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El fin de la NEP............................................................................................. 14
La industrialización acelerada....................................................................... 16
En un primer momento los países europeos, los más afectados por el conflicto,
iniciaron un tímido despegue pero pronto esa recuperación sufrió un frenazo. No
fue hasta 1924 cuando de nuevo se produjo una reactivación de la economía
internacional. La excepción a este hecho la constituyeron los Estados Unidos
que salieron de la guerra convertidos en la mayor potencia del mundo. Durante
el conflicto se habían erigido en proveedores de materias primas, alimentos y
bienes manufacturados y con ello en acreedores de sus aliados.
Una de las mayores innovaciones que incorpora la NEP es el esfuerzo que pone
para el desarrollo de la producción de bienes de consumo y la independencia e
iniciativa de las empresas estatales, de manera que estas sean responsables de
su propia gestión. También se proyecta la unión de las empresas en trusts, que
funcionan de la misma manera; el trusts estatal se convertirá, pues, en la
principal forma de organización de las industrias y empresas soviéticas.
El modelo crece con rapidez y a finales de 1922 existen 421 trusts, algunos de
los cuáles agrupan a decenas de miles de obreros. Existen 21 trusts que agrupan
a más de 10 000 obreros, como las industrias textiles de Ivanovo-Vosnesensk
que agrupan a 54 000 obreros. Además existen otros 380 trusts en las industrias
carboníferas y petroleras que reúnen a otros 840 000 obreros.
En el sector industrial no era posible una recuperación tan rápida. Una gran
cantidad de fábricas y gran parte de la maquinaria se habían perdido. La guerra
civil y el hambre habían dispersado a una gran cantidad de obreros, principal
baluarte de los bolcheviques y elementos más socialmente conscientes de la
clase obrera. Estos obreros o bien habían muerto en la guerra o se habían
enrolado en la nueva administración. Además, muchos otros habían vuelto al
mundo rural. Se produce una fuerte demanda de bienes de consumo y se tiende
a una vuelta del comercio privado y del capitalismo en sí, los cuáles estimulan la
producción de este tipo de bienes.
Con la nueva libertad económica que trae la NEP, vuelven elementos propios del
capitalismo como los hombres de negocios, la especulación o las empresas
privadas. En este tiempo se amasan grandes fortunas individuales que en su
mayor parte son depositadas en países extranjeros.
Finalmente se produce una crisis entre la industria y la agricultura. A
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finales de 1923 comienza una crisis que Lenin denominó de la tijera. La
razón se encuentra en las abultadas diferencias entre los precios de los
productos agrícolas y los productos industriales. En octubre de 1923, cuando la
crisis se empieza a hacer visible, los productos industriales son un 180% más
caros que en 1914, mientras que los precios de los productos agrícolas entre un
49 y un 58%. Al contrario que en las anteriores crisis, que se habían producido
por la escasez de productos, en el momento en que esta crisis acontece los
almacenes están completos y las cosechas han sido excelentes, produciéndose
un fuerte excedente, por lo que la razón de esta crisis no es la escasez sino la
imposibilidad de realizar intercambios entre productos agrícolas e industriales
por la disparidad de precios.
Uno de los objetivos prioritarios de la NEP era reconciliar a los campesinos con
el nuevo gobierno bolchevique y desarrollar la industria. Estos objetivos se
cumplieron parcialmente, pero a costa de ello se reconstituyó una clase
acomodada, cuyo papel en la economía tendía a ser fundamental. No solo no se
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había cimentado el socialismo, sino que las renacidas clases acomodadas
propias del Antiguo Régimen amenazaban con una reaparición del capitalismo.
En 1928 la situación es casi desesperada; en estas circunstancias, el XV
Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética declara la aplicación
urgente del Primer plan quinquenal.
Tras la Bella Época llegó la Gran Guerra, es decir, la Primera Guerra Mundial,
una guerra que provocó numerosas muertes y destrucción, ya que la
industrialización había llegado de pleno a la industria armamentística. Tras
acabar esta guerra, las dificultades de restaurar el sistema monetario fueron
considerables. Pero volver al patrón oro existente antes de la Primera Guerra
Mundial tenía el problema de realizar un cambio de paridades adecuadas.
