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7ª edición:

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Neil Stevens
ALOE VERA

La utilización clínica del Aloe Vera puede convertirse en el avance médico


más importante ocurrido en toda la historia de la humanidad.
Dr. Reginald McDaniel
Durante miles de años, culturas y pueblos muy diversos buscaron y
utilizaron las propiedades curativas de las plantas, logrando extraer de ellas
remedios efectivos para combatir una gran variedad de enfermedades. En
claro contraste con este hecho histórico e innegable, la medicina moderna –al
menos la que se practica en los Estados Unidos y en la mayor parte del mundo
occidental– ha solido adoptar, invariablemente, una postura de arrogancia y
desprecio hacia las substancias medicinales que de un modo natural se hallan
presentes en las criaturas del mundo vegetal.
Sin embargo, un fenómeno curioso y esperanzador se está manifestando en
los últimos tiempos: cada día son más las personas convencidas de que la
mejor cura para las enfermedades del hombre no siempre proviene de
productos sintéticos, creados en la esterilidad de los tubos de ensayo y luego
fabricados por los poderosos consorcios farmacéuticos.
Pero este regreso a lo natural tampoco está exento de trampas y tropiezos.
El excesivo mercantilismo en que estamos inmersos y la manipulación que de
los hechos suele hacer la publicidad, están convirtiendo estos últimos años del
siglo en la época de las substancias nuevas y “milagrosas”, apoyadas
ostentosamente todas ellas en su supuesta cualidad “natural”.
La planta protagonista de este libro no es un hecho nuevo. Los primeros
registros escritos de sus cualidades curativas coinciden con los albores de la
historia humana y la gran variedad de nombres por los que ha sido y es
conocida todavía son un claro indicio de su amplia difusión y de su gran
popularidad. Aloe, babosa, pulpo, cola de dragón, sábila, bilis de elefante, lu
wei, curandero silencioso, planta milagrosa, kumari, lirio del desierto, planta
de la inmortalidad, planta que cura, acíbar o mussabar, son sólo algunos de los
calificativos y nombres con que pueblos muy diversos la han designado a
través de los tiempos.
Procedente de un pasado folklórico y misterioso, el áloe ha irrumpido con
una fuerza tremenda en la escena del mundo actual, conquistando espacios
cada vez mayores en campos tan diversos como la investigación, la medicina,
la cosmética y el comercio. En menos de tres décadas se ha convertido en un
fenómeno notable, complejo y polifacético. Tanto es así que cualquiera de las
siguientes definiciones podría haber servido como subtítulo para el presente
trabajo:
– Planta decorativa.
– Remedio milagroso para las quemaduras.
– Hierba sagrada, generadora de buenas vibraciones.
– Cura-lo-todo de la medicina tradicional.
– Nuevo y potente medicamento contra el cáncer
y el SIDA.
– Fabuloso negocio de miles de millones de
dólares.
Todo esto y mucho más es el áloe vera. Pretender encajonarlo en uno o varios
de sus múltiples aspectos sería presentar un cuadro limitado y parcial. En las
siguientes páginas trataré de mostrar una visión lo más amplia posible de este
sorprendente fenómeno, cuyas últimas consecuencias estamos todavía lejos de
imaginar. Quiero manifestar que ni yo, ni ninguno de los miembros de mi
familia poseemos intereses en el negocio del áloe y que tampoco mantengo
ningún tipo de relación con compañía o persona alguna dedicada a la
producción o comercialización de productos derivados de esta planta.
Aunque las cualidades curativas del áloe vienen avaladas por miles de años
de historia y están siendo confirmadas por los más recientes descubrimientos
científicos, este libro en absoluto pretende ser un manual de diagnóstico ni
servir de pauta para la automedicación. Aconsejo encarecidamente al lector
que antes de realizar algún cambio en su dieta o en su tratamiento actual,
consulte siempre con su médico.
Neil Stevens
1
CARACTERÍSTICAS BOTÁNICAS DEL
ALOE

El áloe es una planta suculenta perteneciente a la familia de las liliáceas,


por lo que está emparentada con las cebollas, los ajos, los espárragos, los
tulipanes, los lirios y los jacintos. Familia ciertamente muy diversa en cuanto a
aspectos y aromas, pero que en el momento de la floración muestra de un
modo inequívoco su identidad. Como todas las liliáceas, sus flores presentan
un periantro formado por seis partes, sin distinción entre el cáliz y la corola y
con seis estambres en su interior. Las flores del áloe suelen tener forma tubular
o de trompeta y están dispuestas en racimos, al final de uno o varios tallos que
surgen de entre las hojas. Sus colores pueden variar desde el amarillo claro
hasta el rojo, según las especies.
Existen más de 260 especies de áloes y su número crece sin cesar, ya que
constantemente se están creando nuevos híbridos. Su tamaño varía desde
algunas especies que apenas miden unos centímetros, hasta ciertos áloes
africanos que llegan a alcanzar alturas superiores a los 15 metros, algunos de
ellos verdaderos árboles con abundantes ramas, y otros con aspecto de
palmeras. Muchas de las especies clasificadas son realmente el mismo tipo de
planta que se ha ido adaptando a los distintos ambientes. En otros casos una
sola especie es denominada de modos diversos, como ocurre con la variedad
estudiada en este libro, conocida como Aloe vera (Lineo) y también como
Aloe barbadensis (Miller).
Además del áloe barbadensis Miller o áloe vera, las otras variedades más
conocidas y utilizadas por sus cualidades medicinales son el áloe arborescens,
el áloe chinensis, el áloe socotrino, el áloe ferox, el áloe saponaria, el áloe
striatula, el áloe variegata, el áloe latifolia y el áloe curaçao.
Las plantas suculentas
Una de las características comunes a todas las plantas suculentas es su
hábitat desértico o semidesértico, aunque también se las suele encontrar sobre
las áreas rocosas de las zonas templadas donde las precipitaciones pluviales
sean escasas. Por ello sus carnosas hojas (o en otros casos sus troncos o sus
raíces) están acondicionadas para almacenar grandes cantidades de agua
durante mucho tiempo y están provistas además de un sistema que les permite
cerrar herméticamente sus estomas durante las horas de sol, a fin de evitar la
evaporación. También suelen estar armadas de espinas para desanimar a los
animales que de otro modo se atreverían a calmar su sed con ellas. En el caso
del áloe vera las espinas no son ciertamente una gran amenaza, pero el sabor
amargo de su savia constituye una buena defensa adicional contra los animales
herbívoros.
Las plantas suculentas deben también ser capaces de absorber el agua con
mucha rapidez, por ello suelen disponer de una compleja red de raíces que
apenas penetran unos centímetros en el suelo, lo cual les permite captar
rápidamente el agua de las escasas precipitaciones y también el rocío. El
interior de sus hojas contiene una substancia mucilaginosa que posee la
propiedad de expandirse como una esponja a fin de almacenar en ella el agua.
El hecho de que durante el día sus estomas estén herméticamente cerrados
hace que la “respiración” de este tipo de plantas sea totalmente distinta a la
del resto de los vegetales; así, ciertas substancias gaseosas que en otras
plantas son expulsadas a la atmósfera, en las suculentas son convertidas en
azúcares y en almidón, que posteriormente sirven también como alimento para
la planta.

Aloe y ágave
La confusión entre estas dos plantas es muy común. Los ágaves (pitas,
magueyes o sisales) comparten el mismo hábitat que los áloes y a primera
vista su aspecto es muy semejante. Aunque el tamaño de la variedad más usual
de pita (ágave o maguey) en los climas templados y áridos es mucho mayor
que el del áloe, existen otras especies de menor tamaño que pueden ser
fácilmente confundidas. La diferencia botánica más importante entre ambos
está relacionada con la floración. Los ágaves sólo florecen una vez en su vida,
mientras que los áloes suelen hacerlo varias veces cada año. Las flores del
ágave son también diferentes, sin confusión posible con las tubulares o en
forma de trompetilla del áloe. Asímismo el tallo que sostiene a las flores del
ágave surge totalmente vertical, desde el centro mismo de la planta, mientras
que en los áloes nace lateralmente, de entre las hojas. Sin embargo quizás el
medio más fácil de averiguar si una planta es áloe o ágave sea observando la
textura de sus hojas. Mientras en el áloe las hojas son carnosas y relativamente
blandas –incluso en las contadas especies de hoja dura, ésta se puede partir
con facilidad– en los ágaves su tejido es mucho más duro y correoso, siendo
imposible partirlas o desprenderlas de la planta con la mano, pues poseen en
su interior fuertes y abundantes fibras longitudinales. Durante cientos de años
algunas especies de ágave fueron cultivadas para aprovechar esas fibras,
llegando a constituir una gran riqueza para algunas regiones, como ocurrió con
el sisal en la península del Yucatán, hasta que a principios de la década de los
años 60 la popularización de los plásticos y las fibras sintéticas hicieron que
su cultivo dejara de ser ya rentable.

La reproducción
Los áloes se reproducen mediante la fertilización de sus flores con el
polen procedente de otras plantas, operación que tiene lugar gracias a los
insectos –y también a los pájaros– que van de una flor a otra para absorber su
néctar. Una planta de áloe no se puede fertilizar a sí misma, forzosamente debe
recibir el polen de otra planta, por lo que se dice que es “autoestéril”. Una vez
fertilizada, la flor pierde sus pétalos y madura hasta convertirse en un pequeño
fruto, que posteriormente desprende sus semillas que son desparramadas por
el viento. Sin embargo, parece que la Naturaleza consideró que este medio de
reproducción no era suficiente para una planta que con frecuencia debe vivir
en condiciones muy difíciles, por lo cual le concedió también la posibilidad
de reproducirse mediante estolones o retoños, que nacen en la base del tallo,
unos centímetros por debajo de la superficie de la tierra, formando así nuevas
plantitas que crecen junto a la planta “madre” llegando de este modo, en
estado silvestre, a formar verdaderas colonias de gran densidad.

Estructura de una hoja de áloe


Si cortamos transversalmente una hoja de áloe con un cuchillo muy afilado
veremos que la parte externa es una corteza de unos 2 mm de espesor, de color
verde claro, que rápidamente comienza a segregar un líquido amarillento.
Dicha corteza envuelve a la pulpa, que es una masa acristalada, gelatinosa e
incolora, aunque mientras está dentro de la hoja puede aparentar un color
obscuro. Si pudiéramos observar esa corteza verde con un microscopio
veríamos que en su parte exterior está formada por varias capas de células
epidérmicas que constituyen una membrana elástica, cuya característica más
peculiar es la de volverse totalmente impermeable, cerrando herméticamente
todos sus estomas durante las horas de sol. Inmediatamente debajo de la
membrana exterior y ocupando casi la totalidad de la corteza, viene una zona
de canales longitudinales, perfectamente apreciables al separar con el cuchillo
la corteza de la pulpa. Por esos canales circula la savia de la planta, de color
amarillo y muy rica en una substancia amarga conocida como aloína.
Finalmente en el centro de la hoja y ocupando la mayor parte de la misma se
halla la pulpa, formada por células parenquimáticas que constituyen el
característico tejido esponjoso y mucilaginoso en el que la planta almacena
sus reservas de agua. También la pulpa posee algunos canales longitudinales
apreciables a simple vista, más abundantes junto a la corteza que en el centro
de la hoja.
Algunos autores insisten en que las substancias terapéuticas del áloe están
concentradas únicamente en la pulpa, mientras que otros manifiestan que se
hallan sólo en la corteza y, concretamente, en la savia. Sin embargo, tanto las
referencias históricas como los más recientes descubrimientos parecen apuntar
hacia una acción combinada de ambas, sin que sea posible descartar
totalmente a una u otra, como veremos en los siguientes capítulos.
2
EL ALOE A TRAVÉS DE LOS TIEMPOS

Si en toda historia antigua resulta difícil separar la leyenda de los hechos


realmente acaecidos, al investigar los usos del áloe en otras épocas y culturas
ésta labor se hace prácticamente imposible. Leyenda, mito, historia e
invención, están tan entrelazadas en el pasado de esta planta que en muchos
casos es imposible saber dónde termina una y dónde se inician las demás.
Todavía en nuestros días, muchos de esos mitos e inexactitudes son
activamente propagados por algunos de los modernos mercaderes del áloe. La
siguiente es una breve crónica de esa sorprendente amalgama de historia y
leyenda.

Egipto y Sumeria
Las más antiguas representaciones pictóricas de esta planta fueron halladas
en sepulcros y monumentos funerarios del antiguo Egipto, procedentes de hace
más de 5.000 años. En el Egipto de los faraones el áloe era una planta
reverenciada. Se le atribuían poderes espirituales y era conocida como “la
planta de la inmortalidad”. Sus representaciones cubrían las paredes de los
templos y, con mucha frecuencia, los laterales de las tumbas de los
gobernantes. Una hoja de áloe pendía de las puertas de las casas y una
pequeña planta solía ser regalada a quienes contraían matrimonio o iniciaban
alguna actividad comercial.
Sin embargo, los registros más antiguos referentes a su uso medicinal no
proceden de Egipto sino de Sumeria, antecedente de lo que más tarde sería la
poderosa civilización mesopotámica. En unas tablillas de arcilla halladas en
la ciudad sumeria de Nippur, procedentes del siglo XVIII antes de nuestra era
–descifradas finalmente en el año 1953–, se describen ya con todo detalle las
cualidades laxantes del áloe.
Pero independientemente de sus atributos espirituales, las virtudes
terapéuticas del áloe también eran conocidas en Egipto desde muy antiguo. El
Libro Egipcio de los Remedios o “papiro Ebers” (redactado alrededor del
año 1550 a.d.C. y cuyo original se halla en la Universidad de Leipzig) relata
por lo menos doce fórmulas medicinales en las que el áloe ocupaba un papel
destacado.
Algunos estudiosos creen que el jugo de esta planta formaba parte del
ungüento utilizado por los antiguos egipcios para embalsamar los cadáveres
de los nobles y de los faraones, cuya fórmula, por cierto, no ha podido ser
todavía descubierta pese a los numerosos intentos realizados.
Se ha dicho también que las reinas egipcias Nefertiti y Cleopatra se
bañaban cada día en áloe y que ese era el secreto de su extraordinaria belleza.
Lo cierto es que de Nefertiti no sabemos gran cosa. En cuanto a Cleopatra, si
damos crédito a cuanto se ha dicho de ella, parece que se bañó en todo lo
imaginable.

El áloe bíblico
Con cierta frecuencia el áloe suele ser calificado como “planta bíblica”,
pues tanto en el antiguo como en el nuevo testamento aparece citado algunas
veces. Lo vemos en el libro de los números: “..se extienden como los valles,
como los jardines al lado de un río, como los áloes sembrados por el Señor...”
Lo vemos también en El Cantar de los Cantares: “...junto a toda clase de
árboles, de incienso, mirra y áloe, con los perfumes más finos...”, en el Salmo
45: “tus vestidos huelen a mirra y áloe...” y en el libro de los Proverbios:
“...he perfumado mi lecho con mirra, áloe y canela”. Y aparece también en el
Evangelio de San Juan, en los versículos que relatan la llegada de Nicodemo
con cien libras de una mezcla de mirra y de áloe, para embalsamar el cuerpo
de Jesús. Algunos autores ven en este pasaje la confirmación de su teoría
según la cual esta planta habría sido utilizada en las artes funerarias egipcias.
Estas citas han hecho que muchos, indebidamente, le hayan conferido al áloe el
título de “planta bíblica”.
Y digo indebidamente porque el ahaloth bíblico, traducido como áloe en
las citas mencionadas, no tiene nada que ver con la planta protagonista y
estrella de este libro. El áloe bíblico es un árbol leñoso, de madera pesada,
resinosa y aromática, que al ser quemada produce un perfume agradable y
tranquilizante y cuyo aceite era utilizado como perfume. Se trata del árbol
aquilaria agallocha, que crece en abundancia en algunas zonas montañosas de
la India y del Tíbet. Nuestro áloe no huele mal, pero entre sus numerosas
cualidades no está la de ser una planta especialmente aromática, que pudiera
utilizarse para perfumar lechos ni prendas de vestir. En su famosa obra
Historia de los Judíos, el historiador Flavio Josefo (37-95) lo aclara
definitivamente, al relatar el modo en que los esenios lavaban el cuerpo de los
difuntos: “...con agua de nardos, incienso y áloe, pero no el que se obtiene
machacando esa planta amarga que se aplica en las heridas, sino el procedente
de la India, que llaman también agallochon, de exquisito perfume”.
Todas las ediciones comentadas de la Biblia hacen claramente esta
diferenciación entre ambos áloes. Pero ello no ha impedido que el mito del
áloe como planta bíblica siga siendo activamente difundido por algunas
personas y compañías dedicadas a la fabricación y comercialización de
productos de áloe. En algunos casos esta mezcla de religión y comercio roza
lo grotesco: “Si fue bueno para Jesús, ¡también es bueno para mí!”, dice
orgullosamente un autor (y empresario) norteamericano del áloe.

Los árabes
Los árabes fueron los primeros que transformaron el áloe en un extracto
comercial. Con los pies y con prensas de madera machacaban las hojas para
extraer la savia y la pulpa. Seguidamente la almacenaban en pieles de cabra y
luego la secaban al sol. La principal utilización de este polvo de áloe era
como laxante, pero hay constancia de que lo usaban también con otros fines
terapéuticos, tanto aplicado externamente como ingerido. Los mercaderes
fenicios fueron quienes extendieron su utilización por todo el imperio
grecorromano y también por los países asiáticos. Se cree que la palabra áloe
es de origen árabe y su significado es, precisamente, “amargo”. En el imperio
persa las primeras referencias a la utilización médica del áloe proceden del
siglo VI antes de nuestra era y en esa misma época era ya también utilizado en
la India.

Grecia y Roma
La primera obra occidental que trata con detalle sobre la utilización
médica de las plantas se la debemos a Hipócrates, considerado como el
“padre de la Medicina”, quien vivió en Grecia entre los años 460 y 375 a.d.C.
En su Materia Médica, Hipócrates no menciona para nada al áloe.
Pero 450 años después de muerto Hipócrates, exactamente en el año 74 de
nuestra era, un brillante médico griego perteneciente al ejército romano,
llamado Pedanius Dioscórides, terminaba de escribir en la ciudad de
Amazarba, en Asia Menor, su famoso libro al que denominó también De
Materia Medica. Cuatro siglos después (en el año 512) la Materia Medica de
Dioscórides era ilustrada por un meticuloso artista bizantino, el cual incluyó
entre sus dibujos una bella representación a color del áloe vera. Durante más
de 1.500 años el libro de Dioscórides sería la obra de botánica medicinal más
importante en todo Occidente. En la actualidad se halla en Viena y con el
nombre de Codex Anicine Julianae forma parte de la Biblioteca Nacional de
Austria.
Dioscórides no sólo menciona en su libro los efectos purgativos del áloe,
sino que también indica su utilidad para curar las heridas, los abscesos, las
contusiones, para eliminar manchas de la piel, detener la caída del cabello,
curar los orzuelos, las úlceras genitales (probablemente lo que hoy llamamos
herpes genital), mejorar la inflamación de las amígdalas y terminar con el
problema de las hemorroides (ver extracto en las referencias).
Plinio, que también por aquellos días estaba escribiendo en Roma su
Historia Natural, al hablar del áloe repite básicamente los mismos datos que
Dioscórides, añadiendo que sus raíces cocidas pueden curar las úlceras
leprosas (en realidad no sabemos cual de los dos escribió primero).
Curiosamente Plinio denuncia el hecho de que cerca de Jerusalén estaban
“haciendo y vendiendo” un falso áloe, al que él califica sin tapujos como
“bastardo”.
Pero unos 50 años antes de Dioscórides y Plinio, el médico griego Celso,
en su libro llamado –una vez más– De Materia Medica, había ya hablado del
áloe, aunque sólo refiriéndose a los métodos árabes para curar con él los
desórdenes intestinales.
Las obras de Dioscórides y de Plinio constituyen el primer indicio
documentado del amplio espectro terapéutico atribuido al áloe hace ya dos mil
años. No es lógico pensar que ambas obras maestras de medicina fueran en su
totalidad producto de una sola persona, ni siquiera de una generación. Lo más
probable es que se tratara de una recopilación de todos los conocimientos
médicos y farmacéuticos existentes en aquel momento. Al igual que tantos
otros aspectos de la civilización griega, parece que los conocimientos
recopilados por Dioscórides y Plinio sobre la utilización médica del áloe
tienen un claro origen egipcio.
Hacia el siglo II el áloe era ya una parte importante de la farmacopea
occidental, siendo profusamente utilizado por Galeno, Antillo y Arétaco, entre
otros famosos médicos romanos. En cuanto a su procedencia, todo cuanto
sabemos es que el mejor áloe era cultivado en alguna isla o lugar ubicado
hacia el oriente del imperio.

La Atlántida
Mientras en la India se cree que el áloe fue traído directamente del Jardín
del Edén, otros tal vez mejor informados aseguran que en realidad la planta
procede del antiguo continente de la Atlántida. Se dice que los atlantes
poseían colonias o factorías tanto en Egipto como en el Yucatán (y también en
las Canarias); ello explicaría la enorme importancia que esta planta tenía no
sólo en el antiguo Egipto, sino también entre las civilizaciones Maya y
Tolteca. Para los indios de México el áloe era la planta protectora y sagrada
por excelencia. Todavía hoy, la creencia de que la “sábila” genera protección
y buena suerte es generalizada. En la mayoría de hogares y pequeños negocios
mexicanos no falta la planta de sábila, con una cinta roja amarrada a una de
sus hojas. Las coincidencias existentes entre el antiguo Egipto y las culturas
precolombinas del México antiguo son más que asombrosas y nadie que las
haya estudiado, aunque sea superficialmente, hallará descabellado pensar que
el nexo de unión entre ambas pudiera ser la desaparecida isla de la Atlántida,
tan meticulosamente descrita por Platón.

Alejandro Magno
Hijo del rey Filipo II de Macedonia, Alejandro Magno (356-323 a.d.C.) se
puso al frente de las tropas griegas convirtiéndose rápidamente en uno de los
conquistadores más famosos de toda la historia. Su dominio se extendió por el
área conocida en la actualidad como el Oriente Medio y también por una
amplia zona del Africa Nororiental. En un solo año se apoderó del imperio
persa derrotando a Darío III en las cercanías de la ciudad de Nínive (331) y
seguidamente conquistó Egipto, donde fundó la ciudad de Alejandría. Murió
en Babilonia a los 33 años de edad, víctima de la malaria.
Según la leyenda, en el asedio a la ciudad de Gaza, Alejandro Magno fue
herido por una flecha enemiga, infectándosele posteriormente la herida
mientras avanzaba con su ejército por el desierto de Libia. Un sacerdote
enviado por su maestro Aristóteles lo untó con cierto aceite de áloe
procedente de la isla de Socotra y su herida se curó rápidamente. Dicen que
uno de los motivos de su expedición a la India fue precisamente la conquista
de la isla de Socotra (ubicada al sur de Arabia, frente a las costas de Somalia,
a la entrada del Golfo de Aden). Esta isla era el principal centro de
producción de áloe y la base de todo el comercio fenicio con esta planta.
Según esta versión, Alejandro Magno conquistaría Socotra, asegurando así una
provisión permanente de áloe para atender las heridas de sus soldados. La
autenticidad de esta anécdota es más que dudosa. La isla de Socotra dista más
de dos mil kilómetros de las conquistas más meridionales de Alejandro
registradas por la historia. Sin embargo, sí es cierto que dicha isla fue durante
mucho tiempo el punto central del comercio del áloe y también que una de las
colonias griegas –no sabemos cual– concentraba la mayor parte de la
producción de la planta.

En Asia
Tal vez la obra médica más antigua que ha llegado hasta nosotros sea el
Rig Veda, recopilado en la India entre los años 4500 y 1600 antes de nuestra
era. El Rig Vega relaciona y explica el uso de cientos de plantas medicinales,
pero el áloe no está entre ellas.
Sin embargo, se sabe que a partir del siglo VI a.d.C. su uso era ya común,
no sólo en la India sino también en Malasia, en el Tíbet, en Sumatra y
posteriormente, en China. En la medicina ayurvédica es profusamente utilizado
como tonificante, vermífugo, para bajar la fiebre, tratar numerosas
enfermedades cutáneas, la hepatitis, el asma y los vómitos. En su libro
Medicinas Indígenas de la India, dice Copra: “La utilización del áloe o
mussabar, en aplicaciones externas sobre las partes doloridas o inflamadas del
cuerpo y también como purgante es tan conocida en la India que no merece
ninguna mención especial. Su uso en la medicina se remonta al siglo IV a.d.C”.
En China era conocido con el nombre de lu wei (depósito obscuro) y también
hsiang-tqan (bilis de elefante, por su sabor amargo) y su utilización parece que
fue igualmente prolífica, aunque los registros escritos de la misma no abundan
hasta la dinastía Tang (principios del siglo VII). Estos documentos (Li Sun,
año 625) lo mencionan como muy efectivo para tratar la sinusitis, las fiebres
infantiles provocadas por parásitos y las convulsiones, todo ello administrado
internamente y también en forma externa para tratar diversas afecciones de la
piel.

En Africa
Se dice que cuando el botánico inglés M. Miller llegó al cabo de Buena
Esperanza se sorprendió de ver la piel tan resplandeciente que lucían los
indígenas, incluso los más ancianos. Al observar sus hábitos descubrió que
todos ellos se lavaban el cuerpo y los cabellos con la substancia gelatinosa
del áloe. Hoy sabemos que la pulpa del áloe no sólo tiene un efecto astringente
sobre los poros, sino que es un protector altamente efectivo contra la radiación
ultravioleta solar, una de las principales causantes de las arrugas. Parece que
debido a este hecho, la especie de áloe que crece en aquellas latitudes fue
luego denominada por los eruditos europeos “áloe saponaria” (de sapo,
jabón).
Pero la utilización del áloe por los nativos iba más allá del simple jabón.
Al mismo tiempo les servía para evitar las picaduras de todo tipo de insectos,
curarse las heridas y, sobre todo, para facilitarles la caza, pues al estar
totalmente recubiertos de áloe su olor corporal quedaba anulado.
El célebre explorador Sir Robert Burton informaba que los gallas, pueblo
que habitaba Etiopía y Somalia, plantaban áloes alrededor de sus tumbas, en la
creencia de que cuando las plantas florecían la persona había entrado ya en el
paraíso. Por su parte, los sutos acostumbraban a bañarse públicamente en jugo
de áloe todos juntos, cada vez que una epidemia de gripe amenazaba al
poblado. Los bantúes de Africa del Sur conocían y utilizaban más de veinte
especies distintas de áloe para curar las heridas, las inflamaciones de los ojos,
los resfriados, las enfermedades venéreas, las hemorroides y todo tipo de
problemas intestinales.

