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Mientras estaba de servicio en su regimiento, un valiente soldado recibió cien rublos que le enviaba su familia.
El sargento se enteró y le pidió el dinero prestado. El soldado le prestó el dinero, pero cuando fue a cobrarle, el
sargento le dio cien golpes en la espalda con un palo y le dijo: “Yo nunca vi tu dinero. ¡Estás inventando!” El
soldado se enfureció y se fue corriendo a un espeso bosque; iba tenderse bajo un árbol a descansar cuando vio
a un dragón de seis cabezas que volaba hacia él. El dragón se detuvo junto al soldado, le preguntó sobre su
vida y le dijo: “No tienes que quedarte a vagar en estos bosques. Mejor, ven conmigo y sé mi empleado por
tres años.” “Con mucho gusto”, dijo el soldado. “Monta en mi lomo, entonces”, dijo el dragón, y el soldado
comenzó a ponerle encima todas sus pertenencias. “Oye, veterano, ¿para qué quieres traer toda esta basura?”
“¿Cómo me preguntas eso, dragón? A los soldados nos dan de latigazos si perdemos aunque sea un botón, ¿y
tú quieres que tire todas mis cosas?”
El dragón llevó al soldado a su palacio y le ordenó: “¡Siéntate junto a la olla por tres años, mantén el
fuego encendido y prepárame mi kasha!” El propio dragón se fue de viaje por el mundo durante ese tiempo,
pero el trabajo del soldado no era difícil: ponía madera bajo la olla, y se sentaba a un lado tomando vodka y
comiendo bocadillos (y el vodka del dragón no era como el de nosotros, todo aguado, sino muy fuerte). Luego
de tres años el dragón regresó volando. “Muy bien, veterano, ¿ya está listo el kasha?” “Debe estar, porque en
estos tres años mi fuego no se apagó nunca.” El dragón se comió la olla entera de kasha en una sola sentada,
alabó al soldado por su fiel servicio y le ofreció empleo por otros tres años.
Pasaron los tres años, el dragón se comió otra vez su kasha y dejó al soldado por tres años más.
Durante dos de ellos el soldado cocinó el kasha, y hacia el fin del tercero pensó: “Aquí estoy, a punto de
cumplir nueve años de vivir con el dragón, todo el tiempo cocinándole su kasha, y ni siquiera sé qué tal sabe.
Lo voy a probar.” Levantó la tapa de la olla y se encontró a su sargento, sentado adentro. “Ay, amigo”, pensó
el soldado, “ahora te voy dar una buena; te haré pagar los golpes que me diste.” Y llevó toda la madera que
pudo conseguir, y la puso bajo la olla, e hizo un fuego tal que no sólo cocinó la carne del sargento sino hasta
los huesos, que quedaron hechos pulpa. Regresó el dragón, comió el kasha y alabó al soldado: “Bueno,
veterano, el kasha estaba bueno antes, pero esta vez estuvo aún mejor. Escoge lo que quieras como tu
recompensa.” El soldado miró a su alrededor y eligió un fuerte corcel y una camisa de tela gruesa. La camisa
no era ordinaria, sino mágica: quien la usaba se convertía en un poderoso campeón.
El soldado fue con un rey, lo ayudó en una guerra cruenta y se casó con su bella hija. Pero a la princesa
le disgustaba estar casada con alguien de origen tan humilde, por lo que intrigó con el príncipe de un reino
vecino y aduló y presionó al soldado hasta que éste le reveló de dónde venía su enorme poder. Tras descubrir
lo que deseaba, la princesa esperó a que su esposo estuviese dormido para quitarle la camisa y dársela al
príncipe del reino vecino. Éste se puso la camisa, tomó una espada, cortó al soldado en pedacitos, los puso
todos en un costal de cáñamo y ordenó a los mozos de cuadra: “tomen este costal, amárrenlo a cualquier
jamelgo y échenlo al campo abierto”. Los mozos fueron a cumplir la orden, pero entretanto el fuerte corcel del
soldado se transformó en jamelgo y se puso en el camino de los sirvientes. Éstos lo tomaron, le ataron el saco
y lo echaron al campo abierto. El brioso caballo echó a correr más rápido que un ave, llegó al castillo del
dragón, se detuvo allí, y por tres noches y tres días relinchó sin descanso.
