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EL CAPITAL
SEGUIDO DE
MANIFIESTO COMUNISTA
Y
BIBLIOTECA DE BOLSILLO
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1
12MÜ
EL CAPITAL
CARLOS MARX
EL CAPITAL
MANIFIESTO COMUNISTA
TERCERA EDICION
Impreso en España •
Printed in Spain
EL CAPITAL
«sino un
tejido de groserías, de calumnias, de falsificaciones
y de plagios». Sin embargo, algo, mucho más, había en sus
páginas. Contenía, en síntesis, la concepción materialista de
la historia, a la que Marx había acabado por llegar. ¿En qué
consistía esta concepción?
El estudio de un período histórico determinado (guerra,
revolución, etc.), de las instituciones jurídicas de un pueblo
(familia, propiedad, etc.) o de las formas políticas de una
sociedad (imperio, monarquía, república), lleva, de ordina¬
rio, a buscar el origen de estos acontecimientos en la volun¬
tad de los hombres, en su desenvolvimiento intelectual, en
su sentimiento de justicia, en su conciencia. Se cree general¬
mente que son las ideas las que guían a los hombres. Gran
error —decía Marx—. Las formas jurídicas o políticas, las
transformaciones sociales o religiosas, son inexplicables por
la simple evolución general del espíritu humano. En cambio,
encuentran su origen en las condiciones de la vida material.
Las relaciones de un hombre con otros y con la sociedad hu¬
mana son, ante todo, relaciones económicas. Estas, a su vez,
son el resultado de los medios de producción. Se modifican
paulatinamente y a medida del mejoramiento de estos medios.
Los instrumentos de producción usados en una época deter¬
minada explican, en consecuencia, la vida social toda entera.
Pero, a causa de las transformaciones de que son objeto, lle¬
gan a veces a no estar ya en armonía con los estatutos jurí¬
dicos, políticos y económicos de la sociedad. Y como este des¬
acuerdo no hace sino acentuarse sucesivamente, acaba por
producir una modificación en la base económica. Acarrea un
quebrantamiento, una revolución de todas las instituciones
políticas, sociales, religiosas, jurídicas y artísticas; lo que,
en una palabra, Marx llamaba
la «superestructura» de la so¬
ciedad.
El paso de la edad de piedra a la del bronce, de ésta a la
del hierro y a la del oro; luego, de los instrumentos de tra¬
bajo individual a la fábrica, ha ocasionado revoluciones for¬
midables en la constitución de la familia y de la propiedad.
El nacimiento del Estado y su desarrollo siempre creciente
no han tenido otro fin que asentar cada vez más sólidamente
la nueva clase dominante, victoriosa, y poner a tutela la clase
dominada, vencida.
NOTICIA PRELIMINAR 11
Y al poner el
punto final
en su
trabajo se acordaba y agra¬
decía lo que Engels había hecho
por él durante dieciocho
años, sosteniéndole moral y materialmente contra
viento y ma¬
rea: «Acabado está este volumen
el haber podido hacerle. Sin tu —decía—, pero a ti debo
confianza en mí no me hu¬
biese sido posible llevar a
cabo los trabajos enormes que he
necesitado para los tres volúmenes.»
* * *
* * *
Marx se
puso de nuevo al trabajo. Le faltaba redactar la
segunda y tercera partes de El Capital, así como la «Histo¬
ria de las doctrinas
económicas», lo que llamaba la parte li¬
teraria de su obra. En la segunda parte iba a exponer las nue¬
vas formas resultantes del proceso de circulación del
capital,
tales como el capital fijo y el capital
circulante, la rotación
del capital, etc. En la tercera
parte llegaba a la transforma¬
ción de la plusvalía en sus diferentes formas
y en sus elemen¬
tos particulares. La «Historia de las doctrinas
económicas»
debía contener su crítica minuciosa de la renta territorial de
Ricardo. Toda la documentación para ello estaba
dispuesta.
Pero el dar forma al todo era empresa titánica.
Por otra parte, su salud estaba
profundamente alterada. Tan
alterada, que Engels le compartir el trabajo: él se
propuso
quedaría con la tarea de seguir difundiendo las ideas de am¬
bos en la Prensa periódica y de combatir las ideas contra¬
rias, con objeto de que Marx pudiera consagrar todo su tiem¬
po a su obra magna. A este convenio tan sólo hubo una ex¬
cepción.
El movimiento socialista crecía en Alemania al mismo tiem¬
po crecía gigantescamente la gran industria. En 1875, el
que
Congreso del partido nacional alemán iba a celebrarse en Go-
tha para llegar a la unificación. El
proyecto de programa que
había sido redactado se resentía demasiado de la influencia
22 JUAN B. BERGUA
KARL MARX
era más o menos, o tal vez peor, para cuantos vivían tan
poco
felices bajo el autoritarismo tanto estatal como religioso, que
hoy decir comunista o maoísta; pues el liberalismo era una
terrible doctrina político-filosófica, según la cual la unanimi¬
dad religiosa no era condición necesaria para la buena orga¬
nización social, reclamando, en cambio, para todos los ciu¬
dadanos, cosa peligrosísima todavía, la «libertad de pensa¬
miento»; desde el punto de vista económico se oponía a que
el Estado interviniese en las relaciones de este tipo entre los
individuos, las clases o las naciones. Por cierto, que los pri¬
meros liberales (y a causa de ellos, la palabra empezó a circu¬
lar) fueron los que constituyeron aquel endiablado partido es¬
pañol que, hacia 1810, pretendía nada menos que introducir
en España el parlamentarismo de tipo inglés. Por fortuna, Fer¬
4
NOTICIA PRELIMINAR 27
gas, suizos, etc. Fue empleado por primera vez por el periódico
suizo El Progreso, de Lóele, el 18 de septiembre de 1869.