El áloe en la Edad Media y el Renacimiento


Tras el derrumbe del imperio romano, los numerosos pueblos que habían
formado parte de él se quedaron para siempre con la herencia de su cultura.
Así, los conocimientos de los médicos romanos, que a su vez procedían en
gran parte de Grecia, se integraron de un modo natural en los acerbos
culturales de las diversas naciones conquistadas. Durante toda la Edad Media
y el Renacimiento, el áloe siguió siendo profusamente utilizado y los registros
históricos lo citan con frecuencia. Se sabe que era uno de los remedios más
importantes utilizados por la famosa escuela de medicina de Salerno. Robert
Dehin cita en su libro Docteur Aloes unos famosos versos dedicados a él,
procedentes de dicha escuela:
Seca la herida, aviva la carne.
Destruye el cáncer del prepucio enfermo. Limpia los ojos y despeja la cabeza.
Cura la oreja partida y la lengua cargada. Reanima el estómago débil y
Detiene su caída y refuerza el cabello.
En el año 685, el médico griego Pablo de Egina describe al áloe como
agente antiinflamatorio y dice que lo utiliza para tratar diversos tipos de
úlceras y dolores externos.
En el siglo IX lo hallamos de nuevo mencionado en las obras de Avicena,
famoso filósofo, arquitecto y médico árabe. Avicena repite básicamente lo
dicho por Dioscórides y Plinio, añadiendo que es de gran utilidad para tratar
diversas enfermedades de los ojos y, curiosamente, para la “melancolía”.
También indica que en Siria era conocido como sabhra o sebara, mientras que
los árabes lo denominaban sabir o sabr. Ambos vocablos significan los
mismo: substancia amarga y brillante.
Las cruzadas y sobre todo, la invasión árabe de la península ibérica,
marcaron un nuevo hito en la difusión europea del áloe, quedando éste ya para
siempre como planta ornamental común, tanto en Andalucía como en todo el
litoral mediterráneo español.
El médico y alquimista suizo Teofrastus Bombastus de Ohenheim, más
conocido como Paracelso, lo incluye en su obra Botánica Oculta, publicada
por primera vez en 1529, y de la cual existen abundantes ediciones en la
actualidad (ver ref.). En una carta dirigida a Amberg, Paracelso menciona
también el “misterioso y secreto áloe, cuyo jugo de oro cura las quemaduras y
los envenenamientos de la sangre”.
Pero al llegar el renacimiento el destino del áloe toma dos caminos
claramente diferenciados. Por un lado en los países árabes, en las costas
mediterráneas, el norte de Africa, Medio Oriente, la India y los territorios
americanos en los que su cultivo y su uso habían sido implantados, siguió
siendo utilizado en todas sus numerosas aplicaciones. Sin embargo, durante
más de trescientos años, para los médicos europeos quedó reducido a un
simple purgante. Conocedores de los textos clásicos, los farmacéuticos y
médicos del norte de Europa debieron seguramente investigarlo.
Probablemente la planta no pudo sobrevivir en sus climas demasiado fríos o,
por lo menos, no con todo su poder curativo. Tal vez ignorando la necesidad
de utilizar las hojas recién cortadas y quizás creyendo que el polvo obscuro y
amargo que les llegaba de los países cálidos debía tener las mismas
propiedades que la planta viva, sus intentos por confirmar las afirmaciones de
los clásicos seguramente terminaron en fracaso. El hecho es que esta imagen
tan degradada del áloe ha llegado hasta nuestros días y sigue afectando a gran
parte de la comunidad médica occidental. Todavía en el año 1979, la única
utilidad que la Farmacopeia Americana registraba para el áloe seguía siendo
la de “purgante”.

Y en América...
Algunos autores insisten en que el áloe no es originario del continente
americano. Sostienen que no existía aquí antes del descubrimiento y que fue
traído por los conquistadores y posteriormente difundido por los misioneros.
Sin embargo, en su diario de bitácora Cristóbal Colón cita dos veces muy
claramente al áloe americano. La primera el 21 de Octubre de 1942 y de
nuevo el 23 de Octubre, dos días después. Dice textualmente: “Hay miles de
árboles diferentes... y todo tipo de plantas... he reconocido áloes y he
ordenado que traigan una buena cantidad de ellos a bordo”. Aducen tales
autores que Colón confundió el áloe con el ágave, maguey o pita, confusión
que ciertamente muchas personas no familiarizadas con ambas plantas sufren
en la actualidad. Sin embargo no parece muy probable que así fuera. Colón
conocía las zonas áridas del sur de Italia y sobre todo de España –recordemos
que se entrevistó con Isabel la Católica en las cercanías de Granada y que
zarpó con sus naves desde Huelva. Debió viajar muchos cientos, tal vez miles
de kilómetros, a caballo por zonas semiáridas, donde el ágave o maguey –
aunque allá con otros nombres– es una planta común y muy abundante al lado
de los caminos.
Pero aun concediendo la rara posibilidad de que Colón se equivocara y
tomara por áloe cualquier variedad de ágave o maguey, las tradiciones de los
pueblos indios demuestran de un modo innegable e irrebatible que esta planta
existía desde tiempos inmemoriales y que tenía una gran importancia religiosa
tanto para las etnias que habitaban el centro de México como para la
civilización Maya, que se extendió por la península del Yucatán y por todo lo
que hoy es Chiapas, Guatemala, Belice y Honduras. Entre el pueblo, esa
creencia en los efectos mágicos y protectores del áloe sigue totalmente viva en
nuestros días y ciertamente no pudo ser implantada por los españoles puesto
que nunca formó parte de sus tradiciones.
Una vez terminada la conquista, se dice que los jesuitas fueron quienes
más contribuyeron a su difusión. Parece que fueron precisamente los monjes
quienes llevaron por primera vez plantas de áloe a la misión de San Antonio
de Béjar (o Bexar), que por esos caprichos de la historia se convertía
posteriormente en Texas, para llegar, ya en pleno siglo XX, a ser la principal
zona productora de áloe del mundo. Bill Coats, texano y pionero del áloe, no
oculta su admiración por los jesuitas: “Debemos estar agradecidos a los
padres jesuitas españoles por la difusión que durante los siglos XV y XVI
realizaron del áloe. Sin duda eran los más eruditos e instruidos de su tiempo y
también los médicos más hábiles. Poseían un profundo conocimiento de los
clásicos, lo cual les permitía comprender perfectamente los textos
farmacológicos griegos y romanos. Además estaban acostumbrados al áloe,
pues la planta crecía abundantemente en España y Portugal. En todo lugar
donde encontraron áloe lo utilizaron, y donde no crecía de modo silvestre, lo
plantaron. Desde el protectorado de la Española llevaron la planta curativa a
Puerto Rico, a Jamaica y probablemente también a Barbados, a Curaçao, a
Florida y las costas de América Central. Hay también evidencias de que
fueron los padres jesuitas quienes llevaron el áloe a las costas septentrionales
de Sudamérica, a las Antillas Holandesas e incluso a las Filipinas y a otras
islas del pacífico”. (The Silent Healer, Bill Coats).

El cultivo del áloe durante los siglos XVIII y XIX


Desde el siglo XVII hasta comienzos del actual la literatura médica cita
muy esporádicamente al áloe y tan sólo en su faceta de purgante, calificándolo
además con cierta frecuencia como violento e incluso como peligroso. Pero
ello no impidió que su consumo fuera estable y generalizado, circunstancia de
la que se aprovechó la Corona Inglesa, creando un importante centro de
producción en su colonia de Barbados.
El historiador Griffith Hughes escribía en 1775: “Cada esclavo lleva tres
o cuatro cubos. Cortan las hojas cerca de la raíz y las colocan en ellos con la
parte cortada hacia abajo y como las hojas poseen venas o vasos
longitudinales, el jugo desciende por ellos hasta gotear. Posteriormente lo
hierven durante cinco horas en una caldera de cobre con lo cual se evaporan
sus partes acuosas y el resto, una vez suficientemente hervido, adquiere una
consistencia como de azúcar...”
Pero la producción comercial del áloe no se limitaba a Barbados, sino que
también florecía en Africa del Sur, en Aruba y a orillas del Mar Rojo. Los
métodos de procesado variaban de unos lugares a otros pero sin diferir mucho
de los practicados por los árabes dos mil años atrás. Este comercio continuó
en las Antillas Holandesas y en la isla de Curaçao hasta bien entrado el
presente siglo, concretamente hasta que las compañías farmacéuticas
comenzaron a poner a la venta laxantes más baratos y menos violentos.
Entonces el áloe quedó ya sólo para los casos en los que fuera necesaria una
purga verdaderamente drástica y también para diversos compuestos de
medicina veterinaria. En Jamaica se procesaba un áloe conocido precisamente
como “áloe de caballo” cuya extraordinaria reputación entre los veterinarios
le permitió sobrevivir hasta tiempos muy recientes.
Pero incluso durante esa “época obscura” del áloe, no faltaron entusiastas
esporádicos. A mediados del siglo XVIII fue reconocido por una autoridad
médica inglesa como efectivo para curar las picaduras de insectos y en 1801
el historiador Quillame Olivier menciona que en la India se lo utilizaba para
regular los periodos menstruales y también para inducir el embarazo. No
obstante, las numerosas cualidades y usos terapéuticos de esta planta no
comenzarían a despertar un verdadero interés hasta ya bien entrado el siglo
XX.
3
EL ALOE EN EL SIGLO XX

En su Diccionario de los Productos Económicos de la India, publicado en


1908, Sir George Watt relataba cómo el áloe era utilizado en aquél país para
tratar más de cuarenta enfermedades diferentes, entre ellas los dolores de
cabeza, la histeria, las irregularidades menstruales, el estreñimiento, la
bronquitis, las contusiones, las enfermedades del bazo, la caída del cabello,
las enfermedades cerebrales, las hemorroides, diversos problemas oculares,
los cólicos, la neumonía, la gonorrea y el reumatismo. La sociedad inglesa de
la época acogió esta obra muy favorablemente, pero sus afirmaciones sobre el
áloe fueron consideradas como simples curiosidades folklóricas del pueblo
hindú y no despertaron ningún interés entre la clase médica.

Los doctores Collins


El primer logro de nuestro áloe en su larga y difícil carrera por obtener el
reconocimiento y el respeto de la comunidad medica occidental no ocurriría
hasta principios de la década de los años 30. Y curiosamente tuvieron que
recurrir a él para remediar los desaguisados producidos por uno de los nuevos
inventos. La tecnología de los rayos-X (conocidos en un principio como rayos
Roentgen) estaba entonces en sus comienzos y no era raro que pacientes,
médicos y operarios sufrieran quemaduras, se les volviera la piel escamosa e
incluso les aparecieran úlceras en las zonas irradiadas.
Dos médicos de Maryland, padre e hijo del mismo nombre (Creston
Collins), descubrieron que al aplicar sobre la piel ulcerada o quemada por los
rayos X compresas de hojas de áloe vera partidas por la mitad, las lesiones se
curaban con una rapidez inaudita. Además, podían repetir la aplicación cada
dos horas, pues no se presentaba efecto secundario alguno. Rápidamente los
doctores Collins inventaron un compuesto de áloe al que denominaron
“Alvagel”. En 1935 publicaban en la revista The American Journal of
Roetgenology los resultados logrados con su producto: “Desde Abril de 1934
hemos tratado más de 50 casos de quemaduras producidas por los rayos-X con
hojas de áloe y también con un ungüento conocido como “Alvagel” fabricado a
partir de dichas hojas. Aunque no todas las curas han sido perfectas, en su
conjunto los resultados son de lo más satisfactorio...” (Ver extracto de su
informe en las referencias).

Su fama se extiende entre los dermatólogos


El hallazgo de los doctores Collins despertó el interés de muchos
dermatólogos y pronto aparecieron nuevos informes confirmando el aparente
potencial del áloe en este campo de la medicina. En 1936 el Dr. Carroll D.
Wright publicaba un artículo en el Journal of the American Medical
Association en el cual concluía: “Basándonos en los casos mencionados,
parece que las ulceraciones de los rayos-X, incluso las que ya tienen varios
años de antigüedad, responden positivamente a la utilización del Aloe Vera”.
Las noticias sobre la utilidad del áloe para curar las quemaduras de los
rayosX se extendieron rápidamente. Un dermatólogo de Johannesburgo
informaba a Gilber W. Reynolds, autor del libro The Aloes of Tropical Africa
and Madagascar: “...he tratado tres casos de radiodermatitis con hojas de áloe
arborescens ya que en el momento preciso no disponíamos de áloe vera. En
los tres casos partí las hojas por la mitad, aplicando la pulpa sobre la zona
afectada. Los dos primeros casos continuamente, mientras que el tercero sólo
durante las noches. Los tres se han curado perfectamente y mucho más rápido
de lo que lo habrían hecho con ningún otro tratamiento local. Por ello concluyo
que el áloe arborescens es igualmente válido para tratar las quemaduras de los
rayos-X”.

Otras aplicaciones
Tras conocer los informes de los doctores Collins y Wright, el médico J.E.
Crewe experimentó también con el áloe, pero no se limitó ya a las quemaduras
producidas por los rayos-X, sino que utilizó las hojas recién cortadas y
también un ungüento creado por él para tratar úlceras crónicas, eccemas,
quemaduras por fuego, por agua caliente, insolaciones, pruritus vulvae,
pequeñas heridas y ciertas alergias, entre ellas a la hiedra venenosa. En
sendos artículos publicados en 1937 y 1939 en el Minnesota Journal of
Medicine, el Dr. Crewe manifiesta que en todos los casos la curación fue total
y que el tejido se regeneró sin formar cicatrices. En el mismo año de 1939 los
doctores Adolph Loveman y Frederick Mandeville publicaban los resultados
de un estudio realizado con un pequeño grupo de enfermos afectados de
quemaduras, a los que trataron con hojas de áloe recién cortadas. De nuevo,
las curaciones fueron rápidas y completas.

1953. Los militares se interesan en el áloe


Más amplio fue el estudio que se llevó a cabo en 1953 en la base de Los
Alamos, Nuevo México, patrocinado por la Comisión de Energía Atómica de
los Estados Unidos y supervisado por los doctores Lushbagh y Hale. Varios
grupos de diez conejos cada uno fueron expuestos a cierta dosis de radiación
beta, siendo seguidamente tratados unos con pulpa de áloe natural y otros con
un “ungüento” preparado a base de áloe. En su conclusión decían ambos
científicos: “Comparamos los cambios morfológicos ocurridos en la piel
irradiada sin tratamiento posterior con los ocurridos en las zonas que tras la
irradiación fueron tratadas con áloe. Se vio que el áloe acelera tanto la fase
regenerativa como la de reparación de la lesión... las úlceras resultantes de
28.000 rep de radiación beta, a los dos meses de tratamiento estaban
totalmente curadas, mientras que las no tratadas seguían sin curarse cuatro
meses después”.

Nuevos descubrimientos
Pero unos años antes había tenido ya lugar uno de los experimentos que
marcarían un hito en la historia de la investigación del áloe. Cuatro científicos
del Departamento de Salud de Michigan: Gottshal, Lucas, Lickfeldt y Roberts,
examinaron 161 especies vegetales para ver si alguna de ellas mostraba algún
tipo de acción sobre el bacilo de la tuberculosis. Las dos más efectivas
resultaron ser el áloe socotrino y el áloe chinensis (una variedad oriental del
áloe vera). Sin embargo extrañamente no se siguió trabajando en dicho
proyecto, tal vez porque en aquellos años la tuberculosis dejó de ser una
enfermedad común, para muy rápidamente desaparecer casi por completo.
En 1954, el Dr. Alexander Farkas, de Miami, presentaba una solicitud de
patente para un medicamento destinado a tratar las quemaduras inventado por
él, con el título: “Medicamento tropical con poliurónido de áloe.” Su informe,
de fecha 23 de Diciembre de dicho año contiene una sucinta relación de las
cualidades del áloe para uso externo: “El poliurónido de este invento es un
polisacárido natural enlazado a uno o más radicales ácidos exurónicos y a
sales no tóxicas... Este medicamento comprende el poliurónido disuelto o en
suspensión en una proporción de entre 0,2 y 10% en un líquido de consistencia
gelatinosa, preferiblemente acuoso. Posee notables cualidades curativas para
las heridas abiertas y especialmente para quemaduras. Desintoxica
rápidamente la zona afectada teniendo además un efecto analgésico y/o
anestésico que reduce rápidamente el dolor, al tiempo que promueve la
recuperación de la superficie de la piel sin formar cicatrices....”
El año 1963 fue un año crucial. Por un lado tres médicos de Florida, Blitz,
Smith y Gerard, publicaron un informe detallando cómo habían curado a doce
pacientes de edades diversas aquejados todos ellos de úlcera péptica: “Tan
favorable ha sido la respuesta que tenemos la impresión clínica de que esta
medicación puede retrasar y tal vez prevenir el desarrollo de la úlcera
péptica” concluían en su informe que constituye la primera evidencia médica
contemporánea de la utilización interna del áloe. Y también en el mismo año
de 1963, la doctora Lorenzetti y sus colegas demostraron que el áloe inhibía el
desarrollo de una gran variedad de microorganismos entre ellos
Staphylococcus aureus, Staphylococcus pyogenes, Corynebacterium xerosis,
Shigella paradysenteriae, Salmonella typhy y Salmonella paratyphy, microbios
causantes de diversos tipos de infecciones y de ciertas variedades de
disentería y de tifus. Cansado de ser etiquetado durante siglos como un simple
purgante, el áloe estaba empezando a mostrar lo que era capaz de hacer.
En 1973 Los Doctores El Zawahry, Rasahd Hegazy y Helal, el primero de
ellos profesor de dermatología en la Universidad de El Cairo y los otros dos
trabajando para los laboratorios Nile Company for Pharmaceuticals,
publicaron en el International Journal of Dematology un trabajo que se
convertiría en clásico. En él explicaban la utilización de la pulpa de áloe para
tratar las úlceras crónicas en las piernas, incluyendo los detalles de algunos
casos concretos (ver referencias). Al año siguiente, el Dr. Logai, discípulo del
Dr. Vladimir Filatov, informaba sobre los positivos resultados obtenidos al
tratar hemorragias traumáticas en el cuerpo vítreo del ojo mediante
inyecciones subcutáneas de extracto de áloe. Un año después, en Japón se
publicaba otro trabajo que haría historia en la investigación del áloe. En él, el
Dr. Fujita, de la Universidad Fujita-Gakuen de Hisai, analizaba y demostraba
la actividad antiinflamatoria del extracto de áloe. Desde entonces, los
artículos en las revistas médicas informando sobre las más diversas y dispares
aplicaciones terapéuticas del áloe fueron ya algo común. Médicos e
investigadores de todo el mundo parecía que súbitamente se habían puesto de
acuerdo para fijar su atención y sus esfuerzos en el, hasta pocos años antes,
modesto y olvidado áloe.
Desde comienzos de la década de los 70, la industria del áloe en los
Estados Unidos fue tomando una fuerza cada vez mayor. También desde
entonces, la investigación científica y médica sobre esta planta adquirió una
dimensión totalmente nueva, interdependiente de los grandes intereses
industriales y comerciales. En el capítulo siguiente veremos esta nueva etapa
en la evolución del áloe.

La investigación del áloe en Rusia


En Rusia la investigación sobre las propiedades de las plantas medicinales
ha sido siempre más exhaustiva que en los Estados Unidos, donde aún en
nuestros días sigue teniendo un aura de marginalidad. El propio régimen
comunista contribuyó en gran parte a ello. Allá no existía la desenfrenada
competencia occidental que muchas veces obliga a desechar remedios
conocidos para inventar continuamente otros nuevos aunque no siempre sean
mejores, gastando sumas astronómicas en investigación, que pasan luego a
incrementar el precio de los medicamentos. Mientras en Occidente, las
compañías farmacéuticas no se interesaban por las substancias y
medicamentos naturales por no ser patentables, el estado comunista siempre
estimuló su estudio. Una destacada figura en este campo fue el profesor Israel
Brekhman, director durante muchos años del Instituto de Substancias
Biológicamente Activas, de Vladivostok. Los esfuerzos de Brekhman y de
otros investigadores hicieron que el áloe obtuviera en Rusia un prestigio
oficial que todavía hoy no ha logrado alcanzar en Occidente.
En los Estados Unidos, tanto las investigaciones como el desarrollo
comercial del áloe se han centrado siempre en la variedad barbadensis Miller
(o áloe vera Lin). mientras que en Rusia la variedad utilizada ha sido el áloe
arborescens Miller, que crece abundantemente en las costas del Mar Negro y
en los países transcaucásicos. El clima de dichas zonas se puede catalogar
como subtropical, pero no son raras las heladas invernales, lo cual les obliga
a proteger las plantas con plásticos. Por ello en años recientes se está
introduciendo el cultivo del áloe striatula, cuyas hojas rinden menos cantidad
de jugo, pero soportan mejor las bajas temperaturas.

El Dr. Vladimir Filatov


Al igual que Brekhman, el gran oftalmólogo ruso Vladimir Filatov, de
Odessa, dedicó toda su vida a conciliar la quimioterapia con la medicina
natural. Habiendo recibido su título de manos del propio zar Nicolás II,
Filatov tuvo la gran suerte de no ser molestado después de la revolución,
pudiendo seguir con sus investigaciones. No resignándose a practicar la
oftalmología dentro de los límites del conocimiento científico de su tiempo,
sintió la necesidad de investigar nuevos territorios, descubriendo, ya casi al
final de su vida, lo que él llamó la terapia de los estimuladores biogénicos:
“He desarrollado una terapia de choque, aprovechándome de ciertas
substancias de origen desconocido que se desarrollan en los tejidos vegetales
y animales cuando estos son sometidos a unas condiciones de vida extremas,
en un frío intenso y en la oscuridad.” Estos estimuladores biogénicos se crean
también en los tejidos del áloe.
Filatov conservaba las hojas de áloe durante diez días en una obscuridad
total y a tres grados bajo cero. Después les quitaba la piel y las prensaba para
convertirlas en jugo, al cual sometía luego a diversos procesos que finalmente
lo convertían en lo que el llamaba áloe bioestimulado.
Según la teoría de Filatov, cuando un organismo es expuesto a condiciones
ambientales críticas, para sobrevivir, se ve obligado a reorganizar su
estructura bioquímica. En este proceso desarrolla ciertas sustancias que el
investigador ruso denominaba biógenos, las cuales presentan propiedades
totalmente nuevas. Cuando este áloe modificado es inyectado en un organismo
vivo, sus efectos son muy superiores a los del áloe utilizado normalmente.
Con su áloe bioestimulado, Filatov logró tratar con gran éxito muchas
enfermedades consideradas incurables. Estos tratamientos fueron
posteriormente confirmados por otros científicos soviéticos, entre ellos el
doctor S.M. Pawlenko, quien en 1953 informaba sobre los positivos efectos
del áloe bioestimulado sobre el sistema nervioso central y sobre las
enfermedades del mismo. Por su parte los médicos Woljanski y Kurakose
lograron curar con dicho áloe las dolorosas inflamaciones lumbares y sacras y
también ciertos problemas motores sin solución hasta entonces.
Lamentablemente en los Estados Unidos esta modalidad de utilización del
áloe es totalmente desconocida. Sin embargo, tanto en Alemania como en
Austria la terapia con áloe bioestimulado está logrando una difusión cada vez
mayor, principalmente entre los practicantes de las medicinas alternativas. El
libro de Wolfgang Wirth Healing with Aloe está totalmente dedicado a ella.
Quienes deseen más información o quieran adquirir una muestra de dicho áloe
pueden dirigirse a:
Arbeitsgemeinschaft Grundlagenforshung für biologische Medezin
Postfach 61 0220
D-1000 Berlin 61
Alemania
4
EL FABULOSO NEGOCIO DEL ALOE
VERA

¿Información o Promoción?
Tengo encima de mi mesa en este momento 16 libros que hablan
exclusivamente sobre el áloe vera. La inmensa mayoría –entre ellos 11 de los
12 editados en los Estados Unidos– son obras cuya finalidad principal no es
informar con imparcialidad acerca de esta planta, sino de un modo más o
menos encubierto, promocionar un producto comercial. En algunos casos
–los más honestos– el propio autor expone abiertamente su interés económico
en el tema. En otros, los libros han sido publicados por editoriales
dependientes de compañías dedicadas a la fabricación o comercialización de
productos derivados del áloe.
El áloe se ha convertido en el centro de una poderosa industria que mueve
miles de millones de dólares y cuyo mercado creciente es disputado con uñas
y dientes por un grupo bastante reducido de empresas. Dado que la legislación
actual prohibe reflejar en las etiquetas, envases y folletos promocionales las
cualidades curativas –comprobadas o no– de los productos de áloe, las
compañías dedicadas a su comercialización han buscado otras formas de
lograr que su mensaje llegue al público. Entre ellas, los artículos difundidos
en periódicos y revistas y también la publicación de libros. De este modo,
algunos escritores suelen entremezclar hechos comprobados con verdades a
medias y algunas veces con informaciones tendenciosas o sencillamente falsas,
cuya única finalidad parece ser decantar la opinión del lector hacia una cierta
opción o hacia una marca determinada.
Veamos cómo nació y se desarrolló esta poderosa industria y cómo se llegó a
la situación actual.

Los comienzos
Ya desde principios de siglo, el coronel H.W. Johnston había estado
cultivando áloe en los límites de las Everglades, en Homestead, al sur de la
ciudad de Miami. Pero su negocio fue siempre al viejo estilo: secaba las hojas
al sol y luego las convertía en polvo, mandando seguidamente dicho producto
a cientos de farmacias desparramadas por todo el país, que lo vendían
principalmente como laxante. En 1912 Johnston comenzó también a distribuir
hojas frescas por todas las tiendas y mercados de la ciudad. La reacción del
público fue tan positiva que pronto los beneficios obtenidos con la venta
directa de las hojas superó al tradicional del polvo seco. Y la demanda se ha
mantenido, pues la mayoría de los supermercados de Miami siguen en la
actualidad vendiendo hojas de áloe.
Pero en realidad la primera compañía americana dedicada a producción
de productos de áloe vera fue la Collins Chemical Company, fundada en 1934
por los ya mencionados doctores Collins, padre e hijo, fabricantes del
“Alvagel” destinado a tratar las quemaduras producidas por los rayos-X. En
1967 la Collins Chemical Company fue comprada por Robert White, antiguo
dueño de la Casa del Aloe de Chicago, quien cuatro años antes había
adquirido ya otra compañía más, la Tru-Aloe Products, de Henry McCarty, un
químico retirado que vivía en el norte de Georgia. McCarty había fundado su
empresa en 1937 y desde antes de la segunda guerra mundial había estado
cultivando áloe precisamente en la misma zona que el coronel Johnston, al Sur
de la ciudad de Miami.
Según sus propias palabras, White descubrió las cualidades del áloe
mientras trabajaba en la empresa de su familia, dedicada a construir
carreteras. “Debido a que permanecía demasiado tiempo al sol, comencé a
desarrollar las primeras fases del cáncer de piel”, recuerda. “Por aquel
entonces la Shell Oil Company estaba construyendo un oleoducto al lado de
nuestra carretera. Un día le pregunté a uno de sus operarios cómo podía estar
tanto tiempo al sol sin problemas. Me respondió que, tanto él como sus
compañeros, habían descubierto el áloe vera mientras trabajaban en los
campos petrolíferos de Oriente Medio y desde entonces no habían dejado de
utilizarlo cada día. Así comencé yo también a untarme áloe al terminar el
trabajo, y efectivamente me pareció que tenía un buen efecto protector. Años
después decidí iniciar este negocio y comencé a traer plantas de México y a
plantarlas en el valle del Río Grande, en el extremo sur del estado de Texas”.
Según White, en los Estados Unidos los primeros en darse cuenta del
enorme potencial económico de esta planta fueron los empresarios del
petróleo y cita a varios magnates petrolíferos que poseían también compañías
dedicadas a la explotación del áloe. Uno de ellos, dueño de una isla en el
Caribe, mantenía allí una pequeña plantación, destinada exclusivamente a
suministrar hojas a los yates de sus amigos que navegaban por la zona. Es bien
sabido que el multimillonario texano del petróleo H.L. Hunt se bañaba en áloe
al menos una vez cada semana. Realmente no parece que estos baños de áloe
le hicieran ningún daño, pues disfrutó de buena salud y vivió hasta los 94
años.
Después de la segunda guerra mundial y hasta mediados de la década de
los años 60, el cultivo del áloe experimentó un incremento modesto, centrado
principalmente en Texas (valle del Río Grande), sur de la Florida y también,
aunque en menor proporción, en California. El problema que impedía el
desarrollo y la comercialización en gran escala de los productos de áloe era
su inestabilidad. La oxidación, el mismo proceso que hace que la carne sin
refrigerar se estropee o que una manzana se oscurezca a los pocos minutos de
haber sido mordida, afecta también a la pulpa del áloe. Desde la publicación
en 1934 de los trabajos de los Doctores Collins, otros médicos y científicos se
interesaron por las cualidades curativas del áloe, que durante tanto tiempo
habían sido olvidadas para ser considerado tan sólo como laxante. Pero todos
chocaron con el insalvable obstáculo de la inestabilidad: la composición
química –y las cualidades medicinales– de la pulpa del áloe comenzaban a
deteriorarse inmediatamente después de ser ésta separada de la hoja,
permaneciendo aceptables a la temperatura ambiental durante un máximo de
48 horas y tal vez unas dos semanas bajo refrigeración, pero no más. Ello
impedía producir y comercializar productos de áloe a gran escala. Así, el
negocio de los farmacéuticos, médicos o químicos que habían inventado algún
producto a base de pulpa de áloe, debía forzosamente limitarse al mercado
local. En un artículo publicado en 1960 en la revista American Perfumier,
decía el Dr. James Flagg: “Sus resultados son sorprendentes, pero la
esperanza de poder utilizar el áloe a gran escala ha debido ser abandonada
pues al parecer se resiste a la estabilización... Los costosos intentos realizados
por diversas casas farmacéuticas para estabilizar la pulpa de áloe en forma de
ungüento o cualquier otro tipo de preparado han resultado inútiles...”

