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Teorías sobre el ser y la sexuación gender

Michaelle de fran Martínez


Francesc M. Pintor
Unidad de Investigación Biopsicosocial
MYSHELL.NEXT © UNESCO 2018

La reflexión del horizonte fundamental, de lo masculino y de lo femenino y su


sometimiento al campo de la diferencia sexual, a través de la propuesta psicoanalítica,
nos hace entrever que el proceso de sexuación permanece inacabado, y requiere de más
significaciones, en función de la desigualdad y, por ende, de esta situación existencial en
el que opera una desagregación respecto al devenir, hombre o mujer. Para ello acudimos
a la reconversión de teorías y relaciones que algunos autores han ido manifestando,
respecto de esta problemática.

Simone de Beauvoir

Si partimos de un análisis cultural sobre la masculinidad y la feminidad, las relaciones


sociales serían vistas como reduccionistas, en base a una desigualdad y a una falta de
libertad sexual histórica. Hoy, la reforma política se opone a continuar con valores
antropocéntricos, dada la gran capacidad feminista para movilizarse, de intentar
legitimizar derechos y homologar discursos heterogéneos. Esta realidad comparativa,
que no obedece a ningún orden natural, en principio, da a entender que existe una
estrategia unificada en el sentido de considerar el sexo como algo no original, sino
como un papel social más transversal y autónomo.

Los aspectos de género se refieren a los rasgos psicológicos y culturales que la sociedad
atribuye, no al estatus purista de ser hombre o mujer, según la teoría beauvoireana.
Quiere esto decir que a partir de datos corporales genitales, la existencia de relaciones
de jerarquía y desigualdad sobredimensionan una falsa naturaleza. Para diseñar una
planificación participativa con enfoque de género, las variables que intervienen se
identifican en áreas priorizadas, donde se promueve alcanzar la autonomía económica,
social y política con equidad para mujeres y hombres. Otro estatus es posible en una
interacción dinámica y balanceada, de tal forma que los beneficios de la sociedad y la
naturaleza, por lo menos estén por encima de las inequidades genéricas.

Hay que considerar que el despliegue del poder es dialéctico, de género singularizado y
en el que la forma ideal de su ser adquiere conocimiento sensorial. Desde lo individual,
el pensamiento lógico sustancia sensoriedad, en relación con la complicación de sus
relaciones, entre lo abstracto y lo complejo, para determinar normalmente escalones
elementales, no precisamente grandes acuerdos de interacción. Hablamos de un largo
desarrollo de la práctica social, de un impulso de fuera como acción unilateral que
concluye en mera contradicción. De hecho, la posibilidad de convertirse en el contrario,
permite al ser, el movimiento del objeto de lo simple a lo superior, algo que es aplicable
a la condición de género. Si bien es cierto, dada la diversidad, que no tendría sentido
atribuir creencias a seres incapaces de poder expresarse en un lenguaje dado,1 lo natural
sería que para comprender hay que discurrir acerca de la reflexión filosófica a lo largo
del tiempo. Simone argumentaba que, si el ser humano no tiene una esencia fija, sino
que es "existencia", entonces es fácil dispensar el papel de la identidad, dado que "No se
nace mujer, se llega a serlo".

Mark Blechner
Un grupo de conciencia cataloga al psicoanálisis como la «ciencia queer pasada y
futura». En su opinión, existe un fetiche de género en la sociedad occidental, donde se le
da una enorme y desproporcionada atención al género de las parejas sexuales, sobre
otros factores que intervienen en la atracción sexual, como la edad o la clase social.
Blecner propone que las palabras «homosexualidad» y «heterosexualidad» sean prefijos,
dependiendo del nivel de diferencias o semejanzas existentes entre quienes conforman
la pareja. La «edad heterosexual» indicaría una atracción entre personas de diferentes
edades, por ejemplo. Lo que convencionalmente se llamaba «heterosexualidad», pues
simplemente podría llamarse «heterosexualidad de género».
El pasado nos da recuerdos y conocimientos adquiridos, allanando el camino para
Sánchez Ron (2013) y destacando la incertidumbre de cada biografía en particular. Lo
que podría estar definido de antemano, de inmediato se rebate bajo un correlato
evidente,2 la paradoja de las probabilidades. Hay una fuerza que anima a la naturaleza
del ser, que antes de considerarse cuántica, se limitaba a descubrir sistemas lógicos con
capacidad de predicción, en un sentido de consecuencias triviales, pero otras pueden ser
profundas. Para Albert Caraco, no existen excusas ni vías intermedias para, no acometer
con seriedad el desenvolvimiento de nuestra sociedad, a partir de lo que somos y
hacemos individualmente:
Si somos un carácter finito en un laberinto del absurdo, que mejor razón para
que nosotros mismos diseñemos una superficie en la que nuestra sensibilidad
refleje la luz.
Queramos entonces lo imposible, aunque sea sobre la sombra de lo posible, pues no hay
conformismo sobre la base de la falsa verdad histórica, sino variaciones fisiológicas con
ánimo de lucro, por antonomasia módico y disociativo.
Las expresiones representan nociones complejas del dominio siendo descripto, en
función de las características y restricciones que los representan. El axioma queer
tendría una especialización en la especificación estructural del lenguaje, que obtiene
respuestas correctas para otra ontología menos estándar, pero de igual categoría
semántica. Antes, desear era la única cosa que todos los entes singulares podían hacer,

