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Poder y confrontacion en la Edad Media: un ejemplo práctico, el linaje de Lara.

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Fernando Torres Lara


Universidad de Cádiz
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Poder y confrontación en la Edad Media: un
ejemplo práctico, el linaje de Lara.
Por
FERNANDO M. TORRES LARA

RESUMEN ABSTRACT
Entre los siglos XII y XIII, se perciben Between the XII and XIII centuries, a
una serie de cambios en las dinámicas series of changes in the dynamics of the
del poder de la Corona de Castilla. Los power of the Castile’s Crown perceive.
grandes linajes como el linaje de Lara, The great lineages such as Lara’s
objeto de estudio de estudio de este lineage, object of study of this work,
trabajo, debían en buena parte su poder owed much of their power to the
a la relación interpersonal que le unía interpersonal relationship that directly
directamente con el monarca. Sin linked them with the monarch.
embargo, posteriormente el poder However, later the power be based on
radicaría en factores como la factors such as the concentration of
concentración de tenencias bajo una tenures under the same family. This
misma familia. Este trabajo toma como work takes as a study the lineage of
estudio el linaje de Lara, el cual por su Lara, which due to its proximity and
cercanía y enorme influencia sobre huge influence on certain monarchs of
ciertos monarcas de la dinastía the Burgundian dynasty, star in some of
borgoñona protagonizan algunos de los the most important episodes in the
episodios más importantes de la historia History of the Castile’s Crown.
de la Corona de Castilla.
Keywords: Lineage, Lara, Castile,
Palabras Clave: Linaje, Lara, Castilla, tenures, influence.
tenencias, influencia.

2. OBJETIVOS.
El presente documento versa sobre el concepto, evolución y percepción del poder
en la plena Edad Media, es decir, la forma en el que poder se manifiesta a lo largo
de los siglos XI-XIII, como mutan hacia formas más centralizadas y fiscalizadas,
como al paso de los años la nobleza deja de formar parte de un esquema horizontal
de poder para dar lugar a un sistema piramidal pleno. Si bien es cierto el poder del
monarca radicaba en el apoyo y colaboración directa con la nobleza, no obstante,

2
poco a poco se perciben y consolidan nuevas fórmulas regias para centralizar
funciones atendiendo a la nueva realidad del conjunto de reinos europeos donde
surgía una burguesía cada vez más fuerte que basaba su poder en el factor
económico. Por su parte la nobleza reaccionaba ante estos cambios, en ocasiones
a través de revueltas, y en otras articulándose como estructuras de linaje con un
patrimonio propio confirmado por el rey, pero a todos sus efectos hereditarios al
contrario que el sistema de tenencias que podía rotar entre las manos de unos
nobles y otros. Como consecuencia de esta evolución el poder cada vez se
concentra en un grupo más reducido que representa una oligarquía nobiliaria
protagonizada por una serie de linajes castellanos muy concretos como los Lara,
Haro, Castro, etc.
A lo largo de estas páginas intentaremos poner de relieve las claves y sucesos que
propician dicha evolución hacia fórmulas más complejas de relación de parentesco
y poder. De igual forma mostraremos como a lo largo de los siglos pleno-
medievales la nobleza no fue un órgano unitario, no existió una conciencia de
grupo, sin embargo, en situaciones muy concretas en las cuales pudieran ver
peligrar sus privilegios acudieron a una conciencia de linaje por el cual se verán
empujados a unirse contra el monarca por iniciativa propia o apoyando a un nuevo
candidato.
La intención final de este escrito no se trata básica y llanamente en un estudio
prosopográfico del linaje de Lara, sino de ejemplificar a través de este la evolución
de las relaciones entre nobleza y monarquía en la pugna por acumular poder.
Castilla, en estos siglos no supone en ningún caso un reino aislado de los cambios
que sufre Europa, y tendremos ocasión de ver como el feudalismo en la Península
Ibérica responde a una realidad en concierto con el resto de reinos cristianos de
Europa y no sólo en los territorios catalanes surgidos de la desmembración del
Imperio Carolingio (Barbero y Vigil, 1978). Aunque son de gran interés los
eruditos debates sobre la concepción de lo que se pueda considerar un régimen
feudal o no, para nuestro interés inmediato no nos conviene entrar en tal grado de
especificación. Tan solo dar por superada la vieja percepción de una Castilla
aislada y sustituir esta imagen por la de un conjunto de reinos cristianos
peninsulares en permanente retroalimentación con Europa, sin que esto suponga
una pérdida de particularidades que dotan de enorme atractivo para el historiador
el medievo español y es que para bien o para mal la existencia de una zona de
frontera ha marcado nuestro devenir como sociedad.

3. METODOLOGÍA.
Para la confección de este trabajo hemos acudido a una serie de obras
especializadas en linajes medievales para aclarar y poder comprender los
conceptos de la terminología medieval en lo referente en asuntos de parentesco y

3
feudalismo1. Parte de suma importancia y complejidad para comprender los
cambios políticos producidos durante los siglos centrales de la Edad Media en
términos de reordenación del territorio.
Por otro lado, para elaborar una historia lineal y especifica del linaje de Lara hemos
tomado obras de referencia2. Además, de consultar parte del vol. 1 de la obra de
Salazar y Castro (1694) para completar o al menos dar un pequeño esbozo de la
biografía de ciertos titulares de la casa de Lara. Nos hemos visto en la obligación
de recurrir a estudios biográficos de distintos reyes de castellanos. Para los
reinados de Alfonso VIII3, Fernando III4, Alfonso X5 y por último de Sancho IV6.
Con la precaución y conocimiento de que la información contenida en estas obras
ha sido redactada desde la óptica del monarca, por lo que nos hemos visto en la
necesidad de ofrecer a raíz de los mismos datos una nueva óptica desde el punto
de vista del linaje de Lara.
Por último, en el anexo se incluyen una serie de imágenes de elaboración propia
que se corresponden con árboles genealógicos (img. 1 y img. 2) extraídos a partir
de la información aportada de las citadas obras de Sánchez de Mora (2003) y
Doubleday (2004) que además nos ha servido para elaborar las tablas y gráficos
(img. 3 y img. 4)
Precisadas ya las fuentes bibliográficas pasaremos a indicar el método utilizado
para la elaboración del trabajo. Hemos adoptado un razonamiento inductivo de los
datos consultados, ya que la imposibilidad de acceder a fuentes primarias y debido
al fin mismo del trabajo sería una osadía por nuestra parte plantear alguna hipótesis
distinta a las ya expuestas por otros investigadores habiendo consultado un
volumen de información ínfimo en comparación con estos. Sin embargo, eso no
nos exime de que en ciertos aspectos aclaremos nuestra opinión o tomemos partido
de una hipótesis más que de otras.
Como ya hemos informado anteriormente la investigación no supone una
exposición de las biografías de los protagonistas sin más; sino que hay una clara
intención de poner de relieve aspectos determinantes, evoluciones y divergencias
de la política castellana y de los cambios en la dinámica del poder en los siglos de
mutación feudal.
Así mismo para terminar he de informar con respecto a la llamada a los pies de
página de este proyecto de investigación que no solo han sido empleados para citar
las obras consultadas, sino que también incluyen notas aclaratorias, definiciones y
reflexiones.

1
Barbero y Vigil (1978); Simon (1997); Torres Sevilla (1999); Doubleday (2004); Bonassie (2008);
Miranda García y Guerrero Navarrete (2008).
2
Sánchez de Mora (2003), Doubleday (2004).
3
Estepa Díez (2011).
4
Martínez Díez (1993), González Jiménez (2011).
5
González Jiménez (2004), Alcántara Valle (2015).
6
Nieto Soria (2014).

4
4. INTRODUCCIÓN.
El linaje de Lara cuenta con algunos de los miembros más poderosos e
interesantes de la nobleza castellana medieval. Aunque su verdadera
importancia histórica radica a partir del reinado de Urraca, lo cierto es que
entre la realidad y lo fantástico de los cantares de gesta y las licencias y
libertades que toman los cronistas se encuentran como fundadores del linaje
miembros de la aristocracia que se remontan a los condes de Castilla y con
personajes de la talla de Munio Núñez, quien fuera encargado de la
repoblación de Brañosera, o intentos panegíricos por emparentar con
antepasados cidianos, de los Salvádorez o los Alfonso…, pero más allá de su
propio origen fue un linaje que supo construirse al calor de la monarquía
castellana y que pudo ejercer etapas de control e influencia sobre monarcas
durante las minoridades de estos e incluso durante sus reinados. Los Lara
fueron en muchas ocasiones un linaje incómodo para la aplicación de la
voluntad regía, pero necesarios para mantener el equilibrio de fuerzas en
Castilla. Es por ello que resulta especialmente interesante el estudio de este
linaje pues podemos observar a través de sus protagonistas la evolución de
las relaciones de poder entre la corona y la nobleza.
5. CONTENIDO.
5.1. EL LINAJE DE LARA: ORIGEN Y ENTORNO FAMILIAR.
El origen de la familia de Lara parte unos relatos semi-legendarios recogidos por
genealogistas del pasado como Luis Bartolomé de Salazar y Castro (1658-1734)
en su extensísima obra de cuatro tomos sobre el linaje de Lara publicada en 1694.
Estas narraciones medievales alusivas a los miembros de Lara son
fundamentalmente dos: El cantar de los siete infantes de Lara y el Riepto de
Zamora7. Luis de Salazar sitúa el origen familiar en los condes de Castilla. Por su
parte el origen legendario de la familia contó con una versión oficial apoyada por
la monarquía tal y como se recoge en la Primera Crónica General8 y
posteriormente una versión más extensa en la Crónica de los Veinte Reyes9.
Según El cantar de los siete infantes de Lara, el primer miembro de la familia es
Gonzalo Gustioz, un noble afincado en Salas, casado con Sancha y cuñado de
Rodrigo Velásquez, quien por traición de este fue capturado y encarcelado en la
Córdoba musulmana. Los hijos de Don Gonzalo quedaron al cuidado de su ayo
Munio Salido. Estos injuriaron a la esposa de Don Rodrigo y provocó malestar de
su tío. En cierto momento cuando se hallaban luchando contra los musulmanes en
la frontera, los hijos de Don Gonzalo estando en peligro les fue negado el auxilio
7
Sánchez de Mora (2003)
8 Edición de Ramón Menéndez Pidal, llamada originalmente Estoria de España y realizada por iniciativa de Alfonso
X el Sabio, que supone la primera historia general de España narrada desde sus orígenes bíblicos hasta la historia de
Castilla bajo el reinado de Fernando III (r.1217-1252).
9
Crónica que comprende la historia desde el reinado de Fruela II (r. 910-924) hasta el reinado de Fernando III (r. 1217-
1252).

