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Žižek: marxismo del siglo XXI

Por
Filosofía&Co
Última actualización2 marzo, 2023
11
min.
Slavoj Žižek en una conferencia en Liverpool el 17 de marzo de 2008.
Imagen de Andy Miah (CC BY-SA 2.0)
Slavoj Žižek en una conferencia en Liverpool el 17 de marzo de 2008.
Imagen de Andy Miah (CC BY-SA 2.0)

Slavoj Žižek nació en Eslovenia en 1949 y es uno de los pensadores más


destacados y polémicos de la actualidad. Es mundialmente conocido por
sus formas provocativas y por la variedad de temas que trata, muchos
de ellos relacionados con la cultura popular. Sus conferencias llenan las
salas de cualquier ciudad del mundo como si de una estrella del rock se
tratase. Pero ¿cuál es el pensamiento filosófico de este autor tan
peculiar?

Por Javier Correa Román

Žižek es uno de los filósofos más famosos del mundo hoy. Quizá por su
llamativa apariencia y actitud, sus polémicos trabajos o sus frases
lapidarias, el filósofo esloveno (nacido en Liubliana en 1949) es uno de
los más prolíficos y vendidos del género con unos 50 libros publicados.
Filósofo marxista y crítico cultural, ha sido investigador del Instituto de
Sociología de la Universidad de su ciudad natal, y profesor en las
universidades de Columbia, Princeton, Michigan y la New School for
Social Research de Nueva York. Veamos 10 claves para comprender el
pensamiento de Žižek.

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1 Lacan. No se puede entender la filosofía de Žižek sin su influencia


lacaniana. De hecho, es uno de los representantes más importantes de
la llamada «izquierda lacaniana». Se puede afirmar, sin ninguna duda,
que Lacan es uno de los maestros de Žižek y de él es de quien toma las
nociones más importantes de su pensamiento.

Del psicoanálisis lacaniano recogerá la idea de que el sujeto, el


individuo, no es una entidad soberana, sino que nuestra identidad
siempre presenta fracturas, brechas. El intento constante de cerrar
estas fisuras es, para Lacan y para Žižek, lo que marca nuestra
identidad como sujetos. Más que individuos cerrados, estamos en
búsqueda constante de este cierre, de este aniquilamiento de las fisuras
que nos constituyen.

Del psicoanalista francés, Žižek también recoge sus famosos registros


de la realidad: el registro de lo imaginario, de lo simbólico y de lo real.
Para Lacan, la realidad de nuestra psique (nuestra experiencia) puede
entenderse como una combinación de estos tres registros. Lo imaginario
corresponde a nuestro ego y a su formación; lo simbólico, a la realidad
social que nos constituye como sujetos; y lo real atañe al mundo previo
a ser atrincherado por el lenguaje (y al que no tenemos acceso).

Esta influencia psicoanalítica es crucial en Žižek porque, como veremos,


infundirá un sentido totalmente nuevo a la noción marxista de ideología
(su aporte, probablemente, más fundamental). Mientras que para Marx
las personas actúan en contra de sus intereses por desconocimiento,
para Žižek, lo harán a sabiendas, pues es un comportamiento que se
localiza en el inconsciente.

Más que individuos cerrados, estamos en búsqueda constante de este


cierre, de este aniquilamiento de las fisuras que nos constituyen

2 Marx. A pesar de su influencia lacaniana, Žižek es, sobre todo, un


filósofo marxista. Esto quiere decir que hereda de Marx toda una
filosofía política que se caracteriza por una determinada lectura de la
realidad social o, mejor dicho, del capitalismo. Apologeta de la lucha de
clases, conecta con la visión althusseriana del marxismo como ciencia.

Muy preocupado por la reproducción social del capitalismo, de Marx


tomará fundamentalmente el concepto de ideología y la visión de la
filosofía como filosofía de la praxis. En otras palabras, al igual que para
Marx, para Žižek no se trata de interpretar el mundo, sino de generar un
cambio en él a través de la reflexión filosófica.

Aunque es un marxista heterodoxo, pues actualiza y matiza las


aportaciones del maestro, es considerado por buena parte de la filosofía
política como un representante de la ortodoxia marxista por su lucha
contra el posmodernismo (que veremos más adelante).

