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Instituto: I.S.F.D. N° 21 “Dr.

Ricardo Rojas”

Carrera: Profesorado en Lengua y Literatura.

Año: 2023

Materia: Teoría Literaria.

Curso: 2do 1er. Turno Mañana.

Profesora: Verónica Vallina.

Alumna: Dana Funes.

El rol de la figura materna en la visión de la realidad en Distancia de


Rescate de Samantha Schewblin
Trabajo Práctico de Teoría Literaria II. T.M. (1er cuatrimestre)
Introducción

En el presente trabajo se va a analizar la novela Distancia de Rescate de Samantha


Schewblin, tomando como objeto de análisis el rol de la figura materna en la construcción de
las diferentes visiones de los acontecimientos del relato.
En la novela se presentan dos visiones: la de Amanda, la protagonista, y la de Carla.
Mediante el discurso de estos dos personajes, se construyen dos visiones diferentes de los
hechos ocurridos: la de Amanda, que busca dar una explicación lógica a lo que le ocurre a ella
y a su hija; y la de Carla, que le atribuye razones sobrenaturales y mágicas a los hechos. Este
presente texto busca demostrar que se presentan estas dos visiones, además de analizar y
comparar cómo se construyen: mediante qué procedimientos y qué efectos de sentidos buscan
provocar en el lector; tomando conceptos teóricos de Victor Shklovski, Tztevan Todorov,
Roland Barthes y Gerard Genette.

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Dos Visiones en Conflicto

A lo largo de la novela, se presentan dos visiones de los mismos hechos u objetos que
entran en conflicto. Esto se puede observar, en primer lugar, en la concepción acerca de la
figura de David, el hijo de Carla. Si bien el relato principal es el que Amanda narra desde su
cama en el hospital, mientras que David la ayuda a recordar y a buscar “el punto exacto” (es
decir el momento y la razón por la que Amanda y Nina se intoxican), dentro de este se
encuentra otra voz narrativa: la de Carla.
Este personaje explica que David cambió y narra los hechos que llevaron a ello
mediante una analepsis parcial, es decir, una retrospección que termina en elipsis sin alcanzar
el relato primero (Genette, 1972). Carla le cuenta a Amanda cómo su hijo estuvo a punto de
morir, e insiste que se salvó mediante un ritual que dividió su alma en dos cuerpos diferentes;
pero no termina de contar su historia, en el sentido de que no explica qué fue lo que cambió en
David específicamente. En ningún momento hace una descripción exacta de cómo es su hijo
en la actualidad, y de hecho esquiva la pregunta de Amanda cuando ésta le cuestiona cómo es
actualmente: “— ¿Qué le pasa a David? — Pero era un sol, Amanda, te digo que era un sol.”
(p.9)
No sólo sus retrospecciones son parciales, sino que la información que otorga Carla es
también imprecisa. Cuando describe el traspaso del alma de David y se pregunta a dónde pudo
haber ido la otra parte de su alma, Amanda le reclama que no entiende, que no comprende lo
que le está queriendo decir; Carla simplemente le contesta: “Sí entendés, Amanda, entendés
perfectamente.” (p.13). En síntesis, la información que otorga Carla siempre es parcial o
inconclusa y lleva a que Amanda se empiece a cuestionar, a realizar conjeturas y cómo lo
relatado se relaciona con lo que le ocurrió a ella y a Nina. A la vez, este mismo efecto se
produce en el lector, que al recibir la misma información que Amanda (debido a que la voz
narradora del relato sigue siendo la protagonista) se hace las mismas preguntas.
Si bien Amanda en un principio no le cree a Carla y piensa que es “todo una gran
barbaridad”, empieza a dudar, y cuestiona: “¿Qué tan diferente sos ahora del David de hace
seis años atrás? ¿Qué cosas tan terribles hiciste para que tu madre ya no te acepte como
propio?” (p. 17), dudando de David. Aunque David afirma que es un chico normal, cuando Nina
y David se quedan solos en la casa, Amanda entra en un estado de pánico. Entra a la casa con
miedo y desesperación, sin saber qué va a encontrar, hasta el punto que le grita a David
cuando lo encuentra y su hija sigue sin estar a la vista. Sin embargo, no había pasado nada,
ambos niños estaban a salvo. Este momento de tensión en el relato, genera una sensación de