Esta palabra, pues, se emplea en sustitución de socialismo,
para designar un régimen social caracterizado desde el punto
de vista político por el principio democrático, y desde el punto
de vista económico, por el hecho de que la propiedad de los
medios e instrumentos de producción son colectivos, es decir,
pertenecen ora a sociedades de producción, ora al Estado. En
él la sustitución de la propiedad capitalista por la social es
progresiva, luego carece de carácter revolucionario. Viene a ser
una variedad, atenuada, del comunismo, puesto que no afecta
al consumo y admite la propiedad individual, es decir, la puesta
en valor por un poseedor que no emplea asalariados. Todo lo
ni se critique su voluntad
propósito de hacer siempre lo
y
que más convenga a sus intereses. Y
aunque amigo de la me¬
ditación y del estudio pasó gran parte de su tiempo en el
British Museum, no por ello perdió contacto con la clase
trabajadora del mundo entero, al lado de la cual combatió
con todas sus armas, muy especialmente mediante la crítica
dialéctica *. Una vez muerto él, estas luchas y experiencias
fueron continuadas por otros. El mundo nuevo surgió por obra
de las palabras y argumentos marxistas. Como tenía que ocu¬
rrir con una filosofía de lucha, generaciones nuevas crearon
nuevas actitudes y nuevas perspectivas. Bernstein, en Ale-
*
De la dialéctica se pueden dar varias definiciones. Una,
ciencia filosófica que trata del raciocinio y de sus leyes, formas
y modos de expresión. Otra, impulso natural de ánimo que le
sostiene y guía en la investigación de la verdad. Otra aún, or¬
denada serie de verdades o teoremas que se desarrollan en la
ciencia o en la sucesión y encadenamiento de los hechos. Pri¬
mitivamente, arte del diálogo y de la discusión, o arte de dis¬
cutir sabiamente; y por consiguiente: 1° Habilidad en el dis¬
cutir mediante preguntas y respuestas. 2." Arte de dividir las
cosas en géneros y especies; dicho de otro modo, de
clasifi¬
car
conceptos, para poder examinarlos y discutirlos, lo que,
como se ve, ofrece un doble sentido de conversación
y de divi¬
sión lógica.
El efecto de la dialéctica, según Platón, es subir de concepto
en concepto, de proposición en
proposición, hasta los conceptos
más generales y hasta los primeros principios, únicos que tienen
para él un valor ontológico (conocimiento ontológico: estudio
y conocimiento de lo que son las cosas en sí mismas, en tanto
que substancias, en oposición al estudio de sus apariencias o
de sus atributos; la prueba ontológica de la existencia de Dios
consiste en ver de probarla mediante el análisis de su esencia,
o de su definición; Kant (ya lo habían hecho antes Tomás
de Aquino y otros) demostró la total ineficacia de esta prueba,
no obstante ser la mejor de las propuestas). Aristóteles dis¬
tingue la Dialéctica de la Analítica: mientras que ésta tiene
por objeto la demostración, es decir, la deducción que parte
de premisas verdaderas, aquélla tiene por objeto los razona¬
mientos que recaen sobre opiniones tan sólo probables. A cau-
54 JUAN B. BERGUA
*
Stalin, en su ya citado, El materialismo dialéc¬
opúsculo
tico y el materialismo histórico, lo primero que hace es esta¬
blecer esta diferencia del modo siguiente:
a) Contrariamente al idealismo que considera el Mundo
como la encarnación de la «idea absoluta», del «espíritu uni¬
tado de lucha
una
biológica
la existencia. Más moderna¬
por
mente, Ellswoth Hungtinton trató de resucitar la
interpreta¬
ción geográfica de la historia,
que ya habían sugerido Herder
y Montesquieu, y luego de ellos, Burke, según el cual ciertos
cambios y variaciones del estado atmosférico de las zonas
climáticas corresponden al nacimiento
y a la extinción de las
culturas. Que el clima, el suelo, los alimentos
y, en general,
los factores naturales tengan evidente influencia
una en la
génesis de las razas y, por consiguiente, en los índices, tan¬
to de su mentalidad como de su constitución física, es indu¬
dable; pero que sean las causas determinantes de la filosofía
histórica, en lugar de las actividades del hombre en todas las
fases de su vida cultural, no, decía
Marx, y con él, Engels.
Y éste, en su Dialektik und Natur: «Las ciencias naturales,
lo mismo que la filosofía, han descuidado
completamente la
influencia de la actividad del hombre sobre su pensamiento.
No reconocen sino la Naturaleza de un lado y el
pensamien¬
to de otro. Pero son
precisamente los cambios producidos en
la Naturaleza por los hombres, y no por la Naturaleza como
tal únicamente, los que forman la base más importante y
me pertenece.
Los historiadores burgueses, mucho antes que
yo habían mostrado el desarrollo de esta lucha de
clases, y eco¬
nomistas burgueses habían expuesto la anatomía económica de
82 JUAN B. BEHGUA
MERCANCIA Y MONEDA
CAPITULO PRIMERO
La mercancía
La mercancía, es decir, el
objeto que en lugar de ser
consumido por el que lo produce se destina al
ser
cambio, a
vendido, es la forma elemental de la riqueza en las
sociedades en que impera el régimen
de producción ca¬
pitalista. El de partida de nuestro estudio debe
punto
ser, por consigueinte, el análisis de la mercancía.
