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Herrero y Belardo (2020), DT.

Area RRII- FLACSO

Documento de Trabajo

Área de Relaciones Internacionales – FLACSO Argentina

SALUD INTERNACIONAL Y SALUD GLOBAL: HISTORIA, CONCEPTOS Y


PERSPECTIVAS1

María Belén Herrero2

Marcela Belardo3

Resumen

Introducción: La Salud Internacional es un campo interdisciplinario de conocimiento,


investigación y acción que se ocupa de la salud de las poblaciones más allá de sus
fronteras nacionales. América Latina se constituyó en pionera desde el S.XX
otorgándole al campo un dinamismo inusitado. Objetivo: Analizar el devenir histórico
de la Salud Internacional en América Latina y reflexionar en torno a los conceptos de
Salud Internacional y de Salud Global, en la nueva geopolítica regional y global.
Metodología: Estudio exploratorio, basado en un análisis cualitativo, que involucró
datos secundarios. Resultados: El nacimiento de la Salud Internacional en América
Latina estuvo ligado a los intereses económicos del capitalismo vernáculo de fines del
siglo XIX, de esa manera la salud se introduce en la agenda estatal y pasa a formar parte
de las relaciones internacionales. Al institucionalizarse, y durante la Guerra Fría, la
salud internacional devino en terreno de fuertes disputas e intereses contrapuestos, y en
objeto de distintos paradigmas de la salud. En pleno neoliberalismo y en un mundo
unipolar, el campo de la Salud Internacional devenido en Salud Global, que va a

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Citar: Herrero MB y Belardo MB “Salud internacional y salud global: historia, conceptos y
perspectivas”, Documento de Trabajo, Área de Relaciones Internacionales, FLACSO Argentina, 2020.
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Área de Relaciones Internacionales, Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO
Argentina) // Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET). Correo
electrónico: mbelen.herrero@gmail.com
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Instituto de Estudios Sociales en Contextos de Desigualdades (IESCODE/UNPAZ) // Consejo Nacional
de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET). Docente de la Facultad de Derecho, Universidad
de Buenos Aires. Correo electrónico: marcelabelardo@yahoo.com.ar

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representar mucho más que un simple giro lingüístico. En la última década en América
Latina se observa la influencia de trayectorias de pensamiento latinoamericanas que
actúan en el campo de la Salud Internacional para disputar el sentido de la salud desde
una perspectiva de derechos humanos, con una agenda específica en pos de la soberanía
sanitaria regional a través de una cooperación más horizontal y de políticas
emancipadoras en salud colectiva. Conclusiones: El campo de la Salud Internacional en
América Latina tiene características específicas. Es necesario continuar el estudio de las
trayectorias de pensamiento en nuestra región y su influencia con el fin de analizar su
contribución a la regionalización de las políticas de salud y la disputa a nivel global.

Palabras Claves: Salud Internacional, Salud Global, Medicina Social Latinoamericana,


Salud Colectiva, América Latina.

Abstract

Introduction: International Health is an interdisciplinary field of knowledge, research,


and action. It deals with the problems related to the health of populations beyond their
national borders. Latin America became a pioneer since the 20th century, giving the
countryside an unusual dynamism. Objective: Firstly, to analyze the historical
evolution of International Health in Latin America. Secondly, to reflect on the concepts
of International Health and Global Health, the disputes and tensions between them, in
the new regional and global geopolitics. Methodology: Exploratory study, based on
qualitative analysis. It involved secondary data. Results: The birth of International
Health in Latin America was linked to economic interests of vernacular capitalism of
the late nineteenth century. Health is introduced into the state agenda and becomes part
of international relations. Upon institutionalization, and during the Cold War context,
international health became a field of strong disputes and conflicting interests and object
of different health paradigms. In full neoliberalism and a unipolar world, the field of
International Health becoming Global Health represents much more than a simple
linguistic turn. In the last decade in Latin America, the influence of Latin American
thought trajectories acting in the field of International Health to dispute the sense of

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health from a human rights perspective is observed. This entails a specific agenda for
regional health sovereignty through more horizontal cooperation and emancipatory
policies in collective health. Conclusions: The field of International Health in Latin
America has specific characteristics. It is necessary to continue the study of the
trajectories of thought in our region and their influence in this field in order to analyze
their contribution to the regionalization of health policies and the global dispute.

Key words: International Health, Global Health, Latin American Social Medicine,
Collective Health, Latin America.

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Introducción

La Salud Internacional es un campo que estudia cómo las relaciones y las


interacciones entre países afectan la salud colectiva de sus pueblos. Si bien no existe
una definición única de la salud internacional, diversos autores han intentado definir sus
contornos y márgenes conceptuales.
Qué se entiende por Salud Internacional ha ido variando conforme las etapas
históricas y los paradigmas o perspectivas teórico-políticas. Algunos autores definen a
la Salud Internacional como un campo interdisciplinario de conocimiento, investigación
y acción que se ocupa de los problemas relacionados a la salud de las poblaciones más
allá de sus fronteras nacionales. Mario Rovere (1990) en un intento por complejizar esa
definición, entiende a la Salud Internacional como un recorte del campo de las
relaciones internacionales que a través del intercambio del conocimiento, información,
financiamiento, insumos, tecnología físicas y de gestión e influencia política, tiende a
mejorar las condiciones de salud y de vida de las poblaciones dentro de los límites que
los intereses de los países involucrados impone (p 5).
Lo que sí es un punto de acuerdo es que las transformaciones sociales,
económicas, políticas y culturales y la intensificación de procesos económicos y
sociales afectan sin dudas la salud colectiva de las poblaciones debido a las inequidades
que subyacen a estos modos de producción y a la generación de desigualdades. Más allá
de su origen europeo, América Latina se constituyó en pionera desde principios del
siglo XX otorgándole al campo de la Salud Internacional un dinamismo inusitado.
Históricamente el término “salud internacional” se ha identificado con el control
de las epidemias a través de las fronteras y en los puertos de mar, particularmente en el
combate a las enfermedades transmisibles (Godue, 1992). Sin embargo esta concepción
ha ido modificándose. En este devenir la agenda de la salud internacional fue
adquiriendo rasgos específicos y se fueron perfilando nuevos contornos; se ha ampliado,
complejizado y adquirió una dinámica más acelerada, no sólo debido a los nuevos
problemas que afectan a las poblaciones, sino también a nuevas consideraciones que se
hacen desde la faceta social. La salud entendida en su concepción social más amplia, es
en la actualidad un objetivo internacional incuestionable. Este contexto dio un fuerte
impulso hacia una mayor internacionalización de la salud y en ese camino fue
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adquiriendo una relación mucho más estrecha con la política exterior (Kickbusch,
2004). En este sentido, la agenda de salud en América Latina y El Caribe (ALC) tiene
una larga historia ligada a la salud como asunto internacional. A esto se suma que la
mayoría de los países periféricos, incluyendo los de ALC, tienen una doble carga de
enfermedad, esto es, patologías no transmisibles que afectan a la mayor parte de la
población y socavan su calidad de vida, y la persistencia de enfermedades infecciosas y
transmisibles que afectan, principalmente, a los grupos más vulnerables.
En un mundo cada vez más interconectado e interrelacionado, es posible hallar
repercusiones directas e indirectas sobre la salud de la gente que se originan en el modo
de vivir de la sociedad actual. La relación dinámica entre salud y enfermedad genera
consecuencias que van más allá de sus límites locales, nacionales, e incluso regionales.
La salud internacional, que involucra una compleja red de sistemas privados y estatales,
organismos internacionales, determinantes sociales, economía, producción, mercados,
servicios, así como el proceso mismo de salud-enfermedad, es una parte integral del
campo de las relaciones internacionales. Esto último hace que sea imposible tratar el
tema salud-enfermedad como si tuviera lugar solamente dentro de las fronteras
nacionales (Panisset, 1992). En consecuencia la salud es un tema multidimensional que
exige una acción internacional.
Desde el plano internacional, la salud está ganando espacio propio en la región
de América Latina y se propicia la posibilidad de reflexionar y construir nuevos
conocimientos para la acción y la generación de políticas. Muchas de ellas marcan una
ruptura con la hegemonía del campo más tradicional de la salud internacional. Las
nuevas estructuras intentan profundizar las relaciones intra-regionales y persiguen una
nueva cooperación interregional sur-sur. De tradición latinoamericana, la salud
colectiva y la medicina social eslabonaron la construcción integral del objeto salud, con
una práctica integral de transformación. No la transformación de “riesgos” aislados o
“factores determinantes”, sino la incidencia sobre procesos de determinación que
implican modos históricos estructurales (Breilh, 2013). De alguna manera, nuevas
estructuras intentan profundizar las relaciones intrarregionales y persiguen una nueva
salud internacional, que podría incorporar parte de ese paradigma.