Según el libro de Gabriel Tortella Los orígenes del siglo XXI los dos grandes
responsables de la Gran Depresión en EEUU fueron el patrón oro y la rigidez
salarial, más que el papel relevante de la especulación, que únicamente
contribuyó a acentuar la crisis, pero no fue su causa.
La agricultura y las zonas rurales sufrieron cuando los precios cayeron entre un
40 y un 60 por ciento. Frente a la caída de la demanda, con pocas fuentes
alternativas de puestos de trabajo, fueron las áreas dependientes del sector
primario (industrias como la agricultura, la minería y la tala de árboles) las que
más sufrieron.
Incluso poco después del crash de Wall Street de 1929, el optimismo persistía.
John D. Rockefeller dijo que "estos son días en que muchos se ven
desalentados. En los 93 años de mi vida, las depresiones han ido y venido. La
prosperidad siempre ha vuelto otra vez."
Dado que la crisis se había manifestado en las cuentas externas y que las
estructuras productivas de los países de América Latina promovían un fuerte
aumento de las importaciones a medida que aumentaba el ingreso, medidas del
tipo keynesiano de expansión de la demanda solamente habrían de empeorar
las cuentas externas. Por ello, las políticas pasaron principalmente por la
reorganización productiva, intentando movilizar hacia el mercado interno los
recursos productivos que quedaban ociosos en el proceso depresivo.
Entre los puntos débiles de estas políticas pueden mencionarse los siguientes.
Los Estados no fueron suficientemente fuertes como para frenar las presiones
corporativas que buscaron privilegios sin preocuparse mayormente por la
eficiencia productiva. Existió una obsesión por reducir las importaciones, siendo
débil la preocupación por diversificar exportaciones. Las presiones corporativas
llevaron a que el modelo fuera excesivamente orientado al mercado interno y los
Estados nacionales no lograron avanzar en procesos de integración regional,
que podían haber aumentado la eficiencia colectiva y promovido una mayor
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cultura de la innovación. No hubo una clara política científico-tecnológica
articulada con los planes productivos. Las reformas sociales dejaron mucho que
desear en la mayor parte de los países, manteniendo en el continente muchas
de las características que aún hoy lo distinguen por su alta desigualdad.
Sin embargo, la industrialización estuvo muy lejos de ser un fracaso. Muy por el
contrario, durante las décadas centrales del siglo XX América Latina registró sus
mayores avances en desarrollo humano, tanto por el crecimiento del ingreso, la
ampliación y profundización de la cobertura educativa, como por las mejoras de
los sistemas de salud que hicieron elevar considerablemente la expectativa de
vida al nacer.
En otros países, como Colombia, México y los centroamericanos, que habían ido
desarrollando políticas de industrialización exportadora, el cambio de modelo
vino más determinado por fenómenos externos: la crisis de la deuda de los años
80, originada en buena medida en los mercados internacionales, que
promovieron un drástico cambio en los movimientos de capitales, dejó a los
países latinoamericanos expuestos a un shock externo de gran magnitud, cuyas
consecuencias fueron administradas en medio de la hegemonía del pensamiento
liberal, que identificó a las políticas de industrialización como la causa de todos
los males de América Latina. Se construyó así la llamada leyenda negra de este
proceso industrializador, una leyenda mal fundada, que niega los muchos logros
obtenidos y que dificulta aprender de las muchas enseñanzas que deben ser
recuperadas críticamente.
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Fuente:
http://1.bp.blogspot.com/_H22FJtCqVIQ/Sq7U0KoE0WI/AAAAAAAAAQ4/Gv-
IWAEyc98/w1200-h630-p-k-no-nu/Crisis+de+1929.jpg
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- Paiva Abreu, Marcelo de, “La Argentina y Brasil en los años treinta.
Efectos de la política económica internacional británica y
estadounidense”, en Thorp, Rosemary, América Latina en los años
treinta: el papel de la periferia en la crisis mundial, México, FCE, 1988,
pp.171-190.