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Paleolítico Medio
Paleolítico Medio
Visión lineal[editar]
Inicialmente, el Paleolítico medio fue definido por la existencia del homo
neanderthalensis, especie de la cual se suponía estaba en la línea de evolución
del género Homo hacia el Homo sapiens. Pero la realidad ha resultado más
compleja y, a tenor de los datos actuales, H. neanderthalensis no antecedió a H.
sapiens,4 sino que fue una especie de origen europeo que durante 150 000 años
tuvo una existencia paralela al H.sapiens, originario de África5 y contemporáneo
suyo. Se ha encontrado en el valle del río Omo, al sur de Etiopía, un fósil de Homo
sapiens, Omo I,6 que data de hace 195 000 años.7 Además, se ha demostrado que
en Asia oriental el Homo erectus sobrevivió en un área extensa mientras las otras
dos especies se dispersaban por el planeta,8 dando origen además, en ciertas
áreas de la actual Indonesia, a una cuarta especie, Homo floresiensis,9 con una
adaptación especializada a los bosques.
No hubo pues un proceso lineal de evolución y la visión inicial del Paleolítico
medio resultó ser básicamente europea, verificable solamente en aquellas áreas
donde el H. sapiens remplazó al H. neanderthalensis tardío, es decir en Europa y
el oeste de Asia hasta Irán y Uzbekistán, pero no en el resto del continente
asiático ni mucho menos en las regiones de África donde surgió el H. sapiens.
Transición[editar]
Horizonte musteriense[editar]
Artículo principal: Musteriense
Diferentes vistas de una lasca
obtenida mediante el método Levallois.
El complejo tecnológico/estilístico denominado industria musteriense o modo
técnico 3 se caracteriza por una técnica de talla lítica, el método Levallois, cuya
existencia ha sido constatada a finales del periodo anterior, pero que en este se
generalizó.22 Consistía en preparar un núcleo para obtener cortantes y
gruesas lascas a base de realizar muescas directamente sobre el sílex. Los
artefactos obtenidos así presentan una clara homogeneidad dentro de las diversas
variaciones tipológicas, que aumentaron con respecto al periodo anterior,
apreciándose también una mayor especialización de las herramientas. Los
instrumentos típicos son raederas, denticulados, raspadores, buriles, puntas
triangulares grandes, puntas con retoques en los bordes y retocados por
compresión. Son característicos los elementos con mangos. Las herramientas se
obtuvieron usando martillos de percusión blandos, de hueso o madera. Asimismo,
aparecen bifaces de pequeño tamaño tipo achelense.2324
El prehistoriador François Bordes clasificó los artefactos musterienses en cuatro
tipologías:
Homo neanderthalensis[editar]
Artículo principal: Homo neanderthalensis
Los neandertales medían 1,60-1,70 m de media, su tronco era ancho, con grandes
caderas pero cortos antebrazos y piernas, pesando un promedio de unos 70-80
kg. Tenían unos prominentes arcos supraorbitarios, la frente plana, el cráneo
proyectado hacia atrás, una gran cavidad nasal, potentes mandíbulas, huesos de
la cara y nariz formando una cuña y carecían de mentón. Su capacidad encefálica
estaría en 1500 cm³ de media, por tanto mayor que la del H. sapiens. No eran
altos pero sí musculosos. El color de su piel sería muy blanco, ya que
evolucionaron en latitudes altas. Es posible que fueran capaces de poseer un
lenguaje hablado ya que un fósil hallado en la cueva de Kebara (Israel) presenta
un hueso hioides (el que soporta la laringe) de tipo moderno. Estudios genéticos
efectuados sobre los restos de la cueva del Sidrón (Asturias, España) han
aportado como evidencia el gen que nos permite hablar a nosotros, el FoxP2. Su
desarrollo fisiológico era similar al del H. sapiens, naciendo con una madurez
parecida y creciendo de manera igual.272829
Aparte de nuestra propia especie, el mayor número de fósiles conocido del
género Homo corresponde al H. neanderthalensis: al menos 206 ejemplares, pero
no todos completos. Muchos de ellos muestran enfermedades y traumatismos a
los que no habrían podido sobrevivir sin la ayuda del grupo al que pertenecieron.