Consideremos dos
objetos; por ejemplo; una mesa
y una cantidad de
trigo. En virtud de sus cualidades
particulares, cada uno de estos objetos sirve para satis-
I
CARLOS MARX
90
Valor: su sustancia
De los cambios
Efectivamente,
la magnitud de valor
expresa la rela¬
ción íntima que existe
entre unas mercancías
y el tiem¬
po de trabajo social
necesario para producirla. Desde
que el valor se convierte en
ce como la
precio, esa relación apare¬
relación de cambio de la
mercancía con la
moneda. 'Mas la relación de
cambio lo mismo puede ex
presar el valor de la
mercancía que el más o el
que su cambio produce menos
accidentalmente en determina¬
das circunstancias.
se produce en el
Supongamos que un saco de trigo
mismo tiempo de
mos de oro, y
trabajo que 13 gra¬
que el nombre monetario de
mos de oro sea el esos 13 gra¬
de dos escudos: la
da del valor del saco expresión mone¬
de trigo, o su
cudos. precio, será dos es¬
Aunque las condiciones de la
producción no varíen,
aunque sea preciso el mismo
tiempo de trabajo si se
presentan circunstancias que permiten estimar
de trigo en tres el saco
escudos, u obliguen bajarlo a un es¬
cudo, tres escudos y un escudo, en ese
caso son
siones que expre¬
aumentan o disminuyen el valor del trigo,
y no obstante, son sus
precios porque expresan la re¬
lación de cambio del
trigo y de la moneda.
Es posible, pues,
que exista una diferencia
tiva entre el precio de cuantita¬
una mercancía
de valor, y esa y su magnitud
posibilidad proviene del doble
representa la misma forma papel que
precio.
En el precio, esto
es, en el nombre
monetario de las
mercancías, su equivalencia con el oro no
es aún un
hecho consumado. Para
producir prácticamente el efec¬
to de un valor de
cambio, la mercancía debe dejar de
ser oro
solamente imaginado y convertirse en
oro real
y positivo; para darle un precio basta
con declararla
108 carlos marx
Curso de la moneda
por ejemplo, no
representaría más que 50. Unicamente
se trata aquí del papel moneda
con curso forzoso
to pues¬
en circulación por el Estado.
Con el desarrollo de la
circulación de las mercancías
se desarrolla también la necesidad
y el deseo de ad¬
quirir y conservar lo que en el
régimen de producción
mercantil constituye el nervio de
todas las cosas: el di¬
nero.
Todo productor debe hacer
provisión de dinero. Efec¬
tivamente, las necesidades del productor se renuevan
sin cesar y le imponen cada momento la compra
a
de
mercancías ajenas, en tanto que la
producción y la ven¬
ta de las suyas requieren más o menos tiempo
y depen¬
den de mil contingencias. Para
poder comprar sin ven¬
der es indispensable haber
vendido antes sin comprar.
Las mercancías no se venden
desde luego para
otras en comprar
seguida, sino para reemplazarlas con dinero
se conserva
que
y se va empleando según las necesidades.
La moneda, detenida adrede en su
circulación,
se petri¬
fica, por decirlo así, convirtiéndose
tesoro: y el ven¬
en
dedor se convierte en acumulador de dinero. De este
modo se forman, en todos los puntos que están en re¬
laciones de negocios, reservas de dinero en las propor¬
ciones más diversas.
Ya hemos visto que la cantidad
de moneda en curso
se halla determinada
por el total de los precios de las
mercancías circulantes y por la velocidad de
su circu¬
lación. Esta cantidad aumenta,
pues, al mismo tiempo
que la circulación de las
mercancías, y disminuye con
ella. Por consiguiente, unas veces
debe entrar en circu¬
lación una masa mayor de
moneda, y otra debe salir de
la circulación una
parte. Esta condición se cumple
medio de las reservas de dinero por
que entran o salen de
la circulación, esto
es, por el dinero en su forma tesoro.
CARLOS MARX
116
La moneda universal
CAPITULO IV
La plusvalía
La satisfacción de una necesidad—un valor de uso—:
ése es el objeto determinante del primer movimiento,
EL CAPITAL 121
termina en un cambio de
que
productos de igual canti¬
dad como valores,
aunque de cualidad distinta como va¬
lores de uso; por ejemplo, tela
y vestido. Puede suceder
que la tela sea vendida en más
de su valor y el traje
comprado en menos, de lo que resultará perjudicado
uno de los cambistas;
pero esa posible desigualdad de
los valores cambiados no es más
que un accidente en el
caso expuesto. El
carácter normal de esa forma de cir¬
culación es la igualdad de valor de
ambos extremos, es
decir, de las dos mercancías.