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miedo e incertidumbre debido a lo narrado por Carla; pese a que en la historia, hasta ese
momento, no se había mostrado nada que indicara que David era una amenaza. A pesar de
esto, tanto Amanda como el lector entran en este estado de alerta generado por Carla; que
aporta información ambigua e incompleta acerca de David, ofreciendo advertencias imprecisas:
“Esto siempre termina así con David” (p. 22) y haciendo ciertas valoraciones negativas acerca
de él, llamándolo monstruo. Nunca aporta información o evidencia concreta, sino que mediante
su discurso construye una concepción de David como un monstruo, un peligro.
Sin embargo, esta visión construida por Carla no es la única en el relato, como ya se
estableció anteriormente. Al ver la realidad, que es que David (al menos en los ojos de
Amanda) no había hecho nada que la lleve a pensar que era un niño anormal o peligroso,
contradice a Carla y afirma: “¡David no hizo nada! Sos vos la que nos asustás a todos con tu
delirio.” (p.17) Y termina exigiéndole a Carla que se retire, junto a su hijo. Es a partir de este
momento que entran en conflicto estas dos visiones. Por un lado, Carla sostiene que lo ocurrido
a su hijo fue producto de algo sobrenatural, que provocó que se convirtiera en un monstruo y
por lo tanto, una amenaza; y por el otro, Amanda, que si bien en un principio su percepción se
ve afectada por lo narrado por Carla, vuelve a su posición más realista, basándose
estrictamente en lo que ella ve y cree posible sin recurrir a lo sobrenatural.
Amanda a lo largo del relato descubre y aporta información de lo ocurrido, con la que va
reconstruyendo las causas que llevaron a que ella y su hija se enfermaran. La diferencia es que
esta información es sutil, son detalles; es por esto que David repite que debe ser observadora,
estar atenta: “No te olvides de los detalles (...) El punto exacto está en un detalle, hay que ser
observador.” (p.8) La información que se aporta mediante la narración de Amanda, no es
parcial ni omite detalles como la que realiza Carla, sino que es exactamente lo contrario: hace
énfasis en los detalles, los describe minuciosamente mediante pausas descriptivas, en las que
detiene el avance de la historia para realizar una descripción o introspección (Genette, 1972).
Es a partir de la descripción de detalles, que tanto Amanda como el lector construyen una
visión acerca de los hechos.
Esto se puede observar en el sueño de Amanda, cuando Nina le pasa una lata y
Amanda la describe de la siguiente manera: “Es una lata de arvejas de una marca que no
compro, que nunca compraría. Más grande que las nuestras, de un tipo de arveja mucho más
duro, rústico y económico, un producto que jamás elegiría para alimentar a mi familia. (...)
Sobre la mesa, a esa hora de la madrugada, la lata tiene una presencia alarmante.” (p.24). El
lector puede darse cuenta de que esto es relevante para lo que ocurre en la trama no por el
objeto en sí, ya que lo que Amanda ve es simplemente una lata; sino por la forma en que se

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describe el objeto. Este procedimiento es lo que Shklovski denomina como oscurecimiento de
la forma, que consiste en aumentar la dificultad y la duración de la percepción, es decir, se
prolonga la visión de este objeto; por lo que no se lo reconoce como un objeto más, sino que
produce una percepción singular de este. Por lo tanto, a partir de esta descripción detallada
que prolonga la percepción del lector del objeto, en este caso la lata, se da cuenta que no es
una simple lata, sino un indicio de lo que está ocurriendo en la trama.
Este efecto también se produce en el “punto exacto”, es decir el momento en el que se
produce la intoxicación: “Nina se mira la ropa, gira para verse la cola, las piernas. (...) Mira el
pasto. Lo toca con las manos, no se convence de su pequeña desgracia. (...) Se huele las
manos. — Es muy feo.— dice.” (p.28) La forma de revelar el momento en el que se intoxican no
es clara ni explícita, sino que la percepción se dificulta, es oscura. La manera de construir la
visión de Amanda no es clara en ningún momento, no explicita claramente lo que ocurre, sino
que describe lo que ve de manera detallada y minuciosa; que lleva al lector a realizar
conjeturas.
Es a partir de estas descripciones de lo que observa, haciendo énfasis en los detalles,
que Amanda construye su visión del relato: que lo que le ocurre a ella y Nina y al pueblo en
general, es provocado no por algo sobrenatural ni mucho menos por David; sino un elemento
tóxico real, un agroquímico que provoca que la gente se intoxique, incluso los niños ya nacen
intoxicados. Antes de morir, entiende que fue por “el veneno”, haciendo referencia a los
agroquímicos y que lo que las empapó a ella y a Nina no fue rocío sino una toxina. Pero a su
vez, Carla también construye su visión: que David no es su hijo y que todo lo que ocurre se
debe a ella y lo que la mujer de la casa verde hizo con el alma de su hijo; pero lo dice de
manera directa, ella afirma explícitamente que todo se debe a David y a sus acciones.
Por lo tanto, Amanda y Carla construyen dos visiones acerca de la historia de manera
diferente. Para diferenciarlas, retomaremos los conceptos de informaciones e indicios de
Roland Barthes en Introducción al análisis estructural de los relatos. Las informaciones tienen
significados explícitos, son datos puros e inmediatamente significantes. La información que
aporta Carla es de este tipo, es un conocimiento ya elaborado que se expresa explícitamente:
“La transmigración se había llevado parte de la intoxicación, y dividida ahora en dos cuerpos,
perdería la batalla. (...) David podría sobrevivir. El cuerpo de David y también en su nuevo
cuerpo. (...) Así que este es mi nuevo David. Este monstruo.” (p.15) Carla lo relata y el lector
sin descifrar nada, entiende lo que está explicando. En cambio, Amanda hace uso de los
indicios. Estos remiten a un sentimiento, a una atmósfera (en este caso, de sospecha y alarma)
y tienen significados implícitos, implican una actividad de desciframiento. Cuando Amanda se