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La salud internacional es un campo de acción, de conocimiento y de


investigación, y como en tantos otros campos, éste también requiere de un proceso de
análisis, reflexión e interpretación desde nuestros propios márgenes para dejar de
considerarlo mera réplica del desarrollo sanitario europeo. Desde el colonialismo en
nuestras tierras o en la época contemporánea integrada en el contexto internacional
como Estados, con distintos grados de dependencia, es necesario analizar los campos de
conocimiento en íntima relación con la política, la economía y la cultura de la época
(Sacchetti y Belardo, 2015). Es en el contexto político, económico y social de cada
época donde se producen los condicionamientos en la producción y circulación de
saberes y se definen los contornos de nuestros campos de conocimiento. De aquí que
resulta esencial analizar el devenir de la salud internacional en ALC, cómo se construye
la agenda de la salud internacional, quiénes la construyen y para quiénes se construye.
Este documento se propone reconstruir las ideas y prácticas que han
caracterizado el devenir de la salud internacional de ALC, lo que no significa dejar de
reconocer y conectar fenómenos de alcance o repercusión mundial. El objetivo de este
documento es doble: en primer lugar, analizar el devenir histórico del campo de la Salud
Internacional en América Latina, y en segundo lugar reflexionar en torno a los
conceptos de Salud Internacional y de Salud Global y las disputas y tensiones entre
estos, en la nueva geopolítica regional y global. Para realizar este análisis, se siguieron
los lineamientos propios de la metodología cualitativa, en base a datos secundarios. Los
datos secundarios se basaron en una revisión bibliográfica de la literatura, que fue
sistematizada en relación con la historia de la Salud Internacional y a los principios
fundamentales de estas tradiciones de salud en la región latinoamericana.
El documento se divide en dos secciones. La primera sección está organizada a
partir de una periodización histórica que tiene la intención de situar el devenir de la
salud internacional a lo largo de cuatro grandes etapas desde el siglo XIX hasta el
presente. Si bien consideramos que los esquemas rigidizan, de todas maneras y a los
fines de este documento, lo consideramos útil para organizar ese recorrido histórico, las
ideas epidemiológicas dominantes de cada época, las intervenciones en materia de
políticas de salud por parte de los estados, las relaciones internacionales entre los países
y la injerencia de los actores privados en materia sanitaria. Es decir, analizar de qué

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manera, la cuestión de la “salud” comienza a ser objeto de preocupación y ocupación de


los Estado-nación, y a su vez cómo la salud fue un tema de cierta importancia en las
relaciones internacionales. En la segunda sección, se propone discutir los conceptos de
Salud Internacional y Salud Global ya que es frecuente leer en artículos especializados o
en los cada vez más abundantes cursos que dictan universidades de todo el mundo los
vocablos Salud Internacional, Salud Pública Internacional y últimamente Salud Global.
Sin embargo, lejos de estar ante un simple giro lingüístico, estos conceptos encierran
relaciones de poder e intereses que es preciso dar cuenta. Finalmente, se abordan los
desafíos en torno a la salud internacional, la influencia del pensamiento latinoamericano
en el campo de la salud internacional y sus aportes hacia la construcción de una nueva
Salud Internacional, en pos del derecho a la salud y la soberanía sanitaria de los
pueblos.

El devenir de la salud como asunto Internacional

No podemos comprender el nacimiento de la Salud Internacional ni su devenir,


sin entender al mismo tiempo las explicaciones de la medicina sobre las causas de las
enfermedades. A lo largo de la historia de la humanidad, se han presentado diversos
marcos explicativos para los fenómenos relacionados con la salud y la enfermedad. En
el centro de ese proceso, se encuentra el concepto de la salud como una compleja
producción social. Se puede decir que el esfuerzo humano por comprender el proceso
salud-enfermedad e intervenir sobre él, se ha enfrentado desde siempre con la
interacción de diversos determinantes naturales, sociales, individuales y/o colectivos
(Urquía, 2006). Durante el siglo XIX el debate teórico giraba en torno a si las
enfermedades eran causadas por contagio o miasmas. Hasta la década de 1880 los
partidarios de esta última tesis eran los que dominaban y su teoría era la aceptada
(Urquía, 2006). La cuestión del miasma versus el contagio era también una pugna
política. Los defensores de la hipótesis del contagio, que básicamente sostenía que las
enfermedades pasaban de las personas enfermas a las sanas, proponían medidas que
mantuvieran lejos a los primeros de los segundos, como las tradicionales medidas de
aislamiento de personas, puertos (lugares por donde ingresan y egresan personas y
mercancías) y ciudades. Este tipo de medidas conocidas como “cuarentenas” implicaba

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además una gran movilización de las fuerzas militares, y su fundamento la hipótesis del
contagio estuvo acompañada por las más extremas actitudes xenofóbicas. Pero esta
teoría, y sus consecuentes medidas preventivas de la enfermedad, obstaculizaban la
creciente expansión capitalista de la época ya que inmovilizaba personas y mercancías.
Con el tiempo se demostró que sus defensores habían sostenido la posición correcta en
términos epidemiológicos. En cambio, los defensores de la hipótesis miasmática
atribuían la enfermedad a las condiciones de la naturaleza y al ser humano. Los
miasmas eran efluvios malignos y pestilentes que, según se creía, se desprendían de
cuerpos enfermos, ya sean de seres humanos o animales, de materias corruptas y de
aguas estancadas. Sus defensores, abanderados de los ideales del progreso y la libertad
individual, propugnaban por medidas que no interfirieran con el comercio. Los
defensores de la hipótesis miasmática resultaron haber estado equivocados en su
oposición a la teoría del contagio (Buck, et. al., 1988). Estas teorías comienzan a decaer
hacia 1880 cuando emerge la teoría de los gérmenes a partir de los descubrimientos de
Louis Pasteur y de Robert Koch, quienes pudieron establecer la relación entre la
enfermedad y una causa única y específica: un microorganismo (Urquía, 2006).
Lo que nos interesa resaltar de esta disputa científica del siglo XIX, que trajo
consecuencias político-sociales, es que los Estados modernos comienzan a intervenir en
los asuntos de salud, es decir, las políticas de control de las enfermedades pasaron a
formar parte de la agenda de los Estados debido a los gigantescos cambios económicos
y sociales que se estaban produciendo por la revolución industrial y las pérdidas, que las
epidemias y las enfermedades ligadas al trabajo, estaban provocando en la tasa de
ganancia. La “salud” comienza a ser objeto de preocupación y ocupación de los Estado-
nación y a su vez un tema de cierta importancia en las relaciones internacionales. De
esta forma la salud entendida en su concepción social más amplia, devino en un objetivo
internacional incuestionable. En consonancia con la dinámica mundial las perspectivas
y etapas de la salud internacional fueron cambiando con los cambios de paradigma de
desarrollo y a la dinámica mundial (Gráfico 1). Este contexto dio un fuerte impulso
hacia una mayor internacionalización del campo sanitario y en ese camino fue
adquiriendo una relación mucho más estrecha con la política exterior. En su devenir, la
salud internacional no ha estado exenta de tensiones.

