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Aloe Vera
Aloe Vera
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Neil Stevens
ALOE VERA
Aloe y ágave
La confusión entre estas dos plantas es muy común. Los ágaves (pitas,
magueyes o sisales) comparten el mismo hábitat que los áloes y a primera
vista su aspecto es muy semejante. Aunque el tamaño de la variedad más usual
de pita (ágave o maguey) en los climas templados y áridos es mucho mayor
que el del áloe, existen otras especies de menor tamaño que pueden ser
fácilmente confundidas. La diferencia botánica más importante entre ambos
está relacionada con la floración. Los ágaves sólo florecen una vez en su vida,
mientras que los áloes suelen hacerlo varias veces cada año. Las flores del
ágave son también diferentes, sin confusión posible con las tubulares o en
forma de trompetilla del áloe. Asímismo el tallo que sostiene a las flores del
ágave surge totalmente vertical, desde el centro mismo de la planta, mientras
que en los áloes nace lateralmente, de entre las hojas. Sin embargo quizás el
medio más fácil de averiguar si una planta es áloe o ágave sea observando la
textura de sus hojas. Mientras en el áloe las hojas son carnosas y relativamente
blandas –incluso en las contadas especies de hoja dura, ésta se puede partir
con facilidad– en los ágaves su tejido es mucho más duro y correoso, siendo
imposible partirlas o desprenderlas de la planta con la mano, pues poseen en
su interior fuertes y abundantes fibras longitudinales. Durante cientos de años
algunas especies de ágave fueron cultivadas para aprovechar esas fibras,
llegando a constituir una gran riqueza para algunas regiones, como ocurrió con
el sisal en la península del Yucatán, hasta que a principios de la década de los
años 60 la popularización de los plásticos y las fibras sintéticas hicieron que
su cultivo dejara de ser ya rentable.
La reproducción
Los áloes se reproducen mediante la fertilización de sus flores con el
polen procedente de otras plantas, operación que tiene lugar gracias a los
insectos –y también a los pájaros– que van de una flor a otra para absorber su
néctar. Una planta de áloe no se puede fertilizar a sí misma, forzosamente debe
recibir el polen de otra planta, por lo que se dice que es “autoestéril”. Una vez
fertilizada, la flor pierde sus pétalos y madura hasta convertirse en un pequeño
fruto, que posteriormente desprende sus semillas que son desparramadas por
el viento. Sin embargo, parece que la Naturaleza consideró que este medio de
reproducción no era suficiente para una planta que con frecuencia debe vivir
en condiciones muy difíciles, por lo cual le concedió también la posibilidad
de reproducirse mediante estolones o retoños, que nacen en la base del tallo,
unos centímetros por debajo de la superficie de la tierra, formando así nuevas
plantitas que crecen junto a la planta “madre” llegando de este modo, en
estado silvestre, a formar verdaderas colonias de gran densidad.
Egipto y Sumeria
Las más antiguas representaciones pictóricas de esta planta fueron halladas
en sepulcros y monumentos funerarios del antiguo Egipto, procedentes de hace
más de 5.000 años. En el Egipto de los faraones el áloe era una planta
reverenciada. Se le atribuían poderes espirituales y era conocida como “la
planta de la inmortalidad”. Sus representaciones cubrían las paredes de los
templos y, con mucha frecuencia, los laterales de las tumbas de los
gobernantes. Una hoja de áloe pendía de las puertas de las casas y una
pequeña planta solía ser regalada a quienes contraían matrimonio o iniciaban
alguna actividad comercial.
Sin embargo, los registros más antiguos referentes a su uso medicinal no
proceden de Egipto sino de Sumeria, antecedente de lo que más tarde sería la
poderosa civilización mesopotámica. En unas tablillas de arcilla halladas en
la ciudad sumeria de Nippur, procedentes del siglo XVIII antes de nuestra era
–descifradas finalmente en el año 1953–, se describen ya con todo detalle las
cualidades laxantes del áloe.
Pero independientemente de sus atributos espirituales, las virtudes
terapéuticas del áloe también eran conocidas en Egipto desde muy antiguo. El
Libro Egipcio de los Remedios o “papiro Ebers” (redactado alrededor del
año 1550 a.d.C. y cuyo original se halla en la Universidad de Leipzig) relata
por lo menos doce fórmulas medicinales en las que el áloe ocupaba un papel
destacado.
Algunos estudiosos creen que el jugo de esta planta formaba parte del
ungüento utilizado por los antiguos egipcios para embalsamar los cadáveres
de los nobles y de los faraones, cuya fórmula, por cierto, no ha podido ser
todavía descubierta pese a los numerosos intentos realizados.
Se ha dicho también que las reinas egipcias Nefertiti y Cleopatra se
bañaban cada día en áloe y que ese era el secreto de su extraordinaria belleza.
Lo cierto es que de Nefertiti no sabemos gran cosa. En cuanto a Cleopatra, si
damos crédito a cuanto se ha dicho de ella, parece que se bañó en todo lo
imaginable.
El áloe bíblico
Con cierta frecuencia el áloe suele ser calificado como “planta bíblica”,
pues tanto en el antiguo como en el nuevo testamento aparece citado algunas
veces. Lo vemos en el libro de los números: “..se extienden como los valles,
como los jardines al lado de un río, como los áloes sembrados por el Señor...”
Lo vemos también en El Cantar de los Cantares: “...junto a toda clase de
árboles, de incienso, mirra y áloe, con los perfumes más finos...”, en el Salmo
45: “tus vestidos huelen a mirra y áloe...” y en el libro de los Proverbios:
“...he perfumado mi lecho con mirra, áloe y canela”. Y aparece también en el
Evangelio de San Juan, en los versículos que relatan la llegada de Nicodemo
con cien libras de una mezcla de mirra y de áloe, para embalsamar el cuerpo
de Jesús. Algunos autores ven en este pasaje la confirmación de su teoría
según la cual esta planta habría sido utilizada en las artes funerarias egipcias.
Estas citas han hecho que muchos, indebidamente, le hayan conferido al áloe el
título de “planta bíblica”.
Y digo indebidamente porque el ahaloth bíblico, traducido como áloe en
las citas mencionadas, no tiene nada que ver con la planta protagonista y
estrella de este libro. El áloe bíblico es un árbol leñoso, de madera pesada,
resinosa y aromática, que al ser quemada produce un perfume agradable y
tranquilizante y cuyo aceite era utilizado como perfume. Se trata del árbol
aquilaria agallocha, que crece en abundancia en algunas zonas montañosas de
la India y del Tíbet. Nuestro áloe no huele mal, pero entre sus numerosas
cualidades no está la de ser una planta especialmente aromática, que pudiera
utilizarse para perfumar lechos ni prendas de vestir. En su famosa obra
Historia de los Judíos, el historiador Flavio Josefo (37-95) lo aclara
definitivamente, al relatar el modo en que los esenios lavaban el cuerpo de los
difuntos: “...con agua de nardos, incienso y áloe, pero no el que se obtiene
machacando esa planta amarga que se aplica en las heridas, sino el procedente
de la India, que llaman también agallochon, de exquisito perfume”.
Todas las ediciones comentadas de la Biblia hacen claramente esta
diferenciación entre ambos áloes. Pero ello no ha impedido que el mito del
áloe como planta bíblica siga siendo activamente difundido por algunas
personas y compañías dedicadas a la fabricación y comercialización de
productos de áloe. En algunos casos esta mezcla de religión y comercio roza
lo grotesco: “Si fue bueno para Jesús, ¡también es bueno para mí!”, dice
orgullosamente un autor (y empresario) norteamericano del áloe.
Los árabes
Los árabes fueron los primeros que transformaron el áloe en un extracto
comercial. Con los pies y con prensas de madera machacaban las hojas para
extraer la savia y la pulpa. Seguidamente la almacenaban en pieles de cabra y
luego la secaban al sol. La principal utilización de este polvo de áloe era
como laxante, pero hay constancia de que lo usaban también con otros fines
terapéuticos, tanto aplicado externamente como ingerido. Los mercaderes
fenicios fueron quienes extendieron su utilización por todo el imperio
grecorromano y también por los países asiáticos. Se cree que la palabra áloe
es de origen árabe y su significado es, precisamente, “amargo”. En el imperio
persa las primeras referencias a la utilización médica del áloe proceden del
siglo VI antes de nuestra era y en esa misma época era ya también utilizado en
la India.
Grecia y Roma
La primera obra occidental que trata con detalle sobre la utilización
médica de las plantas se la debemos a Hipócrates, considerado como el
“padre de la Medicina”, quien vivió en Grecia entre los años 460 y 375 a.d.C.
En su Materia Médica, Hipócrates no menciona para nada al áloe.
Pero 450 años después de muerto Hipócrates, exactamente en el año 74 de
nuestra era, un brillante médico griego perteneciente al ejército romano,
llamado Pedanius Dioscórides, terminaba de escribir en la ciudad de
Amazarba, en Asia Menor, su famoso libro al que denominó también De
Materia Medica. Cuatro siglos después (en el año 512) la Materia Medica de
Dioscórides era ilustrada por un meticuloso artista bizantino, el cual incluyó
entre sus dibujos una bella representación a color del áloe vera. Durante más
de 1.500 años el libro de Dioscórides sería la obra de botánica medicinal más
importante en todo Occidente. En la actualidad se halla en Viena y con el
nombre de Codex Anicine Julianae forma parte de la Biblioteca Nacional de
Austria.
Dioscórides no sólo menciona en su libro los efectos purgativos del áloe,
sino que también indica su utilidad para curar las heridas, los abscesos, las
contusiones, para eliminar manchas de la piel, detener la caída del cabello,
curar los orzuelos, las úlceras genitales (probablemente lo que hoy llamamos
herpes genital), mejorar la inflamación de las amígdalas y terminar con el
problema de las hemorroides (ver extracto en las referencias).
Plinio, que también por aquellos días estaba escribiendo en Roma su
Historia Natural, al hablar del áloe repite básicamente los mismos datos que
Dioscórides, añadiendo que sus raíces cocidas pueden curar las úlceras
leprosas (en realidad no sabemos cual de los dos escribió primero).
Curiosamente Plinio denuncia el hecho de que cerca de Jerusalén estaban
“haciendo y vendiendo” un falso áloe, al que él califica sin tapujos como
“bastardo”.
Pero unos 50 años antes de Dioscórides y Plinio, el médico griego Celso,
en su libro llamado –una vez más– De Materia Medica, había ya hablado del
áloe, aunque sólo refiriéndose a los métodos árabes para curar con él los
desórdenes intestinales.
Las obras de Dioscórides y de Plinio constituyen el primer indicio
documentado del amplio espectro terapéutico atribuido al áloe hace ya dos mil
años. No es lógico pensar que ambas obras maestras de medicina fueran en su
totalidad producto de una sola persona, ni siquiera de una generación. Lo más
probable es que se tratara de una recopilación de todos los conocimientos
médicos y farmacéuticos existentes en aquel momento. Al igual que tantos
otros aspectos de la civilización griega, parece que los conocimientos
recopilados por Dioscórides y Plinio sobre la utilización médica del áloe
tienen un claro origen egipcio.
Hacia el siglo II el áloe era ya una parte importante de la farmacopea
occidental, siendo profusamente utilizado por Galeno, Antillo y Arétaco, entre
otros famosos médicos romanos. En cuanto a su procedencia, todo cuanto
sabemos es que el mejor áloe era cultivado en alguna isla o lugar ubicado
hacia el oriente del imperio.
La Atlántida
Mientras en la India se cree que el áloe fue traído directamente del Jardín
del Edén, otros tal vez mejor informados aseguran que en realidad la planta
procede del antiguo continente de la Atlántida. Se dice que los atlantes
poseían colonias o factorías tanto en Egipto como en el Yucatán (y también en
las Canarias); ello explicaría la enorme importancia que esta planta tenía no
sólo en el antiguo Egipto, sino también entre las civilizaciones Maya y
Tolteca. Para los indios de México el áloe era la planta protectora y sagrada
por excelencia. Todavía hoy, la creencia de que la “sábila” genera protección
y buena suerte es generalizada. En la mayoría de hogares y pequeños negocios
mexicanos no falta la planta de sábila, con una cinta roja amarrada a una de
sus hojas. Las coincidencias existentes entre el antiguo Egipto y las culturas
precolombinas del México antiguo son más que asombrosas y nadie que las
haya estudiado, aunque sea superficialmente, hallará descabellado pensar que
el nexo de unión entre ambas pudiera ser la desaparecida isla de la Atlántida,
tan meticulosamente descrita por Platón.
Alejandro Magno
Hijo del rey Filipo II de Macedonia, Alejandro Magno (356-323 a.d.C.) se
puso al frente de las tropas griegas convirtiéndose rápidamente en uno de los
conquistadores más famosos de toda la historia. Su dominio se extendió por el
área conocida en la actualidad como el Oriente Medio y también por una
amplia zona del Africa Nororiental. En un solo año se apoderó del imperio
persa derrotando a Darío III en las cercanías de la ciudad de Nínive (331) y
seguidamente conquistó Egipto, donde fundó la ciudad de Alejandría. Murió
en Babilonia a los 33 años de edad, víctima de la malaria.
Según la leyenda, en el asedio a la ciudad de Gaza, Alejandro Magno fue
herido por una flecha enemiga, infectándosele posteriormente la herida
mientras avanzaba con su ejército por el desierto de Libia. Un sacerdote
enviado por su maestro Aristóteles lo untó con cierto aceite de áloe
procedente de la isla de Socotra y su herida se curó rápidamente. Dicen que
uno de los motivos de su expedición a la India fue precisamente la conquista
de la isla de Socotra (ubicada al sur de Arabia, frente a las costas de Somalia,
a la entrada del Golfo de Aden). Esta isla era el principal centro de
producción de áloe y la base de todo el comercio fenicio con esta planta.
Según esta versión, Alejandro Magno conquistaría Socotra, asegurando así una
provisión permanente de áloe para atender las heridas de sus soldados. La
autenticidad de esta anécdota es más que dudosa. La isla de Socotra dista más
de dos mil kilómetros de las conquistas más meridionales de Alejandro
registradas por la historia. Sin embargo, sí es cierto que dicha isla fue durante
mucho tiempo el punto central del comercio del áloe y también que una de las
colonias griegas –no sabemos cual– concentraba la mayor parte de la
producción de la planta.
En Asia
Tal vez la obra médica más antigua que ha llegado hasta nosotros sea el
Rig Veda, recopilado en la India entre los años 4500 y 1600 antes de nuestra
era. El Rig Vega relaciona y explica el uso de cientos de plantas medicinales,
pero el áloe no está entre ellas.
Sin embargo, se sabe que a partir del siglo VI a.d.C. su uso era ya común,
no sólo en la India sino también en Malasia, en el Tíbet, en Sumatra y
posteriormente, en China. En la medicina ayurvédica es profusamente utilizado
como tonificante, vermífugo, para bajar la fiebre, tratar numerosas
enfermedades cutáneas, la hepatitis, el asma y los vómitos. En su libro
Medicinas Indígenas de la India, dice Copra: “La utilización del áloe o
mussabar, en aplicaciones externas sobre las partes doloridas o inflamadas del
cuerpo y también como purgante es tan conocida en la India que no merece
ninguna mención especial. Su uso en la medicina se remonta al siglo IV a.d.C”.
En China era conocido con el nombre de lu wei (depósito obscuro) y también
hsiang-tqan (bilis de elefante, por su sabor amargo) y su utilización parece que
fue igualmente prolífica, aunque los registros escritos de la misma no abundan
hasta la dinastía Tang (principios del siglo VII). Estos documentos (Li Sun,
año 625) lo mencionan como muy efectivo para tratar la sinusitis, las fiebres
infantiles provocadas por parásitos y las convulsiones, todo ello administrado
internamente y también en forma externa para tratar diversas afecciones de la
piel.
En Africa
Se dice que cuando el botánico inglés M. Miller llegó al cabo de Buena
Esperanza se sorprendió de ver la piel tan resplandeciente que lucían los
indígenas, incluso los más ancianos. Al observar sus hábitos descubrió que
todos ellos se lavaban el cuerpo y los cabellos con la substancia gelatinosa
del áloe. Hoy sabemos que la pulpa del áloe no sólo tiene un efecto astringente
sobre los poros, sino que es un protector altamente efectivo contra la radiación
ultravioleta solar, una de las principales causantes de las arrugas. Parece que
debido a este hecho, la especie de áloe que crece en aquellas latitudes fue
luego denominada por los eruditos europeos “áloe saponaria” (de sapo,
jabón).