El segundo movimiento acaba
de la misma manera
que empieza: por el dinero. Su objeto
pues, es el valor de cambio. Los dos
determinante,
extremos—las dos
sumas de dinero—, idénticos en
cuanto a su calidad y
utilidad, sólo se diferencian por su cantidad: cambiar,
por ejemplo, 100 escudos por 100 escudos sería una ope¬
ración completamente inútil;
por consiguiente, el movi¬
miento dinero-mercancía-dinero sólo
puede tener razón
de ser en la diferencia cuantativa
de ambas sumas de
dinero. Finalmente, sale de la
circulación más dinero del
que entró. La forma completa de
este movimiento es,
por ejemplo, 100 escudos-2.000 libras de
algodón-110 es¬
cudos ; termina en el cambio de una
suma de dinero
—100 escudos—por una suma
mayor—110 escudos—. A
este excedente, a este acrecentamiento de
10 escudos es
a lo
que llamamos «plusvalía», es
decir, sobrevalor o
aumento de valor. Así,
pues, no sólo se conserva en la
circulación el valor anticipado, sino
que se hace mayor,
y esto es lo que lo convierte en
capital.
El movimiento que consiste en vender
para comprar,
que tiende a la aprobación de cosas
aptas para satisfa¬
cer determinadas
necesidades, encuentra fuera de la cir¬
culación un límite en el consumo de las cosas
compra¬
das; es decir, en la satisfacción de las necesidades. Por
el contrario, el movimiento de
comprar para vender,
que tiende al aumento de valor, no tiene
si se estanca el valor, que sólo aumenta
límites; pues
por su renova¬
ción continua, no se aumentará.
El último término del movimiento
dinero-mercancía-
dinero, 110 escudos en nuestro ejemplo, es el primero
i 22 CARLOS MARX
poner,
para explicar esa formación, que el cambio se
efectúe entre valores desiguales. Aun de este
el mercado sólo
modo, en
hay cambistas ante cambistas. El mo¬
tivo material del cambio, que consiste en
que los cam¬
bistas carecen del objeto que necesitan
y poseen el ob¬
jeto necesario a otro, les pone en una situación de mu¬
tua dependencia.
Decir que la plusvalía resulta
para los productores de
que venden sus mercancías en más de lo
que valen es
tanto como afirmar
que los cambistas, en su calidad de
vendedores, tienen el privilegio de vender excesivamen¬
te caro. El vendedor ha
producido por sí mismo la mer¬
cancía o representa el producto de
ella; pero el com¬
prador también ha producido o
representa al que ha
producido la mercancía convertida en el dinero con
que
compra. Por ambas partes hay productores; la
única
diferencia consiste en que el uno vende
y el otro com¬
pra. Si el poseedor de mercancías las
vende, con el
nombre de productor o de
vendedor, en más de lo que
valen, y con el nombre de consumidor o de
comprador
las comprademasiado caras, gana por un
concepto lo
que pierde por otro, y el resultado no se altera.
Lo mismo resultaría si se
supusiera no ya en el ven¬
dedor el privilegio de vender
muy caro, sino en el com¬
prador el de pagar las mercancías en menos de lo
que
valen: habiendo sido vendedor antes que
comprador, y
volviéndolo a ser después, perderá como vendedor el be¬
neficio obtenido como comprador.
Hemos considerado a vendedores y compradores en
general, prescindiendo de sus caracteres individuales.
Supongamos ahora que el cambista A, que es muy la¬
dino, consigue engañar a los cambistas B y C. A vende
a B, por 500 pesetas, una cantidad de vino
que vale 400,
y con esta cantidad compra a C
trigo que vale 600; A
realiza, pues, un beneficio de 200 pesetas.
Antes del cambio teníamos 400 pesetas de vino en
po¬
der de A, 500 pesetas en dinero en el de B
y 600 de tri¬
go en el de C; total, 1.500 pesetas. Después del cambio,
tenemos 600 pesetas de trigo en
poder de A, 400 pese¬
tas de vino en poder de B
y 500 pesetas en dinero en
CARLOS MARX
126
El aumento de valor
que convierta al dinero en capi¬
tal no puede provenir del dinero. Si
es cierto que sirve
de medio de compra o de medio de
pago, no hace más
que realizar los precios de las
mercancías que compra
o paga. Si queda
como es, evidentemente, no aumenta.
Es preciso, por consiguiente,
que la mudanza de valor
provenga de la mercancía comprada y después vendida
más cara.
CAPITULO VII
bajo.
Por otra parte, nada hay en todo esto que no se aco¬
mode a las leyes del cambio de las mercancías. En efec¬
to, el obrero, vendedor de la fuerza de trabajo, como
el vendedor de cualquier mercancía, obtiene el valor
EL CAPITAL 141
'
CAPITULO IX
Tipo de la plusvalía
otra parte, las dos décimas restantes, o sea, los dos ki¬
logramos de hilados, representan, por consiguiente, el
valor que queda, el nuevo valor de ocho pesetas crea¬
do en las doce horas de trabajo. El trabajo del hilan¬
dero, materializado en el producto de 10 kilogramos de
hilados, se concentra ahora en dos kilogramos, en dos
décimas del producto, de las cuales una, esto es, un
kilogramo, representa el valor de la fuerza de trabajo
empleada, es decir, las cuatro pesetas del capital va¬
riable anticipado, y la otra, las cuatro pesetas de plus¬
valía.
Toda vez que doce horas de trabajo crean un valor
de ocho pesetas, ascendiendo el valor de los hilados a
40 pesetas, representa sesenta trabajo. Esto
horas de
es así porque, hilanza, en
además de las doce horas de
las 40 pesetas está comprendido el tiempo de trabajo
que contenían los medios de producción consumidos:
cuatro jornadas de doce horas, es decir, cuarenta y ocho
horas de trabajo, que precedieron a la operación de la
hilanza y se realizaron en un valor de 32 pesetas.
