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ACEPTACION, SENTIDO Y TRASCENDENCIA.

LA CONSTRUCCION DE LA IDENTIDAD EN LA VIDA GAY Y LESBICA


Por. Armando Díaz Camarena.
Psicoterapeuta, educador sexual y activista gay.

He construido este texto desde tres bases, la primera es mi experiencia como activista
del movimiento por la diversidad sexual y mi labor en orientación para gays, lesbianas,
bisexuales y transgéneros a través de Grupo Diversidad Sexual; la segunda es mi
formación profesional como terapeuta y como educador en sexualidad humana,
finalmente la base más importante es mi propia vida, desde la que he construido un
modelo teórico sobre la homofobia introyectada y el proceso de aceptación de
lesbianas y gays..

DE LA HOMOFOBIA Y LESBOFOBIA A LA AUTOACEPTACIÖN


La homofobia y la lesbofobia son el odio, rechazo o desvalorización hacia la
homosexualidad, el lesbianismo, la bisexualidad, el travestismo y la transexualidad. A lo
largo de la historia se ha manifestado en la religión, la ciencia, la educación, la familia,
los centros de trabajo, la política y la mayoría de los ámbitos sociales a través de la
discriminación, las distintas formas de violencia y la violación de derechos; incluso se
encuentra respaldada por las leyes.
La sociedad y sus instituciones imponen modelos delimitados de actividad sexual y
reproductiva, todo aquel que se aleje de dichos modelos y se salga de los límites de lo
permitido se enfrenta al estigma y la discriminación en la medida en que su alternativa
se sale de lo aceptado o es conocida de manera pública.
En el discurso de las principales instituciones sociales se considera que la base o
célula de la sociedad es la familia nuclear formada por el padre, la madre y los hijos; a
partir de una pareja heterosexual en la que existe una división del trabajo y una
organización de las funciones económicas según el sexo, cumpliendo un papel de
reproducción, no sólo biológica, sino ideológica a través de inculcar valores y roles
sociales a los hijos, los que se integrarán a la sociedad en los modos determinados por
la cultura1.
La homosexualidad y el lesbianismo son opuestos a este modelo porque dentro de
estas relaciones no hay reproducción biológica, pero además puede dar origen a

1
Stolovitzky, Israel y Secades Carmen. "Sexualidad y Poder". Ed. Puntosur. Buenos Aires,
1987.p. 18.
nuevas formas de relación sexual, afectiva, social y nuevas formas de cultura. Por lo
que en la actualidad, aunque las condiciones de sobrepoblación indican que no es
prioritaria la reproducción biológica, la reproducción ideológica es necesaria para
mantener vigente un sistema social que se replica en cada generación, manteniendo
vigentes las estructuras de poder.
Existe resistencia al cambio por parte de la sociedad, principalmente si implica la
reestructuración de la escala de valores, ya que significa la pérdida de uno de los
elementos básicos del equilibrio social. La intolerancia a la diversidad sexual y la
resistencia al cambio son maneras de mantener vigente un sistema social que impone
el binomio hombre-mujer, dentro de un vínculo dominador - dominado2, que constituye
a la relación de pareja como un lazo de poder retroalimentado en una cultura machista
y homofóbica.

LA HOMOFOBIA Y LA LESBOFOBIA INTERNAS.

Todos los hombres y mujeres inmersos en una sociedad pasamos por un proceso de
socialización en el que integramos a nuestra persona los valores, ideas, creencias,
conceptos y significados que desde ahí se validan. Desde pequeños recibimos
mensajes verbales y no verbales de lo que es válido o permitido, de modo que los
introyectamos, es decir, los hacemos nuestros y llega el momento en que actuamos,
pensamos y sentimos de acuerdo a ellos. Lesbianas, gays, bisexuales, transgéneros y
transexuales nos desarrollamos en un contexto en que a nuestras preferencias
sexuales se les considera "anormales", "antinaturales", "pecado", "patología", como
algo no válido y no permitido; recibimos estos mensajes a través de la familia, la
religión, la educación, los medios masivos de comunicación y de la mayoría de los
sectores sociales. Por otro lado, no se promueven las alternativas para que
entendamos estas preferencias sexuales de una manera completa y respetuosa,
predominan el silencio y la intolerancia.
Es así como interiorizamos la homofobia y la lesbofobia, desarrollando un autorrechazo
que puede manifestarse en altos niveles de angustia, confusión, desvalorización
personal, actitudes y decisiones con implicaciones dañinas para nosotr@s mism@s o
para l@sotr@s.

2
Anabitarte y Lorenzo. "Homosexualidad, el Asunto está Caliente". Editorial Queimada.
Madrid, 1979. p. 43-53.
FORMAS EN QUE NOS AFECTA ESA HOMOFOBIA Y LESBOFOBIA INTERNA.

La homofobia interna se presenta de diversas maneras en nuestra vida, ya sea en la


relación con nosotr@s mism@s por medio de actitudes autodestructivas y
autolimitantes y, en nuestra relación con l@s demás por medio de agresiones hacia las
personas que nos rodean; de hecho en nuestro estilo de vida gay o lésbico existen una
serie de elementos nocivos para nosotr@s mism@s y l@s demás. A continuación
presento un esquema sobre las formas o dimensiones en que se manifiesta la
3
homofobia interna, retomando algunos de los planteamientos de Jacobo Schifter y
enfocándolos en base a mi experiencia personal y profesional.

