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ECONOMIA JAPONESA EN 1990

DÉCADAS PERDIDAS DE LA ECONOMIA DE JAPON (1990-2000)

es el término empleado para referirse al estancamiento económico que


vivió Japón desde finales de 1991 como consecuencia del estallido de la burbuja
financiera e inmobiliaria gestada desde mediados de la década de 1980. En un
principio la «década perdida» se refería al periodo comprendido entre 1991 y
2001,1 sin embargo, algunos analistas han tratado de incluir la década de 2001 a
2011 e incluso la década de 2011 a 2021 bajo los títulos de «20 años perdidos» y
«30 años perdidos» (失われた 30 年).23
Con el estallido de la burbuja de activos en 1991, se dio por concluido el conocido
como milagro económico japonés, un periodo de extraordinario crecimiento
económico a lo largo de varias décadas que acabó por situar a Japón como la
segunda mayor economía del mundo a principios de la década de 1990 y que
según algunas proyecciones de la época, incluso podría llegar a desbancar
a Estados Unidos como primera economía nacional.4 Entre 1991 y 2003,
la economía japonesa creció a un ritmo medio del 1,14% anual y el crecimiento
real promedio entre 2000 y 2010 fue de alrededor del 1%, muy por debajo, en
ambos casos, de lo vivido en el resto de naciones industrializadas.35 La Gran
Recesión de 2008, el maremoto de Tōhoku de 2011 y la pandemia mundial de
COVID-19 tuvieron un profundo impacto negativo en la economía japonesa que
agudizaron los problemas que la economía arrastraba desde 1991.
Aunque algunos estudiosos sitúan los comienzos de la burbuja en la década de
1970,14 un año de referencia habitual es 1985, cuando se firmó el Acuerdo del
Plaza a petición de Estados Unidos entre las principales economías capitalistas
del momento. El acuerdo, que tenía por objeto frenar la apreciación que el dólar
había tenido en el lustro precedente respecto a las demás divisas de referencia,
como el yen, duplicó el valor del tipo de cambio entre el dólar estadounidense y el
yen entre 1985 y 1987, lo que alimentó una burbuja especulativa de activos a
escala masiva. La burbuja tuvo su origen en las excesivas cuotas de préstamos
que el Banco de Japón impuso a los bancos nacionales, un mecanismo de política
monetaria conocido como window guidance.1718 Para Paul Krugman, «los bancos
japoneses prestaron más y con menos consideración por la calidad del prestatario
que cualquier otro. Al hacerlo, ayudaron a inflar la burbuja económica a
proporciones grotescas».
DISPUTA ENTRE RUSIA Y JAPON POR LAS ISLAS KURILES
El conflicto de las islas Kuriles del Sur representa una disputa territorial fronteriza
entre Japón y Rusia que surgió porque las islas se incluyeron en la URSS en 1945
como resultado del Acuerdo de Yalta tras la Segunda Guerra Mundial. Después de
casi 80 años, las partes aún no han concluido un acuerdo de paz. El principal
obstáculo para la conclusión de un tratado de paz es el desacuerdo sobre los
derechos a la parte sur de la cordillera de las Kuriles. Tras la Segunda Guerra
Mundial, todo el archipiélago se incorporó a la Unión Soviética, pero Japón
disputaba la propiedad de las islas Iturup, Kunashir, Shikotan y Habomai, que
antes de la Segunda Guerra Mundial formaban parte de la prefectura japonesa de
Hokkaido, la más septentrional de las islas principales de Japón.  Shuichi Tokuda,
Jefe Adjunto de la Oficina de Asuntos Europeos del Ministerio de Asuntos
Exteriores de Japón, declaró que: «El gobierno japonés está comprometido con la
firma de un tratado de paz, pero para ello primero deben resolverse las cuestiones
relacionadas con los ‘territorios del norte'».
Al mismo tiempo, el Ministerio de Asuntos Exteriores ruso ha subrayado en
repetidas ocasiones que la soberanía rusa sobre estos territorios, basada en un
fundamento jurídico internacional válido, está fuera de toda duda.
A diferencia de Rusia, donde el tema de las islas Kuriles rara vez aparece en las
noticias nacionales, el destino de los territorios en disputa es un tema candente en
Japón y sumamente doloroso. La pasión que rodea la devolución de las islas a
Japón no sólo está alimentada por los intereses políticos y los sentimientos
nacionalistas de las élites japonesas. También influye el hecho de que hay tumbas
de japoneses que vivían allí antes de la derrota del país en la Segunda Guerra
Mundial, y eso es muy importante para la sociedad japonesa, donde la cultura de