Así, puede descomponerse el resultado de la
pues,
producción —el producto— en una cantidad que repre¬
senta únicamente el trabajo contenido en los medios de
producción, o parte constante del capital; en otra can¬
tidad que sólo representa el trabajo necesario añadido
durante la producción, o parte variable del capital, y,
por último, en una cantidad que representa él sobretra-
bajo agregado o plusvalía.
Descompuesto de esta manera el producto total fabri¬
cado en un tiempo determinado —por ejemplo, en una
jornada— en partes que representan los diversos ele¬
mentos de su valor, puede también representarse en
fracciones de la jornada de trabajo.
El hilandero produce en doce horas de trabajo 10 ki¬
logramos de hilados; en una hora y doce minutos, un
kilogramo. Así, pues, en siete horas y cuarenta y ocho
minutos produce seis kilogramos y medio, es decir, una
parte del producto que vale por sí sola todo el algodón
empleado en la jornada. Del mismo modo, la parte pro¬
ducida en la hora y cuarenta y ocho minutos siguien-
iíL cawtal
De la representación de los
diversos elementos de
valor del producto en partes
proporcionales de la jor¬
nada de trabajo, y de que la
plusvalía esté represen¬
tada por el valor del producto de los
setenta y dos úl¬
timos minutos, no se debe
deducir, como hacen algunos
economistas que en nombre de la ciencia
intentan opo¬
nerse a toda
reducción de la jornada de trabajo, que el
obrero, en su jornada de doce horas,
consagra al fa¬
bricante para la producción de la plusvalía
únicamente
los últimos setenta y dos
minutos, la «última hora»,
como ellos dicen.
En efecto, la plusvalía no es
igual al valor de la fuer¬
za de
trabajo gastada durante los últimos setenta
y dos
minutos, sino al valor del producto para el cual se ha
realizado elgasto de la fuerza de trabajo en ese tiem¬
po; es decir, igual al valor de los medios de
produc¬
ción —algodón o brocas— consumidos
en setenta
y dos
minutos, más el nuevo valor que a ellos
añade, durante
156 CARLOS MARX
La jornada de
trabajo
I. Límites de la
jornada de trabajo.—II. El
capital, ham¬
briento de sobretrabajo.—III. La
explotación del trabajador
libre, en la forma y en el fondo.
Trabajo de dia y trabajo
de noche.—IV. Reglamentación de la jornada de trabajo.
V. Lucha por la limitación de la jornada
de trabajo
trabajo posible.
El trabajador, por su parte, tiende, con razón, a no
gastar su fuerza de trabajo sino en los límites compa¬
tibles con su duración natural y su desarrollo normal.
Unicamente quisiera gastar cada día la fuerza que pue¬
de rehacer gracias a su salario.
El sostiene su derecho como comprador
capitalista
cuando procura prolongar todo lo posible la jornada de
trabajo. El obrero sostiene su derecho como vendedor
cuando quiere reducir la jornada de trabajo, de mane¬
ra que durante ella sólo transforme en éste la cantidad
de fuerza cuyo gasto no perjudique a su cuerpo. Existe,
pues, derecho contra derecho, ambos igualmente basa¬
dos la ley que regula el cambio de las mercancías.
en
* » •
CAPITULO XII
Plusvalía relativa
El tiempo
lo es en la práctica, por una disminución del salario,
que llega a ser inferior al valor de la fuerza de trabajo.
Mas aquí admitimos que la fuerza de trabajo se compra
y se vende en su justo valor. En tal caso, el tiempo
consagrado a reproducir dicho valor sólo puede dismi¬
nuir cuando ese valor disminuye. Pero este valor de¬
pende del valor de la masa de subsistencias que nece¬
sita para sus sustento: es, pues, necesario que el valor
de esta masa disminuya, que, por ejemplo, se produzca
en cinco horas la cantidad de subsistencias que antes se
Cooperación
Fuerza colectiva del trabajo. Resultados y
condiciones del
trabajo colectivo. El mando de la industria pertenece al
capital. La fuerza colectiva del trabajo aparece como una
fuerza propia del capital
operativa.
I. Doble origen de la
manufactura.—II. El trabajador frac¬
cionario y su utensilio.—III. Las
dos formas
de la manufactura. fundamentales
Mecanismo general de la
tura. Acción de la manufac¬
manufactura sobre el trabajo.—IV. Divi¬
sión del trabajo en la
manufactura y en la sociedad.—
V. Carácter capitalista de
la manufactura
El trabajador fraccionario
convierte su cuerpo entero
en
órgano mecánico de una sola operación,
por él durante toda su
ejecutada
vida, de manera que llega a efec¬
tuarla con más rapidez
que el artesano que ejecuta toda
una serie de
operaciones. Así, pues, comparada con
el
oficio independiente, la
manufactura, compuesta de tra¬
bajadores fraccionarios, suministra más
menos tiempo, es
productos en
decir, aumenta la fuerza productiva
del trabajo.
El artesano que tiene
que efectuar operaciones dife¬
rentes debe cambiar de
lugar o de instrumentos. El
paso de una operación a otra
ocasiona interrupciones
en el
trabajo, intervalos improductivos, los cuales des¬
aparecen, dejando más tiempo a la producción a me¬
dida que disminuye para cada
trabajador el número de
cambios de operaciones, en virtud
de la división del
trabajo. Por otra parte, este trabajo continuo
me acaba y unifor¬
por fatigar el organismo, que halla
alivio y
solaz en la actividad variada.