5
por su tío provocando la muerte de estos y de su ayo que fueron decapitados y
expuestos frente la atenta mirada de Don Gonzalo, aun prisionero en Córdoba.
Cuando este obtuvo tan ansiada libertad regresó a Castilla y se reencontró con su
cuñado quien había usurpado sus tierras. Don Gonzalo, sin ningún descendiente
legítimo, solo le quedaba su hijo, Mudarra González, habido fuera del matrimonio
con la hermana de Almanzor. Mudarra fue aceptado por Doña Sancha y este vengó
a su padre y hermanos recobrando las tierras y derechos usurpados a Don Gonzalo.
Según El riepto de Zamora, el cual también había sido incluido en la Primera
Crónica General, no guarda conexión con el relato antes comentado, sino que los
hechos se sitúan tras el asesinato de Sancho II. Los castellanos reclamaron que el
peso de la justicia debía caer sobre Arias Gonzalo. Los vecinos de Zamora habían
acogido al regicida y fue entonces cuando Diego Ordoñez, hijo de Ordoño de Lara,
retó a los zamoranos a defender su honor, dando lucha y muerte a Rodrigo Arias,
hijo de Arias Gonzalo.
En el siglo XIV, el conde Pedro de Barcelos elabora una primera historia
genealógica del linaje de Lara10 (ver img. 1.1) quien fija a Gonzalo Gustioz como
hijo de Gustio González y Hurtiga Ramírez. Por su parte, Mudarra tuvo por hijo a
Nuño González d’Ávalos y este a su vez a González Núñez Minaya casado con
Teresa, hija del duque de Amaya, quienes tuvieron a Nuño González apodado el
Cuervo Andaluz quien obtendría matrimonio con Ermesenda Trastámarez de
Amaya de quien nacería el conde Álvaro Núñez, padre de Nuño Álvarez y a su
vez, padre de Pedro González, y este de Ordoño de Lara, padre de Diego Órdoñez.
Este árbol genealógico realizado por Pedro de Barcelos permite entroncar el árbol
familiar con la obra de Jiménez de Rada11.
Otros autores como los ya citados insistieron y mantuvieron la vinculación del
linaje con los condes de Castilla, sus jueces y Rodrigo Díaz de Vivar, El Cid.
Salazar y Castro ponía de relieve que el parentesco cidiano del linaje de Lara era
difícilmente comprobable, sin embargo, tampoco ponía en tela de juicio su
veracidad.
Por su parte, Fray Prudencio de Sandoval12 se mostró reacio a la tesis tradicional,
por ello hizo un bosquejo de una nueva versión que relacionaba el origen del linaje
con otro linaje coetáneo, Los Salvadórez. Según Fray Prudencio este linaje
descendía de los condes de Castilla, tesis a la que se mostraba contrario Luis
Salazar, aunque propuso el matrimonio de Gonzalo Núñez de Lara con una hija de
Gonzalo Salvadórez.
Julia Montenegro y Margarita Torres Sevilla concuerdan en las relaciones de
parentesco de los Lara con los Alfonso. Para Julia Montenegro, el conde Gutierre
10 El principal problema que supone la creación de este árbol genealógico es que muchas de estas informaciones parten
de fuentes falsas.
11
Arzobispo de Toledo y hombre influyente en los reinados de Alfonso VIII y Fernando III. Fue el principal instigador
de la cruzada contra los almohades. En su obra De Rebus Hispaniae, a la que haremos alusiones con frecuencia, se
incluye la primera crónica sobre la mítica Batalla de Clavijo.
12
Prudencio de Sandoval fue un eclesiástico-historiador durante el reinado de Felipe II, conocido por su
importante crónica sobre el reinado de Carlos I de Habsburgo.

6
Alfonso contrajo matrimonio con Goto Núñez de cuyo matrimonio nació María
Gutiérrez quien, a través de su matrimonio con Nuño Álvarez, dio a luz a Gonzalo
Núñez de Lara; mientras que Margarita Torres Sevilla propone que Gonzalo Núñez
de Lara no es hijo de María Gutiérrez y de Nuño Álvarez, sino que son los padres
de su esposa Goto Núñez. Además, sostiene que existe la posibilidad de que el
padre de Gonzalo Núñez de Lara fue Munio González, conde de Álava y hermano
de Alfonso de Salvadórez13.
Según la tesis doctoral de Sánchez de Mora existen tres versiones: La primera de
ellas se muestra de acuerdo en la mayoría de hipótesis de Salazar y Castro sobre el
origen de la familia en tierras castellanas y en su descendencia de los condes de
Castilla. En segundo lugar, los estudios de Mª del Carmen Carlé14 en el que
propone (aunque no plantea nada nuevo con respecto a la versión de Fray
Prudencio de Sandoval) que Gonzalo Núñez desciende Nuño Álvarez. Pese a que
el trabajo de Carlé partió de la revisión de los estudios de Menéndez Pidal, no
obstante, el tratamiento que dio a las fuentes era muy distinto de los autores
anteriores: prestó mayor atención al objeto de la acción documental en relación
con la identificación de los otorgantes. (Sánchez de Mora, 2003)
Los estudios de Carlé fueron ampliados por Julia Montenegro, los cuáles
evidenciaban un nuevo obstáculo en el árbol genealógico de la familia, ya que,
aunque tomemos por verdadero el origen familiar en los condes de Castilla a través
de los Salvadórez, la posición social se debió al enlace con la familia de los
Alfonso como evidencia las fuentes documentales en Sahagún y Piasca en opinión
de Sánchez de Mora. En tercer lugar, Torres Sevilla indica que el vínculo familiar
proviene por vía materna según deduce a través de una donación realizada en 1087
por Gonzalo Núñez a su esposa Goto y su cuñada Urraca al monasterio de San
Millán.
Como podemos observar las diferentes versiones enlazan de alguna forma u otra
la parentela de los Lara con los Salvadórez, los Álvarez y los Alfonso, aunque el
verdadero problema es demostrar la veracidad de la existencia de Munio González
y de diferenciarlo de otros personajes homónimos.

5.2. EL LINAJE DE LARA DURANTE EL SIGLO XII.


Es indudable la importancia del linaje de Lara durante gran parte de la Edad Media
española, sin embargo, en el presente estudio vamos a tomar como punto de partida
el siglo XII, uno de los siglos de más interés en el estudio de la genealogía
castellana en general, y de los Lara en particular, ya que puede hacerse un
seguimiento de la presencia de los diferentes cabezas de linaje en la corte a través
de las fuentes documentales, y por otro lado, por la estrecha relación, en ocasiones

13
Estepa Díez por su parte difiere de la tesis de Margarita Torres Sevilla.
14
Mª del Carmen Carlé (1992)

7
marcada por momentos de absoluta tensión, entre los señores de Lara y los reyes
castellanos.
El primero señor de Lara que tuvo un papel relevante e influyente en la Corona de
Castilla fue Pedro González durante el reinado de Urraca (1109-1126). La reina
contrajo matrimonio con el rey de la corona de Aragón, Alfonso I “el Batallador”
pese al disgusto que provocaba el enlace en gran parte de la élite castellana, sin
embargo, la nulidad del matrimonio por causa de consanguinidad provocó que una
vez separados se crearan unos fuertes vínculos con Pedro Gonzalez. Tanto es así
que las fuentes documentales no se privan de calificar esta estrecha relación como
una relación que mantenía unas muy fuertes cadenas de amor con la Reina
Urraca, y de ella obtuvo Castilla y no pequeña parte de Campos (Doubleday,
2004). Con todo parece que aproximadamente hacia el año 1112 el conde Pedro
González heredó el favor real que según la crónica del siglo XIII De rebus
Hispaniae pretendía consolidar su relación amorosa con la reina a través del
matrimonio y acusa al conde de actuar sobre todos sus iguales como si tratase del
mismo rey. La presencia del conde de Lara en la corte se evidencia desde los
primeros momentos del reinado de Urraca, cuando firma documentos como
alférez15 y bajo el título de conde. La cercanía a la reina le permitió adquirir
multitud de tenencias en Castilla y Campos, además de la tenencia de Lara que ya
empezaba a caracterizarse como una posesión familiar16.
Pronto el resto de nobles encabezarían una oposición ante Pedro González y
pusieron freno a los planes matrimoniales de este con la reina, para ello exigieron
que se nombrase heredero a su hijo habido en su primer matrimonio con Alfonso
Raimúndez. Los momentos de mayor tensión se sucedieron en 1119 cuando Pedro
González fue encarcelado brevemente por Guter Fernández de Castro. En estos
momentos surgía la gran rivalidad entre ambas familias.
Hacia la primera mitad del siglo XII las posesiones familiares de los Lara
abarcaban en la persona de Pedro González la mayoría de los territorios castellanos
entre el Pisuerga y el Duero, además de Palencia y Torremormojón en la orilla
occidental del Pisuerga, y Portillo y Peñafiel, en la orilla meridional del Duero, Por
otro lado, su hermano Rodrigo González poseía numerosas tenencias entre la orilla
septentrional del río Duero y los entre los ríos Nalón y Nervión, entre ellos Arce,
San Mamés de Poblaciones o Peñaranda del Duero.
De esto podemos deducir la importancia de los vínculos horizontales en un
momento en el que la primogenitura comenzaba a ser la tónica común; por lo que
el amor y la lealtad eran cualidades indispensables para mantener en lo más alto el
nombre e importancia de la familia, es especialmente interesante en este aspecto

15
Cargo político-militar que ostentaba el hombre de máxima confianza de los reyes de los reinos hispano-
cristianos y que perdió importancia durante la Baja Edad Media.
16
Hay que tener presente que las tenencias de tierras o propiedades no eran patrimonio de las familias
nobles, sino que en última estancia su autoridad y jurisprudencia sobre dichas posesiones dependían del
monarca.

8
la buena relación de la que gozaba la familia de Lara pues la unidad de las dos
siguientes generaciones permitió al linaje dominar la vida política de Castilla.
A la muerte de la reina Urraca (8 de marzo de 1126) le sucedió su hijo coronado
como Alfonso VII (1126-1157) quien restablecería la autoridad real. No obstante,
la sucesión al trono fue un episodio tenso que se anteponía a la paz y tranquilidad
que caracterizó el fin del reinado de su madre. Así, por ejemplo, la fortaleza de
León negaba la entrada al príncipe heredero, ya que los rebeldes tenían mayores
esperanzas puestas en los hermanos de Lara y obligaron al rey a sitiar la fortaleza.
Salazar y Castro se basa en un diploma de 1128 en el que se menciona a Pedro
González como conde de Lara gratia Dei algo impensable para un súbdito, este
desafío al poder regio es interpretado como un intento de autonomía de los Lara
frente a la Corona, tal y como lo hicieran Portugal, el señorío de Molina y
Albarracín. Aunque también puede ser interpretado como intento de resistencia de
los condes de Lara a la llegada de un nuevo monarca contrario al poder
hegemónico que habían obtenido durante el reinado de Urraca y que los nobles
gallegos serían recompensados a expensas de los territorios de los que habían
gozado los Lara. No se sabe con certeza si Pedro González pretendía que el hijo
en común con Urraca heredase la corona de Castilla, lo que parece más probable
es que Pedro González apoyara de forma pasiva las aspiraciones de dominio de
Castilla por Alfonso I de Aragón. En el momento que chocaron los intereses de
Alfonso VII de Castilla y Alfonso I de Aragón los Lara se mostraron reacios a
obedecer los designios reales y plantar batalla al rey aragonés, pues, aunque
súbditos del rey de Castilla su causa estaba con el Alfonso I, lo que podía
interpretarse no solo como un desafío y una traición sino como una humillación
personal al rey. Lo que provocó que el monarca mandara encarcelar a Pedro
González por alborotar la paz del reino, y a su hermano Rodrigo González por
haberse rebelado contra el rey tras el encarcelamiento de su hermano. Los dos
mantuvieron su cautiverio hasta que rindieran todas las plazas bajo su posesión.
De esta forma el linaje comenzó a perder tenencias, entre ellas la de Lara, que
pasaría a las manos de Ordoño Gustios17.
En cuanto Pedro González quedó en libertad marchó hacia tierras aragonesas para
obtener el apoyo de Alfonso I, sin embargo, las fuentes mencionan la proposición
a un duelo singular de Pedro González con el conde de Toulouse que hirió de
muerte al mayor de los Lara. De esta forma los Lara supervivientes vieron como
ascendían otros nobles como los Ponce de Cabrera o Ponce de Minerva que
acompañaban a Berenguela, la prometida de Alfonso VII, a costa de las tenencias
que ellos habían disfrutado en época de Urraca.
Rodrigo tras la muerte de su hermano no pudo hacer otra cosa sino intentar
negociar con el propio rey, sin embargo, esta discusión a orillas del Pisuerga no
acabó del todo bien para Rodrigo González que fue despojado de todos sus bienes
17
Con toda probabilidad un noble menor promocionado por apoyar a Alfonso VII, ya que con la llegada de
un nuevo monarca por lo general el reino sufre un proceso de renovación de la nobleza, a fin de socavar el
poder de la vieja aristocracia.