3 Hegel. La influencia del idealismo alemán en Žižek es una


particularidad muy destacable de este filósofo. En contra del tópico
marxista de que todo lo interesante de Hegel ya está en Marx, para
Žižek —y como nos recuerda Germán Cano, profesor de Filosofía de la
Universidad Complutense, de Madrid (España)— todo lo que aporta Marx
ya está en Hegel.

De Hegel, Žižek toma la noción de dialéctica. Sin embargo, descarta el


esquema tripartito hegeliano de tesis, antítesis y síntesis. En El sublime
objeto de la ideología, Žižek descarta toda síntesis, toda posibilidad de
conocimiento absoluto. Para Žižek, el antagonismo no se elimina, y
cuando se hace, tiene consecuencias políticas nefastas. Visto en un
ejemplo: es inherente a la democracia su antítesis —la corrupción—.
Eliminar la corrupción liquida la democracia y nos lleva a un
totalitarismo. Solo se puede salvar la democracia teniendo en cuenta su
carácter paradójico, dice Žižek.

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El sublime objeto de la ideología, de Žižek (Siglo XXI).
4 Ideología. Es el concepto más importante del pensamiento de Žižek.
Lo aborda en su primer (y más influyente) libro: El sublime objeto de la
ideología. Para Marx, la ideología era la explicación falsa de la realidad
que las clases dominantes transmiten para impedir un cambio en el
sistema. Para Žižek, el velo ideológico adquiere una extensión casi
universal: es una estructura imaginaria extensible a todo ser humano.

Sin embargo, la diferencia con Marx es que la ideología para Žižek no es


una cuestión de conocimiento, sino una cuestión práctica. Marx dijo:
«Ellos no lo saben, pero lo hacen»; a lo que Žižek responde: «Ellos
saben muy bien lo que hacen, pero aun así lo hacen». No es que no
sepamos que nuestro ritmo de consumo, por poner un ejemplo,
destruye el planeta (y eso va claramente en contra de nuestros
intereses), sino que lo hacemos aun sabiéndolo, diría Žižek .

Por eso, para Žižek es absurda la crítica racional de la ideología que


proponía Marx, porque no es un velo de ignorancia lo que provoca que
nuestras acciones vayan a favor del sistema y en contra de nuestros
intereses. La ideología se plasma en los humanos como una práctica
inconsciente (herencia lacaniana) y no como mera ignorancia. Pero ¿por
qué se queda la ideología? ¿Por qué hacemos lo que dicta el sistema aun
sabiendo que responde a los intereses de unos pocos? ¿Por qué
compramos un móvil de una marca concreta si es más caro y apenas es
mejor que otros teléfonos? Porque gozamos con él.

5 El goce como factor político. ¿Por qué compramos camisetas que


sabemos que hacen niños en talleres del sudeste asiático? En fin, ¿por
qué se mantiene en nosotros la ideología? La respuesta de Žižek es
contundente: porque gozamos con ella.

El goce, siguiendo a Lacan, se diferencia de la mera satisfacción corporal


de las necesidades. El goce es la pulsión (nunca totalmente satisfecha)
que un significante genera en nosotros. Žižek retoma este término para
trasladarlo al campo de la política.

Un ejemplo muy analizado por Žižek es el antisemitismo en la República


de Weimar de los años 30. ¿Por qué los trabajadores optaron por la
opción nacionalsocialista en vez de por otras que les favorecían más? La
respuesta para Žižek es sencilla: el discurso nacionalsocialista (y su
posibilidad de revancha con una Alemania fuerte) capturó mucho mejor
la subjetividad, sedujo mucho más que otro tipo de discursos más
obreristas.

La ideología es el relato que nos contamos para entender la realidad, y


hay relatos con los que gozamos más que con otros. Por eso es
inoperante el desenmascaramiento ideológico en la sociedad de masas,
porque lo que nos ata a la ideología no son prejuicios epistemológicos,
sino un goce inconsciente.

Aunque es un marxista heterodoxo, pues actualiza y matiza las


aportaciones del maestro, es considerado por buena parte de la filosofía
política como un representante de la ortodoxia marxista por su lucha
contra el posmodernismo

6 Posmodernismo. Es la bestia negra de Žižek. Toda su filosofía se alza


en lucha contra el pensamiento de los autores posmodernos como
Foucault, Negri, Deleuze o Laclau. De ellos le separa la concepción del
sujeto. Žižek apuesta por un sujeto fuerte, heredero del idealismo
alemán más clásico, mientras que los autores posmodernos habrían
proclamado y abrazado la famosa «muerte del sujeto». Según Žižek,
esta corriente es responsable de dos males de la filosofía actual: la
hipertrofia ética y la ubicuidad de los estudios culturales. Veamos cada
una por separado.