Cuando las partes del trabajo dividido
llegan a ser
funciones exclusivas, se perfecciona su método. Si se re¬
pite constantemente un acto simple y se concentra en
él la atención, se llega a alcanzar por la experiencia el
184 carlos marx
Acción de la manufactura
sobre el trabajo
El trabajador
de gran número de
colectivo, formado
por la combinación
obreros fraccionarios,
mecanismo propio del período consttiuye el
Las diversos operaciones manufacturero.
que el productor
de una mercancía realiza individual
funden en
sucesivamente, y
el conjunto de su que se con¬
dades de distinta índole. En trabajo,
requieren cuali¬
una necesita
habilidad; en otra, más fuerza; en emplear más
otra, más atención,
etcétera, y el mismo individuo no
posee todas estas fa¬
cultades en grado igual. Una
vez separadas y hechas
CARLOS MARX
188
en la filatura.
En el primer caso, el producto es fabricado completa¬
mente por la misma máquina utensilio, que ejecuta to¬
das las operaciones, y la forma propia del taller funda¬
do en el empleo de las máquinas, es decir, la fábrica,
se presenta, en primer término, como una aglomera¬
ción de máquinas utensilios de la misma especie, que
funcionan al mismo tiempo y en el mismo local. Así,
una fábrica de tejidos está formada por la reunión de
muchos telares mecánicos. Mas existe aquí una verda¬
dera unidad técnica, puesto que estas numerosas má¬
quinas utensilios reciben uniformemente su impulso de
un motor común. De la misma manera que numerosos
invertido en su producción
sea menor
que el tiempo de
trabajo suprimido por su uso.
Para el empleo de las máquinas el capitalista en¬
cuentra un límite todavía más reducido. Lo
que paga
no trabajo, sino fuerza de trabajo, y aun el salario
es
IV.—La fAbrica
Al ser
mayor, con las máquinas, la cantidad de ar¬
tículos fabricados, hacen falta más primeras materias
y, por consiguiente, es preciso que las industrias que
suministran estas primeras materias
aumenten la can¬
tidad de sus productos. Verdad
es que este aumento
puede resultar de la elevación de la
la
intensidad o de
duración del trabajo, y no únicamente de la del nú¬
mero de obreros.
Las máquinas originan una especie de obreros con¬
sagrados exclusivamente a su
construcción, y tanto más
numerosa es esa clase de obreros cuanto mayor es el
número de máquinas. A medida
que las máquinas ha¬
cen así aumentar la
masa de primeras
materias, de ins¬
trumentos de trabajo, etc., las industrias
que gastan es¬
tas primeras materias se dividen
cada vez más en ra¬
mas
diferentes, y la división social del trabajo se des¬
arrolla más poderosamente
que bajo la acción de la
manufactura propiamente dicha.
El sistema mecánico aumenta
la plusvalía. Este au¬
mento de riqueza en la clase
como
capitalista, acompañado,
siempre, de una disminución relativa de los
va
La fábrica y la instrucción
La fábrica y la familia
CAPITULO XVI
Hemos visto en el
capítulo VII que, si se considera
el acto de trabajo desde el punto de vista de su
resul¬
tado, es el producto, medio y
objeto de trabajo que se
presentan al mismo
tiempo como medios de produc¬
ción, y el trabajo mismo como
trabajo productivo. El
hombre, al adaptar un objeto exterior a sus
necesida¬
des, crea un producto, hace un
trabajo productivo;
pero, durante esta operación, el
trabajo manual y el
intelectual están unidos por lazos
misma manera
indisolubles, de la
que el brazo y la cabeza no obran
uno sin
el
la otra.
No obstante, desde que el
producto individual se ha
transformado en producto social, en
producto de un
trabajador colectivo, cuyos diferentes
miembros toman
parte en diversas operaciones
para la elaboración del
producto, si esta determinación del
trabajo colectivo,
CARLOS MARX
222
8
.
1
CAPITULO XVII
Hemos visto
que la relación de Intensidad entre la
plusvalía el precio de la fuerza de trabajo está deter¬
y
minada : Primero, por la duración del trabajo o su
grado de extensión. Segundo, por su grado de intensi¬
dad, según el cual son consumidas en el mismo tiempo
diferentes cantidades de trabajo. Tercero, por su grado
de productividad, según la cual la misma cantidad de
trabajo produce diferentes cantidades de productos en
el mismo tiempo. Evidentemente, esto motivará varia¬
das combinaciones, según que uno de estos tres ele¬
mentos cambie de intensidad y los otros dos, no, o que
dos, o los tres, cambien al mismo tiempo. Además, uno
de ellos puede aumentar cuando otro disminuye, o, sen¬
cillamente, aumentar o disminuir más que éste. Exa¬
minemos las principales combinaciones.
EL SALARIO
CAPITULO XIX
El salario a jornal
triales.
CAPITULO XXI
El salario a destajo
A primera vista, el
salario a destajo parece demos¬
trar que se paga al obrero, no el valor de su
sino el del trabajo, fuerza,
ya realizado en el producto,
el precio de este y que
trabajo está determinado por la capa¬
cidad de ejecución del productor.
es
Mas, en realidad, sólo
unatransformación del salario a jornal.