9
y repartidos entre diferentes señores fragmentando de esta manera uno de los
territorios más extensos y poderosos de Castilla.
No obstante, Rodrigo González se mantuvo junto al rey Alfonso VII y en 1132
recibió la tenencia de Toledo; la vieja capital visigoda había sido foco de varios
ataques musulmanes dejando la ciudad parcialmente destruida y necesitada de un
noble con experiencia política y militar por ello no es de extrañar la elección de
Rodrigo González que una vez desposeído y apartado de los focos de influencia de
la familia de Lara el rey se aseguraba que no volviese a declararse en rebeldía.
En algunos de los éxitos militares de Alfonso VII, Rodrigo González debió de
ocupar un papel activo ya que algunos de los ataques contra los musulmanes fueron
organizados desde la propia Toledo. Estos éxitos permitieron que Alfonso VII
pretendiese la dignidad imperial sobre el conjunto de los reinos cristianos de la
Península, el principal escollo no era otro sino el rey aragonés Alfonso I, el
Batallador quien no había renunciado a sus pretensiones sobre León y otras
regiones bajo la influencia castellana. Muerto Alfonso I, los territorios aragoneses
y navarros quedaron en inferioridad con respecto a los reinos de Castilla y León
restaurando la dignidad imperial de su abuelo, Alfonso VI, y escogiendo Toledo
como ciudad referente de su autoridad imperial sobre el resto reinos. La fidelidad
de Rodrigo González fue recompensada con algunas tenencias y con la petición de
este al rey de restaurar sus viejas tenencias, algo a lo que el monarca accedió buen
grado y concertó un matrimonio para este con Estefanía Armengol, hermana del
conde Armengol VI de Urgel y este enlazó con Elvira, hermana de Rodrigo
González.
La inestabilidad propiciada por la oposición del papado al reinado de Ramiro II de
Aragón provocó la abdicación de éste, apodado como Ramiro “El monje” y
comprometerse a desposar a su hija Petronila con el conde de Barcelona, Ramón
Berenguer IV quien consiguió contener con éxitos e incluso consiguiendo la
sumisión de territorios como Soria o Nájera, mientras que portugueses y navarros
conjuntamente fracasaban en el intento. Mientras tanto, Rodrigo González se
mantenía como uno de los primeros confirmantes documentales de Alfonso VII
hasta que en marzo 1137 desaparece de los diplomas y es desposeído de sus
tenencias. En la década siguiente viajaría a Oriente en peregrinación y actuaría
activamente en luchas contra los musulmanes pocos años antes de la II Cruzada e
incluso mandó construir un castillo que cedió a la orden del Temple. A su regreso
a la Península escogió Valencia, previo contacto con Ramón Berenguer IV y la
Corte de Navarra, en lugar de Castilla donde enfermó18 tomando la decisión de
regresar a Tierra Santa donde finalmente muere.
La mejoría de la situación del linaje de Lara con el rey tras la muerte de Pedro
González y el ascenso de su hermano Rodrigo González fue realmente un
espejismo en la relación que mantenían con la corona castellana. El mayor de los

18
Según Sánchez Mora (2003) enfermó por envenenamiento, mientras que Doubleday (2004) afirma que
contrajo la lepra.

10
hijos de Pedro González, Manrique de Lara, fue el gran protagonista tras la muerte
de su tío Rodrigo. Cuando la autoridad de los almorávides se estaba deshaciendo
Manrique participó activamente en la toma de Andújar y Baeza para obtener el
favor del rey. Sus éxitos militares sirvieron para el rápido e inesperado ascenso
familiar y la obtención de nuevas tenencias. Años antes de la muerte de Rodrigo
González, Manrique había tenido cargos importantes dentro de la Corte, entre ellos
la ostentación del cargo de alférez entre los años 1134 y 1137, pero no sería hasta
1145 cuando recibiría el título de conde. Sin embargo, el momento culmen de la
vida político-militar de Manrique tiene lugar durante la conquista de Almería que
le sirvió para que el rey le otorgase la tenencia de Baeza.
En 1154 Manrique Pérez de Lara otorga fuero a Molina de Aragón, plaza que fue
conquistada por Alfonso I de Aragón y que otorga la autonomía del señorío de las
coronas castellana y aragonesa, siendo Manrique Pérez, el primer titular del
señorío de Molina que se mantendría como propiedad del linaje de Lara hasta la
enajenación de Sancho IV.
A comienzos de 1156 Manrique acompañó a Alfonso VII y su heredero el futuro
Sancho III por tierras castellanas, sin embargo, la reacción almohade de 1157
provocó que Manrique tuviera que ceder Baeza, la cual no pudo resistir el ataque
musulmán y que, además, cedió fortalezas cercanas a la plaza jienense, como
Andújar, Baños, etc. El entusiasmo bélico almohade tampoco pudo ser frenado, ni
tan siquiera con el apoyo de las huestes de Ibn Mardanish19 en la alcazaba
almeriense, último reducto de la resistencia cristiana. En agosto de ese mismo año
moría Alfonso VII y con él, el sueño de la unificación hispánica, pues no solo
frenaba el avance cristiano, sino que consumó nuevamente la separación de los
reinos de Castilla y León20.
5.3. LOS LARA DURANTE EL REINADO DE ALFONSO VIII.
Los problemas no hicieron sino ir en aumento, poco tiempo después fallecía para
sorpresa de todos Sancho III, dejando a su primogénito, futuro Alfonso VIII,
huérfano de padre con tres años de edad. Esta oportunidad fue aprovechada por la
familia Lara para asentarse nuevamente en el poder. Efectivamente, el infante
Alfonso tuvo que pasar una larga minoridad (1155-1170). En este tiempo,
Manrique Pérez había obtenido la regencia del reino, mientras que Gutierre
Fernández de Castro se convertía en tutor del infante. No obstante, Gutierre
Fernández no llegaría a ejercer como tal, Manrique, más hábil y acertado, fue capaz
de trasladar al joven infante a un territorio seguro bajo su jurisdicción y entregar
su tutela a García Garcés de Aza, que a los pocos años devolvió al niño, debido a
los altos costes de su mantenimiento y de esta forma Manrique ocupó para sí la
regencia del reino y la tutela del heredero. Gutierre Fernández volvería a reclamar

19
El conocido como “rey Lobo”. Un líder militar que tras la caída del dominio almorávide se proclama
emir independiente de “Mursiyya y Balansiyya” (taifas de Murcia y Valencia, respectivamente.) y duro
opositor de la invasión almohade.
20
El reino castellano leonés volvió a quedar dividido; le sucedería sus hijos; Fernando II de León y Sancho
III de Castilla.

11
la tutela del infante, provocando y tensando la relación entre ambos linajes, el de
Lara rehusaba de entregar al infante y el de Castro no tuvo más remedio que acudir
al tío de Alfonso, Fernando II de León21. Esta grave disputa se saldó en la batalla
de Lobregal de la que saldría victorioso y reforzado el linaje de Castro.
La victoria en Lobregal, no sirvió de ningún modo para que los Castro recuperasen
la tutela del infante Alfonso22, sin embargo, sí que sirvió para ganarse un puesto
privilegiado en la corte de Fernando II. La disputa familiar entre los Lara y los
Castro aun debía de perdurar algunos años, hasta que ambos linajes volvieran
encontrarse una vez más frente a frente en el campo de batalla, cuatro años después
de Lobregal. En el castillo de Huete, los Castro preparaban una invasión al reino
de Castilla. Por su parte, los Lara en representación del infante Alfonso se
disponían a recuperar la ciudad de Toledo, ocupada por Fernando II años atrás.
Los dos ejércitos se encontraron frente a Huete en 1164, con la misma suerte que
cuatro años atrás. El linaje de Castro se impuso sobre el de Lara, acabando además
con la vida de Manrique Pérez. No obstante, la tutela del joven infante seguiría
siendo ocupada por los Lara; mientras que los Castro no tuvieron más remedio que
regresar a León.
A la muerte de Manrique en 1164 las tenencias de Lara sufrieron una importante
fragmentación, ya que su esposa Ermesenda, recibió la mitad del señorío, de la
cual donaría la mitad a la Orden de Calatrava y la otra mitad a su nieto, mientras
que Pedro Manrique, primogénito de Manrique Pérez de Lara, heredaría la otra
mitad23. Quizás la exitosa carrera de Manrique sirvió para empequeñecer la de su
hermano Álvaro Pérez del que no se encuentran apenas restos documentales y a
juzgar por sus escasas tenencias puede llegar a deducirse que fue uno de los
personajes más insignificantes del linaje de Lara durante el siglo XII pese a que
ocupó el título del alférez, su papel más destacado se encuentra acompañando a
Manrique en las conquistas de Andújar, Baeza y el asedio de Jaén.
De la muerte de Manrique, políticamente el mayor beneficiado fue Nuño Pérez,
quien comandó las tropas de Lara en la batalla de Lobregal y se encargó de la
regencia y tutela del infante Alfonso y del reino de Castilla, hasta que este
adquiriese la mayoría de edad en 1170. Tras la batalla de Huete, tanto Rodrigo
como Nuño fueron capturados, pero no tardaron en ser puestos en libertad, pues
para la Corona de Castilla el linaje de Lara seguía siendo importante y para el
devenir histórico del reino suponía un poderoso aliado que convenía tener cerca.

21
Resulta especialmente interesante el tratamiento que recibía Fernando II en las fuentes documentales
como Dei gratia rex Hispaniarum, recuerda al tratamiento de imperator totius Hispaniae de su padre y de
su abuelo.
22
El infante Alfonso quedó atrapado en Soria, mientras el rey Fernando II intentaba que su sobrino le jurase
fidelidad y supeditar el reino de Castilla al de León. Sin embargo, gracias al apoyo del pueblo de Soria pudo
abandonar la ciudad a hurtadillas y evitar el vasallaje; tiempo después el rey otorgaría una serie de
privilegios a los sorianos por haberles mostrado su apoyo.
23
Doubleday pone en duda la autenticidad del documento ya que apunta que este tipo de reparticiones sería
imposible llevarlo a cabo en una behetría de linaje.

12
Es indudable que, a la muerte de Manrique, Nuño se convirtió en el gobernante de
facto del reino, así lo hace saber a través de un documento en el que el papa
Alejandro III en 1165 se dirige directamente a él para la sustitución del obispo de
Osma, llamado a declarar y posteriormente excomulgado. Las pretensiones de los
Castro tampoco habían amainado en estos años, tanto es así que en 1167 y 1169
protagonizan dos levantamientos. Nuño tras un intento por recuperar el castillo de
Zorita fue capturado hasta que una contraofensiva castellana consiguió liberarlo.
Misma suerte corrió en una persecución a Fernando II hasta el castillo de Rioseco,
donde volvió a ser hecho prisionero, pero una vez más consiguió zafarse del reino
de León. Una vez alcanzada la mayoría de edad del infante, ahora Alfonso VIII, el
papel de Nuño en la corte seguía siendo muy importante no solo porque firme
numerosos documentos reales, sino porque el monarca debió mantener el apoyo y
dejarse aconsejar por los que habían sido sus tutores desde la niñez.
Al comienzo de su reinado Alfonso VIII, se dispuso a la recuperación de los
territorios arrebatados durante su minoridad atacando a Sancho VI de Navarra y a
reforzar la alianza con su tío Fernando II, concertando un matrimonio con su tía
Sancha. La presión de los almohades le obligó a ceder territorios a las órdenes
militares de Santiago y Calatrava para reforzar las fronteras y asegurar la
retaguardia.
A través de las fuentes árabes nos ha llegado la noticia de una expedición de las
que las fuentes castellanas no se hacen eco, que llevó a Nuño hasta la bahía de
Algeciras atacando y causando graves daños a los asentamientos musulmanes de
la zona. Esta referencia, aunque sea única se ve reforzada por la ausencia de Nuño
en la curia regia. La muerte le llegaría a Nuño en 1177 durante la toma de Cuenca,
pese a firmarse una tregua en 1176, el reino castellano puso bajo asedio la ciudad,
la cual no pudo resistir demasiado tiempo al no recibir refuerzos del califa
almohade, Yacub Yusuf.
Tras la muerte de Nuño, el titular del linaje de Lara paso a ser su sobrino Pedro
Manrique de Lara, II conde de Molina y vizconde de Narbona que acompañaría a
su tío en la toma de Cuenca. Hasta la década de 1180 Pedro Manrique mantuvo las
tenencias de Lara, Atienza, Toledo, Hita y Medinaceli entre otras. Durante este
tiempo se perciben ciertos movimientos en la familia Lara hacía el reino de León
y viceversa. No obstante, Pedro Manrique durante todo este tiempo mantuvo su
fidelidad a la corona de Castilla y en principio no repercutió en su relación con el
monarca. Por otro lado, la cercanía de sus posesiones a las tierras del reino de
Aragón no le permitió mantenerse al margen de los conflictos, especialmente con
respecto a la política del señorío de Albarracín, sin embargo y aunque apartado de
las tierras de Alfonso VIII, Pedro Manrique mantuvo su juramento y seguía
confirmando diplomas reales en nombre del monarca. En 1177 se ve obligado
también a cruzar el Pirineo para reclamar el vizcondado de Narbona, que una vez
muerto Aimerico II, tenía derechos de heredad sobre el territorio, no obstante, el
duque de Tolosa también aspiraba a poseer dicho territorio lo que hizo optar a
Pedro Manrique por colaborar con Alfonso II de Aragón. No obstante, durante

