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Julio Cotler (Herencia Colonial, Clases, Estado y Nación en El Perú)
Julio Cotler (Herencia Colonial, Clases, Estado y Nación en El Perú)
sustitución de la encomienda por el pago del tributo al enco- Cabe así afirmar que las condiciones de la explotación revis-
mendero. Pero esta variación no eliminó que la encomienda se tieron características de genocidio, o mejor aún, de etnocidio. Du-
constituyera en uno de los núcleos del reclutamiento de la mano rante los siglos XVI y XVII la población nativa decreció notable-
de obra servil: mente, debido a los estragos producidos por las enfermedades y
las mismas condiciones de vida. La baja demográfica significó que
[...] no podían existir hombres ricos sin encomiendas, debido a que las obligaciones de los indígenas fueran cada vez mayores, lle-
la industria era llevada a cabo por el trabajo indígena y sólo aque- pando a afectar prácticamente a toda la población, con el consi-
llos que tenían indígenas podían dedicarse al comercio [...] (Haring, guiente desarraigo de sus lugares de residencia y el resquebraja-
1963: 53).
miento de los lazos de parentesco e identidad étnica, y con ellos
(de las relaciones de intercambio y reciprocidad, bases de la arti-
Sin embargo, ya que la encomienda favorecía la autonomía de NUNCIO —
culación de la sociedad indígena. — (Oec A.
los conquistadores, la Corona limitó su usufructo a dos genera-
ciones, restringiendo cada vez más su concesión, hasta que en el En estas circunstancias, con el objeto de mantener la reserva
siglo XVIII, bajo los Borbones, la eliminó definitivamente median- ográfica, sin la cual no hubiera funcionado el dominio colonial,
do como recompensa una suma fija otorgada por el Rey. Fueron la Corona estableció el corregimiento de indios. Sin embargo, los
estas disposiciones, que buscaban preservar los intereses reales ; gidores reemplazaron a los encomenderos en la función de
sobre los señoriales, las que dieron lugar a las rebeliones y gue- ovilizar a la mano de obra indígena, en su provecho personal, con
rras civiles con que los conquistadores enfrentaron a la Corona. connivencia de encomenderos, curas doctrineros y curacas.
En el supuesto que la forzada movilización de la mano de obra Los corregidores de indios adquirieron paulatinamente am-
era de interés común, el poder público ordenó a las justicias reales lios poderes: se encargaban de la seguridad interna de las reduc-
que distribuyeran los trabajadores entre los conquistadores que lo nes, es decir, de descubrir y aplastar las revueltas indígenas;
solicitaran. Es así como se instaló la mita, que los indígenas de- Iministraban justicia, recolectaban los tributos y velaban por el
bían cumplir en las más variadas actividades. De acuerdo con las L plimiento de la mita. La amplitud de sus poderes derivó rápi-
ordenanzas del virrey Toledo, supremo organizador del dominio Inmente en lo que la Corona había procurado evitar. Pronto esos
colonial, la sétima parte de los indios adultos tenía la obligación funcionarios se convirtieron en el símbolo de la explotación, al
de trabajar durante diez meses al año en las diferentes tareas que Exigir servicios gratuitos o escasamente pagados, a la vez que se
señalara el gobierno colonial. A fin de reducir las protestas que vertían en agentes monopolistas del comercio.
acarreó el establecimiento de este tipo de trabajo forzado, la Co-
rona estipuló que los conquistadores debían pagar a los indígenas
Prohibieron el ingreso de comerciantes en sus jurisdicciones en-
por los servicios prestados. El “salario”, que constituía en el siglo
cargándose ellos mismos de importar bienes que obligaban a com-
XVI la mitad o tercera parte del que percibía el trabajador libre, no prar a los indios a precios inflados [...] Recolectaban el tributo real
fue modificado a lo largo de los tres siglos de dominación colonial, en especies a la mitad del precio del mercado, para luego reven-
con la consiguiente desvalorización de su poder adquisitivo. derlo a su precio real [...] (Rowe, 1957: 163).
gidores y que obligaba a los indios a comprámmercancías a los diciones de transgredir la ley y obtener tierras de las comunida-
precios que ellos establecían. Es así como a partir de 1670 la Corona des, englobando a sus pobladores como trabajadores enfeudados.
puso en venta dichos cargos “públicos” a fin de participar de los
beneficios que obtenían los corregidores. El abuso de la mita y la creciente mortalidad indígena produjo
una fuerte acumulación de tierras ociosas y realengas en las ori-
Corregimiento y repartimiento constituyeron pues el canal ginalmente ¡ri a las comunidades. A este fenómeno se
fundamental de oferta forzada de servicios a bajo costo para los asociaba el hecho de lun creciente número de indígenas que al
españoles, y de una demanda —igualmente forzada— de mercan- huir de las reducciones se convertían en forasteros, condición que
cias de alto valor relativo para los indígenas, que de esta suerte les permitía evadir el tributo y la mita, en razón de no contar con
aparecían incorporados a la economía mercantil: tierras para su sustento. Esta situación originó la “composición
de tierras”, de la que abusaron los españoles. Así, encomenderos,
corregidores, curas doctrineros, se transformaron en hacendados,
Para evitar que, por ausencia de una espontánea corriente de in-
tercambios, faltase a enteras zonas rurales lo más necesario, se pese a las expresas disposiciones reales.
decide inducir esta corriente por acto de imperio: los corregidores,
Pero la posesión de tierras o minas sólo adquiría valor si se
funcionarios ubicados por la Corona al frente de enteros distritos,
ofrecerán sus productos al trueque de las poblaciones indígenas acompañaba de una abundante y servil mano de obra. Así, el in-
sometidas a su mando (Halperin, 1970: 17). terés de la capa dominante por apropiarse de mayores extensiones
de tierras se relacionaba con la posibilidad de absorber trabajado-
[---] el repartimiento constituyó evidentemente un modo de au- Tes indígenas.
mentar el consumo. Forzó la demanda en una comunidad cuyas
pautas de vida y cuyas costumbres tenían escasa relación con la Las haciendas se trabajaban con mitayos, yanaconas, arren-
estructura del mercado español. Por ello, el sistema de reparti- “datarios y en menor grado con asalariados. Los mitayos, como se
miento era apoyado no sólo por los corregidores sino también por dijo, eran indígenas que por disposiciones expresas de las Leyes
algunos grupos de mercaderes. El temor que disminuyese el nivel “de Indias debían servir durante un tiempo determinado a un
de la actividad económica fue un factor frecuentemente debatido
“miembro de la sociedad conquistadora. Los yanaconas eran traba-
cuando se trató el tema de la abolición del repartimiento (Cornblit,
1976: 162-163). -“jadores que, a cambio de la prestación de servicios gratuitos, reci-
bían una parcela de tierra para su manutención. Los arrendatarios
En resumen, a las obligaciones del indio de tributar a la Coro- eran trabajadores “enganchados” por los curacas y corregidores
na o al encomendero, de pagar diezmos a la Iglesia por los pro- que, a cambio de una parcela y del compromiso del hacendado de
ductos agropecuarios de origen europeo, de cumplir con la mita, protegerlos de la exigencia de la mita, debían trabajar gratuita-
se agregaba el repartimiento para forzar a esta población a ofre- ente para él.
cer su trabajo y el producto del mismo a un “precio” por debajo del
“mercado libre”. [...] la hacienda era feudal por ser colonial. La feudalización del
agro era un modo y condición del colonialismo.