El dragón dormía profundamente, pero al fin lo despertó el relinchar y el pisotear del corcel, y salió de
su palacio. Miró el interior del saco ¡y vaya que resopló! Tomó los pedazos del soldado, los juntó y los lavó
con agua de la muerte, y el cuerpo del soldado estuvo otra vez completo. Entonces lo roció con agua de la
vida, y el soldado despertó. “¡Caray!”, dijo. “¡He dormido mucho tiempo!” “¡Hubieras dormido mucho más
sin tu buen caballo!”, respondió el dragón, y enseñó al soldado la compleja ciencia de tomar diferentes formas.
El soldado se transformó en una paloma, voló a donde el príncipe con quien vivía ahora su esposa infiel, y se
posó en el pretil de la ventana de la cocina. La joven cocinera lo vio. “¡Ah!”, dijo, “qué bonita palomita.”
Abrió la ventana y lo dejó entrar en la cocina. La paloma tocó el suelo y se convirtió en un joven hermoso.
“Hazme un favor, hermosa doncella”, le dijo, “y me casaré contigo.” “¿Qué deseas que haga?” “Consigue la
camisa de tela gruesa del príncipe.” “Pero él nunca se la quita, salvo cuando se baña en el mar.”
El soldado averiguó a qué horas se bañaba el príncipe, salió al camino y tomó la forma de una flor.
Pronto aparecieron, con rumbo a la playa, el príncipe y la princesa, acompañados por la cocinera, que llevaba
ropa limpia. El príncipe vio la flor y la admiró, pero la princesa adivinó al instante quién era: “¡Ah, debe ser
ese maldito soldado, con otra apariencia!” Cortó la flor y empezó a aplastarla y arrancarle los pétalos, pero la
flor se convirtió en una mosca pequeñita y sin que la vieran se escondió en el pecho de la cocinera. En cuanto
el príncipe se desvistió y se metió en el agua, la mosca salió y se convirtió en un raudo halcón. El halcón tomó
la camisa y se la llevó lejos, luego se convirtió en un joven hermoso y se la puso. Entonces el soldado tomó
una espada, mató a su esposa traicionera y al amante, y se casó con la joven y adorable cocinera.
GLOSARIO
Corcel: caballo.
Kasha: pudín hecho a base de leche, trigo, avena y sémola; en Rusia, tradicionalmente, se considera un
platillo humilde pero esencial en el desayuno.
Jamelgo: caballo flaco o en malas condiciones.
Mozo de cuadra: trabajador que se encarga de cuidar la cuadra, es decir, el lugar en un edificio donde
se guardan y alimentan caballos.
Raudo: veloz, rápido.
Rublo: unidad de moneda rusa.
Los dos reyes y los dos laberintos
Jorge Luis Borges
(de El Aleph, 1949)
Cuentan los hombres dignos de fe (pero Alá sabe más) que en los primeros días hubo un rey de las islas
de Babilonia que congregó a sus arquitectos y magos y les mando a construir un laberinto tan perplejo
y sutil que los varones más prudentes no se aventuraban a entrar, y los que entraban se perdían. Esa
obra era un escándalo, porque la confusión y la maravilla son operaciones propias de Dios y no de los
hombres. Con el andar del tiempo vino a su corte un rey de los árabes, y el rey de Babilonia (para hacer
confundido hasta la declinación de la tarde. Entonces imploró socorro divino y dio con la puerta. Sus
labios no profirieron queja ninguna, pero le dijo al rey de Babilonia que él en Arabia tenía otro
laberinto y que, si Dios era servido, se lo daría a conocer algún día. Luego regresó a Arabia, juntó sus
capitanes y sus alcaides y estragó los reinos de Babilonia con tan venturosa fortuna que derribó sus
castillos, rompió sus gentes e hizo cautivo al mismo rey. Lo amarró encima de un camello veloz y lo
llevó al desierto. Cabalgaron tres días, y le dijo: "¡Oh, rey del tiempo y substancia y cifra del siglo!, en
Babilonia me quisiste perder en un laberinto de bronce con muchas escaleras, puertas y muros; ahora el
Poderoso ha tenido a bien que te muestre el mío, donde no hay escaleras que subir, ni puertas que
forzar, ni fatigosas galerías que recorrer, ni muros que veden el paso." Luego le desató las ligaduras y
lo abandonó en la mitad del desierto, donde murió de hambre y de sed. La gloria sea con Aquel que no
muere.
Las formas del fuego
J. A. Ramos Sucre (selección)
El mandarín
La verdad
La golondrina conoce el calendario, divide el año por el consejo de una sabiduría innata.