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Gráfico 1: Devenir de la Salud Internacional

Fuente: Elaboración propia

Primera etapa: 1850 – 1901 - Una salud internacional incipiente y desordenada.

A partir de mediados del siglo XIX, luego de las guerras por la independencia en
nuestro continente, comienzan a establecerse los Estados modernos en la mayoría de las
sociedades latinoamericanas. Los cambios sociales ocurridos a partir del desarrollo
económico y la acelerada urbanización impactan en el control de las enfermedades, que
pasaron a formar parte de la agenda de esos estados. Por ello, retomando a Panisset
(1992) cuando hablamos de la “salud como asunto internacional”, nos referimos a las
cuestiones de salud intrínsecas a las relaciones internacionales. Cuestiones que sólo
pueden resolverse en el ámbito internacional y a partir de negociaciones diplomáticas.
En este recorte del campo, a los fines del análisis, partimos de la premisa de que los
problemas de salud y enfermedad de la población se convierten en una ´preocupación´ y
´ocupación´ de aquellas novedosas formaciones estatales que empiezan a adquirir
durante el siglo XIX características nacionales. Esto supuso –a diferencia de las
formaciones coloniales o el control político local- dos procesos simultáneos: el ejercicio
de un nuevo dominio en calidad de suprema agencia “nacional” de gobierno sobre un
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territorio, y su materialización en un conjunto interdependiente de instituciones que


permiten su efectivo ejercicio a través de sus agentes (cartero, policía o gendarme,
docentes, empleados estatales de los ferrocarriles, etc.). La consolidación, y legitimidad,
de los estados-nación se fue materializando en su creciente injerencia en los asuntos de
la vida social, como la recopilación de los datos de sus ciudadanos mediante censos
(Oszlak, 1982; Hobsbawm, 1991) o la potestad del registro de nacimientos y
defunciones, y posteriormente de las causas de mortalidad. Dicho en otras palabras, la
salud comienza a ser una función de los Estados, lo que todavía no significaba una
obligación del Estado y un derecho humano.
Como señalamos, el control de epidemias a partir de la intervención de los
Estados se relaciona con medidas de índole económica y geopolítica: antiguas prácticas
como las cuarentenas y el aislamiento comienzan a resultar conflictivas en tiempos de
un activo intercambio comercial internacional. El cólera era la enfermedad que más
preocupaba en Europa durante el siglo XIX, y su presencia persistente convence a los
Estados a celebrar la Primera Conferencia Sanitaria Internacional en 1851 en París,
donde asistieron 12 países representados por un médico y un diplomático por cada
estado. La representación médica fue desapareciendo en las sucesivas conferencias pero
no fue mermando la preocupación de los países por el cólera, que fue motivo de debate
(entre miasmáticos y contagionistas) hasta bien entrado el siglo XX (Mateos Jiménez,
2005).
En América Latina, en cambio, la preocupación epidémica de entonces era la
fiebre amarilla, y es la enfermedad que impulsó la salud internacional en nuestro
continente (Sacchetti y Rovere, 2011). De hecho, la 5° Conferencia Sanitaria
Internacional que se celebró en Washington en 1881, la única fuera de Europa, estuvo
dedicada a la transmisión de la fiebre amarilla, cuyo invitado especial fue el Dr. Carlos
Finlay, quien fuera desacreditado durante más de 20 años por su hipótesis de la
transmisión de una persona a otra a través de un intermediario (el vector). Esta
enfermedad, que afectó en mayor o menor medida a casi todos los países del continente
americano, estableció las bases de las relaciones entre los Estados en materia sanitaria
por las grandes pérdidas económicas que generaban las recurrentes epidemias (Sacchetti
y Rovere, 2011).

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Hasta fines del siglo XIX existe gran preocupación en torno a las epidemias que
amenazan la expansión capitalista. El nacimiento de la salud internacional estuvo
entonces estrechamente ligado a los intereses económicos del capitalismo vernáculo, y a
partir de ese fenómeno la salud comienza poco a poco a introducirse en la agenda estatal
y en las relaciones internacionales de los países. Podemos definir a este primer período
como una “etapa incipiente y desordenada” de la salud internacional.

Segunda etapa: 1902 – 1944 - La institucionalización de la Salud Internacional

La Salud internacional desde sus orígenes está identificada con el control de las
epidemias a través de las fronteras y en los puertos de mar (Sacchetti y Rovere, 2011),
ya que ocasionaban enormes pérdidas económicas (y por supuesto humanas) a los
grupos económicos, un actor fundamental en la constitución de este campo. En plena
expansión del capitalismo local el sector privado, productivo y comercial, estuvo
especialmente afectado. En ese contexto se desarrolló lo que se conoció como
“Medicina Tropical”, una medicina ligada a la estructura económica por las
enfermedades debilitantes (como la anquilostomiasis, paludismo, mal de Chagas,
esquistosomiasis) y sus consecuencias en la caída de la productividad. Los expertos
médicos del imperio inglés institucionalizan esta rama de la medicina a raíz de las
enfermedades que afectaban la producción de materias primas de sus colonias. Así se
ponen en práctica activas campañas de erradicación de enfermedades en las zonas
productoras de algodón, café y caucho (bienes primarios que enlazaban las economías
regionales al mercado internacional) como el paludismo y la anquilostomiasis (Sacchetti
y Belardo, 2015). En ese contexto surge la Comisión Sanitaria Rockefeller en 1901 a
iniciativa de John Davison Rockefeller, una familia de empresarios petroleros
norteamericanos que expande sus negocios rápidamente a América Latina. Bajo la
figura del filantropismo interviene en la salud de diversos países de la región con el
objetivo de restaurar la capacidad laboral de los trabajadores agrícolas, de acuerdo a la
demanda de la división internacional del trabajo (Franco Agudelo, 1990; García, 1994).
La “prueba piloto” contra la anquilostomiasis se estableció en el sur de Estados Unidos,
zona algodonera, y luego de un rotundo éxito se trasladó a Puerto Rico, zona cafetalera

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dominada desde 1898 por Estados Unidos dando inicio a una serie de campañas en
varios países del continente hasta convertirse en 1913 en la Comisión Internacional de
Salud. Una de las frases más ilustrativas de John Rockefeller en relación a su incursión
en la salud internacional decía: “No hemos trazado una línea divisoria entre empresas
comerciales y empresas filantrópicas” (García, 1994 p.163), dando cuenta de que el
campo de la salud internacional sirvió de complemento a la penetración capitalista
norteamericana en nuestra región.
Bajo una lógica similar, la tristemente célebre United Fruit Company (UFC),
empresa de dominio bananero hasta después de la Segunda Guerra Mundial, estableció
su Departamento Médico que tenía como misión restituir la salud de su fuerza de
trabajo. La UFC desarrolló una muy extendida campaña contra la malaria en
Centroamérica y el Caribe, apoyada por la Fundación Rockefeller y el Servicio de Salud
Pública de los Estados Unidos, desde la que nos llegan algunos relatos de los
trabajadores de la época denunciando las aplicaciones forzadas de quinina por parte de
la empresa y las medidas higiénicas compulsivas como los drenajes, el uso de
insecticida y la vigilancia constante de las casas de trabajadores. Un relato de un
“médico laboral” nos ilustra sobre el pensamiento de la época: “Aproximadamente del
90 a 95% de nuestros empleados en las divisiones tropicales son trabajadores negros,
indios nativos y mezclas de diferentes razas no familiarizadas en absoluto siquiera con
los rudimentos de las normas sanitarias” (Franco Agudelo, 1990 p. 203). La malaria era
un problema netamente económico para la empresa y junto con la Medicina Tropical
que ponía su foco de atención en las enfermedades de las colonias y cuyos esfuerzos
estuvieron centrados durante la primera mitad del siglo XX en restaurar la capacidad
laboral de los trabajadores agrícolas, la teoría de la eugenesia tomaba cada vez mayor
fuerza desde el último tercio del siglo XIX de la mano del darwinismo social. La
eugenesia consideraba “las leyes biológicas para mejorar la raza humana”, una
concepción que se trasladó a la acción científica y se instala como “política de Estado”,
con intervenciones que fueron desde la discriminación y aislamiento de ciertos grupos,
el aniquilamiento, la reproducción compulsiva para el mejoramiento de la “raza” o las
esterilizaciones forzosas. Lamentablemente la historia nos ha dado demasiados ejemplos
de Estados eugenésicos como lo fue el nazismo, el más grande movimiento del mundo,