COMPRANDO EL DISCURSO OFICIAL


(EL AUTORRECHAZO.)
En esta dimensión se incluyen actitudes de no aceptar la realidad de la propia
preferencia sexual o bien de despreciarla y no darle un lugar, buscando hacerla
invisible y anulándonos en esta parte de nosotr@s, nuestra atracción sexual y nuestro
amor por personas de nuestro mismo sexo. El silencio es finalmente una muerte social,
encierra nuestra dificultad para amarnos a nosotr@s mism@s más allá de lo que l@s
demás y nosot@s mismas esperábamos. Muchas veces somos capaces de pasar por
encima de nostr@s mism@s por imagen, por prestigio o por ser “buen@s” y cumplir la
norma social; much@s vendmos lo que somos a cambio de lo se supone demos ser
por miedo, porque nos creímos los cuentos que la gente dice en relación a la diversidad
sexual, por la comodidad de no cambiar, de no decidir, por quedar bien con l@s
demás, por cobardía, por no creernos dign@s de ser felices, etc.
Casarse con quien dicta la norma.
Hace algunos años, probablemente antes de los noventas, muchas de las mujeres
lesbianas establecían relaciones heterosexuales por desconocimiento de sí mismas o
porque no se sentían seguras. Actualmente ha ido cambiando esa situación, sin
embargo aún muchas mujeres se casan siendo lesbianas. Y qué decir de los hombres
homosexuales que deciden casarse con una mujer. Lo más frecuente es que se
construya el matrimonio para cubrir apariencias o para tener un proyecto de vida
parecido al que tenían antes de conocerse como homosexuales o lesbianas. En estos
matrimonios lo más frecuente es que las parejas lleven una vida sexual prácticamente

3
Jacobo Schifter. Op. Cit. P. 127-205.
nula o por lo menos deficiente, vivida desde la frustración de ambos, en el caso de
hombres homosexuales, algunos tienen una vida sexual homoerótica a parte, otros no
se lo permiten. En la actualidad estas relaciones no duran toda la vida, en mi
experiencia los chavos duran entre dos y siete años con su esposa hasta que deciden
sumir una vida coherente a sus deseos sexuales y amorosos. Por supuesto que no sólo
la intención es la apariencia, también puede tratarse de un conflicto en el que
queremos seguir nuestro proyecto heterosexual de fundar una familia dentro del
esquema tradicional como una forma de realización personal. Por otro lado, el /la
compañer@ heterosexual lo más común es que se de cuenta pero no lo reconozca,
después de todo, ¿Cómo una persona tiene relaciones sexuales por años con alguien
que no desea sexualmente y no darse cuenta? En este sentido cabe mencionar que
estamos ante una actitud de deshonestidad consigo mism@s.
El closet innecesario.
El proceso de salida del closet es algo muy personal en el que cada quien se descubre
como gay o lesbiana ante l@s demás de la manera más estratégica o según como esté
preparad@ para afrontar las actitudes en su entorno, sin embargo muchas veces nos
guiamos más por nuestra necesidad de imagen o nuestra mentalidad es tan corta que
no aprovechamos nuestros recursos, de tal manera que ocultamos nuestra orientación
sexual ante gente que sí está preparada para aceptarla y respetarla.
Otra forma de closet innecesario es el no reconocer que las personas cercanas se dan
cuenta de nuestra homosexualidad. A pesar de que la gente que nos rodea nos envían
mensajes muy claros de que saben nuestro “secreto a voces”, pretendemos no darnos
cuenta y queremos tapar el sol con un dedo ante gente que ya lo sabe y además lo
asimila muy bien. De hecho en estos casos la gente no nos habla directamente de
nuestra orientación sexual porque se da cuenta que es un tema que evitamos y respeta
nuestra decisión de o encararlo.
En este sentido vale la pena reflexionar cuánta energía gastamos en mantener un
closet que más bien se ha convertido en una vitrina transparente a través de la cual
l@s demás pueden ver con claridad y el hecho de vivir nuestra orientación sexual en
soledad, cuando podríamos vivirla en compañía y apoyo de gente querida.