la preservación ancestral y la memoria es muy fuerte. Japón ha establecido
incluso un Día de Duelo de los Territorios del Norte que se celebra el 7 de febrero,
y los mapas japoneses ya recogen las codiciadas tierras como territorio japonés.
Desde el inicio de la disputa territorial, Japón ha realizado numerosos intentos de
devolver las islas Kuriles a su territorio para ponerlas bajo su soberanía. En 1956,
la URSS y Japón firmaron una Declaración Conjunta en la que Moscú acordaba
considerar la posibilidad de ceder Habomai y Shikotan (el 7% del área de las
cuatro islas) a Japón tras la firma de un tratado de paz, mientras que no se
abordaba el destino de Kunashir e Iturup. La URSS esperaba que la Declaración
Conjunta pusiera fin a la disputa, mientras que Japón consideraba el documento
solo como parte de la solución al problema sin renunciar a sus reclamaciones
sobre todas las islas. En 2018, en Singapur, tras una cumbre entre el presidente
ruso, Vladímir Putin, y el primer ministro japonés, Shinzo Abe, este último afirmó
que las partes habían acordado acelerar el proceso de negociación de un tratado
de paz basado en la Declaración Conjunta soviético-japonesa de 1956. Esto
supuso una grave concesión por parte de Japón, ya que hasta entonces su
postura oficial era exigir la devolución de las cuatro islas y sólo tras la conclusión
de un tratado de paz.
Recientemente, Japón ha propuesto nuevos métodos para la devolución de las
islas Kuriles. Para resolver la cuestión de la propiedad de las islas Kuriles, Japón
debe mostrar su «disposición y capacidad» para bloquear los estrechos entre la
Rusia continental y las cuatro islas, que son las principales rutas de suministro.
Akio Kawatao, politólogo y ex diplomático japonés, se expresó en este sentido en
su artículo publicado en Newsweek Japan en 2021. Sugirió que Tokio no debería
apresurarse a resolver ahora la cuestión territorial: «Deberíamos esperar a que la
fuerza nacional de Rusia «disminuya como lo hizo en la década de 1990». Sin
embargo, según Kawatao, por ahora Tokio debe actuar para destruir el principal
principio del argumento ruso y demostrar al mundo que el propio Acuerdo de Yalta
no define el cambio de fronteras entre Rusia y Japón. Esto fue un año antes de
que comenzara la guerra entre Rusia y Ucrania en febrero de 2022.
Desde el inicio de la disputa territorial, Japón ha realizado numerosos intentos de
devolver las islas Kuriles a su territorio para ponerlas bajo su soberanía. En 1956,
la URSS y Japón firmaron una Declaración Conjunta en la que Moscú acordaba
considerar la posibilidad de ceder Habomai y Shikotan (el 7% del área de las
cuatro islas) a Japón tras la firma de un tratado de paz, mientras que no se
abordaba el destino de Kunashir e Iturup. La URSS esperaba que la Declaración
Conjunta pusiera fin a la disputa, mientras que Japón consideraba el documento
solo como parte de la solución al problema sin renunciar a sus reclamaciones
sobre todas las islas. En 2018, en Singapur, tras una cumbre entre el presidente
ruso, Vladímir Putin, y el primer ministro japonés, Shinzo Abe, este último afirmó
que las partes habían acordado acelerar el proceso de negociación de un tratado
de paz basado en la Declaración Conjunta soviético-japonesa de 1956. Esto
supuso una grave concesión por parte de Japón, ya que hasta entonces su
postura oficial era exigir la devolución de las cuatro islas y sólo tras la conclusión
de un tratado de paz.
Recientemente, Japón ha propuesto nuevos métodos para la devolución de las
islas Kuriles. Para resolver la cuestión de la propiedad de las islas Kuriles, Japón
debe mostrar su «disposición y capacidad» para bloquear los estrechos entre la
Rusia continental y las cuatro islas, que son las principales rutas de suministro.
Akio Kawatao, politólogo y ex diplomático japonés, se expresó en este sentido en
su artículo publicado en Newsweek Japan en 2021. Sugirió que Tokio no debería
apresurarse a resolver ahora la cuestión territorial: «Deberíamos esperar a que la
fuerza nacional de Rusia «disminuya como lo hizo en la década de 1990». Sin
embargo, según Kawatao, por ahora Tokio debe actuar para destruir el principal
principio del argumento ruso y demostrar al mundo que el propio Acuerdo de Yalta
no define el cambio de fronteras entre Rusia y Japón. Esto fue un año antes de
que comenzara la guerra entre Rusia y Ucrania en febrero de 2022.

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