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inspirado por el segundo mayor movimiento eugenésico que se dio en los Estados
Unidos a fines del siglo XIX y perduró hasta mediados del siglo XX, que introdujo el
primer antecedente legal del mundo de esterilizaciones a “locos y criminales”. En
cambio, en América Latina (también en España e Italia) el rol eugenésico lo jugó
fuertemente la Iglesia católica con determinadas prohibiciones en cuanto al matrimonio.
En Argentina y, solo por poner un ejemplo, se dictó en 1926 la legislación sobre la lepra
que establecía el primer impedimento matrimonial de orden eugénico para evitar la
descendencia. En Argentina, el movimiento eugenésico fue más transversal, sin
distinción partidaria e incluso hombres destacados del progresismo fueron parte de ese
movimiento. Simultáneamente la teoría epidemiológica del germen y el pensamiento
positivista comienzan a pisar fuertes desde finales del XIX, donde la salud es entendida
como ausencia de enfermedad, y la enfermedad como presencia de un germen o agente
infeccioso (externo a erradicar). No olvidemos que ya había sido descubierto el bacilo
de Koch dando inicio a la era de la bacteriología moderna. Tener en cuenta esto es
importante, porque da cuenta de las acciones que marcaban la agenda de salud,
básicamente el control y erradicación de las enfermedades infecciosas a través de
programas verticales de salud (dirigidos hacia enfermedades específicas) orientados a
estas enfermedades de la mano de fundaciones filantrópicas como de los Estados
nucleados desde enero de 1902 en la Oficina Sanitaria Internacional (posteriormente
Organización Panamericana de la Salud), la primera organización de salud pública
internacional de todo el mundo.

Tercera etapa: 1944 – 1979 - La Salud Internacional en disputa

Luego de la II Guerra Mundial se funda la Organización Mundial de la Salud


como parte de las Naciones Unidas. En 1948 la salud es reconocida mundialmente
como un derecho humano, transformándose en un elemento de atención obligada de
todas las sociedades modernas e incorporándose paulatinamente a través de distintas
declaraciones en las agendas comerciales, de política exterior y de derechos humanos.
Durante las décadas posteriores a la Segunda Guerra Mundial se crearán y renovarán
varias organizaciones que actuarán también en el campo de la salud internacional,

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incluyendo a las agencias de ayuda humanitaria y de desarrollo bilateral, y varias


agencias de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
En el marco de una salud internacional, ya más institucionalizada y frente al
azote de las enfermedades infecciosas que continuaban siendo una preocupación que
canalizaba una intensa actividad diplomática y de una cada vez más cooperación
multilateral en la esfera de la salud pública en 1951, los Estados Miembros de la OMS
aprueban el Reglamento Sanitario Internacional (RSI). El RSI estaba principalmente
destinado a vigilar y controlar seis enfermedades infecciosas graves: el cólera, la peste,
la fiebre amarilla, la viruela, la fiebre recurrente y el tifus, es decir que los Estados
debían notificar a la OMS toda aparición de cualquiera de estas enfermedades en su
territorio. De todas formas, no debemos olvidar que si bien las enfermedades infecciosas
continuaban siendo un factor de preocupación para los Estados, el aumento de las
enfermedades crónicas comenzaba a generar niveles de alerta. Así, a mediados del siglo
XX, frente a una relativa mejora en las condiciones de vida y salud de los países
desarrollados –lo que no implica reducción de las inequidades en su interior-, los
avances de la tecnología y el aumento de la esperanza de vida en determinados sectores,
las enfermedades crónicas entraban en la agenda sanitaria, y con ello nuevos actores e
intereses económicos. La teoría dominante es la de los factores de riesgo (conocida
como teoría de la caja negra). Es decir, la salud ya no era simplemente la ausencia de
enfermedad, y su ausencia no dependía de eliminar un germen, sino que había otros
factores (de riesgo) que atentaban contra ella (Urquía, 2006). El alto costo de estas
enfermedades para los Estados no será una preocupación menor, como tampoco las
discapacidades y limitantes que las mismas generan (sobre todo en la población
activa/fuerza de trabajo). Esto va a complejizar mucho más aun la agenda sanitaria, y la
emergencia de nuevos actores y formas de pensar e intervenir sobre la salud.
Durante el período de la Guerra Fría el campo de la salud internacional también
sufrió las tensiones y rivalidades políticas e ideológicas de los dos bloques más
importantes de aquel entonces: aquel que representaba al capitalismo y aquel que
representaba los intereses de la clase trabajadora detrás de las banderas comunistas. Así,
la salud no permaneció ajena a esta disputa, por el contrario, tanto un bloque como el
otro desarrollaron una intensa actividad en torno a los problemas de salud y enfermedad,

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desde la construcción de hospitales y clínicas, el fuerte desarrollo de la industria


farmacéutica y el combate a grandes epidemias que afectaban tanto a los países
desarrollados (por ejemplo, la poliomielitis) como los países periféricos (malaria y
fiebre amarilla). Cuando la Unión Soviética y los países comunistas deciden retirarse en
1949 de la ONU y, de esta manera la OMS quedó controlada por los intereses del
bloque occidental, particularmente de Estados Unidos, estimulando el profesionalismo y
el crecimiento burocrático, y realizando campañas globales y técnicamente orientadas al
control o eliminación de enfermedades específicas a través de programas verticales,
funcionando con un enfoque similar al que la Fundación Rockefeller impuso como
modelo desde principios de siglo. Durante este período Estados Unidos promovió
reformas sociales de carácter limitadas y administradas por un pequeño grupo de
especialistas. Dos enfoques de salud en permanente tensión caracterizaron esta etapa:
uno basado en los abordajes sociales y económicos que determinan la salud de la
población y el otro más enfocado en las tecnologías y las enfermedades. Ambos
enfoques permanecieron a lo largo del tiempo con distintos énfasis, aumentando o
disminuyendo dependiendo de las relaciones de fuerza de los países y de los intereses
de los actores internacionales. Pero con una supremacía de los dominios
estadounidenses –a través por ejemplo de sus campañas de erradicación (malaria,
viruela), frente a las iniciativas orientadas al fortalecimiento de los sistemas de salud.
En este escenario, la OMS siempre fue un campo de disputa.
En este período, comienzan a desarrollarse estrategias de Cooperación Sur-Sur,
de la mano del Movimiento de Países No Alineados (MPNOAL). Se lleva a cabo la
famosa Conferencia de Bandung (1955), cuyo objetivo era promover la articulación
entre países en vías de desarrollo y estimular su propio crecimiento y que desemboca en
la construcción de una nueva modalidad de cooperación entre países en desarrollo. Las
décadas de 1960 y 1970 estuvieron signadas por la emergencia de las naciones africanas
descolonizadas, la ampliación de los movimientos socialistas y nacionalistas y las
nuevas teorías del desarrollo con énfasis en el crecimiento económico y social. Este
proceso influyó fuertemente en la OMS cuyo abordaje en los problemas de salud y
enfermedad de la población empieza a ser fuertemente criticado culminando en la
Conferencia realizada en Alma Ata en 1978, país por entonces perteneciente a la órbita