El antidiscurso.
Es frecuente que lesbianas y gays en el closet no reconozcan que existe la opresión y
la homofobia/lesbofobia o incluso estén de acuerdo con ellas. Por ejemplo cuando hay
crímenes por homofobia algunos gays y lesbianas argumentan que la persona se lo
merecía por irse con desconocid@s sin siquiera cuestionar que nadie tiene el derecho
a tomar la vida de nadie, o lesbianas y homosexuales que critiquen el que haya
marchas gay y lésbicas sin siquiera esforzarse a entender que es una alternativa para
romper el silencio, tomar nuestro lugar, promover nuestros derechos, romper mitos, que
la comunidad se de cuenta de que no somos poc@s y que finalmente es un derecho el
transitar por las calles y esas gentes se proclaman en contra de la marcha peor que los
grupos más conservadores argumentando el sentirse desprestigiad@s o considerar
que las marchas son un circo. Argumentan “no necesitamos andarlo gritando”, sin
ubicar que el problema es que nos estamos ocultando y eso nos lleva pseudovivir.
Finalmente cuestionan el que la comunidad sólo reconoce el estereotipo pero no son
capaces de mostrarse y crear otra imagen. Por supuesto que también hay
homosexuales y lesbianas que pertenecen a grupos de derecha y se proclaman desde
el conservadurismo por intereses personales o porque no han sido capaces de
entender su propio derecho, y por supuesto tampoco el de l@s demás, a ser libres. De
hecho cuando un homosexual o una lesbiana llega a puestos de poder en el gobierno,
la política, los medios de comunicación o las empresas muchas veces es una
desventaja para el movimiento por la diversidad sexual, porque much@s enarbolan
valores tradicionales aún más que la gente heterosexual y muchas veces hacen
concesiones con otras gentes de poder por mantener aún más su closet. Finalmente
lesbianas y homosexuales estamos en todas partes, pero no siempre es una ventaja.

PAGANDO PRECIOS ADICIONALES POR SER QUIEN SOY (COMPENSACION).


Cuando no vivenciamos nuestra orientación sexual como algo digno, de lo cual
podemos sentirnos tan bien como cualquier gente heterosexual, incluso con orgullo y
valoración de ser quienes somos y como somos, nos sentimos inferiores a l@s
heterosexuales y entramos a una dinámica de vivir demostrando que somos personas
sanas y productivas, buscando ser aceptad@s, pagando una especie de impuesto por
no ser heterosexuales. Ese impuesto o pago adicional puede ser de distintas maneras,
aquí menciono las que implican dar de más, sin embargo otras son hacer renuncias y
estas las incluyo en el apartado de autodestrucción.
El Síndrome del supergay y la lesbiana maravilla.
Es común encontrar entre gays y lesbianas el concepto de que somos superiores a la
gente heterosexual o que somos más comprometid@s con nuestro mundo y con la
gente que nos rodea. Antes que nada es necesario romper ese mito de que tod@s
somos mejores, quienes aseguran que los gays somos más sensibles seguramente
nunca han estado en una noche de cuarto oscuro en una casita de sexo entre varones
ni vivido el viboreo en el antro. Por otro lado, habrá quienes realmente tienen una
mayor capacidad en algo o luchan más por lograr lo que quieren o en apoyar a l@s
demás, como en todo, también habemos de todo. Sin embargo aquí toca hablar de que
es muy común que lesbianas y gays tendemos a exigirnos de forma exagerada en el
desempeño profesional, estudiantil o laboral. Muchas veces es a cambio de aceptación,
no por lo que somos, sino por lo que hacemos y lo que damos, es una forma de
comprar el cariño y la aceptación, pero una condena a no recibirlo de manera
espontánea; por eso es que es muy común encontrar a lesbianas y gays entre los
primeros promedios escolares, entre los premios de desempeño laboral y profesional,
porque muchas veces vivimos luchando por esa aceptación dando más que l@s demás
renunciando en buena parte nuestra espontaneidad
Es anormal… pero es tan buen@.
Otra de las tendencias es que el hijo gay y la hija lesbiana sean más caritativ@s y
vivan para l@s demás o bien se hagan cargo de la familia más que l@s hij@s
heterosexuales, en parte o porque creen que no formarán una familia, pero en buena
medida porque andamos pagando la culpa de ser diferentes. Algunas gentes Gay y
lesbianas tienden a sobremonitorearse en relación al respeto de valores morales y
religiosos. Cabe mencionar un buen número ha pasado por ser líder de Iglesia o por el
seminario o el convento. Much@s hacemos muchas concesiones y renuncias, sólo
para sentirnos aceptad@s por l@s demás y por nosotr@s mism@s.

Tras el éxito, aunque eso haga que mi vida sea un fracaso.


Detrás de la necesidad de cumplir las expectativas sociales de ser una persona con
éxito está muchas veces el simple deseo de ser aceptad@s y volorad@s. Cabe
mencionar que no es lo mismo el deseo de crecer en el sentido interno que el deseo de
buscar el éxito para compensar la culpa de ser distint@ a lo que dicta la norma social.
Candil de la calle y oscuridad de tu casa
Es muy frecuente que la población gay y lésbica apoye las causas ajenas como los
niños pobres, los asilos de ancianos, los movimientos sociales por el medio ambiente,
etc sin atender a la población homosexual (porque esto no está tan valorado además
de que puede implicar la renuncia al closet). Solemos desatender nuestra propia vida y
dejar atrás esfuerzos a favor de homosexuales y lesbianas, como, el apoyo a personas
gay que viven con VIH y dejando de lado la posibilidad de involucrarse en el
movimiento contra la discriminación por orientación sexual De hecho me ha tocado ver
cómo colaboradores e incluso líderes de movimientos sociales como el movimiento
ambientalista, las redes juveniles, las organizaciones de derechos humanos se
mantengan en el closet porque sus grupos no los apoyan o tienen miedo de que se
enteren e incluso l@s agredan. Finalmente son gente capaz de luchar por l@s demás
pero no para sí mism@.

