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I.S.S.N.

0718-302X Revista de Derecho y Ciencias Penales Nº 16 (57-66), 2011, Universidad San Sebastián (Chile)
La propiedad, un derecho económico / Carlos Hecker Padilla

LA PROPIEDAD, UN DERECHO ECONÓMICO

THE PROPERTY, AN ECONOMIC RIGHT


Carlos Hecker Padilla *
Université de Bourgogne
Francia

RESUMEN

En prácticamente todos los ordenamientos jurídicos, y el chileno no es la excepción,


la propiedad goza de una enorme protección. Se encuentra definida en nuestro Có-
digo Civil como un derecho real absoluto que permite usar, gozar y disponer de una
cosa arbitrariamente, en tanto no sea contra la ley o el derecho de un tercero; nuestra
Constitución por su parte, le otorga una protección especial al incluirla dentro de las
garantías fundamentales.
¿Qué ha motivado que la propiedad reciba una protección equivalente a la de de-
rechos internacionalmente reconocidos como fundamentales? ¿ello se explica sólo por
cuestiones prácticas o nos encontramos realmente frente a un derecho humano? La res-
puesta a estas interrogantes nos dirá si dicha protección se encuentra o no justificada.

Palabras clave: Propiedad, derechos humanos, protección de la propiedad, justificación de la


propiedad, legitimidad de la propiedad.

ABSTRACT

In almost every jurisdiction, and Chile does not constitute an exception, property is
highly protected. It is defined in our Civil Code as an absolute real right that allows the
owner to use, enjoy and dispose of a thing arbitrarily, while not against the law or the

*
Abogado. Magíster en Derecho Económico Internacional de la Université de Bourgogne, Dijon - Francia,
Doctor (c) en Derecho por la misma universidad. ATER (“attaché temporaire  d’enseignement et recherche”) en la
Université de Bourgogne, Dijon - Francia. Secretario científico de la revista DICID, dependiente del Centre de
recherche sur le droit des marchés et des investissements internationaux. (Centro de investigación de comercio e in-
versiones internacionales; traducción del editor). Dirección postal: 8, rue Docteur Durande, Dijon 21000, France.
Correo electrónico: cahecker@mac.com.
**
Abreviaturas: DDHC: Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789; espec.: especial-
mente; Ibíd..: Ibídem; PNUD: Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo; Vid: véase; §: párrafo.

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rights of third parties. Our Constitution, in its turn, gives property special protection
including it within the fundamental guarantees.
What motivated the fact that property receives an equivalent protection to that of
internationally recognized fundamental rights? Is it only for practical reasons or are we
facing a real human right? The answer to these questions is what we believe, will justify
or not its protection.

Key words: Property, human rights, property protection, property justification, property
legitimacy.

I. INTRODUCCIÓN

El derecho de propiedad fue uno de los primeros derechos que obtuvo reconocimien-
to y protección, sobreviviendo así por siglos, a pesar de la llegada de diversos regímenes
absolutistas; de este modo, desde el siglo XIV, se vuelve ilícito infringirlo sin mediar
una justa indemnización1. Pero no será si no hasta 1789, con el artículo XVII de la
Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano (en adelante DDHC), que
obtendrá un verdadero reconocimiento; inspirando así a muchas constituciones y legis-
laciones internas, así como más tarde, al derecho internacional.
En la sociedad moderna, la propiedad juega un rol fundamental. De este modo,
resulta hoy en día inconcebible cualquier ordenamiento jurídico que no reconozca o
que no proteja convenientemente este derecho. Sin embargo, los autores aún no logran
ponerse de acuerdo sobre su eventual condición de derecho humano.
Así las cosas, el derecho de propiedad, a menudo calificado de derecho humano ¿lo
es realmente?; a partir de la promulgación de la DDHC, podríamos sostener que la
respuesta es afirmativa. Sin embargo, en numerosos periodos de la historia, este dere-
cho ha sido fuertemente cuestionado, siendo las políticas adoptadas por los regímenes
comunistas, la culminación de dicho proceso. Hoy en día, esta inquietud sigue inte-
resando a los juristas, y en especial en ramas como el derecho privado (tanto desde el
punto de vista de la legislación interna como del derecho internacional).
La pregunta que se hacen entonces los juristas contemporáneos, es si el derecho
de propiedad es o no un derecho humano, y si gracias a dicha condición, goza de los
mismos mecanismos de protección. Para intentar una respuesta, estimamos pertinente
comenzar por un breve análisis de las teorías que a lo largo de la historia han intentado
explicar la propiedad; sólo entonces estaremos en condiciones de adoptar una postura
al respecto.

