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Sin duda que todas estas propuestas podrían incidir en el mejoramiento de procesos y resultados
educativos. Sin embargo, hay una variable que está prevaleciendo sobre el resto, al punto de
limitar los esfuerzos para mejorar la calidad de la educación pública: la situación financiera
negativa de la mayoría de las instituciones que administran la educación municipal.
La mayor parte de las agendas están centradas en esta situación y en la búsqueda de alternativas
que permitan resolverla o, a lo menos, paliarla. Los problemas de financiamiento de la gestión de
la educación municipal han llegado a un estado crítico que, además, están impidiendo que los
administradores de la educación escolar puedan abocarse de manera más directa y efectiva a la
gestión pedagógica.
No asumir ni afrontar esta realidad seguirá restringiendo el alcance de los programas de desarrollo
educativos, de los recursos destinados a ellos y la obtención de resultados positivos que lleven al
mejoramiento de la calidad de la educación escolar. Se seguirá acentuando el déficit, perdiendo
recursos públicos de la educación, debilitando la institucionalidad del sistema, incrementando los
costos de operación y subordinando la eficacia y eficiencia de la gestión educacional -el desarrollo
de los niños y jóvenes que están en el sistema- a los desequilibrios financieros de las instituciones
sostenedoras.
Por ello se hace necesario destacar las principales causas de origen, contexto y operación de la
situación financiera descrita. Y a partir de ello, orientar y fundamentar propuestas de acciones
inmediatas y con efectos en el corto plazo. Estas propuestas, en lo referido al sistema educacional,
no requerirían de grandes transformaciones estructurales, sino solo de voluntad y consenso
político. A la educación no se le puede utilizar para fines partidistas o a la retribución de campañas
o favores políticos hay que enfrentar con fuerza ese tema.
Casi todas las comunas enfrentan deudas de arrastre que impactan el flujo mensual (alimentado
solo con fondos para la operación corriente) y producen desequilibrios que se acentúan día a día.
Ello ocurre, entre otras causas, por: costos financieros asociados a esas deudas, descuentos por
anticipos de subvenciones, retenciones y sanciones por incumplimientos de todo orden que
significan mayores egresos por servicios de deudas, junto con menores ingresos derivados de
descuentos y retenciones. Un círculo vicioso que amplifica el desequilibrio financiero.
Así se produce la paradoja de que muchas de estas instituciones tienen problemas hasta para
cancelar los consumos básicos, y, por otro lado, muestran importantes saldos en caja
correspondientes a recursos SEP. De igual forma, programas importantes creados para el
mejoramiento de la gestión, como FAEP, se desnaturalizan, pudiendo hoy ser destinados casi
íntegramente a pagar deudas previsionales u otras. Esta evidencia hace necesario sincerar y
abordar el impacto de las deudas de arrastre en la condición financiera de las instituciones que
administran la educación municipal. No hacerlo implicará que, por más recursos que se destinen
para la operación y por más voluntad que se le ponga a la acción, las posibilidades de éxito
seguirán siendo bastante limitadas.
Asumiendo los magros resultados alcanzados por la actual gestión municipal, las
propuestas apuntaban a cambios profundos y estructurales, los cuales, necesariamente, tendrían
un proceso de elaboración, maduración, negociación, implementación y efectos, a lo menos a
partir de un mediano plazo. De ahí entonces el nacimiento de los traspasos de la Educación a los
servicios locales, pero se ha avanzado muy poco en ello y el proceso de cambio ha sido muy lento
y de postergación, ello debido a que el traspaso requiere que el servicio se encuentre saneado
financieramente, no obstante que en la mayoría de los municipios sus DAEM se encuentran con
deudas de arrastre por lo tanto se requiere que la institucionalidad actual no solo sobreviva, sino
que mejore sus condiciones de gestión siendo además imperativo abordar hoy el efecto de las
deudas de arrastre en los flujos corrientes de las instituciones sostenedoras y mejorar las prácticas
de gestión para que aseguren un control y uso eficiente de los recursos financieros asignados a la
gestión educativa escolar. A continuación, algunas propuestas en ese sentido:
El uso de los saldos no ejecutados del presupuesto de educación escolar para financiar la
condonación de las deudas de las instituciones sostenedoras a través del propio Ministerio
de Educación, por anticipo de subvenciones, así como se hace con los planes de retiro
voluntario de personal
Continuar y aumentar recursos a los mismos fines anteriores, con cargo a los programas
de SEP y FAEP, dado que en muchos casos estos recursos no son bien utilizados. o no se
están utilizando íntegramente. O finalmente se gastan porque hay que rendirlos en
muchos de los casos sus destinos dejan mucho que desear, no dando cumplimientos a los
propósitos para los cuales fueron creados.
Habilitar procedimiento, desde el Ministerio de Educación, para incorporar a cualquier
forma de pago de deudas los recursos retenidos por el mismo concepto.
De igual forma, y a partir de esta condición de casi autoflagelación financiera que tiene el sistema
de educacional escolar, debe considerarse que las retenciones de subvención por deudas
previsionales, las retenciones por discrepancias, las multas de la Superintendencia de Educación
por estas mismas deudas, o rendiciones de cuentas defectuosas, los intereses y multas aplicadas a
las deudas originales por las instituciones acreedoras y las cauciones y embargos determinados
por los tribunales, respecto de las mismas deudas, no hacen más que menguar todavía más los ya
insuficientes recursos de las instituciones sostenedoras. Por tanto no cabe duda que esta situación
hay que enfrentarla con eficiencia, calidad y orden en el uso de los recursos financieros para
general los cambios adecuados.