CUANDO MI PEOR ENEMIG@ SOY YO MISM@


(AUTOAGRESION)
Esta dimensión incluye las formas en que nos lastimamos a nosotros mismos o nos
ponemos en riesgo como resultado directo o indirecto del conflicto de autoaceptación,
finalmente consiste en dañar esa parte de nosot@s mism@s que nos soportamos,
nuestra parte sexual, nuestra persona misma.
Sabotearnos.
El autosabotaje, no es exclusivo de nosotr@s, es un patrón que toda la gente vive pero
en distinta medida y por distintas causas. Un área de frecuente saboteo son las
relaciones de pareja, es mucho más fácil que una relación entre personas del mismo
sexo se desbarate a pesar de que tenga mucho amor a favor y muchas posibilidades
de trascender, sin embargo la realidad es que no creemos merecerlo y lo dejamos ir
con facilidad. Incluso el intentar establecer relaciones se convierte cada vez más
limitado, después de cada error. Asimismo, el sabotearnos implica tomar decisiones
que nos dañan o nos ponen en desventaja, como elegir grupos sociales y de amigos en
los que nuestra orientación sexual es discriminada, incluso hay quienes se involucran
en grupos de iglesia y dan buena parte de su vida a organizaciones con base
homofóbica en las que no van a ser aceptad@s. En mi experiencia, alrededor de tres
de cada diez chavos que llegan a orientación por su preferencia sexual han estado en
el seminario o como líderes de iglesia. De hecho el elegir los espacios de trabajo más
closeteros es una forma muy recurrida de autosabotaje como lo es cualquier decisión
que resulte dañina para nosotr@s.
Relaciones interpersonales destructivas.
Es común que en “ambiente” construyamos rivalidades y competencia, incluso que
vivamos con frecuencia de manera conflictiva en nuestros grupos de amig@s entre
venenos y envidias; hay que reconocer que en “ambiente” existe resentimiento por el
rechazo y la culpa vividos en silencio y hay vulnerabilidad al chisme y la deshonestidad
que encierra todo ambiente clandestino. Asimismo, la tendencia a formar relaciones de
pareja atormentadas (es decir intensas y dolorosas) en las que no salimos ganando y
sólo nos vamos quedando lastimad@s. En esta sentido es importante que cada
persona al llegar a conocer el “ambiente” lo haga cuidando el corazón, es decir,
buscando relaciones interpersonales emocionalmente sanas.
Prácticas sexuales de riesgo.
La dificultad para establecer relaciones de pareja estables, la cultura de la
clandestinidad en la que se eligen contactos sexuales con personas desconocidas, y
algunos otros elementos relacionados con la propia autoestima nos llevan al riesgo en
nuestra vida sexual. Es difícil pensar que alguien que tiene conflicto con su sexualidad
la va a proteger, de hecho el grado de autoaceptación influye en nuestra exposición a
riesgos de adquirir VIH/SIDA u otras infecciones de transmisión sexual (ITS).
Asimismo, son comunes nuestras relaciones sexuales en un contexto de peligro: en el
caso de los hombres que tenemos sexo con otros hombres se da el sexo con
desconocidos, en lugares sin vigilancia, en espacios semipúblicos como parques,
baños, cines, etc. En los que vivimos posibilidades de violencia con el compañero con
el que estamos o de ser sorprendidos por la policía. En el caso de las mujeres es un
poco menos común, sin embargo también es frecuente el contacto sexual ocasional,
además en un contexto de consumo de alcohol, recordando que existen pocos sitios de
encuentro y la mayoría son bares. No hablar de travestis y transexuales, que muchas
de ellas se dedican al sexoservicio y viven el riesgo a su integridad física día con día.
Suicidios e intentos de suicidio.
Aunque no existen cifras en México, en mi experiencia aproximadamente dos de cada
diez personas que se atienden por conflicto de aceptación han tenido un intento de
suicidio y la mayoría lo han deseado en algún momento, es importante aclarar que la
gente que llega a orientación es representativa, sin embargo tomar en cuenta que
existen muchos momentos de vulnerabilidad como la adolescencia con su etapa de
conflicto de aceptación, los duelos de pareja, la soledad, la enfermedad (como el
VIH/SIDA en el caso de los hombres).
Adicciones.
Nutre los comportamientos adictivos, que obviamente no son exclusivos de nosotr@s
ni siempre estén motivados por nuestra orientación sexual, sin embargo existen
condiciones que lo favorecen: la mayoría de los espacios de encuentro son bares o
involucran el consumo de alcohol, l@s travestis y transexuales suelen vivir en entornos
de prostitución por lo que su vulnerabilidad al consumo de drogas es mayor. Sin
embargo no sólo eso puede ser adictivo, sino también otras situaciones que sean
utilizadas para evadirnos de nuestra cotidianidad, de nuestros miedos, de nuestra
realidad como la adicción al sexo impersonal cuando va más allá de nuestro deseo y
ritmo sexual y se utiliza para descargar nuestra energía o evadirnos, asimismo existe la
codependencia en la que depositamos el sentido de nuestra vida en otra persona y
vivimos por y para ella, en estos casos como en el del sexo ocasional el eje no está en
el disfrute de la relación, sino en la dificultad para asumir la propia vida, sus vacíos, sus
retos, sus dolores, sus soledades, etc.
ROMPIENDO EL ESPEJO.
(AGRESIÓN HOMOFOBICA, LESBOFOBICA, O HETEROFOBICA)
En esta dimensión, se manifiesta odio hacia otr@s, ya sea a homosexuales, lesbianas,
travestis, transexuales, gays, queers, bisexuales o heterosexuales. En este sentido se
manifiestan dos fenómenos uno es atacar a quienes son como nosotr@s, que tienen
nuestra misma condición pero tal vez con particularidades o que son visibles, el otro es
a quienes tienen otra orientación sexual y no somos capaces de entender su diferencia
a nosotr@s, que además nos recuerdan que no debe haber modelos oficiales ningún
ser más que otro. En ambos casos son espejos que nos recuerdan quienes somos y
muchas veces queremos olvidarlo, así que la tendencia es romper esos espejos.