XIRAFAS, Mikhail, “La destination politique de la propriété chez Jean-Jacques Rousseau”, en Les études philo-
1

sophiques, 66, (2003), pp. 331-370, espec. pp. 342-347.

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II. ALGUNAS PALABRAS SOBRE LAS TEORÍAS FILOSÓFICAS QUE


JUSTIFICAN LA EXISTENCIA DE LA PROPIEDAD

De entre la infinidad de teorías que intentan justificar la propiedad, nuestro estudio se


centrará en las que a nuestro juicio, son las más importantes. A saber, la tesis iusnatu-
ralista, la utilitarista, así como ciertos enfoques más modernos que se le han dado a la
propiedad.

1. La propiedad según la tesis iusnaturalista

Para la escuela del Derecho Natural, la propiedad no es intrínseca al hombre. Según


sus autores (en especial según Thomas Hobbes), el ser humano vivía en un estado de
naturaleza, donde toda persona tenía derecho sobre cualquier cosa, y por consiguiente,
ninguna acción podía ser considerada como injusta. Sin embargo, como medida de
protección frente a eventuales perjuicios que podría sufrir de parte de sus congéne-
res, ese hombre aceptó la suscripción de un contrato mutuo (antecedente del contrato
social). La protección entregada por dicho contrato, principalmente en lo tocante al
respeto de las convenciones, permite la aparición de la propiedad privada, como com-
pensación del derecho universal al que aquél renunció2.
Será en todo caso a través de John Locke, que la idea de propiedad, como derecho
humano, conocerá un verdadero progreso. En efecto, aun cuando este autor ponga su
tesis en el mismo punto de partida que Hobbes, una diferencia substancial puede apre-
ciarse: La persona misma, y el producto de su trabajo, le pertenecen en forma exclusiva
a cada individuo. En las palabras de Locke “[a]unque la tierra y todas las criaturas infe-
riores sean a todos los hombres comunes, cada hombre, empero, tiene una propiedad en su
misma persona. A ella nadie tiene derecho alguno, salvo él mismo. El trabajo de su cuerpo
y la obra de sus manos podemos decir que son propiamente suyos. Cualquier cosa, pues, que
él remueva del estado en que la naturaleza le pusiera y dejara, con su trabajo se combina
y, por tanto, queda unida a algo que de él es, y así se constituye en su propiedad. Aquélla,
apartada del estado común en que se hallaba por naturaleza, obtiene por dicho trabajo
algo anejo que excluye el derecho común de los demás hombres. Porque siendo el referido
“trabajo” propiedad indiscutible de tal trabajador, no hay más hombre que él con derecho a
lo ya incorporado, al menos donde hubiere de ello abundamiento, y común suficiencia para
los demás”3.
Más importante aún, a través de su discurso, Locke parece reconocer, ya en esta
época, el carácter inviolable de la propiedad. En este sentido, nos recuerda que si al-
guien impide el disfrute pacífico de este derecho, “obvio es que deseaba el beneficio de los

2
HOBBES, Thomas, Léviathan: 1e partie: De l’homme, 1651, trad. fran. FOLLIOT, Philippe, 2002, p.124.
Disponible en: http://classiques.uqac.ca/. [Consulta: 17 octubre 2010].
3
LOCKE, John, Segundo ensayo sobre el gobierno civil, Buenos Aires, Ediciones Libertador, 2004, § 26.

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esfuerzos de otro, a que no tenía derecho”4.