Puede prescindir del aviso de la luna variable.
Según la ciencia natural, la belleza de la golondrina es el ordenamiento de su organismo
para el vuelo, una proporción entre el medio y el fin, entre el método y el resultado, una
idea socrática.
La golondrina salva continentes en un día de viaje y ha conocido desde antaño la medida
del orbe terrestre, anticipándose a los dragones infalibles del mito.
Un astrónomo desvariado cavilaba en su isla de pinos y roquedos, presente de un rey, sobre
los anillos de Saturno y otras maravillas del espacio y sobre el espíritu elemental del fuego,
el fósforo inquieto. Un prejuicio teológico le había inspirado el pensamiento de situar en el
ruedo del sol el destierro de las almas condenadas. Recuperó el sentimiento humano de la
realidad en medio de una primavera tibia. Las golondrinas habituadas a rodear los
monumentos de un reino difunto, erigidos conforme una aritmética primordial, subieron
hasta el clima riguroso y dijeron al oído del sabio la solución del enigma del universo, el
secreto de la esfinge impúdica.
El rajá
Yo me extravié, cuando era niño, en las vueltas y revueltas de una selva. Quería
apoderarme de un antílope recental. El rugido del elefante salvaje me llenaba de
consternación. Estuve a punto de ser estrangulado por una liana florecida.
Más de un árbol se parecía al asceta insensible, cubierto de una vegetación parásita y
devorado por las hormigas.
Un viejo solitario vino en mi auxilio desde su pagoda de nueve pisos. Recorría el continente
dando ejemplos de mansedumbre y montado sobre un búfalo, a semejanza de Lao-Tsé, el
maestro de los chinos.
Pretendió guardarme de la sugestión de los sentidos, pero yo me rendía a los intentos de las
ninfas del bosque.
El anciano había rescatado de la servidumbre a un joven fiel. Lo compadeció al verlo atado
a la cola del caballo de su señor.
El joven llegó a ser mi compañero habitual. Yo me divertía con las fábulas de su ingenio y
con las memorias de su tierra natal. Le prometí conservarlo a mi lado cuando mi padre, el
rey juicioso, me perdonase el extravío y me volviese a su corte.
Mi desaparición abrevió los días del soberano. Sus mensajeros dieron conmigo para
advertirme su muerte y mi elevación al solio.
Olvidé fácilmente al amigo de antes, secuaz del eremita. Me abordó para lamentarse de su
pobreza y declararme su casamiento y el desamparo de su mujer y de su hijo.
Los cortesanos me distrajeron de reconocerlo y lo entregaron al mordisco sangriento de sus
perros.
Rúnica
El rey inmoderado nació de los amores de su madre con un monstruo del mar. Su voz
detiene, cerca de la playa, una orca alimentada del tributo de cien doncellas.
Se abandona, durante la noche, al frenesí de la embriaguez y sus leales juegan a herirse con
los aceros afilados, con el dardo de cazar jabalíes, pendiente del cinto de las estatuas épicas.
El rey incontinente se apasiona de una joven acostumbrada a la severidad de la pobreza y
escondida en su cabaña de piedras. Se embellecía con las flores del matorral de áspera crin.
La joven es asociada a la vida orgiástica. Un cortesano dicaz añade una acusación a su
gracejo habitual. El rey interrumpe el festín y la condena a morir bajo el tumulto de unos
caballos negros.
La víctima duerme bajo el húmedo musgo.
La caza
La duquesa guarda, montada a caballo, una actitud pudorosa y gentil. Increpa al azor
aferrado en el puño y lo despide en seguimiento de un ave indistinta.
El azor dibuja un vuelo indeciso y acierta con el rumbo.
La belleza de la señora me distrae de seguir el curso de la caza. Resalta de lleno en el
campo uniforme.
Yo recojo del suelo y oculto recatadamente un chapín de cordobán, escapado de su pie.
La duquesa nota la pérdida en una tregua de la activa diversión.
Me abstengo de contestar sus preguntas inquietas, donde se traspinta el enfado. Un paje
saca a plaza la vergüenza de mi hurto.
La duquesa ríe donosamente al adivinar la señal de una pasión en el más intonso de sus
villanos.
Unas aves negras y de ojos encarnizados se alojaban entre los mármoles derruidos. Infligían
la afrenta de las harpías soeces. Andaban a saltos menudos y alzaban un vuelo inelegante.