1
En las creencias o actitudes sentenciales, Rorty ve que no son más que disposiciones de parte de los
organismos, o de herramientas para coordinar nuestra conducta con la de los demás, de tal manera que
«asignar una creencia a alguien es simplemente decir que esa persona tenderá a comportarse como
nosotros y de una manera determinada»: d. Relativismo: descubrir e inventar, a.c., pp. 58-59.
2
Para Pierre-Simon de Laplace (1814) “Una inteligencia que en un momento determinado conociera
todas las fuerzas que animan a la naturaleza, así como la situación respectiva de los seres que la
componen, si además fuera lo suficientemente amplia como para someter a análisis tales datos, podría
abarcar en una sola fórmula los movimientos de los cuerpos más grandes del universo y los del átomo
más ligero.
pero la igualdad cívica,3 en su afán determinista, rechaza el estatus ya presupuestado
que disfruta la heterosexualidad, entrampada en su sistema reproductivo. En un marco
de trabajo basado en la premisa de que las mentes humanas interactúan de muchos
modos diferentes, la persona emerge y se desarrolla en contextos y campos
interpersonales. Por muchas dimensiones de organización interaccional que nos
presenten (Mitchell, 2000 c, p. xvi) nunca sabemos dónde está el comienzo de generar
vivencias en su valor heurístico. La neutralidad analítica, supone la comprensión del
conjunto de las relaciones y una mejor posición para demostrar el fenómeno de la
transferencia, o fantasías inconscientes derivadas de su pasado (Arlow y Brenner, 1990,
pp. 680-681)
La Psicología del self, 4 ante situaciones en las que falta la idea de que, el entorno
familiar es el proveedor de experiencias que irán definiendo el patrón de apego,
responde adecuadamente a necesidades internas, con ciertos patrones relacionales. El
resultado de estos modelos operativos en la construcción social del cerebro, somete sus
hipótesis a contraste, recurriendo siempre a un enfoque experimental en un momento de
excitación por algún estímulo de atracción o aversivo. Esta particularidad de la
regulación emocional, requiere de respuestas afectivas y de interpretar y regular la
información que nuestro cuerpo expresa con señales y modos de ser visualizadas. Otra
cosa actúa como pantalla en un orden narcisista que va más allá de la líbido, para
explicar sus descubrimientos más íntimos.

Psicoanálisis feminista (Gender Clinic)


La asunción de nuestro carácter finito y brevario no debe hacernos infelices sin remedio,
como pensaba Albert Caraco, sino que es tiempo de frustrar la tendencia la idea de
salvación, envuelta entre corrupción y las más oscuras ambiciones humanas. Este
pesimismo radical se ha modificado, siendo radicalizado con los estudios sobre Género,
a veces de manera neurótica, donde la neurosis favorece, a su vez, la creación de nuevos
elementos de cultura (Brousse, 2013, p. 43) y sin perder de vista la disimetría radical.
Por una parte, el inconsciente tiene que ver con la lógica y con el lenguaje, véase el
resultado de pensamientos, de pensamientos activamente pensantes, frente a lo que
procede del exterior. Hoy hay una resistencia férrea, no necesariamente feminista, en
asumir la formación del yo a partir del otro, puesto que la personalidad como cognición,
quizá tenga un límite frágil, pero introduce formas del malestar contemporáneo, que son
vinculantes con la necesidad de preservar la privacidad del sujeto al entrar en
contradicciones.
Por otra parte, teóricas feministas como Juliet Mitchell, Nancy Chodorow, Jessica
Benjamin, Jane Gallop, Bracha Ettinger, Shoshana Felman, Griselda Pollock y Jane
Flax han argumentado que la teoría psicoanalítica es vital para el proyecto feminista y
debe, al igual que otras disciplinas, ser reformulada desde el feminismo para liberarla de
los vestigios del sexismo. Si no hay excusas para justificar el beneficio de muchos ante

3
Caraco, sentido en primera persona expresa: Mi amor sólo se dirige de la santa indiferencia y ya me
confundo con ella.
4
Esquemáticamente se puede reproducir un sentimiento de cohesión y valía respecto a si mismo, desde
los selfobjetc que estructuraron el self en la infancia. Otra función del self descrita por Kohut (1977) es la
de mantener una experiencia continua para el sujeto de ser el mismo en diferentes momentos, creando esa
sensación subjetiva de continuidad y autorregulación de la vida mental.
el sufrimiento de una sola persona, 5 tampoco es factible que aparezca la verdad del
sujeto, bajo síntomas o la palabra hablada.
Lo que no se entiende que el concepto de género se identifique como ideal secundario,
en clara ruptura hereditaria y sometido a los cánones de la sexualidad. Género y
feminismo convergen en la oposición al doble identitario, por lo que reformulan el
conjunto de interiorizaciones como libre de lo simbólico. Esta asociación permite
entender la socialización en términos psicoanalíticos y no devaluatorias de la feminidad.
Por tanto, no hay temor a la dimensión de la subjetividad, ni a un saber sobre si misma
que le conflictúa. Toda persona busca el desarrollo personal sin tantos costos psíquicos,
al igual que no acepta su propia castración, ni deja lugar a etiquetas que coagulen una
identidad. En términos científicos, diríase que el feminismo se vale del argumento de
reflexividad (Haraway, 1991) para fundamentarse a sí mismas como objeto de estudio y
como paradigma de futuro, dada la violencia histórica sobre el Derecho personal e
internacional y la Justicia Social. No solo resulta imprescindible romper cadenas con el
poder machista y político, sino que una modalidad de participación social y política, de
índole etocrática, ecuánime y no enconada en valores retrógrados, grita entre saberes
convalidados con júbilo y de modo colectivo.