En suma, para Locke la propiedad no tiene la mera finalidad de permitir la sub-
sistencia del hombre, si no que al contrario, se trata de una verdadera extensión de la
personalidad, un derecho que cada uno tiene sobre su propia persona y que se extiende
luego, a sus bienes. No es de extrañar entonces que fueran los planteamientos de este
autor, los que se esgrimieran durante el siglo XVIII, con el fin de obtener el recono-
cimiento de la propiedad privada como derecho humano, y su concomitante protec-
ción.

2. La propiedad según la doctrina utilitarista

El utilitarismo, cuyo principal exponente es Jeremy Bentham, funda su teoría en la


noción de propiedad. La propiedad no sólo es inherente al hombre, sino que es una
condición preexistente del bienestar. Como para esta doctrina es necesario que la vida
de todo individuo esté dirigida a la promoción del bienestar del mayor número posible
de personas5, la propiedad adquiere una dimensión transcendental.
La propiedad según esta corriente, es entonces la piedra angular de la felicidad; ya
que se encontraría en íntima relación con los bienes que las personas pueden consumir.
Esta idea fue incluso tomada por la corriente económica neoclásica, según la cual, la
respuesta más eficiente para poder enfrentar el problema relativo a la escasez o limita-
ción de recursos, es promover el bienestar por todo medio posible, puesto que “desde
una perspectiva económica, el asegurar el derecho de propiedad ofrece un incentivo a la labor
productiva, permitiendo un intercambio, a través de mecanismos propios del mercado, don-
de la oferta y la demanda puedan conducir a la más eficiente asignación de los recursos”6.

3. Los enfoques modernos sobre la propiedad

Actualmente casi no existen discusiones filosóficas relativas al fundamento mismo de la


propiedad; el debate se ha trasladado hacia la noción de libertad. Fue gracias a autores
como Hegel que este importante paso pudo ser dado, y que en consecuencia, hoy en
día tomemos la realización y la dignidad de la persona (entre otros derechos), como
condición preexistente de la propiedad7.

4
Ibíd., § 33.
5
BENTHAM, Jeremy, An introduction to the principles of morals and Legislation, Ontario, Batoche Books, Kit-
chener, 2000, pp. 14 y ss.
6
WAINCYMER, Jeff, “Balancing property rights and human rights in expropriation”, en DUPUY, Pierre-
Marie, FRANCIONI, Francesco & PETERSMANN, Ernst-Ulrich (edited by), Human Rights in International In-
vestment Law and Arbitration, Wiltshire, Oxford University Press, 2009, p. 282. (Traducido del original en inglés
por el autor).
7
En este sentido, el PNUD ha señalado que “la única razón del otorgamiento de poderes al Estado, está fundada
en la convicción de que la pobreza sólo puede ser erradicada si los gobiernos ofrecen a todos sus ciudadanos, y en
especial a los más pobres, una porción legítima en la economía, ampliando el acceso a los derechos de propiedad así
como a otras protecciones legales, a poblaciones y áreas que actualmente no se encuentran cubiertas por el imperio

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Según Hegel, propiedad y personalidad van de la mano. La primera no es más que


la externalización de la segunda. En este sentido, se opone a la tesis iusnaturalista, pues
según su punto de vista, el individuo jamás abandona su libertad en pos de su seguridad
jurídica; la libertad y el derecho no se oponen para Hegel, el segundo no es más que
el fundamento de la primera8. Por otra parte, y de forma aún más evidente, su pensa-
miento se opone a la corriente utilitarista; ya que la propiedad no tendría por finalidad
satisfacer las necesidades del individuo, si no que dar una esfera exterior a su libertad9.
En las palabras del propio Hegel: “[e]l carácter racional de la propiedad no reside en la sa-
tisfacción de las necesidades, si no en el hecho de que la pura subjetividad de la personalidad
se suprime. Es sólo en la propiedad que la persona existe como razón”10.
Ahora bien, tal como lo dijimos, esta tesis permitió que poco a poco el debate se
fuese centrando sobre la noción de libertad; y así, según algunos autores11, como la
característica principal del derecho de propiedad es su carácter eminentemente indivi-
dual, su goce debería estar libre de toda interferencia externa. La tesis contraria12 por
su parte, afirma que una verdadera libertad requiere de un mínimo de recursos y de
oportunidades para todos, lo que justifica la existencia de políticas redistributivas o
fundadas en la utilidad pública y el interés general.
Del análisis de las teorías recién expuestas, podemos afirmar que las nociones de
propiedad y de persona son bastante cercanas, y según algunos, serían incluso indi-
sociables. Pero, ¿es realmente la propiedad un derecho humano? Pregunta totalmente
válida a la luz de las dificultades inherentes a la concepción misma de propiedad.