13
muchos años Ermerganda gobernó sin necesidad de un consorte hasta su
abdicación en 1192, cuando Pedro Manrique adquiría el vizcondado al norte de los
Pirineos para entregárselo posteriormente a su hijo, Aimerico III.
Entre los años 1185-1186 pudo haberse producido una discusión con respecto el
condado de Albarracín entre Pedro Manrique y Alfonso VIII (Sánchez de Mora,
2003) que justifica en cierta forma su presencia en el Reino de León. Sin embargo,
el retorno de Pedro Manrique se produce y continúa firmando diplomas en nombre
del monarca castellano, siendo el noble con mayor presencia en las fuentes reales
durante el reinado de Alfonso VIII, 539 para ser exactos, según Estepa Díez (2011)
entre los años 1161 y 1202.24 Pedro Manrique muere a comienzos de 1202 y es
enterrado en el Monasterio de la Huerta, tal y como él había dispuesto en un
documento de 1181.
Al frente de la Casa de Lara quedaría Gonzalo Pérez, III Señor de Molina, hijo
habido en su tercer matrimonio con Mafalda25. En el momento de la muerte de
Pedro Manrique, Gonzalo junto con su madre se presentan ante Alfonso VIII que
confirmó la posesión del Castillo de Mecina. Según aprecia Sánchez de Mora, el
que Gonzalo se presentara junto con su madre podría significar que este aún se
encontraba en minoría de edad, hipótesis que queda reforzada por su ausencia en
las fuentes documentales; aunque el estudio se dificulta por la existencia de varios
Gonzalo Pérez pertenecientes a otros linajes.
Gonzalo Pérez se esposaría con Sancha Gómez, hija de Gómez González de
Traba26, quizás en el marco contextual previo a la preparación de las Navas de
Tolosa aprovechando el momento de negociación entre los reinos de Castilla y
León y la buena relación entre Gonzalo y Gómez.

5.4. LA REGENCIA DE ÁLVARO NÚÑEZ DE LARA Y LA MUERTE DEL REY


ENRIQUE I (1217).
En 1214 fallecía el rey Alfonso VIII, dejando abierta la cuestión sucesoria, la hija
mayor era doña Berenguela, quien se convertía en una gran oportunidad para los
reinos extranjeros que pretendían ver incrementado su poder. Su primer
matrimonio fue en 1187 con Conrado de Rothenburg, quinto hijo de Federico I
Barbarroja, pero fueron retirados los esponsales al nombrarse heredero al infante

24
Este magnífico estudio editado por la Universidad de León se puede hacer un pequeño esbozo de la corte
de Alfonso VIII. En el caso que nos atiende, aparecen hasta 8 miembros de la familia Lara y otras ramas
menores como los Aza con rubrica en más de 100 diplomas; lo que nos permite hacernos una idea de la
influencia del linaje en el último tercio del siglo XII.
25
El origen de Mafalda nos es desconocido, de hecho, no se tiene noticia alguna de ella hasta la muerte de
Pedro Manrique.
26
La Casa de Traba fue una familia nobiliaria gallega con importante presencia entre los siglos XI y XII en
la corona de Castilla y el reino de Portugal.

14
don Fernando (1189-1211). En 1197 se casaba en Valladolid con el rey de León,
Alfonso IX del que nacería el futuro Fernando III “el Santo” pero cuyo matrimonio
sería anulado por Inocencio III en 1204. Este suceso colocaba en una situación
complicada al matrimonio pues corría el riesgo que su heredero fuera considerado
ilegítimo; a tal caso no se llegó, pero el matrimonio fue disuelto por pertenecer a
un tercer grado de consanguinidad27. Berenguela no lo tuvo nada fácil desde un
principio con un magnate de la talla de Álvaro Núñez de Lara, hijo de Nuño Pérez
quien anteriormente fue regente del rey Alfonso VIII durante su minoridad. A la
muerte de este en 1177, su madre Teresa contrajo matrimonio con el rey Fernando
II de León, y por tanto el padrastro de Álvaro Núñez que pasó su infancia en la
corte leonesa en la que coincidió con el infante Alfonso. Sin embargo, tras fallecer
Fernando II, Álvaro Núñez junto con sus hermanos se trasladan a la corte
castellana donde comenzó un acercamiento con Diego López II de Haro, señor de
Vizcaya, quien concertaría un matrimonio entre Álvaro Núñez y su hija Urraca.
Álvaro Núñez participó en las Navas de Tolosa y obtuvo con ello la gratitud del
rey Alfonso VIII quien recompensó sus servicios con la villa de Castroverde que
años después donaría a la Orden de Santiago.
La repentina muerte del infante don Fernando con veintidós años supuso un revés
y una crisis sucesoria dentro de la corona de Castilla, pues Alfonso VIII quiso
llegar a un acuerdo con las coronas de León y Portugal para nombrar heredero a
su hijo Enrique habido en el matrimonio con Leonor de Plantagenet, saltándose
por alto los derechos sucesorios de las hermanas del infante don Fernando, Sancha
y Dulce. Unos meses más tarde el propio Alfonso VIII moría dificultando aún más
la situación castellana. No obstante, Alfonso VIII antes de morir dejó por escrito
las disposiciones sucesorias a su fallecimiento, entregaba al infante Enrique en
regencia de doña Leonor de Plantagenet, que a su vez cedería la regencia de
Enrique a Berenguela que se apoyó en los prelados de Palencia y Toledo; lo que
crispó la situación con la nobleza; y según nos cuenta la Crónica latina de los
Reyes de Castilla, una mayoría de los barones acordaron que Álvaro Núñez fuera
nombrado regente y tomará el cargo del heredero y del reino.
Durante unos meses Berenguela sería regente del reino28, unos escasos meses que
fueron suficientes para que la nueva tríada de hermanos de Lara (Álvaro, Gonzalo
y Nuño) conspirara en contra de los intereses de Berenguela. Obtuvieron la tutela
del joven Enrique y Berenguela tuvo ceder la regencia del reino a Álvaro Núñez
con la única condición de que mientras este ocupase la regencia no se podía otorgar

27
A partir del Canon 51 del IV Concilio de Letrán (1215-1216), el grado de consanguinidad pasó de ser de
7º a 4º debido que durante el siglo XIII prácticamente todas las familias reales de Europa guardaban una
relación de parentesco. M. Torres (1999)
28
Resulta anecdótico y paradigmático para la época la posición de las mujeres en Castilla con respecto a
sus homónimas en otros reinos del ámbito europeo y musulmán, ya que el caso castellano permitía a las
mujeres gobernar y administrar sus tierras sin necesidad de que el consorte intercediera por ellas. La
regencia de Berenguela (1214-1217) da buena cuenta de ello. Si bien había preferencia por coronar a los
hijos varones no existía una ley similar a la Ley Sálica como en la mayoría de reinos europeos.

15
ni arrebatar tenencias a ningún noble del reino sin el consentimiento expreso de
doña Berenguela.
En este breve reinado de Enrique I la familia de Lara alcanza su máximo apogeo y
se convierte con diferencia en el linaje más poderoso y rico de toda la Península,
con la posesión de importantes territorios tanto en Castilla como en León. Tal fue
el poder de estos que Álvaro Núñez rompió el acuerdo con doña Berenguela y
nombró nuevos titulares más afines a la Casa de Lara en un reparto de tenencias.
Álvaro Núñez para 1216 además consiguió apartar del reino al infante don
Fernando, futuro Fernando III, que es trasladado al reino de León donde desde
mayo de 1216 firma diplomas junto a su padre, Alfonso IX de León. Desde ese
mismo año se percibe una situación de crispación entre las facciones de los Lara y
de los partidarios de Berenguela del que destacamos sobre todo al señor de
Vizcaya, López Díaz II de Haro.
Tal era la situación que doña Berenguela perpetró un intento de huida del joven
Enrique I, pero fue descubierto y frustrado por los Lara que tomaron represalias
contra el mayordomo real, Rodrigo González de Valverde que fue cesado de su
puesto y apartado de la corte.
A comienzos de 1217 el linaje de Lara y los de Haro, Meneses y Téllez pensaron
poner fin al conflicto por las armas. De estas luchas intestinas entre la nobleza
castellana parte del reino fue devastado sobre todo la comarca de Tierra de Campos
que sufrió las correrías de los hombres del conde de Lara, ya que en estas tierras
se encontraban la mayoría de tenencias de los rivales políticos que respaldaban a
doña Berenguela. De estas cabalgadas resulta realmente interesante el ejemplo con
el que cristaliza el concepto de honor medieval, y es que los rivales de Álvaro
Núñez tenían realmente una situación desesperada ya que hábilmente el señor de
Lara se situaba al frente del ejército real de Enrique I, lo que un enfrentamiento
directo contra este podía ser concebido como un delito lesa majestad; por lo que
tuvieron que retroceder ante el azote de la hueste real comandada por el hombre
fuerte del momento, don Álvaro Núñez de Lara.
Sin embargo, un hecho insólito no exento de debate tuvo lugar a finales del mes
de mayo de 1217, pues mientras el joven rey Enrique I se encontraba jugando con
otros mozos de su edad, uno de los jóvenes, un tal Iñigo de Mendoza dejó caer una
teja sobre la cabeza del rey que lo hirió de muerte. Quizás fue un accidente fortuito
sin más, pero la muerte de Enrique I beneficiaba enormemente a Berenguela justo
cuando se encontraba contra las cuerdas; tal vez la muerte de Enrique I a los trece
años de edad fue un ataque premeditado fruto de la desesperante situación en la
que se encontraba Berenguela y sus partidarios, pues una vez muerto el rey
quedaba como única heredera al trono de Castilla y este a la vez recaería sobre su
hijo Fernando, que también era heredero al trono de León por herencia paterna.
Esta hipótesis, aunque con claroscuros se ve ligeramente reforzada si se rasca en
la superficie y se investiga quién era el joven Íñigo de Mendoza; nos encontramos
con que los Mendoza en estos momentos eran una familia menor emparentada con

16
los Haro, una de las familias más importantes del reino y fieles a las pretensiones
de doña Berenguela. Además, resulta curioso tal y como apunta Doubleday (2004),
pese a los intentos del regente Álvaro Núñez de Lara por mantener en secreto la
muerte de Enrique I las noticias llegan a oídos de Berenguela casi de inmediato, lo
que apunta al menos a la presencia de espías dentro de la corte castellana.
La imagen de noble despiadado y calculador que tenemos de Álvaro Núñez de
Lara se debe sobre todo a la obra de Jiménez de Rada De Rebus Hispaniae en la
que ciertamente la familia de Lara no es tratada con imparcialidad, por ello esta
obra, aunque referente para la época de los reinados de Alfonso VIII y Fernando
III debe tomarse con cierta cautela por la imagen que ofrece acerca de los enemigos
de su rey, ya que Jiménez de Rada, además de ser arzobispo de Toledo, actuó como
consejero real de Fernando y que como veremos a continuación su relación con los
Lara no fue la misma que tuvieron sus antepasados, y como tal esta explicará en
parte la precipitada caída del linaje.