Pero la utilización del áloe por los nativos iba más allá del simple jabón.
Al mismo tiempo les servía para evitar las picaduras de todo tipo de insectos,
curarse las heridas y, sobre todo, para facilitarles la caza, pues al estar
totalmente recubiertos de áloe su olor corporal quedaba anulado.
El célebre explorador Sir Robert Burton informaba que los gallas, pueblo
que habitaba Etiopía y Somalia, plantaban áloes alrededor de sus tumbas, en la
creencia de que cuando las plantas florecían la persona había entrado ya en el
paraíso. Por su parte, los sutos acostumbraban a bañarse públicamente en jugo
de áloe todos juntos, cada vez que una epidemia de gripe amenazaba al
poblado. Los bantúes de Africa del Sur conocían y utilizaban más de veinte
especies distintas de áloe para curar las heridas, las inflamaciones de los ojos,
los resfriados, las enfermedades venéreas, las hemorroides y todo tipo de
problemas intestinales.
Y en América...
Algunos autores insisten en que el áloe no es originario del continente
americano. Sostienen que no existía aquí antes del descubrimiento y que fue
traído por los conquistadores y posteriormente difundido por los misioneros.
Sin embargo, en su diario de bitácora Cristóbal Colón cita dos veces muy
claramente al áloe americano. La primera el 21 de Octubre de 1942 y de
nuevo el 23 de Octubre, dos días después. Dice textualmente: “Hay miles de
árboles diferentes... y todo tipo de plantas... he reconocido áloes y he
ordenado que traigan una buena cantidad de ellos a bordo”. Aducen tales
autores que Colón confundió el áloe con el ágave, maguey o pita, confusión
que ciertamente muchas personas no familiarizadas con ambas plantas sufren
en la actualidad. Sin embargo no parece muy probable que así fuera. Colón
conocía las zonas áridas del sur de Italia y sobre todo de España –recordemos
que se entrevistó con Isabel la Católica en las cercanías de Granada y que
zarpó con sus naves desde Huelva. Debió viajar muchos cientos, tal vez miles
de kilómetros, a caballo por zonas semiáridas, donde el ágave o maguey –
aunque allá con otros nombres– es una planta común y muy abundante al lado
de los caminos.
Pero aun concediendo la rara posibilidad de que Colón se equivocara y
tomara por áloe cualquier variedad de ágave o maguey, las tradiciones de los
pueblos indios demuestran de un modo innegable e irrebatible que esta planta
existía desde tiempos inmemoriales y que tenía una gran importancia religiosa
tanto para las etnias que habitaban el centro de México como para la
civilización Maya, que se extendió por la península del Yucatán y por todo lo
que hoy es Chiapas, Guatemala, Belice y Honduras. Entre el pueblo, esa
creencia en los efectos mágicos y protectores del áloe sigue totalmente viva en
nuestros días y ciertamente no pudo ser implantada por los españoles puesto
que nunca formó parte de sus tradiciones.
Una vez terminada la conquista, se dice que los jesuitas fueron quienes
más contribuyeron a su difusión. Parece que fueron precisamente los monjes
quienes llevaron por primera vez plantas de áloe a la misión de San Antonio
de Béjar (o Bexar), que por esos caprichos de la historia se convertía
posteriormente en Texas, para llegar, ya en pleno siglo XX, a ser la principal
zona productora de áloe del mundo. Bill Coats, texano y pionero del áloe, no
oculta su admiración por los jesuitas: “Debemos estar agradecidos a los
padres jesuitas españoles por la difusión que durante los siglos XV y XVI
realizaron del áloe. Sin duda eran los más eruditos e instruidos de su tiempo y
también los médicos más hábiles. Poseían un profundo conocimiento de los
clásicos, lo cual les permitía comprender perfectamente los textos
farmacológicos griegos y romanos. Además estaban acostumbrados al áloe,
pues la planta crecía abundantemente en España y Portugal. En todo lugar
donde encontraron áloe lo utilizaron, y donde no crecía de modo silvestre, lo
plantaron. Desde el protectorado de la Española llevaron la planta curativa a
Puerto Rico, a Jamaica y probablemente también a Barbados, a Curaçao, a
Florida y las costas de América Central. Hay también evidencias de que
fueron los padres jesuitas quienes llevaron el áloe a las costas septentrionales
de Sudamérica, a las Antillas Holandesas e incluso a las Filipinas y a otras
islas del pacífico”. (The Silent Healer, Bill Coats).
Otras aplicaciones
Tras conocer los informes de los doctores Collins y Wright, el médico J.E.
Crewe experimentó también con el áloe, pero no se limitó ya a las quemaduras
producidas por los rayos-X, sino que utilizó las hojas recién cortadas y
también un ungüento creado por él para tratar úlceras crónicas, eccemas,
quemaduras por fuego, por agua caliente, insolaciones, pruritus vulvae,
pequeñas heridas y ciertas alergias, entre ellas a la hiedra venenosa. En
sendos artículos publicados en 1937 y 1939 en el Minnesota Journal of
Medicine, el Dr. Crewe manifiesta que en todos los casos la curación fue total
y que el tejido se regeneró sin formar cicatrices. En el mismo año de 1939 los
doctores Adolph Loveman y Frederick Mandeville publicaban los resultados
de un estudio realizado con un pequeño grupo de enfermos afectados de
quemaduras, a los que trataron con hojas de áloe recién cortadas. De nuevo,
las curaciones fueron rápidas y completas.
Nuevos descubrimientos
Pero unos años antes había tenido ya lugar uno de los experimentos que
marcarían un hito en la historia de la investigación del áloe. Cuatro científicos
del Departamento de Salud de Michigan: Gottshal, Lucas, Lickfeldt y Roberts,
examinaron 161 especies vegetales para ver si alguna de ellas mostraba algún
tipo de acción sobre el bacilo de la tuberculosis. Las dos más efectivas
resultaron ser el áloe socotrino y el áloe chinensis (una variedad oriental del
áloe vera). Sin embargo extrañamente no se siguió trabajando en dicho
proyecto, tal vez porque en aquellos años la tuberculosis dejó de ser una
enfermedad común, para muy rápidamente desaparecer casi por completo.
En 1954, el Dr. Alexander Farkas, de Miami, presentaba una solicitud de
patente para un medicamento destinado a tratar las quemaduras inventado por
él, con el título: “Medicamento tropical con poliurónido de áloe.” Su informe,
de fecha 23 de Diciembre de dicho año contiene una sucinta relación de las
cualidades del áloe para uso externo: “El poliurónido de este invento es un
polisacárido natural enlazado a uno o más radicales ácidos exurónicos y a
sales no tóxicas... Este medicamento comprende el poliurónido disuelto o en
suspensión en una proporción de entre 0,2 y 10% en un líquido de consistencia
gelatinosa, preferiblemente acuoso. Posee notables cualidades curativas para
las heridas abiertas y especialmente para quemaduras. Desintoxica
rápidamente la zona afectada teniendo además un efecto analgésico y/o
anestésico que reduce rápidamente el dolor, al tiempo que promueve la
recuperación de la superficie de la piel sin formar cicatrices....”
El año 1963 fue un año crucial. Por un lado tres médicos de Florida, Blitz,
Smith y Gerard, publicaron un informe detallando cómo habían curado a doce
pacientes de edades diversas aquejados todos ellos de úlcera péptica: “Tan
favorable ha sido la respuesta que tenemos la impresión clínica de que esta
medicación puede retrasar y tal vez prevenir el desarrollo de la úlcera
péptica” concluían en su informe que constituye la primera evidencia médica
contemporánea de la utilización interna del áloe. Y también en el mismo año
de 1963, la doctora Lorenzetti y sus colegas demostraron que el áloe inhibía el
desarrollo de una gran variedad de microorganismos entre ellos
Staphylococcus aureus, Staphylococcus pyogenes, Corynebacterium xerosis,
Shigella paradysenteriae, Salmonella typhy y Salmonella paratyphy, microbios
causantes de diversos tipos de infecciones y de ciertas variedades de
disentería y de tifus. Cansado de ser etiquetado durante siglos como un simple
purgante, el áloe estaba empezando a mostrar lo que era capaz de hacer.
En 1973 Los Doctores El Zawahry, Rasahd Hegazy y Helal, el primero de
ellos profesor de dermatología en la Universidad de El Cairo y los otros dos
trabajando para los laboratorios Nile Company for Pharmaceuticals,
publicaron en el International Journal of Dematology un trabajo que se
convertiría en clásico. En él explicaban la utilización de la pulpa de áloe para
tratar las úlceras crónicas en las piernas, incluyendo los detalles de algunos
casos concretos (ver referencias). Al año siguiente, el Dr. Logai, discípulo del
Dr. Vladimir Filatov, informaba sobre los positivos resultados obtenidos al
tratar hemorragias traumáticas en el cuerpo vítreo del ojo mediante
inyecciones subcutáneas de extracto de áloe. Un año después, en Japón se
publicaba otro trabajo que haría historia en la investigación del áloe. En él, el
Dr. Fujita, de la Universidad Fujita-Gakuen de Hisai, analizaba y demostraba
la actividad antiinflamatoria del extracto de áloe. Desde entonces, los
artículos en las revistas médicas informando sobre las más diversas y dispares
aplicaciones terapéuticas del áloe fueron ya algo común. Médicos e
investigadores de todo el mundo parecía que súbitamente se habían puesto de
acuerdo para fijar su atención y sus esfuerzos en el, hasta pocos años antes,
modesto y olvidado áloe.
Desde comienzos de la década de los 70, la industria del áloe en los
Estados Unidos fue tomando una fuerza cada vez mayor. También desde
entonces, la investigación científica y médica sobre esta planta adquirió una
dimensión totalmente nueva, interdependiente de los grandes intereses
industriales y comerciales. En el capítulo siguiente veremos esta nueva etapa
en la evolución del áloe.
¿Información o Promoción?
Tengo encima de mi mesa en este momento 16 libros que hablan
exclusivamente sobre el áloe vera. La inmensa mayoría –entre ellos 11 de los
12 editados en los Estados Unidos– son obras cuya finalidad principal no es
informar con imparcialidad acerca de esta planta, sino de un modo más o
menos encubierto, promocionar un producto comercial. En algunos casos
–los más honestos– el propio autor expone abiertamente su interés económico
en el tema. En otros, los libros han sido publicados por editoriales
dependientes de compañías dedicadas a la fabricación o comercialización de
productos derivados del áloe.
El áloe se ha convertido en el centro de una poderosa industria que mueve
miles de millones de dólares y cuyo mercado creciente es disputado con uñas
y dientes por un grupo bastante reducido de empresas. Dado que la legislación
actual prohibe reflejar en las etiquetas, envases y folletos promocionales las
cualidades curativas –comprobadas o no– de los productos de áloe, las
compañías dedicadas a su comercialización han buscado otras formas de
lograr que su mensaje llegue al público. Entre ellas, los artículos difundidos
en periódicos y revistas y también la publicación de libros. De este modo,
algunos escritores suelen entremezclar hechos comprobados con verdades a
medias y algunas veces con informaciones tendenciosas o sencillamente falsas,
cuya única finalidad parece ser decantar la opinión del lector hacia una cierta
opción o hacia una marca determinada.
Veamos cómo nació y se desarrolló esta poderosa industria y cómo se llegó a
la situación actual.
Los comienzos
Ya desde principios de siglo, el coronel H.W. Johnston había estado
cultivando áloe en los límites de las Everglades, en Homestead, al sur de la
ciudad de Miami. Pero su negocio fue siempre al viejo estilo: secaba las hojas
al sol y luego las convertía en polvo, mandando seguidamente dicho producto
a cientos de farmacias desparramadas por todo el país, que lo vendían
principalmente como laxante. En 1912 Johnston comenzó también a distribuir
hojas frescas por todas las tiendas y mercados de la ciudad. La reacción del
público fue tan positiva que pronto los beneficios obtenidos con la venta
directa de las hojas superó al tradicional del polvo seco. Y la demanda se ha
mantenido, pues la mayoría de los supermercados de Miami siguen en la
actualidad vendiendo hojas de áloe.
Pero en realidad la primera compañía americana dedicada a producción
de productos de áloe vera fue la Collins Chemical Company, fundada en 1934
por los ya mencionados doctores Collins, padre e hijo, fabricantes del
“Alvagel” destinado a tratar las quemaduras producidas por los rayos-X. En
1967 la Collins Chemical Company fue comprada por Robert White, antiguo
dueño de la Casa del Aloe de Chicago, quien cuatro años antes había
adquirido ya otra compañía más, la Tru-Aloe Products, de Henry McCarty, un
químico retirado que vivía en el norte de Georgia. McCarty había fundado su
empresa en 1937 y desde antes de la segunda guerra mundial había estado
cultivando áloe precisamente en la misma zona que el coronel Johnston, al Sur
de la ciudad de Miami.
Según sus propias palabras, White descubrió las cualidades del áloe
mientras trabajaba en la empresa de su familia, dedicada a construir
carreteras. “Debido a que permanecía demasiado tiempo al sol, comencé a
desarrollar las primeras fases del cáncer de piel”, recuerda. “Por aquel
entonces la Shell Oil Company estaba construyendo un oleoducto al lado de
nuestra carretera. Un día le pregunté a uno de sus operarios cómo podía estar
tanto tiempo al sol sin problemas. Me respondió que, tanto él como sus
compañeros, habían descubierto el áloe vera mientras trabajaban en los
campos petrolíferos de Oriente Medio y desde entonces no habían dejado de
utilizarlo cada día. Así comencé yo también a untarme áloe al terminar el
trabajo, y efectivamente me pareció que tenía un buen efecto protector. Años
después decidí iniciar este negocio y comencé a traer plantas de México y a
plantarlas en el valle del Río Grande, en el extremo sur del estado de Texas”.
Según White, en los Estados Unidos los primeros en darse cuenta del
enorme potencial económico de esta planta fueron los empresarios del
petróleo y cita a varios magnates petrolíferos que poseían también compañías
dedicadas a la explotación del áloe. Uno de ellos, dueño de una isla en el
Caribe, mantenía allí una pequeña plantación, destinada exclusivamente a
suministrar hojas a los yates de sus amigos que navegaban por la zona. Es bien
sabido que el multimillonario texano del petróleo H.L. Hunt se bañaba en áloe
al menos una vez cada semana. Realmente no parece que estos baños de áloe
le hicieran ningún daño, pues disfrutó de buena salud y vivió hasta los 94
años.
Después de la segunda guerra mundial y hasta mediados de la década de
los años 60, el cultivo del áloe experimentó un incremento modesto, centrado
principalmente en Texas (valle del Río Grande), sur de la Florida y también,
aunque en menor proporción, en California. El problema que impedía el
desarrollo y la comercialización en gran escala de los productos de áloe era
su inestabilidad. La oxidación, el mismo proceso que hace que la carne sin
refrigerar se estropee o que una manzana se oscurezca a los pocos minutos de
haber sido mordida, afecta también a la pulpa del áloe. Desde la publicación
en 1934 de los trabajos de los Doctores Collins, otros médicos y científicos se
interesaron por las cualidades curativas del áloe, que durante tanto tiempo
habían sido olvidadas para ser considerado tan sólo como laxante. Pero todos
chocaron con el insalvable obstáculo de la inestabilidad: la composición
química –y las cualidades medicinales– de la pulpa del áloe comenzaban a
deteriorarse inmediatamente después de ser ésta separada de la hoja,
permaneciendo aceptables a la temperatura ambiental durante un máximo de
48 horas y tal vez unas dos semanas bajo refrigeración, pero no más. Ello
impedía producir y comercializar productos de áloe a gran escala. Así, el
negocio de los farmacéuticos, médicos o químicos que habían inventado algún
producto a base de pulpa de áloe, debía forzosamente limitarse al mercado
local. En un artículo publicado en 1960 en la revista American Perfumier,
decía el Dr. James Flagg: “Sus resultados son sorprendentes, pero la
esperanza de poder utilizar el áloe a gran escala ha debido ser abandonada
pues al parecer se resiste a la estabilización... Los costosos intentos realizados
por diversas casas farmacéuticas para estabilizar la pulpa de áloe en forma de
ungüento o cualquier otro tipo de preparado han resultado inútiles...”
El logro de la “estabilización”
Pero en el año 1965, Bill Coats, farmacéutico y dueño de una cadena de
farmacias en Dallas, Texas, inventó y patentó su primer proceso efectivo para
estabilizar la pulpa de áloe.