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soviética. En esa Conferencia se declara a la salud como un derecho humano


fundamental que debe ser alcanzado por políticas sociales y políticas de salud pública
integradas reconociendo el contexto económico, político social y de salud. Detrás del
movimiento por la atención primaria de la salud se encontraban una serie de
experiencias exitosas de organizaciones no-gubernamentales y de médicos que actuaban
en América Latina, África y Asia que actuaban junto a las poblaciones locales. Varias
experiencias marcaron este enfoque como los “médicos de pies descalzos” chinos que
estaban transformando las condiciones de salud de la población rural (Brown, Cueto y
Fee, 2006). La respuesta a la Conferencia de Alma Ata fue la Conferencia de Bellagio
(Italia) influenciada por Estados Unidos y financiada por la Fundación Rockefeller y
con el apoyo del Banco Mundial (BM). La reunión lanzó el concepto alternativo y
contrapuesto de “atención primaria selectiva de la salud”. Es decir, la implementación
de intervenciones técnicas, de bajo costo y de pequeña escala, con UNICEF liderando la
iniciativa en los años 80‟, aunque la reducción de personal y las políticas neoliberales se
hicieron sentir en la OMS, que comenzó a depender cada vez más de las contribuciones
privadas. De esta manera, y en pleno auge mundial del neoliberalismo, la década de
1990 estará marcada por una clara disminución de las contribuciones (aportes
económicos) de los países miembro de la OMS para financiar las políticas de salud a
nivel mundial, y en simultáneo irá adquiriendo mayor protagonismo el Banco Mundial
tanto en el área de salud como demográfica con préstamos a los países.

Cuarta etapa: 1980-2000 - Reconfiguración del campo de la Salud Internacional

Luego de la caída del Muro de Berlín comienza a reconfigurarse el campo de la


salud internacional. El escenario cambia completamente y se produce un aumento
significativo de actores en el campo de la salud y un conjunto mayor de problemas de la
agenda sanitaria. Frente a una mayor interdependencia e interconectividad por una
globalización contemporánea que parecía desafiar la distinción tradicional entre
actividades del sector salud doméstica y esfuerzos internacionales en el área de salud, se
produce un aumento de actores y del amplio conjunto de problemas de la agenda
sanitaria. Temas tales como derechos de propiedad intelectual, producción y

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Herrero y Belardo (2020), DT. Area RRII- FLACSO

distribución de medicamentos e insumos, comercio internacional y derechos humanos


pasaron a formar parte de la arena internacional de la salud y a marcar nuevos desafíos
en materia de diplomacia en salud. Esta agenda ampliada se extendió a nuevos ámbitos
de debate, con actores cada vez más diversos y hacia nuevos foros de discusión. La
salud pasó a integrar otras agendas, por ejemplo, del Consejo de Seguridad de las
Naciones Unidas y del G-8.
En un contexto de reducción de gastos del Estado en la década de los 80´ y de
instauración de políticas de corte neoliberal también se hizo sentir en el campo de la
salud internacional. Durante la década de 1980, las agendas restrictivas de reforma de
salud se extendieron en América Latina, alimentadas por la ideología neoliberal
hegemónica y las críticas al estado de bienestar. El gasto en salud estuvo sujeto a las
demandas de ajustes macroeconómicos (Almeida, 2013). El acceso a los servicios de
salud dejó de ser considerado un bien público, lo que implicó un empeoramiento de la
situación de salud de la población.
Este contexto estará marcado por la disputa entre la OMS y el Banco Mundial en
la conducción del sector en el ámbito internacional (Brown, Cueto y Fee, 2006). Hasta
la década de 1960, la OMS era el líder indiscutible a nivel internacional. Su legitimidad
estaba vinculada a la construcción de un paradigma teórico y conceptual basado en la
autoridad científica y profesional, especialmente médica, que guiaba prácticas y
estrategias con el objetivo de atender los problemas de salud en todo el mundo
(Almeida, 2013). La disputa por el liderazgo del sector culminó con el predominio del
Banco Mundial en el ámbito de la salud internacional desde fines de la década de 1980
en adelante, lo que permitió orientar la agenda de reformas en salud dirigida por el
banco. Estas reformas del sistema de salud de los años ochenta y noventa no solo no
ayudaron a superar las desigualdades ya existentes en salud, sino que las profundizaron,
sobre todo en nuestra región. Mientras tanto, la cooperación internacional se desplazaba,
a través de programas verticales y focalizados, a intervenciones tecnológicas y de
productos (nuevos medicamentos y vacunas, nuevos equipos) al tiempo que se
debilitaba considerablemente el apoyo para el fortalecimiento de los sistemas de salud
(Almeida, 2013).

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Herrero y Belardo (2020), DT. Area RRII- FLACSO

El protagonista de esta etapa fue el Banco Mundial y ya no sólo como


prestamista financiero para la inversión en infraestructura sino como un actor cada vez
más influyente en el campo de la salud (Rovere, 2011). En los 90´ los préstamos del
Banco Mundial para el sector salud sobrepasaron el presupuesto total de la OMS
(Almeida, 2013). Este punto merece especial atención puesto que no será un hecho
menor en materia de salud internacional. Así el prestigio de la OMS rápidamente fue en
descenso y como estrategia de supervivencia comenzó a emplear los conceptos de
"fondos globales" y "asociaciones mundiales" en donde un conjunto de actores privados
(fundaciones filantrópicas y empresas farmacéuticas) comenzaron a incidir económica y
políticamente en la definición de las líneas estratégicas de la salud a escala global. El
presupuesto de la OMS proviene de las donaciones voluntarias de fuentes tanto públicas
como privadas y de contribuciones que pagan los Estados miembro. Como se muestra
en el Gráfico 2, el presupuesto de la OMS depende cada vez más de contribuciones
“extra- presupuestarios” donados por agencias multilaterales, fundaciones filantrópicas
o por algunos países ricos e industrializados condicionando fuertemente la agenda de la
salud internacional a sus propios intereses mientras que las contribuciones de los
Estados se mantuvieron casi sin alteraciones.

Gráfico 2: Evolución del presupuesto de la OMS desde 1980.

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Herrero y Belardo (2020), DT. Area RRII- FLACSO

Fuente: Tine Hanrieder “International Organization in Time. Fragmentation and


Reform”, 2015.

Hasta 1993, cuando se congelaron las contribuciones de los Estados debido a


una resolución patrocinada por EEUU, estas superaban a las fuentes voluntarias de
financiación. A partir de entonces, los recursos voluntarios se han convertido en la
principal fuente de ingresos (que hoy representan más del 70% de su presupuesto). Esto
implica no solo poca previsibilidad para sus operaciones, sino, y sobre todo, una
limitante en su margen de acción ya que la mayoría de las contribuciones vienen
asignadas a fines específicos, o sea que se invierten en programas particulares (Global
Health Watch, 2018). Es decir, son los donantes los que deciden qué política o
programa de salud implementar a escala mundial con sus fondos.
En consecuencia, desde hace varios años que la OMS está inmersa en una crisis
financiera que deslegitima los mecanismos de decisión y debilita aun más su
credibilidad. La creciente influencia de fondos filantrópicos es parte de esa erosión. Si
observamos su presupuesto total, vemos la siguiente proporción: el 73% del
financiamiento depende de los fondos de los donantes voluntarios mientras que sólo el
16% corresponde a la cuota de los países miembro para el bienio 2017-2019 (Gráfico
3).