5.5. ABDICACIÓN DE BERENGUELA; LA SUCESIÓN DE FERNANDO III Y LA


GUERRA CASTELLANO-LEONESA 1217-1218.
Según establecía el Tratado de Sahagún (1158) si cualquiera de los reyes de los
reinos de León o Castilla moría sin herederos legítimos, el otro tenía derechos
sucesorios sobre la corona. Álvaro Núñez se acogía con toda seguridad al sentido
literal de lo escrito en el documento, en el cual usan el término filio, es decir, hijo
varón, por lo que según esta interpretación Berenguela debía quedar fuera de la
heredad del reino, no sólo eso, sino que apuntaba a que el infante Fernando era
fruto de un matrimonio incestuoso entre Berenguela y Alfonso, por lo que este no
debería ser reconocido como hijo legítimo según estipulaba la bula papal del 20 de
junio de 1204 por el cual quedaba disuelto el matrimonio entre Alfonso y
Berenguela. Sin embargo, no sería hasta tiempo después durante el año 1218
cuando ocupando el solio pontificio Honorio III, un papa menos exigente que su
antecesor Inocencio III, dio validez al Tratado de los Cabreros 29 de 1206 por el
cual Alfonso IX reconocía al infante don Fernando como hijo adoptivo. Quizás
esta solución no satisfacía del todo al propio Alfonso IX ya que en un principio
Fernando se encuentra con la negativa de su padre a ser reconocido como rey de
Castilla. Sin embargo, la presencia de Diego López III de Haro y Gonzalo Ruiz
Girón en la corte leonesa por petición de doña Berenguela sirve para convencer a
Alfonso IX de dejar partir a su hijo con su madre. Una vez reunidos madre e hijo,
Berenguela no tardó en proclamar rey a Fernando, tras tomar el Castillo de Dueñas
y recibir el apoyo de la ciudad de Valladolid, donde fueron aclamados. No
obstante, su plan se dificultó al encontrarse con la oposición de los extremeños a
reconocerlo como rey de Castilla. González Jiménez aprecia en su biografía sobre

29
Acuerdo suscrito en el municipio de Cabreros del Monte (Valladolid) entre los reyes Alfonso VIII de
Castilla y Alfonso IX de León para poner fin a las disputas entre ambos reinos y la devolución de unos
castillos que formaban parte de la dote de doña Berenguela que quedaron en posesión del monarca leonés
pese a haberse disuelto el matrimonio en 1204.

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el Rey Santo dos opciones que debieron plantearse entre los partidarios de doña
Berenguela, la primera de ellas sería optar a ella como reina hasta que Fernando
alcanzase la mayoría de edad o nombrar inmediatamente a Fernando rey pese a su
minoría de edad.
Además, coexisten dos versiones sobre la coronación de Fernando III, de un lado
la visión que nos aporta la Crónica Latina que pide taxativamente a Berenguela
renunciar porque su condición de mujer le impediría cargar con la responsabilidad
del reino; y, por otro lado, Jiménez de Rada expone que todos los nobles estaban
de acuerdo en que doña Berenguela debía ser la heredera del reino, pero que su
bien hacer y modestia obligó a los presentes a reconocer a su hijo como rey de
Castilla. No obstante, tal y como se aprecia en la documentación fernandina, la
reina Berenguela es siempre mencionada como reina de Castilla, de forma que en
los diplomas se menciona a Berenguela con tratamiento de reina junto con su hijo
como apunta Jiménez González en su ya mencionada obra “Yo Fernando por la
Gracia de Dios rey de Castilla y Toledo, con el consentimiento, aprobación y
mandato de mi madre la reina doña Berenguela”. De esta forma, aunque con gran
influencia de la reina, Fernando III reinó en Castilla hasta el día de su muerte el 30
de mayo de 1252.
El reconocimiento de Fernando III como rey no fue unánime y los comienzos para
el monarca fueron un duro camino a seguir, pues, aunque había sido reconocido
rey debía enfrentarse a parte de la nobleza desencantada con Berenguela y que se
reunían en torno al linaje de Lara y, por otro lado, a su padre Alfonso IX que vio
frustradas sus opciones para proclamarse imperator como lo había hecho su
abuelo, Alfonso VII. En plenas discusiones por el reconocimiento del rey, Alfonso
IX irrumpió en suelo castellano apoyando a Álvaro Núñez que negaba abandonar
el poder; y de quien pretendía mantener como tutor de Fernando III y que arbitrara
la situación entre ambos reinos como ya hicieran en el pasado durante la regencia
de Fernando II.
La primera respuesta de Berenguela a la intromisión del rey leonés en los asuntos
de Castilla fue la de enviar a dos eclesiásticos a convencer a Alfonso IX que
desistiera de perjudicar a su hijo ya reconocido como rey de Castilla; haciendo
Alfonso IX caso omiso atravesó el Pisuerga. Tal y como apunta la Crónica de los
Veinte Reyes” Alfonso IX propuso a doña Berenguela volver a contraer
matrimonio con él y una vez fallecidos que los dos reinos quedasen unidos bajo el
mando de su hijo Fernando. Berenguela rechazó la proposición y no dejo más
remedio a Alfonso IX que continuar avanzando y arrasando las tierras de nobles
que prestaron fidelidad a Fernando III; éste defendiéndose de las agresiones de su
padre desistió de enfrentarse personalmente a su padre. Alargándose el conflicto y
percatándose de la tenacidad de doña Berenguela y Fernando III, el rey leonés
abandonó Castilla arrasando la región de Tierra de Campos en su retorno al reino
de León.

18
Una vez disipado el conflicto con el reino de León la primera disposición de la que
se hicieron cargo Berenguela y Fernando fue la de dar sepultura digna a Enrique I
en el Monasterio de las Huelgas (Burgos).
La retirada de Alfonso IX del reino de Castilla significó el desentendimiento de
los asuntos castellanos y el abandono a su suerte de Álvaro Núñez y del linaje de
Lara que quedó indefenso ante el avance de las tropas reales que fueron rindiendo
castillos y fortalezas uno tras otro hasta que los Lara quedaron en una posición de
suma vulnerabilidad; incluso en medio de una escaramuza el propio Álvaro Núñez
sería tomado prisionero y a cambio de la sumisión de éste le serían devuelta la
mayor parte de sus tenencias, excepto en aquellas plazas como Castrojeriz, Amaya
o Nájera, etc. donde se habían hecho verdaderamente fuertes.
Álvaro y Gonzalo Núñez desaparecen de los diplomas reales tras normalizarse la
situación en el reino de Castilla. Además, durante el año 1217 llegaría la ansiada
paz con el reino de León y que permitía a Castilla respirar tranquila y restaurar el
orden interno. Sin embargo, estos aires de paz fueron momentáneos ya que el
conde de Lara, Álvaro Núñez quiso explotar todas sus posibilidades y por ello
durante el verano de 1218 volvería a sublevarse contra el rey con el apoyo de
Alfonso IX del que seguía siendo mayordomo pese a que los acuerdos de paz de
1217 no le permitían conservar dicho título; una vez más el conde de Lara y el rey
leonés en nombre de su amistad e interés común ponían sus ojos sobre el reino de
Castilla al que invaden por Tierra de Campos y una gran batalla pudo ser evitada
únicamente por la misiva enviada por Fernando III a su padre del que se dice dolido
por haber violentado contra él, pese a que él mismo siempre evitó enfrentarse
frente a frente con su padre. Se desconoce si esta misiva convenció a Alfonso IX
de atacar a su hijo o si le sirvió para percatarse de la difícil situación en la que se
encontraba la empresa de Álvaro Núñez y en la que no convenía arriesgar recursos
ni tiempo; pues mientras Fernando III fuese rey de Castilla, este reino presentaba
una amenaza. En cualquier caso, Álvaro Núñez y sus hermanos prosiguieron con
la guerra; pese a una primera victoria, una roca arrojada desde los muros del
castillo de Castrejón le alcanzó en el muro provocándoles graves daños de los que
moriría días después, no sin antes ser armado caballero de la Orden de Santiago
para ser sepultado en el monasterio de Uclés. En agosto de ese mismo año de 1218
se acordaría la paz definitiva con el reino de León a cambio del pago de once mil
maravedís y de abandonar a su suerte al linaje de Lara, y expulsarlos del reino de
León sí fuesen a pedir amparo.

5.6. EL LINAJE DE LARA DURANTE LOS REINADOS DE FERNANDO III Y


ALFONSO X.
Gonzalo Núñez II de Lara es el siguiente miembro de la familia de Lara digno de
destacar, hermano de Álvaro y Fernando e hijo de Nuño Pérez y Teresa Fernández
de Traba. Gonzalo Núñez II pasó la mayor parte de su vida en la corte del reino de

19
León bajo el mando del rey Alfonso IX, aunque con algún paréntesis en el que
permanece con sus hermanos en la corte de Alfonso VIII; a la muerte de este en
1214 regresa a León como nos confirma un diploma firmado en la corte leonesa a
partir de dicho año; no obstante, entre finales de 1214 y comienzos de 1215
Gonzalo Núñez II se incorpora a la corte del rey niño Enrique I en la cual
permanecerá hasta que Fernando III y Berenguela se alcen con la victoria. Dicha
victoria como ya hemos visto fue propiciada por la accidentada muerte de Enrique
I y con el abandono del resto de nobles de la causa de la familia de Lara. Como
podemos observar a través de una serie de diplomas firmados en la corte de
Alfonso IX en 1219 lo que nos indica que sobrevivió a la guerra castellano-leonesa
en la cual se disputaron la heredad del reino de Castilla.
Hacia 1221 Gonzalo Núñez II desaparece de los diplomas regios leoneses lo que
nos indica el abandono de la corte quizás por estas fechas contacta con Rodrigo
Díaz de los Cameros quien protagonizará una de las grandes rebeliones contra
Fernando III. Resulta sorprendente esta alianza con Rodrigo Díaz ya que tres años
atrás estuvieron en bandos opuestos lo que según nos indica Rodríguez López
debió producirse un clima de inestabilidad nobiliaria para empujar a ambos
magnates a unirse contra Fernando III. Pero de mayor magnitud sin duda fue la
posible implicación de Gonzalo Núñez II y de otros nobles en un acercamiento con
Luis VIII de Francia en el que se ofrecen en vasallaje además del trono de Castilla,
según defendía el señor de Los Cameros al morir Enrique I, Alfonso VIII había
dispuesto que la corona recayera sobre María de Molina quien estaba unida por
matrimonio al rey de Francia, Luis VIII. Tras estos sucesos, de los que se
desconoce si don Gonzalo tiene implicaciones directas o morales, la relación entre
este y Fernando III es irreconciliable y Gonzalo Núñez emigra a tierras andalusíes
donde permanece al menos hasta 1224, donde cae enfermo y todo parece indicar
por estudios más recientes que termina sus días en tierras castellano-leonesas
según ha apreciado Sánchez de Mora (2003).
Son importantes los sucesos de 1227 para la historia del reino de Castilla; ya que
en este año el Señor de Molina rompe su pacto con el rey y decide unir el señorío
al de Albarracín a través de la consolidación del matrimonio de sus hijos Teresa
Pérez de Azagra y Pedro González de Molina que recaería unificado bajo la figura
de Mafalda de Molina que sería comprometida con el hijo de Fernando III, el
infante Alfonso, el futuro Rey Sabio.
Entre los hijos de Gonzalo Núñez II hay que destacar a Nuño González quien
guardará una buena relación con Alfonso X y hará que el linaje recupere parte del
prestigio perdido durante el reinado de Fernando III. No obstante, en el año 1270
protagonizará un levantamiento de magnates descontentos con las políticas
alfonsíes.
En torno a 1240 el infante Alfonso recibió el señorío de Écija quien a su vez cedió
la tenencia a su amigo, el magnate Nuño González; pese a que Fernando III no
estaba en conformidad con aumentar el poder de los Lara debido a los varios
levantamientos en los que participaron frente a este. Sin embargo, este pequeño