El logro de la “estabilización”
Pero en el año 1965, Bill Coats, farmacéutico y dueño de una cadena de
farmacias en Dallas, Texas, inventó y patentó su primer proceso efectivo para
estabilizar la pulpa de áloe.
Coats vendió sus farmacias y fundó la Aloe Vera of America Inc. poniendo
rápidamente en el mercado una docena de productos de áloe, entre ellos, gel,
lociones, dentífricos, bálsamos, linimentos y cremas. La aparición de la Aloe
Vera of America fue el detonador. En los siguientes quince años surgirían en
los Estados Unidos más de 500 compañías dedicadas a la fabricación de
productos de áloe. Su aceptación por el público fue extraordinaria. “Cualquier
cosa que pusiéramos en los estantes con la etiqueta de áloe, la gente se la
llevaba”, dice Frank Romano, presidente de Key West Aloe, empresa que
inició sus labores en un pequeño local de Key West, Florida, y que en la
actualidad posee tres edificios y sus ventas superan mensualmente el millón de
dólares. Todavía más modestos fueron los comienzos de la Burn-Off
Corporation, de Irwing, Texas, dedicada exclusivamente a fabricar protectores
solares y bronceadores a base de áloe. Según Steve Finley, su antiguo
presidente, la compañía se inició con un capital de 100 dólares y antes de
cumplir cinco años su facturación superaba también el millón. En 1981, la
Aloe Vera of America de Bill Coats fue comprada por una compañía de
multinivel, la Forever Living Products, con sede en Tempe, Arizona. En la
década de los 80, este tipo de compañías, que ya poseían amplia experiencia
en la venta de cosméticos y productos para

el cuidado de la piel, irrumpieron también en la comercialización


del áloe.

El Fenómeno de la Pirámide
Al igual que otras compañías multinivel, las dedicadas a los productos de
áloe no venden su mercancía en las tiendas, sino a través de una red de
distribuidores independientes. Dichos distribuidores comienzan generalmente
adquiriendo productos para ellos mismos. Luego compran más para venderlos
a otras personas e intentan a su vez buscar nuevos distribuidores. La compañía
los anima a que hablen continuamente de los beneficios de sus productos y a
que los den a probar y los vendan a sus amigos, sus vecinos, sus compañeros
de trabajo y sus familiares. Cuando alguien demuestra cierto interés, es
invitado a una reunión especialmente diseñada para venderle no sólo el
producto, sino también la idea de convertirse en distribuidor. Los recién
llegados a la organización deben acudir a diversos seminarios en los que se
les enseñan las técnicas de venta, las particularidades de los diferentes
productos y también la manera de captar nuevos distribuidores. Cuando esto
ocurre, el distribuidor va ascendiendo dentro de la organización piramidal al
tiempo que aumentan sus ingresos, pues no sólo recibe una comisión sobre sus
ventas, sino también sobre las efectuadas por los distribuidores que él enroló.
La venta multinivel requiere de tácticas muy agresivas. Al hablar de las
virtudes del áloe, algunos distribuidores suelen mostrar un fervor casi
religioso y generalmente relatan los enormes beneficios que ellos
personalmente obtuvieron con su utilización. Las compañías que no se sirven
de este sistema no desaprovechan la ocasión de difundir los dos grandes
inconvenientes de toda venta multinivel:
(1) Los productos suelen ser más caros y (2) Los distribuidores suelen
exagerar desmedidamente las virtudes del producto.
El hecho es que la propia estructura piramidal obliga a mantener unos
precios bastante más elevados que los de otros productos semejantes,
disponibles en las estanterías de las tiendas. La compañía suele aducir ante
sus distribuidores que ello es debido a la muy superior calidad de su producto,
argumento que generalmente carece de base y que, inocente y convencido, el
distribuidor repite luego ante el comprador.

Miles de millones
La empresa Forever Living Products ilustra muy bien la importancia
económica que ha llegado a alcanzar el áloe. En la actualidad la compañía
posee sus propias plantaciones de áloe en Harlingen, Texas, y también en
Filipinas y en diversas islas del Caribe. Las hojas recién cosechadas en los
llanos e interminables campos de Harlingen son transportadas en sus propios
camiones especiales –en los que durante el viaje son lavadas– a la planta de
Mission, Texas, donde tiene lugar el estabilizado. Dicha planta tiene
capacidad para procesar 24.000 litros de áloe a la vez. Posteriormente el
producto ya conservado es transportado en camiones cuba a la planta
envasadora ubicada en Dallas, cuya capacidad de producción asciende a
65.000 frascos y 40.000 botellones por turno. Forever Living Products posee
una densa red de distribuidores en los cinco continentes. La compañía fue
clasificada por la revista INC como la sexta empresa del país en cuanto a
ritmo de crecimiento y por la revista Venture en el lugar 28 entre las 100
compañías del mundo con mayor crecimiento durante los últimos diez años.
Sus ventas totales durante el año 1995 ascendieron a la monstruosa cantidad
de 1.115.000.000.000 dólares. Sí, un billón, ciento quince mil millones de
dólares, según cifras facilitadas por la propia compañía.*

El áloe en la cosmética
El Dr. Albert Leung, autoridad en el campo de la cosmética, decía en un
artículo publicado en la revista Drug and Cosmetics Industry de Junio de
1977: “Durante los últimos tres años, se ha generado un considerable interés
en el áloe vera como ingrediente cosmético. Varias compañías importantes lo
han incorporado a sus productos y otras están en la actualidad desarrollando
sus propias líneas de cosméticos a base de áloe, aprovechándose de la
reputación que esta planta ha tenido tradicionalmente para el cuidado de la
piel, como hidratante y suavizante... generalmente se cree que las cualidades
emolientes, hidratantes y curativas del gel de áloe son debidas a los
polisacáridos que contiene. El principal de dichos polisacáridos es un
glucomanán...”
* Según la nomenclatura estadounidense, en la que un billón equivale a mil millones, la cantidad es de 1.115
billones de dólares.
Las grandes compañías multinacionales que no lo habían hecho ya,
comenzaron discretamente a incorporar el áloe en algunas de sus líneas de
jabones, champús, cremas y productos para el cuidado de la piel. Un
vicepresidente de Ponds admitía que “incluyeron el áloe en sus productos
debido a la fuerte demanda y también porque la competencia lo estaba
haciendo ya”, pero rápidamente agregaba que su compañía “se abstiene de
hacer ningún tipo de publicidad o manifestación sobre las posibles virtudes
curativas o milagrosas del áloe”. Al mismo tiempo, las pequeñas empresas
dedicadas exclusivamente a fabricar productos cosméticos a base de áloe
llegaron a ser varios miles en todo el país.
En las grandes compañías de productos naturales, que hasta ese momento
se habían mantenido al margen del áloe, sucedió el mismo fenómeno que con
las marcas cosméticas famosas. Un directivo de la importante firma General
Nutrition Mills, adoptaba en sus declaraciones exactamente la misma actitud
que la Ponds: “Hemos incluido el áloe en nuestros productos en beneficio de
nuestra clientela, pero la compañía no hace ni puede hacer ningún tipo de
declaración sobre las cualidades del áloe”.
“El áloe vera es un maravilloso ingrediente cosmético”, dice Odus Hennessee,
presidente de Cosmetic Specialty Labs Inc. y autor del libro Aloe, Myth-
MagicMedicine, “pero es totalmente necesario que los fabricantes entiendan
qué es el áloe vera y sepan cómo usarlo”, algo que ciertamente no ocurre en
todos los casos. “Si la Naturaleza puede hacer que esta planta florezca en
pleno desierto, imagínese lo que hará en la piel de la mujer”, decía un
conocido anuncio. Seguidamente exaltaba las cualidades hidratantes de la
pulpa de áloe, capaz de mantener viva a la planta y de hacerla florecer en el
intenso calor del desierto. Mientras tanto otra compañía no menos importante
manifestaba que según sus investigaciones el áloe no es hidratante, sino todo
lo contrario, y en sus productos lo incluían precisamente como
“deshidratante”. Lo cierto es que en la composición de todo agente hidratante
deben estar perfectamente equilibrados los aceites y el agua, algo que no
ocurre en la pulpa del áloe, puesto que el aceite de la planta está concentrado
en su corteza.
En 1985, en otro artículo publicado en la misma revista titulado “Aloe
Vera Update: A New Form Questions Integrity of Old”, el Dr. Leung
manifestaba que a pesar de la gran publicidad que las compañías de
cosméticos estaban haciendo de sus productos de áloe, ninguna de ellas incluía
en sus etiquetas una información clara del porcentaje de áloe contenido ni
tampoco de los estándares de pureza utilizados en su fabricación. Como
veremos seguidamente, el problema del contenido se convertiría pronto en el
ojo del huracán y no sólo en los productos cosméticos.

El contenido, un enigma
Según el Dr. Ivan Danhof, considerado como la máxima autoridad mundial
en el campo del áloe, numerosos estudios realizados indican que, aunque la
acción de todos los ingredientes del áloe tiene lugar sinérgicamente, sus
efectos saludables y curativos son en gran parte debidos a los polisacáridos
mucilaginosos contenidos en él. Las cantidades aconsejadas por los expertos
oscilan entre los 600 y los 1.200 mg. de polisacáridos al día para las personas
sanas. Los enfermos deberán tomar entre 1.200 y 3.000 mg. diarios, aunque
según la gravedad de la enfermedad la dosis aconsejable puede ser mucho
mayor.
Tengo ante mí un informe que presenta los resultados de un análisis
realizado a una serie de productos de áloe para consumo interno procedentes
de 38 compañías diferentes. Su contenido de polisacáridos mucilaginosos
oscila entre 15.519 mg. por litro, en el más elevado, y 0 mg. por litro en el
más bajo, siendo la media aproximada de 800 mg/l. Sin embargo, la etiqueta
de los envases en los que se comercializan todos estos productos indica que
contienen ¡entre un 99% y un 100% de áloe vera!
Con la actual legislación, cualquiera puede diluir la pulpa de una hoja de
áloe en 100 litros de agua y seguidamente comercializar el líquido resultante
como áloe vera puro al 100%, pues no existe ningún tipo de control por parte
del Departamento de Agricultura sobre este aspecto del etiquetado de los
productos de áloe.
Los expertos coinciden en que, independientemente de la cifra cercana al
100% que suele figurar en las etiquetas y en los envases de jugo y gel, su
contenido real de áloe es, en el mejor de los casos, entre un 40 y un 60% y en
el peor, menos de un 5% o incluso nada. Un hecho innegable es que el proceso
de estabilización requiere que se añada agua y conservantes. Dice Bill
McAnalley, expresidente de los Laboratorios Carrington: “Para saber cómo es
el verdadero gel de

áloe, corte una hoja, lávela, pélela, trocéela y métala en un procesador o


en una licuadora. Cuando esté bien molida, observe su aspecto, sienta su
aroma y pruebe su sabor. Eso es gel de áloe 100% puro, aunque por supuesto,
la calidad puede
variar de unas cosechas a otras”. Por su parte, Don Smothers, del IASC,
aconseja mirar la lista de ingredientes. “Si el áloe no figura en el primer o
segundo lugar, definitivamente el contenido de áloe en ese producto es bien
poco”. También aconseja evitar los productos que incluyan la frase “extracto
de áloe”, pues ello suele generalmente significar un producto muy diluido. “He
visto productos en los que el primer ingrediente es extracto de áloe vera”,
dice, “lo cual significa que al menos el 45 o 50% del producto es extracto de
áloe vera, pero lo que no dicen es que a su vez ese extracto contiene tan sólo
un 5% de áloe”. Otra definición que hay que evitar es la de “áloe vera
reconstituido”, indicativa de que dicho producto ha sido fabricado a partir de
polvo de áloe, lo cual disminuiría bastante su eficacia.

¿Hoja completa o sólo pulpa?


Varias compañías y algunos autores tratan de concienciar al consumidor,
alertándole a que base su juicio en el sabor y en el aspecto del producto. “Si
parece agua, huele a agua y sabe a agua, lo más probable es que sea
simplemente eso, agua”, es una de sus frases favoritas. El consejo parece
juicioso, pero en muchos casos no suele ser totalmente desinteresado.
Una guerra sorda pero feroz se está librando entre las compañías que
extraen su producto de la hoja completa del áloe (aunque luego eliminen la
aloína, siempre queda un ligero sabor amargo) y quienes pelan las hojas antes
de procesarlas, utilizando sólo la pulpa interior cortada en filetes (en este caso
el producto apenas tiene sabor). Es cierto que la concentración de
polisacáridos mucilaginosos es un 200% más elevada junto a la corteza que en
el centro de la hoja. Pero lamentablemente, tampoco el sabor amargo ni el
aspecto gelatinoso del líquido son garantía de autenticidad, pues algunas
compañías le añaden substancias (generalmente almidones de maíz) para darle
consistencia, y otras, diversos tipos de azúcar, con lo cual incluso logran en
algunos casos distorsionar la lectura de polisacáridos (que son precisamente
azúcares de cadena larga, combinados con agua). Como vemos, casi dos mil
años después de que Plinio denunciara la venta de áloe “bastardo”, la
situación parece que no ha mejorado mucho.
Esta guerra de los de “sólo pulpa” contra los de “hoja completa” genera
innumerables artículos y declaraciones, donde al igual que en un partido de
tenis, la pelota pasa de un lado a otro con cada jugada. En un artículo titulado
The Story of Aloe Polysaccharides, Ronald Pelley, de la Universidad de
Texas, dice: “...es posible que en algunos procesos industriales autorizados y
legítimos –como los que utilizan grandes concentraciones de celulasa en la
extracción del áloe de la hoja completa– este polisacárido pueda ser casi
totalmente destruido. Ello no significa que el producto resultante no sea ya
áloe, sigue siendo áloe, pero con una muy baja concentración de mannan
acetilado...” Por su parte, Lendon H. Smith, en su artículo Aloe
Misinformation on the Rise, rebate airadamente: “...la referencia citada por el
autor es obsoleta. Precisamente el proceso utilizado en la actualidad para la
hoja completa es el que suministra las mayores concentraciones de los
componentes benéficos del áloe. La reducción que sufren los polisacáridos es
¡menor a un uno por cien!”
¿A quién debe creer el pobre consumidor? Es evidente que este partido
necesita urgentemente un árbitro.

El IASC
Conscientes de la urgencia y la necesidad de evitar que los bajos niveles
de calidad de ciertos productos –y de moralidad de ciertos fabricantes–
terminaran minando la credibilidad de toda la industria en su conjunto, un
grupo de industriales del áloe decidieron unirse para formar el Consejo
Científico Nacional del Aloe (NASC por sus iniciales en inglés) con la
finalidad de:
(1) Fomentar la investigación científica a fin de ir desvelando los muchos
misterios que el áloe todavía guarda.
(2) Difundir el uso del áloe vera asegurándose al mismo tiempo de que
ninguna compañía utilice en la promoción de sus productos datos científicos
erróneos o hipotéticos.
(3) Protegerse de la competencia desleal. (4) Controlar la calidad de los
productos comercializados y
(5) Velar por que todo envase indique claramente el porcentaje correcto de
áloe contenido en el producto.
En 1990 el NASC pasó a convertirse en IASC o Consejo Científico
Internacional del Aloe.
Hasta ahora, en su intento por poner un poco de orden en el caos existente, no
puede decirse que la labor del IASC haya sido un fracaso total, pero tampoco
se puede calificar como un éxito. El hecho de que muchos miembros de la
asociación sean al mismo tiempo fuertes competidores, crea tensiones que no
siempre logran solucionarse. Además, por diversos motivos, importantes
compañías se han ido saliendo del NASC. El caso de los Laboratorios
Carrington es un ejemplo.
En palabras de Clinton Howard, fundador de los Laboratorios Carrington, con
sede en Irving, Texas, su empresa gastó una considerable cantidad de dinero
para establecer un método de análisis confiable. “Analizamos más de 50
componentes químicos contenidos en una serie de hojas cosechadas cada mes,
durante más de un año, a fin de poder establecer la “media” de calidad y
concentración. Con este mismo método analizamos luego los productos
existentes en el mercado etiquetados como áloe vera 100% puro y nos
sorprendimos al descubrir que su contenido real era de un 30, 20, 15, 10 y, en
algunos casos, incluso menos de un 5 por cien de áloe vera. Conscientes de
que el equipo necesario para analizar 50 ingredientes podía resultar
demasiado caro para algunas compañías, los Laboratorios Carrington
desarrollaron una versión simplificada del proceso, no adecuada para
propósitos de investigación, pero sí practica y útil para averiguar el contenido
real de un producto. Inicialmente parecía que el NASC iba a adoptar nuestro
método de análisis e incluso así lo anunciaron en las revistas especializadas,
pero a algunos de los miembros del NASC no les gustó la publicidad que con
este hecho obtendrían los Laboratorios Carrington”. Al ser rechazado su
sistema, los Laboratorios Carrington preguntaron el motivo y ante la falta de
una respuesta convincente, abandonaron el NASC.
Uno de los mejores logros del NASC (en la actualidad IASC) fue establecer
una nomenclatura uniforme para los diversos productos. Así, definieron lo que
es el Gel de Aloe Vera, el Gel de Aloe Vera 100%, el Gel de Aloe Vera
Completo, el Concentrado de Aloe Vera, el Gel de Aloe Vera Reconstituido, el
Jugo de Aloe Vera y el Extracto de Aloe Vera, por citar sólo algunas de las
categorías de productos de áloe para uso interno.

La búsqueda del principio activo


Desde que en 1941 el profesor Tom D. Rowe efectuó el primer análisis
detallado de los componentes del áloe, la búsqueda del “principio activo”
supuestamente oculto en algún lugar de la compleja estructura química de la
planta no ha dejado de obsesionar a los investigadores. Mientras tanto, en sus
declaraciones todos han manifestado –una y otra vez– que las cualidades
curativas del áloe se deben a la acción sinérgica de sus múltiples
componentes, no a un ingrediente en particular. Ello es seguramente cierto y,
además, esta circunstancia no es exclusiva del áloe, sino algo común a todas
las plantas medicinales. Pero el hecho es que la mentalidad científica
occidental no funciona de ese modo, de lo contrario la inmensa mayoría de los
medicamentos sintéticos actuales sencillamente no existirían y, entre otras
cosas, para calmar el dolor de cabeza estaríamos tomando cocimientos de
corteza de abedul, en lugar de aspirinas. Así, cada vez que los científicos
mencionaban la “acción sinérgica” de los componentes del áloe, sus palabras
no podían dejar de sonar un poco a excusa y justificación, ante su fracaso al no
haber podido identificar su principio activo.

Acemanano y Manapol
Los Laboratorios Carrington destacan por las grandes sumas que suelen
destinar a investigación y en su equipo de científicos están algunas de las
máximas autoridades mundiales en el campo del áloe. En 1985, Bill
McAnalley, entonces director de investigación de los Laboratorios Carrington,
creyó haber localizado el principal ingrediente activo del áloe y diseñó un
método para estabilizarlo. Dicho ingrediente resultó ser el polisacárido
mucilaginoso Beta-(1,4) polimannan acetilado de cadena larga. A este hidrato
de carbono existente tan sólo en el áloe, se le asignó oficialmente el nombre
de acemanano. De 1985 a 1993 Bill McAnalley, Reginald McDaniel y un
nutrido grupo de científicos realizaron una impresionante cantidad de estudios,
demostrando la eficacia del acemanano para combatir más de 100
enfermedades distintas. Entre los experimentos realizados destacaron varios
estudios piloto con personas afectadas de SIDA, las cuales experimentaron
una mejoría muy notoria. Los resultados fueron tan claros que la FDA (Food
and Drug Administration) autorizó la realización de un estudio a mucha mayor
escala, a fin de autorizar ya definitivamente al acemanano como tratamiento
contra el SIDA. Experimentos realizados en todo el mundo, comenzaron a
confirmar los datos aportados por McAnalley y McDaniel, uno de los
primeros fue el efectuado en Bélgica por los doctores Nathan Clumeck y
Philippe Hermans, publicado en 1988 en The American Journal of Medicine
(ver ref.) Los laboratorios Carrington obtuvieron rápidamente 56 patentes
relacionadas con esta substancia, entre ellas la de sus productos Carrisyn y
Manapol, cuya explotación concesionaron a la compañía Mannatech Inc. con
sede en Grand Prairie, Texas. El revuelo y la expectación originados por este
descubrimiento fueron inimaginables y a consecuencia del mismo los
Laboratorios Carrington, que pese a haber invertido 20 millones de dólares en
la investigación del acemanano eran una empresa relativamente modesta,
pasaron de pronto a codearse con los grandes consorcios farmacéuticos
multinacionales.

La orquesta y el solista
El hecho de que un descubrimiento científico tan importante ocurriera
fuera del IASC y sobre todo, la enorme (y tal vez exagerada) publicidad dada
al mismo por los Laboratorios Carrington, levantaron ampollas en el propio
IASC, el cual, publicó un artículo firmado por su director ejecutivo Gene
Hale, con el título Cuando el Aloe Vera cura... ¿es por la actuación de un sólo
músico o debido al trabajo conjunto y armónico de toda la orquesta? Dice
Hale en dicho artículo: “Una solapada pero no por ello menos apasionada
batalla se está librando sobre la arena del Aloe Vera, tanto en términos
científicos como en campo mucho menos preciso de la estrategia comercial.
La cuestión es: ¿Posee el áloe vera en su forma natural los valores
terapéuticos que se le imputan, o es sólo uno de sus constituyentes el
responsable de todos sus efectos benéficos?” Sigue diciendo Hale: “por un
lado tenemos a los científicos que opinan que los beneficios terapéuticos del
áloe son derivados de una ‘orquestación armónica’ de los más de 200
componentes hallados en el gel y por otro nos encontramos con las
manifestaciones de un pequeño grupo de investigadores, a sueldo de un
fabricante de productos de áloe, según las cuales sólo uno de los elementos
integrantes del gel sería responsable de las propiedades curativas que lo han
hecho famoso. Aunque sus teorías parecen basadas en hechos científicos, su
conclusión es totalmente cuestionable y está siendo objeto de un apasionado
debate.” Seguidamente reconoce Hale la aparente importancia del Manapol y
el acemanano y los resultados hasta ahora positivos de los experimentos
realizados bajo la supervisión de la FDA para el tratamiento del SIDA, pero
concluye, “Si el Manapol o el acemanano resultan útiles en el tratamiento de
algunas enfermedades, el gel completo tendrá que ser todavía más beneficioso
pues contiene un amplio espectro de componentes terapéuticos adicionales,
cada uno de los cuales cumple una función específica en el proceso de
curación. ¿Debemos desechar todas las propiedades curativas del áloe porque
un pequeño grupo de investigadores ha ‘descubierto’ algo nuevo? La inmensa
mayoría sigue creyendo que aunque acemanano y Manapol puedan cumplir
papeles muy importantes, la orquesta del áloe vera en su conjunto es la que
sigue produciendo la música que las personas conscientes de su salud desean
oír.”
Así, a los numerosos artículos y libros -auspiciados por los Laboratorios
Carrington- ensalzando las virtudes del acemanano, siguió una cantidad
similar o mayor, tratando de quitarle importancia a dicho descubrimiento.
Parece que nadie se quedó callado. Pero también se emitieron opiniones
equilibradas. Las siguientes palabras de Bill Coats son un ejemplo: “En mi
opinión, dentro de la totalidad del complejo de polisacáridos mucilaginosos y
dentro de la totalidad del áloe vera, hay muchas más cosas importantes, aparte
del acemanano. Sin embargo, si hubiera que definir a uno de sus ingredientes
como “la voz cantante” -al menos en lo que se refiere a combatir las
enfermedades y a estimular el sistema inmunológico-, todo parece indicar que
ese elemento sería el acemanano.”

En la lucha por captar al cliente, todos contra todos


Hasta ahora hemos mencionado ya tres lides publicitarias más o menos
declaradas: (1) Las compañías multinivel contra las normales y viceversa. (2)
Los fabricantes que utilizan la hoja completa contra quienes sólo usan la pulpa
interior y viceversa y (3) el IASC contra quienes no pertenecen a él y
viceversa. Pero hay más. Parece que la excusa preferida por los fabricantes de
productos de áloe para echarse piedras unos a otros es todo lo relacionado
con el proceso de estabilización. En este caso los bandos contendientes son,
por un lado, quienes para estabilizar la pulpa –u hoja completa– la calientan a
temperaturas elevadas y, por otro, los que siguen procesos de estabilización
“en frío”.
¿Frío?
Tengo en mi archivo docenas de artículos cuyo contenido generalmente
parece muy lógico. Todos ellos incluyen manifestaciones a favor del
procesado en frío. Los siguientes son algunos ejemplos.
Bruce Hedendal, director del prestigioso Hedendal Chiropractic &
Nutritional Center de Nueva York, después de comentar las virtudes del áloe,
básicamente para el tratamiento de la artritis aunque también para otras
enfermedades, avisa: “...pero la mayoría de los productos comerciales son
totalmente inútiles, pues al ser procesados mediante elevadas temperaturas sus
ingredientes activos han quedado totalmente destruidos. Son un engaño.
Utilizar esos productos es como utilizar agua. No sirven para nada”. Por su
parte, el Dr. Alfred Garbutt dice en su artículo The Rediscovery of Aloe: “El
95 por cien de los productos de áloe que se hallan en el mercado están
excesivamente diluidos o han sido procesados de modo inadecuado... El
procesado a altas temperaturas destruye muchos de los ingredientes benéficos
del áloe. Los mejores productos son los procesados en frío...” M. Cowden,
autor del informe Test Results of Common Aloe Brands, manifiesta: “Al
contrario de lo que ocurre en los procesos a altas temperaturas, el procesado
en frío no destruye los constituyentes del áloe que poseen propiedades
curativas”.
En cuanto a autores de libros, Bill Coats dice en su obra Aloe Vera the
Inside Story: “Un producto de áloe que haya sido hervido o calentado a altas
temperaturas podrá ser estable, pero su potencial curativo se verá muy
limitado”. Marc Schweizer, en su librito claramente auspiciado por una cierta
compañía multinivel de áloe, dice al relatar la historia de la planta: “...se
intentó también la pasteurización, sometiendo el gel a temperaturas superiores
a los 60 grados centígrados, pero resultó un fracaso...” Y finalmente –para no
aburrir al lector porque la lista podría ser interminable– Robert Dehin en su
libro Docteur Aloes publicado en Canadá y también batallando para la misma
compañía, aconseja vehementemente a sus lectores: “...por ello, eviten los
productos cuyo gel ha sido conservado mediante la exposición a temperaturas
elevadas, que destruyen las enzimas y pueden modificar considerablemente la
composición química del gel. Mejor escojan los productos procesados en
frío...”
¿O Calor?
Sin embargo, numerosas evidencias históricas y científicas parecen
mostrar que el calor no destruye los ingredientes activos del áloe, ni mucho
menos su capacidad curativa. Wolfgang Wirth, en su libro ya mencionado
Healing with Aloe, dice refiriéndose al gran pionero ruso Vladimir Filatov:
“...hervía las hojas y el jugo resultante, metido en tubos de ensayo, lo sometía
en el autoclave a una temperatura de 120 grados centígrados... estas altas
temperaturas no sólo mantenían todas sus cualidades, sino que incluso las
intensificaban...”
Como ya vimos en el capítulo anterior, el doctor R. Gottschall y sus
colegas realizaron en 1949 el primer estudio controlado sobre las propiedades
bactericidas del áloe. Tras examinar 161 especies vegetales descubrieron que
27 de ellas mostraban algún tipo de actividad contra el microorganismo
causante de la tuberculosis. La más potente de todas resultó ser el áloe. En su
artículo publicado en 1950 en la American Review of Tuberculosis, Gottschall
y su equipo explican con detalle cómo procesaron el producto: “...los
extractos fueron estabilizados a 121 grados centígrados durante 15 minutos, ya
que se comprobó que el principio activo era estable ante el calor...” En 1963
la Dra. Lorenzetti fue un paso más allá. En su importante estudio publicado en
el Journal of Pharmaceutical Sciences, demostró que el áloe no sólo era activo
contra el microorganismo causante de la tuberculosis, sino también contra un
amplio espectro de gérmenes patológicos. Estas son sus palabras: “...resulta
altamente inestable, pero se puede conservar refrigerándolo o calentándolo
durante 15 minutos a 80 grados centígrados...”
Otro trabajo también ya mencionado que marcó un hito en la investigación
del áloe fue el realizado en 1975 por el Dr. Fujita, de la Universidad Fujita-
Gakuen en Hisai, Japón, referente a la actividad antiinflamatoria del extracto
de áloe. Curiosamente el Dr. Fujita y sus colegas no sólo confirmaron las
extraordinarias cualidades antiinflamatorias del áloe, ya anunciadas por
Avicena casi mil años antes, sino que también descubrieron que dicha
actividad antiinflamatoria aumentaba notablemente después de que el extracto
de áloe había sido hervido.
Finalmente, Odus Hennessee, autor de Aloe, Myth, Magic & Medicine,
desmitificando los procesos de estabilización, facilita al lector todos los
detalles necesarios para que éste pueda procesar su propio extracto de áloe.
Dice Hennessee: “...ahora, si no está usted demasiado cansado, póngase en
pie, levante su brazo derecho y dese unas palmadas en el hombro, pues ya es
usted procesador oficial de áloe vera. Y como todo procesador que se precie,
usted sabe ya que para conservar todas las cualidades curativas del áloe, éste
se debe calentar, pues ha quedado bien claro que el calor no destruye sus
propiedades benéficas, sino que las incrementa...”
Donde no hay publicidad, resplandece la verdad, dice un conocido refrán.
Lamentablemente, en lo que al áloe respecta nos enfrentamos a una publicidad
de proporciones monstruosas. ¿Dónde está la verdad?