Gráfico 3: Financiamiento de la OMS por tipo de


contribuciones 2017-2019

2% Importe de los Estados


2%
7% miembro
16%
Contribuciones voluntarias
específicas
Contribuciones voluntarias
básicas
Contribuciones PIP

73%
Financiacion estimada
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Herrero y Belardo (2020), DT. Area RRII- FLACSO

Fuente: Elaboración propia en base a datos de la OMS.

Como puede observarse en el Gráfico 3, el presupuesto total de la OMS proviene


de una mixtura de contribuciones muy bajas que pagan los Estados miembros y
contribuciones o donaciones voluntarias de fuentes tanto públicas como privadas. Según
la información que provee la misma OMS del rubro de contribuciones voluntarias
específicas, Estados Unidos lidera el ranking con el 14,66%, seguido por la
multimillonaria Fundación de Bill y Melinda Gates con el 13,5% y varios puntos por
debajo la Alianza Global para Vacunas e Inmunización (GAVI, siglas en inglés) una
asociación público-privada con una estructura de gobierno hibrida en la que participan
gobiernos y actores no estatales, como las corporaciones farmacéuticas que pone énfasis
en soluciones tecnológicas, a fin de lograr resultados rápidos y cuantificables a corto
plazo, y al hacerlo, promueve los intereses de los fabricantes privados de vacunas.
GAVI no promueve la producción local ni la transferencia de tecnología, pero ejerce
presión para que se cumplan los cronogramas nacionales de inmunización de los países
que apoya y que comparten los costos de las vacunas que utilizan (Global Health
Watch, 2018). Bastante más lejos se posiciona el Reino Unido y Norte de Irlanda con un
7,42% y Alemania con el 4,99%. Por lo que esas contribuciones voluntarias están
compuestas por gobiernos, asociaciones público-privadas y fundaciones privadas y
farmacéuticas con fines específicos, que imponen las políticas globales de salud.
Como vimos al inicio de este trabajo, prevalece en el campo de la salud
internacional las fundaciones filantrópicas, antes la Fundación Rockefeller, actualmente
la fundación del multimillonario Bill Gates, creador de Microsoft. Las razones por las
que empresarios realizan actividades supuestamente no lucrativas siempre ha tenido que
ver con los intereses económicos de sus empresas ya sea de manera directa o indirecta
(por ejemplo, a través de la mejora de su imagen pública y exenciones fiscales) (Global
Health Watch, 2018). Hace unos años se impuso el término de “filantrocapitalismo”
para designar este tipo de acciones que ejercen enorme influencia en gobiernos y
organismos internacionales (Birn, 2014). Este tipo de asociaciones con el sector
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Herrero y Belardo (2020), DT. Area RRII- FLACSO

comercial claramente limitan los objetivos proclamados en la Conferencia de Alma Ata,


modifica las prioridades de las organizaciones, y recrea programas verticales pero sobre
la base de un enfoque más restricto aún que se manifiesta en las “enfermedades
prioritarias” (Harman, 2012).
De aquí el surgimiento con más fuerza de la expresión “salud global”. Desde
principios del siglo XX este campo fue conocido como “salud internacional” en donde
jugaron un papel destacado las soberanías estatales. El cambio de denominación de
“salud internacional” al de “salud global” tuvo lugar dentro del contexto de los procesos
de globalización y consideramos que este cambio representa mucho más que un simple
giro lingüístico.

Quinta etapa: 2001 – Actualidad – El redireccionamiento de la Salud Internacional en


América Latina

En el siglo XXI la salud emerge en la agenda política global como un problema


que solo puede abordarse de manera efectiva a través de esfuerzos de cooperación. En
ese contexto, la salud adquirió un lugar importante en las relaciones internacionales y ha
llegado a desempeñar un papel clave en las agendas de la política exterior en la última
década. La Declaración de los Objetivos de Desarrollo del Milenio en el año 2000
también reveló el papel central de la salud en el debate internacional. La Comisión de
Determinantes Sociales de la Salud de la OMS, formada en 2005, dio aún mayor
impulso al tema. Fidler (2010) ha llamado a este momento la "revolución" de la salud
mundial para dar cuenta del papel cada vez más importante de la salud en la política
exterior (Fidler, 2010; Labonté y Gagnon, 2010). Esa "revolución" generó un aumento
sin precedentes de los flujos de financiamiento general en salud y un visible incremento
en la influencia de los legisladores, activistas y filántropos que reclaman la salud como
una cuestión de política exterior de importancia de primer orden (Almeida, 2013).
Como resultado, la salud global se convirtió en una parte esencial de la ecuación de las
relaciones internacionales (Fidler, 2001; 2010) existiendo ahora una mayor conciencia
del alcance de las cuestiones de salud y de las consecuencias del rápido ritmo del
desarrollo científico y tecnológico. A pesar de ese desarrollo, y aunque han habido

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Herrero y Belardo (2020), DT. Area RRII- FLACSO

grandes avances en la esperanza de vida durante el siglo pasado, las desigualdades en


salud, la falta de acceso a la atención médica y a la tecnología y medicamentos y la
exclusión social persisten dentro y entre los países.
Como vimos en la sección anterior y como parte de la "renovación" y
recuperación de la OMS de su papel global en el liderazgo del sector, se estimuló la
creación de "asociaciones" y "fondos globales", involucrando a diferentes actores
públicos (gubernamentales y no gubernamentales) y privados. Se alentó a estas
asociaciones a fortalecer la situación financiera de la OMS y de otras organizaciones o
agencias multilaterales, así como a establecer alianzas que ampliarían su poder, perdido
en décadas anteriores (Brown, Cueto y Fee, 2006). Esto traerá aparejado, no solo una
agenda ampliada en materia de salud internacional, sino la cada vez mayor
diversificación de actores e intereses en este campo.
Durante la década de 2000, las asociaciones público-privadas, llamadas
Iniciativas Globales de Salud (GHI), antes conocidas como Asociaciones Privadas de
Salud Pública o Asociaciones Globales de Salud continuaron en aumento. El impacto de
estas nuevas articulaciones en la cooperación internacional en salud, con incrementos
significativos en recursos y actores, fue sustancial. Luego del ataque del 11 de
septiembre a los Estados Unidos provocó cambios importantes en la forma en que la
salud se inserta en la política exterior de los diferentes países, así como en la dinámica y
el volumen de la ayuda exterior con un aumento exponencial de los fondos orientados a
las enfermedades, en particular al VIH/Sida (Almeida, 2013).
La nueva agenda de Desarrollo del Milenio implicó un re-direccionamiento de
los flujos de la Ayuda Oficial al Desarrollo hacia los Países considerados de Bajos
Ingresos y Menos Adelantados. Es decir se va a reorientar la ayuda del CAD hacia
países prioritarios y considerados de renta baja o escasos recursos, sobre todo en África
Subsahariana y Asia Meridional, abriendo nuevos mercados. Así buena parte de los
donantes tradicionales retiraron su apoyo a los países de renta media (PRM) y, por
tanto, de América Latina.
En América Latina, en la década de 2000, los gobiernos de izquierda y
progresistas ganaron poder en la mayoría de los países e intentaron contrarrestar los
efectos de las políticas neoliberales. Los países se vieron obligados entonces a plantear

