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Ali: Estoy cansado de todas estas tareas escolares. No puedo más.

Ángel: Sí, la verdad es que preferiría no estar en ese colegio aburrido.

Albert: Yo, por mi parte, disfruto estar en el colegio. Solo es cuestión de estudiar y ser
responsable.

Tayra: Chicos, apúrense y cámbiense rápido. El autobús escolar estará aquí pronto.

Ali: Mamá, ayer nos acostamos tarde jugando videojuegos. Estamos un poco agotados.

Ángel: Sí, mamá, además estamos muy cansados y no tenemos muchas ganas de ir a la
escuela.

Tayra: Está bien, esperaré cinco minutos, pero no puedo esperar más.

Albert: Mamá, ya estoy listo. ¿Podemos irnos?

Tayra: Espera, hijo, tus hermanos aún no se han cambiado. No puedo dejarlos atrás.

Tayra: Bueno, hijos, ya me voy al trabajo. Aquí les dejo dinero para que puedan ir al colegio.

Albert: Hermanos, les dejé dinero para que puedan pagar el pasaje al colegio. Yo me
adelantaré.

Ali: Mira, nuestra mamá le dio dinero a Albert para que vayamos al colegio.

Ángel: ¡Pero qué flojera ir al colegio! ¿Qué te parece si vamos al cine en su lugar?

Ali: Sí, además, el colegio no es tan importante.

Cristhian: Hola, Albert, ¿dónde están tus hermanos?


Albert: No sé, ya debió haber llegado. Les dejé dinero para el pasaje, así que no podría tener
problemas para venir.

Michelle: Albert, ¿tus hermanos ya han llegado?

Albert: No lo sé, me preocupa que no hayan ido al colegio. Tal vez deberíamos buscarlos.

Albert: (llamando a Ali y Ángel) ¡Chicos, ¿dónde están?!

Ali: (sorprendido) ¡Ay, ay! ¡Es Albert! ¡Tenemos problemas!

Ángel: (nervioso) ¿Qué hacemos ahora? No pensemos en las consecuencias.

Albert: (serio) Saben que no está bien faltar a la escuela sin motivo. Es importante asistir y
aprender.

Ali: (culpándose) Tienes razón, Albert. Fue una mala decisión. Nos dejamos llevar por la flojera.

Ángel: (arrepentido) Sí, lo siento mucho, Albert. No pensamos en las consecuencias ni en cómo
eso podría afectar nuestra educación.

Albert: (comprensivo) Entiendo que a veces la escuela puede ser aburrida, pero es
fundamental para nuestro crecimiento y futuro. Vamos, volvamos al colegio.

Los tres hermanos regresaron al colegio, donde encontraron a sus amigos Michelle y Cristhian,
quienes los esperaban querían.

Michelle: (aliviado) ¡Por fin llegaron! Estábamos preocupados por ustedes.

cristhian: (serio) ¿qué les pasó? No es como ustedes faltan a la escuela sin motivo.

Ali: (avergonzado) Lo sé, cometimos un error. Decidimos ir al cine en lugar de ir al colegio.


Ángel: (asintiendo) Pero hemos aprendido nuestra lección. Ahora sabemos que la educación es
importante y que no debemos dejar que la flojera nos controle.

Albert: (firme) Exactamente. A veces, la permisividad de nuestros padres puede llevarnos a


tomar decisiones equivocadas, pero también debemos ser y pensar responsables en nuestro
futuro.

Con el tiempo, los hermanos García aprendieron a encontrar un equilibrio entre la


permisividad de sus padres y la responsabilidad individual. Apreciaron el valor de la educación
y se esforzaron por alcanzar sus metas académicas y personales.

Los padres, al darse cuenta de la lección que sus hijos habían aprendido, reforzaron la
importancia de la responsabilidad y el compromiso con el colegio. Juntos, como familia, se
apoyaron en el proceso de crecimiento y desarrollo.

Desde aquel día, los hermanos García comprendieron que la libertad y la permisividad deben ir
de la mano con la responsabilidad y el respeto por las normas establecidas. Aprendieron a
valorar las oportunidades educativas que se les presentaban ya aprovecharlas al máximo.

Y así, la familia García continuó su camino, aprendiendo y creciendo juntos, siempre


recordando que la educación y la responsabilidad son pilares fundamentales para construir un
futuro exitoso y pleno.

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