III. LAS DIFICULTADES PRESENTES EN LA NOCIÓN DE PROPIEDAD

Una vez justificada la propiedad, en virtud de cualquiera de las teorías analizadas, uno
podría pensar que la calificación jurídica de la propiedad sería tarea fácil. No obstante,
la doctrina aún no ha logrado un criterio uniforme al respecto, y ello, por los problemas
que presentamos a continuación.

de la ley”; (Traducido del original en inglés por el autor). Disponible en: www.undp.org/legalempowerment/faq/.
[Consulta: 12 de octubre de 2010].
8
GINSBURGH, Stephane y DESCHIETERE, Céline, “Actualité et inactualité des principes de la Philosophie
du droit chez Hegel: Analyse du droit de propriété à travers trois aspects contemporains”. Disponible en: www.gins-
burgh.net/textes/Hegel_Droit_Propriete.pdf. [Consulta: 12 octubre 2010].
9
HEGEL, Georg Wilhelm Friedrich, Principes de la philosophie du droit ou droit naturel et science de l’Etat en
abrégé, París, Vrin, 1982, § 41.
10
Ibíd.
11
Vid. MILLS, John Stuart, On liberty, Londres, Penguin Classics, 1982.
12
Vid. RAWLS, John, A theory of justice, Harvard University Press, 2005; en el mismo sentido, POGGE,
Thomas, “An egalitarian law of people”, en BROOKS, Thom (editor), The global justice reader, Newcastle, Wiley-
Blackwell, University of Newcastle, 2008.

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1. La legitimidad en el centro de los debates

El gran argumento invocado por los autores13 que no reconocen a la propiedad como
un derecho humano, es su falta de legitimidad. Carencia que puede constatarse a través
de tres aspectos.

a) La propiedad fuente de desigualdad

La primera constatación acerca de la falta de legitimidad de la propiedad, es su


desigual distribución. De este modo, ella contribuiría inevitablemente, a crear una so-
ciedad injusta, inicua, traduciéndose al mismo tiempo en una desigualdad en el poder.
Es indiscutible que la propiedad es fuente de poder; y en un Estado regido por normas
jurídicas, donde “debería ser la ley la que determinase a quién atribuir el poder y bajo qué
condiciones, una desigualdad en torno a la propiedad, puede conducir a desigualdades de
poder”14.
Lo anterior tendrá consecuencias nefastas en relación a temas como el acceso a la
función pública o la toma de decisiones, puesto que los beneficiados serán los más
poderosos, es decir, los más ricos, aquellos que tienen acceso a la propiedad. En este
sentido, la protección de la propiedad no puede justificarse, a menos “que el gobierno
adopte medidas positivas tendientes a ofrecer a la ciudadanía el acceso a la propiedad, así
como la posibilidad de alcanzar un cierto grado de igualdad”15.

b) La ilegitimidad en la adquisición de la propiedad

Un segundo argumento lo constituye la ilegitimidad que impregnaría la adquisición


de la propiedad; no necesariamente por el accionar del actual propietario, si no que
de cualquiera de sus antecesores en el dominio. Para quienes piensan de este modo,
toda propiedad fue, en algún momento dado, adquirida a través de medios dudosos o
derechamente ilegales, como la fuerza, la amenaza, el engaño, etc16. Esta situación ha
sido muy bien retratada, aunque sarcásticamente, por el poeta estadounidense Carl
Sandburg, al escribir:

“- Sal de esta tierra


- Por qué?
- Porque es mía

13
Vid. en este sentido NEDELSKY, Jennifer, “Should property be constitutionalized? A relational and compa-
rative approach”, en VAN MAANEN, Gerrit & VAN DER WALT, AJ (eds.), Property law on the threshold of the 21st
century, Apeldoorn, Maklu, 1996, pp. 417 y ss.
14
VAN BANNING, Theo, The human right to property, Antwerpen, Intersentia, 2001, p. 179.
15
Ibíd., p. 181.
16
Ibíd.

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- De dónde la obtuviste?
- De mi padre.
- Y de dónde la obtuvo él?
- De su padre.
- Y de dónde la obtuvo él?
- El luchó por ella.
- Bueno, lucharé contigo por ella”17

La idea, sin embargo, carece de solidez, y merece las mismas críticas efectuadas a
la conocida Teoría del Pecado Original Colonialista18. En este sentido, estimamos que
el presente argumento debe ser desechado en virtud de su extemporaneidad y de su
imprecisión.
Es en efecto peligroso, ya que no tiene consideración alguna por instituciones vitales
de nuestra sociedad moderna, tales como la seguridad jurídica, creando una suerte de
derecho imprescriptible a la reivindicación (o de compensación eterna). Por otra parte,
criticamos su ambigüedad, pues permitiría ejercer una acción en contra de cualquier
propietario, por hechos acaecidos en tiempos inmemoriales, situación jurídicamente
absurda (la dificultad de la prueba es en todo caso, un gran disuasivo).

c) La propiedad mantiene el status quo

Según este tercer argumento, la legitimidad de la propiedad puede ser cuestionada;


ya que ella no tendría otra finalidad que la mantención del status quo, especialmente
en aquellos países en que los recursos, y por consiguiente la propiedad, se encuentran
distribuidos en forma desigual. Así, se ha dicho que las violaciones a los derechos hu-
manos que condujeron a un injusto reparto de la riqueza, son muy difíciles de superar
si se sigue protegiendo la propiedad19.
Luego, como la propiedad puede ser utilizada para infringir ciertos derechos huma-
nos, llamados clásicos, no debería gozar de ninguna protección especial (constitucio-

17
SANDBURG, Carl, The People, Yes, stanza 37. (Traducido del original en inglés por el autor).
18
Teoría elaborada por los países surgidos gracias al proceso de descolonización durante el siglo XX, según la
cual ninguna indemnización debe otorgarse al expropiar los bienes de un inversionista cuya nacionalidad coincida
con la de alguna antigua potencia colonizadora; ya que son éstas las que adeudan una compensación histórica ha-
cia los países del tercer mundo, como consecuencia de los bienes explotados y obtenidos ilegítimamente. En este
sentido, SEIDL-HOHENVELDERN, Ignaz, “Communist Theories on Confiscation and Expropriation. Critical
comments”, en American Journal of Comparative Law, 7-4, (1958), pp. 541-571; SEIDL-HOHENVELDERN,
Ignaz, “L’évaluation des dommages dans les arbitrages transnationaux”, en Annuaire Français de Droit International,
33, (1987), pp. 7-31 y ss., espec. pp. 13-14; MANCIAUX, Sébastien, Investissements étrangers et arbitrage entre
Etats et ressortissants d’autres Etats. Trente années d’activité du Cirdi, Dijon, Credimi-Litec, 2004, p. 527; CAHIER,
Philippe, “Changements et Continuité du Droit International. Cours Général de Droit International Public”, en
Recueil des cours de l’Académie de Droit International de la Haye, 195-VI, (1985), pp. 9-374, espec. p. 61; JIMÉNEZ
DE ARECHAGA, Eduardo, “International Law in the Past Third of a Century. General Course of International
Public Law”, en Recueil des cours de l’Académie de Droit International de la Haye, 159-I, (1978), 1-344, espec. pp.
297 y ss.
19
VAN BANNING, Theo, op. cit., p. 182.