7 Los estudios culturales (o French theories) son, para Žižek, toda una
forma de entender la política derivada de las premisas posmodernas.
Tienen su origen en el mayo del 68 francés. Según Žižek, este
acontecimiento consistió en una revuelta cultural más que en un
acontecimiento político. Fue un proceso ambivalente porque, si bien es
cierto que ampliaron el campo de lo político hacia cuestiones
identitarias-personales, también favorecieron —para Žižek— un cambio
en el capitalismo a su versión neoliberal actual.

El neoliberalismo, dice Žižek, no es un capitalismo meramente


productivista, sino que es capaz de absorber —y generar ganancia a
partir de— las demandas culturales-identitarias de estos movimientos.
De esta manera, al dejar las cuestiones económicas u obreristas de
lado, estos movimientos lejos de ser anticapitalistas le hacen el juego al
sistema (que hace mercancía de sus deseos y proclamas).

Marx dijo: «Ellos no lo saben, pero lo hacen»; a lo que Žižek responde:


«Ellos saben muy bien lo que hacen, pero aun así lo hacen»

8 La hipertrofia ética es otra consecuencia del posmodernismo para


Žižek. Los autores posmodernos, como Foucault, habrían centrado la
resistencia política en el cuerpo y en la subjetividad. Esto convierte a las
cuestiones políticas (crisis ecológica, derechos de los animales,
feminismo) en meras cuestiones individuales (no consumir carne, no
comprar esto o aquello, ser de una determinada forma). Así, las
cuestiones dejan de ser político-colectivas para ser ético-personales.

Este cambio es aprovechado por el capitalismo actual para hacer pasar


el consumo de determinados productos «verdes» o «feministas» como
acciones políticas. Todas estas reivindicaciones lo que hacen es
consolidar la lógica capitalista porque tienen como foco principal el
consumo y el individuo (aunque sea un consumo «verde» o
«feminista»). Las luchas sociales, en lugar de devenir luchas
anticapitalistas, son luchas que han consolidado la propia lógica del
capital (se han posicionado frente al capitalismo sólo superficialmente).

Es inoperante el desenmascaramiento ideológico en la sociedad de


masas porque lo que nos ata a la ideología no son prejuicios
epistemológicos, sino un goce inconsciente

9 Fin de la historia. En 1992, Fukuyama declaró en su libro El fin de la


historia y el último hombre el célebre fin de la historia. Según
Fukuyama, la caída del muro de Berlín marcó el fin de los antagonismos
políticos y sentenció la victoria de la democracia liberal. La historia —
entendida hegelianamente como antagonismo— había llegado a su fin.

Para Žižek, este es otro de los desvaríos de nuestro tiempo y encubre la


ideología muy extendida actualmente: que ya no hay ni historia ni
ideologías. Žižek, que es un apologeta de la lucha de clases, cree que
declarar el fin de la historia o de las ideologías provoca una
naturalización del sistema capitalista y de la ideología burguesa actual.

10 Cultura popular. Si por algo es famoso Žižek es por la cantidad de


formatos en los que divulga su obra y la enorme cantidad de productos
culturales que analiza. De hecho, en sus libros, la mayoría de sus teorías
son aplicadas a las películas de Hollywood más comerciales.

Esto ha permitido entender la cultura de masas como elemento central


en la configuración de nuestros deseos. Estos deseos no emanarían de
nuestra individualidad. Todo lo contrario: deseamos lo que deseamos
porque la cultura de masas juega un papel crucial en moldear nuestro
deseo. Quizá nuestros deseos los sentimos como personales y únicos,
pero han sido generados a través de una socialización en los mass
media.

Esta presencia en, y el análisis de, la cultura popular ha convertido a


Žižek en un filósofo alejado de la figura clásica del intelectual
académico. Frente a esta figura, Žižek no pretende ser un guía ni dar
unas pautas desde una torre de marfil. Lo que pretende es un cambio
subjetivo, ser un estímulo para la acción política.

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