20
pulso lo comenzaba a ganar el infante don Alfonso tal y como indica el gran
número de diplomas confirmados por Nuño González a partir de 1245.
En la guerra civil portuguesa se evidencia aún más el choque de autoridades entre
Fernando y Alfonso cuando, el segundo desoye los consejos de su padre y decide
intervenir personalmente en la guerra civil portuguesa invadiendo sorpresivamente
el territorio portugués. Entre los ricohombres que participaron en el ataque al reino
de Portugal se encontraba el inseparable Nuño González. No obstante, la oposición
del papa Inocencio IV obligó al infante Alfonso a retirarse junto con sus
acompañantes hacia tierras castellanas; solo un año después estuvieron en la toma
de la ciudad de Sevilla.
A la muerte de Fernando III en 1252 accedió al trono Alfonso X que continuó
apoyando a la familia de Lara recibiendo múltiples tenencias, donadíos, etc. en
aquellos lugares en los que se expandía las conquistas castellanas, como Écija,
Murcia o Jerez de la Frontera del que recibiría la propiedad del alcázar, pero
Gonzalo Nuño cedería su tenencia a Garci Gómez de Carrillo. Especial
importancia tiene esta concesión; pues durante la revuelta de mudéjares de 1264 el
alcázar sería capturado por los rebeldes musulmanes y Nuño González reprochado
por no haber asumido bien la defensa de éste. Aunque no hay fuentes documentales
que lo corroboren no habría de extrañar la participación de Nuño González en la
defensa de Jerez de la Frontera y Lebrija. Tras la recuperación de Jerez de la
Frontera; el alcázar no le sería devuelto a Nuño, aunque si recompensado con
rentas equivalentes al valor de éste. (González Jiménez, 2004)
Conocemos de la asistencia de Nuño González a la boda del infante don Fernando
de la Cerda30 con Blanca de Francia, hija de Luis IX de 14 y 17 años
respectivamente, al que acudió en solemnidad Jaime I de Aragón. La presencia del
monarca aragonés en tierras castellanas intentó ser aprovechada por la nobleza
alfonsí, aunque sin éxito nos indica que el malestar de la nobleza pasaba a ser
sintomático. La revuelta que protagonizaría el magnate Nuño González comienza
a gestarse por estos años con el intento de acercamiento a Jaime I de Aragón al que
el propio Nuño González llega a ofrecer sus servicios o con Lope Díaz III de Haro
con quien concierta el matrimonio de este con Juana Alfonso de Molina sin obtener
el permiso regio; lo que sería una excedencia de sus competencias puede ser
interpretado posteriormente como el sello de una alianza que cristalizaría con la
revuelta nobiliaria de 1272 que comenzaría según algunas fuentes pocos después
de la celebración de las nupcias acordadas31.
La reunión de las cortes de 1269 volvía a poner sobre la mesa la cuestión del Fecho
del Imperio. este asunto debió inquietar sensiblemente a la nobleza que veía sus
impuestos agravados y que repercutía directamente sobre el encarecimiento de los
productos de lujo.

30
Primogénito de Alfonso X y Beatriz de Suabia, nieto de Fernando III y Jaime I de Aragón era apodado
de la Cerda según las crónicas porque poseía cabellos gruesos en el pecho y/o la espalda.
31
González Jiménez, 2004.

21
Ante la presión ejercida por la nobleza, Alfonso X tuvo que aumentar el coste de
la soldada32 para mantener cierta tranquilidad entre sus vasallos.

5.7. NUÑO GONZÁLEZ Y LA REVUELTA NOBILIARIA DE 1272.


Tal y como hemos visto la relación de la familia de Lara con la corona de Castilla
había sido buena hasta la llegada de doña Berenguela y Fernando III; pese a la
protección de Alfonso X a Nuño González, no pudo evitarse el deterioro de la
relación de la corona castellano-leonesa con gran parte de los nobles hasta que en
el 1272 terminara por estallar una revuelta liderada por Nuño González. El sueño
imperial de Alfonso X le había empujado a invertir unas grandes cantidades de
dinero, asimismo Alfonso X no fue un monarca cualquiera, sino que, pese a
encontrarse en el siglo XIII tenía un concepto de la monarquía bastante “moderno”
lo que chocó con las aspiraciones y concepciones de la nobleza, acostumbrados a
ver al monarca como un primus inter pares. Los motivos por los que un magnate
se entrega en vasallaje a un rey no es exclusivamente la fidelidad, sino que este se
encontraba condicionado por el beneficio y lo provechoso de la relación con el
monarca; cuando una relación con el monarca no es provechosa surgen los
problemas como pudo comprobar Alfonso X. Estos fueron algunos de los
principales motivos por los que los nobles comenzaron hacer pactos y conjurar
contra el rey hasta que en las Cortes de Burgos de 1272 la sublevación era
inevitable.
Los nobles se reunieron en Lerma convocados por Felipe33 y Nuño González de
Lara. La reacción de Alfonso X ante las noticias de esta reunión fue la de escribirse
con su hermano y Nuño González que intentaron quitar peso al asunto y en el caso
de don Nuño se ofrece incluso a colaborar con el monarca castellano. La Crónica
de Alfonso X ofrece con detalles los integrantes de la facción nobiliaria sublevada:
“Además, de don Felipe, don Nuño y sus hijos, la facción nobiliaria dispuesta a
hacer frente al rey la integraban Lope Díaz de Haro, Señor de Vizcaya, y su
hermano Diego López, Simón Ruiz, Señor de los Cameros, Esteban Fernández de
Castro y Fernan Ruiz de Castro, Álvaro Díaz de Asturias, Fernan Gómez de
Saldaña, Gil González de Roa, Lope de Mendoza y Sancho García de Salcedo34.
Tal y como podemos ver don Felipe y Nuño González de Lara fueron capaces de
convocar a la flor y nata de la nobleza castellano-leonesa reunidas por una causa
común, el descontento que provocaba el fortalecimiento de la monarquía alfonsí
que había apartado a muchos de estos nobles de su posición de prestigio e
influencia en los asuntos de gobierno. Como bien señala González Jiménez a estas
alturas del siglo XIII, Laras, Castros, Haros y Cameros eran un grupo cohesionado
32
Dinero que recibía regularmente un soldado o trabajador por prestar sus servicios; equivalente a nuestro
“sueldo o salario” actual.
33
Hijo de Fernando III y Beatriz de Suabia, arzobispo de Sevilla, abandonó con permiso de su hermano la
carrera eclesiástica y casó con Cristina de Noruega, hija del rey Haakov IV, la cual posee una estatua erigida
en su honor junto a la colegiata de San Cosme y San Damián en Covarrubias (Burgos) de la que además
Felipe fue anteriormente abad.
34
González Jiménez, 2004.

22
por vínculos de parentesco gracias a la política matrimonial de la nobleza
castellana los grandes linajes mantenían lazos familiares unos con otros,
presentándose como un poderoso bloque que reclamaban más poder y privilegios.
Cuando la sublevación estaba prácticamente en marcha Alfonso X envió una
misiva a todos los nobles castellanos para que acudiesen a Sevilla en ayuda de don
Fernando de la Cerda, la negación de esta orden fue la respuesta unánime de todos
los nobles que fueron llamados a las armas. La reacción de Nuño González fue la
de desligarse de la conjura enviando un mensaje a Alfonso X de mano de su propio
hijo Juan Núñez, señor de Albarracín, en el que informaba al rey de los tejemanejes
de los nobles con el rey de Navarra, sin embargo este juego a dos bandas de Nuño
González fue rápidamente descubierto cuando entre las ropas de su escudero de
fueron hallados una serie de cartas escritas en árabe que traducidas al castellano en
la ciudad de Toledo revelaba a Alfonso X los planes de los nobles sublevados y su
relación con el rey de Granada y con el sultán de los benimerines, Abu Yusuf.
Descubierto los planes por Alfonso X, Nuño González ya no podía esconder más
su condición de muñidor de la revuelta nobiliaria. Sin embargo, la reacción de
Alfonso X tuvo que sorprender a propios y extraños en lugar de mandar a prisión
a todos los nobles que le habían traicionado decidió, quizás en una muestra de
debilidad, dialogar con todos los implicados. No obstante, los nobles desoyeron
por completo su consejo y el propio Gonzalo Núñez declaró rota su vinculación
vasallática con Alfonso X.
Monarca y nobles se convocaron el 6 de septiembre de 1272 en la ciudad de Burgos
para entablar una negociación provechosa para ambos bandos. Sin embargo, la
facción nobiliaria se negó a negociar personalmente con el rey y enviaron en su
lugar a mensajeros donde exponían todas sus quejas y motivos al rey por el cual se
habían opuesto a su autoridad. Una vez más Alfonso X se sentía contra las cuerdas
y daba señales de debilidad a los nobles dando pie a llegar acuerdos e incluso
entregar concesiones a los nobles a lo único que se aferraba Alfonso X era a su
derecho regio de fundar pueblas en tierras de Castilla y en la obligación de
continuar con el Fecho del Imperio. Ante la urgencia de buscar una solución
definitiva a esta problemática Alfonso X anticipó la convocatoria de las Cortes de
Burgos al 29 de septiembre día de San Miguel.
Los nobles para dicha reunión se negaron a entrar en la ciudad y acudir a la corte
desarmados; por lo que finalmente tuvo que acceder Alfonso X y convocar la
reunión en el Hospital Real donde todos podían ir armados. En este clima de
desconfianza se encontraba el bando de los nobles con respecto al rey.
El rey no tuvo más remedio que realizar concesiones a los magnates debido a que
su política imperial necesitaba del apoyo de sus vasallos; lo que supuso uno de los
principales malestares de los nobles como ya hemos indicado, se recriminó al
monarca la generosidad que tenía con otros reyes extranjeros para ganarse aliados
en su carrera por el trono imperial. No convencidos con las concesiones del rey los
nobles abandonaron el recinto y en apreciación de González Jiménez, Alfonso X
comete el error de querer seguir dialogando con el bloque nobiliario lo que se

23
tradujo en un ir y venir de mensajeros lo que se puede interpretar como un nuevo
signo de debilidad del rey ante los ojos de todos sus súbditos.
Finalmente, rotas las negociaciones y cualquier esperanza de reconciliación
Alfonso X mandó a los nobles abandonar los reinos de Castilla y León “en el plazo
de treinta días e de nueue días e de tres días” (González Jiménez, 2004). En ese
periodo que el rey les otorgó para abandonar sus tierras fue aprovechado para
literalmente arrasar el territorio castellano-leonés y poner rumbó al reino de
Granada. Los nobles dieron por finalizado el contrato vasallático con Alfonso X,
aun así, pudieron mantener todos sus bienes patrimoniales si se comprometían a
no atacar o saquear las tierras de los reinos de Castilla y León. No obstante, a su
llegada a Granada, firman con Muhammad I el pacto de servicios por el cual el
sultán nazarí y los ricohombres castellanos se comprometían a obligar a Alfonso
X a cumplir el pacto de Alcalá de Abenzaide35 y a ser apoyados en caso de guerra
contra el rey castellano. Sin embargo, al poco tiempo murió Muhammad I, al que
le sucedería su hijo sin mayores problemas. Durante los primeros meses de 1273
se renovó el pacto de servicios con el nuevo sultán, sin embargo, la esperanza de
los magnates castellano-leoneses no era otro que poder cambiar su exilio en “tierra
de moros” por otro en Navarra que si bien, no se dio antes fue por el nulo interés
del monarca navarro en provocar una guerra contra Alfonso X. Por otro lado, este
supo anticiparse a los problemas que podía causar un acuerdo del rey navarro con
los nobles castellanos y concertó el matrimonio de Teobaldo, hijo de Enrique I,
con doña Violante, primogénita de Alfonso. No obstante, hubo un distanciamiento
de ambas coronas; que cristalizó con la llegada de Nuño González de Lara, sus
hijos Juan y Nuño, el señor de Vizcaya Lope Díaz III de Haro y Álvaro Díaz de
Asturias a Navarra donde prestaron homenaje al rey navarro. El comportamiento
del rey navarro es un enigma sin resolver; pero al que González Jiménez apunta
debió de darse en un contexto de tensión en el que Navarra quizás pudo sentirse
amenazada por una posible invasión del reino de Castilla.
Aunque las relaciones parecían rotas entre el monarca y los magnates castellanos,
lo cierto es que existía discrepancias en una facción y otra de cómo se estaba
manejando los asuntos de esta crisis nobiliaria. Los fieles a Alfonso X que se
encontraban por amistad o parentesco más cercanos a los nobles rebeldes eran
partidarios de agotar la vía de la negociación ya que, pese a las numerosas afrentas
al rey, el propio Alfonso X prefirió continuar el Fecho del Imperio y que el papa
lo reconociera como emperador a mantener su orgullo y seguir en una relación
equidistante con la nobleza castellana. Una vez roto el acuerdo vasallático obligaba
a que Alfonso X no pudiera quedar en evidencia negociando por sí mismo con los
nobles por los que tuvo que apoyarse en la reina Violante, en el hermano de esta,
Sancho de Aragón que a su vez era Arzobispo de Toledo, el infante don Fernando
de La Cerda y otros miembros eclesiásticos de su confianza.