Jacques Lacan
La teoría de Lacan sobre la sexuación intenta organizar la feminidad y la masculinidad
de acuerdo a las diferentes estructuras inconscientes. Tanto los sujetos masculinos como
los femeninos participan en la organización «fálica», y el lado femenino de la sexuación
es suplementaria, no principal ni complementaria. La sexuación cuestiona los conceptos
de identidad de género como innatos o biológicamente determinados, siendo estos el
resultado de la lógica significante en juego y la satisfacción asociada6…“pousse a la
femme” que da cuenta de una tendencia feminizante de la sexuación en la psicosis. Aún
va más allá en su desfachatez y se atreve a catalogar la posición del transexual al
suponer dos momentos, el primero la posición femenina inducida por la carencia del
Nombre del Padre, y el segundo consiste enencontrar como límite de la función paterna,
como suplencia, la feminidad bajo la forma de la Mujer imposible.7
Lo femenino elevado a la segunda potencia, ni es real o imaginario, ni tan siquiera
simbólico, en todo caso subjetivo de ser liberado. Aquí el narcisismo dista lo mismo que
el binarismo, de ser manipulado, identificado y ejecutado por los mismos intereses y
ocultaciones de otra verdad. En cuanto a la fase del espejo, apenas escinde la
subjetividad y en consecuencia no es parte del sujeto consciente. La realidad y sus
espejismos presupone estructuras de parentesco, que solo sirven para brindar al sol y no
reconocer el sujeto escindido, sin categoría de virtud y perdiéndose con los tiempos en
las diferencias transversales. Es cuestión de arrancar de raíz todo vestigio de mascarada
gnóstica y orígenes místicos y de promesas celestiales, que tanto daño y sufrimiento han
infringido despiadadamente por los siglos de los siglos.

5
Schopenhauer explicaba que la felicidad de toda una humanidad no justificaría el dolor de un solo ser.
6
Para Butler el género como una variante postestructuralista del feminismo sicoanalítico es interpretativo,
en relación con 1os imaginarios masculino y femenino, inconscientes estructurados por las normas
heterosexuales.
7
Una definición es demasiado amplia si se aplica a cosas que no son parte de la extensión semántica de
la palabra definida, pero además es objeto de ignorancia cuando se afirma lo que se desconoce,
simplemente porque no se es.
La singularidad del Uno o de cada cuerpo, lo único que cree tener de verdad el sujeto, es
a la vez un significado simbólico que va más allá de lo individual; no es sino la
singularidad de la invención de los aparatos de goce (Puig Sabanés) hasta la
culpabilización del sujeto que se deje llevar por alguna satisfacción. Para justificar el
determinismo psíquico, el psicoanálisis está orientado al hueso y núcleo de lo real, a lo
que aún no está escrito, con lo cual el cuerpo funciona por su relación con los otros. El
forzamiento de ese Uno permite situar el lugar del Otro y la emergencia del sujeto en
esta dialéctica. La experiencia analítica de la transferencia es una dialéctica crucial para
comprender la responsabilidad del sujeto en relación a los tiempos lógicos, donde Lacan
modifica la axiomática, y la introducción de eones en la razón, quizá sirviera como
instrumentos del lenguaje.
Se trataría de distinguir lo particular de lo singular y aislar efectivamente lo que hace al
nudo del síntoma, que sea algo singularísimo. En tanto que, el sujeto de una
singularidad imborrable encuentra matarifes sobre lo disjunto de la totalidad, un agente
del poder en la filosofía se opone a la imagen tradicional del pensamiento y pretende,
trasladar el lugar del fundamento del ser a una reconstrucción de la subjetividad. Con
todo, tanto el valor de una filosofía como de una identidad se mide por lo que puede
hacerse con ella. Lo uno en un sentido puede significar una ley aceptada de antemano, y
en lo otro, lo diverso se acerca más a lo que puede ser que a lo que es (Esteban, 2006) En
una realidad compleja e incompleta, ha de enfrentarse sin dilación un ideal
revolucionario, pero no tanto por necesidad como por la radical conciencia de la
soledad. Al sentirse a sí mismo como ausencia de otro, la acepción autorrealizable está
contenida de la alteridad interna, por lo que el ser del sujeto está siempre en Otra parte;
como dice Lacan:
la cuestión está en saber si, por el hecho de Cuerpos escritos, cuerpos hablados e
ignorancia en la cual es mantenido ese cuerpo por el sujeto de la ciencia, habrá
derecho luego a, ese cuerpo, de hacerlo pedazos para el intercambio.

Stoller. G. Morel
En tanto sexuados, somos diferentes, y por ende las teorías del género son
conceptualmente insuficientes. Hay demasiada ambigüedad sexual y en demasiadas
personas para que sea posible pensar en un núcleo de identidad de género. Pensando
más bien en la existencia de un vacío real inicial en relación a la sexuación (más que en
la famosa bisexualidad freudiana) Stoller opina que lo que es fundamental es la
ambigüedad: Ambigüedad/ bisexualidad. Si los seres humanos tienen tantas dificultades
para orientarse respecto a la sexualidad, si les resulta tan difícil situarse del lado hombre
o mujer, ¿no es más lógico suponer al inicio un vacío real, en lugar de un núcleo de
identidad? Pascal Quignard por su parte, nos introduce a la temática de la posición
subjetiva frente al sexo en una lógica significante, de manera que toma como último
término la imagen ausente acerca de su origen. De forma que lo invisible está situado en
lo real y viceversa (Quignard, 2007: 136) o sea, una asexuación8 en la que nada habría
de certero y que, además se alejaría definitivamente de la unión de las células genésicas
como fin.