Supongamos que la jornada ordinaria de
de doce horas, seis de trabajo es
trabajo necesario y seis de sobre-
trabajo, y que el valor producido es de
seis pesetas. El
producto de una hora de trabajo
será, por lo tanto, de
50 céntimos. La
experiencia ha establecido que un obre¬
ro, trabajando con el grado medio
de intensidad y de
habilidad, y, por consiguiente, empleando sólo el
de trabajo socialmente tiempo
necesario para la producción de
un artículo, entregue en doce horas doce de estos
ductos pro¬
o fraccionesde trabajo. Estas doce porciones,
deducidos los medios de
producción que contienen, va¬
len seis pesetas,
y cada una de ellas vale 50
El obrero recibe céntimos.
por cada fracción 25 céntimos, y
así tres pesetas en doce gana
horas, en tanto que las mer¬
cancías producto de doce horas
de trabajo valen seis
CARLOS MARX
246
INTRODUCCION
Circulación del capital. Del estudio del mecanismo
fundamental de la acumulación
La transformación de
una cantidad de
dios de dinero en me¬
producción y en fuerza de
primera manifestación del trabajo, que es la
movimiento del valor desti¬
nado a funcionar como
capital, se verifica en el merca¬
do, dentro del dominio de la
circulación.
El acto de
producción, segunda manifestación del mo¬
vimiento, termina en cuanto los medios de producción
se transforman en mercancías cuyo valor
es mayor que
el de los elementos
que han contribuido a
esto es, que contiene una formarlos;
plusvalía además del dinero
adelantado. En este momento es
cuando las mercan¬
cías deben ponerse en
circulación. Es necesario vender¬
las, realizar su valor en
mar de nuevo ese
dinero, para después transfor¬
dinero en capital, y así
te. Este sucesivamen¬
movimiento, pues, es el que constituye la circu¬
lación del capital.
Reproducción simple
en la situación
trabajador
de asalariado
Cualquiera
que sea su forma
ser social, la producción debe
continua. Una sociedad no
ni puede dejar de
tampoco de consumir. Para producir,
seguir produciendo está
obligada a transfromar continuamente una parte de
productos en
medios de producción, sus
en elementos de
nuevos productos. Para mantener su
ma altura, en
riqueza a la mis¬
iguales circunstancias,
los medios de necesita sustituir
trabajo, las primeras materias
en una
palabra, los medios de producción auxiliares,
por ejemplo, durante un
consumidos,
anual de artículos de la
año, por idéntica cantidad
misma especie. En otros térmi¬
nos: es necesario
que haya reproducción
Si la producción de la riqueza.
reviste forma
afectará la capitalista, igual forma
reproducción. Desde el punto de
vista de la
primera, el acto de trabajo sirve
para crear entonces de auxiliar
plusvalía; desde el punto de
gunda, sirve de medio para vista de la se¬
reproducir o perpetuar como
capital, es decir, como valor que
te produce valor, la par¬
metálica adelantada.
Como aumento
periódico, el valor adelantado, la plus
valía, adquiere la forma de una «renta» procedente del
256 carlos marx
9
258 CARLOS MARX
su producto.
Elmecanismo de la producción
tra esta demasía de fuerza
capitalista suminis¬
de trabajo reproduciendo a
la clase obrera como
clase asalariada, cuyo salario
no usual
segura solamente el sustento, sino también la
mul¬
tiplicación. Sólo se necesita para ello que una
parte del
sobretrabajo anual
haya empleado en crear medios
se
de producción y de subsistencia, además
de los necesa¬
rios para la reposición del
capital
adelantado, no tenien¬
do que hacer entonces más
que añadir las nuevas fuer¬
zas de trabajo,
suministradas cada año en edades di¬
versas por la clase
obrera, al exceso de medios de pro¬
ducción que contiene la
producción anual.
Así, pues, la acumulación resulta de la
del capital en proporción reproducción
creciente.
Una parte de la
plusvalía la gasta el capitalista como
ganancia, y la otra acumulada, como capital. Siendo igua¬
les todas las demás circunstancias, la
proporción en que
se funda esta división determinará la cantidad de la
acumulación. El propietario de la plusvalía, el
capitalis¬
ta, es quien la divide según su voluntad. De la
parte
del tributo arrancado por él,
y que él mismo acumula,
se dice que la
«ahorra», porque no la consume; es de¬
cir, porque cumple su papel de capitalista, que es el de
enriquecerse.
El capitalista tiene ningún valor histórico, ningún
no
derecho histórico a la vida, ninguna razón de ser social,
mientras no funciona como capital personificado. Sólo
con esta
condición, la necesidad momentánea de su pro¬
pia existencia es una consecuencia de la necesidad pa¬
sajera del sistema de producción capitalista. El fin de¬
terminante de su actividad no es, pues, ni el valor de
uso ni el goce,
sino el valor de cambio y su continuo
acrecentamiento. Agente fanático de la acumulación,
obliga sin cesar a los hombres a producir para producir,
270 CARLOS MARX
Teoría de la abstinencia
Concentración y centralización
Cada uno de los de que so
capitales individuales
compone el capital luego cierta
social representa desde
«concentración», en manos de un capitalista, de me¬
dios de producción y de medios de subsistencia del
trabajo, y a medida que la acumulación se realiza, se
extiende esa concentración. Así, pues, al aumentar los
elementos reproductivos de la riqueza, la acumulación
realiza al mismo tiempo su concentración, cada vez
mayor, en manos de empresarios privados.
Todos esos capitales individuales que componen el
EL CAPITAL 2S7
ñía de capitalistas.