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refiere a los agroquímicos, no los nombra como tal, sino que los describe como ella los
recuerda: “los hombres bajan bidones, son grandes y apenas pueden con uno en cada mano.
Hay muchos, todo el camión está lleno de bidones.” (p.27). Por lo que se debe descifrar que lo
que contienen estos bidones es tóxico, y es aquello que intoxica a Amanda y a Nina.
Entonces, a lo largo del relato se construyen dos visiones. La de Carla se da de manera
explícita, mediante las informaciones y las analepsis que realiza mediante su discurso; pero el
problema que presenta la información aportada por Carla es que es parcial, incompleta. Si bien
afirma de manera explícita que David tiene la culpa de lo que ocurre, que es un monstruo y un
peligro para Nina; no explica bien por qué. Simplemente afirma que David se comporta
diferente, hasta el punto que no lo reconoce como su hijo. El discurso de Carla busca
convencer de esto, mediante las experiencias que relata y los juicios de valor que realiza; pero
a su vez da información imprecisa que no logra convencer a Amanda. Es por esto que Amanda
también construye su visión, pero de manera implícita, sútil. Su discurso está construido a partir
de observaciones y pausas descriptivas, que no explicitan por qué son importantes; sino que a
través del oscurecimiento de las formas y la prolongación de la percepción, el lector entiende
que lo que se describe es pertinente y es un indicio de lo que ocurre en la trama.

La maternidad y lo fantástico

Las dos visiones ya mencionadas anteriormente afectan también en la percepción del


lector del texto respecto de lo fantástico; tomando en cuenta la noción de fantástico según
Tzvetan Todorov. Lo fantástico transcurre en un mundo que es el nuestro, en el que se produce
un acontecimiento imposible de explicar por las leyes de ese mundo familiar. Por lo tanto, se
debe optar por una de las dos soluciones posibles: o bien es una ilusión de los sentidos, un
sueño, la imaginación, etc. o bien el acontecimiento se produjo realmente. Lo fantástico,
entonces, se define por la vacilación entre esas dos opciones, por la incertidumbre que se
produce tanto en el personaje como en el lector
Los respectivos discursos de Carla y Amanda son la representación de estas dos dos
posibles explicaciones para los hechos. Carla a lo largo del relato afirma y defiende su posición
respecto a que todo se puede explicar mediante una razón sobrenatural; mientras que Amanda
se inclina hacia una explicación lógica, a pesar de que en ciertos momentos del relato no sepa
cuál es y dude de su posición.
Esta duda, sin embargo, es propia del género fantástico. El hecho de que Amanda
dude, busca que el lector también dude. Si bien hay dos visiones, de las cuales el lector puede