Coats vendió sus farmacias y fundó la Aloe Vera of America Inc. poniendo
rápidamente en el mercado una docena de productos de áloe, entre ellos, gel,
lociones, dentífricos, bálsamos, linimentos y cremas. La aparición de la Aloe
Vera of America fue el detonador. En los siguientes quince años surgirían en
los Estados Unidos más de 500 compañías dedicadas a la fabricación de
productos de áloe. Su aceptación por el público fue extraordinaria. “Cualquier
cosa que pusiéramos en los estantes con la etiqueta de áloe, la gente se la
llevaba”, dice Frank Romano, presidente de Key West Aloe, empresa que
inició sus labores en un pequeño local de Key West, Florida, y que en la
actualidad posee tres edificios y sus ventas superan mensualmente el millón de
dólares. Todavía más modestos fueron los comienzos de la Burn-Off
Corporation, de Irwing, Texas, dedicada exclusivamente a fabricar protectores
solares y bronceadores a base de áloe. Según Steve Finley, su antiguo
presidente, la compañía se inició con un capital de 100 dólares y antes de
cumplir cinco años su facturación superaba también el millón. En 1981, la
Aloe Vera of America de Bill Coats fue comprada por una compañía de
multinivel, la Forever Living Products, con sede en Tempe, Arizona. En la
década de los 80, este tipo de compañías, que ya poseían amplia experiencia
en la venta de cosméticos y productos para
El Fenómeno de la Pirámide
Al igual que otras compañías multinivel, las dedicadas a los productos de
áloe no venden su mercancía en las tiendas, sino a través de una red de
distribuidores independientes. Dichos distribuidores comienzan generalmente
adquiriendo productos para ellos mismos. Luego compran más para venderlos
a otras personas e intentan a su vez buscar nuevos distribuidores. La compañía
los anima a que hablen continuamente de los beneficios de sus productos y a
que los den a probar y los vendan a sus amigos, sus vecinos, sus compañeros
de trabajo y sus familiares. Cuando alguien demuestra cierto interés, es
invitado a una reunión especialmente diseñada para venderle no sólo el
producto, sino también la idea de convertirse en distribuidor. Los recién
llegados a la organización deben acudir a diversos seminarios en los que se
les enseñan las técnicas de venta, las particularidades de los diferentes
productos y también la manera de captar nuevos distribuidores. Cuando esto
ocurre, el distribuidor va ascendiendo dentro de la organización piramidal al
tiempo que aumentan sus ingresos, pues no sólo recibe una comisión sobre sus
ventas, sino también sobre las efectuadas por los distribuidores que él enroló.
La venta multinivel requiere de tácticas muy agresivas. Al hablar de las
virtudes del áloe, algunos distribuidores suelen mostrar un fervor casi
religioso y generalmente relatan los enormes beneficios que ellos
personalmente obtuvieron con su utilización. Las compañías que no se sirven
de este sistema no desaprovechan la ocasión de difundir los dos grandes
inconvenientes de toda venta multinivel:
(1) Los productos suelen ser más caros y (2) Los distribuidores suelen
exagerar desmedidamente las virtudes del producto.
El hecho es que la propia estructura piramidal obliga a mantener unos
precios bastante más elevados que los de otros productos semejantes,
disponibles en las estanterías de las tiendas. La compañía suele aducir ante
sus distribuidores que ello es debido a la muy superior calidad de su producto,
argumento que generalmente carece de base y que, inocente y convencido, el
distribuidor repite luego ante el comprador.
Miles de millones
La empresa Forever Living Products ilustra muy bien la importancia
económica que ha llegado a alcanzar el áloe. En la actualidad la compañía
posee sus propias plantaciones de áloe en Harlingen, Texas, y también en
Filipinas y en diversas islas del Caribe. Las hojas recién cosechadas en los
llanos e interminables campos de Harlingen son transportadas en sus propios
camiones especiales –en los que durante el viaje son lavadas– a la planta de
Mission, Texas, donde tiene lugar el estabilizado. Dicha planta tiene
capacidad para procesar 24.000 litros de áloe a la vez. Posteriormente el
producto ya conservado es transportado en camiones cuba a la planta
envasadora ubicada en Dallas, cuya capacidad de producción asciende a
65.000 frascos y 40.000 botellones por turno. Forever Living Products posee
una densa red de distribuidores en los cinco continentes. La compañía fue
clasificada por la revista INC como la sexta empresa del país en cuanto a
ritmo de crecimiento y por la revista Venture en el lugar 28 entre las 100
compañías del mundo con mayor crecimiento durante los últimos diez años.
Sus ventas totales durante el año 1995 ascendieron a la monstruosa cantidad
de 1.115.000.000.000 dólares. Sí, un billón, ciento quince mil millones de
dólares, según cifras facilitadas por la propia compañía.*
El áloe en la cosmética
El Dr. Albert Leung, autoridad en el campo de la cosmética, decía en un
artículo publicado en la revista Drug and Cosmetics Industry de Junio de
1977: “Durante los últimos tres años, se ha generado un considerable interés
en el áloe vera como ingrediente cosmético. Varias compañías importantes lo
han incorporado a sus productos y otras están en la actualidad desarrollando
sus propias líneas de cosméticos a base de áloe, aprovechándose de la
reputación que esta planta ha tenido tradicionalmente para el cuidado de la
piel, como hidratante y suavizante... generalmente se cree que las cualidades
emolientes, hidratantes y curativas del gel de áloe son debidas a los
polisacáridos que contiene. El principal de dichos polisacáridos es un
glucomanán...”
* Según la nomenclatura estadounidense, en la que un billón equivale a mil millones, la cantidad es de 1.115
billones de dólares.
Las grandes compañías multinacionales que no lo habían hecho ya,
comenzaron discretamente a incorporar el áloe en algunas de sus líneas de
jabones, champús, cremas y productos para el cuidado de la piel. Un
vicepresidente de Ponds admitía que “incluyeron el áloe en sus productos
debido a la fuerte demanda y también porque la competencia lo estaba
haciendo ya”, pero rápidamente agregaba que su compañía “se abstiene de
hacer ningún tipo de publicidad o manifestación sobre las posibles virtudes
curativas o milagrosas del áloe”. Al mismo tiempo, las pequeñas empresas
dedicadas exclusivamente a fabricar productos cosméticos a base de áloe
llegaron a ser varios miles en todo el país.
En las grandes compañías de productos naturales, que hasta ese momento
se habían mantenido al margen del áloe, sucedió el mismo fenómeno que con
las marcas cosméticas famosas. Un directivo de la importante firma General
Nutrition Mills, adoptaba en sus declaraciones exactamente la misma actitud
que la Ponds: “Hemos incluido el áloe en nuestros productos en beneficio de
nuestra clientela, pero la compañía no hace ni puede hacer ningún tipo de
declaración sobre las cualidades del áloe”.
“El áloe vera es un maravilloso ingrediente cosmético”, dice Odus Hennessee,
presidente de Cosmetic Specialty Labs Inc. y autor del libro Aloe, Myth-
MagicMedicine, “pero es totalmente necesario que los fabricantes entiendan
qué es el áloe vera y sepan cómo usarlo”, algo que ciertamente no ocurre en
todos los casos. “Si la Naturaleza puede hacer que esta planta florezca en
pleno desierto, imagínese lo que hará en la piel de la mujer”, decía un
conocido anuncio. Seguidamente exaltaba las cualidades hidratantes de la
pulpa de áloe, capaz de mantener viva a la planta y de hacerla florecer en el
intenso calor del desierto. Mientras tanto otra compañía no menos importante
manifestaba que según sus investigaciones el áloe no es hidratante, sino todo
lo contrario, y en sus productos lo incluían precisamente como
“deshidratante”. Lo cierto es que en la composición de todo agente hidratante
deben estar perfectamente equilibrados los aceites y el agua, algo que no
ocurre en la pulpa del áloe, puesto que el aceite de la planta está concentrado
en su corteza.
En 1985, en otro artículo publicado en la misma revista titulado “Aloe
Vera Update: A New Form Questions Integrity of Old”, el Dr. Leung
manifestaba que a pesar de la gran publicidad que las compañías de
cosméticos estaban haciendo de sus productos de áloe, ninguna de ellas incluía
en sus etiquetas una información clara del porcentaje de áloe contenido ni
tampoco de los estándares de pureza utilizados en su fabricación. Como
veremos seguidamente, el problema del contenido se convertiría pronto en el
ojo del huracán y no sólo en los productos cosméticos.
El contenido, un enigma
Según el Dr. Ivan Danhof, considerado como la máxima autoridad mundial
en el campo del áloe, numerosos estudios realizados indican que, aunque la
acción de todos los ingredientes del áloe tiene lugar sinérgicamente, sus
efectos saludables y curativos son en gran parte debidos a los polisacáridos
mucilaginosos contenidos en él. Las cantidades aconsejadas por los expertos
oscilan entre los 600 y los 1.200 mg. de polisacáridos al día para las personas
sanas. Los enfermos deberán tomar entre 1.200 y 3.000 mg. diarios, aunque
según la gravedad de la enfermedad la dosis aconsejable puede ser mucho
mayor.
Tengo ante mí un informe que presenta los resultados de un análisis
realizado a una serie de productos de áloe para consumo interno procedentes
de 38 compañías diferentes. Su contenido de polisacáridos mucilaginosos
oscila entre 15.519 mg. por litro, en el más elevado, y 0 mg. por litro en el
más bajo, siendo la media aproximada de 800 mg/l. Sin embargo, la etiqueta
de los envases en los que se comercializan todos estos productos indica que
contienen ¡entre un 99% y un 100% de áloe vera!
Con la actual legislación, cualquiera puede diluir la pulpa de una hoja de
áloe en 100 litros de agua y seguidamente comercializar el líquido resultante
como áloe vera puro al 100%, pues no existe ningún tipo de control por parte
del Departamento de Agricultura sobre este aspecto del etiquetado de los
productos de áloe.
Los expertos coinciden en que, independientemente de la cifra cercana al
100% que suele figurar en las etiquetas y en los envases de jugo y gel, su
contenido real de áloe es, en el mejor de los casos, entre un 40 y un 60% y en
el peor, menos de un 5% o incluso nada. Un hecho innegable es que el proceso
de estabilización requiere que se añada agua y conservantes. Dice Bill
McAnalley, expresidente de los Laboratorios Carrington: “Para saber cómo es
el verdadero gel de
El IASC
Conscientes de la urgencia y la necesidad de evitar que los bajos niveles
de calidad de ciertos productos –y de moralidad de ciertos fabricantes–
terminaran minando la credibilidad de toda la industria en su conjunto, un
grupo de industriales del áloe decidieron unirse para formar el Consejo
Científico Nacional del Aloe (NASC por sus iniciales en inglés) con la
finalidad de:
(1) Fomentar la investigación científica a fin de ir desvelando los muchos
misterios que el áloe todavía guarda.
(2) Difundir el uso del áloe vera asegurándose al mismo tiempo de que
ninguna compañía utilice en la promoción de sus productos datos científicos
erróneos o hipotéticos.
(3) Protegerse de la competencia desleal. (4) Controlar la calidad de los
productos comercializados y
(5) Velar por que todo envase indique claramente el porcentaje correcto de
áloe contenido en el producto.
En 1990 el NASC pasó a convertirse en IASC o Consejo Científico
Internacional del Aloe.
Hasta ahora, en su intento por poner un poco de orden en el caos existente, no
puede decirse que la labor del IASC haya sido un fracaso total, pero tampoco
se puede calificar como un éxito. El hecho de que muchos miembros de la
asociación sean al mismo tiempo fuertes competidores, crea tensiones que no
siempre logran solucionarse. Además, por diversos motivos, importantes
compañías se han ido saliendo del NASC. El caso de los Laboratorios
Carrington es un ejemplo.
En palabras de Clinton Howard, fundador de los Laboratorios Carrington, con
sede en Irving, Texas, su empresa gastó una considerable cantidad de dinero
para establecer un método de análisis confiable. “Analizamos más de 50
componentes químicos contenidos en una serie de hojas cosechadas cada mes,
durante más de un año, a fin de poder establecer la “media” de calidad y
concentración. Con este mismo método analizamos luego los productos
existentes en el mercado etiquetados como áloe vera 100% puro y nos
sorprendimos al descubrir que su contenido real era de un 30, 20, 15, 10 y, en
algunos casos, incluso menos de un 5 por cien de áloe vera. Conscientes de
que el equipo necesario para analizar 50 ingredientes podía resultar
demasiado caro para algunas compañías, los Laboratorios Carrington
desarrollaron una versión simplificada del proceso, no adecuada para
propósitos de investigación, pero sí practica y útil para averiguar el contenido
real de un producto. Inicialmente parecía que el NASC iba a adoptar nuestro
método de análisis e incluso así lo anunciaron en las revistas especializadas,
pero a algunos de los miembros del NASC no les gustó la publicidad que con
este hecho obtendrían los Laboratorios Carrington”. Al ser rechazado su
sistema, los Laboratorios Carrington preguntaron el motivo y ante la falta de
una respuesta convincente, abandonaron el NASC.
Uno de los mejores logros del NASC (en la actualidad IASC) fue establecer
una nomenclatura uniforme para los diversos productos. Así, definieron lo que
es el Gel de Aloe Vera, el Gel de Aloe Vera 100%, el Gel de Aloe Vera
Completo, el Concentrado de Aloe Vera, el Gel de Aloe Vera Reconstituido, el
Jugo de Aloe Vera y el Extracto de Aloe Vera, por citar sólo algunas de las
categorías de productos de áloe para uso interno.
Acemanano y Manapol
Los Laboratorios Carrington destacan por las grandes sumas que suelen
destinar a investigación y en su equipo de científicos están algunas de las
máximas autoridades mundiales en el campo del áloe. En 1985, Bill
McAnalley, entonces director de investigación de los Laboratorios Carrington,
creyó haber localizado el principal ingrediente activo del áloe y diseñó un
método para estabilizarlo. Dicho ingrediente resultó ser el polisacárido
mucilaginoso Beta-(1,4) polimannan acetilado de cadena larga. A este hidrato
de carbono existente tan sólo en el áloe, se le asignó oficialmente el nombre
de acemanano. De 1985 a 1993 Bill McAnalley, Reginald McDaniel y un
nutrido grupo de científicos realizaron una impresionante cantidad de estudios,
demostrando la eficacia del acemanano para combatir más de 100
enfermedades distintas. Entre los experimentos realizados destacaron varios
estudios piloto con personas afectadas de SIDA, las cuales experimentaron
una mejoría muy notoria. Los resultados fueron tan claros que la FDA (Food
and Drug Administration) autorizó la realización de un estudio a mucha mayor
escala, a fin de autorizar ya definitivamente al acemanano como tratamiento
contra el SIDA. Experimentos realizados en todo el mundo, comenzaron a
confirmar los datos aportados por McAnalley y McDaniel, uno de los
primeros fue el efectuado en Bélgica por los doctores Nathan Clumeck y
Philippe Hermans, publicado en 1988 en The American Journal of Medicine
(ver ref.) Los laboratorios Carrington obtuvieron rápidamente 56 patentes
relacionadas con esta substancia, entre ellas la de sus productos Carrisyn y
Manapol, cuya explotación concesionaron a la compañía Mannatech Inc. con
sede en Grand Prairie, Texas. El revuelo y la expectación originados por este
descubrimiento fueron inimaginables y a consecuencia del mismo los
Laboratorios Carrington, que pese a haber invertido 20 millones de dólares en
la investigación del acemanano eran una empresa relativamente modesta,
pasaron de pronto a codearse con los grandes consorcios farmacéuticos
multinacionales.
La orquesta y el solista
El hecho de que un descubrimiento científico tan importante ocurriera
fuera del IASC y sobre todo, la enorme (y tal vez exagerada) publicidad dada
al mismo por los Laboratorios Carrington, levantaron ampollas en el propio
IASC, el cual, publicó un artículo firmado por su director ejecutivo Gene
Hale, con el título Cuando el Aloe Vera cura... ¿es por la actuación de un sólo
músico o debido al trabajo conjunto y armónico de toda la orquesta? Dice
Hale en dicho artículo: “Una solapada pero no por ello menos apasionada
batalla se está librando sobre la arena del Aloe Vera, tanto en términos
científicos como en campo mucho menos preciso de la estrategia comercial.