Estos modos de participación de la población indígena en la
economía colonial se cumplieron paralelamente a la constitución Lo decisivo a nuestro juicio es que el análisis de la comercializa-
de las haciendas y plantaciones basadas en el trabajo esclavo. La ción agropecuaria y de las relaciones sociales de trabajo revela un
“doble juego” de la hacienda: mientras al interior se establecía
Corona incorporó a su patrimonio las tierras del Inca que, en un
una economía no monetaria con los salarios pagados en servicios,
primer momento, las audiencias y los cabildos distribuyeron entre concesión precaria de terrenos y especies supervaloradas; del otro
los conquistadores con sus correspondientes mitayos. Además, los lado, hacia afuera la hacienda se gestionaba como economía mo-
encomenderos, corregidores, cabildos y congregaciones religio- netaria y vendía su producto en el mercado a cambio de dinero. La
sas, gracias a su relativa autonomía frente al Rey, estaban en con- hacienda quedaba situada en la frontera de dos economías, en la
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frontera de dos sectores sociales, regul fa, ando
comunicación entre Los agentes de la Casa de Contratación de Sevilla tenían resi-
ambos. Todo el éxito de la empresa residía en estas funciones de
dencia en las pocas ciudades que, como Lima, tenían exclusividad
tránsito, pontazgo, control (Macera, 1977, III: 142; 219-220).
para la recepción y remisión de mercancías. Estos agentes se
encargaban de repartir las mercaderías en el interior del virreinato
De esta manera, mediante tributos, diezmos y primicias; reduc- mediante sus representantes, y por la acción extorsionadora de
ciones, encomiendas y mitas; corregimientos y repartimientos; los los corregidores obligaban a la población colonizada a adquirir lo
que de otra manera sería invendible, al doble o triple de su valor
españoles movilizaron “legalmente” a la población indígena a fin
de obtener mano de obra y alimentos “baratos” en centros urbanos comercial.
y asientos mineros y también una demanda mercantil sobreva- En resumen, puede afirmarse que la operación mercantil y co-
lorada, mecanismos que permitían apropiarse de los excedentes.
lonial se fundaba en la coacción y movilización forzada de la ma-
Dichas instituciones cumplían así la función económica de “no de obra indígena, obligada a trabajar en asientos mineros, de
incorporar a la población indígena a la economía mercantil, aun- “Cuya producción el Estado percibía el quinto real; los señores de
que en condiciones las minas retenían el resto a cambio de un pago simbólico que
de explotación colonial. A su vez, los exceden-
tes mercantiles que lograban acaparar los grupos dominantes eran “debía servir para que los campesinos cumplieran con la renta de la
reinvertidos en minas, “encomienda (tributos) y adquirieran los alimentos y efectos com-
tierras, esclavos y símbolos de prestigio to-
mados de la sociedad metropolitana, articulándose así la periferia plementarios para su subsistencia. Los alimentos y efectos que
“consumían los mitayos, así como el resto de la población residente
con el centro del naciente sistema capitalista.
en los centros mineros, al igual que los insumos requeridos pa-
A estos mecanismos de explotación del trabajo indígena debe ra la producción provenían, a su vez, de las rentas de las enco-
agregarse el estado de esclavitud de la mano de obra de origen miendas, diezmos, trueque y ventas forzadas que imponían los
africano. Esta población fue destinada a trabajar principalmente corregidores.
en las plantaciones costeñas, en los obrajes y en la servidumbre
doméstica. La producción obtenida en los dos primeros sectores se Así el ciclo de la sustracción concluye a través del cambio. Pero la
trasladaba integramente a los circuitos monetarios interno e operación M/D o D/M del asiento minero es un cambio no equiva-
lente socialmente considerado, pues el indígena tiene que invertir
internacional, logrando así sus propietarios valorizar su inversión
T(rabajo) para llegar a la posesión de D(inero), mientras que para
en la mano de obra esclava. el español la propiedad de M(ercancías) es la merced graciosa que
le concede el sistema de dominación a través de la encomienda
Reiteradamente, la Corona procuró monopolizar el comercio y
(“cobrar para sí los tributos de los indios”). En efecto, [...] la cuantía
el transporte de mercancías a través de la Casa de Contratación de
mayor de las mercancías que llegan a Potosí ha sido producida por
Sevilla, en la que un privilegiado grupo de comerciantes penin- la economía campesina y transferida al español en forma de tri-
sulares había obtenido del Rey la concesión exclusiva. Esta rela- buto. De tal modo, esas mercancías son productos que tienen un
ción, que colocaba a España como eje integrador de sus diversas costo social pero ningún costo monetario, son un excedente con
economías coloniales, suponía que la Casa de Contratación debía contenido de valor cuyo cambio de propiedad no se retribuye con
abastecer de esclavos y manufacturas a los mercados americanos, ningún otro valor; para el productor directo el excedente son valo-
a los precios inflados que ella fijara. A esto se sumaba la política , res de uso, mientras que traspasado al grupo dominante se con-
vierte en M(ercancías), en valor de cambio que pasando por el mer-
proteccionista en favor de la producción peninsular en detrimento
cado minero asume la forma de D(inero) (Assadourian, 1976).
de la americana; pero, debido a la precariedad de la manufactura
española, en la realidad de los hechos, esta política favoreció a In-
Por último, las rentas y excedentes mercantiles que concen-
glaterra, Francia y Holanda, mientras que la Casa de Contratación
— traban las figuras dominantes españolas, les permitían adquirir
de Sevilla se reducía al papel de intermediaria comercial. las importaciones europeas, que podían ser colocadas en la esfera
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de la circulación o consumidas por ellos, mientras los agentes de puede haber hombres ricos ni poderosos, no teniendo pueblos en-
las casas de contratación enviaban a la metrópoli los beneficios comendados, como dicho es, porque todas las haciendas y granje-
que les reportaba esa actividad. rías se administran por los indios de los pueblos que están en-
comendados a los españoles, y fuera de éstos no hay manera para
Por otro lado, esta operación de sustracción de excedentes a la otra granjería alguna e 1972: 104).
población campesina, constituía la base de la formación del mer-
cado, en tanto favorecía la división social del trabajo y su espe- Esta jerarquización, en el caso americano, se justificaba por el
cialización, obligando a que los salarios de la población indígena origen de los diferentes estratos sociales. Mientras los conquis-
se destinaran también a la compra de lo que no producía direc- tadores eran “cristianos viejos” o se destacaban por su “limpieza
tamente (Mellafe, 1969). de sangre”, la población sojuzgada tenía un origen gentil. Por lo
tanto los primeros debían encargarse de cristianizarla a cambio
Pero el hecho que la producción y comercio se fundaran en la del cumplimiento de tareas serviles. No es de extrañar, entonces,
explotación colonial de la población indígena restringió de ma- que los teólogos tuvieran una función decisiva en la elaboración
nera considerable el desarrollo de un amplio sector de productores de doctrinas que justificaran la dominación colonial, tales como
y consumidores libres de mercancías diferenciadas, con el consi- “el de las “guerras justas” y las concernientes al estatuto social que
guiente crecimiento de la demanda interna e ingresos generales, “correspondía a la población conquistada.
que hubiese concluido en la constitución de un mercado interno
cada vez más homogéneo e integrado. Muy al contrario, la domi- Pero, además, esta jerarquización estamental se descomponía
nación colonial procuró la formación de mercados reducidos, seg- en sectores funcionalmente divididos y organizados de acuerdo
mentados, y discontinuos, afirmando el fraccionamiento de la so- con las diferentes actividades adscritas desempeñadas por los
ciedad en múltiples “usos y costumbres”. distintos sectores de los varios estamentos coloniales:
critas, las corporaciones, se entroncaban con la figura personal escuelas especiales; y juntamente con los corregidores y curas
del monarca. doctrineros se encargaban de administrar la explotación de los
indios que estaban bajo su jurisdiéción (Spalding, 1974: 31-60).
