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El documento describe la disputa territorial entre Japón y Rusia por las Islas Kuriles del Sur. Tras la Segunda Guerra Mundial, la Unión Soviética tomó control de las islas como resultado del Acuerdo de Yalta, aunque Japón reclama la soberanía sobre cuatro de las islas. A lo largo de los años se han realizado varios intentos de resolver la disputa, incluyendo una declaración conjunta de 1956 donde Rusia acordó devolver dos de las islas, pero la cuestión sigue sin resolverse.
El documento describe la disputa territorial entre Japón y Rusia por las Islas Kuriles del Sur. Tras la Segunda Guerra Mundial, la Unión Soviética tomó control de las islas como resultado del Acuerdo de Yalta, aunque Japón reclama la soberanía sobre cuatro de las islas. A lo largo de los años se han realizado varios intentos de resolver la disputa, incluyendo una declaración conjunta de 1956 donde Rusia acordó devolver dos de las islas, pero la cuestión sigue sin resolverse.
El documento describe la disputa territorial entre Japón y Rusia por las Islas Kuriles del Sur. Tras la Segunda Guerra Mundial, la Unión Soviética tomó control de las islas como resultado del Acuerdo de Yalta, aunque Japón reclama la soberanía sobre cuatro de las islas. A lo largo de los años se han realizado varios intentos de resolver la disputa, incluyendo una declaración conjunta de 1956 donde Rusia acordó devolver dos de las islas, pero la cuestión sigue sin resolverse.
DÉCADAS PERDIDAS DE LA ECONOMIA DE JAPON (1990-2000)
es el término empleado para referirse al estancamiento económico que
vivió Japón desde finales de 1991 como consecuencia del estallido de la burbuja financiera e inmobiliaria gestada desde mediados de la década de 1980. En un principio la «década perdida» se refería al periodo comprendido entre 1991 y 2001,1 sin embargo, algunos analistas han tratado de incluir la década de 2001 a 2011 e incluso la década de 2011 a 2021 bajo los títulos de «20 años perdidos» y «30 años perdidos» (失われた 30 年).23 Con el estallido de la burbuja de activos en 1991, se dio por concluido el conocido como milagro económico japonés, un periodo de extraordinario crecimiento económico a lo largo de varias décadas que acabó por situar a Japón como la segunda mayor economía del mundo a principios de la década de 1990 y que según algunas proyecciones de la época, incluso podría llegar a desbancar a Estados Unidos como primera economía nacional.4 Entre 1991 y 2003, la economía japonesa creció a un ritmo medio del 1,14% anual y el crecimiento real promedio entre 2000 y 2010 fue de alrededor del 1%, muy por debajo, en ambos casos, de lo vivido en el resto de naciones industrializadas.35 La Gran Recesión de 2008, el maremoto de Tōhoku de 2011 y la pandemia mundial de COVID-19 tuvieron un profundo impacto negativo en la economía japonesa que agudizaron los problemas que la economía arrastraba desde 1991. Aunque algunos estudiosos sitúan los comienzos de la burbuja en la década de 1970,14 un año de referencia habitual es 1985, cuando se firmó el Acuerdo del Plaza a petición de Estados Unidos entre las principales economías capitalistas del momento. El acuerdo, que tenía por objeto frenar la apreciación que el dólar había tenido en el lustro precedente respecto a las demás divisas de referencia, como el yen, duplicó el valor del tipo de cambio entre el dólar estadounidense y el yen entre 1985 y 1987, lo que alimentó una burbuja especulativa de activos a escala masiva. La burbuja tuvo su origen en las excesivas cuotas de préstamos que el Banco de Japón impuso a los bancos nacionales, un mecanismo de política monetaria conocido como window guidance.1718 Para Paul Krugman, «los bancos japoneses prestaron más y con menos consideración por la calidad del prestatario que cualquier otro. Al hacerlo, ayudaron a inflar la burbuja económica a proporciones grotescas». DISPUTA ENTRE RUSIA Y JAPON POR LAS ISLAS KURILES El conflicto de las islas Kuriles del Sur representa una disputa territorial fronteriza entre Japón y Rusia que surgió porque las islas se incluyeron en la URSS en 1945 como resultado del Acuerdo de Yalta tras la Segunda Guerra Mundial. Después de casi 80 años, las partes aún no han concluido un acuerdo de paz. El principal obstáculo para la conclusión de un tratado de paz es el desacuerdo sobre los derechos a la parte sur de la cordillera de las Kuriles. Tras la Segunda Guerra Mundial, todo el archipiélago se incorporó a la Unión Soviética, pero Japón disputaba la propiedad de las islas Iturup, Kunashir, Shikotan y Habomai, que antes de la Segunda Guerra Mundial formaban parte de la prefectura japonesa de Hokkaido, la más septentrional de las islas principales de Japón. Shuichi Tokuda, Jefe Adjunto de la Oficina de Asuntos Europeos del Ministerio de Asuntos Exteriores de Japón, declaró que: «El gobierno japonés está comprometido con la firma de un tratado de paz, pero para ello primero deben resolverse las cuestiones relacionadas con los ‘territorios del norte'». Al mismo tiempo, el Ministerio de Asuntos Exteriores ruso ha subrayado