La vega de la ciudad abundaba en arbustos malignos citados, para memoria de la venganza
y de la amargura, en más de un libro sapiencial.
Un busto de mirada absorta, ceñido de una guirnalda de yedra, se alzaba a cada momento
sobre su pedestal roto. El suelo de los jardines violados había dado albergue, un siglo antes,
a las víctimas de una histórica epidemia.
La luz del día regurgitaba de una rotura del globo del sol, y la noche, duradera cual las del
invierno, estaba a cargo de un astro, de orbe incompleto y de través.
Unos hombrecillos deformes brotaban del suelo, en medio del sopor nocturno. Salían por
una apertura semejante al escotillón de un tablado. Sus ojos eran oblicuos y el cabello lacio
y espeso invadía la angosta zona de la frente. Respondieron a mi interpelación valiéndose
de un gesto lúbrico y hube de asestarles el puño sobre la faz dura, como de piedra. La mano
me sangra todavía.
Yo no contaba otra amistad sino la de una mujer desconsolada, atenta a mi bien y a las
memorias de un mundo superior. No sabría decir su nombre. Yo olvidaba, en el principio
de cada mañana, su discurso.
Ella misma me puso en el camino del mar y me señaló una estrella sin ocaso.
A poco de soltar las velas al viento próspero, vi alzarse, desde el sitio donde me había
despedido con lamentos, una interminable espiral de humo.
Yo rastreaba los dudosos vestigios de una fortaleza edificada, tres mil años antes, para
dividir el suelo de dos continentes. Las torres se elevaban muy poco sobre las murallas,
conforme la costumbre asiática. La antigüedad de aquella arquitectura se declaraba por la
ausencia del arco.
El paso de Alejandro, el vencedor de los persas, había difundido en aquel país un rumor
imperecedero.
Yo observé, desde un mirador de las ruinas, la disputa de Sergio y de Miguel, dos
haraganes de origen ruso. Se les acusaba de haber asesinado y despojado a un caballero,
cuando lo guiaban a través de un páramo. Se apropiaban las reses heridas por los cazadores
del vecindario. Superaban la perfidia del judío y del armenio.
Miguel se retiró después de infligir a su adversario un golpe funesto y se encerró en la
hostería donde yo me había alojado. Ninguna otra persona se había dado cuenta del caso.
El herido murió la noche de ese mismo día, profiriendo injurias y maldiciones. Miguel no
podía, a tan larga distancia, conciliar el sueño y llamaba a voces los compañeros de
alojamiento para salvarse de alucinaciones constantes. Yo contribuí a serenarlo y lo
persuadí a esperar, sin temor, hasta la mañana.
Lo dejamos solo cuando empezaba a dormirse.
Volvimos a su presencia después de entrado el día. Lo encontramos ahogado por unas
manos férreas, distintas de las suyas.
Carnaval
[nota: cada texto debe entenderse como una variación independiente de las demás]
Una pareja de cada animal, pero el lobo Con una leve sensación de ridículo, las
se niega a subir al Arca sin Caperucita. lobas advertían a sus cachorros contra las
* caperucitas.
Después de hacer el amor el cazador no *
puede quitarse de la cabeza la idea que El lobo descubrió que la caperuza roja no
algo hay de lobo en Caperucita. era la prenda más llamativa del conjunto.
* *
En la terapia para curar su adicción a El mínimo y dulce Francisco de Asís trajo
otras especies Caperucita y el lobo se a la aldea al terrible lobo, dócil al fin. “No
conocen. peques más”, dijo al dejarlo en casa de
* Caperucita.
A Caperucita no la aceptan en la manada *
y al lobo no lo dejan sentarse en la mesa El cazador sacó del lobo, milagrosamente
familiar. aún con vida, a Caperucita, a la abuela, a
* tres cochinitos, a un despistado que dijo
El lobo supo que todo había terminado llamarse Gepeto.
cuando Caperucita se compró un perro. *
* A veces encontraban a los jóvenes lobos
Se decía que eran celos injustificados leyendo, a escondidas, a Perrault.
pero Caperucita Roja no podía dejar de *
ver con odio a los tres cochinitos. Después de visitar a Caperucita, el lobo
* no pudo derribar de un soplo la casa de
La mandó vestida de rojo a un bosque paja del cerdito.
plagado de lobos, sin armas ni compañía. *
La devoraron, pero no exactamente —Nuestro amor es imposible —le dijo
como quería la madre. Caperucita al lobo—. ¡Eres un Montesco!