La industria del Aloe en el resto del Mundo


Los productos norteamericanos de áloe han logrado ya una buena difusión
en Canadá, en México, en América Central y en muchos países asiáticos. Sin
embargo, a pesar de los esfuerzos realizados por algunas compañías, el
mercado europeo se muestra todavía reacio. Hasta ahora la presencia del áloe
en muchos países de Europa se limita únicamente a ciertos productos
cosméticos, cuyo contenido real de áloe suele ser casi simbólico.
Curiosamente hace ya casi treinta años una compañía soviética llegó a vender
una pomada de áloe en los Estados Unidos, pero no parece que en los países
de Europa Occidental lograran la misma difusión. Sin embargo, la terapia a
base de áloe bioestimulado desarrollada por el doctor Filatov y sus
seguidores está ganando cada vez más adeptos, principalmente en Austria y
Alemania.
En el Lejano Oriente la aceptación del áloe ha sido mucho más entusiasta.
Numerosos países están cultivándolo en invernaderos y también mediante el
sistema higropónico. En Japón goza de una gran popularidad. Este país
importa anualmente grandes cantidades de pulpa desde los Estados Unidos,
aunque en la actualidad lo están ya cultivando ellos mismos. En estos últimos
años Australia se ha integrado también al grupo de países productores –y
consumidores– de Aloe. Su producción está creciendo aceleradamente y
parece que pronto se va a convertir en el principal proveedor tanto de Japón
como de los países del sudeste asiático.
5
COMPOSICIÓN QUÍMICA DEL ALOE
VERA

Como bien dice Bill Coats, el análisis completo y total de una planta tan
compleja como el áloe no puede concebirse como un hecho instantáneo. Es
más bien un largo proceso, que se va perfeccionando con el paso del tiempo y
que, de vez en cuando, nos presenta algunos elementos nuevos. Los
procedimientos de laboratorio destinados a descubrir las propiedades
químicas de las plantas generalmente son diseñados en base a lo que se espera
encontrar en ellas, y así, condicionan y limitan el resultado. De este modo los
diferentes métodos suelen también arrojar resultados distintos, que se van
convirtiendo en las piezas de un rompecabezas. De vez en cuando aparecen
nuevas piezas, cada vez más diminutas, pero el hecho es que en el caso de
nuestro áloe el cuadro todavía dista mucho de estar completo. Incluso entre los
investigadores y los grupos especializados en identificar compuestos
fitoquímicos, el áloe tiene fama de ser una especie extremadamente difícil de
analizar.
El primer elemento hallado fue la aloína, identificada ya en 1851 y
considerada entonces como la substancia más importante de las contenidas en
la planta, aunque su utilización médica estaba limitada -y así siguió durante
casi cien años- a sus cualidades laxantes.
A consecuencia de que en 1934 los doctores Collins descubrieran que el
áloe podía servir para algo más que como simple purgante, el interés en esta
planta comenzó a resurgir. Así, en 1938 los químicos Chopia y Gosh
identificaban los principales ingredientes del áloe como “aloína, emodina,
ácido crisopánico, resina, goma y trazas de aceites volátiles y no volátiles” sin
embargo la primera evaluación detallada de los componentes del áloe vera se
la debemos los doctores Tom D. Rowe y Lloyd M. Parks, quienes en su trabajo
A Phytochemical Study of Aloe Vera Leaf publicado en 1939 en el Journal of
the American Pharmaceutical Association informaban que en la corteza del
áloe habían hallado las enzimas oxidasa y catalasa, también caroteno y
betacaroteno, azufre y fenoles mientras que en la pulpa encontraron las
enzimas amilasa y oxidasa, y también oxalato cálcico.
Tanto el análisis de Rowe y Parks como los posteriores estudios de G.A.
Bravo y Maria Luisa D’Amico estuvieron principalmente centrados en la
corteza, pues se creía que en ella estaban concentradas las propiedades
curativas de la planta. Los estudios de Bravo y D’amico profundizaron en las
cualidades antibióticas de las antraquinonas (aloína, barbaloina, isobarbaloina
y antranoles) presentes en la corteza de las hojas del áloe. Descubrieron que,
al igual que ocurre con los antibióticos sintéticos, las antraquinonas del áloe
aisladas pueden resultar tóxicas, sin embargo en combinación con todos los
demás componentes naturales de la planta carecen totalmente de toxicidad. La
frenética búsqueda del “principio activo” del áloe había comenzado ya y por
el momento estaba dirigida hacia las antraquinonas.
Un paso importante se dio en 1951, cuando los doctores Ikawa y Niemann
descubrieron que el mucílago interior de la hoja estaba compuesto
básicamente por varios polisacáridos. Ya entonces se sabía que este tipo de
azúcares estimulan el crecimiento de los tejidos sanos. Poco a poco fue
tomando cuerpo la idea de que tal vez la pulpa del áloe y concretamente los
polisacáridos fueran los principales responsables de las cualidades
terapéuticas de la planta. Los doctores El Zawahry, Hegazy y Helal, en su
trabajo ya mencionado sobre las propiedades del áloe en el tratamiento de las
úlceras crónicas publicado en 1971, atribuyen algunas de sus cualidades
curativas a los antranoles pero manifiestan que en su opinión el principal
agente activo reside en los polisacáridos mucilaginosos.
En 1968 el Dr. Gunnar Gjerstad, de la Universidad de Texas, muy
interesado en el áloe pero consciente de que ya otros científicos estaban
estudiando los polisacáridos mucilaginosos se dedicó a determinar los
constituyentes minerales del áloe y su posible acción como agentes curativos.
Gjerstad y su colaborador Bouchey hallaron que los principales elementos
inorgánicos presentes en el áloe eran calcio, cloro, sodio, potasio, magnesio y
manganeso, pero vieron que ninguno de ellos parecía ser el responsable de sus
espectaculares efectos. Seguidamente centraron su atención en los
aminoácidos, viendo que el áloe contenía 18 de los 22 aminoácidos presentes
en el cuerpo humano. Gjerstad y Bouchey hallaron que una cucharada de pulpa
de áloe contenía más de 75 componentes químicos distintos en cantidades
iguales o superiores a un miligramo. Posteriormente investigaron su contenido
vitamínico, hallando Vitamina B1, Niacinamida, Vitamina B2, Vitamina B6 y
Colina.
Los avances tecnológicos incorporados durante los últimos 30 años a la
investigación de laboratorio han permitido que las piezas de este
rompecabezas descubiertas e investigadas sean cada vez más pequeñas, pero
siguen apareciendo piezas nuevas. La complejidad y la variedad de los
elementos y de los nutrientes presentes en el áloe no se hallan si siquiera en
los especímenes vegetales considerados más complejos. La siguiente relación
tan sólo incluye los componentes cuantitativamente más importantes. Lignina y
saponinas
Antraquinonas
Aloína
Isobarbaloína
Antracena
Acido Cinámico
Emodina
Emodina de áloe
Estero de ácido cinámico Barbaloína
Antranol
Acido aloético
Aceites etéreos Resistanoles
Acido Crisofánico
Minerales Calcio
Magnesio Sodio
Cobre
Hierro
Manganeso Potasio
Cinc
Cromo
Cloro
Vitaminas
Betacaroteno Vitamina B1 Vitamina B2 Acido fólico Vitamina C Vitamina B3
Vitamina E Vitamina B6 Colina
Mono y polisacáridos Celulosa
Glucosa
Manosa
Galactosa
Arabinosa
Aldonentosa
L-ranosa
Acido urónico
Xilosa
Acido Glucurónico
Aminoácidos esenciales Lisina
Treonina
Valina
Metionina
Leucina
Isoleucina Fenilalanina Triptofano
Secundarios
Histidina
Arginina
Hidroxiprolina Acido aspártico Serina
Acido Glutámico Prolina
Glicerina Alanina Cistina
Tirosina Enzimas
Oxidasa Lipasa Amilasa Alinasa Catalasa
Taninos Esteroides

Lignina, saponinas y antraquinonas


La lignina es una substancia muy abundante en las células parenquimatosas
de la pulpa del áloe. Su cualidad más notable es la de penetrar en los tejidos
con una gran facilidad, llevando con ella a otros elementos.
Las saponinas son glucósidos que aportan su cualidad limpiadora y
antiséptica, actuando al mismo tiempo como agentes suavizantes.
Las antraquinonas tienen un amplio espectro de funciones. Se sabe que son
potentes antibióticos con propiedades bactericidas y antivíricas pero al mismo
tiempo funcionan como analgésicos.
Durante mucho tiempo a la aloína se le atribuyeron todas las cualidades
medicinales de la planta. Tomada pura es un purgante fuerte y violento, sin
embargo integrada en la armónica sinfonía del áloe sus efectos laxantes son
más que moderados. Es también notable su cualidad calmante del dolor.
La barbaloina, isobarbaloina, antraceno, antranol y ácido aloético son
resinas que no combaten el dolor de un modo tan acusado como la aloína, pero
sí poseen ciertas propiedades bactericidas.
La emodina y la emodina de áloe son también laxantes y muy efectivas en
la lucha contra ciertas infecciones.
El aceite etéreo posee todas las cualidades anestésicas y analgésicas del éter,
pero no su toxicidad.
El ácido crisofánico es un derivado de la emodina de áloe y ha sido utilizado
con éxito en el tratamiento de la psoriasis y de ciertos hongos cutáneos.
El ácido cinámico posee cualidades fungicidas y también actúa como
detergente.
El éster de ácido cinámico es notable por sus cualidades para descomponer
los tejidos necróticos (muertos) y también por sus cualidades calmantes del
dolor.
Los resistanoles son alcoholes derivados del ácido cinámico, también con
propiedades bactericidas.

Los minerales
En la actualidad es ya sobradamente conocida la importancia que muchos
oligoelementos -o minerales presentes en el cuerpo humano en cantidades
infinitesimales- tienen para el mantenimiento del equilibrio y de la salud del
organismo. Estos minerales interactúan con ciertas enzimas, coenzimas y
vitaminas en modos todavía no totalmente identificados, sin embargo se ha
comprobado que su presencia, aun en cantidades mínimas, cumple un papel
vital en la protección contra un gran número de enfermedades
El sodio, el potasio y el cloro son los tres principales electrolitos del
cuerpo (minerales cargados eléctricamente) y están estrechamente
relacionados entre sí. El equilibrio del sodio y el potasio es especialmente
importante y en nuestros días muy raramente se mantiene pues solemos ingerir
grandes cantidades de sodio e insuficiente potasio. En el áloe los tres se hallan
en forma equilibrada y orgánica, fácilmente asimilable por el organismo.
La importancia del calcio en la formación de los huesos y en la prevención
de la osteoporosis es bien conocida, sin embargo el calcio no orgánico que se
toma en forma de complementos suele ser excretado casi en su totalidad, por
ello es esencial tomarlo en forma orgánica.
Aunque el cuerpo humano contiene tan sólo entre 20 y 30 gramos de
magnesio, su presencia es necesaria pues cumple una función clave en la
combustión celular, en la contracción de los músculos y en la transmisión del
código genético para la formación de nuevas células. La insuficiencia de
magnesio causa dilatación en los vasos sanguíneos, convulsiones e incluso
alcoholismo crónico.
La importancia del hierro la indica el hecho de que es parte esencial de la
hemoglobina, componente rojo de la sangre que transporta el alimento y el
oxígeno a todas las células del cuerpo. La alimentación occidental suele ser
deficitaria en hierro, sin embargo no es aconsejable tomar complementos de
hierro. El hierro presente en el áloe, aunque no es una gran cantidad, sí es
perfectamente asimilable por el organismo.
El cinc forma parte de muchas enzimas esenciales que a su vez controlan
un gran número de procesos corporales. La carencia del cinc genera anemia y
en los hombres hipertrofia de la próstata, que en muchos casos degenera a su
vez en cáncer de próstata.
El manganeso, aunque presente sólo en cantidades infinitesimales, es uno
de los minerales imprescindibles. Es esencial para la formación de los huesos
y también para el metabolismo de la glucosa. Su carencia ocasiona problemas
nerviosos, falta de crecimiento e infertilidad.
El cobre es esencial para muchas enzimas, entre ellas las que ayudan a
producir diversas hormonas.
El cromo cumple un importante papel en el metabolismo de los ácidos grasos,
de la glucosa y del colesterol. Recientemente se ha demostrado que la carencia
o insuficiencia de cromo está estrechamente relacionada con la ineficacia de
la insulina, trastorno que suele degenerar en diabetes del adulto.

Las vitaminas
Las vitaminas son, por definición, substancias esenciales para el
mantenimiento de la vida que nuestro organismo no puede fabricar por sí
mismo, por lo que forzosamente deben estar incluidas en la dieta o bien ser
ingeridas en forma de complementos vitamínicos. Veamos las cualidades de
las vitaminas identificadas en el áloe vera:
El caroteno y el betacaroteno son convertidos por el cuerpo en vitamina A,
la cual es esencial para lograr una visión sana, para el mantenimiento de la
piel y de las mucosas y para el crecimiento de las células, su reproducción y
su inmunidad ante la enfermedad. Además, en años recientes se ha descubierto
que el betacaroteno es uno de los antioxidantes más poderosos que existen, por
lo cual ayuda a evitar el envejecimiento prematuro al mismo tiempo que
protege al organismo de las enfermedades degenerativas como el cáncer y la
arteriosclerosis.
La vitamina B1, o tiamina, es esencial para el crecimiento de los tejidos y
para la producción de energía. Al ser soluble en el agua la vitamina B1
abandona el cuerpo cada día, por lo que debe ser ingerida también
diariamente.
La vitamina B2 o riboflavina es también necesaria para mantener una piel
sana y cumple un papel esencial en la respiración de los tejidos.
La vitamina B3 o niacina interviene en la formación de los músculos y
también es necesaria para que el cuerpo pueda asimilar ciertos minerales.
La vitamina B6 o piridoxina, también soluble en el agua, es esencial para
el metabolismo de las proteínas y los aminoácidos y también para la
fabricación de la hemoglobina, pigmento rojo de la sangre que transporta el
oxígeno y el alimento para hacerlos llegar a todas las células del cuerpo.
La vitamina C es necesaria para fabricar el colágeno, substancia que rodea
a los músculos. También es necesaria para que el cuerpo pueda asimilar
debidamente otros elementos claves como por ejemplo el calcio. Además, es
también un potente antioxidante.
Durante los últimos años la vitamina E ha despertado mucho interés por
sus cualidades antioxidantes y por su extraordinaria capacidad para regenerar
y rejuvenecer los tejidos cutáneos quemados o lastimados.
La colina es importante por formar parte esencial del neurotransmisor
acetilcolina y también porque ayuda a evitar que la grasa se acumule
excesivamente en el cuerpo.
Al igual que la colina, el ácido fólico actúa como catalizador, facilitando
la acción de otras vitaminas. La deficiencia de ácido fólico inhibe el
crecimiento de ciertas células y también es imprescindible para el correcto
metabolismo de los aminoácidos.

La vitamina B12
A finales de la década de los 80 algunas compañías dedicadas a
comercializar productos de áloe comenzaron a difundir en periódicos y
revistas ciertos artículos en los que se decía que la pulpa de áloe vera “estaba
repleta de vitamina B12”. Como se sabe, la vitamina B12, tan sólo está
presente en los productos animales y ello constituye precisamente uno de los
argumentos en los que se apoyan quienes descalifican a las dietas vegetarianas
por incompletas, ya que al carecer de vitamina B12 no contienen todos los
elementos necesarios para lograr una salud equilibrada. La noticia fue
ampliamente difundida en varios países hasta que finalmente el propio IASC
tuvo que intervenir desmintiendo tales manifestaciones. Según el IASC, aunque
se habían hallado indicios de vitamina B12 en algunas hojas de áloe, todavía
estaba por determinar si dicha vitamina era activa, es decir, si actuaba en el
cuerpo humano igual que lo hace la vitamina B12 de origen animal. Otros
científicos manifestaron que los mínimos indicios de B12 hallados en el áloe
eran consecuencia de fermentaciones, no formando parte de la planta viva.

Aminoácidos y enzimas
Durante las dos últimas décadas los aminoácidos han despertado un interés
creciente tanto entre los científicos como entre los profesionales de la
nutrición, al irse descubriendo las múltiples funciones que cumplen en el
organismo, sobre todo en lo que respecta a la construcción y regeneración de
los tejidos. La lisina, por ejemplo, se ha visto que ayuda a controlar el herpes
simple, mientras que la arginina ha mostrado poseer notables cualidades
paliativas en los casos de artritis reumatoide. El triptofano es importante por
ser la materia prima a partir de la cual el organismo fabrica el neurotransmisor
serotonina y también la hormona melatonina, impulsora del sueño y poderoso
antioxidante. El funcionamiento de los aminoácidos y las enzimas es
totalmente interactivo, así, la insuficiencia o carencia de uno de ellos afecta
negativamente al funcionamiento de todo el sistema.
Los polisacáridos
Aunque las antraquinonas, los minerales, las vitaminas, las enzimas y los
aminoácidos presentes en el áloe poseen notables cualidades no sólo nutritivas
sino también terapéuticas, desde los trabajos de Ikawa y Niemann realizados
principios de la década de los 50, la idea de que una gran parte del potencial
curativo del áloe dependía de los polisacáridos mucilaginosos contenidos en
la pulpa comenzó a ir tomando cuerpo entre los investigadores. Se vio que
dichos polisacáridos son mucho más abundantes junto a la corteza que en
centro de la hoja, lo cual explicaría por qué la curación en las aplicaciones
externas es más rápida cuando la pulpa, que es la que permanece en contacto
con la zona afectada, permanece unida a su corteza.
Durante 35 años fueron muchos los científicos que trabajaron con los
polisacáridos del áloe, pero el momento culminante no llegaría hasta 1985,
cuando Bill McAnalley logró aislar el acemanano, descubriendo seguidamente
junto al Dr. McDaniel sus cualidades para tratar más de 100 enfermedades
distintas y especialmente sus sorprendentes efectos sobre el VIH, que más
adelante veremos con detalle.
Sin embargo, por extraordinarios que sean los méritos del acemanano, en
absoluto podemos desechar al resto de los componentes del áloe, pues en
muchos casos potencian las cualidades de este polisacárido y en otros aportan
las suyas propias. Por ejemplo, aunque el acemanano ha demostrado ser un
extraordinario regenerador de los tejidos, la efectividad del áloe en esta
función es todavía superior. La notable penetración del áloe a través de la piel
y de diversos tejidos es debida a la lignina y a ciertas enzimas proteolíticas,
esta facilidad de penetración -que el acemanano por sí solo no posee- resulta
de una utilidad extraordinaria en el tratamiento de hematomas y heridas
ubicadas en lugares a los que los medicamentos tópicos no suelen tener
acceso. En cuanto a la actividad antibacteriana y antigermicida en general, el
áloe es eficaz contra una gama tan extremadamente amplia de microorganismos
perniciosos, que a este respecto ninguna otra substancia conocida hasta la
fecha se le puede comparar.
6
APLICACIONES TERAPÉUTICAS DEL
ALOE

En su meticuloso libro sobre el áloe vera, Carol Miller Kent relaciona


algunas de las enfermedades que supuestamente son curadas por el áloe. Vale
la pena reproducir su lista:
“...un amplio espectro de desórdenes cutáneos incluyendo las quemaduras
térmicas, químicas y por fricción, los escaldados, las quemaduras de sol, las
quemaduras y úlceras producidas por el radio, por los rayos X y por otros
tipos de radiaciones; las ampollas, los rozamientos de los pañales y los
ocasionados por el calor; las quemaduras del viento caliente, los rasguños al
afeitarse, las picaduras de avispas, abejas, moscas, mosquitos y otros insectos;
las reacciones a la hiedra venenosa; las reacciones alérgicas y las erupciones
generadas por enfermedades infantiles; las manchas y costras en la piel y en
los labios; la caspa, los eccemas, la dermatitis, la seborrea, la psoriasis y la
urticaria; las llagas corporales y las causadas por las largas permanencias en
cama; el olor corporal, el cáncer de piel, el herpes zoster, las grietas en los
pezones de las madres que dan el pecho a sus hijos, las uñas de los pies
encarnadas; el acné, los lunares sensibles, los fibromas, las verrugas, los
cortes, las contusiones, las laceraciones, las lesiones secas o húmedas, las
úlceras crónicas, los abscesos y los forúnculos; las llagas en la boca, las
ampollas de fiebre, el herpes simple oral y labial; la irritación de la garganta y
de la boca, la gingivitis, la amigdalitis, las enfermedades de la boca y de las
encías, las infecciones por estafilococos, la conjuntivitis, los orzuelos, las
úlceras de la córnea, las cataratas, los agujeros de la oreja infectados; el pie
de atleta, los hongos, el prurito anal y vulvar, las infecciones vaginales
originadas por levaduras, las úlceras venéreas, los calambres musculares, los
esguinces, las contusiones, la inflamación, la tendinitis y la bursitis; la caída
del cabello. Tomado internamente se dice que al áloe vera alivia los dolores
de cabeza, el insomnio, el mal aliento, los desórdenes estomacales, la
indigestión, la acidez de estómago, la gastritis, la úlcera péptica y duodenal, la
colitis, las hemorroides, las infecciones de los riñones y del tracto urinario, la
prostatitis, las fístulas y los quistes inflamados; la diabetes; la presión
sanguínea alta; el reumatismo y la artritis. Elimina diferentes tipos de
parásitos, corrige la infertilidad funcional causada por la amenorrea y revierte
el desequilibrio originado por una excesiva ingestión de azúcar o de ácidos...”
Bill Coats añade a esta ya larga relación las úlceras ventriculares, la
diverticulitis, los depósitos pulmonares, la sinusitis, las tricomonas, el
esclerodermia, la piorrea, las úlceras oculares, la córnea nebulosa y las
mordeduras de serpiente. Además manifiesta que el áloe es extraordinario
como desodorante y como loción para después del afeitado, que elimina las
pulgas en perros y gatos, que limpia los metales y conserva el cuero y la
madera.
Llegando a este punto tal vez el lector se pregunte ya si hay algo para lo
cual no sea útil el áloe vera. De hecho, al igual que muchas de sus
aplicaciones terapéuticas tradicionales han sido ampliamente confirmadas por
la medicina contemporánea, otras no han resistido los modernos métodos de
análisis y experimentación. Por otro lado, es también necesario decir que el
efecto terapéutico del áloe no siempre es el esperado, lo cual ha contribuido a
dificultar su aceptación por parte de la comunidad médica. ¿Por qué no
funciona siempre igual el áloe? ¿Cuál es la causa de esa irregularidad en los
resultados?
La respuesta a esta pregunta es múltiple. Coats da nada menos que seis
respuestas, que son las siguientes:
1) Porque se utiliza una especie de áloe que no es la adecuada.
2) Porque se utiliza una planta que no ha madurado lo suficiente o una hoja ya
degenerada.
3) Porque la hoja está ya en descomposición, su pulpa está ya seca, oxidada o
neutralizada.
4) Por utilizar un producto comercial de baja calidad.
5) Por no utilizar el producto adecuadamente.
6) Por las propias sutilezas y particularidades del áloe, cuya comprensión
total la ciencia contemporánea parece que está todavía lejos de alcanzar.
Sin duda alguna las investigaciones más espectaculares realizadas durante
los últimos años sobre el áloe tienen que ver con sus aplicaciones -o de
alguno de sus derivados- en el combate contra dos enfermedades terribles: el
cáncer y el SIDA. Los dos capítulos siguientes están dedicados a ellas.
Veamos a continuación algunas de las aplicaciones terapéuticas del áloe sobre
las que se han realizado estudios científicos o acerca de las cuales existen
testimonios interesantes.

El asma
Las investigaciones realizadas en el año 1950 por el Dr. Gottshall y sus
colegas sobre la tuberculosis, sugerían ya el enorme potencial del áloe para
tratar las enfermedades respiratorias, sin embargo, pasaron 35 años sin que
nadie se decidiera a averiguar si nuestra planta podía tener algún efecto
benéfico sobre el asma. El Dr. Shida Takao y sus colegas publicaron en 1985
los resultados de su estudio realizado en Japón bajo el título: “Efectos del
Extracto de Aloe sobre la Fagocitosis Periférica en el Asma Bronquial
Adulta.” A los 33 pacientes que participaron en el estudio se les administró
jugo de hoja entera de áloe, procedente de una variedad local. Los resultados
fueron totalmente positivos, demostrando que el áloe estimula la actividad de
los fagocitos (células inmunológicas) que cumplen un papel clave en el control
de este problema. A las 24 semanas de iniciado el estudio, los 33 sujetos
participantes presentaban una mejoría que variaba desde muy buena a
espectacular.
En los Estados Unidos, el Dr. James Thompson presentó en 1993 un
informe ante la Academia Americana de Alergias Otorrinolaringológicas en el
que detallaba sus investigaciones sobre el acemanano integrado en un
compuesto hidrocoloidal para ser utilizado como spray nasal. Tras haber
aplicado dicho compuesto a más de 350 pacientes durante cuatro años
-como spray nasal y en forma de inyecciones- los resultados fueron totalmente
satisfactorios. En opinión del Dr. Thompson la mejoría experimentada por los
pacientes fue debida a las cualidades estimulantes del acemanano sobre
diversos componentes del sistema inmunológico, entre ellos los macrófagos y
las monokinas productoras de las interleukinas y del interferón, substancias
que cumplen un papel decisivo en la defensa del organismo contra todo tipo de
invasores.
En Japón también se han realizado investigaciones sobre las cualidades
antiasmáticas del áloe. En un trabajo publicado en 1987 en el Japan Journal of
Allergiology, el Dr. Akira Yagi manifiesta que un grupo de enfermos crónicos
de asma de edades diversas presentaron una mejoría muy notable tras tomar
durante seis meses un extracto de áloe. Curiosamente el Dr. Yagi informa que
en los enfermos que previamente habían sido tratados con corticosteroides la
mejoría fue mínima o nula.