Las relaciones del Rey con el resto de la sociedad diferían de
acuerdo con el principio de “limpieza de sangre” de los súbditos, Los negros podían ser libertos o esclavos y en razón del proceso
lo que acarreaba la constitución de diferentes “repúblicas” 0 esta- de mestizaje en curso existían diversas denominaciones asocia-
mentos sociales, con particulares deberes y derechos, que supo- das con diferentes responsabilidades legales y fiscales.
nían una delimitación definida e inamovible de los papeles y fun-
ciones dominantes y subordinados a cumplirse en cada república. Tal como ya se expresara, las distintas repúblicas o estamentos
Es decir, en este esquema funcional de la estratificación social, guardaban entre sí una relación de dominación y subordinación.
los individuos se ubicaban en razón de su nacimiento que, a su La de los españoles agrupaba a funcionarios, comerciantes, ecle-
vez, determinaba la ocupación y la posición social. siásticos, encomenderos, mineros. Los indígenas, al igual que los
hegros, siempre estuvieron en posición subordinada, desempe-
En América igual que en el medioevo, cuando la sociedad se hando tareas serviles destinadas a cubrir las necesidades de los
encontraba estamentada en “defensores, oratores y laboratores” españoles y excluidos de toda posibilidad de ocupar otras posicio-
(guerreros, clérigos y comunes), se aplicó el mismo principio ge- hes en la sociedad. El régimen patrimonial venía a regularizar las
nérico cuyo resultado fue la división entre españoles, por un lado, relaciones de dominación, así como a justificarlas teóricamente.
e indios y negros por el otro. En términos generales, eran consi-
derados españoles los peninsulares y sus descendientes en Amé-
Y siendo esto así, no puede parecer injusto, que los indios, que por
rica, entre los que a su vez se establecían distinciones en razón
su estado y naturaleza son más aptos que los españoles para ejer-
de nacimiento, grado de nobleza y riqueza. Si bien nominalmente Cer por sus personas los servicios de que tratamos, sean obligados
tanto peninsulares como criollos gozaban de los mismos privile- y compelidos a ocuparse en ellos con buenos partidos, gober-
gios, la realidad era diferente. Exclusivamente los españoles po- nándolos, adiestrándolos y ayudándolos con su industria e ingenio
dían alcanzar posiciones de privilegio e importancia en las esferas los españoles, como lo apunta la dicha Ley de Partida. Pues según
gubernamental y eclesiástica, así como integrar ciertas corpora- sentencia de Aristóteles y otros que le siguen, aquellos a quien la
ciones, como la de los comerciantes importadores. De los 180 vi- naturaleza dió cuerpos más robustos o vigorosos para el trabajo y
rreyes que gobernaron las colonias americanas, sólo cuatro fue- menor entendimiento o capacidad, infundiéndoles más de estaño,
que de oro por esta vía, son los que se han de emplear en él como
ron criollos, pero educados en España donde residieron mucho
los otros a quien se le dió mayor, en gobernarlos y en las demás
tiempo; de los 602 capitanes generales, catorce fueron criollos.
funciones y utilidades de la vida civil. De lo cual no va lejos Séneca,
Las proporciones fueron menos disparejas en el caso de lalglesia: cuando dice que los hombres toscos, rudos y de poca razón, los cría
de 602 obispos que tuvo la Iglesia en América, 105 fueroncriollos. y cuenta la misma naturaleza casi como en número de animales,
y para que como de tales nos podamos servir de ellos por su corta
Los indios, que con los negros constituían el sector dominado capacidad (Solórzano Pereira, 1648: 89).
de la población, tenían su propia jerarquización interna. Quienes
habían logrado probar su linaje, filiación y sangre, de hecho con-
formaron el grupo de los curacas, mientras que quienes sólo ha- De igual manera, Elliot (1972: 59) cita la siguiente declaración
bían hecho reconocer su relación de descendencia se ubicaban expedida por un experto anónimo, cuya opinión fue manifestada a
en el sector medio, con menos privilegios que los anteriores mien- Felipe III:
tras que el resto, es decir el común, constituía el vasto sector de
los hatunruna o tributarios. Los primeros tenían una serie de pri-
vilegios: no pagaban tributos ni diezmos, se les reconocían sus de- Debemos decir que los indios son siervos de los españoles [-..] por
rechos de propiedad, contaban con la posibilidad de educarse en la doctrina de Aristóteles, lib. 1, Política, que dice que los que han
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menester ser regidos y gobernados por otros pueden ser llamados
nentes sociales se aglutinaban en grupos y asociaciones iden-
siervos de aquellos [...] Y por ésta la naturaleza hizo proporcionados
tificables por su estatus y funciones adscritas, con sus correspon-
los cuerpos de los indios, con fuerzas bastantes para el trabajo
del “dientes valores, símbolos, comportamientos particulares y, final-
servicio personal, y de los españoles, por el contrario, delicados
y
derechos y hábiles para tratar la policía y urbanidad [ks:] mente, por sus distintas personalidades jurídicas, manifiestas en
US fueros especiales.
La delimitación de cada uno de estos estamentos sociales se
encontraba asociada a fueros privativos y especiales obligaciones, Jurídicamente, cada uno hasta cierto punto Apnstituía una enti-
que delineaban con buscada precisión los lugares donde podían dad aparte, un estado dentro de un estado. Cada uno se encontraba
embebido en sus propios asuntos e interesado solamente en su
residir, las ocupaciones que podían desempeñar, las imposiciones
propio bienestar, privilegios o inmunidades, los que debían ser
que debían pagar, los tribunales a los que podían recurrir y el peso defendidos celosamente contra objetivos semejantes de otros seg-
legal que debía tener el testimonio de españoles e indios, así como mentos. No existían valores comunes, intereses u objetivos. Ha-
el tipo de vestimenta y accesorios que podían llevar, festividades bía indios, castas, nobles, soldados, sacerdotes, mercaderes y ju-
que podían celebrar y medios de transporte que podían usar. Así, ristas, pero no había ciudadanos. En términos de Ortega y Gasset
por ejemplo, el testimonio de un español equivalía al que presen- era una sociedad invertebrada (McAlister, 1963: 364).