en repetidas ocasiones que la soberanía rusa sobre estos territorios, basada en un fundamento jurídico internacional válido, está fuera de toda duda. A diferencia de Rusia, donde el tema de las islas Kuriles rara vez aparece en las noticias nacionales, el destino de los territorios en disputa es un tema candente en Japón y sumamente doloroso. La pasión que rodea la devolución de las islas a Japón no sólo está alimentada por los intereses políticos y los sentimientos nacionalistas de las élites japonesas. También influye el hecho de que hay tumbas de japoneses que vivían allí antes de la derrota del país en la Segunda Guerra Mundial, y eso es muy importante para la sociedad japonesa, donde la cultura de la preservación ancestral y la memoria es muy fuerte. Japón ha establecido incluso un Día de Duelo de los Territorios del Norte que se celebra el 7 de febrero, y los mapas japoneses ya recogen las codiciadas tierras como territorio japonés. Desde el inicio de la disputa territorial, Japón ha realizado numerosos intentos de devolver las islas Kuriles a su territorio para ponerlas bajo su soberanía. En 1956, la URSS y Japón firmaron una Declaración Conjunta en la que Moscú acordaba considerar la posibilidad de ceder Habomai y Shikotan (el 7% del área de las cuatro islas) a Japón tras la firma de un tratado de paz, mientras que no se abordaba el destino de Kunashir e Iturup. La URSS esperaba que la Declaración Conjunta pusiera fin a la disputa, mientras que Japón consideraba el documento solo como parte de la solución al problema sin renunciar a sus reclamaciones sobre todas las islas. En 2018, en Singapur, tras una cumbre entre el presidente ruso, Vladímir Putin, y el primer ministro japonés, Shinzo Abe, este último afirmó que las partes habían acordado acelerar el proceso de negociación de un tratado de paz basado en la Declaración Conjunta soviético-japonesa de 1956. Esto supuso una grave concesión por parte de Japón, ya que hasta entonces su postura oficial era exigir la devolución de las cuatro islas y sólo tras la conclusión de un tratado de paz. Recientemente, Japón ha propuesto nuevos métodos para la devolución de las islas Kuriles. Para resolver la cuestión de la propiedad de las islas Kuriles, Japón debe mostrar su «disposición y capacidad» para bloquear los estrechos entre la Rusia continental y las cuatro islas, que son las principales rutas de suministro. Akio Kawatao, politólogo y ex diplomático japonés, se expresó en este sentido en su artículo publicado en Newsweek Japan en 2021. Sugirió que Tokio no debería apresurarse a resolver ahora la cuestión territorial: «Deberíamos esperar a que la fuerza nacional de Rusia «disminuya como lo hizo en la década de 1990». Sin embargo, según Kawatao, por ahora Tokio debe actuar para destruir el principal principio del argumento ruso y demostrar al mundo que el propio Acuerdo de Yalta no define el cambio de fronteras entre Rusia y Japón. Esto fue un año antes de que comenzara la guerra entre Rusia y Ucrania en febrero de 2022. Desde el inicio de la disputa territorial, Japón ha realizado numerosos intentos de devolver las islas Kuriles a su territorio para ponerlas bajo su soberanía. En 1956, la URSS y Japón firmaron una Declaración Conjunta en la que Moscú acordaba considerar la posibilidad de ceder Habomai y Shikotan (el 7% del área de las cuatro islas) a Japón tras la firma de un tratado de paz, mientras que no se abordaba el destino de Kunashir e Iturup. La URSS esperaba que la Declaración Conjunta pusiera fin a la disputa, mientras que Japón consideraba el documento solo como parte de la solución al problema sin renunciar a sus reclamaciones sobre todas las islas. En 2018, en Singapur, tras una cumbre entre el presidente ruso, Vladímir Putin, y el primer ministro japonés, Shinzo Abe, este último afirmó que las partes habían acordado acelerar el proceso de negociación de un tratado de paz basado en la Declaración Conjunta soviético-japonesa de 1956. Esto supuso una grave concesión por parte de Japón, ya que hasta entonces su postura oficial era exigir la devolución de las cuatro islas y sólo tras la conclusión de un tratado de paz. Recientemente, Japón ha propuesto nuevos métodos para la devolución de las islas Kuriles. Para resolver la cuestión de la propiedad de las islas Kuriles, Japón debe mostrar su «disposición y capacidad» para bloquear los estrechos entre la Rusia continental y las cuatro islas, que son las principales rutas de suministro. Akio Kawatao, politólogo y ex diplomático japonés, se expresó en este sentido en su artículo publicado en Newsweek Japan en 2021. Sugirió que Tokio no debería apresurarse a resolver ahora la cuestión territorial: «Deberíamos esperar a que la fuerza nacional de Rusia «disminuya como lo hizo en la década de 1990». Sin embargo, según Kawatao, por ahora Tokio debe actuar para destruir el principal principio del argumento ruso y demostrar al mundo que el propio Acuerdo de Yalta no define el cambio de fronteras entre Rusia y Japón. Esto fue un año antes de que comenzara la guerra entre Rusia y Ucrania en febrero de 2022.