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optar por creer; el propósito del fantástico es precisamente que no se elija una explicación, “Lo
fantástico ocupa el tiempo de la incertidumbre. En cuanto se elige una de las dos respuestas,
se deja el terreno de lo fantástico para entrar en lo extraño o lo maravilloso.” (Todorov, 1980).
Por lo tanto, el hecho de que estas dos visiones estén en constante conflicto y ambas mujeres
se traten de convencer mutuamente de que la otra está equivocada; tiene como propósito
causar este efecto de vacilación en el lector, en el que incluso al final del relato no hay una
explicación definitiva.
Lo que provoca este choque de visiones es que se construyan dos percepciones
distintas de los mismos hechos, dependiendo si se inclina más por la explicación fantástica o la
lógica. Por ejemplo, el momento en el que Amanda está a punto de morir, Carla le pide su
consentimiento para llevar a Nina con la mujer de la casa verde. Desde la perspectiva de Carla,
es una acción desesperada para salvar a Nina, y lo hace aunque no tenga el permiso de
Amanda. Desde su punto de vista, por lo tanto, está justificada e incluso se lo dice: “— Tenés
que entender que Nina no iba a aguantar muchas horas más.”(p.49). Sin embargo, desde la
perspectiva de Amanda, Carla es una mujer -que si bien la considera su amiga- que apenas
conoce hace unos días y secuestró a su hija enferma, dejándola con otra mujer que Amanda no
conoce; en un momento en el que ella no puede hacer nada al respecto.
Además, estas dos visiones también llevan a que se presenten varias interpretaciones
respecto del final de la novela. Si se sigue la lógica de Carla, el lector podría interpretar que
Nina pasó por el mismo proceso que David, y por lo tanto su alma ahora también se encuentra
dividida, lo cual generó el cambio que menciona el marido de Amanda. Además, se puede
interpretar que David y Nina están conectados o que conviven en el cuerpo de David, debido a
que cuando el niño se sube al auto, se comporta de manera similar a Nina: “El cinturón puesto,
las piernas cruzadas sobre el asiento. Una mano estirada apenas hacia el topo de Nina,
disimuladamente, los dedos sucios apoyados sobre las patas del peluche.”(p.53). Sin embargo,
si se sigue la lógica de Amanda, el cambio de personalidad que se da en los infantes
simplemente puede ser producto del trauma y del desgaste físico que conlleva la intoxicación:
“— Quizá es parte del shock, de todo lo que pasó esos días de fiebre” (p.31) es la explicación
que sugiere Amanda acerca del comportamiento de David.
Las diferencias entre estas dos explicaciones también son un reflejo de la experiencia
que tuvo cada mujer como madre. Por su parte, Amanda es una madre sobreprotectora, que
necesita estar consciente de dónde está su hija en todo momento para así poder “rescatarla”
de ser necesario; la distancia de rescate que ella utiliza claramente es un ejemplo de una
maternidad protectora y minuciosa que roza lo obsesivo. Su forma de narrar los hechos refleja

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esta actitud: su discurso es observador, minucioso, dando nota de detalles por más pequeños
que sean; y siempre volviendo a Nina, si siente la distancia “tensarse” debido a que su hija está
más lejos de lo que puede tolerar. Su apego a la explicación lógica se debe, en parte, porque
es algo que entiende y puede controlar, es decir, si lo conoce es algo de lo que puede proteger
a Nina. Esto se puede observar cuando Carla le cuenta sobre la señora de la casa verde y
Amanda va a verla y explica: “Es que necesito medir el peligro, sin esta medición es difícil
calcular la distancia de rescate. Así como al llegar revisé la casa y los alrededores, ahora
necesito ver la casa verde, entender su gravedad.”(p.19). Lo sobrenatural implica algo
desconocido y, para Amanda, implica peligro, algo fuera de su control. Por lo tanto es lógico
que busque una explicación racional basada en lo que puede observar.
Por otra parte, Carla ya no tiene un hijo al cual proteger, desde su punto de vista. Para
ella, ya cometió el error y todo lo que ocurre es un producto de ese error. Por lo tanto, lo
fantástico para Carla puede tener dos funciones: una, para liberarla la responsabilidad de
cuidar a David desde entonces; lo cual se puede observar en el hecho de que nunca cuida a su
hijo: siempre lo deja sólo, sale de la casa de noche y su madre no se preocupa, porque no lo
reconoce como su hijo. Si cree que todo es producto de algo sobrenatural, implica que el niño
que convive con ella no es su hijo y que el verdadero David está en alguna otra parte; de hecho
ella misma lo dice: “— Amanda, cuando encuentre a mi verdadero David, no voy a tener dudas
de que es él.” (p.48)
La otra función que puede tener lo fantástico es como manifestación de la culpa de
Carla. El mismo personaje afirma que cree que es su culpa por estar más preocupada por un
potrillo que por su hijo al momento de la infección. Pero además, David afirma que su madre
piensa que todo lo que ocurre es culpa suya: “Carla cree que todo esto está relacionado con
los chicos de la sala de espera, (...) y con el hijo que ya no es su hijo pero sigue viviendo en su
casa. Carla cree que todo es culpa suya, que cambiándome esa tarde de un cuerpo a otro ha
cambiado algo más. Algo pequeño e invisible, que lo ha ido arruinando todo.” (p.47). Por lo
tanto, el elemento fantástico también funciona como consecuencia de la falta de
responsabilidad de Carla como madre, el hecho que ella crea e insista en la explicación
fantástica y rechace la lógica es un efecto de la culpa que siente.
Entonces, las figuras maternas que se presentan en el relato, representan
respectivamente las dos visiones que se pueden tener acerca de los hechos ocurridos en la
novela: por una parte la opción sobrenatural, reflejada en el discurso de Carla y por otra parte,
la opción racional y realista, reflejada en el discurso de Amanda. Por lo tanto, el discurso de
estos personajes afectan directamente a la interpretación del lector, ya que creerle a una o a