La cuestión es: ¿Posee el áloe vera en su forma natural los valores
terapéuticos que se le imputan, o es sólo uno de sus constituyentes el
responsable de todos sus efectos benéficos?” Sigue diciendo Hale: “por un
lado tenemos a los científicos que opinan que los beneficios terapéuticos del
áloe son derivados de una ‘orquestación armónica’ de los más de 200
componentes hallados en el gel y por otro nos encontramos con las
manifestaciones de un pequeño grupo de investigadores, a sueldo de un
fabricante de productos de áloe, según las cuales sólo uno de los elementos
integrantes del gel sería responsable de las propiedades curativas que lo han
hecho famoso. Aunque sus teorías parecen basadas en hechos científicos, su
conclusión es totalmente cuestionable y está siendo objeto de un apasionado
debate.” Seguidamente reconoce Hale la aparente importancia del Manapol y
el acemanano y los resultados hasta ahora positivos de los experimentos
realizados bajo la supervisión de la FDA para el tratamiento del SIDA, pero
concluye, “Si el Manapol o el acemanano resultan útiles en el tratamiento de
algunas enfermedades, el gel completo tendrá que ser todavía más beneficioso
pues contiene un amplio espectro de componentes terapéuticos adicionales,
cada uno de los cuales cumple una función específica en el proceso de
curación. ¿Debemos desechar todas las propiedades curativas del áloe porque
un pequeño grupo de investigadores ha ‘descubierto’ algo nuevo? La inmensa
mayoría sigue creyendo que aunque acemanano y Manapol puedan cumplir
papeles muy importantes, la orquesta del áloe vera en su conjunto es la que
sigue produciendo la música que las personas conscientes de su salud desean
oír.”
Así, a los numerosos artículos y libros -auspiciados por los Laboratorios
Carrington- ensalzando las virtudes del acemanano, siguió una cantidad
similar o mayor, tratando de quitarle importancia a dicho descubrimiento.
Parece que nadie se quedó callado. Pero también se emitieron opiniones
equilibradas. Las siguientes palabras de Bill Coats son un ejemplo: “En mi
opinión, dentro de la totalidad del complejo de polisacáridos mucilaginosos y
dentro de la totalidad del áloe vera, hay muchas más cosas importantes, aparte
del acemanano. Sin embargo, si hubiera que definir a uno de sus ingredientes
como “la voz cantante” -al menos en lo que se refiere a combatir las
enfermedades y a estimular el sistema inmunológico-, todo parece indicar que
ese elemento sería el acemanano.”
Como bien dice Bill Coats, el análisis completo y total de una planta tan
compleja como el áloe no puede concebirse como un hecho instantáneo. Es
más bien un largo proceso, que se va perfeccionando con el paso del tiempo y
que, de vez en cuando, nos presenta algunos elementos nuevos. Los
procedimientos de laboratorio destinados a descubrir las propiedades
químicas de las plantas generalmente son diseñados en base a lo que se espera
encontrar en ellas, y así, condicionan y limitan el resultado. De este modo los
diferentes métodos suelen también arrojar resultados distintos, que se van
convirtiendo en las piezas de un rompecabezas. De vez en cuando aparecen
nuevas piezas, cada vez más diminutas, pero el hecho es que en el caso de
nuestro áloe el cuadro todavía dista mucho de estar completo. Incluso entre los
investigadores y los grupos especializados en identificar compuestos
fitoquímicos, el áloe tiene fama de ser una especie extremadamente difícil de
analizar.
El primer elemento hallado fue la aloína, identificada ya en 1851 y
considerada entonces como la substancia más importante de las contenidas en
la planta, aunque su utilización médica estaba limitada -y así siguió durante
casi cien años- a sus cualidades laxantes.
A consecuencia de que en 1934 los doctores Collins descubrieran que el
áloe podía servir para algo más que como simple purgante, el interés en esta
planta comenzó a resurgir. Así, en 1938 los químicos Chopia y Gosh
identificaban los principales ingredientes del áloe como “aloína, emodina,
ácido crisopánico, resina, goma y trazas de aceites volátiles y no volátiles” sin
embargo la primera evaluación detallada de los componentes del áloe vera se
la debemos los doctores Tom D. Rowe y Lloyd M. Parks, quienes en su trabajo
A Phytochemical Study of Aloe Vera Leaf publicado en 1939 en el Journal of
the American Pharmaceutical Association informaban que en la corteza del
áloe habían hallado las enzimas oxidasa y catalasa, también caroteno y
betacaroteno, azufre y fenoles mientras que en la pulpa encontraron las
enzimas amilasa y oxidasa, y también oxalato cálcico.
Tanto el análisis de Rowe y Parks como los posteriores estudios de G.A.
Bravo y Maria Luisa D’Amico estuvieron principalmente centrados en la
corteza, pues se creía que en ella estaban concentradas las propiedades
curativas de la planta. Los estudios de Bravo y D’amico profundizaron en las
cualidades antibióticas de las antraquinonas (aloína, barbaloina, isobarbaloina
y antranoles) presentes en la corteza de las hojas del áloe. Descubrieron que,
al igual que ocurre con los antibióticos sintéticos, las antraquinonas del áloe
aisladas pueden resultar tóxicas, sin embargo en combinación con todos los
demás componentes naturales de la planta carecen totalmente de toxicidad. La
frenética búsqueda del “principio activo” del áloe había comenzado ya y por
el momento estaba dirigida hacia las antraquinonas.
Un paso importante se dio en 1951, cuando los doctores Ikawa y Niemann
descubrieron que el mucílago interior de la hoja estaba compuesto
básicamente por varios polisacáridos. Ya entonces se sabía que este tipo de
azúcares estimulan el crecimiento de los tejidos sanos. Poco a poco fue
tomando cuerpo la idea de que tal vez la pulpa del áloe y concretamente los
polisacáridos fueran los principales responsables de las cualidades
terapéuticas de la planta. Los doctores El Zawahry, Hegazy y Helal, en su
trabajo ya mencionado sobre las propiedades del áloe en el tratamiento de las
úlceras crónicas publicado en 1971, atribuyen algunas de sus cualidades
curativas a los antranoles pero manifiestan que en su opinión el principal
agente activo reside en los polisacáridos mucilaginosos.
En 1968 el Dr. Gunnar Gjerstad, de la Universidad de Texas, muy
interesado en el áloe pero consciente de que ya otros científicos estaban
estudiando los polisacáridos mucilaginosos se dedicó a determinar los
constituyentes minerales del áloe y su posible acción como agentes curativos.
Gjerstad y su colaborador Bouchey hallaron que los principales elementos
inorgánicos presentes en el áloe eran calcio, cloro, sodio, potasio, magnesio y
manganeso, pero vieron que ninguno de ellos parecía ser el responsable de sus
espectaculares efectos. Seguidamente centraron su atención en los
aminoácidos, viendo que el áloe contenía 18 de los 22 aminoácidos presentes
en el cuerpo humano. Gjerstad y Bouchey hallaron que una cucharada de pulpa
de áloe contenía más de 75 componentes químicos distintos en cantidades
iguales o superiores a un miligramo. Posteriormente investigaron su contenido
vitamínico, hallando Vitamina B1, Niacinamida, Vitamina B2, Vitamina B6 y
Colina.
Los avances tecnológicos incorporados durante los últimos 30 años a la
investigación de laboratorio han permitido que las piezas de este
rompecabezas descubiertas e investigadas sean cada vez más pequeñas, pero
siguen apareciendo piezas nuevas. La complejidad y la variedad de los
elementos y de los nutrientes presentes en el áloe no se hallan si siquiera en
los especímenes vegetales considerados más complejos. La siguiente relación
tan sólo incluye los componentes cuantitativamente más importantes. Lignina y
saponinas
Antraquinonas
Aloína
Isobarbaloína
Antracena
Acido Cinámico
Emodina
Emodina de áloe
Estero de ácido cinámico Barbaloína
Antranol
Acido aloético
Aceites etéreos Resistanoles
Acido Crisofánico
Minerales Calcio
Magnesio Sodio
Cobre
Hierro
Manganeso Potasio
Cinc
Cromo
Cloro
Vitaminas
Betacaroteno Vitamina B1 Vitamina B2 Acido fólico Vitamina C Vitamina B3
Vitamina E Vitamina B6 Colina
Mono y polisacáridos Celulosa
Glucosa
Manosa
Galactosa
Arabinosa
Aldonentosa
L-ranosa
Acido urónico
Xilosa
Acido Glucurónico
Aminoácidos esenciales Lisina
Treonina
Valina
Metionina
Leucina
Isoleucina Fenilalanina Triptofano
Secundarios
Histidina
Arginina
Hidroxiprolina Acido aspártico Serina
Acido Glutámico Prolina
Glicerina Alanina Cistina
Tirosina Enzimas
Oxidasa Lipasa Amilasa Alinasa Catalasa
Taninos Esteroides
Los minerales
En la actualidad es ya sobradamente conocida la importancia que muchos
oligoelementos -o minerales presentes en el cuerpo humano en cantidades
infinitesimales- tienen para el mantenimiento del equilibrio y de la salud del
organismo. Estos minerales interactúan con ciertas enzimas, coenzimas y
vitaminas en modos todavía no totalmente identificados, sin embargo se ha
comprobado que su presencia, aun en cantidades mínimas, cumple un papel
vital en la protección contra un gran número de enfermedades
El sodio, el potasio y el cloro son los tres principales electrolitos del
cuerpo (minerales cargados eléctricamente) y están estrechamente
relacionados entre sí. El equilibrio del sodio y el potasio es especialmente
importante y en nuestros días muy raramente se mantiene pues solemos ingerir
grandes cantidades de sodio e insuficiente potasio. En el áloe los tres se hallan
en forma equilibrada y orgánica, fácilmente asimilable por el organismo.
La importancia del calcio en la formación de los huesos y en la prevención
de la osteoporosis es bien conocida, sin embargo el calcio no orgánico que se
toma en forma de complementos suele ser excretado casi en su totalidad, por
ello es esencial tomarlo en forma orgánica.
Aunque el cuerpo humano contiene tan sólo entre 20 y 30 gramos de
magnesio, su presencia es necesaria pues cumple una función clave en la
combustión celular, en la contracción de los músculos y en la transmisión del
código genético para la formación de nuevas células. La insuficiencia de
magnesio causa dilatación en los vasos sanguíneos, convulsiones e incluso
alcoholismo crónico.
La importancia del hierro la indica el hecho de que es parte esencial de la
hemoglobina, componente rojo de la sangre que transporta el alimento y el
oxígeno a todas las células del cuerpo. La alimentación occidental suele ser
deficitaria en hierro, sin embargo no es aconsejable tomar complementos de
hierro. El hierro presente en el áloe, aunque no es una gran cantidad, sí es
perfectamente asimilable por el organismo.
El cinc forma parte de muchas enzimas esenciales que a su vez controlan
un gran número de procesos corporales. La carencia del cinc genera anemia y
en los hombres hipertrofia de la próstata, que en muchos casos degenera a su
vez en cáncer de próstata.
El manganeso, aunque presente sólo en cantidades infinitesimales, es uno
de los minerales imprescindibles. Es esencial para la formación de los huesos
y también para el metabolismo de la glucosa. Su carencia ocasiona problemas
nerviosos, falta de crecimiento e infertilidad.
El cobre es esencial para muchas enzimas, entre ellas las que ayudan a
producir diversas hormonas.
El cromo cumple un importante papel en el metabolismo de los ácidos grasos,
de la glucosa y del colesterol. Recientemente se ha demostrado que la carencia
o insuficiencia de cromo está estrechamente relacionada con la ineficacia de
la insulina, trastorno que suele degenerar en diabetes del adulto.
Las vitaminas
Las vitaminas son, por definición, substancias esenciales para el
mantenimiento de la vida que nuestro organismo no puede fabricar por sí
mismo, por lo que forzosamente deben estar incluidas en la dieta o bien ser
ingeridas en forma de complementos vitamínicos. Veamos las cualidades de
las vitaminas identificadas en el áloe vera:
El caroteno y el betacaroteno son convertidos por el cuerpo en vitamina A,
la cual es esencial para lograr una visión sana, para el mantenimiento de la
piel y de las mucosas y para el crecimiento de las células, su reproducción y
su inmunidad ante la enfermedad. Además, en años recientes se ha descubierto
que el betacaroteno es uno de los antioxidantes más poderosos que existen, por
lo cual ayuda a evitar el envejecimiento prematuro al mismo tiempo que
protege al organismo de las enfermedades degenerativas como el cáncer y la
arteriosclerosis.
La vitamina B1, o tiamina, es esencial para el crecimiento de los tejidos y
para la producción de energía. Al ser soluble en el agua la vitamina B1
abandona el cuerpo cada día, por lo que debe ser ingerida también
diariamente.
La vitamina B2 o riboflavina es también necesaria para mantener una piel
sana y cumple un papel esencial en la respiración de los tejidos.
La vitamina B3 o niacina interviene en la formación de los músculos y
también es necesaria para que el cuerpo pueda asimilar ciertos minerales.
La vitamina B6 o piridoxina, también soluble en el agua, es esencial para
el metabolismo de las proteínas y los aminoácidos y también para la
fabricación de la hemoglobina, pigmento rojo de la sangre que transporta el
oxígeno y el alimento para hacerlos llegar a todas las células del cuerpo.
La vitamina C es necesaria para fabricar el colágeno, substancia que rodea
a los músculos. También es necesaria para que el cuerpo pueda asimilar
debidamente otros elementos claves como por ejemplo el calcio. Además, es
también un potente antioxidante.
Durante los últimos años la vitamina E ha despertado mucho interés por
sus cualidades antioxidantes y por su extraordinaria capacidad para regenerar
y rejuvenecer los tejidos cutáneos quemados o lastimados.
La colina es importante por formar parte esencial del neurotransmisor
acetilcolina y también porque ayuda a evitar que la grasa se acumule
excesivamente en el cuerpo.
Al igual que la colina, el ácido fólico actúa como catalizador, facilitando
la acción de otras vitaminas. La deficiencia de ácido fólico inhibe el
crecimiento de ciertas células y también es imprescindible para el correcto
metabolismo de los aminoácidos.
La vitamina B12
A finales de la década de los 80 algunas compañías dedicadas a
comercializar productos de áloe comenzaron a difundir en periódicos y
revistas ciertos artículos en los que se decía que la pulpa de áloe vera “estaba
repleta de vitamina B12”. Como se sabe, la vitamina B12, tan sólo está
presente en los productos animales y ello constituye precisamente uno de los
argumentos en los que se apoyan quienes descalifican a las dietas vegetarianas
por incompletas, ya que al carecer de vitamina B12 no contienen todos los
elementos necesarios para lograr una salud equilibrada. La noticia fue
ampliamente difundida en varios países hasta que finalmente el propio IASC
tuvo que intervenir desmintiendo tales manifestaciones. Según el IASC, aunque
se habían hallado indicios de vitamina B12 en algunas hojas de áloe, todavía
estaba por determinar si dicha vitamina era activa, es decir, si actuaba en el
cuerpo humano igual que lo hace la vitamina B12 de origen animal. Otros
científicos manifestaron que los mínimos indicios de B12 hallados en el áloe
eran consecuencia de fermentaciones, no formando parte de la planta viva.
Aminoácidos y enzimas
Durante las dos últimas décadas los aminoácidos han despertado un interés
creciente tanto entre los científicos como entre los profesionales de la
nutrición, al irse descubriendo las múltiples funciones que cumplen en el
organismo, sobre todo en lo que respecta a la construcción y regeneración de
los tejidos. La lisina, por ejemplo, se ha visto que ayuda a controlar el herpes
simple, mientras que la arginina ha mostrado poseer notables cualidades
paliativas en los casos de artritis reumatoide. El triptofano es importante por
ser la materia prima a partir de la cual el organismo fabrica el neurotransmisor
serotonina y también la hormona melatonina, impulsora del sueño y poderoso
antioxidante. El funcionamiento de los aminoácidos y las enzimas es
totalmente interactivo, así, la insuficiencia o carencia de uno de ellos afecta
negativamente al funcionamiento de todo el sistema.
Los polisacáridos
Aunque las antraquinonas, los minerales, las vitaminas, las enzimas y los
aminoácidos presentes en el áloe poseen notables cualidades no sólo nutritivas
sino también terapéuticas, desde los trabajos de Ikawa y Niemann realizados
principios de la década de los 50, la idea de que una gran parte del potencial
curativo del áloe dependía de los polisacáridos mucilaginosos contenidos en
la pulpa comenzó a ir tomando cuerpo entre los investigadores. Se vio que
dichos polisacáridos son mucho más abundantes junto a la corteza que en
centro de la hoja, lo cual explicaría por qué la curación en las aplicaciones
externas es más rápida cuando la pulpa, que es la que permanece en contacto
con la zona afectada, permanece unida a su corteza.