Rechazo de un sector a otro.
Recuerdo muy bien hace unos cinco años estaba trabajando con un grupo de
crecimiento de hombres gay y les mencioné de lo importante que sería hacer un trabajo
junto con mujeres y de los quince asistentes todos opinaron que no era muy apropiado
porque las lesbianas eran agresivas; yo esperaba que por lo menos uno no tuviera ese
mito pero me di cuenta que está muy difundida la intolerancia de gays a lesbianas y de
lesbianas a gays, incluso en el movimiento por los derechos humanos es claro cómo
los grupos de hombres gay casi no apoyan el trabajo de las organización de mujeres en
materia de equidad de género, violencia intrafamiliar y apoyo a víctimas de delitos
sexuales, mientras las mujeres lesbianas no han estado tan vinculadas en las
cuestiones de VIH/SIDA que han afectado mucho a la comunidad gay masculina, de
hecho ha habido mayor apoyo de las mujeres heterosexuales. Por otro lado se dan
manifestaciones de desprecio, por ejemplo los transexuales desprecian a los travestis
porque no entienden cómo es que les interesa vestirse de mujer si se sienten hombres,
mientras este sector a su vez vive la discriminación de lesbianas, gays y bisexuales
porque consideran que encarnan el estereotipo que la sociedad en general rechaza,
como si quienes no somos de otra manera fuéramos mejores sólo por tener una
apariencia más acorde a nuestro sexo biológico según la perspectiva tradicional. En el
caso de la gente bisexual, es muy común que la población gay y lésbica no los integre
por considerarl@s que “no se definen” o que “traicionan a la causa”, de hecho
principalmente entre hombres gay genera mucha polémica que un gay tenga
experiencias sexuales o amorosas con mujeres, asimismo hay personas bisexuales
que desprecian el ambiente lésbico-gay, prefiriendo su vida heterosexual porque es
más aceptable. Finalmente, también hay desprecio a la población heterosexual,
conozco bastante gente convencida de que los gays y las lesbianas somos de alguna
manera superiores a la gete hetero. De hecho algunos amigos me han comentado que
el término buga le suena a odio y por supuesto tiene que ver con el tono con el que lo
escuchan. Por otro lado, entre los gays la misoginia está muy marcada, es evidente
cierto desprecio a las mujeres junto con ciertos comportamientos femeninos. Existe un
término llamado “pescadas” que sólo lo he escuchado en gays y que alude al mito de
que la vulva huele a pescado y las mujeres huelen a pescado, es evidente que los gays
no están precisamente enterados de cómo huelen las mujeres sino que usan el término
sólo por misoginia.
Difundir la preferencia sexual de otr@s sin su consentimiento.
Salir del closet es un una decisión personal y es parte de un proceso el cual es
importante no solo respetarlo, sino además proveerlo porque nadie tiene el derecho a
decidir sobre la vida privada de otra persona, así su closet sea en realidad falso en el
sentido de que sea un secreto a voces. Cuando sacamos a alguien del closet estamos
tomando una decisión que no nos corresponde y exponiendo a la persona a respuestas
para las que tal vez no está preparada o simplemente prefiere no afrontar, lo cual es
ella quien debe decidirlo. Otras veces las personas están en el closet porque tiene
cosas que perder, por ejemplo alguien puede perder una herencia por ser gay, una
personalidad pública que se dedica a la política o a la música puede perder
posicionamiento en su carrera, pues no olvidemos que la homofobia y la lesbofobia los
pueden afectar. En tal caso, cada persona decide cuándo, cómo y en qué ámbitos sale
del closet y afronta las respuestas de su entorno.
Violentar u obstaculizar a otr@s lesbianas y/o gays.
Mucho del odio por homofobia y lesbofobia que aprendemos lo descargamos hacia
otras personas lesbianas o gays de distintas maneras, que va desde el tener actitudes
de desprecio o poca valoración a lesbianas y gays por el hecho de evidenciar su
orientación sexual, por su edad, clase social u ocupación. En este sentido se ha ido
formando un modelo de lo que es ser un gay o una lesbiana, que incluye un estereotipo
físico, de vestimenta, de apariencia a clase social alta, de cierto nivel académico y de
una edad “aceptables”, generándose una marginación de quienes no tiene esas
características, además de la marginación que ya existe por la orientación sexual.
Además de la marginación, otras formas de violencia son la interferencia que a veces
hacemos unas personas a otras en sus proyectos de vida, así como las actitudes que
invalidan como el perreo, el sarcasmo, la crítica destructiva, etc. Incluso el interferir la
consolidación de relaciones de pareja o el creernos estar por encima de los demás
homosexuales y lesbianas. Desde mi experiencia, es común el concepto de que “el
peor enemigo del gay es el gay”.
PARA SENTIRME BIEN, ME CREO QUE EL/LA OTR@ ESTA MAL
(RESENTIMIENTO)
Esta dimensión es producto de las agresiones y rechazos recibidos como homosexual
y se constituye en una especie de venganza, que expresa coraje por no ser aceptado
por el entorno, y consiste en tener actitudes de violencia hacia la comunidad
heterosexual que van desde intimidar haciendo evidente en extremo nuestra
orientación sexual, desestructurando a las gentes hasta el expresar rechazo hacia la
población heterosexual, formando gestos en los que nos sentimos ofendid@s si
aparece gente que no es “de ambiente” a la cual algun@s lesbianas y gays desprecian.
Por otro lado, es también frecuente encontrar que creemos que somos superiores a la
población heterosexual, lo cual definitivamente es una exageración. Finalmente
también es hetero fóbica la creencia de que no existen los heterosexuales, pues
consiste en creer que no hay más opciones, que no hay diversidad. Por otro lado, otra
actitud de resentimiento es cuando vivimos en la paranoia cuidando las expresiones de
l@s demás para evidenciar cuando alguna palabra o actitud refleja homofobia y
respondamos con agresión.