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Herrero y Belardo (2020), DT. Area RRII- FLACSO

nuevas estrategias para recuperar la región a la vez que posicionarse en el escenario


internacional, ante la disminución de los flujos de ayuda al desarrollo. Esto, sumado a
un mayor dinamismo de economías emergentes produce un giro político, con foco en la
política social. En el campo de la salud, esto da inicio a lo que podríamos considerar
una nueva etapa de la salud internacional en América Latina, marcada por una renovada
direccionalidad sur-sur. La región también comenzó a emerger como una unidad
territorial capaz de intervenir en las luchas por el poder y los recursos simbólicos. La
salud pasó a ocupar un lugar más destacado en las agendas de las organizaciones
regionales, en un contexto en el que el regionalismo deja su enfoque más económico-
comercial, para orientarse a un regionalismo más “social”. Representando proyectos
sociales que giran en torno a nuevos principios de solidaridad y autonomía regional, y
brindando la oportunidad de sincronizar las políticas en múltiples escalas, incluidas las
políticas de salud.
El esfuerzo por recuperar el potencial de desarrollo de América del Sur fue una
clara manifestación de un cambio histórico, un "cambio de era". Las políticas sociales, y
particularmente las políticas de salud, se convirtieron en estrategias esenciales para
combatir la pobreza y reducir las desigualdades. En este proceso la salud jugó un papel
muy dinámico, en parte por la larga trayectoria del campo en nuestra región, dando
lugar a una agenda alternativa en materia de salud y un nuevo marco de integración y
diplomacia regional en salud (Herrero, Belardo y Loza, 2019). Una expresión de este
proceso fue la creación de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) en 2008 y
particularmente la creación del Consejo de Salud de UNASUR. Entre los principales
ejes de la agenda se encontraban temas relativos a los determinantes sociales de la
salud, el derecho a la salud y el acceso universal a los sistemas de salud. Ese enfoque se
impuso de la mano de actores que provenían de las corrientes de la Medicina Social
Latinoamericana y la Salud Colectiva. De hecho, es posible observar una confluencia
entre los principios y valores de estas trayectorias y las principales bases constituyentes
de UNASUR Salud (Herrero, Belardo y Loza, 2019). Así nuevos enfoques en Salud
Internacional parecían estar gestándose en la región, a la vez que el concepto de Salud
Global ganaba terreno.

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Herrero y Belardo (2020), DT. Area RRII- FLACSO

La Salud Internacional se convirtió en campo privilegiado para la construcción


de la soberanía a través de la cooperación, ya que existen espacios multilaterales
continentales y globales de negociación, que otros campos no poseen (Teixeira, 2017), y
en particular en nuestra región, con una larga trayectoria en salud (como el caso de la
OPS). La región en este proceso se ha esforzado por obtener una voz en el escenario de
la salud internacional, ganando protagonismo político en instancias globales como la
Asamblea Mundial de la Salud. En esta etapa, la salud internacional en América Latina
parece haberse fortalecido como una herramienta para un desarrollo autónomo frente a
la influencia externa y el enfoque tradicional de las organizaciones o socios donantes.
Como resultado, se creó una agenda de salud internacional con características y
principios particulares en la región, en torno a un enfoque más horizontal e integral de
pensar la salud, basado en el derecho a la salud, la soberanía sanitaria y el Buen Vivir de
los pueblos.

Salud global: origen de un concepto confuso, y no menos polémico.

En los Gráficos 5 y 6, es posible observar el devenir y uso del concepto de Salud


Global, basado en una búsqueda de n-gramas (que cuenta referencias en libros
publicados por Google en línea). Así este concepto es prácticamente inexistente hasta
1970, posteriormente emerge y su crecimiento es lento en las décadas de 1970 y 1980,
hasta que finalmente muestra un fuerte aumento a partir de 1995. Mientras que el
término de “salud global” aumenta, disminuye el término “salud internacional”. Así,
"Salud Global" supera a “Salud Internacional” en el año 2000 y continua una tendencia
ascendente muy notoria.

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Herrero y Belardo (2020), DT. Area RRII- FLACSO

Gráfico 5: n-gramas Salud Internacional-Salud Global, 1850-2008. Españo

Fuente: Google

Gráfico 6: n-gramas Salud Internacional-Salud Global, 1850-2008. Inglés.

Fuente: Google

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Herrero y Belardo (2020), DT. Area RRII- FLACSO

A pesar del crecimiento vertiginoso del uso del término “salud global” aún no
hay una definición clara de estos términos y no hay acuerdo entre los distintos estudios
(Borowy, 2019). Su uso se está expandiendo y estableciendo en las distintas instancias
referidas a la salud e incluso en el ámbito académico. Sin embargo, es un concepto
relativamente “joven”.
Un estudio llevado a cabo por el Instituto de Medicina de EE.UU. basado en una
encuesta a 29 líderes internacionales de la salud donde se preguntaba qué diferencia
veían entre la salud global e internacional, algunos respondían que la salud global estaba
más vinculada a la globalización y la interdependencia global, mientras que otros
consideraban que era simplemente una nueva palabra (Mcfarlane et al. 2008: 386). Esta
falta de precisión puede explicar por qué numerosas publicaciones sobre salud global
comienzan con una referencia a su pobre definición. Sin embargo, consideramos que no
estamos ante un simple cambio de denominación. Esta transformación debe ser
entendida dentro del conjunto de los cambios económicos, políticos y sociales de las
últimas décadas a nivel mundial poniendo especial atención a las transformaciones que
se han producido en el financiamiento que en última instancia tiene la última palabra en
la definición de la agenda de la salud global, determinando qué es prioritario y qué no lo
es.

Internacional y Global

A través del análisis de distintos estudios y editoriales que abordan la cuestión


del significado de Salud Global y de Salud Internacional es posible dar cuenta de que no
existe una definición única para estos conceptos, sobre todo para el concepto de Salud
Global que es utilizado por sectores diversos y bajo distintas connotaciones. De hecho,
en la práctica, la salud global se utiliza en una variedad de significados, que van desde
la salud real de las personas en todo el mundo, un objetivo político o de desarrollo, una
práctica de salud pública hasta una disciplina de investigación y enseñanza. Sin
embargo y a pesar de la falta de una definición (o quizás justamente por esto) es que el
término de “salud global” se expandió y se ha establecido, siendo ampliamente utilizado
tanto en el mundo académico como en las esferas de la política. Así, en los últimos años

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Herrero y Belardo (2020), DT. Area RRII- FLACSO

el enfoque de salud global ha ido ganando terreno en las instituciones académicas con
los programas de salud global, en los nuevos actores transnacionales (ONGs,
instituciones filantrópicas, asociaciones) y en muchas agencias de cooperación de los
países industrializados.
Pero ¿qué significan los adjetivos ´internacional´ y ´global´? Es difícil referirnos
a salud internacional o a salud global sin que inmediatamente nos imaginemos a la
salud en relación a su conexión geográfica o el de propuestas en pos de la salud de
manera común y articulada, más allá de las fronteras políticas y físicas. Apelar al
vocablo tanto internacional como global nos remite a que los problemas de salud
traspasan las fronteras nacionales y los temas de salud pueden abordarse mejor con
medidas y soluciones cooperativas. Ahora bien, ¿quiénes son los que cooperan? Si
tomamos la palabra inter-nacional, nos estamos refiriendo a una cooperación “entre”
naciones. Y cuando hablamos de “naciones” nos remite al concepto moderno de
Estados-nacionales, es decir, nos remite a la dimensión de la soberanía. En cambio, si
tomamos el vocablo global, podemos imaginarnos “algo” que afecta a la población de
todo el globo, el planeta, nos remite a lo total o totalidad, o sea, “algo” que nos afecta a
todos. Pero prestemos atención a lo que se pierde con el vocablo “global” respecto a
“internacional”. Se pierde la dimensión de lo nacional, que en la modernidad está
aparejada a la dimensión estatal. O sea, en la idea de lo “global” pierden protagonismo
las “partes”, los Estados-nación. Es verdad que los vocablos internacional o global no
son excluyentes pero ´global´ empezó a ser frecuente a partir de la década de 1990 e
intensificándose en la década de los 2000, en un mundo neoliberal y unipolar dominado
por Estados Unidos, luego de la caída de la URSS.

