable ambivalencia, con dos
planos temporales que interactúan. En un plano temporal, el pueblo es
objeto de u n a pedagogía nacional ya que se encuentra siem pre en
II
III
IV
14 Citado en Gail O m vedt, D alits and the Demoa atic Revolution: Dr.
Ambedkar and th eD alit Movement in Colonial India, N ueva D elhi, Sage,
1994, p. 146.
72 L A N A C IÓ N EN T IE M P O H E T E R O G É N E O
entre las com u nid ad es h in dú y m usulm ana de este últim o país. (N. de
los Trad.)
19 H om i B habha, “D issem iN ation ”, op. cit.
LA N A C IÓ N EN T IE M P O H E T E R O G É N E O 77
tarea pedagógica aú n pen d ien te, que debería venir acom pañada de
una reform a social, si es necesario aplicando toda la fuerza de la ley,
pero la desigualdad de casta entre los hindúes n o debe ser discutida
delante de los adm inistradores británicos o de la m inoría musul
mana. La hom ogeneidad se desintegra en u n plano, tan sólo para re
aparecer en otro. La heterogeneidad, imposible de ser negada en un
punto, es forzosam ente suprim ida en otro.
Entretanto, nuestro héroe imaginario, Dhorai, continúa durante la
década de 1930 su educación en el nacionalismo. Liberado de sus ata
duras originales, se dirige a otra aldea y empieza una nueva vida entre
los koeri, una casta inferior de trabajadores rurales y obreros. Dhorai
em pieza a ap re n d e r la realidad de la vida cam pesina, de los señores
de tierra rajput y adhiars, y de los aparceros, koeri, y trabajadores san
tal, del cultivo del arroz y del yute, del tabaco y del maíz, en un
m undo de usureros y mercaderes. En enero de 1934, Bihar es asolada
por el más violento terrem oto registrado en su historia. Los funciona
rios del G obierno llegan a la región para registrar los daños ocurri
dos, acom pañados p o r voluntarios nacionalistas del Partido del Con
greso. D urante más de un año, los koeris les escuchan vagas promesas
de “asistencia”, hasta que, tras com enzar su trabajo de campo, los fun
cionarios estatales perciben que la reparación de las cabañas de los
koeris, fabricadas de barro y cubiertas de paja, ya ha sido realizada
p o r los propios campesinos. P or el contrario, las casas de ladrillo de
los rajput, los señores de la tierra, habían sufrido daños im portantes.
El inform e final de la expedición de ayuda recom ienda que la mayor
parte de la asistencia sea asignada a este colectivo.
Así comienza un nuevo capítulo en la educación de Dhorai: el descu
brimiento de que los distinguidos abogados bengalíes y los señores de
tierra rajptus estaban convirtiéndose rápidam ente en los principales se
guidores del Mahatma. Pero, a pesar de esta transformación de los viejos
explotadores en nuevos mensajeros de la libertad nacional, la mística del
Mahatma perm anecía impoluta. Un día, un voluntario llega a la aldea
con cartas del Mahatma. En ellas se les dice a los koeris que cada uno
debe, a su vez, responder con una carta. No, no, ellos no necesitan pagar
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el franqueo del envío. Todo lo que tienen que hacer es ir hasta el funcio
nario que les dará una carta, que debe ser depositada en el buzón del
Mahatmaji: la caja blanca, recuerden, no las de colores. Se trataba de las
elecciones. El voluntario instruye a Dhorai: “Tu nom bre es Dhorai Ko-
eri, tu padre es Kirtu Koeri. Acuérdate de decirle esto al funcionario.