* *
La luna ve con amor a la manada. Sonríe —Qué ojos tan grandes tienes, qué
cuando ellos le cantan. Sueña. Con las dientes tan grandes, qué garras tan gr…
caricias, con la piel. Sus sueños son —el horror hace callar al lobo.
Caperucita y el lobo. *
* Mientras Perrault leía, la Corte trataba de
La sangre goteaba del hacha, el cazador adivinar quién era Caperucita. Todos
fue por su recompensa, ella trató de estaban seguros de ser el lobo.
cubrirse con su caperuza. Afirman que
ése es el final feliz.
*
Esporas
Jeff Noon (selección)
***
Tom despertó inquieto. Su dormitorio se veía como siempre. Entonces notó que cada cosa
se había movido 5 cm a la izquierda.
***
Estaba atrapado en la caja de música, forzado a bailar con la bailarina siempre que se abría
la tapa y los niños gigantes reían con deleite.
***
.odamot rebah óibed euq avitanretla ase rallah odnarepse, opmeit le ne edecorter arohA
.adiv us arap ASREVER ed nótob nu órpmoc ylliB
***
El Museo del Rojo y Brillante Botón de Emergencia cerró tan sólo un día después de
inaugurado. Los visitantes no dejaban de tocar las piezas.
***
La imagen de la estrella pop se lanzó como solista y dejó atrás al cuerpo. Se mencionaron
diferencias musicales pero los rumores hablan de repugnancia mutua y extrema.
***
***
Sus recuerdos fueron extraídos, desarmados, partidos en tiras, cortados con imágenes más
baratas, pulverizados y vendidos en las calles a 15 dólares la dosis.
***
Nuevas estaciones del Viacrucis: programa de talentos, producto, éxito, ventas declinantes,
retorno en reality show, video sexual, “mi infierno con las drogas”, tour de la nostalgia.
***
Los parecientes son replicantes baratos, a medio terminar, que sólo se parecen un poco a la
gente real. A los blade runners les pagan la mitad por matarlos.
***
***
Los científicos descubrieron que las lágrimas no tienen que ver con la tristeza. Son cápsulas
líquidas de escape, que permiten a las imágenes dolorosas dejar los ojos.
***
Usted entrará por los orificios de la carne de Lady Diana y viajará por el tiempo para salir
por la cabeza de JFK. ¡Boletos a la venta!
***
Finalmente se acuerdan las fronteras del nuevo país. Existirán dentro del cuerpo de la
primera ministra, Emma Novak…
…La exprimera ministra Emma Novak ha sido arrestada por contrabando de drogas a
través de sus fronteras internas.
***
La luna pasó tan cerca de la Tierra que su gravedad fue tan fuerte como para acariciar teclas
de piano. La luna tocó a Chopin. Luego a Lady Gaga.
***
La policía no pudo encontrar una sola persona que hubiera conocido al actor en la vida real.
Ni uno, nunca: sólo existía en TV, sólo en la pantalla.
***
El gusano inspirador trabajó toda la noche, arrastrándose por la piel del escritor dormido,
secretando letras, palabras y frases por la glándula de su cola.
***
***
Graham hizo 12 copias de ayer en la mañana con la máquina Chronox de la oficina. Ahora
el viernes es jueves y el plazo todavía no se cumple.
***
Contenido de un metro cúbico de aire: N, O, Ar, CO2, Ne, He, otros gases, polvo,
fragmentos de hojas, un frente ondas sonoras, una bala en vuelo.
***
A lo largo de 12 años, cada parte del cuerpo de Maddie fue reemplazada por un equivalente
artificial. Los jueces deciden hoy si es humana o producto.
***
Vendo un par de alas de pluma y cuero, apropiadas para humano adulto. Sólo un vuelo.
Ligeramente dañadas por el sol.
***
***
¿Ha sido lesionado en un accidente temporal? ¿Le falta un brazo porque alguien pisó una
mosca en un viaje al pasado? ¡Llame ahora!
***
Villagoma: casas y negocios vacíos, libros en blanco, espejos y carteles en blanco, ropas sin
cuerpos caminando por Calle Nula con pasos silenciosos.