8
Existe la convicción sobre la necesidad de época de repensar nuestra condición, en tanto que la clínica
psicoanalítica puede enriquecer el debate, pero sin aportar nada sustancial, ya que es ajena al hecho y
opaca al sentir de quienes optan por la liberación, no solo sexual sino también de género. De hecho, los
estudios Queer plantean que, mantener identidades de género es caer en la misma trampa que se critica,
ya que cada colectivo tratará de sostener su espacio con toda la autosegregación, que esto provoca.
Al liberarse de los criterios fálicos del discurso sexual, la corriente transexualista del
core gender identity, cuestiona a la sexuación porque en ella el sujeto forcluido 9 no
tiene parte alguna. En el otro extremo, los determinantes biológicos del sexo, se debaten
entre la elección de ser hombre o mujer, dependiendo de sus modos de goce en relación
al otro sexo. El discurso sexual no vale sin un significante, considerado como el
mediador de las relaciones, es decir, que puede estar sumergido de forma imaginaria en
una construcción individual, la del goce y sus modalidades en la relación al otro sexo.
La herramienta lógica se vale de la aporía de una sola función evírica, por ejemplo, para
explicar la tendencia hacia lo inútil desde el narcisismo, como diría Yankelovich. La
feminización inducida la podemos situar a nivel del mito de que exista como suplencia,
pero no es menos cierto que su soporte formal rechaza, por razones de ser, una incierta
identidad.

Desde la plastinación del cuerpo, no hay necesidad del "¿por qué?" subordinado al
conocer. Cualquier forma de emocionalidad que nivele la interrelación del cuerpo, los
sentimientos y la conducta, son prácticas que dan cuenta de las modificaciones y nuevas
coordenadas que toma el cuerpo en la actualidad.10 Tal es el caso, los atributos positivos
de la vida no tienen condición de género, sino más bien de generadores del sentido de su
vida. Por consiguiente, un ser responsable de su vida y de sus actos, no solo es capaz de
encontrar su propio camino hacia la libertad, sino de expresarla mediante su impulso
vital. Tras haber nacido en una situación limitada, determinados fines sencillos acaecen
sobre el hacer. Si bien las identificaciones han perdido su valor orientador, la
modernidad que identifica a la era actual, absorbe a partes una expansión sin límite. La
hipermodernidad produce la fragilidad y una pérdida de la distancia, como si la
referencia pasara a ser buscada en el cuerpo mismo, reduciéndose a su ser corporal a
partir de demandas dignas de ser interrogadas.11

El ser tiene capacidad de elección al ser libre y decidir conforme a cada una de las
circunstancias que se le presenten a cada momento de su vida, (Bugental, 2000) pues se
ha pasado de una economía basada en la represión a una economía organizada por la
exhibición del goce, según opina Melman (2005, p. 16) que se presenta en crudo en una
estética que se orienta en la lógica del espectáculo. En este concurren la interrelación
entre los conceptos de deseo, voluntad, sentido, valoración, consciencia e
intencionalidad, así como la propia experiencia a partir de la relación y contacto con la
realidad objetiva (Romero, 2003) El ser humano toma decisiones concretas y tiene
conocimiento de que sabe que sabe (p. 3) en un margen de elección.

El deseo siempre apunta a un significado o a características distintivas y muy


específicamente humanas: decisión, creatividad, autorrealización. Crea en su entorno un
dilema que se origina en la capacidad de sentirse como sujeto gratificado y como objeto
al mismo tiempo. Razón de más para como un producto de su ambiente, testifique a

9
Carmen Lafuente señala la importancia del deseo y la ambigüidad imaginaria de la moda andrógina,
debido al vacío real inicial en relación a la sexuación.
10
La indagación filosófica sobre nosotros mismos representa un dilema importante en la construcción del
mundo, si se quiere ser independiente de los espacios ideológicos y sistemas operativos, que aseveran un
continuo conflicto entre similitud y diferencia. Véase el cambio de lecturas sobre el cuerpo, en base a la
idea de "tener" por la de "ser" esencialmente valencias corporales (biogénicas, sociogénicas y noogénicas
o personales. Las valencias personales marcan nítidamente nuestra diferencia respecto a otros cuerpos,
señalando nuestra posición y destino (Rico)
11
Ib, Así, el sujeto contemporáneo se halla exigido por un imperativo de goce de consumo ilimitado y, al
mismo tiempo, impulsado a una búsqueda constante de aquello que garantice o limite dicha exigencia.
nivel experiencial el mantenimiento de sus deseos orientado coherentemente hacia fines
altamente constructivos, según May (1990b, p. 171)

Sin la voluntad, el deseo se convierte en un impulso infantil carente de libertad,


organización y madurez; pero sin el deseo, la voluntad se convierte en
autocontradicción, pierde su vitalidad.