35
Pacto firmado en 1267 que comprometía a Muhammad I a pagar 250.000 maravedís anuales como parias,
además, de dejar de prestar ayuda a los mozárabes de Murcia y dar una tregua con los Asquilula. Alfonso
X se comprometía con a retirar los apoyos a los arráeces sublevados contra el sultán nazarí

24
Una comisión dirigida con el infante Fernando a la cabeza entregó una carta
emitida por el rey en el que cedía a las pretensiones de los nobles: regreso a los
antiguos fueros, supresión de los servicios de Cortes, supresión de las aduanas
interiores, así como un nuevo pacto con Muhammad I para ampliar la tregua un
año a fin de evitar que los nobles pactarán con el sultán nazarí. Sin embargo, como
ya sabemos el acuerdo no llegó, al contrario, los nobles mandaron al rey una
contrarrespuesta en el que reclamaban al rey nuevas peticiones y volver al sistema
fiscal y comercial de tiempos de Fernando III. A pesar de la primera negativa de
Alfonso X a aceptar exigencias tan grandes fue convencido por su círculo íntimo;
del que únicamente se negó a renovar el pacto de Alcalá de Abenzaide con el sultán
de Granada, que para firmarlo pidió dos condiciones que en la tregua entrasen los
arráeces y que el sultán pagase nuevas parias, esta vez más costosas según propone
Alcántara Valle (2015). Fue el asunto de los arráeces los que complicó esta
negociación a tres bandas, la falta de un pronto acuerdo fue contrarrestada por
Alfonso X declarando la guerra a Granada y que apoyase a los Asquilula 36. Los
nobles mediante Juan Núñez de Lara transmiten un mensaje al rey en el que le
informaba que los nobles se posicionaban neutrales en este asunto y que no habían
causado daño alguno a ningún arrayaze, excepto al de Guadix, pero al que tampoco
le habían causado todo el daño que podían. Por su parte Muhammad II estuvo
dispuesto a entregar tierras del reino nazarí para persuadir a Alfonso X de
conquistar Granada y de que dejara de apoyar a los arráeces. Consciente Alfonso
X de que ahora manejaba el curso de las negociaciones mostró un comportamiento
totalmente diferente con los nobles y Muhammad II, a este último le reclamaba los
puertos de Algeciras, Tarifa y Málaga a cambio de eximirle de pagar parias
durante una década; sin embargo, sabiendo Alfonso X que sus exigencias eran muy
elevadas ofreció otras dos alternativas al sultán nazarí37. En cuanto a los nobles
acepta las peticiones de Nuño González y de otros nobles de ceder a 1.000
caballeros de confianza para ir al Imperio.
Alfonso X en caso de no conseguir convencer a los nobles que regresaran a Castilla
intentó agotar las opciones de las que disponía negociando con su suegro, Jaime I
el Conquistador, para que le prestase apoyo en caso de el reino nazarí y los nobles
decidieran plantar cara a Castilla; en cualquier caso, don Jaime I no pudo
comprometerse con Alfonso X debido al momento de inestabilidad interior del
Corona de Aragón, pero juró prestar ayuda en caso de que estallase la guerra con
Granada.
Paralelamente a estos hechos la reina doña Violante se encontraba en Córdoba
negociando con los nobles y Muhammad II las condiciones de una paz que
consistían en la ruptura inmediata de los acuerdos del reino nazarí con los nobles
castellanos, el pago una importantísima cifra de maravedís y la renovación del

36
Estirpe de gran influencia emparentada con la dinastía nazarí desde sus orígenes. Eran los máximos
opositores al poder nazarí dentro de la estructura del reino granadino.
37
Según González Jiménez, Alfonso X habría ofrecido la cesión inmediata de Algeciras y Tarifa y el
descuento de dos años de pago de parias atrasadas o bien la entrega de Málaga y Comares a Granada y que
los arráeces recibieran a cambio Guadix y Baza y los puertos de Tarifa y Algeciras para el propio Alfonso.

25
pacto de Alcalá Abenzaide, en el que además se incluía un periodo de paz de un
año del reino nazarí de Granada con los arráeces. Nuño González medió en estas
negociaciones y recomendó a la reina doña Violante aplazar el asunto de los
arráeces y disminuir sus pretensiones económicas con el reino de Granada que se
veía económicamente muy afectado debido a la ocupación de tierras de los
arráeces. Finalmente, las tres partes llegaron a un acuerdo, con los nobles no fue
difícil cerrar el acuerdo en que comprometía a ambas partes, pero sustancialmente
beneficiosa para los nobles; Alfonso X aceptaba todas las peticiones que estos les
hicieron, se comprometían a pagar las soldadas y a cambio debían pagar los nobles
los daños producidos a marcha de tierras castellanas, de estos gastos el propio
monarca asumiría una parte.
Tras la firma del acuerdo de la que Alfonso X tuvo que ausentarse este les
encomendaba a reunirse en el reino de Murcia para emprender el Fecho del Imperio
y a hacer llegar las noticias a los arráeces. Además, convocó a Muhammad II para
armarlo caballero y vasallo suyo en Sevilla, previamente en su paso por Córdoba
el sultán de Granada le hizo entrega del pago de una importante cantidad de
maravedís y de la carta del homenaje de los nobles castellanos habían firmado con
su padre primero, y con Muhammad II después. En última instancia la reina doña
Violante, que ya se había demostrado una auténtica negociadora y diplomática de
primer nivel, presionó al sultán granadino para que concediera un año de tregua a
los arráeces. En este momento, Alfonso X comete el error de no firmar un tratado
de paz con los benimerines de Abu Yusuf, pensando quizás que el vasallaje de
Granada cerraba todas relaciones o intereses de los magrebíes en la Península
ibérica. Por otro lado, los acuerdos con los nobles rebeldes se cerraron y Alfonso
quien los recibió con todos los honores se dispuso a escoger quienes asistieran con
él a la Ida del Imperio38.
En líneas generales pese a la reconciliación forzada de Alfonso X y los nobles, son
estos últimos que se habían opuesto a la autoridad regia salieron reforzados de este
pulso por el poder y el control directo sobre la tierra. Alfonso X quizás intentó
acumular una serie de poderes y competencias que antes pertenecía o compartía
con la nobleza, sin embargo, esta no estuvo en ningún momento dispuesta a
renunciar a todos los privilegios y autonomía sobre sus tenencias de la que gozaban
con Fernando III o Alfonso VIII, aunque fiscalmente de la política alfonsí
resultaran beneficiados, para la nobleza la perdida de competencias y de libertad

38
En este aspecto de los sucesos de la reconciliación de los nobles y el rey Alfonso X existe discrepancia
sobre la presencia o no del monarca en la reunión de Sevilla; por un lado, la crónica narra un itinerario que
puede alejarse bastante de la realidad tal y como apunta González Jiménez, pero, por otro lado, Antonio
Ballesteros apunta hacia la posibilidad de que en su itinerario Alfonso realizara un viaje exprés hacia Sevilla
para estar presente en el homenaje del sultán nazarí. No obstante, esta hipótesis es objeto de debate pues
como apunta González Jiménez, el estado de salud del rey no era el más deseable y las fechas en las que se
producen estos hechos (octubre-diciembre de 1273) no es precisamente la mejor época del año para que
una persona enferma realice una expedición tan larga y dura con la presteza que Antonio Ballesteros y la
crónica de Alfonso X proponen. Por otro lado, González Jiménez añade que la no presencia de Alfonso X
en Sevilla puede considerarse como la venganza del rey por no otorgarles el placer de abrazar a quienes lo
había traicionado.

26
en los asuntos de Estado fue un golpe que no estaban dispuestos a recibir. Solo así
se entiende una rebelión de tal magnitud con la información de la que disponemos;
por otro lado, también hay que tener en cuenta a la hora de plantear cualquier
hipótesis aquella información que no nos ha llegado por algún motivo u otro;
quizás algunos apoyos ocultos que hicieran a los nobles sentirse seguros al iniciar
un levantamiento contra su propio rey, quebrantando los principios de honor y
fidelidad caballerescos.

5.8. NUÑO GONZÁLEZ Y JUAN NÚÑEZ DURANTE LA REBELIÓN DE SANCHO IV


“EL BRAVO”.
Como hemos expresado en las páginas anteriores las últimas décadas del reinado
de Alfonso X fueron años oscuros para la historia personal del monarca, dicha
parte la hemos omitido parcialmente, para centrarnos en un momento muy
concreto, la rebelión nobiliaria de 1272, en el que comienzan los problemas para
Alfonso X. Sin embargo, el golpe más duro para el reinado de Alfonso lo recibió
en 1275, tan solo dos años después de la reconciliación con los nobles, y cuando
este se había ausentado para iniciar la Ida al Imperio, el infante don Fernando
murió repentinamente a los veinte años de edad cuando se disponía a dirigir las
tropas frente a los benimerines venidos del norte de África, sería su hermano don
Sancho quien tomaría el mando de los ejércitos de Fernando de La Cerda y quien
conseguiría además, una importante victoria. La muerte del infante don Fernando
y el prestigio obtenido en el campo de batalla por don Sancho, supuso un grave
problema, no solo para Alfonso X, sino para todo el reino. Pese a la juventud del
Infante, este había dejado huérfano a dos hijos, al que según cuenta la Primera
Crónica General don Juan Núñez de Lara quedó como protector de los mal
llamados “Infantes de La Cerda”39 e incluso el “infante” Fernando contrajo
matrimonio con Juana Núñez de Lara. Una vez más el cabeza del linaje de Lara
parecía posicionarse como protector del reino durante la minoridad de un monarca;
tal y como ya lo vimos durante los reinados de Alfonso VIII o de Enrique I.
Por lo tanto, los Lara se posicionaron de inmediato junto a Alfonso de La Cerda,
mientras que una vez más volvía a resurgir el conflicto entre los Haro, señores de
Vizcaya. y los Lara, pues los primeros se posicionaron de parte del aspirante don
Sancho, hijo de Alfonso X y de Violante de Aragón que apoyado en el derecho
consuetudinario40 como segundogénito sus derechos estaban por delante de los de
su sobrino para ser nombrado infante de Castilla. Sin embargo, don Sancho no las
tenía todas consigo, pues el corpus legislativo de Las Siete Partidas introducía el
Derecho Romano Privado por el cual la línea sucesoria recaería sobre don Alfonso
de La Cerda. De un lado se posicionaron los reyes de Aragón, Jaime I del lado del
aspirante don Sancho, pero Violante de Aragón y su hermano Felipe III de Francia
exigían una compensación para los infantes de La Cerda. Alfonso X, intentó
39
“mal llamados infantes de La Cerda ya que no fueron nunca nombrados como tal en vida de su padre”
Nieto Soria, J. (2014)
40
Conjunto de leyes no escritas cumplidas por usos y/o costumbres.