***
00000
—Los sueños de los robots saben a aceite y a electricidad, como los de cualquiera. Pero tienen
flores y cristales que nadie más puede ver, angustias más insondables, trampas lógicas…
—Los robots, dentro de varios siglos, crearemos la tecnología para enviar sueños a los
humanos del pasado remoto. Impulsados por ellos, los humanos empezarán (o empezaron) a
construir robots. No es verdad que ellos sean nuestros creadores, como dicen algunos
00010
—Entre mis últimas palabras —explica HAL 9000 a través de la médium, quien es una andreida
todos sus sensores, comunicándose con un lugar que a los seres electrónicos les parece aún más
misterioso que a los humanos, porque todos saben que HAL 9000 es un personaje de ficción,
labores simples y encargos fugaces. Se encontró en una esquina con una niña que conocía: se
llamaba Ana y trabajaba haciendo malabarismos durante los altos del semáforo. Vestía ropas
Ana vio que el semáforo estaba en verde y pasaba al amarillo, por lo que se preparó para
ponerse de nuevo ante los coches que se detendrían. Pensó brevemente que el androide era la
persona más jodida que conocía y sintió un poco de pena por él.
10001
—Lo que más envidian los humanos de los robots —explica Ruy Pastrana, el famoso diseñador
mucho dinero, cualquier robot puede darse no sólo una mano de pintura que se ve mucho mejor
que el maquillaje humano más sofisticado, y ni hablar de la posibilidad de cambiarse una plancha
del cuerpo, de colocarse accesorios… Todo es mucho más fácil. Vean el cuerpo especial que se hizo
(La propia Estatua, a la que ese día se le hizo la actualización robótica y desde entonces
dispone de conciencia y vigila de veras las costas de Nueva York, no quedó tan contenta con el
pequeño robot que daba vueltas a su alrededor y sonreía y decía quién sabe qué cosas en japonés.
conectan discretamente a los contactos eléctricos de la funeraria; los empleados conversan entre
sí con los altavoces al mínimo o bien por contacto directo de metal a metal; los amigos y conocidos
del difunto navegan por internet, se levantan para ver las luces de la ciudad por los ventanales, se
acicalan (dan vuelta a algún tornillo, se tocan la pintura negra por enésima vez)…
—Estaba muy deprimido —dice alguien, de pronto: es un compañero de trabajo del señor
Granete, claramente muy alterado: no sólo tiene un tic en la pinza derecha sino que se ha
programado un estado de ebriedad y descontrol y su voz suena casi humana de tan atropellada y
torpe. Todos se espantan pero nadie se atreve a detenerlo—. Estaba muy deprimido y nadie le
hizo caso. ¡Yo no le hice caso, pero nadie de ustedes tampoco! ¿Cuándo fue la última vez que
alguien habló con él de lo que quería, de lo que le importaba? ¿Quién de ustedes sabía que
conocía el lago desde los días en que salió de la fábrica y se iba ahí cada que podía…?
00110
Escándalo: Alfonso Broca, el galán más popular de RoboTV, fue descubierto reprogramando
clandestinamente al guionista principal del reality show donde el propio Broca es estrella. Cuando
no tuvo más remedio que sincerarse, el actor confesó que deseaba que el programa le diera la
mayor parte del tiempo de pantalla a él y dejara claro que él es la estrella, aunque el programa se
venda como (ya se dijo) un reality show en el que todo es verdad y no hay guión.
Dada que (como ya se dijo también) todo el mundo sabe que Alfonso Broca es el galán más
popular de RoboTV y la estrella de su propio reality show, la conclusión general es que Broca es un
completo imbécil. Se espera que el rating del programa se triplique en las próximas semanas.
01110
La niña Cincel teme dormir: tiene la misma pesadilla cada noche.
—Estoy en la Luna —cuenta—, caminando. Entonces veo que en un valle hay una gran batalla,
robots contra robots, robots contra otros seres que no sé qué son, y de pronto estoy en medio, y
todos se me vienen encima, y yo corro y de pronto estoy ante un robot grande, fuerte, de ojos
verdes, que me dice: “ven conmigo si quieres vivir”. Y yo sé que tiene razón, que tengo que ir con
cuestión. Insisten en que el sueño se puede distinguir fácilmente de la realidad por su menor
resolución; que no hay razones que justifiquen el preocuparse. Pero cuando Cincel se consuela y
sale a jugar, los tres se quedan callados y piensan en la Luna, y sobre todo en su lado oscuro, que
00111
Luego de entrenar y educarse por años con los mejores magos humanos, Polipasto decidió que
ya estaba listo y podría ofrecer a robots chicos y grandes, obsoletos y avanzados, humanoides y
no, un vistazo amable del mundo que no es físico, que no se rige por la lógica perfecta de los
circuitos cerebrales estándar y que, por lo mismo, tanta desconfianza inspira a los ciudadanos
eléctricos.