Durante 35 años fueron muchos los científicos que trabajaron con los
polisacáridos del áloe, pero el momento culminante no llegaría hasta 1985,
cuando Bill McAnalley logró aislar el acemanano, descubriendo seguidamente
junto al Dr. McDaniel sus cualidades para tratar más de 100 enfermedades
distintas y especialmente sus sorprendentes efectos sobre el VIH, que más
adelante veremos con detalle.
Sin embargo, por extraordinarios que sean los méritos del acemanano, en
absoluto podemos desechar al resto de los componentes del áloe, pues en
muchos casos potencian las cualidades de este polisacárido y en otros aportan
las suyas propias. Por ejemplo, aunque el acemanano ha demostrado ser un
extraordinario regenerador de los tejidos, la efectividad del áloe en esta
función es todavía superior. La notable penetración del áloe a través de la piel
y de diversos tejidos es debida a la lignina y a ciertas enzimas proteolíticas,
esta facilidad de penetración -que el acemanano por sí solo no posee- resulta
de una utilidad extraordinaria en el tratamiento de hematomas y heridas
ubicadas en lugares a los que los medicamentos tópicos no suelen tener
acceso. En cuanto a la actividad antibacteriana y antigermicida en general, el
áloe es eficaz contra una gama tan extremadamente amplia de microorganismos
perniciosos, que a este respecto ninguna otra substancia conocida hasta la
fecha se le puede comparar.
6
APLICACIONES TERAPÉUTICAS DEL
ALOE
El asma
Las investigaciones realizadas en el año 1950 por el Dr. Gottshall y sus
colegas sobre la tuberculosis, sugerían ya el enorme potencial del áloe para
tratar las enfermedades respiratorias, sin embargo, pasaron 35 años sin que
nadie se decidiera a averiguar si nuestra planta podía tener algún efecto
benéfico sobre el asma. El Dr. Shida Takao y sus colegas publicaron en 1985
los resultados de su estudio realizado en Japón bajo el título: “Efectos del
Extracto de Aloe sobre la Fagocitosis Periférica en el Asma Bronquial
Adulta.” A los 33 pacientes que participaron en el estudio se les administró
jugo de hoja entera de áloe, procedente de una variedad local. Los resultados
fueron totalmente positivos, demostrando que el áloe estimula la actividad de
los fagocitos (células inmunológicas) que cumplen un papel clave en el control
de este problema. A las 24 semanas de iniciado el estudio, los 33 sujetos
participantes presentaban una mejoría que variaba desde muy buena a
espectacular.
En los Estados Unidos, el Dr. James Thompson presentó en 1993 un
informe ante la Academia Americana de Alergias Otorrinolaringológicas en el
que detallaba sus investigaciones sobre el acemanano integrado en un
compuesto hidrocoloidal para ser utilizado como spray nasal. Tras haber
aplicado dicho compuesto a más de 350 pacientes durante cuatro años
-como spray nasal y en forma de inyecciones- los resultados fueron totalmente
satisfactorios. En opinión del Dr. Thompson la mejoría experimentada por los
pacientes fue debida a las cualidades estimulantes del acemanano sobre
diversos componentes del sistema inmunológico, entre ellos los macrófagos y
las monokinas productoras de las interleukinas y del interferón, substancias
que cumplen un papel decisivo en la defensa del organismo contra todo tipo de
invasores.
En Japón también se han realizado investigaciones sobre las cualidades
antiasmáticas del áloe. En un trabajo publicado en 1987 en el Japan Journal of
Allergiology, el Dr. Akira Yagi manifiesta que un grupo de enfermos crónicos
de asma de edades diversas presentaron una mejoría muy notable tras tomar
durante seis meses un extracto de áloe. Curiosamente el Dr. Yagi informa que
en los enfermos que previamente habían sido tratados con corticosteroides la
mejoría fue mínima o nula.
Cirrosis y hepatitis
Siete pacientes diagnosticados con cirrosis y hepatitis que no habían
respondido a ninguno de los tratamientos convencionales administrados
durante más de dos años participaron en un experimento realizado en China
por el Dr. Oh y sus colegas. La edad media de los enfermos era de 47 años y
durante el tiempo que duró el estudio no tomaron ninguna otra medicación.
Diariamente se les administró por vía oral un extracto de áloe,
entrevistándolos cada semana y sometiéndolos a un examen detallado una vez
por mes. “A los tres meses de iniciado el tratamiento los síntomas en la
mayoría de los pacientes comenzaron a mejorar y los valores numéricos de los
exámenes (AST, ALT y bilirrubina) mostraron una majoría muy significativa”,
dice el Dr. Oh en la conclusión de su informe.
La colitis
La colitis es una inflamación del colon, que puede degenerar hasta formar
úlceras, las cuales a su vez pueden llegar a perforar las paredes del intestino
grueso. Diversos experimentos realizados por los Laboratorios Carrington,
tanto con jugo de áloe como con acemanano, parecen indicar que el áloe puede
ser, con gran diferencia, el mejor de todos los tratamientos existentes en la
actualidad contra la colitis y la enfermedad de Crohn. Los estudios para su
autorización oficial por parte del FDA se están realizando en la actualidad.
La esclerosis múltiple
Para la medicina académica las causas de la esclerosis múltiple son
desconocidas, sin embargo el especialista austríaco de la terapia con
inyecciones subcutáneas de áloe bioestimulado Wolfgang Wirth opina que esta
enfermedad posee un fuerte componente psicosomático. Según Wirth un alto
porcentaje de las personas que padecen de esclerosis múltiple han sufrido
tensiones muy serias y persistentes en sus relaciones matrimoniales y afectivas
y con frecuencia experiencias sexuales negativas o incluso traumáticas. Estas
experiencias decepcionantes y ese sentimiento de que se les ha negado el amor
y la ternura originan en ellos una situación depresiva y un aislamiento
creciente que no hacen sino agravar cada vez más su enfermedad. Al igual que
ciertas personas al enfrentarse a grandes ansiedades y tensiones suelen
desarrollan el cáncer, otras, con diferente disposición psíquica, tienden más
hacia las enfermedades nerviosas, con posibilidades de caer en la esclerosis
múltiple sobre todo si han sufrido experiencias como las mencionadas
anteriormente.
Wirth recomienda que todos los pacientes de esclerosis múltiple sean
analizados mediante la hipnoterapia y que seguidamente se recurra al áloe
para ayudar a recomponer su sistema nervioso central y aumentar sus defensas
y su vitalidad en general. Las inyecciones subcutáneas de áloe bioestimulado
pueden -y han logrado- detener durante muchos años y en algunos casos
incluso curar totalmente esta enfermedad, siempre que haya sido diagnosticada
a tiempo.
En un trabajo publicado ya en 1958, los doctores Meljankow y Rjabinina,
de Minsk, discípulos ambos del Dr. Filatov, informaban de curas totales de
esclerosis múltiple con la terapia a base de áloe bioestimulado preconizada
por Filatov.
El tratamiento aplicado por Wirth consiste en una inyección subcutánea
diaria de 1 ml de extracto de áloe bioestimulado aplicada en la cadera durante
30 días consecutivos. Posteriormente un intervalo de 30 días sin inyección al
que siguen otras 30 inyecciones más, administradas preferentemente en las
mañanas. Además, el paciente deberá abstenerse durante bastantes meses de
tomar alcohol, café, té, sal, azúcar, vinagre y especias, siguiendo una
alimentación rica en vitaminas y minerales, preferentemente crudívora.
Simultáneamente deberá recibir apoyo psicológico, a fin de crear en él la
confianza de que su organismo es capaz de sobreponerse e incluso de vencer a
la enfermedad.
La incontinencia nocturna
La incontinencia o eneuresis nocturna suele afectar a niños de entre 4 y 10
años de edad, aunque en algunos casos puede llegar hasta la adolescencia. Los
niños padecen más este problema que las niñas y el mismo suele agravarse
durante el otoño e invierno. En general los niños que siguen mojando la cama
por las noches suelen ser nerviosos y fácilmente excitables, presentando con
cierta frecuencia otros tipos de trastornos como anemia, falta de apetito o
palidez excesiva.
El Dr. Vmoin, de Novosibirsk, Rusia, utilizó exitosamente extracto de áloe
para tratar la incontinencia nocturna. Su tratamiento consistía en 25
inyecciones subcutáneas en días alternos. En muchos casos el problema
desapareció totalmente después de la séptima inyección y en el resto se hizo
menos frecuente. Según el informe publicado en la revista rusa Medexport, la
inmensa mayoría de los pacientes tratados con áloe recuperaron el
funcionamiento normal de su vejiga urinaria y en los pocos que el problema
persistió, la mejoría fue muy notoria.
La lepra
Se considera que en estos momentos existen en el mundo entre ocho y diez
millones de personas afectadas de esta enfermedad, sin duda una de las más
temidas desde los tiempos prehistóricos. Se trata de una enfermedad
infecciosa crónica, cuyo periodo de incubación oscila entre los dos y los
treinta años. Los primeros síntomas suelen ser unas manchas rojas en la piel,
que luego se convierten en úlceras, deformando la expresión del rostro del
enfermo de un modo horrible. Posteriormente las extremidades se van también
atrofiando, los dedos se paralizan y terminan desprendiéndose. La destrucción
de la nariz termina de distorsionar totalmente el rostro y con frecuencia, las
úlceras en los ojos hacen que estos se les salgan. Generalmente los leprosos
son abandonados incluso por sus familiares, que no pueden soportar su olor y
su desagradable aspecto.
Y precisamente en los lugares donde sigue existiendo el terrible azote de
la lepra suele también crecer la planta que la puede detener: el áloe. Wirth
recomienda comenzar con una inyección subcutánea de 0,5 ml de extracto de
áloe bioestimulado en días alternos hasta completar 30 inyecciones,
descansando luego treinta días para reiniciar exactamente el mismo
tratamiento. Si esta primera cura tiene éxito deberá continuarse un año después
con 1 ml durante 30 días consecutivos, a los cuales seguirá también un
descanso de 30 días y otra serie de 30 inyecciones diarias de 1 ml. Si la
primera cura no logra detener la enfermedad deberá repetirse exactamente,
pasando a la de 1 ml cuando ya se logre la mejoría. Al mismo tiempo se
deberá aplicar externamente pulpa de aloe sobre las zonas afectadas al menos
dos veces cada día durante meses alternos. Los países donde sigue dándose
esta enfermedad son precisamente los más pobres.
El áloe, según el Dr. Wolfgang Wirth, no sólo es un remedio
extremadamente barato, sino también efectivo, que podría aliviar los
sufrimientos de esos 8 o 10 millones de seres humanos.
Manchas en la piel
La compañía Univera, de Broomfield, Colorado, fabrica y comercializa la
“Aloesina” producto altamente popular en los países asiáticos (aclara la piel)
y últimamente también en Sudáfrica y en los Estados Unidos, especialmente
entre las personas de edad. La aloesina se vende como tratamiento contra la
hiperpigmentación cutánea, pues elimina la acumulación de melanina, causante
de las manchas obscuras que suelen aparecer en la piel de las personas de
edad avanzada. No obstante, quienes deseen aclarar el tono de su piel y tengan
acceso a hojas de áloe, podrán utilizarlas directamente pues su efecto es el
mismo que el de la aloesina. Curiosamente, el primer informe científico
publicado en los Estados Unidos sobre el áloe (por los doctores Collins, ver
referencias) manifestaba ya esta cualidad de aclarar la zona de la piel sobre la
cual es aplicado. El autor ha podido confirmar este hecho en numerosas
ocasiones.
La meningitis
Se trata de la inflamación de una de las membranas que rodean al cerebro.
Los síntomas de la meningitis son ampollas y comezón en el paladar, reflejos
aumentados, temblor en los ojos, variación en el tamaño de las pupilas,
vómitos, aturdimiento y sobre todo, dolores de cabeza insoportables. La
meningitis puede causar la muerte y en muchos casos deja secuelas para el
resto de la vida del paciente. En los casos graves los antibióticos son
indispensables, sin embargo el Dr. Wolfgang Wirth considera que en los menos
graves o bien cuando el peligro ya ha pasado, se debe siempre utilizar la
terapia con extracto de áloe bioestimulado, a fin de acelerar el proceso de
curación, reforzar al debilitado sistema inmunológico del enfermo y eliminar o
minimizar las secuelas negativas.
La psoriasis
La psoriasis es otra de las enfermedades catalogadas como “de origen
desconocido” y curiosamente, entre todos los países del mundo, los Estados
Unidos son el lugar donde su incidencia es más elevada, con casi 7 millones y
medio de afectados. Todos los tratamientos existentes en la actualidad son –en
el mejor de los casos– simples paliativos y algunos, como los
corticosteroides, generan abundantes efectos secundarios. Recientemente se
han difundido mucho las excelentes cualidades que el barro del Mar Muerto
posee para tratar esta enfermedad, pero sus efectos lamentablemente son muy
pasajeros y el paciente empeora otra vez al dejar de aplicarse dicho barro.
El Dr. William Engel, de Santa Fe, Nuevo México, manifiesta que desde
hace bastantes años, está tratando esta molesta afección de la piel recetando a
sus pacientes una crema de áloe para que se la apliquen sobre la zona
afectada, además, al menos durante un año, deben tomar cada día una buena
cantidad de áloe internamente y seguir una dieta equilibrada –con total
exclusión de alimentos procesados, azúcares y grasas animales– reforzada con
un buen complejo multivitamínico y de antioxidantes.
A mediados del año 1996, el Dr. Syed y sus colegas, realizaron en Arabia
Saudita un estudio doble-ciego que demostró ya de un modo inequívoco las
cualidades curativas del áloe para controlar la psoriasis. En él participaron
sesenta pacientes, que llevaban sufriendo de la enfermedad entre cinco y 16
años. El estudio duró 16 semanas y al finalizar el mismo, de los 30
pacientes que se habían estado aplicando las crema de áloe (los otros 30
estuvieron utilizando un placebo) 25
estaban totalmente curados (extracto de su informe en las referencias).
Las quemaduras
Tal vez la utilidad del áloe para el tratamiento de las quemaduras de todo
tipo sea una de sus cualidades más conocidas. En sus artículos publicados en
1937 y 1939 en el Minnesota Journal of Medicine el Dr. J.E. Crewe relata
varios casos espectaculares, entre ellos el de un hombre que se cayó a un
depósito que contenía agua hirviendo. Las quemaduras que sufrió fueron tan
graves que al quitarle los pantalones, en algunos lugares, la piel se desprendió
junto con ellos. Gracias al tratamiento con una crema a base de áloe el dolor
disminuyó rápidamente, no se presentó ningún tipo de infección y diecinueve
días después el paciente estaba totalmente curado y trabajando de nuevo.
Uno de los lugares donde con más detalle han sido estudiadas las
cualidades del áloe para el tratamiento de las quemaduras es el Centro de
Quemaduras de la Universidad de Chicago. Sus investigadores los doctores
Martin C. Robson y John P. Heggers han estudiado con todo detalle las
cualidades de una crema comercial denominada Dermaide Aloe fabricada por
la Dermaide Research Corporation, sobre todo sus propiedades regeneradoras
de la piel, bactericidas y antiinflamatorias, habiendo efectuado numerosos
experimentos tanto con personas como con animales. En un estudio realizado
en 1980 el áloe demostró ser mucho más efectivo que la penicilina para tratar
eritemas, pruritos y deformaciones causadas por las cicatrices. En opinión de
los doctores Robson y Heggers, los efectos tan benéficos del áloe sobre las
quemaduras son principalmente debidos a su acción antiinflamatoria (cuanto
menos tiempo permanecen inflamados los tejidos menores son las
deformaciones que éstos sufren), también a su cualidad antimicrobiana que
evita las infecciones y a sus propiedades anticoagulantes que favorecen la
circulación sanguínea por la zona afectada, neutralizando la acción de las
prostaglandinas y del tromboxano que generan la vasoconstricción.
Torceduras y esguinces
La anécdota de los Juegos Olímpicos de Montreal es un lugar común, muy
repetido en la literatura publicitaria del áloe. Frank Medina, famoso
entrenador de atletismo texano y totalmente convencido de las sorprendentes
cualidades del áloe participaba con el equipo de los Estados Unidos en los
Juegos Olímpicos de Montreal de 1976. Allí tuvo ocasión de tratar a varios
atletas con su linimento de áloe, entre ellos a cuatro rusos que sufrían de un
fuerte dolor en el tendón de Aquiles, hasta el punto en que pensaban que no
podrían participar en la competición. Los cuidados que Medina les prodigó
con su áloe no sólo les permitieron participar en las carreras sino que incluso
dos de ellos ganaron medallas de oro. Posteriormente en agradecimiento, el
comité olímpico de la URSS invitó a Medina a visitar su país.