Salud Global: un signo de época

Casi todas las definiciones refieren a la salud global como la salud que
trasciende las fronteras entre países, y puede ser alcanzada mediante acciones
cooperativas, y en general, todos utilizan conceptos -que nadie en su sano juicio puede
estar en contra- como que la salud global está relacionada a la justicia social y que tiene
como ejes la equidad, la ética y el respeto a los derechos humanos. Sin embargo, más

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Herrero y Belardo (2020), DT. Area RRII- FLACSO

allá de estas declaraciones lo importante es reconocer quiénes son los que impulsan la
agenda, qué tipo de agenda, quiénes se benefician y quién se perjudican, quiénes
financian y qué tipo de acciones financian, cuál es la correlación de fuerzas y qué
actores son los hegemónicos y subalternos en las trayectorias de la salud
internacional/global.
La Salud Internacional es un concepto que estuvo siempre asociado a la acción
en salud que ejercían los diferentes imperialismos en zonas coloniales. Posteriormente
fue asociada a las rivalidades de la Guerra Fría que se plasmó en todos los espacios
nacionales e internacionales de la vida social. La salud internacional surgió con el
respaldo de los Estados e intereses económicos de las potencias y durante la Guerra Fría
distintas perspectivas de cómo actuar en la salud se plasmaron en el interior de los
organismos internacionales de salud, como la OMS. Pero hay que advertir que luego de
la caída de la URSS otros actores extra-sanitarios comenzaron paulatinamente a tener
cada vez mayor incidencia económica y, por ende, a definir las líneas estratégicas de la
salud a nivel mundial ante la ampliación de sus mercados.
El Banco Mundial comienza a incidir en el área de la salud y demográfica y
reemplaza a la OMS en un escenario internacional dominado por EEUU y en un
contexto de congelamiento presupuestario de la OMS. ¿Nuevos? actores internacionales
comienzan a influir en las políticas del organismo como la Fundación Bill y Melinda
Gates, las principales transnacionales farmacéuticas como Glaxo (Británica), Novartis
(Suiza), Sanofi (francesa) y algunos países con un poder económico como Estados
Unidos y Reino Unido que utilizan la “Salud Global” como instrumento de su política
exterior y en ese esquema uno de los targets son los centros académicos de los países
desarrollados que son financiados fuertemente para desplegar programas,
especializaciones y cooperación técnica en Salud Global. Esto implica que de la mano
de la Salud Global, un rasgo característico es la enorme oportunidad de inversión del
capital privado. No quiere decir que antes no existía la relación entre salud
internacional, intereses comerciales privados e intereses geopolíticos de los diferentes
países pero durante un tiempo estuvieron más contenidos o controlados por el contexto
de la Guerra Fría. Al no existir más ese contexto, el negocio se expande a un mercado
de la salud a escala planetaria.

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Herrero y Belardo (2020), DT. Area RRII- FLACSO

De aquí que resulta fundamental analizar el concepto hoy hegemónico de Salud


Global, sus trayectorias, y las diferencias históricas. Y marcar estas diferencias en un
contexto como el que vivimos en América Latina. Una región que tiene una larga
trayectoria en salud pública y tiene la tradición más antigua del mundo de configurar
precisamente el campo de la salud internacional. Pero además tiene sus posteriores
desdoblamientos críticos a esa tradición de la salud pública como la Medicina Social y
la Salud Colectiva. Y en ese contexto de emergencia de la Medicina Social
Latinoamericana y la Salud Colectiva no podemos dejar de pensar en la tradición del
“internacionalismo en salud” de carácter permanente del Estado cubano desde los
primeros años de la Revolución con la llegada a Argelia de la primera misión médica, a
partir de la cual un sinfín de misiones se llevaron adelante. Rescatar el
internacionalismo en salud como un valor solidario y que pone en práctica a la salud
como derecho humano, que junto a la Medicina Social Latinoamericana y la Salud
Colectiva son fuertes tradiciones latinoamericanas de reflexión y acción en pos de la
efectiva salud de los pueblos.

Conclusiones

La relación dinámica entre salud y enfermedad genera repercusiones que van


más allá de sus límites locales, nacionales e incluso regionales. La salud internacional,
que comprende la compleja red de sistemas privados y estatales, organismos
internacionales, temas sociales, economía, producción, mercados, servicios, así como el
proceso mismo de salud-enfermedad, no existe en el vacío. El sector salud, visto como
una pequeña parte de la totalidad mayor, no determina la política internacional. Sin
embargo, influye sobre esa política, y la salud es una parte integral de los conflictos
internacionales con repercusiones a nivel nacional e internacional.
Hay intereses contradictorios con respecto al uso del término Salud Global, y
como señalan algunos autores aún no hay una definición clara de qué implica este
concepto, lo que hace que muchas veces se utilice sin sentido crítico y en términos
generales. Lo cierto es que este concepto es utilizado por distintas instituciones y que ha
contribuido a aumentar y movilizar enormemente el capital privado en el campo de la

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Herrero y Belardo (2020), DT. Area RRII- FLACSO

salud internacional. Y esto tiene que ver por supuesto, con que hay una producción
global y una mercantilización global en el campo de la salud. Este dato no es menor si
tenemos en cuenta que muchos de estos actores que participan del financiamiento
directo de los Organismos Internacionales, definen también la agenda.
En este sentido, cuando hablamos de Salud Global no podemos reducir el tema a
una cuestión de simultaneidad geográfica o de problemas y soluciones comunes que
trascienden las fronteras físicas y políticas. Puesto que esto excluye el debate sobre la
mercantilización de la salud, los lucros privados y el papel del capitalismo de mercado.
Sin embargo, en nuestra región, sobre todo en los últimos años, a partir del ciclo
de políticas anti-neoliberales de recuperación de la esfera pública y el Estado como
actor central, ha habido un debate crítico al modelo de “Ayuda Oficial al Desarrollo” y
el paradigma de cooperación internacional tradicional de corte “Norte-Sur”, que se
dedicó a imponer agendas geopolíticas de los intereses de los Estados centrales
cooperantes. Así se abrieron posibilidades creativas de cómo pensar una nueva salud
internacional.
El análisis del devenir de la Salud Internacional en ALC abre el interrogante de
si es posible hablar de una Salud Internacional con perspectiva latinoamericana o Sur
Sur. Lo que si nos muestra el estudio de su trayectoria, es que a pesar de sus raíces
coloniales, ha habido distintos momentos, en particular en las últimas décadas donde se
ha buscado alejarse de las viejas matrices de la geopolítica Centro-Norte y sus
organizaciones internacionales hacia una direccionalidad estratégica e innovadora de la
cooperación Sur-Sur, en pos de una soberanía sanitaria para la región. Nuevas agendas y
estructuras regionales (como UNASUR) han profundizado las relaciones intra-
regionales, persiguiendo, a diferencia de previos proyectos regionales, una nueva
cooperación interregional Sur-Sur que ha dado lugar a una agenda innovadora en
materia de salud.
En un mundo cada vez más interconectado es posible hallar repercusiones
directas e indirectas sobre la salud de la gente. En un mundo que mientras por un lado
se integra, por el otro aumentan las desigualdades sociales y las inequidades, los
problemas de salud adoptan cada vez más una dimensión internacional. Así, frente a un

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Herrero y Belardo (2020), DT. Area RRII- FLACSO

proceso de salud-enfermedad cada vez más internacionalizado, es preciso


internacionalizar las soluciones (Panisset, 1992).

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