Teoría de la Personalidad de Rogers

Los organismos pensantes nacen con tendencias hacia la actualización mediante la


experimentación. Ante un cambio en el modo de experimentar, el individuo comienza a
percibir muy alejado de su vivencia, hasta que progresivamente la va aceptando como
un referente al que se puede acudir en busca de significados y, finalmente, la persona se
permite vivir de manera libre y permisiva. Esto quiere decir que toda intencionalidad
está dirigida u orientada hacia un valor como una ganancia afectiva. Luego, habría que
atender a la forma que pueda captar y conocer, para sustentar sus actos. Se enfatiza la
posibilidad y capacidad de cobrar conciencia acerca de su posición experiencial y
respecto a aquello que le ocurre y exige la integración del saber racional con el conocer
vivencial.
De acuerdo a Carl Rogers (1959) la Teoría de humanista enfatiza el libre albedrío y la
auto-determinación, consistentes con la autoimagen. La psicología humanista enfatiza el
rol activo del individuo en dar forma a su mundo, acorde a una tendencia a la
actualización, para convertir en la mejor persona que puedan llegar a ser. Ante el peligro
de retroceder por las limitaciones exteriores que invalidan el proceso de alcanzar el
potencial, dado un auto-concepto pobre personal, el deseo y objetivo ha de apostar por
la finalización del itinerario, mediante la totalidad humanística,12 cuando son llamadas
personas plenamente funcionales. Sí por otra parte, el conocimiento humano es un acto
de segundo orden, la carencia de significación requiere de otros observadores y sus
significaciones, para construir así la realidad en el nivel de primer orden (Luhmann,
1995: 16) El debate actual de un paradigma de las ciencias de la complejidad enfrenta
un conjunto de sucesivas alternativas, no leyes universales, por lo que sobra cualquier
determinismo y despeja el camino en el sentido probatorio, de la concurrencia de la
certidumbre con el azar y el camino de apelar a la unidad múltiple del ser, del pensar y
sentir, del logos y mito.
La antropología filosófica que subyace al modelo rogeriano percibe la realidad
construyendo una representación de aquello que lo constituye como un yo diferente.
Obedece, sin duda, a una tendencia formativa, cuando menos confiable y
fenomenológica. El hecho de ofrecer la propuesta de una psicología comprensiva antes
que explicativa, reconfigura una estructura fija susceptible de ser explicada en términos
absolutos y definitivos. El conjunto de experiencias busca actualizar todos sus
potenciales de desarrollo, y evitará convertirse en objeto de percepción, ajena al fondo
perceptual del sí mismo, nucleándose en torno a un todo significativo y coherente.
Conforme el organismo se desarrolla, se orienta de acuerdo a experiencias muy
12
De esta forma, la diversidad de sujetos participa en la síntesis de la totalidad societal, y la totalidad a
su vez participa en la síntesis de los sujetos. La sociedad es producto del patrón de las interacciones de
manera activa, entre las que la dimensión objetiva y macrosocial se distancian de las propiedades
emergentes. El todo se encuentra en las partes en las que hay un continuo flujo, renovación y cambio
permanente, según sujetos heterogéneos y rasgos de una totalidad articulada por un conjunto de
relaciones y procesos en acciones múltiples, diversas y, hasta, conflictivas.
simbolizadas, por lo que un papel preponderante a esta necesidad, evita toda experiencia
o conducta que pueda significar un rechazo.

Teoría de Género y su Principio de Demarcación Científica


De acuerdo a la tipología de género, las cuestiones intelectuales o cognitivas internas a
la teoría, retoman una y otra vez una determinación pseudocientífica sobre este
concepto que, ante todo es abstracto, y en este sentido se han desarrollado diversas
disciplinas, todas ellas subyacentes a la teoría sociológica y el desarrollo de
herramientas metateóricas. De acuerdo con el grado de generalidad y abstracción, la
consecuente categoría de género empodera el papel feminista y en general a los
científicos sociales, aquí reseñables. En torno a la simple razón de no parecer posible, la
igualdad y la libertad tienen posibles falsadores, de acuerdo con el ancho mayor o
menor de los sectores que, respectivamente excluyen y auto comprometen. Una teoría
científica válida, afronta su capacidad para cumplir las funciones a las que está llamada,
pero alumbra otras hipótesis de nivel superior, a veces acientíficas o intuitivas, que
previenen de lo relevante y del control de las demás hipótesis del sistema.
A medida que se desarrolla la investigación, resulta fundamental una teoría que
contenga sus propios mecanismos de contrastación empírica, que este tema ha venido
haciéndose sobre la victimización de la mitad del género humano y un metalenguaje aún
no desarrollable. Junto a ello, el criterio de falsabilidad que Popper (2001: 291)
evidencia, podría llevar a no bien significar cualquier reivindicación fácilmente
refutable. El criterio de demarcación clave para la causa de género, ha resistido las
contrastaciones y se prepara para la observación, la medición y el proceder peculiar de
la ciencia empírica. Solo así, la mejora de la situación feminista y entes afines,
descansaría sobre una noción dinámica de la objetividad y proporcionaría una imagen
más compleja e interactiva. El problema planteado tiene que ver el papel del desarrollo,
tanto antropológico como tecnológico en cuanto a la liberación y la justicia social que,
de ninguna manera, puede quedar al margen ni polarizada; en todo caso, la neutralidad
de la tecnología margina las cuestiones de la desigualdad social, pero al mismo tiempo
dispone de plataformas y enlaces para difundir la expresividad femenina frente a la
instrumentalidad masculina.
Parte del análisis constituye la estratificación de sexo y la diferenciación del rol de
género, de modo informal y con prejuicios de gran ignorancia, por lo que diversas
situaciones de interacción han de ir abriendo camino a constantes pruebas empíricas que
desarrolle el componente de género (Ritzer, 2002:388) en una sociedad abierta y
compleja, en la que hay relaciones masculino-masculino, femenino-femenino, y sus
múltiples variaciones que implican estudio y análisis que las actuales teorías no
alcanzan a comprender. 13 Popper ha elaborado la teoría de la sociedad abierta,
conspiradora de la sociedad científica, mostrando los equívocos de aquellas
interpretaciones totalizantes de la historia y el antídoto frente a esa línea de demarcación
entre una democracia y una tiranía. Igual que concibe una adecuada y fecunda
concepción de la pedagogía, el mejor signo de buena voluntad cuando se desea decir
algo, consiste en hacerlo sencilla y claramente, algo aplicable a exigencias criterios de
validez, acerca de las formas del conocimiento de género. Como se advierte, no cabe
especulación teórica y conjetural, cuando se trata del ser y su libertad de expresión.