Tu padre es Kirtu Koeri”. Dhorai hace lo que se le ordena.
como ése, los m usulm anes, tem iendo la d ran ía de la mayoría, se or
ganizarían en un partido com o la Liga M usulm ana y provocarían en
co n trap artid a el ascenso de partidos h indúes centrados en la bús
queda de u n rajanato h in d ú .26 De producirse la división, los m usul
m anes en el H industán serían sólo u n a m inoría p eq ueña y muy dis
persa. Inevitablem ente, ten d rían que adherirse a este o aquel
partido político, in tegrándose en proyectos sociales y económ icos
más amplios. De la misma m anera, hab ría poco espacio para un par
tido com o el fundam entalista M ahasabha, que se consum iría rápi
d am ente. En cuanto a los estratos más bajos de la sociedad hindú,
harían causa com ún con la m inoría m usulm ana para luchar contra
las castas altas hindúes, p o r sus derechos de ciudadanía y dignidad
social.27
No perd erem o s tiem po evaluando los m éritos intrínsecos de los
argum ento s de A m bedkar a favor y en co n tra de la división de In
dia, a pesar de que, en el contexto discursivo de inicios de la dé
cada de 1940, fuesen notab lem en te perspicaces. Lo que quiero re
saltar es el sustrato que fu n d am en ta sus argum entos. A m bedkar es
p len am en te consciente del valor de la ciu dadanía igualitaria y u n i
versal, y asum e p o r com pleto el significado ético de las series abier
tas. Pero, p o r o tra parte, percibe que el reclam o de la universalidad
es casi siem pre u n a m áscara p ara cu b rir la p erp etu ació n de las des
igualdades. La política dem ocrática de la nación ofrece posibilida
des sustantivas de o b te n e r m ayor igualdad, p ero sólo a través de
u n a rep resen tació n adecu ad a de los grupos no privilegiados en el
ap arato político. De esta m anera, u n a política estratégica de gru
pos, clases, com unidades, etnias y series cerradas de todo tipo es in
evitable. Pero la h o m o g en eid ad no es, a pesar de esto, abando
nada. Al co n trario , en contextos específicos pued e ofrecer una
clave que p erm ita e n c o n tra r soluciones estratégicas p ara proble
años más tard e com o el pro feta de la liberación de los dalits. Esto
es lo que significa ahora: u n a fu en te tan to de sabiduría realista
com o de sueños em ancipadores p ara las castas oprim idas de India.
Para finalizar mi relato sobre el conflicto no resuelto entre afilia
ciones universales e identidades particulares en el m om ento de la
fundación de la nacionalidad dem ocrática en India, voy a señalar lo
que hoy está e n ju e g o . U n tiem po atrás, en u n en cu en tro organi
zado en un instituto de investigación indio, después de que una dis
tinguida m esa de académ icos y funcionarios lam entara el declive de
los ideales universalistas y de los valores m orales en la vida nacional,
u n activista dalit de la audiencia p reg u n tó p o r qué los intelectuales,
tanto liberales com o izquierdistas, eran tan pesimistas con el rum bo
que la historia estaba tom an d o en el cam bio de m ilenio. Hasta
do n d e él p o d ía percibir, la últim a m itad del siglo xx había sido el
p eriodo más brillante de toda la historia de los dalits, pues se ha
bían librado de las peores form as de intocabilidad, movilizándose
políticam ente com o com unidad. Gracias a ello, se en co ntraban en
disposición de establecer alianzas estratégicas con otros grupos
oprim idos, p ara o b te n e r m ayores porciones de p o d er en el go
bierno. Todo esto había sido posible gracias a que la dem ocracia de
masas había abierto la p u erta p ara u n cuestionam iento de los privi
legios de casta p o r parte de los rep resentantes de los grupos oprim i
dos, organizados en mayorías electorales. Los expositores quedaron
en silencio después de esta conm ovedora intervención. Salí del
evento persuadido, u n a vez más, de que es m oralm ente ilegítim o
sostener los ideales universalistas del nacionalism o sin, sim ultánea
m ente, sostener que las políticas generadas p o r el arte de la guber
nam entalid ad d eb en ser reconocidas tam bién com o una parte
igualm ente legítim a del espacio-tiem po real de la vida política mo
d e rn a de la nación. De o tra m anera, las tecnologías gubernam enta
les c o n tin u arán proliferan d o , sirviendo, com o sirvieron en gran
parte de la época colonial, com o instrum entos m anipulables de do
m inio de clase, en u n o rd en capitalista global. Al inten tar encontrar
espacios éticos reales p ara su actuación en el espacio heterogéneo,
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