taban dos indios o tres mujeres de la misma condición; los indios
tenían prohibido tocar guitarra y montar a caballo; indios y espa- En el mismo sentido Morse se refiere al carácter corporativo de
ñoles tenían prohibido contraer matrimonio, asistir a las mismas la sociedad colonial y a sus consecuencias:
iglesias y ser enterrados en los mismos cementerios. Los indios,
por su inferior condición social, eran considerados legalmente Sólo en el sentido más amplio de “grupos con privilegios juris-
mewores de edad y no se les permitía celebrar contratos con los — diccionales comunes”, se puede decir que existieron en la Améri-
ca Española estamentos sociales. El Estado tenía un carácter cor-
españoles sin la aprobación del Rey y por dicha situación y su
porativo. Dentro de él coexistían, independientemente, privilegios
jurisdicciones para amplios sectores (indios, europeos, eclesiás-
supuesta incapacidad para comprender los misterios de la reli-
y
gión en la Iglesia, los indios no recibían las órdenes mayores. ticos, negros) así como para sectores más reducidos y específicos,
tales como: indios en misiones, pueblos de indios, indios enco-
La situación de los mestizos fue variada e incierta. Los des- mendados; mercaderes, clero regular, clero secular, funcionarios
—
cendientes de matrimonios de los conquistadores con indias de la de la Inquisición; esclavos negros, libertos y así sucesivamente.
nobleza regional fueron incorporados al estamento español, mien- La huella medieval que el sistema en su totalidad llevaba, no era
tras que los otros, es decir la inmensa mayoría, fruto de relacion
es el de una representación parlamentaria, sino el de un régimen
eventuales, eran tenidos a menos y ubicados dentro de las cas- pluralista de privilegios compartimentalizados y de administra-
tas, que agrupaban a los descendientes de negros mezclados con ción paternalista (Morse, 1964: 144).
otros estamenos, e indios forasteros. El desprecio que los es-
pañoles te..ían por las castas resultaba de su indefinición La organización política patrimonial se fundaba en la premisa
social;
es decir, de la imposibilidad de fijarle funciones. Esta población, que el Rey concedía a sus súbitos españoles la atribución de admi-
que con el tiempo se incrementó sustancialmente, por su propia “Distrar su patrimonio particular, por la que ellos debían rendirle
condición “marginal” desarrolló una conducta extraña al régimen tributo y prestarle lealtad personal, a cambio de lo cual éstos re-
estamental. tenían los beneficios de dicha administración. De esta manera se
establecía una relación patrón-cliente entre Rey y vasallos —do ut
Por otro lado, los estamentos también se encontraban divi- (des—, que se reproducía indefinidamente en todos los niveles de
didos por la participación de la población en corporaciones o la jerarquía social. En efecto, las relaciones patrimoniales insti-
gremios, en cuyo interior se repetía el mismo tipo de jerarquía tuían que el acceso a cualquier recurso debía tramitarse perso-
existente entre las repúblicas. De esta manera los diferentes
com- nalmente ante quien estuviera en capacidad de cederlo, bajo el
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supuesto que esta sesión era un favor que debía retribuirse en gubernamentales y sociales, para que el Rey tuviera una indis-
términos de servicio personal. cutible capacidad de arbitraje.
Las atribuciones de las distintas magistraturas se superponían y esta misma alianza era la que hacía factible el funcionamiento del
las dificultades que ello provocaba se acentuaban cuando los con- aparato de dominación colonial.
flictos de jurisdicción se daban muy lejos de quienes podían resol-
verlos y encontraban modo de perdurar y agravarse. El esquema El permanente e insaciable deseo de concentrar el poder en
administrativo de las Indias nos enfrenta con autoridades de de- manos de la Corona se veía seriamente contrarrestado por las ten-
signación, directa o indirectamente metropolitanas (virreyes, au- dencias centrífugas que dominaban la sociedad colonial y que se
diencias, gobernadores, regidores) y otras de origen local (Cabildos, encargaban de minimizar, distorsienar y anular en muchos casos
de españoles y de indios); unas y otras ejercen funciones comple- metropolitana. Los encomen-
las ordenanzas reales y la burocracia
jas —variables según los casos—, en el gobierno de administra-
deros, corregidores, comerciantes ricos, eclesiásticos y hacenda-
ción, la hacienda, el ejército y la justicia. Las audiencias unen a
sus funciones judiciales otras de control administrativo y aun eje-
Ss resistían pasivamente a la administración colonial, impidien-
cutivas; algunas de ellas son, por otra parte, las encargadas de pro- o así la aplicación de las erráticas disposiciones legales y com-
mulgar nuevas normas originadas en la Corona y para ello se en- partiendo con los funcionarios las ventajas de “la ley se acata pero
cuentran en comunicación directa con ésta a través del organismo no se cumple”.
creado para entender en los asuntos americanos, el Consejo de
Indias. Los virreyes tienen funciones de administración, hacienda Gremios y asociaciones, gracias a los fueros privativos y pri-
y defensa que ejercen sobre un territorio demasiado extenso [...] vilegios especiales obtenidos del Rey, resultaban impedimentos
para que puedan cumplirlas eficazmente; la delegación de autori- concretos para hacer efectiva la centralización política, en la me-
dad es ineludible, pero está limitada por el hecho de que no se ins- dida que, por ejemplo, el Consulado recababa impuestos y era un
titucionaliza sino en muy pequeña medida (Halperin, 1970: 50-51). tribunal fiscal; la Iglesia no pagaba impuestos, los eclesiásticos te-
nían tribunales especiales y la Inquisición atribuciones que prác-
De esta manera se establecían los canales de comunicación ticamente se extendían a todas las actividades sociales, políticas
tre los varios niveles de la autoridad colonial y el Consejo de €, incluso, administrativas.
dias, dándose así la posibilidad de que el Rey se informara de las
Asimismo, corregidores, regidores y notarios públicos por ha-
ias situaciones coloniales a través de diferentes versiones que
ber comprado sus cargos se convertían en verdaderos propietarios
ían contrapesarse.
en los que dificilmente se podía hacer cumplir los dispositivos
Por último, esta instrumentación político-administrativa se metropolitanos que contravinieran sus intereses. De esta manera
ndaba en la minuciosa delimitación de atribuciones particula- estos múltiples grupos y sectores de la sociedad al privatizar el go-
s para cada funcionario y organismo, buscando no dejar margen bierno derivaban en múltiples oligarquías que, si bien reconocían
uno a las iniciativas locales. De allí que las ordenanzas reales U fillación metropolitana, disputaban permanentemente a la ad-
ibieran un detallismo exasperante que trataba permanente- ministración central sus atribuciones políticas, manteniendo un
nte de condicionar la acción administrativa. E=n este sentido, la permanente estado de corrupción. Por eso Jorge Basadre concluye
islación colonial confunde deliberadamente las disposiciones que:
erales con sus respectivas reglamentaciones, no dando opción
ue se adaptaran a casos específicos. El Perú fue, como España, un conjunto de provincias mal gober-
nadas, con un soberano nominal al frente. En las provincias, el
La imagen de ineficiencia que se tiene de la administración despotismo tomó distintas formas subordinadas al modo de pro-
onial durante el tiempo de los Austrias no proviene del “des- ceder de los corregidores, intendentes, hacendados, etc. Al mismo
tiempo se hizo difícil la uniformidad en las costumbres, en los
ido” o de la falta de previsión, sino de la legítima desconfianza
usos, en la vida propia de las provincias [...]