Esta relativa abundancia motivó a Erik Trinkaus a elaborar un
estudio paleodemográfico en el cual se observó que más del 40 % había fallecido
antes de los cinco años, un 25 % entre los 20 y los 40 años y solo un 6 % después
de los 40, teniendo una esperanza de vida al nacer de menos de 30 años. Esta
alta mortalidad sería la consecuencia de unas condiciones de vida muy duras y
estaría compensada en parte por una alta natalidad. Estos datos son criticados
porque se trata de individuos pertenecientes a regiones muy diferentes y que
vivieron en épocas separadas entre sí por miles de años. Además, hay
investigadores como Juan Luis Arsuaga que creen que los grupos neandertales
serían muy móviles y sus estancias en las cuevas limitadas en el tiempo; teniendo
en cuenta que todos los fósiles menos cuatro fueron encontrados en cuevas,
entonces el registro del que disponemos estaría muy sesgado.30
Mapa que refleja la expansión
máxima conocida hasta ahora del Homo neanderthalensis.
Los neandertales compartían el territorio con una fauna muy diversa que, según
los restos hallados en el yacimiento de la cueva de los
Casares (Guadalajara, España), se correspondería con la de un clima de montaña
relativamente frío: marmotas, castores, jabalíes, ciervos, caballos, rinocerontes de
estepa, linces, leopardos, leones, lobos, hienas manchadas, osos pardos y osos
de las cavernas. Con todos estos depredadores los neandertales tendrían que
competir para conseguir su alimento. Serían cazadores potentes y dotados de una
gran fortaleza física, que utilizarían lanzas de madera con puntas líticas y trampas.
Practicarían una caza poco selectiva y oportunista, sin desdeñar las posibilidades
que les brindara una carroña, tal y como actualmente ocurre todavía con algunos
pueblos de cazadores-recolectores, como los hadza. Las presas vivas, las
carroñas y lo que obtuvieran mediante la recolección, serían para ellos alternativas
alimentarias complementarias.3132
Dominaban el fuego y su uso estaba generalizado, lo cual está atestiguado por los
abundantes restos de hogares de muchos yacimientos, como la mencionada
cueva de Kebara o el Abric Romaní (Barcelona, España). Enterraban a sus
muertos en cuevas de manera consciente y planificada, acompañándolos en
algunos casos de lo que se ha interpretado como ofrendas: restos animales,
instrumentos líticos, flores o polvo de hematita.33 Aunque no todos los
investigadores están de acuerdo, se les adjudican comportamientos simbólicos y
funerarios, con cultos relacionados con sus muertos y/o con el cráneo de los osos.
En yacimientos como el de Krapina (Croacia) se han detectado prácticas de
canibalismo. Habitaban en cuevas y abrigos rocosos allí donde los había,
apareciendo en algunos obras de acondicionamiento, así como zonas de trabajo
y/o habitación específicas. También construían campamentos al aire libre cerca de
áreas con abundante caza y agua, siendo el más conocido el
de Molodova (actual Ucrania), donde se excavó una cabaña levantada
íntegramente con huesos y colmillos de mamut.34 Según cada vez más autores, se
podría afirmar que eran tan humanos como nosotros, en el sentido más espiritual,
sentimental y mental del término.33
Los últimos neandertales conocidos son de hace unos 32 000 años o algo menos
y han sido hallados en las regiones de la península ibérica situadas al sur del
río Ebro, que actuaría de frontera con los cromañones que ya por entonces
ocuparían el área cantábrica y el resto de Europa. Algunas poblaciones
neandertales sobrevivieron durante unos milenios a la expansión de los
cromañones por Europa (hace unos 40 000 años) en zonas del
Cantábrico, Francia, Italia o Bulgaria. Probablemente (aunque hay autores que no
opinan así) a consecuencia de los contactos con H. sapiens desarrollaron una
industria perteneciente ya al modo técnico IV, denominada por los
franceses chatelperroniense. De igual manera, apareció entre estas poblaciones
aisladas de sus congéneres el gusto por el adorno personal, evidenciado por la
aparición de cuentas de collares y grandes cantidades de ocre rojo en yacimientos
como el de la cueva del Reno, en Arcy-sur-Cure. Su extinción y sustitución por los
humanos modernos coincidió con los últimos momentos (y los más duros)
del Würm, cuando el litoral mediterráneo se convirtió en una estepa fría.35