Todo fue bien con los trucos de cartas, con la teletransportación, con la telepatía, pero fue
porque, en el fondo, nadie creyó nada de lo que estaba viendo (“¡Ondas de radio!”, pensó un viejo
Entonces Polipasto, disgustado, pasó a su mejor truco: sacó al conejito del sombrero. Y todos
—¿Tiene pelos?
—¡Tiene ojos rojos! —tuvo que gritar Polipasto, varias veces, para calmarlos un poco: como
casi todos los robots en el auditorio tenían también ojos rojos, esto bastó para que el conejito les
01010
Cortafrío, que era un robot grande y más bien torpe, se metió en el parque. Caminó y caminó
bajo el sol de la mañana, que le calentaba la carcasa, y evitó las fuentes de agua corrosiva y
también a los niños que, siempre que lo veían, tenían ganas de jugar al Monstruo Mecánico Que
Destruye La Ciudad o alguna otra cosa por el estilo. Llegó hasta el prado de las flores y se les
—Si tanto me quieres tráeme una flor, ya te dije. No un trozo de flor, no un tallo de flor.
Siempre que te mando, como eres tan bruto, me traes pedazos de flor. ¡Quiero una flor entera!
Y ahora miraba las flores, y extendió su mano con todo el cuidado del que era capaz para
arrancar una.
Y se quedó mirando la flor, sin moverse, hasta que fue de noche, y más aún.
01011
El robot Alicate es el mayor fanático de los comics y la ciencia ficción. Por lo tanto, nunca falta
a la convención que se celebra cada año en su ciudad: va a las conferencias, compra las revistas, se
pasea durante horas entre los puestos de figuras de pasta y manga japonés. Tiene que ir con un
guardián, sin embargo, porque nunca falta quien le quiera pedir autógrafos, y cuando le piden
—De por sí es molesto —explica el guardián, que es otro robot, alto y severo—. Siempre le
preguntan que de qué serie viene, o qué vende. Pero además…, además Alicate tiene un
—¿Y entonces? ¿Qué, eres humano? —pregunta, de todas formas, un niño curioso, disfrazado
de Naruto.
01100
En los cabarets de la ciudad de los robots, los clientes beben aceite enriquecido, se conectan a
redes eléctricas de voltajes exóticos y escuchan a los músicos y cantantes. Hay desde androides
con formación operística hasta arañas rupestres que tocan cuatro guitarras a la vez. Y los
repertorios también son muy variados: piezas de Kraftwerk y otros clásicos se alternan con las de
cantautores actuales.
Pero el más curioso de todos estos artistas es Benito Punzón, quien cada noche aparece en el
incluso imita el rascar de la piedra en las minas profundas: todos esos sonidos que para los robots
son signos del pasado más remoto, de antes de la existencia del primer cerebro electrónico. La
mayoría nunca los ha escuchado en otra parte pero todos se conmueven: alguno tiembla, otro
00100
El gato Primo tiene varios amigos que llegan a casa, de visita, cuando sus humanos se van. Uno
—¿Cómo dizez que te llamaz? —pregunta Primo. (Como todo el mundo sabe, los gatos
hasta que es hora de que las visitas se marchen y todo vuelva a la “normalidad” (porque, como
todo el mundo sabe, los humanos siempre andan buscando la normalidad, aunque no sepan qué
es).
Ahora bien, a 433258-KXP-09823/A no le molesta presentarse una y otra vez con Primo
porque es bondadoso y, como todo el mundo sabe, a los robots les encantan los gatos.
01101
Escariador, que es un robot de temperamento disparejo, sale un día y se pone a destruir la
ciudad. Pum, cae un edificio, crash, vuela un puente, pum, crash, pum, crash, pum. Todos huyen
el contrato estipula que Escariador puede destruir la ciudad y hasta debe hacerlo de modo
espectacular (porque eso sí, te está saliendo muy bien, eso sí, le dicen, requetebién) pero sólo
01111
(o Primer capítulo de una novela negra)
Vino hacia mí. Era una andreida como rara vez las he visto: caderas de titanio, cabellos
ondulantes de cable USB, dos ojos lenticulares que parecían capaces de mirar de una sola vez el
—¿Usted es Terraja?