Los problemas bucales


Ya en 1939, el Dr. Frédérick Mandeville, profesor de radiología de la
Facultad de Medicina de Virginia, trató con áloe a un paciente de 54 años que
sufría de una grave úlcera bucal. Tras haberle cauterizado un tumor en la boca,
le habían aplicado radio y rayos X, originándole estos tratamientos una
enfermedad en las encías que exigió la extracción de todos sus dientes. Tres
meses después del último tratamiento de radiación, la parte derecha de su
lengua y de la mucosa bucal presentaba una enorme úlcera de más de 5 cm de
diámetro hasta el punto en que el hueso de la mandíbula había quedado
expuesto, lo cual le ocasionaba terribles dolores. Entonces comenzó a ser
tratado con pulpa de áloe recién extraída de las hojas. El paciente mantuvo el
áloe líquido en la boca entre una y trece horas cada día durante dos meses,
lavándose la boca con sal después de cada aplicación. Desde los primeros
momentos los dolores dejaron de molestarle y muy pronto el tamaño de la
úlcera comenzó a reducirse. A las diez semanas no quedaba rastro de ella.
A mediados de la década de los años 60, tras la publicación en el Texas
Dental Journal de un artículo firmado por el Dr. Ellis G. Bovik que se
convertiría en un clásico (“Aloe, Panacea or Old Wives Tale”), un número
cada vez mayor de dentistas de Texas comenzaron a utilizar tanto la pulpa de
áloe como los productos fabricados a partir de ella para tratar diversos
problemas y situaciones bucales de sus pacientes. El Dr. Thomas Bell de
Dallas, manifestaba en 1977 que tras nueve años de utilizar gel estabilizado de
áloe para tratar gingivitis, úlceras bucales, ampollas y herpes simple, daba fe
de que su efectividad era igual y en muchos casos superior a la de los
productos farmacéuticos existentes en aquel tiempo. Por su parte el Dr. Stuart
Wallace, también dentista de Dallas, en un informe fechado 1975 manifestaba
haber tratado exitosamente con gel estabilizado de áloe más de cien casos de
gingivitis, veintitrés casos de estomatitis, cincuenta casos de úlceras bucales y
periodontitis y más de doscientos casos de herpes simple (ambos informes
incluidos en el libro The Silent Healer por Bill Coats). Los informes de los
dentistas texanos sobre el áloe son entusiastas y abundantes. El Dr. Paul
Carrington, también de Dallas, declaraba haber tratado con áloe más de 2600
casos, todos con éxito, entre ellos unos 200 casos anuales de periodontitis.
En Mayo de 1984, los doctores Steven Hayes y Peter G. Sturm, en un
importante trabajo publicado en The Journal of the Bergen County Dental
Society manifestaban que el áloe “reduce el dolor, el sangrado y la
inflamación y que al mismo tiempo es bactericida, antiviral y fungicida y que
comparado con los tratamientos tradicionales, multiplica por cuatro la rapidez
de la curación.” Todo ello sin aplicar ningún otro medicamento más que la
pulpa de áloe, que además no presenta ningún tipo de toxicidad. Los autores
citan también un estudio realizado en el Walter Reed Hospital, en el que se
demostró que el áloe combate al sarro pues inhibe el crecimiento y la
existencia del streptococcus mutants, bacteria responsable del mismo.

Cirrosis y hepatitis
Siete pacientes diagnosticados con cirrosis y hepatitis que no habían
respondido a ninguno de los tratamientos convencionales administrados
durante más de dos años participaron en un experimento realizado en China
por el Dr. Oh y sus colegas. La edad media de los enfermos era de 47 años y
durante el tiempo que duró el estudio no tomaron ninguna otra medicación.
Diariamente se les administró por vía oral un extracto de áloe,
entrevistándolos cada semana y sometiéndolos a un examen detallado una vez
por mes. “A los tres meses de iniciado el tratamiento los síntomas en la
mayoría de los pacientes comenzaron a mejorar y los valores numéricos de los
exámenes (AST, ALT y bilirrubina) mostraron una majoría muy significativa”,
dice el Dr. Oh en la conclusión de su informe.

La colitis
La colitis es una inflamación del colon, que puede degenerar hasta formar
úlceras, las cuales a su vez pueden llegar a perforar las paredes del intestino
grueso. Diversos experimentos realizados por los Laboratorios Carrington,
tanto con jugo de áloe como con acemanano, parecen indicar que el áloe puede
ser, con gran diferencia, el mejor de todos los tratamientos existentes en la
actualidad contra la colitis y la enfermedad de Crohn. Los estudios para su
autorización oficial por parte del FDA se están realizando en la actualidad.

Las enfermedades del corazón


En el Congreso Internacional de Angiología, celebrado en 1984 en San
Antonio, Texas, el Dr. Om Prakash Agarwall, procedente de la India,
sorprendió a todos los asistentes con los datos de un estudio realizado por él
con más de 5.000 pacientes durante cinco años, acerca de los benéficos
efectos del áloe sobre el corazón y el sistema circulatorio.
Según los datos presentados por el Dr. Agarwall es posible reducir en un
95% las crisis de angina de pecho, simplemente añadiendo pulpa de áloe vera
a la alimentación de las personas con problemas de arteriosclerosis. El Dr.
Agarwall también notó una sensible disminución de los niveles de colesterol
LDL (el malo) en la sangre de los enfermos que participaron en su estudio, así
como de los triglicéridos (grasas) mientras que el colesterol HDL (el bueno)
aumentó significativamente. Los 5.000 pacientes seguían vivos al final del
estudio y ninguno de ellos mostró efecto secundario alguno a causa del áloe.
La edad de los pacientes osciló entre los 35 y los 55 años. Dos terceras
partes eran hombres y el resto mujeres y más de la mitad del total fumaban
cada día entre 10 y 15 cigarrillos. El Dr. Agarwall les recetó 100 gramos
diarios de pulpa de áloe vera, mezclados con otra planta medicinal (isabgol) y
con harina, para formar así una especie de pan. A partir de la segunda semana
los pacientes comenzaron ya a reaccionar favorablemente, desapareciendo los
síntomas de la angina y experimentando una acrecentada sensación de
bienestar. A los tres meses de iniciado el tratamiento, el electrocardiograma
de todos ellos (menos 348) era totalmente normal, incluso después de realizar
los ejercicios físicos de rutina.
Aunque en el sur de Texas se dice que el áloe reduce la presión arterial,
independientemente del estudio del Dr. Agarwall, tan sólo tengo conocimiento
de otro más que haga referencia a sus posibles cualidades benéficas sobre el
corazón. Sus resultados fueron publicados en Julio de 1982 en el Journal of
Pharmaceutical Science y los investigadores que lo realizaron manifestaban
haber hallado en el áloe saponaria una cantidad significativa de isocitrato de
calcio, substancia que conocida como potente tónico cardíaco.
La diabetes
En el año 1992 se realizó un estudio en el Fujita Health Institute, en Japón,
a fin de explorar las posibles cualidades del áloe vera como agente regulador
de los niveles de glucosa en la sangre de los diabéticos. Un grupo de ratas
fueron inyectadas con sangre de personas diabéticas, con lo cual sus niveles
de glucosa se dispararon inmediatamente. Al serles después inyectado jugo de
áloe, sus niveles sanguíneos de glucosa volvieron a la normalidad en pocas
horas.
El Dr. Robert Davis y su equipo, del Pennsylvania College of Podiatric
Medicine han realizado varios experimentos con compuestos de áloe, tratando
con ellos diversas patologías -inflamaciones, heridas, edemas, etc.- que suelen
afligir a los diabéticos, siendo los resultados mucho mejores que los que se
logran con los esteroides usualmente utilizados para tratar dichos problemas.
Por su parte Bill Coats en su libro Aloe Vera, the Inside Story menciona que ha
encargado un estudio científico a fin de averiguar los efectos del áloe tanto
sobre la diabetes como sobre sus efectos secundarios. Los resultados –aunque
él los señala como muy prometedores– no han sido todavía publicados.

La esclerosis múltiple
Para la medicina académica las causas de la esclerosis múltiple son
desconocidas, sin embargo el especialista austríaco de la terapia con
inyecciones subcutáneas de áloe bioestimulado Wolfgang Wirth opina que esta
enfermedad posee un fuerte componente psicosomático. Según Wirth un alto
porcentaje de las personas que padecen de esclerosis múltiple han sufrido
tensiones muy serias y persistentes en sus relaciones matrimoniales y afectivas
y con frecuencia experiencias sexuales negativas o incluso traumáticas. Estas
experiencias decepcionantes y ese sentimiento de que se les ha negado el amor
y la ternura originan en ellos una situación depresiva y un aislamiento
creciente que no hacen sino agravar cada vez más su enfermedad. Al igual que
ciertas personas al enfrentarse a grandes ansiedades y tensiones suelen
desarrollan el cáncer, otras, con diferente disposición psíquica, tienden más
hacia las enfermedades nerviosas, con posibilidades de caer en la esclerosis
múltiple sobre todo si han sufrido experiencias como las mencionadas
anteriormente.
Wirth recomienda que todos los pacientes de esclerosis múltiple sean
analizados mediante la hipnoterapia y que seguidamente se recurra al áloe
para ayudar a recomponer su sistema nervioso central y aumentar sus defensas
y su vitalidad en general. Las inyecciones subcutáneas de áloe bioestimulado
pueden -y han logrado- detener durante muchos años y en algunos casos
incluso curar totalmente esta enfermedad, siempre que haya sido diagnosticada
a tiempo.
En un trabajo publicado ya en 1958, los doctores Meljankow y Rjabinina,
de Minsk, discípulos ambos del Dr. Filatov, informaban de curas totales de
esclerosis múltiple con la terapia a base de áloe bioestimulado preconizada
por Filatov.
El tratamiento aplicado por Wirth consiste en una inyección subcutánea
diaria de 1 ml de extracto de áloe bioestimulado aplicada en la cadera durante
30 días consecutivos. Posteriormente un intervalo de 30 días sin inyección al
que siguen otras 30 inyecciones más, administradas preferentemente en las
mañanas. Además, el paciente deberá abstenerse durante bastantes meses de
tomar alcohol, café, té, sal, azúcar, vinagre y especias, siguiendo una
alimentación rica en vitaminas y minerales, preferentemente crudívora.
Simultáneamente deberá recibir apoyo psicológico, a fin de crear en él la
confianza de que su organismo es capaz de sobreponerse e incluso de vencer a
la enfermedad.

La incontinencia nocturna
La incontinencia o eneuresis nocturna suele afectar a niños de entre 4 y 10
años de edad, aunque en algunos casos puede llegar hasta la adolescencia. Los
niños padecen más este problema que las niñas y el mismo suele agravarse
durante el otoño e invierno. En general los niños que siguen mojando la cama
por las noches suelen ser nerviosos y fácilmente excitables, presentando con
cierta frecuencia otros tipos de trastornos como anemia, falta de apetito o
palidez excesiva.
El Dr. Vmoin, de Novosibirsk, Rusia, utilizó exitosamente extracto de áloe
para tratar la incontinencia nocturna. Su tratamiento consistía en 25
inyecciones subcutáneas en días alternos. En muchos casos el problema
desapareció totalmente después de la séptima inyección y en el resto se hizo
menos frecuente. Según el informe publicado en la revista rusa Medexport, la
inmensa mayoría de los pacientes tratados con áloe recuperaron el
funcionamiento normal de su vejiga urinaria y en los pocos que el problema
persistió, la mejoría fue muy notoria.

La lepra
Se considera que en estos momentos existen en el mundo entre ocho y diez
millones de personas afectadas de esta enfermedad, sin duda una de las más
temidas desde los tiempos prehistóricos. Se trata de una enfermedad
infecciosa crónica, cuyo periodo de incubación oscila entre los dos y los
treinta años. Los primeros síntomas suelen ser unas manchas rojas en la piel,
que luego se convierten en úlceras, deformando la expresión del rostro del
enfermo de un modo horrible. Posteriormente las extremidades se van también
atrofiando, los dedos se paralizan y terminan desprendiéndose. La destrucción
de la nariz termina de distorsionar totalmente el rostro y con frecuencia, las
úlceras en los ojos hacen que estos se les salgan. Generalmente los leprosos
son abandonados incluso por sus familiares, que no pueden soportar su olor y
su desagradable aspecto.
Y precisamente en los lugares donde sigue existiendo el terrible azote de
la lepra suele también crecer la planta que la puede detener: el áloe. Wirth
recomienda comenzar con una inyección subcutánea de 0,5 ml de extracto de
áloe bioestimulado en días alternos hasta completar 30 inyecciones,
descansando luego treinta días para reiniciar exactamente el mismo
tratamiento. Si esta primera cura tiene éxito deberá continuarse un año después
con 1 ml durante 30 días consecutivos, a los cuales seguirá también un
descanso de 30 días y otra serie de 30 inyecciones diarias de 1 ml. Si la
primera cura no logra detener la enfermedad deberá repetirse exactamente,
pasando a la de 1 ml cuando ya se logre la mejoría. Al mismo tiempo se
deberá aplicar externamente pulpa de aloe sobre las zonas afectadas al menos
dos veces cada día durante meses alternos. Los países donde sigue dándose
esta enfermedad son precisamente los más pobres.
El áloe, según el Dr. Wolfgang Wirth, no sólo es un remedio
extremadamente barato, sino también efectivo, que podría aliviar los
sufrimientos de esos 8 o 10 millones de seres humanos.

El lupus. El caso de Rita Thompson


Tan sólo el caso de Rita Thompson sería bastante para llenar un libro. De
hecho lo ha sido ya. Su título: El Lupus, el Aloe Vera y Yo, escrito por ella
misma. En él se relata la historia de esta valiente mujer a la que le tocó
padecer una de las enfermedades más dolorosas y más difíciles de tratar con
la medicina moderna: el lupus.
El lupus es una alteración del sistema inmunológico en la cual, como
ocurre en todas las enfermedades llamadas “autoinmunes,” ciertas células cuya
labor es atacar a los invasores: virus, bacterias y células cancerosas, de
pronto, por algún motivo desconocido, dirigen su actividad destructiva hacia
los propios tejidos del organismo.
Esta enfermedad suele adoptar dos formas distintas: el lupus eritematoso
sistémico (LES) y el lupus eritematoso discoide. El sistémico suele con
frecuencia ser confundido con la artritis reumatoide y en sus primeras
manifestaciones los dolores y molestias que produce son muy parecidos a los
de la artritis. Pero ahí termina toda semejanza. El LES se extiende mucho más
y puede afectar a órganos muy diversos e importantes. Por su parte el lupus
discoide es más fácil de diagnosticar, pues suele adoptar la forma de diversas
alteraciones cutáneas que generan dolores y gran comezón. Pero para
complicar más las cosas el LES también suele algunas veces manifestase en la
piel.
En 1975 a Rita le diagnosticaron artritis reumatoide, recetándole un
tratamiento para dicha enfermedad. Durante los siguientes cinco años sus
dolores en los huesos y especialmente en las articulaciones fueron y vinieron.
Los médicos consideraron siempre que su enfermedad era artritis reumatoide.
Sin embargo a mediados de 1980 el lupus –pues ese era realmente su
problema– comenzó ya a manifestarse en la piel. Inicialmente fueron pequeñas
úlceras en las piernas, que permanecían durante un par de semanas y luego
parecían mejorar. Precisamente una de las características del lupus son esas
mejorías temporales y espontáneas que hacen creer que la enfermedad se ha
curado, para luego atacar inesperadamente con una fuerza mucho mayor. Y eso
fue lo que le ocurrió a Rita Thompson. En una de tales recaídas las úlceras no
se limitaron ya a las piernas sino que invadieron todo su cuerpo. Durante los
siguientes dos años y medio esta mujer sufrió lo que muy pocas personas
podrían soportar, no sólo física, sino también emocionalmente. El lupus se
estableció en ella de modo permanente, sin las mejorías intermitentes que
hasta entonces había manifestado. Si variaba, era tan sólo para empeorar. Fue
tratada con todas las cremas, medicamentos y esteroides imaginables y con
todos los medios de la medicina convencional. La hospitalizaron en algunas
ocasiones, pero cada vez que estuvo en un hospital su situación empeoró.
Finalmente su estado era tan lamentable que no podía llevar ningún tipo de
prenda, debiendo permanecer todo el tiempo envuelta en un plástico y con el
cuerpo totalmente cubierto con una solución lubricante.
Perdió totalmente el cabello y las uñas y los médicos le dijeron que ya no
los recuperaría nunca. Pero ella no se resignó. Estaba convencida de que
debía haber una forma de tratar su enfermedad de un modo efectivo.
En Mayo de 1983 comenzó a tomar un vaso al día de jugo de áloe vera. A
los treinta días la mejoría era ya extraordinaria. Las úlceras se habían hecho
mucho más claras e incluso le comenzó a crecer el cabello. Pronto su piel
estuvo totalmente limpia de nuevo y las molestias y dolores desaparecieron
totalmente. Ella siguió tomando un vaso al día de jugo de áloe. En una ocasión
se quedó sin provisión de áloe y dejó de tomarlo durante dos días. Las úlceras
y los dolores aparecieron otra vez. A las cuarenta y ocho horas de haber
reanudado el tratamiento estaba de nuevo completamente bien. Desde entonces
no ha dejado de tomarse cada día su vaso de jugo de áloe. Su estado de salud
volvió a ser perfecto. Su cabello y sus uñas le crecieron de nuevo e incluso
más fuertes y sanos que antes.
Las fotos que figuran en su libro son realmente impresionantes. En ellas se
aprecia perfectamente lo espectacular y lo terrible de su enfermedad y también
se constata cómo la curación fue total, además de rápida.
El final de la historia de Rita Thompson es típico: se hizo distribuidora de
una de las compañías más importantes que comercializan productos de áloe
por el sistema de multinivel. Durante bastantes años era común verla en las
convenciones y en las reuniones de la compañía, en las que solía relatar su
extraordinaria experiencia y recibir emocionada los aplausos de sus
compañeros y del público asistente.

Manchas en la piel
La compañía Univera, de Broomfield, Colorado, fabrica y comercializa la
“Aloesina” producto altamente popular en los países asiáticos (aclara la piel)
y últimamente también en Sudáfrica y en los Estados Unidos, especialmente
entre las personas de edad. La aloesina se vende como tratamiento contra la
hiperpigmentación cutánea, pues elimina la acumulación de melanina, causante
de las manchas obscuras que suelen aparecer en la piel de las personas de
edad avanzada. No obstante, quienes deseen aclarar el tono de su piel y tengan
acceso a hojas de áloe, podrán utilizarlas directamente pues su efecto es el
mismo que el de la aloesina. Curiosamente, el primer informe científico
publicado en los Estados Unidos sobre el áloe (por los doctores Collins, ver
referencias) manifestaba ya esta cualidad de aclarar la zona de la piel sobre la
cual es aplicado. El autor ha podido confirmar este hecho en numerosas
ocasiones.

La meningitis
Se trata de la inflamación de una de las membranas que rodean al cerebro.
Los síntomas de la meningitis son ampollas y comezón en el paladar, reflejos
aumentados, temblor en los ojos, variación en el tamaño de las pupilas,
vómitos, aturdimiento y sobre todo, dolores de cabeza insoportables. La
meningitis puede causar la muerte y en muchos casos deja secuelas para el
resto de la vida del paciente. En los casos graves los antibióticos son
indispensables, sin embargo el Dr. Wolfgang Wirth considera que en los menos
graves o bien cuando el peligro ya ha pasado, se debe siempre utilizar la
terapia con extracto de áloe bioestimulado, a fin de acelerar el proceso de
curación, reforzar al debilitado sistema inmunológico del enfermo y eliminar o
minimizar las secuelas negativas.

Protección contra los rayos UV


La radiación ultravioleta bloquea totalmente al sistema inmunológico en
las capas más externas de la piel. Desde hace más de cincuenta años se sabe
que el gel del áloe no sólo forma una pantalla protectora contra los rayos
ultravioleta, ya sean estos solares o procedentes de otra fuente, sino que
aplicado con posterioridad a la exposición, estimula al sistema inmunológico,
neutralizando los efectos nocivos de dicha radiación.
Gafas de sol líquidas. El Dr. Neville Baron, oftalmólogo de Secaucus,
Nueva Jersey, ha realizado ya una buena cantidad de experimentos y está
convencido de que el áloe será el “colirio milagroso” del siglo XXI. Protege
los pequeños capilares del ojo y es un poderoso agente antimicrobiano,
efectivo contra la mayor parte de los microbios que afectan al ojo humano.
Pero su característica más valiosa es sin duda su cualidad de absorber los
rayos ultravioleta, cuyos dañinos efectos sobre el ojo son además
acumulativos. Se cree que ciertos tipos de rayos UV son directamente
responsables de las cataratas, de la degeneración de la retina y de las
anomalías en el cristalino. El colirio de áloe no sólo evitará estos problemas,
sino que será una protección totalmente efectiva contra los rayos UV.

La psoriasis
La psoriasis es otra de las enfermedades catalogadas como “de origen
desconocido” y curiosamente, entre todos los países del mundo, los Estados
Unidos son el lugar donde su incidencia es más elevada, con casi 7 millones y
medio de afectados. Todos los tratamientos existentes en la actualidad son –en
el mejor de los casos– simples paliativos y algunos, como los
corticosteroides, generan abundantes efectos secundarios. Recientemente se
han difundido mucho las excelentes cualidades que el barro del Mar Muerto
posee para tratar esta enfermedad, pero sus efectos lamentablemente son muy
pasajeros y el paciente empeora otra vez al dejar de aplicarse dicho barro.
El Dr. William Engel, de Santa Fe, Nuevo México, manifiesta que desde
hace bastantes años, está tratando esta molesta afección de la piel recetando a
sus pacientes una crema de áloe para que se la apliquen sobre la zona
afectada, además, al menos durante un año, deben tomar cada día una buena
cantidad de áloe internamente y seguir una dieta equilibrada –con total
exclusión de alimentos procesados, azúcares y grasas animales– reforzada con
un buen complejo multivitamínico y de antioxidantes.
A mediados del año 1996, el Dr. Syed y sus colegas, realizaron en Arabia
Saudita un estudio doble-ciego que demostró ya de un modo inequívoco las
cualidades curativas del áloe para controlar la psoriasis. En él participaron
sesenta pacientes, que llevaban sufriendo de la enfermedad entre cinco y 16
años. El estudio duró 16 semanas y al finalizar el mismo, de los 30
pacientes que se habían estado aplicando las crema de áloe (los otros 30
estuvieron utilizando un placebo) 25
estaban totalmente curados (extracto de su informe en las referencias).

Las quemaduras
Tal vez la utilidad del áloe para el tratamiento de las quemaduras de todo
tipo sea una de sus cualidades más conocidas. En sus artículos publicados en
1937 y 1939 en el Minnesota Journal of Medicine el Dr. J.E. Crewe relata
varios casos espectaculares, entre ellos el de un hombre que se cayó a un
depósito que contenía agua hirviendo. Las quemaduras que sufrió fueron tan
graves que al quitarle los pantalones, en algunos lugares, la piel se desprendió
junto con ellos. Gracias al tratamiento con una crema a base de áloe el dolor
disminuyó rápidamente, no se presentó ningún tipo de infección y diecinueve
días después el paciente estaba totalmente curado y trabajando de nuevo.
Uno de los lugares donde con más detalle han sido estudiadas las
cualidades del áloe para el tratamiento de las quemaduras es el Centro de
Quemaduras de la Universidad de Chicago. Sus investigadores los doctores
Martin C. Robson y John P. Heggers han estudiado con todo detalle las
cualidades de una crema comercial denominada Dermaide Aloe fabricada por
la Dermaide Research Corporation, sobre todo sus propiedades regeneradoras
de la piel, bactericidas y antiinflamatorias, habiendo efectuado numerosos
experimentos tanto con personas como con animales. En un estudio realizado
en 1980 el áloe demostró ser mucho más efectivo que la penicilina para tratar
eritemas, pruritos y deformaciones causadas por las cicatrices. En opinión de
los doctores Robson y Heggers, los efectos tan benéficos del áloe sobre las
quemaduras son principalmente debidos a su acción antiinflamatoria (cuanto
menos tiempo permanecen inflamados los tejidos menores son las
deformaciones que éstos sufren), también a su cualidad antimicrobiana que
evita las infecciones y a sus propiedades anticoagulantes que favorecen la
circulación sanguínea por la zona afectada, neutralizando la acción de las
prostaglandinas y del tromboxano que generan la vasoconstricción.

Torceduras y esguinces
La anécdota de los Juegos Olímpicos de Montreal es un lugar común, muy
repetido en la literatura publicitaria del áloe. Frank Medina, famoso
entrenador de atletismo texano y totalmente convencido de las sorprendentes
cualidades del áloe participaba con el equipo de los Estados Unidos en los
Juegos Olímpicos de Montreal de 1976. Allí tuvo ocasión de tratar a varios
atletas con su linimento de áloe, entre ellos a cuatro rusos que sufrían de un
fuerte dolor en el tendón de Aquiles, hasta el punto en que pensaban que no
podrían participar en la competición. Los cuidados que Medina les prodigó
con su áloe no sólo les permitieron participar en las carreras sino que incluso
dos de ellos ganaron medallas de oro. Posteriormente en agradecimiento, el
comité olímpico de la URSS invitó a Medina a visitar su país.
Desde entonces las cremas de áloe se han popularizado entre los
deportistas dedicados al atletismo. Un artículo publicado recientemente en la
revista Runners’ World, considerada como la “Biblia” de los corredores,
decía que muchos entrenadores olímpicos de atletismo utilizan gel de áloe
vera mezclado con aspirina para tratar el dolor y los derrames periféricos
relacionados con las torceduras y esguinces. Al parecer el extraordinario
poder de penetración del áloe introduce rápidamente la aspirina a través de la
piel, facilitando su paso directo a la corriente sanguínea. Al unirse los efectos
analgésicos y antiinflamatorios de la aspirina y del áloe, el resultado parece
que es sencillamente extraordinario.
Personalmente puedo dar fe de las sorprendentes cualidades del áloe para
el cuidado de los pies. Tras muchos años de utilizar el coche hasta para ir a la
tienda de la esquina, realicé recientemente una caminata de casi 27 km. Al
llegar la situación de mis pies era lamentable, con dolores, calambres,
ampollas y heridas ensangrentadas. Esa misma noche antes de acostarme
apliqué generosamente pulpa de áloe sobre las zonas afectadas. El alivio fue
instantáneo y pude dormir sin que me despertaran los calambres, como habría
ocurrido normalmente. A la mañana siguiente hice una nueva aplicación y otra
más por la tarde. En menos de 24 horas mis pies volvieron totalmente a la
normalidad, los dolores de músculos y tendones habían desaparecido y las
rozaduras, heridas y ampollas estaban prácticamente curadas.

La tuberculosis
Como ya vimos, el extraordinario descubrimiento del Dr. Gottshall y sus
colegas publicado en la American Review of Tuberculosis en el año 1950,
quedó archivado para siempre sin que nadie en los Estados Unidos se le
ocurriera seguir esa línea de investigación y menos llevar a la práctica sus
conclusiones. En Rusia sin embargo la investigación sobre las propiedades
antituberculosas del áloe alcanzó una notable profundidad, en gran parte
gracias a los trabajos de los doctores T. Zarimova y W. Rodionov, quienes en
el año 1979 llegaron incluso a ser propuestos para el premio Nobel de
Medicina.
En el estudio más espectacular realizado por Zarimova y Rodionov
participaron 167 pacientes afectados de tuberculosis, de ellos 113 con
tuberculosis pulmonar o bronquial. Los pacientes recibieron una dosis diaria
de un compuesto de áloe, diluido al 39 %. Sesenta días después de iniciado el
tratamiento todos los pacientes que habían estado tomando áloe (menos 4 que
presentaron reacciones alérgicas) mostraban ya una mejoría muy notable en
comparación con el grupo de control. Finalmente también a los enfermos de
control se les administró la solución de áloe y ocho meses después de iniciado
el estudio todos los participantes habían sido dados de alta. Su curación era
total y definitiva.
Aunque durante muchos años se la consideró totalmente extinguida, en
fechas recientes la tuberculosis está resurgiendo de un modo alarmante. Las
cifras, en varios países de todos los continentes, no dejan de crecer. En los
Estados Unidos están siendo afectadas personas de todas las edades, desde
escolares a personas ya maduras. Realmente no sabemos qué nos depara el
futuro. No es imposible que el áloe tenga todavía mucho que aportar en el
combate a esta enfermedad tan contagiosa.