EL PROCESO DE AUTOACEPTACIÓN.

Aceptarnos como personas con una preferencia homosexual o bisexual va más allá de
reconocer nuestra orientación y estar de acuerdo con ella, implica permitirnos vivir
plenamente, hacer nuestros proyectos de vida congruentes con nuestra preferencia
sexual y desarrollar elementos para enfrentar los retos que la vida nos presenta. Para
lograr la autoaceptación es preciso trabajar contra las formas de opresión hacia
nosotros, como la discriminación, la invisibilidad social, el rechazo, la violencia, la
difusión de ideologías que consideran que nuestra homosexualidad es una
enfermedad, problema, pecado o una condición nociva; pero principalmente por
eliminar la homofobia introyectada.
A continuación presento un modelo que elaboré a partir de mi propio proceso de
aceptación como hombre con preferencia homosexual y de mi trabajo como facilitador
con grupos terapéuticos para hombres con atracción sexoafectiva hacia otros
hombres. Los distintos momentos son partes del proceso que se traslapan, es decir, en
ocasiones son simultáneas, no necesariamente son progresivas, pues se pueden
presentar en distinta secuencia, o bien, quedarnos "atorados" en una etapa.

Ignorancia y duda.
Esta es una etapa previa a la autoaceptación, en este momento tenemos cierta
conciencia de nuestra atracción sexual hacia personas de nuestro mismo género, sin
embargo, sin entender la situación; independientemente de si nos damos cuenta en la
infancia, la adolescencia o la edad adulta, introyectamos la homofobia.

Reconocimiento.
El proceso de autoaceptación se inicia al darnos cuenta de nuestra preferencia sexual.
Al inicio del proceso vivimos mucho conflicto por no ser como la sociedad y nosotros
mismos esperábamos, esto es consecuencia de la homofobia introyectada; en este
momento adoptamos actitudes y sentimientos de autorrechazo, reflejo de la imagen
negativa que se tiene de la homosexualidad, la cual determina nuestra autoimagen.

Búsqueda.
En esta fase iniciamos una búsqueda para comprender nuestra preferencia sexual, su
modo de manifestarse, su sentido y su esencia. Es una época en que investigamos lo
que existe sobre nuestra orientación sexual en la educación, la ciencia o el arte; una
parte importante de este momento es explorar la subcultura gay/lésbica, los centros de
reunión, las alternativas de vida, etc. Parte de lo que buscamos es tener elementos
para integrar nuestra orientación sexual a nuestra vida, entendernos como seres
humanos con una característica particular y conocer personas con nuestra misma
preferencia sexual para establecer relaciones de amistad y de pareja, así como
explorar los lugares de diversión y las formas de relacionarnos.