monarca acerca de las connivencias entre las autoridades
oniales y los propietarios a fin de gozar de los beneficios deriva-
s de la explotación de la población sojuzgada. Paradójicamente
70 JuLIO CoTLeR LA HERENCIA COLONIAL 71
[--.] el régimen imperante en el Perú fue en verdad una especie de tienen y los que lo tienen todo, entre los dependientes y los seño-
transacción entre el centralismo político que gobernaba mal las res. La envidia, el robo, el mal servicio de parte de unos; el despre-
provincias distantes y la autonomía de la clase propietaria en lo cio, la usura, la dureza, de parte de los otros. Estas resultas son
que respecta al latifundio, al régimen de trabajo de los indios, etcé- comunes hasta cierto punto, en todo el mundo. Pero en América
tera (1947: 107, 115, 116). suben a muy alto grado, porque no hay graduaciones: son todos ri-
cos o miserables, nobles o infames [...] En este estado de cosas
En resumen, la estructura política colonial al encontrarse or- ¿qué intereses pueden unir a estas dos clases con la primera y a
ganizada en forma estamental y corporativa, fragmentó los inte- todas tres con las leyes y el gobiebpo? La primera clase tiene el
reses sociales, impidiendo el logro de una identidad común. Fue mayor interés en la observancia de las leyes que le aseguran y
protegen su vida, su honor y su hacienda o sus riquezas contra los
así como la Corona buscó bloquear el desarrollo de actividades au-
insultos de la envidia y los asaltos de la miseria. Pero las otras dos
tónomas, haciendo legalmente imposible el desenvolvimiento de clases, que no tienen ni bienes ni honor ni motivo alguno de envi-
actividades productivas, de articulación de intereses y de expre- dia para que otro ataque su vida y su persona ¿qué aprecio harán
sión de aspiraciones políticas, que no contaran con la previa pres- ellas de las leyes que sólo sirven para medir las penas de sus de-
cripción real. Es decir que esta conformación social y política era litos? ¿Qué afección, qué benevolencia pueden tener a los minis-
definitivamente contraria al desarrollo de una infraestructura tros de la ley que sólo ejercen su autoridad para destinarlos a la
social y política de naturaleza burguesa y liberal. cárcel, a la picota, al presidio o a la horca? ¿Qué vínculos pueden
estrechar a estas clases con el gobierno, cuya protección benéfica
Asi, la dominación colonial no ofreció posibilidades políticas no son capaces de comprender?
ni económicas al desarrollo nacional. Económicas, por las rela-
ciones sociales de naturaleza colonial entre los estamentos so- A diferencia de lo que ocurrió en Europa desde el Renaci-
ciales, y políticas por la fragmentación corporativa en que se en- miento, en América el Estado no logró su universalidad, sino que
contraban dichos estamentos, así como por las múltiples facciones cada vez se orientó a lo particular. Si en Europa occidental la
oligárquicas resultantes de dicha fragmentación. Por otro lado, la centralización estatal significó el recorte de las autonomías locales
precaria administración de la metrópoli, resultado de las tensiones y particulares, buscando de esa manera generalizar la ley y la
entre la administración española y la colonial, asociada a la burocracia estatal, en España y en América Hispánica sucedió
preservación de los derechos corporativos, devino en una falta de precisamente lo contrario. El Rey persiguió ejercer un autoritario
universalización del Estado, impidiendo el desarrollo de valores y poder central, pero sin subvertir el orden medieval —por lo menos
simbolos comunes a su población.
hasta el advenimiento de los Borbones en el XVIII.
El obispo de Michoacán, Manuel Abad y Queipó (1799), se re- Esta precariedad resultaría obvia en dicho siglo al hacerse cada
firió a. lo que sucedía en la Nueva España en términos que podían vez menos aceptable, por un lado, los exclusivismos peninsulares
ser trasladados al Perú. Después de considerar la existencia de y las divisiones estamentales y corporativas y, de otro, cuando los
tres clases en ese virreinato: españoles, indios y castas, en que la Borbones pretendieron centralizar, efectivamente, su autoridad
primera constituía una décima parte del total, pero que tenía “casi sin tomar en cuenta los derechos ya adquiridos por los estratos
toda la propiedad y la riqueza”, mientras las otras dos “se ocupan
dominantes.
en los servicios domésticos, en los trabajos de agricultura y en los
ministerios ordinarios del comercio y de las artes y oficios. Es El creciente desarrollo del mercantilismo en Inglaterra, y su
decir, que son criados, sirvientes o jornaleros de la primera clase transposición a la esfera político-militar, derivó en la intensifi-
[...]? Y continúa: cación de los conflictos entre este país y España por el control del
mercado hispanoamericano. Es en esta coyuntura que a comien-
Por consiguiente resulta entre ellos y la primera clase aquella opo- zos del siglo XVIII la Corona española pasó de los Habsburgo a los
sición de intereses y de afectos que es regular entre los que nada Borbones, que encarnaron el “despotismo ilustrado”.
72 Juro CotLer
LA HERENCIA COLONIAL — 73
Este cambio dio inicio a un largo proceso de reformas admi-
as que contribuían en forma significativa al presupuesto
nistrativas, destinadas a lograr una efectiva centralización política,
inal (Céspedes del Castillo, 1947).
reducir los privilegios de los múltiples funcionarios virreinales,
de carácter patrimonial, logrando así una mayor contribución de — Las medidas relativas a los cambios jurisdiccionales y comer-
las colonias al mantenimiento de España como potencia imperial. 28 tuvieron serias repercusiones en el virreinato peruano. La
ralización comercial permitió una considerable baja de los
Desde las primeras décadas del siglo XVIII España dictó una elos de los productos de importación, que derivó en un sustan-
serie de medidas tendientes a la liberación del comercio inter- lal incremento del tráfico intercolonial que se multiplicó por
colonial e internacional. A raíz del tratado de Utrecht, se permitió te, haciendo posible quela recaudación fiscal por este concepto
el ingreso de barcos ingleses en las colonias americanas, con una 6 elevara de seis a dieciocho millones de pesos. En el Perú el co-
limitada carga de mercancías. Pocos años después se estableció el o interno se quintuplicó creando una mayor capacidad de
sistema de navíos de registro, aboliéndose en 1739 el sistema de hanciamiento, según Hunt (1973: 29) “presumiblemente debido
fletes, que facilitó el flujo comercial entre Europa y América. il incremento de los beneficios mercantiles”. A su vez, estos re-
0s se destinaron a la explotación de nuevos yacimientos mi-
Junto con estas medidas, Madrid promovió una progresiva 08, que permitieron incrementar la producción minera cuan-
fluidez del comercio intercolonial e internacional. En 1774 esta- 0 Potosí atravesaba una larga crisis, debido al agotamiento de sus
bleció el libre comercio de Lima con México y Guatemala, dos años " más ricas y a la falta de innovaciones técnicas.