La centralización no hace otra cosa que ayudar a la
obra de acumulación, poniendo a los industriales en si¬
tuación de ensanchar el círculo de sus operaciones. Que
tal resultado se deba a la acumulación o a la centraliza¬
ción, que ésta se efectúe por el violento sistema de la
anexión, venciendo unos capitales a otros y enrique¬
ciéndose con sus elementos desunidos, o que la fusión
de muchos capitales se verifique por el procedimiento
más suave de las sociedades por acciones, etc., el efecto
económico de semejante transformación no dejará de
ser el mismo. La extensión del círculo de las empresas
su demanda de brazos
produzca, mediante un alza de
los salarios, movimiento de población que les pro¬
un
porcione los brazos que necesitan. La expansión de la
producción en un momento dado no es posible sino con
un ejército de reserva a las órdenes del
capital, con un
sobrante dé trabajadores independientes del aumento
natural de la población.
Los economistas confunden las leyes que rigen el
tipo general del salario y que expresan relaciones entre
el capital y la fuerza obrera consideradas en conjunto,
con las leyes que en particular distribuyen la población
LA ACUMULACION PRIMITIVA
CAPITULO XXVI
.
310 CARLOS MARX
«MANIFIESTO COMUNISTA»
MANIFIESTO COMUNISTA
A MODO DE PROLOGO
Burgueses y proletarios
Proletarios y comunistas
12
354 MARX Y ENGELS
La arruinada
aristocracia feudal no es la única clase
por la burguesía; no es la única clase cuyascondicio¬
nes de existencia se debilitan y menoscabanen la so¬
ciedad burguesa moderna. Los pequeños burgueses y
los pequeños agricultores de la Edad Media fueron los
precursores de la burguesía moderna. En los países don¬
de el comercio y la industria están poco desarrollados
esta clase continúa vegetando al lado de la burguesía
floreciente.
En los países donde se extiende lacivilización mo¬
derna se ha formado una nueva clase de pequeños bur¬
gueses que oscila entre el proletariado y la burguesía.
Parte complementaria de la sociedad burguesa se re¬
constituye sin cesar; pero los individuos que la compo¬
nen seven continuamente precipitados en el proletaria¬
do por causa de la competencia, y lo que es más, con
la marcha progresiva de la gran industria ven aproxi¬
marse el momento en que desaparecerán completamen¬
te como fracción independiente de la sociedad moder¬
na y en que serán reemplazados en el comercio, la ma¬
nufactura y la agricultura por contramaestres y criados.
En países como Francia, donde los campesinos cons¬
tituyen bastante más de la mitad de la población, los
escritores que adoptaban la causa del proletariado con¬
tra la burguesía debían, naturalmente, criticar el régi¬
men burgués y defender al partido obrero desde el pun¬
to de vista del pequeño burgués y del labrador. Así se
formó el socialismo ínfimo-burgués. Sismondi es el jefe
de esta literatura, tanto en Inglaterra como en F'rancia.
Este socialismo analizó con mucha penetración las
contradiciones inherentes a las relaciones de produc¬
ción modernas. Puso al desnudo las hipócritas apologías
de los economistas. Demostró de una manera irrefuta¬
ble los efectos mortíferos del maquinismo y de la divi¬
sión del trabajo, la concentración de los capitales y de
la propiedad territorial, la sobreproducción, las crisis,
la fatal decadencia de los pequeños burgueses y de los
agricultores, la miseria del proletariado, la anarquía en
362 MARX Y ENGELS
\
IV
PRECIOS,
SALARIOS Y GANANCIAS
A
410 CARLOS MARX
sobre todo, los valores relativos del trigo y del oro, por
ejemplo, habrán sido establecidos sin tener para nada
en cuenta el valor del trabajo empleado, es decir, los
salarios. Determinar el valor de las mercaderías según
las «cantidades relativas de trabajo que se les ha in¬
corporado» es, pues, un método distinto por completo
del procedimiento tautológico, que consistiría en deter¬
minar el valor de las mercancías por el valor del tra¬
bajo, calculando los salarios. Sea lo que fuere, es éste
un extremo que la continuación de nuestro examen di¬
lucidará aún más.
En el cálculo del valor canjeable de una mercancía
debemos agregar a la cantidad de trabajo empleado en
«último lugar» la cantidad del trabajo «anteriormente»
incorporado en la materia prima de la mercancía, y
también la del trabajo que ha entrado en los instru¬
mentos, los edificios con cuya
útiles, las máquinas y los
ayuda ha funcionado ese último trabajo. Por ejemplo,
el valor de cierta cantidad de hilos de algodón es la
cristalización de la cantidad de trabajo agregado al
algodón durante la hilatura, de la cantidad de trabajo
incorporando anteriormente al mismo algodón, de la can¬
tidad de trabajo incorporado en el carbón, aceite y las
otras materias empleadas, de la cantidad de trabajo fi¬
jado en la máquina de vapor, los sostenedores de las
bobinas, los edificios de la fábrica, y así sucesivamen¬
te. Los instrumentos de producción propiamente dichos,
tales como útiles, máquinas, edificios, sirven y vuelven
a servir durante más o menos tiempo gracias a una serie
de reparaciones que se repiten. Si se consumieran en se¬
guida completamente, su entero valor se transmitiría des¬
de luego a las mercancías que ayudan a producir. Pero
como las varillas metálicas en que encajan las bobinas,
por ejemplo, no se gastan sino gradualmente, se hace
un promedio, basado en el tiempo medio de su duración,
IL
INDICE
Págs.
Págs.