Desde entonces las cremas de áloe se han popularizado entre los
deportistas dedicados al atletismo. Un artículo publicado recientemente en la
revista Runners’ World, considerada como la “Biblia” de los corredores,
decía que muchos entrenadores olímpicos de atletismo utilizan gel de áloe
vera mezclado con aspirina para tratar el dolor y los derrames periféricos
relacionados con las torceduras y esguinces. Al parecer el extraordinario
poder de penetración del áloe introduce rápidamente la aspirina a través de la
piel, facilitando su paso directo a la corriente sanguínea. Al unirse los efectos
analgésicos y antiinflamatorios de la aspirina y del áloe, el resultado parece
que es sencillamente extraordinario.
Personalmente puedo dar fe de las sorprendentes cualidades del áloe para
el cuidado de los pies. Tras muchos años de utilizar el coche hasta para ir a la
tienda de la esquina, realicé recientemente una caminata de casi 27 km. Al
llegar la situación de mis pies era lamentable, con dolores, calambres,
ampollas y heridas ensangrentadas. Esa misma noche antes de acostarme
apliqué generosamente pulpa de áloe sobre las zonas afectadas. El alivio fue
instantáneo y pude dormir sin que me despertaran los calambres, como habría
ocurrido normalmente. A la mañana siguiente hice una nueva aplicación y otra
más por la tarde. En menos de 24 horas mis pies volvieron totalmente a la
normalidad, los dolores de músculos y tendones habían desaparecido y las
rozaduras, heridas y ampollas estaban prácticamente curadas.
La tuberculosis
Como ya vimos, el extraordinario descubrimiento del Dr. Gottshall y sus
colegas publicado en la American Review of Tuberculosis en el año 1950,
quedó archivado para siempre sin que nadie en los Estados Unidos se le
ocurriera seguir esa línea de investigación y menos llevar a la práctica sus
conclusiones. En Rusia sin embargo la investigación sobre las propiedades
antituberculosas del áloe alcanzó una notable profundidad, en gran parte
gracias a los trabajos de los doctores T. Zarimova y W. Rodionov, quienes en
el año 1979 llegaron incluso a ser propuestos para el premio Nobel de
Medicina.
En el estudio más espectacular realizado por Zarimova y Rodionov
participaron 167 pacientes afectados de tuberculosis, de ellos 113 con
tuberculosis pulmonar o bronquial. Los pacientes recibieron una dosis diaria
de un compuesto de áloe, diluido al 39 %. Sesenta días después de iniciado el
tratamiento todos los pacientes que habían estado tomando áloe (menos 4 que
presentaron reacciones alérgicas) mostraban ya una mejoría muy notable en
comparación con el grupo de control. Finalmente también a los enfermos de
control se les administró la solución de áloe y ocho meses después de iniciado
el estudio todos los participantes habían sido dados de alta. Su curación era
total y definitiva.
Aunque durante muchos años se la consideró totalmente extinguida, en
fechas recientes la tuberculosis está resurgiendo de un modo alarmante. Las
cifras, en varios países de todos los continentes, no dejan de crecer. En los
Estados Unidos están siendo afectadas personas de todas las edades, desde
escolares a personas ya maduras. Realmente no sabemos qué nos depara el
futuro. No es imposible que el áloe tenga todavía mucho que aportar en el
combate a esta enfermedad tan contagiosa.
Como hemos visto a lo largo de este libro el áloe ha sido utilizado para
tratar una enorme variedad de problemas médicos –tanto en el hombre como
en los animales– y cada día las investigaciones y las obras especializadas nos
sugieren nuevos usos. El amplio espectro de sus funciones lo convierten en un
remedio multivalente. Recordemos que es:
Un excelente limpiador y antiséptico natural (contiene al menos seis agentes
antisépticos: lupeol, ácido salicílico, nitrógeno de urea, ácido cinámico, fenol
y azufre), que penetra fácilmente en la piel y en los tejidos (en algunas
ocasiones cruzando siete capas distintas), que actúa como anestésico
calmando todo tipo de dolores (especialmente los musculares y de las
articulaciones) y tranquilizando los nervios, que posee una gran actividad
bactericida, que también destruye numerosos tipos de virus, que es fungicida,
antiinflamatorio, antiprurítico (detiene la comezón), altamente nutritivo
(contiene vitaminas, minerales y azúcares), dilata los capilares sanguíneos
incrementando la circulación en la zona afectada, descompone y destruye los
tejidos muertos (incluyendo el pus), favorece el crecimiento celular normal
(acelerando la curación de llagas y heridas), hidrata los tejidos y es
antipirético (elimina la sensación de calor en las llagas, úlceras e
inflamaciones).
Los siguientes son algunos de los problemas para los que ha sido utilizado con
éxito:
A Alergias, abscesos, adicciones (a drogas diversas), aftas, afonía,
agotamiento, asma, ampollas, amigdalitis, acné, acidez de estómago, anemia,
artritis, arteriosclerosis, anorexia.
B Bronquitis, bursitis.
C Calambres musculares, calvicie, caspa, cataratas, celulitis, ciática,
cirrosis, cólicos, colitis, contusiones, cortes, cistitis, carbunclo, cortes al
afeitarse, catarros, congestión intestinal, cáncer, cándida, comezones de todo
tipo, congestión nasal.
D Dermatitis, diabetes, disentería, depresión, dolores de cabeza, dolores
en las articulaciones, dolores de muelas, dolores de estómago, dolores
musculares.
E Edema, erisipela, epidermitis, exantema, enteritis, esterilidad debida a
ciclos anovulatorios, esclerosis múltiple, esguinces, erupciones, enfermedades
de las encías.
F Forúnculos, fiebres sin identificar, flatulencias.
G Gangrena, glaucoma, gota, gripe.
H Hemorroides, hepatitis, herpes genital, herpes zoster, halitosis, heridas
de todo tipo, hipertensión, hongos.
I Insuficiencia arterial, insomnio, ictericia, irritación bucal, indigestión,
infecciones por levaduras, infecciones de la vejiga y de los riñones.
J Jaquecas. K Keratosis folicularis.
L Laringitis, lepra, lupus, luxaciones, leucemia.
M Mal aliento, mastitis (en las vacas), manos ásperas, manchas en la piel,
manchas congénitas, meningitis, miopía, mordeduras de serpientes.
N Náuseas de todo tipo.
O Obesidad, olores (supresión del mal olor en las úlceras), enfermedades
de los ojos.
P Pie de atleta, piel seca, pezones estriados, parásitos intestinales,
picaduras de insectos, pecas seniles, picaduras de víboras y alacranes,
psoriasis, prostatitis, picores de todo tipo, problemas del páncreas diversos.
Q Quemaduras (térmicas, por radiación, solares, químicas o por líquidos).
R Resfriados.
S Sabañones, seborrea, sinusitis, SIDA.
T Tendonitis, tracoma, tuberculosis, torceduras, tos, tortícolis.
U Uñas encarnadas, úlceras en las piernas, úlcera péptica, úlcera de
duodeno, (todo tipo de úlceras), urticaria.
V Vaginitis, varices, virus de Epstein.
Z Zoster (herpes).
Aplicaciones externas
Después corte los bordes de la parte que vaya a utilizar en este momento, a
fin de eliminar las espinas. Seguidamente parta la hoja longitudinalmente por
la mitad. En la utilización externa se ha observado que los efectos son mucho
más rápidos y contundentes cuando se aplica un trozo de hoja sobre la zona
afectada, con la pulpa en contacto con la piel pero sin desprenderla de la
corteza. Para mantenerla en su lugar se puede utilizar una venda o
esparadrapo. Cuando por las características de la lesión a tratar no sea
posible mantener la corteza, se podrá extraer la pulpa con una cuchara,
machacándola o moliéndola seguidamente para facilitar su aplicación. Antes
de aplicar la pulpa es muy importante lavar bien la zona de la piel en la que se
va a utilizar. Estudios realizados por el Dr. Ivan E. Danhof han demostrado
que el áloe penetra en la piel al menos cuatro veces más rápido que el agua.
Ello le confiere una gran utilidad cuando es combinado con otros elementos
nutritivos o curativos, pero es muy importante lavar cuidadosamente la piel
antes de utilizarlo –sobre todo en las heridas y quemaduras– pues de lo
contrario podría introducir en el cuerpo la suciedad, las impurezas e incluso
las bacterias y microbios acumulados sobre la piel. Las aplicaciones se
pueden repetir cada hora, lavando siempre la piel antes de cada nueva
aplicación.
En las quemaduras es importante recordar que cuanto antes se atiendan
más rápida será su cura y menores las cicatrices. Se deberá aplicar
generosamente pulpa de áloe machacada o una buena crema comercial de áloe,
varias veces al día.
En caso de quemaduras de cierta importancia es conveniente refrescar la
zona afectada con agua corriente durante 15 o 20 minutos. De este modo se
logra bajar la temperatura de la piel, impidiendo que siga quemándose por sí
sola. Esta simple medida, junto a la siguiente aplicación del áloe, harán que la
curación sea rápida y completa.
Para evitar las quemaduras de sol –y el consiguiente riesgo de contraer
cáncer de piel– es conveniente aplicarse una buena crema de áloe al menos 20
minutos antes de exponerse a los rayos solares y, como siempre, asegúrese de
que dicha crema contiene realmente un buen porcentaje de áloe.
En algunas ocasiones el uso externo de la pulpa de áloe puede resecar
excesivamente la piel, lo cual podría resultar contraproducente en caso de
ciertas enfermedades cutáneas. Para solucionar este problema se puede
mezclar con aceite de oliva o de almendras dulces, o bien se recurrirá a una
buena crema comercial de áloe.
Uso interno
Cuando la pulpa del áloe vaya a ser consumida internamente se podrá
separar de la corteza del modo indicado, con la cuchara, o bien se pelará la
hoja con el cuchillo cortando seguidamente la pulpa en cubos, con cuidado de
que no queden trozos de corteza para evitar su sabor amargo. Aunque el sabor
de la pulpa no es desagradable, ciertamente su aspecto mucilaginoso la hace
muy poco apetitosa e incluso, para algunas personas, algo repugnante. Hay
quienes prefieren molerla en una licuadora y tomarla mezclada con zumos de
fruta o con miel, mientras que otros la toman en ensalada o directamente
mordiendo la hoja recién pelada.
Para conservarla se molerá inmediatamente después de pelada la hoja,
guardándola después en el frigorífico. De este modo conserva sus cualidades
medicinales por lo menos durante dos semanas. En caso de que su color se
hiciera más obscuro ello indicaría que el proceso de oxidación ha comenzado
ya, por lo cual se deberá desechar.
En los casos de problemas bucales, llagas, heridas por extracciones,
gingivitis o estomatitis, se molerá la pulpa, manteniendo el gel en la boca todo
el tiempo que sea posible y procurando que permanezca en contacto con la
zona afectada.
Alergias
Según un informe publicado en 1980 por los doctores Morrow, Rapoport y
Strick, menos de un 1% de la población es alérgica al áloe. Ciertamente es una
proporción muy baja si la comparamos con algunos medicamentos o incluso
con alimentos bastante comunes. Pero podría darse el caso de que estuviera
Vd. comprendido dentro de ese casi 1%. Por ello es aconsejable que antes de
tomar o de aplicarse externamente la pulpa de áloe o algún producto comercial
a base de áloe, compruebe que no va a sufrir reacciones desagradables de tipo
alérgico. La mejor manera es aplicarse un poco de gel de áloe o de pulpa
recién extraída de la hoja en algún lugar donde la piel sea fina, como por
ejemplo en la parte interna del brazo, o detrás de la oreja. Si durante la hora
siguiente no experimenta ningún tipo de comezón ni de erupción cutánea, ello
indicará que no es usted alérgico al áloe. Si por el contrario se presentaran
dichas reacciones desagradables, puede ser que el áloe no sea adecuado para
usted. No obstante, si efectuó la prueba con algún producto comercial será
conveniente que la vuelva a realizar otro día con pulpa de áloe recién cortada,
pues podría darse el caso de que la alergia no fuera generada por el propio
áloe sino por algún producto utilizado en el proceso de conservación o
estabilización.
Alergia a los sulfitos. Quienes sean alérgicos a los sulfitos deberán
abstenerse de tomar gel o jugo de áloe vera comercial, pues son muchas las
marcas, aunque no todas, que utilizan esta substancia como conservante sin
advertirlo en la etiqueta.
Advertencias finales
Tanto quienes utilizan el áloe con asiduidad, como quienes lo cultivan, lo
procesan, lo venden, o escriben sobre él saben que posee cualidades
extraordinarias, pero también tiene sus limitaciones. En los Estados Unidos es
muy común que quienes comercializan directamente productos de áloe
manifiesten que su compañía no proclama ninguna de sus supuestas cualidades
curativas, pero seguidamente suelen relatar alguna cura casi milagrosa
ocurrida personalmente a ellos o algún familiar o conocido suyo. Aunque
dichas curas pueden ser reales, ello no significa que siempre sean repetibles.
El áloe no es un cura-lo-todo, sus efectos benéficos pueden variar de unas
personas a otras y, por supuesto, dependerán de la calidad del producto o de la
hoja utilizada.
Si compra gel de áloe para uso interno averigue antes cual es su contenido
de polisacáridos mucilaginosos (algunas veces denominados
mucopolisacáridos o incluso MPS). Si la etiqueta no contiene esta
información, no lo compre. Busque un producto que contenga al menos 1.200
mg. de polisacáridos por litro. Recuerde que la cantidad recomendada para las
personas sanas es de 1.200 mg. de polisacáridos al día. Los enfermos deberán
tomar al menos 3.000 mg. diarios de polisacáridos de áloe o mucho más si la
enfermedad es grave.
Las mujeres embarazadas deberán utilizar el áloe con prudencia, ya
Paracelso decía que “tomado durante cierto tiempo puede provocar
evacuaciones menstruales”, por lo que podría causar el aborto.
En caso de enfermedades graves, no interrumpa por iniciativa propia el
tratamiento médico que esté siguiendo para probar con el áloe vera. Si cree
usted que el áloe le podría ayudar, consulte antes con un médico naturista y
expóngale sus razones. Realmente, nada le impide utilizar el áloe como
complemento a su tratamiento médico actual. Salvo en el caso poco probable
de que sea usted alérgico a ella, la maravillosa “planta que cura” tan sólo le
reportará beneficios.
Ajabnoor MA . Effect of aloes on blood glucose levels in normal and alloxan diabetic mice. J
Ethnopharmacol, 28:2, 1990 Feb, 215-20. «Para averiguar los efectos de la savia de las hojas del áloe
barbadensis y de su principio amargo sobre los niveles de glucosa en el plasma de ratones diabéticos
(alloxan) se les administró una dosis oral de 500 mg/k de áloe y una dosis intraperitoneal de 5 mg/kg del
principio amargo. El efecto hipoglicémico de la dosis oral sobre la glucosa del serum fue insignificante
mientras que el del principio amargo fue altamente significativo y perduró durante 24 horas, observándose
la máxima hipoglicemia 8 horas después de la administración».
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Clumeck N. & Hermans P . Antiviral drugs other than zidovudine and immunomodulating therapies in
human immunodeficiency virus infection. . 172.»El carrysin es un polisacárido derivado del áloe
barbadensis con propiedades antivirales e inmunomodulatorias. Evita que el virus penetre en la célula
combinándose con la timidina del virus libre en el exterior de dicha célula. Mediante una técnica
inmunofluorescente de observación de las células sanguíneas en los enfermos de SIDA a los que se ha
administrado el carrisyn hemos podido detectar una reducción de los efectos citopáticos y también de las
células infectadas aglomeradas, Estas propiedades inmunomodulatorias proceden de una estimulación de
los fibroblastos y de las monocito-macrófagas. Hasta este momento tan sólo disponemos de resultados
clínicos e inmunológicos. En ocho pacientes que toman 250 mg cuatro veces al día hemos observado una
disminución en las diarreas y en la sudoración nocturna. También una regresión en las fases de Walter
Reed. En otro grupo de doce pacientes, a los seis meses de inciado el tratamiento, su conteo de células
CD4 había aumentado. La posibilidad de absorción oral y su ausencia de toxicidad son propiedades muy
interesantes. En la actualidad tenemos en curso estudios doble-ciego...»