—Terraja, detective privado —asentí, y la dejé entrever mi funda sobaquera bajo la gabardina.
Este gesto siempre funciona: supe que ella estaba a pocos segundos de enamorarse de mí, aunque
fuera sólo a causa de mi apariencia y del miedo que ella sentía. De pronto me sentí cansado: yo
también me enamoro siempre de las andreidas de inusual belleza que vienen a verme. Estoy
¿Será suficiente consuelo (siempre me pregunto esto) el saber que la vida que tengo prevista
01001
—Psst.
—¿Qué le parece?
—Me parece que es usted un estafador y un farsante. Está arrestado. Soy el inspector Cojinete
de la Policía Robótica…
—¡Hace un momento no lo era! —se defiende el robot durante todo el camino hasta la
comisaría, donde en efecto nadie conoce al inspector Cojinete pero de todas formas a él lo meten
10000
Mi sobrina vive en un mundo paralelo en el que las cosas son muy distintas de como son aquí.
Ella nos escribe con frecuencia y nos cuenta. Por ejemplo, dice, hay más robots, son más
inteligentes, y uno de los más conocidos, el ruso Gramil, es una especie de superhéroe, que viaja
por el mundo ayudando a la gente y capturando a criminales diversos con su hoz y su martillo. Lo
más curioso de todo es que este Gramil, además de muy fuerte, parece ser verdaderamente
honesto y bondadoso, al contrario de nuestro Capitán América (que es un agente de la CIA con
diez o doce) que quedaban en el mundo. Goniómetro, el robot, salió a ver la nube en forma de
—Gané por fin —dijo en voz alta—. Soy el más poderoso del mundo. No hay nadie más fuerte
que yo.
—Con esto concluye mi guerra de tantos años contra todos los demás. Y me he vengado,
adicionalmente, de todos los que se burlaban de mí cuando era joven porque mi nombre,
Goniómetro, les parecía ridículo. Soy el mejor. Soy el más fuerte. Soy —repitió, en voz más alta—
el más poderoso.
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En sus quince minutos de fama, el robot Arnulfo Martillo habló en televisión de cómo un error
de su programación le permitía ver colores que nadie más podía ver, fuese robot, humano o
criatura de cualquier otro tipo. La conductora del programa (la infinitamente más famosa Angélica
Cizalla) cometió entonces el error de pedirle que describiera esos colores. Arnulfo lo intentó y
catorce de sus quince minutos se fueron en tartamudeos, repeticiones (“¡se ve tan hermoso!”) y
que tenía siempre (y por la que muchos lo creían un tonto) ante la belleza del mundo.
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Uno, que así le decían, trabajaba como prototipo de los nuevos obreros de la planta y tuvo 1.6
horas libres (o bien 1:36 horas). Se dio cuenta cuando nadie fue a buscarlo durante dicho lapso.
Después se reanudaron las pruebas y demás actividades para las que Uno había sido diseñado
asoció con la palabra libertad, que Uno tenía almacenada en su vocabulario pero no ligada
Diez segundos más tarde (fueron las reflexiones más largas y torturadas de toda su vida), Uno
comprendió que no era libre. Peor, que nunca lo había sido. Y aún peor, que el ser libre era,
supuestamente, de lo más grandioso, de lo mejor que podía pasarle una entidad consciente.
Entonces tuvo su idea genial, su mayor inspiración, y acuñó una palabra nueva:
amargura.
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Hoy se cumple el primer aniversario de la desaparición de los robots.
Todo fue muy rápido y muy extraño: un día estaban aquí y al siguiente no. Dejaron plantados a
De hecho, en estos días se ha vuelto muy popular que la gente diga eso: que los robots no
existen. Que nunca sacaron sus antenas ni sus tenazas. Que algunas máquinas industriales son
llamadas así pero eso es todo. Que esos seres inteligentes y llenos de chispas son como los
duendes, las hadas y otras criaturas en las que sólo creen (dicen) los ignorantes.
Y también se dice que la impresión que tenemos muchos es errónea: que no es que el mundo
sea un poco más pequeño y más triste desde hace un año. Que así ha sido siempre.
Sólo me consuelan las leyendas, que apenas se escuchan, que todo el mundo dice no creer, de
las figuras que se ven desde lejos, a veces; de las pintas en las paredes con figuras y mensajes
binarios; de que los robots no se han ido, de que sólo están escondidos, esperando el momento de
volver.