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nal), más allá de aquella otorgada por la ley.

2. La necesidad de protección

A pesar de lo poderosos que puedan parecer los argumentos anteriores, una postura
opuesta se ha levantado, para defender la propiedad como un derecho humano. A este
respecto, y aun cuando muchos argumentos podrían esgrimirse20, estimamos que basta
con uno de ellos, a nuestro juicio, el más importante: la propiedad debe protegerse, ya
que por su intermedio se puede conseguir la protección de otros derechos humanos.
A este respecto, debe tenerse muy en claro que la propiedad refuerza otros derechos
básicos, como la libertad, el derecho a la vida privada, y que incluso parece necesaria
para la subsistencia de la persona21. La única alternativa a la propiedad sería entonces
que el Estado asumiese dicha tarea. Sin embargo, como la historia se ha encargado
de demostrar, tal situación sólo conducirá a un aumento de poderes estatales en de-
trimento de aquellos propios del ser humano, limitando así en forma inaceptable la
libertad22.

IV. CONCLUSIONES

Podemos constatar que no existe acuerdo entre los autores respecto a la calificación
jurídica del derecho de propiedad. Sin embargo, gracias al análisis efectuado, creemos
encontrarnos facultados para adoptar una posición al respecto: La propiedad, desde
nuestro punto de vista, no es un derecho humano. El hombre no habría nacido con
el derecho a ser propietario, si no que sólo con el derecho de no ver dicha posibilidad
impedida arbitrariamente; se trata entonces, de un derecho puramente económico.
Ahora bien, como consecuencia de la importancia que presenta hoy por hoy para la
realización de la persona, así como para el desarrollo de la sociedad y la protección de
otros derechos del hombre, es que una vez integrada al patrimonio de un individuo, la
propiedad debe gozar de una protección especial, comparable con aquella de los dere-
chos humanos.
Ahora bien, concluir que la propiedad no es un derecho humano, pero que merece
una protección equivalente, parece hacer perder todo el interés de nuestro estudio. Sin
embargo, ello no es así, y una importante constatación puede hacerse al respecto: a
diferencia de los derechos humanos (inherentes a todo individuo por el simple hecho
de ser tal), la propiedad requiere un reconocimiento expreso que asegure su protección;

20
Nos referimos especialmente a aquellos argumentos, analizados en numerosas oportunidades por la doctrina,
tales como Seguridad, Participación, Autonomía, etc.
21
VAN BANNING, Theo, op. cit., p. 187.
22
La libertad debe entenderse en su sentido más amplio, abarcando todas sus posibles manifestaciones: libertad
de movimiento, libertad de culto, pluralismo político, iniciativa privada, libertad de expresión, etc.

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de ahí que los textos legales, constitucionales, así como también los internacionales,
destinados a proteger los diversos tipos de propiedad, contengan normas tan precisas
al respecto.
En todo caso, esta protección que reconocemos a la propiedad, no puede ser enten-
dida en el sentido de una inviolabilidad total, si no que sometida a las mismas limitacio-
nes que los demás derechos humanos, fundadas generalmente en las nociones de interés
general y de utilidad pública. Tal como el profesor Çoban dijo, “puesto que las razones
morales…justifican sólo prima facie los derechos de propiedad, otras razones morales…pue-
den justificar limitaciones a dichos derechos. Si la apropiación, el uso o la enajenación de
la propiedad llegara a afectar el derecho de otro, una restricción es evidentemente necesaria.
Y, puesto que la autonomía de la persona es sólo posible en un entorno que la permita y
apoye, los gobiernos deben tener la facultad restringir los derechos de propiedad, con el fin de
establecer, mantener e incluso desarrollar la sociedad. Pero para ello debe siempre existir un
justo equilibrio entre los intereses individuales y el interés público: Las medidas adoptadas
por el gobierno, deben ser siempre proporcionales a los fines perseguidos”23.

[Recibido el 25 de octubre de 2010 y aprobado el 23 de junio de 2011]

BIBLIOGRAFÍA

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