Las úlceras gástricas


Sin duda el avance más espectacular en este campo sigue siendo el trabajo
realizado en 1963 por los doctores Blitz, Smith y Gerard, ya mencionado en el
capítulo III. En el primero de sus estudios participaron 12 pacientes, 5 mujeres
y 7 hombres, todos con úlcera de duodeno de diversa gravedad. Durante el
tiempo que duró el experimento se les administró a cada uno de ellos una
cucharada de áloe cuatro veces al día. Todos los pacientes se curaron
completamente de sus úlceras. En un segundo estudio participaron 6 enfermos
(4 mujeres y 2 hombres). Cinco de ellos se curaron totalmente. El otro fue
expulsado del experimento por no seguir debidamente las instrucciones. En
ninguno de los pacientes se observó efecto secundario alguno y un año después
de concluidos los estudios la salud de todos ellos seguía siendo perfecta.
Lamentablemente estos trabajos fueron considerados carentes de valor
probatorio, por haberse realizado sin grupo de control. (A este fin los
enfermos participantes deben dividirse en dos grupos. A uno de dichos grupos
se le administra el tratamiento cuya eficacia se desea comprobar, mientras que
al otro grupo, denominado de control, se le administra un placebo –substancia
inerte sin efecto curativo alguno. En los estudios denominados “doble-ciego”,
tanto los medicamentos como los placebos están en tarros codificados y ni los
pacientes ni los médicos que participan en el experimento saben qué enfermos
están recibiendo uno u otro, hasta que una vez ya concluido el estudio, se
desvelan los códigos.
En un estudio realizado en 1992 por el Dr. Keisuke Fujita, del Fujita
Health Institute, en Japón, se vio que doce ratas con úlceras gástricas
inducidas, se recuperaron totalmente al administrárseles oralmente grandes
dosis de jugo de áloe. En la actualidad, tanto en Japón como en los Estados
Unidos se están preparando protocolos para realizar de nuevo este tipo de
experimentos con personas, aunque ya en la modalidad de “doble-ciego”.
7
EL ALOE Y EL CÁNCER

La Revista Tierra Santa publicó en 1994 un artículo en el cual el padre


Romain Zago manifestaba haber curado a muchos enfermos de cáncer
desahuciados ya por los médicos. La fórmula que da es la siguiente:
1. Tomar dos hojas de áloe vera de 4 o 5 años (de medio metro de longitud
o más), quitarles las espinas y cortarlas en trozos.
2. Un vaso de miel sin pasteurizar (que no haya sido calentada a una
temperatura superior a los 37º centígrados)
3. Dos cucharadas de whisky, ginebra o vodka.
4. Mezclarlo todo perfectamente y tomarse dos cucharadas al día. (Se puede
comenzar a tomar inmediatamente después de haber hecho la mezcla,
guardando el resto en una jarra, en el frigorífico).
Quizás algún lector sonreirá ante la pretensión de tratar con unos medios tan
simples una enfermedad que a pesar de las pretensiones y declaraciones
oficiales, sigue siendo incurable y sigue segando las vidas de miles de seres
humanos. Sin embargo la revista citada proporciona los datos de algunas de
las personas que con este remedio a base de áloe se libraron para siempre de
ella, entre ellas un septuagenario, desahuciado siete años antes a causa de su
cáncer de próstata, la hermana Silvana, monja franciscana del Inmaculado
Corazón de María y también enfermera y la secretaria de una escuela que
padecía de cáncer de garganta. En unas recientes declaraciones a la revista
Health Naturally, el Dr. M. Moss, con una experiencia de más de veinte años
en la lucha contra el cáncer, manifestaba que el actual tratamiento de
quimioterapia definitivamente no confiere más años de vida al paciente. ¿Por
qué entonces la investigación médica no vuelve sus ojos hacia el chaparral, el
ginkgo biloba o el áloe? Existe tal cúmulo de evidencias anecdóticas sobre
estas plantas que un estudio serio e imparcial con seres humanos está ya
sobradamente justificado. Pero por supuesto, un estudio honesto, no de los que
se preparan de antemano para hacer ver que la planta es inefectiva. Se ha
demostrado una vez y otra que estas plantas rehabilitan y potencian el sistema
inmunológico, mientras que la quimioterapia lo debilita y lo destruye.
En lo que respecta al áloe vera, las evidencias sobre los efectos
anticancerígenos de algunos de sus componentes no son nuevas ni tampoco
anecdóticas. Hace ya cincuenta años se descubrió que al ser inyectados a un
grupo de ratones afectados de sarcomas ciertos polisacáridos del áloe,
mostraban una notable actividad antitumoral (Diller, 1947). Las
investigaciones realizadas en la universidad de Texas por los doctores Ian
Tizard (inmunólogo) y Maurice Kemp (virólogo) han demostrado que los
polisacáridos mucilaginosos del áloe –sobre todo el acemanano– afectan
benéficamente a los macrófagos, estimulando la liberación de citokinas
(interferones, interleukinos, prostaglandinas, factor de necrosis tumoral y
factores de control del crecimiento celular) substancias todas ellas claves en
la artillería corporal anticáncer. Según las propias palabras de Tizard, “existe
abundante evidencia demostrando que algunos ‘mananos’ y ‘glicanos’ son
potentes agentes anticancerígenos. Los trabajos de Tizard y Kemp han venido a
confirmar los anteriores de Borecky (1967) y Lackovic (1970). El Dr. Gribel y
sus colegas, decían textualmente en la conclusión de un estudio, publicado en
1986: “...el tratamiento con jugo de áloe contribuye a reducir la masa tumoral
y el tamaño y la frecuencia de las metástasis en diferentes fases del
crecimiento del tumor...”
Los efectos antitumorales del acemanano están ampliamente documentados. En
uno de los estudios realizados (Harris, 1991) se utilizaron 32 perros y 11
gatos cuyas edades oscilaban entre los 3 y los 17 años, todos afectados de
tumores malignos. Todos los animales habían sido desahuciados y en muchos
de ellos su salud estaba ya demasiado deteriorada como para poder intentar
tratamiento alguno. Siete murieron a los pocos días de iniciado el tratamiento
con acemanano, lo cual es un claro indicio de que la enfermedad estaba en
ellos ya demasiado avanzada como para participar en el estudio. Catorce no
mostraron reacción significativa y veintidós manifestaron una notable y clara
mejoría, ya fuera una disminución de la masa tumoral, la desaparición total de
ésta o bien una prolongada e inesperada supervivencia. Los resultados más
positivos coincidieron con los animales aquejados de fibrosarcomas. En otro
estudio (Peng et al. 1991) un grupo de ratones hembras fueron inoculados con
células de sarcoma. Usualmente dicho tipo de ratones muere entre 20 y 40 días
después de la inoculación. En este caso, los ratones tratados con acemanano
comenzaron a presentar una disminución en la masa tumoral entre 12 y 15 días
después de iniciado el tratamiento. La efectividad del mismo varió según las
dosis administradas. Al suspender el tratamiento cesó también la reducción
tumoral. La supervivencia entre los ratones tratados fue de un 40%. Aunque
esta cifra pueda parecer baja, debemos tener en cuenta que los ratones del
grupo de control, no tratados con áloe, murieron en su totalidad. Experimentos
in vitro y con animales en los que el jugo de áloe o alguno de sus componentes
demostraron una notable actividad anticancerigena fueron también realizados
por Imanishi et. al. (1981), Winters (1981), King y Pierce (1992) y Tsuda et al.
(1993) (Ver ref.) Cada año se diagnostican en los Estados Unidos 28.000
nuevos casos de leucemia, siendo el tipo de cáncer más frecuente en la edad
infantil. No se puede operar y no existe tratamiento alguno que pueda
considerarse efectivo. Una vez más, el áloe nos trae una esperanza. Un grupo
de investigadores encabezados por el Dr. Mark Sheets realizaron un estudio
con 44 gatos afectados de leucemia. Normalmente un 40 % de los gatos
mueren dentro de las ocho semanas siguientes a la manifestación de la
enfermedad y un 70 % antes cumplidas las ocho semanas. El estudio de Sheets
duró sólo 6 semanas, aunque muchos de los animales llevaban ya tiempo
enfermos. Al terminar dicho estudio –en el cual se estuvo inyectando
acemanano a los animales– 29 de los gatos seguían vivos. Dos meses después
de concluido el estudio 21 gatos seguían vivos y aparentemente sanos, pues
habían vuelto a sus actividades normales. En la conclusión dicen los
investigadores que “el significativo incremento experimentado en cuanto a
vitalidad y estado de salud general de los animales sugiere que el acemanano
de áloe puede constituir un tratamiento efectivo para la leucemia...” El Dr.
Tizard consideró este resultado importante pues “por primera vez tenemos
indicios de un posible tratamiento para esta enfermedad.” Hace ya más de
treinta años el Dr. Vorontsov de Leningrado manifestaba que había logrado
resultados positivos tratando con áloe cánceres intestinales, de esófago, de
estómago, de mama, de piel, de las mucosas bucales, de los labios y de los
órganos genitales femeninos. Posteriormente el también ruso Dr. Sadychow,
informó que 13 de 27 pacientes cancerosos tratados con inyecciones
subcutáneas de áloe presentaron un notable incremento en anticuerpos, lo cual
se manifestó en diversos grados de mejoría. Wolfgang Wirth, autor del libro
Healing with Ëloe trata el cáncer aplicando una inyección subcutánea diaria de
1 ml de extracto de áloe bioestimulado durante 30 días consecutivos, a los
cuales sigue una pausa de otros 30 días, reanudando seguidamente el
tratamiento. Al mismo tiempo el enfermo debe tomar grandes cantidades de
jugo de zanahoria recién exprimido. Las curaciones logradas por Wolfgang
Wirth y por otros médicos que siguen el método de Filatov, están
popularizando esta terapia en los países del centro de Europa.
En unas declaraciones realizadas en septiembre de 1996 a la revista Hitech,
Steve Orndorff, vicepresidente de Univera Phytoceuticals, Inc. De Broomfield,
Colorado, anunciaba que muy pronto van a empezar a producir un agente
anticancerígeno derivado del áloe. Univera es filial de la gigantesca empresa
farmacéutica Nam Yam International, que con sede en Seúl, Corea, es también
propietaria de la compañía texana Ëloecorp, la cual es nada menos que el
mayor productor mundial de áloe procesado.
Quizás después de todo, las manifestaciones del padre Romain Zago a la
revista Tierra Santa no sean tan absurdas.
8
EL SIDA

Los experimentos de Terry Pulse


En el año 1989, Terry Pulse, médico de Grand Prairie, Texas, que se había
estado especializando en atender a pacientes con SIDA, comenzó a aplicar a
un grupo de 30 enfermos infectados con el virus de inmunodeficiencia humana
(VIH) un tratamiento consistente en una buena dosis de ácidos grasos omega
(en forma de aceite de prímula y EPA), una potente bebida nutritiva y entre
250 y 400 gramos de gel de áloe vera cada día. Todos los pacientes siguieron
con sus terapias usuales a base de AZT y otros medicamentos diversos. La
FDA no opuso ningún inconveniente, manifestando que dicho tratamiento no
podía ser catalogado como medicación, sino como complemento nutritivo.
El estado de gravedad de un enfermo de SIDA suele medirse según una
escala creada en el Hospital Walter Reed, que va del 1 al 15. Los enfermos
clasificados del 1 al 7 son aquellos en los que todavía no se han hecho
presentes los síntomas físicos de la enfermedad ni tampoco han aparecido las
enfermedades oportunistas que siempre acompañan al SIDA. Sin embargo en
las fases numeradas del 8 al 15 el enfermo comienza ya a experimentar el
síndrome en toda su expresión, su número de células T desciende
drásticamente y una enfermedad tras otra suelen poner la vida del paciente en
un riesgo cada vez mayor.
Pulse dividió sus 30 pacientes en tres grupos. El grupo primero incluía
enfermos de VIH catalogados según la escala modificada Walter Reed de 0+ a
1,9 (fase inicial de la enfermedad). El grupo II comprendía enfermos desde 2 a
5,9 en la misma escala (en fase intermedia) y el grupo III comprendía enfermos
cuya puntuación según la escala W. Reed iba de 6 a 14 (en los que la
enfermedad se había ya manifestado en toda su expresión). A los 90 días de
iniciado el tratamiento de Pulse los pacientes fueron sometidos a un minucioso
examen, que arrojó el siguiente resultado:
– 5 pacientes que inicialmente pertenecían al grupo III habían mejorado
hasta llegar a integrarse en el grupo I.
– 10 pacientes que inicialmente estaban también en el grupo III pasaron al
grupo II.
– 10 pacientes del grupo II mejoraron lo suficiente como para pasar al grupo I.
– 1 paciente del grupo I mejoró hasta alcanzar una puntuación de -0.
Así, tan sólo noventa días después de iniciado el tratamiento, Pulse
anunciaba que “los 30 enfermos presentan una mejoría significativa. En
algunos casos el número de células T se ha duplicado y en otros se ha
triplicado. Muchos de los pacientes pueden ahora llevar una vida totalmente
normal.”
Pulse pidió a dos autoridades médicas, el Dr. John Boyes y el Dr. Howard
Pyfer –el primero ex jefe de los consejeros médicos del presidente y el
segundo dueño y director de una reputada clínica en Bellevue, Washington–,
que supervisaran su experimento. Ambos médicos coincidieron en su
apreciación: la mejoría experimentada por los pacientes no sólo era
espectacular, sino que podía calificarse como un “hito histórico”.
Después de esta confirmación el Dr. Pulse pensó que los resultados de su
experimento constituían una buena noticia, que podía afectar positivamente a
la vida de muchos miles de personas y que por ello debía ser difundida. Así,
mientras seguía con el experimento, participó a la prensa los resultados
obtenidos hasta entonces.
Lamentablemente en el complejo mundo médico y más en lo referente a
enfermedades como el SIDA90 días se considera un plazo insuficiente para
declarar de buena fe el éxito de un experimento. Los medios de comunicación,
y en ellos muchos médicos, lo criticaron despiadadamente acusándolo de
exhibicionismo y de falta de ética profesional. Se dijo que los exámenes
habían sido incompletos y que por ello los resultados no podían considerarse
válidos. Ante el enorme escándalo suscitado la compañía de áloe que había
patrocinado el estudio decidió retirar su apoyo, por lo que el resto del
experimento siguió con los ácidos grasos y la bebida nutritiva pero, sin áloe.
También, a causa de la excesiva publicidad y de la campaña desatada en los
medios de comunicación, algunos participantes decidieron retirarse y no
seguir ya con el tratamiento.
Curiosamente, desde el momento en que dejaron de tomar el áloe la
mejoría de los enfermos que siguieron dejó de ser tan espectacular. Dos de
ellos no presentaron ya mejoría alguna. El estado de los restantes 24 varió
positivamente aunque en unos casos más marcadamente que en otros.
Finalmente 5 de los participantes que inicialmente estaban catalogados con
una puntuación de entre 7 y 2, pasaron a -0, es decir, que no presentaban ya
ningún rastro de la enfermedad. Los que inicialmente tenían puntuaciones
mayores de 8, descendieron 6 o 7 puntos de la escala Walter Reed. Un
paciente que comenzó el tratamiento con una puntuación de 14, con abundantes
tumores de cáncer linfático que ya amenazaban seriamente su vida, terminó
con una puntuación de 1 y en algunos casos el conteo de células T llegó a
quintuplicarse.
El hecho de que al dejar de tomar el áloe disminuyera notablemente el
ritmo de mejoría animó a Pulse a iniciar otro experimento, pero esta vez sólo
con áloe. Así, a finales de 1990 comenzó a tratar a 30 nuevos pacientes de
SIDA –que como en el caso anterior siguieron con sus respectivos tratamientos
de AZT y otras medicaciones diversas– con dosis de gel estabilizado de áloe
vera que variaban entre los 350 y los 450 gramos diarios. Al igual que había
ocurrido en el primer estudio, tres pacientes abandonaron el experimento, uno
por motivos personales y los otros dos fueron desechados por no ajustarse a
las normas establecidas.
Al año de iniciado este estudio 6 de los pacientes presentaban una
puntuación de +0, uno de -0 (sin traza alguna de la enfermedad) y uno de los
participantes que al inicio presentaba un cáncer terminal de gran volumen, tan
sólo a los cinco meses alcanzaba la puntuación de -0. Todos los participantes
mostraron un espectacular incremento en su número de células T y también en
la reducción de las enfermedades paralelas y oportunistas. En esta ocasión el
experimento se prolongó durante 18 meses y prácticamente todos los
participantes siguieron ya tomando gel de áloe como parte de su dieta.
Pero una vez más los resultados de este experimento fueron considerados
por la comunidad médica como no válidos. Básicamente porque no se había
efectuado bajo la modalidad de doble-ciego, con un grupo de control. Pulse
manifestó que por razones humanitarias se negaba a administrar un placebo a
enfermos que posiblemente morirían antes de terminado el experimento,
mientras el tratamiento con áloe podría ayudarles a sobrevivir y a mejorar.
Lamentablemente el doctor Terry Pulse falleció inesperadamente en 1993
mientras viajaba por Europa. Con su muerte la causa del SIDA perdió a uno de
sus más valientes luchadores y el áloe a uno de sus abogados más sinceros y
decididos.

Los trabajos de Bill McAnalley y Reginald


McDaniel
Como ya vimos anteriormente, en el año 1985 y trabajando para los
Laboratorios Carrington, Bill McAnalley había logrado identificar y aislar –en
la pulpa del áloe vera– la molécula de polisacáridos que fue denominada
acemanano, cuyas cualidades inmunoestimulantes parecían configurarla como
el ingrediente activo más importante del áloe.
Hasta McAnalley llegaron de un modo bastante casual y anecdótico
informes de varios enfermos de SIDA, que no se conocían entre sí, los cuales
habían sentido una notable mejoría después de tomar durante varios meses una
cierta bebida de áloe. En general, su fiebre y su fatiga habían disminuido o
incluso desaparecido y las infecciones eran mucho menos numerosas. En
algunos casos a los tres meses de estar tomando la bebida de áloe los
enfermos pudieron volver a sus antiguos trabajos, llevando ya desde entonces
una vida normal. McAnalley, recogió estos informes y se los presentó al Dr.
Reginald McDaniel -médico de gran prestigio- para que los evaluara.
El Dr. McDaniel los consideró sin fundamento y carentes de valor
probatorio alguno. Según sus propias palabras: “Examiné con mucho
escepticismo los casos que McAnalley había recopilado y me negué a
aceptarlos. Sólo después de observar durante varios meses la sorprendente
coherencia de sus datos y los resultados de los exámenes realizados, logré que
mi ego hiciera a un lado a la ‘lógica’ y así fue como me integré en esta
emocionante investigación.”
Poco tiempo después el Dr. McDaniel estaba iniciando un primer estudio
bajo la estricta supervisión de la FDA, con 14 enfermos de SIDA a los que
diariamente se les administraba una dosis de acemanano (entonces llamado
Carrisyn). En uno de sus informes preliminares, publicado en 1987 en la
revista Clinical Reseach decía: “a los 90 días de terapia la mejoría
experimentada por el grupo es de un 71%” (extracto en las referencias).
En el segundo estudio participó también el Dr. Terry Pulse, que por aquel
entonces era ya conocido como uno de los médicos más comprometidos del
país en la búsqueda activa de una cura para el SIDA. Su renombre entre los
enfermos era notable y siempre disponía de un gran número de afectados por
el virus deseando participar en sus experimentos. En este caso, a los 90 días
de iniciado el tratamiento, la mejoría global experimentada por los enfermos
fue de un 69%. Un 75% de los pacientes pudieron volver a sus trabajos o a sus
estudios, una vez concluido el estudio.
En el tercer estudio realizado por Dr. McDaniel
–esta vez con el médico Terry Eatson– participaron 26 enfermos de SIDA. Los
resultados fueron similares a los dos anteriores. Seguidamente la FDA ordenó
a McDaniel detener los experimentos con seres humanos hasta nueva orden,
una práctica bastante común en la FDA.
Imposibilitados para seguir experimentando en seres humanos, durante
1987 McDaniel, McAnalley y un grupo de colegas se centraron en las
investigaciones in vitro. Sus experimentos demostraron fehacientemente las
cualidades antivíricas del acemanano con respecto a una gran variedad de
virus, entre ellos el VIH, el virus del herpes simple, el virus de Newcastle, el
del sarampión y el de la rinotraqueítis.
McDaniel y sus colegas descubrieron que además de las cualidades
antivíricas del acemanano, éste actúa de varios modos distintos, rehabilitando
el sistema inmunológico, estimulando la multiplicación de los macrófagos, de
las células T y normalizando las células CD-4, de vital importancia para
combatir al VIH. Por otro lado, el acemanano combate también a todas las
enfermedades oportunistas que suelen acosar a los enfermos de SIDA, entre
ellas cánceres, tumores, úlceras diversas, colitis, enfermedades de la piel, etc.
Impresionados por los descubrimientos de McAnalley y McDaniel, los
doctores Debra Womble y Harold Helderman, de la Universidad de Texas,
decidieron experimentar también el comportamiento del acemanano ante una
serie de virus, entre ellos el VIH. Sus resultados coincidieron totalmente con
los obtenidos por McDaniel. En su conclusión decían: “la substancia activa
acemanano derivada del áloe vera ha demostrado ser un potente agente
inmunopotenciador in vitro... Consideramos que esta substancia posee un gran
potencial como agente antiviral.”
El siguiente experimento realizado en la Universidad de Texas, esta vez
bajo la dirección del Dr. Kemp, evaluó la efectividad del gel de áloe contra el
VIH y el virus del herpes simple en combinación con el AZT. En este caso a
los voluntarios participantes se les redujo la dosis de AZT de 500 miligramos
al día a tan sólo 50 miligramos, tomando además medio litro diario de jugo de
áloe con acemanano. El resultado mostró que el resultado de dicho tratamiento
combinado de jugo de áloe/acemanano con una dosis mínima de AZT era igual
o superior al usual de AZT, evitándose así no sólo los desastrosos efectos
secundarios del AZT sino también su alto costo económico.
En opinión de muchos autores éste y otros experimentos que siguieron, en
los que el áloe o acemanano fue evaluado conjuntamente con el AZT, tuvieron
la básica finalidad de ir acostumbrando a la comunidad médica al áloe.
Debido al tipo de mentalidad predominante, toda nueva terapia –y más si
como en este caso se trata de una planta– es asimilada con más facilidad si
inicialmente se presenta junto a otra ya totalmente aceptada –en este caso el
AZT.
En 1991 El Dr. McDaniel llevó este tipo de experimentos conjuntos
acemanano/AZT hasta el límite, demostrando que el virus del SIDA era total y
efectivamente destruido por una combinación de 15 partes de acemanano con
0,0001 parte de AZT, es decir, cien mil veces menos AZT que acemanano. En
la actualidad el acemanano se halla ya en la fase final de los complicados
trámites que lo convertirán en un medicamento oficial para combatir el SIDA y
un amplio número de otras enfermedades.

Experimentos realizados en otros países


Uno de los primeros estudios piloto realizados fuera de los Estados
Unidos fue el efectuado en 1990 por el Dr. Weerts y sus colegas, en Bélgica.
En él participaron 47 enfermos de SIDA, 37 hombres y 10 mujeres de edades
comprendidas entre los 23 y los 67 años. Con ellos se formaron tres
subgrupos. Durante las 24 semanas que duró el experimento a los componentes
de uno de los subgrupos se les administró diariamente 800 mg de acemanano y
un placebo, a los de otro, acemanano y AZT y a los del tercer subgrupo, AZT y
un placebo.
El grupo tratado con AZT mostró efectos secundarios notables, no así los
grupos que recibieron el acemanano. El grupo tratado con acemanano y AZT
presentó un muy notable incremento de células CD4+, que permanecía seis
meses después de concluido el estudio. El grupo que recibió AZT también
mostró un aumento en sus células CD4+ pero dicho incremento fue mucho más
inestable y pasajero. Al terminar el estudio las esperanzas de vida de los
enfermos que fueron tratados con acemanano se consideró que eran al menos
nueve meses superiores a las del resto de los enfermos participantes.
Durante 1991, en Vancouver y Calgary, (Canadá) se iniciaron sendos
estudios doble-ciego del estilo del realizado en Bélgica, bajo los auspicios
del Canadian HIV Clinical Trials Network. Los resultados mostraron que entre
las semanas 16 y 48 el recuento de las células CD4+ de los pacientes que
tomaron acemanano literalmente se disparó. En la conclusión decían los
investigadores que “el acemanano ha demostrado ser un tratamiento efectivo y
totalmente desprovisto de toxicidad”.

Acemanano: Una esperanza para los enfermos de


SIDA
Aunque los resultados obtenidos hasta ahora son ciertamente
esperanzadores las autoridades médicas manifiestan que es prematuro y
aventurado considerar al acemanano como una cura para todos los enfermos
de SIDA o para todos los infectados con el VIH. En palabras del Dr. Dennis
Pullin, “el acemanano no es considerado como una cura para el SIDA. Sin
embargo se ha visto que en muchos casos detiene la progresión de la
enfermedad y da al paciente la posibilidad de vivir una vida relativamente
normal, sobre todo cuando se lo utiliza en combinación con el AZT.”
Los trámites y los estudios necesarios para que las autoridades sanitarias
de los Estados Unidos aprueben un medicamento de este tipo se estima que
tienen una duración media de 12 años y un costo superior a los 350 millones
de dólares. Mientras tanto, muchos miles de personas ven como su vida se
agota, sin tener acceso a lo que tal vez podría ser su tabla de salvación. Tal
vez sea oportuno recordar una vez más que el acemanano es uno de los
componentes del áloe y que el áloe sigue siendo relativamente barato y fácil
de conseguir y de cultivar.
9
EL CULTIVO DEL ALOE

Las zonas destinadas al cultivo comercial del áloe necesitan disfrutar de


un clima cálido, cuyas temperaturas en invierno muy raramente lleguen a los
cero grados. Debe ser una zona de regadío, con tierra porosa y a ser posible
con una ligera pendiente a fin de que el agua no se quede encharcada. El PH
del suelo debe ser ligeramente ácido y el agua de riego deberá tener un
contenido muy bajo en sodio. En los Estados Unidos estas condiciones tan
sólo se hallan en el Sur de Texas, Sur de la Florida y Sur de California.
Normalmente las hojas de las plantas cultivadas en el valle del Río
Grande o en el Sur de la Florida suelen pesar entre 600 gramos y un kilo. Cada
planta necesita un espacio de un metro cuadrado aproximadamente, de este
modo, una hectárea aloja entre 10.000 y 12.000 plantas. En condiciones
normales cada planta rinde entre 15 y 30 kilos de hojas al año, lo cual supone
una producción por hectárea de entre 150 y 360 toneladas anuales. Asumiendo
que cada diez kilos de hojas generen 7 litros de jugo, la producción media por
hectárea y año será de unos 250.000 litros. Pero muchos cultivadores no
disponen de instalaciones para procesar su cosecha, por lo que tienen que
venderla a mayoristas o directamente a fabricantes de productos de áloe. El
precio medio que obtienen por kilo de hoja oscila entre 20 y 40 centavos, lo
cual supone un ingreso por hectárea de entre 30.000 y 140.000 dólares. Es una
cantidad sustanciosa, pero no debemos olvidar que durante los primeros 18 o
20 meses no hay cosecha. Luego está el costo de la tierra, la mano de obra, los
fertilizantes y el riesgo de que una helada imprevista destruya no sólo la
cosecha, sino la plantación entera, como ocurrió durante el invierno de 1983
en el que una fuerte helada destruyó el 96% de los cultivos de áloe existentes
en el valle del Río Grande.
Sin embargo, incluso en aquellos momentos, las referencias a la creencia –
o superstición– de que el áloe genera “buenas vibraciones” y propicia la
buena suerte fueron frecuentes. Según Ray Henry, directivo de la compañía
Aloe Corp, la helada de 1983 fue lo mejor que les pudo haber ocurrido a los
cultivadores de áloe del Sur de Texas. La voz de que con el áloe se podían
logran grandes ingresos se había corrido rápidamente y cada año eran más los
granjeros que abandonaban los cultivos tradicionales para dedicarse al áloe,
atraídos también por el hecho de que con esta planta la cosecha se extiende
durante los 12 meses del año. Como suele ocurrir, llegó en momento en el que
la producción era muy superior a la demanda. En aquel preciso instante fue
cuando la Naturaleza intervino, congelando todo el Sur del país. Gracias a las
ayudas oficiales y a los fondos para desastres naturales los agricultores
obtuvieron más dinero del que probablemente habrían logrado con la venta de
sus cosechas y desde entonces muchos de ellos se dedicaron ya a otro tipo de
cultivos.
En los cultivos comerciales de áloe no suele ser necesaria la utilización de
insecticidas y pesticidas, pues el sabor amargo de la savia es suficiente para
desanimar a los insectos y a otros posibles depredadores. Las investigaciones
realizadas han demostrado que sólo las plantas débiles o en floración son
atacadas por las plagas. Curiosamente uno de los parásitos que sí ataca a la
raíz –esté la planta sana o enferma– es el hongo del tabaco. Afortunadamente
la solución es bien fácil: evitar que se acerque al cultivo alguien fumando
(cigarrillos o pipa) o mascando (y escupiendo) tabaco.
Durante la floración la planta es mucho más vulnerable a las plagas y a las
enfermedades, pues en ese momento gran parte de su savia desaparece de las
hojas, pasando al tallo y a las flores. La vulnerabilidad de la planta –
especialmente a los insectos– está directamente relacionada con la cantidad de
savia existente en sus hojas. Este hecho era ya bien conocido en tiempos
antiguos, por ello se cosechaba antes de la floración. Así dice Plinio:
“Recolectar la savia antes de que aparezca la estrella del perro” (Sirio,
perteneciente al signo astrológico de cáncer).