Coats, Bill C. The Silent Healer. A Modern Study of Aloe Vera. Tercera edición 1996. Publicado por el
autor.
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Collins, C.E. & Collins, C. Roentgen dermatitis treated with fresh whole leaf of Aloe vera. American
Journal of Roentgenology. 33:396. 1935. «Los informes sobre dermatitis originada por una sobreexposición
a los rayos Roentgen comenzaron a darse muy pocos años después de que estos rayos fueran dados a
conocer a la profesión médica. En muchos casos estas lesiones son generadas por exposiciones muy
cortas que sin embargo superan la «dosis» tolerada. La subsiguiente aplicación de trayos ultravioleta
contrarresta un cierto porcentage de los daños causados por los rayos Roentgen, ello genera una cierta
pigmentación de la piel, pero previene alteraciones cutáneas mórbidas. No obstante, son muy numerosos
los casos de operarios de roentgenología y de pacientes que, por un cálculo erróneo de la dosis, por una
hipersensibilidad inesperada o por otros motivos, sufren de diversos grados de dermatitis, generalmente
con reacciones tardías y en algunos casos con lesiones permanentes y progresiva destrucción de los
tejidos subyacentes... El siguiente es un caso típico elegido al azar: Mujer blanca, de treinta y dos años de
edad, presenta una zona escamosa de 4 x 8 cm en el lado izquierdo de la frente que se extiende hasta 2
cm sobre la línea del cabello. Su historial muestra que en Mayo de 1932 recibió (en otra ciudad) un
tratamiento depilatorio con rayos Roentgen. Catorce meses después la piel de su frente y cuero cabelludo
comenzó a volverse áspera y escamosa, con comezón continua (desmatitis exfoliativa). Entre Julio de
1933 y Marzo de 1934 ha consultado a tres médicos diferentes, los cuales coincidieron todos en el
diagnóstico y le recetaron ácido bórico, fenol en aceite de oliva, ichtiol, un ungüento mercurial y óxido de
cinc. Su estado se fue empeorando progresivamente presentando abundancia de escamas y supuración
serosa. La paciente manifestó que el dolor y la comezón eran tan intensas que se vio obligada a dormir
con guantes de algodón para evitar rascarse mientras dormía. Tras revisar su historial y examinar a la
paciente le indicamos que posiblemente sería necesario un injerto de piel. Le suministramos una cierta
cantidad de hojas frescas de áloe vera indicándole cómo debía aplicárselas localmente. Veinticuatro horas
después nos informó que la comezón y el dolor habían desaparecido totalmente. Le indicamos que siguiera
aplizándose las hojas de áloe. Durante las cinco semanas siguientes la examinamos varias veces y la
mejoría era clara y continua. Al final de este periodo (Abril de 1934) la regeneración de la piel en su frente
y cuero cabelludo era total. Le había crecido nuevo cabello, con total ausencia de cicatrices y la piel de la
zona era ligeramente más blanca. El 23 de Julio la vimos de nuevo, la curación era total y completa sin
ningún signo de recaida. Al exponerse a los rayos del sol del verano la piel de la zona afectada había
adquirido una pigmentación idéntica a la del resto de su rostro.»
Crewe, JE. The External Use of Aloes. Minnesota Journal of Medicine. Oct.1937. Vol 20, 538-539.
«La literatura médica reciente contiene excelentes artículos sobre el tratamiento de las quemaduras.
Aunque existen métodos muy numerosos, los generalmente más aceptados utilizan ácido tánico. En el
tratamiento de Bettman se aplica el ácido tánico en spray y seguidamente una solución al 10% de nitrato
de plata. Este procedimiento presenta claras ventajas si lo comparamos con el ácido tánico solo. Aunque
este método es bueno, con frecuencia he tenido problemas de infecciones y también por el mucho tiempo
necesario para la separación del coágulo. Por ello ha sido para mí una gran alegría encontrar un
tratamiento que no presenta ninguno de esos inconvenientes. El método es tan simple y los resultados tan
satisfactorios que desde la primavera de 1935, para tratar las quemaduras, lo he utilizado ya
exclusivamente... Utilizo un ungüento en el cual el ingrediente activo es áloe socotrino o de Barbados.
Mezclo dos dracmas de áloe con dos dracmas de aceite mineral y una onza de vaselina blanca...» (sigue la
descripción del método, el detalle de varios casos y un comentario final).
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Dioscórides, Pedanius. Materia Médica. «....de fuerte olor y muy amargo al gusto. tiene una sola raíz,
como una estaca. Crece mucho en la India, y de allí procede el jugo. También crece en Arabia y en Asia y
en ciertos lugares costeros e islas... Tiene el poder de unir, de producir el sueño, de secar, de fortalecer el
cuerpo y aflojar el vientre. Si se toman dos cucharadas con agua fría o leche caliente limpia el
estómago;...
detiene los esputos de sangre y limpia la ictericia. Tomado con vino, con agua o con miel afloja el
vientre pero si se toma más de tres dracmas es purgante. Al mezclarlo con otras medicinas purgantes
hace que éstas sean menos dañinas para el estómago. Seco y espolvoreado cura las heridas y hace
cicatrizar los abscesos. Cura prontamente los genitales ulcerados y los prepucios rotos de los niños.
También cura las placas del asiento, si se le mezcla con vino dulce. Utilizado con miel detiene los flujos de
sangre que vienen con las hemorroides y las hace cicatrizar. Cura la inflamación y el escozor de las
esquinas del ojo y el dolor de cabeza si se mezcla con acetum y rosaceum y se le aplica sobre la frente y
las sienes. Con vino detiene la caída del cabello y con miel y con vino es bueno para las amígdalas y
también para las encías y las heridas de la boca. Para las medicinas de los ojos se le asará en una vasija
limpia de barro rojo, moviéndolo constantemente para que se tueste de modo uniforme...»
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Fahim MS; Wang M. Zinc acetate and lyophilized aloe barbadensis as vaginal contraceptive.
Contraception, 1996 Apr, 53:4, 231-6. «Se obtuvieron 20 muestras de eyaculación, donadas por voluntarios
sanos de entre 20 y 30 años de edad en el Centro de Fertilidad y Criobiología de la Universidad de
Missousi en Columbia. El volumen medio de semen fue de 2,49 ml y la movilidad media del esperma de
71,32%. Tras comprobar las posibles cualidades espermicidas del acetato de cinc, del sulfato de cinc, del
clorato de cinc y del cluconato de cinc en concentraciones del 1 % resultó que tan sólo el acetato es
espermicida, posiblemente a causa de que interfiere con la utilización del oxígeno por parte del esperma. In
vitro el acetato de cinc mostró cualidades antivíricas mientras que el áloe liofilizado no. El áloe liofilizado
en concentraciones del 7,5 % y del 10 % resultó espermicida, posiblemente a causa de los numerosos
microelementos que contiene (boro, bario, calcio, cromo, cobre, hierro, potasio, magnesio, manganeso,
fósforo y cinc), tóxicos para el flagelo, causando su inmediata inmovilización. Ninguno de ambos
componenetes irritó ni causó ulceraciones en el epitelio vaginal de las conejas. Estos resultados sugieren la
posibildad de utilizar el acetato de cinc conjuntamente con el aole barbadensis liofilizado como un nuevo,
seguro y efectivo anticonceptivo vaginal.»
Filatov, V.P. Tissue Therapy in Cutaneous Leishmaniasis. American Review of Soviet Medicine. Aug.
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administration of acemannan in the rat and dog. Vet Hum Toxicol, 1992 Apr, 34:2, 144-7. «Acemannan is
the USAN-accepted name for long-chain polydispersed beta-(1,4)-acetylated polymannose with
interspersed O-acetyl groups, with a mannose monomer/acetyl ratio of approximately 1:1. This complex
polysaccharide is extracted from Aloe vera (barbadensis Miller); the technical material contains
approximately 78% acemannan. Technical grade acemannan was administered to rats for 14 d at 5% of
the diet and for 6 mo at up to 2,000 mg/kg/d, and to beagle dogs for 90 d at up to 1,500 mg/kg/d without
significant effect on any parameter measured in either species.»
Fogleman RW; Chapdelaine JM; Carpenter RH; McAnalley BH. Toxicologic evaluation of injectable
acemannan in the mouse, rat and dog. Vet Hum Toxicol, 1992 Jun, 34:3, 201-5. «Acemannan, the
USANaccepted name for long-chain polydispersed beta-(1,4)-acetylated polymannose with interspersed 0-
acetyl groups with a mannose monomer/acetyl ratio of approximately 1:1 and extracted from Aloe vera
barbadensis Miller), was administered as a 1.0 mg/ml solution to mice, rats and dogs, either as single dose
or repeated at 4-d intervals for 8 doses by iv or ip routes. No significant signs of intoxication and no deaths
occurred in animals treated with the single injection of acemannan at dosages of 80 mg/kg iv or 200 mg/kg
ip in mice, 15 mg/kg iv or 50 mg/kg ip in rats, and 10 mg/kg iv or 50 mg/kg ip in dogs. On repeated
injections systemic toxicity was limited to obvious transient discomfort that appeared dose related. There
was accumulation of macrophages and monocytes without subsequent inflammatory reaction in lungs of
the iv-treated animals, and in liver and spleen and on peritoneal surfaces of ip-treated animals. The effects
were not considered adverse, but were consistent with the known immune stimulating activity of
acemannan. A few deaths occurred in mice and rats that were suggestive of resulting from improper
injection or sequella of necrosis of the injection site. The NOAELs for acemannan determined from these
repeated injection studies were 20 mg/kg iv or ip in the mouse, 4.0 mg/kg iv and 50 mg/kg ip in the rat, and
1.0 mg/kg iv in dogs; 5.0 mg acemannan/kg ip in the dog was considered to be LOAEL, based on the
emesis and abdominal discomfort induced.
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«Para evaluar las propiedades antimetatásicas del jugo de áloe se utilizaron tres tipos de tumores
experimentales en ratones y ratas. Se halló que el tratamiento con jugo de áloe contribuye a reducir la
masa tumoral y el tamaño y la frecuencia de las metástasis en diferentes fases del crecimiento del tumor.
También se vio que el jugo de áloe potencia el efecto antitumoral del 5-fluoruracil y la ciclofosfamida como
componentes de la quimioterapia combinada.»
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Un nuevo agente antiinflamatorio identificado como 8-[C-beta541-3. « Un nuevo agente antiinflamatorio
identificado como 8-[C-beta met hoxy-5-methylchromone (1) ha sido aislado del Aloe barbadensis Miller.
Dosis de 200 microgramos presentan un efecto antiinflamantorio equivalente a 200 microgramos de
hidrocortisona, sin generar ningún tipo de reducción en el peso del timo, mientras que semejante dosis de
200 mcg de hidrocortisona produce una reducción del 50 % en el peso del timo de los ratones.»
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Experientia; 37(11):1186-1187 1981. «Una glicoproteina aislada a partir del áloe arborescens Mill. ha
mostrado inhibir notablemente el crecimiento en los ratones del fibrosoma singénico transplantado Meth A.
en forma ascita. Existen evidencias de que el mecanismo inhibitorio tiene lugar a través de una actuación
sobre el organismo no de un efecto tóxico directo sobre las células tumorosas.»
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Acemannan, a complex carbohydrate extracted from Aloe vera. Int J Immunopharmacol, 1995 Mar, 17:3,
183-8. «Los cultivos de células normales del bazo de pollo y de células lineales HD11 producen óxido
nítrico (NO) como reacción ante el Acemannan, un carbohidrato complejo derivado del Aloe vera.
Ninguno de ambos tipos de célula produjo cantidades detectables de NO ante concentraciones similares de
mannan de levadura, otro carbohidrato complejo. Dicha producción de óxido nítrico fue dependiente de la
dosis y fue inhibida por la NG-metil-L-arginina, un inhibidor de la síntesis del NO. También se vio inhibida
por la preincubación del ACM con canavalina. Estos resultados sugieren que la síntesis del NO inducida
por el ACM puede tener lugar a través de las macrófagas, lo cual explicaría algunos de los efectos
inmunológicos del ACM sobre estos tejidos de pollo.»
Kemp MC, Kahlon JB & Chinnah AD. In Vitro Evaluation of the Antiviral effects of Acemannan on
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benzo(a)pyrene. Proc Annu Meet Am Assoc Cancer Res; 35:A1937 1994. «In order to investigate
chemopreventive effect of Aloe (Aloe barbadensis), benzo(a)pyrene (B(a)P; 500 mg/kg) was orally
administered to male ICR mice and B(a)P diol epoxide-IDNA (BPDE-I-DNA) adducts were quantitated
for 16 days following daily treatment of Aloe (2500 mg/kg) by ELISA (enzyme linked immunosorbent
assay) using monoclonal antibody 8E11. BPDE-I-DNA adduct formation was significantly inhibited and
DNA repair was enhanced in various organs (liver, kidney, stomach, lung) (p less than 0.001) from ICR
mice daily treated with Aloe. When mice were pretreated with Aloe for 16 days before B(a)P treatment,
inhibition of BPDEI-DNA adduct formation and DNA repair were more efficiently carried out. These data
suggest that Aloe have a significant effect on the inhibition of BPDE-I-DNA adduct formation and DNA
repair in ICR mice and it may have a possible role in chemoprevention of human cancer.»
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Leung, Alber Y . Effective Ingredients of Aloe Vera. Drugs and Cosmetics. Jun. 1977. pp 34-35, 154-
155. «Durante los últimos tres años, se ha generado un considerable interés en el áloe vera como
ingrediente cosmético. Varias compañías importantes lo han incorporado a sus productos y otras están en
la actualidad desarrollando sus propias líneas de cosméticos a base de áloe, aprovechándose de la
reputación que esta planta ha tenido tradicionalmente para el cuidado de la piel, como humectante y
suavizante.... generalmente se cree que las cualidades emolientes, humectantes y curativas del gel de áloe
son debidas a los polisacáridos que contiene. El principal de dichos polisacáridos es un glucomanán...
también contiene glucosa, manosa, galactosa, xylosa, arabinosa, taninos, esteroides, ácidos orgánicos,
principios antibióticos, ácido glucuróncio, encimas (oxidasa, catalasa y amilasa), azúcares, oxalato cálcico,
una proteina que contiene 18 aminoácidos, «hormonas curativas», estimulantes biogénicos, saponina,
vitaminas, cloro, azufre, hierro, calcio, cobre, sodio, potasio, manganeso y otras substancias. Es probable
que las cualidades benéficas del gel de áloe no sean debidas tan solo a los polisacáridos sino más bien a un
efecto sinérgico de todos estos componenetes y de otros presentes en él...»
Lorenzetti, L.J., Salisburi, R., Beal, J.L. & Baldwin, J.N. Bacteriostatic Property of Ëloe Vera. J. Pharm.
Sci. 53(10):1287. 1964. «Las hojas de áloe vera fueron cortadas por la base y colocadas verticalmente
para que su jugo se drenara en unos recipientes ubicados debajo. Al utilzarlo inmediatamente el jugo
fresco mostró una notable inhibición del Staphlaceccus aureus 209. Sin embargo el principio responsable
de dicha inhibición resultó altamente inestable... pero se puede conservar temporalmente refrigerándolo o
bien calentándolo durante 15 minutos a 80º. En ambos casos, dicho jugo se va obscureciendo
gradualmente. Al alcanzar un color totalmente obscuro sus cualidades inhibitorias han desaparecido ya.
Examinamos una solución refrigerada (20mg/ml) en agua destilada mediante la técnica de difusión de agar
para ver su actividad ante los siguientes organismos: Stafilococo aureo 209, E. coli, estreptococo piogeno,
corienbacteria serosa, shigella paradysenteriae, salmonella typhosa, salmonella schotimuellerei y salmonella
paratyphi. Tras un periodo de incubación a 37º durante 24 horas se hizo evidente una significativa
inhibición del crecimiento de las planchas inoculadas con stafilococo aureo, estreptococo pirogeno,
corynebacterium serose y salmonella paratyphi.»