13
http://www.facso.uchile.cl/publicaciones/moebio/30/guzman.pdf
Teoría Queer
Afirmar que la orientación sexual y la identidad sexual o de género de las personas son
el resultado de una construcción social, resulta antiguo, 14 pues no existen papeles
sexuales esenciales o biológicamente inscritos en la naturaleza humana, sino formas
socialmente variables de desempeñar uno o varios papeles sexuales. Riki Wilchins,
elabora una refutación categórica de la teoría universitaria sobre los queers, señalando
que trabaja siempre al estilo bottom-up. Kate Bornstein utiliza un cuaderno de ejercicios
(My Gender Workbook) para ayudar al lector a deconstruir sistemáticamente sus
nociones de los papeles masculino y femenino, y ha sido el primer transexual en
proponer el establecimiento de una categoría que reivindique la identidad queer o
transexual en lugar de la del sexo adoptado.
A partir de esta idea, la dimensión cultural es crítica en torno a la heteroseuxalidad cómo
régimen de poder y disciplinamiento, ya puestos, actos y gestos, deseos actuados y
articulados en función de una deidad insolvente y abusadora. El género no es natural,
sino performativo y hasta utópico, una manera de ser que nunca acabamos de desarrollar
totalmente, y es de recibo, la propia construcción a través de las prácticas paródicas
performativas, abriendo una grieta irreparable en los estereotipos de género. El
nomadismo de género libera una apuesta política por la proliferación de prácticas
individuales, que se identificaba como práctica en la que proliferen los espacios en los
que las relaciones de poder muten constantemente. Butler individualiza la opresión de la
identidad y responde con la apertura de nuevos espacios políticos alternativos, como
planteamiento de soberanía de género y equivalencia universal. Un horizonte generador
de puntos de contacto, de atención al plano del discurso y del lenguaje como lugar de
definición de la identidad de género o como diría Teresa De Lauretis, un proyecto
teórico que tuviera aplicaciones iguales para la sexualidad y la raza, la clase y otras
categorías.
Al poner en relación identidad y política, la subjetividad proporciona más que identidad
una división (163) en el saber de un cuerpo narcisista y pulsional contrastado con la
voluntad política o social. La búsqueda de formas alternativas que desafíen las
convenciones sexuales, como factor decisivo, resulta altruista y un modelo de desafío,
ya que como dice Dworkin, toda vida humana tiene un tipo especial de valor objetivo.
Su principal consecuencia puede que sea un veto radical a cualquier tentación
paternalista, pues la opinión de otros conferirá algo parecido a lo que ocurría en la teoría
del Derecho. El ser queer adquiere entidad por solapamiento, es decir, si sólo se puede
llevar una vida verdaderamente deseable en un ambiente de homogeneidad moral, no
existiría razón alguna para reconocer la libertad de culto ortodoxo y no reconocer,
asimismo, la libertad de elección de género.
Los planteamientos pro-life y las obligaciones generales se verán pronto rectificados, de
todo lo que es natural, de quienes sostengan lo contrario y podrían realizarse en un nivel
mínimo de subjetividad. En cuanto al principio de dignidad humana y el de
responsabilidad especial, es imposible diseñar un sistema de control regulativo15 sobre
la condición de género, porque representaría asumir los costes de mantener el binarismo

14
Margaret Mead puso de manifiesto la variablidad de los roles genéricos, lo que sin duda apunta a su
carácter no natural.
15
Dworkin, R. Virtud soberana (cit. nt.5) pp. 134, 233 y 235.
.
y no proporciona un entorno ético diferente al de aquella otra en la que la condición
sexual está prohibida. 16 El obligado individualismo ético da una idea del hombre
movido por su propio interés y se completa con una inhabilitación para que pueda
interesarse por cuestiones que desborden la presunta neutralidad laicista. O, lo que es
viable, determinar el mínimo ético a garantizar en la sociedad, de todas, siempre
viciadas discrepancias morales. Queda en consecuencia determinar que más allá de las
sexualidades periféricas, la transgresión institucional de esta filosofía de vida, apenas
trata de cambiar el sentido de la injuria para convertirla en un motivo de estudio, e
incluso de orgullo (Fonseca y Quintero, 2009) por lo que finalmente, el discurso queer
expropia la injuria y recrea una identidad particular basada en la satisfacción de sus
deseos y anhelos. El estado serológico de la identidad tolerante o como representativa e
imitativa, solo se entiende desde una contemplación desinteresada, de resistencia a la
opresión y de una forma más totalizadora y completa Diversidad Sexual.17