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otra implica una interpretación distinta de la novela. Sin embargo, ninguna de estas dos
visiones termina de imponerse sobre la otra, ya que en el final de la novela ninguna se
encuentra presente; sino que es una conversación entre las figuras paternas, quienes no saben
nada de lo ocurrido y sin la presencia de las madres no tienen información. “— Usted tiene que
saber. —No sé. (...) como verá, a mí también me gustaría tener a quién preguntar.” (p.52).
De esta manera, la vacilación y la ambigüedad de lo fantástico se mantiene mediante
estos dos discursos en conflicto.

Conclusiones finales
Entonces, el rol de las figuras maternas en Distancia de Rescate es el de construir dos
visiones de la realidad mediante sus respectivos discursos.
Carla lo hace mediante el aporte de informaciones, juicios de valor, ciertas
retrospecciones hacia el pasado; y construye una historia con elementos sobrenaturales, en la
que el pueblo está plagado por un mal desconocido que ella, en su irresponsabilidad, causó por
no proteger a su hijo. En cambio, Amanda busca aquello que llevó a que ella y Nina se
intoxicaran y gradualmente descubre la razón; construyendo su discurso mediante el uso de
descripciones, indicios, observaciones que finalmente llevan a una conclusión: que a pesar de
ser una madre atenta, sobreprotectora, casi obsesiva con el cuidado de su hija, no pudo ver el
problema real y tangible que estaba delante suyo: un veneno en la tierra, en el agua, en la
comida, una “plaga inmovil a punto de irritarse” que termina afectando a todos de manera
silenciosa.
El uso de una focalización interna, es decir, que todo pasa por los personajes, desde el
punto de vista interior a los personajes (Genette, 1972); en este caso en Amanda y por
momentos en Carla, lleva a que no haya un relato objetivo de los hechos. La información
disponible al lector depende completamente de la percepción de los personajes, quienes
actúan como una especie de filtro ya que toda la información pasa por estas figuras que,
mediante su discurso, trasladan su percepción al lector y afectan su interpretación; aunque el
discurso de ambos personajes no sea completamente confiable ni imparcial. De esta manera,
no hay una “versión” definitiva de los acontecimientos, sino que deja en el lector una
percepción ambigua que constituye lo fantástico del relato.
Entonces, finalmente, la novela se constituye por dos visiones constantemente en
conflicto, llevadas a cabo por las dos figuras maternas, Amanda y Carla, que interpretan y
construyen un sentido, tanto en su rol de narradoras como de madres que le explican a sus
hijos cómo funciona el mundo.

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Bibliografía

Barthes, R. “Introducción al análisis estructura de los relatos” en El análisis estructural


(Comp. Silvia Niccolini). Buenos Aires: Centro editor de América Latina, 1977.
Genette, G. “El discurso del relato. Ensayo de Método '' en Figures III. Paris: du Seuil,
1972
Schweblin, S. Distancia de rescate. Buenos Aires: Literatura Random House, 2015.
Shklovski, V. “El arte como artificio” en Teoría de la literatura de los formalistas rusos
(comp. Tzventan Todorov). Buenos Aires: Siglo veintiuno, 2011.
Todorov, T. “Definición de lo Fantástico” en Introducción a la literatura fantástica, París:
Editions du Seuil, 1980.

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