más tarde el Perú pudo comerciar con Buenos Aires y Chile. Final-
mente, ese mismo año las colonias americanas pudieron hacerlo
— Una de las modificaciones resultantes de la creación del Vi-
con España (Villalobos, 1968). Así se abolió el monopolio ejer- ato del Río de la Plata fue que el comercio de Chile y especial-
cido por la Casa de Contratación de Sevilla y el Consulado de nte el de Charcas se hizo por la vía atlántica, desbaratando el
Lima. Eran claras las metas fiscales que alentaban las reformas bnopolio comercial de Lima. Con el incremento de las impor-
coloniales: la libertad de comercio debía incrementar las ren- clones, el cambio de la vía comercial, así como la baja producción
tas por derecho de importación y exportación, y desalentar el Potosí, mientras se abrían nuevas explotaciones mineras, la
contrabando. tura y los obrajes entraron en un estado de profunda pos-
ión. Aproximadamente la mitad de los obrajes del Perú tuvie-
Además, a mediados de siglo, con la entronización de Carlos ron que cerrar y la producción de alimentos y licores de Arequipa,
III, se comenzó a aplicar un conjunto de medidas destinadas a Puno y Moquegua, así como la de tejidos del Cusco y Cajamarca se
ajustar la integración política y económica de las Indias a la me- lo seriamente afectada. De esta suerte, durante la segunda mitad
trópoli española. Esta reorganización buscaba la racionalización del siglo XVII se reformuló la estructura productiva del virreinato
administrativa de vastos territorios que en el transcurso de dos si-
glos habían sufrido un proceso de diversificación y disgregación
La reorganización de la producción causó una serie de fisuras
administrativas.
Internas en los diferentes estamentos y corporaciones de la socie-
d, al mismo tiempo que precipitó una modificación en los cen-
España, en 1776, creó el Virreinato del Río de la Plata al que
se le incorporó la Audiencia de Charcas, y elevó la presidencia de s de poder colonial. Esta recomposición social significó un rela-
Chile al rango de Capitanía General. Esta reorganización, sumada vo descenso de los sectores tradicionalmente encumbrados y la
a la constitución del Virreinato de Nueva Granada en 1736 y la novilidad ascendente de quienes se encontraban en la condición
incorporación de la Audiencia de Quito a dicha jurisdicción, sig- intermediarios comerciales. Los herederos de los conquistado-
nificó una verdadera mutilación del virreinato peruano. Este se s fueron afectados primero por el recorte y luego por la elimina-
vio especialmente afectado por la pérdida de las Cajas Reales de ción de las encomiendas; los hacendados costeños se vieron du-
— ramente golpeados por las plagas que azotaban los trigales; los
74 JuLto COTLER LA HERENCIA COLONIAL 75
mineros se veían asechados por las deudas y debilitados por los A mediados del siglo XVIII, la proporción de forasteros del total
pequeños márgenes relativos de beneficio que obtenían de las casi de la población indígena llegó a ser considerable. De 140 000 adul-
agotadas vetas de plata; la crisis minera y luego la libertad de co- tos censados, el 40%, es decir 56 000 tenían dicha condición.
mercio entre las colonias y Europa hizo sentir a los agricultores y Veinte años después el censo levantado en la época del virrey Amat
artesanos del sur los efectos de una fuerte competencia. dio como resultado un crecimiento del 20% de la población indí-
gena, sin que se modificara la proporción de la población foras-
En cambio, desde el siglo XVII, los comerciantes no dejaron de
tera. Sin embargo, esta relación parece haber variado regional-
crecer en importancia económica. En la medida que el capital co-
mente de acuerdo con la proximidad a las minas, y en general, a
mercial centralizaba la transferencia de los excedentes obtenidos
los centros de mayor dinamisrfío económico. Del total de población
por los funcionarios y propietarios lograba, en última instancia,
indígena que radicaba en La Paz y Chuquisaca el 60% era foras-
acumular el flujo procedente de la producción. Es así como el ca-
tera, en el Cusco era el 40%, mientras en Trujillo no pasaba del
pital comercial logró ampliar su radio de acción y sus oportuni-
20% (Rowe, 1957).
dades económicas mediante préstamos, con altas tasas de interés,
a encomenderos, mineros, corregidores, hacendados y a la misma Esta población “flotante” habitaba en los centros urbanos don-
tesorería colonial. En estas condiciones, todo el sistema colonial de desempeñaba las actividades que ligaban el campo con la ciu-
quedó atrapado por los comerciantes, que podían adquirir los pro- dad, como pequeños comerciantes, artesanos y asalariados. Pero
ductos a precios que les aseguraban altos beneficios. también como administradores de las propiedades de españoles y
criollos. Por esta condición su grado de asimilación a los patrones
De esta manera, los comerciantes lograron enriquecerse y
coloniales fue intenso. Así, ayer como hoy, bastaba que los indios
entroncarse con la nobleza y administración, ganando posiciones se cortaran el cabello, hablaran castellano y se vistieran con ropas
que incrementaban su prestigio social y poder político. Un criollo europeas para que pasaran por mestizos, ocuparan cargos inter-
noble, airado, escribía en el siglo XVII que,
medios, no especificados legalmente, entre la población blanca y
la indígena. Por todo ello y por no ocupar una posición definida,
[-..] los que ayer estaban en tiendas y tabernas y otros ejercicios puesto que no pertenecían ni a las comunidades indígenas ni a la
viles, están hoy puestos en los mejores y más calificados lugares sociedad española, constituían un sector con amplio margen de M
(Vincens Vives, 1958: 525). movilización política.
chos adquiridos” de todos y cada uno de los múltiples grupos que través de la actividad administrativa se habían erigido en núcleos
conformaban la sociedad estamental y corporativa, con la consi- de las oligarquías locales. Por eso, antes de reemplazarlos por el
guiente limitación de los poderes locales. En una palabra, los Bor- sistema de intendencias, la Corona se arrogó la potestad de nom-
brar dichas autoridades, restringiendo notablemente las atribu-
bones pretendían constituir en España una monarquía absoluta
—fenómeno avanzado en Inglaterra y Francia— atacando las ciones del virrey y audiencias.
bases patrimoniales sobre las que hasta entonces se apoyaba el
La población criolla, tanto la que ocupaba los niveles más altos
Estado. En verdad esta política buscaba reconquistar las colonias
de la sociedad colonial como la de los rangos menos distinguidos
para la Corona, que había perdido terreno en favor de quienes en
de Lima o provincias, fue especialmente afectada por las reformas
ellas detentaban cargos patrimoniales, a fin de que el Estado
borbónicas. En este caso las disposiciones reales no sólo recor-
español desempeñara un papel del primer orden en el juego
taron los derechos adquiridos, sino que limitaron y desplazaron a
internacional (Vincens Vives, 1960).
los criollos de los cargos administrativos y de las corporaciones,
reemplazándolos por peninsulares, como forma de asegurar la
En este sentido, la nueva estructura política que los Borbones
buscaban establecer atacaba tanto los intereses creados como las lealtad al monarca. A partir de entonces uno de los permanentes
reclamos de los criollos sería conseguir una proporción deter-
aspiraciones de los múltiples grupos coloniales. Recortaba las au-
minada en los cargos administrativos, así como la derogación de
tonomías y privilegios sociales, regionales y corporativos y enfren-
taba a la sociedad toda creando malestar y conflicto. la libertad de comercio.