Teoría de los estadios sexuales intermedios


Magnus Hirschfeld hace un acercamiento a la comprensión del sexo y la sexualidad
humanos y constituirá una base sólida para su reclasificación de la supuesta patología
sexual. La teorización de las diferencias sexuales se pierde en sí misma entre
demasiadas dimensiones o niveles, como son genital, somático, psíquico y del impulso
sexual. Sería acertado hablar de prácticas en todo caso, no solo porque se manifiesta a
través de los sentidos, y no tanto en datos biológicos sobre la sexuación humana, por lo
que la presencia de caracteres sexuales latentes del otro sexo, viene a ser simplemente
una oportunidad de ciencia aplicada y no la cualidad final del organismo (Kruzenecky,
1918: 273-274) que se caracteriza como sexo femenino o masculino. Hoy estamos a u
paso de no necesitar la colaboración sexual de nadie y de procrear a voluntad, lo cual
tan solo es una derivación de la necesidad humana y ciberhumana. Tampoco es preciso
que se recurra a la esencia de los sexos como teoría de la intersexualidad, pues la mente
no necesita fronteras, sino afluentes que se alejen de la evolución filogenética.
Pese al miedo o culpabilidad,18 la transgresión también provoca encanto y placer, razón
por la cual nadie está obligado ni debe desear a una persona de un género distinto. De
hecho, el binarismo no es más que una lógica imaginaria que continuamente reproduce
su propia ingobernabilidad. La naturalización de la heterosexualidad no es más que un
espejismo, según Fuss (1989) y un constructo artificial, pero que funciona al sistema y
es fácil de fiscalizar, por lo que se deja un pequeño margen para forjar nuestras ideas
sobre la sexualidad a través de metáforas (Martínez Expósito, 2000) cuyos efectos no
siempre son predecibles. Nunca debió prevalecer este modelo zoológico de la
sexualidad, pues ha retrasado a la especie entre la naturaleza animalesca y el absurdo
utópico del concepto de amor. Así que ni la persona lesbiana es una mujer caída ni el
arcaico varón es un hombre de verdad.

16
Si una institución política sólo es coherente cuando repite sus propias decisiones anteriores con mayor
fidelidad o de una manera más apropiada, entonces integridad no es coherencia (Dworkin en La lectura
moral y la premisa mayoritarista (cit. nt. 49) p.106, 110 y 111.
17
Rafael Mérida (2002: 13-14) sostiene que el sujeto que plantea la Teoría Queer rechaza toda
clasificación sexual. Ser queer no significa combatir por un derecho a la intimidad, sino por la libertad
pública de ser quién eres, cada día, en contra de la opresión.
18
Butler (2000a) sostiene que la insatisfacción provocada por el incumplimiento de la norma heterosexual
se transforma en el sentimiento de culpa que generan el terror de perder el amor del prójimo; el castigo de
los padres; y la censura social. El error es que se niega a sí mismo, ya que la resignificación de queer se
vuelve siempre sobre sí misma.
CONCLUSIONES
La anatomía analítica no es ni la anatomía natural, ni el género; es la sexuación y la
conclusividad antropológica con la que develar la singularidad de una cultura. A pesar
de los cambios de orientación sexual o de género, la centralidad explicativa de cultura
es un obstáculo que no deja entretejer un conocimiento tácito sobre la interacción social
ordenada. Claro que persiste la confusión entre diferencias de sexo y diferencia sexual,
cuya sexuación produce una simbolización específica en una cultura determinada, y
sobre la que hay que postular la existencia de un sujeto relacional, que produce un
conocimiento filtrado por el género. Al sostenimiento del orden simbólico se añaden la
aplicación del campo de la subjetividad y la subordinación femenina como un fenómeno
multicausal. Al ignorar un sistema total de relaciones que incluye la subjetividad y la
sexualidad, cambia el “script” con pura voluntad, pero plantea la existencia de una
realidad psíquica distinta a una esencia biológica, y esto es de difícil traducción
psicoanalítica. Butler lanzó la provocadora idea de que el género es un proyecto para
renovar la historia cultural en nuestros propios términos corpóreos, pero podría incluir
acto subversivo en el que lo genuino avala la propuesta feminista para distinguir el
comportamiento de género del cuerpo biológico que lo alberga.
Establecido como conjunto objetivo el habitus del ser en la sexuación, el orden social se
considera universal de la oposición binaria, con insistencia de división ajustados a
divisiones preexistentes que van caducando por sí solos. Desde su perspectiva, una
construcción social biologizada refrenda el conflicto epistemológico, pero anuncia un
momento histórico de ideas híbridas y de la razón de ser del feminismo. Lacan señalaba
que la complementariedad es imaginaria y siendo así, toda expresión simbólica se
disocia cada vez más del dilema: ¿quién es hombre o mujer? Encarar de manera crítica
una construcción social crítica no implica una anestesia de la disimetría biológica, sino
una relación contingente entre cuerpo y mente, en la que cabe reconocer los esquemas
inconscientes como agentes de asesoría embodiment, donde se plantea al cuerpo como
representación y como forma de ser en el mundo. En cambio, Bourdieu opera sobre el
habitus sexuado y sexuante y las condiciones de su formación, dando validez al vínculo
emocional del sujeto con su cuerpo, o sea la razón psicoanalítica e inconsciente como
causa sexual indiferenciada. Si la diferencia sexual no es cultura y en cambio si lo es el
género, el ámbito psíquico requiere diferente abordaje que el ámbito social, para ir más
allá de la descripción de lo simbólico.