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Histopathological Study of the Mode of Action of Therapy with Aloe Vera.Action of Therapy with Aloe
Vera. 698. «La cada vez más frecuente utilización de la energía atómica, tanto en instalaciones civiles
como militares, ha hecho que el número de las víctimas potenciales a los daños de la radiación en la piel
aumente considerablemente... el relativamente reciente descubrimiento de que el jugo de la hoja del aloe
vera es eficaz para el tratamiento de las radiodermatitis agudas y crónicas tiene un un interés
considerable... En el experimento utilizamos diez conejos. Su espalda afeitada se dividió en cuatro
cuadrantes y la zona central de cada cuadrante recibió 28.000 rep de radiación beta procedente de una
fuente de estroncio. Dos de las cuatro zonas fueron tratadas diariamente con el ungüento de aloe vera.
Las otras dos zonas se dejaron sin protección y sin tratamiento alguno.... El experimento demostró
objetivamente que el aloe vera posee un efecto curativo notable. Incrementó la evolución de la lesión
haciendo desaparecer el llamado periodo latente. Debido al incremento de los procesos curativos el
deterioro del tejido conjuntivo inicial fue muy limitado y no se extendió a los tejidos adyacentes, como sí
ocurrió en las zonas no tratadas...
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anthraquinones and anthrones. Pharmacology, 1993 Oct, 47 Suppl 1:, 77-85. «The activity of seven
anthraquinones and four anthrones against nonenzymatic and enzymatic lipid peroxidation in vitro and their
ability to scavenge free radicals have been studied. In nonenzymatic peroxidation in rat hepatocytes
induced by t-butyl hydroperoxide, dithranol and anthrone were the strongest antioxidants, having IC50
values of 8 +/- 1 and 24 +/- 5 mumol/l, respectively. Rhein (IC50 64 +/- 2 mumol/l) and aloe-emodin (IC50
65 +/- 3 mumol/l) showed the highest inhibitory activity against peroxidation of linoleic acid catalyzed by
soybean 15-lipoxygenase.»
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Walter Reed (WR) y en 2 de 3 que estaban en las fases WR 3 y 4, los síntomas disminuyeron en un 71%;
En 8/8 pacientes, a los 90 días de iniciado el tratamiento la regresión media era de dos fases WR. En todos
los casos la fiebre y la sudoración desapareció. En 2/3 casos la diarrea se alivió. En 6/8 pacientes las
infecciones conexas fueron controladas o eliminadas. Dos pacientes que no podían ya trabajar han vuelto
a sus trabajos de jornada completa. En 3/3 pacientes examinados se ha apreciado una disminución de
antigenes en el nucleo del VIH. Cultivos de VIH inicialmente positivos en tres de los pacientes, resultaron
negativos. Las céulas T infectadas por el virus fueron reducidas y finalmente eliminadas. No se ha
advertido ningún tipo de toxicidad clínica. Estudios de toxicidad realizados con animales tan sólo han
mostrado efectos secundarios leves con dosis 100 veces más elevadas que las utilizadas en los estudios
con seres humanos.»
Miller MB; Koltai PJ. Treatment of experimental frostbite with pentoxifylline and aloe vera cream.
Arch Otolaryngol Head Neck Surg, 1995 Jun, 121:6, 678-80. «Las orejas de los conejos del grupo de
control presentaron una recuperación de un 6%. En las del grupo tratado con pentoxifilina el porcentaje del
tejido salvado fue de un 20 % y en las del grupo tratado con pentoxifilina y crema de áloe vera la
recuperación fue de un 30 % del tejido dañado.»
Moore, Neecie. The Miracle in Aloe Vera. The Facts about Polymannans. Charis Publishing Co. Dallas,
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Paracelso (Teofrasto Bombasto de Hohenheim). Botánica Oculta.»...De sus hojas se extrae un jugo
gelatinoso y amargo, que al ser secado se convierte en una masa quebradiza, de color marrón. Este
producto se conoce vulgarmente con el nombre de acíbar y produce excelentes efectos curativos cuando
es administrado con acierto. Si se toman de cinco a diez centigramos antes de las comidas es un aperitivo
enérgico. Como purgante se deben utilizar dosis de entre diez centigramos y un gramo y medio, según la
edad de quien lo vaya a tomar. Las lociones de jugo de aloe con vinagre evitan la caida del cabello.
Tomado durante cierto tiempo provoca evacuaciones menstruales, por lo que no deben tomarlo las mujeres
embarazadas. Tampoco se debe dar a los niños. El aloe en polvo, mezclado con incienso atrae las
influencias de Júpiter.»
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87. «Se administró acemannan, tanto en la forma enriquecida como en la altamente purificada a ratones
hembras CFW en los que previamente se habían implantado subcutáneamente células de sarcoma murino.
En los animales de control el altamente maligno sarcoma se desarrolló rápidamente en un 100 %
generando la muerte de todos ellos entre 20 y 46 días después. De los animales tratados con acemanan en
el momento de la implantación del tumor sobrevivieron un 40%. Los tumores de los animales tratados con
acemanan presentaron congestión vascular, edema, infiltración de leucocitos y factor de necrosis central
con hemorragia y fibrosis periférica. Los datos obtenidos muestran una estimulación de la producción
macrófaga de monokinas, incluyendo el interleukino-1 y el factor de necrosis tumoral.»
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del áloe barbadensis contiene glutatione peroxidasa activa. Se la purificó mediante intercambio iónico y
cromatografía de filtración del gel. La encima aparenta un peso molecular de 62 kD según filtración. Está
compuesta por cuatro sub-unidades idénticas, cada una de las cuales contiene un átomo de selenio, al igual
que ocurre en la mayoría de glutatione peroxidasas de origen animal.»
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197-204. «Se investigó la capacidad del extracto de gel de áloe barbadensis para prevenir la supresión de
reacciones de hipersensitividad de contacto e hipersensitividad de tipo retardado generada en la piel de los
ratones mediante irradiación ultravioleta. El tratamiento con aloe preservó parcialmente el número y la
morfología de las células de Langerhans y de las células dendríticas epidérmicas Thy-1+ en comparación
con las células que sólo recibieron la rediación UV o la radiación más el vehículo. Se comprobó que el
efecto del áloe no es debido a un efecto de pantalla sobre la radiación UV. El estudio demostró que la
aplicación tópica de extracto de gel de áloe barbadensis en la piel de ratones irradiados con UV mejora la
supresión inmunológica inducida por los rayos UV mediante un mecanismo que no daña ni repara al ADN.
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in a hydrophilic cream: a placebo-controlled, double-blind study. Trop Med Int Health, 1996 Aug, 1:4, 505-
9. «Sesenta pacientes (36M/24F) de entre 18 y 50 años (media 25,6) afectados de psoriasis en placas
entre ligera y moderada con PASI (Psoriasis Area and Severity Index) entre 4,8 y 16,7 (media 9,3) fueron
separados en dos grupos. La duración media de la enfermedad hasta el momento del experimento era de
8,5 años (entre 1 y 25). A cada uno de los pacientes se les entregó un tubo codificado de 100 gramos
(unos tubos conteniendo un plabebo y otros extracto de áloe vera) y ellos se lo administraron topicamente
tres veces al día sin oclusión, cinco días por semana. El estudio duró 16 semanas, con un seguimiento
posterior de 12 meses (una vez al mes). Cada semana los pacientes fueron examinados. El tratamiento fue
bien tolerado por todos los pacientes, sin efectos secundarios ni abandonos. Al final del estudio la crema
de áloe vera había curado a 25 de los 30 pacientes (83,3%) mientras que el placebo curó a 2 (6,6%). Las
placas psoriásicas se redujeron significativamente en los enfermos tratados con áloe vera (329/396)
(83,3%) mientras en los tratados con el placebo la reducción fue de (28/366) (7,7%). Finalmente el PASI
medio fue de un 2,2. El resultado de este estudio sugiere que el extracto de áloe vera al 5 % aplicado
tópicamente en forma de una crema hidrofílica puede ser considerado como un tratamiento alternativo
seguro, para los pacientes aquejados de psoriasis.»
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«Veintisiete pacientes con quemaduras de tipo medio fueron tratados con gel de áloe vera y también con
gasas de vaselina. Por término medio las lesiones tratadas con áloe vera se curaron en 11,89 días, mientras
que las atendidas con gasa de vaselina lo hicieron en 18,19 días. Los análisis histológicos mostraron que la
epitelialización ocurrió mucho más rápida en las quemaduras tratadas con gel de áloe vera.»
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El Zawahry, M.; Rashad Hegazy, M; Helal, M. Use of Aloe In Treating Leg Ulcers and Dermatoses.
Int. J. Dermatol. jan/Feb 1973. p. 68-74.»El gel fue preparado del siguiente modo: las hojas suculentas
fueron cortadas transversalmente desde la base dejándolas seguidamente durante 18 horas a fin de que la
substancias amarga se drenara. Se abrieron y se extrajo de ellas el gel. Seguidamente fue filtrado a través
de muselina, se le añadió un conservante y se almacenó refrigerado. Todo el gel fue utilizado dentro del
mes siguiente a su preparación. Se aplicó localmente sobre las úlceras entre tres y cinco veces cada día,
limpiando antes la lesión con una solución al 1% de citrimida en agua, agua oxigenada, una loción al 3% de
ácido bórico o simplemente agua. Tras ser cubiertas por el gel se aplicó una gasa sobre las lesiones. Se
tomaron fotografías en color antes de iniciar el tratamiento y también posteriormente en intervalos de una
o dos semanas, las cuales demuestran claramente los cambios producidos tanto en cuanto al proceso de
curación como a las variaciones de color de las propias úlceras y de la piel que las rodea. Al mismo tiempo
se registró su aspecto en cuanto al color, profundidad, area, epitelización en los bordes y granulosidad del
tejido en la base, dirección de la curación y desarrollo de cicatrices. Se aplicó sobre las úlceras un papel de
celofán midiéndose su superficie mediante un planímetro tipo MOM. Caso I: Un comerciante de 50 años
que permanece todo el día en pie. Presenta dos úlceras varicosas en su pierna izquierda rodeadas por un
eccema. Las ha tenido durante los últimos 15 años. Una de ellas, en la parte frontal de la pierna, tiene una
superficie de unos 1400 mm2 y la otra, en el costado, es un poco menor. Ambas úlceras son profundas y
desprenden un olor desagradable. Sus márgenes son irregulares. A la semana de iniciado el tratamiento
con gel de aloe la úlcera frontal comenzó a curarse, siendo notable la epitelización de su parte baja y la
granulosidad del tejido en la parte media... A las seis semanas la la úlcera lateral estaba totalmente curada,
mientras la frontal seguía mejorando. La epitelización avanzaba, así como la granulosidad del tejido y la
vascularización. Su superficie era ya mucho menor... A las 10 semanas la corteza de la úlcera lateral se
había desprendido, mostrando una piel sana. A las 11 semanas la úlcera frontal no estaba totalmente
curada, pero su superficie era mucho menor y el progreso era bien notable. Caso II: Un hombre de 51
años que presenta edema y pseudoelefantiasis en la pierna y pie izquierdos, con gran rugosidad de la piel.
Tiene tres úlceras de aspecto y olor desagradable, una de ellas de 5000 mm2 y las otras dos
aproximadamente de la mitad. Todas ellas las ha tenido durante los últimos 7 años. El test de Wasserman
fue negativo. Su caso fue diagnosticado como psuedoelefantiasis y úlceras crónicas, con estatitis venosa y
tromboflebilis y limfangitis recurrentes y repetidas. A la semana de iniciado el tratamiento con gel de aloe
el paciente se quejó de que los dolores habían aumentado al bajar la pierna. A las dos semanas el dolor
desapareció y también el olor nauseabundo. Una corteza que separaba en dos la úlcera trasera comenzó a
desaparecer, por lo que la superficie aumentó. A las seis semanas de tratamiento las úlceras pequeñas
estaban ya casi curadas, mientras que la grande había comenzado a epitelializarse, recuperándose por los
costados. A las nueve semanas el tamaño de todas la úlcera frontal se había reducido extraordinariamente
y las descargas y los dolores eran mucho menores. Caso III: Un hombre de 22 años que ocho años antes
había sufrido una quemadura en la pierna. A consecuencia de ello, cinco años atrás se le desarrolló un
úlcera que en el momento de iniciar el tratamiento presentaba una superficie de 440 mm2, purulenta, con
abundnate materia necrótica en la base y en la parte baja. A la seis semanas de iniciado el tratamiento la
superficie de la úlcera se había reducido notablemente y su curación era progresiva y satisfactoria...»
Zonta F; Bogoni P; Masotti P; Micali G. High-performance liquid chromatographic profiles of aloe
constituents and determination of aloin in beverages, with reference to the EEC regulation for flavouring
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ÍNDICE
Introducción ............................................................... 7
1 - CARACTERÍSTICAS BOTÁNICAS DEL ÁLOE ................ 11
Las plantas suculentas .......................................... 13
Aloe y ágave ........................................................ 14
La reproducción .................................................. 16
Estructura de una hoja de áloe ............................. 17
2 - EL ÁLOE A TRAVÉS DE LOS TIEMPOS ........................ 19
Egipto y Sumeria .................................................. 20
El áloe bíblico ...................................................... 22
Los árabes ............................................................ 24
Grecia y Roma .................................................... 25
La Atlántida ......................................................... 27
Alejandro Magno ................................................. 28
En Asia ................................................................. 30
En Africa .............................................................. 31
El áloe en la Edad Media y el Renacimiento ....... 33
Y en América... .................................................... 36
El cultivo del áloe durante los
siglos XVIII y XIX ........................................ 39
3 - E L ÁLOE EN EL SIGLO XX ...................................... 43
Los doctores Collins ............................................ 44
Su fama se extiende entre los dermatólogos ........ 45
Otras aplicaciones ................................................ 47
1953. Los militares se interesan en el áloe .......... 48
Nuevos descubrimientos ...................................... 49
La investigación del áloe en Rusia ....................... 52
El Dr. Vladimir Filatov ........................................ 54
4 - EL FABULOSO NEGOCIO DEL ÁLOE VERA .................. 57
¿Información o Promoción? ................................. 57
Los Comienzos ..................................................... 59
El logro de la “estabilización” ............................. 63
El Fenómeno de la Pirámide ................................ 65
Miles de millones ................................................ 67
El áloe en la cosmética ......................................... 68
El contenido, un enigma ...................................... 71
¿Hoja completa o sólo pulpa? .............................. 74
El IASC ................................................................ 76
La búsqueda del principio activo ......................... 79
Acemanano y Manapol ........................................ 80
La orquesta y el solista ......................................... 82
En la lucha por captar al cliente, todos
contra todos ................................................... 84
¿Frío? ................................................................... 85
¿O Calor? ............................................................ 87
La industria del áloe en el resto del Mundo ......... 90
5 - COMPOSICIÓN QUÍMICA DELALOE VERA ................ 93
Lignina, saponinas y antraquinonas ..................... 100
Los minerales ....................................................... 102
Las vitaminas ....................................................... 104
La vitamina B12 ................................................... 107
Aminoácidos y enzimas ....................................... 108
Los polisacáridos ................................................. 109
6 - APLICACIONES TERAPÉUTICAS DEL ÁLOE ................ 111
El asma ................................................................. 116
Los problemas bucales ......................................... 118
Cirrosis y hepatitis ............................................... 120
La colitis ............................................................... 121
Las enfermedades del corazón ............................. 122
La diabetes ........................................................... 124
La esclerosis múltiple ......................................... 125
La incontinencia nocturna .................................... 127
La lepra ................................................................ 128
El lupus. El caso de Rita Thompson .................... 129
Manchas en la piel ............................................... 133
La meningitis ....................................................... 134
Protección contra los rayos UV ............................ 135
La psoriasis .......................................................... 136
Las quemaduras ................................................... 138
Torceduras y esguinces ........................................ 139
La tuberculosis ..................................................... 141
Las úlceras gástricas ............................................ 143
7 - EL ÁLOE Y EL CÁNCER ............................................ 145
8 - E L SIDA ............................................................... 153
Los experimentos de Terry Pulse ......................... 153
Los trabajos de Bill McAnalley y
Reginald McDaniel ........................................ 159
Experimentos realizados en otros países .............. 164
Acemanano: una esperanza para los
enfermos de SIDA ......................................... 166
9 - E L CULTIVO DEL ÁLOE ............................................ 167
Cómo cultivar sus plantas de áloe ........................ 171
Algunos síntomas preocupantes ........................... 174
Los secretos de G.W. Reynolds ............................ 177
10 -U SOS DEL ÁLOE DE LAA A LA Z ............................. 179
Utilización casera del áloe ................................... 185
Aplicaciones externas .......................................... 186
Uso interno ........................................................... 189
Alergias ................................................................ 190
Advertencias finales ............................................. 191
Referencias .......................................................... 195