Afirmación.
Este momento se caracteriza por la expresión de nuestra preferencia sexual, dejando a
un lado la clandestinidad; incluye un proceso de surgimiento conocido como "salida del
closet". La expresión de la preferencia puede darse en distintos niveles en función de
factores como personalidad, historia de vida, nivel de confianza con las personas con
las que se comparte esta experiencia, aceptación por parte de los demás, etc. sin
embargo, no equivale a una mayor autoaceptación.
La afirmación, frecuentemente incluye una actitud de confrontación social, basada en
una conciencia crítica que permite cuestionar el discurso social y hacer visible nuestra
preferencia sexual. Muchas veces adoptamos actitudes de resentimiento, esto es una
respuesta al rechazo y agresiones recibidas.
Es común que se estructure una autodefinición como "gay" o “de ambiente”, categoría
en que construimos una identidad y que nos hace sentir ligados a una población con
nuestra misma preferencia sexual, formar parte de una subcultura y adoptando un
estilo de vida específico. Este proceso implica separarnos de nuestros otros grupos
sociales y aislarnos mientras vivimos esta etapa en la que nos dedicamos a “darle
vueltas” a nuestra homosexualidad.

Reestructuración.
En esta etapa, nos damos cuenta de un proceso de cambio que se gesta en silencio;
de un camino que a veces vamos recorriendo sin darnos cuenta, hasta que nos
percatamos que ha evolucionado nuestra forma de percibirnos a nosotros mismo y de
plantearnos ante la vida. Este proceso conlleva la resignificación de los valores, la
sexualidad y la forma de percibir la diversidad sexual. Se reestructura el concepto de
homosexualidad, lo que lleva a un cambio de la autoimagen y de la autoestima;
tomamos conciencia de que no necesariamente tenemos que modificar nuestra
orientación sexual, sino que la sociedad también tiene que modificarse para ser un
entorno favorable a nosotros. Implica ir desapareciendo los autorrechazos, los
autosabotajes y la idea de que somos seres humanos de segunda categoría; es
reformular nuestra vida y su sentido.

Consolidación.
En este momento del proceso hemos reestructurado nuestro proyecto de vida, valores
e ideas en relación con nuestra preferencia sexual y hemos logrado integrarla como
una parte importante de nuestra persona, sin ser el centro, pero siendo congruentes
con ella. Hemos logrado trascender el autorrechazo y la desvalorización, y satisfecho
nuestras necesidades de exploración y autoafirmación, descubriendo el sentido de
nuestra preferencia sexual y de nuestra vida. Asimismo hemos cuestionado lo que la
sociedad nos pide y lo que nosotros somos y queremos ser; tomando en cuenta que
tenemos que cambiar algunas cosas y que la sociedad tendrá también que ajustarse a
nosotros.

Este proceso de aceptación continúa durante la vida, en base a las nuevas


experiencias y situaciones en que nos encontramos. Es común que, después de
sentirnos consolidados, reconozcamos en nosotros necesidad de afirmación, de
búsquedas nuevas y de reestructuraciones que nos lleven a otro nivel de aceptación.

EL PROCESO DE SURGIMIENTO O SALIDA DEL CLOSET

Además del proceso de autoaceptación, vivimos el de surgimiento o “salida del closet”,


pasando de una actitud vergonzante, en la que tememos que se descubra nuestra
orientación sexual y la mantenemos en la clandestinidad, a una actitud estratégica
personal, en la expresamos nuestra preferencia sexual después de que evaluamos los
entornos en los que podemos hacerlo, tomando en cuenta la importancia o cercanía
afectiva de las gentes y qué tan favorable o discriminatoria es su actitud. Existe una
actitud más, la sexopolítica, que consiste en “salir del closet” ante todo el mundo,
buscando romper el silencio y exigir que la sociedad respete nuestra alternativa sexual;
no todos decidimos tener esta última actitud, ni tampoco es necesariamente mejor que
la anterior; lo que sí es importante es superar la actitud vergonzante, pues el silencio y
el ocultar la vida son formas de opresión que nos dañan como seres humanos, pues
nos condenan a una vida falsa

EL SENTIDO DE VIVIR UNA ORIENTACIÓN SEXUAL INESPERADA.