La expresión freudiana “la anatomía es el destino” (1924/1979: 185) no parece tener


demasiado sentido, cuando la combinación de una gran variedad de factores, tales como
identidad de género nuclear, identificación con los roles de género, elección de objeto
amoroso, factores biológicos constitucionales, relaciones de objeto, conflictos en el
desarrollo, sexualidad, agresión, funcionamiento del yo y del superyó, entre otros,
determinan la configuración de la identidad de género definitiva. Según esto, Ariel
Martínez nos abre un abanico de confluencia de múltiples líneas del desarrollo,
apelando a Tyson y a los nuevos roles que combinan la sexualidad con las relaciones de
objeto. Es decir, la anatomía es evidencial, el comportamiento es otra cosa más
sofisticada y transformativa, incluso podríamos decir que mental. De hecho, en el
momento que existe la bisexualidad no hay verdad binarista que defender y en
consecuencia, la vulnerabilidad narcisista y necesaria en el ser humano en condiciones
óptimas, constituye el objeto menos contaminado. Los estímulos aplicados al cuerpo,
por muy complejos que parecieren han de gozar de una disposición instintiva (sexual) y
una disposición innata de género, sin peaje.
la experiencia intelectual y emocional no dejan lugar a ningún substituto (Maslow)

Desde una dimensión social de género se ofrece como otra opción posible el abordar la
creación de determinadas representaciones de poder, de resistencia feminista y un reino
de libertad sexual que proporciona una fuente de resistencia contra la legalidad y las
prohibiciones edípicas. Ya que en todos lados hay transiciones que nos hacen dilucidar
la multiplicidad de la realidad, pues ninguna manifestación está aislada en la naturaleza,
en todo caso, cada una muestra las innumerabIes conexiones con los demás cuerpos
naturales. 19 Bajo esta construcción cultural de la sexualidad, Butler asevera que la
performatividad del género sexual no consiste en elegir de qué género seremos hoy.
Performatividad es repetir las reglas mediante las cuales nos concretamos. En
consecuencia, el género es performativo y opera a través de la repetición ritualizada de
las normas.

El sexo no constituye un asiento natural que precede a la interpretación cultural del


género, como tampoco se mantiene que la apariencia imaginaria de inmutabilidad
naturalizada sea la mejor definición de cuerpo sexualizado. Sería más bien un análisis
crítico en que pensamos la corporalidad como fundamento último, a partir de los cuales
se construye la idea de sexo naturalmente dimórfico. La organización social de género
arraiga en las subjetividades mediante la constitución de las identidades de género y las
identidades sexuales, por tanto diversifica la naturaleza subjetiva20 bajo la ficción de
esencia genérica y sexual preexistente, la cual organiza los actos del sujeto. La identidad
de género y la identidad sexual se instauran a cada instante mediante performances,
cuya morfología le corresponde como fundamento armónico, desde donde la teoría de
género concluye en la praxis liberadora y el ejercicio dialéctico21 Para Butler, el desafío
consiste en minar el cuerpo como base sustancial del género, exponiendo el carácter
discursivo del mismo para, desde allí, instalar nuevas formas posibles de concebir el
cuerpo e instituir nuevas morfologías, alternativas.

Desde aquí, el cuerpo como objeto repudia los componentes puramente racionales de la
identidad propia del humanismo, se ocupa principalmente de las restricciones
heterosomáticas y en la necesidad de las revalorizaciones onto-epistemológicas, diseña
la tendencia hiperconstructivista (Femenías, 2003) con un lenguaje de base neutral, y
desde una cadena asociativa de la razón, la mente, la cultura y la actividad. No hay
división radical, sino la voluntad de poder que podría ser el lema paradigmático
genderiano: soy la persona en la que me he convertido, al margen de que mi primera
tendencia biológica estuviera determinada por un cúmulo de tetosterona incontrolada. Y
es que al experimentar otras formas de sensibilidad y de pensamiento se puede descubrir
que es compatible con otras fuentes de atracción y de curiosidad en las que, todo nuestro
cuerpo se lanza a la conquista de lo desconocido o prohibido. Desde la fenomenología
lo que percibimos como real es la realidad última, además de una manera absoluta o
escogida forma de elección aleatoria y complementaria; en última instancia hasta podría

19
Para Hirschfeld cada persona es comprensible sólo mediante la proporción interna de mezcla entre
partes masculinas y femeninas, aunque la diversidad de formas y la cantidad de desviaciones es tan
grande que todo intento de colocar en un determinado orden los estadios intermedios corporales y
mentales ha fracasado.
20
El hombre completo y la mujer completa son en realidad sólo formas imaginarias que tenemos que
llamar en nuestra ayuda para poseer un punto de partida para los estadios intermedios (Hirschfeld, 1903:
126-127)
21
Para los eléncticos socráticos el mayor bien es precisamente tener conversaciones (toias lógous
poieisthai)
aparecer un estado transitorio de cambio de género por apetito psíquico, lo que es
científicamente comprobable es la presencia de la curiosidad y su respectivo espectro
emocional dándole color al cuadro. Por ejemplo, cuando se juega a la bisexualidad, se
aprende del mismo género, del contrario y de cómo estar entre líneas de ambos. En ese
sentido el imaginar se ha convertido en el único recurso que no tributa y la forma más
elegante de ser un insumiso biocibernético.

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