Las consecuencias que acarrearon las reformas borbónicas, José Baquíjano y Carrillo recibió en 1793 el encargo de viajar desde
sumadas a la reorganización de la economía y sociedad colonial, Lima a la Corte de Madrid como personero del Cabildo de Lima y
se conjugaron para desatar un conjunto de procesos que estable- también de la Universidad de San Marcos con propuestas regio-
nalistas y descentralizadas. Entre ellas estuvieron: la concesión a
cieron la desafección de numerosos sectores sociales respecto a la
los peruanos de un tercio de los cargos en las Audiencias del Vi-
Corona. Los Borbones recortaron la inmunidad eclesiástica, inter- rreinato aunque fuesen nativos de las sedes de ellas, el incremen-
firieron en las elecciones provinciales, buscaron desplazar al clero to en las facultades de los Cabildos, una mayor representación
regular por el secular, que se hizo cada vez mas dependiente de la criolla en el Tribunal del Consulado y, asimismo, la derogatoria
Corona, y limitaron las actividades económicas de las distintas ór- del Reglamento de Comercio Libre. Este último encargo tuvo un
denes religiosas. Es en este sentido que el enfrentamiento de los contenido paradojal ya que Baquíjano había defendido a las fla-
jesuitas con el Estado determinó su expulsión de América. Asimis- mantes normas económicas en la revista Mercurio Peruano, fren-
mo se redujo drásticamente la jurisdicción de la Inquisición. te a los antiguos ricos monopolistas, ya maltrechos [...] En las ins-
trucciones que el Cabildo entregó a Silva incluyó al lado de otras
El Rey retiró los privilegios que en materia de impuestos goza- demandas, el otorgamiento de la mitad de los cargos públicos,
ba el Tribunal del Consulado y prohibió a los mineros proseguir militares y civiles, a los españoles americanos. Sin oposición a
quienes fuesen oriundos de las ciudades donde llegaran a ser nom-
con sus tradicionales prerrogativas de acuñar moneda y comerciar
brados, sin la necesidad de pagar con motivo de tales distinciones,
la plata labrada. A la burocracia se le restringió el uso de sus atri- ni de viajar a España con el fin de solicitarlos, ni de contratar
buciones como sinecuras particulares, mediante un control más agentes en Madrid para obtenerlas. Al mismo tiempo, dichas ins-
estricto cumplido por funcionarios especialmente designados por trucciones pidieron la abolición de las Intendencias; al restable-
la Corona. Regentes, visitadores e intendentes recibieron una de- cimiento de un purificado sistema de corregidores y de reparti-
legación de poder del monarca que desafiaba al del virrey y au- mientos; la eliminación de los monopolios (entre los que se encon-
diencias, lo que dio lugar a múltiples instancias conflictivas. traban los de azogue, el tabaco, los naipes y el papel sellado); así
como de la cobranza de las alcabalas en las aduanas provinciales
Esta reorganización político-administrativa atacaba en forma y del reciente impuesto que gravaba a los granos importados de
muy especial a los corregimientos, centros locales de poder que a Chile (Basadre, 1973: 77-79).
78 JutIO COTLER LA HERENCIA COLONIAL 79
y
Es decir que el nuevo contexto político-económico originó una colonial. La rebelión de/Túpac Amaru, constituyó la postrera de-
permanente situación de ambivalencia del estamento criollo, pues mostración de la unidad indígena, que pese a sus diferencias Etni-
si bien su estatus quedó definido por sus privilegios respecto a la cas logró conjugarse en un solo esfuerzo colectivo de liberación
población sojuzgada, estaban impedidos de incorporarse a los ni- social.
veles dominantes, encontrándose desplazados por familiares, ami-
gos y allegados de los nuevos funcionarios. Además, a diferencia Una de las inmediatas consecuencias de la derrota del Túpac .
de lo que ocurría con los criollos de Buenos Aires y Caracas, donde [Amaru fue la supresión de los privilegios que gozaban los cufacas,
el libre comercio les permitía su desarrollo, los criollos de Lima así como de sus funciones de mediación entre la población do-
sufrían un descenso en su posición económica, motivada por la minante y la indígena, por lo que se confundieron con los propie-
crisis producida por la eliminación del monopolio. Esta situación tarios locales. Esta disolución-de la autoridad que mantenía la
provocaba una clara ambivalencia en cuanto a identidades y integración política indígena, sumada a la “extirpación de las ido-
lealtades, por lo que se propuso la creación de una dependen- latrías” que practicaron los españoles, hicieron que la población
cia gubernamental que se encargara en forma específica de sus indígena fuera perdiendo su identidad étnico-regional y se diluye-
tribulaciones. ra hasta constituirse en una masa indiferenciada de campesinos.
Las reformas borbónicas buscaron igualmente invalidar los La población criolla, a su vez, guardaría un vívido recuerdo del
“derechos” de los indios forasteros y castas, debiendo contribuir peligro que significaba la emergencia política de la masa indígena,
con tributos y mitas a la Corona. Para este efecto se buscó recla- lo que no haría sino agudizar su ambivalencia e impotencia. Los
sificarlos, incorporándolos criollos se enfrentaban a la poderosa administración colonial que
en las tradicionales categorías esta-
mentales con las obligaciones correspondientes. Recortaron tam- les impedía consolidar su poder, a la par que sin ella se veían
bién los privilegios de los curacas minimizando, al igual que otros amenazados por el peligro indígena. Su elección se inclinó en fa-
casos, sus derechos corporativos. vor de España: sufragó los gastos de la reorganización administra-
tiva, y las guerras contra ortugueses | ingleses en Buenos Aires;
Es en el marco de esta profunda reorganización político-eco- debeló el movimiento de ru y apoyó a la metrópoli en
nómica que se originó el proceso insurreccional más importante las guerras contra Inglaterra y Francia.
de la época colonial. El movimiento de Túpac Amaru constituyó se en-
Como consecuencia, a fines de siglo las arcas fiscales
en verdad la eclosión de una serie de movimientos locales que
“contraban en estado deficitario. El Callao se vio inundado por ma-
durante todo el siglo XVIII habían sacudido el virreinato. Se di-
nufacturas importadas que superaban con creces el consumo del
ferenció de los anteriores en que mientras esos
TR — representaban esmirriado mercado interno, lo que determinó la caída de los pre-
protestas locales y típicamente indígenas, Túpac Amaru, en cam-
cios con la consiguiente pérdida de utilidades de los comercian-
bio, representó el aglutinamiento, al menos en un primer momen-
les. Este panorama resultaba diferente al de Buenos Aires, Caracas
to, de todos los sectores provincianos dominados por el aparato
0 Veracruz donde, gracias a las innovaciones en el sistema de
metropolitano; indios, forasteros, mestizos y criollos. En la medida agrícolas, aumen-
sporte, se elevó el monto de exportaciones
que la rebelión fue convirtiéndose en una revuelta popular anti-
do la capacidad de importación y las utilidades de los comer-
colonial, los criollos y sus allegados fueron abandonándola so- tes de las emergentes burguesías criollas. De allí que Hum-
cialmente (Flores-Galindo, 1976). La destrucción de esta rebelión
Idt a principio de siglo pudiera escribir:
indígena y popular, así como las terribles represalias que le su-
cedieron, tuvieron una profunda consecuencia en la futura es-
En Europa nos pintan a Lima como una ciudad de lujo, mag-
tructuración política de la sociedad. En efecto, su debelación y nificencia, hermosura del sexo [...] Nada de todo eso he visto,
consiguiente represión significó desarticular la identificación ét- aunque es cierto también que esta capital ha decaído con el au-
nica de la población indígena, mantenida a pesar de la explotación mento de Buenos Aires, Santiago de Chile y Arequipa. No es
80 JutiIO COTLER LA HERENCIA COLONIAL 81
después de Trafalgar. Desde entonces el vacío metropolitano se ñoles, europeos y americanos”, formaban parte de ese selecto gru-
notaría en forma creciente, dejando interrumpidas y debilitadas po que perseguía limitar los cambios dentro del orden colonial.