Cómo cultivar sus plantas de áloe


Sin lugar a dudas la mejor forma de utilizar el áloe vera y de aprovecharse
de todas sus ventajas es cultivando uno mismo sus propias plantas. Si dispone
usted de un trozo de terreno o de un jardín, póngalas allí. De no ser así
necesitará macetas grandes, por lo menos de 50 o 60 cm. de diámetro. Este
tamaño es imprescindible para que la planta pueda desarrollarse bien y pueda
alcanzar la madurez necesaria a fin de que sus hojas lleguen a poseer las
cualidades curativas óptimas. El áloe necesita una tierra porosa o incluso
arenosa y también estar expuesto al viento. El viento fortifica a la planta y la
hace crecer sana y sin problemas. Al menos un par de horas de sol al día son
también necesarias. Deberá regarse con agua abundante, pero no con
demasiada frecuencia. De hecho, casi las dos únicas formas de arruinar una
planta de áloe son regándola demasiado frecuentemente o exponiéndola al frío.
Puede soportar temperaturas ligeramente inferiores a 0 grados centígrados,
pero siempre que la tierra no llegue a congelarse. Crece bien en toda la zona
tropical, subtropical y templada, con tal que durante los inviernos no haya
nevadas ni heladas violentas y, como la mayoría de las plantas, en invierno
necesita mucha menos agua que en verano. En los lugares templados y fríos
será necesario llevar las macetas al interior de la casa durante las noches frías
de invierno o bien, si están en tierra, inventar algún tipo de protección.
Cuando se cultive en macetas interiores en lugares templados o fríos será
necesario trasplantarla varias veces, adecuando el tamaño del tiesto al de la
planta de modo que el diámetro de la maceta no exceda a 1/3 de la longitud de
las hojas más largas. Fuera de su clima natural, el crecimiento del áloe no es
continuo, deteniéndose entre 4 y 6 meses cada año, durante la época invernal.
Si la maceta es demasiado grande, durante estos meses de reposo las raíces
seguirán desarrollándose en detrimento de las hojas. Sin embargo en lugares
donde se pueda cultivar en el exterior –o cultivada en el interior en climas
cálidos– será siempre preferible una maceta grande o, mejor todavía, el suelo.
Si la tierra no es suficientemente porosa será conveniente mezclarle arena.
Contrariamente a lo que algunos creen, el áloe no crece bien en un suelo
pobre, necesita una tierra rica en nutrientes y ligeramente ácida. Si se cultiva
en macetas de interior tal vez sea necesario añadirle algún fertilizante un poco
antes de que inicie la época de crecimiento primaveral, aunque si la idea es
utilizar las hojas medicinalmente parece aconsejable evitar los fertilizantes
químicos. Un fertilizante adecuado suelen ser las cenizas. Otra buena táctica es
regar la planta con el agua que se ha utilizado para cocer verduras o
legumbres, pues suele ser muy rica en nutrientes. En las macetas es
conveniente que la capa inferior sea de grava, a fin de asegurar un buen
drenaje (vigilando siempre que el agujero no quede obstruido).
Al cultivar el áloe es conveniente recordar siempre cual es su medio
natural. Crece silvestre en lugares cálidos, con muy poca lluvia y siempre en
laderas bien drenadas, jamás en el fondo de valles ni en lugares donde el agua
pudiera estancarse. Por ello se deberá regar abundantemente pero pocas
veces. Si las plantas están en el exterior lo ideal será no regarlas durante todo
el invierno, dejando que la lluvia las provea de agua. Durante el verano se
podrán regar cuando se considere necesario (dos o tres veces por mes si están
en macetas y el clima es muy cálido y seco) pero siempre recordando que la
falta de agua no le perjudica apenas, sin embargo el exceso la puede matar.
Las plantas que estén en el suelo necesitan ser regadas con mucha menos
frecuencia, ya que sus raíces tienen acceso a capas en las que la tierra
conserva siempre cierta humedad. Una buena táctica para evitar el regado
excesivo de las macetas es pegar una etiqueta en un costado del tiesto y anotar
en ella las fechas en que se riega.
El áloe necesita luz y sol en abundancia. Sin embargo las plantas muy
pequeñas no es conveniente exponerlas a los rayos directos del sol del verano.
También es necesaria cierta precaución al exponer al sol las macetas que
durante meses han estado en el interior. En estos casos será necesario
proceder gradualmente.
Es conveniente no regar las plantas en los 8 días anteriores a la
recolección, a fin de que los ingredientes curativos presentes en la hoja se
hallen más concentrados.

Algunos síntomas preocupantes


Aunque el áloe estará entre sus plantas domésticas que menos cuidados
requieran, siempre existe la posibilidad de que se presente algún problema.
Los siguientes son algunos de los síntomas más comunes y su posible
significado.
– Hojas replegadas hacia el interior y más bien
delgadas . Posiblemente se trate de falta de agua. Si la planta no recibe
toda el agua que necesita se verá obligada a consumir la que tiene almacenada
en sus hojas.
– Hojas más horizontales que verticales. Puede ser un indicio de luz
insuficiente o también de que los retoños están absorbiendo la vitalidad de la
planta. Cuando hayan alcanzado una altura de 15 cm. los retoños deberán
separarse siempre de la planta madre.
– Las hojas (principalmente las inferiores) se doblan. Exceso de agua.
– Hojas demasiado obscuras en la parte superior. La planta ha sido expuesta a
un sol excesivo, después de haber permanecido meses a la sombra.
– Pequeñas manchas obscuras. El agua de riego contiene una cantidad
excesiva de flúor. Utilizar sólo agua purificada.
– Crecimiento excesivamente lento. Los motivos pueden ser varios:
Suelo o agua de riego demasiado alcalinos. Exceso o carencia de agua.
Los retoños están absorbiendo la vitalidad de la planta madre.
La maceta es demasiado grande (en climas fríos).
La maceta es demasiado pequeña, bloqueando el desarrollo normal de la
planta.
– Las hojas se pudren en su base, desprendiéndose seguidamente. Exceso de
agua o drenaje defectuoso.
– Hojas excesivamente blandas al tacto. Exceso de agua o de abono.
Si su planta declina de un modo evidente y no es a causa de ninguno de los
motivos mencionados, es posible que sus raíces estén siendo afectadas por la
cochinilla. Se trata de un insecto diminuto, apenas visible a simple vista pero
fácilmente apreciable por formar depósitos blanquecinos o de aspecto
ceniciento sobre las raíces de las plantas que son cultivadas en macetas. En
este caso será necesario cambiar toda la tierra, extirpando las raíces
demasiado dañadas y lavando el resto con agua tibia. Seguidamente se
introducirán las raíces de la planta en alcohol de quemar y luego se plantará en
una tierra nueva.

Los secretos de G.W. Reynolds


El botánico G.W. Reynolds decía que “con el tratamiento y el clima
adecuado el áloe es la planta más fácil de cultivar... Uno de los grandes
secretos para disfrutar de áloes grandes y sanos es añadir a la tierra arena y
ceniza de huesos. Teniendo en cuenta que en estado silvestre crece en lugares
secos y muy cálidos, es evidente que está acostumbrado a resistir las sequías,
por ello, en los jardines pedregosos no se le debería regar jamás, dejándolo
que dependa tan sólo del agua de lluvia. Otro gran secreto es la forma en la
que está plantado. En estado silvestre es muy raro hallar áloes con el tallo
introducido en el suelo. El tallo queda sobre el suelo, tan sólo las raíces
penetran en la tierra...”
Los áloes son de crecimiento lento. Si usted va a utilizar sus hojas con
cierta frecuencia es conveniente que disponga de varias plantas en diferente
fase de desarrollo, utilizando siempre las hojas más bajas de la planta de más
edad, para así aprovechar al máximo sus cualidades benéficas.
10
USOS DEL ALOE DE LA “A” A LA “Z”

Como hemos visto a lo largo de este libro el áloe ha sido utilizado para
tratar una enorme variedad de problemas médicos –tanto en el hombre como
en los animales– y cada día las investigaciones y las obras especializadas nos
sugieren nuevos usos. El amplio espectro de sus funciones lo convierten en un
remedio multivalente. Recordemos que es:
Un excelente limpiador y antiséptico natural (contiene al menos seis agentes
antisépticos: lupeol, ácido salicílico, nitrógeno de urea, ácido cinámico, fenol
y azufre), que penetra fácilmente en la piel y en los tejidos (en algunas
ocasiones cruzando siete capas distintas), que actúa como anestésico
calmando todo tipo de dolores (especialmente los musculares y de las
articulaciones) y tranquilizando los nervios, que posee una gran actividad
bactericida, que también destruye numerosos tipos de virus, que es fungicida,
antiinflamatorio, antiprurítico (detiene la comezón), altamente nutritivo
(contiene vitaminas, minerales y azúcares), dilata los capilares sanguíneos
incrementando la circulación en la zona afectada, descompone y destruye los
tejidos muertos (incluyendo el pus), favorece el crecimiento celular normal
(acelerando la curación de llagas y heridas), hidrata los tejidos y es
antipirético (elimina la sensación de calor en las llagas, úlceras e
inflamaciones).
Los siguientes son algunos de los problemas para los que ha sido utilizado con
éxito:
A Alergias, abscesos, adicciones (a drogas diversas), aftas, afonía,
agotamiento, asma, ampollas, amigdalitis, acné, acidez de estómago, anemia,
artritis, arteriosclerosis, anorexia.
B Bronquitis, bursitis.
C Calambres musculares, calvicie, caspa, cataratas, celulitis, ciática,
cirrosis, cólicos, colitis, contusiones, cortes, cistitis, carbunclo, cortes al
afeitarse, catarros, congestión intestinal, cáncer, cándida, comezones de todo
tipo, congestión nasal.
D Dermatitis, diabetes, disentería, depresión, dolores de cabeza, dolores
en las articulaciones, dolores de muelas, dolores de estómago, dolores
musculares.
E Edema, erisipela, epidermitis, exantema, enteritis, esterilidad debida a
ciclos anovulatorios, esclerosis múltiple, esguinces, erupciones, enfermedades
de las encías.
F Forúnculos, fiebres sin identificar, flatulencias.
G Gangrena, glaucoma, gota, gripe.
H Hemorroides, hepatitis, herpes genital, herpes zoster, halitosis, heridas
de todo tipo, hipertensión, hongos.
I Insuficiencia arterial, insomnio, ictericia, irritación bucal, indigestión,
infecciones por levaduras, infecciones de la vejiga y de los riñones.
J Jaquecas. K Keratosis folicularis.
L Laringitis, lepra, lupus, luxaciones, leucemia.
M Mal aliento, mastitis (en las vacas), manos ásperas, manchas en la piel,
manchas congénitas, meningitis, miopía, mordeduras de serpientes.
N Náuseas de todo tipo.
O Obesidad, olores (supresión del mal olor en las úlceras), enfermedades
de los ojos.
P Pie de atleta, piel seca, pezones estriados, parásitos intestinales,
picaduras de insectos, pecas seniles, picaduras de víboras y alacranes,
psoriasis, prostatitis, picores de todo tipo, problemas del páncreas diversos.
Q Quemaduras (térmicas, por radiación, solares, químicas o por líquidos).
R Resfriados.
S Sabañones, seborrea, sinusitis, SIDA.
T Tendonitis, tracoma, tuberculosis, torceduras, tos, tortícolis.
U Uñas encarnadas, úlceras en las piernas, úlcera péptica, úlcera de
duodeno, (todo tipo de úlceras), urticaria.
V Vaginitis, varices, virus de Epstein.
Z Zoster (herpes).

Utilización casera del áloe


La hoja recién cortada posee unos efectos terapéuticos mucho más potentes
que cualquier extracto o gel comercial de los existentes en la actualidad. Si no
tiene Vd. una planta de áloe en casa, vale la pena que compre una. Los
beneficios que de ella obtendrá le compensarán con creces de su modesto
costo. Mi consejo es que sea una planta de áloe vera (áloe barbadensis
Miller), por la mayor carnosidad de sus hojas. Aunque el áloe arborescens o
el áloe ferox –generalmente más abundantes en las tiendas de plantas
ornamentales– son igualmente válidas. Tan sólo por su utilidad como primer
auxilio en caso de quemaduras, pequeñas heridas y problemas cutáneos, será
ya una buena inversión. Además, recuerde que desde hace miles de años –y en
muchos lugares todavía en la actualidad– se cree que la planta de áloe genera
influencias benéficas en el entorno en el que se halla.
Para que una planta posea las cualidades curativas óptimas deberá haber
alcanzado su madurez, esto es, tener al menos entre año y medio y dos años. A
la hora de utilizarla corte siempre una de las hojas inferiores, pues son las más
gruesas, las más maduras y las de mayor efecto terapéutico. Arránquela
desprendiéndola del tronco. Con un cuchillo, corte los tres o cuatro
centímetros inferiores de la hoja (toda la parte blanquecina y un poco más),
desechándolos. Seguidamente –sobre todo si va a ser utilizada internamente–
manténgala durante unos minutos en posición vertical o ligeramente inclinada a
fin de que la sabia amarilla se vaya drenando. Aunque la sabia es muy rica en
substancias curativas, en ella está también contenida la aloína, cuyo sabor
amargo y sus efectos purgantes hacen que su uso para usos internos sea
desaconsejable. También puede tener efectos ligeramente irritantes sobre la
piel o sobre las mucosas cuando se la utiliza externamente.

Aplicaciones externas
Después corte los bordes de la parte que vaya a utilizar en este momento, a
fin de eliminar las espinas. Seguidamente parta la hoja longitudinalmente por
la mitad. En la utilización externa se ha observado que los efectos son mucho
más rápidos y contundentes cuando se aplica un trozo de hoja sobre la zona
afectada, con la pulpa en contacto con la piel pero sin desprenderla de la
corteza. Para mantenerla en su lugar se puede utilizar una venda o
esparadrapo. Cuando por las características de la lesión a tratar no sea
posible mantener la corteza, se podrá extraer la pulpa con una cuchara,
machacándola o moliéndola seguidamente para facilitar su aplicación. Antes
de aplicar la pulpa es muy importante lavar bien la zona de la piel en la que se
va a utilizar. Estudios realizados por el Dr. Ivan E. Danhof han demostrado
que el áloe penetra en la piel al menos cuatro veces más rápido que el agua.
Ello le confiere una gran utilidad cuando es combinado con otros elementos
nutritivos o curativos, pero es muy importante lavar cuidadosamente la piel
antes de utilizarlo –sobre todo en las heridas y quemaduras– pues de lo
contrario podría introducir en el cuerpo la suciedad, las impurezas e incluso
las bacterias y microbios acumulados sobre la piel. Las aplicaciones se
pueden repetir cada hora, lavando siempre la piel antes de cada nueva
aplicación.
En las quemaduras es importante recordar que cuanto antes se atiendan
más rápida será su cura y menores las cicatrices. Se deberá aplicar
generosamente pulpa de áloe machacada o una buena crema comercial de áloe,
varias veces al día.
En caso de quemaduras de cierta importancia es conveniente refrescar la
zona afectada con agua corriente durante 15 o 20 minutos. De este modo se
logra bajar la temperatura de la piel, impidiendo que siga quemándose por sí
sola. Esta simple medida, junto a la siguiente aplicación del áloe, harán que la
curación sea rápida y completa.
Para evitar las quemaduras de sol –y el consiguiente riesgo de contraer
cáncer de piel– es conveniente aplicarse una buena crema de áloe al menos 20
minutos antes de exponerse a los rayos solares y, como siempre, asegúrese de
que dicha crema contiene realmente un buen porcentaje de áloe.
En algunas ocasiones el uso externo de la pulpa de áloe puede resecar
excesivamente la piel, lo cual podría resultar contraproducente en caso de
ciertas enfermedades cutáneas. Para solucionar este problema se puede
mezclar con aceite de oliva o de almendras dulces, o bien se recurrirá a una
buena crema comercial de áloe.

Uso interno
Cuando la pulpa del áloe vaya a ser consumida internamente se podrá
separar de la corteza del modo indicado, con la cuchara, o bien se pelará la
hoja con el cuchillo cortando seguidamente la pulpa en cubos, con cuidado de
que no queden trozos de corteza para evitar su sabor amargo. Aunque el sabor
de la pulpa no es desagradable, ciertamente su aspecto mucilaginoso la hace
muy poco apetitosa e incluso, para algunas personas, algo repugnante. Hay
quienes prefieren molerla en una licuadora y tomarla mezclada con zumos de
fruta o con miel, mientras que otros la toman en ensalada o directamente
mordiendo la hoja recién pelada.
Para conservarla se molerá inmediatamente después de pelada la hoja,
guardándola después en el frigorífico. De este modo conserva sus cualidades
medicinales por lo menos durante dos semanas. En caso de que su color se
hiciera más obscuro ello indicaría que el proceso de oxidación ha comenzado
ya, por lo cual se deberá desechar.
En los casos de problemas bucales, llagas, heridas por extracciones,
gingivitis o estomatitis, se molerá la pulpa, manteniendo el gel en la boca todo
el tiempo que sea posible y procurando que permanezca en contacto con la
zona afectada.

Alergias
Según un informe publicado en 1980 por los doctores Morrow, Rapoport y
Strick, menos de un 1% de la población es alérgica al áloe. Ciertamente es una
proporción muy baja si la comparamos con algunos medicamentos o incluso
con alimentos bastante comunes. Pero podría darse el caso de que estuviera
Vd. comprendido dentro de ese casi 1%. Por ello es aconsejable que antes de
tomar o de aplicarse externamente la pulpa de áloe o algún producto comercial
a base de áloe, compruebe que no va a sufrir reacciones desagradables de tipo
alérgico. La mejor manera es aplicarse un poco de gel de áloe o de pulpa
recién extraída de la hoja en algún lugar donde la piel sea fina, como por
ejemplo en la parte interna del brazo, o detrás de la oreja. Si durante la hora
siguiente no experimenta ningún tipo de comezón ni de erupción cutánea, ello
indicará que no es usted alérgico al áloe. Si por el contrario se presentaran
dichas reacciones desagradables, puede ser que el áloe no sea adecuado para
usted. No obstante, si efectuó la prueba con algún producto comercial será
conveniente que la vuelva a realizar otro día con pulpa de áloe recién cortada,
pues podría darse el caso de que la alergia no fuera generada por el propio
áloe sino por algún producto utilizado en el proceso de conservación o
estabilización.
Alergia a los sulfitos. Quienes sean alérgicos a los sulfitos deberán
abstenerse de tomar gel o jugo de áloe vera comercial, pues son muchas las
marcas, aunque no todas, que utilizan esta substancia como conservante sin
advertirlo en la etiqueta.

Advertencias finales
Tanto quienes utilizan el áloe con asiduidad, como quienes lo cultivan, lo
procesan, lo venden, o escriben sobre él saben que posee cualidades
extraordinarias, pero también tiene sus limitaciones. En los Estados Unidos es
muy común que quienes comercializan directamente productos de áloe
manifiesten que su compañía no proclama ninguna de sus supuestas cualidades
curativas, pero seguidamente suelen relatar alguna cura casi milagrosa
ocurrida personalmente a ellos o algún familiar o conocido suyo. Aunque
dichas curas pueden ser reales, ello no significa que siempre sean repetibles.
El áloe no es un cura-lo-todo, sus efectos benéficos pueden variar de unas
personas a otras y, por supuesto, dependerán de la calidad del producto o de la
hoja utilizada.
Si compra gel de áloe para uso interno averigue antes cual es su contenido
de polisacáridos mucilaginosos (algunas veces denominados
mucopolisacáridos o incluso MPS). Si la etiqueta no contiene esta
información, no lo compre. Busque un producto que contenga al menos 1.200
mg. de polisacáridos por litro. Recuerde que la cantidad recomendada para las
personas sanas es de 1.200 mg. de polisacáridos al día. Los enfermos deberán
tomar al menos 3.000 mg. diarios de polisacáridos de áloe o mucho más si la
enfermedad es grave.
Las mujeres embarazadas deberán utilizar el áloe con prudencia, ya
Paracelso decía que “tomado durante cierto tiempo puede provocar
evacuaciones menstruales”, por lo que podría causar el aborto.
En caso de enfermedades graves, no interrumpa por iniciativa propia el
tratamiento médico que esté siguiendo para probar con el áloe vera. Si cree
usted que el áloe le podría ayudar, consulte antes con un médico naturista y
expóngale sus razones. Realmente, nada le impide utilizar el áloe como
complemento a su tratamiento médico actual. Salvo en el caso poco probable
de que sea usted alérgico a ella, la maravillosa “planta que cura” tan sólo le
reportará beneficios.