El proceso de crecimiento y de aceptación como homosexual está conectado a la
búsqueda de sentido de la vida y de nuestra forma de existencia. No solo basta
reconocer nuestra orientación sexual, sino que para aceptarnos y vivir plenamente
necesitamos encontrarle sentido; al final de cuentas sólo una pregunta es importante
contestar,¿La vida vale o no la pena de ser vivida?, y en el caso de gays y lesbianas
agregaríamos ¿Vale o no la pena vivir una orientación diferente a la heterosexualidad?
Aprender a vivir desde la diferencia y aceptarnos tal cual, es una de nuestras lecciones
a aprender en la vida; implica un proceso de crecimiento personal, pues significa
amarnos a pesar de no cubrir nuestra expectativa ni la de la sociedad, guiar nuestro
camino a pesar de la falta de un soporte social y de modelos a seguir. Nos
convertimos en los escritores/as de nuestra propia historia y sostenemos la oportunidad
de construirnos a nosotr@s mism@s y, de convertirnos en las mujeres y hombres que
vamos eligiendo ser.
Cuando encontramos el sentido de nuestra orientación sexual, somos capaces de
renunciar al proyecto de vida heterosexual que habíamos creado, asumiendo las
pérdidas y enfrentando los retos que implica este hecho. De esta manera reconocemos
que los obstáculos son parte del camino y que la vida nos presenta una situación
inesperada en la que tenemos la oportunidad de trascender como seres humanos.
En este proceso aprendemos a cuestionar los valores e historias que se nos enseñaron
y que fueron resultando falsas “el amor sólo se da entre hombre mujer”, “la
homosexualidad/lesbianismo son malos”, “los homosexuales y lesbianas son personas
enfermas”, “el amor entre hombres o entre mujeres es pecado” etc.; asimismo
asumimos el riesgo de estar equivocad@s, esto sólo lo hacemos desde la convicción
de que este es el camino que nos toca seguir.
En este camino de descubrimiento y aceptación existe una primera pregunta que nos
atormenta y es ¿por qué soy así?, poco a poco la pregunta cambia a ¿Para qué soy
así?, ¿Cuál es el sentido de vivir una orientación sexual diferente a la que se me
enseñó como válida?, es en este cuestionamiento en el que buscamos un sentido y no
un motivo o causa. Esta pregunta es trascendente no solo para nosotr@s, pues la
homofobia/lesbofobia ha llevado a evadir la pregunta de ¿Cuál es el sentido de la
heterosexualidad?, excluyendo la posibilidad de que esta población busque sus propias
respuestas y el sentido de ser quien es, ante este aspecto de la existencia humana.
Cuando encontramos ese sentido dejamos de pelearnos con nosotr@s mism@s y con
la vida.
Esto sólo lo logramos a partir de nuestra voluntad de sentido, nuestra capacidad de
búsqueda de los para qué de nuestra vida y si no logramos encontrar ese sentido, nos
destruimos poniéndonos en riesgos de muerte, suicidio, VIH, adicciones o violencia. Y
este sentido lo tenemos que encontrar sólo en nosotr@s, uno puede estar en la pareja,
la familia o el sexo, pues todo esto es frágil y puede romperse en cualquier momento.
Tampoco basta que nuestro sentido se enfoque solo al crecimiento profesional y deje
de lado los soportes afectivos, eso sòlo nos lleva al vacío, se requiere de un proyecto
de vida que nos mantenga enter@s.
Finalmente ser gay o lesbiana en sí mismo no tiene sentido, este se construye a partir
de lo que decidimos hacer con nuestra vida desde esta particularidad.

TRASCENDENCIA, COMPROMISO CONMIGO, CON MI MUNDO Y CON L@S


DEMÁS.
A final de cuentas el proceso de la aceptación implica comprometernos con nuestros
sueños, esperanzas y necesidades. Lesbianas y gays trascendemos cuando
superamos nuestras limitaciones y retos en el pensar, sentir, hablar y actuar, cuando
vamos más allá de preestablecido y vivimos en coherencia con nuestro verdadero ser;
independientemente de cómo somos, qué nos gusta y qué hacemos en la cama, en la
vida y con el corazón.
Trascender a través de la aceptación no es un reto exclusivo de nosotr@s, sino de
cada ser humano de este mundo que es o elige ser diferente a lo que se espera de él, y
a lesbianas y gays nos corresponde afrontar el reto de asumir una condición sexual
distinta a la oficial. Y asumirlo sólo es posible cuando dejamos la vergüenza y la culpa y
cuando dejamos de autosabotearnos, eligiendo lo más saludable. Y trascender
también tiene un sentido político, implica luchar por aquello en que creemos, por
nuestros derechos, por lo que estamos convencid@s que se tiene que transformar en
nuestro mundo, desde la casa hasta el planeta, es no sentarnos en ningún momento y
no ceder.
El compromiso es algo constante y firme, es coger siempre con protección siempre, es
mantenernos sobri@s, es construir relaciones sanas, hacer lo que nos fortalece, tener
ganas de vivir, responder ante la gente que queremos, defender y ejercer nuestros
derechos, vivir con dignidad, asumir el dolor cuando tenemos que vivirlo y aprender las
lecciones que la vida nos ofrece, es tener la energía para construirnos a nosotr@s
mismas con o sin el apoyo de l@s demás, asumiendo los precios que implica ser
auténtic@s y no permitir ningún costo indispensable en nuestra vida, es transformar el
mundo en un lugar más fácil para nosotr@s y para quienes comparten este ambiente,
incluso los que aún no entran y los que no han nacido, porque no basta seguir viv@s
mientras vemos enfermar, deteriorarse o morir a gente gay y lesbiana como ha
sucedido ante el VIH/SIDA y los asesinatos de odio por homofobia, en que nuestro@s
amig@s han estado muriendo, a veces como hojas que caen de los árboles en otoño,
porque si sólo se salva cada hombre o cada mujer, al final terminará como los soldados
que regresan de la guerra, viv@s, pero con el dolor y la soledad que resultan de la
indiferencia ante l@s compañer@s.
Trascender es ir más allá, es comprometernos con salvarnos tod@s, hablo de
liberarnos de la invisibilidad de las lesbianas, de la opresión a los gays, del
hostigamiento policíaco y el desempleo de los travestis y transexuales, de los crímenes
de odio por homofobia, de la soledad de quienes emigran abandonando familia y
amistades, de la violencia, la represión y la muerte, porque mientras siga habiendo
discriminación y violencia por motivos de la identidad u orientación sexual nuestro
camino de aceptación no termina hasta que cambiemos al mundo

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