las reformas que desde mediados del siglo XVIII se venían implan- Riva Agtiero, en cambio, por su radical adhesión a la causa de la
tando en América. Durante todo este largo tiempo en que el tráfico Independencia, fue deportado en 1810, y el grupo que integraba
entre España y sus colonias estuvo interrumpido por los conflictos ye dispersó rápidamente, muestra de su precaria integración
en que se veía envuelta la muy debilitada y maltrecha metrópoli política.
española, el abastecimiento de América fue asegurado por la
creciente marina británica. La ambivalencia de los aristócratas criollos frente a la nueva
coyuntura era típica de los “liberales” de entonces, debido al te-
La invasión de España por los ejércitos napoleónicos y la de- mor que la independencia significaba en cuanto a la igualdad de
posición de Fernando VII significó el descalabro de la monarquía derechos civiles entre criollos e indios. De allí que el poder colo-
española y el principio del fin de su imperio en América. Esta nial centrado alrededor de la burocracia, coaligada con los ricos
buscó reconstituirse alrededor de la Junta central y, a fin de ase- peninsulares y criollos, financió las expediciones militares para
gurarse la solidaridad de las colonias, favoreció la conformación debelar los intentos de independencia de Quito y Charcas, así co-
de Juntas provinciales en América, reconociéndolas como inte- - mo los que se desataban en las provincias de Tacna, Huánuco y
grantes de España y a los criollos y peninsulares igualdad en sus Cusco, expresiones contra el poder colonial limeño.
derechos.
En 1814, a raíz de la reposición de Fernando VII y de su orde-
En las principales ciudades americanas, salvo Lima, se esta- namiento absolutista, siguiendo los lineamientos de la “Santa
blecieron esas juntas dando como resultado una dualidad de po- Alianza”, la Corona anuló la Constitución de 1812 y reprimió du-
deres. Mientras las Juntas provinciales, siguiendo a la central, se “ramente a las fuerzas liberales que se habían desarrollado en Es-
mantuvieron leales a Fernando VII, las autoridades coloniales re- l a durante la última década. La aplicación de esta política en
conocieron a José I, impuesto por los ejércitos franceses. En Ca- érica fue el fortalecimiento del aparato militar a fin de reajustar
racas, Bogotá, Quito, Santiago, Buenos Aires, una ciudad tras otra, los mecanismos expoliativos.
esta dualidad se resolvió en 1810 por el expediente de la autono-
mía política. La emergencia económica de los criollos y su mar- A partir de entonces se reforzó en forma importante las guar-
ginación de los cargos administrativos coloniales, conjugada con Niciones con soldados y oficiales peninsulares; por otro lado se
la quiebra del imperio, convergieron para que éstos aseguraran su plantó la tributación indígena, suspendida después del levan-
hegemonía a través de la conquista del aparato político. úpac Amaru, como una manera de apaciguar los
imos de esa población. En una palabra, el menguado poder real
En Lima, en cambio, la situación fue diferente. Tal como se ha retendió reactualizar algunas reformas borbónicas. Sería otra vez
visto antes, la aristocracia criolla, sobre todo después de Túpac el sur del virreinato peruano, con una alta concentración de
Amaru, percibía su existencia en función de la continuidad del drasteros, donde estallaría la rebelión acaudillada por Pumaca-
andamiaje español. De allí que durante todo el lapso de las guerras ua. Pero, al igual que en el caso de Túpac Amaru, la creciente
napoleónicas, en el que se debilitaba la presencia española, esta participación india hizo que los sectores criollos desistieran en su
aristocracia procuró recuperar las posiciones perdidas con las re- oyo. Uno de los más notables “liberales” de la época, Vidaurre,
formas borbónicas. A lo sumo, las reformas que estos criollos lime- utor de las “Cartas Americanas” y entonces oidor de la Audiencia
ños exigían a la metrópoli no eran sino las que les aseguraran su Cusco, comandó la acción para aplastar la revuelta cusqueña.
continuidad.
Baquijano y Carrillo, Rodríguez de Mendoza, Hipólito Unanue, En 1814-15, cuando grupos criollos en la mayor parte del Imperio
Manuel Lorenzo Vidaurre, quien en 1810 propugnara la autono- estaban comprometidos con la causa de la Independencia, los crio-
mía americana y en 1820 “un verdadero concordato entre espa- llos peruanos nuevamente se unieron con la Corona Española para
84 Juro Comer 7” LA HERENCIA COLONIAL 85
taron todos los gobiernos, para así tener una idea de las difi-
cultades de la sociedad peruana para integrarse social y política-
mente. De ahí que los problemas de orden y unidad nacional me-
rezcan especial consideración en el desarrollo histórico del país.
El Perú atravesó a partir de entonces, y hasta fines del siglo,
DESINTEGRACIÓN POLÍTICA-ECONÓMICA
un proceso aparentemente paradójico: el establecimiento de una
“situación” oligárquica sin conformar una fracción hegemónica. De lo Y REORGANIZACIÓN COLONIAL
contrario, ¿cómo explicar la permanente inestabilidad política que
a partir de la Independencia persistiera a lo largo de todo el siglo?
Si en vez de esta hipótesis se planteara que la situación oligárquica
estuvo dirigida por una fracción hegemónica, ¿en qué consistía el
carácter políticamente dominante de dicha fracción, que no podía
mantenerse en el poder y debía dejar su sitio a un nuevo caudillo
y corte de allegados, cada nueve meses como promedio? Asimismo,
¿cómo explicar que en ese período se promulgaran ocho constitu-
ciones diferentes? Si, por el contrario, a desintegración del orden patrimonial y la ruptura del co-
se cuestionara la existencia
misma de un régimen oligárquico neocolonial, el carácter censa- mercio colonial derivaron en un proceso de “feudalización”
tario del voto, la concentración de la propiedad, el mantenimiento política y de retraimiento económico general. La pérdida de
de la esclavitud hasta mediados del siglo y el tributo indígena y su legitimidad política del estrato criollo dominante y la destrucción
condición colonial bastarían para eliminar cualquier duda al del aparato productivo dieron oportunidad a que los grupos de
respecto. “poder regionales y locales se encontraran en una situación de au-
omía frente a cualquier pretendido centro “nacional”.