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Ethnopharmacol, 28:2, 1990 Feb, 215-20. «Para averiguar los efectos de la savia de las hojas del áloe
barbadensis y de su principio amargo sobre los niveles de glucosa en el plasma de ratones diabéticos
(alloxan) se les administró una dosis oral de 500 mg/k de áloe y una dosis intraperitoneal de 5 mg/kg del
principio amargo. El efecto hipoglicémico de la dosis oral sobre la glucosa del serum fue insignificante
mientras que el del principio amargo fue altamente significativo y perduró durante 24 horas, observándose
la máxima hipoglicemia 8 horas después de la administración».
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Clumeck N. & Hermans P . Antiviral drugs other than zidovudine and immunomodulating therapies in
human immunodeficiency virus infection. . 172.»El carrysin es un polisacárido derivado del áloe
barbadensis con propiedades antivirales e inmunomodulatorias. Evita que el virus penetre en la célula
combinándose con la timidina del virus libre en el exterior de dicha célula. Mediante una técnica
inmunofluorescente de observación de las células sanguíneas en los enfermos de SIDA a los que se ha
administrado el carrisyn hemos podido detectar una reducción de los efectos citopáticos y también de las
células infectadas aglomeradas, Estas propiedades inmunomodulatorias proceden de una estimulación de
los fibroblastos y de las monocito-macrófagas. Hasta este momento tan sólo disponemos de resultados
clínicos e inmunológicos. En ocho pacientes que toman 250 mg cuatro veces al día hemos observado una
disminución en las diarreas y en la sudoración nocturna. También una regresión en las fases de Walter
Reed. En otro grupo de doce pacientes, a los seis meses de inciado el tratamiento, su conteo de células
CD4 había aumentado. La posibilidad de absorción oral y su ausencia de toxicidad son propiedades muy
interesantes. En la actualidad tenemos en curso estudios doble-ciego...»
Coats, Bill C. The Silent Healer. A Modern Study of Aloe Vera. Tercera edición 1996. Publicado por el
autor.
Coats, Bill C. Aloe Vera, The Inside Story. Publicado por el autor. 1995. Coats, Bill. C. Holland, Richard &
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Collins, C.E. & Collins, C. Roentgen dermatitis treated with fresh whole leaf of Aloe vera. American
Journal of Roentgenology. 33:396. 1935. «Los informes sobre dermatitis originada por una sobreexposición
a los rayos Roentgen comenzaron a darse muy pocos años después de que estos rayos fueran dados a
conocer a la profesión médica. En muchos casos estas lesiones son generadas por exposiciones muy
cortas que sin embargo superan la «dosis» tolerada. La subsiguiente aplicación de trayos ultravioleta
contrarresta un cierto porcentage de los daños causados por los rayos Roentgen, ello genera una cierta
pigmentación de la piel, pero previene alteraciones cutáneas mórbidas. No obstante, son muy numerosos
los casos de operarios de roentgenología y de pacientes que, por un cálculo erróneo de la dosis, por una
hipersensibilidad inesperada o por otros motivos, sufren de diversos grados de dermatitis, generalmente
con reacciones tardías y en algunos casos con lesiones permanentes y progresiva destrucción de los
tejidos subyacentes... El siguiente es un caso típico elegido al azar: Mujer blanca, de treinta y dos años de
edad, presenta una zona escamosa de 4 x 8 cm en el lado izquierdo de la frente que se extiende hasta 2
cm sobre la línea del cabello. Su historial muestra que en Mayo de 1932 recibió (en otra ciudad) un
tratamiento depilatorio con rayos Roentgen. Catorce meses después la piel de su frente y cuero cabelludo
comenzó a volverse áspera y escamosa, con comezón continua (desmatitis exfoliativa). Entre Julio de
1933 y Marzo de 1934 ha consultado a tres médicos diferentes, los cuales coincidieron todos en el
diagnóstico y le recetaron ácido bórico, fenol en aceite de oliva, ichtiol, un ungüento mercurial y óxido de
cinc. Su estado se fue empeorando progresivamente presentando abundancia de escamas y supuración
serosa. La paciente manifestó que el dolor y la comezón eran tan intensas que se vio obligada a dormir
con guantes de algodón para evitar rascarse mientras dormía. Tras revisar su historial y examinar a la
paciente le indicamos que posiblemente sería necesario un injerto de piel. Le suministramos una cierta
cantidad de hojas frescas de áloe vera indicándole cómo debía aplicárselas localmente. Veinticuatro horas
después nos informó que la comezón y el dolor habían desaparecido totalmente. Le indicamos que siguiera
aplizándose las hojas de áloe. Durante las cinco semanas siguientes la examinamos varias veces y la
mejoría era clara y continua. Al final de este periodo (Abril de 1934) la regeneración de la piel en su frente
y cuero cabelludo era total. Le había crecido nuevo cabello, con total ausencia de cicatrices y la piel de la
zona era ligeramente más blanca. El 23 de Julio la vimos de nuevo, la curación era total y completa sin
ningún signo de recaida. Al exponerse a los rayos del sol del verano la piel de la zona afectada había
adquirido una pigmentación idéntica a la del resto de su rostro.»
Crewe, JE. The External Use of Aloes. Minnesota Journal of Medicine. Oct.1937. Vol 20, 538-539.
«La literatura médica reciente contiene excelentes artículos sobre el tratamiento de las quemaduras.
Aunque existen métodos muy numerosos, los generalmente más aceptados utilizan ácido tánico. En el
tratamiento de Bettman se aplica el ácido tánico en spray y seguidamente una solución al 10% de nitrato
de plata. Este procedimiento presenta claras ventajas si lo comparamos con el ácido tánico solo. Aunque
este método es bueno, con frecuencia he tenido problemas de infecciones y también por el mucho tiempo
necesario para la separación del coágulo. Por ello ha sido para mí una gran alegría encontrar un
tratamiento que no presenta ninguno de esos inconvenientes. El método es tan simple y los resultados tan
satisfactorios que desde la primavera de 1935, para tratar las quemaduras, lo he utilizado ya
exclusivamente... Utilizo un ungüento en el cual el ingrediente activo es áloe socotrino o de Barbados.
Mezclo dos dracmas de áloe con dos dracmas de aceite mineral y una onza de vaselina blanca...» (sigue la
descripción del método, el detalle de varios casos y un comentario final).
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Dioscórides, Pedanius. Materia Médica. «....de fuerte olor y muy amargo al gusto. tiene una sola raíz,
como una estaca. Crece mucho en la India, y de allí procede el jugo. También crece en Arabia y en Asia y
en ciertos lugares costeros e islas... Tiene el poder de unir, de producir el sueño, de secar, de fortalecer el
cuerpo y aflojar el vientre. Si se toman dos cucharadas con agua fría o leche caliente limpia el
estómago;...
detiene los esputos de sangre y limpia la ictericia. Tomado con vino, con agua o con miel afloja el
vientre pero si se toma más de tres dracmas es purgante. Al mezclarlo con otras medicinas purgantes
hace que éstas sean menos dañinas para el estómago. Seco y espolvoreado cura las heridas y hace
cicatrizar los abscesos. Cura prontamente los genitales ulcerados y los prepucios rotos de los niños.
También cura las placas del asiento, si se le mezcla con vino dulce. Utilizado con miel detiene los flujos de
sangre que vienen con las hemorroides y las hace cicatrizar. Cura la inflamación y el escozor de las
esquinas del ojo y el dolor de cabeza si se mezcla con acetum y rosaceum y se le aplica sobre la frente y
las sienes. Con vino detiene la caída del cabello y con miel y con vino es bueno para las amígdalas y
también para las encías y las heridas de la boca. Para las medicinas de los ojos se le asará en una vasija
limpia de barro rojo, moviéndolo constantemente para que se tueste de modo uniforme...»
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Fahim MS; Wang M. Zinc acetate and lyophilized aloe barbadensis as vaginal contraceptive.
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sanos de entre 20 y 30 años de edad en el Centro de Fertilidad y Criobiología de la Universidad de
Missousi en Columbia. El volumen medio de semen fue de 2,49 ml y la movilidad media del esperma de
71,32%. Tras comprobar las posibles cualidades espermicidas del acetato de cinc, del sulfato de cinc, del
clorato de cinc y del cluconato de cinc en concentraciones del 1 % resultó que tan sólo el acetato es
espermicida, posiblemente a causa de que interfiere con la utilización del oxígeno por parte del esperma. In
vitro el acetato de cinc mostró cualidades antivíricas mientras que el áloe liofilizado no. El áloe liofilizado
en concentraciones del 7,5 % y del 10 % resultó espermicida, posiblemente a causa de los numerosos
microelementos que contiene (boro, bario, calcio, cromo, cobre, hierro, potasio, magnesio, manganeso,
fósforo y cinc), tóxicos para el flagelo, causando su inmediata inmovilización. Ninguno de ambos
componenetes irritó ni causó ulceraciones en el epitelio vaginal de las conejas. Estos resultados sugieren la
posibildad de utilizar el acetato de cinc conjuntamente con el aole barbadensis liofilizado como un nuevo,
seguro y efectivo anticonceptivo vaginal.»
Filatov, V.P. Tissue Therapy in Cutaneous Leishmaniasis. American Review of Soviet Medicine. Aug.
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the USAN-accepted name for long-chain polydispersed beta-(1,4)-acetylated polymannose with
interspersed O-acetyl groups, with a mannose monomer/acetyl ratio of approximately 1:1. This complex
polysaccharide is extracted from Aloe vera (barbadensis Miller); the technical material contains
approximately 78% acemannan. Technical grade acemannan was administered to rats for 14 d at 5% of
the diet and for 6 mo at up to 2,000 mg/kg/d, and to beagle dogs for 90 d at up to 1,500 mg/kg/d without
significant effect on any parameter measured in either species.»
Fogleman RW; Chapdelaine JM; Carpenter RH; McAnalley BH. Toxicologic evaluation of injectable
acemannan in the mouse, rat and dog. Vet Hum Toxicol, 1992 Jun, 34:3, 201-5. «Acemannan, the
USANaccepted name for long-chain polydispersed beta-(1,4)-acetylated polymannose with interspersed 0-
acetyl groups with a mannose monomer/acetyl ratio of approximately 1:1 and extracted from Aloe vera
barbadensis Miller), was administered as a 1.0 mg/ml solution to mice, rats and dogs, either as single dose
or repeated at 4-d intervals for 8 doses by iv or ip routes. No significant signs of intoxication and no deaths
occurred in animals treated with the single injection of acemannan at dosages of 80 mg/kg iv or 200 mg/kg
ip in mice, 15 mg/kg iv or 50 mg/kg ip in rats, and 10 mg/kg iv or 50 mg/kg ip in dogs. On repeated
injections systemic toxicity was limited to obvious transient discomfort that appeared dose related. There
was accumulation of macrophages and monocytes without subsequent inflammatory reaction in lungs of
the iv-treated animals, and in liver and spleen and on peritoneal surfaces of ip-treated animals. The effects
were not considered adverse, but were consistent with the known immune stimulating activity of
acemannan. A few deaths occurred in mice and rats that were suggestive of resulting from improper
injection or sequella of necrosis of the injection site. The NOAELs for acemannan determined from these
repeated injection studies were 20 mg/kg iv or ip in the mouse, 4.0 mg/kg iv and 50 mg/kg ip in the rat, and
1.0 mg/kg iv in dogs; 5.0 mg acemannan/kg ip in the dog was considered to be LOAEL, based on the
emesis and abdominal discomfort induced.
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«Para evaluar las propiedades antimetatásicas del jugo de áloe se utilizaron tres tipos de tumores
experimentales en ratones y ratas. Se halló que el tratamiento con jugo de áloe contribuye a reducir la
masa tumoral y el tamaño y la frecuencia de las metástasis en diferentes fases del crecimiento del tumor.
También se vio que el jugo de áloe potencia el efecto antitumoral del 5-fluoruracil y la ciclofosfamida como
componentes de la quimioterapia combinada.»
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Un nuevo agente antiinflamatorio identificado como 8-[C-beta541-3. « Un nuevo agente antiinflamatorio
identificado como 8-[C-beta met hoxy-5-methylchromone (1) ha sido aislado del Aloe barbadensis Miller.
Dosis de 200 microgramos presentan un efecto antiinflamantorio equivalente a 200 microgramos de
hidrocortisona, sin generar ningún tipo de reducción en el peso del timo, mientras que semejante dosis de
200 mcg de hidrocortisona produce una reducción del 50 % en el peso del timo de los ratones.»
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Experientia; 37(11):1186-1187 1981. «Una glicoproteina aislada a partir del áloe arborescens Mill. ha
mostrado inhibir notablemente el crecimiento en los ratones del fibrosoma singénico transplantado Meth A.
en forma ascita. Existen evidencias de que el mecanismo inhibitorio tiene lugar a través de una actuación
sobre el organismo no de un efecto tóxico directo sobre las células tumorosas.»
Imanishi, K. Aloctin A . An Active Substance of Aloe arborescens Miller as an Immunomodulator.
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Acemannan, a complex carbohydrate extracted from Aloe vera. Int J Immunopharmacol, 1995 Mar, 17:3,
183-8. «Los cultivos de células normales del bazo de pollo y de células lineales HD11 producen óxido
nítrico (NO) como reacción ante el Acemannan, un carbohidrato complejo derivado del Aloe vera.
Ninguno de ambos tipos de célula produjo cantidades detectables de NO ante concentraciones similares de
mannan de levadura, otro carbohidrato complejo. Dicha producción de óxido nítrico fue dependiente de la
dosis y fue inhibida por la NG-metil-L-arginina, un inhibidor de la síntesis del NO. También se vio inhibida
por la preincubación del ACM con canavalina. Estos resultados sugieren que la síntesis del NO inducida
por el ACM puede tener lugar a través de las macrófagas, lo cual explicaría algunos de los efectos
inmunológicos del ACM sobre estos tejidos de pollo.»
Kemp MC, Kahlon JB & Chinnah AD. In Vitro Evaluation of the Antiviral effects of Acemannan on
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benzo(a)pyrene. Proc Annu Meet Am Assoc Cancer Res; 35:A1937 1994. «In order to investigate
chemopreventive effect of Aloe (Aloe barbadensis), benzo(a)pyrene (B(a)P; 500 mg/kg) was orally
administered to male ICR mice and B(a)P diol epoxide-IDNA (BPDE-I-DNA) adducts were quantitated
for 16 days following daily treatment of Aloe (2500 mg/kg) by ELISA (enzyme linked immunosorbent
assay) using monoclonal antibody 8E11. BPDE-I-DNA adduct formation was significantly inhibited and
DNA repair was enhanced in various organs (liver, kidney, stomach, lung) (p less than 0.001) from ICR
mice daily treated with Aloe. When mice were pretreated with Aloe for 16 days before B(a)P treatment,
inhibition of BPDEI-DNA adduct formation and DNA repair were more efficiently carried out. These data
suggest that Aloe have a significant effect on the inhibition of BPDE-I-DNA adduct formation and DNA
repair in ICR mice and it may have a possible role in chemoprevention of human cancer.»
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Leung, Alber Y . Effective Ingredients of Aloe Vera. Drugs and Cosmetics. Jun. 1977. pp 34-35, 154-
155. «Durante los últimos tres años, se ha generado un considerable interés en el áloe vera como
ingrediente cosmético. Varias compañías importantes lo han incorporado a sus productos y otras están en
la actualidad desarrollando sus propias líneas de cosméticos a base de áloe, aprovechándose de la
reputación que esta planta ha tenido tradicionalmente para el cuidado de la piel, como humectante y
suavizante.... generalmente se cree que las cualidades emolientes, humectantes y curativas del gel de áloe
son debidas a los polisacáridos que contiene. El principal de dichos polisacáridos es un glucomanán...
también contiene glucosa, manosa, galactosa, xylosa, arabinosa, taninos, esteroides, ácidos orgánicos,
principios antibióticos, ácido glucuróncio, encimas (oxidasa, catalasa y amilasa), azúcares, oxalato cálcico,
una proteina que contiene 18 aminoácidos, «hormonas curativas», estimulantes biogénicos, saponina,
vitaminas, cloro, azufre, hierro, calcio, cobre, sodio, potasio, manganeso y otras substancias. Es probable
que las cualidades benéficas del gel de áloe no sean debidas tan solo a los polisacáridos sino más bien a un
efecto sinérgico de todos estos componenetes y de otros presentes en él...»
Lorenzetti, L.J., Salisburi, R., Beal, J.L. & Baldwin, J.N. Bacteriostatic Property of Ëloe Vera. J. Pharm.
Sci. 53(10):1287. 1964. «Las hojas de áloe vera fueron cortadas por la base y colocadas verticalmente
para que su jugo se drenara en unos recipientes ubicados debajo. Al utilzarlo inmediatamente el jugo
fresco mostró una notable inhibición del Staphlaceccus aureus 209. Sin embargo el principio responsable
de dicha inhibición resultó altamente inestable... pero se puede conservar temporalmente refrigerándolo o
bien calentándolo durante 15 minutos a 80º. En ambos casos, dicho jugo se va obscureciendo
gradualmente. Al alcanzar un color totalmente obscuro sus cualidades inhibitorias han desaparecido ya.
Examinamos una solución refrigerada (20mg/ml) en agua destilada mediante la técnica de difusión de agar
para ver su actividad ante los siguientes organismos: Stafilococo aureo 209, E. coli, estreptococo piogeno,
corienbacteria serosa, shigella paradysenteriae, salmonella typhosa, salmonella schotimuellerei y salmonella
paratyphi. Tras un periodo de incubación a 37º durante 24 horas se hizo evidente una significativa
inhibición del crecimiento de las planchas inoculadas con stafilococo aureo, estreptococo pirogeno,
corynebacterium serose y salmonella paratyphi.»
Loveman, Adoph. Leaf Aloe Vera in the Treatment of Roentgen Ray Ulcers. Archives of
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Lushbaugh, CC & Hale DB . Experimental Acute Radiodermatitis Following Beta Radiation. V.
Histopathological Study of the Mode of Action of Therapy with Aloe Vera.Action of Therapy with Aloe
Vera. 698. «La cada vez más frecuente utilización de la energía atómica, tanto en instalaciones civiles
como militares, ha hecho que el número de las víctimas potenciales a los daños de la radiación en la piel
aumente considerablemente... el relativamente reciente descubrimiento de que el jugo de la hoja del aloe
vera es eficaz para el tratamiento de las radiodermatitis agudas y crónicas tiene un un interés
considerable... En el experimento utilizamos diez conejos. Su espalda afeitada se dividió en cuatro
cuadrantes y la zona central de cada cuadrante recibió 28.000 rep de radiación beta procedente de una
fuente de estroncio. Dos de las cuatro zonas fueron tratadas diariamente con el ungüento de aloe vera.
Las otras dos zonas se dejaron sin protección y sin tratamiento alguno.... El experimento demostró
objetivamente que el aloe vera posee un efecto curativo notable. Incrementó la evolución de la lesión
haciendo desaparecer el llamado periodo latente. Debido al incremento de los procesos curativos el
deterioro del tejido conjuntivo inicial fue muy limitado y no se extendió a los tejidos adyacentes, como sí
ocurrió en las zonas no tratadas...
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1984.
Malterud KE; Farbrot TL; Huse AE; Sund RB . Antioxidant and radical scavenging effects of
anthraquinones and anthrones. Pharmacology, 1993 Oct, 47 Suppl 1:, 77-85. «The activity of seven
anthraquinones and four anthrones against nonenzymatic and enzymatic lipid peroxidation in vitro and their
ability to scavenge free radicals have been studied. In nonenzymatic peroxidation in rat hepatocytes
induced by t-butyl hydroperoxide, dithranol and anthrone were the strongest antioxidants, having IC50
values of 8 +/- 1 and 24 +/- 5 mumol/l, respectively. Rhein (IC50 64 +/- 2 mumol/l) and aloe-emodin (IC50
65 +/- 3 mumol/l) showed the highest inhibitory activity against peroxidation of linoleic acid catalyzed by
soybean 15-lipoxygenase.»
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McDaniel HR & McAnalley BH. Evaluation of Polymannoacetate (Carrisyn) in the Treatment of
Aids. Clinical Research. Vol 35 no. 3. 1987. «... en 6 de 8 pacientes que estaban en las fases 5 y 6 de
Walter Reed (WR) y en 2 de 3 que estaban en las fases WR 3 y 4, los síntomas disminuyeron en un 71%;
En 8/8 pacientes, a los 90 días de iniciado el tratamiento la regresión media era de dos fases WR. En todos
los casos la fiebre y la sudoración desapareció. En 2/3 casos la diarrea se alivió. En 6/8 pacientes las
infecciones conexas fueron controladas o eliminadas. Dos pacientes que no podían ya trabajar han vuelto
a sus trabajos de jornada completa. En 3/3 pacientes examinados se ha apreciado una disminución de
antigenes en el nucleo del VIH. Cultivos de VIH inicialmente positivos en tres de los pacientes, resultaron
negativos. Las céulas T infectadas por el virus fueron reducidas y finalmente eliminadas. No se ha
advertido ningún tipo de toxicidad clínica. Estudios de toxicidad realizados con animales tan sólo han
mostrado efectos secundarios leves con dosis 100 veces más elevadas que las utilizadas en los estudios
con seres humanos.»
Miller MB; Koltai PJ. Treatment of experimental frostbite with pentoxifylline and aloe vera cream.
Arch Otolaryngol Head Neck Surg, 1995 Jun, 121:6, 678-80. «Las orejas de los conejos del grupo de
control presentaron una recuperación de un 6%. En las del grupo tratado con pentoxifilina el porcentaje del
tejido salvado fue de un 20 % y en las del grupo tratado con pentoxifilina y crema de áloe vera la
recuperación fue de un 30 % del tejido dañado.»
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Paracelso (Teofrasto Bombasto de Hohenheim). Botánica Oculta.»...De sus hojas se extrae un jugo
gelatinoso y amargo, que al ser secado se convierte en una masa quebradiza, de color marrón. Este
producto se conoce vulgarmente con el nombre de acíbar y produce excelentes efectos curativos cuando
es administrado con acierto. Si se toman de cinco a diez centigramos antes de las comidas es un aperitivo
enérgico. Como purgante se deben utilizar dosis de entre diez centigramos y un gramo y medio, según la
edad de quien lo vaya a tomar. Las lociones de jugo de aloe con vinagre evitan la caida del cabello.
Tomado durante cierto tiempo provoca evacuaciones menstruales, por lo que no deben tomarlo las mujeres
embarazadas. Tampoco se debe dar a los niños. El aloe en polvo, mezclado con incienso atrae las
influencias de Júpiter.»
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87. «Se administró acemannan, tanto en la forma enriquecida como en la altamente purificada a ratones
hembras CFW en los que previamente se habían implantado subcutáneamente células de sarcoma murino.
En los animales de control el altamente maligno sarcoma se desarrolló rápidamente en un 100 %
generando la muerte de todos ellos entre 20 y 46 días después. De los animales tratados con acemanan en
el momento de la implantación del tumor sobrevivieron un 40%. Los tumores de los animales tratados con
acemanan presentaron congestión vascular, edema, infiltración de leucocitos y factor de necrosis central
con hemorragia y fibrosis periférica. Los datos obtenidos muestran una estimulación de la producción
macrófaga de monokinas, incluyendo el interleukino-1 y el factor de necrosis tumoral.»
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Aloe vera plant. Enzyme Protein, 1993, 47:2, 92-8. «Hemos comprobado que el exacto del gel de las hojas
del áloe barbadensis contiene glutatione peroxidasa activa. Se la purificó mediante intercambio iónico y
cromatografía de filtración del gel. La encima aparenta un peso molecular de 62 kD según filtración. Está
compuesta por cuatro sub-unidades idénticas, cada una de las cuales contiene un átomo de selenio, al igual
que ocurre en la mayoría de glutatione peroxidasas de origen animal.»
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197-204. «Se investigó la capacidad del extracto de gel de áloe barbadensis para prevenir la supresión de
reacciones de hipersensitividad de contacto e hipersensitividad de tipo retardado generada en la piel de los
ratones mediante irradiación ultravioleta. El tratamiento con aloe preservó parcialmente el número y la
morfología de las células de Langerhans y de las células dendríticas epidérmicas Thy-1+ en comparación
con las células que sólo recibieron la rediación UV o la radiación más el vehículo. Se comprobó que el
efecto del áloe no es debido a un efecto de pantalla sobre la radiación UV. El estudio demostró que la
aplicación tópica de extracto de gel de áloe barbadensis en la piel de ratones irradiados con UV mejora la
supresión inmunológica inducida por los rayos UV mediante un mecanismo que no daña ni repara al ADN.
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in a hydrophilic cream: a placebo-controlled, double-blind study. Trop Med Int Health, 1996 Aug, 1:4, 505-
9. «Sesenta pacientes (36M/24F) de entre 18 y 50 años (media 25,6) afectados de psoriasis en placas
entre ligera y moderada con PASI (Psoriasis Area and Severity Index) entre 4,8 y 16,7 (media 9,3) fueron
separados en dos grupos. La duración media de la enfermedad hasta el momento del experimento era de
8,5 años (entre 1 y 25). A cada uno de los pacientes se les entregó un tubo codificado de 100 gramos
(unos tubos conteniendo un plabebo y otros extracto de áloe vera) y ellos se lo administraron topicamente
tres veces al día sin oclusión, cinco días por semana. El estudio duró 16 semanas, con un seguimiento
posterior de 12 meses (una vez al mes). Cada semana los pacientes fueron examinados. El tratamiento fue
bien tolerado por todos los pacientes, sin efectos secundarios ni abandonos. Al final del estudio la crema
de áloe vera había curado a 25 de los 30 pacientes (83,3%) mientras que el placebo curó a 2 (6,6%). Las
placas psoriásicas se redujeron significativamente en los enfermos tratados con áloe vera (329/396)
(83,3%) mientras en los tratados con el placebo la reducción fue de (28/366) (7,7%). Finalmente el PASI
medio fue de un 2,2. El resultado de este estudio sugiere que el extracto de áloe vera al 5 % aplicado
tópicamente en forma de una crema hidrofílica puede ser considerado como un tratamiento alternativo
seguro, para los pacientes aquejados de psoriasis.»
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«Veintisiete pacientes con quemaduras de tipo medio fueron tratados con gel de áloe vera y también con
gasas de vaselina. Por término medio las lesiones tratadas con áloe vera se curaron en 11,89 días, mientras
que las atendidas con gasa de vaselina lo hicieron en 18,19 días. Los análisis histológicos mostraron que la
epitelialización ocurrió mucho más rápida en las quemaduras tratadas con gel de áloe vera.»
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El Zawahry, M.; Rashad Hegazy, M; Helal, M. Use of Aloe In Treating Leg Ulcers and Dermatoses.
Int. J. Dermatol. jan/Feb 1973. p. 68-74.»El gel fue preparado del siguiente modo: las hojas suculentas
fueron cortadas transversalmente desde la base dejándolas seguidamente durante 18 horas a fin de que la
substancias amarga se drenara. Se abrieron y se extrajo de ellas el gel. Seguidamente fue filtrado a través
de muselina, se le añadió un conservante y se almacenó refrigerado. Todo el gel fue utilizado dentro del
mes siguiente a su preparación. Se aplicó localmente sobre las úlceras entre tres y cinco veces cada día,
limpiando antes la lesión con una solución al 1% de citrimida en agua, agua oxigenada, una loción al 3% de
ácido bórico o simplemente agua. Tras ser cubiertas por el gel se aplicó una gasa sobre las lesiones. Se
tomaron fotografías en color antes de iniciar el tratamiento y también posteriormente en intervalos de una
o dos semanas, las cuales demuestran claramente los cambios producidos tanto en cuanto al proceso de
curación como a las variaciones de color de las propias úlceras y de la piel que las rodea. Al mismo tiempo
se registró su aspecto en cuanto al color, profundidad, area, epitelización en los bordes y granulosidad del
tejido en la base, dirección de la curación y desarrollo de cicatrices. Se aplicó sobre las úlceras un papel de
celofán midiéndose su superficie mediante un planímetro tipo MOM. Caso I: Un comerciante de 50 años
que permanece todo el día en pie. Presenta dos úlceras varicosas en su pierna izquierda rodeadas por un
eccema. Las ha tenido durante los últimos 15 años. Una de ellas, en la parte frontal de la pierna, tiene una
superficie de unos 1400 mm2 y la otra, en el costado, es un poco menor. Ambas úlceras son profundas y
desprenden un olor desagradable. Sus márgenes son irregulares. A la semana de iniciado el tratamiento
con gel de aloe la úlcera frontal comenzó a curarse, siendo notable la epitelización de su parte baja y la
granulosidad del tejido en la parte media... A las seis semanas la la úlcera lateral estaba totalmente curada,
mientras la frontal seguía mejorando. La epitelización avanzaba, así como la granulosidad del tejido y la
vascularización. Su superficie era ya mucho menor... A las 10 semanas la corteza de la úlcera lateral se
había desprendido, mostrando una piel sana. A las 11 semanas la úlcera frontal no estaba totalmente
curada, pero su superficie era mucho menor y el progreso era bien notable. Caso II: Un hombre de 51
años que presenta edema y pseudoelefantiasis en la pierna y pie izquierdos, con gran rugosidad de la piel.
Tiene tres úlceras de aspecto y olor desagradable, una de ellas de 5000 mm2 y las otras dos
aproximadamente de la mitad. Todas ellas las ha tenido durante los últimos 7 años. El test de Wasserman
fue negativo. Su caso fue diagnosticado como psuedoelefantiasis y úlceras crónicas, con estatitis venosa y
tromboflebilis y limfangitis recurrentes y repetidas. A la semana de iniciado el tratamiento con gel de aloe
el paciente se quejó de que los dolores habían aumentado al bajar la pierna. A las dos semanas el dolor
desapareció y también el olor nauseabundo. Una corteza que separaba en dos la úlcera trasera comenzó a
desaparecer, por lo que la superficie aumentó. A las seis semanas de tratamiento las úlceras pequeñas
estaban ya casi curadas, mientras que la grande había comenzado a epitelializarse, recuperándose por los
costados. A las nueve semanas el tamaño de todas la úlcera frontal se había reducido extraordinariamente
y las descargas y los dolores eran mucho menores. Caso III: Un hombre de 22 años que ocho años antes
había sufrido una quemadura en la pierna. A consecuencia de ello, cinco años atrás se le desarrolló un
úlcera que en el momento de iniciar el tratamiento presentaba una superficie de 440 mm2, purulenta, con
abundnate materia necrótica en la base y en la parte baja. A la seis semanas de iniciado el tratamiento la
superficie de la úlcera se había reducido notablemente y su curación era progresiva y satisfactoria...»
Zonta F; Bogoni P; Masotti P; Micali G. High-performance liquid chromatographic profiles of aloe
constituents and determination of aloin in beverages, with reference to the EEC regulation for flavouring
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ÍNDICE
Introducción ............................................................... 7
1 - CARACTERÍSTICAS BOTÁNICAS DEL ÁLOE ................ 11
Las plantas suculentas .......................................... 13
Aloe y ágave ........................................................ 14
La reproducción .................................................. 16
Estructura de una hoja de áloe ............................. 17
2 - EL ÁLOE A TRAVÉS DE LOS TIEMPOS ........................ 19
Egipto y Sumeria .................................................. 20
El áloe bíblico ...................................................... 22
Los árabes ............................................................ 24
Grecia y Roma .................................................... 25
La Atlántida ......................................................... 27
Alejandro Magno ................................................. 28
En Asia ................................................................. 30
En Africa .............................................................. 31
El áloe en la Edad Media y el Renacimiento ....... 33
Y en América... .................................................... 36
El cultivo del áloe durante los
siglos XVIII y XIX ........................................ 39
3 - E L ÁLOE EN EL SIGLO XX ...................................... 43
Los doctores Collins ............................................ 44
Su fama se extiende entre los dermatólogos ........ 45
Otras aplicaciones ................................................ 47
1953. Los militares se interesan en el áloe .......... 48
Nuevos descubrimientos ...................................... 49
La investigación del áloe en Rusia ....................... 52
El Dr. Vladimir Filatov ........................................ 54
4 - EL FABULOSO NEGOCIO DEL ÁLOE VERA .................. 57
¿Información o Promoción? ................................. 57
Los Comienzos ..................................................... 59
El logro de la “estabilización” ............................. 63
El Fenómeno de la Pirámide ................................ 65
Miles de millones ................................................ 67
El áloe en la cosmética ......................................... 68
El contenido, un enigma ...................................... 71
¿Hoja completa o sólo pulpa? .............................. 74
El IASC ................................................................ 76
La búsqueda del principio activo ......................... 79
Acemanano y Manapol ........................................ 80
La orquesta y el solista ......................................... 82
En la lucha por captar al cliente, todos
contra todos ................................................... 84
¿Frío? ................................................................... 85
¿O Calor? ............................................................ 87
La industria del áloe en el resto del Mundo ......... 90
5 - COMPOSICIÓN QUÍMICA DELALOE VERA ................ 93
Lignina, saponinas y antraquinonas ..................... 100
Los minerales ....................................................... 102
Las vitaminas ....................................................... 104
La vitamina B12 ................................................... 107
Aminoácidos y enzimas ....................................... 108
Los polisacáridos ................................................. 109
6 - APLICACIONES TERAPÉUTICAS DEL ÁLOE ................ 111
El asma ................................................................. 116
Los problemas bucales ......................................... 118
Cirrosis y hepatitis ............................................... 120
La colitis ............................................................... 121
Las enfermedades del corazón ............................. 122
La diabetes ........................................................... 124
La esclerosis múltiple ......................................... 125
La incontinencia nocturna .................................... 127
La lepra ................................................................ 128
El lupus. El caso de Rita Thompson .................... 129
Manchas en la piel ............................................... 133
La meningitis ....................................................... 134
Protección contra los rayos UV ............................ 135
La psoriasis .......................................................... 136
Las quemaduras ................................................... 138
Torceduras y esguinces ........................................ 139
La tuberculosis ..................................................... 141
Las úlceras gástricas ............................................ 143
7 - EL ÁLOE Y EL CÁNCER ............................................ 145
8 - E L SIDA ............................................................... 153
Los experimentos de Terry Pulse ......................... 153
Los trabajos de Bill McAnalley y
Reginald McDaniel ........................................ 159
Experimentos realizados en otros países .............. 164
Acemanano: una esperanza para los
enfermos de SIDA ......................................... 166
9 - E L CULTIVO DEL ÁLOE ............................................ 167
Cómo cultivar sus plantas de áloe ........................ 171
Algunos síntomas preocupantes ........................... 174
Los secretos de G.W. Reynolds ............................ 177
10 -U SOS DEL ÁLOE DE LAA A LA Z ............................. 179
Utilización casera del áloe ................................... 185
Aplicaciones externas .......................................... 186
Uso interno ........................................................... 189
Alergias ................................................................ 190
Advertencias finales ............................................. 191
Referencias .......................................................... 195

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