27
fraccionar el territorio castellano, intentando crear el reino de Jaén sobre el cual
Alfonso de La Cerda tendría derechos sucesorios, no obstante, Sancho se opuso a
su padre y evitó que se llegase a lo que el Bravo podía considerar una enajenación
de los bienes que les pertenecían por derecho.
En 1282, en torno don Sancho y Lope Díaz III de Haro se agrupó gran parte de la
nobleza castellana que se unió y desposeyó de sus poderes regios a Alfonso X,
aunque no llegaron a destituirlo del cargo. En medio de la rebelión de don Sancho
desautoriza al propio monarca uniéndose en matrimonio con María de Molina41,
rompiendo el acuerdo previo al que había llegado Alfonso X para unir en nupcias
a don Sancho con Guillermina de Moncada42, una futura esposa a la que el propio
Sancho se habría negado a aceptar y que las fuentes recogen como una esposa
“rica, fea y de mal talante”. Pese a este desafío, la Iglesia no ajena a todos estos
sucesos, que estaban llevando a Castilla al precipicio de una nueva guerra, se
posicionó del lado del rey y no reconoció como tal el matrimonio de don Sancho
y doña María de Molina.
Un Alfonso viejo, enfermo y cansado amenazó con desheredar a Sancho del
testamento y a medida que se acercaba el año 1284, año en el que muere el rey,
algunos nobles retiraron su apoyo a Sancho que tuvo que realizar una recurrente
alianza con los benimerines quienes fueran sus enemigos en el pasado.
No obstante, a la muerte del monarca su palabra no se hizo valer y el 30 de abril
de 1284, Sancho IV se corona como rey de Castilla en la catedral de Toledo. Esto
no suponía el fin de la disputa sucesoria de ninguna manera, a pesar de que la gran
mayoría de nobles se posicionaron del lado de Sancho IV, otra importante parte se
posicionaría del infante de La Cerda, entre ellos el cabeza del linaje de Lara, Juan
Núñez quien percibía a Sancho IV como un usurpador, o quizás como un peligro
para los intereses del linaje que se verían opacados por el ferviente apoyo que les
prestaba el linaje de Haro. Aunque de ninguna manera debemos simplificar el
contexto y pensar que la delicada situación en la cual se encontraba la familia de
Lara se debía única y exclusivamente a las ambiciones del señor de Vizcaya y de
Sancho IV. La situación era delicada porque la vieja simbiosis entre nobleza y
monarquía del siglo XII había sido fracturada por el intento de centralización
administrativa que había iniciado Alfonso X.
El reinado de Sancho IV supuso una interrupción de la política alfonsí o al menos
esa es la imagen que quiso dar el propio Sancho para intentar solventar los
problemas que había acuciado su padre las últimas décadas que tuvo que solventar
varias revueltas, expulsar algunos nobles del reino o incluso quemarlos en la
hoguera43. Pero para la realización de esta nueva política en 1284, el rey Sancho

41
Hija del infante Alfonso de Molina y Mayor Alfonso de Meneses, esposa de Sancho IV y reina consorte
entre 1284 y 1295.
42
Hija de Gastón VII, vizconde de Bearne (Pirineo francés) y Señor de Moncada (Cataluña)
43
Tales casos como los de su hermano don Fadrique y el suegro de este, Simón Díaz de Los Cameros
quienes debieron cometer un delito sumamente grave ya que no se encuentra en la documentación alfonsí
ninguna otra muestra de energía y agresividad contra los nobles sublevados. Quizás la desproporcional

28
IV tuvo que realizar una serie de concesiones a los apoyos que recibió durante la
rebelión contra Alfonso X que tuvieron que pagarse apenas llegado al trono y lo
que eso conllevaba, pues no se bastaba simplemente en la confirmación de los
privilegios que estos ya tenían con el reinado de Alfonso X, sino en la concesión
de nuevos privilegios, nuevas tierras de señorío en detrimento de las tierras de
realengo, la cesión de algunas competencias fiscales que comprometían el futuro
de las arcas de la Corona.
El particular caso del linaje de Lara, no debemos olvidar, que se posicionó del lado
contrario a los intereses del nuevo rey, este período trató de unas tensas discusiones
durante los últimos años del siglo XIII por mantener o aumentar su poder territorial
para poder hacer frente al pago de las nuevas exigencias fiscales de la Corona. Tal
y como apunta S. Doubleday esto quizás guarde una relación directa con los
cambios de dinámica de heredad señorial, pues se percibe una mayor
concentración de tierras de señorío y tenencias que beneficia al cabeza de linaje
sobre el resto de herederos y que en la familia de Lara, se refleja en los nombres
de los tres siguientes cabezas de linaje de la familia, todos de nombre Juan Núñez.
No obstante, las principales discrepancias, entre Juan Núñez de Lara y Sancho IV,
no fue por los derechos sucesorios de los infantes de La Cerda, sino por el control
del señorío de Albarracín; pues los Lara llevaban ya varias generaciones
intentando reunir un número de señoríos autónomos de la Corona en la frontera
con Aragón; aunque de ningún modo podemos llegar a hablar de tendencias
sediciosas; en el pensamiento de ningún noble de la época de los reinos cristianos
de la Península Ibérica cabía la posibilidad de romper su vasallaje y crear su propio
reino; lo óptimo para la nobleza de los siglos XII-XIII era mantener una estrecha
colaboración con la Corona. Para intentar mantener estas tierras de señorío debían
gozar de apoyo extranjero, en un principio cabía esperar su antigua alianza con el
reino nazarí de Granada, pero, desde 1282 el reino granadino se posicionaba del
lado de Sancho IV lo que obligó a Juan Núñez a tomar contactos con la corte
francesa de Felipe III que ya había iniciado contactos con Juan Núñez de Lara para
defender los intereses de los infantes de La Cerda.
Durante la mayor parte de la vida de Juan Núñez de Lara se percibe un alejamiento
de la corte castellano-leonesa ocupando la mayor parte de su tiempo en el Señorío
de Albarracín o en los reinos de Navarra y Francia; lo que confirma la paupérrima
relación entre el linaje de Lara y Sancho IV.
Desde 1281, Juan Núñez realizó varias incursiones en tierras castellanas y
aragonesas con el pretexto de defender los intereses de los hijos de don Fernando.
Pedro III de Aragón declara formalmente la guerra a Juan Núñez y ponen cerco a
Albarracín, obligando al señor de Lara huir a Navarra a través de las montañas
acompañado únicamente de un caballero, poco después tras la caída de Albarracín
Juan Núñez decide partir hacia Francia donde se ganará el apoyo del nuevo

condena de Fadrique y el señor de Los Cameros se deba a una exhibición de fuerza de Alfonso X, o bien a
uno de los cada vez más habituales brotes de cólera que sufría Alfonso desde que enfermó.

29
monarca Felipe IV con quien Sancho IV se ve obligado a negociar las condiciones
y reconocer los derechos de Juan Núñez sobre el señorío de Albarracín tras la firma
del Tratado de Bayona. Posiblemente el señor de Albarracín se tomara este pacto
con cautela ya que en ese momento Lope Díaz III de Haro era el hombre fuerte de
la corte de Sancho IV y gran rival de Juan Núñez, pues por lo que hasta la caída
de la familia Haro44 no se presentó un momento adecuado para su regreso en 1289
y reconociéndole como titular del señorío de Albarracín, además de los señoríos
de Cañete y Moya que funcionaban como baluartes ante la presión aragonesa. El
matrimonio de su hijo con Isabel de Molina, ponía a su heredero en una posición
privilegiada en la cual quizás este pretendía unir Albarracín, Molina, Cañete y
Moya en un único señorío en el que según apuntan algunos investigadores Juan
Núñez de Lara pretendió la creación de un “estado tapón” entre el reino castellano-
leonés y aragonés.
Como respuesta a esta posible intención de Juan Núñez, Sancho IV respondió
intentando efectuar el matrimonio de su hija, Juana la Palomilla, con el infante don
Alfonso, hijo de Sancho IV, para acelerar la reconciliación entre la corona y el
linaje, no obstante, la pronta muerte del infante evitó que se llevara a cabo el
matrimonio. No solo no se llevó a cabo la unión de la familia de Lara con la Familia
Real, sino que también el propio Sancho IV realizaría una duplicidad de diplomas
en el cual, en uno de ellos reconocía los derechos de la corona aragonesa sobre el
señorío de Albarracín.
Una nueva rebelión de Juan Núñez de Lara en 1292 fue el definitivo fracaso, pues
no solo no fue capaz de reconquistar el señorío de Albarracín, sino que, además,
pierde las plazas de Cañete y Moya, y toda la esperanza del señor de Lara de
unificar los señoríos de Albarracín y Molina desaparecieron en 1293 con la
prematura muerte de Isabel de Molina y cuya heredad del señorío recaería en la
hermana de esta, María de Molina, esposa de Sancho IV. En este mismo 1293,
Juan Núñez se vuelve a levantar contra la Corona, pero su intento por recuperar
los territorios arrebatados se ve frustrado con una violencia hasta hora no vista
hacia la familia de Lara, lo que obligó a Juan Núñez volver a huir a Navarra, no
sin antes entregar Molina, Mesa y Zafra a la reina consorte, María de Molina.
Durante 1294, Juan Núñez, ya anciano se ve forzado por la situación a reconciliarse
con la Corona para pasar sus últimos meses de vida en Castilla. A la muerte de este
le sucedería su hijo cuya relación con la Corona será similar a la de su padre.

6. CONCLUSIONES.
En el presente trabajo hemos podido comprobar el cambio de dinámica en el poder
entre la monarquía y la nobleza desde la antigua simbiosis de los siglos XI y XII
en la cual el monarca era considerado un primus inter pares y la nobleza gozaba
de un importante prestigio que se sostenía en la buena relación con la familia real;

44
Con la ocupación de Sancho IV de Vizcaya y una vez muerto Diego López IV de Haro sin descendientes
ocasionó diferentes disputas por la herencia del señorío de Vizcaya.

30
es decir, una buena relación con el monarca no solo otorgaba prestigio, sino poder
de influencia sobre el propio monarca que respetaba los privilegios nobiliarios a
fin de conservar el equilibrio de poder. Sin embargo, la situación cambia en el siglo
XIII, en el caso concreto del linaje de Lara se percibe con la llegada de doña
Berenguela y Fernando III, ya que la causalidad del momento, el prematuro y
accidentado fallecimiento de Enrique I (1217) provocó una ruptura entre los
intereses de parte la nobleza y de la Corona.
Aun durante el reinado de Fernando III se respetaron los privilegios de los nobles,
pero es con la llegada de Alfonso X que cambia por completo la dinámica de poder,
apropiándose el rey de funciones que antes pertenecían a los nobles e intentando
centralizar la administración45, creando aduanas internas que beneficiaran la
obtención de impuestos que permitieran promocionar las empresas alfonsíes. Esto
provocó el malestar general de una parte importante de la nobleza que se levanta
contra Alfonso y que oscurecen los últimos veinte años de vida del monarca,
siendo los momentos más sonados, los levantamientos de 1272 y el de 1282
protagonizado por su propio hijo, Sancho IV. El reinado de este supuso por su parte
un endeudamiento de los bienes de la Corona, que desde un inicio fue el precio a
pagar por los apoyos que obtuvo durante la rebelión contra Alfonso X, en
detrimento de las tierras de realengo.
La familia de Lara pasó por distintas fases durante los reinados que hemos
analizado en este estudio, entre ellos tenemos que destacar la colaboración de
Pedro y Rodrigo González y las dos ternas de hermanos (Manrique, Nuño y Álvaro
Pérez en la segunda mitad del siglo XII y Fernando, Álvaro y Gonzalo Núñez en
el siglo XIII) que permitieron que el linaje fuera sin discusión el más importante
del reino castellano-leonés. Durante el liderazgo de estos la posesión de tenencias
sucedían a una nueva dinámica de posesión de tierras señoríos. Por último, en el
siglo XIII vemos también como tímidamente se hace hueco la primogenitura, por
la cual, si antes las tenencias y señoríos eran repartidos con cierta equidad, ahora
pasaran a recaer la mayoría de estas sobre la figura del primogénito que en símbolo
de continuidad son llamados igual que su antecesor. De esta forma vemos una línea
directa de hasta tres Juan Núñez como cabezas de linaje de Lara en el tránsito de
los siglos XIII y XIV. Además, como ya hemos mencionado Simon R. Doubleday
pone de relieve la frustrada intención de Juan Núñez de unificar los señoríos de
Molina y Albarracín y con ello crear un auténtico Estado tapón en la frontera
castellano-aragonesa que hubiera supuesto una gran extensión de territorios de
suma importancia y autonomía entre los dos grandes reinos peninsulares y lo que
ello hubiera conllevado.

45
En la Edad Media el título de rey viene dado por Gracia de Dios, lo que supone que el monarca no tiene
derecho a ejercer el poder por su propio deseo, sino que todo el poder procedía de Dios y se ejercía a través
del monarca que lo redistribuía entre sus súbditos (Ullman, 2004). Según nos presenta el británico Walter
Ullman, Alfonso X habría roto la estructura por la cual se transmite el poder y la nobleza podría tomar
como tal el pretexto para rebelarse contra un “rey injusto” con sus súbditos.

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7. ANEXO.

Ilustración 1 Árbol genealógico de Lara según Pedro Barcelos en el siglo XIV.

32
Ilustración 2. Árbol genealógico de los miembros más destacados del Linaje de Lara.

Ilustración 3. Imagen 3 información extraída de S. Doubleday (2004)

33
8. BIBLIOGRAFÍA.
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34
 (2009) – CASTILLA Y EL MUNDO FEUDAL VOL. III – VALLADOLID:
JUNTA DE CASTILLA Y LEÓN: UNIVERSIDAD DE VALLADOLID.

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